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LAS INDEPENDENCIAS IBEROAMERICANAS EN SU LABERINTO CONTROVERSIAS, CUESTIONES, INTERPRETACIONES TULIO HALPERIN NONGHI Universidad de Buenos Aires/Universidad de California, Berkeley Por las razones que indico mis abajo, he organizado toda mi respuesta en tomo a la primera de las preguntas que aqut se me formula, que al inguirir ‘cull e5 mi tesis central acerca de las independencias, engloba en rigor todas las demas, que me he esforzado por recoger también en los puntos en que resulta ppertinente, Aqui va entonces mi respuesta, 1. zCuél es su tesis central sobre las independencias? Esta pregunta inspirada sin duda por los debates historiogrificos hoy en- tablados en tomo al tema, se acerca a devolvernas, con un vocabulario nuevo, al vigjo debate acerca de las causas del derrumbe de Ia monarquia catlica que habia regido durante mis de tres siglosteritorios desperdigados por tres con- tinentes, Ese debate buscaba establecer cul habia sido la verdaderamente de- cisiva entre as condiciones sine gua non que hicieron posible que el desenlace risis de In antigua monarquia trjera consigo la creacién en la América continental de tn conjunto de repiblicas independientes cuyas insttuciones intentaban adecuarse en su funcionamiento alos principios representativos en {que se apoys el consttucionalismo moderno. Asi planteado, creo que es éste un problema insoluble, ya que todas las condiciones sine qua non son por defini- as, y cuando un estudioso concentra su atencidn en una de ella es sencillamente porque ésta ha araido su interés mis que otras. 'Asi, por ejemplo, si nadie podria negar cudnto ha contribuido a enriquecer nuestra comprensién del proceso que dio lugar al surgimiento de las repli hispanoamericanas la exploracin por Frangois-Xavier Guerra del papel que en 1 desempetiaron los avances de una visién de la sociedad (y en consecuencia de la politica) que era ya la del individualismo modero, en saciedades que ‘permanecian apegadas a las normas heredadas de un pasado en el que Ia vision ‘dominante habia sido fa que Guerra, en Ja estela de Dumont, denominé holts- 126 TULIO HALPERIN {ica, el reconocimiento de todo lo que debemos a ese aporte no nos impediré ‘ributarlo tumbicn al que Stanley y Barbara Stein nos ofrecieron en su Apogee of Empire, en cl que una reconstruccién que no hubiera podide ser més minu- ciosa de un aparato imperial al que los esfuerzos de quienes desde su cumbre bbuscaban devotverie algo de su pasada eficacia no lograron rescatar de su inve- terada parilisis nos permite entender también mucho mejor otra dimensién no ‘menos significativa entre las muy variadas que seria preciso integrar para hacer eligible el proceso que aqui nos interes. ‘Tanto Guerra como los Stein se interesaron por sus respectivas temiticas a partir de estimulos surgidos del presente en el que uno y otros estaban sumergi= dos; mientras Modernidad e independencias es l fruiolargamente madurado de un proyecto concebido euando tanto en In tierra natal de Guerra como en quella en que iba a desarrollar su trayectoria de historiador tocaba a su fin la historia varias veces milenaria de sociedades campesinas cuyos origenes s© remontaban al neolitico, y que el historiador habia alcanzado a conocer por ‘experiencia personel, en ia obra de los Stein gravita con todo su peso el con- texto offecido por la nacién imperial desde la cual fue escrita cuando parecia, ‘ambien ella vacilar en su rurnbo, 0 quizi haberlo ya perdido. Este inevitable rnexo con el presente desde el cual fueron escritas ambas obras, del todo normal en el trabajo de historiador, en nada afecta a la validez de los proyectos histo- ogrificos de los que son fruto, que estoy seguro de que se vers convincente~ ‘mente confirmada cuando los futures historiadores que emprendan sus propias exploraciones desde otros presentes ya muy distintos del de las tormentosas clapas finales del siglo XX descubran que tienen todavia