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CAPÍTULO X

ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
Y DISCERNIMIENTO

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV., Le Maítre spirituel dans les grandes traditions d'Occident et


d'Orient (Paris 1967); AnciLLI, E. (ed.), Mistagogia e Direzione spirituale
(Roma 1985); BERNARD, CH. A., L 'aiuto spirituale personale (Roma 1981);
CABARRÚS, C., Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía
psico-histórico-espiritual (Bilbao 2001); GIorDANL, B., Encuentro de ayuda
espiritual. Adaptación del método de R. R. Carkhuff (Madrid 1992); GuiL-
LET, J., «Discernement des sprits dans lEcriture», en DSp, MI, 1222-1247;
MARROQUIN, P. M., La relación de ayuda en R. Carkhuff (Bilbao 1982);
MAaRrTÍNEZ, M., «Discernimiento», en DTVC, 518-540; MENDIZÁBAL, L. M.,
Dirección espiritual. Teoría y práctica (Madrid 1978); MERCATALI, A., «Pa-
dre espiritual», en NDE, 1046-1061; RAGuIN, Y. M*, Maestro y discípulo.
El acompañamiento espiritual (Madrid 1986); SasTRE, J., El acompaña-
miento espiritual (Madrid 1993); UrBIETA, J. R., Acompañamiento de los
jóvenes (Madrid 1996); VALDERRÁBANO, J. F., «Dirección espiritual», en
DTVC, 502-518.

Acabamos de estudiar el tema del proceso de la vida cristiana,


pero lo cerramos con unas conclusiones que evidencian la necesi-
dad de incorporar este capítulo sobre el acompañamiento espiritual
y el discernimiento. Las conclusiones, al hablarnos de la compleji-
dad del proceso y de la necesidad de ser atendido, de la insustitui-
ble apertura al Espíritu y de la capacitación de los que acompañan,
nos apuntan claramente al discernimiento y al acompañamiento es-
piritual.
Aceptamos con gusto la imposición de esta nueva reflexión. El
estudio de estos temas en capítulo aparte realza su valor y subraya su
importancia. Con todo, conviene que nos preguntemos por los obje-
tivos concretos de este capítulo, para centrar nuestra aportación y no
alimentar falsas expectativas.
1. Nuestro objetivo prioritario es el acompañamiento espiritual,
sabiendo que podíamos dar la primacía al discernimiento. Pero había
que optar. Al discernimiento le damos una gran importancia, porque
en sí mismo la tiene; pero nosotros vamos a estudiarlo en razón del
acompañamiento, ya que no hay acompañamiento sin la praxis de un
discernimiento. Nuestro punto de referencia es el acompañamiento
espiritual.
282 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento [. Entre el ayer y el hoy de la dirección espiritual 283

2. Clarificar lo que es el acompañamiento o dirección espiri- la dirección ?, para preguntarnos por su crisis posterior y ver nuestro
tual. A cualquier tipo de acompañamiento no se le puede llamar di- momento actual. En el ayer cercano no podemos ignorar el dato de la
rección espiritual. La dirección espiritual incluye un acompañamien- potenciación de la vida cristiana desde los Ejercicios espirituales y
to propio. Por esta razón se impone la pregunta por lo específico del con la dirección espiritual ?. Sabemos que, en fechas no muy lejanas,
acompañamiento en la dirección espiritual. un capítulo importante de la vida cristiana entre nosotros han sido
3. Dejar constancia del valor que tiene el acompañamiento o los Ejercicios, donde surgía una dirección posterior *. La pastoral
dirección espiritual para una vida cristiana conscientemente vivida y contaba con Ejercicios y con dirección espiritual.
con respuesta siempre nueva en contextos no fáciles para el Evange-
lio. Queremos apostar públicamente a favor del acompañamiento es-
piritual en la pastoral de hoy. 1. La crisis de la dirección espiritual
4. Salir al paso de los fuertes reparos que ha habido y todavía
hay en torno a la dirección espiritual, e introducirnos gradualmen-
te en este campo viéndonos como acompañados y como acom- Todos sabemos que la dirección espiritual sufrió en pocos años
pañantes. un duro cuestionamiento: de una dirección generalizada (aparecía
5. Llamar la atención de la necesidad que actualmente hay hasta en las esquelas de defunción) se pasó a un abandono total,
de la capacitación de quienes puedan acompañar a los cristianos con un rechazo común de los términos «Dirección espiritual» y «Pa-
en su proceso de vida cristiana. Se trata de una necesidad muy dre espiritual» con su contenido. ¿Cómo se explica este fenómeno?
urgente. Apuntamos estas posibles explicaciones:
a) La emancipación absoluta de la persona o el valerse por sí
mismo. Esta línea de pensamiento y de vida, que supuso un ataque
directo y frontal a la dirección espiritual, estuvo alimentada desde
I.. ENTRE EL AYER Y EL HOY DE LA DIRECCIÓN distintas instancias: desde una teología más secularizada, que puso el
ESPIRITUAL acento en el valor del hombre sin tener que recurrir a Dios; desde la
psicología freudiana; y desde la pedagogía no directiva. En este con-
Nos conviene tener una perspectiva histórica de la dirección es- texto, hasta los mismos nombres quedaron cuestionados: el del «Pa-
piritual por varias razones: en primer lugar, porque debemos saber dre espiritual», como el que bloquea la madurez de la persona; y el
responder a la pregunta de cuál es el lugar que tiene la dirección de «Director espiritual», como el que resta libertad al sujeto.
espiritual en la historia de la espiritualidad; en segundo lugar, por- b) La superación del individualismo y la valoración del grupo.
que queremos iluminar con objetividad la crisis que ha sufrido úl- No fue fácil la dirección espiritual cuando se potenciaron los grupos
timamente; y, también, porque queremos garantizar el apoyo que hasta considerarlos como el absoluto de la formación y de la vida es-
hoy damos a la dirección espiritual, no como una vuelta a formas pa- piritual. Los mismos grupos fueron muy celosos de otras mediacio-
sadas, sino como respuesta a una necesidad que siempre ha estado nes; no aceptaban otra mediación distinta de la del grupo.
presente !. c) La antropología cristiana, que subyace a la dirección espiri-
No entramos en la historia en general de la dirección espiritual, tual. En toda dirección espiritual subyace una antropología concre-
sino que partimos del ayer cercano en el que se valoró y se practicó ta; y cuando se rechaza a un director, a veces lo que se rechaza es la
antropología que presenta y que representa. No es de extrañar que
1 Cf. AA.VV., Le Maítre spirituel dans les grandes traditions d'Occident et ante un nuevo planteamiento de la vida cristiana se cuestione a la di-
d'Orient, 0.c.; AnciLL1, E., «Direzione spirituale», en DIP, II, 530-548; Ip. (ed.), rección que no se percata del cambio y que no lo asume.
Mistagogia..., 0.c.; DANIÉLOU, J., «La direction spirituelle dans la tradition ancienne
de l'Église», en Christus 7 (1960) 6-21; Ip., «Direction spirituelle», en DSp, 111 (Pa-
ris 1957) 1002-1022; HausHerr, l., La direction spirituelle en Orient autrefois ? Para esta época, cf. GAITÁN, J. D., «Boletín sobre acompañamiento y ayuda espi-
(Roma 1955); MENDIZÁBAL, L. M., 0.c.; MERTON, T., «The spiritual Father in the De- ritual», en Comunidades 11 (1983) 37-47; Jiménez Duque, B., La dirección espiritual
sert Tradition», en Monastic Studies 5 (1968) 87-111; Nove, L, «Note pour une his- (Barcelona 1962)115-123.
toire de la direction spirituelle», en Vie Spirituelle. Supplément 34 (1955) 252-276; 3 C£AA.VV., Los Ejercicios Espirituales, un modo prioritario de evangelización
WALOREK, M., La figura del director espiritual en las reglas de los fundadores del en nuestros días (Bilbao 1986).
Monaquismo oriental (Salamanca 1972). % Cf. «Actividades de las Casas de Ejercicios», en Surge 8 (1948) 98.
284 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento L. Entre el ayer y el hoy de la dirección espiritual 285

