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Voces: QUIEBRA ~ CONCURSO PREVENTIVO ~ ACUERDO PREVENTIVO ~ ACUERDO PREVENTIVO

EXTRAJUDICIAL
Título: Sobre los conflictos teóricos del APE. Naturaleza jurídica y presupuestos
Autor: Graziabile, Darío J.
Publicado en: LA LEY2006-E, 1253
Cita Online: AR/DOC/2179/2006

Sumario: SUMARIO: I. Introducción. — II. Naturaleza jurídica. — III. Presupuestos. — IV. Conclusión.
I. Introducción
Como primer paso, queremos conceptualizar y delimitar al acuerdo preventivo extrajudicial, versión 2002.
Estamos ante un instituto concursal, que consiste en un acuerdo celebrado por un deudor en estado de cesación
de pagos o con dificultades económicas o financieras, con parte de sus acreedores, homologado judicialmente
con las mayorías requeridas, y oponible a todos los acreedores anteriores a la presentación. Aquel acuerdo no
homologado no es un acuerdo preventivo extrajudicial sino simplemente un contrato o convenio con efecto
solamente respecto de las partes que participaron en él.
Aquel vigente en la originaria 24.522 (Adla, LV-D, 4381), carecía de efectos respecto de todos los
acreedores luego de homologado por lo cual podría dudarse de su carácter concursal, aunque el art. 1° L.C.Q. lo
entiende como un concurso regulado por la ley.
El originario acuerdo preconcursal de los arts. 125-1 y 125-2 de la ley 19.551 (Adla, XXVII-B, 1677)
reformada en 1983 por la ley 22.917 (Adla, XLIII-D, 3771), era un contrato que tenía dos versiones, uno
exclusivamente privado y ajeno al sistema judicial (art. 125-1) y otro, aquel que se presenta homologar
diferenciándose de aquel sólo respecto de la ineficacia concursal en caso de quiebra, sin afectar su validez fuera
de aquella (art. 125-2).
El desarrollo que han tenido históricamente los acuerdos "parajudiciales", ya sea de facto o de iure se debió
a la búsqueda de soluciones alternativas de la insolvencia que redujera los costos y términos judiciales, que
permitiera el refinanciamiento del pasivo y principalmente en estos casos es que eran más discretos que los
procesos judiciales.
En realidad, el ahora llamado acuerdo preventivo extrajudicial, tuvo su nacimiento, desde antiguo con el
mismo derecho concursal, en los viejos estatutos italianos, y se trataba de convenios celebrados entre el deudor
y sus acreedores para evitar las drásticas consecuencias de la quiebra.
Nos recuerda Tonón que más modernamente tuvo un gran desarrollo doctrinario en la doctrina europea,
donde fue conocido con diferentes denominaciones, como concordato amigable o règlement amiable (Francia) o
concordato extrajudicial (Italia) (1).
En aquellos momentos tuvo grandes cuestionamientos atento las maniobras y fraudes que permitía realizar,
pues ante la inexistencia de los presupuestos concursales dicho acuerdo era ajeno al régimen concursal sino por
las normas de derecho común por lo que no debía respetarse la par condicio. También se discutía si se requería o
no unanimidad de los acreedores para su aprobación, imponiéndose la tesis que no requería dicho recaudo sino
que se permitía que el acuerdo sea celebrado con alguno de los acreedores con el fin de evitar el estado de
cesación de pagos o superarlo para no llegar al proceso judicial concursal (2).
En el derecho comercial argentino, este tipo de acuerdo tuvo temprano nacimiento doctrinario y de facto
mucho antes de que reciba la acogida legislativa.
Durante la vigencia de los primeros Códigos de Comercio se había afirmado que los arreglos privados
estaban prohibidos, misma orientación con la ley 4156, pues se entendía que todo debería resolverse en la junta
de acreedores y toda otra cláusula en contrario era nula (3). Igualmente importante doctrina predicaba su licitud
entendiendo que eran cuestiones de derecho privado y la sociedad no debería entrometerse en el resguardo de
ese tipo de intereses (4).
Luego, el desarrollo doctrinario dejó de lado esa virtual prohibición y admitió su licitud, con las
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consiguientes discusiones que ello acarreaba hasta el nacimiento legislativo en 1983 (ley 22.917 —Adla, XLIII-
D, 3771—).
