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Qué significa libro La metamorfosis de Franz Kafka:

La metamorfosis es una narración autoría de Franz Kafka, publicada en 1915, que cuenta la historia de la
transformación de Gregorio Samsa en un monstruoso insecto, y del drama familiar que, a raíz de este
acontecimiento, se desata.

Su título original en alemán es Die Verwandlung, que podría traducirse como ‘la transformación’. No
obstante, en español se ha optado por designarlo como 'metamorfosis', palabra que tiene un componente
mítico asociado.

En este relato se ha querido ver una alegoría del enfrentamiento del hombre ante un mundo moderno
que lo oprime y lo borra.

Edición alemana de 1916. El título original, Die Verwandlung, traduce literalmente ‘la transformación’.

Por su parte, la transformación de Gregorio en lo que es presumiblemente un escarabajo, que es un


suceso fantástico, extraordinario, inaugura la literatura del absurdo, que en las décadas posteriores
influirá a numerosos escritores consagrados.

Por otra parte, en esta historia se ha querido ver paralelismos biográficos con Kafka, especialmente en lo
relacionado con su relación conflictiva con el padre y en la amenaza que supone el padre para Gregorio en
esta narración.

Análisis y resumen de la obra

La metamorfosis es un relato dividido en tres partes, donde se narra la transformación de Gregorio Samsa,
un viajante de comercio de telas, en un monstruoso insecto, y el impacto que tendrá este acontecimiento
no solo en su vida, sino en la de su familia.

La historia comienza con el despertar de Gregorio Samsa en la habitación de su casa y la sensación de


haber tenido un sueño intranquilo. Luego va descubriendo, poco a poco, su nueva situación: sus
innumerables patas, su abdomen abombado, el caparazón en que ahora se ha convertido su espalda, sus
nuevas y fuertes mandíbulas.

Este acontecimiento, que se enmarca dentro de lo fantástico, desencadenará una serie de problemas para
Gregorio y su familia. En primer lugar, Gregorio es el único sostén de la familia Samsa, compuesta por su
hermana y sus padres; su trabajo como viajante de comercio le permite asumir estos gastos del hogar e ir
pagando una deuda contraída por el padre con su actual patrón.

Pese a todo, la primera preocupación de Gregorio será cómo justificar su situación actual ante su jefe, su
retraso (debía tomar el tren de las cinco de la mañana). No ha caído en la cuenta, aún, de la gravedad de
su situación. Incluso opta por dormir un poco más, con la esperanza de que la transformación se revierta y
todo vuelva a la normalidad.

Un apoderado de los almacenes donde trabaja Gregorio vendrá a buscarlo a la casa, indignado por la
situación. Gregorio hará enormes esfuerzos por abrir la puerta y entonces aparecerá, por primera vez, a la
vista de su familia con su nueva forma: la de un enorme escarabajo.

La familia no sabe, al principio, cómo actuar en la nueva situación. La hermana, que siente gran cariño por
Gregorio, sin embargo, se apiadará de su hermano y será quien lo alimente y cuide.

La economía familiar, principal preocupación de todos en vista del estado de Gregorio, se someterá a
nuevos ajustes: se recortarán los gastos del hogar al máximo, la criada pasará a ir solamente dos veces al
día para hacer limpieza, habrá que alquilar una de las habitaciones a tres inquilinos, y los tres miembros de
la familia se verán obligados a trabajar.
La nueva situación con los inquilinos generará, sin embargo, conflictos. Los hombres son muy exigentes
con la limpieza y la familia trata de mantener en secreto a Gregorio. Una noche, la hermana, Greta, tocará
el violín para los inquilinos y estos, atraídos por la música, la invitarán a tocar en el salón.

Fascinado por la melodía, Gregorio sale de su habitación, en un último impulso de sensibilidad humana,
para escuchar a su hermana. Pero al ser descubierto, se generará un gran alboroto que acabará con el
abandono de los inquilinos de la casa y con Gregorio con una manzana incrustada en el caparazón,
lanzada por el padre para ahuyentarlo.

Después de aquella situación confusa, la familia entiende que la situación de Gregorio es insostenible.
Gregorio también lo entiende así, de modo que decidirá encerrarse definitivamente en su cuarto, dejará de
salir y desistirá de alimentarse, invadido por un profundo sentimiento de tristeza. Días después, la criada lo
encontrará muerto en el cuarto.

