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Resumen Derecho Internacional Público - 1° Parcial
Resumen Derecho Internacional Público - 1° Parcial
Se puede afirmar que, al gozar de derechos, los sujetos del derecho internacional podrán
efectuar un reclamo internacional en caso de violación. No obstante, algunos sujetos
poseen una capacidad para actuar limitada, y no pueden reclamar por sí mismos en el plano
internacional. De igual forma, en caso de poseer obligaciones internacionales, los sujetos
serán pasibles de responsabilidad internacional ante su incumplimiento o en el supuesto de
causar un daño a otro sujeto. Así, reclamación internacional y responsabilidad internacional
funcionarán como consecuencias de la subjetividad internacional.
El resto de los entes (o entidades) que no poseen subjetividad internacional, pero que
cumplen un rol destacado en el ámbito internacional, son denominados “actores”. Un simple
actor se podría convertir en sujeto del derecho internacional en el momento en que los
Estados adopten (o reconozcan que existe) una norma internacional que regule
específicamente su conducta (o la de toda la clase genérica a la que pertenece), como una
categoría diferenciada del resto de los sujetos ya reconocidos.
Los Estados
Los Estados son sujetos originarios del derecho internacional y los que poseen mayores
competencias, capacidad o poderes para actuar en el plano internacional, es decir que
gozan de una plena personalidad jurídica internacional.
Los Estados tienen plena competencia para actuar en el plano internacional. Además de
mantener relaciones diplomáticas con otros Estados y algunas entidades no estatales, los
Estados, como sujetos del derecho internacional, tienen derecho de celebrar tratados y
generar normas consuetudinarias junto a otro u otros Estados. Pueden adquirir derechos y
contraer obligaciones internacionales, siendo pasibles de responsabilidad internacional en
caso de incumplimiento.
Sin embargo, el ejercicio del derecho a la libre determinación no está exento de límites. El
primer condicionante está impuesto por la integridad territorial de los Estados (principio
reconocido por la Carta de la ONU). Ante una secesión o una guerra civil, quienes la lleven
adelante no se encuentran amparados por el principio de libre determinación, y no
constituirán movimientos de liberación nacional.
Los MLN deben ser aceptados por sus respectivos pueblos como representantes e
interlocutores válidos, y este reconocimiento debe ser también realizado por alguna
organización regional o internacional (en un primer momento adaptada por una organización
regional, para luego pasar a la Asamblea General de la ONU).
Los MLN tienen un vínculo directo con la soberanía, ya que procuran constituirse en nuevos
Estados. Esto le otorga la característica de sujetos temporarios, ya que su propia finalidad
así lo establece, ya que si son exitosos se transformarán en un Estado independiente. Caso
contrario, serán derrotados y oportunamente desaparecerán.
Los MLN son titulares de varios derechos y obligaciones, especialmente referidos al objetivo
que persiguen. No es necesario el dominio específico sobre un territorio para su
reconocimiento. Pueden celebrar tratados con otros sujetos del ordenamiento jurídico (ej:
tratados que dan por finalizada la guerra de liberación y obtención de la independencia),
como así también Estados vecinos que fijan los límites respectivos temporarios, entre otros
ejemplos.
En el marco de la ONU, una vez cumplidos los recaudos necesarios, son invitados a título
de observadores, siendo habitual que participen de las Sesiones Ordinarias de la Asamblea
General y en el Consejo de Seguridad.
Grupos Beligerantes
Un grupo beligerante es aquel grupo armado, organizado militarmente, que se halla bajo las
órdenes de un comando responsable, se encuentra en lucha armada con un Estado y
controla parte del territorio de este. Si dicho grupo es reconocido como beligerante por el
Estado en cuestión y/o por terceros Estados, gozará de personalidad internacional. Esto
traerá ciertas consecuencias.
En primer lugar, el Estado que mantiene la lucha con el grupo beligerante no será
responsable por los actos ilícitos cometidos por dicho grupo que causen daño a terceros o a
la población, el cual tendrá responsabilidad propia. En segundo lugar, a la lucha armada
que mantenga el grupo con las fuerzas armadas del Estado se aplicarán las reglas del
derecho internacional humanitario que rigen en los conflictos armados internos,
colocándose ambas partes en una misma posición.
Los terceros Estados que reconozcan al grupo beligerante deberán mantener una posición
de neutralidad respecto del conflicto que dicho grupo sostiene con el Estado cuya parte del
territorio controla, no pudiendo asistir con armas o prestar asistencia militar ni a una parte ni
a la otra.
El reconocimiento de la beligerancia es un acto discrecional por parte de los Estados y se
basa en la existencia de una situación de hecho. Si bien el Estado que reconoce a un grupo
beligerante en su territorio se desliga de la responsabilidad internacional por los daños que
dicho grupo pueda causar a terceros, la decisión que tome puede tener un costo político
importante, ya que implica reconocer la pérdida de control sobre una parte de su territorio.
Individuos
Las personas humanas son sujetos de derecho internacional. Hay múltiples tratados y
declaraciones, tanto a nivel universal como regional, que otorgan derechos humanos
directamente a los individuos (ej: derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, etc).
Asimismo, se ha reconocido a los individuos legitimación para presentar reclamos ante
órganos internacionales en contra de un Estado, por violación de los derechos humanos.
Así como gozan de derechos humanos, los individuos también tienen algunas obligaciones
internacionales, que les han impuesto los Estados a través de los tratados internacionales.
En efecto, los individuos están obligados a no cometer crímenes internacionales (genocidio,
crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, etc), puesto que, en caso de hacerlo,
surge su responsabilidad penal internacional.
No obstante, en el ámbito internacional el individuo posee una personalidad internacional
muy limitada en comparación con otros sujetos. Cabe destacar que, si bien pueden celebrar
contratos internacionales, no tienen capacidad para celebrar tratados internacionales en su
propio nombre.
Inversores Extranjeros
Los inversores extranjeros son personas físicas o jurídicas que han realizado una inversión
de cierta envergadura en Estados extranjeros, es decir, de los cuales no son nacionales.
Existen más de tres mil tratados internacionales (la mayoría de ellos bilaterales) que regulan
el tratamiento que los Estados contratantes deben darle a los inversores extranjeros y a sus
inversiones. Básicamente, dichos tratados establecen una serie de estándares de
protección que deberán respetar los Estados contratantes en los cuales se realiza la
inversión. Asimismo, la mayoría de los tratados de inversión prevé un mecanismo de
solución de controversias entre los inversores y los Estados, en cuyo marco los inversores
extranjeros pueden optar por someter ellos mismos la controversia al arbitraje internacional
contra el Estado extranjero.
Para determinar si los inversores extranjeros son sujetos de derecho internacional es
necesario verificar si los mencionados tratados internacionales (o las normas
consuetudinarias) les otorga algún derecho o le imponen alguna obligación en el plano
internacional.
Organizaciones no gubernamentales
Las ONG son entidades sin fines de lucro creadas por individuos bajo la legislación interna
de algún Estado, con el fin de velar por ciertos intereses colectivos. Algunas de ella actúan
también fuera de la frontera del Estado donde fueron creadas (ej: Médicos sin Frontera;
Greenpeace, Amnistía Internacional). Entre sus logros en el plano internacional se puede
destacar:
- Participar como observadores en conferencias internacionales y en reuniones de
órganos internacionales (aunque generalmente sin voz ni voto).
- Llamar la atención de los Estados y de las organizaciones internacionales
gubernamentales al respecto de problemas internacionales.
- Presentar peticiones por violación de derechos humanos y brindar asesoramiento y
asistencia jurídica a las víctimas.
- Poseer estatus de entidades consultivas de la ONU, y ser consultadas
periódicamente en el marco del ECO-SOC.
Pese a que poseen capacidad procesal para presentar denuncias por violación de los
derechos humanos ante órganos internacionales, en general no son consideradas sujetos
del derecho internacional, sino actores internacionales, puesto que actúan para hacer
efectivos derechos de terceros (seres humanos víctimas de violaciones de derechos
humanos), no propios.
A nivel universal, un tratado multilateral que regule la personalidad jurídica de las ONG aún
no ha podido celebrarse principalmente debido a la resistencia de los Estados a reconocer
la participación esencial de estas organizaciones en el ordenamiento jurídico internacional.
De hecho, la influencia de las ONG en distintos regímenes especializados del derecho
internacional ha sido primordial, en particular en el derecho internacional de los derechos
humanos, el derecho internacional penal, el derecho internacional humanitario y el derecho
internacional ambiental. A pesar de esto, se les reconoce en el derecho internacional una
personalidad jurídica muy limitada, tal como acontece con el supuesto de los individuos.
Con el fin de la Primera Guerra Mundial, las potencias vencedoras, sobre todo Estados
Unidos, buscaron crear una institución basada en la democracia: una organización mundial
que funcionara bajo el imperio de la ley. En ese sentido, en 1919 surgió la primera
organización internacional gubernamental, la Sociedad de las Naciones, con competencias
generales, que pretendía fomentar la cooperación entre naciones y garantizar la paz.
Sin embargo, esta ambiciosa idea fracasó, ya que el mismo Senado de los Estados Unidos
no aprobó la ratificación del tratado, impidiendo el ingreso de su principal promotor como
miembro de la Sociedad de las Naciones. Asimismo, la falta de prohibición del uso de la
fuerza dio lugar a invasiones y anexiones de territorio, lo que debilitó gravemente su
posición como garante de la paz.
Para 1939 la mayoría de los miembros de la Sociedad de las Naciones se habían retirado
de la misma o habían sido expulsados. Su final se determinó con el estallido de la Segunda
Guerra Mundial.
El resultado final de este largo proceso de negociación fue la Carta de las Naciones Unidas,
firmada el 26 de Junio de 1945, y entrada en vigor el 24 de Octubre del mismo año.
Propósitos y principios
El art. 1 de la Carta recepta cuatro propósitos, es decir, los grandes fines que la
organización debe alcanzar, y el art. 2 tiene siete principios, considerados las reglas o
medios que llevan al cumplimiento de los propósitos. De modo que los propósitos no se
pueden lograr a cualquier costo, sino respetando los principios allí reconocidos.
Propósitos:
1) Mantenimiento de la paz y seguridad internacionales.
2) Fomento de las relaciones de amistad.
3) Cooperación internacional.
4) Armonizar los esfuerzos para alcanzar los propósitos comunes.
Principios:
1) Igualdad soberana de los Estados: hace referencia a una igualdad ante la ley, todos
los Estados son iguales ante el derecho internacional.
2) Buena fe: implica un límite a la discrecionalidad de los Estados, tanto en la
valoración de sus obligaciones como también en relación con sus derechos.
3) Arreglo pacífico de controversias: la Carta detalla cuales son los medios para lograr
una solución pacífica, y la obligación de no llevar adelante ninguna medida que
pueda agravar o extender la controversia.
4) Prohibición de la amenaza o del uso de la fuerza: tiene dos excepciones, como lo
son el uso de la legítima defensa, y la autorización por parte del Consejo de
Seguridad.
5) Asistencia a las Naciones Unidas: da pauta de las obligaciones de colaborar con la
organización, y en segundo punto el no colaborar con un Estado sancionado por la
misma.
6) Autoridad de las Naciones Unidas sobre los Estados no miembros: hoy en día,
virtualmente todos los Estados del mundo conforman la ONU, por lo que este
principio se ve carente de importancia.
7) Excepción de la jurisdicción interna de los Estados: existen esferas en las que la
competencia es única y exclusiva del Estado y el derecho internacional debe
mantenerse al margen.