d) La relación entre dirección espiritual e institución. Para y la preocupación por ésta se hace presente en el «Plan de Formación
muchos, la dirección espiritual evocaba a la institución; y, conse- Sacerdotal para Seminarios Mayores» (n.1257) *.
cuentemente, cualquier distanciamiento de la institución repercutió Pero el dato más significativo lo ponemos en que la dirección o
en la dirección espiritual. el acompañamiento surge ahora desde abajo. Es tal la necesidad que
e) La confusión sobre la identidad y sobre la espiritualidad. se experimenta, que, para responder a la demanda, surgen por todos
Cuando hay crisis de identidad, lo primero que se abandona es la di- los lados cursillos y publicaciones sobre el acompañamiento, sobre
rección espiritual. Es impensable una dirección si las metas no están todo de jóvenes. Las ofertas están multiplicándose.
clarificadas. Una identidad confusa y una espiritualidad también Ante este hecho, surgen unas preguntas: ¿Cómo se explica esta
confusa no admiten una dirección espiritual. reacción a favor del acompañamiento? ¿Por qué hay tanto interés por
f) La experiencia de una dirección insuficiente. En el mo- el acompañamiento en posiciones nada conservadoras? ¿Existen ba-
mento de crisis y de cambios profundos, la dirección espiritual ha ses para un nuevo planteamiento de la dirección espiritual?
podido ser anacrónica por su contenido y por los medios. Una direc- Creemos que esas bases nuevas ya se dan:
ción anacrónica, además de ser un contrasentido, es nociva. a) La base de la teología. Pasó la secularización en su forma
g) La falta de confianza. La confianza es un presupuesto in- aguda; y la teología actual presenta al hombre desde la Revelación
dispensable para la dirección espiritual. Las secularizaciones abrie- los caminos de su plenificación abriéndole a los nuevos valores del
ron heridas de desconfianza, no fáciles de superar. Espíritu. Aquí encaja perfectamente la dirección espiritual: donde
h) La supervaloración de la acción y del comportamiento. En está presente el Espíritu, habrá discernimiento espiritual y puede ha-
el caso de que la vida cristiana se reduzca a la acción y a los compor- ber acompañamiento.
tamientos, y no se preste mucha atención a la «Vida en Cristo» por el b) La base de la psicología. Resulta un hecho claro que ac-
Espíritu, habrá más necesidad de reuniones, y la dirección espiritual tualmente está muy al descubierto la necesidad que el hombre de hoy
quedará muy pospuesta. tiene del sentido de la vida, siendo especialmente sensible al sentido
i) La falta de maestros que acompañan. Esta falta de acom- de su propia existencia. Es precisamente en este campo donde la di-
pañantes es problema de siempre; pero en el momento actual hay rección espiritual encuentra una clara justificación.
que prestarle atención de forma eficaz. , c) La llamada a una formación personalizada. La exigencia
j) El ambiente «light». Nos referimos al ambiente que tiende de una formación personalizada responde a la sensibilidad que ac-
a lo fácil; que no invita a la exigencia; que no orienta a lo profundo: tualmente existe por lo personal. Esta necesidad se acentúa cuando
este ambiente se resistió y se resistirá a la dirección espiritual. el ambiente masifica y cuando el pluralismo ideológico dificulta asu-
Está a la vista de todos que es mucho lo que ha pasado entre el mir y llevar a cabo las opciones personales, como ocurre en nuestro
ayer y el hoy de la dirección espiritual; y tenemos que reconocer que momento. En este contexto encaja perfectamente el acompañamien-
la crisis no ha pasado del todo. ¿Cuál es su situación actual? to espiritual.
d). La base de la antropología cristiana. Se busca la unidad
en la estructuración de la persona cristiana. Pero esta estructuración
2. Momento actual de la dirección espiritual debe hacerse desde su «ser y vivir en Cristo». Pero, como bien sabe-
mos, estructurar toda la persona cristiana desde esta realidad exige
Podemos asegurar que actualmente somos testigos de un mo- radicalidad y discernimiento. En este caso, el acompañamiento se
mento muy esperanzador de la dirección espiritual; estamos viendo impone.
un cambio de posturas a su favor. e) Los nuevos planteamientos de la espiritualidad. La espiri-
Es verdad que en el momento de la crisis no faltó la voz del ma- tualidad cuenta actualmente con nuevas reflexiones y con nuevos
gisterio que recordara la dirección espiritual como lo hiciera Pa- tratados, incidiendo siempre en la vida del cristiano. Esta clarifica-
blo VI en la exhortación apostólica EN 46; tampoco faltaron publi- ción de la espiritualidad posibilita la dirección espiritual.
caciones que mantuvieron vivo el fuego de la dirección espiritual 3;
$ Cf. GAMARRA, S., «El Director espiritual en el Seminario», en ComIsióN EPIsco-
PAL DE SEMINARIOS Y UNIVERSIDADES, Guiados por el Espíritu (Madrid 2001) 7-57;
5 Además de la bibliografía citada, señalamos los números monográficos de Pres- Crespo HIDALGO, A., «El acompañamiento espiritual», en ComIsióN EPISCOPAL DEL
dyteri 18 (1984) 641-721 y de Sal Terrae 73 (1985) 339-345. CLERO, Espiritualidad sacerdotal. Congreso (Madrid 1989) 521-549.
86 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento IL. El discernimiento espiritual en el acompañamiento 287

f) La Nueva Evangelización. El nuevo planteamiento de la 1. Sentido del discernimiento espiritual


