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Reflexiones sobre los procesos de zonificación del suelo urbano ante el riesgo de
desastres

Chapter · December 2022

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Naxhelli Ruiz Rivera


Universidad Nacional Autónoma de México
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ÍNDICE
Resiliencia somos todos Los murales comunitarios: una apuesta
Por Amauri Smarq 1 colectiva para transformar el territorio
Por Víctor Manuel Mendoza Olvera 82
Editorial 3
Directorio 4
Hoja de colaboraciones 4
Domus 90
Territorium 8
La resiliencia para la Ciudad de México
en tiempos de cambio climático
Por Arnoldo Matus Kramer, Emilio Rodríguez Izquierdo,
Ciudades, crisis global y pactos sociales: Abril Cid Salinas, Andrea Rodríguez Zepeda y Ana Laura
avanzar en la igualdad para volvernos más resilientes Durán Oliva 92
Por Luis Bonilla Ortiz-Arrieta 10
La distribución y concentración espacial de los
Resiliencia evolutiva: relevancia y desafíos equipamientos urbanos en localidades urbanas
en materia de vivienda y planeación en México y rurales: zona metropolitana del valle de Toluca
Por Héctor Becerril Miranda y Anacláudia Rossbach 20 Por María Columba Ruiz Palacios 102

Reflexiones sobre los procesos de zonificación Mecanismos para el abordaje de la vivienda


del suelo urbano ante el riesgo de desastres deshabitada y el acceso a la vivienda: el alquiler
Por Naxhelli Ruiz Rivera 24 social como política pública local. Experiencias
desde Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco
Los aspectos de resiliencia urbana Por Andrés Ampudia Farías
en el concepto jurídico de la vivienda digna y Cristina Lizárraga Martínez 110
Por Óscar Javier Apáez Pineda 32
Habitabilidad y resiliencia en viviendas de tipo
Seguridad y resiliencia hídrica para las ciudades económico con micronegocios en fraccionamientos
Por Pipola Gómez Sánchez 38 periurbanos de Mérida
Por Carmen García Gómez 118

Constructio 42
Sed e injusticia: la desigualdad en el acceso
al agua entre municipios del área metropolitana
de Monterrey
Transversalidad de la Gestión Integral de Riesgo Por Alejandra González Berrueto 126
de Desastres: los retos para una administración
sostenible de la producción de vivienda en México Vivienda resiliente, adecuada y sustentable
Por Anavel Monterrubio Redonda 44 en modelos de autoproducción
Por Liliana Campos Arriaga, Claudia Castillo
Distritos hídricos y su potencial en el fortalecimiento Aguilar y Javier Peñuelas Hallal 134
de la resiliencia urbana
Por Elena Tudela Rivadeneyra, Adriana Chávez Sánchez La restauración como resistencia. Breve recuento
y Víctor Rico Espínola 50 de habitar el centro de Monterrey
Por Cinthya Selene Velázquez Jiménez 142
Ciudades próximas, ciudades caminables.
Análisis y medición de proximidad de la vivienda Los albergues para migrantes en Ciudad Juárez:
a través de la ciencia de redes oasis humanitarios, lugares de riesgo y espacios
Por Rossana Valdivia Pallares, Édgar Alán Egurrola de resiliencia urbana
Hernández y Luis Guillermo Natera Orozco 60 Por Héctor Antonio Padilla Delgado 148

La vivienda vulnerable y resiliente como objeto Coreanos en el Cerro de la Silla:


de investigación. Reflexiones desde la formación viñetas de su adaptación a Monterrey
de posgrado Por Rogelio Ríos Herrán 154
Por Aleyda Reséndiz Vázquez, Milton Montejano Cas-
tillo, Nelly Cabrera Sánchez, Joel F. Audefroy y Edith
Montesinos Pedro 68

Salud mental y resiliencia ante desastres:


entrenamiento en inoculación de estrés,
oportunidad de prevención primordial
Por Ulises Moreno Serena 74

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Reflexiones sobre los procesos
de zonificación del suelo urbano
ante el riesgo de desastres
POR NAXHELLI RUIZ RIVERA