Asamblea General
Integrada por todos los miembros de la Organización, representados por no más de cinco
delegados, la AG es el órgano deliberativo por excelencia. Es el único con competencia
para discutir cualquier asunto o cuestión dentro de los límites de la Carta.
No ejerce sus funciones de manera permanente, sino que lo hace anualmente en períodos
de sesiones ordinarias, pero está contemplada la posibilidad de reuniones extraordinarias si
alguna circunstancia así lo exige.
Consejo de Seguridad
El Consejo de Seguridad es otro de los órganos principales de las Naciones Unidas, el cual
tiene como misión primordial el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Posee
el monopolio del uso de la fuerza, buscando evitar las acciones unilaterales.
Actualmente está compuesto por quince miembros: cinco permanentes (USA, UK, Francia,
Rusia y China); y diez no permanentes, que son elegidos por períodos de dos años a
recomendación de la Asamblea General, no pudiendo ser reelegidos por períodos
consecutivos. Asimismo, al hacer la recomendación, la AG deberá respetar un criterio de
distribución geográfica equitativa y el aporte que hayan hecho los miembros propuestos al
mantenimiento de la paz. La presidencia del órgano es rotativa y mensual; la ejercen sus
miembros en orden alfabético.
A diferencia de lo que ocurre con las resoluciones de la AG, las decisiones adoptadas por el
CS son obligatorias para todos los miembros de la organización y prevalecen sobre
cualquier otro tratado. El método de votación para las cuestiones de procedimiento hace
necesario el voto de nueve miembros y para las demás cuestiones son necesarios nueve
votos afirmativos, incluido el de los cinco miembros permanentes. Estos últimos cuentan
con el llamado “derecho de veto”, que implica que su voto negativo hace caer el proyecto de
resolución sometido a voto.
El Consejo de Seguridad cuenta con una serie de medidas tendientes a poner fin a
situaciones en las que ha determinado la existencia de una amenaza para la paz, un
quebrantamiento de la paz o un acto de agresión. Dentro de las medidas se pueden
diferenciar las que no conllevan el uso de la fuerza y aquellas que implican recurrir a la
fuerza armada. No existe limitación alguna para que el Consejo adopte inicialmente una
decisión que implica el uso de la fuerza; es decir, no existe un orden de prelación entre
ellas, si la situación reviste una gravedad tal por la que no puede demorar la intervención
armada, así se decidirá.
Otro recurso con el que cuenta el CS para el mantenimiento de la paz y seguridad
internacional es que puede autorizar la utilización de los acuerdos u organismos regionales
que crea necesarios para aplicar medidas coercitivas bajo su autoridad (ej: autorizar a la
Unión Europea para utilizar la fuerza en Bosnia en 2004).
La CIJ tiene una competencia contenciosa para entender en cuestiones planteadas por
Estados únicamente, ya que los órganos de la ONU y otras organizaciones no pueden
recurrir a esta vía.
A su vez, la CIJ tiene competencia consultiva, por lo que puede emitir su opinión sobre
cualquier tema jurídico que le sea sometido por los órganos autorizados.
Las decisiones de la CIJ son obligatorias, definitivas e inapelables para las partes en litigio,
y el CS puede tomar medidas para lograr su cumplimiento.
Bastará un quórum de nueve magistrados para constituir la corte. Todas las decisiones de
la Corte se tomarán por mayoría de votos de los magistrados presentes. En caso de
empate, decidirá el voto del Presidente o del magistrado que lo reemplace.
En la actualidad se reúne dos veces al año en Nueva York y en Ginebra y las sesiones
duran aproximadamente un mes. Las decisiones se adoptan por mayoría de los miembros
votantes y presentes.Para llevar adelante su tarea, cuenta con once comisiones consultivas,
y las competencias del ECOSOC son muy amplias, dado que es el órgano gestor de la
cooperación económica y social de la ONU bajo la autoridad de la AG. Entre sus funciones
se pueden mencionar:
- Hacer o iniciar estudios e informes respecto de asuntos internacionales de carácter
económico, social, cultural y educativo.
- Efectuar recomendaciones a la Asamblea General, los miembros de la Organización
y los organismos especializados.
- Formular proyectos de convención en materia de su competencia para someterlos a
la Asamblea General; también hacer recomendaciones para promover los derechos
humanos.
- Convocar conferencias internacionales en asuntos de su competencia.
- Concretar acuerdos con los organismos especializados, aunque luego estarán
sometidos a la aprobación de la Asamblea General; coordinar las actividades de
dichos organismos.
Secretaría General
La Secretaría General es el centro administrativo de la ONU. Está compuesta de un
secretario general, quien es el más alto funcionario administrativo de la organización, y del
personal que se requiera.
La función del secretario general y de los funcionarios de la Secretaría es de carácter
estrictamente internacional. La Carta le ordena no solicitar ni recibir instrucciones de ningún
tipo de gobierno o autoridad ajena a la Organización, así como abstenerse de actuar en
forma alguna que sea incompatible con su condición de funcionario responsable sólo ante la
Organización.
El secretario general será nombrado por la AG a recomendación del CS, y deberá contar
con el voto de los cinco miembros permanentes. La Carta no describe un período de la
duración, pero la AG y el CS lo fijaron en cinco años, con la posibilidad de ser renovado en
una oportunidad.
Dentro de sus funciones administrativas está servir de secretaría al resto de los órganos
principales de la Organización (excepto la CIJ). Prepara el proyecto de la ONU y controla
los gastos e ingresos de la Organización. Le corresponde ser depositario de los tratados,
registrar los mismos y publicarlos.Asimismo, también ejerce funciones técnico-asesoras,
como la preparación de estudios e informes para los demás órganos. Además, es el
encargado de prestar los servicios de recepción, traducción, impresión y distribución de
documentos, informes y resoluciones.
Sus funciones políticas y diplomáticas son efectuar reclamos en nombre de la ONU ante
tribunales nacionales e internacionales; presentar exposiciones orales y escritas ante la CIJ,
y llamar la atención del Consejo de Seguridad ante cualquier asunto que ponga en peligro la
paz y seguridad internacional.
Las normas jurídicas se crean y expresan, tanto en los ordenamientos internos como en el
derecho internacional, a través de determinados medios (constituciones nacionales, leyes,
tratados internacionales, etc), los cuales se denominan “fuentes del derecho” o “fuentes
jurídicas”.
Una de las principales características del derecho internacional es su carácter
descentralizado, lo que presupone la inexistencia de un órgano legislativo mundial que dicte
normas jurídicas vinculantes para toda la comunidad internacional. Es así que los Estados
crean las normas a través de los distintos mecanismos descentralizados (ej: tratados o
costumbres). También los Estados delegan la facultad de crear normas internacionales en
otros sujetos, como las organizaciones internacionales.
Las fuentes formales principales del derecho internacional en general son los tratados
internacionales, la costumbre internacional y los principios generales del derecho. La
doctrina y la jurisprudencia son fuentes o medios auxiliares en la determinación de las
reglas de derecho, pero no constituyen fuentes principales, es decir, no son creadoras de
derecho.
Art 38 ECIJ:
l. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias que le sean sometidas,
deberá aplicar:
a. las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas expresamente
reconocidas por los Estados litigantes;
b. la costumbre internacional como. prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho;
c. los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;
d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones,
como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en el Artículo
59.
2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex aequo et bono, si las
partes así lo convinieren.
Jerarquía
Comúnmente se sostiene que no hay una jerarquía rígida entre las fuentes principales; el
orden en que fueron enunciadas en el ECIJ sería el orden lógico o práctico en general
seguido por los tribunales internacionales al resolver una controversia. Así, los jueces
verificarán primero la existencia de los tratados; segundo las normas consuetudinarias; y
por último, los principios generales de derecho que resulten aplicables. La única excepción
se encuentra en el Art. 103 de la Carta de la ONU.
Art 103 Carta ONU: En caso de conflicto entre las obligaciones contraídas por los Miembros de las Naciones
Unidas en virtud de la presente Carta y sus obligaciones contraídas en virtud de cualquier otro convenio
internacional, prevalecerán las obligaciones impuestas por la presente Carta.
El problema se presenta cuando existe conflicto de normas de igual jerarquía, como por
ejemplo un tratado incompatible con la práctica seguida por los Estados en cuestión. Una
posible solución sería recurrir a los principios generales de derecho: “ley posterior deroga
ley anterior” y “ley especial deroga ley general”, de modo que prevalezca la norma posterior
o la norma especial, independientemente del tipo de fuente. Así, un tratado podría caer en
desuetudo (entre todas o algunas de sus partes) al ser sus normas reemplazadas por una
costumbre posterior.
Se destaca que las normas imperativas de derecho internacional general (ius cogens)
prevalecen siempre sobre las normas dispositivas, cualquiera sea la fuente por la cual estas
últimas hubieran sido creadas.
Medios auxiliares: jurisprudencia y doctrina
El art 38 de la ECIJ alude a la jurisprudencia como las decisiones judiciales. Debe
entenderse, sin embargo, que este medio auxiliar comprende tanto las decisiones de
tribunales judiciales como las arbitrales.
Dicha disposición tampoco se ha restringido a las decisiones dictadas por tribunales
internacionales. Por ello, se ha argumentado que, si una decisión de un tribunal interno o de
un Estado resulta relevante, puede ser tomada en cuenta por el tribunal internacional. Ello
sin perjuicio de que la jurisprudencia interna de un Estado pueda ser citada como prueba de
la existencia de una costumbre internacional o de un principio general del derecho.
Los fallos judiciales son obligatorios sol respecto de los casos en los que se han dictado y
para las partes en tales asuntos, pero no son obligatorios para casos futuros. La función de
la Corte es decidir conforme al derecho internacional las controversias que le sean
sometidas, ya que el tribunal no posee funciones legislativas, sino judiciales, y no puede
crear derecho internacional, sino resolver las controversias de acuerdo con el derecho
internacional creado antes por las fuentes reconocidas.
Sin embargo, un tribunal internacional puede recurrir a la jurisprudencia sentada por dicho
órgano, o incluso por otros tribunales internacionales, no para fundar exclusivamente en ella
la norma que ha de aplicar, sino para determinar con su auxilio si ha surgido realmente una
costumbre jurídica sobre un punto dado, o si existe un principio general del derecho
generalmente recibido.
La doctrina, aunque con menor peso que la jurisprudencia, también auxilia a los jueces y
abogados en la verificación del contenido e interpretación de las normas jurídicas. Si bien es
cierto que algunos tribunales internacionales son reticentes a citar artículos u obras
bibliográficas con el fin de avalar sus conclusiones
En cuanto a la CIJ, no se observan referencias a escritos de juristas en los fallos que
representan el voto de la mayoría de los jueces, pero suelen encontrarse muchas citas
doctrinarias en los votos separados o en disidencia efectuados por algunos magistrados.
Por el contrario, en las decisiones de otros tribunales pueden hallarse citas de obras y
artículos de diversos doctrinarios. En tal sentido, la Corte IDH suele referirse tanto a escritos
de académicos como a informes de organizaciones no gubernamentales que contienen
estudios sobre determinadas violaciones a los derechos humanos.
Características:
a) Se trata de una norma de derecho internacional general: todas las normas
imperativas de derecho internacional son normas generales.