evangelización, con sus características propias de experiencia reli-
giosa, de vida nueva y de compromiso en un ambiente de increencia, Se impone que nos acerquemos al sentido real del discernimiento
pone al descubierto la necesidad que el cristiano tiene de una rela- y nos preguntemos qué entendemos por discernimiento y por discer-
ción personal con quien poder compartir, confrontar y discernir su nimiento espiritual ?.
propia situación. Creemos que el acompañamiento viene exigido con a) Es un término muy usado y con un significado muy compar-
fuerza especial desde la Nueva Evangelización. Creemos que en el tido. En griego tenemos el término krinein, que significa: separar, se-
futuro de la vida cristiana habrá que poner mucha atención al acom- leccionar; después de un serio examen: elegir, decidir. En latín el tér-
pañamiento espiritual. mino es cernere, que significa: separar, cribar, percibir las cosas con
g) El re-descubrimiento del acompañamiento como elemento claridad, reconocer. Y en castellano, «discernir», que significa: inter-
importante en la pastoral de hoy. Nos interesa subrayar cómo en la pretar adecuadamente, examinar a fondo, definir las cosas en sus lí-
pastoral actual es muy común incluir el acompañamiento ?. mites. Podemos afirmar que el discernimiento comporta el análisis
Concluimos afirmando que, a nuestro juicio, existen en la actua- crítico de la realidad en orden a una justa valoración de la misma y
lidad bases nuevas para la dirección espiritual. Y se deriva, conse- en orden al consiguiente compromiso que deba darse !%.
cuentemente, que el acompañamiento de hoy está muy lejos de ser b) El discernimiento está muy presente en la Escritura !!.
una involución; responde a una necesidad actual. Con el acompaña- Lo vemos ya en la primera página de la Biblia: Adán falla en el
miento no se trata de recuperar un pasado, sino de responder a las discernimiento ante el árbol del bien y del mal (Gén 2,17; 3,1ss). En
necesidades que hoy se plantean. Queda confirmada la lección que el Antiguo Testamento, la Alianza es el criterio decisivo para discer-
nos da la historia de la espiritualidad: la dirección espiritual, aunque nir la fidelidad o infidelidad del pueblo de Israel (Dt 11,18-32).
las formas cambien, estará siempre presente en razón de la misma Tiene mucha importancia en san Pablo *?. Habla explícitamente
vida cristiana y de su dinamismo. del «discernimiento de espíritus» (1 Cor 12,10), como de un carisma
entre otros carismas; y le es un tema familiar, como lo vemos en es-
tos textos:
Il. EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL EN EL
ACOMPAÑAMIENTO «Que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento
perfecto y todo discernimiento» (Flp 1,9); «Que lleguéis al pleno co-
Damos un paso más. Si queremos poner una base sólida al acom- nocimiento de su voluntad con toda inteligencia espiritual, para que
viváis de una manera digna del Señor» (Col 1,9-10); «Vivid como hi-
pañamiento debemos contar con el discernimiento espiritual. No te- jos de la luz [...] Examinad qué es lo que agrada al Señor» (Ef
nemos acompañamiento real sin el discernimiento. Es verdad que la 5,8-10); «No os acomodéis al mundo presente, antes bien transfor-
dirección espiritual se caracteriza por la ayuda; pero esta ayuda, que maos mediante la renovación de la mente, de forma que podáis
no se reduce al discernimiento y es más que el discernimiento, nece- distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo per-
sariamente debe contar con él. De ahí el valor que le damos al dis- fecto» (Rom 12,1-2); «No extingáis el Espíritu; no despreciéis la pro-
cernimiento en la tarea del acompañamiento. De entrada, queremos
dejar constancia de que el valor del discernimiento no parte de su re- 2 Entre los muchos libros y artículos que hay sobre la materia, citamos: BARRUF-
lación con el acompañamiento, sino que está inscrito en la misma es- FO, A., «Discernimiento», en NDE, 368-376; García, J. A., «Para un discernimiento
tructura de la vida cristiana, es intrínseco a su dinamismo. Nosotros, y verificación del Espíritu de Jesús», en Sal Terrae 71 (1983) 186-200; GONZÁLEZ
VaLtés, C., Saber escoger. El arte del discernimiento (Santander 1986); MARTÍNEZ,
ahora, lo contemplamos dentro del acompañamiento espiritual $. M., a.c.; LiBAMIO, J. B., Discernimiento espiritual. Reflexiones teológico-espiritua-
les (Buenos Aires 1987); LÓPEZ AIZPITARTE, A., «Discernimiento», en DETM, 1304-
7 Cf. Ruiz SALVADOR, F., Caminos del Espíritu (Madrid 1998) 639-677. 1309; RuLLa, L. M., «Discernimiento de espíritus y antropología cristiana», en Man-
$ Cf. Martin, H., «Discernement des sprits et direction spirituelle», en DSp, ML, resa 51 (1979) 41-64; Vives, J., «Vida cristiana y discernimiento», en Sal Terrae 74
1282-1286; CABARRÚS, C., «Acompañamiento para el discernimiento: principios psi- (1986) 59-70.
cológicos y experiencias del Espíritu», en Psicología y Ejercicios Ignacianos, 1 (Bil- 10 Cf. MarTÍNEZ, M., «Discernimiento», en DTVC, 519.
bao-Santander 1991) 223ss. 11 Cf. GUILLET, J., «Discernement...», a.C.
1 Cf. THERRIEN, G., Le discernement dans les écrits pauliniens (Paris 1973); Gou-
VERNAIRE, J., La práctica del discernimiento bajo la guía de San Pablo (Santander
1984).
288 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento II. El discernimiento espiritual en el acompañamiento 289