La autora es doctora en Estudios del Desarrollo por la Universidad de East Anglia, en Reino Unido. Es investigadora titular de tiempo completo y coordinadora del Semi-
nario Universitario de Riesgos Socioambientales en la UNAM, en México. Puede ser contactada en el correo electrónico: nruiz@geografia.unam.mx

Este artículo tiene por objeto plantear las limitaciones para incorporar la gestión del
riesgo de desastres en el suelo urbano. Se revisan las vías por las cuales la zonificación
primaria ha adoptado las restricciones asociadas a amenazas socionaturales y a
actividades humanas de alto impacto. Se plantean los problemas para incorporar estos
aspectos en la zonificación secundaria, cuestionando el principio de vida útil ilimitada
del suelo, del cual parten las metodologías de valuación. Se desarrollan como ejemplos
las alturas y regularidad asociados a los coeficientes de utilización de suelo que, al
partir de criterios urbanísticos y fiscales, pueden afectar la extracción de agua y la
respuesta sísmica de edificaciones, así como la disminución de la infiltración asociada
a altos coeficientes de ocupación.

25
En los últimos 20 años, los desastres en México han costado alrededor de 591 mil millones de pesos
(Guevara, 2022). Además de la cantidad ingente de recursos económicos que dejan de invertirse en
el desarrollo del país, los desastres se traducen en afectaciones directas a la calidad de vida y a los
derechos de las personas, generando pérdidas, trauma, desplazamientos y nuevas vulnerabilidades.
En este contexto, el objetivo del artículo es plantear ciertos aspectos que dificultan la inclusión de
criterios con enfoque preventivo para actuar sobre la reducción del riesgo desde la regulación del
suelo en asentamientos humanos. Se busca que esta revisión permita reflexionar sobre las posibles
rutas hacia una reducción del riesgo de desastres1 más efectiva.
La condición de las viviendas mexicanas ante el riesgo en nuestro país es preocupante. Una de
las vías para identificar la dimensión de este problema se desprende de los datos de la Encuesta
Nacional de Vivienda (ENVI) 2020. La lectura de algunas de las variables que se aproximan a
la condición de seguridad estructural de la vivienda (Figura 1) es ilustrativa de la dimensión del
problema al que nos enfrentamos e informa del panorama grave en torno a la vulnerabilidad física
de las viviendas.

Figura 1. Entidades federativas con el mayor número de viviendas que presentan aspectos
de vulnerabilidad física estructural, 2020

Fuente: Elaboración propia con base en la ENVI 2020.

Por otra parte, los datos del Censo Nacional de Gobiernos Municipales y de las Demarcaciones
Territoriales de la Ciudad de México 2021 revelan otros aspectos de este problema. Por ejemplo,
solo 612 municipios (24.8%) cuentan con alguna instancia (secretaría, dirección, jefatura o coor-
dinación) de ordenamiento territorial o desarrollo urbano; y solo 727 (29.5%) cuentan con algún
trámite específico al desarrollo urbano, construcción o uso de suelo. De acuerdo con esta fuente,
solo 55 municipios reportan la existencia de algún tipo de verificación estructural. De estas cifras
se desprende que estos procesos, indispensables para incorporar una visión preventiva en los asen-
tamientos humanos, son escasos.
Sin embargo, la calidad y seguridad de la construcción de uso habitacional es un tema que debería
ser de absoluta prioridad ante los escenarios de peligro de un país como México. Los datos arriba
presentados muestran que la escala de la vulnerabilidad de las viviendas frente a diferentes tipos
de amenazas es muy grande. Ante este escenario, uno de los retos más importantes a atender se
relaciona con el diseño e implementación de instrumentos urbanísticos que generen y promuevan
una relación diferente entre la vivienda y el suelo en el que esta se construye, pues las cualidades
físicas del suelo (no solamente su ubicación o equipamiento) son una parte ineludible y fundamental
de la integridad física de estas viviendas, así como de su potencial y características constructivas.

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Uno de los retos más importantes
a atender se relaciona con el diseño
e implementación de instrumentos
urbanísticos que generen y
promuevan una relación diferente
entre la vivienda y el suelo en el que
esta se construye.

