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Valeen
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CORRECTORA
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LECTURA FINAL
Valeen
Créditos

Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Siguiente libro

Sobre la autora
El chico malo millonario nunca había sido el tipo de Jenna Howard, hasta
ahora…

Cuando Jenna aceptó el trato de ser la esposa de Liam Stanford durante un


año para poder cumplir con los requisitos de su padre para hacerse cargo del
negocio familiar, se prometió a sí misma que no se enamoraría de él. Ya había
sentido el aguijón del abandono antes, y no recorrerá ese camino otra vez. Pero hay
más en el hombre que el traje y el frío exterior, y Jenna está empezando a sentir
algo más que simple atracción.

Liam Stanford nunca quiso cambiar su estilo de vida por nadie, ni siquiera su
padre…

Liam no necesita una mujer estable en su vida para ser feliz. La vida de
soltero le conviene, y el acuerdo con Jenna es solo por un año. Él sabe que debería
mantener el negocio como de costumbre, pero su bondad e inocencia siguen
atrayéndolo. Odia esa mirada en sus ojos cuando habla de su familia. Él quiere
darle más, incluso si no sabe cómo.

La elección que haga cambiará sus vidas para siempre…

Cuando la madre de Jenna vuelve, Liam se siente abrumado por el impulso


de protegerla. No permitirá que Jenna salga lastimada de nuevo. A medida que las
líneas entre el negocio y el placer comienzan a difuminarse, Liam tiene que tomar
una decisión. Bajar la guardia y salvar a Jenna de los horrores de su pasado, o
mantener su corazón bajo llave para siempre. Su esposa falsa lo necesita incluso si
no sabe qué hacer con todo esto…

A Year Agreement #2
1
¿Conoces esa sensación que tienes cuando te avergüenzas en frente de
alguien, y sabes que tienes que enfrentarlo al día siguiente? ¿Ese temor y
nerviosismo envolviéndose a sí mismo alrededor de ti como un capullo? ¿Solo la
idea de tener que enfrentar a esa persona de nuevo tan pronto y solo desear poder
arrastrarte en un agujero y morir? Bueno, con seguridad estaba sintiendo eso justo
ahora. El hecho de que tenía que ver a Liam hoy después de lo que había pasado
anoche no era atractivo en lo más mínimo. Solo quería arrastrarme a la cama y
quedarme ahí todo el día. No había dormido de nuevo la pasada noche, y estaba
más allá del cansancio. Me había acostumbrado tanto a no hacer nada y dormir
todo el día que mi cuerpo se había acostumbrado a estar activo por horas en el
tiempo. En este momento estaba sentada en el sillón, mirando perplejamente a la
TV mientras algún programa para niños estaba reproduciéndose. Aún estaba en
pijama, esperando que Lennon viniera y me ayudara a vestirme para mis fotos del
compromiso, las cuales serían tomadas en solo un par de horas. No podía mentir y
decir que anoche no había sido genial. Ver a Liam ser todo dulce y lindo con Sky
me hizo preguntarme cómo me sentía sobre él. Pero sabía que no había forma de
empezar a agradarle a Liam. Solo lo conocía desde hacía casi un mes, y todo el
tiempo me había ignorado y sido grosero conmigo.

Me preocupaba verlo más tarde hoy. ¿Él pondría sobre la mesa lo que había
pasado? En cierto modo no quería que lo hiciera, y era mejor si no lo hacía. Quiero
decir, ni siquiera nos habíamos besado. Solo fue en el calor del momento. Si Candy
no hubiera golpeado la puerta, no sé si nos hubiéramos besado o si Liam hubiera
tenido que detenerlo. Una parte de mí realmente había querido besarlo. Quiero
decir, ¿quién no? Era hermoso. No quería ver a Liam, teníamos que tomarnos
nuestras fotos del compromiso hoy. Sabía que su familia estaría ahí. Liam y yo
habíamos actuado todos tórtolos. Parecía que mi vida se había convertido en una
gran telenovela. Solo actuar normal alrededor de él. Si él había olvidado sobre el casi beso,
entonces necesitas hacerlo también. Puedo hacerlo. Puedo tomarme las fotos con mi
falso futuro esposo mientras su familia está ahí y luego tomar clases de modales con
Lennon. Suspiré e incliné mi cabeza en el sillón. Realmente estaba empezando a
odiar mi vida.
Así que me senté, en mi pijama, mirando la TV sin prestar atención
realmente. Tenía estrictas órdenes de Lennon porque ella quería estar a cargo de
todo para que las fotos lucieran increíbles. No es que realmente me importara, así
que por lo menos eso estaba hecho. Ya que no había dormido mucho anoche, me
levanté pronto luego de que Liam se fue, sin esperar enfrentarlo. Eran las once
ahora, y Lennon estaría aquí en cualquier segundo. Nuestra cita con el fotógrafo
era a la una. Aparentemente esa era la hora perfecta para tomar las fotografías
afuera. Yo, honestamente, ni siquiera sabía dónde íbamos a tomarlas, o nada sobre
eso, o nada sobre hoy realmente. Todo lo que sabía era que nos tomaríamos unas
pocas fotografías, y la mayoría de ellas serían afuera. Las cosas iban a ir geniales
hoy. Nota el sarcasmo. La que sería la novia ni siquiera sabía qué estaba pasando.

Hubo un golpe en la puerta principal antes de que se abriera, revelando a


Lennon con sus brazos llenos de diferentes tipos de bolsos.

—¡Estoy aquí, así que deja que esta perra comience! —gritó, cerrando la
puerta detrás de ella. Sacudí mi cabeza pero reí suavemente bajo mi aliento.
Apagué la televisión y me puse de pie, andando tras ella mientras caminábamos
hacia mi habitación. Solo conocía a Lennon desde hace unos días, pero ya había
descubierto que tenía una gran personalidad y no le importaba lo que otros
pensaran de ella. Amaba del modo en que ella sostenía a sí misma; eso lentamente
se convirtió en una de mis cosas favoritas sobre ella. Noté, mientras la seguía de
atrás, que estaba vistiendo un hermoso vestido blanco de verano que tenía aves
sobre él. Encajaba en su esbelto cuerpo a la perfección y resaltaba su naturalmente
bronceada piel.

—¡Bien, tenemos mucho que hacer! —exclamó, poniendo cosas en mi cama y


el tocador de la esquina de mi habitación.

—¿Cuánto es mucho? —pregunté. Mientras ella se giraba hacia mí, sus ojos
como platos.

—¡Mucho! ¡Mira las bolsas bajo tus ojos! ¿Siquiera has dormido anoche?

—Gracias, eso me hace sentir maravillosa —dije sarcásticamente, tomando


asiento frente al espejo.

—¿Sabes que esas fotografías serán vistas por cientos de personas, verdad?
Tenemos que hacerte lucir maravillosa. —No había pensando en la gente que vería
las fotos, y ahora que ella lo mencionaba, me sentía un poco más nerviosa—. No te
preocupes. Haré mi magia. Entonces primero, haremos el maquillaje, luego el
cabello, y entonces vamos a vestirte. —Tomando mi largo cabello rubio, lo puso en
un moño desordenado en la cima de mi cabeza antes de girar y comenzar con mi
rostro.
Cerca de quince minutos después, dejó que me mire en el espejo, y encontré
una Jenna diferente regresándome la mirada. Las bolsas bajo mis ojos habían
desaparecido, mi piel lucía perfecta y brillante, mis ojos verdes resaltaban bajo mis
oscuras pestañas y sombra de ojos, y mis labios eran rosa pálido. No iría tan lejos
para decir que me veía como una persona diferente, pero lucía diferente. El
maquillaje era natural. No me veía o me sentía como si tuviera litros de él
embadurnando mi rostro, afortunadamente.

—Bien, ahora tu cabello —dijo Lennon, desarmando el moño en mi cabeza.


Mi cabello era honestamente la cosa que más me gustaba de mí misma. Era largo y
abundante, con solo una pequeña curva al final—. Amo tu cabello.

—Gracias, lo cultivo yo misma —dije. Ambas dejamos escapar una risa,


sacudiendo nuestras cabezas.

—Así que no me has dicho que pasó anoche después de que me fui. ¿Liam
vino a casa y enloqueció? —preguntó Lennon, cepillando mi cabello y mirándome
mi reflejo en el espejo. Era una extraña sensación, tener a alguien cepillando mi
cabello por mí. Cuando mi mamá se fue, fue mi responsabilidad cuidar de mí.

—Ya estaba en casa cuando entré.

—¿Estaba? ¿Qué pasó? —le di todo el resumen, desde cuando entré hasta
cuando Candy llegó, pero dejé la parte en que Liam y yo casi nos besamos. Quería
que eso se quedara en privado porque ni siquiera sabía cómo me sentía sobre eso
aún—. Vaya. ¿Él es genial con los niños, no? —dijo ella.

—No suenas sorprendida de que él lo sea —dije, mirándola.

—Siempre ha sido bueno con los niños. Sus sobrinos, la hermana menor de
Blake. Hay algo en él que a los niños les agrada. Y a las mujeres, añadí
silenciosamente.

—Tenía a Sky envuelta en su dedo. Eso fue lindo —dije después mirando al
espejo.

—Jenna, es un buen tipo. Solo dale un poco de tiempo para que se abra. —
Asentí, queriendo creerlo. No sabía si Liam se volvería algún día lo suficientemente
cómodo alrededor de mí para dejarme entrar.

—¿Sabes lo que haremos para nuestras fotos de compromiso? —pregunté.

—Bueno, Liam contrató al mejor fotógrafo de fuera, así que de alguna forma
depende de lo que él quiera que ustedes hagan. Supe que va a ser algo simple, lindo
pero elegante. Quiero decir, toda la ciudad va a verlo en un par de días, por lo que
tiene que lucir grandioso. Ambos, Liam y tú, van a vestir algo un poco formal, pero
aún así casual. No te preocupes, Jenna, todo irá bien.

—¿Quién va a estar allí de todos modos?

—Déjame ver. Blake, los padres de Liam, Julie, quizás algún amigo de sus
padres, yo, pero debe ser todo —explicó ella. Bien, no tantos. Puedo lidiar con ello.
Pero no estoy segura de por qué necesitan estar ahí con nosotros—. Tu cabello está
listo. Ahora la ropa. —Lennon solo había ondulado mi cabello en suaves ondas que
caían en cascada en mi espalda, y había algunas piezas enmarcando mi rostro—.
Traje algunos vestidos, desde que parece que tenemos el mismo talle. Si no nos
gusta ninguno de esos, podemos hacer algo más. —Fue hacia el bolso sobre mi
cama y lo abrió, sacando tres vestidos.

—Está bien, aunque estos tres son simples pero lindos. Hay uno blanco, uno
durazno pálido y uno azul. —El blanco y el durazno eran de encaje, y el blanco
tenía cortes triangulares en medio. Agarrando el primero, fui al baño y me quité mi
pijama y me puse el vestido. Por suerte tenía cremallera en la espalda por lo que no
arruinó mi cabello. En el momento en que me lo puse, inmediatamente dije no. Mis
pechos se sentían apretados en la parte superior, y abajo era un poco demasiado
corto para algo como esto. Abriendo la puerta una raja, saqué mi cabeza, le pedí el
color durazno y le devolví el blanco.

Me deslicé en el segundo, quería vestirlo. El color durazno pálido hizo que


mis brazos y piernas lucieran más bronceados de lo que realmente eran. Tenía
mangas tres cuartos de encaje, cuello de encaje, y el cuerpo era de color durazno
sólido con un delgado espacio en la parte superior, y un delgado cinturón negro.
Llegaba a la punta de mis dedos, haciéndolo un poco corto, pero no
descuidadamente corto. Me las arreglé para subir la cremallera de la espalda por
completo y lo alisé, mirándome en el espejo. Mi cabello rubio ondulado lucía
perfecto, como mi maquillaje. Yo lucía fantástica. Cuando salí de la habitación,
Lennon sonrió ampliamente hacia mí y yo giré para ella.

—Perfecto, absolutamente perfecto. Ese vestido fue hecho para ti. Ten, ponte
estos. —Me pasó un par de tacones color natural para combinar con el vestido. Una
vez que los tuve puestos, sentí como todo el atuendo encajaba—. Liam no será
capaz de quitar sus manos de ti hoy —dijo Lennon de forma engreída. Rodé los
ojos, sin molestarme en responder. Yendo al tocador, tomé mi collar favorito y me
lo puse. La joya en forma de luna descansaba perfectamente en la mitad de mi
pecho, la piedra celeste en el medio de la luna brillaba a la luz. Esto fue lo único
que mi madre me dio alguna vez. Me di cuenta que desde que vivo aquí, nunca me
lo había puesto. Ni siquiera había pensado en ello, en realidad. Acostumbraba a
llevarlo cada día y noche. Siempre me hizo sentir cerca de mi madre, como si
siempre pudiera tener una parte de ella en mí. Me miré en el espejo y asentí,
sintiéndome completa y lista.

—Me encanta ese collar —dijo Lennon desde detrás de mí.

—Gracias. Era de mi madre —dije, pasando el pulgar sobre el dije.

—Es hermoso. Mejor vamos yendo. Nos tomará un poco estar allí. —
Asintiendo, tomé mi móvil de la cama y el bolso de mano que Lennon había
elegido para mí—. ¡Oh, espera! ¡Tu anillo!

—Gracias a Dios que me lo recordaste. —Yendo a la mesita de luz, saqué la


caja del anillo y deslicé el anillo de compromiso en mi dedo anular. Miré hacia él,
aún asombrada por cuán grande era y cuán extraño se sentía.

—¿Listo para irnos? —gritó Lennon desde la puerta, haciéndome levantar la


mirada. Asentí, poniendo la caja de regreso y siguiéndola. Mientras caminábamos a
la puerta principal, mis piernas se tambaleaban en los tacones. No estaba
acostumbrada a unos tan altos o a tacones en general. Sería un milagro si no me
caía hoy.

El viaje en auto no tomó mucho, y mientras más nos acercábamos, más


nerviosa me ponía. Jugué con el dobladillo de mi vestido, luego mi anillo y mi
collar. No era que estaba nerviosa por ver a la familia de Liam de nuevo. Él era por
lo que estaba nerviosa. Sabía que estaba pensando demasiado esto y no debería,
pero no podía evitarlo. Cuando Lennon estacionó el auto, miré donde estábamos
con sorpresa. Pensé que iríamos a algún lugar en la ciudad, pero en lugar de eso
estábamos en la casa de los padres de Liam.

—No sabía que tomaríamos las fotografías aquí.

—Es un gran lugar. Hay un enorme campo, un granero un poco más allá.
Incluso tienen un lago por ahí. —Lennon apuntó cuando salimos del auto. Cuando
estuve allí la última vez, no le había prestado atención a nada, aparentemente. ¡No
había notado que había un lago o un granero! Supongo que estaba muy preocupada
por conocer a su familia. Este lugar era maravilloso y sería un lugar genial para
tomar las fotografías.

—¿Los padres de Liam siempre vivieron aquí? —pregunté, controlando mis


pasos mientras caminábamos hacia la puerta.

—Sí. Bueno, no. Esta es su casa de “verano”. Cuando éramos jóvenes


nuestras familias venían aquí para alejarse de la ciudad. Esta es la tercera casa de
sus padres. Tenían una casa cerca de la ciudad donde Liam creció, como nosotros,
y tenían una en los Hamptons. Sus padres venían aquí más a menudo, desde que
tenían caballos y eso. Además es lo suficientemente cerca de la ciudad por lo que
podían hacer un rápido viaje si lo necesitaban —explicó Lennon.

Lennon ni siquiera se molestó en tocar la puerta. Simplemente entró directo,


gritando que habíamos llegado. Cerrando la puerta detrás de mí y mirando
alrededor del vestíbulo, estaba atrapada de nuevo en cuán simple y aún así única
era la decoración de la casa, y el tamaño de la misma. Había una cabina mezclada
con la casa. En el momento en que atravesabas la puerta, la casa inmediatamente
tenía una sensación hogareña. Después de terminar de mirar boquiabierta, me di
cuenta de que Lennon se había alejado. Seguí las voces hasta la gran sala de estar
ubicada en la parte trasera de la casa.

—Ahí estás, Jenna —dijo Lilly, la madre de Liam, al momento en que me


vio. Se puso de pie en un segundo exactamente y me dio un fuerte abrazo.
Incómodamente, le devolví el abrazo, aún sin estar acostumbrada a ser abrazada.

—Hola, Lilly —saludé una vez que se alejó de mí. Mirando alrededor de la
habitación, vi al padre de Liam, Adam, en una silla, Julie, la hermana de Liam, en
el sillón sentada junto a Lennon, y un hombre mayor que no reconocí sentado
frente a Adam.

—Jenna, es bueno verte de nuevo —dijo Adam, sonriendo y poniéndose de


pie para abrazarme también—. Brian, esta es Jenna Howard, la prometida de Liam.
Jenna, este es Brian Mathews. Es un amigo de la familia y colega —dijo,
presentando al hombre frente a él. Poniéndose de pie, Brian caminó hacia mí. Era
alto, aunque no tan alto como Liam, y parecía ser un poco mayor que Adam. El
color en su pelo se había vuelto entrecano, pero tenía un par de ojos castaños que
parecían brillar. Tenía líneas de expresión alrededor de ellos y el tipo de sonrisa que
hizo que me agrade casi instantáneamente.

—Hola, Jenna, encantado de conocerte —saludó él. En lugar de abrazarme


como los padres de Liam, agarró mi mano y la llevó a sus labios, poniendo un
suave beso en ella. Me sonrojé, mirando hacia Julie y Lennon solo para
encontrarlas rodando los ojos y sonriendo hacia nosotros—. Liam no dijo que su
novia era tan hermosa —dijo él, alejándose pero sonriéndome. Mi sonrojado se
profundizó. Abrí mi boca para decir algo pero una voz profunda me interrumpió
desde atrás de mí.

—Viejo, ella es muy joven para ti. —Girándome, vi a Blake entrando a la


habitación, sacudiendo su cabeza hacia Brian.

—¿A quién estás llamando viejo, Jovencito? —preguntó Brian, pero no


sonaba ni remotamente ofendido.
—Tú, eres como ocho años mayor y estás coqueteándole a una jovencita que
está comprometida con otro hombre —disparó Blake, enviándome una sonrisa
antes de abrazar a Lilly y sacudir la mano de Adam. Por un segundo estaba
asustada de que él hubiera hecho molestar a Brian, pero una profunda risa junto a
mí me dijo que no.

—¿Qué puede decir? Me gustan jóvenes, muchacho.

Puse mi mano sobre mi boca para evitar que mi risa se escapara. Miré entre
Blake y Brian, preguntándome por qué podían hablarse de esta manera el uno al
otro.

—Brian es el tío de Blake —dijo Lilly, probablemente viendo la confusión en


mi rostro—. No los escuches. Hacen esto todo el tiempo, se pinchan uno al otro. —
Sacudió su mano hacia ellos.

—¿Dónde está Liam? —preguntó Julie desde el sillón.

—Su teléfono sonó justo después de que nos detuvimos, pero debería estar
aquí en un segundo —respondió Blake. Observé mientras él caminaba hacia el
sillón que Lennon y Julie estaban ocupando. Era un sillón mediano, pero con dos
personas ya en él supe que la gran estructura de Blake no encajaría. Eso no lo
detuvo, por supuesto. Se apretó junto a Lennon, quien trató de empujarlo, pero
pude ver que realmente le gustaba que él se sentara junto a ella cuando había
muchas sillas vacías. Cuando los miré, supe que harían una pareja genial.

—Liam, nunca me dijiste que tu prometida era tan placentera para el ojo —
dijo Brian, haciéndome alejar la mirada de Lennon y Blake hacia la puerta de la
sala de estar. Liam entró, y sentí que mi boca se secó. Lucía absolutamente
delicioso. Estaba vestido con un par de pantalones negros de vestir y una camisa
blanca abotonada que tenía las mangas dobladas hasta los codos y unos pocos
botones abrochados. Su cabello castaño estaba en su distintivo desorden pero lucía
sexy. Su atuendo era tan simple, aún así parecía que acababa de salir de una revista
o la pasarela. Ni siquiera lucía como si hubiera llegado del trabajo.

¿Por qué estaba notando recientemente lo bien parecido que era Liam? Quizás
anoche abrí los ojos, porque verlo allí con esa sonrisa simple en su rostro, con sus
manos en los bolsillos, me hacían querer saltar sobre él. Mi falta de sueño estaba
empezando a apoderarse de mí. Antes de ayer no quería tener nada que ver con
Liam, y ahora, hoy, quería pasar mi lengua por su pecho. Vaya, ¿de dónde vino ese
pensamiento? Algo serio estaba pasándome.

—No dije nada porque no quiero que tu viejo trasero me la robe. —Oí a Liam
decir con voz suave, interrumpiendo mis escandalosos pensamientos—. Hola, nena
—dijo él, deteniéndose junto a mí. Envolvió un brazo alrededor de mi cintura y
bajo un poco, suavemente besando mi frente antes de saludar a su familia. Jenna,
solo recuerda que esto es actuación. Solo está haciéndolo para que sus padres nos crean, me
repito a mí misma cuando siento mi estómago dio volteretas ante el beso. Lo miré,
casi queriendo que actúe diferente de anoche, él lucía bien, relajado y casi feliz.

—Bueno, en ese vestido todos querrían. —Oí a Brian decir, volviendo a la


conversación.

—Con eso estás en lo cierto —murmuró Liam, mirándome de arriba abajo.


Tragando, le devolví la mirada, queriendo más que nada ser capaz de oír sus
pensamientos justo ahora—. ¿Dónde está Leonardo? —dijo más alto un segundo
después, mirando más allá de mí.

—Debería estar aquí en un segundo —respondió Lilly. Ni siquiera un


segundo después, hubo un golpe en la puerta, y Lilly fue a responderla. Mirando a
todos, me pregunté por qué todos estaban aquí honestamente; no era como si
fuéramos a tomarnos fotografías con ellos. Noté que Adam, Brian y Blake estaban
vestidos casual en vaqueros y camiseta o camisas. Julie, Lennon y Lilly llevaban
vestidos.

—¡Bien, todos, escuchen! —Oí que una nueva voz con acento italiano gritó de
repente. Salté hacia Liam y me giré hacia la voz. Entrando había un muy atractivo
tipo con cabello negro hasta los hombros, vestía vaqueros desgarrados y camiseta.
Su rostro era hermoso, y cuando miró sobre Liam, vi que tenía ojos grises. Vaya, es
lindo. En sus brazos estaba lo que parecía como un equipo de cámara y una gran
cámara colgando de su cuello.

—Esto solo tomará una hora. Quiero que la novia y el novio me sigan fuera.
Haremos diferentes poses en diferentes lugares, y tendrá que cambiar su ropa,
señor, pero la novia no. Después de tomar algunas con usted, tomaremos con las
damas de honor y los padrinos —nos dijo a todos a la vez. Me paré ahí
sorprendida, tratando de asimilarlo todo. Cuando no lo seguimos inmediatamente,
chasqueó los dedos e inclinó la cabeza hacia nosotros. Liam y yo rápidamente lo
seguimos.

—Es un poco aterrador —le susurré a Liam mientras caminábamos hacia la


puerta trasera, guiándonos al campo vacío.

—Sí, pero es el mejor en el negocio —respondió él, agarrando mi mano


mientras me tambaleaba en mis tacones. Enviándole una sonrisa agradecida,
caminé junto a él, gustosa de la sensación de su mano en la mía. Parecía como si
nuestras manos estuvieran hechas la una para la otra, porque su enorme mano
encajaba perfectamente en mi mano pequeña.
—Señor y mi señora, párense aquí —dijo Leonardo, haciendo gestos hacia un
parche de largo césped en el campo. Encontré raro que me llamara “mi señora”,
pero su sexy acento italiano me hizo olvidarlo—. Novia, párate frente a él. Novio,
envuelve tus brazos alrededor de su cintura y jálala hacia ti —instruyó.

—Solo llámanos Liam y Jenna —dije, poniéndome en posición. Leonardo


actuó como si ni siquiera hubiera hablado y continuó gritándole a Liam que se
ponga detrás de mí.

—Maldita sea —murmuró Liam en mi oído mientras se colocaba detrás de


mí, poniendo sus brazos alrededor de mi cintura. Solté una risita, pero la tragué
cuando Leonardo me lanzó una dura mirada.

—Novia, levanta los brazos y envuélvelos alrededor de su cuello. —La


posición se sentía incómoda—. Ahora sonríe. —Se llevo la cámara a la cara y
comenzó a hacer clic, a pesar de que Liam y yo no estábamos listos.

Durante los siguientes quince minutos, Leonardo nos gritó a Liam y a mí que
nos pusieran en diferentes poses. Fue un poco incómodo cuando envolvimos
nuestros brazos alrededor de otro y presionamos los cuerpos. Cada vez que uno de
nosotros se movía demasiado lentamente para él, nos gritaba y Liam murmuraba
maldiciones en voz baja. Ahora estábamos cerca de una valla de madera, y me
estaban ordenando que me sentara en la parte superior de la cerca mientras Liam
estaba de pie entre mis piernas.

—¿Se da cuenta de que estoy usando un vestido y tacones? —le pregunté a


Liam mientras trataba de trepar por encima de la cerca—. Porque no creo que lo
haga. —Después de que fallara en ponerme con Liam él solo se rió entre dientes y
me agarró por la cintura y me alzó hasta la parte superior de la cerca. Lo miré
fijamente, con los ojos muy abiertos—. Bueno, esa es una forma de hacerlo —
comenté.

—Bueno, me estaba cansando de ver tu ropa interior —dijo Liam, sonriendo


mientras separaba un poco mis piernas y se metía entre ellas.

—¡Oye! —exclamé, en realidad preocupándome de que las hubiera visto. Él


solo se rió de mi expresión y se inclinó un poco hacia mí. A pesar de que estaba en
lo alto, él todavía se alzaba sobre mí, haciéndome mirarlo.

—No te preocupes. No me importa la ropa interior de abuela —susurró,


inclinando la cabeza hacia abajo. Lo miré con la boca abierta, tratando de
encontrar un buen regreso.

—No son prendas íntimas de abuela —susurré, sin importarme que no fuera
realmente un regreso.
—Está bien, bebé. No me importa. —Fui a golpearlo, pero él dio un paso
atrás y me sonrió

—Novio, ahora ve al otro lado. Novia, bájate. —Leo ordenó. Poniéndole los
ojos en blanco, me deslicé con cuidado por la cerca para no caerme y torcer mi
tobillo en mis talones. En un rápido movimiento, Liam había agarrado la cerca y
saltó sobre ella.

—Showsero —murmuré, pero escuché a Leo ordenándonos otra postura—.


Para tu información, mis bragas son muy lindas, y no las verás —dije y me incliné
con las manos frente a mí en la cerca mientras Liam hacía lo mismo.

—Oh, Jenna, ¿quién dice que no las veré? —Él me sonrió.

—Yo —le respondí con una sonrisa, acercándome y levantando la pierna para
hacerlo. Nuestros rostros estaban separados por centímetros, y podía distinguir
pequeñas chispas plateadas en los ojos de Liam que no había notado antes. Estando
tan cerca de Liam, me olvidé de que Leonardo nos tomaba fotos y nos gritaba
cosas.

—No te preocupes, tus bragas son muy lindas —susurró antes de volver una
vez más. Le devolví la mirada, sin saber realmente qué decir o hacer—. Vamos,
cariño, Leonardo quiere que nos vayamos a otro lado. —Su voz era dulce, pero
tenía una sonrisa estúpida en su rostro. Lo fulminé con la mirada, empujando la
cerca y siguiendo detrás de él.

—Novio, te quiero aquí y quiero que recojas a la novia —dijo Leo. Tanto
Liam como yo le habíamos dicho que nos llamara por nuestros nombres, pero él
todavía no escuchaba—. Novia, cuando te levante por la cintura, inclínate y bésalo.
Tal vez levanta la pierna —dijo, moviéndose hacia atrás para obtener un buen
ángulo. Me quedé allí preguntándome si lo había oído bien, que tendría que besar a
Liam.

—Calabaza, vamos —dijo Liam detrás de mí. Durante la última media hora,
probablemente me había llamado cada término romántico.

—Será mejor que no me sueltes, Liam, o te juro por Dios que te mataré. —Le
advertí, señalándole mientras me dirigía hacia él.

—Prometo que no… a menos que peses mucho. —Le golpeé el brazo, luego
puse mis manos en su hombro y respiré profundamente. Por favor, no me sueltes,
canté en silencio mientras Liam me ponía las manos en la cintura. Él contó
suavemente hasta tres antes de levantarme sin esfuerzo. Mi rostro estaba a una
pulgada de distancia de él, pero la necesidad de besarlo regresó con toda su fuerza.
Miré su rostro, casi memorizándolo mientras me mantenía suspendida en el aire.
Mi agarre sobre sus hombros se aflojó, y mis dedos se abrieron paso lentamente por
su cuello y el costado de su mandíbula. El músculo saltó bajo mis dedos mientras
me dirigía a sus mejillas. Mi aliento salía entre mis labios y mis dientes salieron a
morder mi labio inferior. Cuanto más tiempo miraba a Liam, más quería sentir sus
labios contra los míos.

Todo y todos a nuestro alrededor se desvanecieron en el fondo. Todo lo que


sabía era que Liam me miraba, sus ojos azules se oscurecían. Sus labios se
separaron, y de alguna manera acercó su rostro a la mía. En el momento en que
sentí que sus labios rozaban los míos, eché todo fuera de mi mente y bajé mis
labios, capturando los suyos. Mis manos ahuecaron sus mejillas mientras él me
sostenía, pero sentí el menor toque de sus dedos o pulgares frotando mi cintura. El
beso duró más de un segundo. En cambio, nos hundimos en ello.

Sus labios se volvieron casi exigentes cuando los movió contra los míos. Le
devolví el beso con fuerza y dejé escapar un pequeño gemido cuando sentí que su
lengua se deslizaba y trazaba mis labios, casi pidiéndome permiso para entrar.
Dándolo, separé mis labios. Mis manos se movieron hacia arriba en su cabello, y lo
agarré entre mis dedos. Todo lo que podía pensar en este momento eran sus labios
y los míos. Nada más importaba. Estaba un poco consciente de que mi pierna
estaba empezando a subir. Por una fracción de segundo, pensé en El Diario de la
Princesa y en todo el asunto de los movimientos de los pies, pero desapareció en un
instante cuando la lengua de Liam rodeó la mía.

Sentí que los brazos de Liam me hacían caer, pero no nos separamos. En
cambio, envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, aplastándome contra su
pecho, mis dedos de los pies apenas tocaban el suelo. Agarrando su cabello, giré mi
lengua con la suya. No me importaba que necesitara oxígeno en este momento.
Liam era mi oxígeno. No sé cuánto tiempo nos besamos, pero finalmente nos
separamos y jadeamos mirándonos fijamente. Mis labios se sintieron hinchados, y
cuando miré a Liam vi que él también lo estaba. Con nuestros brazos todavía
envueltos uno alrededor del otro, quería sonreír. Le di mi primer beso a Liam y en
ese momento no me arrepentí en absoluto.
2
Le había dado mi primer beso a Liam, y en ese momento, no me arrepentí en absoluto.

Me quedé mirando a Liam después de que nos alejamos del beso. Me


hormigueaban los labios y se sentían hinchados. De hecho, todo mi cuerpo se
sentía como un hormigueo, y mis rodillas amenazaban con ceder. Como ese fue mi
primer beso, no tenía nada con qué compararlo, pero sabía que Liam tenía
experiencia, y con la forma en que estaba actuando, tenía que ser bueno. ¿Verdad?
Me miraba fijamente casi conmocionado o incluso sorprendido.

Cuanto más tiempo se quedaba allí mirándome en silencio, la preocupación


de que el beso no fuera bueno o de que se alejara de mí empezaba a crecer. Todavía
estaba apretada contra él, mi corazón latiendo fuerte en mi pecho.
Automáticamente moví mi cabeza hacia atrás, esperando que Liam explotara y
empezara a gritarme.

—Esta bien, ya basta de besuqueo. Es hora de tomar fotos con el resto de la


fiesta de la boda —dijo Leonardo, interrumpiendo nuestro concurso de miradas
fijas. Con el silencio de Liam arrastrándose aún más, sentí que mi corazón
empezaba a hundirse. Pensó que el beso fue un error. Probablemente me gritaría en
el momento en que llegáramos a casa para que sus padres no pensaran que algo
andaba mal entre nosotros. Devolviendo las lágrimas que querían caer, me tragué el
nudo en la garganta. Fue estúpido de mi parte pensar que a Liam le gustaría o
querría besarme. Era tan repulsiva que al momento de besarlo, se arrepintió. Justo
cuando empezaba a salir del fuerte agarre de Liam, me sorprendió al volver a
ponerme un besito en los labios antes de desenvolver sus brazos de mi cintura.

Me quedé de pie conmocionada, tratando de procesar el hecho de que Liam


me besó voluntariamente, otra vez. No estaba huyendo ni gritándome. De hecho, me
miraba con una pequeña sonrisa en su rostro. Mientras extendía la mano, deslicé la
mía dentro de ella, tragándome la impresión que estaba sintiendo. Necesitaba
saborear el hecho de que estaba actuando normal a mi alrededor. Lo seguí mientras
caminábamos de regreso a la casa, nuestro silencio realmente cómodo. En el
momento en que entramos en la casa, todos se pusieron de pie y Lennon me sonrió
como si supiera lo que acababa de pasar. Junto a ella, Blake sonrió, guiñándonos el
ojo a Liam y a mí.

—Liam, ve y ponte esto debajo de tu camisa de vestir —dijo Blake, lanzando


algo azul hacia Liam, quien lo atrapó con una sola mano. Asintió como si supiera
lo que era antes de enviarme una pequeña sonrisa y bajar la mano, dirigiéndose al
baño para cambiarse. Lo miré fijamente, mis emociones iban a todas partes. Tal vez
de eso hablaba Lennon, de que Liam era genial una vez que lo conocías.

—Las damas de honor y los padrinos vengan aquí —gritó Leonardo, a pesar
de que estábamos todos bien allí. Miré al fotógrafo, pero me llamó la atención la
nueva llegada. Era guapo. Muy lindo, en realidad. Cuando se paró junto a Blake,
pude ver que tenía la misma altura, tal vez dos centímetros más pequeño, con el
cabello corto y castaño claro. Sólo podía ver la mitad de su rostro, pero desde aquí
podía ver una gran línea de la mandíbula. Había algo caliente en la línea de la
mandíbula de un hombre. Estaba vestido como Liam y Blake, con una camisa de
vestir blanca que mostraba sus brazos bien formados, y también llevaba pantalones
de vestir negros. Me quedé ahí parada preguntándome quién era y por qué estaba
aquí, sin escuchar nada de lo que decía Leonardo. Sentí un suave empujón en mi
brazo, así que aparté los ojos del chico nuevo y vi a Liam de pie a mi lado, con el
mismo aspecto que tenía antes.

—¿Lista para irnos? —preguntó.

—Uh, ¿qué? —pregunté, confundida.

—No escuchaste ni una palabra de lo que dijo, ¿verdad? —preguntó Liam,


con una sonrisa en su rostro.

—No, por supuesto que sí. Simplemente no te oí —mentí, levantando mi


barbilla y doblando mis brazos sobre mi pecho. Giré para enfrentarme a él.

—Uh-huh. —Me miró con una sonrisa de satisfacción. Obviamente sabía que
estaba mintiendo—. Entonces, ¿adónde vamos? —Dio un paso más cerca de mí. Su
proximidad a mí me dejó la boca seca y la mente en blanco por un minuto—.
"Jenna —se burló.

—Vamos a salir —dije—. Vamos, no queremos llegar tarde. —Sonreí, agarré


su mano y lo saqué por detrás de la puerta del patio trasero.

—Ahí están. ¿Podrían dejar de besarse para que podamos terminar con esto?
—Blake nos gritó en el momento en que salimos. Me sonrojé, pero continué
arrastrando a Liam conmigo.
—Jenna, eres más que bienvenida a caminar conmigo en vez de con Liam —
dijo Brian desde delante de nosotros. Dejé salir una risa como Liam, Blake, y el
chico nuevo inmediatamente comenzaron a gritarle por ser demasiado viejo y por
encontrar a su propia chica. Puede parecer extraño que un tipo que podría tener la
edad de mi abuelo estuviera coqueteando conmigo, pero en realidad no lo estaba.
Era quien era y además, era un coqueteo amistoso, no un coqueteo de te-quiero-
ahora.

—¿Quién es el chico nuevo? —le susurré a Liam mientras seguíamos a


Leonardo.

—Ese es Grayson Patterson. Es un amigo de la universidad y trabaja en la


empresa conmigo —respondió Liam.

Todos nosotros, los padres de Liam y Brian incluido, caminamos por el patio
trasero por unos minutos antes de que finalmente nos detuviéramos frente a un
hermoso lago. No era enorme, pero era lo suficientemente grande para canoas, y
sería un entrenamiento nadando de un lado a otro. Los árboles se alineaban en el
borde del agua, haciéndola casi aislada y turbia. Había una cubierta que conducía
un poco hacia el lago. Tomar fotos aquí definitivamente fue una buena idea.

—Bien, primero, hagamos una pareja con los novios, luego con el resto de
ustedes —dijo Leo, interrumpiendo mi mirada. Haciendo a un lado la incómoda
sensación de que todo el mundo nos veía a Liam y a mí posando para las fotos, dejé
que Liam me llevara a donde Leo quería que estuviéramos—. Quiero que se tomen
de las manos entre sus cuerpos y se apoyen el uno en el otro. Vamos. —Cuando
puse los ojos en blanco, me gané una risita de Liam mientras hacíamos lo que nos
decían. No pude evitar sentir que Liam y yo éramos piezas de arcilla que se movían
y esculpían de la manera que Leo quería.

—¿Por qué lo escogiste? —le murmuré a Liam, inclinando mi rostro hacia el


suyo.

—Bueno, ya sabes que es sexy. Es de mi tipo. ¿No lo sabías? —contestó


sonriéndome. No pude evitar sonreír y reír. Quería sacudirle la cabeza, pero con
Leonardo gritándonos que nos quedáramos exactamente así, no lo hice.

—No sabía que te gustaban los hombres, especialmente los italianos. —Le
sonreí.

—¿No sabes que el acento es una de las razones por las que es mi amigo? —
Movió las cejas, y yo solté una risa fuerte.

—Bien, ahora voltéense de espaldas el uno al otro. Novia, haz una cara
mientras tú, novio, sonríes. —Con la parte baja de la espalda de Liam presionada
contra la mía, crucé los brazos sobre el pecho y aplasté mi rostro. Prácticamente
podía sentir a Liam con una sonrisa gigante. Sólo pasamos unos minutos más
posando antes de que Leonardo hiciera un gesto para que el resto del grupo viniera.
Después de no haber prestado atención toda la tarde, de repente me di cuenta de
que Julie y Lennon eran mis damas de honor, mientras que Blake y Grayson eran
los padrinos de Liam. Me entristeció no poder decir quiénes eran mis damas de
honor, pero al menos tuve dos chicas estupendas y simpáticas. Además, no quería
arrastrar a Sophia o a Candy a mi vida más de lo necesario.

—¿Así que creo que vamos a probar la pose que una de las damas de honor?
—preguntó Leonardo, y miré a la hermana de Liam y a Lennon, confundida.

»Sí. —Lennon asintió, y luego giró hacia mí—. Te va a encantar esta idea.
Les di a cada uno de los chicos una camiseta de superhéroe para que la usaran
debajo de sus camisas, para que mientras estemos a su lado, abran sus camisas y
como si estuvieran rasgando sus camisas con ella debajo. Lo vi en Pinterest y supe
que teníamos que hacerlo —explicó. Me gustó la idea, y estaba a punto de decir que
sí cuando las voces de los chicos resonaron a nuestro alrededor.