Personajes

GREGORIO SAMSA

Es viajante de comercio. Trabaja para pagar las deudas de su padre, cuyo negocio se fue a la quiebra
hace años y que se encuentra imposibilitado para trabajar. Es el sostén económico de la familia. Un día
amanece transformado en un enorme insecto, presumiblemente un escarabajo.

GRETE SAMSA (HERMANA)

Es la hermana de Gregorio y la persona por quien este siente más cariño. Es quien se encarga de cuidar a
Gregorio cuando se convierte en un insecto. Lo alimenta y remueve los muebles del cuarto para darle más
libertad de movimiento. Toca el violín y aunque Gregorio pretendía enviarla a estudiar al conservatorio,
jamás se lo trasmitió, de lo cual se lamenta. Cuando sobrevenga la transformación de su hermano, ella se
verá obligada a salir a trabajar.

SEÑOR SAMSA (PADRE)

Es el padre de Gregorio. Tenía un negocio que se vino abajo y que tuvo que cerrar hace cinco años.
Algunas deudas quedaron pendientes de pagar, por lo cual Gregorio se ha visto obligado a trabajar como
viajante de comercio para el acreedor del padre, puesto que el señor Samsa no puede trabajar por su
edad. Sin embargo, cuando ocurra la desgracia de Gregorio tendrá que buscarse un trabajo para sostener
a la familia. Su relación con Gregorio es tensa.

SEÑORA SAMSA (MADRE)

Es la madre de Gregorio. Sus problemas de salud (sufre de asma) le impiden hacer los trabajos del hogar.
Gracias a que Gregorio trae el dinero a la casa es posible contratar a una criada y una cocinera que le
alivien las responsabilidades. No obstante, como consecuencia de la transformación de Gregorio, la familia
se ve obligada a limitarse en la contratación de ayudas y la señora Samsa tendrá que empezar a trabajar
cosiendo y remendando prendas de vestir. Aunque ama a su hijo, le produce gran espanto su forma actual
de insecto.

https://www.culturagenial.com/es/libro-la-metamorfosis-de-franz-kafka/

Arranca una lección muy especial de unPROFESOR, ya que vamos a tratar el resumen breve de la
Metamorfosis de Franz Kafka, uno de los libros más singulares de la Europa del siglo XX, y sin duda uno
de los más controvertidos de su autor, que ya es mucho, puesto que ninguna de sus obras suele dejar
indiferente a nadie. Porque las autorías de este escritor checo doctorado en Derecho reflejan de una forma
muy particular sus singularidades, puesto que todo en su vida iba en contra a su verdadera vocación, la
literatura.
Un trabajo burocrático que no le deja tiempo para escribir, una familia en contra de la actividad artística, un
judío en un país mayoritariamente cristiano, una vida al comienzo de un convulso siglo XX lleno de
inestabilidad y guerras… Sin duda, la obra de Kafka refleja una visión del mundo verdaderamente
particular y que merece la pena ser estudiada en detalle.
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Índice
1. Parte I de la Metamorfosis de Franz Kafka
2. Parte II de La Metamorfosis - Resumen
3. Breve introducción a Franz Kafka
4. Más datos sobre la Metamorfosis

Parte I de la Metamorfosis de Franz Kafka


Vamos ya conociendo el resumen breve de la Metamorfosis de Franz Kafka, un influyente autor del siglo
XX.
La novela corta cuenta la historia de Gregorio Samsa, un viajante comercial que con su empleo
mantiene a toda su familia. Sin embargo, su vida cambia de forma radical cuando una mañana amanece
convertido en insecto.
En un principio, el protagonista permanece en su cuarto, ya que la transformación le asusta. De hecho,
durante un tiempo, incluso ignora las llamadas de su familia, y le cuesta levantarse de la cama. No
obstante, y pese a la falta de control de su nuevo cuerpo, poco a poco intenta ponerse en pie e incluso
llega a abrir la puerta.
Una vez Gregorio abre la puerta, su jefe se marcha presa de la sorpresa y el enfado nervioso, mientras su
madre se desmaya y su padre se enoja tanto que lo vuelve a encerrar en el cuarto.

