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The Aristocrat and The Desert Prince
The Aristocrat and The Desert Prince
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CAPÍTULO UNO
N o de nuevo.
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No culparía al hombre por ir al cuarto de baño detrás de la
cabina, pero, ¿por qué veía intencionalmente a la cara a
Takeyuki?
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Una mirada fue suficiente para ver la rara calidad e
impecable hechura del traje que usaba. Eso decía que había
más en el hombre que lo veía.
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Takeyuki se hubiera quitado el cinturón de seguridad y hubiera
atacado al hombre.
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En ese momento Takeyuki iba en viaje al Medio Oriente, al
reino de Cassina, que limitaba con el Mediterráneo, había
transbordado en Ámsterdam y ahora se dirigía a la ciudad
capital de Ras.
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Pero claro, también quería la experiencia de la ancestral
cultura.
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alcohólicas, pero desafortunadamente Takeyuki no bebía
alcohol. Ordenó un cóctel sin alcohol.
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que sentiría una mujer. Ese pensamiento hizo que Takeyuki se
ruborizara.
Ridículo.
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—¿No te gusta el alcohol?
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Cuando Takeyuki vio los ojos del hombre se quedó con la
boca abierta.
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Pero el hombre no mostró señales de culpa. Por el contrario,
veía a Takeyuki con una recriminadora expresión.
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Takeyuki se odiaba a sí mismo por el momentáneo desliz ante la
increíble presencia del hombre y se reprendió más de lo que era
necesario. Estaba usando su lenguaje corporal para decirle al
hombre que regresara a su propio asiento.
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Takeyuki y la atmósfera creada le hacía difícil expresarse a
voluntad. Eso era extremadamente raro, debía ser por la
diferencia de edad o quizás porque instintivamente Takeyuki
sentía la diferencia de estatus entre ambos.
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asegurarse. Pero el hombre lo había negado tan
calmadamente, que parecía que Takeyuki era el único con el
pervertido malentendido. Se sintió realmente incómodo.
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Takeyuki lo veía como si lo traspasara. Quiso contestar pero por
alguna razón su garganta se había cerrado y no pudo hablar.
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CAPÍTULO DOS
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—Deja de hablar de esa forma, querido, sabes que tú lo
consentiste más que cualquiera de nosotros.
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—Correcto. Vámonos. Es por aquí —dijo Atsushi indicándoles
el camino, Mustafá tomó su maleta, y dejó a Takeyuki la mucho
más ligera bolsa que se colgó al hombro cruzando sobre su
pecho. Siguiendo de cerca a su hermano salieron del edificio.
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a Takeyuki como un perfecto extraño. Eso hizo que Takeyuki se
sintiera enfermo del estómago. Se sentía extraño, incapaz de
tomar el control de su mente. Eso sucedió desde la primera vez
que viera al hombre fuera del avión e inadvertidamente
empezó a llorar.
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estado dormitando un poco pero el real sueño se mantuvo muy
lejos. Así que al aterrizar en Ras esa mañana, estaba seguro de
que perdería todo el día. Después de que su hermano le
presentara al embajador Kusunoki, llevaría a Takeyuki a su casa,
donde se quedaría durante su visita y podría relajarse.
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parecía que su hermano, con quien había pasado toda su
infancia, empezara a actuar como un padre. Estaba seguro
que su hermano también tenía dudas con eso. Atsushi
permaneció en silencio acerca del niño que nacería en el
verano. Pero cuando Takeyuki vio su cara encontró
determinación y la satisfacción de un profesionista y padre de
familia, aceptando todas sus responsabilidades. Eso hizo que el
corazón de Takeyuki se emocionara.
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hermano, y se sentía como si hubiera perdido la dirección de su
futuro.
Bostezó de nuevo.
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Takeyuki sólo quería pasar el resto del día en casa de su
hermano y su cuñada. Ya tenía suficiente con el largo viaje. Si
dormía hasta la noche, probablemente se recuperaría de la
fatiga. Pensaría de lo que quería ver y adonde quería ir esa
noche.
—¿Como terrorismo?
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de los secuestros son miembros de la clase alta tomados al azar.
Los japoneses pueden ser un blanco tentador, así que ten
cuidado.
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—Estoy seguro de que debe parecerte un lugar atrasado
comparado con Tokio, pero hay grandes cosas aquí que no
verás en Japón, como las ruinas o el mercado árabe. No creo
que te aburras. Y también te recomiendo ver al menos una vez
el atardecer en el desierto. Tenemos vehículos y choferes aquí
en la embajada, eres libre de usarlos cuando los necesites.
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—Aún así...
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CAPÍTULO TRES
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—Sí, estuve de los veinte a los veintidós. El príncipe Ashif
estuvo al mismo tiempo, fue muy inspirador.
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—Él es el orgullo de nuestro país —Mustafá declaró sin
vacilación. Su convicción hizo que Takeyuki quisiera conocer al
príncipe Ashif y ver si realmente era tan agradable. Claro, no
pensaba que realmente tuviera la oportunidad de hacerlo. Eso
era sólo un poco de curiosidad.
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cosas que ver y Mustafá podría llevar a Takeyuki a donde
quisiera ir.
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—No te preocupes, Mustafá.
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—No lo hago para que se enoje, no lo tome así. No puedo
ni discutirlo porque eso no es sólo un problema personal. Si algo
le sucede a usted, señor Takeyuki, se puede convertir en un
incidente internacional.