—Amigo, todavía no entiendo por qué tuve que ser Iron Man. ¿Por qué no
podría ser Batman? —preguntó Grayson, casi lloriqueando. Los tres chicos estaban
desabrochando la parte superior de sus camisas, mostrando la camisa de superhéroe
que tenían.

—Porque soy más genial que tú —dijo Blake con una sonrisa de satisfacción.

—Nadie es más genial que Superman, imbéciles —dijo Liam. Los tres estaban
actuando como niños, discutiendo quién era el mejor héroe.

—No puedo creer que te guste esa —le dije juguetonamente a Lennon,
asintiendo a Blake, quien estaba poniéndole una llave de cabeza a Grayson.

—Bueno, te vas a casar con ese —contestó Lennon, señalando a Liam, que
estaba allí de pie mirando a los dos hombres adultos que estaban a punto de luchar.
Parecía que les decía algo en voz baja, pero sabía que no era nada para que se
detuvieran.

—Tristemente, tienes razón.

—Tus dos hombres son unos idiotas, —Se metió Julie, moviendo la cabeza
hacia ellos.

—Oye, el tuyo está siendo maltratado por Blake —señaló Lennon.


—Espera, ¿te gusta Grayson? —pregunté, girando hacia ella. Podría verlos
como una linda pareja. Además, tendría sentido que le gustara uno de los amigos
de Liam, igual que a Lennon.

—No, no es gran cosa. Sólo pienso que es sexy —dijo Julie, pero por la forma
en que miraba a Grayson, supe que no era sólo un enamoramiento. Ella sentía algo
más profundo por él. A mi lado, Lennon puso los ojos en blanco.

—Mejor los separamos antes de que arruinen su ropa —comenté, a lo que


ambos asintieron con la cabeza—. ¡Oigan, muchachos, deténganse! —grité, pero no
me oyeron por encima de Lennon, que marchó hasta los tres y gritó.

—Oigan, imbéciles, ya basta. ¡Queremos terminar esto! —Prácticamente


estaba gritando en los oídos de Blake y Grayson, haciendo que se detuvieran y se
alejaran el uno del otro—. Buenos chicos. —Se puso de puntillas para darles
palmaditas en la cabeza como perros. Le sonreí, moviendo un poco la cabeza antes
de ir a apoyar a Liam. Mientras todo esto ocurría, Lilly, Adam y Brian estaban
sentados en un banco a la sombra, hablando en voz baja y mirándonos de vez en
cuando. Ni siquiera me preguntes por qué estaban aquí.

»¡Todos! —Leo nos levantó la voz—. Sólo unas pocas fotos más. La primera,
probemos todas las damas de honor de pie un poco delante de los padrinos, pero a
un lado, sosteniendo la camisa como si la estuvieran abriendo, revelando las
camisas del héroe debajo. Mientras lo hacen, miren a la cámara. Pueden sonreír si
quieren, pero los hombres miran sus camisas. —Todos asentimos con la cabeza
antes de ir con nuestros respectivos hombres. Por supuesto que no fue una sorpresa
que Lennon estuviera con Blake, y Julie con Grayson.

—Asegúrate de no rasgar mi camisa porque quieres ver mi cuerpo —me


susurró Liam mientras le abría la parte superior de la camisa.

—Por favor, como si quisiera ver tus pechos caídos —le dije, sonriéndole
dulcemente antes de girar hacia la cámara. Mantuve mi rostro plano, mirando a la
cámara mientras Liam mantenía la cabeza baja, como se le dijo. La forma en que
actuaba conmigo hoy me tomó tan desprevenida, pero me gustaba cuando era tan
despreocupado y divertido. Estaba siendo amable conmigo y haciendo comentarios
sarcásticos. Si él actuara así el resto del tiempo, no habría problemas con nuestro
trato. Pero una pequeña parte de mí quería que se mantuviera frío y mezquino,
porque sabía que si seguía actuando así a mi alrededor, no tendría problemas en
enamorarme de él. Eso era algo que no podía hacer.

—¡Genial! Ahora, damas de honor, vengan aquí, y padrinos, abran sus


propias camisas y mírenlas. Novios, quiero que miren a la cámara mientras la novia
sostiene la camisa abierta, y, novio, las manos en los bolsillos. Quiero sus caras
planas —instruyó Leo. Todos estábamos en posición cuando Leonardo gritó—:
¡No! —A Blake y Grayson, lo que les hizo acercarse a nosotros. Después de unos
cuantos intentos, debió de estar satisfecho y se detuvo.

Durante los siguientes diez minutos, Leonardo me tuvo sólo con mis damas
de honor y Liam sólo con sus padrinos. No sabía cuántas fotos habíamos tomado,
pero mi boca empezaba a doler por la sonrisa y mis pies por los talones. Todos los
que nos rodeaban empezaban a estar ansiosos y cansados, así que cuando Leonardo
finalmente exclamó que había terminado, todos respiramos aliviados. Mientras
caminaba de regreso a la casa, mi estómago gruñó y mi garganta estaba seca.

En el momento en que volvimos a la casa fresca, la mamá de Liam fue a la


cocina a preparar limonada y algunos bocadillos. Me ofrecí a ayudar, pero por
supuesto todo fue rechazado. Liam y su padre llevaron a Leonardo a la puerta y le
dieron las gracias mientras decía que las fotos estarían listas para mañana si
queríamos ir a recogerlas. Tan pronto como la puerta se cerró, Blake soltó un
enorme “Gracias a Dios". Leonardo era definitivamente diferente de todos los que
había conocido.

Nos sentamos en la sala de estar, charlando durante las siguientes horas.


Aprendí más sobre Grayson, que era el antiguo compañero de cuarto de la
universidad de Liam y Blake y que trabajaba en el departamento de IT del trabajo
de Liam, asegurándose de que las cosas iban bien en todos los hoteles que poseían.
Vi como Lennon y Blake discutían de un lado a otro sobre cosas estúpidas, pero
nunca se enfadaban realmente entre sí. Me di cuenta de que a Blake le gustaba,
pero no iba a admitirlo pronto. Lo mismo pasó con Grayson y Julie. Grayson
parecía ajeno a que Julie coqueteara con él o con sus miradas de lado.

Hablé un poco más con Brian, sintiéndome muy relajada a su alrededor,


aunque la mitad del tiempo coqueteaba conmigo. Para un hombre de su edad, era
muy amable con las mujeres.

Todo el tiempo que pasé en la casa de la familia de Liam, me reí y sonreí más
que nunca en mi vida. Me sentí en casa con ellos, y con todas las conversaciones a
mi alrededor, nunca me sentí más parte de algo. Había algo en todas estas personas
que me hizo dejar caer las barreras que había construido a mi alrededor después de
que mi madre me dejó. Por primera vez en mucho tiempo, me dejaba llevar y me
permitía ser feliz. Sabía que en un año, los padres y la hermana de Liam
probablemente me odiarían, porque nada de esto era real y les mentí en el rostro.
Sabía que después de este año volvería a ser alguien sin familia y sin dinero, pero
eso no me importaba por el momento. Ignoré el hecho de que Liam probablemente
volvería a estar solo más tarde, diciéndome que nuestro beso fue un error, y disfruté
de la forma en que estaba actuando ahora y de cómo quería besarlo de nuevo. Lo
llevé todo a la parte posterior de mi mente y disfruté cada segundo de sentirme
finalmente como parte de una familia.

●●●
Si me hubieras dicho hace dos días que me gustaría besar a Jenna, me habría
reído en tu cara. Pero ahora, sentado en la sala de estar de mis padres después de
un día increíble, todo lo que quería hacer era agarrarla y besarla, a pesar de todos
en la habitación. Verla reír con mis amigos y mi familia, viéndola tan
despreocupada, casi me dolió el corazón. Todos parecían amarla, Brian más que
nadie, y ver la forma en que actuaba con ellos me hizo quererla aún más.

Era una chica totalmente diferente de lo que pensé cuando la encontré.


Originalmente pensé que era una chica de papá que estaba trabajando en un club de
striptease solo para molestar a su padre. Pero no, ella no era eso en absoluto.
Trabajó en dos trabajos terribles solo para poder pagar sus cuentas, no tenía padre y
su madre la abandonó. En el momento en que la traje a mi casa, quería terminar el
trato porque no quería tratar con ella. Pero después de que me contestó en más de
una ocasión, y al verla con Sky anoche, algo dentro de mí cambió. En lugar de
querer alejarla, quería conocerla. Quería saber qué era lo que la hacía funcionar: lo
que le gustaba, lo que no le gustaba, cómo fue su infancia, cualquier sueño futuro.
La sola idea de eso me asustó, en realidad. Liam Stanford enamorarse de una chica
era algo inaudito. Pero algo acerca de Jenna me hizo querer saber más sobre ella.

Cuando entré por la puerta antes, tenía un plan para lo que iba a hacer hoy,
pero todo eso salió por la ventana en el momento en que la vi allí de pie, con un
hermoso vestido sencillo que abrazaba su cuerpo. Su piel se veía bronceada, y su
cabello rubio estaba en rizos en su espalda. El vestido era simple, pero lo hacía lucir
mejor casi como si saliera de una revista. Al verla parada allí, casi cómoda, me di
cuenta de que no sabía que era hermosa. Ella era ajena a cómo se veía. Demonios,
si no hubiera sido por ese chico que Garrett contó nuestro secreto, de todas formas
lo habría despedido por la forma en que había estado mirando a Jenna. La forma
en que miró su cuerpo esa noche me dio ganas de darle un puñetazo en la cara para
que no pudiera volver a mirarla. Al menos no tenía ninguna preocupación con
Blake, ya que él estaba demasiado enamorado de Lennon para darse cuenta de
alguien más, y Grayson sabía que ella estaba fuera de los límites.

Después de verla pareciendo casi vulnerable esta tarde, tomé una decisión
inconsciente de intentar actuar diferente a su alrededor. Lo iba a usar hoy como
comienzo. Mientras ese estúpido fotógrafo italiano tomó nuestras fotos, no pude
evitar sentir la sensación del cuerpo de Jenna presionado contra el mío. Ella era tan
pequeña contra mi gran cuerpo, pero de alguna manera se adaptaba perfectamente
a mí. En silencio le grité a Leonardo que nos pusiera en una pose para besarnos. El
casi beso de la noche pasada había pasado por mi mente toda la noche. Me
arrepentí de la decisión de ir a mi habitación después de ayudar con Sky y no
quedarme. No quería nada más que los suaves labios de Jenna en los míos.

Ella había estado tan cerca de mí la noche anterior, y la mirada en sus ojos
verdes mientras me miraba me hizo querer presionar mis labios contra los de ella.
Lo habría hecho si no hubiera habido un golpe en la puerta. En el momento en que
se alejó, me di cuenta de todos los malos pensamientos que pasaban por mi mente.
No pude evitar pensar en ella tumbada debajo de mí mientras la besaba a lo largo
de su cuello. Había algo tan atractivo en Jenna que me hizo quererla más que
cualquier otra mujer que haya deseado.

Cuando la cara de Jenna estaba a una pulgada de la mía, miré fijamente a sus
ojos verdes, mirando como parecía que estaba teniendo una batalla interna. Si ella
no me hubiera besado, la habría besado, honestamente. En el momento en que sus
labios se encontraron con los míos, todo sobre no enamorarme de ella desapareció.
Sus labios eran tan suaves como pensaba, y su suave y pequeño gemido era más
caliente que cualquier otra cosa que hubiera escuchado. No quería que el beso se
detuviera, y cuando lo hizo, tuve que recuperar el aliento. Ella me miró con ojos de
gata, haciéndome sentir como una masilla en sus manos. Apenas escuché lo que
Leonardo estaba diciendo, y claramente Jenna tampoco estaba escuchando.
Sorprendiéndome tanto a ella como a mí, le di un suave beso en los labios antes de
tomar su mano y llevarla dentro.

El resto de la tarde mantuve la necesidad de besarla a raya, pero fue difícil


porque la presionaron contra mí durante las fotos. Y ahora, al verla riendo con mi
familia, la necesidad era más fuerte. Jenna me estaba haciendo sentir cosas que no
había sentido en años, y lo que me asustaba era que me gustara. Me gustaba como
me contestaba, como hacía lo contrario de lo que le pedía que hiciera. Jenna
Howard, ¿qué me estás haciendo?
3
Era el día después de nuestras fotos de compromiso, y estaba sentada en la
mesa de la cocina con Lennon a mi lado diciéndome qué tenedor se usaba para
qué. Intenté escuchar, de verdad, pero mis pensamientos volvían a Liam. Todo lo
que pasó ayer me hizo perder los estribos y no sabía qué pensar de él. Después de
que todos nos sentáramos alrededor de la casa de sus padres por un tiempo, lo vi
mirándome fijamente con una expresión extraña en su rostro. Por supuesto, al verlo
mirarme, también le echaba un vistazo a hurtadillas.

Eran las cuatro de la tarde cuando dejamos la casa de sus padres. Liam no me
dejó conducir con nadie más que con él. Estuvo raro todo el viaje de vuelta a casa e
hizo el esfuerzo de hablar conmigo sobre las fotos y cosas al azar. No quería
preguntarle por qué estaba actuando raro en caso de que lo hiciera parar. Cuando
llegamos a casa, se puso a trabajar haciendo la cena para los dos.

El resto de la noche habló de todo y de cualquier cosa. Me di cuenta de que


intentaba ser más amable conmigo y hacerme sentir cómoda. No sabía qué había
cambiado con él, pero no me quejaba. Fue agradable estar cerca de él y tener una
buena conversación. Era la primera vez en tres semanas que me sentía como en
casa y que Liam me quería. Lo que sea que estuviera pasando, no quería que se
detuviera. Cuando nos fuimos a la cama, incluso me acompañó hasta la puerta y
me dijo:

—Buenas noches.

Había pasado buena parte de la noche revisando todo con una amplia sonrisa
en el rostro. No sabía qué hora era cuando finalmente me quedé dormida, pero
sabía que todavía tenía una sonrisa en mi rostro y una imagen del rostro de Liam
en mi mente. Sabía que no iba a estar bien todo de repente con él cuando me
levanté, pero cuando lo hice me sentí más ligera que antes. Tal vez era saber que
Liam estaba siendo más amable que antes.

Extrañé a Liam esta mañana cuando se fue a trabajar, pero ni siquiera una
hora más tarde apareció Lennon, listo para enseñarme cómo actuar
"apropiadamente". Aun así me enojaba que tuviera que hacer esto, pero si tanto
Lennon como Liam pensaban que ayudaría, lo haría. No esperaba con ilusión su
fiesta de trabajo, que se celebraba en dos días. La idea de tener que vestirme y
conocer a un montón de gente nueva que pensaba que Liam y yo realmente nos
íbamos a casar fue suficiente para hacerme vomitar un poco. No me gustaban las
grandes multitudes ni la atención. Prefiero esconderme en el fondo y dejar que
otros sean el centro de atención. Además de recaudar dinero, que era la verdadera
razón de la Beneficencia, sabía que la gente iba a estar en Liam y en mí como
perros de caza, preguntando por nuestro compromiso. Esta tarde se suponía que
íbamos a ir a recoger unas cuantas fotos de la sesión, y luego las entregaríamos al
periódico para que las imprimieran mañana. Mañana por la mañana mi vida entera
cambiaría una vez más. Sería conocida como la prometida de uno de los solteros
más ricos y codiciados: Liam Stanford.

—Jenna, ¿me estás escuchando? —La voz de Lennon irrumpió en mis


pensamientos.

—Sí, por supuesto.

—Esta bien, ¿entonces para qué se usa este tenedor? —Levantó un tenedor
más pequeño, pero aun así se veía igual que el otro.

—¿Ensalada? —pregunté.

—Esa fue fácil —dijo, pero asintió con la cabeza que lo había entendido bien.

—¿Podemos tomar un descanso y comer algo? —pregunté, recostada en mi


silla. Habíamos estado haciendo esto por más de dos horas, y mi cerebro estaba
frito.

—Bien, pero sólo por unos minutos. Todavía tenemos mucho que repasar. —
suspiró Lennon.

—¿Hay más? —me quejé—. Me siento como si estuviera de vuelta en el


instituto. —Sólo negó con la cabeza.

—Sería un gran maestro.

—¡Sí, gran torturador de niños! —Me levanté y me dirigí a la nevera a comer


algo—. ¿Tienes hambre? Puedo hacer algo para nosotros.

—Claro, estoy bien con cualquier cosa. —Vi un trozo de pavo en la nevera y
lo saqué—. Así que Liam y tú se besaron, ¿eh? —dijo Lennon unos minutos
después, haciéndome dejar de poner pavo en nuestros sándwiches.
—Fue sólo un beso en los labios —dije, tratando de hacer que sonara como si
no fuera gran cosa.

—¡Eso no fue sólo un beso! Fue todo un éxito —dijo ella. Levanté la vista y la
encontré apoyada en la barra que tenía delante con una sonrisa en el rostro.

—¿Y cómo lo sabes?

—Todos estábamos espiando, pero eso no importa. —Agitó la mano—.


Parecía que lo estaban disfrutando.

—¡Lennon! Ese es tu mejor amigo —dije. Me sentí un poco incómoda


hablando de Liam y de mis besos.

—Como si no hubiera oído nada de las novias pasadas. En serio, después de


ese beso Liam no pudo quitarte los ojos de encima.

—¿De verdad?

—Sí. Todo el tiempo que tomamos fotos, él te estaba observando. Lo mismo


que después, cuando todos estábamos sentados en la sala de estar.

—Probablemente tenía algo en el rostro —dije, terminando nuestra comida y


dándole un plato antes de volver a la mesa. Quería que lo que dijo Lennon fuera
verdad, pero era Liam. No me encontraría nada atractiva.

—Y tú eres igual de culpable. Lo mirabas cada vez que podías.

—¡No lo hice!

—Así lo hiciste. Con sólo mirarlos, pude sentir la tensión sexual —dijo. Me
atraganté con mi sándwich y busqué mi agua. Sentí que la mano de Lennon
golpeaba suavemente mi espalda.

—N-No hay tensión sexual entre nosotros —me ahogué.

—Puedes negarlo, pero está ahí. Sólo tienen que ceder. —Suspiró y mordió su
comida.

—¡No eres la indicada para hablar! Tú y Blake no podían dejar de mirarse


ayer.

—Eso es una mentira. Blake nunca me ha visto y nunca me verá más que
como una amiga. Siempre seré la chica nerd y con el rostro de acné de la escuela
secundaria —dijo en tono desanimado.
—Sí, claro. Literalmente no podía dejar de mirarte. Se sentó a tu lado a
propósito cuando había muchos asientos vacíos, y tú eras la dama de honor de su
padrino. Sé a ciencia cierta que si fueras de Grayson, le habría dado un ataque.
Lenn, honestamente, no hay manera de que no le gustes. Eres más que guapa,
divertida, inteligente, simpática.

—Entonces, ¿por qué no ha dicho nada o no ha hecho ningún movimiento


para hacerlo? No le importaba cuando tuve novio hace unos meses.

—Tal vez tiene miedo de arruinar su amistad, o simplemente no tiene las


bolas para decir algo. Apuesto a que le importaba más de lo que decía de tu ex.
Puede que tengas que ser tú quien lo invite a salir. No hay vergüenza en hacer eso.

—¿Lo has hecho antes? —preguntó, mirándome casi con esperanza.

—Yo, um, no lo he hecho. —Me aclaré la garganta y miré mi plato.

—Jenna, has tenido novio antes, ¿verdad? —preguntó Lennon. Podía sentir
su mirada en mí, pero seguía mirando hacia abajo. Me dio vergüenza decir que no
lo había hecho. Tomó mi silencio como respuesta—. Eso no puede ser verdad. Eres
hermosa.

—Me quedé en el fondo durante la secundaria. Y nadie quiere salir con una
chica que no tiene padres —dije, encogiéndome de hombros. Admitirlo en voz alta
ya no me dolió—. Pero no hablemos de eso. Probablemente deberíamos terminar
esto antes de que Liam llegue a casa. Tenemos que ir a buscar fotos para los
periódicos más tarde, —Cambié de tema rápidamente, sin querer llamar la
atención.

—No creas que lo dejaré pasar tan fácilmente, señorita. —Lennon me señaló.
Agarrando nuestros platos, los puso en el fregadero y agarró una carpeta enorme
antes de volver a la mesa.

—¿Qué es eso? —pregunté, mirando la carpeta que era tres veces más gruesa
que mi muñeca.

—Estos son todos los que probablemente verán el viernes. Los empleados de
Stanford Industries estarán allí, así como los beneficiarios de la compañía. También
habrá algunas de las famosas compañías neoyorquinas. Necesitamos que estés
familiarizada con todos ellos para que cuando se acerquen a ti en la Beneficencia,
puedas hablar con ellos. Vamos a empezar. —Se frotó las manos y abrió la carpeta.
Me quejé, ya temiendo la siguiente hora más o menos.

●●●
—Lennon, si dices el nombre de otra persona te mataré —amenacé
exactamente dos horas después. Mi cerebro estaba más allá de frito, y mi cabeza
palpitaba. Ahora era uno, y estaba más que lista para terminar. Lennon era una
profesora tortuosa. En más de una ocasión, quise estrangularla.

—Jenna, una más. ¿Quién es Martin Brotherson? —preguntó.

—Es vicepresidente y fundador de Brotherson's Inc. Venden de todo, desde


muebles hasta artículos electrónicos. Tiene el cabello castaño, que probablemente
tenga que teñir. Tiene más de cuarenta años. Su esposa es Karen Brotherson, y
tiene una hija llamada Tessa y un hijo llamado Ryan; son gemelos y tienen trece
años. Creo que están en algún internado —murmuraba en mis brazos, donde
descansaba mi cabeza—. Ahí. ¿Podemos terminar ya?

—Vaya, me impresiona que hayas aprendido el nombre de todos y las cosas


sobre ellos. Esperaba venir mañana y terminar, pero ahora no tengo que hacerlo.

—Gracias a Dios —murmuré.

—¿Por qué no estás en la escuela? Eres muy inteligente.

—Nunca tuve el dinero para ir. Ni siquiera podía ir a la secundaria la mayor


parte del tiempo, así que ¿por qué gastar el dinero en la universidad para tener el
mismo problema? —Me encogí de hombros, levantándome para tomar una copa.

—¡Quizás ahora puedas! Podrías tomar unas cuantas clases —dijo Lennon,
siguiéndome.

—No lo sé. —Nunca había pensado en ir a la universidad. Siempre era algo


que no podía hacer. Quiero decir, me iba bien en el instituto. Lo habría hecho
mejor si hubiera sabido que podía entrar en algún lugar o si tuviera un futuro. No
fui estúpida. De hecho, era bastante inteligente, pero la idea de ir a la universidad
me resultaba extraña.

—Sólo piénsalo, no estaría de más investigarlo. Será mejor que me vaya. Una
chica a la que maquillo me necesita para algo. Te enviaré un mensaje más tarde.
Diviértete con Liam. —Me guiñó un ojo antes de abrazarme y marcharse.

Al salir de la cocina, me dirigí a la biblioteca para leer un poco antes de que


Liam llegara a casa. Hacía tiempo que no leía y empezaba a tener abstinencia.
Había terminado 1984, así que busqué en las filas de libros algo que me llamara la
atención. Mientras miraba a mi alrededor, una conocida cubierta negra captó el
rabillo de mi ojo. Al sacarlo, dejé salir una risa cuando vi el título. Ni en un millón
de años pensé que Liam leería o tendría Crepúsculo. Negué con la cabeza, riendo
suavemente al notar que tenía toda la serie. Con el libro todavía en la mano, me
dirigí a la cómoda silla de la esquina. Nunca lo había leído antes, pero había oído
que era bueno. Metiendo los pies debajo de mí, me sumergí en la historia.

No sabía cuánto tiempo estuve leyendo, pero cuando finalmente levanté la


vista, Liam estaba parado en la puerta mirándome. Me sonrojé al darme cuenta de
que me había llamado varias veces, pero no le había contestado. Estaba tan absorta
en el libro que no me di cuenta de que ya estaba en casa. Tenía unas buenas
noventa páginas y pude ver por qué fue un gran éxito. La autora hizo un gran
trabajo en atraer al lector a este mundo donde los vampiros y los hombres lobo
existían.

—Lo siento, no te oí —dije en voz baja, casi como si fuera a despertar a los
libros. Había algo en cualquier biblioteca que te hacía susurrar.

—¿Qué estás leyendo? —preguntó Liam, con su voz profunda y fuerte al oído
después de horas de silencio. Al mencionar Crepúsculo, sonreí, caminando hacia él
con el libro apretado contra mi pecho para que no viera lo que era.

—No sabía que leías toda la serie de Crepúsculo. —No pude evitar burlarme de
él.

—¿Qué? Nunca he leído eso —se defendió, pero me di cuenta de que estaba
mintiendo por el pequeño rosa en sus mejillas.

—¿Así que están aquí sin ninguna razón? —Debería haberlo dejado, pero fue
divertido burlarse de Liam. No ocurría todos los días.

—Sólo está ahí para llenar el espacio.

—De acuerdo. Necesitamos renovar tus libros aquí. Todos son viejos —dije,
dejando caer los comentarios de Crepúsculo, pero no pude borrar la sonrisa de mi
rostro.

—Probablemente tengas razón. No he leído ni la mitad de estos —dijo


mientras miraba a su alrededor—. ¿Qué tal si vamos a una librería después de dejar
las fotos?

—Suena bien para mí. —Le sonreí. Aunque no se dio cuenta de que el simple
gesto de conseguirme más libros era dulce, lo hice.

—¿Lista para irnos?

—Sí, déjame cambiarme y ponerme los zapatos. —Al rozarlo, ignoré la


sensación de hormigueo que se extendía por mi brazo cuando tocaba el suyo.
Caminé rápidamente a mi cuarto y me quité el pantalón y me puse mis jeans.
Deslizándome en mis Converse, tomé mi anillo antes de olvidarlo, luego tomé mi
bolso y me dirigí a buscar a Liam para que pudiéramos irnos. Probablemente fue
una buena idea usar mi anillo de compromiso cuando dejemos las fotos.

Encontré a Liam de pie junto al garaje esperándome pacientemente. Me envió


una sonrisa que me paró el corazón, y me hizo un gesto para que le indicara el
camino. Mientras caminaba hacia el garaje, me di cuenta de que era la segunda vez
que Liam me sonreía de verdad. Por lo general, sólo sonreía o mantenía los labios
en una línea delgada.

Ya me estaba gustando este nuevo lado de él.

Me deslicé en el asiento del pasajero del Jeep, y Liam se echó para atrás y
comenzó a conducir a dondequiera que íbamos. Cuando subí el volumen de la
radio, asentí con la cabeza para decir "Cállate y Baila". El viaje para recoger las
fotos, fue rápido. Al apagar el auto, Liam saltó y corrió hacia mi puerta antes de
que pudiera abrirlo yo mismo. Él me tendió la mano, sonreí poniendo la mía dentro
de la suya. Siguiendo al lado, entramos en un enorme y bonito edificio. Una
campana sonó sobre nosotros cuando entramos, e inmediatamente oí la voz de
Leonardo gritándonos:

—¡Tortolitos! Vienen para recoger las fotos. —El sonido de su acento italiano
era espeso y resonaba por toda la habitación.

—Sí —contestó Liam.

—Síganme. —Miré a mi alrededor mientras Liam me empujaba tras él.


Leonardo nos llevó por un pasillo que estaba lleno de hermosas fotos de puestas de
sol, flores, gente y estrellas. Cada una de ellas era tan hermosa que sólo quería
parar y mirarlas todo el día. Leonardo tenía mucho talento. Si nuestras fotos se
vieran tan bien como las de la boda en las paredes, estaría más que feliz—. Bien,
aquí están.

Nos detuvimos frente a un enorme mostrador que tenía más de una docena de
nuestras fotos de compromiso esparcidas sobre él. Bajando mi mano de la de Liam,
busqué la primera que vi. Fue en la que Liam y yo nos besamos. Mi aliento se atoró
en mi garganta al ver lo increíble que nos veíamos. La luz era perfecta y brillaba a
nuestro alrededor mientras Liam me sostenía. Mi pierna estaba en el aire, mis
manos agarrando sus hombros, mi cabello enmarcado alrededor de su rostro, casi
bloqueándolo. Suavemente la dejé en el suelo y suavemente busqué otro. Tenía
miedo de arruinarlo. En esta estábamos en el lago. Leonardo sacó la foto justo
cuando me reía. Liam decía que Leo era su acompañante. Mi cabeza estaba
arrojada hacia atrás mientras mis manos agarraban la suya entre nosotros. Liam me
miraba fijamente con una sonrisa amorosa en su rostro.
La forma en que me miraba mientras reía hacía que mi corazón latiera más
rápido. Era la mirada de alguien enamorado. Había visto a Tom del club mirar a su
novia Kendra de la misma manera. El lago en el fondo se veía asombroso, y el sol
brillaba directamente hacia nosotros, casi envolviéndonos en un capullo de luz.
Sonriendo al ver la foto, pasé a la siguiente y sonreí más a fondo al vernos a todos
con las camisetas de los chicos abiertas, revelando las camisetas de los superhéroes.
Resultó ¡perfecto! Los tres chicos estaban mirando sus pechos mientras Julie,
Lennon y yo mirábamos a la cámara. Todas las fotos se veían increíbles, y me
encantó cada una de ellas. Sólo podíamos elegir dos para salir en el periódico, y la
decisión iba a ser difícil. Cuando miré cada una de las fotos de Liam y de mí, la
mirada en nuestros rostros mientras nos mirábamos el uno al otro me hizo sonreír
en respuesta. Nos veíamos bien juntos; no iba a mentir.

—Necesitamos dos fotos. ¿Cuáles te gustan, Jenna? —preguntó Liam unos


minutos después de que los dos miráramos todas.

—¿Sólo dos? —interrumpió Leonardo. Parecía casi ofendido.

—Para el periódico. El resto las usaremos para las invitaciones —explicó


Liam.

—Me gusta esta. —Señalé al que estaba junto al lago y me reía—. Y ésta —
dije tímidamente, señalando en donde nos besabamos.

—Igual yo. —Con la aprobación de Liam, Leonardo comenzó a empacar


nuestras fotos en una gran caja blanca, dejando fuera las dos que necesitábamos
para dejarlas. Una vez que todo estaba empaquetado, Leonardo prácticamente nos
echó. Negamos con la cabeza, subimos al auto y nos dirigimos a dejar las fotos.
Estaba nerviosa porque todos en Nueva York sabían que estábamos
comprometidos. Con Liam siendo quien era, no me sorprendería que esto me diera
mucha reacción. Las mujeres estaban enamoradas de Liam, y descubrir que estaba
comprometido con una chica al azar no iba a salir bien.

—Sólo tenemos que entrar con el editor y dejar esto. Entonces podemos irnos
—dijo Liam una vez que nos detuvimos frente al edificio del New York Times.
Asintiendo con la cabeza y respirando hondo, salí del coche. Automáticamente
metí mi mano en la de Liam, y entramos. Ya se sentía natural, sosteniendo su
mano grande con la mía pequeña. Me sentí segura, como si fuera mi roca.

Ruborizada por las miradas que todo el mundo nos enviaba, me incliné hacia
el lado de Liam, queriendo desaparecer. Odiaba la atención, pero estar con Liam,
vino con el trato. Odiaba cuando la gente me miraba como si fuera un experimento
bajo un microscopio, esperando a que me pincharan y examinaran. Mientras Liam
hablaba con una señora en la recepción, discretamente miré a mi alrededor y me
encontré con un puñado de gente mirándonos fijamente, en su mayoría mujeres.
Podía oírlas susurrando entre ellas, preguntándose quién era yo y por qué una chica
como yo estaría con un tipo como Liam. Me sentía pequeña bajo su mirada, pero
no quería mostrarles cómo me sentía. Enderecé la espalda y me alejé de sus
miradas juzgadoras.

Caminando hacia el ascensor, levanté la cabeza e ignoré los susurros y las


miradas. Mi apretón en las manos de Liam se intensificó hasta que las puertas del
ascensor se cerraron, cortando los rostros de la gente en el vestíbulo. Dejé escapar
una respiración que no sabía que estaba aguantando.

»No las escuches —me susurró Liam a pesar de que éramos los únicos en el
espacio cerrado. Asentí con la cabeza y le disparé una débil sonrisa. Había tenido
mucha gente que me decía cosas en el rostro sobre mí y a mis espaldas, pero nunca
fue más fácil. Siempre había una pequeña parte dentro de mí que estaba de acuerdo
con todo lo que decían, y dolía, sabiendo que era verdad. He oído muchas veces
que no debería importarte lo que la gente piense de ti, pero ¿cómo lo haces cuando
piensas exactamente lo mismo que ellos?

—Liam Stanford, vine a ver al Sr. Parsons —dijo Liam al salir del ascensor.
Los ojos de la chica detrás del escritorio se abrieron de par en par, y abrió la boca
como un pez que jadeaba por agua. Parecía impresionada por Liam y su aspecto.

—Uh, e-está justo ahí dentro —tartamudeó, señalando una puerta detrás de
ella. Agradeciéndole, caminamos hacia la puerta y entramos.

—Sr. Parsons, soy Liam Stanford, y esta es Jenna Howard. Hablé con usted
por teléfono antes. —Liam le dio la mano al hombre. Parecía mayor, hacia finales
de los sesenta, con cabeza calva y barriga cervecera.

—Oh, sí, es un placer conocerte, —Dijo Parsons con entusiasmo. Nos hizo un
gesto para que nos sentáramos frente a su escritorio—. Así que esta es tu adorable
prometida. —La forma en que me miraba hizo que mi piel se enroscara. Sus
pequeños y encerrados ojos me miraron como si me estuviera desnudando.
Acostumbrada a los chicos que hacían eso, le entrecerré los ojos.

—Estamos aquí para dejar algunas fotos para que pueda publicarlas en el
periódico de mañana sobre nuestro compromiso, —Interrumpió Liam, ignorando
el comentario del Sr. Parsons sobre mí. Por el rabillo de mi ojo, vi a Liam
apretando la mandíbula.

—Estaríamos más que felices de ponerlo en nuestro periódico. La gente se


sorprenderá al ver que estás comprometido y con una mujer muy hermosa. —Me
retorcí en mi asiento bajo su mirada.
—Aquí. Será mejor que nos vayamos. —Liam arrojó el paquete con nuestras
fotos en su escritorio antes de levantarse. Podría decir que el Sr. Parsons también se
estaba poniendo nervioso. Siguiendo su ejemplo, me puse de pie. Sentí los ojos del
feo hombre gordo en mí, y me giré y lo atrapé mirando directamente a mi culo. Sin
importarme más, golpeé mi mano sobre su escritorio. Alejé el dolor que irradiaba
mi brazo mientras lo miraba.

—Si sigues mirando mi trasero, vendré y te arrancaré la polla. Entonces te


dejaré para explicarle a tu esposa que eres un cerdo asqueroso que se divierte
mirando a las mujeres jóvenes comprometidas, —Le susurré. Con una mirada de
muerte hacia él, me aparté de su escritorio, agarrando la mano de Liam y
sacándolo de la habitación conmigo. Cuando pasamos junto a la chica del frente, la
miré—. Te sugiero que encuentres otro trabajo en lugar de trabajar para una polla
que no puede mantenerse en sus pantalones. —La mandíbula de la niña golpeó el
suelo y entré en el ascensor.

Se sintió muy bien, finalmente, decirle algo a alguien tan repugnante como
ese hombre. Trabajar en el bar y hacer que los chicos te desnuden con sus ojos y te
dijeran cosas crueles fue terrible, pero no poder decir nada a cambio fue peor. Se
suponía que debíamos ignorarlos, a menos que se pusieran manososos. Entonces
vendría uno de los guardias como Tom. Sonreí mientras bajábamos en el ascensor.

—Maldición, no sabía que tenías eso en ti, —Dijo Liam de repente. Lo miré y
lo vi mirándome con una mirada de asombro y casi miedo—. Recuérdame que
nunca me ponga de tu lado malo. Quiero mantener mis bolas unidas. —Me reí
junto con él.

—Lo siento, no pude dejarlo pasar. He tratado con un montón de tipos como
él en el club, y me sentí muy bien al decir finalmente algo a cambio.

—¿Los hombres como él realmente te miraron y te dijeron cosas mientras


trabajabas?

—Por supuesto. Trabajando en un club de striptease, es más que probable que


te miren, te comenten y a veces te toquen. Viene con el territorio, —Le dije,
encogiéndome de hombros.

—Eso no está bien, —Dijo Liam, con voz dura.

—Está bien. Teníamos guardias apostados alrededor si las cosas se salían de


control. No es gran cosa.

—No puedo creer que hayas trabajado allí, —Murmuró en voz baja, pero
todavía lo escuché. El ascensor sonó, las puertas se abrieron. Saliendo del vestíbulo,
caminamos hacia el coche—. Vamos por algo de comer. Estoy hambriento.
Liam me dirigió una sonrisa, y nos deslizamos en el coche. Inmediatamente
despegó calle abajo.
4
El resto de la semana pasó volando, y antes de que me diera cuenta, era el día
de la Beneficencia. Lennon estuvo conmigo toda la semana y repasó todo lo que
necesitaba saber, desde donde se estaba llevando a cabo el evento hasta quién iba a
asistir. Aprendí todo sobre cada persona, quién era su familia y qué hizo su
compañía. Todavía estaba en shock conmigo misma por memorizar toda la
información en menos de una semana, al igual que Liam y Lennon.

Desde que la Beneficencia comenzaba a las siete y era la una ahora, tenía
mucho tiempo para prepararme. Cuanto más tiempo pasaba, más nerviosa me
ponía. Esta era nuestra primera aparición juntos, y después de que todos vieran
nuestras fotos de compromiso en el periódico el miércoles, supe que los paparazzi
se iban a mover en manada. La mañana en que nuestras fotos se publicaron en el
periódico, nuestra casa estaba llena de gente con cámaras esperando a que uno de
nosotros saliera. Mi teléfono comenzó a explotar con seguidores y mensajes de
personas aleatorias. Algunas personas decían que tenía la suerte de casarme con
Liam, y luego había otras que me llamaron por su nombre y me dijeron que no era
lo suficientemente buena para él. Al mediodía, tenía más de mil solicitudes de
amigos en Facebook y más de veinte mil seguidores en Instagram. Había sido idea
de Lennon conseguir Instagram el otro día. Solo había publicado una foto y solo
porque Lennon me hizo hacerlo.

Me sorprendió la cantidad de personas que querían ser mi amigo y todos los


mensajes que recibía. No pensé que estar con Liam sería una prueba tan grande. Si
pensaba que las cosas se iban a calmar, estaba equivocada.

Esta semana entera tenía que ser la mejor hasta ahora. Liam y yo nos
llevábamos muy bien. Cada noche venía a casa a las cinco y me ayudaba a preparar
la cena. Mientras cocinábamos, bromeábamos y nos disparábamos comentarios.
No sabía que Liam pudiera ser sarcástico. Apenas ayer discutimos una y otra vez si
un tomate era una fruta o un vegetal. Por supuesto que pensé que era una fruta,
pero él dijo vegetal. En los últimos días nos habíamos metido en una rutina. Los
dos cocinábamos, y él lavaría los platos mientras yo los secaba. Luego, después,
nos sentábamos juntos en el sofá y veíamos lo que estaba emitiendo. No lo
admitiría en voz alta, pero realmente disfrutaba de nuestro tiempo juntos
últimamente. Liam era definitivamente un tipo diferente al que conocí hace un
mes.
Actualmente estaba en la biblioteca otra vez, tratando de
terminar Crepúsculo antes de que nos fuéramos. Tuve que obligarme a sentarme
tranquila en lugar de pasearme por la casa, nerviosa por la noche. Realmente estaba
disfrutando el libro y sabía que estaría leyendo el resto de la serie en algún
momento. No era mi serie favorita, pero era buena.

