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Americo - Cinco Cosas Que No Sabias Sobre Francisco Ramirez
Americo - Cinco Cosas Que No Sabias Sobre Francisco Ramirez
2 – El Supremo era hijo “natural” de Tadea. Ese niño, “Josef Francisco”, anotado en el libro
bautismal el 3 de octubre de 1788, no tiene padre: el libro dice claramente “de padre incognito”. En
efecto, Gregorio Ramírez, el primer marido de Tadea, había fallecido en 1876, y ella se casó con
Lorenzo López en 1789. El niño nació en el medio, cuando Tadea no tenía marido: ¡algo
inaceptable para historiografías pacatas! Es el dato más incómodo que la historia oficial se ocupó de
ocultar, y (según Gregori y Carlos A. Roca) la razón por la cual se adjudicó la identidad del
Supremo al otro niño, Josef Florentin, nacido el 13 de marzo de 1786. Un héroe como Ramírez no
podía ser “un bastardo”, los prejuicios de época no podían admitir algo así y por eso alguien agregó,
en la partida de Josef Florentin, un “Josef Franco. Ramires” al costado (con otra letra y otra tinta,
sostiene Roca). Gregori se interroga cuál de los dos es Ramírez, si Josef Florentin o Josef Francisco,
el de padre desconocido, y concluye que “un análisis lógico me hace pensar que se trate de este
último (…) al que por ser hijo de la viuda de Ramírez, todo el mundo lo conoció por Francisco
Ramírez”.
3 – El primer gobernante electo popularmente. Francisco Ramírez fue pionero en muchas cosas.
Una muy especial, inédita en su época (en la que los gobernantes se dirimian por la fuerza) es su
voluntad de legitimarse con el voto popular. Así lo cuenta el historiador Urquiza Almandoz: “Una
vez dictadas las disposiciones que dieron origen a la República de Entre Ríos, Ramírez convocó al
pueblo para que eligiese el Jefe Supremo”, cuenta el investigador. En efecto, en toda la
Mesopotamia (todo el territorio de la República ramiriana) se convocó a “oír el voto libre de los
habitantes”. El autor describe cómo se vivio en la villa de Concepción del Uruguay, que “se aprestó,
como los demás pueblos que integraban la nueva entidad política, a cumplir con la convocatoria.
(…) Fue un soleado día de noviembre de 1820... El comandante militar ordenó que se aprestara un
pequeño cañón. (…) La señal de la convocatoria había sido dada. Todos los habitantes de la villa,
sin distinción de clases ni de personas, comenzaron a converger hacia la plaza. (…) Cada uno de los
concurrentes, por sí y por su libre elección, dio su voto para consagrar al Jefe Supremo. (…) Poco
frecuente, sin duda, era el hecho de que una población de algo más de mil almas, pudiese contribuir
con la expresión de su voluntad, a la elección de uno de sus hijos como máxima autoridad (…) Se
trató del esbozo de un sistema de consulta popular, que con todos los defectos que quieran
señalársele, debe ser juzgado en función de la época y del ambiente en que se aplicó”.
4 – La poderosa Tadea y su origen humilde. La mamá del Supremo era una mujer de una familia
que se había hecho de abajo, aunque algunos historiadores quisieron inventarle una falsa prosapia.
Su papá, Antonio Jordán, nacido en la isla de Malta, en 1831, conoció en Buenos Aires a María
Elvira López, con quien se instaló en el Arroyo de la China, por entonces todavía despoblada de
españoles. Se sabe que tenían escasos recursos porque Antonio no pudo abonar los gastos de un
oficio religioso cantado al morir su esposa, en 1786, y el cura se hizo cargo “dado el estado
menesteroso de los deudos”. Por esa pobreza, debe haber sido un alivio para Antonio que sus tres
hijas se casaran con “jóvenes paraguayos de origen guaraní que trabajaban en la zona”, como lo
registra Urquiza Almandoz. Antonia se casó con Felipe López, Magdalena con Agustín Almada, y
Tadea con Juan Gregorio Ramírez. Labriegos dos de ellos, carpintero el restante. Pobres pero
honrados. Nada de linaje ni de abolengo. Tadea enviudó de Gregorio en 1786 y se casó tres años
después con Lorenzo López, comerciante español, de quien también enviudó en 1819. Quedaba así
a la cabeza de una familia de excelente posición, como lo muestra el censo de población realizado
en 1820 (por orden del Supremo Entrerriano). Allí la familia de Tadea aparece como propietaria de
la mayor cantidad de esclavos, después de Josef de Urquiza (padre de Justo José): diez personas
esclavas contabiliza el censo, más tres jornaleros y tres “agregados”. Urquiza tiene veintidós. Esto
muestra que Tadea había forjado una sólida posición en tres décadas, desde aquellos humildes
comienzos con el carpintero Ramírez.