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ZOOPOLIS, UNA REVOLUCION ANIMALISTA 1 | DERECHOS BASICOS UNIVERSALES. | PARA LOS ANIMALES Un aspecto importante de la teoria de los derechos de los ani- males (TDA) parte de la premisa de que todos los animales con existencia subjetiva —es decir, todos los animales que son seres conscientes o sintientes— deben considerarse sujetos de justicia y titulares de derechos invulnerables. La idea de que los anima- les poseen derechos invulnerables es una visién muy particular que va més alld de lo que suele entenderse por «derechos de los animales». De ahi que nos parezca importante aclarar qué entendemos por derechos invulnerables y por qué creemos que los animales los tienen. En el lenguaje cotidiano, se considera defensor de los dere- chos de los animales (DA) a todo aquel que luche por imponer mis limites al uso de los animales, Asi, alguien que abogue por que los cerdos que se crian para el sactificio vivan en recintos mas grandes, para mejorar la calidad de su corta vida, se descri- be como alguien que cree en los derechos de los animales. ¥, de hecho, puede decirse que una persona asi cree que los animales tienen «derecho a un trato humanitario». Alguien que defienda una postura més firme sobre los derechos podria argiiir que los humanos no debemos comer animales, ya que tenemos muchas alternativas nutricionales, pero que la experimentacién médica en animales es permisible si supone la tnica forma de obtener conocimientos médicos fundamentales, 0 que el sacrificio de animales salvajes es permisible si es la tinica forma de salvar habitats clave. Podemos decir que una persona ast cree que los 43 animales tienen «derecho a no ser sacrificados por Jog ei um, a menos que haya en juego un interés humano 9 ecol 6gico im. portante». es Estas posturas, ya suscriban una concepcién més débil ms firme, difieren en lo fundamental de la idea de que los animales tienen derechos invulnerables. La idea de los derechos invulne. rables implica que los intereses més basicos de un individuo no pueden sacrificarse por el bien mayor de otros. Por Usar la fe. mosa expresién de Ronald Dworkin, los derechos invulnerables, entendidos en este sentido, son los «triunfos» de un juego de nai Pes, que no pueden vulnerarse por mucho que otros pudieran beneficiarse de esa vulneracién (Dworkin 1984). Por ejemplo, no se puede matar a una Persona para extraer partes de su cuerpo, incluso aunque decenas de humanos pudieran beneficiarse de Sus Organos, médula ésea o células madre. Tampoco se la puede Convertir en sujeto de experimentacién médica no consentida, Por mucho que los conocimientos obtenidos al experimentar con ella pudieran ayudar a otros. Los derechos invulnerables en este sentido, son un circulo Protector trazado alrededor de un individuo, que garantiz ntales como el asesinato, la esclavitud, la tortura ola reclusin, onkeee los. Seres humanos tenemos esos derechos feces na overtida Los utilitaristas, por ejemplo, NOS exige proporcionar el mayor bien al ma- © de personas, incluso aunque ello implique sacrificar a una. Si po Podemos salvar a cinco Personas matando a una, de- tilitaristas no creen que a los humanos se nos deban derechos jnvulnerables, tampoco otorgan esos derechos a los animales’, Hoy en dia, sin embargo, la idea de que los los humanos po- seemos derechos invulnerables est muy aceptada, a pesar del constante debate filoséfico relativo al fundamento de los dere- chos humanos. La invulnerabilidad es la base de nuestra ética médica, de las cartas nacionales de derechos y de la legislacin internacional sobre derechos humanos. La idea de que todos los seres humanos tenemos garantizada la proteccién de ciertos de- rechos invulnerables forma parte de la «revolucién de los dere- chos humanos» en el derecho y del cambio a teorias «basadas en Jos derechos» en la filosofia politica. Una de las principales mo- tivaciones de la obra A Theory of Justice [Teoria de la justicia] de Rawls, ampliamente considerada como precursora del renaci- miento de la filosofia politica, fue precisamente su conviccién de que el utilitarismo era incapaz de justificar lo inmoral de sacrifi- car a unos individuos por el bien de otros, ya sea experimentan- do con individuos para obtener conocimientos médicos titiles 0 discriminando a minorias raciales