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NAVEGACIÓN
UNIDAD TEMÁTICA 4
Denominación: MAGNETISMO.
MAGNETISMO
• Intensidad (F)
• Inclinación (θ)
• Declinación (dm)
Para comprender cada componente se descompone la intensidad (F) dentro del plano que
contiene a la línea de fuerza en dos direcciones, una horizontal (H) y otra vertical (Z). La
fuerza horizontal (H) es la más importante ya que es la que orienta la aguja en el meridiano
magnético. El ángulo que forma (H) con el meridiano geográfico en ese lugar se denomina
declinación magnética (dm). El ángulo que forma (F) con la horizontal se denomina
inclinación.
Hacia el siglo XII los chinos ya habían desarrollado la técnica lo suficiente como para
utilizar la brújula para mejorar la navegación, pero Alexander Neckham fue el primer
europeo en conseguir desarrollar esta técnica en 1187. En el siglo XV, el físico inglés de la
corte de Isabel I, William Gilbert, publicó la obra titulada “De magnete”, considerada como
el primer tratado en magnetismo. Gilbert talló un imán en forma de bola y estudió la
distribución del campo magnético en su superficie. Encontró que la inclinación del campo
en este imán esférico coincidía con lo que se sabía acerca de la distribución del campo
terrestre. De este experimento concluyó que la Tierra era un gigantesco imán
esférico. Posteriormente, los expertos en geomagnetismo observaron que, tomando en
cuenta la declinación, la mejor representación del campo terrestre sería un imán esférico
cuyo eje de rotación estuviera desviado unos 11º del eje geográfico de la Tierra.
diferencia entre el norte geográfico y el indicado por una brújula (el denominado también
norte magnético). Por convención, la declinación es considerada de valor positivo cuando
el norte magnético se encuentra al este del norte verdadero, y negativa si se encuentra al
oeste. El término variación magnética es equivalente al de declinación y es empleado en
algunas formas de navegación, entre ellas la aeronáutica. Las curvas de igual valor de
declinación magnética se denominan curvas Isogónicas; entre ellas, aquéllas que poseen
un valor nulo se denominan curvas agónicas. Una brújula ubicada en una posición
comprendida en una curva agónica apuntará necesariamente al norte verdadero, ya que su
declinación magnética es nula. La declinación magnética no tiene siempre el mismo valor,
ya que depende del lugar en el que se ubique, llegando a variar
sensiblemente de un lugar a otro. Por ejemplo, un viajero que se
mueva desde la costa Oeste de Estados Unidos a la costa Este
puede sufrir una variación de la declinación magnética de entre
veinte y treinta grados.
El conocimiento del magnetismo se mantuvo limitado a los imanes, hasta que en 1820,
Hans Christian Oersted, profesor de la Universidad de Copenhague, descubrió que un hilo
conductor sobre el que circulaba una corriente producía una perturbación magnética a su
alrededor, que llegaba a poder mover una aguja magnética. Muchos otros experimentos
siguieron con André-Marie Ampère, Carl Friedrich Gauss, Michael Faraday y otros que
encontraron relaciones entre el magnetismo y la electricidad. James Clerk Maxwell
sintetizó y explicó estas observaciones en sus ecuaciones de Maxwell. Unificó el
magnetismo y la electricidad en un solo campo, el electromagnetismo. En 1905, Einstein
usó estas leyes para comprobar su teoría de la relatividad especial, y en el proceso mostró
que la electricidad y el magnetismo estaban fuertemente vinculados. El electromagnetismo
continuó desarrollándose en el siglo XX, siendo incorporado en diversas teorías
fundamentales.