Imagen: Slideshare

Parte II de La Metamorfosis - Resumen


Llegado este punto, Gregorio es abandonado por toda la familia. No obstante, gracias a su relación con
su hermana, Grete, sobrevive, pues esta chica le sigue dando de comer y atiende sus necesidades. Sin
embargo, la muchacha siente repugnancia por el estado de su hermano.
Un día, madre e hija deciden limpiar la habitación de Gregorio para que pueda subir mejor por las paredes
y no tenga obstáculos. Sin embargo, aprovecha la coyuntura para escapar del cuarto, cosa que enfada a
su padre, que lo vuelve a introducir lanzándole manzanas.
Una de las manzanas hiere a Gregorio, que queda imposibilitado para moverse. Además, el trato de la
familia, que sufre penurias económicas y de la criada, es cada vez peor, y el cuidado menos intenso.
Ante los apuros económicos de la familia, deciden alquilar habitaciones, ya que los problemas de salud les
impiden poder trabajar. Sin embargo, una noche Gregorio escapa y asusta a los inquilinos, que no
quieren pagar las jornadas de hospedaje ni la comida.
Este hecho enfada a la familia, y deja a Gregorio en un estado de melancolía tremenda. Así pues, el
insecto decide dejar de comer hasta morir. Una vez la criada lo encuentra, lo tira a la basura, mientras
la familia habla sobre el chico sin querer saber qué fue de su cuerpo.

Breve introducción a Franz Kafka


La imagen que se tiene de Franz Kafka es el reflejo de sus novelas, un hombre sombrío y atormentado,
como sus personajes. Sin embargo, no era así, más bien se comportaba de forma jovial y cordial, con
una actitud alegre, vital y bromista, lo que le ayudó a superar su vida familiar.
Eso sí, su dolor interno se refleja en su obra, como el caso de la soledad, el sentimiento de culpa, el
deseo insatisfecho, la búsqueda de la belleza y el arte… Todo ello se observa en otras novelas, como el
Castillo, América o El Proceso.

Más datos sobre la Metamorfosis


En esta novela de Kafka encontramos muchas de las características de su estilo. Por ejemplo, el ritmo
narrativo, muy lento y siempre centrado en los pensamientos del personaje principal, que se cuenta con
todo lujo de detalles en su angustia vital.
En la obra de Kafka se denota gran pasión por los detalles, ya que describe situaciones, pasajes y
pensamientos con total profusión, sin descuidar absolutamente nada. Esto es algo que hace al lector ser
parte de la propia narración, que a ratos parece sufrir tanto como el propio personaje.

Imagen: Pinterest

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La metamorfosis de Franz Kafka (resumen)