o sexuales para satisfacer las preferencias de las mayorfas (Rawls, 1971 [1995]). Seguin él, una defensa adecuada de la democracia liberal exige una concepcién mis kantiana del respeto por los individuos, que enfatice que Jamas debemos ser tratados como un simple medio para el bien dela sociedad, Sibien la idea de la invulnerabilidad est4 ya muy aceptada en relacién con los seres humanos, muy poca gente est preparada Para aceptar que los animales también pueden poser derechos invulnerables. Incluso quienes aceptan que los animales tienen significado moral y que merecen un trato més humanitario creen menudo que, ala hora de la verdad, pueden vulnerarse —sacri- ficarse sin medida— en aras del bien mayor de otros. Mientras ue matar a un ser humano para extraerle los 6rganos y salvar otros cinco seres humanos es inaceptable, matar a un babuino 45 humanos (0 a cinco babuinos) es permisible y, ‘inco ce o de vista moral. Tal is , mas necesario desde el punt sen mice since rables para conseguir el bien mayor», mientras que las personas son «totalmente invulnerables» (McMahan 2002: 265). Es muy conocido el resumen que hace Robert Nozick de esta postura bajo la etiqueta de eutilitarismo para animales, kantismo para personas» (Nozick 1974: 39 [1988: 50). El planteamiento que desarrollamos en este libro rechaza la afirmacién de que s6lo los humanos poseemos derechos invul- nerables, La revolucién de los derechos humanos ha supuesto un logro moral importante, pero incompleto. Como veremos, los argumentos a favor de la invulnerabilidad no se detienen en los limites de la especie humana. Como dice Paola Cavalieri, es hora de sacar a los humanos de los derechos humanos (Cavalieri 2001). Si esté mal matar a un humano por sus érganos, incluso aunque con ello pueda salvarse a cinco personas, también est mal matar a un babuino por sus 6rganos, Matar a una ardilla listada o a un tiburén supone una vulneracién de su derecho invulnerable basico a la vida, igual que matar a un ser humano”, Varios tedricos de los DA han defendido ya con acierto la reivindicacién de derechos invulnerables para los animales y Poco nuevo tenemos que afiadir nosotros a sus argumentos”, Quienes ya estén convencidos de este punto de vista pueden sal- tarse este capitulo y pasar directamente a la parte mis original de nuestra argumentacién, relativa a los derechos relacionales y diferenciados segiin el grupo que les debemos a los distintos grupos de animales. No obstante, es poco probable que la mayor parte de los lec- tores comparta ya esta postura y tal vez, de hecho, la encuentre muy poco convincente. En tal caso, esperamos que los argumen: tos que desarrollamos en el resto de este libro les sigan resultan- do de interés. Incluso si se apoya el cutilitarismo para animales, 46 kantismo para personas» —o, de hecho, incluso si se apoya el utilitarismo tanto para los animales como para las personas (0 cualquier otra teoria)—, creemos que sigue habiendo justfica- cin para adoptar un relato de los derechos de los animales mas politico y relacional. Muchos de los argumentos que ofrecemos a favor de conceder la ciudadania a los animales domesticados, la soberanfa a los animales salvajes y la cuasi-ciudadanfa a los ani- males liminales no dependen de apoyar la idea de los derechos invulnerables para los animales. Sin embargo, desarrollaremos estos argumentos dentro de un marco de DA firme que incluye un compromiso con la invul- nerabilidad. Ello afecta a como desarrollamos estos argumentos y las conclusiones que extraemos de ellos. Asi pues, en este ca- pitulo tratamos de defender ese punto de partida y de abordar algunas de las objeciones y preocupaciones que seguramente provoque esta vision. Por qué a tanta gente le parece poco convincente la nocién de derechos invulnerables para los animales? Hay quien cree que es evidente, sin més, que la muerte de un ser humano es mas trigica y supone una pérdida mayor para el mundo que la muer- te de un babuino y que, por Io tanto, matar a un ser humano debe ser un mal mayor que el de matara un babuino, Esperamos que la exposicién que hacemos en este capitulo permita enten- der mejor a los lectores la pérdida que supone la muerte de los animales y lo complejas que resultan esas valoraciones de pér- ida comparativa. Pero, en cualquier caso, toda esta linea de ar- gumentacién