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Odiseo llega a Ítaca en una barca

con los feacios que le condujeron.


Los salvadores de Odiseo son
castigados por Poseidón quien les
coloca un peñasco frente al barco
de ellos.
Odiseo reconoce el lugar donde se
encontraba cuando estaba en Ítaca
por sus conocimientos geográficos.
Reconoce la bahía y las
formaciones rocosas.
Odiseo es protegido por Atenea
quien se interesó en él por astucia e
inteligencia. Le ayudó dándole
disfraces y discursos astutos.
Después de todo, Odiseo se dirige
hacia Ítaca después de
transformarse en un
vagabundo.
En su encuentro con Eumeo, Ulises muestra
sus dones para el disfraz y la improvisación.
Su capacidad para tejer historias
espontáneamente es excepcional, y esta
propone incluso algunos paralelismos con la
verdadera. Habla de la codicia de su
tripulación, y hemos visto evidencia de esta
entre sus hombres, y el relato de su esclavitud
no está muy lejos de lo que intentan lograr.

La mentira de Ulises a Eumeo puede parecer


innecesaria, pero lo cierto es que debe probar
la lealtad de su viejo porquerizo si va a
ejecutar a los pretendientes según lo planeado.
Ulises no puede confiar en muchas personas,
pero la abrumadora lealtad de Eumeo, que
renuncia a su propio sueño para cuidar de su
rebaño, y que incluso trata al supuesto
mendigo como si fuera, de hecho, su señor,
prueba que será un fuerte aliado.
Dos augurios predicen situaciones positivas para
Ulises, y es interesante que Homero haga el trabajo
analítico por el público, haciendo que los
personajes interpreten los símbolos. Claramente, la
interpretación literaria ha cambiado dramáticamente
desde la época de Homero. Sin embargo, Homero (y
los griegos) todavía buscaban un significado
simbólico tanto en la naturaleza como en su
literatura. La representación simbólica de Ulises
como ave de presa encaja con su personalidad:
aunque no es un asesino de sangre fría, actúa con
rapidez y con una aguda previsión.

Las pruebas a las que Ulises somete a Eumeo


continúan demostrando la lealtad del porquerizo.
Está reuniendo a un pequeño contingente para
ayudarlo a vencer a los pretendientes, y Homero
extiende el suspenso al terminar el episodio con
Telémaco a punto de reunirse con su padre.

Telémaco ha completado su mini odisea, pasando


de ser un chico impotente al comienzo del poema a
haberse convertido un joven independiente listo
para luchar junto a su padre. También extiende la
hospitalidad que ha recibido a lo largo de su viaje a
Teoclímeno, cuya virtud queda resumida en el
epíteto que Homero le asigna: "a un dios
semejante".

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