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FOLKLORE Y CONCIENCIA SOCIAL

Por: Eber H. Beltrán García,


MAESTRO.

Ahora que hemos pasado la tormenta del proceso electoral y por el cual se hizo permanente
alusión a la democracia es preciso considerar como hecho fundamental de ésta el derecho de
los peruanos como personas que somos a nuestra propia cultura; y, recordando que el 22 de
agosto se celebró el “Día del folklore” considerar que el Perú es un país pluricultural y
multilingüe (en él habitan hace milenios más de 43 grupos humanos que se comunican en un
idioma distinto al castellano). De esta manera, vamos a dedicar, en esta oportunidad, algunas
líneas para referirnos a este tópico de gran importancia y actualidad.
Para el antropólogo inglés Edward Burnett Tylor (Camberwell 1832 - 1917), la cultura es
materia de estudio metódico. En su obra “La ciencia de la cultura” el evolucionista afirma que la
cultura es “...aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el
derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el
hombre.”
En el territorio que hoy ocupan Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia y Perú se
sucedieron históricamente diversos grupos sociales que desarrollaron una serie de mitos,
leyendas, arte y costumbres (entre otros aspectos que comprende la cultura) que merecen un
espacio de atención especial pese al vertiginoso modo en que nos desenvolvemos en la
sociedad de hoy, tan asfixiada por los adelantos tecnológicos que nos distraen de aquello que
es realmente valedero y trascendental en la vida.
Así, quizá podremos comprender con mayor claridad por qué el mito -por ejemplo- “es
pensamiento vivo” (Toro, 1990); o, como lo señala Barthes (1985) es “un modo de
significación”. Los mitos en el Perú han merecido diversas clasificaciones, algunas referentes a
la generación de los dioses del paganismo (teogónicas), aludidas en las obras de Gomara,
Molina, Garcilaso y Cabello de Balboa; y, otras relacionadas con el origen del hombre
(antropogónicas). Existen, también clasificaciones simples agrupando los mitos en: costeños,
costeño-andinos, andinos y mitos de la selva. En el tomo I de su obra “Mitos y Leyendas del
Perú”, Toro Montalvo hizo la siguiente clasificación de los mitos: de los dioses, de la creación,
del diluvio, de origen, geográficos, de las huacas, de idolatrías, de la música, de magia y
hechicería, de costumbres, fantásticos, sobre los sacrificios, del agua, de los animales, mitos
modernos, entre otros. Asimismo, el historiador señala que “La leyenda es un relato de
creencias populares. La leyenda es también tradición literaria.”
Los mitos, leyendas y otras manifestaciones forman parte del saber de las personas que no
han adquirido cultura y refinamiento (clases no cultivadas), se expande dentro de las clases
cultivadas y son conocidas desde mediados del siglo IXX como parte del “Folklore”. “Folk”
significa “popular” y “lore” es “enseñar”.
Según Arguedas (1967): “La palabra folklore fue, pues, acuñada para nombrar el saber
tradicional del pueblo, las antigüedades populares; saber tradicional y literatura popular en las
que se manifiestan con la máxima intensidad las particularidades características de las
naciones”
El “folklore” es colectivo (la comunidad lo asume, vivencia y trasmite en conjunto); es tradicional
y se trasmite oralmente de generación en generación; es anónimo (no tiene autor conocido); es
plástico (va evolucionando en el tiempo con el aporte de quienes lo practican y difunden, pero
manteniendo su esencia); es funcional (ya sea en lo normativo, económico, histórico, social,
valorativo, formativo, espiritual, artístico); tiene vigencia (por su trascendencia se mantiene
hasta la actualidad) por lo que, a su vez, es ubicable y auténtico.
Luego de este amplio preámbulo corresponde preguntarnos y ¿por qué? y ¿para qué el
folklore? La investigadora Zoila María Peralta (2010) afirma que la carencia de una
metodología propia y perfectamente identificable en el entorno de las Ciencias Sociales
constituye un punto vulnerable en el desarrollo de los estudios del folklore. Por esta razón, la
escuela debe asegurar una permanente capacitación del profesorado para que éste, a su vez,
forme de manera pertinente a los estudiantes y el estudio del folklore no se desvirtúe con la
trasmisión de nociones y prácticas poco auténticas o de medio tono. Tal es el caso de la
proliferación de academias de marinera cuyos directores –en un gran porcentaje- desvirtúan un
arte tan vital de nuestro entorno; o, el caso de seudo asociaciones culturales dedicadas a la
investigación, cuyos responsables por falta de una formación apropiada y reconocimiento
valedero trasmiten de manera errónea información sobre el desarrollo de nuestro folklore.
El folklore es uno de aquellos rasgos que mejor nos identifica ante otras regiones del mundo y
constituye el mayor vínculo nacionalizante de los peruanos. Por esta razón no debe extinguirse
(como ya se ha intentado); y, por el contrario debe contribuir al conocimiento y comprensión del
derecho de cada pueblo a desarrollar su propia cultura, a desarrollar desde los primeros años
de vida nuestra identidad como peruanos, a partir del conocimiento de las expresiones
culturales de nuestra propia comunidad y región a la que pertenecemos, afirmando con ello
nuestra conciencia histórica y responsabilidad social. El estudio del folklore también debe servir
para fortalecer la apreciación y práctica de valores, actitudes y comportamientos de respeto a
la dignidad humana como la fraternidad y solidaridad que forman parte fundamental de la
cultura popular tradicional peruana y estimular la creatividad a través de las artes y otras
buenas prácticas.
Una de las fortalezas para la supervivencia del folklore son los medios de comunicación. Al
respecto, el Instituto Interamericano de derechos humanos afirma lo siguiente: “La escuela y la
familia cumplen una importante acción educativa, pero también los medios de difusión, es
decir, la radio, la televisión, los periódicos, ejercen una gran influencia en las creencias,
actitudes y conductas de grandes sectores de la población. Especialmente en las ciudades,
gran número de familias reciben en sus hogares programas de radio y televisión, con diversos
mensajes cotidianos para los padres y los hijos. Muchos de estos medios -existen honrosas
excepciones- han ido modificando en gran medida el modo de vida de muchas familias,
creándoles necesidades artificiales -tanto materiales como "culturales"- en aplicación de las
uniformizadoras leyes del mercado, desnaturalizando simultáneamente su relación con las
culturas nativas que perduran en el folclore.” Por este motivo, a través de este medio escrito
que en todo momento aporta con estas publicaciones al desarrollo de la cultura, hacemos de
conocimiento público la necesidad de interesarnos más y mejor en el conocimiento de lo
nuestro, de aquello que nos hace sentir orgullosos y satisfechos de sabernos peruanos.

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