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que nunca haría comúnmente. Quizá era porque empezaba a
sentirse más libre.
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donde compradores invadían la calle y los alrededores.
Numerosos cafés estaban abiertos en la calle con sillas
multicolores ocupadas por los clientes.
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—Tendremos que caminar un poco, pero tengo que dejar el
auto del embajador en un estacionamiento —Mustafá comentó
a manera de excusa. Una vez que pasaron el portón, el flujo de
gente disminuyó. Probablemente porque estaban en la orilla de
la ciudad y se dirigían lentamente a un espacio desierto.
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—Esto parece el peor golpe de suerte —dijo Mustafá
frunciendo el ceño y viendo las demás llantas—. La llanta
ponchada es la izquierda, pero la derecha también tiene baja
presión. Solamente tenemos una refacción, será mejor que
llame al mecánico.
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Seguro que no es un gran problema
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tragado en la atmósfera del primer mercado que había
experimentado.
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quería decir y se movió con sus ojos fijos en Takeyuki mientras se
alejaba.
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era la única salida. Lo primero que Takeyuki notó al salir de la
oscuridad era lo sospechoso del lugar. Se preguntaba si al salir
al exterior podría rodear el mercado.
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Takeyuki podía decir que los había visto antes. Finalmente su
espalda chocó contra la pared y los tres hombres lo rodearon.
No tenía oportunidad de escape. Los hombres eran mucho más
altos que él y Takeyuki veía hacia arriba con terror. Los dos
hombres que llegaron después del primero usaban el atuendo
típico del Medio Oriente en su cabeza. La ropa que usaban
también era acorde a sus costumbres, le recordaba a Takeyuki
el pantalón de un pijama y camisas holgadas de algodón. Pero
cada uno de ellos llevaba una funda de cuero con un chuchillo.
Su piel era bronceada por el sol, tenían ojos cafés, bigote y
barba. Sus ojos estaban llenos de crueldad y astucia, eso hizo
que Takeyuki se estremeciera y no pudiera moverse.
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parecían obsesionados con eso. Tendría que tener un golpe de
buena suerte si hubiera algo que pudiera hacer para salvarse.
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Levantando temerosamente la mirada, Takeyuki vio al
hombre en el centro del grupo. Un temblor recorrió su espalda.
Estaba aterrado. El hombre lo veía como si estuviera
examinando a una mujer. Sus ojos llenos de lujuria y una ruda
curiosidad estaban impudentemente fijos en Takeyuki. Soy un
hombre. Si el hombre no podía decirlo, Takeyuki tenía que
señalárselo, pero todavía no podía hablar. Cobardía sería la
palabra que describiera su conducta... Estaba en shock al
descubrir cuán débil era en ese momento.
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—¡No... No lo hagas! —gritó irreflexivamente en japonés.
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CAPÍTULO CUATRO
¿Dónde estoy?
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Abrió más los ojos sorprendido, quería sentarse para ver
mejor, pero su cuerpo no podía moverse de la manera que
quería y lo único que logró fue levantar la cabeza un poco.
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¿Por qué diablos ellos hablaban de él?
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Considerando el hecho de que parecía que habían hecho
todo lo que estuvo en su poder para no lastimarlo, el hombre
posiblemente consideraba a Takeyuki un artículo que esperaba
vender en algún lado. Takeyuki no podía imaginar quién podría
quererlo o para qué. Pero una cosa era cierta, si él era vendido,
nunca regresaría a Japón de nuevo.
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Parecía que la caravana había decidido descansar ahí, el
sol se pondría pronto. Antes de que anocheciera tendrían que
cenar y preparar un lugar seguro para dormir.
Oyó que los dos hombres del camión salieron, oyó las dos
puertas abrirse y cerrarse.
—¡Agh!
—Ey.
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distancia, si se estiraba fácilmente lo alcanzaría. Si al menos
siguiera la barrera de la puerta que lo cubría.
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dedos bajaron por el cuello de Takeyuki. Takeyuki vio por el
rabillo del ojo que en esos cuatro dedos estaba perdida la parte
hasta el primer nudillo, eso quería decir que había hecho cosas
violentas antes, y el espíritu de Takeyuki se desanimó más.
Quería resistir, pero cuando el momento llegaba, su valor
fallaba. Cobarde se maldijo a sí mismo, tratando de elevar su
espíritu, pero eso no funcionó de la manera planeada. Era
como si una persona que había estado toda su vida en un
medio ambiente pacífico y seguro, repentinamente fuera
lanzada a una película de acción. Takeyuki no tenía ni
conocimiento ni habilidad especial. Era un milagro que siguiera
calmado. Todo lo que podía hacer era no ponerse histérico.
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Rey. Y nuestros líderes odian a los forasteros y pueden retenerte
con nosotros hasta las puertas del infierno.
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Metahat se alejó del camión con el hombre delgado,
dejando a Takeyuki solo en la caja del camión. Takeyuki relajó
ligeramente su ansiedad. Le agradaba que fueran a quedarse
ahí esa noche. De una u otra manera él estaría a salvo hasta la
mañana o el día siguiente. Usando sus hombros, caderas y
rodillas, Takeyuki logró levantarse y apoyarse contra las barras
de metal. El panorama así era muy diferente de como lo había
visto mientras estaba acostado. Dos grandes rocas se
enseñoreaban en el desierto, sus esquinas pulidas por la erosión
eran blancas, posiblemente piedra caliza. Eran del mismo color
que la arena, pero tan grandes como una colina. Takeyuki y sus
captores acamparon a la sombra de esas elevaciones durante
esa noche.
