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La energía eléctrica se transporta en alta tensión para reducir las pérdidas en el

transporte”, explica Samanes. En la distribución de la electricidad siempre se producen


pérdidas que dependen, en gran medida, de la distancia y de la corriente. “Pero si
aumentamos la tensión, menor será la corriente necesaria para transportar la potencia
deseada y menores serán las pérdidas en los cables. Es por eso que cuando se
quiere transportar la energía eléctrica a grandes distancias se eleva mucho el nivel de
tensión. En España, por ejemplo, se hace hasta 400 kV”, añade el ingeniero industrial.

Las redes de alta tensión conectan las plantas de producción con las subestaciones de
distribución. Allí, se reduce el voltaje y la electricidad se distribuye hasta
los transformadores de menor tamaño situados ya en el centro urbano, donde la
electricidad adquiere la tensión con la que se consume en los hogares.

Aunque el equilibrio entre oferta y demanda eléctrica se mantiene cuidadosamente y las


condiciones de voltaje son vigiladas de cerca, pueden producirse caídas o picos de
tensión. Si falla un transformador o hay una avería en la línea, puede producirse una
caída fuerte e incluso interrumpirse el suministro. Por ejemplo, un accidente en una línea
de muy alta tensión en Francia dejó sin electricidad a miles de hogares en España.

“Las subidas de tensión también pueden deberse a eventos puntuales. Generalmente,


las provocan descargas eléctricas, como rayos durante las tormentas, aunque también
por conmutaciones o perturbaciones de la red. En estos casos, suelen tener una
duración muy corta”, añade el ingeniero industrial. Una vez solucionado el problema, el
sistema vuelve a funcionar y la electricidad fluye de nuevo. Y la tensión completa
su camino desde el aerogenerador y la placa fotovoltaica hasta el microondas, la
tostadora o el cargador

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