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Hola, ¿cómo estás?, muy bien pues me alegro muchísimo, porque esa es mi
única preocupación al igual que papá por supuesto.
Son las 12 del día 2; o sea que recién empieza el día, estoy de guardia y para
tratar de ahogar un poco la tensión que estamos viviendo porque estamos
pasando los días decisivos del combate.
Te estoy escribiendo desde mi refugio, e hice fuego porque está bastante frío y
con la luz que me da te escribo.
Hace ya 40 días que estamos acá, te juro el tiempo pasó volando, los primeros
días fue todo lindo, bueno lindo no fue ningún momento pero como todos
teníamos ese entusiasmo de estar acá, nos olvidamos de todo.
Hoy, más bien digo ayer, fue el mejor día para mí, te digo el mejor día porque
me sentía contento, con ganas de trabajar, no se fue el mejor día en que me
sentía bien y todo se debe a que muy pronto si Dios quiere para bien o para
mal, Dios no permita, va a terminar todo.
Hora 10
Buen día mamá, el día está lluvioso y hace frío, no tenemos nada que hacer y
estamos metidos en los refugios y sigo escribiéndote.
Acabo de venir de mi cañón, lo fui a revisar como hago todos los días y hablé
con los soldados míos, nadie quiere saber más nada, me dicen que no ven la
hora que uno de esos proyectiles que tiran les caiga encima, yo les hablo de
cualquier cosa, les cuento estupideces y por algún tiempo se olvidan y están
bien. Yo no sé como hago pero hasta ahora soy el único de los suboficiales y
oficiales que tengo el mismo ánimo que tenía el día que llegamos a las islas, a
veces te juro quiero mandar todo al carajo pero no lo demostré nunca porque
tengo fe, pienso en ustedes que están bien y que no van a aflojar como no
aflojé yo y que en ningún momento voy a bajar los brazos porque a estos
piratas los vamos a correr ustedes y yo.
El motivo de esta carta es por si me pasara algo puedas leer los últimos
pensamientos de tu hijo que te extraña y te quiere como nunca, que los quiero
porque al viejo también lo aprecio mucho, lo respeto y todo mi coraje, mi
decisión y gran iniciativa lo debo a él y lo más importante la facha y los
bigotes que me estoy dejando, ja, ja.
Mamá quiero que sepas que muchas veces no hice caso a tus consejos y
reproches fue por chiquilín o por estúpido como lo es uno cuando es
adolescente y lo único que piensa es joder, o no sé, porquerías y ahora valoro
y comprendo todos tus consejos.
El día de hoy está pesado, cae una leve llovizna, no hay viento y hasta ahora
estamos tranquilos, nadie nos molestó desde que amaneció estoy en el refugio,
desayuné un jarro de caldo bien polenta. Ya no me quedan cigarrillos y no me
queda nada por cambiar, nosotros cambiamos el puñal de paracaidistas por 10
atados, el pañuelo y la boina, ya no queda nada y en toda la isla no hay
puchos.
Anoche soñé que estaba en casa y estaban todos mis compañeros y por
supuesto ustedes, comíamos un gran asado, yo me había casado con Delia y
un montón de cosas más y me despertó un cañoneo de defensa aérea, fue a la
madrugada.
Dentro de un rato vamos a comer fideo frito, vos no sabes lo bueno que
quedan, nos pasamos el día haciendo fideos, lo hacemos con grasa y de vaca,
acá cerca hay un matadero, bueno es el único que hay y es del ejército y
mandamos a pedir grasa. Hoy posiblemente nos consigan harina, tengo ganas
de comer torta frita que no te imaginas.
Bien vieja, sigo hoy es viernes 4 de junio y son las 2 de la tarde y hace mucho
más frío todavía que ayer y hay mucho más viento.
Yo te cuento que estoy muy bien y con ganas de estar con ustedes y que
termine todo.
Está lloviendo cualquier cantidad, hace frío y hay mucho viento, estamos
metidos todo el día en el refugio al lado del fuego hablando pelotudeces,
perdoná la expresión pero hablamos de lo que cada uno hacía con este tiempo
en sus casas, o planeando que vamos hacer cuando volvamos todos
victoriosos.
Anoche volví a soñar con ustedes y soñé que por la calle que pasa por acá al
lado, pasaban ingleses, las manos en la nuca, rendidos y juro que van a pasar
estos guachos.
Mamá yo quiero que sepas que en ningún momento sentí un poco de temor, ni
ninguna otra cosa rara que te haga aflojar y mandar todo al carajo, he tenido
bronca y algunas cosas pero en ningún momento aflojé.
Bien queridos padres, ruego a Dios todos los días que mi plegaria llegue a
ustedes y tengan la protección que siempre tuvieron, hasta pronto, que Dios
los ilumine como guió mis pasos siempre y acompaño en todo, los quiero y
los extraño.
Querida Christine:
Lo que más me apena es que no hay causa para esta guerra, y si somos
honestos, los argentinos son mucho más patriotas con respecto a las
Malvinas que nosotros con las Falklands. Y lo que la primera ministra no
comprende, es que los argentinos creen firmemente que las Malvinas son
de ellos.
Espero que todo esto termine pronto... Creo que los argentinos ya han
demostrado su valor.
Este poema se encontró en la chaqueta del soldado Marcelo
Daniel Massad, fallecido en Malvinas
Escucha Dios:
Yo nunca hablé contigo, Hoy quiero saludarte: ¿Cómo estás?
