Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Immergluck 1977 - Determinismo y Libertad en La Psicolog A Contempor Nea
Immergluck 1977 - Determinismo y Libertad en La Psicolog A Contempor Nea
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
USO EXCLUSIVO DE LA CÁTEDRA
Procesos Básicos de Aprendizaje
Debajo de estas protestas yace muy a menudo, por supuesto, una defensa tácita de la
existencia por lo menos en cierta medida de un "libre albedrío" interior y el miedo de que la
completa legalidad de la conducta1, si se aplica muy rigurosamente, hará que llegue a ser
obtusa cualquier noción de una libertad íntima y personal. De hecho, acaso no haya otro
tema como el de la ahora demasiado familiar dicotomía determinismo-libre albedrío, que
represente mejor la antinomia entre las rigurosas formulaciones científicas y los otros
enfoques de una teoría de la conducta. No cabe duda que este tema separa no solo a los
psicólogos, sino que también hay evidencia amplia de que está introduciendo una cuña
decisiva entre los teóricos actuales en psicología.
1 Se entiende por legalidad el hecho de que cualquier evento, en este caso la conducta humana, esté sujeto a
leyes naturales [N. del T.].
UNIVERSIDAD DE CHILE
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
USO EXCLUSIVO DE LA CÁTEDRA
Procesos Básicos de Aprendizaje
La "Acausalidad" en Física
El tema del aparente indeterminismo en las novedosas conceptualizaciones de la
física moderna descansa, por supuesto, sobre la base de muchas polémicas y de serias
preocupaciones por sus consecuencias para las ciencias de la conducta en general y para el
concepto de libertad humana en particular. De hecho ha llegado a ponerse de moda, entre
muchas personas, el apuntar esta revuelta contra la estricta causalidad en la física, y sobre
todo hacia el principio de incertidumbre de Heisenberg, como una "prueba" de la
existencia, por lo menos, de cierta medida de libre albedrío en el hombre o, de cualquier
manera, de arrojar serias dudas sobre lo aconsejable de ajustar las ciencias de la conducta a
un modelo determinista demasiado estrecho. La psicología, dice este argumento, ha estado
intentando emular un sistema que ahora ya ha pasado de moda en la física.
Vamos a prestarle un poco más de atención a este argumento. Desgraciadamente a
menudo este tipo de razonamiento es el resultado de cierta mala interpretación tanto de la
UNIVERSIDAD DE CHILE
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
USO EXCLUSIVO DE LA CÁTEDRA
Procesos Básicos de Aprendizaje
si existiera un estricto determinismo". Y de nuevo Nagel (1961) hace poco tiempo expresó
clara y enfáticamente que no podemos sacar conclusiones respecto a la libertad humana de
cualquiera de las alegadas propiedades acausales o indeterministas de los procesos
subatómicos.
De hecho, aun muchos de aquellos que están fuertemente comprometidos con una
filosofía vitalista o de libre albedrío a menudo han estado prontos a admitir que sus puntos
de vista no pueden refugiarse fácilmente en las llamadas formulaciones modernas de la
física de nuestros días. Así, sir Arthur Eddington (1949), quien alguna vez buscó y creyó
encontrar la prueba de la existencia del libre albedrío y de los concomitantes dogmas
vitalistas de la religión en la reorientación conceptual de la física moderna, hace poco se ha
inclinado a negar que uno puede encontrar apoyo a la creencia en el libre albedrío basándose
en el principio de incertidumbre de Heisenberg. Sin duda que no es de sorprender
encontrarse con que estos perceptivos seguidores de las filosofías no deterministas no
quieren anclar la validez potencial de sus argumentaciones en las formulaciones científicas
de hoy, por más tentadoras que éstas puedan ser, simplemente porque se encontrarían en una
situación aún más precaria, en el caso de que nuevas conceptualizaciones en la física
pudieran tornar otra vez hacia un encajonarse en un lenguaje determinista más comprensivo
y sin ambigüedades.
No podemos, entonces, recurrir a la física contemporánea, en busca de la "prueba"
científico-filosófica de la existencia del libre albedrío en el hombre; y en esta etapa de
nuestras conceptualizaciones científicas, sean ellas modernas o clásicas, lo mejor será
quizás ser prudentes al afirmar que el modelo científico del universo ni prueba ni
desaprueba la existencia de fuerzas no deterministas.
"mentales", deben operar por fuerza atributos no deterministas. ¿Acaso el punto de vista no
considera que los eventos mentales son de algún modo cortados por un diferente patrón y,
en esencia fundamentalmente diferentes de los eventos físicos y biológicos, simplemente un
retorno al clásico dualismo, hace tiempo abandonado, según se ha hecho público en la
moderna ciencia de la conducta?
