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Disedin interiney euhieres: RAG. Sa prohibe la roproduesin total oparil de ets obra —inelide ol deeSo \ipogrifico y de porada—, sea cual fuere el meio, eleeunico o mecinico, sin el consentimienco por escrito del eior. © Losautores, por sus textos, 2018 D.R.© 2018, Edicionesakal México, S.A. deC. V. (Calle Tijemani manzans 13 ote 5, ‘oon Pedra de Sanco Donningo, seca VI, elegin Cayocin, CP 08309, ‘Cid de Mico “Tl: 0159 56508.26 Fox SOO seal com an ISBN: 978-607-97816-5-1 Imspreso en México José Antonio Piqueras y Guy Pierre (coords.) La irrupcién del Imperio El Caribe y América Central bajo el dominio del capital norteamericano (1898-1940) ARGENTINA ESPANA MExiCD CAPITULO VIL El nacimiento del imperio norteamericano: Capitales e intereses estratégicos en la creacién de una esfera de influencia en el trépico Jost Avvrosto Prowznas io Hay palabras que se desgastan con el uso y terminan por per’ i$ der su sentido original. La voz imperialimmo ha sido una de ella. Nociones que se extravian en sus nuevas significaciones ¢ son re~ dlucidas a vocablos desprovistos del sentido hist6rico al que deben su expresién, después de haberse hecho un uso arbitrario y un abuso retsrico en el combate por descalificar al adversario (inclu- so respecto a pricticas justamente repudiadas, pues atafien a mo- dolidades de opresion sobre seres humanos, colectividades socia- les y naciones enterai). La nocién “imperialismo”, introducida con la fnaldad de designar una tendenciainédita del comercio y economia capi palabras condenadas a la postracién. Sucede después de haberse convertido en epiteto de lucha de varias generaciones: sirvié para designar la expansi6n febril de finales del Ochocientos y la com- petencia que condujo a la despiadada carniceria de la Primera guerra mundial; ya en el periodo de Ia Guerra Fria, la expresién qued6 cefiida a Estados Unidos y a su papel de gendarme univer- sal ante los movimientos anticoloniales auspiciados por organiza ciones de izquierda en el ‘Tereer mundo y los avances populares que amenazaban en América Latina y Asia sus intereses econémi- cos 0 geoestratégicos. Asi, Vietnam se convirti6 durante dos dé- cadas en el simbolo por antonomasia de agresién imperialista y de L * P.J.Cainy M. Harrison (eds), Imperial, Critical concepts in bstorcal “studies, 3 vols» Londres, Routledge, 2001. Véase lati sintess,enla que se privilegia las interpretaciones econémicas, de J. M. Vidal Villa, Teoria del 5 ‘nperalne, Barcelona, Anagrama, 1976. T ° 2 238 José Antonio Pigueras _/” wesistencia popular; Cuba fue la réplica mis resonante de revolu- / cién nacional, socialista y antiimperialista. También los anténi mgs se desgastan. Las formas cambiantes que adoptaba la dominacién colonial, | ta explotacién ecousmica, el saqueo de Jos recursos naturales, Ia | Iburla dé las soberanfas recign adquiridas en unos casos, y de sobe~ || Tanias con capacidad de decisién inferior a la del consejo de admi- nistraci6n de una sola de las compafifas extranjeras que operaban \ en no pocas repiblicas latinoamericanas, eran realidades en dis- | eusin en la década de 1960: concitaban Ia intervencién activa de ‘Tos revolucionarios del rwt.de Vietnam, del run argelino, del Mo- - vimiento Nacional Congolés, del M-26 de Julio cubano. Las ré~ | plicas fueron el golpe contra Jacobo Arbenz en Guatemala, la |. invasién de la Repiblica Dominicana en 1965, las masacres en el Congo e Indonesia, el golpe contra el gobierno de Unidad Popu- °\’\ taren Chile, ete. Fueron aftos de hechos y de libros de titulo re~ - sonante, de intelectuales criticos con diferentes registros que de- safaban las ortodoxias: el Escucha, yangui, de C. Wright Mills, Los ¢Revoluciin en la revolu- ‘los pueblos de América, Asia y Africa; del aelinnaie de 1967 del Che Guevara —de incégnito en la selva bo- liviana— a “Atacar dura e interrumpidamente en cada punto de cenfrontacién” al dominio imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica hasta obtener una liberaci6n real, mediante la gue- rm sin cuarte, liquidando sus bases de sustentacién, esto es, los _territorios dependientes;se hacfa preciso crear dos, tres Viemnam... El imperialismo se traducia en injerencia en los asuntos inter- fee § vie otro pais, disputa de areas de influencia, intervenciones .