Respecto a la fuente, la mayoría de las normas imperativas de derecho internacional
son normas consuetudinarias codificadas en tratados internacionales.
b) Es una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en
su conjunto.
c) Es una norma que no admite acuerdo en contrario: la norma imperativa no admite
acuerdo en contrario, ni pasado ni futuro. Por ejemplo, si la prohibición a la
esclavitud es una norma imperativa, no pueden seguir vigentes tratados anteriores
sobre la comercialización de esclavos.
d) Es una norma que solo puede ser modificada por una norma imperativa posterior.
Del carácter erga omnes de una norma se deriva que cualquier Estado podría reclamar por
su incumplimiento, por ejemplo, ante un tribunal internacional, pero siempre y cuando todos
los Estados involucrados de la controversia hayan aceptado la jurisdicción de dicho tribunal.
En cuanto a la relación entre las obligaciones erga omnes y las normas imperativas, podría
decirse que toda norma imperativa constituye una obligación erga omnes, pero no a la
inversa, puesto que no todas aquéllas son normas imperativas.
Las partes habían buscado solucionar la controversia a través de los buenos oficios (o
mediación) del Rey de Arabia Saudita, a partir de 1976. En diciembre de 1987 el Rey de
Arabia remitió dos notas idénticas a los emires de Qatar y Bahrein, proponiendoles someter
"todas las cuestiones" en litigio a la CIJ, no obstante el rey continuaría con los buenos
oficios hasta la implementación de aquélla solución. Dicha propuesta fue aceptada por
ambos jefes de Estado, a través de intercambio de notas.
La Corte analiza el art. 2.1 (a) de la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los
Tratados, destacando que no importa las denominaciones que pueda tener el instrumento a
los efectos de ser considerado un tratado. Para establecer si efectivamente se ha celebrado
un "acuerdo", observa todos los términos empleados y las circunstancias particulares en las
cuales ha sido redactado. Nota que la Minuta no es un simple registro de las discusiones de
la reunión, sino que enumera los compromisos que las partes han consentido (seguir con
los buenos oficios hasta mayo de 1991, si no se arriba a un acuerdo someter la disputa a la
CIJ, excluye el sometimiento a la Corte con antelación a dicha fecha, etc.), por lo tanto crea
derechos y obligaciones para las partes y constituye un acuerdo internacional.
Bahrein asimismo sostiene que la firma puesta por su Ministro de Relaciones Exteriores en
la Minuta no tenía por fin constituir un acuerdo internacional, porque según la Constitución
de Bahrein los tratados sobre cuestiones territoriales no pueden tener efecto si no son
adoptados de acuerdo con las leyes de Bahrein (no pueden ser obligatorios a partir de la
simple firma del Ministro); en consecuencia, (y según una Declaración efectuada por el
Ministro de Bahrein en 1992), él solo tenía la intención de firmar un "entendimiento político"
carente de valor jurídico obligatorio. La Corte no acepta tal razonamiento, considerando que
no corresponde analizar cuáles podrían haber sido las intenciones de los ministros, sino el
hecho de que suscribieron un compromiso aceptado por ambos gobiernos, con aplicación
inmediata.
Finalmente la Corte considera que cualquiera que sea el procedimiento que se elija
(presentación conjunta o separada) el resultado debería ser que la Corte entienda en
cualquier asunto de derecho o título territorial que pueda ser objeto de disputa entre las
partes, así como el trazado de un límite único marítimo que delimite fondos marinos,
subsuelo y aguas suprayacentes. Una vez que toda la disputa le sea sometida a la Corte,
ella fijará los plazos para los distintos procedimientos.
La Corte observa que Bahrein le da suma importancia a un artículo del proyecto presentado
por Bahrein (discutido en las reuniones de 1988) que disponía que las partes no utilizarían
como evidencia o fundamento la naturaleza o el contenido de las propuestas en el curso de
las negociaciones. Pero este artículo fue objetado por Qatar, no siendo incorporado en la
Minuta de 1990. De todas formas existe una norma de derecho internacional
consuetudinario (enunciada por la CPJI en el Asunto de la Fábrica de Chorzow), que indica
que la Corte no puede tomar en cuenta declaraciones hechas en el curso de negociaciones
directas cuando las negociaciones no hayan arribado a un acuerdo.
Concepto
En un sentido amplio, se puede considerar a los tratados internacionales como acuerdos de
voluntades entre dos o más sujetos de derecho internacional con capacidad para celebrar
tratados, con el fin de crear, modificar o extinguir derechos u obligaciones regidos por el
derecho internacional, cualquiera sea su denominación particular.
Características:
a) Acuerdo de voluntades entre dos o más sujetos.
b) Sujetos que tienen capacidad para celebrar tratados: de acuerdo con la CVDT
(1969), todo Estado tiene capacidad para celebrar tratados.
La capacidad de una organización internacional para celebrar tratados rige por las
reglas de esa organización.
No obstante, también se ha reconocido capacidad para celebrar tratados a otros
sujetos del derecho internacional. Así, pueden citarse los acuerdos celebrados por
algunos órganos internacionales independientes (Corte Penal Internacional;
Movimientos de Liberación Nacional; grupos beligerantes; Iglesia Católica; Soberana
Orden de Malta; y Comité Internacional de la Cruz Roja).
Los individuos y las corporaciones, al igual que las ONG, por regla general no
poseen capacidad para celebrar tratados, sino contratos.
c) Finalidad de los tratados: tienen por fin crear, modificar o extinguir derechos u
obligaciones internacionales. A diferencia de los entendimientos políticos o
declaraciones conjuntas de Estados, que sólo expresan intenciones pero no crean
derechos ni obligaciones para los Estados que las suscriben.
d) Regulación internacional de los tratados: se encuentran regidos por el derecho
internacional, a diferencia de los contratos, que se rigen por las normas de algún
ordenamiento interno.
e) Denominación de los tratados: pueden ser denominados de distintas formas, sin que
ello afecte su naturaleza jurídica (tratado, pacto, convención, convenio, estatuto,
protocolo, acuerdo, carta, acta, entendimiento, declaración, minuta, etc).
Clasificación de los tratados
Entre las principales clasificaciones pueden mencionarse las siguientes:
a) Según el número de intervinientes:
- Bilaterales.
- Multilaterales: estos a su vez pueden ser generales o colectivos
(participación de gran número de partes), regionales (existe una identidad de
intereses en una región geográfica), restringidos (concertados por un número
reducido de Estados y para satisfacer intereses absolutamente particulares a
ellos).
b) Según el criterio para la incorporación de terceros:
- Abiertos: permiten la incorporación, por ejemplo, de terceros Estados que no
han participado en la negociación, mediante cláusulas que se establecen en
el texto.
- Cerrados: no contemplan la incorporación de terceros.
c) Según las formas de celebración:
- Buena y debida forma: creados mediante un procedimiento complejo
(negociación, adopción de texto, firma, ratificación).
- Forma simplificada: se emplea un procedimiento más rápido que incluye
negociación y firma; por lo general, entrada en vigor el mismo día que la
firma.
d) Según la forma de instrumentación:
- Acuerdos escritos: la mayoría lo son.
- Acuerdos no escritos: acuerdos verbales.
e) Según su naturaleza u objeto:
- Normativos: establecen normas generales que reglamentan las conductas
futuras de las partes.
- Contractuales: regulan la realización de un negocio jurídico concreto,
estableciendo obligaciones específicas para las partes.
Puede hablarse de una fecha de entrada en vigor “en general” y de una fecha de entrada en
vigor “en particular” para un Estado determinado. La primera es la fecha en que el tratado
entra en vigor (por primera vez) respecto de todos los Estados que manifestaron su
consentimiento previamente, y la segunda es la fecha en la que el tratado entra en vigor
respecto de un Estado o entidad que manifiesta su consentimiento luego de la fecha de
entrada en vigor en general. Es decir, si un Estado se obliga con posterioridad a la fecha de
entrada en vigor en general, habrá que determinar la fecha en que el tratado entrará en
vigor para él, de acuerdo con lo estipulado por el tratado.
Por ejemplo, en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, se
especifica que el tratado entra en vigor doce meses después de que sesenta partes hayan
manifestado su consentimiento. Para los Estados que quisieran adherirse posteriormente,
entrará en vigor treinta días después de su ratificación o adhesión.
Si bien los tratados comienzan a aplicarse en general a partir de la entrada en vigor, existe
la posibilidad de que sean aplicados (en todo o en parte) con anterioridad, si los
negociadores lo convienen o el propio tratado lo dispone. Si ello ocurre, el tratado se
aplicará de manera provisional respecto de los Estados negociadores, a menos que estos
notifiquen su intención de no llegar a ser parte del tratado. Será un mecanismo excepcional.
Reservas
Una reserva es una declaración unilateral, cualquiera sea su enunciado o su denominación,
hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, con
objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su
aplicación a ese Estado.
Un Estado sólo puede formular (o confirmar) una reserva al manifestar su consentimiento en
obligarse por el tratado, no puede hacerlo con posterioridad.
La característica definitoria de una reserva es la intención de su autor de excluir o modificar
los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a aquel, cualquiera
que sea el enunciado o denominación de la declaración unilateral.
En cuanto a las “declaraciones interpretativas”, la CDI las ha definido como una declaración
unilateral, cualquiera que sea su enunciado o su denominación, hecha por un Estado o por
una organización internacional, por la que ese Estado o esa organización se propone
precisar o aclarar el sentido o el alcance de un tratado o algunas de sus disposiciones.
Persiguen un objetivo distinto que las reservas, ya que buscan interpretar el tratado en su
conjunto o algunas de sus disposiciones. De acuerdo con la CDI, el enunciado o la
denominación de una declaración unilateral constituye un indicio de los efectos jurídicos
perseguidos.
La CDI agrega las reservas transversales, que son aquellas que tienen por objeto excluir o
modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones de un tratado, o del tratado en su
conjunto, con respecto a ciertos aspectos específicos, en su aplicación al autor de la
reserva. La práctica de las reservas transversales es sumamente corriente, como es el caso
de las reservas que excluyen o limitan la aplicación del tratado: a ciertas categorías de
personas o de objetos, a ciertas situaciones, a ciertos territorios, en circunstancias
determinadas, por razones particulares relativas a la condición jurídica internacional de su
autor, a su derecho interno, etc.
- Validez sustantiva:
Art 19 CVDT (1969):
Formulación de reservas.
Un Estado o una organización internacional podrá formular una reserva en el momento de firmar,
ratificar, confirmar formalmente, aceptar o aprobar un tratado o de adherirse a él, a menos:
a) que la reserva esté prohibida por el tratado;
b) que el tratado disponga que únicamente pueden hacerse determinadas reservas, entre las cuales no
figure la reserva de que se trate; o
c) que, en los casos no previstos en los apartados a) y b), la reserva sea incompatible con el objeto y el
fin del tratado.
En primer lugar, una reserva está prohibida por el tratado si este contiene una
disposición que prohíbe cualquier reserva, prohíbe las reservas a determinadas
disposiciones a las que se refiere la reserva en cuestión o prohíbe ciertas categorías
de reservas entre las que figura la reserva en cuestión.
En segundo lugar, cuando un tratado dispone que únicamente pueden formularse
determinadas reservas, esto significa que sólo pueden formularse las expresamente
previstas en el tratado a ciertas disposiciones de este, o al tratado en su conjunto
con respecto a ciertos aspectos específicos.
Por último, en su intento por dar contenido a la expresión “incompatible con el objeto
y fin del tratado”, la CDI explicó que una reserva es incompatible con el objeto y fin
del tratado si afecta a un elemento esencial de este, necesario para su estructura
general, de tal manera que comprometa la razón de ser del tratado.