Después de que Liam y yo cenamos el otro día, dejamos las fotos y nos
dirigimos a un Barnes and Noble. En el momento en que entramos,
inmediatamente me dirigí a la sección de jóvenes adolescentes, amando los libros
allí. Podría haber pasado horas allí, pero teniendo a Liam conmigo, no quería
hacerle esperar. Por supuesto, como todos los amantes de los libros, encontré tantos
libros que realmente quería pero no tenía dinero para comprarlos todos. Liam vio
que quería toda la serie de The Mortal Instruments y prácticamente me obligó a
dejarle que me los trajera. Literalmente los tomó de mi mano y fue a la caja
registradora y pagó por ellos antes de que lo alcanzara. Ahora esperaba terminar mi
serie actual para poder comenzar con esas.

Intenté concentrarme en mi libro, pero mis pensamientos siguieron


dirigiéndose a la noche y a la semana siguiente. Lily, la madre de Liam, me llamó
ayer para contarme cómo ya había comenzado con los planes de la boda. Quería
reunirse en algún momento la próxima semana para que pudiéramos discutir un
tema, invitaciones, la fecha y algunas otras cosas. La idea de que ya estaba
empezando con los planes de boda hizo que mi estómago se anudara. Además de
estar sola con su madre, temía que dijera algo que no debería. Tenía la tendencia a
divagar en situaciones incómodas.

—Estás aquí de nuevo —dijo Liam de repente. Salté en mi asiento y miré


hacia arriba. Mi libro cayó sobre mi regazo. De todos modos, no le había estado
prestando atención.

—Sí, lo siento, el solo hecho de estar aquí me ayuda a sentirme relajada.

—Sé exactamente a qué te refieres. Vengo aquí cuando no estoy trabajando —


dijo, entrando en la habitación y tomando asiento a mi lado en una silla.

En los últimos días mi opinión sobre Liam había cambiado. Ya no era esa
persona fría y grosera. Era más amable conmigo, casi atento. Liam estaba
empezando a ser el chico del que Lennon me hablaba. Con él siendo tan amable
conmigo, algo dentro de mí estaba empezando a cambiar, y no sabía cómo
reaccionar. Cuando estábamos sentados a la mesa cenando juntos, me contaba
historias sobre él, Blake y Lennon cuando eran pequeños. Eso hizo que mi corazón
y mi estómago revolotearan. Me sentaba allí, escuchándole y mirando su cara
mientras sonreía ante los recuerdos. Había algo tan encantador sobre Liam. No sé
qué era, pero me atraía como la gravedad.
—¿No deberías estar preparándote para la Beneficencia? —preguntó Liam.

—Estoy esperando a Lennon. Tengo instrucciones estrictas de no hacer nada


hasta que ella llegue, en caso de que lo arruine —dije, rodando los ojos.

Definitivamente la escuchas. Puede dar miedo cuando quiere —admitió él,


riendo suavemente—. Ha hecho llorar a Blake.

—¡Ella hizo llorar a Blake! —dije sonriendo y sentándome, con ganas de


escuchar más—. ¿Cómo?

—No lo admitirá porque ha sucedido varias veces. Uno fue durante nuestro
tercer año de universidad. Continuó hablando sobre cómo las mujeres no deberían
ser presidente, cosas así, y a Lennon no le gustó lo que estaba diciendo, así que lo
arrodilló en sus pelotas. Luego, otra vez fue cuando tenía una apuesta con otro
chico que jugaba al billar, y, siendo Lennon como es, tenía que meterse a tope para
distraer a Blake para que perdiera. No creo haberlo visto llorar tan fuerte. —Liam
se echó a reír y negó con la cabeza ante el recuerdo.

—Suena como algo que Lennon haría, en realidad. —Sonreí por la historia—.
¿Puedo hacerte una pregunta sobre ellos?

—Claro. —Volvió la cabeza y me miró.

—¿Por qué no están juntos? Está claro como el día que se gustan, mucho.

—¿Cómo sabes que se gustan?

—Cualquiera que tenga ojos puede verlo. Ambos se miran como si fueran la
luna hacia su sol —dije, mirándolo.

—No me preguntes por qué no están juntos. A Blake le ha gustado desde que
estábamos en la escuela secundaria. Sin embargo, no estoy muy seguro de Lennon,
pero está claro que a ella le gusta mucho.

—¿Nunca has tratado de juntarlos?

—No, siempre he pensado que lo resolverían por sí solos. —Se encogió de


hombros. Tuve una idea, y sonreí casi con malicia en mi cabeza. Mi objetivo a
partir de ahora, hasta que se cerrara el trato, era unir a Blake y Lennon. Alguien
merecía ser feliz después de esto, incluso si esos dos no admitían sus sentimientos.
Necesitaban ayuda, y yo iba a ser quien se la proporcionara—. ¿Qué es esa mirada?
No estás pensando en hacer algo, ¿verdad? —preguntó Liam. Me envió una mirada
que decía que debía mantenerme al margen.
—No voy a hacer nada —mentí, agitando mi mano hacia él.

—No te creo. —Él estrechó sus ojos hacia mí. Puse una sonrisa inocente.
Pensarías que él aprobaría mi idea de juntar a sus dos amigos, después de habían
pasado muchos años anhelándose mutuamente—. Jenna —advirtió.

—¿Qué hiciste ahora, Jenna? —Escuché a Lennon preguntar, lo que


interrumpió mi competencia de miradas con Liam. Le lancé a Liam una sonrisa
triunfante y me volví para mirar a Lennon.

—Oh nada. ¿Deberíamos empezar a prepararnos? —Pedí cambiar de tema.

—Sí, tenemos mucho que hacer. —Lennon asintió, sosteniendo una bolsa
probablemente llena de cinco vestidos diferentes, una bolsa grande llena de
maquillaje aunque tenía algunos, y otra bolsa con Dios sabía qué.

—Es una manera de decir que soy fea —murmuré, levantándome y poniendo
mi libro sobre la mesa.

—Esta conversación no ha terminado, Jenna —dijo Liam detrás de mí.


Mirando por encima de mi hombro, le sonreí con una sonrisa antes de seguir a
Lennon por la puerta, ignorando el hecho de que estaba mirando mi trasero.

●●●
Dos horas y media después, salí del armario. Lennon no quería que mirara
mi reflejo hasta que estuviera completamente terminada, así que tuve que
cambiarme en el armario. El vestido que terminamos escogiendo era un hermoso y
sencillo número rojo sin tirantes. Fluía hacia el suelo, silbando alrededor de mis
pies. Me encantó por su sencillez y belleza. Las otras opciones que tenía Lennon
también eran hermosas, especialmente una de color morado oscuro, pero se sentían
demasiado elegantes o de graduación para un evento como este.

—¿Puedo mirar ahora? —pregunté, de pie en medio de la habitación.

—Aún no. Ponte estos tacones, luego déjame agregar algunas cosas. Entonces
habré terminado, lo prometo —dijo, entregándome un par de tacones negros de
cinco pulgadas que tenían rojo en la parte inferior. No sabía nada de moda, pero
sabía que esos tacones eran caros. Tomando asiento en la cama, moví el dobladillo
del vestido a un lado y me puse los súper tacones. Cuando me puse de pie, me
tambaleé antes de recuperar el equilibrio. Esta noche iba a ser interesante. Nunca
había caminado en tacones como estos, y sabía que iba a hacer el ridículo.
Me quedé quieta para Lennon mientras ella se movía a mi alrededor.
Mirando el reloj al lado de mi cama, vi que eran unos minutos después de las seis.
Mi ritmo cardíaco comenzó a acelerarse. Tomando algunas respiraciones
profundas, traté de calmar mi corazón, cantando en mi cabeza que todo iba a estar
bien.

—Está bien, aquí está el último toque —dijo Lennon. Se detuvo delante de
mí. En su mano estaba mi anillo de compromiso. Deslizándolo en mi dedo anular,
alisé el vestido con mis manos.

—¿Me veo bien? —pregunté, mordiéndome el labio inferior.

—Compruébelo tú misma. —Se movió hacia un lado, permitiéndome verme


por primera vez. Con las piernas temblorosas caminé hacia el espejo, y mis ojos
verdes se abrieron ante mi reflejo. Lennon era literalmente un genio cuando se
trataba del maquillaje y el cabello.

Mi rostro estaba ligeramente extendido con corrector, ocultando mis


pequeños defectos y pecas en mi nariz. Un poco de rubor rosado adornaba mis
mejillas, y mis labios estaban pintados de un rojo brillante que combinaba con mi
vestido. Lennon había agregado algunas de esas pestañas falsas a mis ojos, pero
solo podía decirlo porque sentí que ella lo hizo. Una sombra de ojos de color
bronce claro hacía que mis ojos verdes parecieran marrones. Después de mirarme la
cara, vi que mi cabello rubio estaba ligeramente rizado en la parte inferior, me
colgaba de los hombros y enmarcaba mi rostro. Era simple pero perfecto.

—Me veo… increíble —dije finalmente. Me hizo ver tan hermosa que casi no
me reconocía. No me parecía a la vieja y sencilla Jenna. En cambio me veía más
bonita y más confiada—. Lennon, estás seriamente dotada. —Me di vuelta y le
sonreí.

—Oh, lo sé —dijo, pasando su cabello castaño sobre su hombro.

—¿Por qué no vienes esta noche? ¡Voy a estar sola! —dije por centésima vez
desde que empecé a prepararme.

—Porque no soy una gran persona de negocios, ni trabajo en Stanford


Industries. Y preferiría quedarme sola en casa que estar en esa fiesta.

—Eso me hace sentir mucho mejor acerca de ir —dije sarcásticamente.

—No te preocupes, Jenna, estarás bien. Sabes quién es quién y qué hacen. Sé
que puedes hacer esto, y Liam estará contigo toda la noche —dijo Lennon,
poniendo una mano en mi hombro—. Tengo fe en que saldrás viva. —Me reí,
contenta de que pudiera hacer que la situación fuera menos grave.
—Gracias, Lennon. —Le envié una sonrisa agradecida.

—No hay problema. —Un golpe en la puerta nos interrumpió. Sabía que era
Liam y tragué saliva, alisando el vestido una vez más. Estaba preocupada por la
reacción de Liam al verme. —Lo sé, lo sé. Hemos terminado —dijo Lennon,
abriendo la puerta—. Mantén la boca cerrada, ¿de acuerdo? —dijo antes de abrir la
puerta y revelar a Liam. Estaba vestido con un simple traje blanco y negro que se
ajustaba perfectamente a su cuerpo. Su cabello castaño estaba peinado hacia atrás,
haciéndolo lucir absolutamente sexy. Me di cuenta de que llevaba una corbata roja,
del mismo color que mi vestido. Cuando miré a Lennon, ella me sonrió. Le dijo
claramente qué color llevaría mientras me estaba cambiando.

Mientras lo miraba, él estaba haciendo lo mismo. Su boca estaba bien abierta,


y sus ojos estaban abiertos cuando vio mi atuendo. Me moví bajo su mirada,
sintiéndome cohibida.

—¿Dejarían de violarse el uno al otro? Tienen que irse —nos espetó Lennon.
Liam parpadeó, casi confundida.

—Jenna, tú… uh, te ves muy bien —dijo Liam, frotándose la parte posterior
de su cuello, sin realmente mirarme. Agaché la cabeza y sonreí.

—Gracias. —Me sonrojé.

—Te conseguí algo —dijo y caminó hacia mí. Levanté la vista, sorprendida—
. Date la vuelta. —Haciendo lo que él dijo, me quedé de pie con mi espalda hacia
él. Sentí que su mano movía mi cabello sobre mi hombro y temblé cuando sus
dedos rozaron mi cuello. Un minuto después, vi que algo estaba bajando y sentí
que Liam cerraba la cerradura. Miré hacia abajo y vi un collar simple con un
corazón con diamantes incrustados sobre mi pecho. Levanté mi mano y le pasé un
dedo por encima, emocionada de que me consiguiera un collar. Conociendo a
Liam, los diamantes eran reales.

—Es hermoso —dije en voz baja. Sentí que Liam frotaba sus dedos contra la
base de mi cuello antes de que retirara su toque, llevándose el calor con él.
Dándome la vuelta, lo miré—. Gracias.

—Se ve perfecto en ti —dijo, mirándome a los ojos. No supe cuánto tiempo


estuvimos allí mirándonos el uno al otro hasta que una tos fuerte nos hizo mirar
hacia otro lado. Tragué y miré a Lennon, que estaba allí de pie con una mano en la
cadera.

—Pájaros cachondos, vamos. —Liam se sacudió antes de asentir y extendió


su brazo para que yo lo tomara. Sonriendo suavemente, deslicé mi brazo en el suyo
y nos dirigimos a la puerta. Cuando pasé junto a Lennon, ella me entregó un
pequeño broche que debió haber preparado cuando no estaba mirando. Me guiñó
un ojo y nos vio caminar hacia la puerta principal.

En lugar de tomar uno de los coches de Liam, una limusina esperaba frente a
la casa. Lo miré con los ojos muy abiertos. Nunca antes había estado en una
limusina. Con mi brazo dentro del de Liam, lo seguí e intenté deslizarme con gracia
en el coche, pero por supuesto eso no sucedió. Prácticamente me caí de cara
primero. Gracias a Dios, el vestido era largo, o me habría exhibido a Liam.

Todo el viaje hacia la Beneficencia jugué con mis dedos, tratando de calmar
mis nervios. No estaba deseando conocer a mucha gente nueva y hacer que me
miraran como si estuviera en el fondo de sus zapatos.

—Jenna, vas a hacerlo muy bien. Solo ignora lo que alguien diga —dijo
Liam, colocando su mano sobre la mía para detener mi juego. Asentí y respiré
hondo. Jenna, puedes hacer esto—. Estaré a tu lado todo el tiempo. —Me lanzó una
sonrisa alentadora. El coche se detuvo un segundo después. El conductor salió y se
dirigió a abrir la puerta. Fuera de la ventana, al lado de la cabeza de Liam, pude ver
los destellos de las cámaras disparándose como locos—. Solo respira, Jenna —dijo
Liam suavemente en mi oído.

La puerta del coche se abrió, y él me envió una última sonrisa antes de


deslizarse. Al instante, los sonidos de gritos y chasquidos de las cámaras llegaron a
mis oídos. Tomando una última respiración profunda, tomé la mano de Liam
mientras me la ofrecía. Rezando por no caerme y hacer el ridículo, salí del coche y
me enderecé. Inmediatamente, los cegadores destellos de luz nos golpearon a los
dos. Agarré fuertemente la mano de Liam con la mía temblorosa. Dejé que me
tirara a su lado.

Con mi mano libre agarré la parte inferior de mi vestido para no pisarlo. Mi


cabeza se movía en diferentes direcciones cuando las personas decían nuestros
nombres. Destellos de luz me cegaron durante un minuto, y agarré con más fuerza
la mano de Liam.

—Casi allí —me susurró. Sí, incluso con tacones de cinco pulgadas aún era
más baja que él. La voz de Lennon se hizo eco en el fondo de mi mente mientras
caminábamos hacia la puerta, diciéndome que sonriera. Forcé una sonrisa en mis
labios para que la gente nos tomara fotos y no pensara que no estaba feliz o algo
así. Afortunadamente, un minuto después, llegamos a la puerta y caminamos por
ella, dejando atrás todos los gritos y destellos. Dejé escapar un suspiro, no sabía que
estaba conteniendo la respiración y me apoyé contra Liam.

—Lo hiciste bien, Jenna —dijo y me sonrió. Le devolví la sonrisa,


sintiéndome un poco mejor. Saber que Liam estaba aquí a mi lado y no ir a
ninguna parte me hizo sentir mejor. Me apretó la mano para tranquilizarme antes
de que nos adentráramos en el interior del edificio, hacia donde se desarrollaba la
Beneficencia. En el momento en que entramos en la habitación, parecía que todos
dejaron lo que estaban haciendo para mirarnos. Sentí la mirada de todos
escrutándome. No queriendo que me alcanzaran, levanté la cabeza y me tragué los
nervios.

Cuando nos movimos por la habitación, noté que había al menos cien
personas aquí. Todos los hombres vestían trajes caros y, junto a ellos, sus esposas
tenían vestidos y joyas probablemente más caros. Las mujeres se veían tan
elegantes y ricas, afirmando las enseñanzas de Lennon. Ella y Liam tenían razón.
Estas personas podrían levantarte y comerte sin siquiera batear una pestaña. Me di
cuenta de que la mayoría de ellos miraban alrededor de la habitación con una
mirada maliciosa en sus rostros mientras juzgaban a todos, incluso a sus supuestos
amigos.

A lo largo de las paredes que rodeaban el salón de baile había pinturas,


esculturas y otros artículos, junto con lo que parecían tableros con cosas escritas en
ellos. Aprendí brevemente de qué se trataba la Beneficencia, pero me preocupaba
más saber quién era quién.

—Todo aquí se puede subastar al mejor postor. Las personas pueden anotar
su precio para un viaje a París o algo en esas tablillas con sujetapapeles. —Liam
hizo un gesto con la cabeza cuando pasamos junto a ellos.

—¿Pero estas personas no pueden permitirse el lujo de ir el día que quieran?


—susurré.

—Sí, pero esto es por una causa especial. Al ser invitados aquí, se espera que
hagan un esfuerzo por comprar o donar. Estamos recaudando dinero para ayudar
al hospital de niños aquí en Nueva York. El dinero ayudará al hospital a tratar de
encontrar una cura para varias enfermedades, así como a expandirse y conseguir
más médicos necesarios para los niños. —Lo miré con asombro. No sabía que era
tan generoso y apasionado por ayudar a los demás, especialmente a los niños. Era
una gran causa, y el hecho de saber que la compañía de la familia de Liam era
anfitriona de la Beneficencia me hizo sentir orgullosa de conocerlo.

—¡Liam Stanford! Es genial verte de nuevo —escuché una voz fuerte y


resonante desde delante de nosotros. Apartando la vista de Liam, vi a un hombre
corpulento que venía hacia nosotros. Era unos dos centímetros más alto que Liam y
tenía una gran barriga. Su rostro tenía un ligero brillo rojo, insinuando que ya había
comenzado a beber, aunque era un poco después de las siete. El hombre era un tipo
grande, pero algo acerca de él parecía alegre.
—Kenneth, es bueno verte también. —Liam dejó caer mi mano para
estrecharle la mano al hombre.

—Y esta debe ser tu prometida. Hola, amor, soy Kenneth Poltz —dijo,
extendiendo su mano hacia mí. Le envié una sonrisa y le di la mano.

—Hola, soy Jenna Howard.

—Guau, es una pequeña cosa bonita. Buena captura, muchacho. —Kenneth


golpeó el hombro de Liam bruscamente—. Cariño, ven a conocer a la prometida de
Liam —dijo por encima del hombro. Moviéndose hacia un lado, reveló a una
hermosa, alta y morena mujer. Parecía estar en sus cuarenta y tantos años pero
todavía hermosa. Tenía el pelo en un moño rizado y llevaba un vestido azul oscuro
que destacaba sus brillantes ojos azules. Parecía que era de ascendencia hispana.

—Hola, soy Maria. —Me sonrió amablemente. Al instante me sentí relajada


alrededor de estos dos.

—Hola. —Le devolví la sonrisa torpemente.

—Kenneth posee una de las tiendas más grandes de Estados Unidos —dijo
Liam. Asentí, recordando haber oído hablar de él.

—Eso es impresionante, —Comenté. El sonido del nombre de Liam al ser


llamado nos hizo mirar en la otra dirección.

—Lo siento, pero mi prometida y yo mejor iremos a ver a otras personas.


Volveremos a hablar, Kenneth y Maria, —Dijo Liam con pesar. Podría decir que
preferiría quedarse aquí y hablar con el Poltz en lugar de ir con todos los demás.

—No te preocupes, muchacho, no vamos a ninguna parte. Queremos


aprender más acerca de tu encantadora chica. —Me sonrió, lo que le valió la vista
de su esposa. Enviándome una sonrisa, ella me dijo que estaba acostumbrada a que
su esposo dijera tales cosas. Les devolví la sonrisa y me arrastré detrás de Liam
mientras me llevaba a un nuevo grupo de personas.

Durante la siguiente hora fuimos de grupo en grupo, conociendo diferentes


personas. No podía estar más agradecida de que Liam hiciera que Lennon me
enseñara sobre ellos. Al principio, la mayoría de ellos me miraban extrañamente,
como si fuera un poco tonta, pero cuando los felicité por un acuerdo comercial o
dije algo sobre su negocio, actuaron de manera diferente. Bueno, así eran los
hombres. Después de que me registraron estaban bien, pero sus esposas eran otra
historia. La mayoría de las que conocimos me miraron con rudeza y se burlaron
cuando hablé. Decir que quería estrangularlas era un eufemismo. Pero como no
podía hacerlo, seguí ignorándolas y hablando con sus esposos, haciendo que las
esposas se enfadaran más conmigo.

A medida que nos movíamos de un grupo a otro, sentí que me seguían


fijamente todo el tiempo. Solo había pasado una hora y ya estaba harta de estas
personas. Al principio pensé que no sería capaz de manejar esto, pero ahora quería
más que nada gritarle a todos para que dejaran de mirar fijamente y se ocuparan de
sus propios asuntos. Después de años de haber hablado detrás de mi espalda,
terminé con personas que lo hacían. No me importaba si estas personas pensaban
que todos eran altos y poderosos.

Mis pies comenzaban a doler, y mi boca dolía y se secaba por hablar


demasiado. Después de separarme de otro grupo, miré a mi alrededor y me di
cuenta de que todavía había mucha gente con quien hablar.

—Um, ¿Liam? —Pregunté, tirando de su mano.

—¿Sí? —Inmediatamente me miró—. ¿Pasa algo malo? —Su voz estaba llena
de preocupación. Sonriendo suavemente, negué con la cabeza.

—No, solo me preguntaba si podría conseguir una bebida.

—Por supuesto. No alcohol, —Dijo.

—Espera, ¿cómo supiste que no me gusta el alcohol? —Pregunté, confundida.


No le había dicho que no me gustaba.

—Vi tu cara en lo de mis padres cuando tomábamos vino, y cada vez que
comemos solo pides agua, —Explicó. Me quedé allí, en shock—. Voy a buscarte un
agua. Solo quédate aquí mismo. —Asintiendo, lo vi irse. Cuando miré a mi
alrededor, vi a algunas personas agachando la cabeza, sin querer ser atrapados
mirando. Sintiéndome incómoda de pie allí sola, abrí mi bolso y agarré mi teléfono.
Cuando presioné el botón de inicio, vi que Lennon me había enviado un mensaje
de texto hace una hora, deseándome suerte y pidiéndome que le contara cómo fue
mañana. También recibí un mensaje de Sophia preguntando cómo estaban las
cosas. Enviándoles a los dos una respuesta rápida, devolví mi teléfono y miré hacia
arriba, buscando a Liam.

Pensando que se detuvo, busqué su cabello castaño y me congelé al instante.


Miré con los ojos abiertos a la mujer que estaba de pie, ni siquiera dos metros
delante de mí. Su cabello rubio era más corto que cuando lo había visto por última
vez y casi se había levantado. Su rostro era, por supuesto, más viejo, pero había
envejecido bien. Ella todavía se veía igual para mí. La observé mientras se reía, y
luego miré a mi alrededor mientras mi último fragmento de duda se desvanecía. Un
par de ojos verdes familiares me miraron, luego desviaron la mirada.
Sentí que todo a mi alrededor se desvaneció, dejándome solo a mí y a ella. Mi
corazón se rompió y cayó a la boca de mi estómago. La mujer frente a mí pensé
que nunca la volvería a ver. Demonios, esperaba no volver a verla nunca más. Los
viejos recuerdos que había empujado profundamente se apresuraron y me
capturaron. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras la miraba sonriendo y
pasando su mano por la de un hombre. Vi como el hombre le sonrió amorosamente
y se inclinó para besar sus labios.

A pesar de que habían pasado catorce años, todo sobre ella era familiar. Se
veía exactamente igual que hacía todos esos años, cuando me dejó en el umbral de
una casa, agarrando mi osito de peluche. Ella seguía mirando a su alrededor, pero
no parecía reconocerme. Todos los diferentes tipos de emociones giraban dentro de
mí, desde la ira hasta la tristeza y el odio. Mi aliento se atascó en mi pecho, y me
sentí respirando pesadamente tratando de tomar algo de aire.

—Jenna. —Oí decir a Liam, pero no podía apartar los ojos de la mujer—.
Jenna, ¿qué pasa? —Preguntó.

No escuché nada de lo que dijo después de eso mientras miraba a la mujer


que me abandonó cuando tenía cinco años. Me quedé mirando a mi madre. Nunca
pensé que la volvería a ver.
5
—¡Mami! —grité, saltando del banquillo y corriendo hacia ella, mi rubio
cabello volando detrás de mí y mi mochila rebotando entre mis omóplatos. En el
momento en que la alcancé, agarré sus piernas, envolviéndome casi como un koala
alrededor de ellas.

—Hola, bebé —dijo ella, agachándose hasta mi nivel. Envolví mis brazos
alrededor de su cuello, y aspiré su esencia—. Lamento llegar tarde. Tenía cosas que
hacer. —Se alejó y me sonrió.

Había estado sentada en el banquillo en frente de mi escuela primaria


esperando que mi madre venga a recogerme. Todos los otros niños se habían ido
con sus padres hacía dos horas. Más tiempo me sentaba fuera de la escuela, más
temía que ella no fuera a volver por mí. Estar sola sin tus padres da miedo cuando
eres solo lo suficientemente grande para estar en el jardín de infantes.

—Te extrañé, mami —dije, levantando la vista hacia ella mientras se ponía de
pie. Su cabello rubio estaba alto en un moño, y estaba vestida en la forma en que
normalmente lo estaba, un par de vaqueros azules y camiseta.

—Yo también, bebé. Recuerda, Jenna, nunca te dejaré. Siempre volveré por
ti.

Jadeé por aire, mi cuerpo completamente helado y mis pies plantados


firmemente en el suelo. Mi madre lucía de la misma manera que la última vez que
la vi. Había empujado al fondo de mi mente todo lo que concierne a mi madre
regresó, abrumándome. Un gran cuerpo masculino se movió frente a mí,
bloqueando a mi madre de mi línea de visión.

—Jenna. —El sonido de mi nombre fue susurrado sobre mí y la sensación de


un par de manos en mis hombros me hicieron parpadear. Levanté la mirada, me
encontré con los ojos azules de Liam. No sé por qué, pero él estaba mirándome con
preocupación y casi miedo en sus ojos, haciendo que los míos lagrimeen.

—Yo… necesito aire —me ahogué. Mirando en el estado en que estaba, solo
asintió y dejó mis hombros, agarrando una de mis manos me jaló tras de él. Todo
mi cuerpo se sentía como un bulto mientras Liam lo guiaba más allá de los grupos
de personas hablando. En el momento en que salimos al balcón, tomé unas
bocanadas de aire mientras Liam cerraba las puertas detrás de nosotros. Pasé y
agarré la barandilla del balcón, jadeando y tratando de retraer mis lágrimas.

Esa mujer no se merece mis lágrimas. No se merece nada de mí. Eso terminó
en el minuto en que me dejó de pie en la puerta de alguna casa en el medio de la
noche. Esa mujer no era mi madre. ¿Qué tipo de persona, que tipo de madre,
abandonaría a su propia hija? Y aquí estoy catorce años después apurada por hacer
que las presentaciones terminen, cuando ella está aquí con algún tipo rico. ¿Cómo
demonios pasó esto? Después de todo este tiempo, ¿cómo podía estar aquí, de todos
los lugares? ¿Cómo podía estar aquí con algún tipo rico, pretendiendo que no
abandonó a su hija en la calle hace catorce años?

Dos lágrimas cayeron de mis ojos. Todo mi cuerpo estaba comenzando a


temblar.

Quería llorar, pero no podía permitírmelo. Todo lo que quería era salir de
aquí y correr a casa, pero sabía que no podía. Tenía que quedarme por Liam.
Luchando con el llanto, agarré con fuerza la barandilla del balcón. Mis nudillos se
volvieron blancos. Mordí mi labio inferior hasta que saboreé la sangre. Un par de
lágrimas más escaparon de mis ojos cuando sentí un par de brazos envolviéndose
alrededor de mi cintura, jalándome hacia algo duro y caliente. Supe que era Liam,
y me hundí contra él, cerrando mis ojos con fuerza, pero eso no ayudaba. Todo lo
que podía ver era a mi madre frente a mí, lanzando su cabeza hacia atrás, riendo y
sonriendo ante lo que fuera que el extraño en sus brazos estaba diciendo.

—Jenna, ¿qué anda mal? —preguntó Liam susurrando en mi oído.

—Mi madre está aquí —susurré de regreso.

—¿Qué quieres decir con que tu madre está aquí? —Oí que su tono
repentinamente cambió de suave a duro.

—Estaba justo frente a mí cuando fuiste a conseguirnos un trago. Estaba con


un hombre. —Abrí mis ojos y miré hacia el río y la ciudad—. ¿Cómo puede estar
aquí, Liam? Pensé que nunca la vería de nuevo, y aún así aquí está. —Más lágrimas
corrieron por mis mejillas, y supe que mi maquillaje estaba empezando a
arruinarse.

—Jenna —dijo Liam, su voz de nuevo suave mientras suavemente me giraba


por la cintura—. Vamos a sacarte de aquí. —Llevó sus manos hacia arriba y ahuecó
mis mejillas. Con la yema de sus dedos, limpió las lágrimas que caían de mis
mejillas.

—¿Qué? No, Liam, no podemos irnos. Es tu fiesta para beneficencia —dije


mirándolo a los ojos.
—No me importa. Estarán bien sin mí. No quiero que enfrentes a esa mujer.
—No sabía si era porque yo estaba muy emocional en este momento, pero él
diciendo esto hizo a mi corazón latir más rápido. A Liam le importaba lo suficiente
como para dejar la fiesta de beneficencia de su compañía para que yo no tuviera
que enfrentar a mi madre.

—Pero…

—No, nos vamos —me interrumpió. Me dio una mirada firme limpiaba
debajo de mis ojos con sus pulgares, limpiando mi máscara corrida—. Vamos. —
Dándome un asentimiento, agarró mi mano suavemente con la suya y comenzó a ir
hacia la puerta. Con su mano en la mía me sentía mejor, como si pudiera enfrentar
lo que sea que estuviera adelante. Empujando todos mis sentimientos por un
momento, seguí a Liam, prácticamente escondiéndome detrás de él. Iba a ser mi
escudo hasta salir de aquí. Justo cuando habíamos cruzado media habitación,
alguien nos detuvo.

—¡Liam! —dijo un hombre. Me apreté fuerte contra el costado de Liam y


eché un vistazo a través de mi cabello hacia el hombre. Instantáneamente me
congelé y apreté con fuerza la mano de Liam. Era el hombre que estaba con mi
madre. De cerca parecía estar en sus cuarentas, igual que ella. Su cabello café era
corto, y su esmoquin negro le quedaba bastante bien.

—Martin —dijo Liam, bajando la vista hacia mí, confundido, cuando apreté
su mano.

—Es bueno verte. No hemos hablado en mucho tiempo —respondió Martin.


En el momento en que oí su nombre, incliné mi cabeza a un lado, tratando de
recordar dónde había oído ese nombre antes—. Mi esposa sigue preguntando por ti
también. —Martin continuó hablándole a Liam como si yo no estuviera ahí.

—Martin, esta es mi prometida, Jenna —dijo Liam, interrumpiéndolo. La


antención del hombre se volvió a mí, y yo me incliné más sobre el costado de Liam.
Sabía que mi maquillaje estaba arruinado de llorar.

—Hola. Supongo que es mejor presentarme. Soy Martin Brotherson. —


Extendió su mano hacia mí. Repentinamente su nombre hizo click en mi mente, y
tuve que obligarme a no salir corriendo.

¡Estúpida Jena! ¿Por qué no lo descubriste antes? Me grité para mis adentros.

Botherson era uno de los nombres que Lennon me hizo aprender. El nombre
de su esposa era Karen, y tenían dos niños, gemelos de trece años, lejos en un
internado. En ese momento, no me di cuenta de que su esposa tenía el mismo
nombre que mi madre, Karen. Pero ahora, viéndolos juntos, supe que ella en
realidad estaba casada con él y tenía otros hijos. Tengo otros hermanos.

—Cariño… oh, es Liam Stanford —dijo una voz demasiado familiar. Una
mano se envolvió alrededor del brazo de Martin, y el rostro de mi madre apareció
ante mí. Ella miraba a Liam con una amplia sonrisa, sin mirarme aún. Me presioné
incluso más contra Liam, esperando fundirme en él. ¡Mi madre estaba justo
enfrente de mí!

—Karen —dijo Liam, ajeno a quién era ella. Un sonido estrangulado escapó
de mis labios antes de que pudiera evitarlo, haciendo que todos se giraran hacia mí.
Puedo decir después de eso que no me reconoció en absoluto. No había chispa de
familiaridad en sus ojos. Ante ese descubrimiento, mi corazón se desmoronó en
una pila a mis pies.

Mi mano se apretó dolorosamente alrededor de la de Liam. Estaba segura de


que iba a quebrarme. Él bajo la vista hacia mí, pero no podía quitar los ojos de mi
madre. Él debió haber sospechado o algo, porque miró de Karen a mí antes de que
su boca se ajustara en una línea.

Mientras más miraba a mi madre, más furiosa me ponía. ¡Aquí estaba ella de
pie frente a mí, sin reconocer a su propia hija! Me miraba como a cualquier otra
mujer que conoció esa noche, como si estuviera por debajo de ella. No había nada
en su rostro que mostrara que sabía quién era o que le importara. Mordí mi lengua
peleando contra la urgencia de gritar y llorar a la vez.

—Lo siento, pero mi prometida y yo tenemos que irnos. Fue bueno verlos de
nuevo —dijo Liam, dándoles una educada sonrisa y un asentimiento. Gracias a
Dios. Sin esperar por su respuesta, me alejó de mi madre y su esposo.

Estuve aturdida todo el camino al auto y el viaje a casa. Podía oír y sentir a
Liam hablándome y tratando de que dijera algo, pero no podía. Mi cuerpo estaba
aquí pero mi mente no. Cuando era joven, infiernos incluso hace unos pocos años,
que cuando fuera que viera a mi madre de nuevo, si ella incluso estaba viva, yo
estaría feliz, y ella me reconocería. Ese sueño se fue por el caño en el momento en
que la vi. Nunca en un millón de años pensé que vería a esa mujer en un evento con
solo personas ricas. Y nunca pensé que ella tendría otra familia. ¡Tenía dos hijos!
Dos hijos sobre los que aprendí antes de venir aquí.

¿Por qué haría eso? ¿Por qué me abandonó cuando tenía solo cinco y
comenzó una completa vida nueva? ¿Por qué desapareció y no me llevó con ella?
Me dejó sola, me dejó para que me cuidara sola. Me dejó para que tenga dos
trabajos de mierda solo para llegar a fin de mes. Incluso me dejó tomar la decisión
de estar con Liam. Si no fuera porque ella me dejó, no hubiera tenido que hacer
este acuerdo. Viviría una vida normal: ir a la escuela, hacer amigos, tener a alguien
que me ame, y tener a alguien a quien contarle todo.

La única razón por la que supe que estábamos de nuevo en casa fue cuando
un par de brazos se deslizaron alrededor de mí y me sacaron del auto. Siendo
sostenida al estilo nupcial, apoyé mi cabeza contra el pecho de Liam. Por alguna
razón, ser sostenida por Liam y sabiendo que estábamos en casa, lejos de las
miradas de las personas, hizo que las lágrimas que estaba conteniendo volvieran a
correr a la superficie. Antes de que lo supiera, mi cuerpo estaba atormentado en
llanto. Mi garganta y pecho tensos, mi cuerpo casi doblándose en sí mismo. Todas
las emociones que había reprimido estaban saliendo ahora.

Era ajena a Liam llevándome dentro y arriba hacia su habitación. Mis


lágrimas estaban empapando la chaqueta del traje de Liam y la camisa, pero no
podía detener el llanto. No me importaba si mi maquillaje estaba arruinado
cayendo por mi rostro o si estaba arruinado mi cabello o vestido. Todo lo que podía
pensar era en mi madre parada frente a mí. El suave crujir de la cama me dejó saber
que Liam estaba sentado ahora conmigo en su regazo. De alguna manera me había
dado la vuelta a mí misma y ahora estaba a horcajadas sobre su regazo con mis
brazos envolviendo con fuerza su cuello.

—Jenna, nena, está bien —dijo Liam tiernamente en mi oído. Sentí su mano
suavemente bajar por mi cabello. Seguí llorando mientras Liam susurraba en mi
oído y acariciaba mi cabello y espalda tiernamente.

Nunca había llorado realmente. Lo máximo que había llorado fue el día en
que mi madre me abandonó y tuve que ir a un orfanato. Debí haber llorado todo lo
que tenía adentro, porque después de ese momento, nunca derramé una lágrima.
No lloré cuando me gradué de secundaria y dejé a mis dos “amigas”. No lloré
cuando Carrie y Lea fueron adoptadas. Y ciertamente no lloré hasta que conocí a
Liam.

No sé por cuanto lloré en él, pero finalmente me calmé, hipando


silenciosamente. Liam dejó de acariciar mi espalda hacía algún tiempo y ahora solo
estaba sosteniéndome contra él. Mis ojos se sentían hinchados, mi garganta en
carne viva. Mi cuerpo estaba sacudiéndose suavemente pero menos de lo que había
estado antes.

—Vamos a quitarte la ropa —susurró, levantándome. Estaba envuelta


alrededor de su cuerpo como un koala, con mis piernas alrededor de su cintura y
mis brazos alrededor de su cuello. Había algo en Liam que me calmaba.

La sensación del mostrador contra la parte trasera de mis muslos me hizo


desbloquear mis piernas alrededor de Liam y sentarme sobre la encimera.
Quería sentirme avergonzada mientras me sentaba ahí con las mejillas
manchadas de lágrimas y rojas, ojos hinchados, pero no podía sentir nada. Estaba
completamente nula. Había sacado todo el llanto de adentro, y todo lo que podía
hacer era sentarme ahí, observando a Liam moverse alrededor del baño.

—¿Quieres tomar un baño? —preguntó Liam, mirándome. Su rostro estaba


lleno de compasión y lo que parecía como tristeza. Casi asentí, pero luego me di
cuenta de que Liam tendría que verme desnuda, así que negué con la cabeza.
Asintió y se dirigió al lavabo. Lo observé mientras agarraba una esponja y la
humedecía.

Se detuvo enfrente de mí, separando mis piernas para así poder pararse entre
ellas. Con la suavidad que no pensé que poseía, ahuecó mi mandíbula con una
mano y suavemente quitó el maquillaje de mi mejilla con la otra. No tenía fuerzas
para decirle que así no se quitaba el maquillaje, por lo que dejé que limpiara mi
rostro.

Lavó mi cara tan suavemente que casi no lo sentía. Cerrando mis ojos, suspiré
como si sintiera el maquillaje desapareciendo lentamente, dejándome fresca. Unos
minutos después, fue y lavó la esponja antes de venir a limpiarme una vez más. No
pude evitar abrir mis ojos y mirarlo mientras trabajaba.

Su expresión era suave y concentrada mientras limpiaba mi rostro. Quería reír


ante su intensa concentración, pero parecía que mi cuerpo tampoco quería. Nuestra
mirada repentinamente se encontró, haciendo que él se detenga y me mire. La
necesidad de besarlo vino a mí de nuevo. Liam bajó su cabeza e inclinó su frente
contra la mía, su aliento a menta abanicando mi rostro.

—Lamento lo de tu madre. No sabía que era la esposa de Martin Brotherson


—murmuró en voz baja. Su tono fue sincero cuando me miró.

—Está bien —dije con voz ronca. Aclarando mi garganta, volví a hablar—:
Es que... no puedo creer que esté aquí. Después de todo este tiempo, ella seguía en
Nueva York, haciendo una nueva vida. —Pensé que había terminado de llorar,
pero aparentemente no. Mis ojos se inundaron con las lágrimas una vez más.
Decirlo en voz alta lo hacía más real, que la había visto y que no fue un producto
de mi imaginación. Aparté la mirada de Liam, deseando que mis lágrimas se
fueran.

