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Los ecosistemas frágiles del Perú, según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre
(Serfor), se identifican a nivel normativo a través de la Ley General del Ambiente (Ley 28611).
Estos ecosistemas comprenden desiertos, tierras semiáridas, montañas, pantanos, páramos,
jalcas, bofedales, bahías, islas pequeñas, humedales, lagunas altoandinas, lomas costeras,
bosques de neblina y bosques relicto. Además, se establece que las autoridades públicas
adoptan medidas de protección especial para estos ecosistemas, considerando sus
características singulares, recursos, condiciones climáticas especiales y su relación con desastres
naturales.
Un ecosistema frágil, según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) del Perú,
se define como aquel que requiere una protección especial debido a sus características
singulares, recursos, condiciones climáticas especiales y su relación con desastres naturales.
Estos ecosistemas incluyen desiertos, tierras semiáridas, montañas, pantanos, páramos, jalcas,
bofedales, bahías, islas pequeñas, humedales, lagunas altoandinas, lomas costeras, bosques de
neblina y bosques relicto. Serfor identifica y establece estos ecosistemas frágiles a través de un
proceso que involucra la elaboración de una Lista Sectorial de Ecosistemas Frágiles, cumpliendo
con los compromisos nacionales de conservación de la biodiversidad.
La degradación de los ecosistemas frágiles puede tener diversas consecuencias negativas tanto
para el medio ambiente como para las comunidades que dependen de ellos. Algunas de las
consecuencias de la degradación de estos ecosistemas incluyen:
ESPECIES ANIMALES Y VEGETALES QUE SE VEN MÁS AFECTADAS POR LA DEGRADACIÓN DE LOS
ECOSISTEMAS FRÁGILES
La degradación de los ecosistemas frágiles puede afectar a numerosas especies animales y
vegetales, disminuyendo sus poblaciones y extensión geográfica. Algunas de las especies que se
ven más afectadas por esta degradación incluyen:
Especies de mamíferos: Se estima que alrededor de una cuarta parte de las especies de
mamíferos se encuentran actualmente en peligro de extinción debido a la actividad humana y la
degradación de los ecosistemas frágiles.
Plantas y árboles ancestrales: Los bosques primarios, que son ecosistemas con alta biodiversidad
y árboles ancestrales, son gravemente afectados por la tala ilegal y la destrucción de estos
bosques, lo que contribuye a la disminución de la diversidad biológica y al cambio climático.
Especies marinas sensibles: Los arrecifes de coral, como ecosistemas marinos muy sensibles a
cambios en la temperatura del agua, la contaminación y la acidificación oceánica, son
particularmente vulnerables a la degradación de los ecosistemas frágiles. La pérdida de corales
afecta la biodiversidad marina y puede tener consecuencias graves para la industria pesquera.
En resumen, la degradación de los ecosistemas frágiles afecta a una amplia variedad de especies
animales y vegetales, poniendo en riesgo su supervivencia y contribuyendo a la disminución de
la biodiversidad global.
MEDIDAS SE PUEDEN TOMAR PARA PROTEGER A LAS ESPECIES ANIMALES Y VEGETALES QUE
SE VEN MÁS AFECTADAS POR LA DEGRADACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS FRÁGILES
Para proteger a las especies animales y vegetales que se ven más afectadas por la degradación
de los ecosistemas frágiles, se pueden implementar diversas medidas de conservación y gestión
sostenible. Algunas de las acciones que pueden contribuir a proteger estas especies incluyen:
En resumen, la protección de las especies animales y vegetales más afectadas por la degradación
de los ecosistemas frágiles requiere de un enfoque integral que combine la creación de áreas
protegidas, la restauración de hábitats, la educación ambiental, la implementación de políticas
ambientales adecuadas y el monitoreo continuo de las poblaciones y los ecosistemas vulnerables