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CAPÍTULO UNO

N o de nuevo.

Ellos se toparon uno con el otro nuevamente.

Takeyuki se sintió abochornado y molesto, y también un


poco avergonzado. Con el fin de mantener escondido el efecto
en su corazón mantuvo una expresión más fastidiosa de la
necesaria y lo vio alejarse abruptamente.

Esa era la tercera.

La primera vez que lo vio fue en la sala de espera de


primera clase, mientras aguardaban la hora del vuelo.

La segunda, mientras caminaban por el corredor para


tomar el avión. El hombre caminaba con grandes y elegantes
pasos detrás de Takeyuki, y cuando pasó por su lado se giró
para verlo por alguna razón.

En esa ocasión, Takeyuki pensó que simplemente estaban


abordando el mismo vuelo, pero después de la tercera vez
empezó a sentir que había algo desagradable implicado en
eso.

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No culparía al hombre por ir al cuarto de baño detrás de la
cabina, pero, ¿por qué veía intencionalmente a la cara a
Takeyuki?

Qué, ¿tengo algo pegado en la cara?

Después de que el hombre se fuera, Takeyuki pasó su mano


por su boca y mejillas, y claro, sus dedos no encontraron nada.

Si Takeyuki no tenía nada, ¿qué era eso? ¿Por qué el


hombre se le quedaba viendo, no dos sino tres veces, sin razón
aparente? Eso hacía que Takeyuki se sintiera incómodo. Quería
gritarle: “Si hay algo que quieras decirme solo dilo”. Takeyuki era
algo temperamental, y sabía que era egoísta y testarudo, quizás
porque era el hijo menor y había sido mimado mientras crecía.
Tenía malos hábitos y entraba en peleas fácilmente.

El hombre se sentó dos lugares adelante de Takeyuki.

A decir verdad no podía afirmar que el hombre lo estuviera


viendo, definitivamente estaba girado en dirección a Takeyuki,
pero como usaba lentes oscuros no podía decir si su mirada
estaba enfocada en él o no.

El hombre era alto, de hombros anchos y bien


proporcionados. Se veía como en la mitad de los veintes pero
podría estar en los principios de los treinta años, su piel estaba
bronceada por el sol con una vigorizante calidad juvenil, pero
su cuerpo entero exudaba un aura de imponente elegancia.
Eso hacía más difícil descartar la posibilidad de que estuviera en
sus treintas.

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Una mirada fue suficiente para ver la rara calidad e
impecable hechura del traje que usaba. Eso decía que había
más en el hombre que lo veía.

Él estaba encantadoramente conservador en ese traje,


pero su estilo de cabello era poco convencional. El negro
cabello le llegaba a la mitad del pecho, de la nuca hacia
abajo estaba pulcramente marcado en capas, el largo no se
veía demasiado abrumador. El hombre lo amarraba con una
tira negra en la base de su nuca

¿Qué hará para vivir? Takeyuki se preguntaba cada vez


que veía la cara del hombre. Como no se quitó los lentes ni
siquiera dentro del área de primera clase en donde estaba
sentado en el avión, Takeyuki podría asegurar que era famoso,
actor, músico o quizás atleta. Pero Takeyuki no podía conectar
esa cara con ninguna gente de la que hubiera oído.

Supongo que ese no es realmente mi asunto.

Takeyuki era definitivamente irritable, pero no podía


mantener la ira mucho tiempo. Ni tres minutos después Takeyuki
ya había olvidado todo. Incluso cuando Takeyuki vio al hombre
viéndolo de nuevo en su camino al asiento, sólo lo miró y
distraídamente pensó: Ahí va de nuevo. No regresó a la
incomodidad que había sentido antes. Eso también podría
deberse al hecho de que el hombre había pasado de espaldas
a él, así que Takeyuki no le vio la cara. Pero si el hombre se
hubiera girado deliberadamente para ver a Takeyuki cuando
pasaba, una nueva ira hubiera burbujeado en su interior, y

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Takeyuki se hubiera quitado el cinturón de seguridad y hubiera
atacado al hombre.

Pero se quedó en su asiento sin girarse hacia Takeyuki.

Takeyuki vio a la azafata ofrecerle cortésmente una toalla


para las manos, Takeyuki incluso oyó cuando él se lo agradecía
con una encantadora voz. Takeyuki se había interesado en el
árabe básico, sólo en caso de necesitarlo, así que entendió lo el
hombre decía.

Además de Takeyuki y una pareja mayor había un hombre


cincuentón con apariencia de muy importante sentados en
primera fila. Cinco en total.

Cuando alcanzaron altitud y el letrero de abróchense los


cinturones se apagó, la cabina entró en calma, lejos de los
gritos y murmullos de excitación y anticipación apropiados al
comienzo de un viaje de seis horas. En su lugar ellos sólo
manifestaron la justa reacción de malestar de la gente
acostumbrada a viajar. Aparte de la suave conversación de la
pareja, todo estaba en silencio. No había duda de que era un
mundo muy diferente al de la clase económica sentada detrás
de ellos.

Takeyuki bostezó ligeramente y dejó la revista que había


estado hojeando en el asiento vacío de al lado. Se asomó por la
ventanilla del avión y todo lo que vio fue un cielo sin límites, azul
y nubes que asemejaban a una alfombra de algodón.

Una vez que el avión pasó una zona de persistente


turbulencia el viaje a través el cielo fue cómodo y suave.

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En ese momento Takeyuki iba en viaje al Medio Oriente, al
reino de Cassina, que limitaba con el Mediterráneo, había
transbordado en Ámsterdam y ahora se dirigía a la ciudad
capital de Ras.

Iba a ver a su hermano mayor Atsushi y a su cuñada.

El hermano de Takeyuki era mucho mayor que él y había


sido enviado a Cassina por dos años como diplomático. En
realidad era difícil afirmar que la situación en el Medio Oriente
fuera estable, pero, en medio de todo Cassina era un país
relativamente pacífico. El Rey del país era pacifista y se había
declarado antibélico. Incluso estaba determinado a mantener
una posición neutral en el marco internacional.

Cuando Takeyuki había solicitado viajar a Cassina como


regalo de graduación de la universidad sus padres lo habían
visto angustiado. Lo que finalmente logró que aceptaran fue el
hecho de que el constante terrorismo en los países vecinos no
había afectado al país de Cassina. Su hermano mayor y su
cuñada vivían ahí.

A Takeyuki no le gustaba especialmente viajar, por eso no


quiso ir a un lugar popular del Japón, lleno de turistas, en su
lugar decidió ir a Cassina. Eso en parte también se debía a su
testaruda personalidad y a que odiaba hacer lo que todos
hacían. Existía todavía ahí trazos de la ancestral cultura de
Cassina, pero Takeyuki no estaba interesado en ella. Lo único
que le interesaba era ver con sus propios ojos el desierto que
sólo había visto antes en fotografías y videos.

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Pero claro, también quería la experiencia de la ancestral
cultura.

Creía que sería bueno experimentar de primera mano


valores completamente diferentes a los del Japón o los países
del occidente antes de comenzar a trabajar. Takeyuki iba a
comenzar a trabajar el siguiente abril en la importante
compañía de su padre. Sabía que tendría innumerables
oportunidades de ir a Europa y a América después de eso, pero
no tendría oportunidades de ir al Medio Oriente a menos que
algo grande sucediera. Así que, con eso en mente, se decidió a
visitarlo ahora, mientras era libre durante su largo mes de
vacaciones.

Takeyuki no lo aparentaba, pero estaba muy nervioso. Solía


ser criticado porque su personalidad no combinaba con su
apariencia, pero sabía que estaba bien, tenía delicados rasgos,
eso no lo discutía, pues se parecía a su madre. Cuando entró en
la escuela primaria a menudo era confundido con una
pequeña niña.

Sé que algo interesante me va a ocurrir aquí.

No iba a dejar su particular meta. Incluso si nada ocurría,


Takeyuki no se iba a sentir decepcionado. Al principio había
considerado quedarse diez días, pero si era demasiado aburrido
podría interrumpirlo y regresar a casa cuando quisiera.

Mientras pensaba todo eso con su frente apoyada en la


ventanilla, la azafata le ofreció una bebida o un bocadillo. Un
vistazo al menú le mostró una gran variedad de bebidas

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alcohólicas, pero desafortunadamente Takeyuki no bebía
alcohol. Ordenó un cóctel sin alcohol.

Vio alrededor, todos los otros pasajeros habían abierto


botellas de su marca favorita de vino. Incluso al hombre de
lentes sentado dos asientos más allá la azafata le estaba
sirviendo de su propia botella.

Takeyuki sabía que había entre los países islámicos naciones


fundamentalistas que prohibían el alcohol y otras no. El Reino de
Cassina, que era a donde se dirigía, lo permitía. Ellos producían
su propio vino, y la gente podía beberlo en restaurantes y
hoteles al igual que en todo el mundo. Pero aun así los devotos
creyentes del Islam no bebían en bares o en la calle como en
los países de occidente.

Quizás él es de Cassina, pensó Takeyuki.

La hermosa piel del hombre estaba profundamente


bronceada con un brillo como piel pulida, y su cabello era
negro y caía en suaves ondas. Como seguía con sus lentes de
sol puestos, Takeyuki no pudo apreciar cómo eran sus ojos, pero
tenía esculpidas facciones alrededor de su prominente nariz.
Takeyuki la encontró sexy de una manera masculina. Eso
molestó a Takeyuki debido a que él mismo era un hombre. Si un
hombre como ese pasaba su brazo alrededor de la cintura de
una chica y le murmuraba palabras al oído, eso mejoraría el
humor de la mujer y rápidamente se rendiría.

Takeyuki recordó la extraña agitación y vergüenza que


sentía cada vez que el hombre lo veía. Quizás era parecido a lo

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que sentiría una mujer. Ese pensamiento hizo que Takeyuki se
ruborizara.

Ridículo.

¿En qué estoy pensando? se regaño a sí mismo y se tomó


su cóctel de jugo de uva de un solo trago.

Con cada distracción motivada por el hombre al que


Takeyuki nunca había visto antes, su resentimiento hacia el
extraño aumentaba más. Podría no existir un motivo extra hacia
Takeyuki y sólo topaba con él por casualidad. Pero incluso si
Takeyuki aceptaba esa intelectualización, no podía aceptar ese
nivel en su estómago.

Después del aperitivo llegó, claro, el pescado y después,


claro, la carne, e igual que en un restaurant elegante con cada
platillo los pasajeros elegían el vino, pero Takeyuki le había
avisado a la aeromoza desde el comienzo que no quería
bebidas alcohólicas, y fue la única persona que no tomó
alcohol, sino que bebió agua mineral durante su comida. La
mayoría del tiempo no se sentía mal por no beber alcohol. Pero
en ocasiones como esa sentía que se estaba perdiendo de
algo. Si tomaba podría relajarse y disfrutar el ambiente.

Como todo el mundo parecía estar disfrutando su bebida


después de la comida ordenó un Grand Marnier(1) para probar.
La aeromoza se lo recomendó diciéndole que era suave y
podía acompañar su postre de chocolate, pero después de un
pequeño trago, Takeyuki sintió su cara caliente y dejó el vaso a
un lado.

(1) Coñac con sabor a naranja.

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—¿No te gusta el alcohol?

Mientras tomaba café para quitarse el sabor, Takeyuki oyó


la fuerte voz frente a él, y lo pescó con la guardia baja.

El hombre de los lentes de sol estaba parado en el pasillo,


apoyado en el respaldo del asiento frente a Takeyuki.

Hablaba un perfecto inglés.

Era alto, y Takeyuki levantó la vista para verlo confundido


por el tono que debía usar.

Había decidido que la siguiente vez que lo viera iba a ser


rudo, pero ahora que el momento había llegado, las cosas no
iban según lo planeado por Takeyuki, terminó quedándose con
la boca abierta ante el hermoso extraño.

—¿Visitas Cassina por tu cuenta? —Sin prestar atención a la


falta de entusiasmo de Takeyuki el hombre preguntó con tono
familiar.

Estando de frente y tan cerca, Takeyuki vio el cuerpo del


hombre rodeado por una intensa aura. Sobrecogedor. El cuerpo
de Takeyuki se tensó hasta el punto de que sintió que se iba a
ahogar. Takeyuki estaba alerta, perplejo y lleno de un extraño
asombro. El hombre sonreía como si pensara que era divertido.

—No te preocupes. No estoy tratando de hacer nada


divertido —Mientras decía eso, llevó sus elegantes dedos a la
cara y se quitó los lentes que había estado usando todo el
tiempo.

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Cuando Takeyuki vio los ojos del hombre se quedó con la
boca abierta.

Él era absorbido al interior de los azules ojos que parecían


copiar el color del mediterráneo. Con esa premeditada y
vibrante mirada puesta en él, Takeyuki no supo qué decir. Todo
lo que podía hacer era clavar sus ojos en él, incapaz de alejar su
mirada del hombre.

Del todo intimidado por la presencia del hombre, quien


calmadamente se sentó a su lado, sus pecaminosas largas
piernas cruzadas para cuando Takeyuki recobró el sentido.

—Uh, sabes que yo te vi... antes —Takeyuki sabía que no era


su imaginación y que el hombre lo había estado viendo desde
la sala de espera, su voz era ofensiva. Su expresión también
revelaba que su malestar seguía creciendo.

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Pero el hombre no mostró señales de culpa. Por el contrario,
veía a Takeyuki con una recriminadora expresión.

—¿Qué es lo que quieres decir?

—Has estado viéndome constantemente, en realidad es


descortés y extraño.

—Oh, lo siento. —El hombre tensó la frente apenas


perceptiblemente, mostrando la vehemencia de su disculpa—.
Pensé que era extraño ver a un niño como tú solo en la sala de
espera, así que te vigilé. Si te molestó, discúlpame.

—¿Un niño como yo...? —El temperamento de Takeyuki


afloró de nuevo. Por la manera como el hombre le hablaba,
parecía que Takeyuki era un adolescente. Claro, la gente solía
pensar que era más joven de lo que era. Y realmente Takeyuki
era secretamente consciente de eso. A menudo lo confundían
con un estudiante de preparatoria y eso siempre le molestaba.
Él recordaba que sus hermanos se veían más grandes que su
edad, por eso Takeyuki no tenía idea de por qué él no.

—¿Acabo de golpear otro nervio? —El hombre lo vio


divertido de nuevo, parecía consciente de la temperamental
personalidad de Takeyuki. Probablemente no mucha gente en
el medio ambiente del hombre mostraba abiertamente sus
emociones cuando trataba con él. Se veía renovado y
profundamente interesado.

—No soy un niño como piensas —señaló Takeyuki cortante,


girándose. Estaba molesto por el atrevimiento del hombre de
sentarse a su lado y más con él mismo por dejarlo, y encima su
orgullo no podía contenerse ante el tono de burla de su voz.

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Takeyuki se odiaba a sí mismo por el momentáneo desliz ante la
increíble presencia del hombre y se reprendió más de lo que era
necesario. Estaba usando su lenguaje corporal para decirle al
hombre que regresara a su propio asiento.

—Estoy sorprendido de lo fácilmente que te enojas.

—Tú tienes que ver algo con eso.

—¿Parezco un hombre que puedas odiar?

—No pareces el tipo de persona que pueda agradarme —


Takeyuki no se obligó a contenerse, así que sólo dijo lo que
pensó. Se giró a ver por la ventana, había cerrado la cortina
durante la comida. Takeyuki no pudo ver la expresión del
hombre a sus palabras.

—Veo que estás demasiado molesto. —Su respuesta podía


ser seria o divertida. Su voz hacía parecer como si
solemnemente lo sintiera, pero Takeyuki no podía decidir si era
real o falso, así que fríamente no dijo nada. Eso quería decir que
estaba siendo del todo descortés, pero el hombre seguía
hablando, como si el tono de Takeyuki no le afectara.

—¿Cuánto planeas quedarte en Cassina?

—No lo he decidido. —De algún modo incapaz de


ignorarlo, Takeyuki contestó con un tono de voz rudo y gruñón.
Después de hablar se sintió extraño y se preguntó por qué le
había hablado al hombre. Podía encontrar innumerables
excusas para alejarse del hombre, como que quería dormir o
que quería ver la película, pero por alguna razón Takeyuki
vaciló. La fuerza del porte del hombre había golpeado a

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Takeyuki y la atmósfera creada le hacía difícil expresarse a
voluntad. Eso era extremadamente raro, debía ser por la
diferencia de edad o quizás porque instintivamente Takeyuki
sentía la diferencia de estatus entre ambos.

—¿Realmente viajas solo por tu cuenta?

—Mi hermano mayor vive ahí, voy a visitarlo. ¿Tienes algún


problema con eso? —Takeyuki no sabía si le molestaba que al
preguntar fuera tan persistente, o era por sí mismo, pero su voz
aumentó en rudeza y se giró hacia el hombre. Su mirada fue
inmediatamente atrapada por los ojos azules que al parecer
habían estado fijos en él todo el tiempo.

El corazón de Takeyuki se aceleró.

Sentía una opresión en el pecho, la mirada del hombre era


impresionante, con un increíble poder que entraba
profundamente en el alma de Takeyuki.

—Claro que no. —El hombre sacudió la cabeza lentamente


y sonrió débilmente.

—Er… —Cerrando sus manos en un puño en su regazo


Takeyuki luchó ante la vergüenza de la pregunta—. ¿Tienes la
impresión de que soy mujer?

—No. —El hombre inmediatamente lo negó con un tono


calmado de voz.

Takeyuki se ruborizó de la vergüenza hasta el lóbulo de las


orejas y la parte de atrás de su cuello. No preguntó porque
quisiera hacerlo, sino porque en el pasado había sido acosado
por un extranjero por semejante malentendido, así que quería

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asegurarse. Pero el hombre lo había negado tan
calmadamente, que parecía que Takeyuki era el único con el
pervertido malentendido. Se sintió realmente incómodo.

—¿T-tú eres de Cassina? —Takeyuki con dificultad forzó la


salida de sus palabras. Sentía una urgencia por cambiar de
tema.

—Sí, lo soy —un inequívoco orgullo llenaba la voz del


hombre. Takeyuki podía sentir el ilimitado amor por su país y lo
importante que era para él. Eso le dio la impresión a Takeyuki de
que no era un mal hombre después de todo.

Entonces las luces dentro de la cabina empezaron a


disminuir, pronto las apagarían, las de cabina seguirían hasta
que se sirvieran las bebidas.

—Bueno, supongo que debo regresar a mi asiento en este


momento cuando no estás molesto conmigo. —Comparado a
la intensidad del hombre que estaba sentado, todo
desaparecía con la elegancia con la que se puso de pie.

A pesar de lo rápidamente que Takeyuki le había pedido


que lo dejara, ahora que el hombre realmente se iba, Takeyuki
perversamente quería detenerlo, eso era extraño. Quizá era
fundamentalmente por llevar la contraria. Mientras el hombre
estuvo ahí, la conversación nunca pareció agradarle ni
mejorarle el humor, parecía improbable que pudiera disfrutarlo.
Pero en ese momento sentía difícil que el hombre se fuera,
Takeyuki no podía entenderlo.

—Que tengas un buen viaje —dijo el hombre cortésmente al


final. Veía fijamente a Takeyuki con una ardiente expresión.

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Takeyuki lo veía como si lo traspasara. Quiso contestar pero por
alguna razón su garganta se había cerrado y no pudo hablar.

Probablemente no tenía más una mirada molesta en la


cara.

Cuando el avión aterrizara ellos probablemente olvidarían


que habían hablado con el otro y regresado a ser un par de
extraños. Eso sería perfectamente natural pero por alguna
razón, Takeyuki sentía remordimientos. Él podría haberse limitado
a alejarse como de cualquier persona extraña, excepto por su
increíble presencia.

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CAPÍTULO DOS

C uando Takeyuki entró en a la sala de llegadas del


aeropuerto de Ras, vio a su hermano y su cuñada
entre la multitud de gente esperando. Habían pasado
veintitrés horas desde que había salido de Narita. Era la primera
vez que viajaba tan lejos por su propia cuenta. Finalmente
llegaba a su destino y veía caras familiares. El corazón de
Takeyuki se calmó y se sintió un poco más humano de nuevo.

—¡Bienvenido a casa, Takeyuki!

—Ey, aquí, así que realmente viniste después de todo —


Comparado con la brillante sonrisa de su cuñada, el hermano
de Takeyuki, ocho años mayor que él, era incluso rudo. Habían
pasado dos años desde la última vez que se vieran, pero Atsushi
no parecía particularmente motivado o feliz. Sus profundos ojos
estaban escondidos detrás de unos lentes oscuros, manteniendo
escondida su felicidad de ver a Takeyuki. Atsushi siempre había
sido un hombre que se comunicaba con los ojos más que con
las palabras.

—Veo que sigues siendo el favorito de nuestro padre, te


pagó un boleto de primera clase sin refunfuñar.

—Oh, pero es un gran vuelo, Takeyuki va a empezar a


trabajar con él el próximo mes, tu padre ha de pensar que es la
última oportunidad que tiene para cuidar a Takeyuki. Tu padre
quiere hacer tanto como pueda por Takeyuki.

—Uff. Todo el mundo quiere hacer todo por Takeyuki.

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—Deja de hablar de esa forma, querido, sabes que tú lo
consentiste más que cualquiera de nosotros.

El hermano de Takeyuki hizo un puchero con sus labios,


abatido ante la suave réplica de su esposa. Takeyuki no pudo
evitar sonreír al ver el familiar intercambio de la pareja que hizo
que olvidara que estaban discutiendo sobre él.

—¿Sólo tienes esa maleta? —Su hermano cambió el tema


para ocultar su vergüenza, viendo hacia la maleta que estaba
al lado de Takeyuki que era lo suficientemente grande para una
semana de viaje. Takeyuki había empacado lo más ligero
posible, decidiendo que lo que necesitara podría comprarlo ahí.
Un cuarto del espacio de la maleta llevaba recuerdos del
Japón.

—Mustafá —Atsushi se giró y llamó a un joven nativo que


estaba parado a unos pasos tras ellos, tendría entre veinticinco
y veintiséis años, un negro cabello crespo y una combinación de
suave y firme piel, más una mirada inteligente que le dio una
buena impresión.

—Takeyuki, Mustafá es miembro del personal de la


embajada. Trabaja como traductor y atiende la oficina. Puedes
necesitar su ayuda durante tu estancia aquí, así que dile hola.

—Hola, soy Takeyuki Onozuka. Encantado de conocerte.

—Encantado de conocerte para mí también —Mustafá


estrechó su mano con un firme agarre. Aparentemente Mustafá
hablaba japonés tan bien como el inglés, así que podría ser muy
útil.

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—Correcto. Vámonos. Es por aquí —dijo Atsushi indicándoles
el camino, Mustafá tomó su maleta, y dejó a Takeyuki la mucho
más ligera bolsa que se colgó al hombro cruzando sobre su
pecho. Siguiendo de cerca a su hermano salieron del edificio.

Después caminaron un pequeño tramo, Takeyuki reconoció


una imagen familiar delante de ellos e hizo un pequeño ruido al
reconocerlo.

—¿Sucede algo malo? —su hermano preguntó viendo a


Takeyuki sobre su hombro.

—Oh, n-nada —Takeyuki contestó vacilante—. Sólo vi a


alguien que estuvo sentado cerca de mí durante el viaje.

Su hermano bufó sin impresionarse, y continuó.

Durante la breve conversación de Takeyuki con su


hermano, el hombre con los lentes de sol había desaparecido
de nuevo. Takeyuki no tenía idea de por dónde se había ido
pero aún teniéndola no hubiera cambiado nada. Su única
conexión había sido la breve y nada entusiasta conversación.
Justo como Takeyuki había predicho, después de que el hombre
le deseara buen viaje y terminara la conversación, no hubo
nada más allá que hacer uno con el otro. El hombre había
pasado por donde estaba Takeyuki en dos ocasiones al ir al
cuarto de baño, pero había hecho el recorrido sin verlo. Eso era
bizarro. A pesar de lo molesto que Takeyuki había estado con la
mirada del hombre en él. Cuando el hombre lo dejó solo,
provocó un aumento en su nueva insatisfacción. El hombre
había causado un profundo interés en él y había hablado con
falta de moderación, ahora parecía bizarro que pudiera ignorar

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a Takeyuki como un perfecto extraño. Eso hizo que Takeyuki se
sintiera enfermo del estómago. Se sentía extraño, incapaz de
tomar el control de su mente. Eso sucedió desde la primera vez
que viera al hombre fuera del avión e inadvertidamente
empezó a llorar.

Salieron del aeropuerto con la imagen del hombre que


apenas lo miró, todavía en la mente de Takeyuki.

Afuera del clima artificial del interior del aeropuerto, en el


exterior el sol brillaba intensamente y el aire era seco. Eran
apenas las siete de la mañana pero el sol en el Medio Oriente
era despiadado. Cuando puso un pie fuera de la sombra del
edificio, la luz solar como espadas penetró la piel de Takeyuki
instantáneamente.

Esperaron en el estacionamiento un momento antes de que


el lujoso auto negro llegara y se detuviera ante ellos. Otro
hombre local era el chofer. Era un hombre de mediana edad
con barba y uniforme blanco. Mientras Mustafá llevaba su
maleta a la cajuela del auto, Takeyuki y los otros subieron al
asiento trasero. Un momento después Mustafá subió en el
asiento delantero.

—Primero que nada iremos a la embajada, quiero


presentarte con el embajador —dijo el hermano de Takeyuki.

Takeyuki se acomodó mientras el auto tomaba velocidad,


bostezó y empezó a sentir sueño. Había sido incapaz de dormir
bien en el avión, así que se sentía letárgico. Sin importar lo
suaves y confortables que fueran los asientos, Takeyuki no
estaba acostumbrado a viajar y no se sintió relajado. Había

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estado dormitando un poco pero el real sueño se mantuvo muy
lejos. Así que al aterrizar en Ras esa mañana, estaba seguro de
que perdería todo el día. Después de que su hermano le
presentara al embajador Kusunoki, llevaría a Takeyuki a su casa,
donde se quedaría durante su visita y podría relajarse.

—¿Mamá y papá están bien? —La pregunta de su hermano


pescó a Takeyuki con la guardia baja y se obligó a abrir los ojos.

—Ellos están bien, papá está escribiendo algo épico acerca


de la vida de su bisabuelo llamada El último lord Onozuka en su
tiempo libre, él quería decirme la asombrosa persona que fue
de cualquier manera y me atrapó. Entiendo cómo se siente
papá, su abuelo recibió el Gran Listón de la Medalla de la
Orden de manos del emperador. Después de todo, yo
realmente no estaba interesado en eso y hasta estaba un poco
molesto.

—Me parece que sigues siendo el mismo —intervino Atsushi


sarcásticamente. En su mirada se notaba que estaba
bromeando y había una sonrisa en sus labios.

—Mamá sigue ocupada todo el día con sus lecciones y


voluntariados —Takeyuki interrumpió las bromas de su hermano
y continuó—. ¿Y que con ustedes? Masako ya está en el quinto
mes, ¿verdad?

—Correcto, Takeyuki —La cuñada de Takeyuki que estaba


sentada entre ellos se colocó las manos protectoramente sobre
el abdomen—.Serás tío pronto.

—Se siente extraño oírte decir eso. —No era el hecho de


que pronto fuera a tener un sobrino o una sobrina. Era que no

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parecía que su hermano, con quien había pasado toda su
infancia, empezara a actuar como un padre. Estaba seguro
que su hermano también tenía dudas con eso. Atsushi
permaneció en silencio acerca del niño que nacería en el
verano. Pero cuando Takeyuki vio su cara encontró
determinación y la satisfacción de un profesionista y padre de
familia, aceptando todas sus responsabilidades. Eso hizo que el
corazón de Takeyuki se emocionara.

¿Podría ser así?

La misma vaga ansiedad que siempre había sentido


presionó el corazón de Takeyuki. Sabía que estaba acelerando
las cosas. Él se había lanzado a sí mismo a entrar en un mundo
totalmente diferente el mes siguiente, para poner fin a dieciséis
extraños años de vida libre de preocupaciones como
estudiante. Estaba emocionado y asustado. Como su hermano
dijera, Takeyuki había sido consentido y mimado mientras
crecía. Nació dentro de una acaudalada familia y creció
cubierto de sus bendiciones. Hasta ese día, él había tenido
suficiente, pero ahora quería pararse sobre sus propios pies.
Realmente se resistía a trabajar en la compañía de su padre,
pero no pudo rebelarse a los deseos de su progenitor cuando
como familia ya habían debido separarse de Atsushi. Además,
no era como si no quisiera en absoluto el trabajo, quería hacerlo
pero no estaba totalmente convencido. Incluso aunque su
padre era el gerente y propietario, eso no cambiaba el hecho
de que Takeyuki iba a comenzar como un independiente y
responsable adulto. Esa elusiva ansiedad se debía a la
intimidación de lo ilustre que habían sido el resto de la familia.
Takeyuki sentía que él no podría ser como su padre y su

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hermano, y se sentía como si hubiera perdido la dirección de su
futuro.

Quiero ver el desierto, pensó Takeyuki repentinamente,


recordando lo que había proclamado cuando se dirigía a
Cassina, él se había sentido confundido y quería ver la árida
tierra, la arena movida por el viento hacia sus propios e
inestables pies. Takeyuki se asomó por la ventana del auto para
ver el panorama pasar.

El escenario que prevalecía era el de tres palmeras frente a


edificios de concreto, seguidos por camino de pavimento. Era
mucho más cosmopolita de lo que Takeyuki había imaginado.
Cuando entraron al área comercial, viejos autos circulaban por
la calle, en las aceras Takeyuki pudo ver librerías, tiendas de
electrónica, paseando bajo los techos arqueados había
personas de diferentes descripciones. La gente de Ras
aparentemente iniciaba su día temprano.

—¿Dónde está el desierto? —preguntó Takeyuki.

Atsushi contestó cortante: —Al sudeste de aquí.

—¿Has al menos montado un camello?

—No. —Su hermano sacudió la cabeza indiferente. Una


respuesta totalmente sin interés como si estuviera diciendo que
no había venido a ese país a jugar.

Takeyuki quería preguntar más, pero imaginó que no podría


preguntarle a su hermano ante su apatía.

Bostezó de nuevo.

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Takeyuki sólo quería pasar el resto del día en casa de su
hermano y su cuñada. Ya tenía suficiente con el largo viaje. Si
dormía hasta la noche, probablemente se recuperaría de la
fatiga. Pensaría de lo que quería ver y adonde quería ir esa
noche.

Cruzaron el pesado tráfico del área comercial y llegaron a


una tranquila colina. Todo el vecindario estaba formado por
elegantes mansiones pintadas con colores amarillos y cremas.
Se veían grandes cercas, verdes jardines con fuentes detrás de
puertas de hierro, hablaba de la riqueza de la gente que vivía
ahí.

La embajada japonesa se encontraba en una esquina Dos


oficiales uniformados cuidaban la puerta con su rifle al hombro.
El carro se detuvo un momento en la puerta y esperó la
autorización para entrar.

—Ha habido algunos disturbios que han alterado la paz


últimamente —Atsushi murmuró con una seria expresión.

—¿Como terrorismo?

—No, este país tiene ideales particularmente más


progresistas para ser un país del Medio Oriente, sus leyes
religiosas son más laxas y el país entero está unificado con los
ideales del rey actual, quien a menudo está del lado de las
naciones del occidente. Claro que hay un segmento de la
sociedad que es anti-americano y sostiene visiones extremas,
pero no hay riesgo de terrorismo. Tiroteo entre tribus, robos, y
secuestros son los mayores problemas. Esos incidentes siempre
son insuperables. Hubo un incidente hace poco, pero el blanco

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de los secuestros son miembros de la clase alta tomados al azar.
Los japoneses pueden ser un blanco tentador, así que ten
cuidado.

—Lo tendré —Takeyuki nunca había asumido que visitaría


una estable y pacífica región, así que asintió sintiendo que su
hermano estaba enfatizando algo que él ya sabía
perfectamente. No necesitaba que Atsushi le pidiera que
entendiera el peligro.

La embajada era un edificio de tres pisos. Entraron al


vestíbulo decorado con mosaicos y caminaron por un corredor
hacia la oficina del embajador.

Su cuñada, Masako, los esperaría en la sala de espera


tomando té. Así que sólo Takeyuki y su hermano estarían con el
embajador. Pasaron entre varios trabajadores, quienes
inclinaban la cabeza respetuosamente hacia su hermano.
Takeyuki sintió admiración por su hermano al reconocer lo
especial que debería de ser al ser cónsul tan joven.

El embajador Kusonoki, un gran hombre que era generoso y


cariñoso, dejó de trabajar cuando ellos llegaron.

—Bien, bien, entren. ¿Cómo está tu padre?

—Está bien, gracias.

El embajador Kusonoki había estado en la misma


universidad que el padre de Takeyuki y ellos se seguían
reuniendo. Sabía que Takeyuki llegaba a Cassina y le había
dicho a Atsushi que quería reunirse con él también.

31
—Estoy seguro de que debe parecerte un lugar atrasado
comparado con Tokio, pero hay grandes cosas aquí que no
verás en Japón, como las ruinas o el mercado árabe. No creo
que te aburras. Y también te recomiendo ver al menos una vez
el atardecer en el desierto. Tenemos vehículos y choferes aquí
en la embajada, eres libre de usarlos cuando los necesites.

—Gracias, muchas gracias —Takeyuki inclinó la cabeza


ante la bondad del embajador.

