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Dolores y Gozos de San José

Ilustraciones: Patxi Velasco (Fano)


Textos: P. Salvador Gil Cantos
Año de San José 2021
Introducción
«Id a San José»
(Beata Petra de San José)
Recordar la historia de nuestra vida es hacer memoria agradecida al Señor de todo
cuanto ha hecho por nosotros. Y hacer memoria es volver a nuestras raíces. Dios nos
conduce a través de personas, vivencias, acontecimientos y circunstancias que configu-
ran nuestro camino.

Patxi Velasco Fano y Salvador Gil Canto tuvimos la suerte de ser alumnos del colegio
“La Inmaculada y San José de la Montaña” en Ronda (Málaga). Aquellos años marcaron
nuestra vida. La nuestra y la de otros muchos que en distintos lugares siguen viviendo la
fe y haciendo el bien. Hoy Patxi es esposo y padre de tres hijos, director del colegio María
de la O en la barriada de los Asperones, un laico de vocación. Salva es sacerdote en la
Parroquia de Sta. Mª de la Amargura y anima la pastoral juvenil. Los dos compartimos
la vida, la fe y el trabajo pastoral en Málaga. El Señor después de años nos ha unido en
la Parroquia de la Amargura. Damos gracias a Dios por todo lo vivido en aquellos años y
por todas las personas con las que compartimos aquella etapa del colegio. Ambos hemos
recordado en más de una ocasión que allí tuvimos nuestra primera llamada del Señor.
Eran las «cuatro de la tarde» (Jn 1, 39) cuando Jesús nos llamó.

Y en esa historia de vida y salvación encontramos a las Madres de Desamparados que


nos ayudaron a conocer al Señor, a vivir la vida cristiana y a poner los primeros cimientos
del edificio de nuestra vocación. Somos lo que somos gracias a nuestras familias, pero
también al Colegio que nos educó, y a las Madres que despertaron en nosotros el deseo
de entregarnos y servir a los demás.

Detrás de estos dibujos y reflexiones hay nombres de madres entregadas a los des-
amparados: niños, jóvenes y ancianos. También están nuestras dos madres que nos die-
ron la vida. Hay vivencias inolvidables en clases, encuentros, convivencias y campamentos.
Hay rostros concretos de mujeres que siguen desgastando la vida por los más pobres.
Algunas de ellas aún sirven entre nosotros, otras gozan del amor del Padre desde el
cielo. Hoy recordamos con gratitud a aquellas religiosas que han sido para nosotros sig-
no, presencia y testimonio del amor misericordioso de Dios «que sale al encuentro de las
necesidades del mundo para remediarlas». Este es el carisma de la Congregación, por
favor, no lo olvidéis nunca. Porque sois «por caridad misericordiosa, MADRES para los
desamparados, lo que son las madres para sus hijos por el amor natural» (Beata Petra).
En el colegio aprendimos e interiorizamos la devoción a san José. Sí, a San José, el de
la Montaña. En el pasillo, en la capilla, en la escalera, allí estaba él. Con mirada limpia, con
Jesús entre sus brazos, con la vara de nar-do y con una gran corona. San José nos ha
acompañado en nuestras vidas desde niños. Igual que la Madre Petra. Comprendemos
ahora la insistencia de esta beata malagueña en acudir a él, en propagar su figura y en
extender a todos su cariño y devoción. San José no nos defrauda. A sus pies hemos cre-
cido muchos de nosotros y lo siguen haciendo hoy niños y jóvenes. Es uno de los grandes
santos que tenemos la suerte de conocer y que nos enseña en nuestra vida cristiana que
el camino para seguir al Señor pasa por la humildad, el silencio, la sencillez, la ternura
y la fidelidad confiada en la voluntad de Dios.

