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COMENTARIO DE TEXTO

• “EL FIN DE LA TERECITA”

Narraba el viejo ma rino su corta pero emocionante historia, con un to n o pa


tético que si bien no convenía al ambiente —un rincón del club no muy
apartado de los salones donde la muchachería bailoteaba al compás de
un Charleston
interminable— convenía sí a lo que él contaba.

— Reg resá ba mo s d e un cruce ro h a sta las Ga láp ag o s , a bordo del


cazatorpedero
"L ibe rta d o r B o líva r ", la unidad más poderosa que tenía entonces la
armada de la República. E ra yo g u ardia ma rin a , quizás el más joven
entre mis compañeros; porque hace de esto, más o menos, veintitrés años.
Habíamos cumplido la primera escala, lueg o d e la tra ve sía del Pacífico
en la isla Salango, y después, siguiendo la costa de Manabí, demoramos,
para hacer maniobras de artillería, entre Punta Ayampe y las islas de los
Ahorcados.

—Mar bravo en esa altura —interrumpió uno de los oyentes.

— ¿Uste d con o ce? Sí; mar bravo —continúo el narrador— y, justamente


por eso escogió el comandante esa zona para que los noveles artilleros
hicieran ensayos de puntería, disparando contra blancos movedizos y
pequeños: u n bo te cillo vie jo, un palo, una boya. Llevábamos dos días en
maniobras; al amanecer del tercero hubimos de forzar máquinas con rumbo al
norte, no recuerdo por cuál motivo, hasta colocarnos a relativamente escaza
distancia arriba de las islas de los Ahorcados, qu e te n íamo s a la vista .
Por cierto, continuábamos en nuestra tarea. Hacia el mediodía, advertimos que
de la costa de una de las islas se separaba un bongo y que una persona
avezada sin duda en el manejo del remo, lo dirigía seguramente hacia nuestro
buque. Cuan do la pe q ue ña e mb a rcación , que a cada momento las olas
parecían tragarse, estuvo a suficiente distancia de nosotros, el oficial de
toldilla conminó a su pasajero para que la alejara, pero éste se afanaba en
ademanes que claramente daban a entender que solicitaba permiso para

reg lamen to d e la s na ve s de gu e rra , que terminante prohíbe que una


civil suba a
atracar al costado del "B o líva r". El comandante, que en ese momento
estaba junto al oficial de toldilla accedió a las mudas súplicas del hombre del
bongo y dio órdenes para que le permitieran abordar. “A lo mejor se trata de
cosa que nos interesa ", dijo. Era algo inusitado que el comandante viola ra e
l se ve ro

reg lamen to d e la s na ve s de gu e rra , que terminante prohíbe que una


civil suba a
ellas, o se aproxime más de la cuenta, sin superior permiso o salvo casos de
fuerza mayor, peor aún encontrándose la unidad en alta mar; pero, el aspecto
del hombre del bongo no era como para inf u nd ir so spe y, además, la
ch a s
República gozaba, por ventura, de completa paz interior y exterior: fue dos
años más tarde el con flicto co n e l P e rú . Ciertamente, no había nada que
temer, amén de que de ningún modo se le permitiría al visita n te con o ce r e
l siste ma de d e fe n sa de la nave: sería recibido en la escala. A poco, había
trepado aquél. E ra u n cho lo
viejo , co mo d e u no s se te nta a ñ o s, ba lda do d e un b razo . Su
figura lo señalaba como uno de esos lobos de mar nuestros, que lo mismo
saben ordenar una maniobra de velas para desafiar al temporal, que
conducir un barco de alto bordo, po r en tre p e lig ro sa s sirte s f luvia les
—entre Scila y Caribdis— hasta la ría de Guayaquil. Parado en el portalón de
babor, con aire encogido, jugando con el jipijapa entre las manos inquietas,
preguntó por nuestro comandante . "S o y yo ", manifestó éste.

Un mozo que con una servida de gin se acercó a nuestro grupo, interrumpió al
narrador.

Así que se hubo hecho honor al aguardientillo, prosiguió el marino:

—Quisiera conocer lo bastante el dialecto de la gente costeña para reproducir


el discurso del cholo con las mismas frases, con los mismos modismos por él
empleados; pero, como no puedo hacer tal, trataré de, lo más fielmente que me
sea posible, repetiros lo que dijo y que tanto nos conmovió : "Ve a mi co ma n
da n te " inició; "ustedes están haciendo tiro al blanco con los cañones y
yo quiero ofrecerles un blanco bueno para que mejor aprendan a disparar los
muchachos.
E s mi b a land ra mi "Te resita " ¿sabe? Ya está muy vieja y no se puede
hacer a la
mar. Antes, sí. ¡Era de verla! He ido en ella ha sta e l P y, varias veces, hasta
e rú
Colo mb ia. A Ga lápa g os, n i se d iga . Una ocasión fui —no lo ha de
querer usted creer— h a sta Nica ragu a , po r o rden d e mi gen e ral A lfa
ro, y tra je de a llá a ve inte
o ficiale s q u e ven ían a l E cu a do r a pe lea r co n los go d o s. ¡Era d e
ve r a mi " Te resita ”
có mo jug ab a con las o la s, co mo las e sq u ivaba , o rzand o b a bo r, o
rzan d o a e strib o r
siempre á g il, ¡sie mp re lista ! L a lla ma b an "la ga ta " p o r lo b rin
cad o ra. ¡Ah , e ra de
ve rla ! A h o ra, n o. Ya e stá vieja ; tanto como yo. Ya no puede ni
siquiera navegar en bonanza, porque el menor soplo de brisa la pondría en
peligro, porque el más insignificante oleaje rompería sus cuadernas y la
hundiría... Mis n ieto s, ¿sab e?,
q u iere n q ue le me ta ha ch a , q ue la ve nd a como ma d e ra vieja ;
que venda epalo
mayor que como ése si es nuevo, puede servir para otra embarcación; que
venda la lona de las velas para otras balandras... Yo no quiero eso, mi
comandante; yo no quiero eso. Mi “Te re sita " no me rece e sa mu e rte .
Ella se tiene ganada otra distinta. A usted, mi comandante pongo por caso,
¿le gustaría con lo que ha navegado, con lo que ha peleado, morirse un mal
día en su cama, de fiebre?
¿Verdad que no? Pues... lo mismo, más o menos... Y es por esto que yo
quiero pedirle a usted un favor: que haga que los muchachos los
guardiamarinas ecuatorianos, d ispa ren co ntra mi "Te resita " para que se
hunda en la mar h e rid a
d e ba la; p a ra q ue a sí mu e ra, pa ra qu e a sí a ca b e ... ¿cómo
diría?, de una manera digna ..." L lorab a e l an cian o cho lo al pronunciar
las últimas palabras. Nuestro comandante estaba francamente emocionado,
y, al consultarnos con una mirada, debió leer en nuestros rostros la
expresión de una emoción parecida a la suya. Seco y lacónico como era,
sólo dijo el cholo: "Está bien. Traig a su
b a land ra y p ó ng a la a tiro d e ca ñó n . Yo mismo d ispa raré ... p a ra
ma yo r h o me n a je ".
E l p ob re ho mb re no sa b ía có mo d e mo stra r su a g ra d e cimiento
: Lloraba y reía a su tiempo mismo; y lo peor era que su s se n timien to s
resu lta ba n con ta g io so s . Yo
— lo confieso — hube de sacarme disimuladamente una rebelde lagrimita que
pugnaba por deslizarse sobre mi mejilla... Volvió el cholo a la costa y lo vimos
desaparecer tras las rocas de una pequeña caleta. A poco, doblando
lentamente una punta, se p u so a nu e stra vista la "Te resita ".
Andaba como una vieja paralítica. El suave nordeste que hinchaba su foque
y su trinquetilla, no sé por qué juego de fuerzas tensaba la mayor, haciendo
que el barco se inclinara agudamente de proa. Realmente la "Teresita" era
una cosa inservible; y, así, causaba asombro que un solo tripulante —su
dueño— pudiera maniobrarla. Y tan bien podía hacerlo el viejo marino, que,
después de corto tiempo, la había colocado a tiro de cañón, en mar abierto,
frente por frente con el "Bolívar". Largo las cazavelas, dejó los lienzos

p rep a rad o ; a co mo d ó la p un te ría y d ispa ró ... La "Te resita ", ma g


istralme n te h e rida
q u iere n q ue le me ta ha ch a , q ue la ve nd a como ma d e ra vieja ;
tendidos,
que venday epalo
pairó la nave. Abandónala luego y, a bordo de su bongo, enderezó
hacia el costado del "Bolívar" y atracó junto a la escala. Fuele imposible
pronunciar palabra cuando estuvo sobre cubierta.
B a ñ ad a e n lá g rima s la fa z, indicó con un gesto al comandante, la
balandra, que allá lejos, era juguete del monstruo de "so n risa inn u me
rab le ...". Nada dijo, tampoco, el comandante. Dirig ióse a un o de lo s
cañ on e s d e p roa , de an te mano