mucho que aprender de ellos. Formuladas estas observaciones algo obvias, tengo que confesar que ~como todos los que procuramos darnos raz6n del proceso que aqui se nos invita a dis- cutir-creo haber encontrado un modo de abordar el tema que me ha permitido drmela de mas de una de las dimensiones de éste. Me vi forzado a buscarlo ‘uando hace ya mis de cuarenta as, y en los comienzos mismos de mi carrera de historiador, la editorial italiana Einaudi me encargé wn libro que presentara {a historia de América Latina en su etgpa independiente a un piblico més am- pio que el integrado por mis colegas, en ese nivel que los franceses laman de ‘haute vulgarisation, lo que hizo que me internara en el tema no, como es h tal, a parti de una de sus dimensiones, sino como un proceso multidimensi ‘nal. Aleancé alla esbozar una imagen del crepisculo y ocaso de la Monarqui catolica a la que casi veinte alos después agregue precisién y detalles en otra ‘obra destinada a un piblico andlogo por la madrileRa Alianza Editorial, como tercer tomo de la Historia de América Latina proyectada y dirigida por Nicolis, ‘Siinchez Albomoz, que tuvo por tema, precisamente, la reforma y disolucién de los imperios ibéricos. En ellas busque aleanzar esa perspectiva multidimen- sional por el camino que desde hace mas de dos milenios es el de la historia: a saber, armando una narrativa que intente rastrear los muy variados modos en {ue esas maltiples dimensiones van articulindose entre si alo largo del tiempo. [LAS INDEPENDENCIAS IBEROAMERICANAS EN SU LABERINTO, 7 IEs éste un modo de aproximacidn a la problemitica aqui evocada al que me ‘mantengo fel, y por lotanto, lo mais parecido a una tesis que podria offecer en respuesta @ la pregunte que aqui se me formula es una necesariamente sucinla narrativa del proceso que aqui nos interest, que me propango ofrecer en lo que sigue: 1. Es importante ne dejar de tener en cuenta que Ia experiencia imperial de ‘Casilla/Aragén y luego Espaii tuvo un punto de patida comparable al de la sd Estados Unidos al media el siglo xx, debid en este caso ala feliz coin sdencia temporal ene n de la Monarquiacatlica en el patrimenio titra de fa casa delabsburgo, que la vbie6 en el ceato miss de sistema se estas europeos, la conquista de las Indias, que la dot de los recursos ‘que durante un siglo hicieron de Castilla la pieza central de ese inmenso con- _glomerado dindstica. Ese comienzo en la cumbre hizo inevitable que inmedi ‘amente a partir de él comenzara un descenso plurisocular alo largo del cual ta Monarqua catdica baa madurar un arte de gobierno mis eficaz de lo que 'suele econocerseparamoderar su ritmo, mientras los episodios en que lo deja- ‘bade lado en busca de revert esa tendenci slo contribuian a aceleralo. Aun asi, es digno de subrayar que afinales del siglo XVI, cuando esa monarquls pa- recia haber aleanzado al punto mis bajo de su large decadencia, su parimonio teritorial ulramarin so habia sido erosionado en algunas 2onas marginales, y aun enellas de mode muy parcial 2. Pero es edifcio imperial era peligrosamente vulnerable crisis egadas desde fuera de él. Yaa comienzos del siglo XVI, a interrupcién introducida por Ia guerra de sucesin de Espafa en el régimen de navegacién y comer entre la metsopoli y sus Indias, que mal que bien habla asegurado que el flujo db metilico americao siguieraproveyendo al fsco regio de los recursos que necestaba la Monargua catéica para seguir paicipando en los confitosen- tre las potencia europeas, en los cuales no podiaabstenerse de interveir aun- aque as lo hubiera querido, le infigé un golpe del que no pudo ya recuperase. YY ést fue silo el comienzo; a medida que avanzaba el siglo XVI las gueras ceuropeas comenzaronalibrarse cada vez mis también en los trrtoriosulta- marines de las potencias en liza, yen el ltimo cuarto de ese siglo, con Francia, yy Holanda cada vez mis marginadas dl escenario utramarino, Gran Bretan, Espatiay Portugal descubrieron casi al