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ANÁLISIS TEMA 2: “MOVIMIENTOS SOCIALES DURANTE LAS DÉCADAS

DE 1970-1980”

Presentado por: Yeison Alexander Narváez Pinta.

Objetivo: Este sucinto análisis buscará, a partir de las lecturas propuestas por el tutor,
establecer los principales rasgos de los movimientos sociales de las décadas de los setenta
y ochenta del pasado siglo, atendiendo a un ejemplo concreto. En este caso se hará una
aproximación al fenómeno chileno en torno al movimiento Democracia ya.

Introducción.

Si bien a grandes rasgos, los movimientos sociales latinoamericanos en el contexto de las


décadas antes señaladas, se desarrollaron en dos vertientes: las que se produjeron en
marcos democráticos (Colombia, México), y los que se produjeron en países con
dictaduras militares (Uruguay, Argentina, Chile), lo cierto es que en cada país el
fenómeno del auge de la movilización y organización social tuvo características muy
concretas. En cualquier caso, la ola democratizadora que inauguraba abría espacios de
actuación a movimientos sociales de diversa naturaleza e integrados en mayor o menor
medida en los espacios que antes ocupaban los partidos políticos, sin llegar a
reemplazarlos.

Democracia ya.

Contexto: Se debe encuadrar el surgimiento de este conglomerado de asociaciones en


torno al proyecto democratizador de Chile en la dictadura pinochetista. El régimen militar
suprimiría los partidos políticos, por lo que éstos mantuvieron su actividad en la
clandestinidad, compartiendo espacios con nuevos movimientos que irían surgiendo en
el seno de la sociedad. La principal característica de la convergencia democrática chilena
sería la capacidad de convivir partidos políticos –de izquierda, demócratas cristianos y de
centro- con movimientos sociales –con base en la clase obrera y las clases medias-,
apoyados por sindicatos como la poderosa Unión de Trabajadores del Cobre, así como
por sectores de la Iglesia Católica. Sin embargo, aunque compartían un objetivo común
–la apertura democrática- se destaca la desunión que se produciría en el momento de
trazar la hoja de ruta a seguir, unos defendiendo una acción más negociadora y otros por
la vía más radical y de confrontación con el régimen.

Por estas divergencias, se presentaron conflictos tanto al momento de establecer acciones


y estrategias, como al presentar sus demandas ante la sociedad. En este sentido, los
partidos políticos se quedarían encasillados en sus formas tradicionales de actuación,
mientras que los movimientos sociales buscarían mantener su independencia de los
partidos políticos, manteniendo su personalidad, aunque esto resulto una tarea casi
imposible dada la fuerte tradición histórica de los partidos chilenos, por lo que los
movimientos sociales se mantuvieron supeditados a éstos i.

Si bien el movimiento social en torno al reclamo de mayores libertades civiles y a la


apertura democrática mantuvo su fuerza hasta el final del régimen militar, una vez se
llegaría al estado democrático la movilización se paralizaría por dos causas: por el
trasvase del contenido político de los movimientos sociales a los partidos políticos, los
cuales fueron los nuevos protagonistas del panorama democrático. Por otra parte, se buscó
mermar la movilización, intentando reducir la polarización social que pudiera volver a
provocar un golpe de Estado por los militares, intentando con ello apaciguar el ambiente
social.

El reclamo de fondo se plantea en el aumento del ejercicio de la ciudadanía, es decir, la


capacidad de llevar a cabo libertades civiles y políticas en el marco del Estado
democrático, garantizando los derechos iguales y la libertad a todos los chilenos. No sólo
se rechaza la aplicación del poder desde las cúpulas políticas y militares, sino la
implantación de las medidas neoliberales que desmantelaron la industria chilena y
provocaron unas altas tasas de paro y desigualdad social. A diferencia del caso argentino,
donde los partidos políticos no se habrían consolidado debido a la inestabilidad política
del país, Chile desarrolló un sistema político bastante sólido y plural, que permitió por
ejemplo el ascenso de Salvador Allende a principios de la década de 1970. Por su parte,
el sindicalismo, especialmente el industrial, tuvo una gran acogida entre la clase
trabajadora, y si bien durante los primeros años de la dictadura tuvo poca actividad y
muchas veces estuvo vacilante con la dictadura, nunca perdería capacidad de
movilización y mantuvo un significativo poder durante el gobierno militar ii.

i Esta idea también la destaca Jasper en su análisis sobre el movimiento obrero brasileño cuando señala que “de las
experiencias del autoritarismo y de las experiencias de la autoorganización nación una actitud de profunda
desconfianza en toda institucionalización que escape al control directo de las personas que en ella intervienen, así
como una actitud de profunda revalorización de la autonomía de cada movimiento” Sader, Eder, “Cuando nuevos
personajes entraron en escena.Experiencia, lenguaje y luchas de los trabajadores del gran Sao Paulo (1970-1980)”
en Sierra, Gerónimo de (comp.), Democracia emergente en América del Sur, Centro de investigaciones
interdisciplinarias en humanidades, México, 1994. pp. 90-91.
ii A. Touraine, América Latina. Política y sociedad, Espasa-Calpe, Madrid 1989. pp. 265-275

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