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Priscila Arbulú
Diana Rojas
Víctor Vich Florez
LIT 254: Seminario Interdisciplinario
10-09-18
El modo de producción feudal
El modo de producción
Como indica Bottomore en su Diccionario del Pensamiento Marxista (1983), no hay
un uso consistente del término por parte del mismo Marx. Sin embargo, se suele tomar la
definición que el filósofo postula en el prefacio a los Elementos fundamentales para la
crítica de la política económica (1858), según la cual el modo de producción es la suma de
las relaciones productivas que los trabajadores entablan en cierta sociedad (379-380). Este
término, continúa Bottomore, ha sido sujeto a distintas definiciones en los estudiosos
marxistas posteriores. Así por ejemplo, Althuser y Balibar aseveraban que el modo de
producción es el conjunto de dos conexiones: la “conexiones de la apropiación real de la
naturaleza” y las “relaciones de la apropiación del producto” (380, traducción propia). Esta
definición, por su lado, fue refutada por otros teóricos, por lo que nos demuestra que no ha
habido a lo largo del desarrollo del marxismo una idea estática de qué es exactamente el
modo de producción.
El contacto entre ambas culturas (latina y germánica) inicia varios siglos antes de la
caída del Imperio Romano. En efecto, la primera vez que se encontraron romanos y bárbaros
fue durante las campañas militares de Julio César en la actual Francia (105). A partir de
entonces se inició un largo proceso de modificación en los modelos económicos germánicos
y, consiguientemente, en su configuración social. Como indica Anderson, los pueblos
bárbaros tenían un “modo de producción colectivo y comunal” (105). Eran comunidades
principalmente agrarias en las que no existía la propiedad privada de la tierra ni una figura de
autoridad que goce un poder absoluto. En La Ideología Alemana, Karl Marx explica que las
tribus se caracterizan por ser extrapolaciones de vínculos de la familia: de ahí que la
estructura social de estos pueblos se parezcan a “grandes familias” (4).
Ahora bien, cuando los romanos se asentaron en los márgenes del mundo germánico
el orden social de estos pueblos inició su complejización. En un inicio, este cambio se deberá
al intercambio comercial. Roma ofrecerá una gama de objetos de lujo que serán deseados por
los líderes bárbaros. A cambio de estas mercancías, el Imperio deseaba esclavos. Para poder
suplir esta demanda, los pueblos germánicos comenzaron a invadir a sus vecinos bárbaros
con el fin de esclavizarlos. Como explica Anderson, esto conllevó a una mayor estratificación
en la sociedad: a partir de la acumulación procedente de las campañas militares, surgieron
con fuerza (sobre todo en los pueblos más cercanos a la frontera romana) clases aristocráticas
que dominen el excedente (106). Es de notar, por lo demás, que la misma Roma intervino en
favor de los grupos con pretensiones nobiliarias que estén dispuestos a colaborar
comercialmente (107).
Evidentemente, esta es solo una cara de la Historia. Los latinos sufrirán también, por
su lado, profundos cambios en su estructura debido a la influencia bárbara. Cuando cae el
Imperio en el siglo V, muchas poblaciones germánicas (suevos, alamanes… etc.) vieron
propicio migrar y asentarse en poblaciones latinas. A partir de este momento, bárbaros y
romanos convivirán en el mismo territorio, provocando así un profuso intercambio de
influencias entre las poblaciones.
Anderson distingue dos grandes oleadas migratorias. La primera sucedió el año 406
d.C., y tuvo, a juicio suyo, una relevancia limitada (110). En resumen, hubo grupos pequeños
que se mudaron a lugares sumamente recónditos con respecto a su lugar de origen, por lo que
les era imposible recibir más personas de sus respectivas tribus. En cuanto a su influencia
dentro de los territorios latinos estas migraciones fueron un fracaso, pues no pudieron
establecer un sistema político que agrupe tanto a los latinos como a los germanos. Muestra de
ello es la existencia de dos aparatos jurídicos para cada población o la casi nula incidencia
lingüística en las lenguas con las que coexistieron.
Ya en el mundo feudal podemos encontrar instituciones que provienen tanto del modo
de producción esclavista como del tribal. Si vemos de cerca el origen de muchos elementos
que se le atribuyen típicamente al mundo de la Edad Media podemos caer en la cuenta de que
en efecto provienen de los romanos, de los germanos, o de ambos. Por ejemplo, las relaciones
de vasallaje pueden tener su semilla en el comitatus de los bárbaros o la clientela de los
latinos; por otro lado, el señorío proviene evidentemente de las villae (grandes porciones de
tierra trabajadas por campesinos que le pagan a un terrateniente); o, por último, las tierras
comunales de las aldeas, que son un vestigio de las comunidades tribales (131-132).