unisono que, puesto que lo que lo que los forzaba a extender el combate asus posesionesultramarinas era la neces dad do defenderla delasamenazas de sus rivalesy eventulmenteexpandlrias a expensas de étos, ra preciso que los colonos arraigados en esos teritorios ofrecieran una contribucién més sustancial a empresas guerreras cuyo coste estaba volviéndose insoportable y de las que podria derivar para ellos ventajas sin duda més considerable que las estinadas a alcanzar alos pobladores de la metrépoi 3. El modo en que por une parte Gran Bret y por otra las monarquiasbé- ricas encararon el problema refeja diferencias esenciales tanto entre sus estilos 128 ‘TULIO HALPERIN, 4d colonizacién como en el perfil de las sociedades plasmadas en sus respee- tivos teritorios continentales del Nuevo Mundo. Mientras para Gran Bretaia se trato de un problema estrctamenterestringido al terreno fiscal, al que bused dar solucidn en ese mismo terreno, s6lo para descubrir que bajo su tutela se hhabia constitwido en fa costa atlantca de la Amériea del Norte una sociedad lo bbastame compleja y homogénea para que su respuesta fuese una exitosa guerra de independencia, los gobemantes espaftoles (como por su parte los portugue- ses, de quienes no nos ocuparemos aqui) estaban convencides de que, para {que sus posesiones americanas contribuyeran efieazmente a su propia defensa, ra neeesaria una reforma profunda tanto de las normas que regian el vincul ‘mercaatil con su metrOpoli como de las establecidas para la administracion de €808 territorios, destinadas ambas a introducir una trasformacién radical en el perfil de sociedad forjado en ellos a partir de Ia conquista, que al eliminar las barrers legales erigidas entre los herederos de conquistadores y conguistados Permitiera que unos y otros se confundieran en una mass homogénea cuya ‘cobesiin se apoyaria en los vinculos que establecerian entre si, ala vez como productores y como consumidores, en el marco de esa economia de mercado ‘cuya introduccién, segin aseguraba esa disciplina entonces nueva que era la ‘economia politica, permitria tanto alas posesiones americanas como alas eu ropeas de la Monarquia aleanzar un nivel de prosperidad gracias al cual no les. resultaria ya tan agobiante el caste ~que no cesaba de crecer- de su defensa frente a enemigos cada vez mis poderosos. Este ambicioso proyecto de ingenieria social, que no alcanzs siquiera aco- ‘over un comienzo de ejecucién, formaria parte del patrimonio de ideas que los estados sucesores heredarian de ese supremo esfuerzo de autorregeneracién tempreadido por ta Monarquia catslica. Que iba a ser necesario volver a abor- dario en el futuro lo anticipaban ya Ias reacciones frene a la politica de refor- ‘mas, aun en la regién andina, donde lograron sacudi hasta en sus cimientos el régimen dela antigua Monarquia,lograron ser finalmente reprimidas, ai fuera ‘un inmenso coste en vidas humanas. Ese desenlace vino a revelar hasta qué Punto, tres siglos de comenzada la conquista, los fragmentos mal integrados en la sociedad surgida de ella seguian conviviendo en una suerte de simbiosis hosti, que ms allé de impedir a la América espaftola volear tan eficazmente ‘como ft inglesa sus energias en la lucha contra un enemigo exter, anticipaba ‘qué dificil ibs a ser integrar esos fragmentos en la comunidad nacional que los ‘gobemnantes de los estados sucesores aspiraban a plasmar en ells, sono impidié a las reformas borbdnicas dejar una hue profunda en His- panoamérica, através de innovaciones en la adi diez as se acercaron a duplicar los recursos. de ella, y otras mis duraderas en la administracién y el comercio que, ademas ‘de coranar el aparato militar, administrative y judicial del Estado espaviol en las, [Indias con una elite de funcionarios de carrera que idealmente debian permane- cer aislados de las influencias eorruptoras de las elites locales, introdujeron un LAS INDEPENDENCIAS IDEROAMERICANAS EN SU LABERINTO, 129 uevo marco jrdc