—Jenna, mírame. —Con un dedo, me levantó la barbilla hasta que lo estuve


mirando de nuevo—. No dejaré que esa mujer se te acerque, ¿de acuerdo? Me
aseguraré de que no te vuelva a hacer daño —dijo casi con fuerza. Me miró,
esperando mi respuesta. La forma en que lo dijo hizo que mi corazón se calentara.
Por alguna razón, sabía que Liam hablaba en serio. Quería decir que me
mantendría a salvo.

—Yo... gracias —susurré, asintiendo hacia él. Contento con mi respuesta,


colocó un suave beso en mi frente antes de retroceder un paso.

—Vamos a cambiarte. —Extendió la mano, esperando por la mía. Sin


dudarlo, me bajé de la encimera y puse mi mano en la suya. Me sacó del baño y me
llevó hacia su armario. Clavé los ojos en su espalda. Liam solo estaba
confundiendo mis sentimientos aún más—. Ten, puedes ponerte esto —dijo,
dejando caer mi mano y alcanzando algo. Volviéndose, me dio una gran camiseta
gris y un par de bóxers.

—Puedo ir a mi habitación —dije, pero en silencio esperaba que dijera que


no.

—No, te vas a quedar aquí esta noche. —Su voz era firme. Salté de alegría
por dentro y asentí hacia él, tomando la ropa—. No miraré. —Dándome la espalda,
miró en la otra dirección. La breve pregunta de por qué no podía volver a la
habitación para que me cambiara cruzó por mi mente, pero la aplasté. Lo mismo
con la pregunta de yo yendo a mi habitación. Si Liam me quería aquí, entonces me
iba a quedar. Además, no quería estar sola, no en este momento.

Luché con la cremallera en mi vestido y resoplé, doblando mi brazo en un


ángulo incómodo para abrirlo. Ante el sonido de mi resoplido, Liam se dio la
vuelta. Vio mi problema y se movió detrás de mí y colocó sus cálidas manos sobre
mis hombros desnudos. Suprimiendo un escalofrío, me quedé quieta mientras me
bajaba lentamente la cremallera del vestido. Cuando pensé que había terminado,
me moví hacia adelante, pero me detuve cuando sentí la punta de su dedo rozando
mi columna vertebral y subiendo por mi cuello. Mi cuerpo se sentía como si
estuviera en llamas mientras me pasaba suavemente las yemas de los dedos por los
hombros y el cuello, desabrochando el collar que había olvidado por completo que
llevaba puesto. Sentí que su cálido aliento volverse pesado en mi cuello y mordí mi
labio inferior. Con un gemido silencioso que casi no oí, Liam se alejó de mí y se
movió para pararse frente a mí con la espalda girada una vez más.

Negué con la cabeza ante mis hormonas y rápidamente me deslicé fuera del
vestido y tacones y me puse su camisa grande y sus bóxers. La camisa me colgaba,
pero afortunadamente ocultaba el hecho de que no llevaba sujetador. Agarrando mi
vestido, lo sostuve en mis brazos.

—He terminado. —Por alguna razón sentí que tenía que susurrar.
Mirándome de frente, agarró mi vestido y mis tacones con una mano. Me agarró de
la mano y tiró de mí detrás de sí. No me resistí. Colocando mi ropa en una silla
junto a la ventana de su habitación, me llevó a su cama tamaño king. Mientras
balanceaba las piernas sobre la cama, eché un vistazo al despertador de la mesita de
noche de Liam y vi que solo eran nueve, pero mi cuerpo estaba exhausto. Casi gemí
en voz alta cuando me recosté en la cama. Era tan cómoda, mucho más que la
mía—. Voy a ir a cambiarme. Solo acuéstate y relájate.

Volviéndome hacia mi lado, observé cómo Liam caminaba de regreso al


baño. Levanté la mirada al techo y traté de dejar de pensar en mi madre. El rostro
de Liam apareció en mi mente y sonreí suavemente. Él siendo tan dulce y cariñoso
en la última hora solo demostró que era diferente a cuando lo conocí. Estaba
agradecida en este momento de que Liam estuviera aquí conmigo. Si no, estaría en
casa sola, llorando en mi apartamento hasta dormir. Si no fuera por este acuerdo
con Liam, no habría visto a mi madre, pero estaba un poco contenta de que lo hice.

Me alegré de ver que al menos estaba viva, aunque no me reconociera. Si me


hubieras preguntado hace dos semanas, demonios, incluso hace una semana, diría
que me arrepiento de acepar este acuerdo con Liam, pero ahora era diferente.
Estaba contenta de que lo hice. Esta última semana había sido una semana genial,
y estar cerca de Liam me hacía sentir mejor. Sí, empezamos con el pie izquierdo,
pero ahora nos estábamos llevando bien. Todo iba encajando poco a poco. Aunque
viera a mi madre después de catorce años, no cambiaría el conocer a Liam. Ni
siquiera debería estar pensando así, pero lo hacía. Esta noche acaba de confirmar
mis pensamientos.

Cuando oí el crujido y el movimiento de la cama, miré hacia allí y me


encontré con la vista de un hermoso pecho bronceado y musculoso. Liam estaba sin
camisa y arrastrándose en la cama a mi lado. Tragué, mirando fijamente su
estómago tonificado y olvidándome de todo lo demás.

—¿En qué estabas pensando? —preguntó Liam, llamando mi atención hasta


su rostro. Forzando un rubor lejos de mis mejillas, tragué.

—Solo sobre mi madre, eso es todo —mentí. Bueno, en parte era la verdad.

—No pienses en ella, Jenna. Ella no te merece. —Le sonreí suavemente.

—Gracias, Liam. Lamento que hayamos tenido que dejar la beneficencia. Y


que lloré sobre tu camisa —murmuré.

—No te preocupes por eso. La beneficencia está bien sin mí, y esa camisa
era vieja de todos modos —dijo, agitando una mano en el aire para descartarlo y
enviándome una sonrisa. La sonrisa me hizo sentir mejor. Justo en ese momento,
bostecé. Después de todo lo de hoy, estaba más allá de exhausta. Estresándome
todo el día por la beneficencia y luego ver a mi madre fue muy agotador—. Solo
vete a dormir. Te tengo —dijo Liam, trayendo sus brazos a mí alrededor y
atrayéndome hacia él. Puse mi cuerpo contra el suyo, poniendo mi cabeza sobre su
pecho. Se sentía bien, el ser abrazada.

Soltando un suspiro, cerré los ojos y respiré el olor de Liam. Sentí su mano
frotando mi espalda y su cabeza descansando encima de la mía. Feliz de que mi
rostro estuviera oculto de él, sonreí y me acurruqué más profundamente contra él.
Antes de que lo supiera, me estaba quedando dormida. Apenas oí a Liam decirme
buenas noches.
6
Me desperté a la mañana siguiente con los ojos hinchados y la garganta
irritada y adolorida. Me acurruqué más profundamente en la suave cama y las
sábanas, ignorando la luz que fluía a través de las persianas. Intenté hacer que mi
cuerpo volviera a dormirse, pero no funcionó. Estaba levantada ahora. Realmente
odiaba ser una de esas personas que se levantaba una vez que se despertaba; no
había manera de volver a dormir. Con un gruñido, me rodé sobre mi espalda,
llevando mi edredón hasta arriba y sobre mi cabeza.

Mientras yacía allí, un olor varonil muy agradable se envolvió a mi


alrededor. Inspiré el aroma profundamente, amándolo. Me quedé allí, oliendo las
sábanas como un bicho raro, pero lo que pasó anoche se precipitó a mi mente.
Gruñí aún más fuerte cuando me di cuenta de que ver a mi madre no era algo que
simplemente había soñado. Reproduje nuevamente todo en mente, y luego me
senté mientras recordaba que estaba en la cama de Liam. El edredón cayó hasta mi
regazo mientras miraba alrededor de la habitación. Liam no estaba en ningún lugar
a la vista, pero los sonidos de los platos tintineando entre sí me hicieron saber que
estaba en la cocina. Al ver que eran las nueve de la mañana, empujé el edredón y
me bajé de la cama. No había dormido tan bien en mucho tiempo, y me resistía a
dejar la acogedora cama.

Hice lo mío en el baño, pero me estremecí ante mi reflejo. Mi cabello, que


anoche había estado rizado, estaba enredado y sobresaliendo por todas partes. Mis
ojos verdes estaban rojos e hinchados de tanto llorar. Al menos no tenía maquillaje
seco o arruinado encima. Lentamente hice mi camino fuera de la habitación de
Liam y me dirigí a la cocina. Entré con la visión de Liam en nada más que un par
de pantalones cortos que colgaban bajo en sus caderas. Su musculosa espalda frente
a mí, volviendo seca a mi boca de repente. Liam estaba definitivamente fuera de mi
alcance.

Como no estaba usando zapatos ni calcetines, caminé lentamente hasta la


barra en silencio. Cuando saqué una silla, esta hizo un chirrido que hizo que Liam
se diera la vuelta, casi dejando caer la sartén en sus manos.

—Me asustaste —dijo, intentando recuperar el aliento.


—Lo siento —dije tímidamente. Se dio la vuelta, dándome tiempo para ver
su parte trasera bien tonificada. Observar a Liam cocinar era muy excitante, para
ser honesta. Algo acerca de un hombre que sabía cómo cocinar era seriamente sexy.
Encima de ser ya sexy, Liam no usando camisa, mostrando sus lindos abdominales
para mí, haciendo toda la situación mucho más caliente de lo habitual.

—Aquí tiene, mi señora —dijo con un acento, trayendo una sonrisa a mi


rostro. Cuando puso un plato delante de mí, tuve que evitar reírme. Liam me había
hecho panqueques con formas diferentes. Podía decir que realmente probaba con
ellos, pero parecían grandes pilas de círculos deformados. Uno parecía un corazón,
pero un lado era más grande que el otro. En general, fue la cosa más dulce que
alguien haya hecho por mí.

—Me hiciste panqueques.

—Y jugo de manzana, ya que sé que te gusta más que el jugo de naranja. —


Deslizó un vaso frente a mí. Lo miré, sintiéndome absolutamente conmovida.

—Liam... gracias —dije sinceramente. Nadie se había esforzado tanto por


mí antes.

—No hay problema. Espero que sepa bien. —Se deslizó en la silla a mi lado.
Puse los ojos en blanco, sabiendo que lo haría aunque no se veía bonito. Los
siguientes minutos, comimos en silencio. El desayuno estaba bueno, e incluso me
levanté para conseguir un extra.

—Liam, gracias por lo de anoche. Realmente no tenías que hacer eso —dije
finalmente. Necesitaba agradecerle por dejar el evento de su empresa por mí y por
cuidarme.

—Jenna, está bien. No te preocupes por eso. Estoy feliz de cuidar de ti. —Se
volvió hacia mí—. Ni siquiera te disculpes por llorar sobre mí. —Su tono fue firme.
Sabía que era inútil decir otra cosa—. ¿Qué tal si hacemos algo hoy? —sugirió.

—No lo sé. ¿Qué podríamos hacer? —La idea de pasar todo el día haciendo
algo divertido con Liam me parecía muy atractiva. Su rostro se iluminó, y su boca
se ensanchó con una sonrisa.

—No te preocupes, lo tengo todo planeado. Definitivamente hará que te


olvides de tu madre. —La mirada en su rostro me puso casi nerviosa.

—No me vas a llevar a un club de striptease, ¿verdad? He trabajado en uno y


he visto suficientes tetas y traseros para que me dure por una vida entera.
—No, solo ve a prepararte. —Me puso los ojos en blanco antes de ponerse
de pie y agarrar nuestros dos platos.

—Puedo ayudar a lavar los platos —le dije, levantándome después de él. No
me pareció bien dejándolo para que los lavara.

—¿No necesitas un tiempo para prepararte? —Le envié una mirada por eso.
Mientras estaba junto a él en el fregadero, esperé para empezar a poner nuestros
platos en el lavaplatos. Después de lavar los platos, ambos nos dirigimos a nuestras
habitaciones para prepararnos.

Todo el tiempo que me duché, estuve sonriendo de oreja a oreja. Por


primera vez en mucho tiempo, me sentí relajada, feliz y emocionada. Liam podría
haber sido un imbécil conmigo al principio, pero ahora, con él actuando de la
manera en que lo estaba haciendo, sabía que me enamoraría de él. Ya me estaba
enamorando. Me vestí con mis nuevos jeans azul claro y un suéter de color verde
azulado. Después de cepillarme los dientes y ponerme un poquito de maquillaje
para ocultar mi piel inflamada, asentí ante mi reflejo. Me dejé el cabello suelto, y
estaba empezando a rizarse solo un poco en la parte inferior. Agregué un toque de
lápiz labial rosa y agarré mis botas marrones con cordones y me las puse. Decidí
dejar mi anillo aquí hoy, puse mi bolsa en mi hombro y salí de mi habitación. No
tenía ni idea de lo que Liam había planeado, pero no quería arriesgarme a perder o
arruinar mi anillo.

Cuando salí de mi habitación, Liam vino caminando hacia mí. Me miró de


arriba a abajo, mostrándome sus dientes color blanco perla con una sonrisa.

—¿Lista para irnos? —preguntó. Mi boca se sentía seca mientras


contemplaba lo que él llevaba puesto. Incluso con una simple camiseta gris y un par
de jeans rotos, se veía delicioso.

—Sí. ¿Qué estamos haciendo exactamente? —pregunté, apartando los ojos


de su cuerpo mientras caminábamos hacia el garaje y entrábamos en su Range
Rover. Este tipo realmente tenía demasiados autos.

—Es una sorpresa. —Meneó las cejas hacia mí.

—No estás planeando llevarme a algún lugar para matarme, ¿verdad? —


bromeé. Cuando no contestó, mis cejas se dispararon hacia arriba—. ¿Cierto,
Liam?

—Si quisiera matarte, lo habría hecho antes. Demasiada gente sabe quién
eres ahora —dijo de manera retorcida.
—¡Ja, llegas demasiado tarde! —le saqué la lengua—. No querrías matarme
de todos modos. Soy demasiado asombrosa —me jacté.

—Yo no iría tan lejos —bromeó Liam, mirando hacia mí con una sonrisa. A
pesar de que estaba conduciendo, le di un suave puñetazo en el hombro.

Algunos minutos después, Liam entraba en un estacionamiento familiar.


Volviéndome hacia él, sonreí emocionada.

—¡Estamos en Fiesta Fun! ¿Vamos a jugar minigolf? —pregunté. Antes de


que pudiera contestar, me bajé del auto y rodeé el frente.

—Bueno, podemos, si quieres. Después. Estaba pensando en jugar Laser


Tag primero —dijo una vez que llegó a mí.

—¡Laser Tag! ¿Qué estamos esperando? ¡Vamos! —Sin pensarlo, lo tomé de


la mano y lo arrastré mientras entraba en el edificio. La emoción abrumaba
cualquier otro sentimiento que tuviera.

●●●
—Liam, cálmate. Estoy en camino en este momento —dijo Lennon por
teléfono. Jenna y yo teníamos unas tres horas hasta que tuviéramos que estar en la
función benéfica. Conocía a Lennon y sabía que le llevaría unas buenas tres horas
tener lista a Jenna. No estaba necesariamente nervioso por llegar tarde. Solo estaba
nervioso por Jenna conociendo un montón de gente. Sabía el tipo de gente que iba
a estar allí esta noche y no quería que Jenna estuviera cerca de ellos, pero tenía que
llevarla conmigo.

—Solo ven aquí, ¿de acuerdo? —dije, entrando a la casa.

—Calma tus partes femeninas. —Fue todo lo que dijo antes de colgarme.
Puse los ojos en blanco, acostumbrado a la rareza de Lennon y me adentré más en
la casa. Entré en la sala de estar esperando encontrar a Jenna allí, pero no. Después
de revisar su habitación, empecé a llamarla por su nombre. Me dirigí a la biblioteca
y no me sorprendió encontrarla acurrucada en la silla con un libro en las manos. Se
veía tan adorable sentada allí, con su cabello rubio dando vueltas alrededor de su
rostro y su labio inferior chupado entre sus dientes frontales. Me di cuenta de que lo
hacía cuando estaba sumida en sus pensamientos.

—Estás aquí dentro otra vez —dije, sorprendiéndola, haciendo que el libro
cayera en su regazo.

—Sí, lo siento. El solo estar aquí me ayuda a sentirme relajada.


—Sé exactamente lo que quieres decir. Vengo aquí cuando no estoy
trabajando —dije, entrando en la habitación y tomando asiento a su lado—. ¿No
deberías estar preparándote para la función benéfica?

—Estoy esperando a Lennon. Tengo instrucciones estrictas de no hacer nada


hasta que ella llegue aquí, en caso de que lo arruinara —dijo, poniendo los ojos en
blanco. Me reí suavemente, sabiendo exactamente a qué se refería.

—Definitivamente, escúchala. Puede dar miedo cuando quiere. Ha hecho


llorar a Blake.

—¿Hizo llorar a Blake? —preguntó, sus ojos abriéndose de par en par


mientras se enderezaba en la silla—. ¿Cómo?

—Él no lo admitirá porque ha pasado varias veces. Una vez fue durante
nuestro primer año de universidad. No paraba de decir que las mujeres no deberían
ser presidentas, cosas así, y a Lennon no le gustó lo que dijo, así que le dio un
rodillazo en las pelotas. Luego, otra oportunidad fue cuando hizo una apuesta con
otro tipo jugando al billar, y Lennon, siendo Lennon, tuvo que entrometerse,
distrayendo a Blake para que perdiera. No creo que lo haya visto llorar tan fuerte
antes. —Negué con la cabeza ante el recuerdo. Uno de los momentos más
divertidos que compartimos.

—Suena como algo que Lennon haría, en realidad. —Negó con la cabeza,
riendo en voz baja—. ¿Puedo hacerte una pregunta sobre ellos? —me preguntó un
minuto después.

—Claro. —Giré la cabeza y la miré, empezando a preocuparme.

—¿Por qué no están juntos? Está claro como el día que se gustan mucho.

—¿Cómo sabes que se gustan? —Quiero decir, no era como si fueran


noticias nuevas, pero Jenna solo se había encontrado con ellos dos veces. ¿Cómo
podía saber que se gustaban?

—Cualquiera con ojos puede verlo. Ambos se miran como si fueran la luna
para su sol —dijo, dándome una mirada como "duh".

—No me preguntes por qué no están juntos. A Blake le ha gustado desde


que estábamos en la secundaria. No estoy muy seguro de Lennon, pero está claro él
que le gusta tanto como ella a él. —Blake había estado enamorado de Lennon
desde que tengo memoria. Por supuesto, siendo un debilucho, nunca hizo nada al
respecto, incluso cuando Lennon tenía novios y se ponía celoso. Si fuera por mí,
estarían saliendo a estas alturas.
—¿Nunca has intentado juntarlos? —preguntó.

—No, siempre he pensado que lo resolverían por su cuenta. —Me encogí de


hombros. Observé cómo su cara se transformaba en una expresión extraña que
nunca antes había visto. Prácticamente podía ver las ruedas girando en su cabeza y
sabía que se le estaba ocurriendo algo—. ¿A qué se debe esa mirada? No estarás
pensando en hacer algo, ¿verdad? —le envié una mirada para que se mantenga al
margen. Ellos podrían solucionarlo por sí mismos.

—No voy a hacer nada —dijo, pero sabía que estaba mintiendo.

—No te creo. —Entrecerré los ojos hacia ella. Puso una sonrisa inocente,
pero podía ver a través de ella. Iba a hacer algo estúpido y probablemente nos
metería a los dos en problemas con Blake y Lennon—. Jenna —le advertí por
última vez.

—¿Qué hiciste ahora, Jenna? —Oí preguntar a Lennon, interrumpiéndonos


y mirando del uno al otro.

—Oh, nada. ¿Deberíamos empezar a prepararnos? —dijo Jenna, alejándose


de mí.

—Sí, tenemos mucho que hacer —oí decir a Lennon, pero todavía estaba
concentrado en Jenna.

—Qué manera de decir que soy fea —murmuró Jenna en voz baja. Sí, claro.
Ella nunca podría ser fea.

—Esta conversación no ha terminado, Jenna —le dije. Las vi salir de la


habitación. Me envió una sonrisita taimada, haciendo saltar un poco algo abajo.
Era una zorra sexy, pero ella no lo sabía. La miré fijamente hasta que salió de mi
vista.

Desde las fotos de nuestro compromiso, Jenna y yo nos habíamos vuelto


cercanos. Estaba cansado de ser grosero con ella. Verla mirarme con sus ojos azules
como ciervos me hacía difícil ser malo con ella. No sabía lo difícil que era resistirla.
Sí, solo la había conocido desde hacía casi un mes, pero tenía su agarre dentro de
mí. Todo lo que ella hacía era intoxicante para mí. Literalmente estaba tomando
todo dentro de mí para no agarrarla y besarla a más no poder.

Con un gemido por mis pensamientos, me levanté y me dirigí a mi


habitación para tomar una ducha fría. No podía ir a la función benéfica
sintiéndome así. Mientras Jenna se preparaba, yo me duchaba y poco a poco me
preparaba, reproduciendo mentalmente la función benéfica todo el tiempo. Quería
que todo saliera bien para Jenna y no dejar que se sintiera abrumada. Este era su
primer evento grande, y yo sabía cuán estresante y angustioso podía ser. Cuando
estaba en la escuela secundaria y empecé a asistir a estos con mi padre y mi madre,
estaba nervioso por actuar estúpidamente frente a gente muy importante o por
hacer algo que pudiera dañar la reputación de la empresa de mi familia. Pero
después de asistir a tantos eventos, ahora era un profesional y sabía qué esperar.
Siempre iba la misma gente, así que no sería una sorpresa para mí.

Lennon le había estado enseñando a Jenna toda la semana acerca de todos


los que iban a estar allí, y me impresionó mucho lo rápido que Jenna aprendió sus
nombres y negocios. Cuando conocí a Jenna en ese sórdido club de striptease, de
hecho estaba pensando en volver a recogerla. Toda la semana antes de que hablara
con ella hice que Matt, mi chofer, fuera al club a buscar a una chica. Sabía que ir a
un club de estriptís no era la mejor opción, pero también sabía que las mujeres de
allí tendrían más probabilidades de decir que sí porque necesitaban el dinero.
Cuando Matt regresó a mí, me habló de una chica que se veía joven y parecía un
poco luchadora. Me describió a Jenna, y por alguna extraña razón, me hizo querer
ir al club a verla. Así que lo hice.

Durante tres días, fui al club y observé a Jenna desde lejos mientras
trabajaba. Algo en ella despertó mi interés. Si era una hija de un padre rico, hacía
un buen trabajo escondiéndolo. Después de verla la última noche, sabía que la
elegiría. Tal vez porque parecía un blanco fácil o porque su inocencia me atraía,
pero yo quería que dijera que sí a mi trato.

Ahora, un mes después, en realidad nos gustábamos y nos estaba yendo


bastante bien con nuestro trato. Sí, ella le habló a su chofer, Garrett, sobre nuestro
trato y salió a la luz en la prensa, pero no estuve tan enojado como pensé que
estaría. Quiero decir, cuando descubrí que era él esa noche, todo lo que vi fue rojo,
pero no estaba enfadado con Jenna. Más tarde, después de que le hablé
bruscamente, me sentí culpable y me revolqué en mi habitación el resto de la noche.
Y me alegré de que el chico Garrett estuviera fuera del panorama. Sabía que yo no
estaba mucho por aquí, pero me di cuenta de que el chico le estaba tomando cariño.
La miraba con lujuria en los ojos, algo de lo que Jenna estaba ignorante. No lo
había sabido entonces, pero estaba celoso de que él estuviera pasando tiempo con
ella y no conmigo. La llevó a buscar pintura para la habitación y se ofreció a
ayudarla. El día que "pintamos" la habitación fue uno de los mejores días que había
tenido en años.

Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me había dado cuenta de la


hora hasta que eché un vistazo hacia mi mesita de noche. Teníamos treinta minutos
para llegar allí. Cuando digo que teníamos treinta minutos para estar allí, quería
decir treinta minutos para que pudiéramos llegar elegantemente tarde. Era mejor si
aparecíamos más tarde que los demás; eso era lo que mi padre siempre me decía.
Le mostraba a la gente que tenías otras cosas que estabas haciendo o que podías
estar haciendo en lugar de estar allí. Además, nuestra empresa estaba organizando
el evento, así que podía ir cuando quisiera.

Necesitando vestirme, rápidamente me puse una camisa blanca con botones


y un par de pantalones de vestir negros. Unos minutos atrás Lennon me había
mandado un mensaje diciendo que Jenna llevaba un vestido rojo, así que elegí una
corbata roja a juego. Después de apretarla, me puse una chaqueta negra antes de
arreglar mi cabello. Viendo que lucía bien, asentí ante mi reflejo y agarré el regalo
que le había traído a Jenna y salí de mi habitación. A principios de semana había
pasado por una joyería de camino al trabajo, y cuando me detuve en un semáforo
en rojo, miré a mí alrededor. Apenas podía ver algo en la ventana, pero algo
brillante me llamó la atención. En lugar de ir al trabajo, me di la vuelta y fui a la
tienda. Algunos minutos más tarde salí con un hermoso pero sencillo collar de
corazón. Gritaba "Jenna" y supe que tenía que comprarlo.

Cuando me detuve frente a su habitación, me enderecé la corbata y toqué


mis bolsillos para asegurarme de que tenía todo lo que necesitaba para esta noche.
Con una última respiración profunda, llamé a la puerta y esperé que me dejaran
entrar. No quería simplemente irrumpir y conseguir que Lennon me gritara. Un
segundo después, fue abierta por el mismo diablo. Di un paso adentro e
inmediatamente me paralicé. Jenna se veía absolutamente impresionante. Incluso
vestida con un simple vestido rojo sin tirantes se veía impresionante. Su largo
cabello rubio caía alrededor de su rostro, y sus ojos verdes me miraban fijamente.
Podía sentir sus ojos mirándome, y yo claramente estaba haciendo lo mismo. Se
veía mejor de lo que imaginé.

—¿Podrían dejar de violarse con los ojos? Tienen que irse —nos dijo
Lennon, haciendo que mí mirada se apartara de Jenna. Parpadeé un par de veces,
tratando de aclarar mi mente.

—Jenna, estás... uh, estás genial. —Me tropecé con mis palabras.
Mentalmente me abofeteé por lo estúpido que sonaba. Nunca antes me había
puesto nervioso por una mujer.

—Gracias. —Se sonrojó, inclinando la cabeza. Pude ver que sus mejillas se
volvían de color rosa pálido.

—Te traje algo —dije, caminando hacia ella. Su cabeza se levantó


sorprendida—. Date la vuelta. —Hizo como le pedí. Sacando el collar de su
estuche, lo puse sobre su cabeza y lo dejé sobre su corazón. Después de asegurar el
cierre, dejé que mis dedos frotaran brevemente la base de su cuello antes de
apartarme de ella. No quería hacer algo estúpido.

—Es hermoso —susurró ella—. Gracias. —Jenna se volvió hacia mí.


—Se ve perfecto en ti. —El collar le quedaba muy bien. Demonios, todo se
veía muy bien en ella. Podría usar un par de pantalones deportivos para el evento
benéfico y pensaría que se veía increíble.

—Pájaros calientes, vamos —dijo Lennon y tosió en voz alta. Me obligué a


quitarle los ojos de encima a Jenna y sostuve mi brazo en alto para que lo tomara.
Sonreí mientras enlazaba su brazo a través del mío. Mientras nos separábamos,
miré por encima de mi hombro y le articulé "gracias" a Lennon antes de llevar a
Jenna al frente de la casa y hasta la limusina que nos esperaba. Observé desde el
rabillo del ojo cómo Jenna jugaba nerviosamente con sus dedos. Sabía que estaba
preocupada y no sabía qué decir o hacer. Hacía mucho tiempo que no consolaba a
una mujer que no fuera mi madre, mi hermana o Lennon.

—Jenna, lo vas a hacer genial. Solo ignora lo que digan los demás —dije
mientras sentía que el auto bajaba la velocidad—. Estaré a tu lado todo el tiempo.
—Le lancé una sonrisa, esperando calmar sus nervios. Coloqué una de mis manos
sobre la suya, apretándola suavemente—. Solo respira, Jenna —le dije suavemente
al oído. Dándole un asentimiento y con una sonrisa alentadora, me bajé del auto
mientras el conductor me abría la puerta. Inmediatamente fui invadido por luces
centelleantes y gritos de los paparazzi. Dándome la vuelta, le tendí la mano a
Jenna. Salió del auto y pareció sorprendida cuando las luces parpadearon como
locas.

Le agarré de la mano y la llevé más allá de los paparazzi, y todo el tiempo


nos gritaban para que nos entrevistaran. Sentí a Jenna agarrar mi mano más fuerte,
y le devolví el gesto. Nunca había sido tan malo antes, pero ella era mi prometida.
No solo una chica.

—Casi ahí —le susurré cuando estábamos a mitad de camino. La caminata


hasta la entrada del edificio nunca había sido tan larga. Afortunadamente, un
minuto después pasamos la última de las cámaras y entramos en el edificio. En el
momento en que el destello desapareció, Jenna suspiró y se apoyó en mí. Le sonreí
suavemente, sintiéndome a gusto con el sentimiento de ella presionada contra mí.

»Lo hiciste bien, Jenna —dije, sonriendo. Me devolvió la sonrisa y mi


corazón se estremeció. Su sonrisa nunca dejó de hacerme sentir mejor ni de hacer
que mi corazón latiera más rápido. Le apreté la mano tranquilizadoramente
mientras entrábamos en la habitación. Sentí que todos nos miraban y tuve que
contener una mirada. Necesitaban meterse en sus propios asuntos. Mirando a
Jenna, sentí un sentimiento de orgullo mientras caminaba a mi lado con la cabeza
muy en alto. Esa es mi chica.

Mientras caminábamos, noté que Jenna se preguntaba para qué era todo
esto. Después de explicarle que era por una buena causa, continuamos nuestro
camino. Ocasionalmente asentí a algunos hombres mientras caminábamos. Noté
que muchos de ellos estaban mirando a Jenna, y eso me hizo querer apretarla a mi
lado, haciéndoles saber que era mía.

—¡Liam Stanford! Es estupendo volver a verte —dijo una voz familiar y


resonante. Mirando hacia el sonido, me permití sonreír al ver a un viejo amigo de
la familia.

—Kenneth, es bueno verte a ti también —dije una vez que nos detuvimos
frente a él. Le estreché la mano. Kenneth era literalmente como un Papá Noel
ambulante. Era agradable, ruidoso, y se le podía llamar alegre. Era una de las
personas más amables que había conocido en estas fiestas.

—Y esta debe ser tu prometida. Hola, amor, soy Kenneth Poltz —dijo,
girándose hacia Jenna. Ella le devolvió el saludo amablemente.

»Vaya, es una cosita preciosa. Buena atrapada, muchacho. —Kenneth me


golpeó en el hombro. Me tragué un gruñido. Ese hombre puede ser un poco grande,
pero puede golpear fuerte—. Cariño, ven a conocer a la prometida de Liam —la
miró por encima del hombro. Al moverse a un lado, reveló a su hermosa y alta
esposa, María. María era prácticamente la única esposa aquí que no era arrogante y
miraba a todos como si fueran chicles pegados en la suela del zapato.

—Kenneth es dueño de una de las tiendas más grandes de Estados Unidos


—le dije a Jenna, aunque sabía que probablemente ya lo sabía.

—Eso es impresionante —dijo, sonriendo tanto a Kenneth como a María.


Antes de que pudieran decir algo, oí que me llamaban a mi derecha.

—Lo siento, pero mi prometida y yo debemos ir a ver a otras personas.


Volveremos para hablar, Kenneth y María —dije con pesar. Si pudiera elegir,
preferiría quedarme aquí con ellos que ir a saludar a los demás.

—No te preocupes, muchacho, no iremos a ninguna parte. Queremos saber


más sobre tu adorable chica. —Kenneth le sonrió a Jenna, lo que hizo que su
esposa pusiera los ojos en blanco. Me reí, sabiendo que no quería decir nada con
eso.

Durante la siguiente hora más o menos, arrastré a Jenna a mi lado mientras


íbamos de grupo en grupo, saludando a todos. Como iba a tomar el control de la
empresa, era mi deber saludar a todos y preguntarles cómo estaban sus familias.
Honestamente fue muy cansado y aburrido. Tuve que retener una sonrisa orgullosa
cuando Jenna le habló a una de las esposas de los beneficiarios después de que ella
le hizo saber que no le gustaba Jenna. Cuando Jenna quería serlo, podía ser un
pequeño petardo. Eso era algo que estaba empezando a amar de ella. Mientras
caminábamos hacia otro grupo, sentí un suave tirón en mi mano seguido por el
sonido de la voz de Jenna.

—Um, Liam.

—¿Sí? —Inmediatamente me detuve, pensando que algo andaba mal—.


¿Pasa algo malo? —Su sonrisa me calmó al instante.

—No, me preguntaba si podría tomar una copa.

—Por supuesto. Sin alcohol.

—Espera, ¿cómo sabías que no me gusta el alcohol? —preguntó. Podía oír la


confusión clara en su voz. Cuando la miré al principio y durante la cena en casa de
mis padres, vi que no le gustaba el alcohol.

—Vi tu cara en casa de mis padres cuando tomamos vino, y cuando


comemos solo tienes agua —le expliqué. Ella se quedó allí, conmocionada.
Negando con la cabeza hacia ella, deslice su mano—. Iré a buscarte agua. Solo
quédate aquí. —Después de asegurarme de que se quedaría, me apresuré a ir al bar.
No quería dejar a Jenna sola más tiempo del necesario. Uno de los hombres o
incluso las mujeres se abalanzaba sobre ella como una pantera. Si ella estaba a mi
lado, no tenía que preocuparme por ella. Me di cuenta de que podía haberla llevado
al bar conmigo, no se me ocurrió hasta que llegué a ahí.

Después de pedir rápidamente un agua para los dos, esperé impaciente a que
el tipo detrás del mostrador me diera las bebidas. Se estaba tomando su puto
tiempo, y cuando finalmente entregó las bebidas, se las arranqué de la mano y volví
con Jenna. En el momento en que la vi, supe que algo andaba mal. Estaba ahí
parada, mirando al espacio. Su rostro parecía como si alguien hubiera matado a su
cachorro y le estaban haciendo ver. Al darle las bebidas nuevas a un camarero que
andaba por ahí con una bandeja vacía, caminé rápidamente hacia ella. La llamé
suavemente, pero no respondió. Poniendo mis manos sobre sus hombros, la
estreché suavemente.

—Jenna —llamé en voz baja. Esta vez sí respondió. Sus ojos verdes me
miraron aturdida, como si no estuviera aquí. El dolor en sus ojos era tan profundo
que hasta yo lo sentí.

—N-Necesito aire —se ahogó. Asintiendo, le tomé la mano y la tiré hacia la


salida de un balcón. Cuando abrí las puertas, Jenna me soltó la mano y corrió hacia
la barandilla. La oí respirar profundamente mientras cerraba las puertas, sin querer
a nadie más aquí.
—Jenna, ¿qué pasa? —Finalmente pregunté después de unos minutos. Sin
pensarlo, envolví mis brazos alrededor de su cintura y la volví a meter dentro de mí.
Vi dos lágrimas corriendo por sus mejillas. ¿Qué demonios pasó después de que la
dejara? ¿Alguien intentó algo? ¿Alguien dijo algo? Porque si lo hacían, iban a pagar.

—Mi m-madre está aquí —susurró. Me puse tenso. ¿Su madre?

—¿Qué quieres decir con que tu madre está aquí? —pregunté.

—Estaba justo enfrente de mí cuando te fuiste a buscar un trago. Estaba con


un hombre. —La voz de Jenna sonaba tan rota. Mi propio corazón se rompió por
ella—. ¿Cómo puede estar aquí, Liam? Pensé que nunca la volvería a ver, y aquí
está. —Me di cuenta de que iba a empezar a llorar. Necesitaba sacarla de aquí, de
vuelta a casa.

—Jenna —dije, girándola suavemente por la cintura para mirarme—.


Vamos a sacarte de aquí. —Levanté las manos y acuné sus mejillas. Con las
almohadillas de mis pulgares, enjugué las lágrimas que caían por sus mejillas.
Parecía triste y herida. Sólo quería tomarla en mis brazos y no dejarla ir.

—¿Qué? No, Liam, no podemos irnos. Esta es tu fiesta benéfica —dijo,


mirándome. Todo su mundo estaba desmoronándose a su alrededor, y estaba
preocupada por esta maldita beneficencia.

—No me importa. Estarán bien sin mí. No quiero que te enfrentes a esa
mujer —dije ferozmente. No había forma de que iba a hacerla quedarse aquí por
más tiempo. Especialmente con su madre caminando por aquí.

—Pero…

—No, nos vamos —la interrumpí. Dándole una mirada firme, limpié el
rímel que estaba manchando bajos sus ojos—. Vamos. —Después de que me dio un
asentimiento, el agarré la mano, tirando de ella después de mí. Cuanto antes
salgamos de aquí, mejor. Justo cuando llegamos a mitad de camino al otro lado de
la habitación, alguien tenía que detenernos. Contuve un gemido y sonreí,
escuchando a Jenna gemir a mi lado.

—¡Liam! —dijo un hombre. Echando un vistazo, vi a Martin Brotherson, el


presidente de Brotherson’s Inc. No era el peor hombre del mundo, pero podía ser
baboso cuando quería serlo.

—Martin —dije. Miré a Jenna después de que sentí su mano apretarse en la


mía.
—Es genial verte. No hemos hablado en un tiempo —dijo Martin—. Mi
esposa sigue preguntando sobre ti también. —Estaba hablando conmigo como si no
pudiera ver a Jenna justo a mi lado. Queriendo reventar su burbuja, lo interrumpí.

—Martin, esta es mi prometida.

—Hola. Supongo que mejor me presento. Soy Martin Brotherson. —


Extendió la mano.

La presión en mi mano aumentó, y comencé a preocuparme más por Jenna.


Ella necesitaba salir de aquí.

—Cariño… oh, es Liam Stanford —dijo la esposa de Martin mientras


envolvía un brazo alrededor del suyo.

—Karen —contesté. No me importaba, pero, de nuevo, no sabía mucho


sobre ella.

Un ruido estrangulado llegó a mis oídos, y miré a Jenna justo cuando


apretaba su mano dolorosamente en la mía una vez más. Estaba mirando fijamente
a Karen con una expresión extraña. Mirando entre las dos, llegué a la conclusión de
que esta era su madre. ¡Karen Brotherson era la madre biológica de Jenna!

—Lo siento, pero mi prometida y yo tenemos que irnos. Fue agradable


verlos de nuevo —dije bruscamente, necesitando alejarla de aquí. Sin esperar su
respuesta, tiré de Jenna conmigo por la puerta. En el momento en que entramos en
el auto, se quebró. La acerqué a mí y la dejé llorar en mi pecho, sin importarme que
mi camisa estuviera mojándose. Normalmente la vista de una mujer llorando me
desanimaba, pero no con ella. Quería consolarla y llevarme todo su dolor. Todo el
viaje a casa, sollozó, y todo lo que podía hacer era frotarle la espalda. Una vez que
estacionamos en la casa, la levanté suavemente entre mis brazos al estilo de novia y
la llevé adentro. Una vez que llegamos a mi habitación, me senté en mi cama,
apretándola contra mí.

—Jenna, nena, está bien —dije suavemente a su oído. Pasé los dedos por su
cabello y espalda, tratando de consolarla. Lentamente comenzó a dejar de sollozar
y ahora estaba hipando suavemente contra mí.

