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La leyenda del card6n
Cuenta la leyenda que los cardones que hay en los valles, en especial en el camino a Amaicha del
Valle, en Tucumn, son indios convertidos en plantas que atin vigilan los valles los cerros. Ellos velan
porla felicidad de sus habitantes que, de esta manera, nunca mas serdn perturbados por extrafios que
‘busquen conquistar sus tierras.
Pero gcémo llegaron a ser cardones esos indios? Hubo un tiempo en que los incas eran los dueitos de
tos Andes y sus 2onas cercanas, desde Ecuador hasta Neuquén, en la Argentina. Habfan levantado un vasto
imperio, con increibles edificaciones de piedras encastradas una en otra, y una nutrida red de caminos que
levaban de unaaa otra punta de esa inmensidad. Los incas habfan aprendido a trabajar no solo las tierras
de cultivo en prolijas terrazas, sino las ricas minas de minerales preciosos, como el oro y la plata.
Un dia, sabedores de estas riquezas, los conquistadores que habian llegado de Espanta invadieron
‘América con codicia y violencia. Arrasaron con las ciudades y aldeas; encarcelaron, esclavizaron y mataron
a sushabitantes y, por supuesto, se llevaron loro, la plata y las piedras preciosas en sus barcos.
Cuando el Inca supo que esto sucedia, quiso impedir que llegaran a su imperio. Entonces, seleccioné
cuatro de sus mejores guerreros y los llamé al palacio.
Escaneado con CamScannerEstamos frente a un gran peligro —les dijo—. Hombres que no tienen corazén desean llevarse
el fruto de nuestro esfuerzo. Arrasarén con los campos, quemardn nuestros sembrados, se robarén
nuestro oro y nuestra plata, destruirdn a nuestros dioses y nos hablardn en una lengua que no
conocemos Para que nada de esto suceda, deben partir alos confines de nuestro imperio y organizar la
resistencia, Luego, apréntense en los puntos extremos: yo les enviaré un aviso cuando sea el momento y
atacardn por sorpresa al invasor.
Desde la ciudad sagrada de Machu Picchu, los guerreros partieron hacia las zonas mas alejadas del
imperio. Uno tuvo que escalar las altas cumbres dela cordilea: otro, atravesar las aguas profundas del
Titicaca: el tercero se interné en la selva frondosa: y el tltimo super las anchas blancuras de los salares.
En cada uno de los confines, agruparon a las personas, les hablaron de los dolorosos tiempos que se
avecinaban y es explicaron lo que el Inca esperaba de ellos para defender su vida, sus cosechas y las
riquezas de las que todos vivian.
‘Ast los habitantes del imperio pronto estuvieron lstos para defenderlo. Los guerreros partieron y
se instalaron en los puntos extremos ala espera del mensajero que les enviaria el soberano.
Durante largas jornadas de sol ardiente esperaron oteando en el horizonte la llegada del aviso. El
calor se agu6 con numerosas tormentas mientras ellos seguian esperando. Después, lleg6 el frio: los
vientos blancos la nieve helada, el granizo violento. Bn todo momento, ellos esperaban. Lo hicieron de
pie, siempre; sin atreverse a descansar ni siquiera un segundo por miedo a bajar la guardia, y no alcanzar
a divisar la polvareda que, en el horizonte, les anunciar‘a que habia llegado el momento.
Pero mientras ellos esperaban en medio de la nada, os europeos capturaron en el camino alos
mensajeros que trafan el aviso, entraron en Cuzco y mataron al Inca. Los guerreros —que de esto no
sabfan nada— vieron alarmados a as tropas enemigas que pasaban.
Transcurrieron los meses, los aftos, lo sigos,y los guerreros siguieron aguardando hasta que
Ja naturaleza, compadecida, los adormecié lentamente y los fue transformando en cardones,
_cubiertos de espinas para que nadie los molestara en su sueio.
Yall siguen, en los confines de lo que fuera el Imperio, derechos y atentos,esperando
aque les legue una orden que ha quedado perdida en el tiempo.
Leyenda del norte argentino, version de Julieta Pinasco.
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