El abanico del techo movía el aire acondicionado a través


del cuarto. Mustafá, que había desaparecido, regresó llevando
chai( 2 ). Sirvió en las tazas un líquido oscuro parecido al té y
colocó dos cubos de azúcar en ellos. Takeyuki levantó la taza y
lo olió, el aroma era de una mezcla de té negro y té oolong(3).

Mientras Takeyuki examinaba su chai fascinado, Atsushi y el


embajador hablaban.

—¿Así que el príncipe regresa al palacio esta semana?

—Parece que no, no es un asunto particularmente urgente


entre nosotros, pero de cualquier manera podría forzar una
reunión.

—No, no, claro, soy feliz de reunirme con su alteza de la


manera que lo consideres adecuado Onozuka

—El rumor es que es un hombre muy temperamental.

—Bueno, todavía es joven después de todo.

(2) Chai té indio.


(3) Oolong té chino.

32
—Aún así...

—La oficina del embajador era muy cómoda. Takeyuki


cautelosamente le dio el primer trago a su chai y se relajó. Se
apoyó en el respaldo del sillón, oyendo distraídamente a los dos
hombres hablar, se sintió adormilado y finalmente se quedó
dormido.

—¡Takeyuki, Takeyuki! —la segunda vez que le hablaron


despertó. Atsushi lo veía con una mirada de desaprobación.

—Lo siento, lo siento, yo... —rápidamente se enderezó y se


disculpó, el embajador lo veía desde su silla sonriendo.

—Oh, no te preocupes, has pasado un día entero viajando


desde Japón hasta Cassina. La mayoría de los grupos de turistas
que llegan inician un itinerario apretado y no tienen la cabeza
en su lugar, es fácil que coman comida envenenada y la
mayoría termina preguntando por un hospital. Escucha a tu
cuerpo y no te presiones de más.

—Sí, señor —Takeyuki asintió, e inclinó la cabeza


nuevamente, —Gracias de nuevo.

—Siento causarle problemas, señor embajador —Atsushi,


también se disculpó.

El embajador sonrió como si nada hubiera sucedido, era


realmente amable y tranquilo, siguió sonriendo mientras
Takeyuki y su hermano salían de la oficina.

33
CAPÍTULO TRES

E l día después de su llegada a Cassina, Takeyuki subió


al auto de Mustafá para un paseo por los puntos
turísticos de Ras, pero claro, también se aventuró por
vecindarios de la ciudad. Ahí había numerosas cosas que ver si
Takeyuki hubiera estado de humor, cada mezquita que los
devotos del Islam habían construido, las sepulturas en donde los
santos fueron enterrados, templos romanos y los vestigios de una
línea de pilares y muchos otros puntos interesantes.

Era más extraño ver un simple listón moviéndose y


ondulándose en la tierra cubierta de arena y ver qué tan lejos
llegaba. Takeyuki subió arriba de la colina con una buena vista
del panorama que se abría ante él, causando que un gemido
de admiración saliera de sus labios. Vio un punto verde más allá
de las dunas de arena, y se dio cuenta. Eso debe de ser un
oasis.

Mustafá estaba extremadamente informado y era capaz


de contestar casi todas las preguntas de Takeyuki casi
instantáneamente. De cualquier manera, Takeyuki no había
estudiado Cassina antes de venir, por eso Mustafá encontraba
las preguntas de Takeyuki muy simples.

—Los hombres de Cassina deben servir en el ejército


durante dos años, entre los dieciocho y los veinticinco años.

—¿En serio? ¿También estuviste en el ejército Mustafá?

34
—Sí, estuve de los veinte a los veintidós. El príncipe Ashif
estuvo al mismo tiempo, fue muy inspirador.

—¿El príncipe Ashif es el que será el siguiente Rey?

—Correcto, el príncipe Ashif es el hijo mayor del rey


Muhammad. Él y yo somos de la misma edad.

El auto atravesaba calles sin pavimentar de las afueras de la


ciudad. Takeyuki estaba sentado en el asiento trasero,
sosteniéndose fuertemente del respaldo del asiento delantero
del pasajero mientras hablaba con Mustafá, quien sostenía con
fuerza el volante. Mustafá parecía reverenciar su país desde el
fondo de su corazón, con la cabeza en alto mientras hablaba
orgulloso del príncipe de la corona. Takeyuki estaba
aprendiendo que el actual Rey contaba con la absoluta
confianza y popularidad de su pueblo, y aparentemente
pasaba lo mismo con el príncipe de la corona.

—Él es valiente, inteligente y cree con fuerza en la justicia. El


sistema del harem ya no existe en este país, pero hay un gran
número de mujeres que desfallecen por su alteza, el príncipe.

—¿Ya no hay harem? ¿Quieres decir que un hombre sólo


puede tener una esposa?

—En teoría eso es correcto.

Mustafá dio una críptica respuesta.

—Pero el Rey tiene concubinas, y si el príncipe hace lo


mismo, el pueblo no lo cuestionaría.

—Eso debe agradarle mucho.

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—Él es el orgullo de nuestro país —Mustafá declaró sin
vacilación. Su convicción hizo que Takeyuki quisiera conocer al
príncipe Ashif y ver si realmente era tan agradable. Claro, no
pensaba que realmente tuviera la oportunidad de hacerlo. Eso
era sólo un poco de curiosidad.

—¿Adónde más le gustaría ir esta mañana?

Ese sería el tercer día que Takeyuki salía con Mustafá.


Trataba de rehusarse diciéndole a su hermano que se sentía mal
de que Mustafá fuera su niñera todo el día, pero Atsushi sólo
fruncía el ceño y le decía que se sentiría incómodo dejando
que Takeyuki anduviera solo y se rehusaba a escucharlo.
Masako no le ayudaba, pues ella estaba embarazada y Atsushi
en el trabajo. Desde que Takeyuki llegara el lunes, ellos habían
arreglado con el embajador que permitiera a Mustafá
acompañarlo hasta el fin de semana. Sería demasiado
tarde esperar hasta que algo suceda. Su hermano repetía
esta frase una y otra vez. Pero Takeyuki nunca había sentido
ninguna sensación de peligro en las visitas a los puntos turísticos
que había pisado como para que requiriera ir acompañado de
Mustafá. Quizás Masako tenía razón al decir que el hermano de
Takeyuki lo consentía más que su madre, y Takeyuki se había
dado cuenta. Eso debía de ser.

Como no habían visto nada a fondo, durante el tercer día


Takeyuki tenía varias ideas respecto a lo que quería ver. Ras
estaba rodeada de numerosos sitios de interés sobre la antigua
cultura romana. A medio día de la ciudad había ruinas de
fuertes y arenas, y al parecer también museos y galerías de arte.
Por cada cosa que Takeyuki pensaba visitar había innumerables

36
cosas que ver y Mustafá podría llevar a Takeyuki a donde
quisiera ir.

—Oh, ya sé, quisiera ver un mercado árabe —después de


pensar en los lugares que había visitado se dio cuenta de que
no había visitado ese lugar.

Un mercado árabe era más como un bazar. Él podría


encontrar casi todo lo que la gente local necesitaba para su
vida diaria y además había muchos recuerdos para los turistas.

—Quiero ir al mercado árabe más grande de la ciudad. —


No había nada en particular que quisiera comprar pero Takeyuki
se oía determinado. Estaba profundamente fascinado por cada
lugar donde podía sentirse el poder de la gente local.

—¿Un mercado árabe, señor?

El vio a los ojos a Mustafá por el espejo retrovisor. Vio


ansiedad en su mirada y Takeyuki inclinó la cabeza: —¿Es
peligroso?

—No, para nada es peligroso ese lugar, pero...

Mustafá contestó con evasivas y bajó la mirada. Takeyuki


continuó viéndolo preguntándose qué era lo que molestaba a
Mustafá, pero él liberó la preocupación con una carcajada.
Takeyuki vestía una camiseta de manga corta, con el cuello
abierto en V, unos pantalones ajustados, un suéter anudado en
su cadera y una gorra, era un estilo casual pero cada prenda
que usaba tenía marca. Cualquiera que lo viera podría decir
que era el hijo de una rica familia, podía verlo fácilmente en las
marcas.

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—No te preocupes, Mustafá.

No era tan estúpido para que se aprovecharan los


vendedores de mercancía que eran frecuentemente criminales.
Takeyuki se auto convencía al tiempo que convencía a
Mustafá. Lo más importante era que no dejaría que el vendedor
tomara el control. Si él claramente se rehusaba y le decía que
no necesitaba nada, cuando no necesitaba eso, entonces el
vendedor no podría forzarlo a comprar nada. Tocó el largo
crucifijo alrededor de su cuello y pensó que todo estaría bien.

Si era necesario iría al mercado árabe por sí mismo, incluso si


Mustafá no quisiera acompañarlo. No hablaba mucho árabe
pero el idioma oficial de Cassina era el inglés. El nivel de
educación de los habitantes de Cassina era superior al
promedio en los países del Medio Oriente, y además su
hermano le había dicho que la mayoría de la gente que vivía
en el área metropolitana entendía el inglés básico.

Takeyuki quería comprobarlo por sí mismo, quería ir y


caminar. Esa sensación gradualmente envolvía su mente. Todo
el mundo siempre decía que lo sobreprotegían, pero más lo
sobreprotegían, y Takeyuki sentía interiormente el deseo de
rebelarse contra eso. Tenía la confianza de hacer algo, pero
todo el mundo siempre estaba tratando de cuidarlo porque él
era el hijo menor o porque daba la imagen de ser débil o por
cualquier otra razón.

—Puedes esperarme en un café, Mustafá.

Mustafá sacudió la cabeza y lo vio por el espejo retrovisor


pareciendo decir “¡Claro que no!” lleno de reproche.

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—No lo hago para que se enoje, no lo tome así. No puedo
ni discutirlo porque eso no es sólo un problema personal. Si algo
le sucede a usted, señor Takeyuki, se puede convertir en un
incidente internacional.

—No exageres las cosas fuera de proporción —Takeyuki


bromeó, honestamente encontraba ridícula la idea, pero la
mirada de Mustafá era seria, sin admitir una sonrisa. Sin importar
lo que dijera Takeyuki, él no iba a permitir que anduviera por su
cuenta. Él estaba seguro que su hermano le había dicho a
Mustafá que no lo dejara solo ni un instante.

Un pequeño suspiro salió de Takeyuki y se giró a ver el


panorama por la ventanilla. El auto entró a la ciudad, parecía
que la calle había sido reparada recientemente. Las tres
palmeras plantadas en el centro daban al camino una vista
confortable para el conductor.

Takeyuki se sorprendió al ver la moderna ciudad junto al


árido desierto. Se preguntó si Mustafá podría detener un
momento el auto para ver las dunas que se veían grises,
amarillas y rosadas, y se quedó con la boca abierta un
momento.

Había oído que los beduinos que recorrían el desierto


usaban la arena como cama y colocaban sus carpas. Takeyuki
no podía imaginarse cómo sería vivir así. Él sólo podía pensar en
el impresionante y asombrosamente inspirador medio ambiente.
Pensó que sería imposible dormir ahí.

Una vez que Takeyuki se sentía cómodo en un medio


ambiente diferente al de Japón, quería tratar de hacer cosas

39
que nunca haría comúnmente. Quizá era porque empezaba a
sentirse más libre.

—El mejor mercado árabe de Ras es el mercado Kamal, es


también el más antiguo.

—¿Qué tan grande es?

—Es como un laberinto —Eso excitó aún más a Takeyuki.

Las estrechas y empedradas calles estaban llenas de


vitalidad, ambos lados de la calle estaban cubiertos por una
línea ininterrumpida de casetas techadas, donde se vendían
enseres maravillosos y cosas que Takeyuki nunca había visto. Él
podría pintar todo eso. Eso probablemente sería bueno, captar
el espíritu de algunas cosas y comprar objetos que nunca
compraría a menos que se encontrara de vacaciones, Ahí
debería haber asombrosas antigüedades, en el aparador de
una tienda se ofrecían venta de alfombras, los hermosos tejidos
del Medio Oriente. Podría ser interesante.

Mustafá giró a la derecha en el bulevar. Cuando llegaron a


un estrecho camino, la apariencia de los edificios cambió. Los
nuevos, grandes y elegantes edificios desaparecieron y en su
lugar aparecieron numerosas construcciones. Takeyuki vio
edificios que estaban en ruinas. Repentinamente llegaron a un
pequeño distrito lleno de pequeñas casas y otros edificios y el
camino comenzó a ser más difícil. Parecía que iban al centro
del callejón, el viejo asfalto había colapsado en varios lugares y
el auto saltaba cada vez peor. En ocasiones veían a un burro
trasladando paquetes por el camino, entonces disminuían la
velocidad. El auto entró a una estrecha calle sin banqueta

40
donde compradores invadían la calle y los alrededores.
Numerosos cafés estaban abiertos en la calle con sillas
multicolores ocupadas por los clientes.

El auto se movía casi a la misma velocidad que los


peatones. Cuando tocaba la bocina los peatones que
bloqueaban el camino se movían, pero Mustafá parecía tocarla
lo menos posible, el flujo de gente continuó por otros cincuenta
metros.

Takeyuki vio a su izquierda un gran portón por donde la


gente entraba y salía constantemente.

—El mercado está atravesando esa puerta.

—Wow, se ve realmente concurrido.

—El lugar para estacionar el auto está un poco más allá,


una vez que lo dejemos, entraremos —Mustafá realmente no
quería dejar a Takeyuki solo, no le dijo que podría dejarlo e ir a
estacionarse. Pasaron lentamente ante el gran portón.

A través de la puerta Takeyuki veía la variedad de estilos de


ropa de la gente según sus costumbres. Las líneas de
compradores a ambos lados de la calle parecía que cubrían la
galería de tiendas. Takeyuki en una rápida mirada captaba la
combinación de colores amarillo, rojo y verde que asaltaban
ante sus ojos. Quería caminar entre ellos tan pronto como fuera
posible. El corazón de Takeyuki estaba danzando bastante fuera
de la común, ya había tenido bastante de mezquitas y templos
antiguos, estaba cansado del aire solemne de las ruinas, quería
algo más relajado, para variar.

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—Tendremos que caminar un poco, pero tengo que dejar el
auto del embajador en un estacionamiento —Mustafá comentó
a manera de excusa. Una vez que pasaron el portón, el flujo de
gente disminuyó. Probablemente porque estaban en la orilla de
la ciudad y se dirigían lentamente a un espacio desierto.

Dos ancianos con el cabello blanco estaban fumando de


una pipa, y se inclinaban sobre una mesa a jugar cartas. Justo
cuando los habían pasado se oyó un repentino estallido y el
auto se detuvo. Takeyuki no estaba preparado para eso y se
cayó del asiento.

—¡Augh! esto está mal —Por primera vez Mustafá habló en


árabe.

—¿Qué está mal? —Takeyuki se inclinó hacia el asiento


delantero para interrogar a Mustafá.

—Se ponchó una llanta —Mustafá contestó


inmediatamente y recobrando su característica reserva. Los dos
hombres en el café se levantaron inmediatamente y empezaron
a hablar en árabe. Mustafá bajó el vidrio de la ventana, asomó
la cabeza y comenzó a hablarles, ellos le respondieron. Los
ancianos tenían un fuerte acento que Takeyuki no entendía,
aunque tampoco entendió a Mustafá.

Había un pequeño gallinero al lado del café, Mustafá llevó


el auto ahí y se estacionó. Salió del auto y Takeyuki lo siguió.
Estaba parado al lado del joven, quien se inclinó a ver la llanta
ponchada y examinar la situación. Los dos hombres ya habían
regresado a su juego.

42
—Esto parece el peor golpe de suerte —dijo Mustafá
frunciendo el ceño y viendo las demás llantas—. La llanta
ponchada es la izquierda, pero la derecha también tiene baja
presión. Solamente tenemos una refacción, será mejor que
llame al mecánico.

—¿Puede alguien venir aquí?

—Hay una gasolinera cerca, puedo ir ahí a ver qué sucede,


está a unos dos kilómetros, en unos veinte minutos regresaría
con el mecánico. Lo siento mucho, señor Takeyuki, pero, ¿le
molestaría tener que esperar en el café? Puede tomar un té ahí.

—No te preocupes por mí.

—Me disculpo por los problemas —Mustafá se excusaba


viéndose realmente pesaroso. Dejó a Takeyuki y se apresuró a
regresar por el camino por el que habían llegado.

Takeyuki lo vio ir y entonces murmuró: —Lo siento, pero yo


realmente no quiero sentarme a tomar té.

Miró al oscuro café donde no había nadie, excepto un par


de niños de entre cuatro y cinco años jugando frente a la caja
registradora, al parecer el propietario estaba atrás.

Los dos viejos veían fijamente a Takeyuki y hablaban en


árabe. Parecían ver su crucifijo que colgaba del cuello, era de
oro blanco con diamantes y zafiros al centro; era grande,
sostenido por una gruesa cadena alrededor del cuello de
Takeyuki. Podía tratar de esconderlo pero la camisa de
diseñador tenía un cuello abierto en V, y el crucifijo se mostraba
claramente.

43
Seguro que no es un gran problema

Takeyuki no era muy religioso pero aun así seguía siendo


cristiano. ¿Y qué daño les hacía que un cristiano usara un
crucifijo?

Takeyuki se convenció a sí mismo de que eso no era un


problema y caminó alejándose del café, sin una segunda
mirada. No quería sentarse ahí y esperar obedientemente a que
Mustafá regresara. Decidió ir por sí mismo al mercado y
vagabundear un poco antes de que Mustafá volviera. Él no era
un niño al que necesitaran llevar de la mano, así era como se
sentía.

Takeyuki entró por el portón y vio un montón de complejos y


estrechos callejones extendiéndose interminables frente a él. Ése
era el mercado más grande de Cassina después de todo.
Estaba impactado por el tamaño, era mucho más grande de lo
que había imaginado.

Era medio día pero estaba oscuro dentro del mercado. El


techo era un domo que le dio a Takeyuki la impresión de estar
en una bodega. El techo y las paredes de las tiendas eran de
piedras antiguas. Ropa y mercancías colgaban por todos lados.
Todo lo imaginable estaba a la venta en la docena de tiendas
que había alrededor. Había enormes canastas con especies
amarillas rojas y cafés. Justo cuando pasó frente a una de las
tiendas, Takeyuki inhaló un fuerte aroma. En la siguiente línea de
tiendas se vendían cosas de oro y de plata. Ahí había también
gran cantidad de turistas comprando tarjetas postales, cámaras
desechables, y recuerdos. Takeyuki rápidamente se sintió

44
tragado en la atmósfera del primer mercado que había
experimentado.

Vagabundeaba sin propósito sólo viendo el frente de las


tiendas, pero sus ojos a menudo se detenían en los locales que
exhibían los turbantes que usaban sobre sus cabezas. De hecho
Takeyuki se preguntaba incómodo por qué la mayoría de la
gente lo veía a él. La gente era obviamente parte de un grupo
y su blanco y rubio cabello mostraba que eran europeos.
Takeyuki no creía que estuviera vestido de una manera
diferente, por lo que no entendía por qué lo miraban tanto. Se
preguntaba si quizá el crucifijo que usaba en su cuello había
tocado algún tabú religioso, pero Mustafá le había dicho que
Cassina no tenía un carácter fundamentalista, así que eso no
tenía sentido. La extraña atmósfera de ese lugar era tan remota
de su experiencia diaria, que Takeyuki se sentía perdido en el
tiempo.

La calle de adoquín se estrechaba frente a él, y daba a un


lugar con platos y dulces aromas que parecían provenir de una
panadería. Cautivado por la mercancía, Takeyuki caminó
cruzando la calle y su hombro chocó contra alguien que
caminaba en dirección contraria.

—Oh, lo siento. —Se giró para disculparse con el hombre


árabe de barba y gruesas cejas que le fruncía el ceño y decía
algo en árabe mientras enérgicamente veía a los ojos a
Takeyuki. Señaló el cuello de Takeyuki con un dedo y habló en
un crítico y peligroso tono. Pero Takeyuki no tenía idea de lo que
estaba diciendo. El gruñón tono de voz del hombre sólo molestó
un poco a Takeyuki. Aparentemente el hombre dijo lo que

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quería decir y se movió con sus ojos fijos en Takeyuki mientras se
alejaba.

Takeyuki se sintió aliviado, pero en ese momento se sentía


intranquilo de que a pesar de que el lenguaje oficial era el
inglés, era menos usado de lo que pensaba. Comenzó a pensar
que debería regresar. Realmente había diferencia en que
Mustafá lo acompañara.

Vio el reloj, ya habían pasado veinte minutos. Uh-Oh.


Mustafá ya debía haberse dado cuenta que no estaba en el
café y entrado en pánico. Takeyuki comenzó a regresar con
pasos rápidos, si volvía por el mismo camino pensaba que sería
capaz de ver el portón en cualquier momento. Pero no lo veía.
Takeyuki se preocupó de que quizás hubiera dado una vuelta
antes de tiempo, regresó y trató de bajar por una calle
diferente. Todas las cosas en el mercado se veían iguales para
Takeyuki, comenzó a sentir que el camino anterior era el
correcto, y que era la primera vez que recorría el camino por
donde andaba en esos momentos. No podía asegurarlo.
Gradualmente su desesperación y nerviosismo aumentó.

Pensó en detener a alguien y preguntarle sobre la


ubicación del portón, pero todos parecía que lo veían
sospechosamente, tenía un mal presentimiento que lo hacía
vacilar. No veía a nadie alrededor que pareciera japonés y se
resistía a pedir información a cualquier otro turista pues
desconocía el país de donde provenían.

Perdido. Siguió hacia adelante, confiando sólo en su instinto,


hasta que se vio frente a una tienda, hacia donde se movía la
gente. Se dirigió hacia la luz a su derecha y vio que el portón no

46
era la única salida. Lo primero que Takeyuki notó al salir de la
oscuridad era lo sospechoso del lugar. Se preguntaba si al salir
al exterior podría rodear el mercado.

Cerca de una docena de pasos más allá ya no había


techos, sintió que había salido del purgatorio hacia el mundo
real. Había tres decrépitas casas frente a él y un pequeño lote
vacío. Un callejón entre las casas llevaba al camino principal.

Genial. Quizás pueda encontrarlo de este modo.


Takeyuki se calmó con ese pensamiento y entró al callejón. En
cuanto lo hizo se sintió aterrado, alguien tomaba su hombro por
detrás de él. Se giró y vio a un hombre con barba y ropa
cuadriculada rojo y blanco, que lo veía directamente de una
manera malsana. El hombre tenía buena constitución y se veía
fuerte. Takeyuki pensó que estaba siendo dirigido hacia algún
lugar al que debería ir.

—Yo-yo lo siento, yo sólo me perdí —explicó orando porque


su inglés pudiera ser entendido. Pero dos hombres más
aparecieron detrás del primero y ambos se veían
amenazadores. Las palabras se le quedaron atascadas en la
garganta a Takeyuki. No pudo decir nada más.

Los tres hombres se acercaron más a él empujándolo hacia


el lote vacío. No tenía idea de lo que estaba sucediendo y casi
cayó en pánico. Si gritara lo oiría la gente del mercado. No, eso
nunca funcionaria. No había señales de nadie alrededor. La
gente estaba dentro y él sabía que su voz nunca llegaría tan
lejos. Y parecía que el hombre lo había seguido de cerca.

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Takeyuki podía decir que los había visto antes. Finalmente su
espalda chocó contra la pared y los tres hombres lo rodearon.
No tenía oportunidad de escape. Los hombres eran mucho más
altos que él y Takeyuki veía hacia arriba con terror. Los dos
hombres que llegaron después del primero usaban el atuendo
típico del Medio Oriente en su cabeza. La ropa que usaban
también era acorde a sus costumbres, le recordaba a Takeyuki
el pantalón de un pijama y camisas holgadas de algodón. Pero
cada uno de ellos llevaba una funda de cuero con un chuchillo.
Su piel era bronceada por el sol, tenían ojos cafés, bigote y
barba. Sus ojos estaban llenos de crueldad y astucia, eso hizo
que Takeyuki se estremeciera y no pudiera moverse.

Estaba aterrado, tan aterrado que no podía hablar. Si él


hiciera cualquier ruido, tenía una tensa sensación de que le
cortarían el cuello con sus cuchillos. Uno de los últimos en llegar
descubrió la cabeza de Takeyuki.

—¡Asgh! —Takeyuki hizo un ruido que salió de su garganta,


se encogió de hombros y cerró los ojos. En el siguiente momento
sintió un dolor quemante en la parte posterior de su cuello.

Abrió los ojos y se sorprendió al ver que su crucifijo estaba


entre los dedos del hombre, Takeyuki puso una mano
silenciosamente en su cuello. Sintió un débil trazo de sangre. Los
tres hombres vieron el adorno que habían arrancado del cuello
de Takeyuki y asintieron, Takeyuki tensó su cuerpo y tragó saliva.

Quería que se sintieran satisfechos con eso y se fueran. El


crucifijo en el collar tenía al centro un diamante de casi un
quilate, eso definitivamente valía mucho dinero, pero ellos no

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parecían obsesionados con eso. Tendría que tener un golpe de
buena suerte si hubiera algo que pudiera hacer para salvarse.

Oh, Takeyuki se dio cuenta tardíamente. Eso fue lo que el


hombre del mercado había señalado en su pecho y lo
había visto tan asustado que debió saber qué era eso. Él
debió de haber reconocido la advertencia. Takeyuki había sido
muy descuidado. Pero eso no podía ayudarlo ahora, el hombre
con la ropa cuadriculada metió el collar en la bolsa de su
camisa.

¡Por favor déjenme ir ahora! , rezaba Takeyuki, no


hacia ningún ruido en absoluto. No quería provocarlos. Esos
pensamientos recorrían la mente de Takeyuki. Presionado contra
la pared el frío sudor bajaba por su espalda. Oía murmullos en
árabe sobre su cabeza. El hombre estaba consultando algo en
árabe.

¡Atsushi! ¡Mustafá! Si Takeyuki hubiera considerado lo


que le podría pasar, nunca hubiera caminado solo por el
mercado. Mustafá probablemente lo estaba buscando ahora.
Takeyuki sabía que Mustafá sabría que había ido al mercado,
así que si tenía suerte Mustafá estaría llegando ahora. Pero
cuando recordó el laberinto de calles, perdió las esperanzas. Las
oportunidades de que Mustafá lo encontrara eran muy pero
muy lejanas.

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Levantando temerosamente la mirada, Takeyuki vio al
hombre en el centro del grupo. Un temblor recorrió su espalda.
Estaba aterrado. El hombre lo veía como si estuviera
examinando a una mujer. Sus ojos llenos de lujuria y una ruda
curiosidad estaban impudentemente fijos en Takeyuki. Soy un
hombre. Si el hombre no podía decirlo, Takeyuki tenía que
señalárselo, pero todavía no podía hablar. Cobardía sería la
palabra que describiera su conducta... Estaba en shock al
descubrir cuán débil era en ese momento.

Con su delgado cuerpo y su bella piel, su sedoso cabello


negro y sus grandes ojos, Takeyuki estaba consciente de su
andrógina apariencia. Los niños mayores en la escuela lo
habían golpeado y él tuvo incluso que dejarlos que lo besaran y
manosearan. Pero como Takeyuki pensaba en sí mismo como
un hombre, nunca le había importado lo que la demás gente
había pensado de su apariencia. La situación ahora era como
una pesadilla.

¿Qué podía hacer? ¿Qué debería hacer?

Cuanto más ansioso estuviera, la confusión y el pánico


descenderían sobre él.

—Si lo que quieren es dinero... —ofreció finalmente con voz


ahogada. Quería decirles que él podría pagar lo que le
pidieran, si lo dejaban ir. Pero ellos no parecían entender su
desesperado Inglés.

El hombre a su izquierda tomó el mentón de Takeyuki y lo


giro hacia él.

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—¡No... No lo hagas! —gritó irreflexivamente en japonés.

Takeyuki movía frenéticamente su cabeza, alejando la


mano del hombre de su mentón. —¡Déjame! ¡Déjame ir!

Tan pronto como empezó a luchar su tenso cuerpo se llenó


de poder, se resistía a los tres hombres tratando de escapar.
Golpeando con sus brazos, Takeyuki trataba de hacer un
espacio entre los hombres para poder escapar. Pero toda su
lucha era en vano. Los tres hombres nunca perdieron su fría
expresión ante el ataque de Takeyuki, era como una rata
atrapada en una jaula. Su resistencia sólo hizo que ellos
sonrieran.

Ellos dejaron que Takeyuki luchara durante un tiempo.


Quizás pensaban que necesitaba el ejercicio. Entonces uno de
los hombres del círculo tomó su brazo y lo dobló hacia su
espalda, sujetándolo. Para cuando Takeyuki se dio cuenta de lo
que sucedía el hombre frente a él lo golpeó en el plexo solar.
Takeyuki no sintió el golpe ni mucho dolor, pero cayó de rodillas
al suelo. Y eso fue todo, sintió que toda la sangre era drenada
de su cuerpo.

A-Atsushi... La cabeza de Takeyuki perdió energía y


quedó inconsciente.

52
CAPÍTULO CUATRO

H abía un fuerte ruido. Su cuerpo se mecía inestable en


ese momento. Sentía un fuerte dolor en el área del
plexo solar que palpitaba cada vez que su cuerpo se mecía.

¿Dónde estoy?

Takeyuki abrió los ojos.

Lo primero que vio fue una tela negra que le cubría la


cabeza hasta los hombros. Intentó levantar las manos para
quitar la tela que lo cubría del sol, pero sus brazos estaban
atados a su espalda y no podía moverlas. Sus muñecas estaban
atadas juntas, al igual que sus tobillos.

Con las manos y pies atados se giró sobre su espalda al


igual que un gusano. Takeyuki estaba acostado en la caja de
un camión de los que se usan para transportar ganado, las
cuatro paredes eran de barras de acero amarillas, Takeyuki
parecía ser la única persona en el camión, pero estaba
rodeado de cosas, bolsas oscuras de ropa, botellas plásticas de
agua y jugo, cazuelas y palanganas, cobertores y otros utensilios
de uso común.

Girándose y estirando el cuello para ver el horizonte


zafándose un poco de la tela que cubría su visión, Takeyuki vio
la arena rosada, de las dunas en todas direcciones.

53
Abrió más los ojos sorprendido, quería sentarse para ver
mejor, pero su cuerpo no podía moverse de la manera que
quería y lo único que logró fue levantar la cabeza un poco.

En el oeste el sol estaba sobre sus cabezas.

El sol estaba demasiado rojo, o mejor dicho como el rojo


rubí de una toronja, la luz reflejada hacía que la arena gris
ceniza la tiñera de rosa. Si solo no estuviera en esa desesperada
situación, podría admirar la belleza y una parte de su
imaginación lo hacía tan real que evocaba un suspiro o un grito
de placer.

Mientras el ligero ruido del camión atravesaba el desierto,


podía parecer que tomaría su último aliento en cualquier
momento. Esto no podría sorprender a Takeyuki si el motor del
camión no se hubiera detenido ese momento. La caja del
camión tenía una enlodada alfombra cubriéndola sólo en
donde Takeyuki estaba acostado. Parecía como que la habían
colocado sólo para cuidarlo.

Estiró el cuello para asomarse por el borde y vio a tres


camellos, cada uno llevaba un hombre en su lomo. ¿Dónde
estaba la gente responsable de esto? Takeyuki giró la vista y vio
a otro hombre con su cabeza envuelta en una tela blanca.

Takeyuki podía ver a dos hombres en el camión, uno detrás


del volante y otro al lado.

Seis en total, todos parecían ser hombres.

El cuerpo entero de Takeyuki fue asido por la desesperación


y la preocupación.

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¿Por qué diablos ellos hablaban de él?

¿Quiénes eran esos hombres?

En eso Takeyuki recordó lo que su hermano le había dicho,


que había habido una serie de secuestros en los suburbios
cercanos al desierto últimamente. Eran cometidos por tribus de
beduinos que vivían como bandidos y con los que el Rey había
estado adoptando duras medidas para recuperar la paz.
Atsushi había dicho que el embajador había tomado medidas
para que se les advirtiera a los turistas que no se pusieran en
riesgo.

Takeyuki no había querido creer eso, pero no podía negar


que sin lugar a dudas la gente que lo había secuestrado era
parte de ese grupo de bandidos.

Atsushi había comentado de gente que había sido


secuestrada y dejada en el desierto. Contó la historia de una
joven mujer que realmente había pasado terribles experiencias.

Entre más pensaba en eso más temblaba el corazón de


Takeyuki.

Eso había ido demasiado lejos. Solo de pensar en lo que le


podía suceder hacía que su cabello se pusiera de punta.

Takeyuki no creía que el hombre fuera del camión se


hubiera dado cuenta de que había recobrado la consciencia,
así que trató disimuladamente de mover sus muñecas, pero la
soga estaba tan firmemente atada que no hubo manera de
moverla o aflojarla.

Takeyuki comenzó a impacientarse.

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Considerando el hecho de que parecía que habían hecho
todo lo que estuvo en su poder para no lastimarlo, el hombre
posiblemente consideraba a Takeyuki un artículo que esperaba
vender en algún lado. Takeyuki no podía imaginar quién podría
quererlo o para qué. Pero una cosa era cierta, si él era vendido,
nunca regresaría a Japón de nuevo.

No quiero eso. Takeyuki se mordió fuerte el labio pensando


en qué pasaría si rechazaba hacer cualquier cosa contra sus
deseos.

No importaba cómo, tenía que lograr alejarse de ahí y


regresar con su hermano.

Pero Takeyuki no sabía cómo escapar de esa situación. Sus


manos y piernas estaban amarradas, incluso si lograba rodar
fuera del camión, el hombre de afuera lo vería inmediatamente
y lo regresaría. Más importante que todo, estaban a la mitad del
desierto, Takeyuki no podría caminar de regreso a la ciudad sin
botellas de agua.

