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¿Cuál es la patria originaria de la cina-cina en la Argentina?

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Eduardo Haene
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NOVIEMBRE 2023 - NÚMERO 6

VIAJE AL NORTE, SALTA Y JUJUY

¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA


DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA?

GIGANTES MICROSCÓPICOS: COMUNICANDO


SOBRE LAS CIANOBACTERIAS A TRAVÉS
DE UNA CALCOMANÍA

“LA GASPAR XUAREZ”

DESVENTURAS DE UNA ORQUÍDEA

EL INSTITUTO DARWINION CELEBRA A MUJERES


EN LA BOTÁNICA A LO LARGO DE SU HISTORIA

DENDROCALAMUS ASPER (POACEAE,


BAMBUSOIDEAE, BAMBUSEAE), NUEVA CITA
PARA LA ARGENTINA, CULTIVADO EN LA
PROVINCIA DE MISIONES

COLECCIÓN DE HONGOS FILAMENTOSOS Y


LEVADURAS. DIVISIÓN MICOLOGÍA “INSTITUTO
SPEGAZZINI”. MUSEO DE LA PLATA ISSN 2618-348X
Página 14 FOLIUM Relatos botánicos • Número 6

¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA


DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA?

n la Argentina percibimos un aumento del interés

E por el uso de plantas nativas en jardinería y un


crecimiento del número de proyectos y superficie
en proceso de restauración ecológica. Entre otras,
Eduardo Haene esto trae dos consecuencias llamativas: 1) necesitamos cono-
cer los elencos de flora y fauna originarios de cada región; 2)
Universidad de Belgrano
más personas están indagando estas cuestiones, tradicional-
eduardohaene@hotmail.com
mente realizadas por académicos.
En la bibliografía botánica de la Argentina la cina-cina (Par-
kinsonia aculeata) generó diversos comentarios que ponían en
duda su origen geográfico. Sin pretender agotar el tema, como
quien pone las cartas sobre la mesa, exponemos estos antece-
dentes y aventuramos algunas conclusiones y reflexiones.

Potencial global
La cina-cina es un árbol o arbusto espinoso de 3-6 m de alto,
con follaje caedizo y flores amarillas. Tiene las características
de las especies pioneras de gran plasticidad ecológica: capaci-
dad de colonizar terrenos, crecimiento rápido y poco longeva,
sobrevive tanto a períodos de sequía como de inundación, to-
lera suelos alcalinos y levemente salinos (Fabricante y Feito-
sa, 2010).
El cultivo de la cina-cina ha permitido su dispersión por to-
dos los continentes salvo la Antártida, aunque su procedencia
resulta controvertida. Es sorprendente la velocidad y mag-
nitud del avance de la cina-cina en el planeta. Hawkins et al.
(2007) confirmaron su origen americano, con dos poblaciones
disyuntas: una en América del Norte y otra en América del
Sur. Con las evidencias actuales, estos autores sospechan que
Parkinsonia aculeata habría tenido en el continente america-
no una distribución más acotada antes de ser cultivada, en
concordancia con lo planteado para el territorio argentino
por los botánicos locales.
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA? Página 15

Parkinsonia aculeata muestra una va-


loración dual ante los ojos humanos.
Su capacidad de habitar terrenos se-
miáridos, proteger el suelo y brindar
reparo la tornan una especie apta para
disminuir procesos erosivos. Los cam-
pesinos de América, Asia y África han
aprendido a aprovecharla con fines
madereros, medicinales y forrajeros
(Fabricante y Feitosa, 2010). Pero su
gran capacidad de dispersión la tornan
en muchos sitios una leñosa invasora
difícil de manejar. La invasión de espe-
cies de plantas y animales originarias
de otras regiones es uno de los gran-
des problemas de conservación.

Uso tradicional
Antes de la difusión del alambrado
en la Argentina, se confeccionaban
cercos vivos con plantas espinosas y
enmarañadas como ñapindá (Senegalia
bonariensis), aromito (Vachellia caven),
cina-cina, tuna (Opuntia spp.), entre
otros (Sbarra, 1955). Fernando Mau- Figura 1. Los registros del Servicio de Información
sobre Biodiversidad Mundial, cuya sigla en inglés
duit y Vicente Peluffo (1886) dan de- es GBIF, permiten comprender el aumento de
talles de cómo cultivar cina-cina para superficie habitado por la cina-cina en el mundo.
armar estos setos, lo cual indicaría que Llama la atención los datos hasta 1900, cuando
la especie ya estaba documentada en África,
tenían experiencia en ello. Mauduit fue Asia y Oceanía. Fuente: https://www.gbif.org/
un paisajista francés llegado al país en species/5357217
1870. Peluffo era un genovés que des-
de 1870 tenía la semillería más importante de Buenos Aires, en Alsina 201, un jar-
dín de ensayos y aclimatación en Capital Federal (en las calles México y Pichincha),
y un vivero de 140 hectáreas en Morón1. Como refleja su “El jardinero ilustrado”,
obra de referencia a fines del siglo XIX y comienzos del siguiente, su labor se
centraba en la importación de semillas. En un extracto del catálogo general de la
Casa Vicente Peluffo y compañía, incluido al final del libro aludido, apuntaban “re-
cibimos de Europa la mayor parte de las semillas de árboles, arbustos y plantas de
1
https://www.infocanuelas.com/cultura-y-eventos/vicente-a-peluffo-el-hombre-que-creo-el-barrio-parque-en-la-garza-mora,
consultado en febrero de 2022.
Página 16 FOLIUM Relatos botánicos • Número 6