El ejercicio de los Siete domingos dedicados a San José, en los que meditar y contem-
plar sus Dolores y Gozos, son un buen instrumento para acrecentar nuestro deseo de
ser santos. Porque de eso se trata, de creernos de verdad que estamos llamados a la
santidad, como nos recuerda del papa Francisco en la Exhortación Gaudete et exsultate
(cf. GE 2). San José es uno de esos santos «de la puerta de al lado» (GE 6). Madre Petra
siempre acudía a él, en especial cuando la socorría en sus aprietos: «Di gracias a San
José, yo les decía que el que ha hecho lo más hará también lo menos» (Crónicas XX, 46).
Así pues, ¿cómo no vamos a ir a él?

Sirvan estos dibujos, reflexiones y oraciones para provocar en nosotros, a través de la


figura de este gran santo, el deseo ardiente de vivir con mayor profundidad, coherencia
y exigencia nuestra vida cristiana y nuestra vocación laical, religiosa o sacerdotal. Para
ser más de Dios y más de los pobres y desamparados. Para superar toda suerte de
superficialidad, mediocridad y mundanidad espiritual que distraen nuestra atención. Para
hacer el firme propósito de vivir aquí y ahora esta llamada a la santidad con la gracia
de Dios.

Después de algún tiempo, os ofrecemos este pequeño trabajo que nace del cariño y
agradecimiento a las Madres de los Desamparados y a toda la Congregación. Lo hemos
realizado con el corazón sobrecogido de agradecimiento y admiración. Lo compartimos
con el deseo de que pueda llegar a muchas personas. Os invitamos a que contempléis
los dibujos para que nos ayuden a rezar, y que recéis con la Palabra de Dios, con las
reflexiones y con las oraciones que aquí se recogen. Esta idea nació a los pies del bendito
santo en el Santuario de Barcelona. Demos gracias a Dios. Estamos convencidos de que
San José nos inspiró. Por eso «id a José», que nos lleva a Jesús y a María.
A él acudimos: San José de la Montaña, ruega por nosotros.

Francisco Javier Velasco Fano


Salvador Gil Canto
1
“El nacimiento de Jesucristo sucedió así: su madre, María, estaba prometida a
José, y antes del matrimonio, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu
Santo. [José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públi-
camente, decidió repudiarla en secreto. Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del
Señor se le apareció en sueños y le dijo: —José, hijo de David, no tengas reparo
en acoger a María como esposa tuya, pues lo que ha concebido es obra del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Reflexión

C
on frecuencia aparece en la Biblia que Dios habla a través de los sueños para
comunicarse o indicar una misión. El sueño nos remite a la noche y a la oscuridad.
También en esa situación Dios habla. José recibe en sueños la noticia de que el
hijo que espera María es obra del Espíritu Santo. Dios hace las cosas a su modo y nunca
deja de sorprendernos.

José siente dolor, no puede comprender por qué María ha actuado de este modo. Ex-
perimenta que ha sido engañado, traicionado. Parece que la infidelidad vuelve a vencer.
Su dolor se torna sufrimiento porque tiene que decidir repudiar a María aunque lo haga
con discreción. Pero Dios, también en su noche oscura, le sale al encuentro.

Y ese dolor se convierte en gozo y dicha. A él se le encomienda la tarea como pa-


dre del niño que va nacer: «le pondrás por nombre Jesús». Ponerle el nombre a Jesús
significa que ese niño es de su propiedad, que él lo debe cuidar, educar, acompañar y
criar. Y más gozo aún porque ese niño salvará a su pueblo del mal. Será el Enmanuel,
Dios-con-nosotros.

ORACIÓN

San José, tú que eres un hombre justo y humilde,


que vives desde la fe los momentos más difíciles de entender,
enséñanos a confiar y a ponernos en las manos de Dios,
cuando nos llegue la oscuridad, la duda o la tempestad.

San José, tú que recibiste el encargo de poner nombre al niño que nacerá,
haz que nuestro gozo sea darnos sin medida a los demás,
que todos los niños del mundo puedan tener padres, familia y hogar.