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Las mujeres usualmente trabajaban en la casa como criadas, ya sea con el cuidado de
los niños, en labores de la cocina o limpieza de la casa, menciona Ignacio López en el estudio
de Mujeres y Familia en la Edad Media (1992) que las mujeres solían ser más pobres que los
hombres. Cuando se ha mencionado el parecido del sistema feudal en cuanto los campesinos
con la esclavitud son debido al modo de pago del trabajo, que es básicamente inexistente,
ellos pagaban por vivir en el feudo una renta y por recibir un supuesto cuidado, entonces el
trabajo que ellos estaban efectuando no tenía un verdadero valor, en realidad era un supuesto
intercambio completamente desbalanceado. Esta es la relación que existe entre los
campesinos del feudo y de las criadas con el señor feudal.
Sin embargo, no toda la población estaba constituida por estas dos figuras, los
estamentos sociales estaban divididos de modo que los privilegios fueran para el señor feudal,
pero también para la iglesia católica que empieza a tomar cada vez más fuerza social y
económica, pues surge el diezmo que era un dinero que daban los campesinos, que era
normalmente el 10% de las “ganancias” de su trabajo, y esto no solo era dado por los
campesinos, el señor feudal estaba obligado a donar extensiones de terrenos a la Iglesia si
esta lo requería o también grandes cantidades de dinero.
Pero el modelo no fue tan monótono durante todos los siglos. Un fenómeno que
tendría grandes intervenciones en las relaciones económicas surgió, y fueron las Cruzadas,
donde el argumento era básicamente la recuperación de Tierra Santa, las campañas duraron
siglos. Las personas que participaban en estas campañas no estaban trabajando en el campo,
ni tampoco eran señores feudales, aunque estos aportaban dinero a la realización de las
mismas. Es decir, las Cruzadas no eran en sí un modo de producir, sin embargo mucho dinero
se obtenía en estas, como podemos ver en el cantar del Mio Cid, donde Rodrigo Díaz de
Vibar, promete a todos los hombres que se unan a su campaña de cruzadas dinero, incluso,
estabilidad económica ¿cómo se pretendía lograr esto? Por medio de los saqueos que se
realizaban cada vez que se llegaba a la toma de un territorio, es por eso que Rodrigo era
capaz de incluso pagar a los hombres que le acompañaban.
Esta obra es particularmente interesante para entender las relaciones económicas que
se dieron durante esta etapa de la Edad Media. Algunas teorías que giran en torno al Mio Cid
aseguran que esta se trata de un modo de propaganda hacia las cruzadas, porque se presta
especial atención en hacerle saber a los lectores las ganancias económicas que estabas daban,
situación completamente contraria a lo que sucedía como campesino. Es decir, el campesino
si quería acumular dinero, su única opción era ir a las Cruzadas.
Las Cruzadas son un fenómeno que tiene lugar a partir del S.XI y se prolonga en
algunos sitios hasta el S.XIII, no solo generaron un nuevo modo de sustento económico,
también eran un factor determinante para que el feudalismo siguiera funcionando, pues al
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estar las vías marítimas y terrestres bloqueadas la mayor parte del tiempo, el comercio era
prácticamente imposible, es decir, como se había mencionado anteriormente, la producción
era de autosustento y esto entorpecia hasta cierto punto al avance tecnológico, el cual estaba
más enfocado hacia la reducción de esfuerzo en las actividades en el campo.
Con la apertura de estas vías, el comercio se vuelve posible y se le dará paso a lo que
conocemos como la crisis de la Edad Media o del feudalismo como tal, que viene con la
reestructuración de las relaciones económicas.
La superestructura
Antes de abordar el presente punto, debemos aclarar nuevamente que un modo de
producción se refiere a la forma en la que la economía está organizada en una sociedad.
Dicho más específicamente, un modo de producción está siempre relacionado con "un
determinado modo de cooperación o una determinada fase social” (Marx y Friedrich, 30). Es
por ello que Marx considera que se deben tener en cuenta tanto la fuerza productiva, cuya
suma de fuerzas accesibles al hombre, de acuerdo a los autores anteriormente mencionados,
condiciona el estado social (30), como las relaciones sociales de producción. Cabe señalar
que según Perry Anderson, el feudalismo fue un modo de producción basado en la economía
natural y en la tierra, en el que “ni el trabajo ni los productos del trabajo eran mercancía”
(147). Esto se debe a que quien producía la tierra se encontraba en una relación social
específica con los medios de producción.
El feudalismo, como bien señala Carl Grimberg, trajo consigo la sustitución de los
siervos a los esclavos “por razones religiosas y económicas” (38). Notamos, entonces, que
dentro de este modo de producción (feudalismo), el vínculo entre la superestructura y la base
está muy marcado. En todo caso, el objetivo de la superestructura es legitimar y justificar el
modo de producción y el orden social establecido, razón por la cual oculta las contradicciones
y tensiones presentes dentro de dicho sistema.
Ahora bien, una vez que tenemos presente lo anteriormente mencionado, podemos
centrarnos en esta época. Nuestra investigación parte desde el estudio de la religión de ese
momento. Resaltemos, pues, desde un inicio el gran valor de la religión como dispositivo de
control. Y si bien hemos aclarado que Marx no trató este modo de producción, podemos decir
con plena certeza que sí se detuvo a examinar el tema de la religión. De hecho, en el texto
Introducción a en torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. él considera a la
religión como aquel mecanismo que ofrece una realización ilusoria de aquello que el ser
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humano no puede realizar materialmente (3-4). En tal sentido, notamos que la idea del dios
supremo justificaba y legitimaba la monarquía absoluta. Esta forma de gobierno en la que una
única persona —el rey— gobernaba a los demás implantaba leyes que tenían la función de
legitimar y proteger la diferencia social que se presentaba.
