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Instituto Alberto Merani Proyectos de vida

Nivel 1 Fecha 1 Ana Sofía Cubillos Castiblanco

Yo antes que todo lo demás

Hace unos años me encontraba en medio de una reunión de padres en la que, por primera vez en mi
vida, un profesor me pedía que no les diera tanta importancia a las materias y que disfrutara de la
vida más tranquilamente. Yo siempre había considerado que el colegio y mis relaciones debían ser
mis prioridades por el resto de mi vida, y aunque me estresara o me enfermara por autoexigirme
demasiado, nunca consideré pedir ayuda o darle mayor importancia a mi salud mental.

A partir de ese primer año en el que mi coordinador me había recomendado asistir al psicólogo para
manejar mi estrés, el número de profesores que me recomendaban acudir a algún tipo de ayuda
psicológica incrementaba. Yo no creía que era necesario, principalmente por mi entorno familiar.
En mi casa las únicas personas que iban al psicólogo eran las que tenían alguna condición médica
(depresión o bipolaridad) y siempre intentaron mantener en secreto el hecho que acudían a sesiones
semanales, como si fuera un tabú, algo extremadamente extraño y malo. Esto ocasionó que yo
evadiera ir al psicólogo, incluso el de mi propio colegio, no quería parecer una persona “extraña”.
Como estaba acostumbrada a cargar con las responsabilidades yo sola, creía que podía manejar mis
emociones de la misma manera en la que manejaba los trabajos o niveles. Sin embargo, la presión y
el guardar mis sentimientos hizo que me estresara y enfadara con mucha frecuencia. Incluso hablar
con mis amigos era difícil, me apenaban mis sentimientos y emociones fuertes, entonces aguantaba
todo durante el colegio. Al llegar a mi casa me descargaba con mis papás y llegué a tener una muy
mala relación con ellos, nos peleábamos casi todos los días y era muy difícil convivir.

No fue hasta que empecé a confiar y hablar con uno de mis profesores, que pude empezar a
reconocer el daño que me hacía a mí misma y a mis relaciones. Pude darme cuenta que les daba una
importancia muy grande a problemas realmente chiquitos, pero aún así se me dificultaba sentirme
tranquila y manejar el estrés. Finalmente, tuve una pelea muy grande con mis papás, pero esta vez
ya era un poco más consciente de lo que estaba causando los roces y mi fastidio hacia ellos. Quise
mejorar nuestra relación, y gracias a la guía de mis profesores pude aceptar que tenía un problema,
y que tenía que acudir a ayuda en psicología.

En ese momento de determinación tomé la decisión de tomar mi primera sesión con una psicóloga.
Conocí a una persona amable y atenta, le tomé confianza rápidamente. Decidí abrirme a alguien que
no conocía muy bien, confié en que me podía ayudar, y ha sido de las mejores decisiones que he
tomado hasta ahora. Hoy en día recurro a ella para consultar otros temas a parte del académico. He
aprendido tanto de la profesión de psicología, lo cual me permitió desechar prejuicios, como de mí
misma. Me ayudó a dejar de lado mi obsesión con el estudio, y he aprendido a reconocer y aceptar
mis errores, sin castigarme. Nunca había considerado tener como prioridad mi salud mental, creía
que eso me distraería de lograr mis objetivos. Pero de hecho me ha permitido disfrutar el camino
que me queda para lograrlos.

Sigo sintiéndome estresada y enfadada algunas veces, pero creo que poder hablar acerca de cómo
experimento me permite entender mejor qué es lo que siento y qué puedo hacer para manejar las
emociones negativas. Cosa que me ha ayudado a llevar una mejor relación con mis padres a
comparación de como era antes. Sé que esta decisión me llevará a relacionarme y asumir la vida de
una mejor manera en el futuro, saber darles la importancia justa a los problemas y tener a quien
acudir. Este ha sido el primer año en el que los niveles 1 no me han producido angustia ni
desesperación, al contrario, he disfrutado hacerlos y espero con ansias los retos que van a llegar.

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