esta errada. Al fin y al cabo, podemos hacer y ha- cemos valoraciones similares sobre la pérdida relativa cuando mueren distintos seres humanos. Podemos pensar que la muer- te de una persona joven en un accidente supone una tragedia mayor que cuando muere una persona muy anciana y que la muerte de alguien que ama la vida es una tragedia mayor que la muerte de un miséntropo. Sin embargo, estas valoraciones 47 érdida comparativa no afectan en absoluty al sr rblea avid, Etec de que muere eg pron pueda ser mis trigic 9 sgmiic Que Podam, nd anciana y darle sus Organos Indore Ne Podeatng mater anuropos para usar sus OTBANOS eM Personas gue th ida. - vere hecho, ésta es la cuestiOn esencial de los derechos nerablesy en qué se diferencian del uilitarismo, Desde yn, ava ultra estrcta, Ja fuerza del derecho al vids gente depende de su contribucién al bien mayor. Tod “ibremente vulnerables en aras del bien mayor, porlotan, debes ganarte el derecho a la vida demostrando que tu existep. cia continuada sirve al bien general. Las personas jovenes lentosas y sociables tienen, en consecuencia, mas derecho al, vida que las ancianas, enfermizas y desdichadas. La fuera dt derecho de cada cual a la vida varia segun la pérdida compara va de su muerte. La revolucién de los derechos humanos supone, precsamen te, un rechazo a esta forma de pensar. El principio de invulner bilidad dice que el derecho de la gente a la vida es independiente de su contribucién relativa al bien general y no es vulnerablees aras del bien mayor. Este principio esta ya firmemente act" sobre la p' do en el caso de los humanos y nosotros sostenemos que debe extenderse también a los animales. La muerte de cierts iné+ viduos puede suponer una tragedia o pérdida mayores muerte de otros individuos, dentro de una misma especie 0 tre distintas especies, pero todos poseen derechos invulnenbls todos tienen el mismo derecho a no ser sacrficados en bien mayor de otros, ; _Decir que los animales tienen el mismo derecho 79% crificados Por el bien mayor de otros suscita otf serie quietudes y objeciones, animales los «mismos derechos, por je iene? amplica ello que los Jo,¢! que los humanos, come, 48 derecho a votar, a la libertad religiosa o a la educacién superior? Bs lo que suele aducirse como reductio del concepto de derechos de los animales, pero, de nuevo, se esta malinterpretando la 16- gica de la revolucién de los derechos, Incluso dentro de la cate- goria de los seres humanos, muchos derechos se otorgan con diferencias segin las capacidades y las relaciones. Los ciudada- nos tienen derechos que los visitantes no tienen (por ejemplo, a votar 0 a los servicios sociales), los adultos tienen derechos que los nifios no tienen (por ejemplo, a conducir), las personas con determinadas capacidades racionales tienen derechos que quienes padecen graves discapacidades intelectuales no tienen (por ejemplo, a decidir cémo gestionar sus finanzas). Pero, de nuevo, ninguna de estas variaciones afecta a la afirmacién de la invulnerabilidad fundamental. Los ciudadanos tienen derechos que los turistas extranjeros no tienen, pero los ciudadanos no pueden esclavizar a los turistas ni matarlos para extraerles los 6r- ganos. Los adultos tienen derechos que los nifios no tienen y los adultos capacitados tienen derechos que las personas con graves discapacidades intelectuales no tienen, pero los nifios y los dis- capacitados intelectuales no pueden ser sactificados por el bien mayor de los adultos capacitados. La misma invulnerabilidad es compatible con variaciones en un amplio abanico de otros de- rechos civiles, politicos y sociales, que acompafian a variaciones en capacidades, intereses y relaciones subyacentes. Todo esto, insistimos, esta claro en el caso de los humanos y nosotros soste- hemos que es igualmente cierto en el de los animales. En resumen, la cuestién de los derechos invulnerables debe quedar bien clara y no confundirse con muchas otras cuestiones relativas a nuestras obligaciones para con los humanos y los ani- males. La cuestién de la invulnerabilidad es, repetimos, la de si los intereses basicos de cada cual pueden o no sacrificarse en aras. del bien mayor de otros. La revolucién de los derechos humanos dice que los seres humanos poscemos esa invulnerabilidad. La 49 = <= posicién firme por los DA dice que los animales