El hecho de que la posición dualista es vieja y anterior a la emergencia del
pensamiento científico, desde luego no es por sí mismo un válido argumento en contra de
ello. Como tampoco lo es su parentesco con el pensamiento hoy en día popular, acerca de la
naturaleza de la mente humana; pero, tanto a la luz de los datos factuales pertinentes a la
conducta humana, como a la de los postulados aceptados por la moderna construcción
teorética, tenemos el derecho de poner en duda la necesidad de tal dualismo.
Sin que pretendamos hacer aquí tal análisis, permítasenos por lo menos unas
palabras acerca de la diferencia connotativa del término "elección", tal como es entendido
comúnmente y tal como lo usa, por ejemplo, el psicólogo experimental. Usado por lo
común, el concepto de "elección" implica la noción de que un organismo, cuando se
confronta con una variedad de condiciones estimulantes, es capaz de producir respuestas
alternadas con la adyacente y oculta connotación de que verdaderas alternativas de
respuesta solo pueden ser predicadas sobre la base, al menos, de cierta medida de libertad
interna. Definido de esta manera, el término "elección" sólo puede derivarse de libertad
interna.
El psicólogo experimental habla también de "puntos de elección" de una rata en un
laberinto; pero, para él, este término connota un significado del todo diferente. Él sabe que
si una rata X toma la dirección de aquel lado en el laberinto, esto depende directamente de
las condiciones experimentales precedentes y de la experiencia pasada del organismo, sus
UNIVERSIDAD DE CHILE
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
USO EXCLUSIVO DE LA CÁTEDRA
Procesos Básicos de Aprendizaje
determinada para él por la autoridad externa. Pero, ¿,no es nuestro hombre occidental de
hoy quien declara: "Yo escogí a mi esposa porque así lo quise", como nuestra rata en el
punto de elección, sin enterarse del complejo mosaico de causas antecedentes, de la
multitud de experiencias y eventos entremezclados que definen su historia personal;
incluyendo en su caso, quizá, factores tales como conflictos no resueltos (e inconscientes),
todos los cuales han hecho que se circunscriba a la verdadera e inevitable predeterminación
de su particular elección marital? ¿Y no deben todos estos factores ser considerados
propiamente como constrictores internos o determinantes de la acción? En este sentido,
tanto en una democracia, como en un estado totalitario, el individuo no es libre, en realidad,
en el significado filosófico básico de este término, sino que su conducta puede considerarse
como determinada, en varios grados, por dos diferentes conjuntos de factores: externos, en
un caso, e internos, en el otro.
La relación entre libertad política y la noción filosófica de libre albedrío personal
merece una discusión más perspicaz de la que podemos darle aquí; pero baste afirmar que
el determinismo con su intrínseca carencia de libertad no debe necesariamente alarmar a
aquellos de nosotros que estamos ideológicamente comprometidos con el modo de vida
democrático. Sin duda, se sigue que las severas limitaciones externas inherentes a los
sistemas totalitarios solo sirven para estrechar y disminuir el reservorio potencial de los
determinantes de la conducta y, de esta manera, suprimir la variabilidad individual, el
verdadero atributo de los organismos elevados.
No existe necesariamente contradicción entre la libertad política y el determinismo
filosófico; tal contradicción existe solo en el caso de que insistamos en basar nuestras
nociones de libertad política y social en la metafísica del libre albedrío.
Este punto se ilustra muy bien mediante el conocido fenómeno de la ilusión visual.
La misma banda de un color gris neutral se exhibe como casi negra cuando se le coloca
contra un fondo blanco, mientras que parece de un grisáceo blancuzco cuando se le coloca
contra un fondo negro. Aunque este efecto ilusorio puede ser un atributo inevitable y
"natural" de la percepción, el científico no está fuera de lo razonable al llevar su indagación
más allá de esta apariencia superficial y en considerar a estas dos bandas de color gris como
realmente idénticas. Podemos aún añadir que a menos que el científico investigue más allá
de la apariencia fenomenológica, su imagen de la realidad podría estar equivocada. Sin
duda que, en este caso particular, él no podría empezar a formular conceptualizaciones
científicas comprensivas acerca del color, si restringe sus datos solamente a la experiencia
perceptual superficial.
Mi proposición consiste en que es precisamente en este sentido como nuestra
imagen de la libertad personal adquirida por experiencia (subjetiva) representa un "error"
fenomenológico, una distorsión perceptual que somos incapaces de eliminar, de la misma
manera que muchas de nuestras impresiones superficiales están literalmente atrapadas por
los fenómenos perceptuales ilusorios.