—Saquémoste de tu ropa —susurré y la levanté. Envolvió su cuerpo a mí


alrededor como un koala mientras la llevaba al baño. Poniéndola suavemente en el
mostrador, me alejé de ella y me dirigí a la bañera—. ¿Quieres tomar un baño? —
Observé mientras comenzaba a asentir, pero luego negó con la cabeza. Asintiendo,
agarré una toallita limpia y la mojé. Volví con ella y le extendí las piernas antes de
meterme entre ellas. Siendo gentil, empecé a limpiar su cara de maquillaje.
Mientras la limpiaba, la sentí mirarme. Ignoré su mirada fija y continué
limpiándola hasta que terminé.

Nuestras miradas fijas se trabaron de repente, haciéndome detenerme y


mirarla fijamente. Quería besarla tan grave, pero ahora mismo no era el momento.
No me necesitaba besándola cuando acaba de encontrarse con su madre por
primera vez en catorce años. En lugar de besarla, puse mi frente en la suya.

—Siento lo de tu madre. No sabía que era la esposa de Martin Brotherson —


murmuré suavemente. Realmente me sentía mal.

—Está bien —graznó—. Y solo… no puedo creer que esté aquí. Después de
todo este tiempo todavía estaba en Nueva York, haciendo una nueva vida. —Sus
ojos comenzaron a llorar de nuevo.

—Jenna, mírame. —Con un dedo, levanté su barbilla—. No dejaré que esa


mujer esté cerca de ti, ¿está bien? Me aseguraré de que no te vuelva a lastimar. —
Miré muy fijamente a sus ojos. Quería que confíe en mí sobre eso.

—Yo… gracias —susurró. Sin pensarlo, presioné suavemente un beso en su


frente.

—Cambiémoste. —Retrocedí y le tendí la mano. Contuve una sonrisa


cuando puse su mano en la mía sin dudar—. Aquí, puedes ponerte estos. —Dejé
caer un par de bóxers y una camisa gris en sus manos.

—Puedo solo ir a mi habitación —dijo.

—No, vas a quedarte aquí esta noche —contesté, mi voz firme—. No


miraré. —Dándole la espalda, la oí luchando por bajarse la cremallera de su
vestido. Me di la vuelta y contuve una sonrisa mientras me dejaba moverme a su
alrededor.

Cuando puse mis manos sobre sus hombros, la sentí temblar ligeramente.
Poco a poco, bajé el cierre del vestido, arrastrando mis dedos junto con él. No pude
resistirme a tocar su piel desnuda. Con el vestido abierto, volví a subir los brazos y
desabroché el collar. Estando tan cerca de ella y ella casi desnuda, todo lo que
quería hacer era llevarla de vuelta a la cama y salirme con la mía con ella. Me hice
alejarme de ella con un gemido. Una vez más le di la espalda para que pudiera
vestirse.

—Ya terminé —dijo en un tono suave un minuto después. Verla en mi ropa


me hacía feliz. Y se veía bien en ella. La camisa era grande y colgaba en su pequeña
contextura, haciéndolo parecer que no tenía puestos los bóxers que le di. Cuando
agarré su mano una vez más, me di cuenta de que estaba empezando a volverse
natural. La llevé de vuelta a mi habitación. La observé saltar sobre mi cama y
gemir. Mi cama definitivamente era cómoda.

—Voy a ir a cambiarme. Solo recuéstate relájate —dije mientras yacía en mi


enorme cama, lo cual la hacía parecer pequeña. Regresé a mi baño para lavarme la
cara y cambiarme rápidamente. Cuando volví a surgir, encontré a Jenna perdida en
sus pensamientos. Me deslicé en la cama, y se movió para mirarme.

—¿En qué estabas pensando? —le pregunté. Dejé que cualquier comentario
caiga, ya que estaba mirando fijamente mi pecho.

—Solo en mi madre. Eso es todo —dijo.

—No pienses en ella, Jenna. No te merece. —Quería decir cada palabra.


Jenna no se merecía lo que su madre le había hecho. Se merecía mucho más.

—Gracias, Liam. Siento que tuviéramos que dejar la beneficencia. Y que


llorara por toda tu camisa —murmuró suavemente.

—No te preocupes por ello. La beneficencia está bien sin mí, y esa camisa
era vieja de todos modos —dije, desestimándolo y enviándole una sonrisa. Observé
cómo sus párpados comenzaban a caer y un bostezo escapó de sus labios—. Solo ve
a dormir. Te tengo —dije, poniendo mis brazos alrededor de ella y abrazándola
cerca de mi pecho. Se acurrucó contra mí, y suspiré. Encaja perfectamente contra
mí. Todo sobre ella era perfecto.

Mucho después de que se durmiera, no pude evitar pensar en el futuro.


Antes de Jenna, todo lo que quería era hacerme cargo del negocio y eso era todo.
No quería un matrimonio o a alguien con quien estar atada. Pero ahora, al
conocerla y estar cerca de ella, estaba empezando a pensar diferente. La quería en
mi vida. En lugar de arruinarlo como siempre lo hacía, tal vez esta vez debería
empezar a hacer un esfuerzo. Con eso en mente, le susurré buenas noches a Jenna,
plantando un beso sobre el tope de su cabeza y quedándome dormido finalmente.
7
Esa cara. Esa cara me resultaba terriblemente familiar, pero no podía
identificarla. La chica con Liam Stanford era muy bonita, y no pude evitar
preguntarme si nos habíamos visto antes. Incluso después de que se marcharan
abruptamente, los miré, mis cejas fruncidas. El resto de la noche pasó bastante
rápido, y pronto mi esposo y yo volvimos a casa. Actualmente estaba quitándome
el maquillaje y metiéndome en un par de pijamas.

—Cariño, ¿conoces a la chica que estaba con Liam Stanford? —le pregunté
desde el baño.

—Todo lo que sé es que ella es su prometida. —Me gritó Martin—. Nunca


dijo su nombre.

Entonces, ¿por qué me resultaba tan familiar?

—¿Por qué lo preguntas? —preguntó mientras salía del baño y se paraba al


lado de la cama.

—Oh nada. Solo creo que la he visto antes. Tal vez hemos conocido a sus
padres o algo así. —Lo deseché. Estaba cansado por el largo día.

—Acabo de colgar el teléfono con Ryan, y dijo que él y Tessa están


emocionados de volver a casa, y su avión aterriza a las once, así que tenemos que
llegar temprano —dijo. Mis bebés gemelos estaban en el internado. Apestaba no
verlos todos los días, pero era la mejor escuela del país, así que supongo que lo
compensaba.

—Eso es bueno —le dije, frotándome la loción antes de meterme bajo las
mantas y agarrar mi libro. Leemos durante un rato antes de apagar nuestras luces y
acostarnos.

Me quedé allí, tratando de dormir, pero por alguna razón no pude. Traté de
contar ovejas y de pensar en todo lo que necesitaba hacer este fin de semana y
durante la semana, pero nada parecía funcionar. En cambio, mi mente decidió traer
viejos recuerdos que había alejado.

●●●
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó alguien. Al levantar la cabeza del mostrador, vi un
par de ojos color chocolate y una cara hermosa. El tipo que estaba sentado frente a mí llevaba
un lindo traje con la corbata aflojada, y su cabello castaño estaba alborotado como si hubiera
pasado su mano demasiadas veces. Él lucía vagamente familiar, pero no podía ubicarlo.

—¿Eh? —pregunté, ya olvidando lo que acababa de decir. Estaba demasiado ocupada


mirando su hermosa cara. Tenía los pómulos altos y una bonita línea de la mandíbula.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó una vez más.

—Oh, soy Karen —respondí.

—Bonito nombre para una mujer bonita —dijo, enviándome una sonrisa. Sentí que
me sonrojaba y me regañe internamente. Tenía veinticinco años, por el amor de Dios. No
debería sonrojarme ante un comentario como ese.

—Gracias —dije en voz baja.

—Soy Martin, Martin Brotherson.

—Es un placer conocerte, Martin—. Mirando sus manos, vi que no tenía un trago, y
también noté que no tenía un anillo. Realmente no esperaba que estuviera casado, ya que no
podía tener más de veintiocho años—. ¿Hay algo que pueda servirte? ¿Una cerveza, escocés,
whisky? —pregunté.

—Tomaré una cerveza. Lo que sea que tengas —respondió.

Asintiendo con la cabeza, me moví detrás del mostrador para conseguirle su bebida.
Sentí su mirada sobre mí todo el tiempo, lo que hizo que mi piel se calentara.

—Aquí tienes —dije, deslizando su cerveza frente a él.

—Si no te importa que pregunte, ¿por qué una mujer como tú trabaja en un bar como
este? —preguntó Martin de repente.

—¿Qué hace un hombre como tú en un bar como este? —le respondí.

—Largo día en la oficina. Necesitaba algo para relajarme —respondió,


sorprendiéndome. Alzó las cejas hacia mí, esperando mi respuesta.
—Tengo facturas que debo pagar.

—Una mujer como tú no debería tener que trabajar para las cosas. —Tomó un sorbo
de su cerveza y me miró directamente a los ojos. Algo sobre él parecía hablarme. Lucía como
un hombre de negocios y, a juzgar por su costoso reloj, tenía dinero.

Había estado en muchas relaciones antes. Quiero decir, tenía una hija por el amor a
Dios. No fue una sorpresa que me sintiera atraída por este hombre desconocido, pero fue
sorprendente lo mucho que lo estaba. Solo lo había visto hace tres minutos. Su mirada ardió
en mi rostro como si estuviera tratando de entrar dentro de mi cabeza.

—Cuéntame más sobre ti —dijo Martin, interrumpiendo mis pensamientos.

Durante la hora siguiente, hablamos y nos conocimos. Todo el tiempo me sentí a gusto
y a salvo. No me pareció el tipo que lastimara a una mujer o exigiera sexo en el baño como la
mayoría de los hombres que he encontrado en el trabajo. Cada vez que hablaba, escuchaba
atentamente, casi como si estuviera involucrado en cada palabra. Antes de darme cuenta, eran
las diez de la noche y mi turno había terminado.

Sabía que estaba terriblemente mal, pero nunca le dije a Martin que tenía una hija de
cinco años en casa. Algo dentro de mí estaba reteniendo esa pequeña información. Sabía que a
los hombres no les gustaba que una mujer tuviera un hijo de otro hombre. Sabía que si le
decía, escaparía, no quería eso. Yo quería seguir hablando con él. Hablamos como si nos
conociéramos de toda la vida. Y teníamos mucho en común. Ambos perdimos a nuestros
padres justo después de la preparatoria, y a los dos nos gustaba el mismo tipo de música.

Aprendí que cuando sus padres fallecieron se le entregó la compañía de su familia.


Mientras asistía a la universidad, también trabajó en la empresa, y cuando cumplió 21 años
se hizo cargo de todo. La compañía se llamaba Brotherson's Inc. y vendían de todo, desde
muebles hasta productos electrónicos. Era muy conocido en Nueva York.

Cuando me dijeron que podía irme, sentí que mi corazón se hundía. Quería quedarme y
hablar con Martin por más tiempo, pero sabía que tenía que llegar a casa con mi hija, Jenna.
Ella estaba en casa con una niñera en este momento. Reuní mis cosas que había dejado detrás
del bar. Cuando me acerqué, Martin estaba parado allí esperándome.

—Creo que será mejor que me vaya —le dije, esperando que mi tono no dijera que no
quería.

—Creo que será mejor también. —Caminando uno al lado del otro, dejamos el bar y
nos dirigimos al estacionamiento. Los dos estábamos callados mientras caminaba hacia mi
auto destartalado. Por alguna razón, me sentí extremadamente triste porque estaba dejando a
Martin y probablemente nunca lo volvería a ver. Me sentí conectada con él de alguna manera.
No podría explicarlo.
—Karen. —Martin me detuvo con una mano en mi brazo.

—¿Sí?

—Quiero verte de nuevo, si eso está bien. —Me miró.

—M-Me gustaría eso. —Una sonrisa se extendió por su rostro.

—Bueno. ¿Te gustaría salir conmigo mañana por la noche? —preguntó.

Quería decir que sí de inmediato, pero me detuve. Mañana era viernes y tenía a Jenna.
Me quedé allí, mordiéndome el labio inferior y pensando. Antes de que siquiera lo supiera, la
palabra: —Sí —salió.

—¿Puedo tener tu número de teléfono para que pueda llamarte cuando sea el momento
de recogerte? —Sin pensarlo, agarré su teléfono y marqué mi número—. Fue un placer
conocerte, Karen. Me alegro de haber venido a este bar.

—Yo también. —Le sonreí.

—Te enviaré un mensaje de texto más tarde. —Buscando mi mano, la llevó a sus
labios y le dio un beso. Me sonrojé y él sonrió antes de retroceder y marcharse. Abrí mi auto y
me deslicé en el asiento del conductor. Me senté allí, sonriendo de oreja a oreja. Tenía una cita
mañana. La primera en cinco años.

Todo el camino de vuelta a casa pensé en Martin, una sensación de calor se abrió paso
en mi pecho y mi estómago, algo sobre él me emocionó. Cuando llegué al estacionamiento de
mi departamento, suspiré, mirando hacia mi edificio. No era el mejor lugar para vivir. Era
madre soltera y trabajaba en dos trabajos solo para llegar a fin de mes. Si dependiera de mí,
no estaría viviendo aquí, pero no tenía ningún otro lugar donde Jenna y yo pudiéramos ir.

Cerré mi auto detrás de mí y caminé de mala gana hacia el edificio de mi apartamento


y entré. Después de graduarme de la preparatoria, mi vida se puso patas arriba. Un año
después de mi graduación, mis padres sufrieron un accidente automovilístico y murieron
instantáneamente. Llena de tristeza y soledad, quedé atrapada en malas compañías. Estuve
de juerga todas las noches, teniendo sexo con extraños al azar, sin preocuparme realmente por
nada. Antes, mi vida era buena. Tenía dos padres amorosos, un gran grupo de amigos
increíbles, posibilidades universitarias, pero ahora, nada. Después de casi un año de fiesta,
bebida y sexo, descubrí que estaba embarazada. Solo había cumplido veinte unas semanas
atrás. Sabía quién era el padre, un delincuente de veinticuatro años del que mis "amigos"
eran amigos.

En el momento en que me enteré de mi embarazo, fue una llamada de atención. Dejé de


ir de juerga y beber. Encontré un trabajo bastante decente y un lugar de lo que quedaba de los
fondos de mis padres. Le había dicho al padre, pero él no quería saber nada de mí ni del bebé.
En ese momento, estaba feliz de tener un bebé, pero solo tenía veinte. Ni siquiera podía
cuidarme, mucho menos a un niño.

Cinco años después, estaba aquí con una hija hermosa y una vida bastante decente. No
es exactamente lo que quería, pero estaba bien. Amaba mucho a mi bebé, pero en momentos
como éste deseaba no tener una hija. Quería actuar como los demás a los veinticinco años.
Salir en citas, tener amigos, ir a clubes. En cambio, estaba atrapada trabajando en dos
trabajos sin futuro, pagando facturas, llevando a Jenna a la escuela y de regreso, y
quedándome en casa todos los días. Solo deseaba que mi vida fuera diferente.

Abrí la puerta principal y la cerré silenciosamente detrás de mí, sin querer despertar a
Jenna. Sentada en el sofá con la televisión encendida, estaba mi niñera, Mary. La chica tenía
apenas diecisiete años. Ella era muy dulce y se llevaba muy bien con Jenna. Ella vivía apenas
a unas pocas cuadras de distancia, lo cual era perfecto si la necesitaba de repente.

—Hola, Sra. Howard —dijo, aparentemente escuchándome entrar.

—Hola Mary. ¿Cómo estuvo ella esta noche? —pregunté, poniendo mis llaves y mi
bolso en el mostrador.

—Genial, como siempre —respondió Mary, sonriendo. Apagó el televisor y se puso de


pie—. ¿Cómo estuvo el trabajo? —Ante la mención del trabajo, la imagen de Martin brilló en
mi cabeza.

—Estuvo bien. Hablando de eso, sé que es muy repentino y puede que tengas planes,
pero, ¿podrías hacer de canguro mañana por la noche? —pregunté. Odiaba preguntarle
cuando probablemente ya tenía planes, pero no tenía otra opción.

—No hay problema. No tengo planes de todos modos. Además, me encanta pasar el
rato con Jenna —respondió Mary.

—¡Gracias!

—¿Entonces, grandes planes mañana por la noche? —me sonrió ella. No pude evitar
sonrojarme—. ¿Quién es el suertudo?

—N-no hay ningún suertudo —tartamudeé. Mary rodó sus ojos hacia mí.

—Mejor me voy. Tengo escuela mañana. —Asentí, agarré mi bolso y saqué dos billetes
de veinte.

—Gracias, Mary. —Le entregué el dinero.

—No hay problema, Sra. Howard. Jenna es un encanto. —Recogió sus cosas y se
dirigió hacia la puerta—. Ah, y Sra. Howard... recuerde usar protección —dijo antes de
sonreír ampliamente y cerrar la puerta detrás de ella. Me quedé allí, mirándola. Sacudiendo
la cabeza, me dirigí hacia el pasillo y hacia la única habitación. Una sonrisa suave se
extendió por mi rostro cuando vi a mi bebé dormir, apretando su oso de peluche favorito en sus
brazos. Me acerqué y la arropé nuevamente, bese suavemente su frente antes de dirigirme al
baño para ducharme y cambiarme rápidamente.

Veinte minutos más tarde salí del baño, sintiéndome limpia. Estaba vestida con
pijama. Metiéndome en la cama, miré a mi hija mientras pensaba en mañana. Con un
suspiro, me quedé dormida.

Todo el día siguiente en todo en lo que podía pensar era en mi cita con Martin. Nunca
en mi vida había estado tan nerviosa o emocionada por una cita. Tal vez era porque esta se
sentía diferente; Martin se sentía diferente de los otros patéticos con los que había salido en el
pasado. Después de dejar a Jenna en el jardín de niños, conduje a mi otro trabajo, donde era
recepcionista en un Centro de Urgencias Médicas. Afortunadamente no tenía que saber nada
sobre cuestiones médicas, y el trabajo era bastante fácil. Solo tenía que registrar a las personas
y obtener su información de seguro.

Todo mi turno, mi mente estuvo en otro lado. Me sentí como una adolescente de nuevo,
me sentí como cuando tuve mi primera cita en la preparatoria. Era una gran sensación. La
extrañaba. No es que no me gustara pasar todo el tiempo con mi hija, esta era una sensación
completamente diferente. Cuando mi turno de trabajo finalmente terminó, conduje para
recoger a Jenna. Desde que le prometí helado a primera hora de la mañana, eso fue todo de lo
que habló cuando la recogí.

Cuando nos sentamos en una cabina comiendo conos de helado, miré a mi hija. Ella se
parecía a mí cuando era pequeña. Cabello rubio, brillantes ojos verdes y una amplia sonrisa
llena de dientes. Estaba agradecida de que se pareciera a mí en lugar de a su padre, no porque
el padre fuera feo ni nada por el estilo. Simplemente me hizo sentir mejor, sabiendo que ella se
parecía a mí. Ella habló sobre algunos niños de su clase mientras lamia su cono. Tenía toda
la cosa en su cara, pero sonreí al verlo. Eran los momentos como estos cuando me encantaba
ser madre, solo mirándola y escuchándola hablar, a pesar de que ella pronunciaba mal
algunas de las palabras.

Una vez que ambas terminamos nuestros conos, subimos al auto y volvimos a casa.
Eran las cuatro de la tarde y todavía no había tenido noticias de Martin. Justo cuando
entramos al apartamento, mi teléfono sonó. Sintiéndome mareada por la emoción, lo abrí
para ver un mensaje de texto de él. Sonreí y lo leí.

Martin: Oye, ¿las seis en punto funciona para ti?

Karen: Sí.

Martin: Bien, te recogeré más o menos a esa hora. ¿Cuál es tu dirección?


Dudé por un segundo, realmente no quería que él viera dónde vivía, pero aparté mi
vergüenza y le envié mi dirección. Con solo dos horas hasta que él me recogiera, decidí que no
estaría mal comenzar a prepararse ahora.

—Oye, cariño, ¿por qué no miras un poco de televisión? Tomaré una ducha —dije,
agarrando el control remoto y encendiéndolo en Disney Channel.

—¡Sí! —gritó, corriendo hacia el sofá y subiéndose a él. Volví a colocar el control
remoto junto al televisor y le di un beso en la cabeza antes de dirigirme al baño.

Tomar una ducha me llevó más tiempo de lo que pensaba porque tenía que rasurarme,
y quería asegurarme de que mi piel fuera suave y lisa. Salí de la ducha y me puse una toalla
alrededor de mi cuerpo y cabeza antes de ir a mi pequeño armario. No tenía muchos atuendos
elegantes. La mayoría de las cosas que vestía eran viejos jeans y camisetas. Mirando en la
parte posterior de mi armario, vi algunos vestidos que todavía tenía de mis días de fiesta.
Después de tener a Jenna perdí una tonelada de peso, y pensé que probablemente podría usar
uno de ellos esta noche. Agarré los tres vestidos que aún tenía y los coloqué en mi cama antes
de comenzar a secarme el cabello frente al espejo junto a la cama. Mientras terminaba de
secarme el cabello, Jenna entró.

—Mamá, ¿qué estás haciendo? —preguntó, saltando sobre la cama y mirándome.

—Me estoy haciendo el pelo, bebé. ¿Te gustaría mirar? —me asintió, y comencé a
peinarme, diciéndole a Jenna lo que estaba haciendo. Parecía fascinada, con los ojos muy
abiertos mientras lo asimilaba todo. Una vez que mi cabello estaba rizado y enmarcando mi
rostro, agarré un poco de maquillaje. Realmente no había usado ninguno en mucho tiempo,
pero no quería salir con Martin luciendo como un zombie.

—Eshte —dijo Jenna de repente, agarrando un tubo de lápiz labial del mostrador. Lo
tomé de ella y abrí la tapa, mostrándole el color rojo.

—¿Este? —Ella asintió. Sonriendo, me lo puse antes de mostrarle mis labios.

Una vez que lo vio, ella asintió, sonriendo y mostrándome sus dos dientes frontales.

—Ya que eres tan buena ayudándome con mi maquillaje, ¿por qué no me ayudas con
un conjunto? —le dije.

Los levanté uno a la vez y observé la cara de Jenna. Definitivamente era mi hija,
mientras elegía un lindo vestido negro sin tirantes. Era más largo que los otros dos, y después
de probarlo, supe que era perfecto para esta noche. Mostraba suficiente piel para ser sexy, pero
no demasiado. Con mi pelo rubio recogido sobre mis hombros y mi maquillaje hecho, me
deslicé sobre un par de tacones que no había usado en cinco años.

—¿Cómo me veo, bebé? —le pregunté, dando vueltas.


—Mami, te wes puesiosa —dijo Jenna. Abrazándola, la levanté en mis brazos y di
vuelta en círculo. Jenna soltó una risita y sonrió mientras me miraba. Un golpe en la puerta
me detuvo, y puse a Jenna abajo. Pase una mano alisando mi vestido y me dirigí a la puerta,
pensando que era Martin. Abrí vacilante la puerta y dejé escapar un suspiro de alivio cuando
vi a Mary de pie allí.

—¡Vaya, Sra. Howard, se ve caliente! —dijo Mary, mirándome y entrando.

—Gracias.

—¡Mary! —gritó Jenna, corriendo hacia ella.

Riendo, Mary la levantó y la besó en la mejilla. Viendo que eran las cinco menos cinco
minutos, agarré todo lo que necesitaba y lo puse en mi bolso.

—Lamento haberte hecho venir un viernes, Mary —le dije, tomando mi teléfono
celular.

—No hay problema, Sra. Howard. —Odiaba cuando ella me llamaba así. Me hacía
sentir tan vieja. Pero no importa cuántas veces le dije que me llamara Karen, ella no lo
haría—. Merece ir a una cita y soltarse. —Le sonreí, y mi teléfono zumbó en mi mano. Con
un mensaje de texto de Martin diciendo que estaba aquí, mi ritmo cardíaco comenzó a
aumentar. Por alguna razón, no quería que viniera aquí y viera a Jenna.

—Me tengo que ir. Regresaré antes de la medianoche. Muchas gracias, Mary —le dije,
asegurándome de tener todo. Dirigiéndome a Jenna, que estaba en los brazos de Mary, me
incliné—. Sé buena con Mary, ¿de acuerdo, Jenna? Pronto estaré en casa. Te amo. —Le di
un beso y con una última sonrisa de agradecimiento me fui. Mientras bajaba las escaleras, me
sentí mal por dejar a mi hija, pero lo aparté. Mary tenía razón. Necesitaba una noche fuera.
Llegué al vestíbulo justo cuando Martin entraba.

—¡Karen! Iba a buscarte —dijo, claramente sorprendido de verme aquí.

—Yo, eh, simplemente no podía esperar —dije sin convicción. Sí, eso no me hizo sonar
muy desesperada. Martin solo me sonrió.

—Tengo el lugar perfecto escogido. —Cuando él me tendió su brazo, lo agarré y dejé


que me guiara hacia afuera y hacia un Mercedes de aspecto muy agradable. Me deslicé en el
lado del pasajero, y sentí la emoción burbujeando en mi pecho. Sabía que iba a ser una gran
noche.

Los siguientes cinco meses pasaron rápidamente. Estaba más feliz de lo que había
estado en mucho tiempo. Martin me hizo sentir tan especial y segura. Nos llevamos muy bien,
y nos entendimos el uno al otro. Después de nuestra primera cita, mi vida se volvió más feliz y
menos aburrida. La única parte mala era que Martin aún no sabía nada de Jenna. No me
atreví a decírselo en nuestra primera cita, y ahora, cinco meses después, todavía no podía.
Jenna todavía era un misterio, y sabía que estaba mal, pero me gustaba de esa manera. No
quería que Martin se asustara al saber que tenía una hija.

Traté de dividir mi tiempo equitativamente entre ellos, pero pasé más tiempo con
Martin que con Jenna. Mary hizo de canguro casi todas las noches y los fines de semana. Ella
no se quejó porque le pagaba bien y estaba ahorrando para la universidad, pero sabía que no
podía seguir pidiéndole que me hiciera de canguro. Iba a graduarse de la preparatoria en unos
meses, dejándome sin una niñera. Jenna, siendo una inteligente niña de cinco años, seguía
preguntándome a dónde me iba. Solo le decía que era por trabajo. Me sentí terrible dejándola
la mayoría de las noches, pero por una vez en cinco años me sentía libre y amada por alguien.
No quería renunciar a eso todavía.

Estuvimos juntos durante cinco meses cuando Martin me propuso matrimonio. Los dos
sabíamos que era muy pronto, pero se sintió bien. Nos conectamos de una manera que
ninguno de nosotros podría negar. Lo amaba, y él me amaba. Parecía que finalmente estaba
obteniendo todo lo que quería. Conocí al chico indicado que me trataba como a una princesa.
No importaba que tuviera dinero; Solo me importaba que me amara. En el momento en que
dije "Sí", tuve que tomar una gran decisión. ¿Finalmente le diría sobre Jenna? ¿Lo
suspendería? ¿Qué debería hacer con mi hija?

Toda la próxima semana después del compromiso, le dije a Martin que tenía algunas
cosas que hacer antes de mudarme con él. Toda la semana estuve estresada, tratando de
descubrir qué hacer. Sabía que no podía dejar ir a Martin, y si le contaba sobre Jenna,
probablemente se iría corriendo. ¿Qué hombre de veintisiete años quería adoptar una hija? No
podría pedirle que sea su padre, especialmente después de todo este tiempo. Al final de la
semana, tomé mi decisión, y estaba convencida de que era lo mejor. Lo resolví todo con mi
apartamento, diciéndole al propietario que me iba para el final de la semana. Dejé ambos
trabajos, lo cual Martin apoyó completamente.

Reuniendo tanta fuerza como pude y diciéndome una y otra vez que esto era lo mejor
para Jenna, la desperté temprano en la mañana. Recogiendo su oso de peluche favorito y una
chaqueta, la lleve fuera del apartamento y hacia el automóvil. Todo el viaje Jenna siguió
preguntando a dónde íbamos, pero no respondí. Esto era lo mejor. Jenna se merecía una gran
vida, y yo estaba siendo egoísta al mantenerla. O al menos eso fue lo que traté de decirme a mí
misma. Encontré un buen orfanato el otro día. Estacioné el auto un poco lejos, saqué a Jenna
y caminé hacia la casa.

—Jenna, necesito que te quedes aquí por mí, ¿de acuerdo? —dije en el momento en que
llegamos a la casa.

—Mamá, ¿dónde estamos? ¿A dónde vas? —preguntó ella. Sus ojos verdes me
miraron confundidos.
—Mami solo va a ir a algún lado por un tiempo, pero volveré —mentí—. Sé una
buena chica y quédate aquí. Tengo que irme. —Di un paso atrás, pero una pequeña mano
envolviéndome la muñeca me detuvo.

—Pero, mami, ¡quiero ir contigo! —dijo Jenna, apretando su oso de peluche contra su
pecho con un brazo. Poniéndome de rodillas, puse mis manos sobre sus pequeños hombros y la
miré a los ojos.

—Cariño, volveré pronto. Solo necesito que te quedes aquí hasta que regrese.

—No quiero quedarme aquí —se quejó.

—Jenna. Sé una buena chica y escucha a mamá —dije, mi voz severa. No podría
quedarme aquí mucho más tiempo, porque estaba saliendo el sol y el orfanato estaria abierto.

—Quiero que sepas que te amo, Jenna. Volveré pronto —dije, colocando un beso en su
frente. Me demoré allí un poco más, sintiendo que las lágrimas comenzaban a acumularse en
mis ojos. Tuve que dejarla ir. Ella se merecía algo mejor que yo. Obligándome a retroceder,
me di la vuelta y me alejé, escuchando a Jenna llorar suavemente detrás de mí. Tuve que
forzar mis piernas para seguir caminando. Si no lo hiciera, habría dado la vuelta. Con cada
paso que di, mi corazón se rompió un poco más. Pensé que estaba haciendo lo mejor para las
dos. Dejando que una lágrima se deslizara fuera de mi ojo, subí al auto y rápidamente me
alejé.

Jenna, siempre te amaré, y espero que me perdones algún día. Con eso, dejé
atrás a Jenna y me dirigí a la casa de Martin.

●●●
Me sobresalte con lágrimas deslizándose por mi rostro. Contuve un sollozo.
No había soñado con esa noche en tanto tiempo, pero cada vez que lo hacía, mi
corazón se rompía aún más. Catorce años desde que dejé a mi bebé en la puerta de
un orfanato. A lo largo del tiempo me castigue por mi estúpida decisión. Era joven
y muy estúpida por pensar que podía dejar sola a mi hija de cinco años para
comenzar una nueva vida. Estaba tan concentrada en Martin y en mi llamada
"nueva y fantástica" vida que ni siquiera pensé en ella. Era una madre terrible.

Había pensado en tratar de encontrar a Jenna a lo largo de los años, pero


supuse que no debería hacerlo. No quería interrumpir su vida. Probablemente tenía
una familia cariñosa y estaba en la universidad en algún lado, viviendo su vida. No
podía encontrarla y decir: "Oye, soy tu madre. La que te abandonó hace tantos
años por mis deseos egoístas". Ahora tenía cuarenta y tantos años y tenía otros dos
hijos. Los amaba mucho, e incluso pensar en dejarlos como lo hice la primera vez
me hizo odiarme a mí misma aún más. Quedé embarazada de los gemelos un año
después de casarme con Martin. No fue hasta que los tuve y vi a Martin con ellos
que me di cuenta de cuánto me gustaba ser madre. Después de darles a luz, intenté
con todas mis fuerzas ser la madre de la que todos estarían orgullosos. Quería ser
como mi propia madre, quien fue increíble y siempre estuvo allí para mí.

Mi vida con Martin era genial. Catorce años después, todavía nos amábamos
como el momento en que nos conocimos. Todavía hacía que mi estómago estallara
con mariposas y mi corazón se acelerara. Realmente era la vida que siempre había
deseado.

Pero aún había una gran cosa que lamentaba mucho. Si pudiera, regresaría en
un instante y llevaría a Jenna conmigo. Siempre lamentaría lo que hice y viviría con
ello el resto de mi vida.

Al ver que era un desastre, rápidamente me levanté para lavarme la cara y


calmarme. No quería que Martin me viera así. Él podría ser muy protector.
Después de calmarme y refrescarme, salí del baño justo cuando él se estaba
levantando.

—Oye, cariño —dijo en su voz profunda de la mañana. Sonriendo, me


acerqué a él y lo besé. Incluso hasta el día de hoy habían chispas cuando nos
besábamos—. Te levantaste temprano esta mañana.

—Sí, estoy feliz de ver a los gemelos hoy —dije, medio mintiendo. Era cierto
que no podía esperar para ver a mis bebés. No los había visto en tres semanas.

—¿Qué tal si voy y te preparo algo para desayunar antes de ir a buscarlos? —


preguntó Martin, sonriéndome. Sonreí y lo besé por última vez antes de salir de sus
brazos.

—Te encontraré allí abajo.

Enviándole un guiño, salí de la habitación y bajé las escaleras hacia la cocina.


Agarré cosas de la nevera para comenzar el desayuno, y escuché los pasos de
Martin entrar a la cocina.

—Se supone que debo prepararte el desayuno —dijo, dejando el periódico


sobre el mostrador.

—Estabas tardando demasiado.

—¡Ve a sentarte y lee el periódico, mujer! —me ordenó, golpeándome en el


trasero antes de tomar mis caderas y alejarme de la estufa. Puse los ojos en blanco y
me reí de él, pero hice lo que me dijo. Con el diario en la mano, fui a la mesa y me
senté. Martin vino con una taza de café, como a mí me gustaba, antes de comenzar
a desayunar. Tomando un sorbo de mi café, abrí el periódico, de repente
ahogándome con el líquido caliente. En la primera página decía:

Liam Stanford y su prometida, Jenna Howard, hicieron su primera


aparición anoche en la gala benéfica de la compañía de su padre. Su prometida se
veía impresionante con un sencillo vestido rojo, y Liam se veía guapo, como
siempre, con un esmoquin. La pareja anunció su compromiso a principios de esta
semana, sorprendiéndonos a todos. Nadie sabe quién es Jenna Howard, pero
tenemos que decir que ya nos están gustando juntos. No han anunciado la fecha
del gran día, pero esperamos que pronto. Los dos se están convirtiendo
rápidamente en la pareja favorita de Nueva York.

¿Jenna Howard? ¿Jenna? ¿Howard? ¿Jenna? No podría haber otra chica con
ese mismo nombre, ¿verdad? ¿La chica que conocí anoche era Jenna, mi pequeña
niña?
8
—¡No seas un bebé y ven! —grité, rebotando en el aire.

—¡No soy un bebé! —me gritó desde la puerta.

—Estás bloqueando la entrada. ¡Ven y salta conmigo!

—Jenna, tienes diecinueve años y estás en un inflable para niños pequeños —


dijo Liam, cruzando los brazos sobre su amplio pecho.

—¿Y? ¿Parece que me importa? —Seguí saltando en la cama elástica. Dando


unos grandes saltos, llevando mis piernas abiertas hacia arriba—. Estás celoso de
que puedo hacer eso. —Mi cabello rubio volaba alrededor de mi cara mientras mi
cuerpo subía y bajaba.

—No estoy celoso. —Liam me miró, con el fantasma de una sonrisa en los
labios.

Estábamos actualmente en el salón del inflable de Fiesta Fun, donde Lennon


y yo habíamos llevado a Sky. Estaba bastante vacío, excepto por unos pocos niños,
pero estaban en el otro extremo. Intentaba que Liam viniera y saltara conmigo,
pero se negaba, diciendo que era demasiado viejo para estar aquí.

—¡Vamos, viejo! —me burlé de él. Sonreí con satisfacción mientras me


estrechaba los ojos—. ¿O necesitas mi ayuda para llegar hasta aquí, abuelo? —Eso
pareció hacer el truco, haciéndolo acercarse hacia mí. Me habría asustado si el
trampolín bajo sus pies no lo hiciera caminar raro. Además, nada sobre Liam me
asustaba. Había visto su lado dulce con la suficiente frecuencia como para saber
que no daba miedo. A medida que se acercaba, mis rebotes seguían haciéndolo
perder el equilibrio. No pude evitar reírme.

—¿Crees que es gracioso?

—Bueno sí. Un tío de un metro ochenta, de veinticuatro años saltando en un


pequeño lugar para niños es divertido. —Dejé de rebotar ante la expresión de sus
ojos. Su color azul claro se había vuelto más oscuro, y tenía una sonrisa en su
rostro.

—¿Crees que es gracioso, eh? —Dio un paso hacia mí. Estaba a menos de un
metro de mí ahora.

—Sí, viejo —dije antes de pensar en ello.

—Voy a mostrarte quién es un anciano —dijo Liam. Tuve un segundo para


ver su sonrisa ensancharse antes de venir hacia mí. Con un chillido, salté a un lado
mientras él se abalanzaba sobre mí—. Jenna, ven aquí —dijo con una voz extraña,
escalofriante y aguda. Parecía algo de una película de terror.

—¡No! Tienes que atraparme, abuelo. —Le sonreí.

En una fracción de segundo, se lanzó hacia mí otra vez, haciéndome dar


media vuelta y huir. Corriendo hacia el otro lado de la sala de inflables, miré por
encima de mi hombro para ver a Liam justo sobre mis talones. ¡Maldición,
recuperó su equilibrio!

—¡Jenna, voy por ti!

Con él justo detrás de mí, grité, corrí y salté para alejarme de él. Mis gritos
captaron la atención de los pocos niños allí y sus padres. Cuando pasamos
corriendo junto a un grupo de padres hablando entre sí, nos enviaron miradas de
Liam y de mí que decían que teníamos que calmarnos. Mientras huía de Liam, no
pude evitar reírme a carcajadas.

Estaba tan ocupada riéndome e intentando esquivar a los niños que no me di


cuenta de que Liam estaba justo detrás de mí hasta que un brazo grande se envolvió
alrededor de mi cintura, empujándome hacia un duro pecho. Con un chillido, perdí
el equilibrio y me golpeé contra Liam, derribándolo también. Grité cuando los dos
caímos de nuevo en el piso del trampolín. Escuché a Liam gruñir en mi oído
mientras todo mi peso se derrumbaba sobre él.

—Auch —murmuré. Al darme cuenta de que todavía estaba en Liam, traté de


pararme, pero su pesado brazo me mantuvo en su lugar. De repente, me movieron
y me dieron la vuelta hasta que mi espalda cayó al suelo, y Liam se cernió sobre mí.
Me encontré con sus ojos azules y tragué saliva mientras su cuerpo se cernía sobre
el mío, sus manos al lado de mi cara, sosteniendo su peso.

—Te tengo —susurró, su voz ronca. Me mordí el labio inferior, sintiendo una
ráfaga de calor ir directamente a mi centro y extenderse por todo mi cuerpo.
—Lo hiciste, viejo —le susurré. Una sonrisa adorno su rostro ante eso. Su
sonrisa era tan impresionante que supe que quería verla más seguido.

—¿Tengo que mostrarte que no soy un hombre viejo? Todo en mí es joven,


señorita. —Puso énfasis en la palabra “joven". Mi aliento se detuvo en eso.

—Necesito una prueba —le dije, sonriéndole.

—¿Ah, sí? —Su cabeza se inclinó cerca de la mía. El aliento a menta se


extendió por mi cara. Honestamente no tenía idea de cómo su aliento todavía olía
bien cuando habían pasado tres horas. Su cabeza descendió más abajo, casi a una
pulgada de distancia de mis labios. Seguí mirando sus labios rosados, queriendo
besarlo de nuevo. El aliento de Liam salió en escofina mientras me miraba.

—Hmm-hmmm. —Una tos vino desde arriba de nosotros. Gimiendo por lo


bajo, Liam cerró los ojos antes de deslizarse a regañadientes lejos de mí. Cuando
miré detrás de Liam, vi a una mujer parada allí con sus manos en sus caderas,
golpeteando su pie. Se veía enfadada con nosotros. Liam se puso de pie,
tendiéndome una mano para que la tomara. Deslizando mi mano en la suyo,
también me puse de pie y enderecé mi suéter, mis mejillas comenzaron a ponerse
rosadas.