La reforma legislativa fue instada por la crisis de fines de la década del setenta, que hizo surgir acuerdos
privados conocidos como "club de bancos", los cuales pretendían evitar el concurso y eran manejados por
entidades financieras. Estos acreedores bancarios, principales cuantitativamente en el pasivo de su deudor,
pretendían evitar la quiebra de éste pues en ella veían dificultadas sus posibilidades de cobro. Se requería para
darle la venia al deudor que este haya sido de buena fe, no sólo con los bancos sino también con el resto de los
acreedores. Su naturaleza era contractual y primaba la autonomía de la voluntad (5).
Si bien dicha denominación tuvo mucho arraigo en el derecho local, no significaba que se tratara de alguna
asociación entre los sujetos involucrados sino un acuerdo entre ellos, es decir, el antecedente de lo que ahora
conocemos como acuerdo preventivo extrajudicial. La adopción de dicha denominación surge a través de los
sindicatos financieros de principios del siglo XX y principalmente del "Club de París", que sí era una
organización de Bancos acreedores que realizaban préstamos sindicados a deudores internacionales (6).
La ley 22.917 de 1983 —reformadora de la ley 19.551— denomina a estos convenios, acuerdos
preconcursales y los incorpora a la legislación argentina, aunque reconocemos que el Banco Central ya los había
legitimado a través de sus circulares (7) y los denominaba "concursos extrajudiciales". También la ley 22.510 de
refinanciación de deudas financieras (Adla, XLI-D, 4347) (8).
Las principales características del instituto eran que pretendía evitar la apertura del concurso y superar la
insolvencia, no requería unanimidad de acreedores, pues se formalizaba sólo con parte de ellos y no debía
respetarse la igualdad entre los acreedores. Se introduce en dicha reforma la noción de "dificultades económicas
o financieras de carácter general" como presupuesto objetivo para este tipo de acuerdo.
Si bien fue un paso legislativo importante el instituto no tuvo la respuesta esperada y fue criticado porque se
temía que si fracasado el acuerdo en la quiebra, algunos acreedores fuesen perjudicados frente a otros (9). En
realidad la regulación que hizo la ley 22.917 no se basó en darle certeza normativa a dichos acuerdos sino que
realmente se preocupó por los efectos que el mismo produjese en caso de quiebra, su eficacia o no ante la
falencia —se lo haya homologado judicialmente o no—, y ello, creó desconfianza para su uso. Los acuerdos
preconcursales tuvieron una tímida utilización en la práctica y solamente sin sometimiento a homologación
judicial, pues esa era la práctica usual antes de la sanción de la reforma (10).
Luego en 1995, la ley 24.522, no es que modifica la regulación del instituto, sino que ubicándolo
independiente y sistemáticamente en el cuerpo legal le da forma normativa. Es denominado, como se lo hace
hasta la actualidad, "acuerdo preventivo extrajudicial". El legislador de los noventa, infructuosamente, pretendió
recuperar la prevención extrajudicial de la insolvencia con homologación judicial, ya que no había sido
utilizada, pero su única finalidad era que quedara excluido de las acciones de ineficacia, lo que lo hizo
igualmente inaplicable. Se excluyen en la reforma los efectos que se le reconocían al acuerdo preconcursal no
homologado.
El principal problema de la ley 24.522 fue que no era aplicado a todos los acreedores sino que solamente a
aquellos que participaban del acuerdo y la presentación para su homologación no producía la suspensión de las
acciones contra el deudor.
Finalmente la ley 25.589 (Adla, LXII-C, 2862) en el año 2002, logra rescatar verdaderamente el instituto y
darle utilidad práctica, tanta que en uso cotidiano —como también lo haremos nosotros—, pasó a denominárselo
por sus siglas, APE (acuerdo preventivo extrajudicial) (11). Las ventajas que presentaba el acuerdo preventivo
extrajudicial, versión 2002, fue que superó las críticas de su antecesora y solucionó los problemas que lo había
hecho inaplicable anteriormente. La principal reforma de la ley 25.589, que logra darle aplicabilidad y
dinamismo al instituto fue asemejarlo al acuerdo preventivo judicial y dotarlo, luego de homologado, de los
mismos efectos de éste en cuanto fuesen compatibles; así se lo hace oponible a todos los acreedores
quirografarios, se incorpora la suspensión de acciones ante la presentación del acuerdo para su homologación y
se compatibiliza el sistema de mayorías con el de sus efectos (12).