Asimismo, la ideología del momento servía para evitar las rebeliones que podían
surgir a partir de las tensiones sociales, por ello, estas buscaban ser controladas. Cabe resaltar
que la ideología entendida desde Marx es un sistema de creencias errónea, pero que no
pueden ser desmentidas desde un argumento conceptual (en Hibbett, 1). Por ejemplo, en este
caso, la organización social de la religión permite su gran difusión como ideología.
Por otro lado, dicha religión también sirvió como justificación de las cruzadas (siglo
XI a XII), pues se afirmaba que tenían la finalidad de recuperar la Tierra Santa que estaba en
manos de los turcos, denominados "infieles". No obstante, lo que estaba detrás de esto era la
intención de ampliar los horizontes geográficos y culturales, lo cual provocó el incremento
del comercio y del tráfico marino. “Los diversos núcleos de reconquista que brotaron [...]
fueron espontáneos; no guardaban conexión alguna entre sí, salvo la idea de luchar contra el
mismo enemigo islámico, que tampoco estaba siempre unido; y esta idea ni siquiera
prevaleció en todas ocasiones” (Grimberg, 87).
Otro hecho significativo fue la Inquisición. Esta institución social tenía la finalidad de
castigar la herejía y el desviamiento del dogma cristiano. Fueron, precisamente, los procesos
de esta la que impidió el desarrollo de distintas disciplinas en favor de la Humanidad. Cabe
mencionar que la religión estuvo estrechamente ligada a las universidades, las cuales, con el
paso del tiempo, pudieron desarrollar las ciencias y el pensamiento. Esto también se relaciona
con el hecho de que, dado que la sociedad era teocéntrica, el arte medieval, también. Esta
corriente de pensamiento filosófico ubicaba a Dios al centro, como eje, a diferencia del
antropocentrismo. (Es por ello que los ideales de estos estilos eran místicos y religiosos, pues
el objetivo era llevar al ser humano hacia Dios, pero con una fe fortalecida).
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daño ya está hecho: ocurre la muerte de Roldán y Carlomagno venga su muerte. El poema
finaliza con la visita del ángel Gabriel en sus sueños, quien lo insta a convocar a sus
mesnadas para luchar en contra de los “infieles”, pues los cristianos confían en él.
En esta obra no solo encontramos lo que hemos tratado anteriormente sobre la religión
(en el sentido en que esta obra busca motivar a los cristianos a luchar en contra de los árabes
o musulmanes, y vencer en las batallas), sino que, además, podemos observar los valores de
la sociedad feudal de esta época trabajada. Entre ellos está la lealtad, la cual, de acuerdo a la
época de esta gesta, se evidenciaba a través del vasallaje, el cual estaba basado en la fidelidad
a un señor (en este caso Carlomagno), quien, a cambio de esto, le otorgaba tierras. Dado que,
en teoría, se unían para combatir el mismo enemigo, se reconocían como iguales. Dicho de
otro modo, la lealtad también se evidenciaba entre los propios vasallos.
Si tenemos en cuenta que la vida rural era el corazón de la economía feudal entonces
podemos comprender hasta qué punto fue este fenómeno de agotamiento desastroso para la
configuración de la sociedad feudal. A partir del siglo XIII encontramos ya a una nobleza
preocupada ante esta situación. De hecho, muchos nobles se ven obligados a prescindir de las
relaciones vasálicas (o romperlas directamente) y optar más bien por relaciones contractuales
(70). Esto quiere decir que el trabajador, en algunos casos, podía alquilar sus servicios y
recibir dinero y no una parte de la cosecha. Sin embargo, esta fue la respuesta de solo un
sector de la nobleza. Otros aristócratas, dada la precariedad de la producción (de la que ellos
eran responsables) optaron más bien por incrementar la carga a las clases trabajadoras (lo que
se dice “la reacción feudal”) (70).
BIBLIOGRAFÍA
6
Bottomore, T. B. A Dictionary of Marxist Thought. Cambridge, MA : Harvard
University Press, 1983.
Dobb, Maurice. Estudios Sobre El Desarrollo Del Capitalismo. México, D.F. : Siglo
Veintiuno, 1976.
--------------------- Historia Universal: Auge del islam y las cruzadas. Revista: Gente.
Tomo 13. Ediciones Daimon. Lima, 1967.
Hibbett, Alexandra. “El retorno de las ideologías”, dentro del ciclo “El fantasma de
Marx”, organizado por el CEF (PUCP) y el Goethe Institut, realizada el lunes 7 de mayo
2018.
López, Abel Ignacio. Mujeres y Familia en la Edad Media. Primera Edición. 1992. 08
de setiembre.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2180729.pdf