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La Tierra se comporta como un enorme imán. El físico y filósofo natural inglés William
Gilbert fue el primero que señaló esta similitud en 1600, aunque los efectos del
magnetismo terrestre se habían utilizado mucho antes en las brújulas primitivas. El
magnetismo de la Tierra es el resultado de una dinámica debida a que su núcleo de hierro
no es sólido (esto es algo que todavía está por demostrar). Por otra parte, en la superficie
terrestre y en la atmósfera se generan diversas corrientes eléctricas producidas por
diversas causas, además de un intercambio constante de electricidad entre la Tierra y el
aire. La Tierra posee un poderoso campo magnético, como si el planeta tuviera un
enorme imán en su interior cuyo polo sur estuviera cerca del polo norte geográfico y
viceversa. Aunque los polos magnéticos terrestres reciben el nombre de polo norte
magnético (próximo al polo norte geográfico) y polo sur magnético (próximo al polo sur
geográfico), su magnetismo real es el opuesto al que indican sus nombres. Las
posiciones de los polos magnéticos no son constantes y muestran continuamente
notables cambios. Cada 960 años, las variaciones en el campo magnético de la Tierra
incluyen el cambio en la dirección del campo provocado por el desplazamiento de los
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lugar desprovisto de sustancias magnéticas, y la línea Norte – Sur geográfica del lugar,
recibe el nombre de declinación magnética.
superar los 50º o 60º. Los casos más significativos se dan en zonas con islas de
constitución volcánica del Pacífico, en el Mar Báltico, Islas Canarias, Azores, Islandia, etc.
Situémonos en un punto determinado del globo terrestre. La línea de fuerza que une los
polos magnéticos de la zona y en cuya dirección se orienta la aguja, formará un ángulo de
inclinación (I) respecto del plano del horizonte. El plano vertical que contiene a esa línea de
fuerza (meridiano magnético) y el meridiano geográfico del lugar se cortarán formando un
ángulo llamado declinación magnética. Para comprender las restantes magnitudes,
podemos descomponer a la fuerza (F) en otras dos: la componente horizontal (H) y la La
primera es la porción de la fuerza del campo magnético que afecta a la dirección de la
aguja en el plano del horizonte, mientras que la segunda es la que tiende a inclinarla hacia
arriba o hacia abajo. Esta última es la componente que se intenta anular en los compases
de navegación.
H = F . cos I
Z = F . sen I
F = √ H2 + Z2
Así como una isobara es una línea que une puntos de igual presión, una isógona es una
línea que une puntos de igual declinación magnética (del griego iso – gonios = iguales
ángulos). La cartografía magnética se basa en cartas donde se describen las declinaciones
magnéticas de toda la esfera terrestre mediante el trazado de líneas isógonas. Estas cartas
reciben el nombre de cartas isogónicas.
Otro tipo de cartas que brindan información acerca del magnetismo terrestre son aquellas
que contienen líneas isóclinas (líneas que unen puntos de igual inclinación). A su vez, hay
cartografía donde se describe la intensidad del campo magnético en determinadas
regiones. Estas cartas están conformadas por líneas isodinámicas (líneas que unen puntos
de igual fuerza magnética).
Aunque en realidad existe una gran cantidad de publicaciones (incluidas las Pilots Charts)
donde se pueden obtener los datos de las declinaciones magnéticas, lo usual para los
navegantes es recurrir a las cartas náuticas de la zona a navegar. En cartas de gran
escala, donde suponemos que los valores de declinación magnética se consideran iguales
para toda la zona, aparece el dato de la declinación magnética para toda la carta en la
“rosa de los vientos”. Dicho dato contendrá el valor de la declinación para el año de edición
de la carta, así como también la “corrección anual” a efectuar.
Supongamos que nos encontramos navegando en una zona donde el Norte Magnético se
encuentra al Este del Norte Verdadero
(Declinación Este). Entonces:
Rv = Rm + dm
Rv = Rm – dm
Dm (E) = +
Dm (W) = –
Un sencillo ejemplo: Si navegamos con un Rumbo Magnético de 135º en una zona con una
Declinación Magnética de 9º al Oeste. ¿Con qué rumbo verdadero me desplazaré?
Rv = Rm + Dm
Rv = 135º + (-9º)
Rv= 135º – 9º
Rv = 126º
Rv = Rm + Dm
Despejo Rm
Rm = Rv – Dm
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Rm = 96º – (+4º)
Rm = 96º – 4º
Rm = 92º
Es conocido que el desvío es el ángulo formado entre el norte de aguja, que indica dicho
instrumento a bordo, y la dirección del meridiano magnético o norte magnético. Se
representa con el símbolo ϛ y será positivo cuando el norte de aguja quede a la derecha, o
al NE, del norte magnético y negativo cuando el norte de aguja quede a la izquierda, o al
NW, del norte magnético. El desvío varía con el rumbo y con la posición geográfica, siendo
su valor la resultante de todas las fuerzas magnéticas que actúan sobre la aguja a bordo.