Resumen:
Una mañana, después de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó transformado en un
monstruoso insecto. Tenía muchas patitas que se movían sin que él pueda controlarlas y todo indicaba que
no se trataba de un sueño: el reloj indicaba las seis y media y el tren salía a las cinco. No podía
comprender cómo pudo quedarse dormido si el despertador sonaba todos los días a las cuatro de la
mañana, y tan fuerte que hasta hacía vibrar los muebles. Pero no era momento de lamentarse, debía
levantarse o perdería su trabajo. Si bien había perdido el tren de las cinco podía alcanzar el de las siete si
se daba prisa. Pero no era posible salir de la cama, se balanceaba sobre su enorme caparazón y aun así
no lograba llegar ni al borde. Su mamá llamó a la puerta:
―Gregorio ―dijo ella― van a ser las siete, ¿te pasa algo malo?
También llamó su padre y hasta escuchó la voz de su hermana Grete, pero intentó calmarlos diciéndoles
que no pasaba nada y que enseguida estaría con ellos. Pero no podía levantarse aunque lo intentaba.
Quiso rendirse, decir que estaba enfermo y descansar un día. Pero no era tan fácil, vendría su jefe a
buscarlo, traería a un médico (el que se daría cuenta que Gregorio no estaba enfermo) y lo botarían de su
empleo por perezoso. Y Gregorio no podía perder su trabajo, por lo menos ahora no, en cinco años podía
ser, cuando termine de pagar la deuda de su padre, pero ahora no, su familia lo necesitaba.
Miró una vez más el reloj: eran las siete, había perdido el segundo tren, definitivamente estaba en
problemas. En ese momento oyó que tocaban a la puerta y que alguien decía: “Buenos días, ¿está
Gregorio en casa?” Era la voz del gerente, ya no era tiempo de estar jugando o perdería su trabajo. Giró
con todas sus fuerzas y cayó de la cama a la alfombra. Sus patas se acomodaron perfectamente al piso y
se acercó a la puerta. Tocaron a la puerta, el gerente le increpó su actitud:
―No lo puedo creer, señor Samsa, yo había confiado en usted y usted ni siquiera quiere ir a trabajar.
Además, es muy sospechoso que ayer usted tenía que hacer unas cobranzas y hoy, en vez de llevar el
dinero, se queda en casa.
Muy sospechoso, señor Samsa, muy sospechoso.
Gregorio estaba disgustado, ¿por qué lo trataba así?, él sería incapaz de robarle a sus patrones, además
tenía años de un trabajo impecable. Pero ni eso valoraba el gerente.
―Un momento por favor, ―dijo Gregorio― ya me levanto, me he sentido mal por la mañana pero ya estoy
bien y voy a trabajar, así que no se preocupen.
Al otro lado de la puerta, el gerente y la familia de Gregorio no había escuchado palabras, sino sonidos
monstruosos, silbidos, gruñidos y resoplidos. Grete fue a buscar a un médico y la criada corrió a buscar a
un cerrajero para forzar la puerta y saber que estaba pasando dentro de esa habitación. Pero Gregorio
logró abrir la puerta antes. Usó su mandíbula sin dientes y se hizo bastante daño, pero giró la manija de la
puerta. “Al fin”, exclamó el gerente y entró antes que los demás a la habitación. Cuando vio al insecto se
quedó estático y mudo, la madre cayó desmayada y el padre amenazó a Gregorio con el puño para que no
se acerque. El único que mantuvo la calma fue el insecto.
―No se preocupen ―dijo Gregorio― cualquiera tiene una indisposición, pero ya estoy bien, en un minuto
me cambio y voy a trabajar. Además, voy a trabajar el doble para compensar mi tardanza, pero no piensen
que soy un perezoso.
Nuevamente lo que oyeron todos no fueron palabras sino balbuceos monstruosos. El gerente huyó casi a
la carrera, Gregorio fue tras él pues temía perder su trabajo y como estaba apoyado en la puerta pudo
pasar su ancho caparazón de lado. Pero cuando quiso regresar a su habitación, no podía pasar por la
estrecha puerta. Su padre había salido a detenerlo pensando que atacaría al gerente, y con la rabia que
sentía no se fijó que Gregorio tenía el caparazón incrustado en el marco de la puerta y de un empujón lo
envió al fondo del cuarto. El caparazón se hirió y de las llagas salía un líquido verdoso.
El resto de ese día Gregorio lo pasó durmiendo. Cuando despertó encontró una bandeja con su alimento
preferido: leche, y en ella nadaban pedacitos de pan. Al instante supo que su hermana había puesto ahí la
comida. Se acercó, emocionado, a comer pero al primer sorbo sintió asco y se sorprendió pues nunca la
