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El Peor Bicho Humano
El Peor Bicho Humano
"Enseguida, señorita", me respondió el hombre cariacontecido pero con una gran sonrisa.
"¿Qué querrá?" -me pregunté a mí misma-. "¿Por qué me citó? ¿Querrá convencerme?
¿Encandilarme? ¿Convencerme de que soy la única?" Las dudas carcomían mi mente y,
como si un dios hubiera escuchado el desgarrador llanto de mi mente siendo torturada por
la incertidumbre, un hombre pasó por la puerta. Tenía un rostro aterrador, era petiso, llevaba
shorts a pesar de que estábamos a 10 grados un bividi desgastado , y un aspecto
deslucido. ¡Sí, era mi ex!
"Hola, gracias por venir... Bueno, quiero hablar contigo. ¿Pediste algo?", su voz ronca
acentuaba su aspecto de malhechor, lo cual no hacía más que perjudicarlo. La gente a
nuestro alrededor nos miraba como si fuéramos un espectáculo, algunos con asombro,
otros con lástima y otros con sorpresa. Las reacciones eran variadas.
"Va a consumir algo… caballero", intervino el mozo. El trato que recibió de él era diferente al
que tuvo conmigo. Quizás solo fue mi imaginación, pero pude ver cómo le lanzó una mirada
que decía "si necesitaba ayuda". Dios mío.
"Ja, ¿crees que me creeré esa perorata? ¿Crees que soy un juguete en el cual puedes
volver cuando te aburres del otro? No, engañame una vez, es tu culpa; engáñame dos
veces, es mi culpa", le respondí entre un tono burlesco y enfadado.
"Hazlo por el hombre que alguna vez tanto amaste", Un golpe bajo tan característico de el.
Eso golpeó la parte más débil de mi ser, mi empatía y corazón.
"Estabas muy ocupada y ella apareció y...", un parásito, el peor de todos, "pero me
arrepiento", argumentos vacíos danzaban en su boca. Ahí fue cuando por fin lo entendí.
Cuando se acercó para darme un ósculo, agarré mi café y se lo tiré, gritando para que ni
dios fuera capaz de ignorar mis palabras.
PAM. Con un estampido de la puerta es como se despidió mi ex. Agradecí al mozo, quien
me dijo: "No hay nada que agradecer, señorita. Desde que ese hombre de poca monta
entró, sabía que iba a causar problemas". Nuevamente solté más carcajadas y me retiré de
la cafetería, feliz de haber cerrado ese capítulo de mi vida. Del clima ardiente que hacía en
la mañana, fui recibida por un gélido frío. Sin embargo, esta vez era diferente ya no era la
chica debil que temblaba ante cualquier adversidad era otra persona, era era libre, con el
derecho humano de hacer lo que quiera y la potestad de tomar responsabilidad, ya no soy
un ave enjaulada ahora puedo volar en libertad.