¿Qué es lo que puedo hacer? tenía ese continuo


monólogo en su mente que no se detenía cuando Takeyuki oyó
que la conversación en árabe se detenía y se acercaban al
vehículo.

Takeyuki se agazapó lo más lejos que pudo y cerró los ojos


ante el nuevo temor. Sólo sus oídos estaban alertas y
escuchando.

Él oía las graves voces.

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Parecía que la caravana había decidido descansar ahí, el
sol se pondría pronto. Antes de que anocheciera tendrían que
cenar y preparar un lugar seguro para dormir.

Oyó que los dos hombres del camión salieron, oyó las dos
puertas abrirse y cerrarse.

Oyó que alguien iba hacia la caja y retiraba una barra de


metal de la puerta a los pies de Takeyuki. Oyó una conversación
en árabe mientras sacaban unas bolsas de herramientas del
lado de Takeyuki, primero una y después otra.

Confrontado con su propia muerte Takeyuki se estremeció


en la oscuridad de la tela negra, la cual colocó en su lugar por
temor a ser descubierto.

Por favor, solo ignórenme, rezaba, pero


repentinamente alguien tomó sus hombros y lo sacudió.

—¡Agh!

Un grito de asombro y terror salió de su boca.

El trapo que cubría su cabeza fue retirado.

—Ey.

Un hombre con la cara cubierta con encrespado pelo veía


a Takeyuki, su cara estaba bronceada por el sol y con arrugas
que lo hacían verse viejo. Ese hombre parecía hablar y entender
el inglés, Tenía una posición de gran importancia, era el líder del
grupo.

Takeyuki estaba apoyando la cara en el metal de un lado


del camión. Ese lado estaba a unos sesenta centímetros de

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distancia, si se estiraba fácilmente lo alcanzaría. Si al menos
siguiera la barrera de la puerta que lo cubría.

—Acamparemos aquí esta noche, quiero advertirte que


será mejor que no tengas ninguna idea extraña. Estamos a la
mitad del desierto, a dos días del próximo oasis. Incluso si logras
escapar sólo te estarías enterrando vivo en la arena, Recuerda
eso.

—¿Qu-qué van a hacer conmigo? —Takeyuki trató con


fuerza de que no se notara lo asustado que estaba. Cerró los
ojos reciamente, tensó los músculos abdominales y lo miró
resuelto.

Aparentemente el hombre encontró su demostración como


un juvenil y extraño espíritu.

—Eres brioso, te ves muy bonito, pero dentro de ti eres todo


un hombre, ¿uh? Eso hace que seas aún un mejor regalo para el
jefe de Azzawar.

Ante la palabra regalo Takeyuki sintió que toda la sangre se


drenaba de su cara. Iba a ser un sacrificio humano después de
todo, era tal como lo había pensado. Los azzawar eran una tribu
de beduinos que vivían en el desierto. Eran un grupo de
guerreros salvajes temidos por los habitantes de las ciudades
porque a menudo tenían disputas con otras tribus. Takeyuki
había oído que le habían dado al gobierno muchos problemas.
Si él iba a ser entregado al jefe de un grupo como ése, no había
garantía de que les importara su vida.

—No te veas tan preocupado —levantó el mentón de


Takeyuki con su grueso y retorcido dedo, y los otros cuatro

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dedos bajaron por el cuello de Takeyuki. Takeyuki vio por el
rabillo del ojo que en esos cuatro dedos estaba perdida la parte
hasta el primer nudillo, eso quería decir que había hecho cosas
violentas antes, y el espíritu de Takeyuki se desanimó más.
Quería resistir, pero cuando el momento llegaba, su valor
fallaba. Cobarde se maldijo a sí mismo, tratando de elevar su
espíritu, pero eso no funcionó de la manera planeada. Era
como si una persona que había estado toda su vida en un
medio ambiente pacífico y seguro, repentinamente fuera
lanzada a una película de acción. Takeyuki no tenía ni
conocimiento ni habilidad especial. Era un milagro que siguiera
calmado. Todo lo que podía hacer era no ponerse histérico.

El hombre se reía con desagradable deleite.

—Tú definitivamente vas a complacer al jefe. Un hombre


asiático con una piel bella y un cabello que de seguro lo
cautivará. El jefe de Azzawar ama las cosas inusuales. Y si
nosotros lo complacemos, sus ataques al Ulfa, nuestra tribu
disminuirán. Y nosotros no tendremos miedo de que los artículos
que comerciamos sean robados tan a menudo.

—Si yo desaparezco, el gobierno japonés se involucrará y


eso causará un incidente internacional.

—Eso no es nuestro problema. Es al Rey a quien van a


presionar. Claro, el Rey probablemente irá a buscarte, pero
nadie le dirá nada, no habrá pruebas de que nosotros te
tomamos. Esos tres se aseguraron de que nadie los viera cuando
te trajeron a mí. Desde que entraste al desierto eres mi
propiedad. La gente del desierto obedece a sus líderes, no al

59
Rey. Y nuestros líderes odian a los forasteros y pueden retenerte
con nosotros hasta las puertas del infierno.

Takeyuki quería contestar pero él no creía nada de eso.


Todo era una trampa, pero estaba consciente de que su
experiencia de vida no le iba a ayudar para entender ese lugar.
No podía discutir. Las cosas funcionaban diferentes ahí que en
el Japón. Takeyuki apenas y entendía el concepto religioso y las
guerras entre tribus. Y él desconocía completamente el desierto.

—Nosotros vamos a ser amables contigo en lo posible, el


jefe Azzawar está muy lejos de aquí, hacia el sur, eso nos puede
tomar tres días de viaje.

La ayuda sorpresivamente podría llegar durante esos tres


días de viaje. Eso era lo que quería pensar Takeyuki, pero sabía
que había pocas esperanzas. Empezaba a sentirse como un
prisionero que era conducido a la celda de su prisión. Takeyuki
estaba seguro de que los presos se sentirían de la misma
manera que él en estos momentos.

—Metahat —un hombre delgado se les unió acercándose


al hombre de barba y bigote. El resto de la conversación fue en
árabe, Takeyuki no entendió nada pero al parecer Metahat era
su líder. El hombre delgado era uno de los tres que habían
atacado a Takeyuki. Ese era más joven que sus compañeros.
Takeyuki veía que su indomable personalidad estaba al
descubierto, mirarlo era cuanto Takeyuki podía hacer en ese
momento. Pero no importaba cuán cruelmente lo viera,
permanecía inmutable. No mostraba signos de irritación, era
casi insoportable.

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Metahat se alejó del camión con el hombre delgado,
dejando a Takeyuki solo en la caja del camión. Takeyuki relajó
ligeramente su ansiedad. Le agradaba que fueran a quedarse
ahí esa noche. De una u otra manera él estaría a salvo hasta la
mañana o el día siguiente. Usando sus hombros, caderas y
rodillas, Takeyuki logró levantarse y apoyarse contra las barras
de metal. El panorama así era muy diferente de como lo había
visto mientras estaba acostado. Dos grandes rocas se
enseñoreaban en el desierto, sus esquinas pulidas por la erosión
eran blancas, posiblemente piedra caliza. Eran del mismo color
que la arena, pero tan grandes como una colina. Takeyuki y sus
captores acamparon a la sombra de esas elevaciones durante
esa noche.

Los hombres levantaron sus tiendas individuales. Un hombre


cavó un pozo en la arena y lo rodeó de rocas, prendieron una
fogata con excremento seco de camello como combustible.
Otro cocinó echando ingredientes en una olla. Los sonidos de su
trabajo y su charla era lo único que se oía en ese mundo,

A donde quiera que Takeyuki mirara sólo había dunas


extendiéndose por siempre, mientras el silencio descendía en el
área. Él había oído usar la frase “aterradoramente tranquilo” y
era exactamente eso. Takeyuki se sentía sobrecogido y sacudió
la cabeza. Si todo estaba tan tranquilo ahora, no se imaginaba
cómo sería cuando la noche cayera. El pensar en dormir en ese
lugar carente de sonido le preocupaba, temía que lo
enloqueciera.

El sol ya se estaba metiendo.

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El hombre delgado le llevó un plato de aluminio a Takeyuki,
sus manos fueron liberadas para que comiera, en el plato había
carne, cebolla y salsa de tomate. La comida tenía un sabor
único de las especies, no estaba mala pero Takeyuki no podía
decir que le agradara. Takeyuki comió en silencio, tratando de
recuperar fuerzas. No importaba lo desesperanzado que
estuviera, no había perdido la voluntad de hacer algo en la
primera oportunidad. No iba a rendirse.

Para cuando terminó de comer, el sol ya se había puesto.


Takeyuki trató de ajustar sus ojos a la oscuridad, pero con el
intenso esfuerzo empezó a dolerle en medio de los ojos. Los
hombres alrededor del fuego comían, bebían y charlaban
animadamente. Sus alegres voces hacían eco en la oscuridad.
Sus bebidas tenían el sabor y la consistencia de la cerveza, sin el
alcohol. Takeyuki lo sabía porque la había probado en la
ciudad. El vino local y la cerveza eran muy costosos, así que
probablemente no la bebieran todo el tiempo.

Los brazos de Takeyuki fueron amarrados de nuevo y


empezaron a dolerle. Lentamente bajó su cuerpo y se acostó en
la caja de la camioneta. Tan pronto como se fue la luz del sol, su
piel se sintió fría y húmeda. Nunca se movió de la caja de la
camioneta y pronto alguien encendió una luz adentro. No
podía decir quién era debido a la oscuridad, probablemente el
hombre delgado. Metahat debió enviarlo a hacer guardia.

El hombre buscó entre la carga, encontró una manta y la


extendió sobre Takeyuki. Parecían preocupados por mantenerlo
saludable hasta dejarlo en manos de Azzawar. Takeyuki
encontró imposible agradecerlo, Cuando ese pensamiento

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pasó por su cabeza liberó un profundo suspiro, escondió su
cabeza en la manta y cerró los ojos.

Con lo mucho que había sucedido, estaba preocupado por


lo que podría venir. Eso hizo imposible que pudiera dormir. Un
violento sentimiento de soledad tragaba a Takeyuki e hizo que
soltara un alto sollozo. Su orgullo era lo único que le había
ayudado a defenderse y mantener sellado su corazón.

¡Nunca me rendiré! Su hermano y el embajador de


seguro lo buscarían. Ellos podrían salvarlo. Todo lo que podría
hacer ahora era creer y esperar. Takeyuki mantuvo ese
pensamiento y se prometió nunca renunciar.

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CAPÍTULO CINCO

L a siguiente mañana la caravana comenzó a moverse


cuando el sol se levantó, quemando el cielo con una
increíble intensidad. Mantuvo la manta que había
protegido el cuerpo de Takeyuki del frío de la noche sobre su
cabeza para protegerse de la luz del sol. En la mañana le
habían dado de desayunar pan y leche de camello. Le
enseñaron a mojar el pan en la leche, antes de comerlo.
Takeyuki intento hacerlo. Cuando lo hizo, el pan que había
estado más duro que una piedra se suavizó. Eso no estaba mal.

Los hombres que lo vigilaban ya no parecían especialmente


crueles, y como Takeyuki se comportaba bien, le dejaron libres
las manos después de desayunar. Consideraron era obvio que
no iba a tratar de escapar durante el día. Por otra parte,
Takeyuki estaba planeando escapar durante la noche. Usando
sus manos era mucho más fácil sostener su cuerpo. Incluso
durante los saltos del camión, Takeyuki podía sostenerse de las
barras, y evitar lastimarse.

Sin importar qué tan lejos fueran esa mañana, sólo había
desierto de color crema. Había un buen número de colinas,
pero se veían totalmente planas a la distancia, igual que un mar
de arena. Encima del horizonte, el severo y claro cielo azul se
alzaba sobre ellos. De tiempo en tiempo pálidas nubes
aparecían, igual que hechas con una brocha. El viento
levantaba finas partículas de arena por todos lados. Takeyuki no
se preocupó por evitar las lágrimas que la arena le causaba. Su

64
cuerpo estaba lleno de arena y su cabello se sentía sucio y
duro. Takeyuki no podía asegurar que pudiera tomar un baño
ese día. Y quería tomar un baño más que nada.

Tan pronto como la luz del sol aumentó, se refugiaron del


viento y el sol que golpeaba sin misericordia a la caravana.
Takeyuki se envolvió en la negra tela, y luchó contra la sed. El
agua era preciosa y beber mucha o demasiado rápido podría
lastimarlo.

Una roca gigante apareció en su camino, parecía un


enorme hombre arrodillado. Ellos dejaron a los camellos
descansado al lado de la roca y se prepararon para la tarde. El
camión donde se encontraba Takeyuki también fue
estacionado fuera de la luz del sol. Ahora su cuerpo se enfrió
rápidamente. Constantemente se sorprendía por los cambios de
temperatura. Si una persona no tenía cuidado, eso podía
agotar su cuerpo.

Después de la comida los hombres se prepararon para


dormir una siesta por turnos. Siempre había alguien al lado de
Takeyuki. Sus manos estaban libres pero aun así tenía dificultad
con la soga de los tobillos. Tratando de no ser visto, las revisó. El
apretado y complicado nudo sólo lo deprimió. Sus dedos no
podían manejar eso. Probablemente necesitaría un cuchillo si
quería escapar, sin eso no parecía ser muy probable.

Aparentemente Takeyuki también dormitó, porque para


cuando se dio cuenta la camioneta ya se estaba moviendo.
Una cubierta arriba de la caja del camión le daba sombra, lo
que hizo las cosas más cómodas. La pila de carga hacía ruido al
golpearse, y parecía que habían estado viajando de esa forma

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por años. Takeyuki tuvo la sensación de que ellos viajaban sin
destino, probablemente porque su percepción del tiempo y el
espacio estaba nublada. En ese mundo no había nada, sólo
cielo azul y desierto, y la ciudad con los edificios de acero y
vidrio que raspaban el cielo estaba muy pero muy lejos al este,
era como un sueño.

Takeyuki sentía que la arena caliente y los espacios vacíos


chupaban sus sentidos y drenaban su fuerza vital. A pesar de
eso, cerró los ojos y los rostros de su hermano, cuñada, madre y
padre flotaron en su mente. Les había prometido que regresaría
a casa, pero después de todo ese tiempo sin ver una
oportunidad, se estaba resignando a su destino. Se sentía
patético. ¿Cómo podía mantener su determinación? Sentía
como si su ingenuidad le hubiera saltado a la cara.

Quería que algo dentro de él se moviera de alguna forma,


quería que alguien le gritara para mantener su espíritu en alto.
Tratando de algún modo de animarse a sí mismo y ser más
positivo, Takeyuki levantó la cabeza y vio hacia atrás de la
camioneta el paisaje que dejaban. Si había incluso una ligera
señal tendría que recordarla. Trataba de fijar intensamente su
mente. Cualquier cosa estaría bien en un momento como ese.
Pero si no se imponía a sí mismo alguna tarea, sabía que caería
en la apatía, y ese era su gran miedo.

Mientras escuchaba el tedioso ruido del motor Takeyuki


miraba a la distancia. Había oído que la gente del desierto
tenía una excelente vista, ahora entendía por qué. Con sólo una
mirada él podía ver grandes distancias, no había nada que
obstruyera la vista. Absolutamente nada. Claro que no había

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construcciones, pero tampoco había estructuras naturales
como montañas.

Mientras Takeyuki veía intensamente el panorama,


repentinamente creyó ver una mancha oscura. Takeyuki fijó la
mirada. Tenía buena vista, pero no estaba seguro de haberla
visto. Pensaba que podría haber sido su imaginación. Había
grandes posibilidades de que fuera sólo su imaginación. No
había visto nada durante mucho tiempo. Fijó la vista hasta que
le dolió, en dirección hacia el lugar donde creía haber visto la
sombra.

¿Qué pudo ser eso? Eso no era una alucinación.


Definitivamente veía una mancha oscura, y estaba
aumentando de tamaño. No sólo era más grande, Takeyuki se
dio cuenta que no era su imaginación, era un hombre y se
estaba acercando. En el frente Metahat giró su camello y rodeó
el camión quedando a su lado. El hombre seguía dirigiéndose
hacia ellos. El camión siguió su marcha pero Metahat y el
musculoso hombre se quedaron atrás, tratando de adivinar
quién era el que se dirigía hacia ellos.

Takeyuki podía oír sus voces incluso a cincuenta metros de


distancia. Eso era algo bueno, la manera que en el desierto se
trasmitía el sonido.

Se sorprendió levemente. El sonido tenso de una discusión


hizo que el cuerpo de Takeyuki se estremeciera. Durante todo
ese tiempo la sombra negra continuaba acercándose más. Los
dos hombres que se habían detenido para determinar la
identidad de la sombra, sorpresivamente giraron sus camellos
de regreso y alcanzaron la caravana que se había alejado. Los

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camellos empezaron a correr. Pronto llegaron al camión y
empezaron a gritar. Takeyuki oyó miedo en su voz.

Al parecer Metahat les ordenó que aumentaran la


velocidad, porque el camión repentinamente aceleró. Porque
era eso, el desvencijado camión al que ya todo le sonaba,
comenzó a hacer más ruidos del motor, la vibración empeoró y
Takeyuki se detuvo de los lados. Al parecer el hombre que los
atacaba era mal visto. Takeyuki no tenía claro si eso era bueno
o malo para él, pero no iba a permanecer imparcial. Podía
terminar incluso en una situación peor.

La sombra ya se podía distinguir para ahora. Montaba un


caballo, tenía fuertes piernas, y venía a una increíble velocidad.

El hombre usaba una kufiyya(4) en su cabeza y cubriendo su


cara, sólo se le veían los ojos. Tenía unos anchos y masculinos
hombros y aun a la distancia se veía que tenía nobleza. El
caballo del hombre no sólo era bello, era asombroso, la manera
como movía sus patas y la forma en que su suave crin se movía.
Takeyuki no podía retirar sus ojos de esa belleza.

La larga y blanca cola del kufiyya se movía con el viento


igual que una invaluable pintura. El hombre se inclinó a verlo,
parecía una alucinación del desierto de un héroe fantasma.
Takeyuki parpadeó rápidamente, quizás sí era real. Su repentina
mala suerte del día anterior parecía la trama de una película.
Pero esa escena era totalmente increíble.

(4) Kufiyya: Tela que envuelve la cabeza al estilo árabe.

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Takeyuki veía atónito al hombre a caballo, que había
acortado la distancia, estaba a pocos metros y seguía
acercándose. Entre más se acercaba más real se veía. Usaba
una ropa que denotaba costumbres diferentes a las de los
hombres que capturaran a Takeyuki. Su ropa se cruzaba en el
pecho igual que un kimono y estaba cerrada con un cinturón
de piel. Un gran cuchillo colgaba de su cadera. Takeyuki se
estremeció. El hombre era un ladrón.

Takeyuki levantó la vista para verlo mejor y su mirada se


encontró con la del hombre, en ese momento un extraño
temblor recorrió el cuerpo de Takeyuki, los azules ojos estaban
fijos en él, penetrándolo. Su cuerpo entero se tensó como si
estuviera bajo un hechizo. Primero el asombro lo llenó, después
una extraña sensación de familiaridad. Takeyuki no sabía por
qué. Finalmente su corazón ardió hasta su centro como una
flama, y su cuerpo se estremeció tanto que le estaba costando
respirar.

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Takeyuki sostuvo la mirada del hombre sólo un breve
momento. Cuando recobró el sentido el hombre corría al lado
del camión, parecía cazar a Metahat, quien al parecer huía
frente al camión.

—¡¡Metahat! ¡Detente! —gritó sorpresivamente el hombre en


forma autoritaria, dominante. El camión saltó y lentamente bajó
la velocidad. Probablemente porque el grupo de camellos al
frente se había detenido, como el hombre había ordenado. El
camión pronto se detuvo también. Takeyuki se asomó al frente
abriendo un poco la lona, para ver lo que sucedía.

El hombre desmontó elegantemente. Era alto con una


maravillosamente proporcionada constitución. Tenía un cuerpo
que otros hombres no podrían evitar envidiar. Metahat bajó del
camello y se acercó. Caminaba revelando el miedo que
trataba de esconder, pero su servilismo y astucia eran
palpables. Quería lograr la paz con adulación si fuera preciso.

—Hola, Halcón del Desierto…. Zayid, hace tiempo que no


nos veíamos.

—Así es, parece que has estado metiendo tus sucias manos
de nuevo en corruptos negocios, desde la última vez que nos
vimos. —Los dos hablaban en inglés, aparentemente el nombre
del hombre era Zayid. Se veía tan calmado, haciendo ese
sarcástico comentario a Metahat, el líder del grupo de
bandidos, mostrando cuán valiente era. Sería otra cosa si el
hombre contara con el mismo número de aliados, pero parecía
confiar en que podía contra los seis. Zayid no se apocaba por
nada, al contrario, actuaba reservado. Metahat, era el que

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quería terminar con eso rápido. Su alias, “Halcón del desierto”
parecía realmente quedarle.

—No estoy involucrado en nada deshonesto —murmuró


Metahat, obviamente mintiendo. Parecía asustado por no
poder esconderle las cosas a Zayid. ¿Quién era ese hombre?
¿Siempre cabalgaba por el desierto solo, o usualmente tenía
más hombres con él? De cualquier manera, de acuerdo a
como se comportaba Metahat, debía haber tenido muy malas
experiencias con él en el pasado.

—¿Oh? —Zayid entrecerró los ojos sospechosamente, el


resto de la cara estaba cubierta con la tela que ocultaba su
expresión, excepto su mirada. Naturalmente Takeyuki los veía. Su
voz era también amortiguada por la tela, así que era difícil
adivinar su humor. Lo siguiente que dijo Zayid hizo que el
corazón de Takeyuki saltara un latido.

—¿Entonces quién está en la caja de tu camión?

El corazón de Takeyuki empezó a acelerarse


frenéticamente. En ese momento la conversación había dejado
de ser impersonal. Dependía de la respuesta de Metahat, lo que
Zayid haría, y lo que podría sucederle a Takeyuki.

—Oh, él es un huésped de nuestro jefe —Metahat explicó


descaradamente—. Es un hombre asiático que vino a aprender
sobre nuestra cultura nómada. Adam, de la agencia de viaje
de Ismail, me lo presentó, y yo sirvo como su guía.

No, él está mintiendo Takeyuki estaba al borde de gritar


mientras seguía agarrando la lona, cuando sintió que el camión
se balanceaba. Antes de que Takeyuki se diera cuenta el

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hombre delgado había subido y sostenía su cuchillo en la
garganta de Takeyuki. La piel en el cuello de Takeyuki se sentía
helada como el hielo.

El hombre lo veía con unos aterradores ojos que parecían


decir “si hablas, te mato”, fuerte y claro. En cualquier caso
Takeyuki no estaba seguro si Zayid era un enemigo o un aliado.
Incluso si buscara su ayuda podría sólo meterse en más
problemas, así que estaba en apuros de cualquier manera. Su
instinto le decía que era mejor irse con Zayid que quedarse con
la banda de bandidos, pero eso era simplemente porque
estaba hipnotizado por la magnífica apariencia del hombre y la
manera como cabalgaba, su opinión para nada estaba
basada en la observación del real carácter de Zayid. Era
peligroso juzgar a una persona por su apariencia. Zayid podría
ser completamente cruel hasta donde sabía Takeyuki. Podía
imaginar que Metahat estaba actuando tan comedidamente
por alguna razón. Sólo la insinuación de esa posibilidad,
indicaría que Takeyuki requeriría más valor para decidir entre
ellos dos.

—Ya veo —contestó Zayid lentamente, aparentemente


ignorando totalmente la amenaza contra Takeyuki en el interior
del camión. La mirada de Takeyuki se deslizaba del cuchillo en
su cuello a la negra lona que cubría el camión—. Pensé por un
momento que podrías tener una mujer, pero dices que es un
hombre, en ese caso no puedo imaginar que lo secuestres para
ofrecerlo como regalo al jefe de una tribu rival. Estoy seguro de
que es justo lo que dices, Metahat.

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—Seguro que es así, Zayid. ¿Alguna vez te he engañado
antes? ¿Incluso no te dije que la banda de Zard estaba
vendiendo criminalmente su mercancía a los turistas? ¿No me
dijiste que yo merecía ser convenientemente recompensado
por eso?

—Hmmph —Zayid bufó altivamente—. Tienes toda la razón,


te detuve porque pensé que tendrías algo interesante, y eso
atrapó mi mirada. Pero si todo esto es lo que parece, es
inapropiado molestarte—. Con eso Zayid se dio media vuelta.

Caminó lentamente hacia su caballo, parecía que iba a


montar e irse pero abrió la alforja de su montura y sacó dos
botellas de vino, le dio una casualmente a Metahat. Él leyó la
etiqueta de la botella y silbo.

—Este es muy bueno, ¿cómo conseguiste un vino como


éste? ¿Es contrabando?

—Tienes razón —Zayid admitió fácilmente. Sus ojos no


sonreían del todo pero su voz sonaba alegre—. Esto es una señal
de mi aprecio, para ser compartido sólo en ocasiones
especiales. Siento haber detenido a tu banda con injustas
sospechas. Espero que esto lo repare.

—Oh, está bien. Todo el mundo comete errores, después de


todo, ya está olvidado. Pero acepto esto como señal de tu
amistad.

—Aprecio eso, en ocasiones nos encontramos en lados


opuestos, pero la mayoría de las veces trabajamos juntos. ¿No
es eso correcto, mi amigo?

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—Correcto —Metahat infló su pecho con aire de
importancia. Sostenía la botella de vino segura en su puño. Se
veía realmente feliz. Debería de estar muriendo por algo de
alcohol.

—Me voy entonces, que tengan un viaje seguro. —En esta


ocasión Zayid colocó su pie en el estribo y subió al lomo de su
caballo. El caballo relinchó. Incluso después del magnífico
galope que había efectuado antes, se veía como si pudiera
recorrer grandes distancias de nuevo sin una ligera queja. Zayid
lo giró en la dirección por la que había llegado.

Cuando estuvieron seguros de que se había ido todo el


mundo en la banda soltó el aliento que había estado
conteniendo. Su alivio era palpable. Se oyeron murmullos en
árabe mientras hablaban entre ellos. El hombre que sostenía el
cuchillo contra el cuello de Takeyuki se relajó y guardó el arma
en su funda. Entonces, dándole una última mirada a Takeyuki,
salió del camión.

El motor del camión se encendió y se alejaron. La caravana


avanzaba una vez más. Todo el mundo estaba de buen humor,
probablemente porque ganaron un inesperado suvenir. Eso, y el
alivio de haber salido sin incidentes. El camión iba tan
lentamente que mecía a Takeyuki de adelante atrás mientras
pensaba en Zayid, los elegantes modales del hombre, se veía
mucho más joven que Metahat pero poseía una
incomparablemente poderosa personalidad y autoridad.

¿Quién era ese hombre? ¿Por qué escondía su cara


detrás de esa tela? Sus azules ojos quemaban en la mente de
Takeyuki. Eran hermosos, y brillantes. Takeyuki sentía que había

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visto esos ojos en algún lugar antes, pero no recordaba dónde.
Estaba en la punta de su lengua. Pero él solo no podía llegar al
recuerdo.

En todo caso Zayid se había ido. Nadie vendría ahora a


salvar a Takeyuki. Su hermano seguramente estaría desesperado
buscándolo. No había manera de decirle a Atsushi dónde
estaba. Takeyuki se sentía frustrado y jaló su sucio cabello duro
de arena. Al pensar que pasaría otra noche en el campamento
en el desierto, sintió tristeza, dolor y miedo, y quiso llorar.
Extrañaba su suave cama. Takeyuki era el hijo mimado de una
acaudalada familia y estaba acostumbrado al lujo. Todo el
mundo le había dicho antes que podía pasar esto, pero dada la
situación actual él ya no podía negarlo a pesar de su
vergüenza.

Después de que Zayid sorpresivamente apareciera, el día


transcurrió tranquilamente. Igual que el día anterior cuando el
sol comenzó a ponerse decidieron buscar un lugar donde
acampar y detener su avance. En esta ocasión no había rocas,
sólo suaves ondas de la arena. Los hombres levantaron una gran
tienda de campaña en la arena. Ellos podrían dormir en el
interior esa noche. Extendieron tres alfombras sobre la arena,
dentro de la tienda de campaña. Construyeron un rústico horno
afuera de la tienda y comenzaron a preparar la cena. Todos,
explicablemente, estaban acostumbrados a trabajar
eficientemente juntos.

Takeyuki fue dejado en la caja del camión, como de


costumbre. Necesitaba levantarse y estirar los brazos y
finalmente las piernas, eso era inaguantable. Si seguía de esa

76
forma sentía que sus piernas ya no lo sostendrían más. Metahat
ya no prestaba atención a las necesidades de Takeyuki. Eso era
una precaución en caso de que Takeyuki decidiera escapar. Él
sería entregado al día siguiente al jefe de la otra tribu. Así que
sonriendo maliciosamente le había dicho a Takeyuki que le
hiciera sus demandas al jefe Azzawar.

Cuando los preparativos de la cena terminaron, la fiesta


comenzó. Los hombres abrieron la botella de contrabando que
les había dado Zayid y bailaron y cantaron alrededor del fuego.
Takeyuki tembló de frío y se acurrucó bajo la manta. Un hombre
le llevó un plato de comida y un vaso con vino. Pero él sólo
tomó la comida y rehusó el vino. Si pudiera beber, en ese
momento bebería hasta emborracharse, pero su cuerpo se
rehusaba el vino. Takeyuki sabía que se arrepentiría si lo
aceptaba. Incluso si sólo tomara un trago no se escaparía de
sufrir al día siguiente. Todavía recordaba cómo vomitaba y
sufría, así que no se sentía con deseos de beber.

El hombre se fue. Todo el mundo estaba platicando y


estaban realmente felices, parecía que había pasado mucho
tiempo desde que habían tenido alcohol, el cual les daba esa
sensación de libertad, y les permitía relajarse. La charla y
canciones siguieron por más de una hora. Pero la siguiente vez
que Takeyuki se percató, todo estaba en silencio.

Después de cenar Takeyuki se había quedado dormido,


pero algo lo había despertado. Todo estaba extrañamente
tranquilo alrededor. Pensó que el banquete había sucedido sólo
un momento antes. Eso no era natural. Se levantó y se asomó
hacia afuera de la caja del camión para mirar. Se sentía

77
inquieto e incluso preocupado ante la posibilidad de que lo
hubieran dejado abandonado. Quería huir pero no ser
abandonado. Afuera estaba muy oscuro. No había luna esa
noche. Sin la luna incluso las estrellas palidecían, quizás estaban
cubiertas por las nubes.

El fuego se había apagado. Eso era más extraño. Takeyuki


estaba seguro de que el hombre en turno mantenía el fuego
encendido. Ellos nunca habían dejado de vigilarlo, de día o de
noche, incluso cuando estaban en movimiento. Algo inusual
estaba sucediendo.

Sus tobillos seguían atados. Takeyuki, apoyado en sus manos


y rodillas, se estremeció. ¿Qué debo hacer? Ahora parecía
buen momento para correr, pero qué con sus pies, tenía que
encontrar un cuchillo para cortar la soga de algún modo. No
podía hacer nada en esa oscuridad. Justo entonces oyó el ruido
de alguien acercándose.

—¿Qu-quién está ahí? —gritó Takeyuki. Alguien lo silenció


advirtiéndole—. ¿Atsushi? —Esa no era la manera en la que
actuaría su hermano. Pero Takeyuki no podía imaginar quién
podría ser. La persona no dijo nada.

El temor de Takeyuki aumentó y se alejó de las sombras y de


la oscuridad. Cuando estaba haciendo eso un brazo le rodeó el
torso.

—¡No! —Takeyuki pensó que alguien se lo llevaría de nuevo


y entró en pánico. Sus manos ahora estaban libres, las movía en
la oscuridad. Takeyuki no podía ver nada, sólo el débil contorno
de una persona. Takeyuki estaría bien, quien quiera que fuera

78
podría evitarlo. Takeyuki incluso no había rozado a la persona, y
antes de darse cuenta era cargado fuera del camión.

—¡No! ¡Déjame ir!

—Quédate quieto —Asustado por la profunda y


amenazadora voz, el corazón de Takeyuki inmediatamente se
aceleró. La persona no le había gritado ni actuado con
violencia, pero le había hablado con una aterradora autoridad.
Takeyuki repentinamente recordó al hombre de esa tarde,
Zayid.

—¿Z-Zayid? —preguntó débilmente, pero el hombre lo


ignoró. Pero como tampoco lo negó, Takeyuki estuvo seguro de
que el hombre que lo cargaba no era otro más que Zayid.
¿Pero, por qué? Sus pensamientos eran un caos.

Takeyuki le suplicaría, se sentía a punto de llorar. No se


había permitido esa libertad debido al orgullo y la vergüenza.
Llegar a la seguridad de su casa era su prioridad. Se
preocuparía por lo demás después.

—Por favor... déjame regresar a mi país. Ya no quiero ser


pasado a ningún lugar.

—Ya te dije que te callaras —el hombre lo reprendió,


ignorando las afligidas palabras de Takeyuki. La voz no era clara
debido a la tela, pero era definitivamente la voz de Zayid que
oyera esa tarde. Con todos dormidos, Takeyuki se obligó a
cerrar la boca, a pesar de su desconfianza. ¿Qué esperaría
conseguir ese hombre?