- Validez formal:
Las condiciones de validez formal de una reserva son:
a) Que no se haya formulado tardíamente.
b) Que se haya formulado por escrito.
c) Que haya sido notificada a los demás Estados y organizaciones
internacionales interesados.
Si la reserva es formulada en el momento de la firma de un tratado sujeto a
ratificación, aceptación o aprobación, debe ser confirmada formalmente por el autor
de la reserva al manifestar su consentimiento en obligarse por el tratado, en cuyo
caso se considerará que ha sido realizada en la fecha de confirmación. Esta regla
sólo es aplicable a los tratados en forma solemne (en buena y debida forma), en los
cuales la firma no constituye una manifestación del consentimiento en obligarse por
el tratado. En el caso de tratados en forma simplificada, la reserva formulada en el
momento de la firma no necesita ser confirmada ulteriormente, pues el autor de la
reserva manifiesta mediante esa firma su consentimiento en obligarse por el tratado.
Asimismo, si el propio tratado establece de manera expresa que las reservas
pueden ser formuladas en el momento de la firma, el autor de una reserva formulada
en ese momento no la necesitará confirmar formalmente al manifestar su
consentimiento en obligarse por el tratado.
a) Aceptación:
La aceptación de una reserva puede formularse en forma expresa, tácita o implícita. Con
independencia de su forma de aceptación, sus efectos jurídicos son siempre los mismos. La
forma de aceptación solo afecta el momento en que la reserva se considera aceptada.
Si bien la aceptación de una reserva suele ser tácita o implícita, un Estado puede aceptar
expresamente una reserva mediante una declaración unilateral en ese sentido.
- La aceptación expresa de una reserva debe formularse por escrito y comunicarse a
los Estados contratantes y a los que estén facultados para llegar a ser parte de ese
tratado. Fuera del caso de la aceptación expresa, la aceptación de una reserva se
presume en razón de la falta de objeción.
- La aceptación tácita se produce cuando un Estado contratante no ha formulado una
objeción a una reserva al vencimiento del plazo de doce meses desde la notificación
de esa reserva.
- La aceptación implícita se produce cuando un Estado se convierte en contratante
con posterioridad al vencimiento del plazo de doce meses desde la notificación de la
reserva sin formular una objeción a ella al momento de manifestar su
consentimiento. En el caso de que el Estado se convierta en contratante antes del
vencimiento del plazo de doce meses de la reserva, podrá objetar hasta el mismo
momento que las demás partes del tratado.
La regla general es que una manifestación del consentimiento en obligarse por un tratado
que contenga una reserva surtirá efecto en cuanto acepte la reserva al menos otro Estado
contratante. Al ser aceptada por un Estado contratante (de la forma que sea), una reserva
válida (sustantiva y formalmente) queda establecida con respecto a ese Estado.
Art 20 CVDT:
Aceptación de las reservas y objeción a las reservas.
4. En los casos no previstos en los párrafos precedentes y a menos que el tratado disponga otra cosa:
a) la aceptación de una reserva por un Estado contratante o por una organización contratante constituirá al
Estado o a la organización internacional autor de la reserva en parte en el tratado en relación con el Estado o la
organización que haya aceptado la reserva si el tratado ya está en vigor o cuando entre en vigor para el autor de
la reserva y el Estado o la organización que ha aceptado la reserva;
b) la objeción hecha por un Estado contratante o por una organización contratante a una reserva no impedirá la
entrada en vigor del tratado entre el Estado o la organización internacional que haya hecho la objeción y el
Estado o la organización autor de la reserva, a menos que el Estado o la organización autor de la objeción
manifieste inequívocamente la intención contraria;
c) un acto por el que un Estado o una organización internacional manifieste su consentimiento en obligarse por
un tratado y que contenga una reserva surtirá efecto en cuanto acepte la reserva al menos un Estado
contratante o una organización contratante.
b) Objeción:
Una objeción es una declaración unilateral hecha por un Estado como reacción ante una
reserva a un tratado formulada por otro Estado, por la cual aquel se propone impedir que la
reserva produzca los efectos jurídicos deseados u oponerse de otro modo a ella.
Con respecto a su forma, la objeción sólo podrá ser formulada en forma expresa por escrito,
y debe ser comunicada a los Estados contratantes o a los facultados que puedan llegar a
ser parte. Asimismo, será comunicada directamente por su autor o por el depositario (si lo
hubiera).
- Objeción simple:
Si bien una objeción simple a una reserva válida no impide la entrada en vigor del
tratado, tampoco produce ipso facto la entrada en vigor del tratado entre el autor de
la reserva y el autor de la objeción, a diferencia de la aceptación de la reserva. La
objeción simple es neutral respecto de si el autor de la reserva llega o no a ser
Estado contratante en el tratado y no lleva necesariamente aparejado que el tratado
entre en vigor entre el autor de la objeción y el autor de la reserva.
La objeción simple tiene por efecto que la disposición a que se refiere la reserva sea
inaplicable entre el autor de la reserva y el autor de la objeción simple únicamente
en la medida de la reserva, no en su totalidad.
- Objeción inequívoca o categórica:
La objeción hecha por un Estado contratante a una reserva válida impedirá la
entrada en vigor del tratado entre el Estado que haya formulado la objeción y el
Estado autor de la reserva, si el primero manifiesta inequívocamente esa cuestión.
La no entrada en vigor del tratado entre el autor de la reserva y el autor de la
objeción tiene como consecuencia que no exista ninguna relación convencional
entre ellos.
También se permite que los Estados que convengan un tratado se aplique solo a ciertas
partes de un territorio, incluso que se aplique extraterritorialmente a espacios en los que el
Estado puede ejercer su jurisdicción, como en alta mar o en espacio aéreo internacional.
Si el tratado lo permite, el Estado podrá, al momento de obligarse, hacer una declaración
con el fin de limitar o excluir la aplicación del tratado respecto de una parte de su territorio o
de una provincia o entidades que componen el Estado federal.
Se habla del caso de los tratados subordinados, es decir, que especifiquen que están
subordinados a un tratado anterior o posterior o que no deben ser considerados
incompatibles con ese otro tratado. En este supuesto, la solución es que prevalecen las
disposiciones del tratado al cual se subordinan.
En el caso de un tratado anterior y otro posterior entre las mismas partes, la solución es que
prevalece el tratado posterior (ley posterior deroga ley anterior).
En cuanto a un tratado anterior y otro posterior entre diferentes partes, en las relaciones
entre los Estados parte en ambos tratados se aplicará el tratado posterior (el anterior se
aplicará en medida en que no sea incompatible con el posterior). En las relaciones entre un
Estado que sea parte en ambos tratados y un Estado que solo lo sea en uno de ellos, los
derechos y obligaciones recíprocos se regirán por el tratado en el que los dos sean parte.
Modificación
Se emplea el término “modificación” para hacer referencia al acuerdo colateral que celebran
dos o más partes de un tratado multilateral con el fin de modificarlo en sus relaciones
mutuas.
Art 41 CVDT:
Acuerdos para modificar tratados multilaterales entre algunas de las partes únicamente.
1. Dos o más partes en un tratado multilateral podrán celebrar un acuerdo que tenga por objeto modificar el
tratado únicamente en sus relaciones mutuas:
a) Si la posibilidad de tal modificación está prevista por el tratado; o
b) Si tal modificación no está prohibida por el tratado, a condición de que:
i) No afecte al disfrute de los derechos que a las demás partes correspondan en virtud del tratado ni al
cumplimiento de sus obligaciones;
ii) No se refiera a ninguna disposición cuya modificación sea incompatible con la consecución efectiva del objeto
y del fin del tratado en su conjunto.
2. Salvo que en el caso previsto en el apartado a) del párrafo 1 el tratado disponga otra cosa, las partes
interesadas deberán notificar a las demás partes su intención de celebrar el acuerdo y la modificación del
tratado que en ese acuerdo se disponga.
Enmienda
En cuanto a la enmienda, se trata de un procedimiento para cambiar el contenido de un
tratado entre los Estados u organizaciones partes.
Art 39 CVDT:
Norma General concerniente a la enmienda de los tratados.
1. Un tratado podrá ser enmendado por acuerdo entre las partes. Se aplicarán a tal acuerdo las normas
enunciadas en la Parte II, salvo en la medida en que el tratado disponga otra cosa.
2. El consentimiento de una organización internacional a un acuerdo de la índole mencionada en el párrafo 1 se
regirá por las reglas de esa organización.
Las propuestas para enmendar un tratado multilateral pueden ser hechas por cada parte en
el tratado, es decir todo Estado para el cual el tratado se encuentre en vigor.
Art 40 CVDT:
Enmienda de los tratados multilaterales.
1. Salvo que el tratado disponga otra cosa, la enmienda de los tratados multilaterales se regirá por los párrafos
siguientes.
2. Toda propuesta de enmienda de un tratado multilateral en las relaciones entre todas las partes habrá de ser
notificada a todos los Estados Contratantes y a todas las organizaciones contratantes, cada uno los cuales
tendrá derecho a participar:
a) En la decisión sobre las medidas que haya que adoptar con relación a tal propuesta;
b) En la negociación y la celebración de cualquier acuerdo que tenga por objeto enmendar el tratado.
3. Todo Estado y toda organización internacional facultados para llegar a ser partes en el tratado estarán
también facultados para llegar a ser partes en el tratado en su forma enmendada.
4. El acuerdo en virtud del cual se enmiende el tratado no obligará a ningún Estado ni a ninguna organización
internacional que sea ya parte en el tratado pero no llegue a serlo en ese acuerdo; con respecto a tal Estado o a
tal organización se aplicará el apartado b) del párrafo 4 del artículo 30. 5. Todo Estado o toda organización
internacional que llegue a ser parte en el tratado después de la entrada en vigor del acuerdo en virtud del cual
se enmiende el tratado será considerado, de no haber manifestado una intención diferente:
a) Parte en el tratado en su forma enmendada;
b) Parte en el tratado no enmendado con respecto a toda parte en el tratado que no esté obligada por el
acuerdo en virtud del cual se enmiende el tratado.
En cuanto al contexto:
Art 31 CVDT:
Regla general de interpretación.
2. Para los efectos de la interpretación de un tratado, el contexto comprenderá, además del texto, incluidos su
preámbulo y anexos:
a) todo acuerdo que se refiere al tratado y haya sido concertado entre todas las partes con motivo de la
celebración del tratado;
b) todo instrumento formulado por una o más partes con motivo de la celebración del tratado y aceptado por las
demás como instrumento referente al tratado.
Hay elementos de interpretación que son extrínsecos al texto y contexto del tratado, pero
que deben ser tenidos en cuenta junto con el contexto.
a) Todo acuerdo ulterior entre las partes acerca de la interpretación del tratado o de la
aplicación de sus disposiciones: un acuerdo sobre la interpretación de una
disposición al que se haya llegado después de la celebración del tratado constituye
una interpretación auténtica por las partes que debe ser tenida en cuenta a efectos
de la interpretación del tratado.
b) Toda práctica ulteriormente seguida en la aplicación del tratado por la cual conste el
acuerdo de las partes acerca de la interpretación del tratado: constituye una prueba
objetiva del acuerdo de las partes en cuanto al sentido de este.
c) Toda norma pertinente de derecho internacional aplicable en las relaciones entre las
partes.
Si bien el principio general es el efecto relativo de los tratados, bajo ciertas condiciones un
tratado puede dar origen a obligaciones o derechos para un tercer Estado, y para ello es
necesario que se cumplan dos condiciones:
- Que las partes en el tratado tengan la intención de que tal disposición sea el medio
de crear la obligación.