La cina-cina en la que sería parte de su patria


histórica en la Argentina: bordes de cursos fluviales
Ilustración de Federico Burmeister en la obra de en el Chaco Seco, Parque Nacional Impenetrable.
Carlos Bettfreund (1898). Foto: E. Haene

Flor de cina-cina (Parkinsonia aculeata), Guaminí, Provincia de Buenos Aires. Foto: E. Haene
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA?
Página 17

invernáculo, así como algunas de plena tierra”. En su tratado no aluden al origen


de la cina-cina, pero el trabajo permite comprender la dimensión de la importación
de plantas ornamentales en la jardinería local, liderada por inmigrantes familiari-
zados con las especies de Europa y sus colonias.
En el tratado de arboricultura argentina de Mauduit y Peluffo (1905) vuelven a
tratar la cina-cina para formar cercos vivos y agregan su origen: “Antillas e indí-
gena en nuestras regiones subtropicales”. Esto último, ¿nos permite sospechar que
traían las semillas del norte argentino?
La especie resultó óptima como cerco vivo en las regiones templado-cálida de la
Argentina. Jorge Hieronymus (1882) deja su testimonio al referirse a la cina-ci-
na: “arbusto o árbol pequeño indígena en Entre Ríos (?), Corrientes, territorio de
Oran, Gran Chaco (América caliente) y cultivado para formar cercos vivos en mu-
chas provincias, especialmente las del Litoral”. Lo interesante de su aporte fue
diferenciar una patria de la cina-cina, donde ya incluye una duda de su extensión
en el territorio entrerriano, y otras zonas donde se la cultiva y, entendemos, no era
nativa.
Germán Avé-Lallemant en su Memoria descriptiva de la provincia de San Luis de
1882 apunta lo siguiente: “la cina-cina (Parkinsonia aculeata) introducida para cer-
cos vivos, la he visto en Mercedes sobre las orillas de las zanjas, en estado silvestre,
como la visnaga (Ammi visnaga), la cicuta (Conium maculatum) y el hinojo (Foeni-
culum vulgare) se hallan cerca de poblaciones en terrenos húmedos”. Resulta como
mínimo sugerente que no menciona la especie en 1894 al tratar las Leguminosas
en su obra “Ligeros apuntes de la flora puntana”. Podemos interpretar que no la
considera parte de la flora nativa de San Luis. Posiblemente Avé-Lallemant sea el
primero en documentar el asilvestramiento de la especie en una región argentina.
Santiago Venturi recorrió los bosques de 14 provincias y de 5 territorios nacio-
nales entre junio de 1909 y marzo 1910 para obtener una colección de maderas.
Miguel Lillo identificó las especies y juntos hicieron el reporte “Contribución al
conocimiento de los árboles de la Argentina”. Enumeran allí las especies nativas,
salvo dos excepciones: los asilvestrados duraznero y naranjo. Al tratar a la cina-ci-
na aluden a un solo material procedente de Colonia Ocampo, hoy Villa Ocampo,
al norte de Santa Fe. Llama la atención el listado de provincias donde comunican
habita la especie: Misiones, Corrientes, Formosa, Chaco, Santa Fe, Santiago, Tu-
cumán, Catamarca, Córdoba, Rioja, Entre Ríos, Buenos Aires, San Luis, San Juan,
Mendoza. Y agregan: “especie muy conocida, extendida sobre casi toda la Repú-
blica. En ciertas provincias la usan como cerco vivo”. Lillo explica al comienzo de
la obra que empleó su biblioteca nutrida para realizar las identificaciones. No com-
prendemos ahora si esas provincias aludidas son las que Venturi certificó la presen-
cia de la especie o las que sumó Lillo de los antecedentes publicados, ambas fuentes
o un error. Destacamos que no señalaron Salta y Jujuy. Apuntan Misiones, donde
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Zanotti et al. (2020) no la registran en la flora silvestre. También la indican para