INVOCACIÓN A SAN JOSE

Padre mío San José, yo os felicito por la dicha, por la honra,


por la gloria que cabe por ser el esposo de la Madre de Dios,
de la Reina del cielo y de la tierra,
de los ángeles y de los hombres.
Hacedme partícipe de vuestra gran dicha y felicidad
en esta vida y en la otra.

San José de la Montaña,


Ruega por nosotros.
Colorea el dibujo. ¿Qué virtud de San José descubres en este relato?
¿Cómo la puedes vivr tú? Haz tu petición a San José
2
“José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea,
llamada Belén –pues pertenecía a la Casa y familia de David–, a inscribirse
con María, su esposa, que estaba encinta. Estando allí le llegó la hora del
parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó
en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada”
Reflexión

L
a vida de San José no se entiende sin la vida de la Virgen María. Ambos llegan
a Belén donde nacerá Jesús. Belén significa «casa de pan». Jesús nace en un
pesebre pobre y sencillo. Al nacer en Belén, nace en el Pan. La pobreza del
pesebre Jesús la convierte en riqueza porque Belén es casa de pan. Así actúa Dios,
permite que su Hijo nazca en el lugar más pobre y humilde que se puede hallar, pero lo
transforma en un lugar de riqueza, donde todos nos podemos alimentar de su pan. En el
pesebre está Jesús al nacer, en el Pan de la Eucaristía estará al final de sus días.

José experimenta el dolor al ver que María da a luz a Jesús en la pobreza extrema de
un pesebre en la ciudad de Belén. Es el mismo dolor que hoy sienten muchos padres que
no tienen lo necesario para que sus hijos nazcan y crezcan con dignidad.

Pero su dolor se torna en alegría porque el que nace es el Hijo de Dios, el Mesías, el
Señor que trae el alimento necesario para que todos los pobres de la tierra se puedan
saciar.

ORACIÓN

San José, tú que eres hombre justo y fiel,


ayúdanos a vivir con sencillez y sobriedad,
que descubramos día a día que las cosas materiales no dan la felicidad.

San José, que viviste en pobreza y humildad,


concédenos un corazón generoso para compartir
lo que somos y tenemos con los más pobres,
que llenemos nuestra pobreza con el Pan que Jesús nos da.

INVOCACIÓN A SAN JOSE

Padre mío San José, yo os felicito por la dicha, por la honra,


por la gloria que cabe por ser el esposo de la Madre de Dios,
de la Reina del cielo y de la tierra,
de los ángeles y de los hombres.
Hacedme partícipe de vuestra gran dicha y felicidad
en esta vida y en la otra.

San José de la Montaña,


Ruega por nosotros.
Colorea eleldibujo.
Colorea dibujo¿Qué virtud
y haz tu de San José
petición descubres
a San José en este relato?
¿Cómo la puedes vivr tú? Haz tu petición a San José
3
“A los ocho días circuncidaron al niño
y le pusieron por nombre Jesús,
el mismo nombre que el ángel había dicho a María
antes de su concepción”
Reflexión

J
osé cumple con la tradición de la religión judía y lleva, junto a María, a circuncidar
a Jesús. Con este ritual se comenzaba a pertenecer al pueblo de Dios, al pueblo de
la Alianza. Dios cumple sus promesas y en su Hijo Jesús nos hace miembros de su
familia. Jesús es el hijo de José y María pero pertenece por entero a Dios, es el Hijo de
su propiedad. También nosotros, cuando fuimos bautizados recibimos el regalo de ser
hijos de Dios. Nos marcaron y sellaron para ser cristianos y fuimos consagrados para
pertenecer a la familia de Dios que es la Iglesia.

José siente dolor pues en la circuncisión el niño llorará. Es la primera sangre derra-
mada de Jesús, que se consumará con la entrega de su vida en la cruz. Antes, en la
última cena Jesús había dicho «esta es mi sangre que se derrama por vosotros». La
sangre en la vida de Jesús está al comienzo y al final de sus días, es el signo más visible
de su amor y de su entrega.