fecía; examinadlo todo y quedaos con lo bueno» (1 Tes 5,19); «Adul- vivir la relación entre la identidad cristiana, la realización socio-his-
tos: aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en tórica y el momento bio-psíquico no es posible sin un discernimiento
el discernimiento del bien y del mal» (Heb 5,14). permanente y bien llevado.
La primera carta de san Juan es un valiosísimo testamento de dis- Vemos, además, al cristiano en su crecimiento. Debemos situar al
cernimiento, tanto por su intención como por su contenido '3. Utiliza cristiano en un proceso de gran riqueza y abierto a la vida cristiana
muy frecuentemente «en esto conocemos» como criterio de discerni- en plenitud. La respuesta que se da en cada momento nunca es defi-
miento. A las pretensiones gnósticas del momento, san Juan respon- nitiva. Este proceso integral del cristiano es impensable sin la praxis
de con criterios fundamentales. En esto conocemos: si reconocemos del discernimiento.
nuestros pecados (1 Jn 1,9); si guardamos su palabra (1 Jn 2,5); si c) La razón está en la presencia del Espíritu. Esta presencia
guardamos sus mandamientos (1 Jn 2,3); si vivimos como vivió él (1 del Espíritu es la que nos plantea el discernimiento espiritual. Le
Jn 2,6); si amamos a los hermanos (1 Jn 2,10); si no negamos que Je- prestamos atención.
sús es el Cristo (1 Jn 2,22-23); si nos amamos unos a otros (1 Jn 4,7). — Contamos con que la presencia del Espíritu es activa y ope-
Desde la Escritura podemos afirmar que el discernimiento com- rante sobre toda la creación; donde está el Espíritu hay vida. Así nos
porta un análisis crítico de la existencia cristiana en orden a una justa lo presenta la Escritura: «Entonces Yahvé Dios formó al hombre con
valoración de la misma desde la presencia trinitaria en ella, y en or- polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el
den al consiguiente compromiso de vida. hombre un ser viviente» (Gén 2,7); «Envías tu aliento y los creas, y
El nuevo Ordo Poenitentiae nos da esta definición: «Discerni- repueblas la faz de la tierra» (Sal 104,30); «Infundiré mi Espíritu
miento espiritual es un conocimiento íntimo de la acción de Dios en y viviréis» (Ez 37,14). Y, a su vez, si falta el Espíritu, falta la vida:
el corazón de los hombres» (14). «SI él retirara a él su espíritu, si hacia sí recogiera su soplo, a una ex-
piraría toda carne, el hombre al polvo volvería» (Job 34,14-15; cf.
Sal 104,29); «No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo
2. Razón del discernimiento espiritual espíritu» (Sal 50,13).
Desde esta presencia activa del Espíritu sobre toda criatura se
Ante tanta insistencia, es normal que nos preguntemos el porqué comprende que haya que contar con el Espíritu para entender todo lo
del discernimiento y del discernimiento espiritual. ¿Por qué se nece- que nos rodea: si retiras el Espíritu, todo vuelve al polvo, a caricatura
sita el discernimiento en la vida cristiana? de lo que es. Si retiro el Espíritu de la Iglesia, de los sacramentos, del
a) La primera razón es el mismo ser humano. Nadie nace cristiano, del sacerdote, de las relaciones interpersonales, del ancia-
acabado y todos necesitan hacerse, y, por lo tanto, deberán dirigir no, del moribundo, me quedo en la caricatura de lo que es, no entien-
todo el potencial vital hacia una meta concreta diciendo muchos síes do su realidad más profunda. Si no parto del Espíritu como constitu-
y muchos noes. El discernimiento deberá estar siempre presente. tivo de lo que contemplo, no podré entrar en un discernimiento real.
b) La razón está en el mismo ser cristiano. Nada más tener Se nos impone el discernimiento espiritual.
delante al cristiano en su ser total, salta a la vista que el discerni- — Sabemos que la vida cristiana es en el Espíritu: el cristiano
miento es del todo necesario. Contemplamos al cristiano desde una nace a la vida divina por el Espíritu (Jn 3,5), en él «habita el Espíri-
doble perspectiva: tu de Dios» (Rom 8,9), tiene al «Espíritu que se une a nuestro espí-
En primer lugar, en su existencia concreta. Todos sabemos que lo ritu» (Rom 8,16); pero, además, los cristianos son guiados por el
radical del cristiano es ser en Cristo, con todo lo que le supone de re- Espíritu: «En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de
lación con la Trinidad, con el hombre y con el mundo. Pero este ser Dios son hijos de Dios» (Rom 8,14); «Si sois conducidos por el
en Cristo debe realizarse en un contexto socio-histórico concreto y Espíritu, no estáis bajo la ley» (Gál 5,18). Resulta evidente que se
en un sujeto concreto. No se tiene la identidad cristiana completa si necesita una intensa atención al Espíritu para tener un discerni-
no es en una persona concreta y en un momento concreto. Plantear y miento cristiano.
— Añadimos un dato más: la presencia y la actuación del Espí-
13 Cf. LAPLACE, J., Discernement pour temps de crise (1'építre de Jean) (Paris ritu suponen en el cristiano una tensión interior. La tensión se da
1978); MoLLar, D., Saint Jean. Le discernement spirituel (Paris 1976); SCHNACKEN- como resultado de dos polos de fuerza contrarios; y el cristiano,
BURG, R., Cartas de San Juan (Barcelona 1980). que es testigo de que el hombre viejo le acompaña (Col 3,9) y que
290 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento II. El discernimiento espiritual en el acompañamiento 291
es consciente de que está ungido por el Espíritu (2 Cor 1,21-22), puede decir “¡Jesús es el Señor!” sino en el Espíritu Santo» (1 Cor
sabe muy bien la tensión que le supone la vida en el Espíritu, como 12,3). Está claro que quien se refiera a Jesús, como el Señor, recono-
la describe san Pablo en Rom 8,1ss. Si la presencia del Espíritu y la ciéndole la divinidad y expresando su adhesión personal, está bajo la
tensión interior se corresponden, se entiende fácilmente que a más acción del Espíritu.
presencia del Espíritu se experimente más la tensión interior. Y, c) La unidad de comunión. Quien busca de verdad la unidad
consecuentemente, ante la experiencia de la propia tensión se im- de comunión, actúa desde el Espíritu. La unidad es palabra de Jesús
pondrá la necesidad del discernimiento y del discernimiento espiri- y realidad querida por él (Jn 17,21-22), y es obra del Espíritu: «uni-
tual. Resulta claro que donde no se viva con tensión, no se verá la dad del Espíritu» (Ef 4,3). Siguiendo a san Pablo, vemos que la pre-
razón del discernimiento. sencia del Espíritu lleva a la pluralidad (1 Cor 12,4. 12), y que la plu-
d) La razón práctica del discernimiento viene dada desde los ralidad vivida en el Espíritu exige la unidad, porque el origen de los
mismos ámbitos donde se practica. Sin entrar en su estudio, por- carismas es el mismo Espíritu (1 Cor 12,7-11) y la finalidad es co-
que coinciden con el campo de la dirección espiritual y lo veremos mún a todos, la edificación de la Iglesia (Ef 4,12; 1 Cor 12,7).
más adelante, enumeramos los momentos en los que se hace necesa-
rio y se practica el discernimiento: en la opción vocacional (discerni- d) La filiación, como vivencia siempre nueva e integradora.
miento vocacional); en la estructuración de la persona cristiana; en Conocemos ya cómo la filiación es el dato que transforma más radi-
los momentos de crisis; en las nuevas llamadas; en el estilo de vida calmente al cristiano, y cómo en ella está presente el Espíritu (Gál
cristiana que incluya el carácter comunitario (discernimiento comu- 4,6; Rom 8,15). Esta nueva posición de hijo ante Dios Padre, de her-
nitario); en la respuesta a las nuevas etapas de la vida; en el momen- mano con todos los hombres y de persona libre en relación con el
to de afrontar situaciones adversas; etc. Esta es la razón del discerni- mundo entraña necesariamente un nuevo planteamiento de vida con
miento: se necesita. su correspondiente comportamiento; y esta nueva vida será posible
en el Espíritu (Rom 8,14).
e) La fraternidad sentida y comprometedora. También sabe-
3. Garantías del discernimiento espiritual mos que la fraternidad parte de la filiación, que se acoge en gratui-
dad y compromete radicalmente. No cabe duda de que en nuestra
vida lo que lleva el sello de fraternidad es del Espíritu (Ef 4,1-4).
Todos conocemos la regla básica de que el Espíritu es punto de
referencia esencial en el discernimiento. Pero ¿cómo sabemos que 1) La pertenencia eclesial. Pensamos que quien en el momen-
discernimos según el Espíritu? Siempre se han dado reglas de discer- to actual cree en la Iglesia y la ama, y es definido en ella y por ella,
nimiento **, y ofrecemos las que consideramos más fundamentales vive bajo el Espíritu. Esta posición ha necesitado pasar de una visión
para nuestro momento actual. meramente sociológica de la Iglesia a valorarla y vivenciarla como
a) Los frutos han sido siempre y también son hoy un criterio Misterio, Comunión y Misión en relación con la Trinidad. La perte-
definitivo. Los frutos del Espíritu son: «amor, alegría, paz, pacien- nencia «amorosamente consciente a la Iglesia y comprometida con
cia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» ella me habla de presencia del Espíritu.
(Gál 5,22); «pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y g) La fuerza en medio de la Pobreza-pobre, en la debilidad.
verdad» (Ef 5,8-9). Por los frutos los conoceréis (Mt 7,16). Esta frase: «Pero él me dijo: “Mi gracia te basta, que mi fuerza se
b) La confesión de «Jesús es el Señor». No podemos olvidar muestra perfecta en la flaqueza”» (2 Cor 12,9), no tiene vuelta en
san
esta frase de san Pablo: «Por eso os hago saber que nadie, hablando Pablo; la vive y la proclama repetidas veces en su verdad radical:
en el Espíritu de Dios, puede decir: “¡Anatema es Jesús!”; y nadie «Pero llevamos este tesoro en vasos de barro para que aparezca que
una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros» (2 Cor
14 Cf. BarDY, G., «Discernement des esprits chez les Peres», en DSp, III, 1248- 4,7); «Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en
1254; sobre el discernimiento en los Ejercicios de San Ignacio de Loyola: GONZÁLEZ, mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo [...] pues
L.-IPARRAGUIRRE, l., «Reglas de discreción de espíritus», en Ejercicios Espirituales cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte» (Q2 Cor 12,9-10).
(Madrid 1965) 725-775; LapPLACE, J., La experiencia del discernimiento en los Ejerci-
cios espirituales de San Ignacio (Madrid 1978); CLEMENCE, J., El discernimiento de es- Pero nosotros sí que podemos dar vuelta a todo, hasta dar poder a la
píritus en los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola (Madrid 1979); Mo- pobreza. La debilidad real, la pobreza-pobre, es la que no tiene vuel-
LLAT, D., «El discernimiento en los Ejercicios», en Surge 53 (1995) 553-564. ta; y cuando hay fuerza en ella, es del Espíritu.
292 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento III. Naturaleza de la dirección espiritual 293
h)_ Una vida de éxodo permanente. Está guiado por el Espíri- ción y de ayuda. La dirección espiritual, en cambio, está centrándose
tu de Cristo quien plantea y vive su vida en relación con Cristo sa- más en un tipo de acompañamiento más específico.
liendo de sí, en conversión permanente. Lo vemos en esta afirmación
Resulta cada vez más claro que a cualquier tipo de ayuda y de
de san Pablo: «Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los acompañamiento no se le puede llamar dirección espiritual. Es evi-
que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Cor dente la gran diferencia que hay entre el consejero psicológico y la
5,15), que inspira esta parte de la Plegaria Eucarística IV: «Y porque dirección espiritual; entre la ayuda para el desarrollo armónico psi-
no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros cológico de la persona y la dirección espiritual; entre el diálogo espi-
murió y resucitó, envió, Padre, desde tu seno al Espíritu Santo, como
ritual con un amigo y el diálogo de la dirección espiritual. La direc-
primicia de los creyentes». No hay salida de sí sin el Espíritu. ción espiritual tiene su propia razón de ser.
Frente a estos criterios claros de discernimiento espiritual están
los comportamientos que me crean sospecha. Me resulta sospechoso
el comportamiento que lleva en sí agresividad y descalificación; el
que incluye poder-dominio; el que busca la imagen; el que contiene 2. La especificidad de la dirección espiritual
cerrazón y conduce al gueto; el que prima las justificaciones y las ra-
zones; el que conlleva comodidad y narcisismo. Todo esto no es Estamos en el punto clave de la comprensión de la dirección es-
compaginable con el Espíritu. piritual. Nos percatamos de su complejidad. Hay autores para quie-
Concluimos este apartado reconociendo el valor del discerni- nes la dirección espiritual escapa de la definición !%; pero también
miento en sí mismo y la necesidad de su integración en la dirección existen definiciones de la dirección espiritual que son muy distintas,
espiritual. según sean los momentos y las situaciones para los que escribe el au-
tor. Seguimos esta opción: Tenemos delante varias definiciones *',
formulamos desde ellas esta síntesis como primer acercamiento a la
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL dirección espiritual: «Es una ayuda personal por medio de un diálo-
go espiritual, para que el cristiano pueda vivir más plenamente según
1. ¿Le ponemos nombre? el Espíritu de Cristo», y subrayamos de ellas los elementos más co-
munes, y que resultan básicos de la dirección espiritual.
Cuando hablamos, usamos indistintamente los términos de
acompañamiento espiritual y de dirección espiritual. ¿Podemos se-
guir haciéndolo? Cuando se abandonó la dirección espiritual se utili- a) Lo «espiritual» en la dirección espiritual
zaron también otros nombres como «guía», «consejero», «anima-
dor». Aunque es verdad que no queremos hacer problema del nom- Es común a todos los autores poner como objetivo o como finali-
bre, porque no lo es todo, sin embargo el nombre tiene su porqué: dad de la dirección espiritual la vida cristiana en su dinamismo, la
entran en juego sensibilidades, contenidos y métodos. Se ve fácil- vocación cristiana en su proceso, la llamada a la plenitud de vida en
mente que el término «director espiritual» puede decir demasiado Cristo. Está claro que, como consecuencia, no se entiende la direc-
—se le acusa de dirigismo, de fomentar dependencias, de ejercer una ción como una mera ayuda para el propio conocimiento y para una
imposición—, pero también salta a la vista que «el acompañamien- realización armónica de la persona desde unos criterios meramente
to» puede ser poco —¿se trata sólo de un mero acompañar? humanos. La dirección se sitúa ante una vida con espíritu en el Espí-
Es un hecho claro que en los textos oficiales recientes de la Igle- ritu; y así se comprende que se fundamente y se mueva en un contex-
sia sólo aparece el término «director espiritual»: CIC 239,2; PDV to teológico y se rija con principios teológicos.
66; PFSM 257-258. Lo mismo ocurre en los diccionarios más re-
cientes: en ellos se estudia el término de «Dirección espiritual»; y en !5 Cf. RaGuM, Y. M.*, l.c., 11; SUDBRACK, J., Direzione spirituale (Roma 1985) 7.
alguno (NDE), «Padre espiritual». Se comprende que actualmente se 16 Cf. BERNARD, Ch. A., Le., 21; LAPLACE, J., El diálogo espiritual..., 0.c., 18; MEN-
mantenga, a pesar de los recientes vaivenes, el término de dirección DIZÁBAL, L. M., 1.c., 34; MERTON, T., Meditación y contemplación (orig. Spiritual Di-
espiritual, porque al acompañamiento se le está dando hoy un conte- rection and Meditation) (Madrid 1996) 13; Pasquero, V., «Dirección espiritual», en
DE, 618; Ruiz SALVADOR, F., l.c., 664; STrus, J., «Natura della direzione spirituale»,
nido cada vez más extenso, en el que entran distintos tipos de rela- en ANCILLI, E. (ed.), Mistagogia..., 250.
294 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento III. Naturaleza de la dirección espiritual 295