- Que el tercer Estado acepte expresamente por escrito esa obligación.
Una vez que se cumplen las dos condiciones, existe un acuerdo colateral entre las partes
en el tratado, por un lado, y el tercer Estado, por el otro.
Para que una disposición de un tratado pueda dar origen a un derecho para un tercer
Estado es necesario que se cumplan las dos condiciones siguientes:
- Que las partes en el tratado tengan la intención de conferir ese derecho al tercer
Estado o a un grupo de Estados al cual pertenezca, o bien a todos los Estados en
general.
- Que el tercer Estado asienta a ello, presumiendo su asentimiento mientras no haya
indicación en contrario.
A diferencia de la aceptación de una obligación, el asentimiento a un derecho por un tercer
Estado no necesita ser expreso por escrito, sino que se presume.
La denuncia o retiro tienen lugar como resultado de la aplicación de las disposiciones del
mismo tratado.
- Pero se mantienen las obligaciones del DIP independientes del tratado internacional
(costumbre).
- El tratado internacional se renuncia en toda su integridad (en principio).
- Se mantienen los derechos y obligaciones, situación jurídica, previos a la
terminación.
Nulidad
Los actos jurídicos son válidos y lícitos cuando el consentimiento de quienes lo llevan a
cabo se manifiesta con discernimiento, intención y libertad y tienen un objeto lícito. En
consecuencia, si no reunieran estos requisitos, los tratados, o el consentimiento de los
Estados en obligarse por ellos, podrían considerarse inválidos o nulos. La nulidad que
padecerían, en este caso, podría ser relativa o absoluta, dependiendo de que la invalidez
pueda o no sanearse por el acuerdo expreso o posterior aquiescencia de la parte
interesada.
En el primer caso, el tratado podría recuperar su validez por confirmación posterior y seguir
vigente con los efectos jurídicos previstos. La nulidad relativa puede ser alegada por el
Estado que ha sido víctima de las consecuencias de la causal.
Por el contrario, en el segundo caso, la nulidad se produciría automáticamente sin que
existiera la posibilidad de confirmar la misma con posterioridad. La nulidad absoluta puede
ser alegada por cualquier Estado interesado y debe ser declarada por un órgano de
solución de controversias competente conforme a las disposiciones del tratado o del
derecho internacional.
En el caso de los vicios sustanciales del consentimiento, se los llama así ya que se altera la
esencia del consentimiento por una conducta viciada. Sin embargo, algunos tratados
afectados por estos vicios sustanciales son susceptibles de nulidad relativa (error, dolo,
fraude o corrupción), mientras que otros son susceptibles de nulidad absoluta (casos de
coacción sobre el representante o sobre el Estado). Si hay nulidad relativa, el tratado
viciado por error, dolo o fraude o corrupción puede sanearse con posterioridad y aplicarse
válidamente. Por lo contrario, si hay nulidad absoluta, el tratado viciado por coacción no
podrá ser saneado de ninguna manera y será considerado inválido.
El consentimiento también puede ser afectado por vicios formales, es decir, aquellos que no
alteran sus elementos esenciales ni su sustancia, sino que apuntan a la forma en que dicho
consentimiento se emite y a quienes tiene la capacidad o facultades para hacerlo (defecto
de competencia; restricción de poderes). Los vicios formales, por su propia naturaleza, no
producen más que una nulidad relativa del tratado, susceptible de saneamiento por
posteriores conductas de la parte que produce la nulidad como de las restantes.
Terminación
La inaplicabilidad del tratado por haberse extinguido implica su terminación y el agotamiento
de sus efectos jurídicos con carácter definitivo. El tratado ha existido y ha sido válido, pero
la terminación supone la conclusión de su existencia como norma jurídica. En los tratados
multilaterales la terminación puede ser para todos o para alguna de las partes, mientras que
en los bilaterales será para ambas.
Art 54 CVDT:
Terminación de un tratado o retiro de él en virtud de sus disposiciones o por consentimiento de las partes.
La terminación de un tratado o el retiro de una parte podrán tener lugar:
a) conforme a las disposiciones del tratado; o
b) en cualquier momento, por consentimiento de todas las partes después de consultar a los Estados
contratantes y a las organizaciones contratantes.
Los tratados multilaterales deben subsistir hasta que la voluntad de las partes decida su
terminación, aunque el número de partes llegue a ser inferior a la cantidad necesaria y
suficiente para su entrada en vigencia.
Violación grave: la violación de un tratado por una o varias de las partes da lugar a un
derecho de la otra u otras a considerar terminado el tratado o a suspender el cumplimiento
de las obligaciones por él establecidas. La CVDT lo limita a las violaciones graves, que se
dan cuando consiste en su rechazo, de una forma no admitida por cada convención, o
cuando recae en una disposición esencial para la consecución de su objeto y fin.
Considerando los derechos de navegación de Costa Rica en el Río San Juan, la Corte
declara que Costa Rica tiene derecho a la libre navegación en el Río San Juan, con
propósitos de comercio; que tiene derecho de navegación con naves oficiales, únicamente
en situaciones específicas, para proveer servicios esenciales para los habitantes de las
áreas ribereñas donde el transporte expedito es una condición para las necesidades de los
habitantes fronterizos; y que no tiene derecho a la navegación con naves para llevar a cabo
funciones policiales.
Considerando los derechos de Nicaragua para regular la navegación en el Río San Juan en
la parte donde la navegación es común, la Corte declara unánimemente que Nicaragua
tiene derecho a demandar a las naves costarricenses y sus pasajeros a detenerse en el
primero y en el último puesto de su ruta a lo largo del Río San Juan, así como a demandar a
las personas que viajan en el Río a presentar un pasaporte o documento de identidad;
imponer horarios de navegación de las embarcaciones que navegan en el Río; y a requerir
a las naves costarricenses mostrar en sus mástiles o torres la bandera nicaragüense.
La Corte manifiesta que Nicaragua no está actuando de acuerdo con sus obligaciones bajo
el Tratado de 1858, cuando exige a las personas que viajan sobre el Río San Juan a bordo
de naves costarricenses ejerciendo el derecho de Costa Rica a la libre Navegación, que
obtengan visas nicaragüenses; y tampoco cuando exige a las personas que viajan sobre el
Río San Juan a bordo de naves costarricenses ejerciendo el derecho de Costa Rica a la
libre Navegación, obtener Tarjetas de Turismo nicaragüenses; ni cuando exige a los
operadores de naves costarricenses ejerciendo el derecho de Costa Rica a la libre
Navegación, pagar tasas de certificados de autorización de salida.
La cuestión que se presenta en este caso es: si un estado viola sus obligaciones frente a
otro contraídas por la CVRC en cuanto a que no informa a un extranjero arrestado de su
derecho a un aviso consular ni al país del mismo sobre su detención y juicio, también viola
derechos individuales del extranjero bajo derecho internacional.
Alemania pide al Tribunal una providencia sobre medidas provisionales de acuerdo al art.
41.1 del Estatuto de la CIJ el 2 de marzo de 1999, con la intención de paralizar la ejecución
de Walter LaGrand. “Las medidas provisionales son la facultad del tribunal para indicar, si
considera que las circunstancias así lo exigen, las medidas cautelares que deban tomarse
para resguardar los derechos de cada una de las partes”. Las condiciones para que puedan
adoptarse medidas provisionales son; que se evite un perjuicio irreparable y una agravación
o ampliación de la diferencia. El Tribunal dicta las medidas provisionales el 3 de marzo de
1999, que no logran la detención de la ejecución de Walter LaGrand.
Alemania alega ante el Tribunal el incumplimiento de las medidas, que habían sido
declaradas vinculantes por el art. 94 de la Carta de la ONU y el art. 41 del Estatuto de la
CIJ.
EEUU admite en su primera alegación haber violado el art. 36.1, al mismo tiempo que
argumenta que al ser una cuestión de protección diplomática escapa a la competencia de la
CIJ ya que está regulada por el derecho internacional consuetudinario. La competencia de
la corte se basa en el protocolo facultativo, art. 1 que establece que todo litigio que
corresponda por los tratados es competente, pero como en el tratado no se habla de
protección diplomática no sirve. Otro argumento es que los hermanos LaGrand no agotaron
las vías internas, y EEUU entiende que la supuesta violación se refiere a la obligación de
informar a los hermanos LaGrand de su derecho.
Por otra parte, EEUU justifica su incumplimiento de las medidas provisionales con tres
argumentos; primero, las circunstancias en las que Alemania presenta la petición y el poco
tiempo con el que los EEUU contaban para hacer cumplir la providencia de la CIJ; segundo,
la estructura federal de los EEUU y la división de poderes y por último que no considera
que, ni en los artículos 94 y 41 de la Carta de NU y del Estatuto de la CIJ respectivamente,
ni en la jurisprudencia de la Corte esté claro que sean vinculantes por el lenguaje usado ya
que, no es apropiado.
El Tribunal dictaminó que EEUU, al no informar a los hermanos LaGrand sobre los derechos
recogidos en el artículo 36.1 de la CVRC y al impedir la posibilidad de que Alemania preste
asistencia consular a estos, violó las obligaciones de protección diplomática y asistencia
consular respectivamente contraídas con los hermanos LaGrand y con Alemania.
Sentenció que, al no permitir la revisión y reconsideración, a la luz de los derechos
reconocidos en la convención de las sentencias condenatorias y penas impuestas, no
cumplieron las obligaciones que tenían contraídas con Alemania y con los hermanos
LaGrand en base al art. 36 de la CVRC.
Y por último, consideró que EEUU violó la providencia del Tribunal sobre medidas
provisionales al no evitar la ejecución de los hermanos LaGrand y especialmente Walter, el
último en ser matado, mientras el Tribunal deliberaba.
En Hungría se suscitaron críticas al proyecto por los efectos que este tenía en el medio
ambiente. Así, el Gobierno húngaro decidió el 13 de Mayo de 1989, suspender los trabajos
de Nagymaros. El 21 de Julio el Gobierno húngaro extendió la suspensión de los trabajos
en Nagymaros hasta el 31 de Octubre, y asimismo decidió suspender los trabajos en
Dunakiliti hasta la misma fecha. Finalmente, el 27 de Octubre de 1989. Hungría decidió
abandonar los trabajos en Nagymaros y mantener el status quo en Dunakiliti.
En el transcurso de este período las partes mantuvieron negociaciones. Checoslovaquia
propuso una solución, que implicaba el cambio del curso de agua en forma unilateral por
parte de Checoslovaquia, siempre dentro de su territorio. En su último estadio la solución
implicaba la construcción de una barrera divisoria de aguas en el Danubio y de un dique.
El 23 de Julio de 1991 el gobierno eslovaco decidió comenzar –en Septiembre de 1991- las
construcciones en vistas de permitir la explotación del proyecto como solución.
Hubo discusiones entre ambas partes y en Mayo de 1992 el gobierno húngaro remitió una
nota verbal poniendo fin al Tratado de 1977.
El 15 de Octubre de 1992 Checoslovaquia comenzó finalmente los trabajos provocando el
cierre del Danubio.
La Corte consideró que a pesar que el tratado en cuestión fue suscrito en 1977 y las partes
invocaron las cláusulas de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de
1969, que entró en vigor en 1980, los artículos referidos a la suspensión de tratados
(artículos 60 y 62) fueron recogidos de normas consuetudinarias existentes.