79
Según lo que había visto Takeyuki esa tarde, él había
actuado como amigo de Metahat, pero en secreto había
planeado secuestrar a Takeyuki cuando la noche cayera y
todos estuvieran dormidos. Takeyuki estaba asombrado de la
determinación y la astucia del hombre. Su secuestrador en esta
ocasión era sólo un hombre, pero Takeyuki sentía que podía ser
más difícil escapar de Zayid que de Metahat y sus hombres, y
eso aumentó su depresión. La situación se estaba poniendo más
y más imposible. El miedo de nunca poder regresar al Japón en
su vida inundó la mente de Takeyuki.

Zayid sostenía en sus fuertes brazos a Takeyuki y caminó en


la oscuridad varios cientos de metros sin un simple tropezón,
hacia donde esperaba su caballo negro. Una vez que dejó a
Takeyuki en la fría arena, se quitó la tela de la cara. Los ojos de
Takeyuki ya se habían acostumbrado a la oscuridad y pronto vio
la desnuda cara de Zayid. Casi gritó. La forma de la larga nariz,
y las grandes y suaves ondas del cabello. Y su cuerpo. Takeyuki
no podía ver los detalles, pero esa forma...

—¡Tú eres... el hombre del avión! —Ahí no había error.


Takeyuki apenas podía creerlo y veía a Zayid con la boca
abierta, su fastidiosa mirada y esa cara. Takeyuki recordaba
esos ojos azules fijos en él. Pensó que era extraño que no hubiera
sido capaz de recordarlo antes. El hombre había dejado una
profunda impresión en su mente, Takeyuki sólo podía pensar que
se debía a que se encontraba distraído por los bandidos.

—¿Sabes montar? —preguntó Zayid, ignorando de nuevo a


Takeyuki. Claro, esa voz. No había duda en la mente de
Takeyuki de que era el hombre que abruptamente se había

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sentado a su lado en el avión y le había hecho una serie de
preguntas.

¿Por qué no me responde? El hecho de que no negara


nada debía significar que no escondía nada. Ese hombre era
inflexible y naturalmente irritaba a Takeyuki. Pero el tono de
Zayid estaba lleno de autoridad. Eso no permitía resistencia, así
que Takeyuki decidió esperar todo lo que quisiera decir y
preguntar, y asintió en respuesta a la pregunta, aunque estaba
malhumorado.

—Si es necesario, puedo cabalgar de manera regular.

En el momento en que oyó la respuesta, Zayid sacó el


cuchillo de su funda. Acobardándose, Takeyuki se apartó. Sin
una palabra de explicación Zayid cortó las sogas con un único
corte de su cuchillo.

—Ahora escucha —Zayid hablaba mientras guardaba de


nuevo el cuchillo en la funda en su cadera—. No pienses ni por
un momento en huir, ahora tú estás conmigo. De otra manera
yo no puedo garantizar tu seguridad.

Su voz era aterradora, pero sus ojos hicieron que Takeyuki se


sobresaltara cuando brillaron en la oscuridad, sacudió la
cabeza como un títere. Si Takeyuki lo desafiaba, Zayid podría
realmente matarlo. Él podía sentir la inquieta respuesta a eso en
su piel. El cuerpo de Takeyuki se estremeció de miedo. Zayid
debió de haber pensado que había sido un poco duro y le
sonrió.

—Vamos —extendió la mano hacia Takeyuki.

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Takeyuki contuvo el miedo, había estado amarrado mucho
tiempo y sus piernas no respondían como él quería. Justo ahora
no estaba seguro de poder ponerse de pie. Aún así rechazo el
avergonzarte ofrecimiento, con una muestra de impotencia
golpeó con sus nudillos la mano alejándola. Takeyuki pensó que
era mejor confiar en sí mismo que en ese hombre de nuevo.
Zayid jaló a Takeyuki ayudándolo a ponerse de pie y después a
colocar un pie en el estribo mientras lo sostenía de la cintura.

—Lo lograste.

Takeyuki asintió y en el siguiente momento, con una


impecable sincronización, sintió una mano en la parte de atrás
de su pierna derecha ayudándole a levantarla al lomo del
caballo. Takeyuki logró montar a horcajadas en el negro
caballo árabe sin dificultad. Zayid montó detrás de él.

Sus cuerpos estaban muy cerca. Takeyuki sintió el pecho de


Zayid en su espalda. Su espalda picaba al sentir el calor del
hombre y su cuerpo se tensó cuando los brazos de Zayid lo
rodearon. Las mejillas de Takeyuki se ruborizaron, eso era muy
diferente a él. No podía explicar por qué se sentía tan
avergonzado de lo que estaba haciendo el otro hombre. Pero
por alguna razón se sentía perturbado, y sentía cosquillas y
vergüenza que le hacían imposible calmarse.

Zayid tomó las riendas y gritó: —¡Vamos! —El caballo


comenzó a correr.

El sonido de las pezuñas en la arena reverberaba en la


oscuridad de la noche. Llevaron el caballo atravesando el
desierto a la medianoche. La tierra no se veía y Takeyuki tenía la

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sensación de ir volando. Era la misma sensación que cuando
montas una montaña rusa en un parque de diversiones.

—Sostente, no quiero que te vayas a caer —Zayid sostuvo


las riendas con la mano izquierda y pasó su mano derecha por
el abdomen de Takeyuki, acercándolo más a su cuerpo.

—Uh, Zayid… —Takeyuki estaba abochornado por cómo le


presionaba, la ingle de Zayid presionaba contra su cóccix.
Takeyuki nunca había sentido un cuerpo tan cerca antes. Su voz
estaba llena de vergüenza.

—¿Qué sucede?

Takeyuki parecía ser el único que se sentía de esa manera,


Zayid aparentaba no pensar nada de eso. Sus sentimientos eran
completamente normales al cabalgar juntos. Ahí no había
absolutamente ningún significado, y parecía estar
desconcertado de que Takeyuki se mostrara molesto por eso.

—¿A dónde vamos? ¿Qué vas a hacer conmigo? —


Takeyuki se cubrió a sí mismo con esas preguntas.

Zayid sólo bufó y no contestó. Quizás no había decidido qué


hacer, y sólo había robado el premio de la banda de ladrones
bajo sus narices por diversión. Si ese era el caso, a Takeyuki le
asombraba la gracia de Zayid bajo presión y su desvergonzada
arrogancia.

—¿Has estado vigilándome desde el viaje en avión? —a


Takeyuki le molestaba el silencio y presionó por conversar de
nuevo. Esperaba entender las intenciones de Zayid un poco
mejor y las vergonzosas sensaciones. Metahat hablaba bien el

83
inglés pero no se sentía con deseos de hablar con él. Takeyuki
quería conocer la opinión de Zayid sobre una variedad de
temas, el hecho de que Zayid hubiera iniciado la conversación
con él en el avión sostenía su impulso.

Takeyuki recordó cómo Zayid iba impecablemente vestido,


obviamente con un traje costoso y en un vuelo internacional en
primera clase, no tenía idea de que pudiera estar mezclado
con bandidos del desierto. Ciertamente no había pensado que
Zayid fuera un hombre de negocios normal, pero su imaginación
no había ido más allá de considerar que era un actor, un artista
o algo como eso. Pero aquí era un ladrón conocido como el
“Halcón del desierto”. Un hombre al que temía el jefe de una
peligrosa banda de bandidos. Takeyuki supuso que estaba
completamente fuera de lugar. Su cabeza estaba dando
vueltas.

—No bebiste nada de vino, ¿no es así? —comenzó Zayid su


propia línea de conversación sin contestarle a Takeyuki.— No
tomaste nada en el avión, así que sospeché que no beberías ni
aunque te ofrecieran. SI hubieras bebido, secuestrarte hubiera
sido más difícil. Agregué un sedante al vino.

Así que él lo había planeado después de todo. Takeyuki no


sabía desde cuándo Zayid estaba trabajando en la idea, pero
había preparado el vino con el sedante, esa sola acción era
asombrosa.

No se detuvo a regodearse con su propio ingenio. Zayid


continuó fríamente. —La gente caería como una roca cuando
quedaran inconsciente y yo podía tomarme mi tiempo para
llevarte. Para Aslam es algo bueno que seas como un niño.

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—¿Un niño? —las palabras de Zayid hicieron que Takeyuki
olvidara la situación en la que se encontraba y saltara su
temperamento. Protestó fuerte y se giró para verlo a la cara,
pero cuando lo hizo su cuerpo se inclinó a un lado.

—¡Idiota! —Si la mano de Zayid no lo hubiera detenido,


Takeyuki hubiera perdido el balance y se hubiera caído mientras
el caballo galopaba. Zayid reacomodó a Takeyuki
sorprendido—. ¿Por qué te giraste tan sorpresivamente? ¿Tienes
dificultades para controlarte, niño? ¿Cuál es el problema de
que te diga así cuando irreflexiva y absolutamente sin pensar
actúas como un niño? Trata de ser razonable.

—Yo-yo-yo te juro que nadie siquiera me ha hablado de esa


forma antes. —Takeyuki estaba tan enojado que no podía
hacer que las palabras salieran de su boca. Trató de objetar
incoherentemente, pero Zayid volvió a ignorarlo.

Zayid llevaba a Aslam a galope. Takeyuki era más ligero que


la mayoría pero aun así, el caballo iba a gran velocidad,
considerando que llevaba a dos personas en el lomo.

—Pronto estaremos en mi escondite —parecían que ellos


hubieran estado montando por siempre cuando Zayid dijo eso.

Takeyuki entrecerró los ojos y vio el panorama, mientras


enfocaba vio el débil pero seguro contorno de un objeto. Eso no
era un interminable camino ni un abultamiento en la arena, eso
era un desorden de piedras y rocas de todos los tamaños. Los
ojos de Takeyuki simplemente se abrieron más al ver en silencio
un grupo de rocas que aparecieron sorpresivamente en el
desierto, sin nada sobresaliente en ninguna dirección. Rodearon

85
una roca que parecía un tazón puesto de cabeza. Otra roca
había sido erosionada hasta parecer un hongo y otra como una
mesa...

Zayid parecía dirigirse hacia una roca de forma oblonga


que estaba al final. Cuando se acercaron, Takeyuki pudo ver
que a un lado había un hueco que la naturaleza había labrado
también.

Zayid detuvo su caballo frente a su escondite y desmontó.

—Vamos —dijo, estirando ambos brazos hacia Takeyuki.

Takeyuki no tuvo tiempo de dudar, los brazos de Zayid le


ayudaron a bajar del caballo. Estaba consciente de que no
hubiera logrado bajar del caballo por sí mismo, así que su
testarudez no era buena.

—Eso es, buen chico —desconociendo completamente el


monólogo interior de Takeyuki, Zayid sonrió y lo trató como si
fuera un niño. Takeyuki estaba comenzando a entender poco a
poco la personalidad de Zayid.

Zayid señaló con un movimiento del mentón que lo siguiera


y él lo siguió de mala gana. No tenía elección, sólo hacer lo que
el hombre decía. Takeyuki no podía adivinar dónde se
encontraba ahora. Para donde viera no había más que arena y
rocas, no era tan imprudente como para tratar de huir de ese
lugar, cuando no sabía ni para qué dirección correr.

Llegaron a la abertura que era más grande de lo que él


había pensado y Zayid entró fácilmente, a pesar de sus anchos
hombros. Había un pequeño espacio justo en la entrada, pero

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Zayid continuó hacia el interior. El camino hacía una curva a la
derecha. Cuando llegaron a ese lugar había un tipo de
oscuridad diferente y los pasos de Takeyuki eran vacilantes.
Zayid había tomado una vela de la alforja de su caballo antes,
como si anticipara la reacción de Takeyuki, e iluminó el área.

Estaba frío adentro, pero el interior de la cuerva era como


una cabaña de piedra. El aire era seco pero parecía que tenía
ventilación. Cuando Takeyuki logró enfocar notó una ligera
fragancia oriental en el ambiente, como si se hubiera quemado
perfume. Caminaron un poco más y de nuevo llegaron a un
espacio abierto.

El nuevo lugar era mucho más grande y alto que el que


estaba junto a la entrada. Takeyuki vio con sorpresa el tamaño,
las paredes del interior eran blancas piedras calizas. Arena seca
cubría el piso igual que una alfombra. Las partículas de arena se
sentían más finas y suaves que el resto de la arena del área.
Zayid debió llevarla ahí con algún propósito.

¿Quién es este hombre? La misma duda resurgía en su


cabeza. Obviamente no estaba perdiendo el tiempo. Si podía
hacer algo como eso, indiscutiblemente tenía algo de poder.
Mientras Takeyuki seguía en silencio, sus pensamientos daban
vueltas en su cabeza. Zayid estaba prendiendo un fuego en la
parte más lejana del área. Parecía que el espacio para el fuego
era siempre el mismo, las piedras alrededor ya estaban negras a
causa del hollín, había también una abertura para que el humo
saliera. Gracias al fuego la cueva se veía más brillante.

—Toma asiento y espera ahí. —“Ahí” era una hermosa


alfombra con un patrón hecho a mano que Zayid señaló.

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—¿A dónde vas? —gritó Takeyuki cuando Zayid regresó de
nuevo hacia el pasaje, repentinamente estaba preocupado de
que lo dejara solo ahí, y para ser honesto se sentía un poco
solitario.

—Voy a amarrar a Aslam detrás de alguna roca y darle


comida y agua. Regresaré, no te preocupes, no voy a dejarte
aquí y desaparecer.

—O-oh ya veo, yo realmente no estaba preocupado, solo


preguntaba.

—Ah. —El hombre sonrió divertido.

Parecía estarse riendo en silencio de nuevo de lo infantil de


Takeyuki, y su ira fluyó, estaba avergonzado. Sin importar lo que
hiciera, Zayid irritaba a Takeyuki. Zayid empezó a reírse de la
expresión de Takeyuki. Parecía como si se burlara de él.

¡Soy un adulto! Takeyuki veía la espalda del hombre que


se iba mientras se dirigía a la alfombra que se le había indicado
con una irritada expresión. Le tomó un rato que desapareciera
su resentimiento e irritación. No podía calmarse, pero mientras,
esperaba solo en ese cuarto, en silencio, al hombre que había
prometido regresar. Su sentimiento de soledad creció y olvidó su
ira. En su lugar las caras de todos a los que extrañaba inundaron
su mente unos después de otros.

Su hermano mayor Atsushi. Su cuñada Masako, el


embajador Kusunoki. Mustafá. Quería ir a casa tan
urgentemente que las lágrimas inundaron sus ojos. Takeyuki no
quería llorar pero sus ojos actuaban solos. Se los secó
reciamente con el dorso de la mano.

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—Ow… —Su mano estaba cubierta de arena y algunas
partículas entraron en su ojos. Sus lágrimas caían más rápido
ahora.

—Ey… —Una mano tomaba su hombro desde atrás.

Qué espantoso momento.

Takeyuki se soltó del agarre de Zayid y gritó. —No es nada —


no pudo evitar que su voz se oyera llorosa, pero lo odió de todas
formas—. Sólo me cayó algo en los ojos.

Eso era completamente cierto, pero sonó como una


excusa. Y por cómo se sentía Takeyuki, Zayid tenía que haber
pensado que era una excusa.

—Déjame ver.

—¡Ey!

Zayid tomó el mentón de Takeyuki y le levantó la cara.


Takeyuki vio rencoroso a Zayid con sus ojos llenos de lágrimas.
Una vela estaba prendida detrás de ellos, iluminando los ojos de
Zayid que parecían brillar y le recordaban a Takeyuki la
profundidad del mar. Su ardiente mirada llegó profundo en el
corazón de Takeyuki.

Zayid claramente no lo molestaba por malicia. Ni lo


atormentaría, sin una razón para hacerlo, Takeyuki lo creía.

Quizás esa era la magia de esos ojos azules.

Zayid acercó sus labios a la cara de Takeyuki. Takeyuki veía


la hermosa cara, olvidando incluso cerrar los ojos. Había sentido
eso en el avión también, lo atractivo que Zayid era, de una

89
manera masculina y galante. Ahora ese hombre estaba tan
cerca que Takeyuki oía el pulso de su corazón.

Zayid acunó las mejillas de Takeyuki entre sus manos.


Takeyuki estaba como prisionero del hombre sin que él lo notara
al principio. Era difícil creer lo que sucedía.

Zayid besó suave y brevemente uno de los ojos abiertos de


Takeyuki. Takeyuki no sabía lo que estaba sucediendo. Antes de
que Takeyuki saliera del shock, Zayid besaba el otro ojo.
Extrañamente sus ojos dejaron de doler, era como una extraña
magia.

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—¿Qu-qué haces? —El acto fue tan totalmente inesperado
que la bravata desapareció de la voz de Takeyuki, todo lo que
pudo hacer fue murmurar.

—Dijiste que le lastimaste los ojos.

—Sí, pero...

—Ya no te duelen más, ¿es así?

—...supongo que no.

—¿Cuál es tu nombre?

Takeyuki parpadeó confundido, ellos estaban hablado de


sus ojos, cuando sorpresivamente Zayid le preguntó su nombre,
no podía procesar la pregunta.

—Takeyuki Onozuka.

De alguna manera contestó obedientemente, porque


había perdido la voluntad de resistirse al hombre. Al menos por
esa noche.

—Takeyuki, ¿hmm? —Zayid repitió el nombre como


saboreándolo. Eso enterneció a Takeyuki.

Metahat no se había molestado en saber cuál era el


nombre de Takeyuki. Eso era porque no veía a Takeyuki ni
siquiera como un humano. Pero Zayid le había preguntado su
nombre y lo había pronunciado correctamente.

Él no era una mala persona.

Takeyuki podría estar precipitando conclusiones después de


pequeñas cosas, pero quería confiar en sus instintos. Quizás ya

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había caído bajo el hechizo del misterioso y guapo “Halcón del
Desierto”

—Takeyuki —quizás se lo estaba imaginando pero el tono


con que Zayid decía su nombre estaba lleno de profunda
emoción. Claro, Takeyuki podía pensar que era sólo porque
estaba en un estado emocional sensible. Zayid no tenía razón
para tener ningún sentimiento especial hacia Takeyuki. Ellos sólo
estaban reunidos. Y ni siquiera era una reunión. La primera vez
que se encontraron estaban en el mismo avión. Casi no se
habían relacionado uno con el otro.

Zayid acarició la mejilla de Takeyuki con el dorso de su


índice. El dedo de Zayid era largo y suave. Se sintió bien al ser
tocado por él. Él realmente sentía amar a ese misterioso
hombre. ¿Es eso raro? Se preguntó Takeyuki. Quizás estaba
intoxicado por algún aspecto del hombre, en quien incluso no
estaba seguro de poder confiar. Takeyuki estaba sorprendido.
¿Qué era exactamente lo que Zayid quería? Quizás tenía
talento para capturar los corazones de la gente.

Zayid se detuvo y se separó lo suficiente de Takeyuki, como


si quisiera decir algo, al final dijo: —Es tiempo de que duermas.

Se separó y fue por un cobertor de una pila en un nicho en


la pared de la cueva. Takeyuki lo tomó sintiendo la suavidad del
material y la diferencia con la grosera tela del que había usado
en el camión. Éste era más grande y parecía más cálido.
Cuando tomó el cobertor sorpresivamente sintió el sueño que
tenía.

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Takeyuki se acostó en la alfombra, se cubrió con el cobertor
y cerró los ojos, esa noche sus piernas estaban libres. Sólo eso lo
hacía feliz. Zayid se acercó y Takeyuki lo oyó sentarse
directamente en la arena.

—Buenas noches —le murmuró al oído. Takeyuki liberó una


profunda y relajada respiración y cayó dormido.

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CAPÍTULO SEIS

T akeyuki había logrado escapar de los bandidos pero


ahora estaba en manos de un hombre cuya
verdadera identidad desconocía y quien lo había
llevado a una cueva que él llamaba su “escondite”. El objetivo
de los bandidos era claro como el cristal, pero Takeyuki no tenía
idea de lo que Zayid quería con él. Takeyuki no podía ver la
situación con optimismo ni abandonar sus precauciones hacia
ese hombre.

Hasta que supiera lo que iba a sucederle, no podría


relajarse. Incluso aunque dormía, estaba tan intranquilo que
tenía pesadillas. Esa mañana Takeyuki se había despertado
bañado en sudor frío y vio alrededor a la cueva vacía, como si
siguiera dentro de la pesadilla.

Takeyuki seguía confundido cuando Zayid regresó. Su


cabeza estaba cubierta, pero se había quitado la máscara de
la cara. Takeyuki no se entendía a sí mismo pues cuando Zayid
apareció, después del choque de su ausencia, se sintió
profundamente aliviado. Zayid era el que había secuestrado a
Takeyuki, pero el pensar que Zayid lo abandonara hacía a
Takeyuki miserable. Eso era natural.

Zayid llevaba un plato y una taza en sus manos, había


preparado el desayuno afuera. Había café en la taza, y no era
turco, pero cuando lo probó le pareció mejor. Takeyuki, comió
sopa de frijoles, pan y se acabó el café. Le pareció lo más

95
delicioso que había comido, pero eso solo era porque tenía una
crisis nerviosa.

—¿Qué vas a hacer conmigo? —Takeyuki le preguntó lo


mismo que le había preguntado durante la noche.

—¿Qué quieres que haga contigo? —Zayid veía fijamente a


Takeyuki mientras le devolvía la pregunta.

Takeyuki estaba enojado, Zayid había estado ignorando sus


preguntas desde la noche anterior y no mostraba ni siquiera un
indicio de lo que estuviera pensando. Takeyuki estaba cerca de
los límites de su paciencia. Así era como lo había provocado en
el avión, pero cuando él lo provocaba aquí, su ira era más
profunda, no estaba de humor para bromas ni para reírse.
Takeyuki estaba absolutamente indefenso ahora. A unos pasos
se hallaba el oscuro futuro que Zayid llevaba con él. Dependía
enteramente de Zayid que él viviera o muriera, sabía eso e
innecesariamente era simpático con Takeyuki, no había
crueldad en eso. Él se veía real pero parecía encubrir algo en su
interior. Cuando Takeyuki se dio cuenta de que Zayid podría ser
del mismo tipo de personas que la banda de ladrones, su odio
hacia sí mismo aumentó por su frivolidad e ingenuidad al creer
en ese hombre. Le dolía la falta de humanidad de Zayid.

—Claro que quiero que me regreses a la Embajada de


Japón en Ras. —Cuando Zayid oyó la ira en la voz de Takeyuki,
se rió insensiblemente.

—¿Quieres incluso olvidar haber venido a Cassina? El


pequeño niño quiere regresar a su protegido y pequeño país
tan rápido como lo lleven sus piernas.

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—¿Por qué tienes... por qué siempre tienes que decir cosas
como esas? No soy un pequeño niño y no trato de huir.

—¿Oh? ¿Entonces disfrutarías quedarte aquí en el desierto


como mi esposa?

—¿Tú qué? —Takeyuki se quedó sin palabras.

Estaba seguro de que Zayid lo había dicho simplemente


para bromear un momento, pero en su mirada no había humor.
Takeyuki no podía precisar si era broma o si realmente lo dijo en
serio. Se limpió la garganta y se enfrentó con ira a Zayid.

—Esa no puede ser la razón por la que me hayas


secuestrado de esos hombres.

—¿Y qué si te digo que esa es? —Zayid sonrió de mala


manera. La esquina de sus labios se elevó de una manera que
decía claramente que encontraba divertida la situación. Sus
ojos también cambiaron, su expresión empezó a ser más suave
que antes.

—Ridículo. —Takeyuki se ruborizó y desvió la mirada—. Al


menos esperaba que ya no estuvieras dormido y dejaras de
hablar tonterías.

—¿Quieres decir que realmente quieres regresar al Japón?


—Zayid concluyó sarcásticamente, y el rubor de Takeyuki
aumentó.

¿Qué está mal con esto? Gritaba desde el fondo de su


corazón. No era un ingenuo niño de mami. De ninguna manera.
No le gustaba reconocerlo pero desde el punto de vista de

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Zayid era evidente. Takeyuki no encontró nada con qué refutar
esa declaración y lo único que hizo fue guardar silencio.

—Te veías adorable cuando estabas dormido anoche.

La sangre le hirvió de nuevo. Era como si Zayid le estuviera


diciendo que no era nada sino sólo adorable cuando estaba
durmiendo. Hablar con Zayid era una experiencia indignante
después de otra. Ellos simplemente no podían estar uno con el
otro. La Indignación de Takeyuki crecía. Se giró a ver a Zayid y
Zayid bufó, parecía estar regodeándose de nuevo. ¡Qué horrible
personalidad!

Takeyuki apretó sus labios para mostrar su repulsión.

—Bueno, lo siento, no estoy interesado en hacer nada con


un hombre.

—Me extraña. Tenía la impresión de que podrías degradarte


sorprendentemente rápido si alguien pudiera tocarte. Porque
eres extrañamente atractivo. Es por eso que Metahat te trató
como un objeto, y probablemente quería entregar tu mano a
algún jefe de tribu de por aquí para pedirle más indulgencia en
el futuro.

De algún modo Zayid había percibido que Metahat le


había mentido. No sólo eso, incluso había adivinado sus reales
intenciones. Parecía comprender la rivalidad y la lucha por la
sobrevivencia de las tribus nómadas. Era un hombre astuto e
ingenioso. Eso podría ser un gran problema si se enamoraba de
Takeyuki.

98
—Pensé que la homosexualidad era tabú para los
musulmanes. ¿O es como el alcohol y las ideas sobre el sexo no
están reguladas por la religión en Cassina?

—Son asuntos privados. —Zayid interrumpió su argumento


despreocupadamente. Los musulmanes estrictamente
ortodoxos, defienden las doctrinas de su religión. Viven sus vidas
todos los días confiando en los Cinco Pilares del Islam (5) y aun
cuando el consumo del alcohol sea permitido por la ley, ellos no
lo beben.

—¿Tú eres así?

—Soy exactamente lo que ves. Las enseñanzas de la religión


son importantes para mí, pero dejo a un lado las partes que me
parecen sin sentido tanto como me parece prudente y vivo
confiando en mis propios sentimientos. En el pasado yo
probablemente hubiera sido tratado como un hereje y
denunciado. Me alegra que el Rey actual sea de mente abierta
y progresista.

La visión religiosa de Zayid no había causado mucho efecto


en Takeyuki, pero podía identificarse con las ideas flexibles. El
hombre poseía un verdadero y misterioso atractivo. Takeyuki
trataba de odiarlo, pero empezaba a sentirse seducido.

Veía la cara de Zayid, y Zayid, que había alejado la mirada,


la regresó a la cara de Takeyuki. Esos ojos azules veían a

(5) Cinco pilares del Islam, son las cinco leyes que rigen la religión musulmana: 1 Fe
en Ala y en Muhammad (su rey) como su profeta. 2 oración, 3 caridad, 4 ayuno ,
5 peregrinar a la meca.

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Takeyuki como si se lo tragaran. El corazón de Takeyuki latía
aceleradamente.

Inconscientemente contuvo el aliento y tomó con sus


manos fuertemente al frente su camisa. A causa de que había
pasado dos días enteros en el desierto, no había señales ni de la
marca en su blanca camisa nueva, cubierta con toda esa tierra.
Su cuerpo entero estaba cubierto de una gruesa capa de
arena, y estaba tan sucio como nunca lo hubiera creído en
Japón. El hecho de que Zayid lo encontrara atractivo en ese
estado era incomprensible. ¿Era sólo una persona sexual, un
pervertido o qué?

Esa no era excusa para permitir su fija mirada. Así que


Takeyuki vio a Zayid como si lo atrapara. Sintió el aire tenso y a
su corazón saltar.

—Takeyuki —repentinamente Zayid tocó la mejilla de


Takeyuki.

Takeyuki gritó sorprendido y se retiró, cerrando los ojos. No


sabía lo que Zayid iba a hacer, así que estaba asustado. Zayid
parecía no tener intención de ser violento. Retiró el cabello de
Takeyuki de su mejilla con ternura. Takeyuki relajó sus hombros y
abrió sus ojos, confundido.

—¿Estás asustado de mí? —Zayid preguntó con ligero dolor


en su voz.

—Claro que no. —Takeyuki odiaba admitir que estaba


asustado. Sacudió la cabeza alardeando.

100
Sus dedos cepillaron su pegajoso cabello, imposible de
llevar a su habitual suave textura. Estaba avergonzado de que
alguien le hubiera tocado el cabello en ese estado. Pero
estaban en el desierto. No importaba cuánto deseara una
ducha o un baño, nunca podría tenerlo. Takeyuki quería
regresar con su hermano mayor y recuperar su vida normal.

Con una sonrisa burlona Zayid declaró que la testarudez de


Takeyuki era impresionante y se apartó. Takeyuki vio que Zayid
volvía a ponerse sus capas de tela y su bolsa de piel. No se
quedarían ahí más tiempo.

Takeyuki fue asaltado por una nueva ansiedad. ¿A dónde lo


llevaría Zayid ahora? ¿Realmente nunca volvería a ver a su
familia otra vez? ¿Zayid trataría de mantener a Takeyuki con él
por siempre y tratarlo como a una esposa?

—Zayid. —Takeyuki le habló al hombre que se encontraba


de espaldas, con lo último de su esperanza.

No obtuvo respuesta, pero Takeyuki notó, por los músculos


de la espalda tensarse, mientras se ponía su camisa blanca, que
Zayid lo había escuchado.

—Por favor, llévame de regreso a la ciudad. —Takeyuki


tragó saliva. Su garganta estaba seca por los nervios—. Sólo
déjame en la orilla, eso estará bien, pero por favor llévame. Ya
no quiero estar más en el desierto. —Su voz temblaba
ligeramente mientras trataba de convencer desesperadamente
a Zayid.

Hasta ahora las cosas que Takeyuki le había preguntado o


demandado, habían sido cosas que difícilmente pudiera

101
negarle. Al final siempre sonreía sobriamente y cedía. Pensando
en esos antecedentes Takeyuki esperaba que Zayid pudiera
cumplirle su deseo, sin importar la razón por la que lo hubiera
secuestrado. Pero la respuesta de Zayid fue absolutamente
directa y ni siquiera se giró.

—Desafortunadamente, necesito que te quedes en el


desierto conmigo un poco más. —No se rehusó definitivamente,
pero Takeyuki sintió como si hubiera sido un claro “no”. Una
sensación de condena lo rodeó.

—Vámonos. —Aparentemente ya había terminado los


preparativos, Zayid se colgó la bolsa de piel en los hombros, con
su fuerte postura instaba a Takeyuki a moverse y a no
desobedecer. Tenía una tela roja en sus brazos.

—Ven conmigo, tenemos que movernos antes de que el sol


suba más.

—No quiero ir. —Takeyuki se quedó en donde estaba


sacudiendo la cabeza testarudamente—. Me quedaré aquí,
esperaré hasta que alguien me encuentre aquí, no voy a irme
contigo.

Se giró rápidamente alejándose.

—Oh, ¿qué quieres ahora? —dijo Zayid fríamente—.


¿Quieres morir de hambre? ¿Cómo planeas sobrevivir en este
lugar hasta que la ayuda llegue? No conoces una sola cosa de
este lugar. No hay aquí cerca suficiente agua ni comida. Serías
muy afortunado si alguien te encontrara en tres días, de lo
contrario te debilitarías y morirías lentamente.

102
—A mí... a mí no me interesa lo que me digas. —Las
advertencias de Zayid instantáneamente acobardaron a
Takeyuki. Eso probablemente era completamente cierto. Sin
importar de cuánto valor se cubriera, cuando confrontaba los
problemas reales del agua y la comida, Takeyuki no sabía qué
hacer.

—Si no te apuras te llevaré sobre mi hombro. ¡Vamos! ¿O


quieres que te lleve en mi espalda igual que a un bebé?

Takeyuki renuentemente lo siguió, estaba


insoportablemente enojado, pero no quería morir ahí. Muriendo
no lograría nada. El orgullo era importante, pero más importante
que todo el orgullo era la vida. Cuando dejaron la cueva, se
expusieron al brutal sol. Apenas y estaba saliendo, pero ya
brillaba intensamente.

Zayid fue a las sombras entre las rocas, en donde estaba su


negro caballo. Aseguró la bolsa que llevaba en la montura,
acarició el cuello del caballo como si le agradeciera su
cooperación. Takeyuki reflexionaba sobre el día anterior. El
caballo de Zayid era hermoso, con una fina crin, fuertes y
rápidas piernas que le permitieron correr durante la noche.

—Ten, usa esto. —Zayid le dio la tela roja, Takeyuki la


desdobló, era un rectángulo de aproximadamente dos metros
de largo, había líneas doradas trenzadas en las orillas. Se cubrió
y la cruzó frente a su cuello como Zayid le dijo, dejándola caer
sobre sus hombros. Cubierto de esa manera montó adelante de
Zayid, como la noche anterior. El caballo comenzó a trotar, los
brazos de Zayid apoyados en el cuerpo de Takeyuki.

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—Ey... —Takeyuki giró la cabeza para hablar con Zayid,
quien se presionaba contra él—. ¿Era en serio?

—¿Qué?

—Lo que dijiste anoche. —Takeyuki estaba avergonzado de


repetir las palabras hasta para sí mismo, se rehusaba a decirlas
para alguien más.

—¿Quieres decir cuando dije que podría hacerte mi


esposa? —Zayid agregó con un tono deliberadamente
provocador. Las mejillas de Takeyuki se ruborizaron en un
segundo, Zayid realmente tenía una horrible personalidad. Era
obvio que disfrutaba haciendo que Takeyuki se sintiera
incómodo—. Bueno, no sé. Me metí en todo este problema de
robarle su raro premio a Metahat. Todavía trato de pensar en la
mejor manera de disfrutarlo.