Catamarca, aunque Perea et al. (2011) no la tratan entre la flora arbórea provincial
y sólo encuentran dos ejemplares cultivados en Paclín cerca de las casas (Perea in
litt.). Algo similar diríamos de San Juan. Si bien es incluido en la flora silvestre san-
juanina por Emilio Ulibarri (1994) donde cita un material de herbario de 9 de Julio,
no figura en la obra “Árboles nativos de la Provincia de San Juan” (Márquez et al.,
2014). Consultado sobre el tema, Justo Márquez (in litt.) nos refiere: “no es nativa
de San Juan, pero es común en los bordes de desagües y acequias de los valles del
Tulum y de Zonda. Estimo que hace mucho tiempo esta especie se escapó de cul-
tivo y se instaló en los sitios más húmedos y protegidos de los campos agrícolas
con riego. La gente gusta llevarla a su casa, la propagan con facilidad a partir de un
tallo con raíces”.
El botánico alemán Hans Seckt, ya radicado en Córdoba, apunta sobre la cina-ci-
na en 1926: “arbusto muy frecuente en las provincias del oeste y norte de la Argen-
tina, a menudo plantado como cercos vivos”. Sin embargo, Wilfredo Sola (1942) no
menciona la especie en la selección de árboles y arbustos nativos de Córdoba.
Sin las precisiones que hoy desearíamos tener, Pedro Peña (1928) en su aporte so-
bre los árboles de Jujuy y Salta refiere lo siguiente de la cina-cina: “conocida en casi
toda la República, crece en los bañados y lugares bajos. En el departamento Rivada-
via, Salta, abunda donde se estanca el agua de lluvia; allí la conocen con el nombre
de «brea del agua». No tiene aplicación en las artes y únicamente la utilizan para
formar cercos vivos, mayormente en la provincia de Buenos Aires”. Evidentemente
para esa época la especie estaba difundida en el país. Tanto el hábitat mencionado
como el nombre común tan preciso parecen apuntalar su presencia habitual en la
zona chaqueña de Salta. El nombre “brea del agua” también es asignado a la especie
por los criollos del oeste de Formosa (Scarpa, 2007).
Hay registros a fines del siglo XIX en Buenos Aires y alrededores. Fue coleccio-
nado en “Buenos Aires” por Rudolf Hauthal (Kuntze, 1898), geólogo y naturalista
alemán que residió en la Argentina entre 1890 y 1906. En aquellos años cuando se
referían a Buenos Aires podría corresponder a la ciudad de ese momento, los subur-
bios o la provincia. Carlos Bettfreund (1898) la registra en “Palermo”, en referencia
al espacio verde desde el actual Parque 3 de Febrero hasta la costa del Plata. El par-
que fue instrumentado de 1874 a 1882 por el jardinero francés Fernando Mauduit
(1843-1916)2, el mismo que importaba y vendía semillas del extranjero. Palermo
tuvo en sus alrededores hasta las primeras décadas del siglo XX potreros con gana-
do y restos de vegetación silvestre. Bettfreund publicó tres tomos de su “Flora ar-
gentina” a partir de material fresco colectado en Buenos Aires y alrededores. Como
los ejemplares correspondían a plantas espontáneas, interpretamos que se trataba
de cina-cinas ya asilvestradas. Otro dato que apuntala la temprana instalación de
https://www.lacapitalmdp.com/la-casa-del-agronomo-frances-que-fue-admirado-por-sarmiento/, consultado en febrero de 2022.
2
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA? Página 19

la especie en la región metropolitana de Buenos Aires es el material recogido por


Nikolái Álbov en Punta Lara en 1895, depositado en el Herbario del Instituto de
Botánica Darwinion. Realizamos esta afirmación porque las colecciones botánicas
se realizan tradicionalmente a partir de ejemplares silvestres.
Todo indica el uso tradicional de la cina-cina como cerco vivo en los campos
bonaerenses. Cristóbal Hicken ya apuntaba en 1910 que era “subespontánea” en
cercos. Interpretamos que estaba observando en esos años el inicio del proceso de
asilvestramiento en la región metropolitana de Buenos Aires. También indicó su
presencia en el centro-norte argentino. Lucien Hauman (1927) sumaría más dudas:
“en la actualidad, la planta más utilizada como seto vivo hasta los 40° de latitud
sur (o sea el norte de la Patagonia) es Parkinsonia aculeata, una Cesalpinoidea casi
cosmopolita, que se reproduce in situ por semilla, invadiendo las banquinas de las
carreteras; cuya patria, ¿América o África? - sigue siendo dudosa.”
El término “subespontánea” dado por Hicken significa que la especie manifiesta
una difusión natural no excesiva o de corto alcance.