—Hay niños aquí. Sería maravilloso si no hicieran eso aquí. Creo que será
mejor que se vayan. —Ella nos miró.

—Lo que sea —dijo Liam, sorprendiéndome por su respuesta. Esperaba que
fuera cortés y que se disculpara. Con mi mano en la suya, él me arrastró,
inclinándose para recoger nuestros zapatos junto a la puerta—. Qué mujer grosera
—murmuró. Mordí una sonrisa, totalmente de acuerdo.

—Ella está celosa de que nos estuviéramos divirtiendo —le dije, una sonrisa
apareciendo en mi rostro.

—Creo que tienes razón. —Me sonrió mientras caminábamos mano a mano
fuera de Fiesta Fun, e íbamos hacia el auto.

—Entonces, ¿a dónde ahora? —le pregunté, a regañadientes soltando su mano


y abriendo la puerta del automóvil. Me encantó la sensación de mi mano en la
suya. Se ajustaban perfectamente bien.

—¿Qué tal un lugar para comer? Me muero de hambre —ofreció, arrancando


el automóvil.

—Suena bien para mí.


—Tengo el lugar perfecto en mente. —Con eso, salió del estacionamiento y se
dirigió a dónde íbamos. De buen humor, encendí la radio.

Sonriendo al escuchar la canción, comencé a cantar a todo pulmón la letra de


"Somebody That I Know To Know".

—¿Cómo conoces esta canción? —Liam me gritó.

—¿Vivo bajo una roca? —Puse los ojos en blanco—. Como estoy atrapada en
casa todos los días, uso iTunes.

Seguí cantando, sin importarme que mi voz apestaba. Me sentía muy bien
soltándome y siendo yo misma. Liam siguió mirándome, pero podía decir que
estaba sonriendo. Me encantaba ser la razón por la que sonreía. Girándome en mi
asiento, comencé a cantarle, incluso haciendo muecas junto con la canción.

—Sabes, tu voz apesta —comentó.

—¿Qué? —Puse una mano en mi pecho—. Mi voz es como la de un ángel. —


No me ofendí porque sabía que mi voz no era para nada angelical. Sonaba como
una ballena que suplicaba morir mientras era arrastrada detrás de un automóvil.

—Sí, como un dulce ángel —me respondió.

—Bien, ¿cómo es tu voz, oh señor maestro? —le pregunté—. Adelante. —


Hice un gesto para que cantara.

—No, no canto.

—¡Venga! No puedes decir que soy terrible si no eres mejor. Quiero


escucharte, así que canta. La canción está a punto de terminar, así que date prisa.
—Me recliné en mi asiento, cruzando los brazos sobre el pecho y mirando a un
lado de su rostro. Al darse cuenta de que no iba a retroceder, él suspiró. Liam
cantó. Me senté allí en estado de shock. Por supuesto, Liam podía cantar.
Maldición, él podía cantar. En lugar de decir algo, resoplé y me desplomé en mi
asiento.

—¿Qué?

—¡No me digas que! Tú puedes cantar, tu... maldito zorro.

—¿Y?

—¡Simplemente no es justo! ¡Eres bueno en todo! —Hice un puchero. Yo no


era una de esas personas que había nacido con dones.
—No soy bueno en todo —dijo Liam, deteniendo el auto. Mirando por la
ventana delantera, vi que estábamos en la pizzería Rick’s. La última vez que
estuvimos aquí, Liam fue un idiota conmigo, haciéndome huir y ser bombardeada
con paparazzi—. Pensé que podríamos terminar la comida que se suponía que
teníamos —dijo. Parecía casi nervioso.

—Justo lo que quería —le dije, sonriéndole. Saliendo del auto, nos abrimos
paso dentro del restaurante. Una vez más me golpeó el olor a pizza fresca y pan de
ajo. Mi estómago gruñó, lo que me hizo poner un brazo alrededor de mi estómago
para calmarlo.

—¡Liam! ¿Otra vez aquí? —La misma dama que la última vez se adelantó y
abrazó a Liam—. ¡Y trajiste a la misma chica! —También me dio un abrazo, y nos
sentó en una pequeña esquina, dándonos algo de privacidad. Enviándonos una
extraña sonrisa, se alejó.

—No te preocupes por Hilda. A ella le gusta avergonzarme —dijo Liam,


agarrando un menú.

—Me gusta —le dije, agarrando el otro menú. Mientras lo examinaba, sentí
un par de ojos mirándome—: ¿Qué? —pregunté, con miedo de que hubiera algo en
mi cara.

—Eh, um, nada —tartamudeó antes de bajar la mirada—. ¿Qué quieres


comer?

—No lo sé. Todo suena muy bien. Con seguridad quiero pan de ajo.

—¿Qué tal si obtenemos una pizza grande y pan de ajo? Son los mejores que
conseguirás aquí.

—Claro. —Confiaba en la elección de Liam, ya que él había estado aquí antes


y de hecho comía su comida. Después de darle nuestra orden a Hilda, nos
quedamos sentados mirándonos el uno al otro, casi torpemente.

—Liam, gracias por hoy —le dije, colocando mis manos frente a mí en la
mesa. —Me hiciste sentir mucho mejor. Y también quiero agradecerte nuevamente
por cuidarme anoche—. Terminé de sentirme avergonzada. Nunca había sido tan
vulnerable delante de alguien.

—De nada. Me alegro de poder despejar tu mente de tu madre por un rato. —


No había pensado en ella en todo el día, pero todavía estaba latente en mi mente, y
no me dejaría pronto. Simplemente no sabía qué hacer al respecto. ¿Debo tratar de
contactarla, decirle quién soy? ¿Debería simplemente ignorarla? Había mucho que
considerar, pero no quería pensar en eso.
—También quiero decirte algo —dijo Liam, sacándome de mis propios
pensamientos—. Quiero disculparme por como actué cuando te conocí. Actué
como un completo idiota cuando no debería haberlo hecho.

—Liam... —comencé, pero él me interrumpió.

—No, no estuve bien haciéndote eso. Yo fui quien te pidió que hicieras esto, y
a cambio actúo como un imbécil engreído sin consideración por tus sentimientos.
Te dije muchas cosas terribles que no puedo retractar, y quiero que sepas que lo
siento mucho. Si pudiera volver a cuando te conocí, no habría actuado de la
manera en que lo hice. Pensé que si era grosero contigo, te arrepentirías de tu
decisión y te irías, pero no lo hiciste —se miró las manos—. Solo... lo siento, Jenna.
—Me miró y sus ojos azules brillaron. Podría decir que quería decir cada palabra.

—Te perdono, Liam. —Extendí la mano y puse una de mis manos sobre la
suya. Lo perdoné. Lo había perdonado hace una semana, cuando empezó a ser
amable conmigo. Sabía que no debería haberlo perdonado tan fácilmente, pero lo
hice. Comprendí de dónde venía.

—Pero...

—Sin peros. Entiendo por qué estabas actuando tan grosero. Simplemente no
actúes de esa manera otra vez, por favor.

—No lo haré. Lo prometo. Enviándome una sonrisa brillante, me apretó la


mano.

—Aquí vamos, amores —nos interrumpió Hilda, moviendo las manos para
colocar una gran pizza en el centro de la mesa, seguida de una cesta de pan de
ajo—. Disfrútenlo.

Cuando vi la comida, pude sentir que estaba salivando. Todo se veía tan bien.

—Como no sé mucho sobre ti, ¿qué tal si jugamos veinte preguntas mientras
comemos? —sugirió Liam, sirviendo una rebanada de pizza en nuestros platos.
Parecía una buena manera de conocer mejor a Liam, así que acepté. Sin
importarme que no estuviera actuando como una dama, mordí mi pizza y gemí. No
había comido nada en todo el día, así que llene mi cara de pizza, olvidándome por
completo de que Liam estaba sentado frente a mí.

—Jenna, baja la velocidad. Hay mucho más.

—Wo siento —dije con la boca llena. Él sacudió su cabeza hacia mí.
—Como tu boca está llena, comenzaré yo. Algo simple ¿Cuál es tu festividad
favorita? —Tomó un bocado de su pizza y esperó mi respuesta.

Me quedé allí pensando en ello. Nadie me había hecho esa pregunta, y no


tenía una respuesta. No había celebrado ninguna festividad desde que mi madre me
dejó. Las vacaciones eran solo otra cosa que despreciaba. Estar sola te provocaba
eso.

—No tengo una —finalmente respondí.

—¿No tienes una festividad favorita? ¿Cómo?

—Simplemente nunca he celebrado ninguna, así que no puedo tener una


favorita. —Me encogí de hombros. No era un gran problema—. De todos modos,
¿cuál es tu dulce favorito? —Cambié el tema.

—Buen cambio de tema. —Sacudió la cabeza hacia mí—. El mío debería ser
Snickers. ¿Qué hay de ti?

Terminando mi pedazo de pizza, agarré otra rebanada.

—La mantequilla de maní Reese. Lo mejor en el planeta ¿Cuál es tu deporte


favorito? —pregunté, recordando todos los trofeos que encontré cuando me mudé.

—Fútbol. Es divertido para jugar y mirar —respondió de inmediato.

—¿Es por eso que lo jugaste en la preparatoria?

—Sí, Blake y yo siempre éramos activos cuando éramos más jóvenes. Para
mantenernos entretenidos, nuestros padres nos pusieron en fútbol en primaria, y
desde entonces lo jugamos. —Me sorprendió que realmente me respondiera.
Cuando le pregunté sobre eso antes, él simplemente me ignoró.

—Entonces jugaste tres deportes diferentes en la preparatoria —le pregunté.


Me miro confundido—. Encontré una caja llena de trofeos y medallas de tu
preparatoria —confesé.

—Pequeña señorita Snoopy1, ¿no es así? —bromeó, obviamente no enojado


de que revisara sus cosas.

—Oye, es tu culpa por dejarme desatendida.

—Pero, para responder a tu pregunta, sí jugué tres deportes en la escuela.

1
Hace referencia a alguien entrometido.
—¿Por qué lo dejaste? Parece y sonaba como que eras bueno —pregunté,
queriendo saber.

—Me lastimé mucho en mi primer año de universidad, y desde entonces


comencé a enfocarme más en los asuntos de mi padre que en cualquier otra cosa.
—Asentí, sintiéndome mal por él—. Usaste tres de tus preguntas, así que puedo
preguntar muchas.

—Bien, adelante.

—¿Qué pasó con tu madre? —lo miré fijamente, sabiendo que tarde o
temprano iba a hacer esa pregunta. Merecía saber qué pasó cuando era más joven,
especialmente después de verme así anoche.

—Tenía cinco años cuando ella me dejó. Ella me despertó en medio de la


noche, agarró algunas de mis cosas y me dejó frente a un orfanato. Con cinco años,
no sabía lo que estaba pasando, y no fue hasta que dos días después me di cuenta
de que ella no regresaría, incluso después de que prometió que lo haría. Esa
mañana, una mujer mayor, Sam, me encontró en la puerta y me acogió. Todavía
no sé por qué mi madre decidió dejarme. Solía pensar que era porque ella era parte
del FBI o algo así y no podía regresar hasta que hubiera terminado con lo que
fuera, pero ahora sé que no fue así. Se fue para comenzar una nueva vida y no se
molestó en llevarme con ella. Yo era demasiado equipaje, aparentemente. Viví en el
orfanato hasta que me gradué de la preparatoria a los diecisiete. Luego me
emanciparon antes de mudarme a mi antiguo departamento —dije, resumiendo mi
historia de vida de la manera más breve posible. Liam no necesitaba saber todo. No
le importaría, de todos modos.

—Jenna, eso es... —comenzó, pero lo interrumpí.

—Está bien, Liam. Realmente no quiero hablar de eso. He seguido adelante,


y eso está en el pasado —dije simplemente. Levanté una mano y me froté el pecho,
esperando deshacerme del dolor que estaba sintiendo en mi corazón. Era el pasado,
pero eso no significaba que todavía no doliera. Ser rechazado por tu propia madre
hacía que te marcara de por vida—. Háblame de tu infancia.

Sin siquiera una queja, Liam comenzó a hablar sobre su infancia con Blake y
Lennon. Me senté allí escuchándolo, y me encantó cómo sonreía ante los recuerdos
de él y sus amigos. Habló de todas las bromas que él y Blake usan para molestar a
su hermana, Julie, y a Lennon. También mencionó las tradiciones navideñas de su
familia y cómo sus padres lo avergonzaban frente a sus amigos y novias.

Mientras hablaba, no me sentí celosa, sorprendentemente. En su lugar, sentí


el amor que sentía por su familia y amigos. Hablaba de ellos con tanto cariño, y
cuando me dijo que iba a trabajar con su padre, sabía que tenía un profundo respeto
por su padre. Me senté allí escuchándolo hablar y rogándole en silencio que nunca
se detuviera. No podía tener suficiente de su voz, su sonrisa, incluso su risa.
Observé cada detalle de Liam desde el azul de sus ojos hasta la pequeña cicatriz en
un costado de su barbilla que nunca antes había notado. Observe mientras él
gesticulaba con sus manos sobre alguna historia, pensando en ellas envueltas
alrededor de mí.

Todo sobre Liam me gustaba. Incluso su comportamiento a veces frío me


gustaba, tan loco como eso sonaba. Me encantaba cómo sus ojos brillaban más
cuando se emocionaba o estaba feliz por algo y cómo se oscurecían cuando estaba
enojado o lo que supongo lo enciende. Me encantaba que cuando me miraba sentía
mariposas en el estómago y mi corazón comenzaba a acelerarse. Incluso cuando
me ponía de los nervios, todavía me gustaba. Me encantaba que se preocupaba lo
suficiente como para dejar la fiesta de beneficencia anoche y cuidarme después. Me
encantó que hoy me haya sacado para distraerme y no pensara en mi madre. E
incluso ahora me encantaba que hablara sobre su infancia para que no tuviera que
pensar en mi triste pasado.

De repente me congelé, dándome cuenta de algo. Estaba empezando a


enamorarme de Liam. Estaba empezando a enamorarme del hombre que se
suponía que no debía. Me estaba enamorando de alguien que nunca me devolvería
los mismos sentimientos y que solo pensaba en nuestra relación como un trato, un
trato que terminaría en un año. Cuando Liam me lanzó una sonrisa genuina, sentí
que mi corazón se calentaba y una sonrisa atravesó mi rostro. Aunque no sabía
cómo era estar enamorada, sabía con certeza que estaba empezando a enamorarme
de mi novio falso.
9
El fin de semana pasó volando, y antes de darme cuenta, era martes, el día en
que me reuniría con Lilly y Julie para los preparativos de la boda. Estaba nerviosa
de estar a solas con ellas dos, temerosa de que se me escapara algo. También estaba
nerviosa por elegir cosas para una boda que era una completa farsa. Eran las nueve
de la mañana y tenía que verlas a las once en alguna tienda de novias. No estaba
muy segura de lo que la madre de Liam tenía en mente, pero tenía la sensación de
que Lilly iba a ir a por todas.

En ese momento estaba sentada junto a la ventana, mirando al patio trasero


con una taza de café en la mano. Liam se había ido al trabajo hacía un tiempo ya,
dejándome con los lobos. Lilly me llamó ayer diciendo que Liam no podía venir
con nosotras hoy, ya que podríamos elegir un vestido de novia.

Desde nuestra cita el sábado pasado y de darme cuenta de que estaba


empezando a enamorarme de Liam, me sentí un poco incómoda con él. No podía
mirarlo a los ojos. Temía que él lo descubriera y me dijera que me fuera o que él no
sentía lo mismo. Yo era un libro abierto. Tenía que superar mi pequeño
enamoramiento de Liam antes de que las cosas empezaran a ser aún más
incómodas. Estuvimos muy bien estas últimas dos semanas, y no quería arruinarlo.

Decidiendo que había estado mirando por la ventana el tiempo suficiente y


que debería ir a vestirme, puse los pies en la baldosa fría y me dirigí a poner mi taza
vacía en el lavavajillas. Mientras caminaba hacia mi habitación, suspiré por lo vacía
que estaba la casa. No estaba mal cuando Liam estaba aquí, porque podía hablar
con él. Pero estar aquí sola hizo que la casa se sintiera más vacía.

Una vez que me vestí con un par de leggings2 negros, un suéter de color crema
y un par de botas negras, estaba lista para irme. Mi pelo rubio estaba suelto, se
había secado al aire y estaba rizado suavemente en los extremos. Estaba girando mi
anillo alrededor de mi dedo, parada en el medio de mi habitación. Jenna, puedes
hacer esto. Ya conociste a Julie y a Lilly, y sabes que son amables. Solo sé tú misma, y todo
estará bien. Mi teléfono sonó. Lo levanté y sacudí mi cabeza.

—¿Hola?

2
Polainas, o también llamadas calzas.
—Hola —dijo Liam al otro lado del teléfono.

—Oye, Liam. ¿Pasa algo? —Por lo general, no me llamaba.

—No, todo está bien. Estaba llamando para decirte que mi chofer te recogerá
en un minuto para que te reúnas con mi madre y a mi hermana.

—¿Pensé que tu chófer te había llevado esta mañana?

—Decidí tomar el Audi hoy. Solo quería que supieras, así que si necesitas
algo solo pregúntale o llámame. Y no dejes que mi madre y hermana te asusten, ¿de
acuerdo? Tienen la tendencia de avasallar y hacer que quieras salir corriendo. —Se
rio entre dientes.

—No te preocupes, creo que puedo manejarlas. —Sonreí.

—Sé que puedes. Solo recuerda que no tienes que decir o hacer algo con lo
que no te sientas cómoda. Y si se vuelven demasiado personales, solo diles que
retrocedan. Si no lo hacen, puedo decirles que se detengan.

—Liam, creo que estaré bien. Tu madre y tu hermana estarán bien. Te avisaré
cuando regrese a casa, ¿de acuerdo? Mejor me voy. No quiero llegar tarde —dije,
mirando el reloj en mi mesita de noche.

—Ok, Diviértete. Y... te hablaré luego.

—Diviértete en el trabajo. Adiós, Liam —saludé, colgando. En momentos


como estos me preguntaba si a Liam realmente le importaba o si simplemente
estaba preocupado de que volviera a hablar de nuestro trato.

Con una última mirada alrededor de mi habitación, asegurándome de tener


todo y de que me veía bien, agarré mi bolso y me dirigí hacia la puerta principal.
Cuando abrí la puerta, vi el Cadillac negro que usaba el chofer de Liam. Cerré la
puerta y me dirigí al auto. La semana pasada, Liam me dio un juego de llaves de la
casa, ya que ahora confiaba en mí. Tan pronto como me acerqué al automóvil, se
abrió la puerta del lado del conductor y salió un hombre de mediana edad. Parecía
de estatura mediana, con cabello castaño claro, y parecía tener unos cuarenta años.

—Hola, Srta. Howard —saludo educadamente, abriendo la puerta trasera.

—Hola, eh... —Me detuve. Me olvidé de preguntarle a Liam el nombre de su


chofer.

—Mathew, Mathew Hedly —dijo.


—Hola, Mathew. Gracias por llevarme hoy —dije, enviándole una pequeña
sonrisa.

—No hay problema, Srta. Howard. —Me sonrió.

—Por favor llámame Jenna. —Me subí al asiento trasero, y él cerró la puerta
detrás de mí. Me senté silenciosamente mientras él regresaba al auto y comenzaba a
conducir lejos de la casa. Era extraño estar sentada en la parte trasera de un
automóvil mientras alguien conducía. No estaba acostumbrada a tener chofer.

—Entonces, Mathew, ¿a dónde vamos primero? —pregunté, rompiendo el


silencio.

—La Sra. Stanford y la Srta. Julie la están esperando en el Highland Town


Center —fue todo lo que dijo. Mientras conducíamos en silencio, saqué mi teléfono
y envié mensajes de texto a Sophie y Candy. No había visto a Sophie en mucho
tiempo y quería salir con ella pronto. Esperaba poder pasar el rato con las dos.
¿Quién sabe? Tal vez podrían hacerse amigas.

El viaje continuó durante unos veinte minutos antes de que finalmente


llegáramos a un lugar de estacionamiento. Mirando por la ventana, vi a Lilly y a
Julie salir de una tienda y acercarse al auto. Sin esperar a que Mathew diera la
vuelta, abrí la puerta y salí.

—¡Jenna! —dijo Lilly tan pronto como estuvo frente a mí y me jaló en un


abrazo—.Es genial verte de nuevo.

De pie a su lado estaba Julie. Le sonreí, y ella me devolvió la sonrisa.

—Gracias, Mathew. Si te necesitamos otra vez, te llamaré. Creo que nos


quedaremos aquí —dijo Lilly, dándole a Mathew una sonrisa y un saludo con la
mano, antes de agarrarme del brazo y alejarme.

—¿Cómo estás, Jenna? —preguntó Lilly mientras nos llevaba a alguna parte.

—Todo bien. ¿Cómo estás? —le pregunté cortésmente.

—¡Estoy genial! Estoy tan emocionada de comenzar los preparativos de la


boda. Tenemos mucho que hacer, y hoy vamos a hacer una buena mella en esa
montaña. —Julie caminó a mi lado, y la escuché soltar un pequeño gemido. Sonreí
y miré hacia ella. Rodó los ojos a espaldas de su madre.

—Estaba pensando en que primero podríamos ir a lo de Max para encontrar


un color temático, luego a la florista para las flores y, después de eso, comprar el
vestido de novia. Entonces podemos comer un poco antes de ir de compras para los
suvenir de la fiesta —recitó Lilly.

Oh Dios, ¿en qué me he metido?

●●●
—Creo que estos lirios irían bien con la temática de color durazno y blanco —
dijo Lilly, recogiendo algunos lirios color amarillo y melocotón. Eran realmente
lindos y tenían que ser mis flores favoritas en esta tienda.

Pasamos dos horas revisando cada uno de los colores que podrías imaginar
para el tema. Lilly tenía tantas sugerencias e ideas que siguió cambiando de color
cada pocos minutos. No disminuyó la velocidad hasta que Julie detuvo a su madre
para decirle que era mi boda y que yo debía elegir. Por supuesto, siendo yo, no
pude decidir. Después de mucho hablar, elegimos durazno y blanco para la
temática. Ahora estábamos mirando flores. Estaba más que lista para terminar,
pero parecía que Lilly acababa de comenzar.

—Si nos escapamos, ¿crees que lo notará? —susurró Julie a mi lado. Mordí
una sonrisa.

—No estoy segura, pero ella probablemente no lo notaría por al menos veinte
minutos —le susurré.

—Estoy hambrienta. Digo que nos escapemos por la puerta e intentemos huir.
—Ella se volvió hacia mí. Sus ojos azules eran similares a los de Liam. Brillaban.

—No lo sé. ¿Y si ella se enoja?

—¿Mi madre, enojada? Solo la he visto enojada algunas veces, y eso sucedió
con Liam y Blake. Jenna, te lo ruego —suplicó. Con mi estómago gruñendo, eché
un último vistazo a Lilly, que todavía hablaba de flores a la pobre empleada.

—De acuerdo, démonos prisa.

Ambas retrocedimos lentamente, manteniendo nuestro enfoque en su madre


por si acaso ella se volteaba. Tan pronto como estuvimos a unos pasos de la puerta,
Julie siseó—: ¡Ahora! —Y ambos giramos, corriendo hacia la puerta ya abierta y
hacia la acera.

—Creo que estamos lo suficientemente lejos —dijo Julie unos minutos más
tarde, deteniéndose. Me detuve junto a ella, respirando pesadamente. No estaba
acostumbrada a tal ejercicio. Bajando la mirada, vi que Julie tenía puestos tacones.
Cuando volví a mirarla, levanté una ceja.
—¿Cómo has corrido con esos tacones? —espeté.

—Siendo modelo, tienes que aprender a hacerlo. Entre tomas y cambios de


vestimenta en los espectáculos, aprendes a correr con tacones de 15 centímetros. —
Ella se encogió de hombros cuando comenzamos a caminar de nuevo.

—¿Siempre quisiste ser modelo? —pregunté, realmente interesada.

—Realmente no. Quiero decir, mientras crecía siempre me dijeron que sería
una gran modelo con mis piernas largas y mi cuerpo delgado. Parecía lógico que
me convirtiera en una.

—¿Qué otra cosa querías hacer?

—Quería ser enfermera, enfermera pediátrica en realidad. Siempre me han


gustado los niños, y quería ayudarlos de cualquier manera posible. Pero cuando
una amiga de mi mamá necesito una modelo sustituta para un espectáculo, me
obligaron a hacerlo, y lo he estado haciendo desde entonces; Empecé cuando
cumplí dieciocho. Amo a las personas con las que trabajo y las oportunidades que
tengo. Si no fuera por el modelaje, no sería modelo para Calvin Klein, una de las
mejores compañías del mercado. He viajado a lugares increíbles para sesiones
fotográficas y espectáculos. Yo solo... —Se detuvo—. Nadie sabe esto, y no se lo
puedes decir a nadie, ¿de acuerdo? —dijo de repente.

—No lo haré, lo prometo. —La miré. Ella se estaba mordiendo el labio


inferior, como si estuviera dudando decirme.

—Llevo un tiempo tomando clases en la Universidad de Nueva York para


enfermería, y el otro día recibí una oferta para comenzar una pasantía en un
hospital —dijo Julie en voz baja.

—Julie, ¡eso es genial! Estás unos pasos más cerca de hacer lo que quieres
hacer.

No sabía que ella quería ser enfermera, pero creía que esa aspiración era
increíble.

—Pero, Jenna, no creo que pueda hacerlo.

—¿Por qué no? Esta es una gran oportunidad, y no puedes dejarla pasar. ¿Por
qué no le has contado a nadie? —pregunté.

—Porque el modelaje es lo único que he hecho. Para mis padres y para todos
los demás, soy la "modelo" de la familia. Alguien con mi nombre no debería ser
una enfermera. Deberían estar haciendo algo para marcar la diferencia —dijo.
—Ser enfermera pediátrica está haciendo una diferencia. Estás ayudando a
niños pequeños y a adolescentes a mejorar. Las enfermeras son incluso más
importantes que los médicos.

—Solo me preocupa lo que dirán mis padres o lo que Liam podría pensar. —
Su voz sonó pequeña y silenciosa.

—Julie, ellos son tu familia. Merecen saber y entenderán tu decisión. ¿Y sabes


qué? Si tus padres o Liam no entienden, me aseguraré de que lo hagan, ¿está bien?
Si esto es lo que te hará feliz, hazlo. Tienes solo veintitrés años y mereces hacer
algo que realmente deseas —dije, deteniéndome y poniéndole una mano en el
hombro. Sorprendiéndome, ella se inclinó y me abrazó.

—Gracias, Jenna.

Le di unas palmaditas incómodas.

—No hay problema.

Se apartó de mí y sonrió.

—Ahora, en una nota menos seria, vamos a buscar algo para comer. ¡Estoy
hambrienta!

Sonriendo, asentí y caminé junto a ella.

●●●
—¡Allí están! —gritó una familiar voz femenina.

—Maldita sea —murmuró Julie, parándose y dándose la vuelta.

Durante la última hora y media, pudimos escondernos de Lilly. Comimos


algo rápido en Panera Bread, e incluso pudimos ir a Victoria's Secret antes de que
Lilly nos encontrará. Nunca antes había estado en uno, pero como Julie era uno de
los ángeles de Victoria, fuimos recibidas de inmediato y nos dieron rienda suelta en
todo. Digamos que era vergonzoso que la hermana de tu prometido escogiera
lencería, así como sujetadores y bragas. Tenía al menos tres bolsas llenas de cosas,
y me iba a asegurar de ocultar la ropa interior en mi armario.

—¿A dónde huyeron ustedes dos? —La fuerte voz de Lilly se acercaba. Las
pocas personas que nos rodeaban voltearon a mirarla extrañamente, pero no les
prestó atención—. ¡Estaba preocupada de que estuvieran secuestradas o algo así! —
Se detuvo frente a nosotras, entrecerrando los ojos.
—Lo siento, mamá, tenía hambre, al igual que Jenna, así que nos fuimos —
interrumpió Julie, por suerte. No quería responder.

—¡Podrían haberme dicho al menos que se iban! —Ella señaló con un dedo
hacia nosotras.

—Lo siento, pero ¿al menos elegiste algunas flores? —Julie cambió de tema.

—Yo sí. Los puse en espera para que podamos regresar con Liam. Ustedes
dos pueden elegir cuáles les gustan más —respondió Lilly.

—Ah, gracias —le dije.

—Ahora que las encontré a las dos, ¿deberíamos ir a elegir el vestido? —


preguntó Lilly.

—¿No tienes hambre? —preguntó Julie.

—Cuando no pude encontrarlas, comí sola. —Lilly lo desechó ondeando su


mano—. Vayamos por el vestido de novia. El dueño de la boutique nos está
esperando —fue todo lo que dijo antes de darse la vuelta y marcharse, claramente
esperando que la siguiéramos.

●●●

—Sr. Stanford, su reunión es a las tres y media, lo cual es en cinco minutos —


dijo mi asistente, caminando hacia mi oficina.

—Gracias, Willa —le dije, terminando un texto que estaba enviándole a


Blake.

Había colgado el teléfono con Jenna hace unos minutos, y no pude evitar
preocuparme por ella hoy. Mi madre podría ser mucho para manejar,
especialmente cuando se trata de planear una boda. Julie estaría bien, pero si quería
respuestas de alguien, las obtendría.

Me sentí raro desde mi cita con Jenna el sábado. No podía entender por qué,
pero lo hacía. Me lo pasé genial jugando a la batalla láser con ella, y luego, cuando
estuvimos en la casa de los inflables, todo lo que había querido hacer era besarla. Se
veía tan linda, saltando con su pelo rubio volando alrededor de su cara. Se veía
feliz, y me alegré de poder lograr que dejara de pensar en su madre. Quería verla
sonreír y escucharla reír todo el día, todos los días.

Después de escuchar la historia detrás de su madre dejándola, todo lo que


quería hacer era ir directamente a Karen Brotherson y exigirle saber por qué ella
haría tal cosa. ¿Cómo podría alguien dejar a Jenna? Sacudiendo la cabeza, me
obligué a no pensar en eso nunca más. Estaba empezando a volverme loco.

Recogí mi teléfono y me puse de pie, enderezando mi corbata y mi traje antes


de salir de mi oficina y dirigirme a la sala de conferencias. Debido a que me perdí
medio día la semana pasada y no contesté mi teléfono durante el fin de semana,
todavía estaba tratando de ponerme al día con todo el trabajo. Ser CEO3 era difícil,
y como yo era el hijo del fundador de la compañía, tenía mucho trabajo por hacer
porque todos esperaban que yo fuera exactamente como mi padre.

Aunque no me quejaba. Esto era lo que yo quería. Quería dirigir esta empresa
y también a mi padre, quería hacerlo sentir orgulloso. Técnicamente ya estaba a
cargo del lugar, pero una vez que me casara con Jenna, mi padre oficialmente me
daría las riendas. Por supuesto, eso no significaba que no aparecería y no haría
cosas en la oficina o que no sabría todas las cosas que sucederían por aquí.

Desde que me lesione jugando al fútbol en la universidad, el sueño de ser un


jugador profesional salió volando por la ventana y me centré en hacerme cargo de
la empresa. Ver a mi padre tener éxito en la construcción de una empresa desde
cero y seguir siendo un gran padre realmente me hizo querer hacerle justicia al
asumir sus responsabilidades. Habían pasado cinco años desde mi llamado "sueño"
de ser un jugador de fútbol profesional, y ahora no podía evitar reírme de esa
ridícula idea. No podía verme a mí mismo haciendo otra cosa que no fuera dirigir
este negocio. En mis días de fútbol, era joven y estaba empecinado en una idea, sin
pensar realmente en el futuro.

Mientras estaba sentado allí escuchando a los jefes de departamento hablando


sobre nuestros hoteles y compañías, intenté no pensar en Jenna. Desde el día en
que la conocí, ella no había dejado mi mente. Ella siempre había estado en un
segundo plano, pero ahora estaba al frente y al centro. Realmente me sentí mal por
comportarme como un idiota cuando la conocí, y no podría haber estado más feliz
cuando ella me dijo que me perdonó. Por alguna razón, no quería que Jenna se
enojara conmigo. Al principio, la idea de vivir con una chica desconocida era algo
que no quería. Por eso puse a Jenna en la habitación de invitados, que era la más
alejada de mi habitación. Pero ahora, después de vivir con ella, descubrí que me
gustaba nuestra situación. Me gustaba el hecho de que sabía cocinar y que
cocinábamos juntos todas las noches, me gustaba que no le importara quedarse en
casa por la noche y los fines de semana, en lugar de salir y gastar dinero o festejar.
3
Director General
No escuché una palabra de lo que se dijo durante la reunión, y cuando volví
en mí, todos estaban empezando a levantarse y recogiendo sus cosas.

—Buen trabajo, todos —les dije, poniéndome de pie, abrochándome la


chaqueta y saliendo rápidamente de la sala. Me reprendí mentalmente por no haber
escuchado en la reunión. Realmente necesitaba dejar de pensar tanto en Jenna. "Te
gusta más de lo que quieres admitir", dijo la molesta voz en mi cabeza. “Cállate”,
respondí, regresando a mi oficina.

Cerré la puerta de mi oficina detrás de mí, fui a mi escritorio y suspiré. Miré


por la ventana y contemplé la vista. Todo lo que realmente quería hacer ahora era ir
a casa y estar con Jenna. Quería saber cómo fue su tarde. Incluso quise contarle
sobre la mía, algo que nunca había querido hacer en mi vida. El alerta de mi
teléfono me hizo tomarlo. Bajando la vista, sentí una sonrisa aparecer en mi rostro
y mi corazón se agitó un poco cuando vi el nombre de Jenna. Todo lo que decía en
el texto era que estaba en casa, pero fue suficiente para hacer que me apurara y le
respondiera y mi ritmo cardíaco se acelerara.

Tal vez Jenna me gustaba más de lo que pensaba.


10
Hace seis años

El día comenzó como cualquier otro, pero afortunadamente era jueves. Me levanté
quince minutos tarde, lo que hizo apresurarme para prepararme para la escuela. No tuve
tiempo para ducharme, así que rápidamente eché mi cabello castaño en una desordenada cola
de caballo antes de ponerme un par de jeans ajustados negros y una linda blusa rosa claro.
Coloque un poco de maquillaje, me deslicé mis zapatillas y agarré mi bolso y teléfono, marche
por la puerta. Gritando un rápido adiós a mis padres, salté en mi automóvil y manejé a la
escuela. Habría tomado un aventón con Liam y Blake, pero tenían que ir a la escuela
temprano para practicar fútbol.

Al entrar al estacionamiento de la escuela, rápidamente me abrí paso dentro del edificio


con algunos otros que llegaban tarde. Afortunadamente no necesitaba ningún libro para mi
primera clase, así que no llegaría tarde. Apenas alcancé mi asiento cuando sonó el último
timbre. Con un gemido inaudible, saqué mis cosas cuando mi maestra comenzó a hablar.

La única razón por la que podía soportar venir a la escuela era porque tenía dos grandes
mejores amigos que lo hacían soportable. Afortunadamente estaban en todas mis clases menos
en dos. Blake, Liam y yo éramos amigos desde que estábamos en primer grado. En aquel
entonces, acababa de mudarme aquí con mis padres y algunos de los niños me estaban
molestando porque era nueva. Pero Blake vino a mi rescate. Hizo que los niños se detuvieran
al instante. Después de asegurarse de que estaba bien, me preguntó si quería pasar el rato con
él y con su amigo desde ese momento. Ahora estábamos juntos en tercer año de la
preparatoria, y rara vez se nos veía separados.

Dirigiéndome a mi casillero, sonreí cuando vi a alguien familiar apoyado en él. Iba


vestido con sus típicos pantalones vaqueros bajos y una camiseta que abrazaba su cuerpo.
Para solo tener diecisiete años, era bastante musculoso. Él sobresalía entre los estudiantes. Era
realmente por el fútbol que estaba en gran forma. Su cabello rubio estaba mojado por una
ducha que debió haber tomado después de la práctica esta mañana, y tenía una sonrisa
amistosa.
—¿Eres Blake William, esperando en mi casillero por mí? —pregunté,
dramáticamente parándome frente a él.

—Pues, sí, yo soy. Deberías sentirte muy halagada —respondió, sonriéndome. Ignoré
el pequeño revoloteo en mi estómago. Yendo hacia él, empujé su enorme cuerpo hacia un lado
para poder llegar a mi casillero.

—Muévete, gordinflón —murmuré, apenas logrando que se mueva.

—¡Oye, no soy gordo! Soy todo músculo —dijo Blake, flexionando su brazo. Puse los
ojos en blanco y pasé junto a él para girar la combinación de mi casillero. Sacando mi libro de
mate y mis libros de historia, cerré mi casillero—. ¿Qué te hizo ese casillero, Lenn?

—Está bien. Creo que el metal duro sobrevivirá otro dia mas. Vamos, vamos a llegar
tarde a clases —le dije, agarrando su brazo y tirando de él detrás de mí. Durante todo el
camino, Blake gimoteó por ir a clase, a pesar de que ambos sabíamos que matemáticas era su
mejor asignatura.

—¡Blake, deja de lloriquear! Suenas como una niña cuando haces eso —dije, tomando
mi asiento cerca de la parte de atrás de la clase. Cuanto más lejos de mi profesora de
matemáticas, mejor. La Sra. Patty, —un gran nombre, ¿verdad?— me odiaba por alguna
razón. Desconocía lo que le había hecho, pero ella intentaba atraparme haciendo algo cada
vez que podía. Juro que solo me miraba, y si parpadeaba me enviaba a detención. Por
supuesto, Blake era su estudiante estrella, y nunca era una grosera con él. Perra estúpida. Vi a
la Sra. Patty mirándome. Casi como si escuchara mis pensamientos, sus ojos se estrecharon
aún más.

—Entonces, ¿noche de juego esta noche? —El sonido de la voz de Blake me hizo mover
la cabeza en su dirección.

—Sí, por supuesto. —Todos los jueves por la noche, Blake, Liam y yo teníamos una
noche de juegos o una noche de películas. No podíamos hacerlo los viernes porque tenían juego
o una práctica tardía, o había alguna fiesta. Los jueves por la noche habían sido nuestra
tradición desde que comenzamos el instituto.

Después de que la malvada Sra. Patty nos habló de nuestra tarea y nos dejó trabajar,
me quedé mirando mi tarea, más que un poco confundida. Eché un vistazo alrededor de la
habitación y vi que prácticamente todos garabateaban las respuestas mientras susurraban con
sus amigos.

—¿Blake? —siseé, girándome en mi asiento—. Necesito ayuda. —Suspirando


dramáticamente, se volvió hacia mí pero tenía una leve sonrisa en su rostro.

—¿Que necesitas?
—No entiendo cómo hacer esto —me quejé. Era terrible en matemáticas, y él lo sabía.
Definitivamente era mi asignatura más odiada, junto con la Sra. Patty. Pero me pusieron en
una clase de ecología, historia o inglés, y lo padecía.

—Está bien, aquí, déjame explicarte —Blake deslizó su escritorio al lado del mío y
agarró mi libro de cálculo más cerca de él—. Tienes que... —Traté muy duro de prestar
atención a lo que estaba diciendo, pero con su cuerpo tan cerca del mío y su colonia
haciéndome cosquillas en la nariz, mi mente siguió desviándose.

Sí, estaba enamorada de mi mejor amigo, pero eso era todo lo que era... un
enamoramiento. Me di cuenta hace un año que sentía algo diferente por Blake que por Liam.
El día que sentí algo más que amistad por Blake fue cuando estábamos teniendo una guerra
de agua. Como de costumbre, Liam y Blake estaban en mi contra, pero yo tenía la manguera,
así que técnicamente estaba ganando. Había estado tan concentrada en Liam que no noté que
Blake venía detrás de mí hasta que sus brazos se envolvieron alrededor de mi cintura,
levantándome en el aire. Mi agarre en la manguera se aflojó y giró, rociándonos a los dos.
Blake perdió el equilibrio y ambos caímos al suelo, y el cuerpo de Blake se llevó la peor parte
de la caída.