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El hombre delgado le llevó un plato de aluminio a Takeyuki,
sus manos fueron liberadas para que comiera, en el plato había
carne, cebolla y salsa de tomate. La comida tenía un sabor
único de las especies, no estaba mala pero Takeyuki no podía
decir que le agradara. Takeyuki comió en silencio, tratando de
recuperar fuerzas. No importaba lo desesperanzado que
estuviera, no había perdido la voluntad de hacer algo en la
primera oportunidad. No iba a rendirse.
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pasó por su cabeza liberó un profundo suspiro, escondió su
cabeza en la manta y cerró los ojos.
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CAPÍTULO CINCO
Sin importar qué tan lejos fueran esa mañana, sólo había
desierto de color crema. Había un buen número de colinas,
pero se veían totalmente planas a la distancia, igual que un mar
de arena. Encima del horizonte, el severo y claro cielo azul se
alzaba sobre ellos. De tiempo en tiempo pálidas nubes
aparecían, igual que hechas con una brocha. El viento
levantaba finas partículas de arena por todos lados. Takeyuki no
se preocupó por evitar las lágrimas que la arena le causaba. Su
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cuerpo estaba lleno de arena y su cabello se sentía sucio y
duro. Takeyuki no podía asegurar que pudiera tomar un baño
ese día. Y quería tomar un baño más que nada.
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por años. Takeyuki tuvo la sensación de que ellos viajaban sin
destino, probablemente porque su percepción del tiempo y el
espacio estaba nublada. En ese mundo no había nada, sólo
cielo azul y desierto, y la ciudad con los edificios de acero y
vidrio que raspaban el cielo estaba muy pero muy lejos al este,
era como un sueño.
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construcciones, pero tampoco había estructuras naturales
como montañas.
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camellos empezaron a correr. Pronto llegaron al camión y
empezaron a gritar. Takeyuki oyó miedo en su voz.
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Takeyuki veía atónito al hombre a caballo, que había
acortado la distancia, estaba a pocos metros y seguía
acercándose. Entre más se acercaba más real se veía. Usaba
una ropa que denotaba costumbres diferentes a las de los
hombres que capturaran a Takeyuki. Su ropa se cruzaba en el
pecho igual que un kimono y estaba cerrada con un cinturón
de piel. Un gran cuchillo colgaba de su cadera. Takeyuki se
estremeció. El hombre era un ladrón.
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Takeyuki sostuvo la mirada del hombre sólo un breve
momento. Cuando recobró el sentido el hombre corría al lado
del camión, parecía cazar a Metahat, quien al parecer huía
frente al camión.
—Así es, parece que has estado metiendo tus sucias manos
de nuevo en corruptos negocios, desde la última vez que nos
vimos. —Los dos hablaban en inglés, aparentemente el nombre
del hombre era Zayid. Se veía tan calmado, haciendo ese
sarcástico comentario a Metahat, el líder del grupo de
bandidos, mostrando cuán valiente era. Sería otra cosa si el
hombre contara con el mismo número de aliados, pero parecía
confiar en que podía contra los seis. Zayid no se apocaba por
nada, al contrario, actuaba reservado. Metahat, era el que
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quería terminar con eso rápido. Su alias, “Halcón del desierto”
parecía realmente quedarle.
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hombre delgado había subido y sostenía su cuchillo en la
garganta de Takeyuki. La piel en el cuello de Takeyuki se sentía
helada como el hielo.
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—Seguro que es así, Zayid. ¿Alguna vez te he engañado
antes? ¿Incluso no te dije que la banda de Zard estaba
vendiendo criminalmente su mercancía a los turistas? ¿No me
dijiste que yo merecía ser convenientemente recompensado
por eso?
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—Correcto —Metahat infló su pecho con aire de
importancia. Sostenía la botella de vino segura en su puño. Se
veía realmente feliz. Debería de estar muriendo por algo de
alcohol.
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visto esos ojos en algún lugar antes, pero no recordaba dónde.
Estaba en la punta de su lengua. Pero él solo no podía llegar al
recuerdo.
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forma sentía que sus piernas ya no lo sostendrían más. Metahat
ya no prestaba atención a las necesidades de Takeyuki. Eso era
una precaución en caso de que Takeyuki decidiera escapar. Él
sería entregado al día siguiente al jefe de la otra tribu. Así que
sonriendo maliciosamente le había dicho a Takeyuki que le
hiciera sus demandas al jefe Azzawar.
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inquieto e incluso preocupado ante la posibilidad de que lo
hubieran dejado abandonado. Quería huir pero no ser
abandonado. Afuera estaba muy oscuro. No había luna esa
noche. Sin la luna incluso las estrellas palidecían, quizás estaban
cubiertas por las nubes.
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podría evitarlo. Takeyuki incluso no había rozado a la persona, y
antes de darse cuenta era cargado fuera del camión.