Siguen las dudas


Dos técnicos forestales experimentados como Franco Devoto y Max Rothkugel
en su “Índice de la Flora Leñosa Argentina” publicado en 1942 manifiestan que
la cina-cina crece en Chaco, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires. Lo
interesante es un comentario a pie de página: “convendría averiguar si esta especie
es realmente indígena o naturalizada, pues es sugestivo que en el sudoeste de los
Estados Unidos es también usada para formar cercos, y es probable que con ese fin
hubiera sido introducida”.
El médico Esteban Maradona (1937) deja un testimonio que despierta dudas: “La
cina-cina es un árbol de un hermoso color verde claro amarillento, que, al parecer,
ha sido introducido por el gobierno de Formosa, de donde el indio, lo ha hecho cun-
dir por el territorio. La verdad es que no acierto a comprender cómo, si es de origen
extranjero, esté representado en los montes; ¿o es que será autóctono? El indio lo
llama «micheck». Crece a orillas de los riachos y es medicinal”.
Augusto Schulz, en 1976 lo enumera escuetamente “arbolito indígena” y lo señala
para la Provincia del Chaco; aunque no alude a la especie al tratar los árboles del
Chaco en 1968. Meyer (1937) la encuentra cultivada en los alrededores de la ciudad
de Resistencia (Chaco), principalmente para formar cercos vivos y señala que en
estado silvestre su hábitat preferido lo constituyen los terrenos bajos y ligeramente
arcillosos.
Burgos y Ruiz Leal (1955) y Ruiz Leal (1956) registran a la cina-cina cultivada
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dentro y en los alrededores de las ciudades de Mendoza y San Juan. Ruiz Leal
(1956) clasifica a Parkinsonia aculeata como indígena o autóctona, no regional, cul-
tivada, lo que significa que es nativo de otras zonas de la Argentina y allí está
plantado por el hombre. Gerónimo Sosa (1958) también lo documentó cultivado
en Mendoza y alrededores, catalogándolo como “árbol o arbusto autóctono, crece
espontáneamente en gran parte del país”. La especie es recomendada para su cul-
tivo en ciudades de Mendoza por Dalmasso (2009), quien apunta su buen compor-
tamiento en zonas áridas y le asigna una distribución amplia por el centro-este del
territorio provincial. En una siguiente publicación sobre especies apropiadas para
cercos vivos en Mendoza, Dalmasso et al. (2011) señalan a la cina-cina como “nativa
del país”, por lo cual se interpreta que no es originaria de la provincia tratada, pero
sí de otras regiones de la Argentina.
Guillermo Covas (1964) la considera asilvestrada en la Provincia de La Pampa.
El inglés Juan Williamson fue un estudioso de la flora cultivada de La Pampa, pero
al analizar en 1967 los árboles exóticos asilvestrados en la región no menciona
a la especie, lo cual puede interpretarse que la considera propia del lugar. Steibel
(2001) alude a la cina-cina en La Pampa como cultivada y espontánea, frecuente en
el norte y en el centro provincial donde se difunde por semillas y forma matorrales
por raíces gemíferas.
Aquí es oportuno aclarar: en ciencias biológicas los términos “indígena”, “autóc-
tono” y “nativo” se suelen emplear como sinónimos.

Árbol de fortines
En la década de 1870, Adolfo Alsina encargó al ingeniero francés Alfredo Ebelot
el diseño de una fosa entre una línea de fortines para evitar el pasaje de los pue-
blos originarios hacia las estancias. Iba desde el centro sur de Córdoba por el oeste
bonaerense hasta el norte de Bahía Blanca. Los militares la instrumentaron con
mucho esfuerzo, pero no tuvo éxito y en poco tiempo fue abandonada. Es recordada
como la “Zanja de Alsina”.
En el informe de abril de 1877 del Teniente Coronel Salvador Maldonado, a cargo
de la Comandancia de Puan, apuntaba: “en cada fortín sobre el borde de las zanjas
exteriores, se ha sembrado cina-cina con el objeto de tener más tarde un cerco”
(Oliva y Panizza, 2018).
Desde el campamento cerca del fortín Ivanowsky el 15 de junio de 1877, Ebelot
envía un informe a Alsina donde detalla: “queda todavía por adoptar una medida,
cuya conveniencia es reconocida en principio, y que creo llegado el momento de
realizar. Es guarnecer con plantaciones el terraplén de la zanja y la parte inferior
de los paredones de césped. Las plantas elegidas deben ofrecer la condición de
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA? Página 21