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La reforma aludida se orienta detrás de los vientos modernos del derecho comparado que privilegian este
tipo de soluciones preventivas (Vg.: London approach en Inglaterra, prepackaged agreements en los Estados
Unidos), aunque no se previó la posibilidad de darle virtualidad concursal a un acuerdo privado sin necesidad de
intervención judicial alguna.
II. Naturaleza jurídica
Para desentrañar la naturaleza jurídica del APE resulta necesario abstraerse en principio de las
denominaciones legales, todas imprecisas y confusas y también de la forma en que se denominan los institutos
—acuerdo, concurso, etc.— y sujetos —deudor o concursado— pues ello tampoco aporta nada a la discusión.
Determinar la naturaleza jurídica del acuerdo preventivo extrajudicial resulta de real importancia en la
actualidad porque la insuficiente regulación legal hace que aquella puede definir las normas supletorias
aplicables a este régimen.
En los orígenes doctrinarios del instituto —léase doctrina italiana— se entendió que la naturaleza del
acuerdo extrajudicial era netamente contractual, perteneciente al campo de la autodefensa privada, la autotutela
consensual (13) que integra la teoría general de los contratos (14).
Luego de 1983 la doctrina nacional se enrolaba en la misma línea incorporando a los acuerdos
preconcursales en el ámbito del art. 1137 del Cód. Civil (15).
Más modernamente, bajo el régimen de la ley 24.522, se afirmó que es un contrato único, cuya causa fin es
evitar el concurso judicial (16) o un procedimiento alternativo con características concursales (17), negándosele
similitud con el concurso preventivo (18).
A partir del 2002 las aguas se han dividido, atento las nuevas prescripciones legales sobre el APE.
Así Heredia, —autoconvocado en la tesis contractualista— entiende que continúa siendo un contrato y en la
actualidad se basa en el hecho de que la ley aunque no se logre homologación declara válido el acuerdo para las
partes, si es contrato antes, también lo es luego de la homologación. Afirma que ese contrato se convierte en
acuerdo obligatorio para todos los acreedores con la homologación judicial (19). Importante doctrina abona y
comparte dicha postura (20).
Por otro lado Truffat —en la tesis concursalista— habla de subtipo concursal (21) y antes lo catalogaba
como subespecie del concurso preventivo (22), definiendo que es un concurso rehabilitatorio asimilable al
concurso preventivo, que se desarrolla en un trámite judicial simplificado y no en el ámbito extrajudicial,
aunque si nace fuera del proceso. Doctrina (23) y jurisprudencia (24) mayoritarias se enrolan junto a esta teoría,
con lo que no puede negarse que luego de 2002 el acuerdo preventivo extrajudicial ha mutado su naturaleza.
Para nosotros, a partir de la reforma de la ley 25.589 estamos ante un instituto concursal, —preventivo—
que tiene dos etapas, una extrajudicial y otra judicial y que nace con naturaleza contractual y llega a ser
concursal. Enrolados en la doctrina de Brunetti, desarrollada respecto del concurso preventivo, se trataría de un
contrato sui generis que llega a conformar la voluntad por mayoría y se impone a la minoría a través de la
homologación judicial, por lo que tiene una doble naturaleza negocial-extrajudicial y procesal-judicial. Así, nos
repetimos en lo expuesto al analizar el concurso preventivo judicial, tenemos un elemento negocial de notable
tinte privatista (deudor y mayoría) que hace nacer el acuerdo y un elemento procesal que lo traspasa a la órbita
publicista (homologación judicial), que le otorga fuerza de acuerdo concursal obligatorio para todas las partes
(deudor y acreedores —mayoría y minoría—) con los efectos impuestos por la ley concursal. Entonces el
acuerdo preventivo extrajudicial, es un contrato con aprobación judicial procesal con efectos propios. Así, la
denominación usada por la ley no pareciera tan desajustada, pues estamos ante un acuerdo preventivo en el
ámbito extrajudicial que luego de la homologación pasa a ser un concurso preventivo judicial con asimilables
efectos.
La discusión termina en círculos —como ya se ha reconocido (25)—, porque qué diferencia hay, en decir
que el APE es un concurso o un contrato, si el concurso preventivo también es concurso y contrato. Nada impide
que sea un contrato concursal asimilable al concurso preventivo. No hay polémica en cuanto a denominarlo
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contrato pero tampoco debería haberla para considerarlo un concurso —como instituto— porque se cumple con
todos sus principios y en cuanto a sus caracteres —rectius caracteres del proceso concursal— sólo deviene
existentes aquellos concernientes a la etapa judicial del APE.