Los gestaltistas llegaron, en su distinción entre los aspectos “geográficos"
(fisicalistas) del mundo estimulador y la percepción "fenomenológica" (o experiencial) de
la realidad, a encarar este problema, pero sólo en parte. Su insistencia en que existen dos
niveles distintos de realidad, uno físico y otro experiencial, y de que, además, los datos
fenomenológicos son de la propia incumbencia del psicólogo, ha convertido en virtud una
ilusión, y he llegado a la conclusión de que ha servido para oscurecer el tema del análisis
científico y de la búsqueda legítima de las variables pertinentes.
Existe una distinción válida, desde luego, entre las propiedades físicas de nuestro
mundo estimulante (incluyendo los estímulos internos, verbigracia, dentro de la persona) y
el modo como recibimos o experienciamos estas propiedades; y es precisamente esta
distinción la que está en la base misma de mi argumento, es decir, que la experiencia no
analizada, aun siendo un rasgo humano perfectamente "natural", y quizá parte del acto
perceptual de todos los organismos, a menudo conduce a imágenes erróneas de la realidad.
Sin insistir más en los temas psicológicos de la distinción entre realidad objetiva y
realidad perceptual (porque tal distinción nos lleva en realidad al corazón, a la naturaleza
misma del percibir), necesitamos ocuparnos aquí solamente en reconocer que la experiencia
subjetiva es a menudo, si no típicamente, antagonista de la realidad objetiva.
Y aunque también puede alegarse que, utilizando un aforismo solipsista, la realidad
objetiva siempre nos está negada en el sentido de que ningún conocimiento derivado de la
sensación está exento de distorsiones perceptuales (después de todo, los más controlados y
concienzudos análisis científicos todavía incluyen la percepción humana y, por tanto, al
menos en cierto sentido, la experiencia subjetiva), todavía permanece el hecho de que la
prueba científica, y especialmente el análisis experimental, nos han dado una imagen de los
eventos y los objetos que a menudo es radicalmente diferente de la que obtenemos con la
experiencia global de la vida cotidiana.
Puede ser importante, en este momento, enfatizar la idea de que la característica
propuesta de doble nivel del percibir, experiencial y experimental, no necesariamente
significa que la percepción ordinaria sea completamente ilusoria y totalmente divorciada de
la realidad objetiva. A decir verdad, no podríamos haber sobrevivido como especie ni como
UNIVERSIDAD DE CHILE
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
USO EXCLUSIVO DE LA CÁTEDRA
Procesos Básicos de Aprendizaje
individuos si nuestros sentidos fuesen de hecho tan ajenos a los objetos y eventos que nos
rodean; y es de importancia básica, tanto para el filósofo como para el psicólogo, el tema de
cómo la realidad física participa en el modelamiento de los procesos perceptuales. Pero si el
análisis científico nos ha enseñado una sola lección, esta es, seguramente, el
reconocimiento de que la percepción de sentido común es, cuando mejor, incompleta, y a
menudo nos da imágenes sumamente deformadas de la realidad objetiva y eventual.
2 Johannes Muller, probablemente el más destacado biólogo de la pasada centuria, fue uno de los primeros científicos modernos que nos
presentó un informe riguroso y mecanicista de la conducta animal, pero se detuvo ante el hombre, al cual todavía lo consideró dotado de
una esencia vitalista. En la terminología contemporánea, muy bien se le podría considerar como un "conductista" que exceptuó al
hombre.
UNIVERSIDAD DE CHILE
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
USO EXCLUSIVO DE LA CÁTEDRA
Procesos Básicos de Aprendizaje
creatividad. Podríamos aun ser capaces de usar tal conocimiento para nuestro propio
beneficio. ¿Y no sería esto solo un elocuente testimonio de la dignidad del hombre?
Epílogo
Solo unas pocas décadas han pasado desde el establecimiento del primer laboratorio
de psicología. La noción de legalidad estricta todavía es nueva en el campo de la conducta
y aún no podemos vanagloriarnos de poseer leyes del tipo que caracteriza a las encontradas
en ciencias más anitiguas; pero estamos empezando a descubrir algunos de los factores más
elementales que están asociados sistemáticamente con partes simples de la conducta, y
existen razones suficientes para creer que eventualmente podemos ser capaces de descubrir
los inevitablemente complejos nexos legales en los patrones en conducta de orden más
elevado. Podremos, inclusive, salvar la brecha entre experiencia y experimento.
Mientras tanto, es necesario que sigamos recibiendo no solamente los datos
que están apareciendo sino también las nuevas conceptualizaciones.
La empresa científica, en el correr de los años, ha alterado radicalmente nuestra
imagen del universo físico. No debe sorprendernos, por tanto, que esta misma empresa,
cuando se le dirige al estudio de la conducta humana, pueda, de una manera parecida,
alterar de un modo radical nuestra visión de la naturaleza humana. Sin duda, lo
sorprendente sería que este no fuera el caso.