El comportamiento de Hungría al suspender y abandonar los trabajos de 1989 no puede
interpretarse como su voluntad de no ejecutar al menos ciertas disposiciones del Tratado de
1977 y del Protocolo de 1989.
El efecto del comportamiento de Hungría ha llevado a la imposibilidad de realizar de obras
que el Tratado de 1977 calificó expresamente de único e indivisible.
La Corte examinó si existió un “estado de necesidad” en 1989 que permitiera a Hungría
suspender y abandonar los trabajos sin que esto implique responsabilidad internacional. Al
respecto estimó que tratándose tanto de Nagymaros como de Gabcikovo los peligros
invocados por Hungría, no estaban en 1989 suficientemente establecidos ni eran inminentes
(condiciones necesarias para invocar un estado de necesidad). Hungría disponía en ese
momento de otros medios, sin que fuera necesario abandonar los trabajos.
Así la Corte concluyó que Hungría no tenía derecho de suspender y luego de abandonar en
1989 los trabajos relativos al proyecto Nagaymaros y la parte del proyecto Gabcikovo de la
cual era responsable según los términos del Tratado de 1977.
Checoslovaquia ha sostenido que el recurso de la solución propuesta y su puesta en
marcha no constituían ilícitos internacionales. Sostuvo que la decisión de abandonar los
trabajos por parte de Hungría la llevó a recurrir a una solución que estuviera próxima al
proyecto inicial, invocando el principio de “aplicación por aproximación” y el de “hacer
cumplir el tratado de buena fe”.
Como la Corte ha observado, la característica fundamental del Tratado de 1977 es, según
su artículo primero la de “prever la construcción del sistema de represas en tanto que
inversión conjunta constituyendo un solo sistema de obras único e indivisible”. Asimismo se
previó la propiedad conjunta de dicho sistema y la explotación también conjunta como una
entidad única y coordinada. Por ello la solución propuesta por Checoslovaquia difiere
radicalmente del proyecto inicial. La Corte observa que, en consecuencia, Checoslovaquia
viola con variante disposiciones expresas y esenciales del Tratado de 1977 cometiendo un
acto internacionalmente ilícito.
Checoslovaquia ha sostenido que su acción estuvo motivada por una obligación de atenuar
los daños provocados por el no cumplimiento del Tratado por parte de Hungría.
En estas condiciones es de una importancia primordial que la Corte haya constatado que el
Tratado de 1977 está en vigor entre las partes y rige en consecuencia las relaciones entre
ambos países.
El artículo 75 de la CADH dispone: “Esta Convención sólo puede ser objeto de reservas
conforme a las disposiciones de la CVDT (1969)”. Considerando que la CADH ha sido
diseñada para proteger los derechos fundamentales del hombre, la Corte IDH sostuvo que
era irrazonable concluir que la referencia del art. 75 de la CVDT (1969) obligaba a la
aplicación del art. 20(4) de esta última, pues un tratado como la CADH que da tal
importancia a la protección del individuo difícilmente pueda decirse que tienda a retrasar la
entrada en vigencia del tratado hasta la aceptación de la reserva de por lo menos otro
Estado contratante. La Corte entendió que la referencia del art. 75 a la CVDT (1969) debía
entenderse como una autorización expresa destinada a permitir a los Estados formular
cualesquiera reservas, siempre y cuando ellas fueran compatibles con el objeto y fin del
tratado. Es decir, la Corte concluyó que las reservas a la CADH se regían por el art. 20(1)
de la CVDT y, en consecuencia, no estaban sujetas a la aceptación de ningún otro Estado
contratante.
En el caso de la Fábrica de Chorzow, la CPJI aplicó el principio de que nadie puede ser juez
en su propia causa y aquel que señala que infringir una obligación indica el deber de
reparar.
Los principios generales de derecho son fuentes principales del ordenamiento jurídico
internacional y comparten la jerarquía con los tratados y la costumbre internacional.
No obstante ser una fuente principal, en la práctica los principios generales de derecho
cumplen una función supletoria, toda vez que se aplican en supuestos especiales
vinculados a la falta de normas convencionales o consuetudinarias que vinculan a las partes
de la controversia.
Los principios pueden también cumplir el rol de complementar otras normas del derecho
internacional cubriendo los vacíos normativos, y ese carácter complementario se vislumbra
por el contenido del principio y no necesariamente porque se verifiquen en los
ordenamientos internos de los Estados.
Entre los rectores del derecho interno se pueden encontrar el principio de buena fe; los
principios procesales (las presunciones de hecho o indicios o pruebas circunstanciales son
admitidos en todos los sistemas jurídicos del mundo); la denegación de justicia (retardo
injustificado); y la prescripción liberatoria.
Se los podría definir como ideas, posturas éticas que pueden estar verificadas en una
norma escrita o bien de tipo consuetudinaria que cumplen la función de orientar e inspirar la
interpretación del ordenamiento jurídico y que son utilizados para esclarecer e interpretar
normas jurídicas y aplicar en supuestos de lagunas del derecho o ante la ambigüedad de la
norma.
Ciertos principios constituyen la base del derecho internacional moderno y ellos son el de
igualdad e independencia de los Estados, así como la libre determinación de los pueblos. La
Carta de la ONU (TTII) verifica la existencia de estos principios, tales como “la prohibición
del uso de fuerza en las relaciones internacionales”, “la solución pacífica de las
controversias”, “la igualdad soberana”, y “la cooperación internacional”.
En materia de protección a la persona humana, rige el principio pro homine, el cual indica
que las normas, sean convencionales o consuetudinarias, deben interpretarse a favor del
individuo.
Por su parte, en el ámbito del derecho de los refugiados, rige el principio de “no devolución”,
el cual hace gozar de una protección especial al refugiado o solicitante de asilo o refugio
hasta tanto culmine un procedimiento justo.
Equidad
La equidad es inherente a una sana aplicación del derecho, y la CIJ (en el caso Barcelona
Traction) ha estimado que en el ámbito de la protección diplomática, como en todos los
otros, el derecho internacional exige una aplicación razonable.
Funciones de la equidad
Se ha considerado que la equidad tiene tres funciones: correctora,complementaria o
supletoria. La equidad podría ya sea atenuar la rigidez de la regla jurídica, complementarla
o suplirla. En el primer caso se manifiesta infra legem; en el segundo, praeter legem; y en el
tercero, contra legem.
La equidad praeter legem cumple su función en el supuesto en que una regla jurídica no
puede ser aplicada a un caso concreto porque resulta insuficiente. Es un medio de colmar
las lagunas del derecho positivo. Así, la equidad puede constituir un aspecto subsidiario del
derecho internacional. Aun cuando no exista una norma jurídica sobre una cuestión
determinada, es necesario tomar una decisión por parte del juez y la equidad constituye una
guía. El poder discrecional del juez (ante la inexistencia o insuficiencia de normas) se ejerce
de una manera disciplinada: la función praeter legem es la aplicación del derecho mismo.
La aquiescencia
La aquiescencia es un concepto que proviene del derecho romano e históricamente se ha
manifestado bajo la máxima qui tacet consentire videtur si loqui debuisset ac potuisset (el
que calla parece que consiente si pudiera y debiera hablar). Opera calificando la inacción y
genera efectos jurídicos en las relaciones jurídicas. Su principal consecuencia es provocar
la pérdida de un derecho sustancial o del derecho a presentar un reclamo.
La inacción en representación de un Estado puede dar lugar a la pérdida de un derecho o
de un reclamo si, bajo tales circunstancias, se hubiera esperado que el estado desarrolle
algún tipo de actividad.
Por su parte, quien reclama debe demostrar que el otro Estado no presentó su reclamo con
anterioridad y, así, implícitamente aceptó su extinción. Si un Estado, ante un reclamo o
comportamiento de otro Estado, guarda silencio (o no protesta) estará consintiendo esa
nueva situación.
Para que la aquiescencia pueda producir efectos jurídicos es necesario que cumpla
determinados requisitos:
1) Ausencia de reclamo: el silencio o la pasividad son las conductas que generan
aquiescencia.
2) La ausencia de reclamo debe prolongarse durante un determinado período de
tiempo.
3) La ausencia de reclamo debe haberse puesto de manifiesto en circunstancias en las
que se hubiera requerido acción por parte del Estado.
4) La aquiescencia solo puede afectar los derechos de aquel Estado que incurre en ella
y no los de terceros Estados.
5) Atribución: sólo los representantes del Estado pueden provocar que un Estado
incurra en aquiescencia.
6) La inacción del Estado que incurre en aquiescencia debe ser consecuencia de su
libre voluntad y no debe haber estado viciada.
7) La aquiescencia no podrá avalar situaciones en las que se han quebrantado
obligaciones fundamentales.
El estoppel
El estoppel es una excepción de fondo receptada en el derecho internacional por la
jurisprudencia internacional. Permite que un sujeto de derecho internacional rechace un
reclamo formulado por un Estado que, con su conducta anterior, dio lugar a que la otra parte
en la controversia presuma su consentimiento con determinados hechos o situaciones que
ahora considera diferentes o niegue su existencia.
El estoppel impide que un Estado presente un reclamo si, debido a su conducta previa, las
declaraciones u otras manifestaciones de voluntad:
a) Han inducido a otro Estado a creer, de buena fe, que el derecho a reclamar no había
sido ejercido.
b) Que el ejercicio de ese derecho no iba a ser invocado en detrimento del Estado que
se encuentra particularmente perjudicado.
Elementos
De acuerdo con el derecho internacional consuetudinario, para que el Estado incurra en
responsabilidad internacional por la comisión de un acto ilícito se requieren dos elementos.
Elemento objetivo
El elemento objetivo tiene que ver con la violación o el incumplimiento de una obligación
internacional en vigor, la cual se encuentra establecida en una norma primaria.
La clasificación del hecho ilícito se rige por el derecho internacional; por lo tanto, es
independiente de si el hecho es o no lícito conforme al derecho interno del Estado
responsable.
El proyecto de la CDI sobre la responsabilidad de los Estados por actos ilícitos
internacionales se refiere a la existencia de la violación de una obligación internacional, y
señala que esta se produce cuando un hecho de ese Estado no está en conformidad con lo
que de él exige esa obligación, sea cual fuere el origen o la naturaleza de esa obligación.
La conclusión de la CDI es que no puede establecerse una regla general aplicable a todos
los casos, de modo que algunas obligaciones podrán ser violadas por la mera sanción de
leyes incompatibles con ellas, generando la responsabilidad internacional de Estado,
mientras que, en otros casos, dependerá de si la ley en cuestión se aplica y de qué manera,
puesto que el Estado podrá aplicar la ley de forma de no violar la obligación internacional.
Art 12 Proyecto CDI: Existencia de violación de una obligación internacional.
Hay violación de una obligación internacional por un Estado cuando un hecho de ese Estado no está en
conformidad con lo que de él exige esa obligación, sea cual fuere el origen o la naturaleza de esa obligación.
Elemento subjetivo
El elemento subjetivo tiene que ver con que esa violación sea atribuible al Estado. Esto
requiere que se den algunos supuestos:
1) Que el acto sea cometido por un órgano del Estado o por un funcionario público o
agente del Estado.
2) Que el acto sea cometido por una persona que no pertenezca a un órgano del
Estado ni sea funcionario público, pero que se encuentre facultada por las leyes para
ejercer atribuciones del poder público.
3) Que el acto sea cometido por un agente u órgano de otro Estado puesto a su
disposición. En algunos supuestos, la responsabilidad es compartida por ambos
Estados, sobre todo en los casos de simple cooperación para la realización de
determinadas tareas, o de tareas llevadas a cabo conjuntamente por dos o más
Estados.