Pero recordemos también que es común entre los autores la opi- Planteamos, además, que el medio de esta relación de ayuda es el
nión de que la dirección espiritual, precisamente porque su atención diálogo espiritual. Las ayudas personales pueden hacerse de formas
primordial es la vida espiritual, debe tener presente a toda la persona. diversas, pero el medio característico de la dirección es el diálogo
Puede servirnos esta afirmación de Merton: espiritual. Nos centramos, pues, en este punto.
«Al director espiritual le atañe toda la persona, pues la vida espi- 1) El diálogo y sus exigencias. No olvidemos que en las defini-
ritual no es sólo la vida de la mente, o de los afectos, o de lo más ele- ciones de la dirección espiritual está el diálogo espiritual. La direc-
vado del alma: es la vida de toda la persona» ””. ción espiritual descansa en la comunicación. El conocimiento que se
tiene de la persona en la dirección espiritual cuenta con el diálogo;
La fuerza de todo este planteamiento descansa en el presupuesto podrá servirse de los estudios psicológicos, pero no descansa en
antropológico de que la espiritualidad es constitutiva del hombre y ellos. Tengamos muy presente que la relación propia de la dirección
del cristiano, como vimos al comienzo del tratado '. Recordamos el espiritual no es la de estudiado, sino la de comprendido.
tema, porque, cuando llegamos a las consecuencias, puede aflorar
una cierta minusvaloración de lo que es espiritual. La toma de con- La importancia del diálogo impone a quien acompaña una serie
ciencia de lo espiritual en la persona deja el campo abierto y libre de exigencias, que enumeramos:
tanto para vivir la dirección espiritual como para ejercerla. Es un — Capacidad de acogida. Se hace muy difícil, por no decir im-
gran servicio al hombre acompañarle en su realidad espiritual. posible, el diálogo de dirección cuando no existe la acogida. Esta
acogida incluye: interés por el encuentro; un tono afectivo habitual;
sinceridad en la acogida; capacidad de entrar en el mundo interior
del otro.
b) La dirección espiritual como ayuda personal
por medio de un diálogo espiritual — Capacidad de situar al otro en lo que es. Esto exige como pri-
mer dato comprender bien la comunicación que el acompañado está
dando e interpretársela de tal forma que se vea comprendido.
Para todos es conocido que la dirección espiritual incluye
el componente psicológico como elemento de gran importancia !”. — Capacidad de sorpresa. Si se cree en las personas, hay que es-
Aunque en este momento no entramos en su estudio, sin embargo perar sorpresas y no se puede actuar con esquemas prefijados. Hace
queremos subrayar que el director espiritual debe adoptar una posi- falta fe en el dinamismo del crecimiento.
ción muy definida sobre la relación existente entre la espiritualidad y — Necesidad de firmeza. Es obvio que el diálogo espiritual, ade-
la psicología. La ambigiedad y el desconocimiento del director en más de ser sincero y cordial, deba tener firmeza. A la dirección espi-
este terreno pueden dificultar su labor de acompañamiento. ritual se le pide una seguridad. Esta firmeza que se pide al director
Subrayamos el carácter de ayuda, que es propio de la dirección espiritual se refiere: a sus criterios, que deben ser claros y bien fun-
espiritual. Está muy lejos de suplantar a la persona creando depen- damentados; a su actuación en el descubrimiento de los autoengaños
dencias que le resten libertad. La dirección espiritual ayuda a la per- y de las evasiones del acompañado; y a la forma de plantear y de lle-
sona en su libertad. var los encuentros.
Planteamos la dirección espiritual como ayuda personal en doble El diálogo también tiene sus exigencias en quien busca la direc-
sentido: porque se ofrece a la persona concreta, y porque la ayuda se ción espiritual:
realiza de persona a persona. No es la ayuda que se da al grupo, ni — Una comunicación trabajada. Partimos de que no tenemos
que se recibe a través del grupo. diálogo si no hay comunicación; y no es fácil en la dirección conse-
guir una comunicación en profundidad, y menos aún en el campo de
la espiritualidad. Se impone trabajar la comunicación.
17 MERTON, T., o.c., 14.
18 Cf. supra cap. II, 33-39. — Capacidad de confrontación. Aceptar la confrontación supone
19 Cf. CABARRÚS, C., a.C.; GIORDANI, B., La psicologia in funzione pastorale: meto- estar dispuesto a recibir datos de interpelación, lo cual exige una
dologia del colloquio (Brescia-Roma 1981); GARcia MONJE, J. A., «El diálogo espiri- sana vulnerabilidad. Esta capacidad de inteperlación es un presu-
tual y la terapia», en Concilium 99 (1974) 280-290; MERrCATALI, A.-GIORDANI, B., La
direzione spirituale come incontro di aiuto (Brecia-Roma 1987); OrTIGOSA, J., «La re- puesto básico para el diálogo; ya que sin ella el diálogo se superficia-
lación de ayuda: perspectivas psicológicas de la entrevista personal», en Sal Terrae 73 liza y, consecuentemente, la dirección se debilita y terminaría desa-
(1985) 397-405. pareciendo.
296 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento 1. Naturaleza de la dirección espiritual 297

