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Eje temático 2: Derechos para hermanar nuestros pueblos: educación,

soberanía alimentaria, salud y energía para la Integración


- Documento orientador para el debate -

Introducción

Este documento surge de la sistematización y organización de los debates y acuerdos de las


organizaciones y movimientos que construimos en unidad la Jornada Latinoamericana y Caribeña de
Integración de los Pueblos. Este fue producido por el equipo de metodología de la Jornada y se ofrecen
como marco general y orientador para potenciar el debate en las mesas de trabajo.

Análisis

El sistema capitalista, patriarcal, racista que se sustenta en la opresión y explotación de los Pueblos
Indígenas, de las comunidades afrodescendientes, de la clase trabajadora, y del cuerpo y el trabajo de
las mujeres, explota también a la naturaleza con efectos devastadores que atentan contra los sistemas
ecológicos y sus funciones, y ponen en riesgo la vida de millones de seres humanos. Acaba interfiriendo
también en los gobiernos democráticos, con golpes de Estado y su ofensiva neoliberal privatizadora. La
clase trabajadora es la que más sufre los impactos de proyectos destructivos, así como de los huracanes,
sequías, inundaciones.

La organización a nivel global en cadenas globales de producción, a partir de la fragmentación y


deslocalización de los procesos productivos y la expansión del mercado comandado por las Empresas
Transnacionales (ETN), ha tenido un gran protagonismo el desarrollo de las tecnologías de la
información y la comunicación (TIC's) y la profundización de las agendas de libre comercio. Así, se
amplían y dinamizan procesos productivos que acaban rompiendo barreras espacio-temporales para el
capital transnacional. Por primera vez en la historia, gracias a estas tecnologías, el capital se gestiona
las 24 horas del día en mercados financieros globalmente integrados que funcionan en tiempo real.

Falsas soluciones. La narrativa de las falsas soluciones infortunadamente logra imponerse en diversos
espacios de negociación y desvía la atención de las transformaciones radicales urgentes y necesarias.
Además, posiciona a las ETN en espacios nacionales, regionales e internacionales como agentes de
solución, con lo que se produce, al mismo tiempo, la captura corporativa de los escenarios multilaterales
de toma de decisiones y definición de políticas públicas para enfrentar las crisis.

La transición justa en disputa. El modelo energético orientado a la acumulación de capital, con la


creciente emisión de gases de efecto invernadero por dependencia de los combustibles fósiles, es parte
de las causas de la crisis climática que enfrenta el planeta. La idea de que necesitamos una transición
energética está cada vez más presente en los discursos de los gobiernos, las instituciones multilaterales
y las empresas transnacionales. Pero la transición que defienden no es la misma transición justa,
feminista y popular que construyen el feminismo popular, el sindicalismo y el ambientalismo popular.
La transición energética corporativa tiene como características: i) reducir la cuestión a la naturaleza
renovable de las fuentes de energía ii) la inserción de la energía en el circuito de la economía verde, de
la financiarización de la naturaleza, de las llamadas falsas soluciones, iii) Profundización de la
concentración del sector y privatización de los sistemas energéticos, iv) el mantenimiento de violaciones
sistemáticas de los derechos de la clase trabajadora y las comunidades, y, v) la captura corporativa de
la política y la ausencia de democracia.