La cina-cina muestra gran capacidad de Su capacidad de habitar sitios modificados, ha permitido


crecer en sitios modificados. En la imagen, prosperar a la cina-cina en espacios baldíos y descuidados
un renoval en terreno removido, Pilar, Pro- de las ciudades, como este ejemplar en una vereda de San-
vincia de Buenos Aires. Foto: E. Haene ta Rosa, La Pampa. Foto: E. Haene

Ejemplar maduro de cina-cina, sobre el En la llanura pampeana la cina-cina es una especie respe-
borde los reservorios, instrumentados para tada como arbolito para sombra del ganado. Loma Verde,
acumular los excesos de agua de lluvia en Campana, Provincia de Buenos Aires. Foto: E. Haene
la Ciudad de Santa Fe. El sitio ahora es par-
te de la Reserva Natural Urbana del Oeste.
Foto: E. Haene
Página 22 FOLIUM Relatos botánicos • Número 6

brotar fácilmente, encabrestando sus raíces, y formando con los retoños plantas
nuevas. La poda anual y sistemática de ese monte, que de paso suministraría leña en
abundancia, lo haría más tupido, y lo volvería en poco tiempo un obstáculo tan serio
como la misma zanja. La acacia blanca y la cina-cina, a más de no ser delicadas y de
exigir poco cuidado, realizan perfectamente ese objeto, y presentan esa ventaja de
serles favorables las tierras livianas y recién removidas. Es de práctica constante en
los trabajos públicos bien dirigidos asegurar de ese modo los terraplenes, y se em-
plea casi uniformemente para ese objeto en Europa la acacia blanca” (Alsina, 1877).
Interpretamos que con el nombre de acacia blanco alude a Robinia pseudoacacia.
Entre los materiales remitidos por el contador Alejandro Costa a la “Administra-
ción de la Comisión Auxiliar de Fronteras en Guaminí y General Deheza para las
necesidades de ese Campamento, y para ser repartidas en todos los demás, según
los pedidos hechos por los Señores jefes de Frontera” figura en junio de 1877 una
arroba (unos 11,5 kilogramos) de semillas de cina-cina y en julio del mismo año
un cajón semillas de cina-cina, acacia blanca y acacia albata” (Alsina, 1877). Esta
última sería la acacia australiana (Acacia dealbata).
Jacinto Del Viso (1933) indica que estos cercos vivos en la zanja de Alsina eran de
penca o de cina-cina. Las cactáceas se emplearon y emplean como cerco; por penca
aludiría a las tunas del género Opuntia, probablemente Opuntia ficus-indica.
Julio Roca comandó una expedición militar entre abril y junio de 1878 que par-
tió de Azul (provincia de Buenos Aires) y recorrió el norte de Patagonia y el sur
de Mendoza. Para sumar un reporte científico, participaron los botánicos Pablo
Lorentz y Gustavo Niederlein. Entre las localidades de colección mencionan cinco
fortines. No documentan a la cina-cina. Tal vez no encontraron la especie porque
el uso de cercos vivos en los fortines no fue generalizado, o no consideraron a la
cina-cina cultivada parte de la flora silvestre como material de estudio. Recordemos
que Lorentz tampoco la menciona en su pionero “Cuadro de la vegetación de la
República Argentina” de 1876.
Hipólito Pouysségur colecta la especie en 1909 en Azul, cuyo material está depo-
sitado en el Herbario del Instituto de Botánica Darwinion, una localidad próxima
a la Zanja de Alsina del siglo XIX.
La incorporación en 1877 de la cina-cina en la Zanja de Alsina estaría relacionada
con los buenos resultados que mostraba en aquellos tiempos la especie como cerco
vivo en la llanura pampeana. Es interesante que es seleccionada por su rusticidad
y capacidad de instalarse en el campo, lo cual indica su multiplicación natural. Los
fortines más australes de aquella época estaban en una zona donde la especie no
tendría condiciones ambientales adecuadas. Es en el siglo XXI cuando se documen-
ta su expansión para el sur bonaerense, donde el cambio climático en marcha podrá
resultar un factor desencadenante.
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA? Página 23

Las imágenes del siglo XIX de fortines y la Zanja de Alsina no permiten visua-
lizar a la cina-cina. Se aprecian pocos o ningún ejemplar de planta cultivada en
muchos casos.

