Había una vez 7 mariposas con alas de siete colores
diferentes, ellas eran muy unidas y les gustaba jugar revolotear por todo el bosque buscando flores. Una mañana la mariposa de color amarillo se hizo daño de forma mortal y las otras mariposas al verla grave se pusieron muy tristes, por lo que pidieron al señor del bosque que si ella llegaba a morir hiciera lo mismo con ellas porque no querían separarse nunca una de la otra, entonces el señor del bosque les dijo que se fueran junto a ella. A los pocos segundos, empezó una gran tormenta, el aguacero daba una tonalidad aún más triste, las mariposas se sentían desesperanzadas, pero de repente ocurrió que al despejarse las nubes y detenerse la lluvia salir el sol más resplandeciente que nunca y con el baño de los rayos del sol las mariposas se hicieron inmortales, pudiendo destellar sus lindos colores en forma del arcoíris y así nunca más se separaron una de la otra.