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María Fernández Coronel era hija de Alfonso Fernández Coronel, alguacil mayor
de Sevilla y señor de Aguilar, hombre principalísimo en el consejo privado de
Alfonso XI de Castilla (sobre el que Donizetti compuso su ópera La favorita para
tratar su relación con Leonor de Guzmán) casó con Juan de la Cerda,
descendiente en línea directa de Fernando III el Santo, nieto de Guzmán el
Bueno e hijo de Alonso de la Cerda y cuando se alzaron contra el rey Pedro I de
Castilla sus hermanos bastardos, encabezados por Enrique de Trastámara, Juan
de la Cerda se adhirió a ellos aportando fuertes sumas de dinero, armas y
soldados a la causa de Enrique. Esto motivó que el rey legítimo le condenase
por traidor y lo mandase decapitar.
Pasado algún tiempo, el rey don Pedro conoció a doña María Fernández
Coronel, quien ya consolada en parte de la muerte de su esposo, vivía tranquila
administrando los bienes que le pertenecían por su dote, puesto que los bienes
de su marido habían sido incautados por el rey Pedro y su casa, situada junto a
la iglesia de San Pedro, había sido derribada y sembrado su suelo de sal para
que ni naciera allí la hierba como escarmiento para traidores.
Conocerla y enamorarse de ella fue todo uno y, desde aquel día, el rey don
Pedro persiguió a doña María Coronel, con ánimo de rendirla, aun cuando ella lo
rechazaba y huía de donde él pudiera encontrarla. Por esto se refugió en casa
de sus padres, en la calle Arrayán, confiando eludir esta persecución.
Mandó Pedro I a la abadesa de Santa Clara que cuidase y atendiese muy bien a
doña María Coronel, que él estaba arrepentido, no volvería a molestarla y le
concedería cuanto ella pidiese.
Doña María Coronel, una vez que estuvo repuesta, pidió al rey que le devolviese
el solar de la casa de su marido, junto a la iglesia de San Pedro, donde se
proponía fundar un convento.
Doña María Coronel fue abadesa durante muchos años pues murió de avanzada
edad.