—No creo que disfrutes mucho durmiendo conmigo.

—Bueno, entonces, puedo hacer lo que Metahat estaba


pensando y venderte al jefe de una u otra tribu, para obtener
una recompensa.

—No eres mucho mejor que Metahat después de todo.

—¿Qué es lo que esperabas de mí? —Zayid se reía fuerte de


la desilusión de Takeyuki—. ¿Qué pensabas, que era tu
salvador? ¿Algún príncipe encantado que atravesó el desierto
para rescatar a la princesa secuestrada?

—¿Por qué pensaría eso? —La mente de Takeyuki estaba


nublada por la humillación. No era que ese hombre tuviera una
horrible personalidad, era malvado. Sin importar su magnífica

104
apariencia, en el interior después de todo era igual que
Metahat. No… era incluso más deshonesto, villano y cobarde.
Takeyuki estaba enojado consigo mismo por pensar que un
hombre como Zayid fuera al menos un poco mejor.
Aparentemente era un terrible juez de carácter.

En su ira quería retirar los brazos que sostenían su cintura.


Pero sabía que si lo hacía podría caer del caballo y terminar mal
herido. No podía hacer nada estúpido. Sería malo que
terminara quebrándose un hueso o pisoteado por el caballo. La
única cosa que Takeyuki podía hacer era refunfuñar y guardar
silencio, manteniendo su cara al frente.

Zayid dirigía hábilmente el caballo con solo una mano a


través del desierto, y entre rocas. El único desierto que Takeyuki
había conocido hasta el día anterior eran dunas de arena, pero
en ese breve viaje, cambiaron las características del desierto
que veía. Se sentía asombrado por el misterio de la naturaleza.
Takeyuki no tenía la más leve idea de dónde estarían en un
mapa, pero Zayid parecía saber claramente a dónde se
dirigían.

El corazón de Zayid golpeaba rítmicamente, Takeyuki sabía


que estaba perfectamente calmado, no tenía ningún
problema. ¿Cuánto tiempo estaría con Zayid? Probablemente
no tendría que preocuparse por morir de hambre. Esa impresión
le aliviaba. El problema era su personalidad. Parecía
desinteresarse de Takeyuki o tratarlo como a una mujer o a un
niño. Mientras atravesaban el desierto el sol subía sobre sus
cabezas.

105
Zayid parecía particularmente preocupado por su caballo
que los llevaba a ambos. Nunca lo forzó fuera de los límites,
ocasionalmente descansaban en una sombra y le daba agua y
alguna zanahoria, le acariciaba el cuello y lo elogiaba
suavemente. Era extraño decirlo, pero Takeyuki se sentía celoso
de Aslan.

La mitad del tiempo que Zayid pasaba con Aslan no se


preocupaba por Takeyuki. Takeyuki no podía entender cómo
Zayid podía tratar mejor a un caballo que a un humano. Claro,
lógicamente Takeyuki entendía que el caballo era el que había
hecho todo el trabajo corriendo a través del desierto. Takeyuki
sólo lo había montado, no estaba en posición de quejarse. Él
entendía eso. Pero cuando era testigo del afecto de Zayid por
su caballo, de la manera cómo le hablaba y lo veía, se sentía
resentido. Se sentía inferior, como si fuera menos importante que
el caballo.

A pesar de la amabilidad que Zayid mostraba con el


caballo, sólo se había mostrado cruel con Takeyuki, y eso hacía
que la expresión de Takeyuki fuera agria. De cualquier forma,
reconociera o no los sentimientos de Takeyuki, Zayid hacía a su
caballo correr más rápido después de cada descanso, y el
silencio continuaba entre ellos. Después de tres horas de haber
dejado el escondite, Takeyuki vio una línea verde y amarilla
frente a ellos.

—Es un oasis. —Finalmente Zayid habló detrás de él.

—¿Eso? —Takeyuki preguntó a pesar de sí mismo,


atrapando con su vista el paisaje que se acercaba frente a
ellos. Preguntó como si su anterior resentimiento nunca hubiera

106
existido. Finalmente Takeyuki también encontraba demasiado
incómodo permanecer callado. Quebrado el silencio
naturalmente fue un alivio.

—¿Qué son esas edificaciones amarillas? Esa línea que está


cerca del agua.

—Son paraderos. Son nichos en las paredes que tienen


camas estrechas en donde una persona puede acostarse
después de un largo día. Hay pequeñas alfombras en ellos,
aunque es difícil decir que sea higiénico.

—¿Nos vamos a quedar ahí?

—No, solo vamos a descansar en el oasis. Cuando el sol


comience a bajar nos iremos. Voy a advertirte algo de nuevo.
No pienses hacer nada divertido. La gente ahí sólo habla árabe,
y es inútil que pidas ayuda. Prométeme que no intentarás
escapar y que te quedarás cerca de mí. —La voz de Zayid
sorpresivamente aumentó a un tono más amenazante a la
mitad de su explicación.

Aún así el ingenuo de Takeyuki lo desafió.

—¿Y qué si no te lo prometo? —Estaba enojado de seguir


órdenes todo el tiempo. Si Zayid pensaba que sumisamente iba
a seguir esa línea, estaba equivocado. Takeyuki se lo mostraría.

—Te ataré una soga en la cintura, así no podrás escapar.

—¡No lo harás! No puedes tratar a la gente como si fueran


monos amaestrados. —Takeyuki protestó, su cara roja de la ira.
Pero Zayid resopló aparentemente completamente
desinteresado.

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—Si no quieres que lo haga, entonces sé buen niño y
prométeme que no escaparás. —Zayid estaba increíblemente
arrogante y dominante.

Takeyuki apretó los dientes. Eso era increíble. Si sólo no


estuvieran en el desierto, trataría de huir. Aceptaría la condición
por el momento, pero cuando tuviera su oportunidad,
definitivamente le mostraría a Zayid que podía huir, renovó su
decisión.

Mientras ambos intercambiaban esas desagradables


palabras, el oasis quedó justo bajo su nariz. Era un largo
manantial. Un gran estanque floreciendo en medio del desierto.
Exuberante vegetación crecía alrededor. Esa tierra no era árida.
Takeyuki finalmente se sintió refrescado.

Zayid no se dirigió a las edificaciones amarillas, llevó su


caballo un poco alejado, e igual que la noche anterior, bajó y
levantó sus dos brazos hacia Takeyuki. Mientras Takeyuki se
sostenía de los brazos de Zayid para bajar del caballo, pensaba
en lo extraño de todo eso. En ocasiones como esa, Zayid era
como un caballero en brillante armadura, y eso era extraño. Era
imposible creer que era el mismo hombre que se reía
sarcásticamente mientras abusaba de Takeyuki. Era cortés y
decidido, e incluso refinado.

—La gente no viene a menudo aquí, la mayoría de los


viajeros en el desierto se quedan en las edificaciones para
comer y descansar.

—¿Esa es la razón por la que no vamos a ir ahí, porque tú


eres un villano bueno para nada? —Aunque Takeyuki

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deliberadamente lo dijo para molestarlo, Zayid sólo se burló sin
verse afectado y miró a Takeyuki divertido.

—Puede ser, eso es bastante perceptivo para un niño.

—Ya te dije, ¡No soy un niño! —Takeyuki hizo pucheros,


maldiciendo a Zayid. De cualquier manera que abriera la boca
siempre era lo mismo. Quería golpear la hermosa cara de Zayid
y decirle que no se burlara de él de nuevo.

Zayid amarró a Aslan en un árbol junto al manantial, colgó


una de las bolsas en su hombro y empujó por el hombro a
Takeyuki para acercarlo al borde del manantial.

—¿Qué estás haciendo? ¡Detente, Zayid! ¡Déjame ir!

—Nunca te callas. ¿No quieres entrar al agua y limpiarte un


poco? —Las palabras de Zayid le recordaron a Takeyuki el
horrible estado en que se encontraba. Se sintió rápidamente
avergonzado y sus mejillas se colorearon. Había olvidado
completamente que llevaba tres días sin bañarse.

—Ten. —Zayid soltó el hombro de Takeyuki y le dio una


toalla.

—Nadie puede verte, ve y entra al agua.

—Bien —contestó Takeyuki, comenzando a doblegarse más


a menudo a la cruel conducta.

—Vigilaré tus pasos.

—¡Está bien! —Esta vez sus palabras fueron cortantes.


Cuando vio sobre su hombro a Zayid, éste tenía una expresión
de burla.

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La hierba a la orilla del manantial crecía hasta arriba de su
cintura. Takeyuki se quedó ahí y se desnudó, dirigiéndose al
agua sólo con la toalla. La temperatura estaba más baja de lo
que esperaba, pero realmente no estaba fría. Como él no podía
asegurar que nadie lo espiaba por algún lado, se metió al agua
hasta los hombros y buscó un lugar más profundo.

El agua se sentía mejor de lo que hubiera imaginado.


Takeyuki pronto olvidó su vergüenza y empezó a disfrutar del
baño. Era como Zayid había dicho, no había nadie alrededor.
Después de lavarse, nadó un rato. Ocasionalmente miraba a la
orilla para revisar lo que estaba haciendo Zayid.

La primera vez que lo vio llevaba de las riendas a Aslan a


una orilla y lo dejó para que bebiera agua. Mientras Aslan
bajaba la cabeza para beber, Zayid acariciaba su cuello y
cepillaba su crin. Eso mostraba lo importante que era Aslan para
él, y cuán cariñoso era con el caballo. A Takeyuki le dolió el
corazón de nuevo. Él ni siquiera me ve a mí así, pensó
melancólicamente. Incluso consideró nadar más apartado de la
orilla, pero recordó que estaba desnudo y se detuvo.

Después de nadar un tiempo volvió a ver y Aslan estaba


atado entre los árboles, comiendo hierba, mientras Zayid
permanecía bajo un árbol, leyendo un libro. ¿Qué estaría
leyendo? Takeyuki tenía curiosidad, así que nadó hacia la orilla
y salió del agua, su toalla estaba en un árbol cercano.

Antes de que pudiera alcanzar la toalla el sonido del agua


hizo que Zayid levantara la vista. Sus miradas se conectaron
porque Takeyuki estaba viendo a Zayid mientras caminaba.
Zayid tenía los ojos totalmente abiertos.

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A Takeyuki lo tomó por sorpresa y se cubrió con sus manos.
Zayid era sólo otro hombre, pero por alguna razón Takeyuki se
sintió avergonzado de que lo viera, se ruborizó y en su prisa por
tomar la toalla no prestó atención, piso mal y perdió el balance.

—Oh —rodó cayendo en el manantial. Zayid llegó hasta


Takeyuki con rápidos pasos. Takeyuki estaba ruborizado.
Rápidamente se levantó, alcanzó la toalla y se la envolvió en la
cintura.

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112
—No estoy haciendo nada, imbécil. —Su vergüenza hizo
que Takeyuki lo insultara, Zayid lo miró sorprendido.

—Eres realmente descortés —le dijo Zayid—. Tu cara es la de


un aristócrata, pero tu personalidad no combina para nada.

—Bueno, gracias por tu opinión. —Acomodando su cabello


lleno de agua hacia atrás, Takeyuki bajó la vista mientras
hablaba, quería que Zayid se alejara. No podía evitar sentirse
avergonzado como estaba, pero en lugar de dejarlo Zayid se
acercó más.

—Parece que te divertías en el agua.

Takeyuki levantó la vista hacia Zayid, sorprendido. Lo había


visto. Parecía estar atendiendo su caballo y leyendo su libro, sin
prestarle la más ligera atención a Takeyuki, pero debió verlo por
el rabillo del ojo. Estaba sorprendido.

—¿Te sientes bien? —Zayid fijó sus azules ojos en Takeyuki.

Takeyuki estaba extrañamente ruborizado, su corazón se


aceleraba y su garganta se cerraba. ¿Por qué se sentía así
cuando estaba frente a Zayid? No podía entenderlo.

Zayid retiró gentilmente el cabello de la frente de Takeyuki.

—Tu cabello se ve mucho mejor sin toda esa tierra.

Sus dedos acariciaban el cabello de Takeyuki mientras lo


decía, entonces casi por accidente recorrieron su mejilla y los
mantuvo ahí.

—Zayid…

113
—Espera.

Takeyuki quería preguntarle por qué lo tocaba de esa


manera, pero fue interrumpido inmediatamente. Zayid regresó
al árbol en donde estaba sentado un momento después. La
bolsa de piel estaba en la base del árbol, aparentemente
sirviendo de cojín. Zayid sacó una toalla y ropa de color café
con leche y se la dio a Takeyuki. Takeyuki se colgó la toalla al
hombro y desdobló la ropa. La camisa tipo safari era
aparentemente nueva, revisó la talla y encontró que era la que
normalmente compraba para sí mismo, y se preguntó por qué
Zayid tendría algo como eso con él. ¿La habría robado? De
cualquier manera tenía que elegir entre ponerse
obedientemente esa ropa limpia o usar la suya, cubierta con
sudor, arena y mugre. Era obvio cuál eligió Takeyuki después de
haberse higienizado.

Mientras Takeyuki se vestía, Zayid seguía bajo el árbol,


leyendo su libro.

—Zayid… —La voz de Takeyuki era casi tímida mientras se


acercaba al hombre.

—Toma asiento y descansa, no es muy inteligente moverse


demasiado al mediodía. —Zayid lo interrumpió sin levantar la
vista de su libro.

Takeyuki se sentó resignado al lado de Zayid en la base del


árbol. La tierra estaba fresca y cada brisa de aire era
refrescante.

—¿Qué estás leyendo?

114
—Sartre.

Takeyuki se sorprendió de que estuviera leyendo un


estimulante libro. Zayid trataba a Takeyuki como si ni siquiera
estuviera ahí, entusiastamente perdido en su libro. Takeyuki le
dirigía furtivas miradas mientras descansaba sus manos y
mentón en sus rodillas y disfrutaba la brisa a su alrededor, su
cabello casi se había secado y se movía suavemente sobre su
mejilla, se sentía agradable.

El perfil de Zayid era hermoso, sus fuertes y llenos labios, el


alto puente de su nariz y sus ojos azules, que observaban a su
prisionero. El corazón de Takeyuki repentinamente se aceleró de
nuevo. Cerró los ojos. Sintió el calor de Zayid en su brazo.

Después de un momento se sintió somnoliento, por el calor


del sol y luego de nadar Takeyuki estaba cansado, su cuerpo
entraba y salía del sueño.

—Takeyuki —creyó oír a Zayid hablándole, pero su


somnolencia era más poderosa y no contestó.

Takeyuki sintió que su cuerpo era levantado y su cuello


apoyado en algo, se sintió más cómodo y más capaz de dormir.
La intensidad del calor bajó, el sol se estaba poniendo en el
desierto de nuevo, se dio cuenta que se había dormido
apoyado en el hombro de Zayid. Se ruborizó
considerablemente.

—Lo siento, debí haberme quedado dormido. Debiste


haberme empujado.

Zayid se rió.

115
—Tu cara cuando despiertas no es nada comparada con lo
lindo que eres cuando duermes.

—¡Zayid! —Zayid estaba molestándolo de nuevo. Takeyuki


hizo pucheros y le dio la espalda a Zayid—. Yo estaba tratando
de disculparme.

—No necesitas disculparte, en lugar de eso ayuda a


preparar la comida. Una vez que llenemos nuestros estómagos
nos iremos de nuevo.

—¿Qué es lo que quieres decir con ayuda? —Takeyuki no


tenía ni idea de qué hacer. ¿Y porque debería ayudar? Esa
pregunta pareció salir de su voz también.

—Eres un malcriado, ¿cuantos días has estado


vagabundeando en el desierto?

—No he estado aquí porque quisiera.

—Esa es la actitud por la cual te atraparon los bandidos. Te


vieron lo suficientemente estúpido como para ser secuestrado.

—Discúlpame. —Takeyuki no podía permanecer calmado


después de que Zayid le había dicho estúpido en su cara. Miró
con dureza a Zayid y se enrolló las mangas de su camisa—. Yo
haré lo que se necesite hacer, sólo dime qué hay que hacer.

Las esquinas de los labios de Zayid se elevaron y sus ojos


parecieron sonreír. Takeyuki se dio cuenta inmediatamente que
había mordido el anzuelo y la frustración burbujeaba en su
interior, pero su orgullo no le permitía retirar sus palabras una vez
que las había dicho, así que ayudó a Zayid a acomodar las
piedras y prender el fuego justo como Zayid le decía.

116
CAPÍTULO SIETE

C uando dejaron el oasis y regresaron al desierto los


rayos de sol eran mucho más suaves. Habían tenido
un buen descanso y también una buena comida, así
que el caballo y los hombres habían recuperado fuerzas.
Takeyuki iba junto a Zayid en el lomo del Aslan. Veía el plano
panorama de arena y rocas, que nunca cambiaba no
importaba cuán lejos fueran, su desánimo creció.

—¿Qué hace que los Beduinos se muevan si es tan difícil


viajar?

—Quién sabe, quizás el calor y el viento del desierto agitan


la sangre de quienes han nacido aquí, y les es imposible
detenerse. —Zayid contestó con una rara seriedad.

—¿Te agrada? —Takeyuki presionó, esta vez hubo una


ligera pausa antes de que Zayid contestara.

—De vez en cuando la sangre de mis ancestros se agita y


me siento presionado a entrar en el desierto.

—Hmmm, ¿eso es así? —Takeyuki detuvo la tela roja que


protegería su cabeza de la fuerza del viento. Era difícil para
Takeyuki entender los sentimientos de Zayid sobre el desierto,
pero le era también difícil que Zayid entendiera lo mucho que
quería regresar a la ciudad. Sentía una sobrecogedora
sensación de resignación.

—¿Qué tan lejos vamos?

117
—Hasta que me sienta con deseos de detenerme. —La
respuesta de Zayid fue como siempre. Takeyuki soltó un alto
suspiro y después de eso simplemente miró al frente callado. El
silencio continuó por un largo tiempo antes de que Zayid lo
rompiera.

—¿Te asusta no saber a dónde te llevo? —La respuesta a


esa pregunta era más que obvia, así que Takeyuki selló sus labios
fuertemente, enojado e ignorándolo.

Presionándose más contra su espalda Takeyuki podía sentir


los duros músculos de Zayid, el calor de su cuerpo e incluso el
olor a almizcle de su cuerpo. Por un breve instante Takeyuki sintió
más que la usual familiaridad entre sus cuerpos, pero al final su
relación con Zayid era algo tensa. Zayid no amarraba a
Takeyuki como una pieza de la carga, lo amenazaba para
mantenerlo con él. No lo amarraba, pero incluso aunque no
estuviera limitado, Zayid podía tratarlo como quisiera. Esa
ambigua e indefinida relación enojaba a Takeyuki. Podría
preferir que Zayid lo tratara como Metahat, lo alejara
físicamente y no contestara sus preguntas. Así al menos no
experimentaría esos vagos sentimientos.

Zayid parecía absolutamente imperturbable ante el hecho


de que Takeyuki no contestara. Si Takeyuki quería quedarse
tranquilo, él lo dejaba tranquilo, y si quería estar enfurruñado, lo
dejaba enfurruñado. De esa desapasionada manera era Zayid.

Como las emociones de Zayid estaban selladas lejos,


Takeyuki miraba alrededor y nada se quedaba en su mente.
Antes de darse cuenta el sol estaba desapareciendo. El sol era
brillante y rojo y cubrió todo de naranja. Probablemente no

118
había muchos lugares en la tierra donde una persona pudiera
encontrar el panorama que él tenía al frente en el horizonte.

Takeyuki sentía la solemnidad y veía con ternura cómo el


brillante sol rojo besaba el horizonte. Gradualmente poco a
poco el astro se metió, el caballo seguía corriendo como si
pudiera atrapar al sol, llevando a los dos hombres en el lomo.

La luz rojo naranja del sol poniéndose cambió el mundo a


una paleta de pinturas mezcladas. Caqui, con púrpura, azul
profundo y muchos otros. El cambio era hermoso y atrapó la
mirada de Takeyuki. Era como si viera un gran espectáculo.

El sol desapareció. Takeyuki inmediatamente sintió frío y se


estremeció. Mientras el temblor pasaba a través de su
organismo Zayid presionó su cuerpo más cerca del de Takeyuki,
como si quisiera cubrirlo.

—Um. Zayid, ¿qué estás haciendo?

—Esto puede aumentar tu calor, pequeño

—Sí, pero… —Takeyuki trató de alejarse.

Takeyuki no podía concebir estar tan cerca de un total


extraño. Pero Zayid no parecía estar particularmente incómodo.
Estaba totalmente relajado, actuando perfectamente natural.
Parecía que Takeyuki no era el único con el corazón acelerado.

¿Quizás estoy exagerando esto?, se preguntaba


Takeyuki confundido. Quizás era demasiado consciente de
Zayid. Eso podía deberse también a que Zayid le había dicho
muchas cosas extrañas. Como preguntarle a Takeyuki sobre ser
su esposa. ¿Eso era sólo el tipo de bromas en las que Zayid se

119
especializaba? Takeyuki estaba avergonzado de su propia
ingenuidad al estar tan consciente de su propio cuerpo que se
ruborizó.

—Esta noche acamparemos fuera. —Takeyuki oyó la voz de


Zayid junto a su oído. Era profunda y fascinante, y envió un
temblor por su columna. Cada palabra golpeaba la parte de
atrás del cuello de Takeyuki con el cálido aliento. Eso hizo que el
mentón temblara, no a causa de la repulsión sino de una
extraña tensión.

Si seguía con Zayid, tarde o temprano cedería a pesar de sí


mismo. Takeyuki sentía el peligro sin una razón firme.

—Si puedes soportar eso esta noche, a cambio te dejaré


dormir en una suave cama mañana en la noche.

—¿Qué? —Las palabras de Zayid sorprendieron a Takeyuki,


quien gritó— ¡Eso quiere decir que estamos cerca de una
ciudad!

Incluso Takeyuki pudo oír la desesperación en su voz, no


podía decir si afectó a Zayid, pero por primera vez contestó a la
pregunta asintiendo. Le dijo a Takeyuki que se dirigían a la
ciudad, no importaba qué ciudad fuera, cualquiera mientras
dejaran el desierto. Takeyuki podría tratar con lo que fuera
después de todo eso. Ahí habría transporte y podría usar el
teléfono. Si se comunicaba con su hermano, Atsushi iría por él.

Su esperanza burbujeaba con fuerza con cada segundo


que pasaba.

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—¿Realmente iremos a la ciudad, Zayid? ¿Lo prometes? —El
tono de voz de Takeyuki era excitado y preguntó varias veces si
era seguro que irían.

La actitud de Zayid era distante y fría, como siempre que


respondía. Takeyuki no podía imaginar lo que pensaba.

—Iremos a la ciudad, pero todavía no decido lo que


sucederá contigo.

—¿Qué quieres decir?— El corazón de Takeyuki,


recientemente inundado de esperanza, se marchitó mientras su
expresión se nublaba ante una malvada premonición.

—Exactamente lo que dije, todavía no he dicho una


palabra acerca de dejarte ir.

—Pero Zayid… —Takeyuki trataba desesperadamente de


convencerlo—. No puedes huir conmigo por siempre. Hasta
ahora te debo gratitud por salvarme. El rey probablemente te
dé las gracias y mis padres en Japón podrían darte una
considerable recompensa. Eso sería más inteligente que hacer
algo impulsivo. ¿No estás de acuerdo?

—Desafortunadamente no voy detrás de la gratitud del rey


o de una gran recompensa. —Zayid rechazó la oferta con voz
atemorizante. Era casi como si estuviera enojado por ser
comparado con unos pequeños bandidos.

—¿A-así que eso es lo que quieres hacer? —Takeyuki


pregunto dócilmente. Zayid puso sus dedos en el mentón de
Takeyuki y levantó su cara.

121
—¡No! ¿Qué estás haciendo? —vio la cara de Zayid
directamente sobre él. La parte de atrás de la cabeza de
Takeyuki se apoyaba en el musculoso hombro de Zayid, y lo
miraba con ira.

—Eres un impetuoso tonto. —Zayid acarició los labios de


Takeyuki con su largo dedo índice. Takeyuki abrió los labios
tratando de morder el dedo de Zayid, pero lo único que logró
fue chocar sus propios dientes—. Supongo que te salvé de las
garras de los bandidos. Si hubieras seguido como el premio de
Metahat, a estas horas ya estarías en manos del jefe Azzawar, y
él disfrutaría acurrucarse mucho más. Azzawar es un cuerpo
caliente que anda por los cuarenta. Si eres afortunado, podría
tratarte como cualquier otro inválido después de un mes.

—Ya tengo suficiente de tus amenazas, Zayid. —Takeyuki


respondió ferozmente, pero no pudo detener el temblor de su
voz. Su cara probablemente estuviera pálida también.

—Hablas como grande pero tu voz está temblando. —


Predeciblemente, Zayid se burló.

—¡Cállate! —Takeyuki incluso más obstinadamente movió su


cabeza con fuerza y golpeó la mano de Zayid fuera de su
mentón—. ¡Bien! No esperaré nada de ti. Eso es lo mejor.
¡Correcto! —gritó desesperado.

Zayid contestó fríamente: —Es correcto. —Actuaba como si


fuera perfectamente obvio—. No te hagas ideas extrañas. No
voy a hacer absolutamente nada malo contigo. Si eres bueno,
un niño obediente, mis sentimientos para ti pueden

122
profundizarse. Dependiendo de cómo te comportes, puedo
decidir enviarte de regreso a tu país.

—¿Quieres decir en un año a partir de ahora, o quizás dos?


—Luchando por contener su furia Takeyuki preguntó en voz
baja.

—Ya veremos. —Zayid no le dio una respuesta clara, quizás


porque él mismo no la tenía clara en su mente, Takeyuki fue
abatido por una profunda desesperación.

Tenía que hacer algo. Tenía que escapar por sus propios
medios.

De cualquier manera no adivinaba lo que podría suceder


con él. Hasta el momento Zayid estaba interesado en satisfacer
su capricho por Takeyuki, pero si el humor de Zayid cambiaba
incluso podría vender a Takeyuki a alguien más. Como estaban
las cosas ahora, a Takeyuki le preocupaba no volver a ver el
Japón nunca más. Su corazón era una confusión.

El anterior abuso había silenciado a Takeyuki, quien se


encontraba ensimismado en sus pensamientos. Sólo el golpe de
las pezuñas de Aslan hacía eco en el silencio de la noche del
desierto. El cielo estaba lleno de estrellas.

Literalmente lleno de estrellas. Regresando a sus


pensamientos, Takeyuki levantó la vista y gimió sin pensar.
Pensaba que había visto cielos salpicados de estrellas antes,
pero era la primera vez que veía la gran extensión de la bóveda
celeste.

123
Trató de ver más directamente e inclinó la cabeza hacia
atrás, accidentalmente la cima de su cabeza golpeó el pecho
de Zayid. Reconociendo que las cosas se habían complicado
después de su pelea anterior, Takeyuki repentinamente se
sobresaltó, alejándose. En ese instante su cuerpo se bamboleó
desatinadamente.

—Aagh.

—Idiota.

Tensó su cuerpo entero esperando caer pero Zayid lo


atrapó fácilmente. Takeyuki estaba cubierto de un sudor frío. Era
difícil mantener el balance sobre el lomo del caballo y era la
segunda vez que casi se caía. Zayid debía de estar molesto.

Takeyuki se confió dócilmente al abrazo de Zayid,


enfocándose en recuperar el control de su respiración.

—Me gustaría que dejaras de sobrecargar más a Aslan. Si


pierdes el balance le haces más difícil el galope y se agota. Los
caballos no están hechos para correr grandes distancias a
través del desierto, por favor, quédate quieto, Takeyuki.

El sonido de su nombre, Takeyuki, al final de la oración,


parecía explotar de bondad y afecto. Ese pequeño detalle fue
suficiente para relajar las atormentadas emociones de Takeyuki.
Sólo un poco, pero no causó que se retractara de su decisión
de huir.

—Está bien. —Pretendió ser obediente al pedido de Zayid.


Takeyuki continúo dándole vuelta a las cosas en su cabeza.

124
Usar un caballo para recorrer el desierto no parecía tener
mucho sentido. Takeyuki recordó que Mustafá le dijo que la
gente solía usar vehículos cuatro por cuatro o camellos.
Realmente eso era lo que el pequeño grupo de Metahat había
hecho. Su pequeño y destartalado camión era de un modelo
antiguo y el sonido del motor no inspiraba confianza, pero era
fuerte y al parecer era mucho más útil de lo que parecía.

Pero a pesar de eso, la razón por la que Zayid había


decidido montar a su amado Aslan debía de ser que había
planeado perfectamente el viaje. Esa era la única razón que
Takeyuki podía imaginar. Zayid ya tenía los lugares de descanso
del caballo en la mente. Era obvio que había sido muy
cuidadoso de no presionar demasiado a Aslan. El lugar en
donde se quedarían esa noche debería estar cerca de la
ciudad.

Takeyuki estaba convencido de eso. A la mañana siguiente


Zayid saldría cuando el sol todavía estuviera bajo en el cielo
como esa mañana. Si todo salía bien Takeyuki estaba seguro de
que podrían encontrar la ciudad incluso si fueran a pie. No… él
podría encontrar la ciudad. Takeyuki hacía sus planes. No
pensaba que Zayid fuera realmente un hombre cruel, pero
estaba cansado de ser forzado a hacer cosas contra sus
deseos.

Resumiendo, Takeyuki no se sentía bien cuando le daban


constantemente órdenes. Nadie había tratado de esa manera
a Takeyuki antes. ¿Por qué había aceptado la arrogancia de
Zayid si no lo aceptaba de nadie? Solo por eso, era natural que
Takeyuki estuviera enojado y molesto.

125
Esa noche Takeyuki sería todo lo dócil que pudiera sin
despertar sospechas en Zayid, y huiría una hora antes del
amanecer. Podría moverse entonces, seguro de que Zayid
seguiría dormido. Para cuando la luz del sol brillara seguro que
Takeyuki ya estaría bien lejos. Si podía llegar lo suficientemente
cerca de la ciudad de seguro encontraría a alguien a quien
pedirle ayuda.

Considerando los recursos que tenía disponibles, los planes


de Takeyuki empezaban a crecer en detalles y empezaba a
creer que eran completamente posibles. Estaba seguro de que
todo iría bien. Takeyuki aspiró profundamente y se sintió
animado.

Al día siguiente en la noche estaría durmiendo en una suave


cama. Zayid ya lo había dicho, pero la gran diferencia era que
la cama que Takeyuki imaginaba era en la casa de su hermano,
no en un hotel, y claro, Zayid no estaría con él.

Si sólo pudiera regresar a su casa, olvidaría todo acerca de


Zayid. Takeyuki permitía que sus planes de huida siguieran
adelante. Zayid le había causado mucho dolor, pero era
también cierto que lo había tratado bien. No quería ir con la
justicia a acusar a Zayid de secuestro. Takeyuki incluso deseaba
poder darle un trabajo respetable, si solo pudiera abandonar
esa clase de vida. Zayid podría hacer todo lo que intentara.
Takeyuki quería que dejara su estilo de vida de bandido lobo
solitario y desaparecer el nombre del “Halcón del desierto”. Si
Zayid lo hacía entonces…

¿Entonces qué? Takeyuki regresó a la realidad, sacudiendo


la cabeza para aclarar las bizarras ideas que le estaban

126
llenando la mente. Qué ridículo. ¿Cómo podía pensar ni por un
momento que él y Zayid podrían ser amigos?

—Takeyuki. —La voz de Zayid interrumpió sus pensamientos y


Takeyuki sintió que podía deslizarse de la montura de nuevo, en
el momento que vio a Zayid perturbado, parecía que éste le
estuviera leyendo la mente. Y se aterró.

—S-sí —su voz se quebró, Takeyuki empezó a rezar. Por


favor, no dejes que Zayid descubra mis planes.

—Espero que no estés teniendo ideas estúpidas —dijo Zayid.

—Jesús. Ya sé. No las tengo. —Takeyuki contestó


obedientemente, pero con una amarga sensación que
lentamente llegaba a su corazón, incómodo por mentirle a
Zayid.

127
CAPÍTULO OCHO

Z ayid sacó una tienda, la extendió, y comenzó a


levantarla, explicándole a Takeyuki que sería su
recámara para esa noche. La tienda de nylon era sólo
un cuadro de veinticinco centímetros por cincuenta cuando
estaba doblada, pero una vez levantada era lo suficientemente
grande para que tres adultos se acostaran cómodamente, y
parecía de alta tecnología, capaz de resistir los fuertes vientos.

Como siempre, una vez que terminaron la cena, Takeyuki


entró en la tienda y se acostó cubriéndose con la manta hasta
la cabeza. Esperó en esa posición perfectamente tranquilo, sus
nervios se notaban por la alta tensión de sus músculos.
Naturalmente no dormiría ni un poco. Estaba preocupado
porque si se dormía, no podría despertar hasta la mañana, así
que se mantendría despierto.

Si Takeyuki perdía esa noche, probablemente no tendría


otra oportunidad. Una sensación de urgencia hormigueaba
dentro de él. Si hubiera analizado las cosas con más calma
hubiera notado que habría maneras de escapar de Zayid una
vez que llegaran a la ciudad. Pero ni siquiera se le ocurrió.
Estaba perdido en sus pensamientos acerca de escapar de
Zayid antes de que saliera el sol.

Como siempre se había dormido antes que Zayid, no sabía


cuánto tiempo se tardaría aquél en dormir. Takeyuki pretendió
dormir para oír alrededor. Luchaba con la urgencia de abrir

128
ligeramente los ojos para ver en torno, y simplemente rogó para
que se apurara.