— Dosis de confianza. La comunicación se da cuando se con- cercano y fiel; exige capacidad para relacionar provisionalidad y fir-
fía, y la comunicación que crece va de la mano de una confianza meza; le es imprescindible una visión sanamente realista del mo-
que también crece. Por eso, la confianza debe asegurarse y debe ir a mento socio-histórico actual; está siempre presente la llamada de
más, no dejando de ser conquista, sobre todo en los momentos de di- trascendencia; le envuelve una comprensión valorativa de la perso-
ficultad. na; y le son constitutivas la libertad y la desapropiación. En resu-
— La experiencia gratificadora de la comunicación. El diálogo, men: el diálogo espiritual del acompañamiento es complejo, com-
llevado en medio de una comunicación sincera y profunda a la vez, prometido, arriesgado y desprendido.
resultará necesariamente gratificante.
2) El instrumental del diálogo. Al mismo tiempo que insisti-
mos en la importancia del diálogo dejamos constancia de su dificul- c) La relación y la afectividad de la dirección espiritual
tad, por lo que conviene abundar en soluciones.
Es irrenunciable la entrevista. Nadie duda del lugar que ocupa en Somos conscientes de que la relación y la afectividad son puntos
la dirección espiritual, y hasta se llega a identificarlas: hablar de di- clave tanto para la intelección como para la praxis de la dirección es-
rección es hablar de entrevista. Pero tampoco es suficiente; se puede piritual. Las separamos, aunque entre la relación y la afectividad
tener entrevista y no tener dirección. ¿Cómo debe ser la entrevista haya una mutua interacción. Llamamos la atención de algo que está
para asegurar la dirección? contenido en el enunciado: que la dirección espiritual tiene una rela-
Debemos contar con los métodos que le ofrezcan al propio sujeto ción propia y una afectividad propia. Hablamos de la relación y de la
puntos de referencia para su vida y le ayuden a mantenerse atento a afectividad de la dirección espiritual, y queremos subrayar su espe-
su respuesta. El «Proyecto personal de vida» junto con «la revisión cificidad.
de vida» y «el cuaderno de vida» son formas concretas que ayudan a 1) La relación. Sus características. Siempre ha habido interés
la persona a estar sobre sí misma y que le facilitan los datos de la co- por estudiar la relación que entraña la dirección espiritual. El interés
municación. se ha acentuado desde las aportaciones del método no directivo de
3) El diálogo espiritual. La expresión puede llamar la atención, C. Rogers y del adaptado a la situación específica de la dirección es-
y, en un primer momento, hasta puede chocarnos. ¿Qué entendemos piritual, elaborado por su discípulo R. Carkhuff?,
por un diálogo espiritual? Damos por supuesto que toda dirección incluye una relación,
Tenemos que decir, de entrada, que no tiene que ver nada con un pero buscamos algo más: la cualificación de dicha relación. Nos
diálogo desencarnado, alejado de la realidad, enfrentado a la situa- preguntamos por la especificidad de esta relación y por sus carac-
ción histórica que nos toca vivir. Tampoco tiene nada que ver con terísticas.
una visión dicotómica de la persona cuando hoy se plantea la unidad
— Cuando se habla hoy de la dirección espiritual, es muy común
de la persona desde la espiritualidad.
señalar los defectos que deben evitarse en la relación ?!. Se excluye
Subrayamos que el diálogo de la dirección es espiritual porque la identificación, que alimentaría una dejación de responsabilidades
tiene muy presente al Espíritu, ya que es su referencia esencial. Sa- y fomentaría una ausencia de criterios personales; se teme al autori-
bemos que la vida cristiana no se entiende sin el Espíritu, ya que él tarismo, siempre amenazante, sobre personas psicológicamente dé-
está en su origen (Jn 3,5) y a lo largo de todo su proceso (Jn 7,39); biles; se rechaza el paternalismo, que protege más que ayuda; se de-
pero, además, la dirección se realiza en el Espíritu, como veremos
nuncia la relación tipo maestro-discípulo, que transmite conocimien-
más adelante. Podemos afirmar que el diálogo de la dirección es diá- tos sin entrar en la situación de la persona.
logo espiritual porque está traspasado por el Espíritu.
— La relación de la dirección espiritual es triangular. Es verdad
No está de más que señalemos algunas connotaciones del diálogo
que se habla mucho de la dirección espiritual como una relación
espiritual para no caer en la tentación de reducirlo a «coloquios espi-
dual, pero vemos que las dos partes de la relación tienen un punto de
rituales». Parte de una búsqueda sincera del bien objetivo de la per-
sona desde la relación con Dios; esto exige una apertura en pobreza,
20 Cf. GIORDANI, B., «Una nueva metodología para la dirección espiritual», en Se-
propia de quien no puede aferrarse a razonamientos hechos o a posi- minarios 28 (1982) 147-161; lo., Encuentro de ayuda..., 0.C.; GONDRA, J. M., La psico-
ciones tomadas; le acompaña una generosidad no calculada, porque terapia de C. Rogers (Bilbao 1975); MARROQUIN, P. M., La relación..., 1.c.
no hay límites al amor; descansa en una fe experimentada en Dios 21 Cf. MENDIZÁBAL, L. M., 0.c., 45; VALDERRÁBANO, J. F., a.c., 515-516.
298 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento IV. Ámbito de la dirección espiritual 299