¢? militares directas o encubiertas con desconocimiento de la sobe~ Se ania ajena. Atrés quedaba la expansion territorial, propia del co- lonialismo, y la explicacién sobre la tendencia de Ia economia ‘eapitalista hacia la concentracién de las grandes corporaciones, sebre el papel directivo del capital financiero y la toma de posi- ‘ciSn de los capitales excedentes en paises subdesarrollados 0 en proceso de desarrollo, pretendiendo una tasa de beneficio supe- El nacimiento del imperionortcamertcano... 239 rior, lo que llevaba a dominar sus economias y a asegurar las i versiones y las condiciones de reproduccién del capital extranjero mediante la participacién de los Estados matrices de esas compa- ‘fas en la subordinacién de las nacionies receptoras de capitales. Posiblemente, la que puede considerarse como la tltima gran contribucién 1a teoria econdmica del imperialismo finaaciero se © produce en 1966, ET capital ista, de Paul Baran y Paul ‘Sweezy:* La caesti6n se reformula de otra manera en el marco de ~Tas teorfas del desarrollo (y el crecimiento desigual) que aparecen después de 1945, In teorfa de la economia-mundo' y las distintas formulaciones sobre el proceso de globalizacién, entre las que destaca el controvertido aporte de Michael Hardt y Toai Negri en Jmperio, libro que anuncia el final del imperialismo en nues- tros dias y su sustituci6n por un horizonte unitario del imperio, ‘que ya no es la hegemonia de los Estados Unidos como antes lo fuera de Gran Bretafa, Francia, etc., sino el orden del “capital _colectivo” que reclama un orden politico global, supranacional, “Ui horizonte unitario reorganizado que reemplaza la jererquia de tun Estado-nacién sobre otros por una estructuracidn global, que sitia en la cima a Jos capitalistas sin distincién de ciudadanfa, aun ‘cuando se esti por definir la forma que adoptaré el poder supre- Mp Be Baa Sweeny, Ect meal, Eno mein cant ‘mica y sacl de Exadas Unides, México, Siglo x1, 1973. 1 Vease la sintesis de PW. Preston, Une intradacctn ala tara dl dest- rrallo, México, Siglo x31 Edivores, 1997; pp. 169-411. Wallerstein, El modern sistema mumdial,3 vols», Madrid, Siglo xx1, 1979, 1984 y 1989, Para lewnanuel Wallerstein, l imperialism esinhereate aa estructura del moderno sisiema-mundo, aa economia-mundo capitalist, no es por lo tanto una forma espeifica de capitalismo ni corresponde a una cepa reciente de su desarrollo: el eapitalismo siempre fue “un siscema jerir- quico, desigual, polarizante, cya estructura politica es la de un sistema inte restatal_en ef que algunos Estados son railiestamente mis foeres que ‘otros. En el ayarce del proceso de acumulacién sin finde capita, los Estados (©. mas fuertes imponen constantemente su voluntad sobre los Estades mis dé- les, hasta donde pueden”. En I. Wallerstein, La decadencia del imperio. EE. (UU. en un mance casio, Taalla, Txalaparta, 2005, p. 148, Sobre los ciclos del capital y susearaetersteas, en una lines semejante, G. Arrighi, El largo silo XX, Madrid, Aka, 1999, 46s 240 José Antonio Piqueras smo, en el que las élites norteamericanas atin desempefian un pa- pel may destacado. Las tesis de Hardt y Negri, de forms sor. prendente, remiten a las previsiones de Karl Kautshy en “Ulera-imperialismo”, que luego comentaremos, sélo que con un desenlace opuesto al del austriaco: con una exacerbacién de los conflictos entre la “multitud” y el capital colectivo organizado en oligopolios. Las tesis de Hardt y Negri fueron formuladas, para~ dojicamente, poco antes de la Guerra de Irak y la ocupacién mi- litar de la regidn, y del resurgir de los nacionalismos y de la rei vindicaci6n de los Estados-nacién frente a las consecuencias de a globalizacién, El antiimperialismo es uh fenémeno muy anterior a los afios v?sesenta, En fecha temprana se publicaron en Latinoamérica los primeros textos nacionalistas con esa orientacién, hasta Hegar a convertirse en un auténtico género —y hasta una generacion in- telectual que se expresa desde una serie de referencias comparti- das y diferentes posiciones ideolégicas—, como acertadamente andra Pita y Carlos Marichal.* En 1925 se creaba en iperialista de Jas Américas, a la que siguié Ia ‘iacionales y federaciones estudiantles en varios pafses, puesto que obedecfa a una estrategia del Komin- tern.’ Pronto adoptaron la misma orientacién movimientos poli- “ticos populares de signo ideol6gico no marxista, en Nicaragua, __ Pert y Venezuela, entre otros. El Ejército Defensor de la Sobera- NV nia. Nacional de Sandino, en Nicaragua (1927), y el arka de Vi tor Rail Haya de la Torre (1930) fueron ejemplos de esto ultimo. En suma, al imperialismo casi lo hemos percibido en nuestros del “hegemonismo yanqui” que violentaba la sobera- nfa nacional ajena, y lo hacia arco de un pretendido equi- y_* M, Hardey T: Nege, peri Buenos Aires y Barcelona, Pridés, 2002 PF empire, ‘Cambridge y Londres, Harvard University Press, 2000]. 2°X: Bia Gonzile y C. Marichal Salinas, “Pensar el animperztisno", Insoducion A. Pita Gonzler y C. Marca Salina (cords), Pear \\.G | animperale, Enseyer de bisorin intelectual leinoamericana, 1902-1930, VA | ‘Sexicor El Colegio de México y Universidad de Colima, 2012, p13. 7B. Rested, Contra el inperio. Historia dela Lige Antinperiaita de lar 6 < Américas, Siglo xx Eaitores, Mésico, 2012. El nacimviento de imperio norteamericano... 241 librio geopolitico que en los afios sesenta se revistié con la sinies- tra doctrina de la seguridad nacional para justificar los mayores desmanes en numerosos paises. Del precedente politico combativo de los afios 1920 y 1930, y de las hogueras de la Guerra Fria y de sus incontables puntos ca- lientes resultaron experiencias muchas veces dolorosas y monto- nes de cenizas, entre éstas, las que habfan consumido para el len- ‘guaje analitico el concepto complejo de timperialismo” en sus diferentes secuencias intelectuales, reempla23tio-por Una voz has- ta cierto punto desacreditada, que era asimilada a un exabrupto politico. HoBS B40 ‘Acerca del imperialisma, del uso del concepto y de su ratura~ leza, escribe Eric Hesbiwm: “Los debates que rodean a este deli- ‘cado tema son tan apasionados, densos y confusos que Ia primera tarea del historiador ha deser aclararlos para que sea posible ana- liza el fenémeno en lo que realmente es”." En esa linea seexpli- | ccan las siguientes paginas de mi contribucién. SEuipcana de (Mle Al Fun PERPLEJOS POR UNA NUEVA PALABRA: EL CONCEPTO ¥ LA REALIDAD En_1902, en un intento de dar cuenta con exactitud de la ex- presién que aludia “al movimiento més poderosos de Ia actual vida 5° politica del mundo occidental”, John A. Hobson, en Jmperialimn, A Study, remitia a las suilezas del significado que encerraba la palabra “imperialismo”, y apelaba a explicarlas por medio de los hechos conieretos dé Ia historia reciente. Esas sutilezas informaban del desarrollo interno de los paises industrializados, del notable incremento que experimentan en su produccién a finales del siglo 11x, de los procesos de concentracién que suprimen la competen- cia doméstica, del descenso continuado de los precios de las ma- terias primas que facilis la prodccion masiva por encima de lo -que pueden absorber sus mereados, de los cambios en las polticas | }E.J. Hobshawm, Le era del imperi (1875-1914), Labor, Barcelona, 1989, p. 60. 