leche le había causado esa sensación. Intentó de nuevo, pero era imposible, asqueroso. Así que se
arrinconó debajo del sofá y pasó durmiendo y con hambre la primera noche de insecto.
En la mañana, su hermana entró al cuarto, y al ver que Gregorio no había comido, como adivinando sus
pensamientos, sacó el plato con leche y a cambio le trajo varios alimentos descompuestos: vegetales,
restos de comida, un queso mohoso; y dejó solo a Gregorio que sólo entonces pudo comer y esta vez
también se sorprendió pues lo que antes habría sido repulsivo para él, entonces era delicioso. Terminó y
volvió a esconderse bajo el sofá. Más tarde, Grete limpió todo mientras el insecto estaba escondido bajo el
sofá, pero la muchacha podía ver el bulto tenebroso debajo del mueble y aunque evitaba mirarlo, sentía su
presencia y eso incomodaba a ambos. Y aunque la única que se encargaba de cuidar a Gregorio era ella,
la situación se hizo cada vez más tensa: Grete abría de par en par las ventanas de la habitación cada vez
que entraba para que escape el hedor del insecto, pero eso mortificaba a Gregorio que habría preferido
que las ventanas no solo estén cerradas sino que también estén corridas las cortinas.
Una noche, Gregorio escuchó la conversación de su familia (la puerta de su cuarto daba al comedor). Las
conversaciones en casa ya no eran alegres ni joviales, casi no se hablaban, todo había entrado en un
estado de petrificación. La criada se había ido y habían contratado otra bastante mayor. Y aunque solo
Grete se encargaba de Gregorio, continuamente su madre declaraba su intención de ver a su hijo y
conocer su estado; pero su padre y su hija se lo impedían. Gregorio estaba de acuerdo con ellos, no
quería que su madre, ni su hermana (ni nadie) pase malos momentos por su culpa. Así que, aunque
demoró cuatro horas, arrastró la sábana de su cama y la llevó bajo el sofá, donde se tapó con ella y
evitaba que su hermana se aterrorice cada vez que entraba a limpiar la habitación.
Por ese entonces, Gregorio había encontrado un pasatiempo: había descubierto que sus patas viscosas se
adherían a las paredes y que podía caminar por ellas, incluso podía pasear por el techo. Su hermana lo
había notado pues quedaban las huellas de sus patas. Se le ocurrió entonces que si su hermano quería
pasear por las paredes y por el techo, lo más sensato sería quitarle todos los obstáculos que pueda
encontrar: los muebles, el escritorio, la cama. En ese momento no tenía quién la ayude en la labor, y como
la única en casa era la madre, tuvo que pedírselo a ella. Gregorio se escondió bajo la sábana y las dos
mujeres comenzaron la labor. Sin embargo, él no quería que desalojen sus cosas, no quería sentirse un
animal, no quería que le quiten lo último que le deba una apariencia humana a su habitación. “Es ahora o
nunca”, pensó, y salió de debajo de la sábana y se apoyó sobre un cuadro, pegando su vientre viscoso al
cristal del retrato.
Cuando volvió la madre al cuarto, vio al insecto pegado al vidrio y se desmayó por el espanto. Grete
intentó auxiliarla y le desabrochó la blusa para que pueda respirar mejor, mientras amenazaba al insecto
con la mirada. Gregorio, asustado, se despegó como pudo del vidrio y huyó hacia el comedor y trepó por
las paredes y el techo. Pero su nerviosismo lo traicionó: se despegó del techo y cayó pesadamente sobre
la mesa. En ese momento llegó el padre del trabajo. Cuando vio la expresión de susto de su hija, lo adivinó
todo.
―Gregorio se ha escapado ―dijo ella abrazándose al pecho del padre―, mamá lo ha visto y se ha
desmayado, pero ya está mejor.
El padre no quiso escuchar más, tiró la gorra sobre el sofá y empezó a perseguir al insecto. Gregorio huía,
pero pronto se dio cuenta que era preferible dejar de escapar y dirigirse al cuarto para demostrar que tenía
la intención de encerrarse por sí mismo. Pero el padre no entendió y empezó a arrojarle manzanas, una de
las cuales se encajó en el caparazón del insecto, quien se cruzó con su madre que corría espantada para
detener a su esposo y pedirle llorando que por favor no mate a su hijo.
A partir de entonces, la relación con Gregorio cambió drásticamente. Todos en casa debieron buscar un
empleo: el padre era mensajero, la madre costurera y la hermana encontró trabajo en una tienda. Además
tuvieron que despedir a la criada y contrataron una asistenta que venía por unas horas para limpiar la