Entre las diversas causas que producen el desvío de la aguja a bordo vamos a destacar
las siguientes:
• Otros elementos del buque, tales como motores, pescantes, grúas, instalaciones
eléctricas y radioeléctricas, perturban también la aguja, ya que modifican el campo
magnético en sus proximidades. Cuando el buque va cambiando de posición geográfica se
modifican las componentes que definen el campo magnético terrestre por lo que también
se modificará el desvío. En general, los hierros dulces del buque adquiere un magnetismo
inducido por el campo magnético terrestre, en cada posición, cambiando dicho magnetismo
inducido al cambiar la posición del buque, bien sea por cambio de rumbo o por
modificación de la situación geográfica. El desvío, por tanto, dependerá de la acción
conjunta de los efectos anteriores, cuya resultante dará lugar a la orientación final de la
aguja.
De acuerdo con lo visto, se puede decir que los campos magnéticos que actúan sobre la
aguja a bordo de un buque son:
Al efecto del magnetismo terrestre sobre el compas del barco le llamamos "DECLINACIÓN
MAGNÉTICA".
Por otro lado, los propios hierros del barco pueden influir en la aguja, desviándola del
norte. A esa variación producida por el magnetismo del barco sobre el compás le llamamos
“DESVÍO”. Recordemos que el desvío era propio de cada barco, y la necesidad (y
obligatoriedad) de la "Tablilla de Desvíos". Bien pues ahora veremos que ambas
variaciones juntas, forman la VARIACIÒN TOTAL, que no es más que el ángulo que separa
la aguja náutica del norte verdadero (o geográfico), es decir, la suma de las dos
variaciones que en la aguja produce el magnetismo:
Siendo así, resulta obvia la importancia de conocerla, pues será la magnitud que relacione
el RUMBO DE AGUJA con el RUMBO VERDADERO. Tenemos que tener en cuenta que la
suma de la declinación y el desvío es una suma algebraica, es decir, tendremos en cuenta
los signos de cada magnitud para hacer la operación.
Ojo, nuestra Vt es negativa (al oeste) luego tendremos en cuenta ese signo menos a la
hora de hacer la operación.
2) En este caso el rumbo verdadero (Rv) es 110º, y tenemos una Vt=10º, luego para saber
el rumbo que tenemos que poner en el compas: Rv = Rc + Vt -----> Rc = Rv - Vt = 110º -
10º = 100º, es decir, que poniendo un 100º en la rosa, estaremos en realidad haciendo un
110º, que es nuestro objetivo.
Ejemplo
1. Si la declinación varia 8’ al año, en cinco años (2000 a 2005) variará 40’ al Oeste (8’ x 5
años).
2. Como la declinación magnética es “W” decimos que es negativa al igual que la variación
anual.
dm= – 06º 18’ – 40’ = – 06º 58’3. La declinación magnética para el año 2005 será́ de 06º
58’ W
Ejemplo: Supongamos que navego a un rumbo magnético de 090° en una zona donde la
declinación magnética es de 15° W. ¿Qué rumbo debo trazar en la carta? (vea la próxima
figura) Rv = Rm + dm Rv = 090° + (- 15°) Rv = 090° – 15° Rv = 075°
Todo esto seria relativamente sencillo de no ser por un pequeño detalle: el desvío del
compás.
Una vez instalado y compensado el compás, es conveniente levantar una tabla de desvíos,
en donde se detallarán los desvíos observados para cada rumbo seguido. Esta tarea es
llevada a cabo por lo general por el mismo personal que instala y compensa el compás
magnético.
El desvío del compás debe ser tenido en cuenta en los cálculos de rumbo antes de llevar el
mismo a la carta o de ordenarle un rumbo al timonel. En adelante, al rumbo que indicará el
compás en su lectura lo llamaremos Rumbo compás (Rc).