242 José Antonio Pigueras comerciales que conducen a abrazar el prot tercambios internacionales, Llamaba [a atencidn también a la di- fasién del temor a que los espacios de influencia que no fueran establecidos con suficiente autoridad sirvieran a un potencial rival para hacerlos propios, porque la nueva expansién politica y eco- rnémica, con frecuencia con respaldo militar, a diferencia de expe- riencias imperiales pasadas, se caracterizaba por una gran plurali- dad de poten competian entre sen una carrera sin freno.? Si la idea imperial, la expansion por conquista de puellos dis- tintos y la extension del dominiv de la autoridad preponderante, es tan antigua como la formacién de los primeros Estados, la doc- trina que explica y justfia esa tendencia se ha revestido en el curso de la historia de principios muy distintos: militares, polit- cos, religiosos, .. La sustracci6n de riquezas, el aprovisi bajo, I canalizacion de tibutos, la seguridad de las fronteras, el ensanchamiento del comercio, la ob- tencion de recursos naturales exéticos o escasos en Ia metrépoli acompafiaron a cas todas las empresas de este tipo desde la Ant giiedad. A veces se revistieron de misién superior: la propaga de una fe verdadera o Ia Sbligacién moral de civilizar al barbaro, “Como fornia polities, el Imperio fue én Roma una transaccién entre la repiiblica y las tendencias a reforzar el imperium, In autori- ddad maxima de los eénsules que recordaba el poder de la monar- ‘quia. La férmula se reedité en Francia bajo la égida de Napolesn Bonaparte, Entre una y otra experiencia, durante los siglos que ‘ocupan la Epoca Moderna, los imperios —aun los que evitaron esa designacién— fueron parte de la expansion de las monarquias © absolutistas, con la excepcién del breve periodo en que las Provin- -~ias Unidas de los Paises Bajos actuaron como una confederacién \ de repiblicas mercantiles. Finalizando el xix, comenzé a hacerse. tuna nueva leccura del colonialismo que venia cobrando impulso- «desde mediacios de siglo, en coincidencia con la expansién de la A [ ‘economia capitalista de los cincuenta y sesenta. Hobson consice~ ard el imperialismo como una defoi ién del colonialismo. El nacinento del iniperio norteamericano... 243 "Hasta entonces, la doctrina de la expansién militar, polita y y S” econdmica que empujaba a los imperios a formarse y- carecta de sustantivo y de adjetivo. “Tmperio” e “impen enn e&, no ast li ”. Es cierto que ocasionalmente ‘estas tltimas expresiones habian sido utilizadas foreanco uno u otro idioma, pero no es hasta el dltimo tercio del siglo xix que comienzan a ser empleadas, primero, en sentido negativo por pe- riodistas britinicos a propésito de las ambiciones de Napoleén IIL. “Imperialismo” e “imperialista”, en cuanto neologismos, no tardaron en invertir su connotacién despectiva en la década si- guiente. Se admite hasta la existencia de un acta de nacimiento, que sin embargo no utiliza ninguna de las dos expresiones citadas: Ja Guerra Ruso-Turca de 1877-1878, en la que el gobierno briti- por el liberal n Disraeli exacerbata el sen- ‘ido patridtico de las clases populares en contra de la extensién de Ja influencia rusa en los Balcanes, Io que darfa lugar también al © nacimiento del jingoismo.)En 1878, Gran Bretafia adquiere el pro~) tectorado sobre-Chipr€ mientras comienza la segunda guerra contra Afganistin; un ano después emprendia la guerra contra el reino Zulé, en el sur de Africa. En contra de esa visién del impe- rio como empresa militar expansionista que alienta sentimientos popalares agresivos, en septiembre de 1878 se pronuncis el lider liberal William Glanstone. En el articalo “Engla cénsuraba la concepcién imperial de Disradliy utilizaba el califi- ccativo “imperialist” en sentido negativo al destacar las al ‘con pafses oprésores y buscar por la fuerza la incorporaci ssometimiento de pueblos de caracteres étnicos distintos, mi ‘ propugnabs una colonizacién oacifiea y una convivencia impe- rial basada en