¿Tú sabes? Me decían que no existes, y yo, tonto, creí que era verdad.
Anoche vi tu cielo. Me encontraba oculto en un hoyo de granada...
¡Quién iría a creer que para verte bastara con tenderse uno de espaldas!
No sé si aún querrás darme la mano; al menos, creo que me entiendes.
Es raro que no te haya encontrado antes, Si no en un infierno como
éste.
Pues bien... Yo todo lo he dicho. Aunque la ofensiva nos espera para muy
pronto,
Dios no tengo miedo desde que descubrí que estabas cerca.
La señal! Bien Dios, ya debo irme. Olvidaba decirte... que te quiero.
El choque será horrible... en esta noche ¡Quién sabe! tal vez llame a tu
cielo.
Comprendo que no he sido amigo tuyo. Pero ¿me esperarás si hasta ti
llego?
¡Cómo! ¡Mira Dios: estoy llorando! tarde te descubrí ¡Cuanto lo siento!
(Qué raro: sin temor voy a la muerte...) Dispensa, debo irme ¡Buena
Suerte!
José Luis del Hierro había sido dado de baja en noviembre de 1981 y fue
reincorporado el 9 de abril de 1982. Murió en la madrugada del 14 de junio de
1982, cuando las tropas se replegaban hacia Puerto Argentino, bajo un cielo
iluminado por el fuego de las bombas.
La familia Del Hierro lo fue a buscar a la puerta del Regimiento una semana
después, porque nadie del Ejército avisó sobre la suerte que corrió. Lo
estuvieron esperando desde las 8 de la mañana, junto a otros familiares. En la
madrugada del día siguiente llegaron unos pocos colectivos, pero José Luis no
bajó.
Perdonen que hace 8 días que no les mandaba nada, pero aquí nos dijeron
que no sale ni entra nada. Yo igual voy a intentar mandar una. Sí, me llegó
telegrama del 24 de ustedes y de Cristina y también me llegó ayer uno del 29
pero no se entiende nada, no está firmado pero pienso es de ustedes. La
última carta de ustedes de Mar del Plata es del 11/04 y después nada más. Mi
última carta es la que les mandé desde el hospital el 29/04 o el 30/04.
Hay que seguir rezando y pidiendo a la Virgen para que esto se arregle en
“paz” y se acabe ya. Cada vez tenemos más ganas de volver cada uno a su
casa sea como sea, ganando o perdiendo, pero volver y pronto. Al final se nos
quedó en el tintero el viaje, pobre papá, tanto juntar y organizar y yo le tiré
abajo todo, aunque deslindo responsabilidades en el loco de nuestro
presidente y su desvelo de grandeza.
Espero yo llegar de esto, antes que la carta, así no los preocupo más con
esto, pero es hora que sepan lo que pensamos nosotros de Malvinas.
Bueno nada más, besos y abrazos para los cuatro, siempre, siempre los tengo
en mis pensamientos.
Los quiero mucho.
Chau, José Luis
José Luis no llegó ni antes ni después de ésta, su última carta. Se quedó allí,
en las Malvinas, y hoy es una de las tantas cruces de argentinos en el
cementerio de Darwin.
Hoy ni mi mamá ni mi papá están con nosotros. Se fueron con él, demasiado
pronto, demasiado jóvenes, ya que no pudieron soportar una ausencia tan
larga.
Ese patriota de ciudad fue exitista al comienzo del conflicto, pero una vez que
se perdió la guerra, les dio la espalda a los ex combatientes en su vuelta al
continente, porque no podía aceptar la derrota. Fue por eso que se sentó
delante del televisor a ver el Mundial de España ’82, ya que para él Malvinas
había terminado, mientras vos quedabas tirado bajo un desolado manto de
nieve y nosotros te buscábamos durante un año, por nuestro país y por el
mundo sin saber qué había sido de vos.
Tu patriota de ciudad, José Luis, hoy sigue caminando por las calles que vos y
tus compañeros caídos no pueden caminar, y sigue poniéndose la escarapela
bien grande para todas las fechas patrias, aunque aproveche ese día para
tomarse un fin de semana largo de descanso.
Tu patriota de ciudad llena un lugar en los palcos oficiales, en las calles, para
repetir una vez más, en estas fechas, que las Malvinas son argentinas y cantar
el himno bien fuerte, especialmente la parte que dice: “…con gloria morir”,
siempre y cuando no le toque a él, porque él debe seguir siendo un patriota.
Asimismo, el cobarde indolente y mariquita de uniforme bien planchado que
te mandó al frente con hambre y frío, mientras él planeaba desde su bunker
con calefacción y buena comida cómo vos tenías que resistir en una trinchera,
hoy –ese mismo criminal– está entre nosotros, condecorado como un
valiente… militar.
Gracias a vos y a tus compañeros hoy vivimos en una democracia que nos
permite decir lo que en la guerra y en el regimiento no podías manifestar, pero
lo sentías.
A Ñequi y Mononi:
Les dejo:
– Muy poco en el orden material,
– un apellido: "Falconier", y
– a DIOS (ante quien todo lo demás no importa)
Papá
Para que mis hijos lo lean desde jóvenes y hasta que sean viejos,
porque a medida que pasen los años, adquieran experiencia, o tengan
hijos, le irán encontrando nuevo y más significado a estas palabras
que escribí con amor de padre.
La carta del maestro Julio Cao a sus alumnos: "Cierro los ojos y
veo sus caritas riendo y jugando"
Julio
Roberto