Había girado mi cuerpo, así que estaba frente a él, y fue entonces cuando todo a mi
alrededor se detuvo. Liam se desvaneció en el fondo. Solo Blake y yo estábamos en ese
momento. Sus ojos azules brillaban con diversión y emoción. Su ropa mojada estaba fría
contra mí, pero el calor que desprendía su cuerpo me calentaba. No fue hasta ese momento que
noté lo guapo que era Blake. Sí, solo tenía diecisiete años, pero parecía mayor. Mirándolo
fijamente, sentí que mi corazón comenzó a palpitar y mi estómago se apretó.

—¡A por ella! —gritó Blake de repente, sacándome de mis pensamientos. Antes de que
pudiera hacer algo, sentí que un chorro de agua golpeaba mi espalda, y luego estaba enredada
en las cosas. Después de ese día, mis sentimientos hacia Blake cambiaron y comenzó mi
enamoramiento. Ahora, un año después, todavía me gustaba, aunque seguía diciéndome que
algo entre nosotros nunca podría suceder. Mientras estaba sentada allí con él lo
suficientemente cerca como para que nuestros brazos se rozaran, mi corazón corría a un millón
de millas por hora. Viendo que no había escuchado ni una sola palabra de lo que había dicho
hasta ahora, me obligué a apartar la mirada de él y concentrarme en lo que estaba diciendo.

Al final de la clase, hice la mitad de la tarea y entendí más que al principio. Blake era
bueno en enseñarme de una manera que podía entender, a diferencia de la Sra. Patty.

Afortunadamente el resto de la mañana pasó bastante rápido. El almuerzo acababa de


terminar, y solo me quedaba una clase más, Clases de cocina, mi favorita. No era la clase
habitual de preparación de alimentos. Aprendíamos a coser, hacer trajes y otras cosas. Estaba
caminando por el pasillo preguntándome dónde estaría Blake, ya que no había estado en el
almuerzo conmigo y con Liam. Cuando doblé la esquina, me congelé inmediatamente,
sintiendo que mi estómago caer. Apoyado en la hilera de taquillas estaba Blake, pero no
estaba solo. Estaba inclinado, besando a una chica.

Mi corazón se hundió, y mis ojos comenzaron a aguarse. Me quedé allí mirando


mientras se besaba con quien suponía que era su novia. Desde aquí podía decir que ella era
bonita, probablemente también una animadora. Blake nunca había mencionado nada acerca
de sus citas y hasta ahora, y no había pensado en él con nadie. Fue en ese momento que me di
cuenta de que no solo me gustaba Blake; Lo amaba. Pasar el rato con él todos los días solo
hizo que mis sentimientos crecieran en lugar de dejarlos desvanecerse. Ver como besaba a
alguien que no era yo dolía mucho, más de lo que alguna vez pensé que lo haría.

Me obligué a ir a clase después de eso, aunque no quería hacerlo. No presté atención en


absoluto, tratando de evitar que mi corazón se lastimara o que mis ojos lloraran. Cuando sonó
la campana, me fui rápidamente, sin siquiera molestarme en ir a mi casillero. Quería salir de
esta escuela lo más rápido posible. Fui la primera persona en salir al estacionamiento y
meterme en mi coche. No quería encontrarme con Blake porque sabía que él vería que algo iba
mal.

Me sorprendió que llegara a casa de una sola pieza. En el momento en que salí de la
escuela, las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Afortunadamente, cuando llegué,
mis padres no estaban en casa, así que abrí la puerta rápidamente y corrí a mi habitación. Me
caí en la cama y dejé escapar las lágrimas que había estado conteniendo. ¡Estaba perdida!
Estaba enamorada de mi mejor amigo. Mi mejor amigo que probablemente nunca pensó en
mí como algo más que eso. ¡Diablos, estaba saliendo con una persona al azar y ni siquiera nos
lo había contado!

Lentamente dejé de llorar y me senté en mi cama. Sabía que enamorarme de Blake era
una mala idea, pero no pude evitarlo. También sabía que saldría herida en un punto, pero no
pensé que sería tan pronto. Echando un vistazo a mi reloj, noté que había pasado una hora
desde que salí de la escuela. Apuesto a que Liam y Blake estaban en camino hacia aquí. Mis
ojos se sentían hinchados, y mi nariz estaba sofocada por haber llorado tan fuerte.

Arrastrándome a mi baño, me eché agua en la cara, esperando que bajara la hinchazón


en mis ojos antes de que llegaran. No quería parecer que había estado llorando. Mientras me
miraba en mi espejo, suspiré. Debería haber sabido que esto iba a suceder. Era imposible que a
Blake le gustara.

Lennon, ¡tienes que superar este estúpido enamoramiento! Blake está saliendo
con alguien, y debes ser feliz por él. A pesar de que duele, tienes que dejarlo de lado
y ser feliz por tu mejor amigo. La voz en mi cabeza estaba en lo cierto, y lo sabía. Tenía
que empujar a un lado mis sentimientos por Blake, incluso si era difícil. Merecía ser feliz, y si
no podía ser esa persona que le diera eso, tendría que aceptarlo. Nadie podría saber que
amaba a Blake, nadie.
●●●
Presente

No hay forma de que no le gustes.

Las palabras de Jenna siguieron peleándose en mi cabeza durante toda la


semana. Todos estos años de amar en secreto a Blake y yo quería creer que Jenna
tenía razón, pero no podía. ¿Por qué de repente empezaría a gustarle a Blake? No
era diferente de lo que era hace años. Quiero decir que sí, mi cabello era más largo
y había llenado más mi cuerpo, pero aún así. Quería que Jenna tuviera razón, tan
mal. A pesar de que había salido con mucha gente, todavía no podía superarlo.

Blake siempre había estado en mi mente, desde que descubrí que me gustaba
en la secundaria. Mientras salí con mi primer novio serio en la universidad, la cara
de Blake seguía en mi cabeza cuando besaba a mi novio o salía con él. Ni siquiera
una vez Blake se puso celoso cuando estaba con un chico, pero estaba segura de
que tenía novias.

Con el tiempo me había vuelto buena para ocultar mis verdaderos


sentimientos, pero cuando estábamos solos, como cuando Liam y Jenna nos
dejaron en la cena de pizza, solo quería agarrarlo y besarlo sin sentido. Pero cuando
me senté allí escuchándolo hablar sobre una chica que coqueteó con él en el trabajo
el otro día, supe que no podía. O cuando estábamos esperando para tomar fotos
con Jenna y Liam por su compromiso, y Blake vino a sentarse a mi lado, nuestros
brazos tocándose. Quería creer que era porque le gustaba, pero en el fondo sabía
que yo no le gustaba.

El zumbido de mi teléfono me hizo alejar la mirada del afuera. Agarrándolo,


sonreí, viendo el nombre de Jenna en la pantalla. Lo deslice para contestar y
sostuve mi teléfono en mi oído.

—¡Oye, chica!

—Hola, Lennon. ¿Qué estás haciendo? —preguntó Jenna.

Miré alrededor de mi habitación. —Absolutamente nada. ¿Y tú?

Durante las últimas semanas, Jenna y yo nos habíamos acercado. A pesar de


que ella era más joven que yo, nos llevábamos muy bien. No me importó que ella
aceptara el estúpido trato que Liam le había propuesto, porque podía decir que
estaba empezando a enamorarse de él. No creía que ella lo supiera todavía, pero
pude ver la expresión de sus ojos cuando hablamos sobre él. Era la misma mirada
que tenía cuando me enamoré de Blake. Los chicos incluso habían tenido la misma
mirada en algunas de sus relaciones pasadas.

—Lo mismo. ¿Me preguntaba si querías ir a comer con Liam y conmigo?

—Claro, no tengo nada más que hacer —respondí. Sonaba mejor que
sentarme sola en mi departamento.

—¡Bien, excelente! ¿Quieres que nos encontremos en la pizzería Rick's en


unos diez minutos? —Ante sonido de la comida, mi estómago gruñó.

—Sí, estaré allí pronto. Gracias por invitarme.

—No hay problema —respondió Jenna, su voz sonaba un poco rara.


Haciendo caso omiso de eso, me despedí y colgué. Me levanté para prepararme,
todavía vestida con mis pijamas aunque era la una de la tarde. Sin nada que hacer
durante el día, no había querido prepararme.

Viendo que solo íbamos a ser nosotros tres, me puse un par de jeans ceñidos y
una linda camisa gris. Dejé mi cabello castaño alrededor de mis hombros y solo me
puse un poco de máscara y lápiz labial. No tenía ganas de maquillar mi cara a esta
hora de la tarde. Me puse unas bailarinas grises a juego y agarré mi bolso y mi
teléfono antes de salir de mi departamento. La pizzeria Rick's estaba a solo seis
minutos de mi casa.

El viaje era muy rápido, y antes de darme cuenta estaba entrando al pequeño
estacionamiento. Al no ver el auto de Liam, pensé que había llegado primero. Abrí
la puerta del pequeño lugar, y una sonrisa resbaló en mi rostro. Este lugar era uno
de mis favoritos para venir, con su ambiente hogareño y amistoso. Además, ¿a
quién no le gustaban las pizzas y los deliciosos palitos de pan?

Al entrar, le sonreí a Hilda, quien me saludó. El lugar estaba bastante vacío,


dejando muchos asientos disponibles para que yo pudiera elegir. Escogí una cabina
y me senté allí torpemente sola, esperando a Jenna y Liam. Al escuchar la
campanita junto a la puerta, aparté la mirada de la ventana esperando verlos a los
dos, pero era Blake quien apareció a la vista. Barrió la habitación con una mirada
que se posó en mí. Sonriendo, caminó hacia mí.

Mientras se dirigía a la mesa, lo miré de arriba abajo. Llevaba lo que solía


vestir siempre, un par de pantalones vaqueros azul claro, de corte bajo, los cuales
tenían algunas manchas de pintura por el trabajo. Una camisa blanca, también
manchada de pintura, abrazaba su musculosa parte superior del cuerpo. Su cabello
rubio se estaba poniendo un poco largo y estaba desordenado, probablemente por
arrastrar sus dedos. Vi lo bien que se veía y mi estómago se contrajo. Maldición, él
esta buenísimo.
—Oye, Lenn, ¿qué estás haciendo aquí sola? —preguntó, deslizándose en el
asiento frente a mí.

—No estoy aquí sola. —Le saqué la lengua—. Estoy aquí esperando a Jenna
y Liam. ¿Por qué estás aquí?

—Eso es raro. Yo también. Jenna me llamó preguntando si quería salir con


ellos pero no te menciono.

—Eso es raro. Ella tampoco dijo que vendrías.

—¡Vaya, estoy dolido, no me quieres aquí! —dijo Blake dramáticamente,


apretando una mano en su pecho. Rodé los ojos hacia él mientras agarraba mi
teléfono. Marcando el número de Jenna, lo sostuve en mi oreja.

—Oye, Lennon —dijo Jenna, con la voz alta.

—¿Dónde están chicos? ¿Y por qué no me dijiste que Blake también venía? —
pregunté. No estaba enojada porque Blake estaba aquí, pero era extraño que ella no
lo hubiera mencionado.

—Oh, lo siento mucho, Lenn, pero no podemos ir. Resulta que Liam tuvo
que volver a trabajar temprano y tengo que cuidar a Sky. Pero quédate y almuerza
con Blake.

—¿De repente no puedes venir? Bueno, ¿Que conveniente, verdad? —dije


sarcásticamente.

—Habla con él, Lennon. —Con eso, Jenna me colgó. Aparté el teléfono de mi
oreja y lo miré fijamente. Ella lo hizo a propósito, ella quería que estuviera a solas
con Blake y finalmente decirle cómo me sentía.

—Parece que somos solo nosotros —finalmente dije, dejando mi teléfono


sobre la mesa.

—Supongo que sí. —Justo en ese momento, su teléfono sonó. Mientras lo


revisaba, yo estaba maldiciendo silenciosamente a Jenna. No podría decirle cómo
me sentía. Había pasado mucho tiempo ya, y no tenía ganas de ser rechazada en
este momento.

—¿Van a querer lo de siempre, ustedes dos? — Hilda nos interrumpió


mientras colocaba algunas botellas de agua sobre la mesa.
—Por supuesto, Hilda —Blake le sonrió—. Y tal vez algunos palitos de pan
extra para tus clientes favoritos. —Él agitó sus pestañas hacia ella. Me ahogué en
una risa cuando Hilda negó con la cabeza y sonrió.

—Está bien, pero solo para ustedes dos. —Con eso, ella se alejó para preparar
nuestra orden.

—Entonces, ¿cómo va el trabajo? —le pregunté.

—Eh, lo mismo de siempre. Pero gracias a alguien de la compañía de Liam,


vamos a comenzar a construir otro hotel pronto, en Staten Island.

—¡Eso es genial, Blake! ¿Tu padre va a dejar que te encargues de eso?

—Sí, lo hará. Estuvo tan impresionado con el que hicimos hace un mes que
me permitirá hacer este también. —Él me sonrió—. ¿Qué hay de ti? ¿Algo nuevo?

—Realmente no. Creo que en dos semanas tengo que ir a Miami y ayudar a
hacer una sesión de fotos para Victoria's Secret, pero al menos Julie también estará
allí.

—¡No es justo! Puedes ver chicas en bikini todo el tiempo —gimió, como un
niño pequeño.

—Sí, soy muy afortunada —respondí sarcásticamente. Hubo una pausa en la


conversación cuando ambos nos miramos el uno al otro.

—Entonces, Lenn, necesito decirte algo —comenzó Blake, su tono se puso


serio.

Preocupada, me incliné hacia adelante y apoyé las manos sobre la mesa.

—¿Está todo bien?

—Sí, todo está bien. Solo necesito decirte algo. Es algo que debería haber
dicho hace mucho tiempo... —Respiró profundamente, casi como si se estuviera
dando una charla motivacional mentalmente. Cuanto más tiempo permanecía en
silencio, más me preocupaba. Nunca antes lo había visto tan serio o nervioso.

—Blake, ¿qué está pasando?

—Liam me ha dicho que tengo que decirte esto desde hace mucho, pero como
no he tenido las pelotas, no lo hice. Ahora Jenna me dice que lo haga, junto con
Grayson, pero no sé qué decir ni cómo hacerlo —gritó, jugueteando con los dedos.
—¿Blake? —lo interrumpí. Una pequeña cantidad de esperanza comenzaba a
crecer dentro de mí. Tal vez, solo tal vez él dijera lo que yo quería que hiciera.

—Lennon, hace años que tengo... —Blake, puedes hacer esto, lo escuché
murmurar para sí mismo. Estaba tratando de no saltar sobre la mesa y hacer que
dijera lo que sea que quisiera decir—. Lenn, desde hace años he... he estado...
¡realmente me gustas! — Finalmente soltó. Me quedé helada.

—¿Q-qué? —tartamudeé.

—Yo… me gustas. Mucho, en realidad. —Vi como sus mejillas comenzaron a


ponerse un poco rojas. Sus ojos azules me miraban, y obviamente estaba esperando
que dijera algo.

—¿Te gusto? —pregunté aturdida. Durante siete años había querido


escucharlo decir esas palabras. Durante seis años había estado suspirando por él, y
finalmente dijo que yo le gustaba.

—Sí. Me gustas desde la preparatoria. Debería haber dicho algo cuando me di


cuenta de que me gustabas, pero estabas con ese idiota de Adam en nuestro último
año. Entonces me di cuenta de que yo no te gustaba como tú me gustabas a mí. Y si
todavía no te sientes así conmigo, entonces lo entiendo totalmente —dijo,
despotricando de nuevo. Le había gustado a Blake desde el último año. Seis años.
Seis años sin decirme nunca que le gustaba. Lo miré en completo estado de shock.

—Lennon, por favor di algo —me suplicó Blake.

¿Qué le dices al chico del que has estado locamente enamorada desde que
tenías dieciséis años, quién finalmente te dijo que le gustas?

—¿Durante seis años me has querido? ¿Y nunca dijiste nada? —lo miré, aún
tratando de dejar que la nueva información se filtrara.

—No era un buen momento. —Se frotó la parte posterior del cuello con
nerviosismo—. Estabas saliendo con alguien o ocupada con el trabajo. Y lo mismo
conmigo. Pero todo el tiempo que estuve con otras chicas, solo pude pensar en ti.
—Sus ojos suplicaron que lo perdonara. ¿Perdónalo por qué? No estoy enojada porque
no me lo dijo. Nunca le hable de mis sentimientos tampoco. No hay forma de que pueda
enojarme con él.

—Blake, no estoy enojada contigo. De hecho, estoy feliz. —Una sonrisa se


estaba formando en mi cara.

—¿Lo estás? —Parecía optimista.


—Sí lo estoy. Blake, tampoco he sido sincera... Me gustaste desde que
estábamos en la preparatoria también. —Me sonrojé.

—¿De verdad? —asentí—. ¿También me quieres?

—Sí. —Me senté allí mirándolo, con la esperanza de no asustarlo. De


repente, una sonrisa se extendió por su rostro.

—¡Ella me quiere! —gritó de repente a la habitación prácticamente vacía,


poniéndose de pie—. ¡Me quiere!

Algo se rompió dentro de mí, haciéndome saltar también y pararme frente a


él. Tal vez fue la emoción que irradiaba de él o el sentimiento que venía de mí, ya
que finalmente sabía que él también me quería.

Antes de que pudiera decir algo, sus brazos musculosos se envolvieron


alrededor de mi cintura y me empujaron hacia arriba y hacia su pecho.
Automáticamente mis brazos se envolvieron alrededor de su cuello. Nuestras
cabezas se acercaron, su aliento de menta abanicando mi cara. Su mano libre subió
agarrando mi nuca, presionando sus labios contra los míos. Mentalmente suspiré,
finalmente estaba besando a Blake.

Sus labios eran firmes contra los míos, pero suaves. Mis manos se movieron
hacia su espeso cabello y lo jalaron, besándolo más fuerte. Estaba consiguiendo lo
que quería desde hace seis años y no iba a desperdiciarlo. No me importaba que las
pocas personas estuvieran mirando, presioné mi cuerpo contra el suyo. Después de
unos minutos, nos liberamos, tomamos aire.

—Te quiero —dijo en voz baja, apoyando su frente en la mía.

—También te quiero. —Sonriéndole, cerré los ojos y respiré su aroma.

¡Blake Williams me quería!


11
—Prepárate para el mediodía, ¿de acuerdo? Tengo que correr a la oficina por
unas horas. Cuando regrese, nos iremos —dijo Liam, esperando mi respuesta.
Aparentemente aceptó mi asentimiento como una respuesta, mientras me sonreía
antes de salir de la casa.

Liam y yo íbamos a algún lado hoy, pero él no me dijo dónde. Ayer llegó a
casa y de repente anunció que nos íbamos mañana. A pesar de que le pedí, supliqué
y amenacé para obtener información de él, él no cedió. Cómo se suponía que debía
empacar estaba más allá de mí, y solo tenía tres horas para asegurarme de tener
todo.

Había un juego completo de maletas en mi habitación, esperando que las


llenara, pero en vez de hacerlo, decidí llamar a Lennon. Sonreí mientras tocaba el
dial. Lennon y Blake finalmente se habían reunido, y todo fue por mi culpa. Sí,
estaba mareada, ¡así que denme una demanda! Ahora, si pudiera conseguir que
Liam me quisiera, estaría exagerado. Sonó el teléfono y comencé a pensar que
Lennon no iba a responder.

—¿Hola? —dijo Lennon por teléfono. Ella sonaba sin aliento.

—Uh, hey. ¿Estoy interrumpiendo algo? —pregunté.

—No, está bien —dijo, pero escuché lo que sonaba como Blake en el fondo
gritaba—: ¡Sí!

—Te dejaré ir. Diviértete con Blake.

—E-está bien —tartamudeó, y escuché un gemido. Inmediatamente colgué.


No quería escuchar lo que ella y Blake estaban haciendo. Prefiero no tener esa
imagen mental. Gimiendo, me di cuenta de que ahora tenía que empacar. No era la
mayor fanática de las sorpresas, especialmente si no sabía qué empacar.
Al abrir las maletas, entré en mi armario y comencé a sacar prendas al azar.
Mientras me forzaba a empacar, pensé en la última semana. Pasó
sorprendentemente rápido. Un día estaba haciendo las compras de la boda con la
mamá y la hermana de Liam, y al siguiente me despertaron y me dijeron que
íbamos a ir a algún lugar al mediodía.

El lunes, después de comprar con Julie y Lilly, nos conocimos mejor. Pensar
que estaba nerviosa era estúpido. Ambas eran las personas más dulces que había
conocido, y nunca me hicieron sentir incómoda. Cuando tuve que mentir sobre
algunas cosas con Liam, me sentí terrible. No quería ver sus caras cuando supieran
que mi relación con Liam era falsa. Especialmente después de la información
personal que Julie compartió conmigo antes. Eran lo que yo deseaba en una
familia. Quería una hermana como Julie, que amaba a su familia e incluso
renunciaría a su sueño por hacerlos felices. Y Lilly era la madre que nunca tuve.
Desde ese lunes, ella me llamaba todos los días para preguntarme qué estaba
haciendo o mis opiniones sobre algunas cosas de la boda. Ella parecía realmente
preocuparse por mí.

Poco a poco comencé a ser uno con la familia y amigos de Liam. Lennon y
yo nos acercábamos, y estaba empezando a considerarla una de mis mejores
amigas. Solo había salido con Blake un puñado de veces, pero parecía muy dulce.
Sabía que no debería sentirme cómoda en la vida de Liam, pero no podía evitarlo.
Esto era todo lo que había querido cuando era niña. Quería una familia cariñosa
que se preocupara por mí, un grupo de amigos a los que les gustaba pasar el rato y
no les importaba si no tenía una familia, y un novio increíble. Quiero decir, Liam
no era mi novio, pero sentía que sería lo que había querido. También sabía que
cuanto más cómoda me ponía, peor sería cuando tuviera que irme, pero por ahora
no iba a pensar en eso.

Hasta hace poco no me había dado cuenta de lo repetitiva que había sido mi
vida antes del arreglo con Liam. Me levantaba temprano, iba a la cafetería y
trabajaba por horas, y luego me iba a casa con tiempo suficiente para cambiarme de
ropa para ir al club. Allí trabajaría hasta la madrugada antes de repetir el ciclo.
Parecía que toda mi vida había sido así, incluso cuando estaba en mi hogar de
crianza. Me levantaba para ir a la escuela, volvía a casa con los otros niños y hacía
los deberes antes de intentar dormir, y luego volvía a empezar por la mañana.

Supongo que no podría decir que mi vida ahora no era repetitiva, porque lo
era. Me levantaba, hacía cosas por la casa por un rato, leía, entonces, cuando Liam
llegaba a casa, cocinábamos, veíamos televisión y hablábamos de cosas al azar,
luego nos acostamos, pero no parecía que fuera repetitivo. Aunque era aburrido,
sentía que mi vida tenía un poco más de significado que antes. Claro, la mayoría de
las veces me quedaba en la casa, pero nunca me aburría del todo. No fue hasta
Liam que mi vida fue solo un ciclo aburrido de ir a ninguna parte.
Al pensar en mi vida, mis pensamientos se desviaron hacia mi madre. Si
alguien me hubiera preguntado hace un año si volviera a ver a mi madre, estaría
feliz, habría respondido que sí. Pero ahora mi respuesta había cambiado. Ver que
mi propia madre ni siquiera me reconoció en la fiesta de beneficio fue el golpe más
bajo y el peor dolor. Quiero decir, esperaba que ella me hubiera reconocido a pesar
de que habían pasado catorce años y yo había cambiado, pero mi propia madre ni
siquiera me había demostrado un ápice de reconocimiento.

Había deseado tantas veces encontrar a mi madre después de todos estos años
y que ella me recibiría con los brazos abiertos, que ella diría que me había estado
buscando todos estos años, pero no pudo encontrarme, o que ella tuvo una buena
razón para dejarme cuando tenía cinco años. Una vez en un millón de años no
había pensado que la razón por la que me dejó era casarse con un hombre rico.
Quizás ella intentó buscarme, pero nunca lo sabría. No planeaba hablar o
encontrarme pronto con ella, o alguna vez. Lo que ella hizo era algo imperdonable.

Mientras continuaba empacando cosas que pensé que necesitaría en mi


maleta, volví a pensar cuando tenía siete años.

Habían pasado dos años desde que mi madre me dejó a las puertas del orfanato, y yo
estaba en primer grado. Era mediados de año, y todavía tenía que hacer un amigo. Como
estaba en una parte de la ciudad diferente a la que solía vivir, tuve que ir a una escuela
completamente diferente. Aunque me habían dicho que haría muchos amigos, nunca los hice.
Parecía que yo era la nueva chica extraña y que estaba maldita o algo así.

Estaba sentada debajo de este gran árbol que la escuela tenía bastante lejos del patio de
recreo. Nadie iba realmente allí, así que estaba libre de los niños molestos. Estaba sentada allí,
ocupándome de mis propios asuntos, comiéndome mi sándwich a solas, cuando un grupo de
niños de mi clase se acercó a mí. Al principio, pensé que iban a ser amables y me pedirían que
jugara con ellos, pero estaba tristemente equivocada. De alguna manera, uno de los niños
había oído de sus padres que yo no tenía una familia. Todos se quedaron allí, mirándome
mientras comentaban que mi madre nunca me amó y que por eso se fue. O que debí haber
sido mala y eso la ahuyentó.

Durante una semana seguida, los niños se burlaron de mí, pero cuando dejé de llorar
después del tercer día, lentamente se dieron cuenta de que no iban a tener una reacción. Los
niños se detuvieron pero no completamente. Le dijeron a todos los otros niños cosas sobre mí
que no eran ciertas para que no se me acercaran. Arruinó cualquier posibilidad de tener
amigos. Si un niño nuevo comenzaba a ir a la escuela, llegaban a ellos en un instante y
difundían las mentiras.

Durante la primaria y la secundaria, los mismos niños se metieron conmigo, pero


simplemente los ignoré. Después de escuchar cómo mi madre no me amaba tantas veces,
aprendí cómo adormecerme a todo lo que decían. Seguí diciéndome a mí misma que no les
creyera y no lo hice, o, bueno, no completamente.

Siempre hubo una pequeña parte de mí que decía que me amaba, pero esa
parte quedó aplastada cuando la vi hace una semana. Los niños tenían razón. Mi
madre no debe haberme amado, por eso se fue.

Decidiendo que había terminado de deprimirme, sacudí la cabeza. Miré hacia


mi maleta y sonreí, orgullosa de mí misma. Solo había llenado una maleta grande,
y toda mi ropa estaba doblada cuidadosamente dentro. Sin saber a dónde íbamos,
decidí empacar para cualquier tipo de clima. Tenía dos pares de pantalones
vaqueros, dos pares de pantalones cortos, algunas camisas de manga larga y
algunas camisetas sin mangas. No iba a empacar un traje de baño, pero terminé
tirándolo encima. Parecía una gran cantidad de ropa, pero no quería empacar toda
la ropa ligera y terminar con frío.

Maldiciendo mentalmente a Liam, me dirigí a mi baño para tomar algunas


cosas que necesitaría. Nunca antes había salido del estado de Nueva York.
Mientras empacaba, me sentía un poco nerviosa pero emocionada. Siempre quise
salir de aquí y conocer nuevos lugares pero nunca tuve el dinero para hacerlo. No
sabía lo que Liam había planeado, pero sabía que me iba a gustar, incluso si era una
sorpresa.

Cerré mi maleta y mi pequeña se llenó con cosas del baño, di un paso atrás.
Puse mis manos en mis caderas y asentí. Lo hice bien; Solo necesitaba una maleta.
Por qué Liam pensó que necesitaría cinco, no tenía ni idea. Echando un vistazo al
reloj en mi mesita de noche, vi que tenía un poco menos de dos horas hasta que
Liam estuviera aquí. Viendo que todavía estaba en pijama y no me había duchado,
pensé que sería mejor que me preparara.

Después de bañarme, me puse un par de sudaderas y una vieja camisa


Nirvana. Si iríamos conduciendo o volando, quería estar cómoda. Yo era una de
esas personas que viajaban con ropa cómoda y, en el momento en que llegaban a
casa, me vestía con pijamas. No entendía cómo la gente podía volver a casa y
sentarse en sus jeans. Tenía que ser incómodo. Con mi cabello mojado recogido en
un moño desordenado, salí de mi habitación, sin importarme si parecía una sin
hogar.

Había mejorado mucho más en la navegación de la casa que cuando me


mudé. Actuaba como si fuera mi propio hogar, sin importarme realmente que fuera
de Liam. Estaba en casa más de lo que había estado al principio, pero aún no era
suficiente. Desde que me mudé, parecía hogareño y menos desértico. Se había ido
la comida prepaga. Liam tenía una señora de la limpieza antes, pero ahora yo
limpiaba la casa, haciéndola parecer diez veces mejor que cuando me mudé. Al
principio estaba sorprendida por el tamaño de este lugar, pero ahora estaba tan
acostumbrada que podía caminar alrededor con los ojos cerrados.

Asegurándome de lavar y guardar los platos y de que todo estaba apagado,


estaba lista para irme. Me estaba poniendo más nerviosa mientras esperaba que
Liam llegara a casa. No era que estuviera completamente nerviosa de irme de viaje;
Estaba más nerviosa por estar sola con Liam. Quiero decir, sí, estábamos juntos y a
solas prácticamente todos los días, pero esto era diferente. Íbamos a ir a algún lugar
juntos.

Desde que descubrí mis sentimientos por Liam, parecían crecer todos los días.
Cada día que pasaba encontraba algo que me gustaba de él y otra razón para
enamorarme aún más de él. Tal vez era porque nunca había tenido una relación
real, pero mis sentimientos crecían más rápido de lo que creía posible. Era como
admitir que me estaba enamorando de él y abrir una puerta que ya no se cerraría.

La idea de que me gustara realmente Liam era una locura. ¿Cómo podría
gustarme un tipo que fue severamente grosero conmigo en el comienzo de nuestro
trato y quién hizo el trato en primer lugar? En serio, ¿cómo podría gustarme a
alguien así? No tenía respuesta para eso. Mi yo de diecinueve años se había
enamorado de un chico unos años mayor que yo. Pero ya conoces el dicho: "El
corazón quiere lo que quiere el corazón".

Estaba tan ocupada dentro de mi cabeza que no escuché a Liam llegar a casa,
hasta que una mano en mi hombro me asustó. Conteniendo un grito, salté y volteé
en el sofá solo para encontrar a Liam parado allí con una sonrisa en su rostro.

—¿Te asustaste?

—¡No puedes hacer eso! —le dije, poniéndome de pie y apretando una mano
contra mi corazón.

—Lo siento. Pensé que me habrías escuchado —dijo, con la cara llena de
culpa.

—Estas bien. Solo me quedé en blanco por un minuto. —Mi corazón todavía
latía rápido pero no porque tuviera miedo. Liam parado frente a mí, vestido con
traje y corbata, estaba debilitando mis rodillas. El hombre definitivamente podría
vestir un traje.

—¿Lista para irnos? —Él interrumpió mi embeleso.

—Uh, sí —respondí, aclarando mi mente. Estar cerca de Liam me hacía


pensar en cosas sucias en las que realmente no debería estar pensando.
—Bueno. El vuelo no sale hasta dentro de cuarenta minutos, así que déjame
tomar mis cosas rápidamente y podemos irnos. —Empezó a alejarse, pero lo
detuve.

—Espera, ¿volaremos?

—Sí, ¿está bien?

—Sí, totalmente. —Reduje mi nerviosismo y pasé junto a él para sacar mi


equipaje de mi habitación.

Rápidamente miré alrededor de mi habitación para asegurarme de tener todo.


Alcanzando la manija de mi maleta, me congelé cuando vi mi caja de anillos.
¡Maldición! Me acerqué a mi mesa auxiliar y abrí la caja, deslizando mi anillo de
compromiso. Pensarías que ahora estaría acostumbrada a usar esto y no olvidaría
ponérmelo, pero no. Al hacer otra revisión alrededor de mi habitación y baño,
asentí. Tenía todo. Puse mi pequeña bolsa de lona alrededor de la manija de la
maleta, puse mi bolso en mi hombro y salí de mi habitación. Liam ya venía hacia
mí, con las manos vacías.

—¿Dónde están tus cosas?

—En el auto ya —respondió, buscando mis bolsas. ¿Cuánto tiempo estuve en


mi habitación? Dejé que tomara mis cosas y se dirigiera a la puerta principal.
Revisando todo una vez más, también me dirigí a la puerta de entrada.

—¿Tienes todo lo que necesitas? —preguntó Liam, apoyándose contra el


marco de la puerta.

—Creo que sí. ¿A dónde vamos? —pregunté, esperando que respondiera esta
vez.

—No, no te lo diré por el momento —. Golpeó la punta de mi nariz con su


dedo antes de apartarse del camino para mí. Jadeando molesta, me dirigí al
automóvil, dejándolo para cerrar la casa. ¿Qué tan difícil era decirme a dónde
íbamos? Jenna, vamos a California. ¿Ves? Nada difícil.

—Entonces, ¿por qué no puedes decirme a dónde vamos? —pregunté


mientras los dos nos abrochamos el cinturón de seguridad y el conductor arrancó el
auto.

—Porque es una sorpresa —dijo Liam. Me di cuenta de que estaba


empezando a molestarse un poco por mis constantes preguntas.

—Odio las sorpresas —murmuré, cruzando los brazos.


—¿Odias las sorpresas? ¿Eso significa que odias la Navidad? —preguntó en
estado de shock.

No era tan extraño que no me gustaran las sorpresas.

—No celebro la Navidad, ¿recuerdas?

—Oh. —El humor bajó un poco ante la mención de que no celebraba cada
día festivo. Como no tenía a nadie, nunca celebré nada desde que era pequeña. La
única vez que realmente lo celebraba era cuando Carrie, Thomas y Lea de la casa
estaban cerca. No quería aplastar su amor por la Navidad, así que siempre
hacíamos algo ese día, hasta que fueron adoptados. Forcé a los dos muchachos
mayores, Matt y Ryan, a que les trajeran regalos el día de Navidad. Después de que
los tres pequeños fueron adoptados y me fui, dejé de celebrarlo—. Bueno, voy a
hacer que te gusten las sorpresas —dijo Liam, con clara convicción en su voz.

—Tiene un desafío allí, Sr. Stanford. —Mi voz sonaba extraña para mí
cuando dije eso. Me encontré inclinada hacia Liam.

—No se preocupe, Sra. Howard, me encantan los desafíos. Y... —Liam se


inclinó más cerca de mí también, su voz cayendo unas octavas más abajo —
siempre gano—. Me estremecí cuando su aliento hizo cosquillas en mi piel, el
significado en sus palabras no se perdió en mí. Su voz baja hizo que mis dedos de
los pies se rizaran en mis chanclas.

—Bueno, nunca antes has jugado conmigo —le susurré roncamente. Me


sorprendí a mí misma coqueteando. Solo había coqueteado estúpidamente con
algunos tipos en el club, pero eso solo era para obtener un buen consejo. Coquetear
con Liam era mejor. Sus promesas no parecían vacías.

—Entonces no puedo esperar para jugar contigo. —Vi como sus ojos azules
brillaban con sus palabras. Una ola de calor brilló sobre mí mientras mi mente se
llenaba de esos pensamientos traviesos una vez más. No me había dado cuenta de
lo cerca que habíamos estado hasta que apenas sentí un toque de sus suaves labios
rozando los míos. No pude evitar respirar pesadamente mientras seguía mirándolo
a los ojos.

—Um, discúlpeme, señor, pero estamos aquí —dijo el conductor, Mathew,


mientras todo el calor entre Liam y yo se iba lentamente. Me sentí un poco enojada
con Mathew por arruinar nuestro momento. Vi como Liam fruncía los labios, pero
le dije que le agradeciera. Quizás tampoco quería ser interrumpida. Suspirando,
Liam se alejó de mí y abrió la puerta. Salí detrás de él, miré a mí alrededor y vi que
estábamos frente a un gran avión privado.

—Woah, ¿es tuyo? —pregunté sin aliento.


—Bueno, técnicamente es de mi familia, pero no lo usan muy a menudo —
respondió Liam a mi lado. Con una mano en la parte baja de mi espalda,
gentilmente me empujó hacia el avión cuando Mathew y otro hombre vinieron a
recoger nuestro equipaje.

Subiendo lentamente los escalones, me aseguré de no resbalar y caer. Si lo


hiciera, me habría llevado a Liam conmigo, y eso sería más que vergonzoso.
Durante todo el camino pude sentir los ojos de Liam en mi culo, haciendo que me
sonrojara. Por supuesto, tiene los ojos puestos en eso. Está en su cara. Cuando
llegué a la cima salté hacia arriba y hacia abajo, feliz de no haberme caído. Mi
celebración interna fue interrumpida cuando observé el avión.

¡El interior era enorme! Había varios juegos de asientos en la parte delantera
del avión y en la parte posterior. Entre ellos había un sofá de buen tamaño y
algunas sillas twirly. Un bar a un lado, y el baño parecía estar en la parte de atrás.
Moviéndome más adentro, dejé que mis dedos recorrieran los asientos de cuero,
sabiendo que probablemente costaban más de lo que ganaría en mi vida.

—Vaya —la palabra salió de mis labios cuando hice un giro tres-sesenta,
tomando en todo.

—La primera vez en un avión privado, lo noto —dijo Liam detrás de mí.

—La primera vez en un avión —le dije, olvidando que no quería que él
supiera eso.

—Bueno, no te preocupes, estamos a salvo. —Apenas lo escuché mientras


tomaba asiento al azar en una de las sillas. Quería gemir por lo cómodo que era.
No me importaría volar mientras estuviera en esta silla.

—Hola, Sr. Stanford —escuché saludar una nueva voz. Al levantar la vista de
mi asiento, vi a un hombre vestido con un atuendo de piloto, dándole la mano a
Liam.

—Hola, Crawford. Gracias por volar con tan poco tiempo —dijo Liam.

—No hay problema señor. Despegaremos en unos pocos minutos. —El


hombre, Crawford, me miró y me sonrió antes de asentir con la cabeza hacia Liam
y girar hacia la parte delantera del avión. Miré en silencio mientras Liam se
desataba la corbata y se sentaba a mi lado.

—Me gusta tu atuendo de viaje —comentó Liam. Mirando hacia abajo, me di


cuenta de que había olvidado que estaba vestida con sudaderas y una camiseta vieja
y chanclas.
—Gracias. Apuesto a que estás celoso —replique, sonriéndole. Él se inclinó
cerca de mí.

—Creo que luciría mejor. —Al instante mis mejillas se pusieron rojas, lo que
lo hizo reír. Antes de que tuviera la oportunidad de decir algo, el avión se puso en
marcha y la voz del piloto se escuchó por el intercomunicador.

—¿Podrían ponerse todos los cinturones de seguridad? Despegaremos en


menos de cinco minutos. Llegaremos a Barbados en cinco horas, así que siéntense
cómodos y les avisaré cuando puedan moverse libremente por la cabina. Gracias.

¿Barbados? ¿Como en el Caribe? Miré a Liam, sonriendo ampliamente.


Siempre quise ir a Barbados y sentarme en esas playas de arena.

—Sorpresa.
12
Las primeras dos horas del viaje en avión fueron aburridas. Liam había
sacado su computadora portátil y estaba trabajando mientras yo miraba por la
ventana. Me asusté un poco cuando estábamos a punto de despegar, y mirar por la
ventana no ayudó. Pude ver el suelo moviéndose debajo de nosotros a medida que
avanzábamos más rápido. No me asusté demasiado. Agarré la mano de Liam con
fuerza, donde mis nudillos se pusieron blancos cuando el avión se elevó del suelo.
A Liam no pareció importarle mi mano, y no la solté hasta que el piloto dijo que
podíamos caminar. Incluso entonces, Liam tuvo que retirar su mano para agarrar
su computadora portátil.