4) Que el acto sea cometido por una persona o grupo de personas que actúa “de
hecho” por instrucciones o bajo la dirección o control del Estado.
En principio, el Estado no responde por los actos de los particulares. Pero en
ocasiones puede existir una relación de hecho entre los particulares y el Estado que
hace que la conducta de aquellos le sea atribuible al Estado.
5) Que el acto sea cometido por un particular (ajeno al Estado) que ejerza “de hecho”
funciones públicas, en ausencia de autoridades oficiales y en circunstancias que
requieran el ejercicio de tales funciones.
6) Que el Estado reconozca y adopte como propio el comportamiento de determinadas
personas ajenas a él.
7) Que el acto sea cometido por un movimiento insurreccional que luego llegue al
poder de ese Estado. Si el acto es cometido por un movimiento insurreccional que
se transforma en un nuevo Estado será el responsable.
El consentimiento exige que otro Estado, con quien existe la obligación que se dejaría de
cumplir, preste su consentimiento válido previo a la comisión del acto contrario a la
obligación. Por ejemplo, si bien las fuerzas armadas de un Estado no pueden penetrar en el
territorio de otro y realizar prácticas con armas, tales actos no serían considerados ilícitos si
este último Estado autorizó previamente el ingreso de aquel contingente con el fin de llevar
a cabo ejercicios militares conjuntos, en el marco de un programa coordinado por las
escuelas de guerra de ambos países.
La legítima defensa es una acción armada tomada para repeler el ataque armado de otro
Estado. El derecho internacional consuetudinario impone, además, que la acción tomada
cumpla los requisitos de necesidad, proporcionalidad e inmediatez.
Las contramedidas son, al igual que la legítima defensa, otra forma de autoejecución
aceptada en el ámbito internacional frente al carácter descentralizado del derecho
internacional. Se trata de medidas que puede tomar un Estado lesionado en respuesta a un
acto internacionalmente ilícito cometido por otro Estado, a fin de obtener la cesación y
reparación de hecho en cuestión, pero no como castigo o sanción para el Estado
incumplidor.
La CDI exige otros límites a este instituto, como por ejemplo las contramedidas no pueden
consistir en un uso de la fuerza armada (a diferencia de las acciones de legítima defensa) y
no pueden afectar los derechos humanos fundamentales ni las obligaciones de carácter
humanitario que prohíben las represalias, así como tampoco otras obligaciones que emanan
de normas imperativas del derecho internacional general.
Las contramedidas deben ser proporcionales al perjuicio sufrido, teniendo en cuenta la
gravedad del hecho internacionalmente ilícito y los derechos en cuestión, y deben cesar tan
pronto como el Estado responsable haya cumplido sus obligaciones en relación con el
hecho internacionalmente ilícito.
El peligro extremo es una causal invocada como único modo razonable de salvaguardar la
vida humana, de las personas que se encuentran a cargo del Estado. Tal sería el caso de
una aeronave de un Estado que aterrizara en un territorio de otro Estado sin autorización
para socorrer a una persona que se encuentra a bordo y que requiere asistencia médica
inmediata.
De acuerdo con los argumentos planteados por los Estados Unidos, la Corte no podía
aplicar ninguna disposición jurídica de la Carta de las Naciones Unidas, la Carta de la OEA,
la Convención de Montevideo y la Convención de la Habana de 1928, dado que cuando el
país norteamericano aceptó su competencia, formuló una reserva mediante la cual ésta era
incompetente para conocer los conflictos en los cuales se aplicaran tratados multilaterales,
a menos que todas las partes en el tratado en el cual se basa la decisión, sean parte en el
caso sometido ante la Corte, o que los Estados Unidos, expresamente, acepten su
jurisdicción.
Para tal efecto, la Alta Corporación reconoció que la reserva efectuada por Estados Unidos
al aceptar la jurisdicción internacional, era perfectamente legal; sin embargo, aclaró que
este acogimiento no implicaba que la costumbre internacional pudiera ser inaplicada.
La Corte de la Haya profirió sentencia condenatoria por la violación de las siguientes reglas
y principios consuetudinarios: prohibición del uso de la fuerza o amenaza de uso de la
fuerza, no intervención en los asuntos internos o políticos de un estado, respeto a la
independencia política e integridad territorial de los estados y libertad de navegación y
comercio entre los estados.
Legítima defensa:
El artículo 2.4 de la Carta de Naciones Unidas, establece que los miembros de la
organización en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir al uso de la fuerza
o a la amenaza de ella contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier
estado o cualquier forma incompatible con el propósito de la Carta.
De lo anterior se ha interpretado la existencia de una prohibición a los estados, a hacer la
guerra salvo las cuatro excepciones en las cuales está autorizada. La legítima defensa es
una de las cuatro excepciones, y es la única que depende de la voluntad de los
representantes de los estados, habida consideración que las demás dependen de la
autorización del Consejo de Seguridad. Además es la única excepción al uso de la fuerza
que está consagrada expresamente en la Carta de 1945.
Según la Corte Internacional de Justicia es costumbre internacional ejercer el derecho de
legítima defensa, sea particular o colectiva, como excepción a la prohibición general de los
Estados de hacer la guerra, pero para ejercer legítimamente ese derecho se deben cumplir
con las siguientes condiciones.
Condiciones de Ejercicio:
a) Subsidiariedad: debe ser el último recurso, el último medio, al cual el estado debe
recurrir para detener la agresión.
b) Proporcionalidad: se refiere al quantum de la fuerza que el estado atacado debe
emplear para repeler la acción del estado agresor. El estado debe ejecutar sólo los
actos, todos los actos y nada más que los actos necesarios para neutralizar la
acción del estado atacante.
c) Necesidad: sólo es lícito causar aquellos daños que sean necesarios para evitar un
mayor daño. Por tanto la medida de la acción de defensa, es la medida del daño
sufrido por el estado atacado.
d) Requisito temporal: la legítima defensa puede ser utilizada desde el momento en
que el estado es atacado, por lo tanto se exigen la inmediatez y celeridad como
condiciones de ejercicio; es decir, la acción defensiva debe ser concomitante con el
ataque armado, en tanto y en cuanto subsista el ataque armado, la ocupación del
territorio, o hasta que el Consejo de Seguridad tome las medidas de paz y seguridad
internacional que le son propias.
e) Condiciones Procedimentales: la legítima defensa debe ser provisional y subsidiaria
a las acciones del Consejo de Seguridad; por lo cual a los estados que ejercen la
legítima defensa se les exige la inmediata comunicación al Consejo de Seguridad de
las medidas defensivas, e incluso se exige en algunas ocasiones comunicar las
medidas defensivas al Estado agresor.
Estados Unidos no efectuó ningún tipo de notificación al Consejo de Seguridad ni a
Nicaragua sobre la instalación de minas en los puertos nicaragüenses, no hubo un
ejercicio legítimo de la defensa, en opinión de la Alta Corporación.
f) Petición específica: en caso de legítima defensa colectiva el estado víctima del
ataque armado debe requerir a uno de los estados para que le ayuden a defenderse
de la potencia invasora, por lo tanto está prohibido, que un estado no víctima de
manera autónoma, proceda a defender los intereses de un estado sin este haberlo
requerido. Esta es una regla de derecho consuetudinario.
La incorporación automática o directa de los tratados es propia de los Estados que siguen la
teoría “monista” que considera al derecho internacional y al derecho interno como dos
subsistemas que pertenecen al mismo sistema normativo. Por lo tanto, ambos coexisten en
el mismo ordenamiento y están relacionados jerárquicamente. Desde el mismo momento en
que en el plano internacional un tratado se torna aplicable para un Estado monista, también
es exigible en el plano interno, pudiendo ser invocado por las personas y los tribunales
domésticos.
Por oposición, la doctrina “dualista”, al considerar que ambos derechos pertenecen a
sistemas normativos distintos, requiere la transformación del derecho internacional para
poder ser aplicado en el orden jurídico interno. Esa transformación o incorporación se
produce a través de un acto formal del Estado, que puede ser una ley dictada por el poder
legislativo, un decreto del poder ejecutivo o cualquier otro acto. Dicho acto interno se realiza
luego de que el Estado haya manifestado su consentimiento en obligarse por el tratado en
el plano internacional. Esto no debe confundirse con la ley aprobatoria que se sanciona
antes de que el poder ejecutivo ratifique o adhiera a un tratado, ya que el acto por el cual se
incorpora formalmente el tratado al ordenamiento interno en los sistemas dualistas tiene
lugar con posterioridad a la manifestación del consentimiento en sede internacional. Una
vez que se produce la incorporación, la norma internacional es considerada como una
norma interna, y puede procederse a su aplicación, cumplimiento o ejecución.
En el ámbito interno, la CN exige que los tratados con las naciones extranjeras sean
previamente aprobados por el Congreso de la Nación.
Art 75 CN: Corresponde al Congreso:
22. Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones
internacionales y los concordatos con la Santa Sede.
Por lo tanto, para el derecho argentino, la celebración de los tratados comprende las
siguientes etapas: negociación, adopción y autenticación del texto (PEN - Cancillería);
aprobación del texto (a través de una ley del PLN); y ratificación o adhesión (PEN -
Presidente).
Es imprescindible destacar que la aprobación que realiza el Congreso de la Nación en el
orden interno (por medio de una ley) es sólo un paso intermedio en el proceso de
conclusión de los tratados, previamente a la ratificación en el ámbito internacional y, por
ende, no implica su incorporación en el derecho interno. Cuando el PLN aprueba, solamente
brinda conformidad para que el PEN se obligue con posterioridad sobre la base de dicho
texto. La naturaleza de la ley aprobatoria es la de una habilitación constitucional a fin de que
el PEN se encuentre facultado para expresar el consentimiento del Estado en obligarse.
Luego, el PEN lo podría ratificar o no, ya que se encuentra dentro de sus facultades.
Una vez ratificado (o adherido) por acción del PEN, el tratado se incorpora automáticamente
a nuestro derecho, sin necesidad de ser receptado o transformado a través de una ley u
otro acto interno formal.
Antes de la reforma constitucional de 1994, los únicos artículos que establecían una
jerarquía normativa eran el 27 y el 31, los cuales no fueron alterados por la reforma.
Art 31 CN: Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el
Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las
autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella, no obstante cualquiera
disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones provinciales, salvo para la
provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del Pacto de 11 de noviembre de 1859.
Esta disposición les otorga a la Constitución, las leyes de la Nación y los tratados
internacionales rango de “ley suprema de la Nación”, sin establecer jerarquía alguna entre
ellos.
Paralelamente a lo estipulado en el artículo 31, el artículo 27 de la CN sujeta a los tratados
internacionales a la propia Constitución.
Art 27 CN: El Gobierno federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las
potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de
derecho público establecidos en esta Constitución.
Por su parte, el artículo 30 de la CN consagra su carácter pétreo.
Art 30 CN: La Constitución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. La
necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al
menos, de sus miembros; pero no se efectuará sino por una Convención convocada al efecto.
Podría, entonces, sostenerse que, hasta la entrada en vigor de la reforma de 1994, la CN
ocupaba la cúspide de la pirámide jurídica, en virtud de los artículos 31, 27 y 30. Por una
parte, los tratados debían respetar los principios de derecho público constitucionales y, por
la otra, al establecerse un procedimiento rígido para la reforma constitucional, en
consecuencia, la Constitución no podría ser modificada por un tratado o una ley (sino a
través de una convención constituyente).