No enerva ello el hecho de que la ley determine que no homologado el APE, surte efectos respecto de los
firmantes (art. 71 L.C.Q.), pues como contrato queda librado a la autonomía de la voluntad y como tal, también
puede disponerse que no homologado no tenga tal efecto. Resulta superflua la norma atento las suficientes
prescripciones del derecho común (arts. 1137 y 1197 CC) y porque no constitucionales (art. 19 C.N.) aplicables
al caso. Así hemos llamado acuerdo amigable al APE no homologado (26).
Como caracteres comunes a los procesos concursales (27), no podemos negar que el publicismo o
privatismo —según el ángulo de donde se mire— se encuentran presentes en la etapa homologatoria (art. 73
L.C.Q. respecto a las mayorías y art. 75 L.C.Q. sobre homologación judicial), lo mismo la unidad procesal, no
podría existir un APE conjuntamente con otro proceso concursal (art. 76 L.C.Q. y su remisión a la sección V del
Capítulo V del Título II de la ley). Más dudosa es la concurrencia de los acreedores, se dijo que la inexistencia
de la misma afecta el carácter concursal del acuerdo preventivo extrajudicial (28). Es verdad, la relatividad de la
concurrencia de los acreedores por la misma inexistencia de verificación de crédito, pero también es cierto que
dicha concurrencia a fin de formar aquella comunidad jurídica llamada "concurso", se materializa en el caso del
APE a partir de la certificación contable del art. 72 inc. 2° L.C.Q. y la posibilidad que tienen los acreedores de
oponerse al acuerdo para lo cual se publican los edictos y la legitimación para solicitar la nulidad del acuerdo
(arts. 74 y 75 L.C.Q. y la remisión a la sección IV del Capítulo V del Título II de la ley realizada por el art. 76
L.C.Q.).
En cuanto a la aplicación de los principios concursales —al instituto concurso—, no hay duda que existe
universalidad, pues se compromete el patrimonio in totum como prenda común de los acreedores, intangible
también en el caso del APE a través de las acciones recuperatorias o de integración patrimonial (art. 75 L.C.Q. y
las causales de oposición al acuerdo y art. 60 L.C.Q. —por remisión del art. 76 L.C.Q.— y las causales de
nulidad —omisiones o exageración del activo—); lo mismo para la concursalidad, ya que homologado produce
efectos respecto de todos los acreedores (art. 76 L.C.Q.); en cuanto a la paridad de los acreedores, luego de la
reforma de 2002 no caben dudas de que la misma debe ser respetada (art. 76 y su remisión expresa al art. 56
L.C.Q., especialmente su tercer párrafo). La duda aquí recaería sobre los principios de oficiosidad e
inquisitoriedad, que de la misma manera que con la concurrencia de acreedores, queda limitada su aplicación
para la etapa judicial del APE en lo pertinente —etapa homologatoria (art. 75 segundo párrafo L.C.Q.)—, atento
la inexistencia de verificación de créditos.
Entonces el APE es un instituto concursal que tiene génesis contractual y se desarrolla —rectius
desencadena— en un proceso concursal abreviado, lo cual lo diferencia del acuerdo preventivo porque este
último tiene desarrollo total en el proceso judicial. Es un instituto concursal rehabilitatorio superador de la crisis
empresaria alternativo del liquidativo, con etapas extrajudiciales y judiciales. Definido ello, podría renombrarse
el instituto como "Concurso preventivo semijudicial", aunque la denominación legal sirve para diferenciarlo
netamente del concurso preventivo judicial, se habla de "acuerdo" y se lo caracteriza de "extrajudicial" para
hacer sobresalir su nota característica, cual es su nacimiento como contrato fuera del proceso judicial.
Igualmente nos seduce la forma en que lo ha nominado Rouillón, "Concurso preventivo abreviado"(29).
III. Presupuestos
Uno de los temas más conflictivos en el acuerdo preventivo extrajudicial, ha sido, desde su incorporación en
1983 la delimitación de sus presupuestos. En cuanto al objetivo, el alcance de las dificultades económicas o
financieras de carácter general y respecto al subjetivo, su igualación o no respecto del concurso preventivo, es
decir, si aquellos sujetos excluidos del concurso judicial podían celebrar un concurso extrajudicial.
a. Presupuesto objetivo
Pareciera que el legislador concursal impone un presupuesto objetivo dual para la posibilidad de presentar
un acuerdo preventivo extrajudicial. La forma de redacción del art. 69 L.C.Q. así lo impone: "El deudor que se
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encontrare en cesación de pagos o en dificultades económicas o financieras de carácter general, puede celebrar
un acuerdo con sus acreedores y someterlo a homologación judicial". Si bien el acápite del artículo habla de
"legitimados", él no solamente norma el presupuesto subjetivo, sino principalmente el objetivo.