p rep a rad o ; a co mo d ó la p un te ría y d ispa ró ... La "Te resita ", ma g


istralme n te h e rida
e n e l me ta ce n tro , b a jo la lín ea de flo ta ción, co me n zó a hu
nd irse ... Llena de
líquido toda la capacidad de su casco, d e sapa recid o b a jo e l ag ua la o b
ra mue rta,
q u ed a nd o ta n só lo a la vista e l ve lamen . Inclinóse a babor;
inclinóse luego a estribor, hizo juegos de balance de popa a proa, mostrando
en uno de los tales la parte posterior de la quilla; y hundiendo primero el
bauprés, como una espadilla que se clavara en el lomo de una bestia y
alzando al aire la popa, la
"Te resita " se p e rdió e n e l a b ismo ... Por un momento, la lona
del foque, desprendida seguramente de la escolta, flotó sobre la superficie y
se movió sobre ella como un pañuelo que se agitara en ademán de
despedida... Acodado sobre la borda del "Bolívar ", e l viejo ch o lo, fijos
los o jos en e l sitio do nd e q ue d aba
s e pultada la "Te res ita", ll ora ba y re ía , todo a una. .. Llora ba y re
ía.. . Créa nme
us tede s que e ra un es pe c tác ulo ca pa z de poner a ngustia e n
el e s píri tu.. .

Al c oncl uir la narra ción, e n v e rda d que el ma rino e s taba e


moc iona do. Y
nosotros, c on

él. Adecuación:

Esta obra trata sobre un anciano que estando em un club en el cual comienza a
hablarle a la gente de su época en la cual sirvió en uno de los cruceros de
guerra
que había en ese tiempo en el ecuador, el cual era conocido libertador “bolívar”
en ese tiempo era una de las flotas mas poderosas que tenia la armada militar
de la república. El viejo marinero narra la historia de cuando se encontraba
navegando a las islas galápagos, nos curenta como el comandante mando a
los nobeles artilleros a practicar tiro en una zona entre pinta Ayampe y las
islas de los ahorcados, decía que les disparaban a cosas en movimientos para
así poder mejorar sus punterías.

Esta obra actúa como lector y de receptor ya que su finalidad principal es a dar
a conocer la importancia que se puede llegar a obtener a algo material que se
puede llegar a obtener.

La función expresiva del lenguaje es formal y complicado ya que esta lectura


busca expresar sentimiento y emociones y una función poco poética y su
e n e l me ta ce n tro , b a jo la lín ea de flo ta ción, co me n zó a hu
finalidad
nd irse ...esLlena
poderde
transmitir aquel sentimiento del escritor y enganchar al lector
para que haya más interés.
Aquella obra el fin de la “terecita” fue una de las obras más espectaculares he

incomparables de “JOSE DE LA CUADRA”. (3 de septiembre de 1903

guayaquil a el 27de febrero de 1941). Es un tipo de obra teatral, esta obra es

una tragicomedia que aborda temas como la vida cotidiana, las relaciones

familiares y así mismo como las atenciones familiares y las tenciones sociales.

Aquella obra se caracteriza por su estilo realista y su exploración de personajes

y situaciones

que sucedieron.

Coherencia:

En la obra el (FIN DE LA TERECITA) el autor se adentra en su historia para

que se pueda entender y adentrarnos en la historia. Y así creando un espacio

de confianza y entendimiento del mismo y orden.

En resumen, el autor aborda unos hechos, que el paso con su barco y las

aventuras que ambos pasaron llamándolo a su compañera la “gata” por el gran

desempeño que empeño en alta mar y tormentas que ambos pasaron, diciendo

así el que su barco estaba al igual de viejo que él, y que ya no puede ser

llevada a al mar, pero eso decía que su terecita mecería una muerte digna y

que tenia que ser enterrada en el mar y no ser vendida como madera vieja, así

como decían sus hijos. Pero lo que no sabían es que aquel barco fue la

compañía mas grande de su padre y no sabían el valor sentimental que

representaba.

Por eso pedía a los marines que disparen hacia la terecita para que se pueda

hundir y que así pueda terminar el vieje de aquella embarcación y su historia.

Dicho eso aquellos marines accedieron a la a la petición de aquel viejo que con
lagrimas les contaba, y todos los oyentes se llenaron de una angustia al

presenciar un a dios muy sincero.

Valoración critica:

Esta obra es totalmente interesante porque llama la atención a los oyentes y al

mismo lector y es una de las obras reconocidas que tiene el escritor JOSE DE

LA CUADRA. La obra tiene una enseñanza que debemos saber disfrutar y

aprovechar de las cosas y los momentos ya que no sabemos si podremos vivir

mas esa circunstancia. Y que no debemos aferrarnos a ningún bien material.

Ya que podemos vivir aferrados a algo que en algún momento ya quizá ya no

este por cualquier circunstancia, por eso abraza a los que mas quieres y

disfruta el día a día que la vida es solo una y demostrar a las personas el por

qué estamos

aquí y de que somos hechos.

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