La disputa por el derecho a la educación pública. Tiene raíces que se remontan a las últimas cuatro
décadas, coincidiendo con la implementación de experimentos neoliberales que han llevado al
desmantelamiento del Estado de Derecho y de las democracias en la región. El contexto en el que actúan
los sindicatos de educación se caracteriza por modelos neoliberales, diálogo social precario y limitado,
empeoramiento de las condiciones laborales, así como intervenciones históricas de corporaciones y
gobiernos extranjeros, y, más recientemente, una clara polarización cultural. En estos contextos de
políticas neoliberales, se profundiza la tendencia de participación del sector empresarial privado, las
instituciones financieras internacionales y las ONG transnacionales en la toma de decisiones y la gestión
de la política educativa.
A su vez, la política neoliberal de recorte y de debilitamiento del Estado también es funcional a este
negocio: si la educación muestra grandes deficiencias, si no es relevante, si las/os estudiantes y docentes
no sienten seguridad y reconocimiento por el sistema educativo, entonces el sistema educativo se
debilita y se normaliza que haya ONG, iglesias, fundaciones y corporaciones jugando el rol del Estado.
Disputas por el derecho a la salud. La Plataforma de Desarrollo de las Américas (PLADA) tiene razón
cuando aboga por sistemas de promoción de la salud públicos, gratuitos, universales, inclusivos e
igualitarios. La prevención, atención y promoción de la salud es siempre una política pública, un deber
del Estado, un derecho de todos y debe ser de calidad. También reconocemos que la salud es un derecho
humano, no un comercio, y que es esencial para el bienestar de toda la población. Al igual que en otros
ámbitos de las políticas públicas, la región ha experimentado avances y retrocesos que difieren de un
país a otro. Y si bien la integración regional de las políticas de salud ya fue identificada como necesaria
en la PLADA, se ha vuelto aún más imperativa con la pandemia del COVID, mostrando la gran
dificultad de abordar los problemas globales de salud de manera aislada.

Propuestas desde y para nuestros Pueblos

Soberanía alimentaria. La soberanía alimentaria que reafirma el derecho de los pueblos a definir sus
propias estrategias, políticas y sistemas agroecológicos y justos de producción, distribución y consumo
de alimentos, en base a la producción campesina y de pequeña escala, reconociendo el papel central de
las mujeres, es un pilar fundamental en la lucha contra la crisis climática, de la biodiversidad, del agua
y alimentaria. Se trata de una apuesta esencial en el proceso de transformación de las sociedades y de
construcción de un proyecto político popular emancipatorio.

Otra apuesta central de la soberanía alimentaria es la integración de una perspectiva feminista que
reconoce y reafirma el papel central de las mujeres como productoras de alimentos y sujetos políticos,
así como la importancia de sus múltiples y valiosos saberes acumulados en el desarrollo de la
agricultura. Asimismo, exige la realización del derecho de las mujeres al territorio, a la tierra y a los
medios de producción para asegurar su autonomía económica. Otro elemento clave es la retribución
justa por su trabajo en la producción de alimentos y en el desarrollo de sistemas diversificados y justos
de producción, distribución y consumo de la alimentación.

En el contexto de la crisis climática y de la crisis global de la salud, resulta insoslayable poner freno a
la agricultura industrial y al agronegocio, distribuir la tierra y aumentar la producción de alimentos
agroecológicos de la producción campesina, familiar y la agricultura urbana. Ello conlleva la adopción
de políticas públicas que garanticen el derecho a la tierra, la gestión comunitaria del agua, semillas, el
derecho a la tierra y el acceso a los medios de producción, particularmente para jóvenes y mujeres, a la
lucha para acabar con los latifundios – la lucha por la reforma agraria. La política pública debe
garantizar las compras públicas directas a la producción campesina agroecológica, con especial énfasis
en los alimentos producidos por mujeres, para atender las necesidades alimentarias de la población que
lo requiere y el consumo de las instituciones del Estado, y así garantizar un mercado seguro que
contribuya a la sustentabilidad de los sistemas agroecológicos. El actual escenario de disputa ante el
agronegocio y el poder corporativo, por la soberanía alimentaria es un proceso de resistencia, ofreciendo
otros paradigmas posibles para la soberanía de los pueblos y la construcción del socialismo o las
sociedades post capitalistas.

Transición justa feminista y soberanía energética para la integración. América Latina tiene una enorme
riqueza natural y es vista como una fuente inagotable de recursos para una productividad extraordinaria
y esta condición moviliza intereses capitalistas de todo el mundo. En este sentido, es necesario ser
conscientes de la amenaza que supone la expansión de plantas de energías “renovables” como el
hidrógeno verde, tecnologías que permiten exportar grandes cantidades de energía “limpia” a los países
centrales, obedeciendo a los mismos estándares que actualmente practica la industria energética y
provocan violaciones de los derechos de los pueblos.