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Según lo que había visto Takeyuki esa tarde, él había
actuado como amigo de Metahat, pero en secreto había
planeado secuestrar a Takeyuki cuando la noche cayera y
todos estuvieran dormidos. Takeyuki estaba asombrado de la
determinación y la astucia del hombre. Su secuestrador en esta
ocasión era sólo un hombre, pero Takeyuki sentía que podía ser
más difícil escapar de Zayid que de Metahat y sus hombres, y
eso aumentó su depresión. La situación se estaba poniendo más
y más imposible. El miedo de nunca poder regresar al Japón en
su vida inundó la mente de Takeyuki.
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sentado a su lado en el avión y le había hecho una serie de
preguntas.
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Takeyuki contuvo el miedo, había estado amarrado mucho
tiempo y sus piernas no respondían como él quería. Justo ahora
no estaba seguro de poder ponerse de pie. Aún así rechazo el
avergonzarte ofrecimiento, con una muestra de impotencia
golpeó con sus nudillos la mano alejándola. Takeyuki pensó que
era mejor confiar en sí mismo que en ese hombre de nuevo.
Zayid jaló a Takeyuki ayudándolo a ponerse de pie y después a
colocar un pie en el estribo mientras lo sostenía de la cintura.
—Lo lograste.
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sensación de ir volando. Era la misma sensación que cuando
montas una montaña rusa en un parque de diversiones.
—¿Qué sucede?
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inglés pero no se sentía con deseos de hablar con él. Takeyuki
quería conocer la opinión de Zayid sobre una variedad de
temas, el hecho de que Zayid hubiera iniciado la conversación
con él en el avión sostenía su impulso.
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—¿Un niño? —las palabras de Zayid hicieron que Takeyuki
olvidara la situación en la que se encontraba y saltara su
temperamento. Protestó fuerte y se giró para verlo a la cara,
pero cuando lo hizo su cuerpo se inclinó a un lado.
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una roca que parecía un tazón puesto de cabeza. Otra roca
había sido erosionada hasta parecer un hongo y otra como una
mesa...
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Zayid continuó hacia el interior. El camino hacía una curva a la
derecha. Cuando llegaron a ese lugar había un tipo de
oscuridad diferente y los pasos de Takeyuki eran vacilantes.
Zayid había tomado una vela de la alforja de su caballo antes,
como si anticipara la reacción de Takeyuki, e iluminó el área.
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—¿A dónde vas? —gritó Takeyuki cuando Zayid regresó de
nuevo hacia el pasaje, repentinamente estaba preocupado de
que lo dejara solo ahí, y para ser honesto se sentía un poco
solitario.
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—Ow… —Su mano estaba cubierta de arena y algunas
partículas entraron en su ojos. Sus lágrimas caían más rápido
ahora.
—Déjame ver.
—¡Ey!
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manera masculina y galante. Ahora ese hombre estaba tan
cerca que Takeyuki oía el pulso de su corazón.
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—¿Qu-qué haces? —El acto fue tan totalmente inesperado
que la bravata desapareció de la voz de Takeyuki, todo lo que
pudo hacer fue murmurar.
—Sí, pero...
—¿Cuál es tu nombre?
—Takeyuki Onozuka.
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había caído bajo el hechizo del misterioso y guapo “Halcón del
Desierto”
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Takeyuki se acostó en la alfombra, se cubrió con el cobertor
y cerró los ojos, esa noche sus piernas estaban libres. Sólo eso lo
hacía feliz. Zayid se acercó y Takeyuki lo oyó sentarse
directamente en la arena.
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CAPÍTULO SEIS
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delicioso que había comido, pero eso solo era porque tenía una
crisis nerviosa.
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—¿Por qué tienes... por qué siempre tienes que decir cosas
como esas? No soy un pequeño niño y no trato de huir.
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Zayid era evidente. Takeyuki no encontró nada con qué refutar
esa declaración y lo único que hizo fue guardar silencio.
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—Pensé que la homosexualidad era tabú para los
musulmanes. ¿O es como el alcohol y las ideas sobre el sexo no
están reguladas por la religión en Cassina?
(5) Cinco pilares del Islam, son las cinco leyes que rigen la religión musulmana: 1 Fe
en Ala y en Muhammad (su rey) como su profeta. 2 oración, 3 caridad, 4 ayuno ,
5 peregrinar a la meca.
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Takeyuki como si se lo tragaran. El corazón de Takeyuki latía
aceleradamente.
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Sus dedos cepillaron su pegajoso cabello, imposible de
llevar a su habitual suave textura. Estaba avergonzado de que
alguien le hubiera tocado el cabello en ese estado. Pero
estaban en el desierto. No importaba cuánto deseara una
ducha o un baño, nunca podría tenerlo. Takeyuki quería
regresar con su hermano mayor y recuperar su vida normal.
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negarle. Al final siempre sonreía sobriamente y cedía. Pensando
en esos antecedentes Takeyuki esperaba que Zayid pudiera
cumplirle su deseo, sin importar la razón por la que lo hubiera
secuestrado. Pero la respuesta de Zayid fue absolutamente
directa y ni siquiera se giró.
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—A mí... a mí no me interesa lo que me digas. —Las
advertencias de Zayid instantáneamente acobardaron a
Takeyuki. Eso probablemente era completamente cierto. Sin
importar de cuánto valor se cubriera, cuando confrontaba los
problemas reales del agua y la comida, Takeyuki no sabía qué
hacer.
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—Ey... —Takeyuki giró la cabeza para hablar con Zayid,
quien se presionaba contra él—. ¿Era en serio?