Pero José siente gozo y paz. Le pondrá por nombre Jesús que significa Dios salva. Es
la alegría de saber que este Niño viene a traernos la salvación, la plenitud de vida y la
felicidad.

ORACIÓN

San José, tú que fuiste hombre piadoso y fiel,


que en tus brazos tuviste a Jesús,
concédenos la gracia de amar como tú amaste al Señor.

San José, tú que transmitiste la fe a Jesús,


que lo enseñaste a rezar y a hablar con el Padre Dios,
haz que nosotros seamos siempre personas de oración y contemplación.

INVOCACIÓN A SAN JOSE

Padre mío San José, yo os felicito por la dicha, por la honra,


por la gloria que cabe por ser el esposo de la Madre de Dios,
de la Reina del cielo y de la tierra,
de los ángeles y de los hombres.
Hacedme partícipe de vuestra gran dicha y felicidad
en esta vida y en la otra.

San José de la Montaña,


Ruega por nosotros.
Colorea
Coloreaeleldibujo.
dibujo¿Qué virtud
y haz tu de San José
petición descubres
a San José en este relato?
¿Cómo la puedes vivr tú? Haz tu petición a San José
4
“Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según manda la ley
de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. Lo hicieron así
porque en la ley del Señor está escrito: Todo primer hijo varón será consagrado al
Señor. Fueron, pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par
de tórtolas o dos pichones. En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado
Simeón. Era un hombre justo, que adoraba a Dios y esperaba la restauración de
Israel. El Espíritu Santo estaba con él y le había hecho saber que no moriría
sin ver antes al Mesías, a quien el Señor había de enviar”
Reflexión

C
ontemplemos esta escena. Jesús es presentado en el templo. José no reclama
protagonismo alguno. José está, acompaña, cumple la ley de Moisés y presenta a
Jesús para que sea consagrado como todo primogénito. Es el hombre del si-len-
cio, de la contemplación y del ofrecimiento. Ya había meditado en su cora-zón que este
niño sería grande y por eso se lo ofrece a Dios.
Simeón, hombre del Espíritu, aguarda la promesa que se consuma al coger en sus
brazos a Jesús. También como José es un hombre justo y piadoso, por eso el mismo Dios
le había concedido que no moriría sin antes ver al Salvador.
José siente dolor porque este niño será piedra de escándalo para muchos en su pueblo
y signo de contradicción para aquellos que no lo acogieran en sus vidas. Jesús sería
acogido por unos, al mismo tiempo que rechazado por otros.
Junto al dolor descubrimos el gozo profundo de José que lleva a Jesús hasta el templo
para ser consagrado a Dios. Gozo también por acompañar a María para su purificación.
Es el gozo de quien sabe estar en silencio, en segundo plano. Es el gozo de quien sabe
acompañar.

ORACIÓN

San José, tú que eres un hombre de oración,


que vives tu vocación de padre en el silencio,
danos la capacidad de saber estar y acompañar
a quienes sufren a nuestro lado y necesiten de nuestra presencia.

San José, hombre discreto y atento,


concédenos servir sin hacer ruidos, sin buscar el protagonismo,
para que de este modo podamos imitarte a ti.

INVOCACIÓN A SAN JOSE

Padre mío San José, yo os felicito por la dicha, por la honra,


por la gloria que cabe por ser el esposo de la Madre de Dios,
de la Reina del cielo y de la tierra,
de los ángeles y de los hombres.
Hacedme partícipe de vuestra gran dicha y felicidad
en esta vida y en la otra.
San José de la Montaña,
Ruega por nosotros.
Colorea
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dibujo¿Qué virtud
y haz tu de San José
petición descubres
a San José en este relato?
¿Cómo la puedes vivr tú? Haz tu petición a San José
5
“Cuando se marcharon los magos, un ángel del Señor se apareció en sueños
a José y le dijo: —Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y qué-
date allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
Se levantó, todavía de noche, tomó al niño y a su madre y partió hacia Egipto,
donde residió hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que anunció
el Señor por el profeta: Llamé a mi hijo que estaba en Egipto”
Reflexión