sintientes tam. bién poseen esa invulnerabilidad. A algunos lectores puede in. quietarles que la invulnerabilidad de los animales «desacreditey los logros de la revolucién de los derechos, unos logros que ha costado mucho alcanzar. Nosotros sostenemos, por el contrario, que todo intento de restringir la invulnerabilidad a los seres hu- manos sélo puede levarse a cabo debilitando y desestabilizando radicalmente el sistema de proteccién de los derechos humanos, lo que dejaria a muchos humanos, ademis de a los animales, fuera del alcance de una proteccién eficaz. El hecho de que en este capitulo nos centremos en la cuesti6n de los derechos invulnerables no debe llevar a pensar que resta- mos importancia a otros derechos civiles, politicos y sociales, como las cuestiones relativas a los deberes de atencién médica que tenemos hacia los animales domesticados o los de proteger el habitat de los animales salvajes o liminales. Por el contrario, todo nuestro proyecto aspira justo a demostrar que sélo pode- mos abordar estas cuestiones mas generales situandolas dentro de una teoria explicitamente politica del derecho animal. Nos preocupa que, si bien la teoria de los derechos de los animales ha aportado argumentos sdlidos al principio de los derechos in- yulnerables, carece de los recursos conceptuales para abordar esas cuestiones mas generales, que precisan de una teoria de la justicia més relacional. Pero, antes de desarrollar nuestro relato de la justicia relacional, debemos explicar por qué creemos que Ios animales, en efecto, estén dentro del alcance de una teoria firme basada cn los derechos y no pueden vulnerarse libremente en beneficio de otros. Como sefialamos mas arriba, los argumentos que procede- mos a tratar en este capitulo no son nuevos. Creemos que ya se ha defendido una posicion (firme) @ favor de-los DA'y nuestro yetivo principal en este libro es dar el siguiente Paso y vincular i TDA P reor‘as politicas més amplias sobre Justicia y ciudada. a 50 aia, para poder identificas, con mayor claridad, posibles modelos de selaciones entre animales y humanos. sin embargo, a fin de sentar las bases de los argumentos, amas originales, que presentamos en la segunda parte, vamos a afrecer una breve vision general del debate sobre estatus moral/ cualidad de persona animal, para explicar por qué consideramos que la posicién firme a favor de los DA constituye el relato mas convincente. Empezamos, en el apartado 1, con un argumen- to sobre la individualidad de los animales y por qué necesita el reconocimiento de los derechos basicos”*. En los apartados 2 y 3, analizamos por qué las plantas y los seres inanimados no po- seen individualidad, aunque ello no significa que no tengamos deberes hacia ellos ni que carezcan de valor intrinseco. En los apartados 4 y 5, abordamos algunas posibles ambigiiedades u objeciones respecto a la idea de la cuniversalidad> e «invulnera- bilidad» de los derechos basicos. Esperamos que estos argumentos les resulten convincentes a los lectores, Sin embargo, no subestimamos la dificultad que entrafia «convencer» a los demas de que reconozcan a los ani- males como seres vulnerables, duefio cada uno de una vida tan preciosa como la nuestra propia. Para algunas personas, el ca- mino hasta ese reconocimiento es un proceso intelectual, pero, para muchas otras, ese camino pasa (si existe) por relaciones con animales individuales. Y ésa es una de las razones por las que estamos ansiosos por Ilevar el debate mas allé de la cuestién de los derechos bAsicos y la posicién moral, hasta consideraciones sobre nuestras verdaderas relaciones con los animales en toda su complejidad y riqueza. Pedimos a los lectores, incluso aunque rechacen nuestra premisa inicial de la individualidad animal y la extensién de los derechos basicos, que se queden con nosotros hasta el viaje de la segunda parte de este libro. Considerar los animales no s6lo individuos vulnerables y que sufren, sino tam- bién vecinos, amigos, conciudadanos y miembros de nuestras 51 comunidades y las suyas constituye un ejercicio de ampliacign de la imaginaci6n moral. Dibuja un mundo de relaciones entre humanos y animales que se toma en serio la idea de que los anj, males y los humanos podemos coexistir, interactuar e inclusg cooperar sobre la base de la justicia y la igualdad. Esperamog que el bosquejo de esta vision mas positiva de las relaciones en. tre humanos y animales, aunque sea con trazos gruesos, puedy resultatles convincente incluso a los lectores a quienes, hasta e| momento, no han convencido los argumentos habituales sobre DA relativos a las capacidades y el suftimiento de los animales 9 las bases filos6ficas del estatus moral. 