—¿Qué?
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apariencia, en el interior después de todo era igual que
Metahat. No… era incluso más deshonesto, villano y cobarde.
Takeyuki estaba enojado consigo mismo por pensar que un
hombre como Zayid fuera al menos un poco mejor.
Aparentemente era un terrible juez de carácter.
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Zayid parecía particularmente preocupado por su caballo
que los llevaba a ambos. Nunca lo forzó fuera de los límites,
ocasionalmente descansaban en una sombra y le daba agua y
alguna zanahoria, le acariciaba el cuello y lo elogiaba
suavemente. Era extraño decirlo, pero Takeyuki se sentía celoso
de Aslan.
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existido. Finalmente Takeyuki también encontraba demasiado
incómodo permanecer callado. Quebrado el silencio
naturalmente fue un alivio.
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—Si no quieres que lo haga, entonces sé buen niño y
prométeme que no escaparás. —Zayid estaba increíblemente
arrogante y dominante.
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deliberadamente lo dijo para molestarlo, Zayid sólo se burló sin
verse afectado y miró a Takeyuki divertido.
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La hierba a la orilla del manantial crecía hasta arriba de su
cintura. Takeyuki se quedó ahí y se desnudó, dirigiéndose al
agua sólo con la toalla. La temperatura estaba más baja de lo
que esperaba, pero realmente no estaba fría. Como él no podía
asegurar que nadie lo espiaba por algún lado, se metió al agua
hasta los hombros y buscó un lugar más profundo.
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A Takeyuki lo tomó por sorpresa y se cubrió con sus manos.
Zayid era sólo otro hombre, pero por alguna razón Takeyuki se
sintió avergonzado de que lo viera, se ruborizó y en su prisa por
tomar la toalla no prestó atención, piso mal y perdió el balance.
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—No estoy haciendo nada, imbécil. —Su vergüenza hizo
que Takeyuki lo insultara, Zayid lo miró sorprendido.
—Zayid…
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—Espera.
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—Sartre.
Zayid se rió.
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—Tu cara cuando despiertas no es nada comparada con lo
lindo que eres cuando duermes.
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CAPÍTULO SIETE
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—Hasta que me sienta con deseos de detenerme. —La
respuesta de Zayid fue como siempre. Takeyuki soltó un alto
suspiro y después de eso simplemente miró al frente callado. El
silencio continuó por un largo tiempo antes de que Zayid lo
rompiera.
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había muchos lugares en la tierra donde una persona pudiera
encontrar el panorama que él tenía al frente en el horizonte.
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especializaba? Takeyuki estaba avergonzado de su propia
ingenuidad al estar tan consciente de su propio cuerpo que se
ruborizó.
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—¿Realmente iremos a la ciudad, Zayid? ¿Lo prometes? —El
tono de voz de Takeyuki era excitado y preguntó varias veces si
era seguro que irían.
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—¡No! ¿Qué estás haciendo? —vio la cara de Zayid
directamente sobre él. La parte de atrás de la cabeza de
Takeyuki se apoyaba en el musculoso hombro de Zayid, y lo
miraba con ira.
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profundizarse. Dependiendo de cómo te comportes, puedo
decidir enviarte de regreso a tu país.
Tenía que hacer algo. Tenía que escapar por sus propios
medios.
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Trató de ver más directamente e inclinó la cabeza hacia
atrás, accidentalmente la cima de su cabeza golpeó el pecho
de Zayid. Reconociendo que las cosas se habían complicado
después de su pelea anterior, Takeyuki repentinamente se
sobresaltó, alejándose. En ese instante su cuerpo se bamboleó
desatinadamente.
—Aagh.
—Idiota.
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Usar un caballo para recorrer el desierto no parecía tener
mucho sentido. Takeyuki recordó que Mustafá le dijo que la
gente solía usar vehículos cuatro por cuatro o camellos.
Realmente eso era lo que el pequeño grupo de Metahat había
hecho. Su pequeño y destartalado camión era de un modelo
antiguo y el sonido del motor no inspiraba confianza, pero era
fuerte y al parecer era mucho más útil de lo que parecía.
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Esa noche Takeyuki sería todo lo dócil que pudiera sin
despertar sospechas en Zayid, y huiría una hora antes del
amanecer. Podría moverse entonces, seguro de que Zayid
seguiría dormido. Para cuando la luz del sol brillara seguro que
Takeyuki ya estaría bien lejos. Si podía llegar lo suficientemente
cerca de la ciudad de seguro encontraría a alguien a quien
pedirle ayuda.
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llenando la mente. Qué ridículo. ¿Cómo podía pensar ni por un
momento que él y Zayid podrían ser amigos?
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CAPÍTULO OCHO
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ligeramente los ojos para ver en torno, y simplemente rogó para
que se apurara.
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perfectamente acostado, no movía ni un músculo, lograría
alejarse de ahí. Quería mostrarle a Zayid que era más que una
carga en la espalda. Entonces Zayid podría verlo con un nuevo
respeto. Takeyuki quería ver la cara de sorpresa de Zayid. Una
imagen de Zayid con los ojos brillantes y una falsa sonrisa flotaba
en su mente. Takeyuki podía ver su propio triunfo en esa cara. Si
a Zayid no le gustaba eso, entonces podría ir detrás de él. Y la
siguiente vez que fuera capturado, Takeyuki estaba seguro que
Zayid lo trataría como a un igual en lugar de como a un niño.