Aquí la ley se aparta del art. 1° L.C.Q., habilitando la presentación del APE no solamente ante la existencia
del estado de cesación de pagos sino también ante la existencia de dificultades económicas o financieras de
carácter general, lo que ciertamente se repite desde la incorporación de este instituto en 1983. La incorporación
surge de los vientos modernos del derecho comparado de la época, tanto en Francia, donde en el réglament
amiable se tenía como presupuesto a la dificultad jurídica, económica o financiera o de necesidades que no
puedan ser cubiertas por una financiación adaptada a las posibilidades de la empresa, y en Italia, donde la
administración controlada podía iniciarse ante un estado de temporánea dificultad para cumplir las obligaciones.
Y todas las disquisiciones locales son repetidas en aquellos lugares donde estos nuevos conceptos no tienen el
suficiente desarrollo doctrinario y jurisprudencial para que anticipadamente tengan acogida legislativa.
La doctrina desde aquella época ha tratado de asimilar los conceptos, negándoles diferencias sustanciales y
prácticas, así para Tonón eran sinónimos, sino se destruiría el sistema de ineficacia que se basa en el estado de
cesación de pagos (30).
La otra postura, surgida alrededor de los 80, entendía que como aquellos acuerdos eran preconcursales
debían prevenir la insolvencia y como tales podían concertarse antes de llegar al estado de cesación de pagos,
por ello la necesidad de un presupuesto previo a aquel (31). Estaríamos ante una preinsolvencia o crisis
empresarial, permitiéndose la celebración de estos acuerdos antes del estado de cesación de pagos y en estos
casos quedando fuera del sistema de inoponibilidad concursal (32).
Entre aquellos participantes de la redacción del proyecto que fuese ley 22.917 no existe consenso, por un
lado Quintana Ferreyra (33) entendía que existe una diferencia conceptual, permitiendo la ley celebrar estos
acuerdos para recomponer la situación económico financiera de la empresa, aun antes de haber caído en
cesación de pagos, para lograr superar dichas dificultades económicas o financieras de carácter general. En
cambio para Alegría (34) el punto carece de importancia práctica y entiende que ambas locuciones responden al
mismo concepto, y sólo podría haber alguna diferencia en cuanto a su exteriorización, pues las dificultades
económicas o financieras de carácter general podrían exteriorizarse, no necesariamente a través de los hechos
reveladores de la cesación de pagos, sino con la celebración misma del acuerdo.
Con la reforma de 1995, y la ley 24.522, las discusiones continuaron. Los redactores del proyecto
entendieron que las dificultades económicas y financieras de carácter general representan un estadio previo a la
insolvencia, por lo menos en cuanto a la exteriorización (35). La mayoría de la doctrina ha seguido esta
orientación (36), incluso luego de la reforma por la ley 25.589, entendiéndose que dicho concepto se refiere a
dificultades temporáneas, de iliquidez o desequilibrio entre inversiones y obligaciones de pago (37) y que el
legislador ha tratado flexibilizar el presupuesto objetivo para permitir los acuerdos con amplitud (38).
Claramente, Segal (39) diferenció las dificultades económicas de las financieras, entendiendo por las
primeras hacen referencia exclusivamente a lo patrimonial o a la rentabilidad, es decir a la capacidad de
remunerar adecuadamente los medios financieros invertidos, lo que se traduce en problemas de mercado; en
cambio las segundas hacen relación a la liquidez, disponibilidades o medios para cubrir las erogaciones de caja,
al nivel de endeudamiento, a la necesidad de superávit financiero para el repago de los pasivos realizables y al
grado de vulnerabilidad empresaria. También dejó en claro que la generalidad remite a la amplitud de las
dificultades e implica que deben comprender íntegramente al patrimonio.
Para Maffía (40), las dificultades financieras son una especie del género dificultades económicas.