el provecho mutuo y la confianza. Las nuevas pose- siones estarfan al margen de la doctrina del self-government, como ‘también Hobson destacaria. La concepcién paternalista de Glans-_ tone no excluia el sentido de “imperio” “EI se ppétio puede ser considerado innato en cada briténico”, afirma). A lo que se oponia era a un uso ilegitimo del poder para apelar a intereses imaginarios, “bajo el nombre prostituido del patriotis- mo, de temores exagerados”, para apropiarse de vastos espacios ‘ eo A 244 José Antonio Pigueras de la tierra “y establecer su supremacia scbre hombres de toda raza y lengua”. Glanstone abogaba por regresar al respeto del de~ echo paiblico, la libertad racional y la amplia expansion del cris ‘tianismo.' En noviembre de 1878, el conde de Carnarvon, que habia sido secretario de Colonias en 1866-1867 y entre 1874 y 1878, poco después de dimitir del cargo en disconformidad con la politica expansiva de Disraeli en Oricute, pronuncio en Edimburgo la conferencia “Imperial Administration”, en la que confesaba: ““Hlemos estado en los ultimas tiempos un tanto perplejos por una nueva palabra, “Imperialismo’, que se ha colado entre nosotros”, El conservador Carnarvon nia hacer la distincién entre el verdailero y el falso imperialismo. El verdadero imperialismo —~—TLa expansién estadounidense de 1898 forzs la creacién de una a | nueva eatecoria juridico-terrtorial, la de unincorporated territo ‘territorios no incorporados”, a los que podia darse 0 no un esta- ruto “organizado”, un acta de gobierno, el equivalente al self:go- vernment britdnico; una suerte de autonomia. La suma y heredera de las trece colonias inglesas, la repiblca demeeritiea —y la con- tradiccién es que bajo el mandato de Theodore Roosevelt sei cié la era progresista y de buenas intenciones en la politica inter- na de los Estados Unidos, que entre otros propésitos inclufa un reforzamiento de los mecanismos democraticos—, no podia ir por el mundo comportindose como una potencia militar més, anexado colonias y sometiéndolas. O quiza si podia hacerlo, aun- que la palabra “colonia” resultara odiosa. De hecho, la prictica de repablica imperial habia levado desde el siglo xvi a una expan sion en el continente, hacia el oeste y el sur mediante la conquista y colonizacién, mediante la creacién de colonias para las que se invent6 un nuevo nombr dos", Esta designacién, en la mejor tadicion republican previo en la Constitucién de 1787 la futura incorporacién de los territo- riosa la Unién, una ver. fueran colonizados por poblacién blanca, reunieran cierto mimero de habitantes y se constituyeran politi- camente como Estado, dndose una constitucién en el espiritu de a vigente en la Unién, y lo aprobara el Congreso. Debe tenerse en cuenta que cada incorporacién implicaba la designacién de dos senadores y tiene, por lo tanto, incidencia en la arquitectura del gobierno y en los equilibrios politicos. Los territorios “no incorporados” carecen dela perspectiva de £ su transformacion en un estado, no ingresan en una condicién © transitoria, que en el pasado habfa durado desde unos pocos afios, a medio siglo. No ingresan tampoco en la indefinicién juridica: son colonias con un nombre distinto. No obstante, a Hawi y Alaska, territorios anexados en 1898 y 1867, respectivamente, se NO INCIRPS AAW? | on onan Fenn Te eu Son) GovomAS Con min ios incorporados organiza- 7 256 les reconocié Ia condicién de territorios incorporados en 1900 y | 1912. La perspectiva de asimilacién de la poblacién, de acuerdo con los criterios de Ia época, resultaron decisivos: Hawdi tenia 154,000 habitantes en 1900, de los cuales los nativos suponian el 24%, los blancos norteamericanos eran el 5%, un 12% eran por- trugueses llegados después de 1878, y habja una mayoria de asiati~ cos —también llegados en las tres décadas anteriores—: el 56%, de los que un 40% tenfa origen japonés y un 16% chino, y que ‘como los