AMBIENTACIÓN
Sin embargo, los
Do: Peregrinos del Templo Volador es un juego narrativo
donde los jugadores cooperan para crear y desarrollar
una historia. Los personajes intentan conseguir un final
feliz mientras se ven envueltos en todo tipo de entuertos.
Los jugadores de Do interpretan a los peregrinos, unos jó-
venes viajeros con buenas intenciones, el poder de volar,
y una terrible capacidad para meterse en líos.
En el universo de Do, el Templo Volador está rodeado de
los cielos tranquilos del universo. Entre las nubes pueden
verse otros planetas, lejanos y borrosos, algunos no más
grandes que una aldea con unas pocas casas. De noche,
en lugar de estrellas se ven las lámparas y las hogueras
de los mundos más cercanos. Entre los mundos, los ani-
males capaces de volar viajan o simplemente flotan a la
deriva, sin gravedad que los ancle a la tierra. Incluso los
peces y otros animales marinos han aprendido a respirar
aire y flotan en el cómodo cielo. La gente normal depen-
de de animales voladores, cohetes, ornitópteros u otros
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artefactos para volar entre los mundos.
peregrinos entrenados en el Templo Volador son capaces
de viajar por el aire por sus propios medios.
El Templo Volador recibe cartas de socorro de remiten-
tes desesperados, que describen los problemas que los
asaltan en su mundo. Si los peregrinos deciden ayudar,
volarán hasta ese mundo para solucionar el dilema. Lo
que ocurre es que los remitentes no siempre son de fiar,
las cosas no son lo que parecen, y los propios peregrinos
(en su afán de ayudar) complicarán aún más las cosas. En
las manos de los peregrinos está conseguir ser aclama-
dos como héroes o, por el contrario, ser perseguidos por
aquellos a los que pretendían ayudar.
Do: Peregrinos del Templo Volador potencia la narración
creativa y está indicado para jugadores a partir de 12
años. Este juego se inspira en historias de viajes iniciáti-
cos de jóvenes para ayudar en otros mundos (como en El
Principito), y donde las cosas se complican y dan lugar a
disparatadas aventuras.
REGLAMENTO
Do: Peregrinos del Templo Volador necesita entre dos y
cinco jugadores, unas dos horas de tiempo, lápices, un
diario y una bolsa con veinte piedras negras y veinte
blancas (en realidad, pueden ser tanto piedras como
cuentas de cristal, piezas de un juego de damas o fichas
de póquer). Cada jugador, además, utilizará un marca-
dor de líos, que puede ser cualquier baratija u objeto
pequeño. Este marcador servirá para recordar al jugador
que su peregrino está metido en líos en ese momento.
Cada jugador creará un peregrino (que quedará repre-
sentado en su pasaporte de peregrino). El nombre que
elija para él definirá cómo ayuda a la gente (su avatar)
y cómo se mete en líos (su estandarte). Por ejemplo,
un jugador nombra a su personaje «Peregrino Bestia
Transparente» porque ayuda a la gente «liberando
animales» y se mete en líos «diciendo únicamente la
verdad». Cuando todos los personajes están listos, una
carta dirigida al Templo Volador permitirá comenzar la
aventura. Cada carta contiene un número de palabras
clave que deberán aparecer en la narración de los ju-
gadores para poder completar la historia.
En el turno de un jugador, este es el «cuentacuentos»,
mientras el resto de jugadores serán los «buscalíos».
El cuentacuentos saca, sin mirar, tres piedras de la bol-
sa, elige un color y decide con cuántas piedras de ese
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color se quedará. En función del número de piedras
retenidas, y de si el peregrino ya está metido en líos
o no, la historia avanza. A veces se avanza ayudando
de nuevo a alguien, saliendo de un lío, o cayendo en
otro…, y en ocasiones con todo esto a la vez. En cada
turno, cuentacuentos y buscalíos irán escribiendo fra-
ses en el diario. Se guiarán por las piedras elegidas por
cada cuentacuentos, por cómo ayuda y se mete en líos
(según su avatar y estandarte) y, por supuesto, por su
imaginación para continuar la historia.
Los jugadores tienen su turno de cuentacuentos hasta
que se tachan todas las palabras clave de la carta al Tem-
plo Volador, o hasta que, al final de una ronda completa,
un jugador tiene acumuladas al menos ocho piedras. En-
tonces se decide el final de la historia: será de celebra-
ción y felicitaciones si se han tachado todas las palabras
clave, y de castigo y expulsión en caso contrario.
Finalmente, cada jugador decide si quiere continuar
utilizando su personaje. En caso afirmativo, su pere-
grino continuará sus viajes, redefiniendo su modo de
ayudar y meterse en líos. En caso de querer comenzar
con un nuevo personaje, su peregrino habrá encontra-
do su camino, el Do: podrá adoptar una vida normal en
los mundos, se convertirá en monje del Templo Volador
(dejando atrás sus aventuras), o trascenderá y elegirá
su propio destino.