Más o menos sabía cuándo se levantaba el sol. Takeyuki


vería que funcionara. No podría equivocarse con la hora de
dejar la tienda. El único problema era dejarla sin que Zayid lo
notara. La tienda se abría en dos lugares, estaba seguro de
dónde estaban el agua y la comida. Sentía culpa por eso, pero
tendría que llevarse una mochila, dos botellas de agua y una
caja de pan. La tienda de alta tecnología era un ejemplo de
todo lo que Zayid llevaba, como si estuviera preparado para
cualquier situación. Mustafá le había hablado acerca del
servicio militar obligatorio para todos los hombres de Cassina,
pero después de todo Zayid no parecía ser del tipo que se
enlistara voluntariamente. La imagen de un soldado desertando
porque tuvo un desacuerdo con su oficial superior, le llegó a la
mente sin razón. El pensar en Zayid no hacía nada para quitarle
esa idea.

Zayid no entró en la tienda hasta una hora después de que


Takeyuki se acostara. Se tumbó al lado de Takeyuki, quien
pretendía dormir, y con la luz de la linterna leyó durante la
siguiente media hora. Takeyuki oía cuando le daba vuelta a las
páginas de su libro. Mientras Zayid leía, parecía que
ocasionalmente miraba a Takeyuki. Acostado de lado Takeyuki
sentía la taladrante mirada en su espalda y crecía su miedo. En
esas ocasiones daba vuelta a las hojas menos frecuentemente,
así que Takeyuki sabía que no se estaba imaginando cosas.

Quizás Zayid estaba al borde esa noche. Probablemente no


confiaba que Takeyuki estuviera bien. Takeyuki estaba

129
perfectamente acostado, no movía ni un músculo, lograría
alejarse de ahí. Quería mostrarle a Zayid que era más que una
carga en la espalda. Entonces Zayid podría verlo con un nuevo
respeto. Takeyuki quería ver la cara de sorpresa de Zayid. Una
imagen de Zayid con los ojos brillantes y una falsa sonrisa flotaba
en su mente. Takeyuki podía ver su propio triunfo en esa cara. Si
a Zayid no le gustaba eso, entonces podría ir detrás de él. Y la
siguiente vez que fuera capturado, Takeyuki estaba seguro que
Zayid lo trataría como a un igual en lugar de como a un niño.

La luz de la linterna se apagó y Zayid se acostó al lado de


Takeyuki. El corazón de Takeyuki se aceleró. No. Eso estaba mal.
Si su corazón golpeaba tan salvajemente, Zayid podría notarlo.
Takeyuki luchó por calmar su corazón.

El tiempo pasó con horrible lentitud hasta que llegó la hora


en que Takeyuki decidió dejar la tienda. Varias veces pensó que
ya había pasado suficiente tiempo, que sería capaz de irse. Lo
que detenía su urgencia era el reconocer que Takeyuki no
estaba seguro si estaba subestimando al desierto. El desierto era
caliente como el infierno durante el día, pero era ferozmente frío
durante la noche.

Partir una hora antes de que el sol saliera parecía ser el


curso más inteligente en esa situación. Esa podría ser la opinión
inexperta de Takeyuki, pero la encontró convincente y se
aplaudió a sí mismo.

Podía oír la respiración tranquila de Zayid. Cuidadosamente,


escuchó los tranquilos sonidos. Ésa era la primera vez que veía a
Zayid dormir. Antes de ahora, Zayid siempre se había ido a
dormir después y despertado antes que Takeyuki. Y en dos

130
ocasiones cuando el hombre vio la cara de Takeyuki dormido,
se había reído cruelmente.

Desafortunadamente parecía que Takeyuki no tendría la


oportunidad de ver la cara de Zayid dormido, pero al menos
podía escuchar su respiración. Takeyuki casi deseó que Zayid
roncara más fuerte, pero aun dormido Zayid no mostraba
vulnerabilidad.

Después de esa noche podría no ver a Zayid de nuevo, por


alguna razón ese pensamiento llenó a Takeyuki de
remordimiento. Claro que quería alejarse de él, y regresar a su
vida normal. Pero tampoco podía negar que quería estar un
poco más con Zayid y conocerlo mejor, y en ese momento
Takeyuki pensaba que las cosas podrían ser diferentes.

¿Me estoy volviendo loco? se preguntaba. En cualquier


caso, era tiempo de irse. Ya había esperado un tiempo y era el
momento de poner en acción su plan.

Lentamente, muy lentamente, retiró la manta y se enderezó


cuidando de no hacer ruido, se apartó lo más que pudo del
cuerpo de Zayid en la oscuridad, de esa forma no lo rozaría
accidentalmente. Todo estaba bien. Zayid seguía
profundamente dormido.

Takeyuki tomó la manta y salió de la tienda gateando. Se


levantó y antes de entrar a la oscuridad de la noche vio hacia
atrás para asegurarse de que todo estaba bien una vez más, la
forma oscura se levantaba y caía nuevamente con cada
respiración, pero no había señales de agitación.

131
Ahora, pensó Takeyuki con una explosión de valor. Salió.
Todo estaba en un tono de negro. El aire frío cortaba su piel.
Takeyuki se envolvió en la manta y tomó la mochila que había
dejado al lado de la tienda mientras pretendía ayudar a Zayid
con la cena. Se colocó la tela roja que cubría su cabeza y los
preparativos estuvieron terminados.

Takeyuki lentamente se alejó, cuidando que sus pasos no


hicieran ruido. El desierto estaba envuelto en un casi doloroso
silencio, sentía que podría oír un alfiler caer. Si una luz se
prendiera en la tienda ahora, todas las cosas podrían terminar.
Zayid se pondría loco de ira contra Takeyuki por traicionarlo. Lo
atraparía y esta vez lo amarraría quitándole su libertad. Y
cambiaría de opinión sobre ir a la ciudad, y en lugar de eso
regresarían al desierto. Takeyuki estaba seguro de que él lo
haría.

Su emoción creció. Su corazón golpeaba tan rápido que


parecía que lo partiría en dos. Sus pasos palpaban el camino
una y otra vez, sosteniendo la respiración. Se presionó a
avanzar, en su necesidad de alejarse rápidamente. No pensó
que pudiera ir en la dirección equivocada. Simplemente
comenzó a caminar hacia la dirección por la que Zayid se
había dirigido. Tarde o temprano vería los edificios levantándose
sobre el horizonte. Entonces se dirigiría hacia allá. Takeyuki
estimaba que estaría a lo sumo a un día de distancia, si estaba
a tres o cuatro horas a lomo de caballo, llegaría al atardecer
incluso si caminaba lentamente. Esa era la impresión que Zayid
le había dado. Planeaba estar en la ciudad antes de que el sol
estuviera alto en el este.

132
Después de caminar varios cientos de metros, Takeyuki se
giró a ver la tienda.

Nada había cambiado, sólo la oscuridad rodeaba la


tienda. La fatiga de ese día debió atrapar a Zayid y causado
que durmiera más profundamente que lo habitual.

Takeyuki se relajó, sus pasos se hicieron más suaves,


caminaba vigorosamente manteniendo alejado el frío. Ya
estaba lo suficientemente lejos, incluso si hiciera ruido Zayid no lo
oiría.

Estaba más frío justo antes del amanecer. Takeyuki se


apretaba más fuerte en su manta mientras sus dientes
castañeaban, y caminó en la dirección que había elegido,
nunca vaciló.

Una línea del cielo en el este mostraba los primeros rayos del
amanecer, era tan brillante que no podía verla directamente.
Takeyuki bajó la cabeza viendo la oscuridad de la arena que
palidecía bajo sus pies.

¿Cuántas veces había querido ver el amanecer como


ahora? Era ciertamente hermoso, pero quería regresar a su vida
en la ciudad con urgencia. Realmente extrañaba la nublada luz
del sol a través del humo de la ciudad, en lugar de toda esta
vida tan brutal en el desierto. El tiempo había sido tan
agobiante desde que había sido secuestrado y llevado al
desierto que Takeyuki no podía creer que hubieran pasado
cuatro días. Sus nervios habían llegado al límite de su resistencia.

Cuando el sol subiera la temperatura también lo haría.


Takeyuki seguía impactado por el extremo cambio de

133
temperatura. La fría arena se calentaría como la superficie de
una sartén caliente. La blanca superficie reflejaba los rayos del
sol sin clemencia, y se calentaba tanto que casi podía oír que
ardía.

Sí, estaba caliente. La manta que le había protegido del frío


de la noche le servía ahora para protegerse de los rayos del sol.
No había mucha variedad en el desierto pero el lugar por el que
estaba caminando le parecía familiar. Rocas redondeadas sin
cima y al lado de eso nada, sólo laderas de arena. No había
nada verde en ninguna dirección, cruzó un lugar que parecía el
viejo cauce de un rio sin agua,

Takeyuki se obligaba a sí mismo a ir paso a paso sin


presionarse. Encontró la sombra de unas rocas y tomó un
descanso, bebió del agua que había llevado. Cuidó de no
beber demasiada agua y luchó contra su deseo de hacerlo.

Cada vez que descansaba bebía algo de agua y comía


algo de pan, tratando de mantener sus fuerzas, pero muy tarde
se dio cuenta que eso sólo secaba su garganta.

El sol estaba más alto y más caliente. Takeyuki sentía su


cuerpo como en el fuego. Sus pies vacilaban. Siempre a esa
hora del día ellos habían descansado a la sombra de una roca
o un árbol. Incluso Metahat y su grupo no viajaban al mediodía,
tomaban una siesta y esperaban a que el sol bajara.

Tenía que descansar, pensó demasiado tarde. Lo descubrió


en el momento en que no había ninguna protección. Takeyuki
se limpiaba la transpiración de la frente constantemente, pero
el sudor caía dentro de sus ojos.

134
Sus piernas se sentían pesadas. Cada vez más. Y se
obligaba a sí mismo a seguir adelante prácticamente
enterrando sus pies. No creía que caminar en el desierto fuera
un trabajo tan duro. No, eso no era cierto, de alguna manera se
había preparado para eso, pero no era tan fácil como había
pensado.

No subestimes el desierto. Bueno, Takeyuki


definitivamente no intentó subestimarlo.

Pero la realidad sobrepasaba sus expectativas, el desierto


que él conocía era el de las películas y fotografías, y eso era
irreconocible en la realidad. El duro calor y la crueldad del
viento que ocasionalmente lo golpeaba con fuerza levantando
arena, era imposible de subestimar hasta que lo
experimentabas. Su cuerpo, que había pasado su vida entera
en cuartos con temperaturas controladas, nunca había
anticipado esto.

Zayid realmente nunca dejó que Takeyuki bajara del lomo


de Aslan y caminara. Zayid había caminado al lado del caballo
cuando estaba preocupado por el animal y parecía fácil. Por
eso Takeyuki había asumido que podría caminar cuando se le
ocurrió escapar.

Comenzaba a tener dificultades para respirar. Quería


descansar a la sombra de una roca o un árbol. Su garganta
estaba tan seca que no podía pensar. Sólo le quedaba una
pequeña cantidad de agua, pero si la bebía ahora,
probablemente moriría de sed después.

135
Cuando la idea de muerte inundó su mente, Takeyuki se
arrepintió profundamente de lo que había hecho. Después de
todo, debió quedarse obedientemente con Zayid. Si estuviera
con Zayid nunca le hubiera sucedido esto.

Pero era demasiado tarde ahora. Sus ojos trataban de ver a


lo lejos pero no veía señales de edificios. No iba a ningún lado. El
número de rocas había disminuido y lo único que lo rodeaba
eran dunas movidas por el viento, tampoco se veía un oasis por
ningún lado, y con cada paso Takeyuki se hundía en la
desesperación.

Sus inseguros pasos levantaban nubes de arena cuando


tropezaba.

Ya había perdido el sentido de la orientación, sólo había


dado dos o tres pasos con los ojos cerrados, pero ya no podía
decir en qué dirección iba. Un temblor de terror recorrió sus
piernas y sintió miedo de morir.

Poco después Takeyuki vio una roca con forma de hongo.


Takeyuki prácticamente se arrastró hacia allá y cuando
finalmente llegó a la sombra, colapsó. El sol del mediodía era
malvado. La sombra era sólo un escape.

Bajó la mochila, que comenzaba a sentirse muy pesada en


sus hombros. Sus temblorosos dedos buscaron su botella de
agua pero sólo había dejado un trago. La idea golpeó a
Takeyuki como el golpe de un martillo en la cabeza. Se había
presionado más de lo que hubiera creído, creyendo que tenía
más agua. Su cuerpo entero temblaba ante el shock como si
tuviera fiebre por malaria.

136
—¡Zayid… Zayid! —Ayúdame. Las palabras se quedaron
atrapadas en su garganta y lo que se escapó fue un sollozo. La
mente de Takeyuki se llenó pensando en su papá, su mamá, su
hermano mayor, pero cuando pensó en Zayid, sollozó sin
lágrimas.

Una terrible sed cerraba su garganta. No quedaba ni


siquiera alguna humedad en su boca. Comenzaba a ser una
tortura incluso apoyarse contra la roca. Se acurrucó en su
manta, tocando la fresca arena con la punta de sus dedos.

Takeyuki sintió un fuerte deseo de meter un puño de arena


en su boca y en un momento más lo hubiera hecho. Pero antes
de que pudiera hacerlo la consciencia desfalleció, y no pudo
recaudar suficientes fuerzas,

—Zayid… —Una sola lágrima rodó por su mejilla y cayó en la


arena.

Takeyuki imaginó la voz tensa de Zayid diciendo su nombre,


pero estuvo seguro de que era una alucinación. Con una frágil
sonrisa en sus labios perdió la consciencia.

137
CAPÍTULO NUEVE

E l agua caía por su caliente cuerpo, bajando por la


garganta de Takeyuki. Era como si la lluvia empapara
el interior de la tierra.

Más, él quería más.

Sus labios temblaban, sin palabras, algo humedecía de


nuevo sus labios, Una lengua prácticamente empujaba el agua
dentro de su boca. Tragaba delirantemente, bebiéndolo.

—Takeyuki —oyó a alguien muy cerca, hablándole.

Sentía un ligero toque en su frente y mejillas.

—Nngh.

Takeyuki liberó un alto suspiro y abrió ligeramente sus ojos.


Los sentía como si estuvieran pegados con pegamento. Le tomó
un momento reconocer la cara frente a él.

El largo y ligeramente ondulado cabello negro, y los ojos


claros, del azul del mediterráneo. Y estaba cubierto de ropa
blanca que lo envolvía de la cabeza a la cintura.

—¿Zayid…?

—Sí, soy yo.

Takeyuki vio esos atractivos y llenos labios decir esas


palabras y halló el sonido de la voz en sus oídos. Pero no podía
ser. Takeyuki se había desmayado. Era un sueño.

138
—¿Es esto un sueño o una alucinación? Zayid no pudo
haber venido a rescatarme.

—Qué amorosas cosas dices. —Zayid frunció el ceño a


Takeyuki.

Pero si es mi sueño, él debería de ser más


agradable. Takeyuki frunció el ceño.

—Ya veo que sigues siendo rudo conmigo, a pesar de ser mi


sueño.

—Suficiente. Quédate callado ahora. Te agotarás si sigues


hablando. Todavía necesitas más agua. Si querías ir a caminar
por el desierto, era preferible hacerlo cuando hubieras
aprendido un poco más sobre cómo hacer esto.

En ese momento Takeyuki finalmente estuvo consciente del


todo.

—¿Eres… realmente Zayid?

—Takeyuki —Zayid lo vio completamente frustrado, pero


incluso mientras lo veía, había alegría en los profundos ojos
azules.

Él estaba preocupado por mí, él vino a buscarme.


Takeyuki difícilmente podía creerlo. Pero cuando vio la cara de
Zayid algo realmente visceral fluyó en su interior. El corazón de
Takeyuki se animó más que nunca antes.

—¿No estoy muerto?

139
—Si huyes de mí, ordenaré tu muerte. Siento haberte
decepcionado. —La voz de Zayid estaba llena de sarcasmo, y
al considerar sus palabras no estaba seguro que fueran gentiles
del todo. Pero levantaba la parte superior del cuerpo de
Takeyuki sosteniéndolo con más fuerza de la habitual. Takeyuki
comenzó a recordar la suave y cálida sensación que todavía
hacía eco en sus húmedos labios y el agua que Zayid había
llevado a su interior.

—Me… me gustaría algo más de agua. —Takeyuki cerró los


ojos en invitación. No quería que Zayid lo alejara de él,
diciéndole que bebiera de una taza ahora que había
recuperado la consciencia. No podía evitarlo, quería sentirse
acurrucado un poco más. También quería saber lo que se sentía
recibir el agua de la boca de Zayid estando consciente.

Zayid suspiró aliviado, y sin abuso o malicia, tomó un trago


de agua y presionó sus labios en la boca de Takeyuki.

Oh. Takeyuki arqueó el cabeza, algo adormecido. Casi


gritó, pero sus labios estaban sellados tan fuertemente que le
quitaban el aliento. La fría lengua de Zayid hacía palanca para
abrirse entre sus labios, el agua fluía hacia él. Takeyuki tragó
delirantemente, devorando esa pequeña cantidad de agua. El
agua desapareció pero los labios de Zayid permanecieron.

Takeyuki no quería que se alejara, pero tampoco tocó la


lengua de Zayid.

—Yo-yo nunca… —Yo nunca he besado a alguien de


esta forma antes. Eso era como pequeñas explosiones
estallando dentro de su cabeza.

140
—Eres terrible. —Zayid chupaba la lengua de Takeyuki casi
dolorosamente y lo abrazaba, apretando fuerte. Entonces dejó
sus labios y se apartó.

Takeyuki veía a Zayid en un suave estupor, sus brazos


estaban debajo de la manta, desafortunadamente, y no podía
sacarlos. Pero si hubiera podido, Takeyuki se hubiera colgado de
Zayid.

—Bien, eso fue una linda diversión, pero se terminó. Tenemos


que movernos más al norte ahora.

—¿Por qué? —el cielo ya estaba oscuro.

Takeyuki pensaba que era mejor quedarse ahí, pero Zayid


sacudía su cabeza firmemente.

—Hay un sistema de baja presión que viene para acá.

—¿Qué?

Ciertamente los sistemas de baja presión se desarrollaban


durante la primavera, pero Takeyuki no podía entender por qué
Zayid tenía esa seria expresión.

Zayid levantó a Takeyuki como si no pesara nada y lo puso


de pie. El eco de sus besos no hacía nada para desvanecer la
bruma en la cabeza de Takeyuki. Cuando Zayid lo llevaba en
sus fuertes brazos, sintió un dulce dolor atravesándolo. Takeyuki
quería quedarse de esa forma por siempre. Así como se sentía.
Takeyuki se ruborizó abochornado.

Había un camello en la sombra, al otro lado de la roca.


Zayid dio grandes y decididos pasos sobre la arena hacia él.

141
—¿Dónde está Aslan?

—No iba a matar a Aslan sólo para salvarte. Lo traje hasta


aquí con la intención de devolverlo a la ciudad hoy, y ajusté el
trabajo para que se ajustara a mi plan. Él no tiene la suficiente
fuerza como para ir detrás de un tonto que vagabundea por el
desierto sin tener la más mínima idea de que se estaba alejando
de la ciudad de nuevo, y luego regresar con dos personas en su
lomo. Si le hubiera hecho eso a Aslan, habría cometido un error
y se hubiera muerto en el camino.

La seria expresión de Zayid taladraba el corazón de


Takeyuki. No estaba mintiendo o bromeando, ésa era la
crueldad del desierto. Takeyuki se arrepintió de su propia e
increíble ingenuidad. Su ignorancia tan temeraria lo hizo
temblar.

—Lo siento… lo siento, Zayid. —Las lágrimas fluían de


Takeyuki, incontenibles.

—Llorar de esa forma no es bueno ahora. Debiste ser bueno


y escucharme desde un principio. Aslan probablemente ya está
en la ciudad ahora, con el comerciante que me dejó su
camello. Nosotros deberíamos estar en una confortable cama
ahora. Aprende tu lección y ni siquiera pienses en huir nunca de
mí de nuevo. ¿Correcto?

142
143
Takeyuki asintió sin decir una palabra, aceptando la
sostenida mirada de Zayid con un brillo en sus ojos. Zayid soltó un
profundo suspiro.

—Un camello es más difícil de montar que un caballo,


sostente fuerte de mí si no quieres caerte —Zayid lo dejó en el
suelo.

El camello dobló sus cuatro patas quedando en la arena.


Tenía largas pestañas, amable apariencia y lindo pelo, ya
cargaba con bolsas y alforjas, todo preparado para completar
el viaje.

—Yo voy a ir al frente. Lo que tú harás es sostenerte muy


bien de mi cintura. Cuando el camello se ponga de pie, él va a
empezar con sus patas traseras. Aunque sientas que te vas a
caer, sólo sostente de mí y no te preocupes, no te caerás.
¿Entiendes?

—Sí. —Takeyuki asintió dócilmente.

Él montó a horcajadas detrás de Zayid, repentinamente el


camello se levantó con las patas traseras y se puso de pie. Si
Takeyuki no hubiera estado preparado para eso,
probablemente habría gritado, sorprendido.

Una vez que el camello se puso de pie, ellos estaban más


altos de lo que Takeyuki hubiera esperado. Estaba aterrado de
caerse, así que envolvió ambos brazos alrededor de las caderas
de Zayid y se sostuvo fuerte, el camello empezó a caminar.

Takeyuki apoyó su mejilla en la espalda de Zayid y se


disculpó de nuevo, seriamente.

144
—Lo siento, Zayid… Gracias por venir por mí. Me alegra que
lo hayas hecho

Zayid no contestó pero cubrió la mano de Takeyuki y la


apretó firmemente. Me alegra que estés a salvo, pareció
decir. Algo cálido y tranquilo llenó el corazón de Takeyuki y sus
ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. Él nunca había llorado
como un bebé antes. Eso era vergonzoso, pero sus lágrimas no
se detenían.

Montar en camello era incómodo, eso mantenía los dientes


de Takeyuki al límite. Pero sabía muy bien que no tenía ningún
derecho a quejarse, así que aguantó en silencio. Avanzaron
correctamente mientras Zayid veía las estrellas en el cielo
nocturno.

Zayid le dijo a Takeyuki que la razón por la que tenían prisa


era que el khamsin se aproximaba. Aparentemente Zayid había
decidido evitar dejar a Takeyuki en la oscuridad acerca de
todas las cosas. Probablemente sólo lo hacía porque la situación
era más complicada.

—¿Qué es un khamsin?

—Es “tormenta de arena” en árabe.

—¿Tormenta de arena? —Takeyuki abrió más los ojos.

¿Qué tanto podrían soportar si eran atrapados por una


tormenta de arena en el desierto? Sólo pensar acerca de eso
aterró a Takeyuki. Su cuerpo entero tembló justo ahora, si
hubiera seguido vagabundeando en el desierto Takeyuki

145
probablemente hubiera muerto, y su cuerpo enterrado en la
arena, perdido para siempre.

—Nos resguardaremos en el escondite al que te llevé la


primera noche. Las señales de la tormenta de arena están lejos
por ahora. ¿Sientes la fuerza del viento?

Realmente la sentía. Takeyuki se mordió el labio y se agarró


más fuerte de Zayid, presionándose contra su espalda, estaba
asustado. Zayid parecía el único del que podía depender y se
aferraría a él.

—No tengas miedo. —Finalmente Zayid dijo algo que


aligeró su corazón.

Takeyuki vio el familiar grupo de rocas levantándose en el


cielo de la noche.

—No puedo creer que haya regresado aquí de nuevo. —


Takeyuki estaba en choque. Había estado caminando en una
dirección completamente equivocada.

—Haz de haber batallado mucho para encontrarme. —Una


inocente pregunta llego a sus labios—. ¿Cómo lo hiciste?

Zayid no tenía claro cómo contestar a eso, así que desvió la


pregunta. —Bueno, tú sabes, oí tu voz gritándome y llorando. O
quizás ya hay lazos inquebrantables entre nosotros y Dios me
guió hacia ti.

—Eres un tonto. —Por alguna razón Takeyuki se sintió


avergonzado y bajó la mirada.

146
Podía sentir el calor del cuerpo de Zayid en su mejilla. Se
alegraba de estar vivo. Takeyuki le agradecía fervientemente
por eso.

Llegaron al escondite, Zayid hizo que Takeyuki cargara las


mochilas que desató del camello, y que entrara, él iría a dejar al
camello protegido en una cueva cercana y regresaría.

Por el aullido del viento estaba claro que la tormenta se


acercaba. Si hubieran tardado un poco más en llegar, ambos y
el camello hubieran quedado abandonados a su suerte en la
mitad del desierto. La tensión recorrió la espalda de Takeyuki.

—Cuídate y regresa lo más pronto que puedas.

—Lo haré, no te preocupes. —Zayid contestó amablemente.


Tomó a Takeyuki por los hombros y le dio un ligero beso en los
labios, entonces presionó suavemente entrando.

Mientras Takeyuki se quedaba en blanco a causa de la


sorpresa, la arena empezó a ser levantada por el viento. El
camello bramó, también estaba asustado con el cambio del
clima.

Angustiado y con el corazón acelerado, Takeyuki entró al


escondite y encendió un fuego en la pila de madera seca con
unos cerrillos, como había visto hacer a Zayid. Zayid le había
enseñado cómo e incluso Takeyuki podía hacer eso.

Esperó tranquilándose, rezando. Veinte minutos después


Zayid finalmente regresó, su ropa estaba cubierta de arena. El
fuerte viento había desordenado la blanca tela que cubría su

147
cabeza, y cuando la sacudió, granos de arena cayeron al
suelo. Zayid estaba perfectamente calmado.

—¿Quieres algo de café?

—Bien.

Realmente Takeyuki quería saber más sobre las tormentas


de arena, pero Zayid estaba tan perfectamente sereno y
calmado que Takeyuki trató de no pensar más en eso. Zayid
conocía el desierto bien. Lo menos que Takeyuki podía hacer
era no fatigar más a Zayid.

—Amarré al camello en una cueva. El animal estaba


nervioso, así que me quedé un momento. No te sentiste solo ni
lloraste mientras no estaba, ¿verdad?

—No soy un llorón —Takeyuki gritó enojado, y Zayid se rió


satisfecho y asintiendo.

—Así es, buen niño, e incluso prendiste fuego para nosotros.


—Palmeó la cabeza de Takeyuki.

Takeyuki estaba envuelto en expansivos sentimientos de


felicidad. Una idea repentinamente se le ocurrió. Podría
realmente no ser tan malo vagar por el desierto con Zayid,
molestándose uno al otro como ahora.

Se sentaron frente al fuego, Zayid tomó una olla especial


para café turco llamada cezve, le agregó agua, café y azúcar,
y la dejó en el fuego.

—Esto se calienta lentamente y le da un mejor sabor al


café.

148
Takeyuki asintió interesado, viendo lo que Zayid hacía con
fascinación. Mientras esperaba que el agua hirviera, Zayid
revolvía el contenido de la cezve ocasionalmente, hasta que el
café empezó a burbujear dentro de la olla y la retiró del fuego.
Sirvió café en dos tazas.

—Ten cuidado, está caliente. Bébelo cuando los granos de


café se queden en el fondo, entonces tomas de la parte
superior. ¿Entiendes?

—Sí, Mustafá me explicó cuando fuimos a una cafetería en


la ciudad. —El nombre de Mustafá salió de su boca con toda
naturalidad, se quedó con la boca abierta y torpemente bajó la
mirada. Pensó que Zayid no querría oír de su vida antes de su
encuentro.

Pero aparentemente sus miedos eran infundados. Moviendo


su café para que se enfriara, Zayid preguntó tranquilamente: —
¿Quién es Mustafá?

—Es un hombre originario de Cassina, que trabaja en la


embajada japonesa. Es muy inteligente, agradable, y sensato,
pero no lo escuché y entré solo al mercado, y fue ahí donde los
bandidos me atraparon.

—Ya veo. —Zayid miró a Takeyuki burlón.

Las maderas en el fuego arrojaban chispas. Las chispas


cayeron cerca de Takeyuki, rápidamente se movió hacia atrás,
sorprendido. Eso lo acercó a Zayid, pero Takeyuki no se separó.

—¿Qué tan viejo es Mustafá?

149
—Um. —Takeyuki inclinó la cabeza preguntándose cómo
contestar. No estaba seguro de saberlo, pero recordó cómo le
había contestado—. Oh… Él dice que tiene la misma edad del
príncipe Ashif. —Takeyuki contestó tomando un trago de la
parte superior de su café turco.

El fuerte sabor se distribuyó por su boca, el caliente líquido


llegó a su estómago y se sintió aliviado, dándole la sensación de
estar vivo de nuevo. Era extremadamente afortunado por no
haber muerto en la salvaje tierra. Takeyuki ahora sabía que no
era tan indiferente a lo que lo rodeaba y hubiera sido terrible
morir sin haber experimentado el amor.

—Creo que el príncipe Ashif cumple veintiséis este año —


dijo Zayid desinteresadamente.

—¿Qué edad tienes? —Takeyuki No estaba interesado en el


príncipe Ashif o en Mustafá, pero sí en Zayid.

—¿Cómo me veo?

Cada vez que ellos tocaban algo realmente importante


Zayid era evasivo. Justo como siempre, no contestaba
preguntas sobre él mismo. Eso frustraba a Takeyuki y lo hacía
enojar.

—Por lo que sé tú podrías tener cuatro esposas, diez hijos y


vivir en una extensa, lujosa y gran mansión en las afueras de la
ciudad, con valiosos tesoros de todo el dinero que le has
embaucado a la gente.

150
—Tienes una gran imaginación, valiosos tesoros, ¿qué siglo
crees que es éste? No has superado la edad de “Las Noches de
Arabia”, ¿verdad?

—Aquí… aquí estás de nuevo. —Takeyuki sintió ponerse más


rojo que una langosta hirviendo. Sus mejillas ardían, y no era
porque estuviera sentado junto al fuego.

—Desafortunadamente —Zayid vio a Takeyuki por la orilla


de su tasa—, ya no tengo esa responsabilidad.

Su voz era tranquila y calmada, pero sus palabras


mostraban un poco de emoción.

—Ey… —Takeyuki trató con algo nuevo. Mantuvo su cara


hacia el fuego para evitar la vergüenza. Pero todavía sentía los
lóbulos de sus orejas quemando. Tenía que tomar el valor y la
determinación para decir esto—. Sabes, que si quiero, podría…
quedarme aquí, contigo.

Zayid se congeló.

—¿Qué es lo que quieres decir? —En contraste con un


momento antes su voz sonaba sorprendida y precavida. Su tono
parecía amonestar a Takeyuki por decir impertinencias.

—Sólo pensé en dejar mi vida actual por un poco de


diversión.

—¿Diversión? No has aprendido a tenerle miedo al desierto.

—Lo tengo, ¡demasiado! —Takeyuki contestó honestamente


girándose hacia Zayid, quien empezaba a oírse colérico—. Lo
aprendí, Zayid. Estoy avergonzado de subestimar al desierto tan

151
mal. Lo que quiero decir no es que me quiera quedar en el
desierto para siempre, pero… um… quiero quedarme contigo.

—Y que es tan superficial. —Los ojos de Zayid estaban


pintados de incredulidad.

Takeyuki tragó audiblemente, dejó la taza vacía en la arena


entre ellos y se giró completamente frente a Zayid.

—No sé por qué —su voz llena de vergüenza.

Takeyuki parpadeó rápidamente. Estaba extraordinaria y


torpemente exponiéndose a la mirada de Zayid. Era la primera
vez que hablaba con otro hombre sobre sentimientos como
esos. Takeyuki estaba actuando tan extraño que no se
reconocía a sí mismo.

—Takeyuki. —Después de un corto silencio, Zayid se puso de


pie y empezó a caminar a la entrada de la cueva.

—¡A dónde vas, Zayid! —Takeyuki se levantó también.

Pero Zayid le ordenó que se quedara donde estaba, su voz


no permitía argumentos, y Takeyuki se sentó sin discutir, incluso
sin saber por qué. El poderoso señorío, la abrumadora autoridad
que manifestaba Zayid en extraños momentos como ese, era
difícil de resistir.

—Gírate hacia el fuego. Estás exhausto por tu pequeña


escapada de hoy, quédate justo donde estás.

Queriendo discutir pero completamente incapaz de


hacerlo, Takeyuki obedeció la orden de Zayid y vio a las chispas
danzar en el fuego. Pero escuchaba cuidadosamente.

152
A espaldas de Takeyuki, Zayid hablaba en voz baja.

—Lo siento, mis bromas fueron demasiado lejos, no creí que


te tomaras en serio lo de que te desposaría. Sólo lo dije para
molestarte. No hay ningún profundo significado en eso.

Takeyuki no tenía idea de por qué decía eso, así que se


quedó en silencio, mordiéndose suavemente el labio inferior.

—Eres el hijo de un hombre rico del Japón, ¿no es así?


Tenías escolta de la embajada contigo, así que yo supongo que
tienes una relación cercana con el emperador.

—No, para nada. —Takeyuki contestó vagamente. Ellos


habían estado ligeramente relacionados cinco generaciones
atrás, pero Zayid no necesitaba saberlo.

—Bueno, tú sigues siendo un ingenuo y mimado niño rico de


cualquier modo. Yo no debería haberte molestado.