anteriores eran considerados forineos. Alaska spenas tenia 60,000 nativos y mestizos, repartidos en una superficie de {tall y meio de kidmetros ‘cuadrados; la fiebre del oro desata~ daa partir de 1896 atrajo varias decenas de miles de aventureros, —para los que se creé la perspectiva de constituirse en estado. Puer- © _to Rico, Filipinasy las Islas Virgenes carecian de ese interés, y sus poblaciones se consideraban poco adecuadas para ser admitidas ‘en In Unién como estado de pleno derecho. La accién de los na~ cionalistas y Ia conflictividad arrastrada durante varias décadas, introdujo una variante, el territorio no incorporado orzanizado, del que el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, reconocido en 1952, es el exponente més evolucionado. José Antonio Piqueras & ey \ 3. Las TEORIAS DEL IMPERIALISMO ECONOMICO ) John Hobson concluyé que el crecimiento de la demands inter- ‘na nunca parecia suficiente para potenciar el complejo industrial y financiero en determinada etapa de su evolucién, fundamental ‘mente debido a los bajos salarios que estaban en la base de Is indus- trializacién y que propiciaban un subconsumo en relacién con la oferta. La enorme desigualdad social favorecia ademis un exceso | de ahorro de la clases elevadas. Los gobiernos adoptaban politicas de presién sobre terceros paises y acudian a medios militares con el » | objeto de forzar a otras naciones a abrirse a las inversiones y a los productos europeos. Desde la Guerra del Opio, las medidas en \ ese sentido se habian sucedi o~ Fido un pape! preponderante, pasando a dominar las dreas mas teccionistas que atienden las pe venios bilaterales con Estados semi ‘en las restantes situaciones. HL pea En 1910, Rudolf Hilferdinz, adscrito a la corriente austromar- -xista, prominente teorico y politico de la socialdemocracia alema- nna, publicé Das Finanzkapital (El capital ferding adverta la wansformacion organics que se habia producide [precisamente en los sectores més avanzados del capitalismo, con la y In tendencia disfana hacia el m rizaba a los grandes sectores industriales y fi- maneieros. Los cirteles y los musts requerian para su expansi nuevas funciones central zadas del Estado, fente a la censura ante- rriora toda intervencién propia del capital liberal. En el proceso de \ci6n de Ia economia, las grupos financieros habjan adqui- er’ e ee eet y avanzadas de la produccidn. La tendencia decré la cunscrito a la agricultura, y que Stuart Mill negaba explicitamente "© a la industria, habia sido trasladada por Karl Mars al conjunto del capital. Hilferding regresa a la jarxista de los rendimientos (/ decrecientes para interesarse por las respuestas del capital financie- r07dos nociones ante las que el socialstallamaba a desconfiar en |i medida en que son presentadas como naturales: la superproduc- cién de mercanefas y el subconsumo. En realidad, la sobreproduc- | cién tenia lugar en condiciones especificas del capitalismo, en el | que el consumo aparece frenado por la resistencia a reducir la tasa_| sde beneficios en forma de aumento de los salari } Hilferding e ocupaba de la faneidn del eredis\ en la expane | j6n de la industria y del comercio, y del crecimiento mas r4j sel capital monetario respecto al capital productivo, orientaci sms acusada en las etapas de crisis que crean un excedente que por lo general se traduce en enorme liquidez monetaria y reduci- dos créditos. El mercado exterior viene a resolver el inypasie: la sta imperialista te de financiero se presenta entonces como “el grado mis elevado de poder econémico y politico en manos de la oligarquia capital 258 ta”. En torno aeste doble objetivo, exportador de capitales y ex- —pansionista, se unen las clases dominantes de un pais a pesar ‘ela ‘competencia doméstica del capital monopolista. América Latina, |”. José Amonio Piqneras El nacimiento del imperio norteamericano.. 