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Rv=Rc + dc + dm; Rc = Rv – dc – dm
Rc = 068°
El cálculo puede también hacerse unificando los valores de desvío del compás y
declinación magnética, calculándolos previamente por separado. En este caso hablaremos
de variación total. Rv=Rc+dc+dm ; Vt=dc+dm ; Rv=Rc+Vt
Supongamos que comienzo a navegar y por algún método determino que me encuentro
navegando exactamente hacia el Norte verdadero (Rumbo 0º o 360º). Sabemos que le
Declinación magnética del Río de la Plata interior es 8º W y, por supuesto, voy a considerar
que el desvío de mi compás es igual a cero. ¿Qué debería marcar mi compás?
Aplico la fórmula:
Rv = Rc + desvío + Dm
Rc = Rv – desvío – Dm
Rc = 0º – 0º – (-8º)
Rc = + 8º
Esto quiere decir que si me encuentro navegando a Rumbo verdadero 0º, en una zona con
una declinación magnética de 8º W y no tuviese desvío alguno en mi compás, éste debería
marcar 8º. Si esto no ocurre, voy a proceder a la corrección.
● Elegir preferentemente un día con mar calmo y poco viento. Mucho mejor sería
llevar a cabo la compensación en un espejo de agua.
● Evitar los efectos de corrientes de marea y abatimiento, para lo cual haremos la
corrección en el momento de la estoa (corriente de marea nula).
● Poner a funcionar la mayoría de los equipos eléctricos y electrónicos de a bordo.
● Si el compás aún no fue instalado debidamente, hacerlo en el sector del barco más
apartado de elementos metálicos.
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Otra opción posible es construir una “curva de desvíos” en lugar de una tabla. En este caso
se graficarán en un par de ejes cartesianos los diferentes desvíos en función de los
rumbos, para luego unir los puntos obtenidos con una línea. La ventaja de este método
reside en que la curva nos permite obtener valores para puntos intermedios.
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A partir de aquí comenzaremos a navegar a cada uno de los rumbos que hemos elegido y
calcularemos el desvío del compás magnético a partir de la fórmula vista anteriormente.
Rv = Rc + desvío + Dm
desvío = Rv – Rc – Dm
desvío = Rv – Rc – Dm
Δ = 20º – 32º + 8º
Δ = – 4º
Esto quiere decir que mi compás tendrá un desvío para ese rumbo de – 4º. Completamos
este valor en la tabla y procedemos del mismo modo para los demás.
Hasta aquí todo bien, salvo que no es tan sencillo determinar con precisión el rumbo
verdadero al que nos encontramos navegando. Esto se simplificaría si contásemos con un
compás adicional a bordo del que se tuviera la certeza que no presenta desvíos. En tal
caso, sólo restaría comparar las mediciones. En determinados puertos existen radas que
cuentan con marcas pintadas conteniendo demoras o enfilaciones, con el objeto de que los
especialistas puedan efectuar las compensación de los compases en los buques. En
algunos casos se colocan muertos graduados con igual finalidad. Lamentablemente no es
nuestro caso y tendremos que ingeniarnos con otros métodos. Veremos ahora algunas
soluciones prácticas para determinar el rumbo verdadero al que navegamos.
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1. Uso del GPS. Este es en realidad el método más sencillo, aunque no el más preciso.
Consiste simplemente en navegar a rumbos diferentes, tomando nota de los rumbos
verdaderos que indica el GPS y los rumbos que marca el compás para, posteriormente,
efectuar los cálculos de los desvíos como vimos con anterioridad. El problema de este
método reside en que sólo debe llevarse a cabo cuando estemos seguros de que no
existen corrientes de marea ni abatimiento que afecten nuestro rumbo verdadero. En este
caso, sería conveniente llevar adelante el procedimiento en una dársena o espejo de agua.