Previo a la reforma de 1994, respecto de los tratados y las leyes, ante la falta de normas
constitucionales que brindaran un orden jerárquico, la CSJN durante varias décadas había
considerado a las leyes y a los tratados en igualdad de rango, y para resolver un conflicto
entre ambos podía recurrir a los principios generales del derecho (ley posterior deroga ley
anterior; ley especial deroga ley general).
En 1992 la CSJN revirtió su doctrina en el caso Ekmekdjian-Sofovich al sostener que la
derogación de un tratado internacional por una ley del Congreso violenta la distribución de
competencias impuesta por la misma CN, remitiéndose al artículo 27 de la Convención de
Viena. En resumen, la jurisprudencia de 1992 consideraba a los tratados celebrados de
acuerdo con la CN como superiores a las leyes y al resto del ordenamiento jurídico.
Por otro lado, el artículo 75 inc. 22 le otorga jerarquía constitucional a una serie de
instrumentos sobre derechos humanos en las condiciones de su vigencia, que en el caso de
los tratados no puede sino significar que gozan de dicha jerarquía tal como entraron en
vigor.
Art 75 CN: Corresponde al Congreso:
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de
Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
y su Protocolo Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio;
la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la
Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía
constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben
entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser
denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos terceras
partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara.
Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el
Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada
Cámara para gozar de la jerarquía constitucional.
La referencia a que dichos instrumentos “no derogan artículo alguno de la primera parte de
la Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos”, así como la vigencia de los artículos 27 y 30, lleva a interpretar que siguen
prevaleciendo los principios de derecho público constitucionales sobre todo tipo de tratados,
puesto que esa es la condición que deben cumplir incluso los tratados de derechos
humanos para gozar de la llamada jerarquía constitucional.
Los Dres. Petracchi, Moliné O'connor, Levene y Belluscio, hicieron lugar a la queja,
declararon admisible el recurso y confirmaron la sentencia apelada.
En síntesis, se implementa el derecho a réplica sin una ley que lo autorice. Se evitan
abusos de la libertad de expresión. Se reconoce prioridad al derecho internacional sobre el
derecho interno. Se establece que las garantías individuales existen y protegen a los
individuos.
Fundamentos:
El a quo sostuvo que “por virtud de los límites objetivos fijados en los Arts. 458 a 462 del
Código Procesal Penal no hay posibilidad de recurso de casación ni inconstitucionalidad… y
la causa ha fenecido en instancia única, por lo que su sentencia es final y contra ella cabe el
recurso extraordinario de apelación”
La Corte expresó que ante la reforma constitucional de 1994 que ha conferido jerarquía
constitucional a varios acuerdos internacionales (Art. 75, inc. 22, parr. 2), corresponde
determinar si dentro del ordenamiento procesal penal existen el órgano y los procedimientos
para dar adecuada satisfacción a la garantía constitucional en cuestión.
Puede sostenerse que en la hipótesis de autos, el recurso extraordinario no constituye un
remedio eficaz para la salvaguarda de la garantía de la doble instancia que debe observarse
dentro del marco del proceso penal como garantía mínima para toda persona inculpada de
un delito
La Cámara de Casación Penal ha sido creada, precisamente, para conocer, por vía de los
recursos de casación e inconstitucionalidad – y aun de revisión – de las sentencias que
dicten, sobre los puntos que hacen a su competencia, tanto los tribunales orales en lo
criminal como los juzgados en lo correccional.
“Que lo expuesto determina que la forma más adecuada para asegurar la garantía de la
doble instancia en materia penal prevista en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Art. 8, inc. 2, ap. h), es declarar la invalidez constitucional de la limitación
establecida en el Art. 459, inc. 2 del Código Procesal Penal de la Nación, en cuanto veda la
admisibilidad del recurso de casación contra las sentencias de los tribunales en lo criminal
en razón del monto de la pena”.
Por consiguiente, la tolerancia del Estado a circunstancias o condiciones que impidan a los
individuos acceder a los recursos internos adecuados para proteger sus derechos,
constituye una violación del Art. 1.1 de la Convención (opinión consultiva Nº 11/90 del
10/8/90 – “excepciones al agotamiento de los recursos internos” – párr. 34). Garantizar
comprende, asimismo, “el deber de los Estados parte de organizar todo el aparato
gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el
ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el
libre y pleno ejercicio de los derechos humanos” (id., parágrafo 23).”
Por todo esto se declara procedente la queja y el recurso extraordinario y se deja sin efecto
el pronunciamiento apelado.
Al respecto, la CSJN estableció que el art. 75 inc. 22, mediante el que se otorgó jerarquía
constitucional a los tratados cuyas disposiciones se han transcrito, establece, en su última
parte, que aquéllos “no deroguen artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y
deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos”. Ello
indica que los constituyentes han efectuado un juicio de comprobación, en virtud del cual
han cotejado los tratados y los artículos constitucionales y han verificado que no se produce
derogación alguna, juicio que no pueden los poderes constituidos desconocer y contradecir.
Que de ello se desprende que la armonía o concordancia entre los tratados y la
Constitución es un juicio constituyente. En efecto, así lo han juzgado al hacer la referencia a
los tratados que fueron dotados de jerarquía constitucional y, por consiguiente, no pueden
ni han podido derogar la Constitución pues esto sería un contrasentido insusceptible de ser
atribuido al constituyente, cuya imprevisión no cabe presumir.
Que, de tal modo, los tratados complementan las normas constitucionales sobre derechos y
garantías, y lo mismo cabe predicar respecto de las disposiciones contenidas en la parte
orgánica de la CN (entre ellas, art 75 inc 19) aunque el constituyente no haya hecho
expresa alusión a aquella, pues no cabe sostener que las normas contenidas en los
tratados se hallen por encima de la segunda parte de la CN. Por el contrario, debe
interpretarse que las cláusulas constitucionales y las de los tratados tienen la misma
jerarquía, son complementarias y, por lo tanto, no pueden desplazarse o destruirse
recíprocamente.
La primera vez que los tribunales argentinos fueron llamados a aplicar la Convención sobre
Imprescriptibilidad (con carácter retroactivo) fue en el caso “Arancibia Clavel”, con motivo
del procesamiento de un ex agente de inteligencia chileno por un hecho cometido en la
República Argentina en 1974, en el marco de la Operación Cóndor, por el cual resultó
asesinado el General Carlos Prats (ex Comandante en Jefe del Ejército de Chile) y su
esposa, al explotar su vehículo. Arancibia Clavel había sido uno de los miembros de la
Dirección de Inteligencia Nacional “DINA exterior”, dependiente del gobierno de facto
chileno, “cuya actividad consistía en la persecución de opositores políticos al régimen de
Pinochet exiliados en la Argentina”, lo que incluía secuestros, sometimiento a interrogatorios
bajo tormentos, etc. Esta actividad había sido llevada a cabo desde marzo de 1974 hasta
noviembre de 1978, cuando Arancibia Clavel fue detenido. Si bien en primera instancia
había sido condenado a la pena de reclusión perpetua por el delito de asociación ilícita
agravada, en concurso real con participación necesaria en homicidio agravado por el uso de
explosivos y con el concurso premeditado de dos o más personas, la Cámara Nacional de
Casación Penal consideró que calificaba como asociación ilícita simple y declaró extinguida
la acción penal por prescripción, sobreseyendo a Arancibia Clavel por ese hecho. La
Cámara entendió que, desde la fecha en que se dejó de cometer el delito (1978) hasta su
llamado a prestar declaración indagatoria (1989), habían transcurrido más de diez años, por
lo que operaba la prescripción. El Gobierno de Chile, actuando como querellante, interpuso
recurso extraordinario, invocando la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad. La
Cámara lo rechazó por entender que los hechos imputados a Arancibia Clavel no
encuadraban en crímenes de lesa humanidad.
La CSJN entendió que era competente pues lo concerniente a que “la prescripción de la
acción penal constituye una cuestión de orden público y la omisión de su consideración
puede comprometer la responsabilidad del Estado argentino frente al orden jurídico
interamericano”. Contrariamente a la posición de la Cámara, la Corte sí consideró al delito
como de lesa humanidad, por lo que resultaba aplicable la Convención sobre
Imprescriptibilidad, que había adquirido jerarquía constitucional. Si bien la Corte reconoció
que “el instituto de la prescripción de la acción penal, está estrechamente ligado al principio
de legalidad, por tanto no sería susceptible de aplicación una ley ex post facto que alterase
su operatividad, en perjuicio del imputado”, no obstante, consideró que “la excepción a esta
regla, está configurada para aquellos actos que constituyen crímenes de lesa humanidad,
ya que se tratan de supuestos que no han dejado de ser vivenciados por la sociedad entera
dada la magnitud y la significación que los atañe”.
La Corte destacó que “esta convención sólo afirma la imprescriptibilidad, lo que importa el
reconocimiento de una norma ya vigente (ius cogens) en función del derecho internacional
público de origen consuetudinario. De esta manera, no se fuerza la prohibición de
irretroactividad de la ley penal, sino que se reafirma un principio instalado por la costumbre
internacional, que ya tenía vigencia al tiempo de comisión de los hechos”.
En conclusión, se señaló que los hechos por los cuales se condenó a Arancibia Clavel, ya
eran imprescriptibles para el derecho internacional al momento de cometerse, con lo cual no
se da una aplicación retroactiva de la Convención, sino que esta ya era la regla por
costumbre internacional vigente desde la década del ‘60, a la cual adhería el Estado
argentino. Por lo tanto, las reglas sobre prescripción de la acción penal previstas en el
Código Penal argentino quedaron desplazadas por el derecho internacional consuetudinario
y por la Convención sobre imprescriptibilidad. En consecuencia, la Corte declaró procedente
el recurso extraordinario y dejó sin efecto la sentencia apelada.
Por su parte, el ministro Fayt, también en su voto en disidencia, agregó que la vigencia del
art. 27 de la CN impide “la aplicación de un tratado internacional que prevea la posibilidad
de aplicación retroactiva de la ley penal, en tanto el principio de legalidad que consagra el
nullum crimen nulla poena sine lege praevia es innegablemente un principio de derecho
público establecido en la CN (art. 18), quizá uno de sus más valiosos.
Así también, en este fallo la Corte Suprema Nacional se menciona que la Corte IDH,
dispuso en algunas ocasiones que esta medida de reparación es improcedente,
jurídicamente imposible, y en estos casos se debería aplicar el artículo 63.1 de la CADH
“Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos por esta
Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o
libertad conculcados”. Para concluir con la sentencia, la Corte Suprema dice que revocar la
sentencia implica privar al Tribunal de órgano supremo del Poder Judicial Argentino, y
sustituirlo por un tribunal internacional, lo que transgrede los artículos 27 (“El Gobierno
federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias
extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho
público establecidos en esta Constitución”.) y 108 (“El Poder Judicial de la Nación será
ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y por los demás tribunales inferiores que el
Congreso estableciere en el territorio de la Nación”.) de nuestra Constitución Nacional.
En tanto a la minoría, el juez Juan Carlos Maqueda, voto a favor de que se revoque la
sentencia, basado en los fallos de la Corte IDH son obligatorios para el Estado Argentino, ya
que este aceptó su competencia al ratificar la CADH en 1984, y esta convención es muy
clara al indicar en su artículo 68.1 que los Estados Parte se comprometen a cumplir la
decisión de la Corte IDH en todo caso que sean partes.