259 1) El imperialismo no caracterizaba sélo al sector financiero, sino que correspondia a la expansién mundial del capital ‘mo en su proceso de internacionalizacién, einauguraba una \ ata ‘con otros territorios de reciente colonizacién, aftade, habia con- tribuido desde as décadas finales Uel siglo xrx a un desarrollo del capitalismo “engafiosamente vertiginoso”. Estas inversiones pro ‘porcionaban beneficios muy desiguales al pais exportador de ca~ C pitales y al pais receptor debido a la repatriacidn de utilidades.” Las ideas de Hilferding pronto fueron examinadas, asimiladas y discutidas por otros autores marxistas en tn contexto en el que icidn y el monopolio eran una realidad que avanzaba a “un ritmo vertiginoso en Europa y América del Norte. Una suce- sion de trabajos, ls mayoria procedentes de la izquierda socialista, © tuvo lugar en visperas y en los primeros tiempos de Ia Guerra Europea: La acunmulacin de capital, de Rosa Luxemburgo, en 19135 La economia mundial y el imperialismo, de Nicolai Buj | en 1915; El imperialism, fase superior del capitalisna, de Viadimmix \ [Ulianov] Lenia, en 1916, El tema no permanecié ajeno a las pre- ‘ocupaciones del guardian de la ortodoxia socialdeméerata de la _6\' [Segunda Internacional, Karl Kautsky, quien en septiembre de nueva época para el capital. 2) La relacién con los paises atrasados y las colonias, que nun- ca habia sido pacifica sino lena de opresién para éstos, co- noefa un grado superior de violencia, se trasladaba de la politica al capital financi 4) L-exportacin de capitales y el acotamiento de dreas de influencia por los paises industrializados guardaba estrecha @ relacién con fa di ernacional del tratajo, una va- so conocida en Ins econo- 1ias nacionales, y aquélla obedecfa de un lado acondiciones naturales —Ia idoneidad de los cultivos y Ia localizacién de recursos mineros— y, de otra, de la diferencia de “culvara” y de desarrollo de las fuerzas produc paises, esto es, segin disp > Ese desarrollo de: _ yl") 1914 publicaba en Die Newe Zeitél articulo “Ultra-imperialismo”, igual, continta, crea diversos tipos de eco- v en el que sostenia que el capital industrial, legado a un momento oma, al ampliar la divisién internacional del trabajo sobre desu desarrollo, buscaba la subordinacién de las regiones agrarias. / na base social, y relega a Tas regiones agricolas a un plano Kautsky fue el nico socialista que opin sobre la cuesti6n con una { concreto uniforme, exportador de materias e importador de_ \y ¢ manufacturas. Y como ese intercambio de mereancias es de “\\ Pasado y Presents, 1975, valoracidn positiva, siempre que los monopolios escogieran la via de la negociacin entre ellos, al eliminar la anarquia de la compe tencia y conciliar los intereses, lo cual favorecfa el desarrollo paci- fico. Escribia estos apuntes dos meses después del inicio de la mera guerra mundial, conflicto imperialista donde los haya. °' Bujarin, por su parte, ilustré cumplidamente las tesis de Hil- ferding y aporsé nuevas conclusiones: . Hilferding, El capita financero, Madrid Teens, 1985. + la consiguiente concroversia erties de Bujarin, Los ds textos estin “ reunidos en espatol bajo el itlo de! trabajo del segundo: R Laxemburg, Bujarin, B! imperialism y la acunalacin de capital, Cérdoba, Cuadernos de | valor desigual —por su desigual naruraleza—, las transac- ciones acaban por regular la vida social econémica. Las con-} diciones de produccién internacionales acaban con Ia anti- | gua compartimentacién por la que los precios estaban | © determinados por los gastos de produccién nacionales. | a 5) Del mismo modo que se opera en un mercado internacional cada vez més amplio, se forma un mercado mundial de ca- pital-dinero que se expresa en la nivelacion de las tasas de interés y los tipos de descuento. 2 N. 1. Bujarin, La econornia mundial y ef imperial, # ed., México, \ Siglo xxi, 1977, sefaladamente, pp. 34-82, yel preficio de Lenina esta obra_/ (pp. 23-29). 