J
osé, María y Jesús tampoco se libran de la persecución. Tienen que huir, tienen que
emigrar. Hoy más que nunca familias enteras salen de sus tierras para buscar me-
jores condiciones de vida. Y huyen de cualquier tipo de persecución a causa de las
injusticias. La familia de Nazaret va a Egipto. Allí recordaran que el Pueblo de Israel estuvo
sometido a la esclavitud. Hoy recordamos a muchas familias que no llegaron a sus destino
final, sino que sucumbieron en el intento.
La lucha por el poder saca del hombre sus peores instintos. Si hay que matar se mata
y todo queda justificado. Jesús huye de ese poder. Él tiene otro poder. Su poder es el del
amor. El poder de Jesús, que aprendió de José y María es el no tener poder.
José siento un profundo dolor al tener que coger a María y a Jesús y llevarlos a Egipto, a
un lugar seguro, lejos de su tierra. Es la única forma de salvar al niño. Es el mismo dolor
de muchos padres y madres de nuestros días que tienen que emigrar y dejar sus familias,
casas y tierras. Pero siente profundo gozo también, al saber que Jesús iba a estar fuera
del peligro de la muerte, fuera del poder que asesina a niños inocentes. De Egipto Dios
sacará a su Hijo. De Egipto Dios llamó a su pueblo para liberarlo de la esclavitud y conducirlo
a la Tierra Prometida.

ORACIÓN

San José, tú que huiste a Egipto con María y Jesús,


y supiste lo que es la persecución,
haz que se busquen soluciones al drama de la inmigración.
San José, tú que cuidas de la Sagrada Familia,
protege y guarda a todos los que salen de sus países,
que nadie tenga que morir cuando lo que quieren es vivir.
Fortalece y consuela a los que son perseguidos por defender
y testimoniar que son hijos de Dios y seguidores de Jesús.

INVOCACIÓN A SAN JOSE

Padre mío San José, yo os felicito por la dicha, por la honra,


por la gloria que cabe por ser el esposo de la Madre de Dios,
de la Reina del cielo y de la tierra,
de los ángeles y de los hombres.
Hacedme partícipe de vuestra gran dicha y felicidad
en esta vida y en la otra.
San José de la Montaña,
Ruega por nosotros.
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petición descubres
a San José en este relato?
¿Cómo la puedes vivr tú? Haz tu petición a San José
6
“A la muerte de Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en
Egipto y le dijo: —Levántate, toma al niño y a su madre y regresa a Israel, pues
han muerto los que atentaban contra la vida del niño. Se levantó, tomó al niño
y a su madre y se volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao había
sucedido a su padre Herodes como rey de Judea, temió dirigirse allá.
Y avisado en sueños, se retiró a la provincia de Galilea y se estableció en una
población llamada Nazaret, para que se cumpliera lo anunciado
por los profetas: Será llamado Nazareno”
Reflexión

D
e nuevo Dios se comunica en sueños a José por medio de un ángel. La mi-sión
que ahora se le confía es la de volver a su tierra, de la que partieron hu-yendo.
Hacer el camino de vuelta significa confiar una vez más en los planes del Señor.
Y José responde con prontitud. José nos enseña de nuevo a ponernos en camino para
llegar al origen de nuestra historia personal de encuentro con Dios. Un tiempo nuevo se
abre en nuestras vidas cuando volvemos para llegar al amor primero. Ese amor que dio
lugar a que el Señor nos sedujera, nos lla-mara y nos mostrara lo que quiere de cada
uno de nosotros.
José siente dolor y miedo de que Arquelao, que reinaba en Judea, pretenda matar al
niño. El dolor y el miedo de saber que Jesús durante toda su infancia, al igual que durante
toda su vida, será perseguido y acosado por los poderosos del mundo.
Pero a la vez siente un gran gozo porque volverán a su patria, a la ciudad de Nazaret
de donde era María. En Nazaret se instalarán, vivirán como una familia humilde. José y
María verán juntos crecer al Hijo de Dios.