1. Yoes animales En la actualidad, en Occidente, el grueso de la teoria politica convencional acepta que la comunidad de la justicia y la comu- nidad de los seres humanos son coextensivas. A todos los huma- nos, en virtud de su humanidad, se les deben justicia bisica y derechos invulnerables, que deben ser ciegos a diferencias entre humanos tales como raza, género, credo, capacidad u orienta- ci6n sexual. Frente a este trasfondo convencional, la TDA plan- tea la siguiente pregunta: ;por qué sélo a los humanos? El impul- so universalizador de los derechos humanos consiste en llevar las protecciones basicas mas alld de los limites de las diferencias fisicas, mentales y culturales, asi que, spor qué este impulso de: beria detenerse en el limite de la especie humana? La premisa de la TDA —segiin se refleja en los escritos de Sa- Pontzis (1987), Francione (2000), Cavalieri (2001), Regan (2003), Duyaner (2004), Steiner (2008) y otros— es que estos derechos protectores se les deben a todos los seres conscientes o sintien- tes, humanos o animales”, Los seres conscientes/sintientes son yoes; es decir, tienen una experiencia subjetiva especifica de su 52 oul- svar cias de- ropia vida y del mundo, que exi i {ibn en fora de detects invalncrable Lissa coor See a los humanos es moralmente arbitratio 0 «especistar, ce rechos pueden y deben desempefiar un papel fundamental en la proteccién de todos los seres vulnerables. ‘La sintiencia/consciencia tiene un significado moral carac- teristico, porque permite una experiencia subjetiva del mundo, Seguin Francione, «sefialar que los animales son sintientes no es Jo mismo que decir que estan simplemente vivos. Tener sintien- cia implica que se es un tipo de ser que es consciente del dolor y el placer; hay un “yo” que tiene experiencias subjetivas» (Fran- cione 2000: 6). La formulacién de Steiner es que «la sintiencia es una capacidad que comparten todos los seres para los que tiene importancia luchar por la vida y por florecer, independien- temente de que el ser en cuesti6n tenga un juicio reflexivo sobre qué cosas importan © cual es su importancia» (Steiner 2008: x1- xit). Los seres que viven sus vidas desde el interior y para quienes la vida puede ir mejor 0 peor son yoes, no cosas, a quienes reco- nocemos el sentimiento de vulnerabilidad: al placer y al dolor, a Ia frustracién y a la satisfaccién, a la alegria y al sufrimiento o al miedo y ala muerte. Reconocer de este modo a los demas como sintientes cambia nuestra actitud frente a ellos. Cora Diamond habla de reconocer al otro como «criatura semejante» (Diamond 2004). Steiner dice que reconocer a otros seres como sintientes crea «una telacion de afinidad que los atina en una comunidad moral» (Steiner 2008: x11), Barbara Smuts afirma que «la “presencia” que reconocemos en otros cuando nos encontramos en. reciprocidad es algo que sentimos, mas que algo que sepamos. (..-] Enla reciprocidad, sen: timos que dentro de ese otro cuerpo hay “alguien &® ce (Smuts 2001: 308)”. La premisa basica de la contramos con esos yoes "TDA es que, siempre que nos &r ‘vulnerables —siempre que 708 53 — aalguien en casav—, éstos necesitan al ae de invalnerabilidad, que prop teccion a través do’ Pi de los derechos bisicos alrededor, aun ecu PO expres a afimaa te decir que habria que reconocer al0s patialascan Personas ero es, de hecho, como muchos 61106 de 1s DA req, ven su posicion, Brancione, por ejemplo, ttula Animals as Py, sone [Animales como personas) (Francione 2008) un libro recen, we Dado que las normas de los derechos humanos existent arse como «todas las personas tienen derecho a y, podemos reformular la postura de la TDA diciendo que, puesio que los animales tienen individualidad, también deben incluirse en la categoria de personas. Muchos criticos de esta postura de la TDA reiteran la visiin tradicional de que s6lo os seres humanos estén legitimados para gozar de la proteccién de los derechos invulnerables. Algunos criticos apelan a la