referencia común, que es el Espíritu Santo, que actúa en los dos; por ción, y le permite contemplar la acción de Dios en esa persona. La
eso hablamos de una relación triangular: yo, tú, él. El Espíritu de postura que le corresponde al director espiritual no es otra que res-
Cristo entra tan de lleno en la relación que su presencia incide real y ponder con agradecimiento y con cordialidad. Y es desde aquí de
esencialmente. donde surge una relación nueva, que va más allá de si la persona
La incidencia es muy real. Siempre que hay dirección espiritual, me va o no me va. Esta relación descansa en acoger y valorar la co-
la referencia al Espíritu es básica e insustituible. Recordamos estos municación.
datos: que toda dirección espiritual cuenta como punto de partida, al Si miramos al acompañado, la clave de la nueva relación estará
menos en el deseo, seguir al Espíritu de Cristo; que toda dirección también en la comunicación. Cuando toma conciencia de su momen-
espiritual es consciente de la acción del Espíritu en todo el proceso to humano-religioso y siente necesidad de una ayuda en profundi-
de la vida espiritual y que. hay que secundarle; y que toda dirección dad, la relación con el director le va a suponer la experiencia de una
espiritual tiene como punto de llegada la plenitud de vida en el Espí- comprensión peculiar y de una cercanía no común. Podemos asegu-
ritu. Una referencia tan básica y tan habitual llega necesariamente a rar que también para el acompañado surgirá desde la misma comuni-
informar a la misma relación. cación una nueva relación de cordialidad nueva. Es la afectividad
— El Espíritu tiene la primacía en la relación. El punto de parti- nueva de la dirección espiritual.
da es que la acción del Espíritu es la garantía de la dirección espiri-
tual. El Espíritu actúa de forma tan real en ella que se convierte en
el elemento de alteridad; y lo propio de la dirección va a consistir d) La eclesialidad en la dirección espiritual
en contar con la alteridad del Espíritu. El director, precisamente
porque actúa en relación con el Espíritu, no puede identificarse con No deja de ser extraño presentar esta nota de eclesialidad como
el acompañado ni dejarse dominar por él; tampoco el dirigido, constitutiva de la dirección espiritual cuando, por otro lado, la rodea-
por su relación con el Espíritu, puede plegarse al director ni despre- mos de tanta privacidad. Pero el hecho es que se insiste cada vez más
ciarlo. La dirección espiritual tiene garantía siempre que incluya la en esta dimensión eclesial 2?.
alteridad; cuando ésta es débil o desaparece, la dirección ya no La razón es muy clara y resulta evidente: al cristiano hay que si-
existe. tuarlo necesariamente en la Iglesia; y esto vale tanto para el director
Según esto, la relación con el Espíritu es la que debe prevalecer. como para el acompañado. La persona que busca la dirección es cris-
No puede olvidarse que la relación del director es de ayuda; y ésta tiano en la Iglesia, y pone su persona y su vida cristiana como objeto
debe evaluarse. La relación con el director espiritual, aunque impor- de dirección; y su vocación la vivirá en la Iglesia, desde la Iglesia y
tante, es subordinada; y en caso de conflicto, no es la que debe pre- para la Iglesia.
valecer. Es bueno que el director espiritual tenga conciencia de su Si miramos al director —que puede ser laico— vemos que no ac-
provisionalidad en el acompañamiento. túa a título personal, sino que, además de actuar sobre un miembro
Vemos con todo esto que la dirección espiritual tiene un tipo de de la Iglesia, actúa él como miembro de la Iglesia y también en nom-
relación propio, que debe aceptarse y al que se debe ser fiel. bre de la Iglesia. No olvidemos que también con la dirección espiri-
2) La afectividad de la dirección espiritual y sus caracteristi- tual actúa el Espíritu en la comunidad eclesial.
cas. Es a todas luces evidente que este tema es clave en el acompa-
ñamiento. Resulta impensable que se dé la comunicación personal
sin un contexto cordial sano; y preguntamos: ¿Qué tipo de cordiali-
dad corresponde a la dirección espiritual? IV. ÁMBITO DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL
El punto de partida es contar con una buena base natural de rela-
ción; no se puede pedir más. Si pensamos que la dirección sólo es Nos preguntamos por el campo de la dirección espiritual; y surge
posible entre las personas que tienen una sintonía afectiva completa, muy fácilmente la respuesta, que es verdadera, de que la dirección
desnaturalizamos lo que es la dirección espiritual. llega a toda la persona y a toda la vida del cristiano; pero en cada
La clave de la afectividad de la dirección espiritual está en
cómo se valore y se viva la comunicación. La comunicación le abre 2 Cf. AnciLt1, E., «La direzione spirituale ¡eri e oggi», en Seminarium 29 (1977)
al director la carta escrita por el Espíritu, que es Historia de Salva- 1137; Ruiz SALVADOR, F., 0.c., 664.
300 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento
IV. Ámbito de la dirección espiritual 301
caso, siendo la dirección tan personal, se plantea la necesidad de
afectividad, y, por esta razón, en el proceso de estructuración debe
atender a campos.muy concretos de la persona y de la vida según sea
la situación en que se encuentre. Por esta razón vemos que es muy entrar muy directamente la relación personal. El encuentro personal
difícil dar una respuesta concreta; y nos limitaremos a indicar, sin con Cristo es tan central que debe llegar a ser la «experiencia reli-
entrar en detalles, los campos que consideramos más significativos glosa fundante» 2 para la vida y la persona del cristiano. Y, conse-
de la dirección espiritual. cuentemente, preguntamos: ¿Qué elementos son los que configuran
el encuentro con Cristo con la calidad de ser experiencia religiosa
fundante?
a) Fe y conocimiento de Jesucristo. Todos sabemos que la fe
1. La estructuración progresiva de la persona
incluye tener por verdadero y reconocer que Jesús de Nazaret es el
cristiana «Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16), que es el enviado de Dios
(Hch 2,36; 10,40; Rom 1,4; 2 Cor 5,19), que es el Señor y el único
Creemos no equivocarnos si decimos que la referencia principal Mediador (1 Cor 12,3; 1 Tim 2,5-6; Hch 4,12). Y la fe, además, en-
en el acompañamiento es la estructuración de la persona. Sabemos traña una actitud de apertura y de acogida: creer es un movimiento
que en la estructuración de la persona cristiana nos jugamos todo: el de adhesión a la persona de Jesús. Si falta esta adhesión a la persona
sentido de la vida cristiana y también la credibilidad de la dirección de Jesús, no tenemos fe.
espiritual. Está claro que no basta con tener ideas del cristianismo,
A la fe le añadimos conocimiento. La adhesión de fe a Cristo,
sino que es necesario estructurar existencialmente la persona desde
para que sea veraz y madura, exige el conocimiento de los conteni-
la realidad cristiana, es decir, que la persona cristiana reaccione en
dos de fe. Pero también es una gran verdad que la fe cuenta con el
cristiano, porque le nace desde dentro, y el ser cristiano es ya cuerpo
conocimiento, pero no es su conclusión 2.
de su cuerpo. El dato que nos evidencia el proceso de la vida y de la
persona del cristiano es su estructuración integral, es decir, que se Si de verdad somos testigos del proceso de la estructuración de la
pueda afirmar de uno: «Es todo un cristiano». persona cristiana, no podemos desentendernos de cómo vive la per-
Es verdad que en la estructuración se incluye la definición de la sona concreta esta delicada relación entre la fe y el conocimiento; es
persona; pero la subrayamos explícitamente por la dificultad que ac- el momento más delicado de la dirección espiritual.
tualmente encuentra para su aceptación y para su praxis concreta. No b) Celebrar la Presencia. No nos cabe la menor duda del gran
resulta fácil contar en la vida con la definición que hoy supone ser valor que tiene la celebración para asegurar el Encuentro con Cristo.
cristiano; y por eso se explica la querencia de prolongar lo más posi- Además de que por la fe creamos en Cristo y le aceptemos presente,
ble la indefinición. hay que vivir su Presencia. Esto nos lo da la celebración: en ella se
El papel que juega la persona que acompaña en la estructura- vivencia la relación con Cristo, se entra en comunión de vida con él
ción es decisivo: mantiene muy viva la referencia a lo que es ser y se fundamenta una esperanza de futuro.
cristiano; es testigo en el proceso de integración; ayuda a detectar
e