Un punto de partida que sirve a este propósito está El puente más evidente entre ambas visiones está en
en los Atlas de Riesgos municipales. De acuerdo con el la zonificación primaria, la cual contiene algunos elemen-
Atlas Nacional de Riesgos,2 20.3% de los municipios del tos relacionados con la vocación general del territorio,
país cuenta con este instrumento (502 municipios). Sin las características del medio físico natural y algunos
embargo, en algunos estudios (Estrada, 2014; Ruiz et al., aspectos relacionados con exposición a amenazas. En
2015) se ha señalado que este tipo de cartografía está ocasiones, estas se traducen en aspectos como áreas no
lejos de tener efectos relevantes en la gestión del uso de urbanizables o áreas naturales protegidas (Secretaría de
suelo. A pesar de que se ha enfatizado la importancia de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano [Sedatu], 2019).
incorporar el contenido geográfico de estos atlas en las En algunos reglamentos de zonificación, estatales
políticas de vivienda no asociadas a la reconstrucción y municipales, encontramos referencias a los límites
(por ejemplo, en la producción de vivienda nueva, o en de los procesos de urbanización por motivos relacio-
reforzamiento o regeneración), los pocos estudios acadé- nados a los riesgos socioambientales. Usualmente,
micos existentes acusan la desvinculación de este tipo de estos reglamentos asumen dos tipos de componentes
caracterizaciones con los procesos de gestión de suelo en de riesgo a considerar en la zonificación primaria. En el
asentamientos humanos (Gordyn y Ruiz, 2020). primer caso, los reglamentos señalan restricciones en la
Actualmente, la atribución de la regulación espe- ocupación del territorio por aspectos relacionados con
cífica de los usos de suelo en México está en el ámbito la topografía o la exposición a amenazas definida en el
municipal. A partir de la Ley General de Asentamientos Atlas de Riesgos local. Un ejemplo de tal tipo de enfo-
Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, que es el Reglamento de Zonificación y Uso de Suelo
la incorporación de una visión preventiva ante el riesgo del Municipio de Monterrey, Nuevo León (art. 7, fracc.
de desastres en los instrumentos de planeación urbana II). En algunos casos también se definen aspectos de
es un mandamiento legal (art. 11, fracc. II, XVIII y XXIV). protección de servicios ambientales claves para redu-
Sin embargo, los esfuerzos en años recientes para imple- cir los riesgos, los cuales algunas veces van integrados
mentar esta visión en la realidad del suelo y la vivienda dentro de Áreas Naturales Protegidas. Un ejemplo de
muestran lagunas importantes en torno a la regulación ello es el Reglamento de Zonificación del Estado de
territorial en la materia. Colima (art. 16, fracc. XI).
Uno de los principales problemas para desarrollar Sin embargo, la mayoría de los reglamentos definen
instrumentos de gestión del suelo con perspectivas rea- restricciones en la zonificación primaria a partir de un
les de reducción del riesgo radica en la separación —una segundo tipo de enfoque, el cual define el riesgo a partir
discrepancia epistémica— entre la zonificación “cientí- de las actividades humanas consideradas de alto impacto,
fica” de las amenazas que usualmente encontramos en especialmente instalaciones industriales o cierto tipo de
los Atlas de Riesgos y la zonificación secundaria que se actividades extractivas. Ejemplo de ello es el Reglamento
elabora por planificadores y urbanistas. Mientras que la Estatal de Zonificación de Jalisco (art. 17, fracc. V, lit. f).
primera modela la distribución de la magnitud o inten- A pesar de estas aproximaciones, uno de los prin-
sidad probable de los fenómenos geológicos o hidrome- cipales pendientes en la falta de vinculación entre la
teorológicos partiendo de un concepto del suelo desde su identificación de amenazas y la gestión tanto correctiva
dimensión física, la segunda surge de una concepción del como prospectiva del riesgo dentro de asentamientos
territorio completamente diferente, centrada en el suelo humanos es que la zonificación secundaria en México
como mecanismo de recaudación fiscal, desde la tenencia en realidad no ha adoptado criterios sobre riesgo para
de la tierra y la regulación de su propiedad. definir los usos de suelo.

