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EL CUERVO Y EL ZORRO

(por Jean de la Fontaine)


Estaba un cuervo posado en un árbol, y tenía en el pico un
queso. Atraído por el aroma, un zorro que pasaba por ahí le
dijo:
- ¡Buenos días, señor Cuervo! ¡qué bello plumaje tienes! Si
el canto corresponde a la pluma, tú tienes que ser el Ave
Fénix.”

Al oír esto el cuervo, se sintió muy alagado y lleno de gozo,


y para hacer alarde de su magnífica voz, abrió el pico para
cantar, y así dejo caer el queso.
El zorro rápidamente lo tomo en el aire, y le dijo:
“Aprenda, señor cuervo, que el adulador vive siempre a
costas del que lo escucha y presta atención a sus dichos; la
lección es provechosa; bien vale un queso.”

Lección / Moraleja:
No se debe dar crédito a palabras aduladoras,
que se hacen por interés.
El gato y el ratón
(por Félix María de Samaniego)
En distintas partes de un tronco seco, hacían vida un gato, una
comadreja, un búho y un ratón. Por necesidad ninguno abandonaba
su refugio, aun cuando eran enemigos por naturaleza.
Vivían desconfiando uno del otro, pero sin abandonar el lugar. Un día
el dueño de la granja donde se encontraban decidió eliminar a los
animales residentes en el tronco.
Para eso, colocó varias trampas y una red en la pata del tronco seco.
El gato, distraído, fue el primero en caer en las trampas del granjero.
Comenzó a dar fuertes gritos al verse en peligro.
El ratón sonreía alegre al escuchar sus alaridos. El gato estaba
atrapado y él se libraría de uno de sus enemigos.
El gato desesperado lo llamó y le dijo:
-Si me dejas morir, el búho y la comadreja te van a devorar. Ellos
quieren más que seas su alimento, que yo mismo. Pero si me ayudas,
te prometo que te protegeré de aquí en adelante.
El ratoncito lo pensó unos segundos y decidió liberar al gato. Al
soltarse de la red, huyeron del lugar, juntos. Pasado un tiempo, el
gato podía percibir que el ratón aun le temía, así que un día le
preguntó:
- ¿Aún me temes? ¿Crees que no recuerdo la promesa que te hice
cuando salvaste mi vida?
- ¡No! - respondió el ratoncito- Pero tampoco se me olvida tu instinto
y que me prometiste eso en circunstancias desfavorables.
Moraleja: Nunca debemos confiar en alianzas que hizo el miedo. Una
vez pasado el temor, valen un bledo.

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