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ocasiones cuando el hombre vio la cara de Takeyuki dormido,
se había reído cruelmente.
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Ahora, pensó Takeyuki con una explosión de valor. Salió.
Todo estaba en un tono de negro. El aire frío cortaba su piel.
Takeyuki se envolvió en la manta y tomó la mochila que había
dejado al lado de la tienda mientras pretendía ayudar a Zayid
con la cena. Se colocó la tela roja que cubría su cabeza y los
preparativos estuvieron terminados.
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Después de caminar varios cientos de metros, Takeyuki se
giró a ver la tienda.
Una línea del cielo en el este mostraba los primeros rayos del
amanecer, era tan brillante que no podía verla directamente.
Takeyuki bajó la cabeza viendo la oscuridad de la arena que
palidecía bajo sus pies.
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temperatura. La fría arena se calentaría como la superficie de
una sartén caliente. La blanca superficie reflejaba los rayos del
sol sin clemencia, y se calentaba tanto que casi podía oír que
ardía.
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Sus piernas se sentían pesadas. Cada vez más. Y se
obligaba a sí mismo a seguir adelante prácticamente
enterrando sus pies. No creía que caminar en el desierto fuera
un trabajo tan duro. No, eso no era cierto, de alguna manera se
había preparado para eso, pero no era tan fácil como había
pensado.
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Cuando la idea de muerte inundó su mente, Takeyuki se
arrepintió profundamente de lo que había hecho. Después de
todo, debió quedarse obedientemente con Zayid. Si estuviera
con Zayid nunca le hubiera sucedido esto.
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—¡Zayid… Zayid! —Ayúdame. Las palabras se quedaron
atrapadas en su garganta y lo que se escapó fue un sollozo. La
mente de Takeyuki se llenó pensando en su papá, su mamá, su
hermano mayor, pero cuando pensó en Zayid, sollozó sin
lágrimas.
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CAPÍTULO NUEVE
—Nngh.
—¿Zayid…?
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—¿Es esto un sueño o una alucinación? Zayid no pudo
haber venido a rescatarme.
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—Si huyes de mí, ordenaré tu muerte. Siento haberte
decepcionado. —La voz de Zayid estaba llena de sarcasmo, y
al considerar sus palabras no estaba seguro que fueran gentiles
del todo. Pero levantaba la parte superior del cuerpo de
Takeyuki sosteniéndolo con más fuerza de la habitual. Takeyuki
comenzó a recordar la suave y cálida sensación que todavía
hacía eco en sus húmedos labios y el agua que Zayid había
llevado a su interior.
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—Eres terrible. —Zayid chupaba la lengua de Takeyuki casi
dolorosamente y lo abrazaba, apretando fuerte. Entonces dejó
sus labios y se apartó.
—¿Qué?
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—¿Dónde está Aslan?
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Takeyuki asintió sin decir una palabra, aceptando la
sostenida mirada de Zayid con un brillo en sus ojos. Zayid soltó un
profundo suspiro.
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—Lo siento, Zayid… Gracias por venir por mí. Me alegra que
lo hayas hecho
—¿Qué es un khamsin?
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probablemente hubiera muerto, y su cuerpo enterrado en la
arena, perdido para siempre.
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Podía sentir el calor del cuerpo de Zayid en su mejilla. Se
alegraba de estar vivo. Takeyuki le agradecía fervientemente
por eso.
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cabeza, y cuando la sacudió, granos de arena cayeron al
suelo. Zayid estaba perfectamente calmado.
—Bien.
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Takeyuki asintió interesado, viendo lo que Zayid hacía con
fascinación. Mientras esperaba que el agua hirviera, Zayid
revolvía el contenido de la cezve ocasionalmente, hasta que el
café empezó a burbujear dentro de la olla y la retiró del fuego.
Sirvió café en dos tazas.
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—Um. —Takeyuki inclinó la cabeza preguntándose cómo
contestar. No estaba seguro de saberlo, pero recordó cómo le
había contestado—. Oh… Él dice que tiene la misma edad del
príncipe Ashif. —Takeyuki contestó tomando un trago de la
parte superior de su café turco.
—¿Cómo me veo?
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—Tienes una gran imaginación, valiosos tesoros, ¿qué siglo
crees que es éste? No has superado la edad de “Las Noches de
Arabia”, ¿verdad?
Zayid se congeló.
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mal. Lo que quiero decir no es que me quiera quedar en el
desierto para siempre, pero… um… quiero quedarme contigo.
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A espaldas de Takeyuki, Zayid hablaba en voz baja.
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—Lo siento si te confundí. —Zayid se disculpaba también en
un solemne tono—. Se oye que el viento ha disminuido, voy a
revisar al camello.
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lado salpicando arena sobre su cabello. Justo cuando su
cuerpo estaba cayendo por la fatiga, Takeyuki oyó que alguien
llegaba y empezó a despertar.