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Para entender esto, merece destacarse que dentro de los asentamientos huma-
nos es un error atribuir la causalidad de las emergencias y desastres al mero impacto
de los fenómenos naturales, aspecto heredado de la concepción físico-naturalista
de nuestro marco legal. Dada la intensa transformación que experimenta nuestro
entorno3 por intervención de la sociedad, el riesgo es en realidad una forma extrema
de externalidad negativa, en la cual aspectos inadecuadamente comprendidos de
la dinámica socionatural de la ciudad presentan un punto de ruptura que normal-
mente asociamos al desastre.
Si bien existen diversas externalidades negativas bien conocidas y amplia-
mente estudiadas, como el tráfico vehicular, el ruido y la contaminación ambiental,
hay aspectos más complejos que se presentan en las ciudades. Ejemplo de ello es
el fracturamiento relacionado con la compactación del subsuelo por extracción
de agua; o bien, las inundaciones urbanas, intrínsecamente relacionadas con la
impermeabilización y el consiguiente aumento del escurrimiento superficial.
Ambos ejemplos se relacionan con aspectos que podrían regularse parcialmente a
través de la zonificación secundaria, si se le incluyen criterios de gestión de riesgos.
Entre esos aspectos que podrían formar parte de un conjunto de medidas para
disminuir el efecto del riesgo socioambiental como externalidad negativa está, por
citar uno de ellos, la altura de las edificaciones. La Ciudad de México es un ejemplo
paradigmático. El subsuelo del valle, antiguo lecho lacustre, amplifica las ondas
sísmicas de manera variable, atendiendo a lo que se denomina efecto de sitio. Este
efecto es la forma particular en la que el subsuelo responde en diferentes puntos a
los sismos que, en el caso de la CDMX, conlleva la amplificación de las aceleracio-
nes de dichas ondas sísmicas, y determina ciertas frecuencias predominantes en la
vibración del suelo, que se denominan espectros. Esto es lo que debe considerarse
para evitar que las construcciones presenten un efecto de resonancia; es decir, que
vibren en la misma frecuencia que el suelo, y con ello, colapsen.
Para buscar cumplir con los criterios de seguridad estructural contenidos en
el Reglamento de Construcciones, al tiempo que se explota al máximo posible
el potencial de edificación que les otorga el coeficiente de utilización del suelo
(CUS), los desarrolladores inmobiliarios recurren frecuentemente a la fusión de
predios. Con esta figura es posible lograr un máximo aprovechamiento si uno de
los predios puede optar por una altura máxima superior por estar localizado, por
ejemplo, en una vía primaria. A través de este mecanismo, los desarrolladores
pueden obtener superficies de desplante cada vez mayores, las cuales aumentan
el CUS, pero implican importantes externalidades socioambientales negativas en
su entorno. Además de las externalidades tradicionalmente consideradas, como el
tráfico, en este punto nacen otros impactos, como el incremento en los volúmenes
de extracción de agua, lo cual lleva a la compactación del subsuelo y consiguiente
hundimiento o fracturamiento. Por otro lado, las fusiones no siempre tienen las
condiciones necesarias de regularidad para el cumplimiento de los parámetros
del Reglamento de Construcciones.
A ello se suma que la escala de los intereses económicos e inversiones involu-
cradas generan un caldo de cultivo ideal para el incumplimiento en los procesos
de revisión y verificación estructural, pues con frecuencia los desarrolladores
aumentan la construcción de niveles adicionales a los autorizados en las mani-
festaciones de construcción; o incumplen con los criterios definidos por los dictá-
menes de impacto urbano que condicionan el mayor aprovechamiento del suelo.
De esto da cuenta la revisión de los folios de una gran cantidad de expedientes de
denuncia ante la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la
Ciudad de México (PAOT).4
Con mejores controles en el aprovechamiento de niveles adicionales, adecua-
dos mecanismos de control en las fusiones de predios y vigilancia en las normas
generales de ordenación, la zonificación secundaria incidiría en el potencial de