La opinión del experto


Arturo Burkart fue un botánico argentino especializado en la familia Legumino-
sas o Fabáceas, a la cual pertenece la cina-cina. En su monografía de 1943 señala al
tratar la especie: “Se extiende desde México hasta Buenos Aires. Se lo cultiva para
formar cercos vivos en el campo (Buenos Aires, Río Negro, etcétera) y desde ellos
se propaga generalmente por semilla. En el norte de Buenos Aires es, en muchas
partes del campo, el único vegetal leñoso en la pradera, pero no pasa de un arbusto
mediocre. El indigenato de esta especie en el país no puede ser discutido, es uno de
los numerosos elementos “sonorianos”, o sea comunes a México y a nuestro país.
El hecho evidente de que en muchos lugares de Buenos Aires y otras provincias
sea subespontánea, no está en contradicción con su indigenato en el norte del país,
en un área difícil de determinar exactamente. A lo largo de los ríos de Formosa es
fuera de duda indígena; el señor Isaías Rafael Cordini lo encuentra allí en regiones
despobladas y en condiciones ecológicas particulares”. Agrega una observación en-
viada a Burkart por Cordini en marzo de 1942: “la asociación de Parkinsonia aculea-
ta existe solamente a lo largo de los drenajes naturales, donde el terreno tiene más
óxido férrico y óxido de aluminio”.
Los pueblos aborígenes chaqueños conocían la cina-cina. Los chorotes la deno-
minan “ká’awuk” (brea del agua) (Scarpa, 2010), los vilelas “kiré atulét” (planta con
espinitas) (Martínez-Crovetto, 1965), los tobas “maapík lâteé” (madre del algarro-
bo) (Martínez-Crovetto, 1964) y “neβishkík” los mocovíes (Scarpa y Rosso, 2014).
Este conocimiento de la especie podría apuntalar la hipótesis de Burkart sobre la
distribución histórica de la cina-cina en el Chaco del norte argentino.
Al tratar la flora bonaerense, Burkart (1967) explica la situación regional de la
cina-cina: “aunque es común y vulgar aquí, su indigenato en la ribera del Plata es
cuestionable, debido a su antiguo cultivo para formar cercos vivos. De todos mo-
dos, está bien establecida en el norte de la Provincia y hasta más allá de la bahía de
Samborombón”. Juan Bardi y colaboradores (2021) comprobaron la ampliación de
su distribución en el centro-sur de la Provincia de Buenos Aires.
Posiblemente su última mención de la especie figura en el tomo de 1987 de la
Flora de Entre Ríos, cuya dirección inició Burkart. Allí señala para la cina-cina:
“América occidental cálida; México a Argentina y Uruguay. Indígena y cultivada,
Gran Chaco húmedo, Mesopotamia hasta el norte de la provincia de Buenos Aires.
Frecuente en Entre Ríos”. Luego agrega: “planta común, especialmente en campos
Página 24 FOLIUM Relatos botánicos • Número 6

En el centro de Santa Fe la cina-cina coloniza las costas de arroyos, en particular sobre albardones antropi-
zados, donde se han depositado los sedimentos de los drenajes periódicos. Foto: E. Haene

Cina-cinas en el parque de un casco de estancia ganadera tradicional de San Antonio de Areco, Provincia
de Buenos Aires. Foto: E. Haene

En el norte árido de San Luis, la cina-cina suele hallarse en torno a las viejas casonas de campo y las repre-
sas. En la imagen, Estancia Siempreviva, una reserva natural privada. Foto: E. Haene
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA? Página 25

más bien bajos del nordeste entrerriano, a veces algo invasora de pasturas; en la
barra del Mocoretá forma bosquecillos. El ganado parece no tocarla; sólo aprove-
cha su sombra”.
Aquí resulta oportuno comentar que en el extremo sudoeste de Brasil, frente a
Corrientes en Barra do Quaraí (Rio Grande do Sul), Marchiori et al. (1985) descri-
ben la comunidad dominante como un bosque de quebracho blanco (Aspidosperma
quebracho-blanco) y cina-cina, donde esta última es el árbol con mayor cantidad de
renovales. En Rincón de Franquía, Bella Unión, Uruguay, próxima a Barra do Qua-
raí, el bosque nativo también tiene una densidad alta de cina-cina (Ramos, 2008).