religion. Los textos sagrados de muchas fe, como el judaismo, el cristianismo y el islam, afirman que Dios concedi a los humanos el dominio sobre los animales, incluido el derecho a usarlos en nuestro beneficio, y, para algunos cre- yentes devotos, esta sancién biblica es suficiente para rechazarla TDA®, Dejemos esta cuestién aun lado, ya que los arguments que nos interesan son los que apelan a razones puiblicas, no ala fe privada nia revelaciones sagradas. Otros criticos tratan de negar que los animales tengan de ver dad una experiencia subjetiva del mundo o que sientan dolos sufrimiento, miedo o placer, Pero las pruebas cientificas a es€ Tespecto son abrumadoras y aumentan dia a dia, Como seiiala Palmer, en la actualidad cuenta con la aceptacién de la waplastt® te mayoria de biélogos y filsofos» (Palmer 2010: 15), por lo qu también dejaremos a un lado esta critica”. a ian mas seria de la TDA acepta que los animales oe » pero niega que la sintiencia baste para gozar dela p* encontramos que bay ciot todo individuo. Un‘ suelen expres: 34 — 1 | a NW teccién de los derechos invulnerabl les. Segiin este razonamiento, los derechos invulnerables slo se : les deben a las personas y 1, Paran, efectivamente, la individualidad y la cualidad de perso. na; como los animales son seres sintientes, han de ser tratados como personas. Pero hay criticos que sostienen que la culided de persona exige alguna capacidad mas que sélo se encuentra entre los humanos. No hay acuerdo en cuanto a cudl es esta ex Pacidad adicional. Algunos apelan al lenguaje; otros, a la capa- cidad para el razonamiento abstracto o la planificacién a largo Plazo; otros mis, a la capacidad para la cultura o para establecee acuerdos morales. Segin estos puntos de vita, el hecho de que haya «alguien en casa» no es suficiente para originar derechos invulnerables: ese «alguien en casa» también debe ser capaz de Tlevar a cabo funciones cognitivas complejas. Dado que, supues- tamente, s6lo los humanos poseen tales capacidades cognitivas, solo los humanos merecen derechos invulnerables. Y dado que los animales carecen de esos derechos invulnerables, es legitimo usarlos en beneficio de los humanos, Las numerosas deficiencias de este intento por rechazar la TDA apelando a la cualidad de persona se ha tratado con pro- fusién en la literatura sobre el tema. En primer lugar, incluso aunque pudiéramos establecer una distincién coherente entre «yoes» y «personas», ello no justificarfa, en realidad, la attibucién de derechos basada en la pertenencia a una especie. ‘Todo inten- to de trazar una linea entre seres y personas choca con la linea de las especies y considera personas a algunos humanos y algunos animales, al tiempo que relega a otros humanos y otros anima- les a la condicién de «meros» yoes. Es mis, el intento mismo de establecer una distinci6n nitida entre cualidad de persona e individualidad no se sostiene desde el punto de vista conceptual. 55 ~ Aspira a trazar una sola linea definida en lo que, en re tn continuo o, de hecho, una serie de continuos alo jay cuales se mueven los indviduos en distntas tapas deg ot ello, a su vez, revela los endebles cimientos morales de 2 lacién a la evalidad de persona. Sencillamente, no hay ja cién moral plausible para attibuir derechos invulnerables othe Tabbase de la cualidad de persona en lugar de la individual No pretendemos repasar todos estos argumentos importante aclarar no s6lo Ja futilidad sino también los pry Nesgos de tratar de aducir la cualidad de persona como pn para privilegiar alos humanos sobre los animales. No podem, asumir a priori que s6lo los humanos pasarian una prueba cualidad de persona. No es cierto que s6lo los humanos ix, el lenguaje, por ejemplo, ni que s6lo los humanos planifquen Todos los dias aprendemos mas sobre la mente y las capacidade, de los animales y todos los dias se borra la raya en la arena que supuestamente, establece que s6lo los humanos tienen cualdad de persona. Sobre esta base, varios autores recientes han sosten: do, por ejemplo, que los grandes simios (Cavalieri y Singer 1993 [1998)), los delfines (White 2007), los elefantes (Poole 1998) y las ballenas (Cavalieri 2006) poseen las capacidades cognitivas y mo- rales que determinan la cualidad de persona. Esta cuestién podria tratar de superarse subiendo el listin de Ja cualidad