Era todo una broma, Zayid no tenía el más mínimo interés en


Takeyuki. Básicamente había dicho eso. Su apasionado beso
había sido sólo un impulso. Nada más que una extensión de los
esfuerzos de Zayid por salvar la vida de Takeyuki desde el
principio. Eso era lo que estaba diciendo. Incluso el beso que
compartieron cuando llegaron al escondite la primera vez no
tenía significado. Él estaba negando todo lo que ellos habían
compartido.

Los hombros de Takeyuki cayeron.

—Ya veo. —La voz de Takeyuki era seria.

153
—Lo siento si te confundí. —Zayid se disculpaba también en
un solemne tono—. Se oye que el viento ha disminuido, voy a
revisar al camello.

—¡Zayid! —Takeyuki se giró justo en el momento en que


Zayid atravesaba el pasillo de salida.

Takeyuki estaba en conflicto. Cómo debería saludar a Zayid


cuando regresara. Estaba bien seguro de que Zayid aceptaría
su oferta, pero aparentemente en el último momento Takeyuki
había comenzado a ser una carga para él. Quizás Zayid había
perdido el valor cuando descubrió que Takeyuki era de una
antigua familia de dinero. Pero eso era tan improbable. Como si
el hombre que mantenía a Takeyuki a su merced con su
atrevida arrogancia, al final pudiera preocuparse por algo
como eso. Takeyuki simplemente no podía aceptarlo tan
fácilmente. No lo entendía.

Se acostó en la alfombra sobre la arena y cerró los ojos. La


cara de Zayid inmediatamente llegó a su mente. Takeyuki sintió
una opresión en el pecho y se llenó de una dulce y amarga
sensación.

—Eres un idiota. Yo no estaba bromeando. ¡Imbécil!

Takeyuki tomó un puño de arena y lo lanzó contra la pared,


lo hizo una y otra vez antes de comenzar a llorar de amargura y
furia. Algo estaba seriamente equivocado con sus conductos
lagrimales esa noche. Nunca había llorado tantas veces en un
día.

Takeyuki lloraba y lanzaba arena a la pared, pronto sus


brazos se sintieron agotados y sintió sueño. Su brazo cayó a su

154
lado salpicando arena sobre su cabello. Justo cuando su
cuerpo estaba cayendo por la fatiga, Takeyuki oyó que alguien
llegaba y empezó a despertar.

Zayid había regresado. —¿Qué haría contigo aquí?


¿Honestamente? Su aliento estaba exasperantemente cerca
del oído de Takeyuki. Takeyuki cerró los ojos, estaba demasiado
avergonzado para ver la cara de Zayid en ese momento.

Zayid aparentemente creía que Takeyuki estaba realmente


dormido. Retiró la arena del cabello de Takeyuki con sus suaves
dedos. Y Takeyuki sintió que Zayid estuvo viéndolo dormir,
durante un momento.

Takeyuki se sentía insoportablemente nervioso y casi abrió


los ojos para mostrarle a Zayid que estaba despierto, pero antes
de que pudiera hacerlo, repentinamente sintió que se
acercaba a su cara y antes de darse cuenta sintió un beso en
sus labios. El beso solo duró un momento y Zayid se retiró, pero el
corazón de Takeyuki estaba destruido como si una bomba
hubiera caído en su interior.

¿Qué era eso? ¿Qué significaba? Takeyuki no lo sabía, él no


entendía ni una sola cosa de los sentimientos de Zayid. Mientras
esos pensamientos giraban en su mente, realmente se estaba
quedando dormido, incapaz de seguir enfocándose en esos
pensamientos.

Quizás las cosas serían diferentes por la mañana.

No… probablemente nada cambiaria. Eso fue lo último


que pensó.

155
CAPÍTULO DIEZ

C onsiderando que Takeyuki se había agotado el día


anterior, Zayid no podría culparlo del todo. Cuando
salió de la cueva esa mañana, la tormenta de arena
había terminado y el cielo estaba claro sobre sus cabezas. Al
parecer ese día sería caliente, demasiado.

Tan pronto como terminaron su desayuno, subieron al


camello y salieron. Zayid dijo que esta vez no irían al oasis.
Incluso desde que se despertaron y vieron al otro, Zayid había
estado más tranquilo que de costumbre, y esas directas
palabras eran las únicas que había pronunciado. Zayid estaba
furiosamente callado, pero realmente no estaba enojado. Algo
parecía estar desgarrando su corazón y estaba ocupado
pensando. Así que él no podía molestarlo por nada. Esa era la
impresión que Takeyuki tenía.

Sosteniéndose con ambas manos de la cintura de Zayid,


mientras incómodamente se mecían en el camello,
atravesaban el ardiente desierto. Esta vez era claro incluso para
Takeyuki que Zayid se dirigía a la ciudad. Cuando llegaran quizá
podría llevar a Takeyuki a la embajada de Japón. Takeyuki se
sentía más seguro con esa esperanza.

Normalmente no debería necesitar esperanza para algo


como eso. La depresión, impaciencia y desolación de Takeyuki
iban en aumento.

156
La noche anterior Takeyuki había logrado tener valor y
hablar sobre sus sentimientos a Zayid, pero él le había
contestado “no”. Cada vez que Takeyuki le hablaba a Zayid
éste se sentía extrañamente incómodo y los sentimientos
pasados lo atravesaban. Zayid había capturado a Takeyuki
primero, pero ya no tenía intención, como al principio, de
reclamarlo como su propiedad. Desde el momento en que
Takeyuki le dijera que quería estar con él, Zayid se mostraba
aturdido, como si se hubiera asustado de las cosas que había
hecho, y hablaba como si quisiera olvidar todo lo sucedido
entre ellos. Takeyuki estaba decepcionado, quería maldecir a
Zayid por su cobardía.

Quizás Zayid pensaba que las palabras de Takeyuki de la


pasada noche se debían a una locura temporal. Ciertamente
sucedieron inmediatamente después de que Takeyuki sobrevivió
a su encuentro con la muerte. Así que era difícil considerar que
Takeyuki estuviera en control de su mente. Él había conocido el
real miedo a morir y en ese momento Zayid era lo único en el
mundo en lo que podía confiar. Eso intensificó sus sentimientos y
lo empujó a hacer la declaración de que quería estar con
Zayid. Takeyuki no podía negarlo.

Sólo que él realmente había querido decirlo.

El corazón de Takeyuki punzaba de desolación. Sentía, con


cada paso del camello, más y más cerca el momento de su
separación de Zayid. Su hermano y cuñada estarían
esperándolo cuando llegara a la ciudad. Ellos debían estar muy
preocupados. Y Mustafá posiblemente hubiera sido atacado
por todos debido a su falla.

157
Cuando dejó que las imágenes de lo sucedido llegaran a su
mente, Takeyuki dolorosamente reconoció cuán imposible era
permanecer con Zayid en la realidad. Si sus padres se habían
enterado del incidente, estarían volando desde Japón a
Cassina, y la situación estaría peor. Podía imaginar que el
secuestro de una persona japonesa podría causar un incidente
internacional. El efímero capricho de Takeyuki podría imponer
una pesada carga a todo tipo de personas. Zayid era
importante para él, pero antes de que pudiera angustiarse por
eso su primera preocupación era cuidar de todo lo demás.

Pasaron el sol del mediodía a la sombra de unas rocas,


cuando la temperatura bajó ligeramente volvieron a salir.

Mientras avanzaban, la conversación entre ellos era la


mínima necesaria. Ambos estaban atrapados en sus propios
pensamientos. Y a pesar del silencio ninguno parecía tener
tiempo para preocuparse por eso. Era un diferente tipo de
silencio que los compelía a permanecer callados.

El sol se metió y la noche regresó al desierto. Zayid detuvo el


camello antes de lo usual.

—Dormiremos aquí esta noche.

Habían pasado horas desde la última vez que le hablara, y


el corazón de Takeyuki se aceleró, sólo con oír la ruda e
imperiosa voz de Zayid. Sabía que era extraño pero no podía
hacer nada por evitarlo. Ambos eran hombres. Pero estaba
inapropiadamente consciente de Zayid. Takeyuki nunca antes
en su vida se había sentido de esa forma.

158
—¿Qué está mal? —Frunciendo el ceño, Zayid veía a
Takeyuki, quien miraba al firmamento en ese momento.

—Oh… No es nada, lo siento.

Mientras crecía fuertemente con cada momento la certeza


de que el tiempo de su separación se acercaba, Takeyuki se
sentía molesto consigo mismo por su ineptitud y vergüenza.
Sabía que debía hablar con Zayid acerca de las cosas mientras
todavía tenían oportunidad, pero cuando realmente lo tenía de
frente su mente se quedaba en blanco y no se le ocurría nada.

Nunca imaginó que podría ser de esa forma. El miedo, la ira,


y la incertidumbre que sintiera la noche que Zayid lo había
capturado, ahora parecía un sueño. Pero si realmente pensaba
sobre eso, profundamente desde el centro de su corazón, sabía
que se había sentido intrigado por Zayid desde la primera vez
que le hablara en el avión. Tenía que admitir que se sintió
atraído por Zayid.

—Debe haber algunas ramas secas entre aquellas rocas, ve


y consigue algunas —ordenó Zayid dándole a Takeyuki una
linterna de bolsillo.

Takeyuki caminó en la dirección que se le había dicho. Las


redondeadas piedras calizas estaban a unos cincuenta metros.
Takeyuki deseó haber colocado la tienda más cerca de las
rocas. No sería tan infantil para decir que estaba asustado de
caminar solo en la oscuridad, pero se sentía incómodo por
alguna razón.

159
Iluminando la arena con la lámpara de bolsillo, Takeyuki
encontraba las ramas que Zayid le había pedido. Sabía que esa
noche sería la última que pasarían junto al fuego.

Takeyuki recolectó tantas como pudo llevar en sus brazos.


Preocupado por dejar que el fuego ardiera tanto como pudiera
lograr con eso. Enfocado en su trabajo, Takeyuki no notó que
alguien estaba detrás de él.

Cuando se agachó a levantar una rama de madera, vio


por entre sus piernas unas oscuras botas. Se puso de pie
sorprendido y se giró.

—¿Qué estás haciendo? ¡Déjame! ¡Déjame! —Luchó


desesperadamente dejando caer todas las ramas—. ¡Suéltame!
¡Déjame!

Esa era la tercera vez que era secuestrado. ¿Por qué seguía
sucediéndole? Takeyuki quería gritar y maldecir a la persona.
Esto es una locura, pensó. Cómo se supone que voy a
tratar con alguien si ignoro lo que quiere. Una intensa
rebelión hizo explosión en su corazón. Trató de luchar más fuerte
de lo que hubiera hecho antes, pero la persona era
asombrosamente fuerte y Takeyuki no logró liberarse. El hombre
no era más alto pero detuvo la lucha de Takeyuki como
experto, y lo contuvo.

—Zayid, Zayiiid —gritó pidiendo ayuda tan fuerte como


pudo mientras era arrastrado. Sabía que Zayid podría salvarlo.
Debía ser capaz de oírlo. Gritó de nuevo, creyéndolo—. Ayuda,
estoy siendo secuestrado, ¡Za… ngh!

160
Repentinamente su boca fue cubierta por una mano con
guante de piel.

—¡Mmf! —No podía hablar.

Takeyuki movía su cabeza adelante y atrás, luchando


desesperadamente. ¡No, eso era horrible! ¡Zayid!

Pero Zayid nunca llegó, fuertemente asido fue arrastrado


lejos. Había un jeep en las sombras de las rocas. Pudo ver que
había otro cómplice sentado en el asiento del conductor.

Fue empujado en el asiento trasero, su resistencia


completamente inservible, y su secuestrador entró detrás de él.

—¡Muévete! —El hombre le ordenó al conductor mientras


cerraba la puerta.

El motor del jeep rugió inmediatamente y el automóvil


avanzó, las llantas apenas hacían ruido en la arena. El cuerpo
de Takeyuki fue presionado con fuerza contra el respaldo.

Rehusándose a rendirse, Takeyuki sacó la cabeza por la


ventanilla del jeep y comenzó a gritar pidiendo ayuda. El
hombre tomó sus hombros y lo jaló de nuevo al interior.

—Takeyuki —la voz le resultó familiar.

Se giró sorprendido y vio la cara de Mustafá, el árabe


miembro del personal de la embajada. Sus ojos se abrieron más,
asombrado.

—Mustafá, ¿cómo tú…?

161
—Takeyuki —Mustafá envolvió sus brazos alrededor de
Takeyuki una vez más.

—Estoy tan feliz de que estés a salvo. Tan, tan feliz.

—Mustafá…

La voz de Mustafá temblaba, Takeyuki sintió una opresión en


su pecho, encontró que era imposible hablar sin balbucear.
Nunca imaginó que Mustafá lo rescataría. Sus pensamientos
eran un caos debido a la sorpresa, la alegría y el alivio. La
vergüenza por los problemas que le había causado a la gente, y
el dolor de haber sido forzado a dejar a Zayid, sin siquiera
decirle adiós, brotaba en su interior.

—Lo siento. Siento haberte preocupado, fui muy estúpido y


lo siento. —Takeyuki se disculpaba con los ojos llenos de
lágrimas. Mustafá sacudía su cabeza una y otra vez, mostrando
sus dientes en una gran sonrisa y sus ojos también llenos de
lágrimas.

—¿Estás bien? ¿No te lastimaron? —Mustafá preguntó


viéndolo a la cara, se quitó los guantes y acunó la cara de
Takeyuki con ambas manos, acariciándolo. Takeyuki,
avergonzado, bajó la mirada.

—El cónsul, su esposa y el embajador han estado muy


preocupados. Debes prepararte para el regaño.

—Sí... fue mi culpa. ¿Alguien vino del Japón?

—No. Tu hermano juzgó que era mejor no decir nada


durante un tiempo. Debíamos ser capaces de dar contigo esta

162
noche, si teníamos suerte, no había necesidad de causarle
preocupaciones a tus padres.

La respuesta de Mustafá alivió a Takeyuki. Su hermano era


tan sensato, que tendría que agradecerle por eso.

—Todavía no sé cómo me encontraron.

—Bueno —Mustafá sonrió significativamente—, envié a un


ladrón a atrapar a los ladrones.

Takeyuki no lo entendió, pero dudó que Mustafá le


explicara si preguntaba, así que selló sus labios.

—¿Te maltrataron? —Mustafá preguntó de nuevo. Takeyuki


sentía que Mustafá había detectado lo difícil que había sido
para Takeyuki dejar al hombre que lo secuestró, y se sintió
extrañamente avergonzado.

—No… de hecho él me salvo cuando huí adentrándome en


el desierto, sin pensar.

—Oh, ¿en serio?

—Ese hombre no fue quien me secuestró ese día.

—Lo sé. Nosotros interrogamos a los bandidos que te


secuestraron en el mercado. Ellos pretendían no saber nada,
pero una vez que lo aceptaron, dijeron que alguien te robó de
ellos.

—Él me iba a llevar a la embajada mañana, así que por


favor…

163
—No te preocupes —Mustafá dijo confidencialmente,
aliviando las preocupaciones de Takeyuki—. Nadie cuestiona su
inocencia.

—Bien —Takeyuki suspiró aliviado y los inteligentes ojos de


Mustafá lo vieron directamente—. Al parecer el “Halcón del
Desierto” atrapó más de lo que negoció en esta ocasión.

Takeyuki lo miró sorprendido. Él podía ver las luces de la


ciudad sobre los camuflados hombros del soldado que
conducía, había pasado mucho tiempo desde que viera las
luces artificiales de la ciudad.

Takeyuki finalmente sintió la realidad del hecho de que


llegaba a casa, y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
Después de todo, la metrópoli era un lugar más reconfortante.
Al entrar a la ciudad el paisaje urbano le resultó familiar.
Takeyuki realmente no podría adaptarse a una vida fuera de la
urbe. Incluso aunque disfrutara la novedad durante un tiempo,
sabía que sufriría si lo hacía por siempre. Zayid debió entender
eso. Solamente hasta ahora Takeyuki lo entendió.

Zayid era, después de todo, un hombre que vivía en un


mundo diferente al de Takeyuki. Trataba de dejar a Zayid fuera
de sus pensamientos, pero sabía que era difícil de aceptar. Las
dudas y el remordimiento inundaban su corazón. Los
sentimientos que calentaron su corazón hasta el punto de
quemarlo, no eran fácil de olvidar.

Desearía que pudiéramos haber dormido juntos.


Cuando se dio cuenta de su pensamiento, su atrevido deseo
hizo que se ruborizara. Se estaba comportando como un tonto.

164
Ambos eran hombres, y lo más importante, si Zayid realmente
hubiera estado interesado, hubo muchísimas oportunidades
para hacerlo. De hecho, Zayid podía ejecutar lo que le había
dicho a Takeyuki, pero era evidente que sólo estaba bromeado
con él.

Entre más pensaba en eso, Takeyuki más se decepcionaba.

Tratando de cambiar su humor, Takeyuki se giró para ver el


escenario, el fluir de los autos. El jeep ya había llegado a la calle
principal, aunque seguían en las afueras. Si seguían por ese
camino pronto estarían en el corazón de Raz, la ciudad capital.

Viendo la pálida luz de las farolas de la calle, una detrás de


otra, Takeyuki imaginaba principalmente la cara de Zayid.
Dudaba poder encontrar a un hombre que le dejara tan intensa
impresión de nuevo.

Pero sin importar cuánto lo persiguiera Takeyuki, nunca sería


capaz de tenerlo.

Tenía que renunciar a Zayid y olvidarlo lo más pronto


posible, a pesar del dolor que le causaba.

—¿Takeyuki? —Mustafá le hablaba tímidamente, y Takeyuki


se giró hacia él.

—¿Te gustaría quedarte esta noche en un cuarto de


invitados en la embajada? Todo el mundo está ahí, esperando
noticias de tu rescate.

Claro que Takeyuki no tenía objeción. Sentía tanta


mortificación por lo que le había hecho a todo el mundo, que
su cabeza cayó profundamente, asintiendo.

165
—Entonces creo que mañana será posible que te reúnas
con el Rey, para decirle que todo está bien.

Takeyuki reaccionó a eso con un impactante sobresalto. —


Q-que, yo no sé qué decirle… Quiero decir…

—Todo estará bien, el Rey Muhammad es una persona muy


amable.

Pero… ¿por qué se enteró el Rey acerca de lo que me


sucedió?

—Eso fue sólo pura casualidad. El día que fuiste


secuestrado, el embajador y tu hermano tenían una audiencia
programada desde hacía días para conocer al príncipe Ashif,
quien finalmente había regresado, así que ellos se encontraban
en el palacio. Cuando recibieron el primer reporte, el Rey y el
príncipe se enteraron también del incidente, y bueno, desde
entonces han estado profundamente preocupados.

Takeyuki apenas podía creerlo.

No solamente iba a ser regañado por su hermano y tener


que disculparse con el embajador, sino que iba a tener una
audiencia con el rey de la nación para asegurarle que todo
estaba bien. Tantos pensamientos llenaban su mente, y el horror
hacía que sus piernas temblaran. Él sólo sentía la vergüenza de
haber considerado la posibilidad de vagabundear con Zayid
por el desierto para siempre. Si lo hubiera hecho, hubiera
causado una conmoción real.

Treinta minutos después Takeyuki notó que el jeep llegaba a


la calle de la embajada.

166
Atravesaron la puerta de la embajada ante los guardias y
entraron a los terrenos de la hermosa propiedad, con su edificio
de tres pisos todo iluminado. Takeyuki vio el reloj, eran las diez de
la noche.

El jeep se detuvo frente a la entrada. Mustafá salió y le dio


la mano a Takeyuki.

—¡Takeyuki!

—¡Oh, Takeyuki!

Atsushi y Masako, su hermano y cuñada, salían de la puerta


principal y corrían al jeep mientras Takeyuki salía.

—Oh, ¡gracias a Dios que estás a salvo! ¡Gracias a Dios! —


Masako subía los brazos al cuello de Takeyuki y lo abrazaba
fuerte. Con el peso de sus cinco meses de embarazo colgados
de él, Takeyuki sentía que podrían caerse.

—Takeyuki.

—Atsushi.

Cuando Masako lo dejó ir, giró su cara hacia su hermano y


se disculpó humildemente, sus emociones estarían casi al
descubierto ante su hermano, que veía la cara de Takeyuki
ligeramente ruborizada, pero recuperó el control ahora, y su
cara estaba más pálida que lo normal, e incluso más retraído y
frío que nunca.

Takeyuki bajó la cabeza mientras se disculpaba y la levantó


de nuevo para ver a su hermano a los ojos. Mientras lo hacía,
sorpresivamente sintió un marcado dolor en su mejilla izquierda.

167
—¡Atsushi! —Masako gritó sorprendida—. No es razón para
que lo golpees.

—Quédate fuera de esto.

—Pero…

Masako estaba de pie entre ambos. Takeyuki, quien estaba


aturdido ante el impacto de ser golpeado por primera vez en su
vida. Y por su hermano, quien normalmente era muy calmado, y
nunca antes había levantado la mano. El embajador finalmente
llegó con ellos.

—Ahora, Masako, dales a estos dos algo de tiempo, y


acompáñame a tomar una taza de té.

El chofer llevó el jeep a la cochera y Mustafá se disculpó


entrando en la embajada. Cuando se quedaron solos, Takeyuki
tocó con la punta de sus dedos su mejilla hinchada, entonces
bajó la cabeza y se disculpó de nuevo.

—Lo siento… Lo siento, lo siento, por hacer que te


preocuparas.

—¡No puedo creerlo! —Esta vez su hermano


sorpresivamente lo abrazó. Su voz era gruesa y temblaba,
Takeyuki nunca había oído a su hermano así antes.

—Atsushi. —Takeyuki se colgó de su hermano mientras los


brazos del otro lo apretaban fuerte.

—¿Puedes imaginar cuánto me preocupé? ¿Que se supone


que le diría a nuestro padre y a nuestra madre si lo peor hubiera

168
sucedido? Tú nunca, nunca volverás a preocuparme así de
nuevo.

—Lo siento. —Takeyuki sólo podía repetir esas palabras


como si fuera un disco rayado. No podía encontrar nada más
que decir.

—Has sido tan minado y eres tan ingenuo. Yo comparto


parte de la culpa con todo el mundo por haberte mimado
tanto. Tú eras el menor, el segundo hijo de mamá, que querían
con tanta urgencia en su edad madura, que ellos nunca te
dejaron aprender lo que significa el trabajo duro. Incluso
aunque empieces a trabajar el próximo mes, vas a tener un
trato especial por parte de tu jefe. Me preocupaba eso, así que
me hizo feliz que decidieras venir a Cassina. Pensé que podría
extender tu experiencia de vida un poco. Pero nunca pensé
que algo tan horrible pudiera sucederte.

Su hermano tragó saliva como si contuviera un sollozo, su


mano acariciaba la parte de atrás de la cabeza de Takeyuki.

—Cuando el príncipe me prometió que te traería de regreso


a salvo y me pidió que esperara cinco días, para ser honesto, no
estaba completamente seguro de poder confiar en él. Pero me
alegra haber confiado. Porque ahora estás a salvo con nosotros.
Puede que sea cristiano, pero esta noche le voy a agradecer a
Alá.

—No voy a hacer nada estúpido de nuevo, lo prometo.

—Por favor, no lo hagas. Nosotros te amamos. —Takeyuki


asintió y finalmente apoyó su cabeza en el pecho de su

169
hermano, levantó la vista y vio los ojos de su hermano rojos, y
Takeyuki estuvo seguro de que los suyos estaban igual.

Cuando sus ojos se encontraron ambos sonrieron y luego se


rieron.

—Estás un poco quemado por el sol. La punta de tu nariz


está roja brillante.

—Pero no estoy demasiado quemado, considerando que


he estado en el desierto, ¿verdad?

—Tienes razón, es asombroso, incluso el sol del desierto te


consiente.

En realidad casi había muerto de deshidratación en el


desierto, pero Takeyuki decidió mantenerlo para sí mismo. No
había necesidad de causarle más preocupaciones a su
hermano. Takeyuki estaba a salvo, gracias a Zayid.

Al recordar a Zayid una punzada de deseo lo inundó.


Apenas unas horas antes ellos habían estado juntos, pero ahora
estaban separados y probablemente nunca se verían de nuevo
en este mundo.

No puedo regresar al Japón de esta manera, pensó


Takeyuki con fuerza. Pero sólo Dios sabía si podría ver de nuevo
a Zayid antes de irse. De cualquier manera Takeyuki podía decir
que Zayid vivía una vida respetable, pero parecía no tener
conexión con la humanidad.

—Ahora irás a tomar un baño y lavarte de toda esa tierra y


cansancio, luego vas a dormir y mañana iremos al palacio a ver
al Rey, para disculparte por toda esta conmoción. ¿Correcto?

170
—Correcto, pero, ¿qué con el príncipe?

—Con suerte lo veremos, pero él no es el tipo de personas


que se quedan mucho tiempo en un lugar.

Mientras hablaban entraron al vestíbulo de la embajada y


se dirigieron al lado oeste, hacia el área de huéspedes.

En el camino, cuando dieron vuelta en una esquina, se


encontraron a Masako y al embajador en un juego de sofás.
Takeyuki y Atsushi se aproximaron, había un juego de té en la
mesa, ellos posaron sus tasas en la charola y se pusieron de pie.
Takeyuki bajó la cabeza y se disculpó de nuevo. Masako se
quejó de la hinchazón en su mejilla, pero Takeyuki le sonrió y le
dijo: —Me lo merecía.

Ella finalmente pareció confortada. El embajador sonrió y


comento: —De cualquier manera, estamos aliviados.

Takeyuki se calmó cuando lo dejaron solo en el cuarto de


huéspedes. Inmediatamente entró en la ducha para su primer
baño en cinco días. Se limpió el sudor y la tierra de varias
jornadas con jabón y una esponja.

Recordó la fría agua del oasis, en donde sólo lavó su


cuerpo, Takeyuki dejó la esponja y miró su cuerpo enjabonado.
¿Qué habrá sentido Zayid cuando vio su cuerpo desnudo?
Quizás se decepcionó por lo enclenque que era. Takeyuki no
conocía las preferencias de Zayid, pero sabía que un cuerpo
huesudo no se sentía bien ni ofrecía mucha diversión durante el
sexo, no como un suave y seductor cuerpo. Era por eso que a
pesar de todas las cosas sugerentes que Zayid le dijera, nunca le
puso un dedo encima.

171
Pero él me besó, y lo hizo varias veces. Mientras el agua de
la ducha caía sobre su cabeza, Takeyuki cerró su mano
alrededor del tembloroso miembro entre sus piernas.

Masajeó su eje entero suavemente.

—Ah. —Un placer que superaba sus expectativas recorrió su


cuerpo e hizo que inadvertidamente gritara.

Era porque pensaba en Zayid que se había excitado, y su


cuerpo había reaccionado intensamente. Takeyuki imaginó que
su mano era la de Zayid, y su cuerpo lo estaba rodeando en el
momento en que era sumergido en la pasión. Sabía que
debería sentirse avergonzado por lo que estaba haciendo, pero
una vez que el fuego se había encendido dentro de su cuerpo,
le era imposible apagarlo hasta que llegara a su liberación.

—Oh, oh, ¡Zayid! —Un chorro de leche golpeó contra los


azulejos antes de que Takeyuki gimiera fuerte.

Después de su separación, Takeyuki se dio cuenta que


realmente amaba a Zayid, y no sólo por el deseo de estar juntos.
Era el anhelo de ser físicamente uno. No le importaba que
ambos fueran hombres, nunca había amado a alguien tan
desesperadamente.

El dolor era tan fuerte que sentía que su corazón se haría


pedazos ahora, cuando Takeyuki estaba haciendo ese tipo de
cosas, pensando que eran los largos y hermosos dedos de Zayid,
pero patéticamente ensuciaba los suyos.

172
Se secó el cabello y se vistió en el cuarto de baño con un
pijama de seda, entró en la suave cama. No necesitaba esas
cosas.

No necesitaba ninguna de esas cosas, sólo quería ver a


Zayid una vez más.

Su deseo no tenía esperanza, y empezó a darse cuenta.


Enterrando su cabeza en la almohada Takeyuki mordía su llanto
y sollozos, mientras pensaba en dejar el país e irse a cualquier
lado —a él no le importaba dónde— en el último vuelo del día
siguiente, luego de visitar el palacio. Era imposible dejar de
pensar en Zayid mientras estuviera en Cassina. Takeyuki tenía
esa sensación. A él no le importaba que la gente le dijera “niño
de mami”. Ésa era la primera vez que Takeyuki se había
enamorado seriamente de alguien. Él había vivido veintidós
años y era la primera vez que sentía más cariño hacia otra
persona que hacia sí mismo, o hacia cualquier otra cosa.

Sintió que se había quedado dormido llorando, así que


cuando despertó la siguiente mañana se vio al espejo, sus ojos
estaban hinchados, la marca de su mejilla debido al golpe de
su hermano había desaparecido, pero su cara se veía peor
ahora. Estaba nervioso por ir al encuentro del Rey del país
viéndose así.

Su hermano, su cuñada y el embajador estaban


desayunando juntos, todos ansiosos y animándolo. Takeyuki se
sintió mal y se esforzó por animarse.

Su hermano le había dicho a Masako que tuviera un


cambio de ropa listo para Takeyuki, así que se vistió

173
formalmente con un frac que había traído desde Japón. Era un
encuentro privado, pero era con el Rey, así que las formalidades
debían ser estrictamente observadas.

A las diez de la mañana en punto un auto llegó por ellos,


era una gran limusina negra. El embajador y Atsushi iban con
Takeyuki, y Mustafá en el asiento del pasajero al frente. Mientras
el auto salía, Takeyuki respiraba profundamente tratando de
calmar sus terribles nervios.

174
CAPÍTULO ONCE

E l rey Muhammad III de Cassina era un apacible


gobernante con una colorada y redonda cara,
embellecida con una hermosa barba y bigote. Sus ojos
eran café claro, y cuando la luz de sol les daba eran del color
del té. Les dijo que dispensaran las ceremonias y seleccionó un
pequeño cuarto de recepción en donde podrían charlar
durante su audiencia.

—Estoy aliviado de que al menos no hayas sufrido lesiones


serias. —El rey abrazó a Takeyuki como si hubiera sido un hijo
perdido y le dio un ligero beso en la mejilla—. Es doloroso para
mí decir que la ley y el orden no reinan en mi país, espero contar
con tribunales en el futuro y trabajar para que mi gente y mis
huéspedes estén un poco más seguros. Me disculpo
profundamente por este incidente. Siento mucho que hayas
sido empujado a esta terrible situación, Takeyuki. Sé que esto no
te deja un buen recuerdo de mi país.

—Ciertamente no, señor —Takeyuki fingió diplomacia. A su


lado su hermano bajaba profundamente la cabeza e
interrumpía la conversación.

—Honestamente mi hermano se metió en toda esta


situación por sí mismo, debido a su ignorancia y falta de
precaución. Nosotros hemos venido a darle las gracias por su
generosidad en ayudar a rescatarlo.

175
—Gracias por agregarse a nuestros esfuerzos —agregó el
embajador.

—No es necesario ser tan formales ahora. —El Rey les señaló
a los tres hombres que tomaran asiento en los sofás, e hizo sonar
una campana para que alguien llevara té y bocadillos. Los
bocadillos eran una especie de galletas de azúcar llamadas
sanyora que se derretían en la boca. El explosivo sabor era
como a camote dulce.

—A propósito, su majestad, ¿cómo se encuentra el príncipe


Ashif hoy? Si él está disponible nos gustaría agradecerle su
ayuda —comentó el embajador, pero el Rey sacudió la cabeza,
preocupado.

—Él regresó anoche. Le comenté que vendrían hoy al


palacio. Dijo que se sentía avergonzado por recibir las gracias
debido a que había hecho muy poco por ayudar y se rehusó a
venir. Me disculpo.

—Oh, no, para nada, es descortés de nuestra parte forzarlo


a recibir nuestro aprecio.

—Yo le enviaré sus saludos.

—Es usted muy amable, gracias.

La audiencia terminó después de veinte minutos, el


embajador fue el que habló más, una vez que Atsushi y Takeyuki
le dieron las gracias, se limitaron a escuchar en silencio el resto
del tiempo. Ambos bajaron la cabeza respetuosamente y
salieron del salón.

176
El embajador y Atsushi regresarían a la embajada a
trabajar. La misma limusina que los había llevado los regresaría.

—Nosotros preparamos un auto separado para el señor


Takeyuki, ¿Podría esperar en el jardín?

—Bien. Gracias por tomarse tantas molestias—le contestó


Atsushi.

Takeyuki vio a los dos hombres y Mustafá irse, y él siguió al


hombre árabe que trabajaba en el palacio hacia un jardín.

El piso del pasillo estaba decorado con mármol blanco y


verde en un patrón de tablero de ajedrez, cada pocos metros
había pilares de mármol que soportaban el segundo piso, en la
base y en la cima de los pilares había hermosos labrados. El piso
estaba intensamente pulido y reflejaba la luz como un espejo.
Takeyuki estaba preocupado de resbalar si no prestaba
atención.

El jardín era largo y rebosante de vegetación. También


había muchas flores exóticas. Takeyuki giró la cabeza para
verlas mientras caminaba. Sorpresivamente el guardia hizo una
pausa, entonces se retiró hacia un lado y se inclinó al nivel de su
cintura, haciendo una reverencia.

Takeyuki estaba viendo el jardín mientras caminaba y tardó


en percatarse de lo que sucedía. Sólo hasta que el guardia se
apartó fue que vio a una figura parada ahí.