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CAPÍTULO DIEZ
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La noche anterior Takeyuki había logrado tener valor y
hablar sobre sus sentimientos a Zayid, pero él le había
contestado “no”. Cada vez que Takeyuki le hablaba a Zayid
éste se sentía extrañamente incómodo y los sentimientos
pasados lo atravesaban. Zayid había capturado a Takeyuki
primero, pero ya no tenía intención, como al principio, de
reclamarlo como su propiedad. Desde el momento en que
Takeyuki le dijera que quería estar con él, Zayid se mostraba
aturdido, como si se hubiera asustado de las cosas que había
hecho, y hablaba como si quisiera olvidar todo lo sucedido
entre ellos. Takeyuki estaba decepcionado, quería maldecir a
Zayid por su cobardía.
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Cuando dejó que las imágenes de lo sucedido llegaran a su
mente, Takeyuki dolorosamente reconoció cuán imposible era
permanecer con Zayid en la realidad. Si sus padres se habían
enterado del incidente, estarían volando desde Japón a
Cassina, y la situación estaría peor. Podía imaginar que el
secuestro de una persona japonesa podría causar un incidente
internacional. El efímero capricho de Takeyuki podría imponer
una pesada carga a todo tipo de personas. Zayid era
importante para él, pero antes de que pudiera angustiarse por
eso su primera preocupación era cuidar de todo lo demás.
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—¿Qué está mal? —Frunciendo el ceño, Zayid veía a
Takeyuki, quien miraba al firmamento en ese momento.
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Iluminando la arena con la lámpara de bolsillo, Takeyuki
encontraba las ramas que Zayid le había pedido. Sabía que esa
noche sería la última que pasarían junto al fuego.
Esa era la tercera vez que era secuestrado. ¿Por qué seguía
sucediéndole? Takeyuki quería gritar y maldecir a la persona.
Esto es una locura, pensó. Cómo se supone que voy a
tratar con alguien si ignoro lo que quiere. Una intensa
rebelión hizo explosión en su corazón. Trató de luchar más fuerte
de lo que hubiera hecho antes, pero la persona era
asombrosamente fuerte y Takeyuki no logró liberarse. El hombre
no era más alto pero detuvo la lucha de Takeyuki como
experto, y lo contuvo.
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Repentinamente su boca fue cubierta por una mano con
guante de piel.
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—Takeyuki —Mustafá envolvió sus brazos alrededor de
Takeyuki una vez más.
—Mustafá…
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noche, si teníamos suerte, no había necesidad de causarle
preocupaciones a tus padres.
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—No te preocupes —Mustafá dijo confidencialmente,
aliviando las preocupaciones de Takeyuki—. Nadie cuestiona su
inocencia.
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Ambos eran hombres, y lo más importante, si Zayid realmente
hubiera estado interesado, hubo muchísimas oportunidades
para hacerlo. De hecho, Zayid podía ejecutar lo que le había
dicho a Takeyuki, pero era evidente que sólo estaba bromeado
con él.
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—Entonces creo que mañana será posible que te reúnas
con el Rey, para decirle que todo está bien.
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Atravesaron la puerta de la embajada ante los guardias y
entraron a los terrenos de la hermosa propiedad, con su edificio
de tres pisos todo iluminado. Takeyuki vio el reloj, eran las diez de
la noche.
—¡Takeyuki!
—¡Oh, Takeyuki!
—Takeyuki.
—Atsushi.
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—¡Atsushi! —Masako gritó sorprendida—. No es razón para
que lo golpees.
—Pero…
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sucedido? Tú nunca, nunca volverás a preocuparme así de
nuevo.
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hermano, levantó la vista y vio los ojos de su hermano rojos, y
Takeyuki estuvo seguro de que los suyos estaban igual.
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—Correcto, pero, ¿qué con el príncipe?
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Pero él me besó, y lo hizo varias veces. Mientras el agua de
la ducha caía sobre su cabeza, Takeyuki cerró su mano
alrededor del tembloroso miembro entre sus piernas.
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Se secó el cabello y se vistió en el cuarto de baño con un
pijama de seda, entró en la suave cama. No necesitaba esas
cosas.
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formalmente con un frac que había traído desde Japón. Era un
encuentro privado, pero era con el Rey, así que las formalidades
debían ser estrictamente observadas.
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CAPÍTULO ONCE
175
—Gracias por agregarse a nuestros esfuerzos —agregó el
embajador.
—No es necesario ser tan formales ahora. —El Rey les señaló
a los tres hombres que tomaran asiento en los sofás, e hizo sonar
una campana para que alguien llevara té y bocadillos. Los
bocadillos eran una especie de galletas de azúcar llamadas
sanyora que se derretían en la boca. El explosivo sabor era
como a camote dulce.
176
El embajador y Atsushi regresarían a la embajada a
trabajar. La misma limusina que los había llevado los regresaría.
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bordada con hilo dorado. También estaba viendo hacia el
jardín. Tenía sus brazos cruzados sobre el pecho y su postura
estaba infundida de una nobleza que dificultaba que se
aproximaran. Su cabeza estaba cubierta con una lujosa tela
blanca con la orilla dorada.
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Zayid… no, Ashif, alejó la vista de Takeyuki que seguía
perfectamente de pie congelado y en choque, le habló al
hombre que seguía inclinado por su cintura en la orilla del
corredor, sin mover un músculo.
—Gracias, Hassan.
—Así son las cosas, Takeyuki —dijo Ashif con una débil
sonrisa, acercándose a Takeyuki con grandes pasos. Sus ojos
azules se entrecerraron con placer y revisaron el cuerpo entero
de Takeyuki enfundado en un inusual traje de cola.
Aparentemente disfrutó lo que vio.