Ahora, tres horas después de nuestro vuelo de seis horas, estaba a medio
camino con mi nuevo libro y aburrida. Dejé mi libro en mi regazo, volteándome
para mirar la ventana. Actualmente estábamos en algún estado, pero por lo alto que
estábamos solo podía ver tierra y una pequeña autopista. Mi entusiasmo por ir a
Barbados había terminado ahora, ya que el largo viaje aún no había llegado a la
mitad.

Suspirado, giré la cabeza en dirección a Liam. Hace un rato se había movido


hacia una de las sillas giratorias que tenía un escritorio extraíble para hacer algo de
trabajo. Aburrida de estar quieta y sentada sola, me desabroché el cinturón de
seguridad y caminé cautelosamente hacia él. Se sentía extraño caminar cuando algo
se movía, como caminar en el autobús. Dejándome caer a su lado, lo miré. Se veía
realmente lindo cuando estaba concentrado. Sus ojos se entrecerraban un poco, y
sus cejas se fruncían.

—Liam, estoy aburrida —me quejé, como un niño de cinco años.

—Solo hemos estado aquí por un tiempo —dijo, mirándome por un segundo
antes de volver a mirar su computadora portátil.

—Hemos estado aquí por tres horas —respondí, inexpresiva.

—¿De verdad? Oh, lo siento. Me quedé atrapado en mi trabajo. —Hizo clic


en algunas cosas antes de cerrar su computadora portátil y voltearse para
mirarme—. ¿Estás emocionada de ir a Barbados?
—No elegiste a Barbados por capricho, ¿verdad? —Puse mis pies en el sofá,
metiéndolos debajo de mí.

—No, recordé que dijiste que siempre querías ir allí. —Se encogió de
hombros.

—¿Y? —Esperé a que continuara. Había algo más que no estaba diciendo.

—Y tengo un poco de trabajo que hacer allí, así que pensé por qué no llevarte
—admitió.

—Debería enojarme por ser la segunda opción aquí, pero me voy a Barbados
no puedo quejarme. —Le sonreí abiertamente.

—¿Qué te gustaría hacer una vez que lleguemos allí? Tengo una reunión unas
horas después de que aterricemos.

—Quiero ir a la playa, conseguir algo de buena comida, explorar algunos


lugares —dije casi soñadoramente.

—Me aseguraré de que hagas todo lo que quieras hacer. —Él me sonrió,
haciendo que mi corazón palpitara—. Entonces, ¿qué deberíamos hacer durante el
resto de nuestro vuelo?

—¿Tienes algunas cartas o algo? —¿Quién sabía que sería tan aburrido en un
avión privado? Eché un vistazo alrededor de la cabina.

—Creo que hay un mazo de cartas aquí. —Me puse más cómoda en el sofá
cuando Liam se levantó y se movió—. Bien, encontré uno.

Cuando Liam se sentó, se quitó la corbata floja y se arremangó las mangas de


su camisa de vestir. Mientras sacaba las cartas de la caja, observé cómo se
flexionaban los músculos de sus antebrazos. Incluso sus antebrazos eran sexys.

—¿Quieres jugar un juego de cartas? —Asintiendo con la cabeza, me mordí el


labio inferior mientras repartía las cartas.

●●●
—¡Estás haciendo trampa!

—¡No! Estoy jugando según las reglas.

—Levántate. Apuesto a que escondes cartas debajo de tu lindo y pequeño


culo.
Poniendo los ojos en blanco, hice un show de pie y dando vueltas.

—¿Ves? ¡No hay cartas! —Intenté contener mi sonrisa ante la expresión


sombría de Liam. Habíamos jugado todo tipo de juegos de cartas durante la última
hora, desde 21 hasta Go Fish. Y en casi todos los juegos le había ganado a Liam.
En este momento estábamos jugando Old Maid, pero usando un Jack como la vieja
tarjeta de criada. Liam pensó que estaba haciendo trampa, ya que estaba ganando
una vez más. Él no era el perdedor más elegante.

—No puedes soportar perder ante una chica, ¿verdad? —le sonreí
burlonamente, sosteniendo mis cartas frente a mí. Solo me quedaban dos más,
mientras que Liam tenía al menos siete.

—Todavía estás haciendo trampa —murmuró. Negué con la cabeza y terminé


el resto de mis cartas—. Necesito un trago. —Liam se levantó y se dirigió al bar.

—Hombre, apestas en los juegos de cartas. —Me levanté tras él, necesitaba un
poco de agua.

—No soy malo. Apestas. Apestas —murmuró Liam. Riendo, apoyé mi


cadera contra la barra a su lado.

—No te preocupes, hay algunos otros juegos en los que aún no te he vencido
—dije engreída. Un segundo después me encontré enjaulada contra la barra con los
brazos de Liam rodeándome. Apenas tuve que inclinar la cabeza para mirarlo. Su
rostro estaba a menos de una pulgada de distancia. Los ojos azul oscuro me
miraron, y sus labios rosa claro se extendieron en una sonrisa.

—Creo que es hora de que gane algo —me susurró. Sintiendo su cuerpo duro
presionando contra el mío me estaba haciendo perder la concentración.

—Yo, eh, yo… —Mis manos se movía lentamente a mi lado, queriendo


correr por los musculosos brazos y hombros de Liam en su cabello. Aún recuerdo
lo suave que se sentía bajo mis manos cuando tomamos nuestras fotos de
compromiso y cómo sus labios se sentían contra los míos. Todo dentro de mí
quería capturar su boca con la mía y que me besara sin sentido.

—¿Puedo ganar algo? —preguntó, inclinando su cabeza aún más cerca de la


mía. Sentí sus labios rozando apenas los míos.

—Sí —respiré. Estaba sin aliento, y aún no nos habíamos besado. Me miró
por un segundo más, claramente esperando que yo volviera a mi palabra. No
desperdiciando otro momento, él cerró la distancia entre nuestras bocas.
Sus labios suaves presionaron contra los míos gentilmente, casi vacilante.
Algo dentro de mí se rompió, y me encontré presionando más fuerte contra Liam.
Él tomó la indirecta, volviendo el beso más agresivo. Como un cliché sonaba, sentí
el beso hasta los pies. Mis manos finalmente obtuvieron lo que querían mientras se
entrelazaban en los mechones marrones de Liam.

El borde de la barra se clavó en mi espalda, pero lo ignoré y me presioné


contra Liam. Una vez más, el tiempo pareció disminuir a medida que nuestros
labios se entrelazaban con los del otro. Se sentía tan bien en mi contra. Sentí que
todo lo que siempre había querido en mi vida estaba aquí, ahora mismo. Liam me
hacía sentir completa, en lugar de un desastre.

Ambos nos alejamos, jadeando por aire. Liam apoyó su frente contra la mía,
cerrando los ojos. Mantuve mis ojos abiertos, estudiando su rostro. Así de cerca,
podía ver cada pequeño surco en su rostro. Inconscientemente, mis manos bajaron
de su cabello hasta que estuvieron acunando su mandíbula. Sentí un poco de barba
bajo mis dedos y no pude evitar pensar que Liam se vería bien con barba. Con las
yemas de mis pulgares froté suavemente la línea de su mandíbula, moviéndome
lentamente a sus mejillas y luego a su barbilla.

Era como si mi mente estuviera en piloto automático mientras mis manos se


movían por sí solas en la cara de Liam. Quería memorizar todo sobre su cara y
cuerpo. Quería sentir cada surco y cicatriz debajo de mis dedos. Levantando mis
manos, suavemente masajeé sus sienes. Estaba tan concentrada en mirar su rostro
que no vi que había abierto los ojos hasta que habló.

—Eso se siente bien —dijo en voz baja, su voz casi un susurro. Volví a mirar
a sus ojos, encontrándolos prácticamente brillantes.

—¿Sí? —le susurré.

—Quiero besarte de nuevo. —Bajo la mirada a mis labios, lo que me hizo


morderlos inconscientemente. Con un suave gemido de Liam, reclamó mis labios
una vez más. Una pequeña voz en el fondo de mi mente me decía que no debería
estar haciendo esto, pero lo descarte. Por el momento no me importa. Diablos, no
me importa nada ahora. Todo parecía estar bien cuando estaba besando a Liam, y
no quería que esa sensación terminara. No ahora o en un año.

—Tus labios son tan suaves —dijo Liam en el momento en que nos
separamos. Sonreí, cerrando los ojos y respirando su ahora.

—Mis piernas se sienten como gelatina —le dije, apretando sus hombros.
Liam se rio entre dientes antes de que sus brazos soltaran la barra y agarraran mi
cintura. Sin esfuerzo alguno, me levantó por la cintura mientras mis piernas se
envolvieron automáticamente en su cintura. Chillé sorprendida cuando las manos
de Liam se movieron de mi cintura a mi trasero. Él me sonrió, girando y
caminando hacia el sofá. Por supuesto, en ese momento el avión se movió un poco,
haciéndome chillar y apretar mis piernas alrededor de él y mis brazos alrededor de
su cuello.

—Está bien, princesa. —Sentí que me apretaba tanto mientras él se sentaba en


el sofá. Me senté en su regazo, todavía envuelta alrededor de él como un koala.

—Me puedo acostumbrar a viajar en un avión si es así —dijo Liam sobre mí.
Soltando mi agarre, le di una palmada en el hombro.

—¿Vas a dejarme ir ahora? —pregunté mientras mis manos dejaban sus


hombros y descansaban en mi regazo. Levanté una ceja y él solo me sonrió.

—No lo creo. Me gusta esta posición. —Movió sus cejas hacia mí, sus ojos
azules brillante. Me burlé, golpeando su pecho. Al sentir su duro pecho, quise dejar
que mis manos vagaran, pero me abstuve de hacerlo. Fue culpa de Liam por ser tan
caliente que no podía mantener mis manos para mí.

—Bueno, eso nos quito una hora. Ahora solo quedan unas pocas más.

●●●
Dos horas más tarde, el piloto finalmente tomo el intercomunicador y
anunció que aterrizaríamos en unos pocos minutos. Tanto Liam como yo volvimos
a nuestros asientos y nos pusimos los cinturones de seguridad. Tomando el chicle
que me ofreció, miré por la ventana y no vi nada más que mar azul. Casi había
olvidado que estábamos en un avión mientras Liam y yo nos manteníamos
ocupados.

Después de que Liam y yo nos besamos, decidimos jugar un juego de cartas


más antes de dejarlo. Terminamos jugando War, que duró casi una hora entera. Al
ver que el juego no iba a terminar por un tiempo, decidimos un empate. Como
sabía que estábamos a punto de aterrizar, mi emoción estaba empezando a volver.
Agarré la mano de Liam una vez más cuando aterrizamos, y le sonreí. Finalmente
estaba en otro lugar que no sea Nueva York. Barbados siempre había estado en mi
lista de deseos de lugares para visitar, y finalmente iba a hacerlo. Todos mis
pensamientos acerca de Liam y de mi beso fueron pasados a un segundo plano
cuando las ruedas del avión aterrizaron.

Después del beso, me había alejado del regazo de Liam e intenté pretender
que lo que sucedió no era gran cosa. La palabra principal allí era “intente”.
Mientras Liam actuaba como si nada hubiera pasado, yo estaba chillando
internamente y saltando de un lado a otro. No sabía lo que significaba para Liam y
para mí, pero en este momento ni siquiera me importaba. Una vez que aterrizamos,
seguí a Liam, la emoción burbujeaba dentro de mí. Al salir del avión, me detuve y
mis pies tocaron el pavimento. Eché un vistazo alrededor, sin creer que la playa
estaba un poco más alejada.

Cuando sentí un pequeño toque en mi espalda, me volví para ver a Liam


parado a mi lado, esperando pacientemente que me moviera hacia un automóvil
que acababa de detenerse. Asintiendo silenciosamente hacia él, caminé hacia el
auto con él siguiéndome. Sonreí en agradecimiento al conductor que me abrió la
puerta, y me deslicé en la parte trasera.

—Tenemos un trayecto un poco largo hasta nuestro hotel —dijo Liam


mientras se abrochaba el cinturón. No dije nada cuando me volví hacia la ventana,
queriendo ver todo lo que pasábamos.

Mientras conducíamos hacia nuestro hotel, los árboles se volvieron menos


gruesos, y se podía ver a más gente caminando al lado de la carretera. No pudieron
haber pasado más de diez minutos cuando llegamos a la parte central de la ciudad.
Pequeñas tiendas lindas se alineaban en las calles, con turistas caminando por la
acera. Las personas que usan bicicletas, patinetas o patines de ruedas esquivando a
los caminantes. A mi derecha, al lado de Liam, podía ver el océano a través de las
palmeras.

Abriendo mi ventana, respiré el salado aire fresco. A pesar de que eran cerca
de las seis, el sol todavía estaba bastante alto en el cielo, lo que indicaba que no
anochecería hasta dentro de horas más. Prácticamente saque la cabeza por la
ventana cuando pasamos por más tiendas y grandes hoteles.

Unos minutos más tarde, el automóvil comenzó a disminuir la velocidad y


giro hacia un enorme hotel. Cuando llegamos, pude ver que había cabañas a un
lado, y probablemente había más en la parte posterior. Sabiendo que la playa estaba
justo detrás de ella, inmediatamente salté del auto justo cuando el conductor
estaciono el auto. Detrás de mí podía oír a Liam riéndose de mí, pero no me
importó. Sabía que no sería capaz de hacer muchas cosas hoy antes de que el sol
desapareciera, pero eso no me impedía emocionarme.

—¡Bienvenido, señor! —dijo un joven casi nerviosamente mientras se


acercaba a Liam.

—Tomaremos sus maletas y las enviaremos a su habitación de inmediato.

—Gracias —fue todo lo que dijo Liam antes de tirar de mi brazo y alejarme
del automóvil. El aire era cálido pero un poco frío, y me alegré de haber empacado
un suéter pequeño en el último segundo. Estaría frío esta noche.
—¿A dónde vas, Liam? El hotel esta por aquí —señalé mientras nos llevaba
lejos del vestíbulo principal del hotel.

—Lo sé. No nos quedaremos allí.

—¿Pero no tienes que registrarte? No puedes hacer eso en un hotel.

—Jenna, soy dueño del hotel. Está bien —dijo.

Caminé a su lado con la boca abierta. No sabía por qué no sabía que él era el
dueño. De hecho, debería haberlo esperado.

—Se te meterán moscas en la boca si la mantienes abierta así.

Rápidamente la cerré de golpe. Sin decir una palabra, seguí a Liam mientras
caminábamos hacia la parte posterior del edificio del hotel hacia un conjunto de
grandes cabañas que bordeaban el océano. Parecían parte del hotel pero más cerca
del agua y probablemente más grandes que las habitaciones del edificio.

—Nos quedamos en uno de esos —dije, más una afirmación que una
pregunta. Cuanto más nos acercamos, más potente se volvió el olor del océano. Ni
siquiera miré la “habitación” en la que nos quedaríamos, miré hacia el océano. A
solo unos pies de distancia había arena blanca que parecía tan suave. Muy pocas
personas estaban afuera o jugando en el agua, pero no tanto como pensé que
habría. El agua era azul cristalina y resplandecía a la luz del sol.

Llegamos a una puerta, que Liam abrió, suavemente empujándome a dentro


y bloqueando mi vista. Quedé aún más impresionada cuando entré en la
habitación. ¡Era enorme! Mucho más grande de lo que parecía en el exterior. Frente
a mí había una gran sala de estar amueblada con sofás y sillas de aspecto caro,
junto con un televisor. A mi izquierda había una cocina que tenía el mismo tamaño
que la de mi apartamento anterior. Y a mi derecha había un pasillo que estoy
segura conducía que la habitación. Guau. Este lugar es increíble.

—Esto no puede ser un lugar en un hotel —dije al azar—. Es del tamaño de


mi antiguo apartamento en Nueva York. Apuesto a que esto cuesta más que una
casa real —murmuré.

—Por lo general, no me quedo en esta parte, pero pensé que te gustaría. —


Echando un vistazo a Liam, lo vi de pie en la entrada con las manos en los bolsillos
de sus pantalones. Él me estaba mirando de cerca, esperando mi reacción.
Sonriendo, me dirigí hacia él y envolví mis brazos alrededor de su cintura,
empujando mi rostro contra su pecho.
—¡Lo amo! Gracias. —Lo apreté con fuerza. Sentí un brazo envuelto
alrededor de mi cintura y el otro acercándose para sostener la parte de atrás de mi
cuello. Tenía que ser el mejor abrazo que jamás haya recibido. Me hizo sentir
segura y amada, como si Liam no quisiera soltarme.

—Me alegra que te guste. —Sentí algo así como un suave beso sobre mi
cabeza, pero tan pronto como lo sentí, Liam retiró sus brazos—. Por desgracia,
tengo una reunión dentro de unos veinte minutos —dijo, mirando su reloj.

—Oh, sí. —Traté de no sonar decepcionada. Ojala Liam pudiera quedarse


aquí conmigo, pero sabía que tenía trabajo que hacer. Estaba a cargo de una gran
compañía, y no podía esperar que dejara todas sus responsabilidades solo por mí.

—¿Qué tal si te llevo a cenar esta noche? Como en una cita real. Sin prensa,
nadie que sepa quiénes somos. Nada más que nosotros —dijo Liam mirándome.

—¿Me está invitando a salir, Sr. Stanford? —pregunté, provocando.

—Lo estoy. Una primera cita real. —Una pequeña sonrisa apareció en sus
labios. Labios que besé apenas hace tres horas.

—Acepto.

—Bueno. Encuéntrame en The Tides dentro del hotel a las ocho. Está en el
primer piso. Si no estoy allí antes, dile a la recepción quién eres —dijo, la esquina
de su boca se inclinó en una sonrisa.

Abrí la boca para decir algo, pero un golpe en la puerta me interrumpió. Liam
la abrió, revelando a dos hombres que llevaban nuestro equipaje.

—Su equipaje, señor. —Con un asentimiento, Liam se hizo a un lado y les


dejó colocarlos en la entrada. Echando un vistazo a mi maleta, traté de recordar lo
que empaqué y si algo de eso era lo suficientemente bueno para una cita esta noche
con Liam.

—Pongamos esto en nuestra habitación. Luego me tengo que ir. —Agarrando


mi equipaje después de alejar la mano de Liam, lo seguí por el pasillo. Al final del
pasillo estaba el dormitorio en el que se encontraba Liam. Me mordí el labio
inferior, mirando por las otras puertas solo para encontrar que el lugar tenía solo
una habitación.

—Jenna, ven y pon tu maleta aquí —gritó Liam.

—¿No hay otra habitación?


—No, la compartirás conmigo —respondió.

Tragué la idea de dormir en la misma cama que Liam. Después de una


respiración profunda, entré en la habitación, solo para detenerme y ver la espalda
desnuda de Liam frente a mí. Los músculos de su espalda se flexionaron cuando se
estiró para tomar una camisa. Me chupé el labio inferior al verlo, deseando correr
mis manos arriba y abajo. Pronto lo harás. Desafortunadamente, la vista de la
espalda de Liam desapareció cuando se puso una nueva camisa de vestir.

Antes de que me atrapara mirándolo, fui y coloqué mi maleta en el armario,


tratando de orientarme. En una isla romántica a solas con Liam, tenía que
asegurarme de tener la cabeza fría.

—Está bien, tengo que irme. Pero encuéntrame allí a las ocho, ¿está bien?
Esta reunión no debería ser larga —dijo Liam, haciéndome dar la vuelta.

—Estaré allí. Seré la persona vestida horriblemente.

—Nunca te verías horrible. —Caminó hacia mí y se detuvo a centímetros de


mí. Inclinándose, me beso suavemente en los labios—. Te veré allí —dijo,
alejándose un segundo después. Él me sonrió ampliamente, se giró y salió de la
habitación. Un segundo después oí cerrarse la puerta.

Llevé una mano a mis labios y dejé que una gran sonrisa se extendiera por mi
rostro. Todos los sentimientos que había estado contenido desde el avión estallaron
libremente. Chillando, salté por la habitación e hice un pequeño baile. ¡Liam
finalmente me besó! Ni siquiera tuve que obligarlo a hacerlo. Cuando me
tranquilicé un poco, toqué mis labios nuevamente. ¿Qué me estaba haciendo Liam?

●●●
Después de mi pequeña fiesta de chillidos, me apresuré y salté a la ducha. No
quería parecer una vagabunda en esta cita con Liam. Una cita real, nuestra
verdadera primera cita. No sabía lo que esto significaba para nosotros, pero me
gustaba la idea de que pudiéramos ser algo más que un simple arreglo.
Asegurándome de estar toda aseada y rasurada, salí del baño para buscar un
atuendo.

Cuando estaba revisando mi maleta, noté que no traje nada lujoso. Cuando
empaqué no lo había pensado. Hojeando más ropa, una prenda me llamó la
atención. Lo saqué y lentamente asentí. Era un lindo y fluido vestido de verano.
Era blanco con pájaros rosados y morados. Tenía finas tiras blancas y un fino
cinturón marrón alrededor de la cintura. Tendría que funcionar.
Una vez que me puse el vestido, fui a peinarme. No queriendo parecer que
estaba intentándolo demasiado, rápidamente sequé mi pelo rubio y lo dejé en su
estado ligeramente ondulado. Con un poco de máscara para resaltar mis ojos
verdes y una pequeña cantidad de base, me miré en el espejo. Me puse un lápiz
labial rosa pálido y me sonreí. Me veía bien, en realidad.

Viendo que empaqué solo un par de tacones altos negros, me deslice en ellos,
esperando que coincidieran. Eché un vistazo a mi teléfono y, viendo que eran las
seis menos cuarto, rápidamente agarré mi bolso y mi anillo y salí de la habitación.
Sin saber realmente hacia dónde iba, seguí las señales que estaban en las paredes
que llevaban al vestíbulo.

Cuando finalmente llegué al vestíbulo, noté que en realidad estaba demasiado


vestida. Las familias se movieron a mí alrededor vistiendo trajes de baño o solo
pantalones cortos de jean casuales y camisetas sin mangas. Incluso vi a algunos
hombres con esas feas y brillantes camisas abotonadas con flores. Luciendo como
típicos padres. Mientras me dirigía al restaurante donde me encontraría con Liam,
miré alrededor del hotel. Era maravilloso por dentro. Tenía un ambiente familiar y
amistoso, aunque parecía caro.

—Uh, hola —salude, acercándome a la recepción del restaurante. Una chica


de mi edad o tal vez unos años mayor me miró con una sonrisa amistosa.

—Hola. ¿Estás aquí para comer? —preguntó, buscando un menú.

—En realidad me encontraré con alguien. Soy Jenna Howard. —Recordé a


Liam diciendo que les dijera mi nombre.

—¡Oh! El Sr. Stanford dijo que estarías aquí. Sígueme. Ya tenemos una mesa
preparada para usted —dijo la chica al escuchar mi nombre.

Siguiéndola, vi que el lugar estaba bastante lleno. Pensé que sería un lugar
muy caro para comer y que tenías que vestir ropa lujosa, pero era todo lo contrario.
La gente vestía diferentes tipos de atuendos, y los niños pequeños hablaban en voz
alta. Le sonreí a una niña que me estaba mirando cuando pasamos.

—Aquí Sra. Howard —dijo la chica, parándose frente a una cabina que estaba
en la parte de atrás.

—Gracias —le dije con gratitud.

—El Sr. Stanford debería estar aquí en breve. —Con una sonrisa, se fue. La
cabina estaba frente a una gran ventana que daba al océano. El sol empezaba a
ponerse y noté que nuestra mesa tenía una gran vista.
Un camarero me traje un vaso de agua antes de irse. No queriendo parecer
una perdedora, saqué mi teléfono y le envié un mensaje de texto a Sophia, Candy y
Lennon. Como no obtuve ninguna respuesta de ninguno de ellos durante unos
minutos, revisé mi Facebook.

Diez minutos habían pasado, y todavía estaba sola sentada en la cabina. La


única persona que me respondió fue Sophia, pero solo podía mandarme un mensaje
de texto porque estaba en el trabajo. Poniendo mi teléfono sobre la mesa, miré por
la ventana. En cualquier momento se pondría el sol, bañando el restaurante con un
bonito color.

Después de otros veinte minutos, empecé a preocuparme. Había pasado más


de media hora desde que debía encontrarme aquí con Liam. ¿No debería estar aquí
ahora? Me preguntaba. Giré mi teléfono entre mis manos, pensando si debía
enviarle un mensaje de texto. Su reunión podría ser más larga de lo que pensaba.
Decidiendo que debería, le envié a Liam un mensaje de texto rápido.

Jenna: Hola. Um, estoy en el restaurante. Tu reunión probablemente se alargó.


Solo estoy un poco preocupada. Avísame cuando vengas.

Pulso “enviar”, mordiéndome el labio inferior. Dejé mi teléfono sobre la


mesa, miré por la ventana que ahora estaba oscura. El sol se había alejado un poco,
y era hermoso. Era un magnífico color rosa y naranja.

—Hola, señorita, ¿quiere pedir algo? —El camarero se acercó a preguntar por
segunda vez.

—Oh no, estoy bien. Él debería estar aquí en solo un momento. —Le sonreí
mientras se iba. Mi estómago estaba gruñendo ya que no había comido desde esta
mañana. Pero no quería comer sin Liam. Él debería estar aquí en cualquier
momento.

Vi que muchas personas iban y venían del restaurante. La gente venía,


comían y se iban mientras yo estaba sentada en el mismo asiento. Había pasado
más de una hora desde nuestra hora de encuentro. Seguí revisando mi teléfono para
asegurarme de no perderme una llamada o mensaje de texto de Liam. El camarero
había estado en mi mesa cuatro veces, y estaba empezando a pensar que se sentía
mal por mí.

La mirada que me envió era como si hubiera visto esto antes. La sensación
asentándose de Liam plantándome estaba empeorando. Probablemente hizo esto
todo el tiempo con chicas. Tenerlas aquí, luego dejarlas esperándolo como tontas.
La idea de que él estaba besándose o teniendo sexo con otra persona se me vino a la
cabeza varias veces. Decidiendo esperarlo otros minutos, tomé mi tercer vaso de
agua.

Me sentí como una idiota todavía sentada aquí, esperando a Liam. Dijo que
estaría aquí a las ocho y eran las nueve y cuarto. Su reunión probablemente se retraso,
continuaba diciéndome a mí misma, pero ya empezaba a no creerlo. Sentada allí,
sentí la pena de todo el personal. Me hundí más abajo en la cabina. Me había
vestido para nada. Y yo aquí pensando que realmente Liam vendría y podríamos
tener una cita. La estúpida esperanza de que él admitiría que yo le gustaba y que
nuestro acuerdo se cancelaba se hizo añicos. Probablemente era solo una cosa para
mantenerlo ocupado cuando no tenía una chica.

Mi corazón se hundió cuando pasó más tiempo. Mi amor por él fue la única
razón por la que me estaba quedando. Quería creer que aparecería en cualquier
momento y se disculparía de que su reunión se prolongara, pero sabía que me
aferraba a una delgada línea de esperanza. Sintiendo las lágrimas quemando mis
ojos, tragué el nudo en mi garganta. Sabiendo que él no vendría, agarré mi teléfono
y mi bolso antes de salir de la cabina.

Cogí unos dólares de mi bolso, los puse en la mesa del restaurante. Mantuve
la cabeza gacha mientras la misma anfitriona me lanzaba una triste sonrisa. No
sabía cuál era peor, la expresión de lastima o la expresión de que era solo otra chica
que había caído en esto.

Estaba enojada y dolida mientras caminaba hacia la habitación. De hecho,


pensé que aparecería. Estúpida Jenna. Fui estúpida por siquiera pensarlo. Levantando
mis manos, limpie las lágrimas que estaban empezando a filtrarse. Cuando llegué a
nuestra habitación, miré a la puerta. No tenía una llave. No pensé en buscar una
antes de irme. Pensé que ya que regresaría con Liam, podría volver a entrar.

Dejando caer mi bolso con mi teléfono en la puerta, di media vuelta y me


dirigí a la playa. Una vez que toqué la arena, me quite mis tacones y los sostuve,
caminando descalza. Imágenes de Liam presionando a una chica al azar contra una
pared, besándola, vinieron a mi mente. Una tras otra aparecieron las imágenes, casi
burlándose de mí por creer que a Liam podría gustarle.

Llegando a la orilla del agua, miré hacia el océano oscuro, que estaba
iluminado por la luna. Las lágrimas corrían libremente por mis mejillas, arruinando
mi maquillaje. Ni siquiera el leve escalofrío del agua golpeando mis dedos se
registró en mi cabeza. Todas las palabras con las que me han llamado: inútil,
siempre estarás sola, no amada, resonaron en mi mente. Solo otra fantasía mía,
rota.
Con los zapatos en la mano, caminé por la línea de flotación. La arena se
aplastaba entre mis dedos, y respiraba profundamente. Las lágrimas se habían
detenido y secado en mis mejillas. El aire frío me hizo sentir un poco mejor.

—Hola —dijo una voz al azar, haciéndome saltar—. ¡Lo siento! Creí que me
escuchabas —dijo la misma persona.

Al volverme, vi a un chico de la edad de Liam parado a unos metros de mí,


con las manos extendidas. Puse una mano en mi pecho para evitar que mi corazón
se acelerara.

—Está bien —le dije, pero mi voz sonaba rara.

—¿Estás bien? —Dio unos pasos más cerca pero no se acercó demasiado.

—Estoy bien.

La luna golpeó su rostro y mostró que era guapo. Todavía estaba demasiado
oscuro para distinguir detalles más finos, pero podía decir que no tenía camisa y
que tenía un buen cuerpo.

—No suenas así. ¿Por qué una chica como tú está sola aquí?

—Larga historia —dije en voz baja.

—Líos con un novio, ¿eh? —comentó. Él se detuvo a mi lado.

—¿Tan obvio? —lo miré.

—Incluso en la oscuridad puedo ver que eres hermosa, así que es un hecho
que tienes novio.

—O algo así —murmuré.

—¿Qué hizo él? —preguntó el chico mientras caminábamos lentamente.

—Él, eh, me plantó —le respondí, mirándome a los pies.

—Guau, tío estúpido —dijo. Lo miré—. No debe saber lo que tiene. —Lo
miré, casi esperando que él intentara algo conmigo. Debe haber visto la expresión
de mi rostro, porque sonrió—. No te preocupes, no te perseguiré. No bateo para ese
lado. —Me guiñó un ojo.

—Ohhh. —Notando que habíamos recorrido un largo camino, me giré y el


tipo me siguió.
—Por cierto, soy Devon —se presentó.

—Soy Jenna.

—Si puedo decir, tu novio no debería haberte plantado —dijo Devon.

—Me gustaría pensar que no fue su intención, pero no lo sé. —Pateé la arena.

—Realmente te gusta —respondió.

—¿Cómo puedes saberlo? —murmuré sarcásticamente.

—No estarías aquí solo si no lo hiciera. Si no te gustara, te emborracharías y


harías algo estúpido, pero no, estás aquí.

—Lo has hecho, supongo.

—Muchas veces. Ser gay no es lo más fácil, pero he encontrado a mi hombre


perfecto. —Lo vi sonreír.

—¿No está aquí? —pregunté, mirando a mí alrededor y viendo a un grupo de


personas adelante.

—Él está allí. —Hizo un gesto hacia el grupo—. Te vi caminando sola y


pensé que podría hacerte compañía.

—Bueno, gracias, Devon —le dije, sonriendo suavemente.

—Si puedo preguntar, ¿el chico sabe que te gusta tanto?

—No, no lo sabe.

—¿Por qué no se lo dijiste? —preguntó Devon.

—Porque sé lo que dirá. Probablemente no sienta lo mismo —dije con


tristeza. A Liam nunca le gustaría.

—¿Cómo lo sabes? A veces hay que ir a por ello, incluso si te rompe el


corazón en el proceso. Si no se lo dices, y él siente lo mismo, te arrepentirás por
siempre.

—Para un extraño que acabo de conocer, eres muy inteligente —le dije,
riendo en voz baja.
—Tengo experiencia. —Me sonrió—. Tienes que decidir si vale la pena luchar
por él. A pesar de que te dejo plantada, ¿todavía te gusta lo suficiente como para
perdonarlo y hablarle de tus sentimientos?

—Yo… —comencé, pero el sonido de mi nombre siendo gritado me detuvo.


Mirando hacia otro lado de Devon, vi una figura alta acechándome.

—¡Jenna! —escuché una voz familiar gritar de nuevo, y lo reconocí. Liam. Se


detuvo frente a nosotros un segundo después. Sus ojos azules parecían brillar en la
oscuridad mientras miraba hacia Devon—. ¿Quién diablos es este? —preguntó, su
voz baja, casi peligrosa.

—Liam —respiré, mirándolo. Él vino detrás de ti.

—¿Quién diablos eres tú? ¿Por qué estás con mi prometida? —Liam resonó,
dando un paso más cerca de Devon.

—Me estoy asegurando de que tu “prometida” esté bien —dijo Devon


claramente. Al ver los ojos de Liam brillar, salí de mi trance.

—¡Liam, detente! —le dije, dando un paso hacia él.

—Ella es mía. No te acerques a ella —amenazó, acercándose a Devon.

Devon me lanzó una mirada, preguntando en silencio si este era el chico. Le


di un leve asentimiento antes de mirar a Liam.

—Si ella es tuya, ¿por qué la dejaste plantada, eh? —Devon tuvo que ir y
decirlo. Mentalmente golpeé mi frente. Le lancé una mirada a Devon. Nunca antes
había visto a Liam tan enojado o aterrador.

—No la he dejado plantada. ¡Ahora aléjate de mi chica! —Sus ojos azules se


estrecharon.

—Liam, detente. Devon, será mejor que te vayas —dije y puse un pie entre
ellos, poniendo una mano en el pecho de Liam. No quería que golpeara a Devon.

—¿Estarás bien sola? —preguntó Devon, mirándome antes de volver a Liam.

—Sí, estaré bien. Gracias por el conejo, Devon. Espero verte de nuevo. —Le
di una sonrisa.

—Le gustas —fue todo lo que Devon dijo antes de enviarme una sonrisa y
dirigirse a su grupo.
—¿Qué estás haciendo aquí, especialmente con otro hombre? —dijo Liam en
el momento en que Devon estuvo fuera del alcance del oído.

—No estaba con otro hombre. Devon solo estaba hablando conmigo, Liam.

—¡Te estaba mirando como si quisiera quitarte la ropa! —me gruñó.

—Al menos es alguien —dije antes de pensar.

—¿Qué se supone que significa eso? Soy la única persona que puede quitarte
la ropa, Jenna.

—¡Significa que me dejaste, Liam! —exploté finalmente—. ¡Me senté en ese


restaurante como una idiota durante casi dos horas, esperándote! ¡No respondiste
mis textos tampoco! —grité—. ¡Tuve que sentarme allí mientras todos los
camareros me preguntaban si quería ordenar y darme miradas de lástima! Dijiste
que estarías allí a las ocho, Liam, y no apareciste. Me hiciste sentir tan estúpida
sentada allí esperando por ti. —Pasé por su lado, dirigiéndome hacia la habitación.

—Jenna —dijo Liam, agarrando mi brazo y tirando de mí.

—¡No, Liam! ¡Pensé que esta noche sería diferente! Pensé que desde que nos
besamos, finalmente podríamos ser algo. Pensé que tal vez también yo te gustaba.
¡Soy tan estúpida por quererte! —No pude evitar golpear su peco. Estaba llorando
una vez más—. Todo lo que haces hace que me gustes más. ¡Y que me beses no
ayudó! Apuesto a que ni siquiera te importa lo que siento porque tienes toneladas
de chicas colgando de tu brazo. Apuesto a que te estabas acostando con una
mientras te esperaba. Bueno, ¿sabes qué, Liam? —lo miré, dolida y más que
enfadada—. ¡He terminado! ¡Ya no puedo ser parte de este trato! No puedo
mentirle a tu maravillosa familia. No puedo seguir queriéndote en secreto mientras
te acuestas con otras mujeres. —Negué con la cabeza—. He terminado —dije en
voz baja. Tirando de mi brazo del agarre de Liam, di media vuelta y comencé a
alejarme.

—¡Jenna, no puedes hacer esto! —gritó Liam. Escuché su respiración, y lo


siguiente que supe fue que estaba siendo girada y golpeada contra un arcón duro—.
No puedes decir ese tipo de cosas y simplemente alejarte. ¡No puedes alejarte de
mí! Eres mía. —Con eso, golpeó con fuerza sus labios contra los míos. Me hundí
contra él y le devolví el beso con la misma fuerza. Puse todas mis emociones en ese
beso y me agarré a los antebrazos de Liam mientras me tomaba de la cara.

Su lengua se deslizó más allá de mis labios y luchó contra la mía. El beso fue
duro y agresivo. Mi cuerpo estaba presionado contra el suyo, pero presioné aún
más, deseando estar lo más cerca posible de él. Le mordí el labio inferior y sonreí
internamente al sonido de su bajo gemido. Las manos de Liam abandonaron mi
rostro y se metieron en mi cabello, jalándolo para acercar un poco más mi boca.
Nos separamos un minuto después, sin aliento.

—Jenna, me gustas. No, no me gustas. Te. Amo. —Dijo Liam sin aliento,
mirándome.

—¿Me amas? —le pregunté, con los labios hormigueando y sintiéndome


sensible.

—Sí, mujer idiota. Te amo. —Mi corazón a punto de estallar.

¡Liam Stanford me amaba! ¡Pequeña Jenna! Lo miré dentro de sus ojos


azules, casi sin creerle.

—Tienes que decir algo —dijo mientras lo miraba fijamente.

Sin previo aviso, me puse de puntillas, agarré su cabeza y lo besé. Una suave
brisa nos rodeaba, haciéndome temblar, pero no me importaba si tenía frío. El calor
del cuerpo de Liam me estaba calentando cuando presioné contra él. Alejándome,
incliné mi frente contra la suya.

—Yo también te amo, bobo.


Jenna Howard no planeaba enamorarse de Liam
Stanford, pero los accidentes ocurren todo el tiempo...

Jenna aceptó convertirse en la esposa del


millonario por un año a cambio de un millón de dólares
que podrían cambiar su vida. Pero no es el dinero lo que
la mantiene al lado de Liam. Por primera vez en su vida,
Jenna siente que pertenece. Tiene amigos y una familia
que se preocupan sinceramente por ella, y su atracción
por Liam se ha convertido en algo mucho más profundo.

Liam Stanford nunca quiso el amor, pero eso fue


antes de casarse con Jenna...

Liam no era el tipo de persona que se arrodillaba


con una mujer, pero Jenna le hizo querer cambiar su
forma de ser. Cuando finalmente admite sus
sentimientos hacia ella, todo parece encajar. Está dispuesto a hacerse cargo de la
compañía de su padre, y finalmente ha encontrado a una mujer que le hace querer
establecerse. El acuerdo que hicieron ya no es necesario.

Cuando ocurre una tragedia, la familia de Liam se entera de su arreglo...

Todo su matrimonio ha sido un truco cruel para que Liam pueda cumplir con
el requisito de su padre para hacerse cargo del negocio familiar. La familia a la que
ha llegado a amar está furiosa, y Jenna no puede culparlos. Liam podría perder
todo por lo que ha trabajado tan duro por ella. ¿Puede Liam convencer a su familia
de que lo perdone y haga que Jenna vea que hará cualquier cosa para salvar a su...

¿Amor accidental?

A Year Agreement #3
Vive actualmente en un pequeño pueblo llamado
Mesquite, Nevada. Va a la Universidad para ser
profesora de inglés y, además, escribe. Cuando no está
ocupada con trabajo de la escuela o escribiendo libros
nuevos, le gusta pasar el rato con su familia, hacer
cosas al aire libre, y leer lo que sea sobre lo que pueda
poner sus manos.

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