Un hombre alto de perfil estaba apoyado en el siguiente


pilar. Su blanca y muy plisada camisa blanca estaba cubierta
con una prenda árabe negra de manga larga. Lujosamente

177
bordada con hilo dorado. También estaba viendo hacia el
jardín. Tenía sus brazos cruzados sobre el pecho y su postura
estaba infundida de una nobleza que dificultaba que se
aproximaran. Su cabeza estaba cubierta con una lujosa tela
blanca con la orilla dorada.

Ése sólo podría ser el príncipe Ashif.

Takeyuki lo intuía, y vaciló, intimidado ante la situación.


Takeyuki probablemente debía quedarse parado a un lado del
pasillo también. Nervioso, se quedó de pie, finalmente el
príncipe giró la cara lentamente viendo a Takeyuki a la cara

¿Huh? En el momento en que vio la cara, los ojos de


Takeyuki se abrieron más y su boca se quedó abierta sin poder
hablar. ¿Zayid?

No había duda acerca de eso. Sus ojos explotaban y veía


intensamente esa cara que pertenecía al hombre con el que
había estado viajando a través del desierto hasta el día anterior.
Era Zayid. Takeyuki estaba en estado de choque preguntándose
si se trataba de un simple sueño.

178
179
Zayid… no, Ashif, alejó la vista de Takeyuki que seguía
perfectamente de pie congelado y en choque, le habló al
hombre que seguía inclinado por su cintura en la orilla del
corredor, sin mover un músculo.

—Gracias, Hassan.

—A sus órdenes. Me disculpa, príncipe Ashif. —Al parecer el


hombre había llevado a Takeyuki ahí por órdenes de Ashif. Su
trabajo estaba hecho, y se retiró rápidamente.

Mientras eso pasaba, Takeyuki veía la hermosa cara de


Ashif con total incredulidad. Pero cuando toda señal de otra
persona desapareció del área y ellos se quedaron solos, se sintió
incómodo.

—Así son las cosas, Takeyuki —dijo Ashif con una débil
sonrisa, acercándose a Takeyuki con grandes pasos. Sus ojos
azules se entrecerraron con placer y revisaron el cuerpo entero
de Takeyuki enfundado en un inusual traje de cola.
Aparentemente disfrutó lo que vio.

Takeyuki estaba nervioso y miró alrededor buscando


cualquier tipo de ayuda o una vía de escape, pero
desafortunadamente no había ningún lugar dónde esconderse
en el enorme corredor.

—¿Planeas huir de nuevo? —dijo Ashif sarcásticamente,


parándose nariz con nariz con Takeyuki para bloquearle el
escape.

—Es-eso no es justo. —Takeyuki tartamudeaba—. Fue


cobarde de tu parte engañarme.

180
Takeyuki había pensado que no volvería a ver a Zayid de
nuevo, había llorado lastimosamente toda la noche y había
hecho cosas indecentes pensando en él. Pero ahora se le
revelaba la verdadera identidad de Zayid, quien era el hermoso
y encantador príncipe de Cassina. Takeyuki no pudo evitar que
su cara ardiera por todas las cosas vergonzosas que había
hecho bajo la mirada de ese hombre.

—Lo siento por ser un cobarde —murmuró Ashif con su


reconfortante voz de barítono, levantando a Takeyuki en un
abrazo un momento después.

—¡Z-Zayid!

Su sorpresa hizo que llamara a Ashif por el familiar nombre.

—¡Shh! —Ashif silenció la exclamación soltada por Takeyuki


sin pensar, su cara estaba tan cerca que las pestañas de
Takeyuki parecían tocarlo—. Ese nombre está prohibido aquí.

Su voz era tan sensual que hizo que la cabeza de Takeyuki


girara, sus emociones eran fácilmente dominadas, Takeyuki
sentía que en cualquier momento sus piernas cederían. Ashif lo
sostenía seguro por su cintura, así que prácticamente estaba de
pie sostenido por Zayid.

—Lloraste anoche, ¿no es así?

—¿Qué te hace pensar que hice eso?

Temblando por el hecho de que Zayid adivinara la verdad,


Takeyuki lo negó fervientemente, pero Zayid sonreía satisfecho,
como si afirmara que él lo había visto todo.

181
—Entonces, ¿por qué tienes hinchados los ojos? Puedo
reconocer cualquier ligero cambio en tu cara.

—Yo-yo lloré, pero no por ti. Lloré por la felicidad de ver a mi


familia de nuevo.

—Takeyuki, yo nunca sugerí que hubieras llorado por mí,


pero al decir eso, lo estás confesando.

Takeyuki estaba atrapado, rápidamente sus pensamientos


se convirtieron en un caos. No sabía qué más hacer. La única
cosa que sabía era que había sido capaz de ver a ese hombre
de nuevo, quien estaba sosteniéndolo tan apretadamente que
apenas podía respirar, levantando su espíritu y excitación por él,
más de lo que podía decir. Ashif tenía razón. Takeyuki había
confesado la verdad. Ashif probablemente sabía eso
perfectamente bien. No había manera de que ignorara la
frenética respiración de Takeyuki.

—Eres tan perverso. Me ignoraste completamente. Cada


palabra que decías era para burlarte de mí, decías que era un
niño y nunca me trataste como un igual.

Takeyuki hacía pucheros sobre todo: no era digno de Ashif,


y había sido sólo su burla, tratado como una mascota.
Intelectualmente entendía que Ashif lo tratara como a un niño,
pero sus emociones lo recorrían enfadándolo.

—Déjame ir, por favor. ¿Cómo planeas explicar esto si


alguien nos ve?

—Nadie vendrá por un tiempo, me aseguré de eso.

182
Takeyuki luchaba por alejarse de los brazos de Ashif, pero el
hombre frustraba sus esfuerzos fácilmente y se calmó de nuevo.

—No eres muy bueno alardeando, Takeyuki.

Takeyuki se ruborizó por la humillación de lo que le decía


tan fríamente.

—¡Entonces qué! —apartó su cara, pero Ashif tomó el


mentón de Takeyuki acercándolo a su cara de nuevo. Al mismo
tiempo se presionaba firmemente contra las caderas de
Takeyuki, empujando una pierna entre las piernas de Takeyuki.

—Oh… —La rigidez en la ingle de Ashif presionaba contra lo


que su obvio deseo por el otro había logrado.

Takeyuki se ruborizó hasta la punta de las orejas,


avergonzado.

—Prométeme que no le dirás a nadie que soy el “Halcón del


Desierto”, y yo en cambio haré lo que quieras que haga. —Su
ardiente aliento acariciaba el oído de Takeyuki. La tentación de
lo que ofrecía Zayid tenía a Takeyuki mareado.

—Pero… pero… —Takeyuki no podía hablar, las palabras no


subían de su garganta, sentía que podía llorar de frustración.
Ashif había arreglado todo esto y Takeyuki no podía decir la
simple palabra “tómame”. Era así porque los sentimientos de
Ashif eran tan oscuros. Takeyuki no quería que Zayid llenara su
cuerpo, sino su espíritu… pero si lo decía, Ashif, que odiaba
preocuparse por algo, podría alejarlo. Takeyuki no confiaba en
sí mismo.

183
—Takeyuki, estás duro aquí abajo, porque me quieres,
¿verdad?

Ashif no necesitaba preguntar, la prueba de la lujuria de


Takeyuki era imposible de esconder. Pero Takeyuki abrió la boca
para negarlo con fuerza. Sintió que Ashif sellaba su boca con sus
llenos labios.

—Ah…

—¡Eres tan testarudo!

Se alejó de los labios del hombre, y Ashif maldijo a Takeyuki,


molesto, tomó el mentón de Takeyuki una vez más y presionó un
feroz beso en los labios.

Incluso mientras se cerraba al intenso beso, la tensión en la


ingle de Takeyuki aumentaba con la fuerza de la sensualidad de
Ashif. Y Takeyuki no era el único, el magnífico y robusto miembro
de Ashif crecía definiéndose incluso más.

¿Podría Ashif sentir lo mismo? Una esperanza nació en el


corazón de Takeyuki, que palpitó excitado.

—Serás bueno ahora, ¿verdad?

Retirando sus húmedos labios, Ashif acomodó el cabello de


Takeyuki detrás de su oreja. Y retiró una lágrima de la esquina
del ojo de Takeyuki con la punta de su dedo.

—¡Te amo, te amé desde la primera vez que te vi en la sala


de espera del aeropuerto!

—Mentiroso, no puedo creerte, no soy tan afortunado.

184
—Pero es la verdad. —Ashif insistió viéndolo directamente a
los ojos.

Ahora que las cosas habían llegado a ese punto, Takeyuki


no tenía razón para pensar que Ashif le estuviera mintiendo.
Pero la razón por la que se resistía, era que el recuerdo de haber
sido rechazado en el desierto persistía en su mente.

Ashif vio en silencio la expresión de Takeyuki, durante un


momento, antes de adivinar lo que le molestaba.

—Ah, eso. —Liberó un profundo y preocupado suspiro y


sonrió con arrepentimiento—. Fui un cobarde entonces, fui
injusto. Sabía que debía ser honesto contigo, pero estaba
confundido y no podía tomarte. Podía sólo asentir y aceptarte
como Zayid. Hubiera sido diferente si hubieras querido estar
conmigo sabiendo quién soy realmente, pero no sabía cómo
contestarte cuando te había engañado y sólo me conocías por
un nombre falso.

Ashif vio a Takeyuki directamente.

—¿Quieres venir conmigo, Takeyuki?

—¿Qué quieres decir? ¿De por vida?

—Si puedes—contestó Ashif, controlando una rara


vacilación, que hizo que el corazón de Takeyuki se inflara, al
confirmar los verdaderos sentimientos de Ashif.

Takeyuki rodeó con sus brazos el cuello de Ashif y lo sostuvo


fuerte.

—Takeyuki. —Ashif lo acercaba más.

185
—Tómame, Ashif, tómame.

El sol brillaba pero ahora no había diferencia con el clima,


podía ser de noche o de día.

186
CAPÍTULO DOCE

E l palacio estaba dividido en áreas públicas para


asuntos administrativos, y áreas privadas en donde el
rey y su familia vivían. Takeyuki fue guiado a un
profundo lugar en el área privada en donde se encontraba la
recámara de Ashif. Solamente la cámara del Rey y el corredor
que guiaba a la antigua área del Harem estaba más allá de
ellos. Ahora que el harem estaba fuera de la ley esa área era la
villa imperial y estaba abierta a visitas públicas. La política del
Rey Muhammad era que “la cámara real se compartía con la
gente” y Ashif estaba de acuerdo con ese pensamiento.

La cama de Ashif era lujosa. Varios gruesos colchones


cubiertos y encerrados por un dosel. Era tan grande que cinco
adultos podrían fácilmente estar acostados lado a lado, Ashif
llevó a Takeyuki encima de la cama completamente desnudo, y
le prometió—: Solamente te amaré a ti para el resto de mi vida.

Takeyuki estaba tan complacido y avergonzado que no


sabía cómo actuar. Sólo movía sus pestañas tímidamente.

—Afortunadamente tengo seis hermanos y hermanas,


desdichadamente no se han reconocido derechos de herencia
para las mujeres, pero mis dos hermanos menores comparten la
sangre de mi padre y son excelentes candidatos para heredar.
Incluso si no tengo hijos, eso no comprometería la línea real a mi
muerte. No te preocupes por nada tonto como eso.

—Está bien, Ashif.

187
Ashif había pensado más allá antes de construir una
relación con Takeyuki, y no había engaño en los sentimientos
comunicados a través de la piel de Takeyuki. Ashif acariciaba
toda la cara de Takeyuki y éste dejó salir un suspiro contenido.

—Takeyuki… —Los labios de Ashif tocaron suavemente la


boca cerrada de Takeyuki.

Takeyuki aceptó la suave sensación y sintió un dulce dolor


recorrer su cuerpo. Un delicado gemido salió de él. Le gustaban
los besos de Ashif. Se sentía increíblemente bien. Takeyuki
estaba extasiado, embriagado en sus besos.

Sus labios se conectaban una y otra vez haciendo vívidos


ruidos. Esos lindos besos robados sólo hacían que las mejillas de
Takeyuki se ruborizaran.

—¡Mm-ah! —Su cuerpo comenzó a calentarse


profundamente en su interior.

Atrevidamente atrapó con sus pies desnudos a Ashif, y frotó


su dolorido miembro en el abdomen de Ashif. La punta del
miembro de Takeyuki estaba húmeda y manchaba los músculos
del abdomen de Ashif.

—Tienes prisa. —Ashif alejó sus labios y bromeó dulcemente


con Takeyuki.

Takeyuki enterró su cara en el hombro de Ashif humillado.


Los dedos de Ashif bajaban por el cuello de Takeyuki a su
hombro, clavícula y al pezón derecho.

Los pezones de Takeyuki ya estaban duros, Ashif pellizcó el


derecho, entonces empezó a frotarlos y estimularlos con la

188
palma de los dedos. El izquierdo lo atrapó entre sus dientes y
empezó a chupar.

—¡Nngh-no! —Takeyuki movía su cabeza hacia atrás ante


las fuertes sensaciones, sus dedos aferrados a los musculosos
brazos de Ashif. Cuando Ashif acariciaba su pecho, su cuerpo
entero dolía como si una corriente eléctrica lo atravesara y
Takeyuki no podía quedarse quieto. Sus caderas se levantaban
y las puntas de los dedos de sus pies se flexionaban, y él gritaba,
e incluso encontró su voz increíblemente erótica.

—¡Ah! Mm-no… ¡no! ¡Ah!

Esa no era la primera vez que su piel había sido tocada,


pero nunca había dormido con otro hombre, ni sus pezones
habían sido acariciados. No tenía idea de que su pecho era tan
sensible. Comparado con la poca experiencia de Takeyuki, Ashif
era un privilegiado en el arte del amor, y fácilmente apartó las
rodillas de Takeyuki.

—N-no, es demasiado… eso me va a llevar a la locura.

—Entonces ve a la locura. —Ashif apartó los desesperados


ruegos de Takeyuki con calmadas pruebas de afecto—. Quiero
ver cómo pierdes el control.

Chupaba los erectos pezones de Takeyuki

—¡Anngh! —Takeyuki, perdido, gritó sin vergüenza


arqueando su espalda y empujando su mentón en el aire.

Sus rojos pezones atormentados por la boca y la mano se


hincharon casi al doble de su tamaño. La lengua de Ashif los
jalaba y empujaba, lamiéndolos incluso más, y Takeyuki sollozó.

189
Ante cualquier cosa que le hiciera Ashif, la sensación que se
difundía sólo podía ser llamada buena. Takeyuki estaba
preocupado de que la locura lo invadiera. Nunca antes había
sentido tanto cariño por alguien o deseado con todo su cuerpo.

—¡Ahhh-Ashif… Ashif!

Rogaba por los besos de Ashif y el hombre asaltó la boca


de Takeyuki como si la devorara. Forzó los labios de Takeyuki
para que se abrieran y deslizó su lengua entre ellos.

—Unngh-mmph…

La salvaje lengua de Ashif trabajaba dentro de la pequeña


boca de Takeyuki, causando que salieran gemidos, sus lenguas
se enredaban cuando ellos se chupaban uno al otro.

Un lujurioso placer recorrió la columna de Takeyuki. El éxtasis


causó que su espalda se arqueara y su cabeza girara. La punta
erecta de su pene brillaba de humedad drenando un
indecente fluido. El magnífico órgano de Ashif también pulsaba
caliente.

Confundido con los fuertes besos, Takeyuki sintió que la


mano de Ashif se dirigía hacia sus nalgas.

—Ah…

Takeyuki gimió inconscientemente mientras se agarraba a


Ashif.

Él era grande y estaba duro como una roca, era casi como
un arma.

190
—Esto va a entrar en tu interior —murmuró Ashif con una
excitante y sensual voz.

La mandíbula de Takeyuki temblaba con miedo y temor.


Iba a decirle a Ashif que era imposible, pero Zayid selló sus
húmedos labios con los suyos y una vez más Takeyuki no pudo
hablar.

—No te asustes —continúo Ashif sosteniendo el tenso cuerpo


de Takeyuki—. Te amo y seré feliz de hacerte el amor. Te gustará
cómo se siente esto, como si pudieras morir, dejaré que te
acostumbres a mí poco a poco, y al final será tan bueno como
para hacerte llorar. Tú me perteneces, Takeyuki.

Esa declaración estaba ten llena de confianza que casi era


arrogancia, y hacía que el corazón de Takeyuki se agitara. Si
alguien le hubiera hablado así antes, se hubiera sentido
indignado, pero perdonaba a Ashif por eso. No… no lo
perdonaba, sólo le parecía natural de esa manera, el encanto
de Ashif era tan real e imperturbable. Podía decirse que ésa era
la compostura y dignidad de la realeza.

Ashif continuaba besando el cuerpo de Takeyuki por todos


lados, gradualmente llevó su cabeza a la ingle de Takeyuki.

—Abre más tus piernas.

Takeyuki había mantenido sus muslos juntos, avergonzado,


pero ahora estaba totalmente abierto.

—A-Ashif —Takeyuki dijo balbuceando, pero Ashif no le


prestó atención. Hasta el último vello en el cuerpo de Takeyuki le

191
pertenecía a él. Así que no tenía por qué sentirse avergonzado.
Así era como se sentía.

Ashif, acostado entre las piernas abiertas de Takeyuki,


comenzó a acariciar la palpitante erección en el centro del
cuerpo con sus manos y su boca. La tragaba hasta la base y
enrollaba su lengua alrededor. Prestó atención especial a la
cabeza del pene y al pequeño agujero en la punta, causándole
cosquillas con la lengua. Takeyuki era tan inexperto en esas
cosas que jadeaba desesperadamente, contoneando las
caderas y aferrándose a las sábanas.

—¡Anngh, ah, detente! —olas de placer lo atravesaban.

Takeyuki movía su cabeza de lado a lado y contoneaba su


cadera indecentemente.

—¡Nngh-no!

Un lujurioso éxtasis lo instaba y luego se alejaba para


volverse a instalar como una ola, y Takeyuki se sentía en el cielo
y el infierno al mismo tiempo.

—Yo-Yo no puedo tomar esto… Por favor… ¡A-aah!

Con la intensidad del placer, Takeyuki enterraba las uñas en


las sábanas y tensaba el cuerpo.

—Anngh.

Luces explotaban en sus ojos y la escena entera quitaba el


aliento. Incapaz de contenerse, Takeyuki liberó un estridente
grito mientras soltaba su impúdico fluido dentro de la garganta
de Ashif, quien lo trago sin dudarlo, y pasó su lengua por cada

192
centímetro del órgano de Takeyuki, una y otra vez, lamiendo
incluso el pequeño agujero limpiando los remanentes en él.

—D-detente… Por favor, Ashif —sollozaba Takeyuki


humillado. No había esperado ser presionado a exponer su
repugnante conducta. Pero Ashif nunca dudó, sostenía el
cuerpo de Takeyuki lamiendo sus dedos y besando sus hombros.

—Lloras como bebé.

—¡Tonto! —golpeó con su puño el pecho Ashif.

Ashif aceptó el golpe sin moverse. Su ancho, hermoso,


seductor y bien definido pecho ni se movía con los débiles e
histéricos golpes de Takeyuki, Ashif sostuvo el puño de Takeyuki
fácilmente, abrió su mano y besó cada dedo. Cada
movimiento era tan hábil y práctico que hizo que Takeyuki se
calmara obediente.

—Tienes hermosos dedos —declaró Ashif con pasión viendo


las manos de Takeyuki. Había emoción en su voz—. Cualquier
joya se vería hermosa en ellos.

—No necesito joyas.

—Entonces, ¿qué es lo que necesitas? —Ashif le devolvió la


pregunta y el calor encendió la cara de Takeyuki.

Vio hacia abajo y suavemente bajó su mejilla al pecho de


Ashif.

—Takeyuki… —Ashif mencionó el nombre como si no


pudiera contener la emoción.

193
Envolvió sus brazos alrededor de Takeyuki y acarició su
espalda y cabeza con su palma.

—Estoy siendo serio.

—Yo también —contestó Takeyuki sin dudarlo.

—Pero finalmente regresarás al Japón, ¿no es así?

—Pero puedo volver.

Ashif dejó de acariciar la cabeza de Takeyuki, quien al


parecer había atrapado a Ashif fuera de guardia.

Takeyuki levantó la vista y vio fijamente a los ojos azules de


Ashif.

—Si mis padres están de acuerdo, te juro que regresaré. Así


que por favor, Ashif…

Espera por mí, no me olvides hasta que regrese.


Takeyuki no dijo una palabra pero apelaba al espíritu de Ashif
con la honestidad de su mirada.

—Takeyuki… —La voz de Ashif estaba llena de emoción.

—Si me lo permites, podría reunirme con tus padres y


pedirles tu mano. ¿Estarías en contra de eso?

—No estaría en contra, pero… —Takeyuki estaba en


conflicto.

Si no lo hubiera ofrecido él ni siquiera lo hubiera


considerado, pero, ¿cómo podía pedirle al príncipe de todo un
país que hiciera algo como eso? Sus padres estarían tan
sorprendidos que entrarían en pánico. Nunca imaginarían que

194
el príncipe de un país extranjero fuera personalmente a pedirles
a su hijo. Pero Takeyuki definitivamente esperaría mejores
resultados que si él trataba de convencerlos.

—¿Tú harías eso?

—Claro que lo haría.

Ahora era el turno de Takeyuki de tragarse su dura


resolución

—Entonces, vienes conmigo.

La verdad era que Takeyuki no quería alejarse de Ashif ni un


momento. Más que contar con el permiso de sus padres, tener a
Ashif para siempre hacía más feliz a Takeyuki.

Takeyuki se presionó contra el cuerpo de Ashif y sintió el


palpitante miembro de Ashif contra su ingle. Un intenso deseo
brotó dentro de él.

—Ashif…

Takeyuki abandonó sus dudas y tomó el largo, grueso y


lleno, miembro erecto. El órgano estaba lleno con puro espíritu,
pulsando para probar los sentimientos de Ashif. El saber que
sostenía una parte de Ashif, llenaba a Takeyuki de una
adoración abrumadora. Ahora Takeyuki entendía cómo se
había sentido Ashif cuando apasionada y cariñosamente había
aceptado los fluidos de Takeyuki. Takeyuki quería darle a Ashif la
experiencia del mismo placer.

195
Mientras Takeyuki palpaba la erección de Ashif, Ashif
pasaba sus lubricados dedos entre las nalgas de Takeyuki y
encontró el arrugado agujero de Takeyuki.

Aplicó lubricante en los tensos pliegues poco a poco, para


no tensar más la íntima parte de Takeyuki que nunca antes
había experimentado el toque de un hombre. Empezó a deslizar
un dedo al interior. Primero empujo el índice hasta el primer
nudillo. Cuidadosamente, sin forzarlo ni apurarse. Ashif dejó que
Takeyuki se acostumbrara a la sensación de tener un objeto
extraño dentro de él, y luego lo retiró, volviendo a empujarlo...

Ashif estaba siendo muy paciente, manifestando el afecto


en el trato.

Luchando contra la humillación y el dolor, Takeyuki se


enfocó en relajarse alrededor de lo que Ashif estaba haciendo
en su cuerpo.

Finalmente el dedo índice estuvo dentro hasta la base.

—¡Ahh! ¡Nngh!

Takeyuki gimió cuando sintió el dedo en el interior de su


cuerpo.

Pronto el dedo comenzó a moverse.

—¡A-ah! No-no todavía, ¡yo… ah!

—Está bien, sólo no te tenses.

La voz de Ashif estaba llena de excitación. Era como si


estuviera desesperado por la pasión y el anhelo de empujar su
miembro dentro del interior de Takeyuki. Empujó su dedo

196
profundamente en el interior de Takeyuki, quien se estremeció.
Cuando imaginaba un largo objeto en su interior, seguía
tensando su conducto, y apenas había aceptado un solo dedo.
Takeyuki no podía evitar tener miedo. Pero era más que miedo
lo que sentía, estaba sorprendido de que el cuerpo humano
pudiera permitir que dos personas estuvieran juntas de esa
manera, y con la anticipación, no podía negar que sentía un
dulce dolor en el centro de su cuerpo. Cada vez que el dedo
de Ashif salía de Takeyuki oía un húmedo ruido, mordió su labio
inferior mientras libidinosamente se ruborizaba hasta los oídos.
Sus rodillas estaban levantadas y sus muslos separados. Sentía su
membrana interna siendo acariciada y el inequívoco placer
aumentaba.

Takeyuki jadeaba y gemía. El dedo entraba


profundamente, tentativamente, no permitiendo que Takeyuki
se sintiera nervioso. Así que Takeyuki se enfocó obedientemente
en aceptar su primera experiencia.

El dedo en el interior del cuerpo de Takeyuki salió. Él se sintió


aliviado y respiró profundo.

—Trata de acostarte sobre tu abdomen —sugirió Ashif y


Takeyuki obedeció.

Había muchos cojines de diferentes tamaños en la cama y


Ashif seleccionó uno de entre ellos, un cojín cilíndrico.

—Levanta tus caderas.

Takeyuki levantó sus caderas, sin realmente entender lo que


iba a sucederle. Ashif acomodó el cojín debajo de él. Takeyuki
terminó en una humillante posición con sus caderas levantadas.

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Estaba tan avergonzado que trató de levantarse. Ashif empujó
sus hombros y lo forzó a detenerse.

Ashif besaba la espalda de Takeyuki como si tratara de


calmarlo. Los besos de Ashif en cualquier lado, hacían que
Takeyuki sintiera placer y asombro.

—Buen niño.

Besó una de sus nalgas.

—Te amo.

Beso la otra.

Takeyuki liberó un profundo y satisfactorio suspiro y cerró los


ojos. Deseaba sólo sentir los dedos y labios de Ashif. Decidió no
pensar nada más. Si Ashif era el que la iba a cometer, podía
aceptar cualquier indignidad. Él me ama… te amo, repetía
una y otra vez en su corazón. Recordó cada mala impresión del
hombre en su primer encuentro. ¿Cómo pudieron sus
sentimientos haber cambiado tan completamente? Incluso
Takeyuki encontraba eso misterioso. Cinco días en el desierto
habían tenido ese poderoso efecto en él.

En esa vergonzosa posición, acostado con la cara en la


cama y el trasero al aire, Takeyuki separó más los muslos.

El aire tocaba sus partes privadas que sólo habían sido


juguete para los dedos de Ashif hasta ese momento. Estaba
seguro que los pliegues húmedos de lubricante lo hacían
suspirar de lujuria. Takeyuki estaba consciente de su propia
indecencia y enterró su cara entre las sábanas.

198
Por favor, que no me vea tan repugnante, casi
rogaba.

—No te avergüences, cada parte tuya es hermosa —


murmuró Ashif honestamente, contestando al ruego no
pronunciado de Takeyuki.

—Mentiroso…

—No miento. Es ligeramente rosa, y está pidiendo


glotonamente chuparme a su interior.

—¡Detente! ¡No digas eso!

Takeyuki cubrió sus oídos y sacudió su cabeza.

Ashif estaba provocándolo, deliberadamente trataba de


avergonzar a Takeyuki diciendo cosas humillantes. Takeyuki lo
sabía pero aún así reaccionaba exactamente como Ashif
quería. Cómo podía Takeyuki, ingenuo como era, igualarse a
Ashif, que parecía tener mucha experiencia.

Los dedos de Ashif entraron en el expuesto agujero de


Takeyuki.

—A-angh… ¡ah!

—Relájate.

Takeyuki lo hubiera hecho si pudiera, sin que se lo dijeran.


Tomó una profunda respiración y la soltó.

Cuando exhaló, su cuerpo se relajó.

Ashif metía su dedo medio junto con el índice, cubiertos de


lubricante, relajando la tensión de su agujero incluso más,

199
empujándose completamente al interior. Los hombros de
Takeyuki temblaban y el dolor le hizo gritar.

—¡Detente! No…, ¡está demasiado apretado!

—Te acostumbrarás pronto —contestó Ashif fríamente.


Entonces, como si quisiera alejar la frialdad de sus palabras,
acarició la sudada espalda de Takeyuki, sus hombros y cabello,
tiernamente.

—Yo estoy haciéndolo diferente. Si haces ruidos con sólo


dos dedos, nunca seré capaz de ser uno contigo. Trata de ser
fuerte.

Takeyuki compartía el deseo de abrazarlo y ser uno con él.

Quería todo con Ashif.

Takeyuki relajó los músculos desesperadamente y se


concentró en tomarlo. Los dos dedos del hombre lo abrían y se
movían suavemente.

—¡Ah-nngh! ¡Sí, ahí!

El profundo lugar dentro de él le envió una sensación de


placer que se deslizó a través de su cerebro. Cada vez que Ashif
lo tocaba, Takeyuki jadeaba y gemía.

—¡Nn-anngh!

—Se siente bien, ¿no es así?

—No… cuando tú haces eso, yo… ¡ah!

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Cuando los dedos de Ashif presionaban o golpeaban
contra la próstata, Takeyuki no podía contener sus indecentes
gritos. Su cabeza dolía con un asombroso placer.

—Takeyuki… —él deslizó sus dedos fuera del cuerpo de


Takeyuki.

Ashif se inclinó sobre el cuerpo de Takeyuki y en lugar de sus


dedos la punta del grueso y duro órgano presionó contra él. —
No sostengas la respiración —le advirtió Ashif y un momento
después empujó dentro del interior de Takeyuki.

—¡¡Anngh!!

Eso era completamente diferente a los dedos.

El grueso y duro eje estaba caliente y sólido mientras sin


misericordia se empujaba más y más dentro del cuerpo de
Takeyuki, causando que éste gritara y gimiera.

Sus paredes eran frotadas tan inmensamente que se


estremecía.

Pero Takeyuki sabía que la razón de que sintiera sólo el


mínimo dolor era que Ashif había lubricado su interior.

—¡Oh… Ashif, Ashif! —Takeyuki gritaba y sollozaba y Ashif se


apuró a darle tantos besos en la mejilla que Takeyuki nunca
hubiera podido contar.

—Ya estoy totalmente adentro. —La voz de Ashif era


profunda y erótica.

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—¡Ah-angh! Yo siento eso, Ashif. Takeyuki claramente sentía
a Ashif en su interior. Su corazón se aceleró con la emoción. Él
amaba a Ashif y podría quedarse para siempre con él.

Yo no podría dejarte y vivir. Takeyuki nunca hubiera


imaginado que podría caer en un dramático romance.

Hacía poco más de una semana que viajó a Cassina, había


planeado el viaje, pero la vida de Takeyuki había dado un giro
de ciento ochenta grados. Había conocido a Ashif y al principio
ambos se resistieron. Pero ellos eran como los polos opuestos de
un imán que nunca pueden separarse.

—¿Puedes moverte un poco? Yo no puedo esperar más y


quiero correrme dentro de ti. —La voz de Ashif estaba al límite
ahora.

Takeyuki asintió y movió su cuerpo.

El hombre se movía dentro del agujero de Takeyuki.

—¡Ah… angh! —Takeyuki no podía pensar en un mayor


placer.

—Takeyuki… Takeyuki —gritó Ashif cayendo en la espalda


de Takeyuki

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203
La parte de él que Ashif había penetrado estaba
incandescente mientras que el ardor en su corazón era como el
fuego. Un bajo gemido escapó de Ashif. Ah la prueba del
amor de Ashif está fluyendo dentro de mí. Takeyuki
pensaba en el indescriptible éxtasis fluyendo a través de él y
cerró los ojos. Los brazos de Ashif lo rodeaban.

FIN

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PALABRAS DE LA AUTORA

M e alivia enviar la sexta entrega de la serie del


“Aristócrata” sin ningún problema. Gracias a
ustedes por haber comprado una copia de este
libro. ¿Lo han disfrutado?

Esta vez he intentado agregar el tema del desierto al tema


de costumbre del Aristócrata. Es mi primera vez escribiendo una
historia del desierto. Ha habido historias así antes (de otras
empresas), donde los personajes principales sólo están
relacionados con el Medio Oriente debido al ambiente, pero la
historia se desarrolla en el escenario del Medio Oriente. En la
historia no aparece mucho el colorido y florido tema de los
palacios y harenes pero los personajes son muy activos y tuve un
montón de diversión escribiendo la historia.

Fue super refrescante haber escrito sobre el ambiente snob


de la realeza y el ambiente de los rebeldes, hace mucho que
no escribía algo así.

Esta es la primera vez que he trabajado junto a la Sra. Ai


Hasukama, quien hizo los dibujos para SHY Novelas. Estoy muy
agradecida por los dibujos que ella hizo en medio de su
apretada agenda. Siento haberle dado solo problemas.

Ahora tengo un anuncio para darles.

De hecho, este mes de agosto Inter-Comunicaciones


lanzará un CD drama del Aristócrata y el Príncipe del

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desierto. Esto es dentro de dos meses a partir de ahora, pero
espero estén satisfechos con el drama de Takeyuki y Zayid en el
mundo del sonido. Estoy muy emocionada por escucharlo
también. ¡Déjenme saber qué piensan!

Mi objetivo para el otoño es realizar una nueva historia junto


con SHY Novelas. Será la séptima serie de la serie del
"Aristócrata". Para ser honestos, este tipo de historia del desierto,
inevitablemente, se convirtió en una historia poco profunda
comparada a los otros libros de la serie del "Aristócrata", pero ya
estoy pensando en que la próxima historia del "Aristócrata"
retome el curso de la vanguardia nuevamente. ¡Espero que lo
compren!

Hemos llegado al final del libro, así que quiero dar las
gracias a todos los involucrados en la elaboración de este libro.
Muchas gracias por acompañarme aquí, en la posdata.

Con amor,

Haruhi Tono.

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