de persona, de manera que exija no sdlo lenguaje 0 planificacién sino también, por ejemplo, la capacidad de ente blar una argumentacién moral razonada y de comprometerst? tespetar los principios alcanzados mediante tal argumentacion" Segiin este punto de vista, la cualidad de persona requiete a* Pacidad de expresar verbalmente las creencias personales ae modo que cumpla determinadas normas de accesibilidad a cay universalizacion, de comprender los argumentos ros de otras personas, de participar en algdn proceso de BS aie racional sobre los méritos relativos de esos puntos de vis" Deo 56 tintos y, a continuacion, de adaptar el comportamiento propio, de forma consciente y deliberativa, a los principios que surjan de ese proceso de razonamiento moral. Est claro que los simios y los delfines no son personas en este sentido kantiano, pero también esta claro que muchos hu- ‘manos tampoco son personas en este sentido. Muchos humanos (por ejemplo, bebés, ancianos seniles, discapacitados mentales, incapacitados temporales por enfermedad u otros con graves de- ficiencias cognitivas) no poseen los supuestos requisitos previos para tener la cualidad de persona y, en algunos casos, sus capaci- dades quedan ampliamente superadas por las de simios, delfines y otros no humanos. ¥, sin embargo, jacaso los nifios y los disca- pacitados cognitivos no son personas? {No son precisamente los. tipos de seres humanos més desprotegidos, a los que el concepto de derechos humanos invulnerables debe proteger? En la literatura filos6fica, es lo que suele describirse como cargumento de los casos marginales»”, pero este modo de ex- presar la objecién no responde a lo importante. El problema no es que tengamos una clara mayorfa de humanos «normales» que pasan la prueba de cualidad de persona y unos cuantos «casos marginales> de humanos que tienen individualidad, pero no cualidad de persona. El problema, mas bien, es que la capacidad de agencia moral kantiana es, como mucho, un frégil logro que os humanos poseen en grado variable en distintos momentos de su vida. Ninguno de nosotros lo tiene cuando somos muy j6- venes y todos nos enfrentamos a periodos, mis cortos 0 més lar- 0s, en los que se ve amenazado, temporal o permanentemente, por enfermedad, discapacidad 0 envejecimiento, o por la falta de uuna socializacién y educacién adecuadas y otras formas de apo- yoy nutricién social. Si la cualidad de persona se define como Ja capacidad de entablar una argumentacién racional y atenerse 4 principios entendidos de forma consciente, es una caracteris- tica fluctuante que varia no sélo entre los seres humanos, sino 57 —— én a lo largo de lo que dura una vidal Fundamentay los sai manos en la posesién de la cualidad de persona, a Be eed, fagidnall divienieeaeadon aa ete, exe sels Py elo drasttaria'el propbsttotledbédefecher i Sere precisamente, proporcionar seguridad a los eat incluidos (y, de hecho, sobre todo ellos) los que se hallen en situaciones 0 periodos de la vida en los que sus capac, dades estén limitadas. veces, los tedricos de los DA plantean la cuestiGn de lain seguridad de otro modo. Si la condicion protegida de cualided de persona se basa en que los humanos poseen unas capacidades cognitivas superiores @ las de los animales, qué ocurriria si uns especie mis avanzada, desde el punto de vista evolutvo, legar ala Tierra desde otro planeta? Imaginemos. que nos topamos con una especie —lamémoslos telépatas— que puede comust carse mediante telepatia, levara cabo razonamientos complejos que excedan hasta los de muestros ordenadores mas avanzados « éjercer formas de autocontrol moral que superen las de la espe. cie humana, notoriamente irresoluta e impulsiva. E imaginemos que los telépatas empiezan.a esclavizar a los humanos y nos usan como alimento, para divertise, como bestias de carga 0 como sujetos de experimentaci6n médica en sus investigaciones. E imaginemos que justifican nuestra esclavizacion y explotacién arguyendo que nuestras formas primitivas de comunicarnos, ra zonar y controlar los impulsos no pasan sus pruebas de cualidad de persona. Nos reconocen como poseedores de individualidad, pero rechazan que tengamos las capacidades complejas necesa Flas para ostentar los derechos invulnerables que otorga la cua- lidad de persona.

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