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En la penumbra de la noche espero,

con el sabor de tu adiós aún en mis labios,


un eco dulce, un recuerdo ligero,
de aquellos besos que me dejaste a diario.

Tu risa, una melodía que danza en el aire,


tu mirada, un desafío que enciende el deseo,
cada gesto tuyo, promesa de un baile,
que termina en mis sueños, donde aún te poseo.

Oh musa de mis noches, dama de mis días,


tu ausencia es la brisa que aviva la llama,
cada recuerdo tuyo, una dulce agonía,
que en mi mente susurra, que en mi corazón clama.

Vuelve a mí, aunque sea en un suspiro,


en un encuentro furtivo bajo la luna llena,
donde el deseo se viste de delirio,
y cada beso robado sabe a eterna condena.

Que no es vulgar el anhelo que me consumes,


es el arte de quererte en cada pensamiento,
es la danza de dos almas que se asumen,
en un juego de miradas, en un coqueto encuentro.

Carlos Zafra

Para: La mujer que me mueve el piso.

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