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edificación vertical, que sin duda sería menor, pero los riesgos socioambientales
asociados a la escala de la edificación de gran altura también se atenuarían. Este
escenario reduciría la renta urbana, pero se ajustaría de forma más realista a la
verdadera factibilidad hídrica y capacidad de carga del subsuelo, que es condicio-
nante de la respuesta sísmica.
Otra arista del riesgo se ilustra con la relación entre las áreas libres determina-
das por el coeficiente de ocupación (COS) y los procesos de infiltración de agua en
zonas intraurbanas. Muchas ciudades de México sufren inundaciones periódicas
sin siquiera experimentar valores extremos de precipitación. Esto se debe a que
existen factores que aumentan la vulnerabilidad física a inundaciones. Algunos
de estos factores —como la pendiente— son naturales, pero muchos otros se crean
por la impermeabilización de las cuencas, la falta de espacios infiltrantes que per-
mitan reducir el escurrimiento, o la carencia de espacios que conserven la vege-
tación necesaria para retener el suelo en las partes más altas de las cuencas. Esta
vegetación sirve para evitar que el agua que fluye cargue consigo los sedimentos
que se acumulan en las partes bajas de la misma cuenca, donde, además, la infraes-
tructura hidráulica trabaja al límite de su capacidad de drenaje.
Una zonificación secundaria que determine altos COS o que permita excepcio-
nes al área libre a través de normas de ordenación que sustituyan las zonas libres
por infraestructura de captación de agua pluvial, por razones de procedimiento
constructivo (como ocurre con la Norma General de Ordenación 4 de la Ciudad
de México), fomenta precisamente que la externalidad negativa se extienda: una
reducción sistemática de las áreas verdes permeables e infiltrantes activas dentro
de la ciudad, indispensables para el control de inundaciones, impacta en la con-
figuración del riesgo.
Estos dos ejemplos sirven para mostrar cómo la altura, las áreas libres de cons-
trucción o las densidades habitacionales pueden generar ciertos patrones de vul-
nerabilidad estructural o de exposición a amenazas socionaturales que deberían
ser considerados dentro de los parámetros de la zonificación secundaria como un
conjunto de externalidades a evitar.
El problema con la gestión urbana del riesgo es claro: mientras la zonificación
secundaria y las normas de ordenación no consideren explícitamente aspectos
como la capacidad de carga y las características geotécnicas del suelo de cada ciudad,
y sigan sin considerar los límites en la extracción de agua subterránea o las nece-
sidades de infiltración de lluvia para evitar escurrimientos por inundaciones, las
construcciones nuevas seguirán siendo inadecuadas ante los peligros geológicos;
por más Atlas de Riesgos que existan, no se lograrán procesos de gestión correctiva
y prospectiva del riesgo que puedan materializarse en las ciudades.
Otra de las áreas en las que es importante incidir para identificar mejores proce-
sos de gestión es la valuación inmobiliaria. Tras los sismos del 7 y 19 de septiembre
de 2017, las cuestiones en torno a la conveniencia de publicar la condición del suelo
y de las edificaciones, y su relación con el valor de las propiedades se debatieron
ampliamente. Para muchos especialistas, la razón para no integrar el aspecto
del riesgo en la valuación y la publicación de los Atlas de Riesgo era su potencial
impacto en el mercado inmobiliario. Sin embargo, el problema es el contrario:
debido a las metodologías de valuación contenidas en la normativa mexicana,
prácticamente no hay ninguna vía para integrar el riesgo en el valor del suelo.
A pesar de su potencial utilidad como instrumento de regulación de externali-
dades y de gestión de riesgo, la valuación inmobiliaria no se ve como un mecanismo
para esta función social. En la norma mexicana vigente (NMX-R-081-SCFI-2015,
Norma Mexicana de Servicios – Servicios de Valuación – Metodología) persiste la visión
del suelo isotrópico: plano, uniforme y homogéneo. La valuación inmobiliaria es
asumida como una herramienta con fines fundamentalmente fiscales y, even-
tualmente, de soporte a los mercados. El principal problema que debe reconocerse