para el comercio clonal igpirado ene que Cromwell fabiainroducdo eel sgl anterior en Inglatere. Ambas eontibuyeon a {tonsifear le mucva lade inmigranes dela Peninsula gue ban a domiar Jo mi als uve det nev bri peri el omercoulams- fio ta ol pnt use los mayors cenrs unos xo quiron une ‘reseoianumerca qu les permit rear edna (yen México algo mis gue Extozes) de as organzacineseionles de inmates qu ban a ores en to ni cop independant Dado el peso nepnivo que para as elit locales fan atene tanto el gm vanento dei resin fal come I invastn de as embrs de ls eles bara por sucssivas leads de adveodios de rigenmetropoliano, no han fad nrpreaiones que an qucio ern ls tovimentes evlscion- tos de 1810 na ean ates dada de dst conta ess oon nno- ‘cious. En este punto convene recordar que, como sola ocuien el marco Se as onarguls evolu, aun amas veerent volnadeformador ag6- faa su ener consorprenente aides; xi bastaron des es para mello a thicacin del nuevo ayaratoresnndadorioduido por Ia Corono, desde el pe tner moment los inasoresultamarinos de elites colonies comencaron a txablecer los vinulos de negocios ya allanza atimoniale cons ines Toclmente dominates ques extaban explictaentevedndosy aunque eas taza oelininaen as inveteraastesone ene lor expats cropensy tmercaos que cnvvianen a cumbre de ls sosedaesNpanoamercaes, to paece qu os dss malo bumores qe elas iapraban fesencapoces ae eee estmulosuficient par lancar tes dtimot «ua pligrossina aventura sections, Parece mis rzonbe pregunta ea cambio sabia ote cements en propa de as refermasbrtnca gue, sno conibayeron a desonadenar Ther perl qu alana su Jselac en 1825, fueron en ecu que fst ib seit hy en efecto ds que parece elevates encima at Enprimer lugar atavés della, el Eta, arid pore creiete peso de as pueras en as usa Monrgula se vlo bigadna interven lca aa fez qe diversiiesb sus vinculos con as rocielades qu gobeaba, en busca de moviiar mis efeazmente sus recurso l servicio de s defen. Conese Pi ere xo pi gins mal vite Tipe expt epi for een pt colon, ue asi ba, ene con cosas reservar trp Ie slvdde nds y A servis ya as posesione ulanarina lt vnelaas con a expla de sus recursos miteros los evar de asl opel Sn dda, as tmuy motets fnoracionesintoduidas con ee propos estivieroa eos de Alcan les efectos devatadores que les bana aiuto funders as Hstorepais nants de os Estado sceste, pron clas emer a perl un nuevo uj strc, ie fn ntrponrse cada Yer mis ene Slog ene el onary so sibites; iba a er neces la eri perl 130 ‘TULIO HALPERIN, para que la nacién surgiera como sujeto politico, comenzaba aqui a esbozarse como sujeto econémico. Hiubo otra razén de mas peso para que la reorganizacién imperial basada, ‘en Ia nosién de pacto colonial gravtara de modo decisivo sobre el curso de la crisis abierta en 1808: era ésta que, pese a los innegables avances en algunas regiones perifércas de la Peninsula, la economia metropolitan se habie reve- lado ya incapaz de cumplir las funciones de proveedora de productos indus- triales que le asignaba ese pacto, y el papel de la metrépoli vino a reducirse al de una onerosa y en el fondo innecesaria intermediaria entre las Indias y ‘sus proveedores de la Europa del Norte. Esta circunstancia bastaba para ase- {gurar de antemano que, cualquiera que fuera el desenlace de la crisis polit abierta en 1808, iba a ser tan imposible restablecer el vinculo mereantil entre la Peninsula y sus Indias, sobre las lineas de un pacto colonial al que hacia ya aos que Ia guerra habia despojado de toda vigencia efectiva, como en 1715 lo habia sido restaurar a su antigua eficacia el régimen de flotas y galeones, y {que en consecuencia cualquier nuevo marco para la relacién politica entre las ticrras espafiolas del viejo y el nuevo continente debia partir de Is base de que en el campo de la economia unas y otras estaban destinadas a seguir caminos separados, lo que limitaba graveriente el abanico de alternativas que seguian abiertasen el politico-institucional, 2.