La finalidad de una transición justa para alcanzar la soberanía energética de los pueblos debe ser
garantizar el derecho a la energía, lo que implica desmercantilizar la energía y desprivatizar los sistemas
o partes del sistema que están bajo control de actores privados orientados por el lucro. El carácter
público de la energía es una condición fundamental, lo cual no implica restringirse solamente a la
propiedad y control estatal centralizado, sino que incluye también a los gobiernos locales y a las
cooperativas y otras formas de propiedad y gestión comunitaria, así como garantizar el abastecimiento
de sectores estratégicos como salud y educación, y la conformación de tarifas energéticas basadas en el
costo real de producción. Lo anterior significa que también es necesario democratizar la energía, y por
lo tanto asegurar que la misma sea asequible para las clases populares y dentro de ellas especialmente
para las mujeres y las infancias. La transición justa debe contribuir al logro de la justicia social,
ambiental, económica y de género y a la realización de derechos individuales, pero también colectivos.
Los derechos de la clase trabajadora, de los Pueblos Indígenas, comunidades campesinas y
afrodescendientes, y de las mujeres deben estar en el centro de cualquier propuesta de transición justa
y se debe respetar la participación y voz de sus organizaciones, especialmente cuando están en juego el
empleo, medios de vida o territorios de las mismas. La transición justa debe reconocer la centralidad
del trabajo, tanto productivo como reproductivo, y la responsabilidad del Estado y del conjunto de la
sociedad de proveer los cuidados necesarios para la vida.

Se trata de la construcción de una nueva política, un proyecto energético de carácter popular, que tiene
los siguientes principios y objetivos: i) satisfacer necesidades; ii) con apropiación popular; iii)
sostenible; iv) priorizar el valor de uso; v) con uso racional; vi) como derecho amplio; vii) para hoy y
el futuro; viii) considerado como bien común; ix) desde lo que existe - desde lo que hay; x) considerar
las diferentes escalas – descentralización; xi) opción preferencial por las fuentes renovables; xii)
solidariamente; xiii) con equidad; xiv) con autonomía y soberanía y; xv) diversificado. En síntesis, se
trata de la construcción de una nueva política desde un proyecto energético de carácter popular, que
logra satisfacer las necesidades desde la apropiación del sistema energético en manos de los pueblos,
con justicia, priorizando la sustentabilidad de la vida, y estableciendo la prioridad del valor de uso para
hoy y el futuro.

Derecho a la educación y lucha contra su privatización y mercantilización. Las estrategias sindicales


contra la privatización y la comercialización de la educación deben ser pensadas desde el ámbito de la
disputa cultural e ideológica. Lo que se está amenazando y desmantelando es el derecho a la educación
pública de los/as hijas/os de las personas trabajadoras y de las clases populares. Por esto, se requiere
que la organización sindical desarrolle estrategias para fortalecerse, proponer y movilizarse. Frente a
esa tendencia, es claro que los sindicatos docentes están llamados a enfrentarse a estas políticas y, a la
vez, avanzar en la elaboración o profundización de propuestas de políticas públicas educativas que
tengan como centro de atención una educación integral para la vida, con enfoque de derechos. Para esta
tarea, los sindicatos encuentran una gran fortaleza en la estrategia del Movimiento Pedagógico
Latinoamericano para continuar trabajando a favor de una propuesta educativa, pedagógica y alternativa
al modelo dominante.