29
Si la zonificación primaria
a lo sumo considera que
el factor “riesgo” existe
fuera de los centros de
población y no como un
proceso dinámico asociado
a la explotación sin límite
como severa limitante en la integración sistemática del riesgo en el valor del suelo
del subsuelo urbano y
(y a través de esto, al mercado inmobiliario) parte de la NIF C-6, una Norma de
a la configuración de Información Financiera que determina la forma de calcular la depreciación de los
externalidades negativas componentes o activos fijos en propiedades, plantas y equipo, y que forma parte de
por las actividades las diversas normas de los International Financial Reporting Standards (IASCB).
Esta norma, base para la NMX-R-081-SCFI-2015, sostiene una idea crucial rela-
humanas, no hay elementos
cionada con el valor del suelo:
para que los valuadores
adopten criterios de análisis 5.1.12.6 Depreciación: Suelo y Edificios
para disminuir el valor del 5.1.12.6.1 Tanto la NIF C-6 como la NIC 16 reconocen que normalmente el
suelo tiene una vida útil ilimitada, lo que quiere decir que debe contabilizarse por
suelo y, por lo tanto, incidir
separado y no depreciarse. El primer paso para establecer el importe depreciable
en el mercado inmobiliario. que se atribuye a un inmueble, o parte de un inmueble, es establecer el valor
del componente suelo a la fecha del estado financiero pertinente y después
deducir este del importe en libros del interés de propiedad inmueble, esto es
el suelo y edificios combinados, a fin de establecer el elemento de valor de
propiedad global que puede atribuirse a las edificaciones.5

Esta sección de la NMX-R-081-SCFI-2015 es reveladora, pues muestra el


corazón del problema de la incorporación del componente de riesgo en el valor de la
propiedad. La idea del suelo como elemento con “una vida útil ilimitada” puede ser
un supuesto universal en términos de economía urbana, pero definitivamente no se
sostiene en el análisis de riesgos. Por lo tanto, el argumento de que el suelo no pierde
su valor es un soporte a la idea del suelo como bien económico, pero en la práctica
excluye la obsolescencia física del suelo y las externalidades negativas asociadas
a los asentamientos humanos que, de hecho, son parte del riesgo: hundimiento
y subsidencia, fracturamiento, cambio en los periodos dominantes de suelo por
compactación —con la consiguiente trasformación en la respuesta sísmica—, falta
de infiltración del agua en el subsuelo o una mayor tendencia a inundaciones súbi-
tas, entre otros aspectos que, en la economía urbana, simplemente se separan de la
materialidad de ese suelo.6 Cabe señalar que tampoco los Estándares de Valuación
Internacional del International Valuation Standards Council contienen referencia
alguna al tema de riesgo.
Si a ello se suma el hecho de que las zonificaciones secundarias de las ciudades
de México no definen ni incluyen ninguno de los aspectos de riesgo en la defini-
ción de sus CUS, de sus densidades o de sus normas urbanísticas, es claro que los
desarrollos no tienen motivo alguno para considerar un límite asociado al riesgo.
Los gobiernos municipales, que cobran impuestos locales a través del predial,
tampoco aceptarían fácilmente que el valor del suelo se puede depreciar, dado que
eso reduce potencialmente su escasa capacidad recaudatoria. Si la zonificación
primaria a lo sumo considera que el factor “riesgo” existe fuera de los centros de
población y no como un proceso dinámico asociado a la explotación sin límite del
subsuelo urbano y a la configuración de externalidades negativas por las actividades
humanas, no hay elementos para que los valuadores adopten criterios de análisis
para disminuir el valor del suelo y, por lo tanto, incidir en el mercado inmobiliario.

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Ese es el problema de fondo de la aparente paradoja de tiene implicaciones más bien en lo político y lo social,
lo que ocurre en zonas de alta exposición sísmica, como que en lo económico.
la Ciudad de México; o en ciertas zonas costeras, como ¿Qué sigue en cuanto a la reducción del riesgo de
Acapulco, ubicada en la zona de subducción mexicana desastres en nuestras ciudades? Considero que se
y altísimamente expuesta a sismos, tsunamis, mareas requiere una discusión mucho más amplia e interdis-
de tormenta e inundaciones súbitas. A pesar de tales ciplinaria entre urbanistas, juristas, geógrafos y espe-
condiciones, plenamente conocidas, el valor del suelo cialistas en ciencias de la tierra para incorporar una
no ha integrado el factor de riesgo. Y bajo las condicio- visión preventiva dentro de los instrumentos urbanís-
nes actuales no tiene manera de integrarlo, ni siquiera ticos, centrado en un cambio de fondo en los alcances
por el método de valor de mercado ya que, en la práctica, del concepto de suelo. Estos mecanismos no pueden
este da mucho más peso a los factores hedónicos pro- estar desligados del contexto más amplio de las ciudades
pios del inmueble que a las externalidades negativas. contemporáneas, en las cuales la regulación del mercado
Por ello sostengo que la apertura de información sobre inmobiliario es indispensable para reducir las enormes
amenazas socionaturales o sobre la vulnerabilidad física brechas de desigualdad y otras formas de injusticia social,
de las edificaciones no necesariamente cambiaría la de las cuales los desastres son una de las manifestacio-
dinámica del mercado inmobiliario; esta información nes más graves.

