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El documento describe la caminata de una persona por una montaña en un día soleado. Cuando cae la noche, una espesa neblina cubre el área y la persona se pierde. Tras horas de caminar sin rumbo en la oscuridad y el frío, se encuentra con una criatura sobrenatural que lo atormenta hasta la muerte como castigo por haber abandonado a su perro en el pasado.
Descripción original:
Historia macabra corta por Edwin Giovanny Garcia Forero
El documento describe la caminata de una persona por una montaña en un día soleado. Cuando cae la noche, una espesa neblina cubre el área y la persona se pierde. Tras horas de caminar sin rumbo en la oscuridad y el frío, se encuentra con una criatura sobrenatural que lo atormenta hasta la muerte como castigo por haber abandonado a su perro en el pasado.
El documento describe la caminata de una persona por una montaña en un día soleado. Cuando cae la noche, una espesa neblina cubre el área y la persona se pierde. Tras horas de caminar sin rumbo en la oscuridad y el frío, se encuentra con una criatura sobrenatural que lo atormenta hasta la muerte como castigo por haber abandonado a su perro en el pasado.
El día es soleado y las aves componen una dulce melodía.
Los rayos del sol rozan mi cuerpo y calientan mi alma, las
horas pasan y el sol recorre el cielo sin cesar, me adentro al pico llenando mis pulmones del más limpio aire.
Llega el momento en que el sol tímidamente se esconde
tras la cordillera, y cuando el último rayo se despide a la distancia decido partir tranquilamente de la altura. A medida que pasa el tiempo, la gris neblina empieza a acariciar la silueta de los árboles, hasta consumirlos por completo, desciende rápido del pico de la montaña, negando por completo la visibilidad a su paso.
El silencio y la reducida visibilidad se apoderan de todo el
entorno, las aves se han silenciado y los follajes de los árboles parece haber sido congelado, el silencio es tan profundo que logro escuchar como los latidos de mi corazón se aceleran de a poco, no es un silencio para nada pacifico y tranquilo, la ansiedad apresura mis pasos, cuando noto que en un abrir y cerrar de ojos, la neblina ha cubierto por completo todo el alrededor, sin distinguirse nada más que los picos de los árboles más altos, he perdido la orientación pero no detengo mi trotar. La inclinación del suelo es irreconocible y no hallo la más mínima manera de descender.
El reloj no se detiene y la tarde ya se ha convertido en
noche, el viento me congela y la neblina me ciega, llevo horas caminando y siento que no he avanzado un centímetro, esta no es la montaña a la que he subido en la tarde, es diferente, no he topado un solo árbol en horas, y el nivel del suelo es siempre el mismo; empiezo a dudar de en donde estoy. Acerco mis ojos al césped, donde noto que es completamente negro y brillante, como si un barril de petróleo hubiese caído sobre él. Entro en desesperación, mi respiración se dispara, mi corazón quiere salir de mi pecho, mis dedos empiezan a adormilarse y mis manos a temblar, justo antes de que los vellos de todo mi cuerpo se erizen al sentir un suspiro a mis espaldas, un suspiro poco humano, como si una bestia estuviese justo atrás de mi, lista para devorarme. Me paralizo completamente; de repente, a la distancia y camuflado en el silvar del viento escucho una voz, gruesa, agresiva e imponente, a la cuál con dificultad lograba entender "apuesto a que quieres irte", intenté correr, pero el negro césped había atrapado mis pies, acompañado de un lodo tan frío que en pocos segundos quemaba mis pies. Fue imposible luchar, la gris neblina se abalanzó contra mi, estaba realmente fría, mi cuerpo temblaba buscando conseguir calor pero era inútil, sentí que mi piel ardía y empezaba a tener grietas, mientras a mi cabeza llegaba esta macabra voz diciendo "apuesto a que quieres irte" acompañada de una risa diabólica. Mi cuerpo estaba paralizado y mi mente en shock, mientras el frío destruía todos mis órganos. Empecé a escuchar dicha voz más cerca de mi, y más cerca, y más cerca, hasta que pude sentir su aliento en mi espalda,
"Apuesto a que quieres
irte", sentí que mi corazón se detuvo, y realmente deseaba que así hubiese sido, mis pupilas dilataron al máximo para captar la mayor cantidad de luz posible, y la neblina descendió de a pocos, la visibilidad del entorno volvió pero no era la montaña a la que había subido, el rededor era completamente negro al igual que el suelo, no había límites observables para tanta oscuridad, estaba exhausto y aterrorizado, confundido y alterado. Cuando la neblina se fue en su totalidad, una silueta inhumana de gran tamaño acompañaba el lugar, con cabello largo, lineas rojas en su torso formando un enorme tribal por su negra y brillante piel, patas de carnero, las cuales deslizaba amenazantemente por el suelo, y unos enormes cuernos puntiagudos apuntando directamente hacia mí; Con mil dudas en la cabeza, mi cuerpo destrozado y mi corazón al borde del fallo, junto a tan macabro ser, se distinguía otra silueta, pero esta no era macabra, incluso era muy familiar para mí, era mi perro, era mi puto perro, aquel a quien desalmadamente dejé abandonado en la montaña mientras llovia, con sus patas llenas de barro frío y la neblina abrazó, congelándolo, mientras me alejaba con mi maldita risa burlona mientras decía "apuesto a que quieres irte".
Entendí que lo merecía, cerré mis ojos mientras sentía
como mis órganos se desmoronaban, la sangre dejó de fluir y sentí un millón de agujas ardientes penetrando mis músculos, mientras a la distancia a mis oídos llegaba una risa burlona acompañada de "apuesto a que quieres irte".