casa. Grete atendía a Gregorio con desdén: le arrojaba la comida y ya no limpiaba su cuarto, pronto
abandonó su cuidado y se lo encargaron a la asistenta, quien, a diferencia de todos, no le tenía el menor
temor al insecto: lo insultaba, le picaba el caparazón con la escoba y ponía todas las cosas de sobra en su
cuarto. En poco tiempo Gregorio tenía un estado deplorable: estaba cubierto de polvo, viviendo entre los
desechos, con restos de basura y comida adherida a su cuerpo y sin nadie que lo atienda de verdad.
Por esos días los padres decidieron recibir inquilinos en casa para tener un ingreso adicional. Recibieron a
tres amigos a los que trataban con demasiada sumisión (ni siquiera se sentaban en su sofá si los inquilinos
estaban cerca) pues nunca habían tenido huéspedes en casa y querían tratarlos de la mejor manera para
que no se vayan. Una noche, mientras cenaban, Grete tocó el violín en la cocina; los inquilinos se sintieron
conmovidos por la música y le pidieron que toque para ellos y que a cambio le darían una propina. La
muchacha lo hizo, el padre colocó el pentagrama y ella empezó a tocar.
Cuando Gregorio oyó la música, se sintió conmovido. Recordó que soñaba con ahorrar dinero para enviar
a su hermana al conservatorio y pensó que la música habría enternecido a todos tanto como a él así que
se atrevió a salir del cuarto y asomarse al comedor (la asistenta había olvidado cerrar la puerta). Uno de
los inquilinos vio al insecto pero mantuvo la calma.
―Señor Samsa ―dijo uno de los inquilinos―, ¿qué es eso? ―y señaló a Gregorio.
El padre, espantado por el suceso, en lugar de meter a Gregorio en su cuarto, empujó frenéticamente a los
huéspedes al suyo sin darles una explicación. Grete soltó el violín y corrió al cuarto de los huéspedes
donde arregló las camas antes que ellos ingresen. Entonces, cansados de tantos empujones los inquilinos
se detuvieron en seco.
―Señor Samsa, debo decirle que me siento ofendido por el trato que se nos ha dado ―dijo uno de
ellos―. Así que nos vamos de su casa sin pagarle ni un centavo, al contrario creo que les voy a pedir una
indemnización.
Los dos compañeros de este, asintieron con la cabeza y se encerraron en su cuarto.
El padre se dejó caer en el sillón, la madre y la hermana lloraban y Gregorio, por la falta de fuerzas que le
ocasionaba el hambre, no podía moverse de regreso a su cuarto. No lograba entender como su buena
intención se había convertido en una maldición para los demás.
―Debemos deshacernos de él ―gritó la hermana―. Yo ya no aguanto más. Esa cosa nos va a matar a
todos. Nuestro error ha sido creer que eso es Gregorio, y no lo es. Echémoslo de casa, suficiente tortura
es que todos nosotros trabajemos y que aparte debamos encargarnos de ese insecto. ¡Papá! ―dijo con un
débil chillido y corrió a esconderse detrás de él―, ahí viene.
Pero Gregorio no iba hacia ella, sino que daba la vuelta para regresar a su encierro. Estaba tan débil que
demoró mucho en llegar, pero cuando cruzó el umbral, Grete cerró la puerta violentamente y la aseguró
con llave. Toda esa noche Gregorio la pasó despierto, convencido (aún más que su hermana) de que
debía morir. Cuando el reloj de la iglesia dio las tres de la madrugada, Gregorio encogió su cabeza y
murió.
A la mañana siguiente fue la asistenta la que notó la muerte del insecto. “Al fin estiró la pata”, le dijo a la
familia que no le prestó atención. Intentó explicarles lo que tenía planeado para el cadáver, pero tampoco
fue tomada en cuenta. Hasta que ella misma arrastró el cadáver con la escoba para que ellos lo vean.
―Demos gracias a Dios ―dijo el padre.
En ese momento salieron los inquilinos, quienes pidieron el desayuno y fueron sorprendidos por la
asistenta que les mostró el insecto muerto. El padre, enojado, se paró frente a ellos y los botó duramente
de su casa. También la criada salió muy enojada pues nadie tomaba atención a sus planes sobre qué
hacer con el insecto.
La familia se tomó el día libre de sus trabajos, sacaron sus cuentas y vieron que lo que ganaban entre los
tres les alcanzaba para vivir y hasta sobraba un poco para ahorrarlo, así que sintieron un alivio por la carga
que se les quitaba con la muerte de Gregorio. Decidieron salir, pasear, como hace meses no lo hacían; y,
mientras viajaban en el tranvía, los padres notaban la belleza de Grete, que ya estaba en condiciones de
tomar un buen marido.

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