Referencias
Estrada, G. (2014). Puesta en práctica de una política de desastres: los instrumentos de la gestión de riesgos en México. Bulletin
de l’Institut Français d’Études Andines, 43 (3): 611-632. https://doi.org/10.4000/bifea.5984
Gordyn, B. y Ruiz, A. (2020). (In) cumplimiento del derecho a una vivienda digna y decorosa: cuentas pendientes de la política
habitacional mexicana (1970-2020). Revista Estado y Políticas Públicas, 8(15): 39-63.
Guevara, E. (2022). Sistemas de Alerta Temprana. IV Congreso Internacional de Gestión Integral de Riesgos y Resiliencia en
Ciudades. Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil. https://youtu.be/xiuYxp_ll-E
Ruiz, N., Casado, J. y Sánchez, T. (2015). Los Atlas de Riesgo municipales en México como instrumentos de ordenamiento
territorial. Investigaciones Geográficas, 88: 146-162. https://doi.org/10.14350/rig.48326
Sedatu (2019). Términos de referencia para la elaboración o actualización de planes o programas municipales de desarrollo
urbano. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/451049/190404TdR_PMDU.pdf

Notas
1
La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) define el riesgo de desastres como “la potencial pérdida de la vida, de la integridad física de
las personas, o la destrucción o daño en los bienes de un sistema, sociedad o comunidad en un periodo específico de tiempo, determinado probabilísticamente como una función
de las amenazas, la exposición, la vulnerabilidad y las capacidades. La reducción del riesgo se refiere a la prevención de nuevos riesgos y disminución de los existentes, a través de
la gestión del riesgo residual, todo lo cual contribuye al fortalecimiento de la resiliencia y al logro del desarrollo sostenible”. La terminología está disponible en el sitio https://www.
undrr.org/terminology/disaster-risk-reduction. Último acceso: 22 de noviembre de 2022.
2
A partir del sitio http://www.atlasnacionalderiesgos.gob.mx/archivo/cob-atlas-municipales.html. Última consulta: 19 de noviembre de 2022.
3
Se asume en este trabajo el marco aceptado internacionalmente, que se sintetiza en la postura de que “los desastres no son naturales”. Entre las causas de fondo de los desastres
es necesario reconocer la interdependencia entre el fenómeno natural amenazante, la intervención humana en el territorio que genera vulnerabilidades físicas y exposición al construir
inadecuadamente, impermeabilizar superficies, extraer agua del subsuelo, deforestar o transportar materiales masivamente; así como los aspectos de desigualdad, carencia y exclusión
que, sumados a deficiencias políticas e institucionales, generan vulnerabilidades sociales.
4
A partir del sitio: https://paot.org.mx/contenidos_graficas/delegaciones/detalle.php?tema=&anio=&id_elemento=6&distribucion=2&de_oficio=0. Última consulta: 19 de noviembre
de 2022.
5
Cursivas mías.
6
El concepto de obsolescencia física, funcional o económica es usualmente aplicado a los activos (inmuebles); eso lleva a la depreciación del valor. En cuanto al riesgo, el suelo
urbano, físicamente hablando, puede presentar una obsolescencia física (como la compactación del subsuelo, un fenómeno con muchas consecuencias en su capacidad de carga),
pero también externalidades, como el escurrimiento súbito, resultado de la impermeabilización de la superficie de los asentamientos humanos.

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