260 fore Antonio Pigueras sa integracién del capital financiero y del producti- US" yo en sus respectivas areas y entre sf, bajo el dominio del primero, ‘modificaba [a misma naturaleza del capitalismo y creaba las condi- én de capitales susticua la anterior | peeponderinia dea e701 iyolied tener elevadas tsns de ganancia conducia a comportarse en la esfe- ra internacional como en el mercado nacional, a través del mono io, y éste se aplicaba mediante el reparto territorial del mundo “entre las grandes potencias, incluidas las naciones formalmente sa independientes que eaen ajo el manto de imperiosinformales. La \PO_crisis de 1873 habria marcado el punto de inflexidn entre el ca ~talismo TC del ix, culminada en 1900, ‘acelerd la cartelizacién Srna y elev el papel desempefiado por a(banca de I desarrollados. Mediante lazos personales, bai, industria y altos UX | funcionarios de gobierno garantizan los intereses recfprocos. Y la sportaeish de capitales a paises atrasados expand el mercado iia, jsmo a donde no Se conocia o estaba in- ~suficientemente extendido, se beneficia de los bajos costes de las materias (y de su produccién) en los destinos de inversi6n, crea cauices nuevos a la exportacién de mercancias y traslada los acuer- dos monopélicos ala esfera internacional para evitar, hasta donde | es posible, los enfrentamientos por posiciones hegeménicas. Para toalas estas cuestiones, especificamente las relacionadas torios para erear reas de influencia, ismo los intereses econét icos, no eran asuntos misteriosos ni formaban parce de una corriente de descré- dito, sino que se soar ae en algo corriente en la literatura econémica y politica a part urtahispano-ameriana de 1898 y dela guerra anglo: En todos los autores citados, la caraterizacin del imperia- lismo” como politica del capital financiero o fase distinta de desi rrollo capitalista contemplaba la relacién entre pafses industria~ | les, de unado, y paises atrasados y colonias, de otro. Sin embargo, Q pe (© CR Lenin, 1 imperitiona, fase superior dl capitalino, Madi, Fone omen 1998 El nacimniento del imsperia norteamericano... 261 las conclusiones, aparte de la.opresién y especializacién de los segundos, se centraban en las economfas y las estructuras sociales de las naciones avanzadas, con lo cual las otras quedaban como un actor pasivo sobre el que no se indagaba. La atencidn prestada a los Estados Unidos era muy secundaria. ¥ sin embargo, no habia lo el pujants imperio britsnico, con su agresiva politica expan- siva de las dos décadas anteriores —que habia llamado Ia atencién le Hobson—y sus excedentes de capitales, el primero en estable- ‘cer una linea de cesura, sino la guerra desplegada en el Caribe y_ ‘en el Pacifico por una nueva potencia emergente —al menos a pot gel esté nivel—, Estados Unidos, para liquidar los restos del debilita- do imperio éspaiiol, imeapaz de somerer In insurreccién cubana que se prolongaba por tres aiios. EL ASCENSO DEL IMPERIO NORTEAMERICANO, Por los Tratados de Pai la soberania sobre Cul separada de las Carolinas, que carecian de interés para les vence- dores. La soberania de Cuba —como consecuencia de lis luchas libradas desde 1868, del grado de movilizacién existente y de los compromisos adquiridos por el Congreso de los Estados Uni i bien las fuerzas de ocupacién Espafa transferfa a Estados Unidos impusieron ‘va repiiblica antes de ceder e! gobierno. Las restantes posesiones, ‘en calidad de colonias, pasaron a for te del nuevi orteamericano, junto con las isla§ Hawa) en las que un pul de colonos nortea > 0 sis descendientes se habian con- vertido en plantadores de azicar, controlaban el 80% delas pro- ducciones, pretendi ‘operacioneé.que llevaron a tomar ‘Manila ‘convencieron al Congreso de la convenienc de 1898, en pleno desarrollo de las host ia isla de Guam, _ USA

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