Indulto en el pastizal
La cina-cina es una presencia habitual en la región rural de la llanura pampeana.
Ya no se emplean como antes para confeccionar cercos vivos. Encontramos a este
arbolito en torno a las casas de campo, junto a alambrados, banquinas de caminos
rurales, terraplenes ferroviarios, bordes de cursos de agua. Si bien el pastizal pam-
peano carecía de árboles, hallamos hoy a la cina-cina creciendo en campos natura-
les, con ejemplares aislados, donde se valora su sombra para el ganado.
Arturo Burkart (1957) lo encuentra en talares degradados de las barrancas de
Baradero en diciembre de 1937; y también en el sudeste entrerriano, en las barran-
cas del Paraná de Victoria en diciembre de 1939. Ángel L. Cabrera lo herboriza
en la barranca de San Pedro en diciembre de 1939 (Torres Robles, 2009). Parodi
(1940) lo menciona para los talares de Baradero y Ramallo. En las últimas décadas
hallamos cina-cinas en sitios marginales de los bosques de tala de barranca. Allí
suele estar presente en la terraza baja vecina, un ambiente similar a bajos de la lla-
nura pampeana donde la especie es frecuente hoy. Lucien Hauman ya conocía los
talares de barranca de Campana, similares a las más norteñas (San Pedro, Baradero
y Ramallo), cuando señalaba a la cina-cina una especie foránea. En las barrancas del
Paraná del norte bonaerense la cina-cina ocupa sitios con ganadería, con extrac-
ción de árboles y deforestación, en lugares alterados donde sospechamos se podría
haber asilvestrado tempranamente.
En la región metropolitana de Buenos Aires varios árboles exóticos han avan-
zado sobre ambientes silvestres de una forma descontrolada, como ligustro (Li-
gustrum lucidum), fresno norteamericano (Fraxinus pennsylvanica) y morera (Morus
alba). Forman bosques tupidos y dominantes, desplazando a la biota local. La acacia
negra (Gleditsia triacanthos), originaria de América del Norte, manifiesta este com-
portamiento tanto sobre bordes de cursos fluviales como en pastizales. Las espinas
abundantes y enormes de esta acacia tornan intransitables sus montes.
Página 26 FOLIUM Relatos botánicos • Número 6

En contraposición con esta invasión de leñosas exóticas, la cina-cina si bien apa-


rece asociada con sitios antropizados y resulta fácil sospechar su origen foráneo,
no genera formaciones densas. Por el contrario, se aprecia integrado al pastizal,
como un paisaje natural, donde no advertimos un reemplazo masivo por la flora
local. Creo que es necesario refrescar esta escena para comprender la valoración de
la cina-cina no sólo entre la población rural, sino también en naturalistas. Es posi-
ble que haya sido este comportamiento de la cina-cina, comparativamente menos
agresivo que otras exóticas, lo que motivó una aceptación local para considerarla
nativa. Hoy se multiplica en viveros especializados en flora regional y figura en los
proyectos de paisajismo donde priorizan o dominan especies autóctonas.

Ausencia
La falta de tratamiento de la cina-cina en algunos tratados de flora nativa de la
Argentina es uno de los puntos difíciles de interpretar en la actualidad.
Guillermo Enrique Hudson en su “Allá lejos y hace tiempo” publicado en 1918 en
repetidas veces alude a la ausencia de árboles en la pampa y lo notable del cultivo
allí de algunas especies exóticas. Residió en Quilmes y Chascomús entre 1841 y
1874. Describe la biodiversidad regional con un poder de observación maravilloso.
Resulta así al menos curioso que no cita a la cina-cina.
El caso más llamativo es el caso de Santos Biloni, quien luego de escribir muchos
artículos sobre flora silvestre y cultivada en revistas del campo argentino, publica
en 1990 un tratado de referencia: “Árboles autóctonos argentinos”. Nada nos dice
de la cina-cina allí, a pesar de hacer una recopilación exhaustiva de los árboles na-
tivos del país. Ni siquiera consideró necesario aclarar el tema. Tampoco lo incluye
al redactar los textos con la dirección de Milán Dimitri del tomo 1 del Libro del
Árbol, dedicado a especies forestales indígenas de la Argentina con aplicación or-
namental, cuya primera edición es de 1993. ¿Existirá algún artículo suyo donde
explique esta cuestión?

Algunas conclusiones
Podemos interpretar con la información analizada que la cina-cina es un arbolito
con cualidades ornamentales y carácter rústico, con capacidad de habitar en varia-
das condiciones ambientales dentro de zonas templado-cálidas. Fue ampliamente
utilizado como cerco vivo antes de la difusión del alambrado en la Argentina y se
mantiene su cultivo con ese fin y como especie de adorno y sombra, en particular en
casas de campo. Muestra capacidad de crecer silvestre en el centro-norte argentino,
donde es habitual en campos ganaderos y sitios modificados.
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA? Página 27