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Takeyuki había pensado que no volvería a ver a Zayid de
nuevo, había llorado lastimosamente toda la noche y había
hecho cosas indecentes pensando en él. Pero ahora se le
revelaba la verdadera identidad de Zayid, quien era el hermoso
y encantador príncipe de Cassina. Takeyuki no pudo evitar que
su cara ardiera por todas las cosas vergonzosas que había
hecho bajo la mirada de ese hombre.
—¡Z-Zayid!
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—Entonces, ¿por qué tienes hinchados los ojos? Puedo
reconocer cualquier ligero cambio en tu cara.
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Takeyuki luchaba por alejarse de los brazos de Ashif, pero el
hombre frustraba sus esfuerzos fácilmente y se calmó de nuevo.
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—Takeyuki, estás duro aquí abajo, porque me quieres,
¿verdad?
—Ah…
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—Pero es la verdad. —Ashif insistió viéndolo directamente a
los ojos.
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—Tómame, Ashif, tómame.
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CAPÍTULO DOCE
187
Ashif había pensado más allá antes de construir una
relación con Takeyuki, y no había engaño en los sentimientos
comunicados a través de la piel de Takeyuki. Ashif acariciaba
toda la cara de Takeyuki y éste dejó salir un suspiro contenido.
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palma de los dedos. El izquierdo lo atrapó entre sus dientes y
empezó a chupar.
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Ante cualquier cosa que le hiciera Ashif, la sensación que se
difundía sólo podía ser llamada buena. Takeyuki estaba
preocupado de que la locura lo invadiera. Nunca antes había
sentido tanto cariño por alguien o deseado con todo su cuerpo.
—¡Ahhh-Ashif… Ashif!
—Unngh-mmph…
—Ah…
Él era grande y estaba duro como una roca, era casi como
un arma.
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—Esto va a entrar en tu interior —murmuró Ashif con una
excitante y sensual voz.
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pertenecía a él. Así que no tenía por qué sentirse avergonzado.
Así era como se sentía.
—¡Nngh-no!
—Anngh.
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centímetro del órgano de Takeyuki, una y otra vez, lamiendo
incluso el pequeño agujero limpiando los remanentes en él.
193
Envolvió sus brazos alrededor de Takeyuki y acarició su
espalda y cabeza con su palma.
194
el príncipe de un país extranjero fuera personalmente a pedirles
a su hijo. Pero Takeyuki definitivamente esperaría mejores
resultados que si él trataba de convencerlos.
—Ashif…
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Mientras Takeyuki palpaba la erección de Ashif, Ashif
pasaba sus lubricados dedos entre las nalgas de Takeyuki y
encontró el arrugado agujero de Takeyuki.
—¡Ahh! ¡Nngh!
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profundamente en el interior de Takeyuki, quien se estremeció.
Cuando imaginaba un largo objeto en su interior, seguía
tensando su conducto, y apenas había aceptado un solo dedo.
Takeyuki no podía evitar tener miedo. Pero era más que miedo
lo que sentía, estaba sorprendido de que el cuerpo humano
pudiera permitir que dos personas estuvieran juntas de esa
manera, y con la anticipación, no podía negar que sentía un
dulce dolor en el centro de su cuerpo. Cada vez que el dedo
de Ashif salía de Takeyuki oía un húmedo ruido, mordió su labio
inferior mientras libidinosamente se ruborizaba hasta los oídos.
Sus rodillas estaban levantadas y sus muslos separados. Sentía su
membrana interna siendo acariciada y el inequívoco placer
aumentaba.
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Estaba tan avergonzado que trató de levantarse. Ashif empujó
sus hombros y lo forzó a detenerse.
—Buen niño.
—Te amo.
Beso la otra.
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Por favor, que no me vea tan repugnante, casi
rogaba.
—Mentiroso…
—A-angh… ¡ah!
—Relájate.
199
empujándose completamente al interior. Los hombros de
Takeyuki temblaban y el dolor le hizo gritar.
—¡Nn-anngh!
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Cuando los dedos de Ashif presionaban o golpeaban
contra la próstata, Takeyuki no podía contener sus indecentes
gritos. Su cabeza dolía con un asombroso placer.
—¡¡Anngh!!
201
—¡Ah-angh! Yo siento eso, Ashif. Takeyuki claramente sentía
a Ashif en su interior. Su corazón se aceleró con la emoción. Él
amaba a Ashif y podría quedarse para siempre con él.
202
203
La parte de él que Ashif había penetrado estaba
incandescente mientras que el ardor en su corazón era como el
fuego. Un bajo gemido escapó de Ashif. Ah la prueba del
amor de Ashif está fluyendo dentro de mí. Takeyuki
pensaba en el indescriptible éxtasis fluyendo a través de él y
cerró los ojos. Los brazos de Ashif lo rodeaban.
FIN
204
PALABRAS DE LA AUTORA
205
desierto. Esto es dentro de dos meses a partir de ahora, pero
espero estén satisfechos con el drama de Takeyuki y Zayid en el
mundo del sonido. Estoy muy emocionada por escucharlo
también. ¡Déjenme saber qué piensan!
Hemos llegado al final del libro, así que quiero dar las
gracias a todos los involucrados en la elaboración de este libro.
Muchas gracias por acompañarme aquí, en la posdata.
Con amor,
Haruhi Tono.
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