ORACIÓN

San José, tú que en sueños escuchas la llamada de Dios


y respondes con rapidez para cumplir su voluntad,
concédenos el don del discernimiento para saber
lo que Dios nos pide en cada momento de nuestra vida.

San José, tú que no te dejes vencer por las dificultades,


haz que no nos vengamos abajo ante las adversidades.
Cuida y protege a quienes por los caminos de la vida
buscar orientar su corazón para hacer el bien.

INVOCACIÓN A SAN JOSE

Padre mío San José, yo os felicito por la dicha, por la honra,


por la gloria que cabe por ser el esposo de la Madre de Dios,
de la Reina del cielo y de la tierra,
de los ángeles y de los hombres.
Hacedme partícipe de vuestra gran dicha y felicidad
en esta vida y en la otra.

San José de la Montaña,


Ruega por nosotros.
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y haz tu de San José
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a San José en este relato?
¿Cómo la puedes vivr tú? Haz tu petición a San José
7
“Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén. Cuando
cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre. Al terminar ésta, mientras
ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran.
Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo
entre los parientes y los conocidos. Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a
Jerusalén. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los
doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían
estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, se quedaron
desconcertados, y su madre le dijo: —Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?
Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados. Él replicó:
¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre? ”
Reflexión

C
uántos padres y madres han perdido a sus hijos pequeños. Algunos lo han recobra-
do con vida, otros sin ella. José también perdió a Jesús. A cualquier padre le puede
pasar. Ante la pérdida, José y María angustiados y preocupados buscan a Jesús.
José nos enseña a buscar siempre a Jesús, pero en especial cuando estemos pasando un
mal momento o cuando nos llegue el momento de la enfermedad y de dolor.
Pero José encuentra al niño. Quizás donde no lo podía imaginar. Estaba en la casa de su
Padre que es el templo. Al encontrarlo José calla, contempla, hace silencio y seguro que lo
abraza. Este niño se debe dedicar a las cosas de su Padre Dios, aunque José no lo llegue
a comprender. Para eso ha venido para cumplir el plan de Dios entre nosotros.
José siente dolor que toma la forma de angustia porque han perdido a Jesús a la vuelta
de Jerusalén. Son momentos de tensión, de nervios, de ansiedad. Es el dolor de sentir
que alguien en tu vida ya no está. Pero también vive un intenso gozo que se convierte en
alegría profunda al hallarlo en el templo. Jesús está en su casa y todos los que le escuchan
se quedaban admirados. Es el gozo desbordante que también nosotros experimentamos
cuando nos encontramos con Jesús en la casa de Dios.

ORACIÓN

San José, tú que no quisiste separarte de María y Jesús,


y viviste siempre cuidando de los dos,
consuela y fortalece a las familias rotas y angustiadas
que sufren algún tipo de separación.

San José, tú que encontraste a Jesús en el templo,


ayúdanos a descubrir la presencia de Dios en nuestras vidas
para que podamos servirte en los pobres y en los que sufren,
y concédenos reconocer a Jesús vivo en tu Palabra y en la Eucaristía.

INVOCACIÓN A SAN JOSE

Padre mío San José, yo os felicito por la dicha, por la honra,


por la gloria que cabe por ser el esposo de la Madre de Dios,
de la Reina del cielo y de la tierra,
de los ángeles y de los hombres.
Hacedme partícipe de vuestra gran dicha y felicidad
en esta vida y en la otra.

San José de la Montaña,


Ruega por nosotros.
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a San José en este relato?
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Valencia
Año de San José 2020-2021
Centenario de la Coronación canónica de San José de la Montaña

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