En las provincias de Ca-


tamarca, San Juan, Men-
doza, La Pampa, Buenos
Aires y tal vez La Rioja
la cina-cina se asilvestró
entre fines de siglo XIX y
primera mitad del siguien-
te. El proceso habrá sido
rápido y la especie mani-
fiesta crecimiento espon-
táneo sin llegar a resultar
dominante. El follaje ralo
y caduco, genera una som-
bra tenue. En estas condi-
ciones, con baja densidad,
el desplazamiento de la
flora nativa puede catalo- Figura 2. Los registros de cina-cina en la página iNaturalist al 17
garse de bajo. Interpreta- agosto 2023 permiten tener un panorama de su distribución actual
mos que esta expansión en la Argentina. En parte refleja la densidad de muestreos realizados
de la cina-cina se efectuó principalmente por fotógrafos de flora silvestre. Junto a la bibliografía
botánica, alcanza para interpretar las ecorregiones donde está
hacia las ecorregiones del presente en el país.
pastizal pampeano, el es-
pinal y el monte. En esos territorios donde no es originaria, el comportamiento
poco invasivo de los ejemplares silvestres y su presencia histórica en el ámbito
rural habrían facilitado su catalogación de nativo por viveristas, arboricultores, jar-
dineros y paisajistas.
Queda una franja entre Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos donde nos resulta difícil,
con la información disponible, comprender la distribución histórica de la cina-cina.
Las zonas más norteñas y cálidas de estas provincias podrían haber sido parte de
la patria de este arbolito.
Por lo visto en este análisis, estimamos que, en la Argentina, la cina-cina es origi-
naria del norte del país, donde habita el Chaco Seco, con preferencia cerca del agua,
y Chaco Húmedo. Esta distribución concuerda con lo señalado por Arturo Burkart.
Ciclos de años lluviosos y otros secos podrían haber generado períodos de expan-
sión natural en su patria originaria. Junto a la capacidad de escaparse de cultivo y
habitar sitios modificados, su comportamiento habrá contribuido a considerarla allí
una especie exótica en pleno avance.
Julie Hawkins es una especialista inglesa en taxonomía y evolución vegetal, auto-
ra del trabajo que esclareció el origen americano de la cina-cina, al norte y sur del
estrecho de Panamá. Consultada sobre la intriga que da título a este aporte, respon-
Página 28 FOLIUM Relatos botánicos • Número 6

Mariposas de la cina-cina
La invasión de cina-cina fuera de América ha llevado al ensayo de controles biológicos para limitar
sus poblaciones. Eueupithecia cisplatensis es una mariposa de la familia Geometridae cuyas larvas
se alimentan de cina-cina. Al estudiar la especie con el fin de mejorar el conocimiento de estos her-
bívoros exclusivos de Parkinsonia aculeata Axel Hausmann et al. (2016) comprueban que en realidad
se trataba de dos especies, describiendo para la ciencia Eueupithecia vollonoides, que también se
alimenta de cina-cina. La distribución asignada a los Lepidópteros por estos autores muestra que
E. cisplatensis se encuentra
dentro de lo que estimamos
es la patria argentina de la
cina-cina. Pero buena parte
del territorio ocupado por E.
vollonoides abarca una zona
que estamos concluyendo no
es el origen de Parkinsonia
aculeata: centro-sur de En-
tre Ríos y Santa Fe, y norte de
Buenos Aires.

Mayores prospecciones po-


drán mejorar el área conoci-
da donde habitan estas dos
mariposas. Con los datos ac-
tuales, surge una pregunta:
¿podrá haber sido E. vollonoi-
des originaria del norte de En-
tre Ríos y sur de Corrientes y
amplió su distribución con el
avance hacia el sur de Parkin-
sonia aculeata?

Figura 3. Mapa de
distribución conocida del
género Eueupithecia. Fuente:
Hausmann et al. (2016)

dió: “Es posible que Parkinsonia aculeata sea nativa de la Argentina. La planta ocupa
con mucha facilidad nuevos sitios. No estoy segura de cómo sería posible establecer
cuánto tiempo han estado las poblaciones en sitios/países específicos”.
Documentación de reparticiones oficiales y artículos en boletines del campo ar-
gentino seguramente aportarán más pistas para comprender el proceso de expan-
sión de la cina-cina en la Argentina. Por el momento, la única certeza es que esta-
mos ante un tema espinoso.
¿CUÁL ES LA PATRIA ORIGINARIA DE LA CINA-CINA EN LA ARGENTINA? Página 29

Una cina-cina de buen porte en un espacio verde urbano, la Plaza de los Periodistas, Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Foto: E. Haene

Agradecimientos
Dejo mi gratitud a todos aquellos que aportaron o facilitaron información valiosa,
en particular Justo Márquez, Mario Perea, Natalia De Luca, Carlos Zoratti, Julie
Hawkins, Marcela Sánchez, María Alejandra Cybulski (Biblioteca de la Facultad de
Agronomía, Universidad de Buenos Aires), Mariana Lagar (Biblioteca de la Aca-
demia Nacional de la Historia), Fernando McKay, entre otros. Y quienes nos han
recibido en el campo, facilitado o compartido salidas, como Sofía Heinonen, Rubén
Broda, Marisú Lopreiato, Victoria Perales, Fabián Tittarelli, Alejandra Carminati,
Daniela Pardo Méndez y Pedro Aboitiz.

A Aníbal Prina y Carlos Sparagino por la revisión crítica y aportes al documento


preliminar.

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