2. Entre señales marítimas. Lo que se hace en este caso es navegar entre dos señales
marítimas o desde una situación conocida hacia una de ellas. Para ello es preciso contar
con la carta náutica de la zona a navegar, midiendo sobre la misma los rumbos verdaderos
necesarios para unir dichos puntos. Una vez hecho esto se navega desde una de las
boyas hacia la otra, tomando nota de la indicación del compás. Tengamos en cuenta que
ya estamos contando con dos rumbos verdaderos dado que, al navegar de regreso, el
rumbo verdadero será igual que al de ida más o menos 180º.
3. Demoras a puntos notables. Aquí se parte de una situación conocida, que bien puede
ser una señal marítima, o bien puede obtenerse situándose en la carta por ángulos
horizontales, demoras simultáneas o simplemente con el GPS. A partir de allí se trazan las
demoras en la carta y se obtienen sus valores verdaderos. Una vez en el agua, se
navegará poniendo proa a dichos puntos notables, tomando nuevamente nota de los
rumbos de compás para cada nueva demora. Téngase en cuenta que la demora a un
punto es equivalente al rumbo que se debería llevar para alcanzar dicho punto.
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4. Enfilación con un muerto. Éste no sea tal vez un método muy ortodoxo dado que para
llevarlo a cabo es preciso amarrarse a una boya, cosa que no está permitida. De contar
con tal posibilidad, o bien con la de tomarnos a un pilote o muerto (cuya posición
conocemos o figura en la carta), la idea sería bornear con nuestro barco en torno al mismo,
tomando la mayor cantidad de enfilaciones posibles respecto de puntos notables o señales
marítimas. La única complicación a tener en cuenta es que para que las enfilaciones sean
precisas, el cabo que nos une con el objeto debería tener una longitud considerable (al
menos 100 mts.). Por supuesto que al igual que en los casos anteriores se trazarán sobre
la carta dichas enfilaciones y se comprobará la indicación del compás en cada caso.
Nótese que, de ser posible emplear este método, en nada nos afectará la intensidad y
dirección de la corriente de la marea, ni siquiera el viento reinante, ya que el barco no se
encuentra navegando sino al borneo.
5. Enfilación entre puntos notables de la costa. Este sería tal vez el procedimiento más
sencillo dado que sólo se necesita navegar manteniendo el rumbo del barco sobre la línea
de la enfilación, cosa que visualmente resulta muy fácil. Para la obtención del rumbo
verdadero sobre la carta sólo será necesario unir los puntos notables trazando la enfilación
y medir el ángulo respectivo. Aquí el problema reside en que no siempre contamos con la
cantidad de enfilaciones que se necesitan para una buena compensación.
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6. Por marcaciones recíprocas. Otro sistema complejo pero que puede ser utilizado.
Consiste en enviar a un tripulante a tierra con una pínula o compás de marcación. A
determinadas señales previamente convenidas (o comunicados por radio) la persona que
se encuentra en tierra toma una demora al barco mientras que éste navega en su
dirección, tomando nota de la lectura del compás. Queda claro que para obtener el rumbo
verdadero al que navega el barco, sólo habrá que sumar o restar 180º a la demora tomada
desde tierra. Este sistema puede resultar muy efectivo si contamos con una pequeña isla o
una plataforma que nos permita navegar a su alrededor, ya que podremos tomar demoras
en todos los rumbos. Es posible también hacer esto mismo dejando un tripulante en un
bote fondeado ya que, como se trata de una comparación entre demoras, carece de
importancia que la referencia no sea un punto fijo.
7. Por azimut de algún astro. Este es el método más complejo, dado que para llevarlo a
la práctica se precisa contar con conocimientos de navegación de altura. De hecho, lo
primero que se necesita calcular es el azimut del astro elegido para el instante en que se
piensa efectuar la corrección. Este método es realmente útil sólo para aquellos compases
de rosa plana (visible los 360º) dado que nos permiten tomar demoras en todos los rumbos
respecto del astro. En los compases de mamparo esto se dificulta bastante. Algunos de los
grandes compases con que cuentan los buques de porte, vienen provistos de alidadas
rebatibles que permiten tomar demoras a los astros o a puntos notables. En el caso de que
ese astro fuese el Sol, esto puede hacerse simplemente visualizando la sombra que la
alidada del mismo proyecta sobre la rosa de los vientos, determinando así la lectura.
Algunas aclaraciones