Dentro de las celebraciones que pueden facilitar el Encuentro, te-


las situaciones de ruptura interior; le ofrece datos para interpretar nemos dos muy especiales: la oración, entendida como trato de
los desajustes; le sitúa ante su indefinición; sostiene a la persona en amistad con Dios 2, y la celebración litúrgica, especialmente la eu-
la definición adoptada. Debemos tener muy presente que la estruc- carística. No podemos hablar de Encuentro con Cristo sin celebra-
turación de la persona cristiana es el objetivo prioritario de la direc- ciones, es decir: sin la relación viva con Cristo, sin la implicación
ción espiritual. afectiva que le comporta al sujeto y sin la definición correspondiente
ante los demás.
c) La postura de seguimiento. Nos resulta evidente que para
2. El encuentro con Cristo. Experiencia religiosa garantizar el Encuentro con Cristo se cuente con el seguimiento. El
fundante Encuentro no se tiene sólo con fe, ni tampoco con la sola afectivi-

Recordamos este principio básico: No es posible la estructura- 2 Cf. supra cap. IX, 256.
ción de la persona sólo desde las ideas; es obligado que participe la 2 Cf. BLÁZQUEZ, R., En el umbral del tercer milenio (Salamanca 1999) 35.
25 Cf. SANTA TERESA DE Jesús, Vida 8,5.
302 C.10. Acompañamiento espiritual y discernimiento
IV. Ámbito de la dirección espiritual
303
dad; necesita también la operatividad. El Encuentro real implica estilo de vida propio, sin acomodarse a las exige
a ncias de la mentali-
toda la persona. dad dominante.
d) Los hermanos. Una de las garantías del Encuentro con Cris-
to son los hermanos. Todos sabemos que la fundamentación de
la
fraternidad es la filiación: porque somos hijos, somos hermano ko *x o >*
s.
También sabemos que la fraternidad es previa al comportamiento
de Hemos comenzado el capítulo consignando
hermanos: aunque el comportamiento de hermanos no se dé, somos nuestra apuesta a fa-
hermanos, porque somos hijos. Así, el Encuentro con Jesús, el Hijo, vor del acompañamiento espiritual en la pastor
al de hoy. El desarro-
no se entiende sin los hermanos. llo del capítulo ha dejado constancia de la neces
idad de la dirección
La posición que debe tener la persona que acompaña en el espiritual fundamentándola en la complejida
d de la vida cristiana y
Encuentro con Cristo entraña una dificultad especial: no basta en la acción del Espíritu.
con
ofrecer un mero conocimiento de Dios ni con hablar de una expe-
riencia que vivió, deberá actuar transmitiendo vida desde una expe-
riencia actual y fresca de Dios; pero, con todo, los resulta
dos no son
previsibles. Le corresponde mantenerse abierto a las sorpresas. No
podrá olvidar que en este campo del Encuentro con Dios,
como «ex-
periencia religiosa fundante», más que en otros, debe saber esperar
activamente, sin adelantarse, pero sin retrasarse, secundando genero-
samente al Espíritu.

3. El estilo de vida

La dirección espiritual tiene en este campo concreto una delicada


ayuda que ofrecer. No hay vida cristiana si no se llega a la concre-
ción de un estilo definido de vida, y no hay dirección espiritual si no
acompaña en los vericuetos de la vida. Es verdad que no se llega
al
compromiso cristiano de vida si no se parte de la experiencia religio-
sa fundante y si no se cuenta con la capacidad de respuesta de una
persona cristiana bien estructurada, pero asumir un estilo concret
o
de vida entraña vacilaciones, dificultades y riesgos, donde se sitúa
la
ayuda de la dirección espiritual.
Vemos que para adoptar un estilo de vida definido por el ser cris-
tiano y para llevarlo a cabo se necesita prestar una atención especial
a diversos aspectos. Se necesita: cultivar la vida teologal; avivar
la
relación comunitaria eclesial; afinar el discernimiento en la vida;
mantener la visión clara de los objetivos; asegurar la capacidad de
decisión; superar las autojustificaciones hechas con planteamientos
reduccionistas; adecuar las aspiraciones a sus posibilidades; vigilar
los protagonismos; admitir la pobreza de los propios límites; cami-
nar dando pasos nuevos.
En este contexto es fácil de valorar la ayuda que la dirección es-
piritual puede ofrecer a quien se plantea desde su ser cristiano
un

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