Una perspectiva pedagógica para la protección del derecho a la educación pública en la era digital y de
la AI incluye una serie de prácticas y de reivindicaciones que pueden contribuir a proteger el derecho a
la educación pública en el marco de los avances de las tecnologías digitales de la AI. Entre ellas se
encuentran: i) establecer procesos de diálogo y reflexión sobre AI en los ámbitos de toma de decisión
en educación pública en todos los niveles; ii) avanzar en la regulación sobre el uso de la AI en el diseño
curricular. Avanzar en criterios de regulación de política educativa en materia de la forma en que se va
a utilizar la AI para diseñar contenido educativo y la forma en que AI se va integrar a los proceso de
aula; iii) avanzar en la regulación de la participación de corporaciones privadas en proyectos pilotos
con estudiantes y centros educativos públicos; iv) avanzar en el establecimiento de un marco regulatorio
de formas de colaboración en procesos de investigación y desarrollo de AI para el sector educativo; v)
resguardar la participación pública, principalmente de universidades, en los procesos de investigación
y desarrollo de tecnología; vi) avanzar en la definición sobre el uso de la AI en los procesos de
contratación docente; vii) se requieren criterios de políticas públicas en AI en lo que se refiere a
regulación de la tecnología, regulación del mercado de trabajo y regulación del alcance de la interacción
de la experiencia humana con AI; viii) resguardar las condiciones de trabajo docente en la era de la AI;
ix) garantizar programas de formación garantizados por el Estado para que el personal educativo pueda
trabajar de manera efectiva en un ámbito de AI; x) cómo se van a evaluar los aprendizajes en AI;
xi) garantizar el acceso a información pública y gratuita para que la juventud de América Latina tenga
participación en el mercado de trabajo en AI, garantizando espacios para mujeres jóvenes, juventudes
rurales, negras e indígenas; xii) liderar el debate actualizado sobre la ética en AI y en el internet de las
cosas; xiii) se requieren programas universitarios para preparar personas profesionales que manejen la
AI; xiv) se debe tener políticas de visibilización y educación sobre los riesgos de manejo y
almacenamiento de datos; xv) garantizar la participación de docentes y sindicatos en los procesos de
elaboración de marcos regulatorios de la AI en política educativa; xvi) avanzar en la elaboración de
propuestas sobre estrategias y prácticas para la disminución permanente de sesgos en AI.

Propuestas para el derecho a la salud. Algunas de las propuestas sanitarias son: i) un Tratado sobre
pandemias es esencial para preparar a los países ante nuevas pandemias, estableciendo protocolos a
seguir por los gobiernos; ii) cadena de producción de insumos. La falta de material sanitario básico,
incluso el más simple como las mascarillas, muestra la precariedad de la globalización de la producción
sanitaria. Es necesaria la producción local/regional de insumos, así como la ruptura de patentes para
abaratar las vacunas, los medicamentos esenciales y los equipos; iii) financiación adecuada del sector y
participación popular. Las políticas de prevención, atención y protección de la salud sólo funcionarán
si cuentan con recursos financieros seguros y suficientes. Se necesitan reformas fiscales progresivas,
que graven la riqueza y las empresas transnacionales que operan en paraísos fiscales para eludir el pago
de impuestos. Pero no basta con más recursos, también más control sobre el gasto sanitario por parte de
los sindicatos y la sociedad en su conjunto, aumentando la transparencia y el control social en el sector;
iv) uberización y precariedad en la sanidad. Las plataformas de contratación de servicios sanitarios
online y por procedimiento crecen en la región. Se trata de la precarización extrema del trabajo en el
sector. La salud es un asunto serio, siempre un deber del Estado y no puede precarizarse, externalizarse
o delegarse en la responsabilidad individual; v) catástrofes medioambientales. Cada vez es más el
impacto del caos medioambiental, aumentan las inundaciones y las sequías en toda la región, así como
la fuerza de las tormentas de viento y los huracanes, que afectan a toda la población. Se debe contar con
servicios de emergencia profesionalizados e integrados regionalmente, ya que estos fenómenos afectan
a distintos países. vi) trabajadores sanitarios. No hay forma de ofrecer una asistencia de calidad sin
contar con un número suficiente de profesionales y unas condiciones laborales adecuadas. Para ello, es
fundamental garantizar los derechos sindicales de quienes trabajan en el sector. Se deben garantizar
salarios dignos que mantengan a los profesionales en sus puestos de trabajo, con derechos y buenas
condiciones laborales.

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