Desde el punto de vista del tecnicismo económico, financiero o contable podrá ser importante y significante,
pero desde la óptica jurídica, aunque la conjunción utilizada por el legislador sea disyuntiva coincidimos en que
la diferencia es leve e irreconocible (41).
Lo que queda claro aquí, es que para celebrar un APE, no necesariamente, el deudor tiene que estar en

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estado de cesación sino que puede hacerlo en un estadio previo cuando ya tenga dificultades que lo afecten su
estado patrimonial sin llegar a la insolvencia. Incluso si estuviese en estado de cesación de pagos también estaría
habilitado a celebrar un APE si dicho estado aun no se haya exteriorizado a través de sus hechos reveladores.
Las dificultades económicas o financieras son el tránsito previo a la insolvencia, una etapa que la antecede. Ello
porque la intervención del patrimonio, se debe producir, apenas se refleje las dificultades y síntomas de la crisis,
sin dejar que se llegue al extremo de la cesación de pagos. Y además, atento de que éste se exterioriza lo
suficientemente tarde ya ha hecho estragos y se encuentra indefectiblemente instalado en el patrimonio (42).
Para nosotros (43), no es desacertado tomar como presupuesto nociones que partan del criterio de
dificultades económicas generalizadas sin llegar a la insolvencia, que en dicho caso se tomarían elementos que
caracterizan la crisis de la empresa, quizás por ser las dificultades uno de los de más fácil determinación o
exteriorización, podría lograr la verdadera preservación y prevención de dicha crisis con posibilidad cierta de
saneamiento. La tesis de las dificultades económicas tendría una relación con la de crisis de la empresa, de
género y especie, siendo aquella una especie del género de ésta. La necesidad imperiosa de modificar el
presupuesto objetivo de apertura de los concursos es para que la concursalidad actúe con esperanza, es decir,
con la intención de modificar la crisis imperante y la única manera de que dicha actuación sea tempestiva, y
llegue antes de que la insolvencia erosione la situación en alguna medida irreversible (44), es apresurando la
apertura de la solución judicial o extrajudicial tomando como síntomas otros elementos no tan drásticos y casi
ilevantables como resulta ser el estado de insolvencia, por ello, porque no la noción de crisis de la empresa. El
proyecto de reformas de 1997 propone la co-existencia de dos presupuestos objetivos sustanciales de apertura
concursal, el estado de cesación de pagos y la existencia de dificultades económico-financieras que hiciera
presumir una insolvencia futura.
La generalidad de las dificultades económicas o financieras es entendida como la afección a todo el
patrimonio, igualmente que lo que se define respecto del estado de cesación de pagos. Entonces estando ante
una condición común (generalidad) de ambos presupuestos, puede afirmarse que tiene una unidad de esencia
(45), y ella es la crisis patrimonial.
Se le ha negado el reconocimiento de "estado" a las dificultades económicas o financieras (46), por ser
reversible y transitorio desde un aspecto dinámico, en cambio no podemos dejar de reconocer que desde un
punto de vista estático, sí lo es, porque se visualiza como síntoma patrimonial.
Para dar alguna idea mayor de la diferencia existente entre el estado de cesación de pagos y las dificultades
económicas o financieras de carácter general, debemos decir que estas últimas, no necesariamente deben ser
permanentes pudiendo ser pasajeras o transitorias, es decir que sus recursos normales no le permiten afrontar los
compromisos contraídos, u otras cuestiones económico-financieras. Así se posibilitaría que la crisis fuese
permanente y desencadene en la insolvencia. En concatenación con ello, también al tratarse sólo de dificultades,
no estamos ante la concreta imposibilidad de cumplimiento regular de las obligaciones.
Y aquí entramos en otro problema reconocido por alguna importante doctrina (47), y es saber como se
exterioriza este presupuesto objetivo alternativo y que exterioriza el hecho de que el deudor celebre un acuerdo
preventivo extrajudicial, la insolvencia o no, saber que reconoce el deudor judicialmente más allá de lo que
expresamente exponga. Como cuestión previa disentimos con el maestro Maffía (48) respecto a que la confesión
tropieza con un doble problema, el primero que se confiesan hechos y no estados, lo cual para nosotros es
erróneo porque la confesión concursal es de hechos que exteriorizan estados; y en cuanto a que la confesión sólo
tiene virtualidad cuando perjudica al confesante, elemento propio del derecho procesal civil, revelarse con
dificultades económicas y financieras cuanto menos lo somete al concurso y dicho reconocimiento judicial
puede quedar desvirtuado a través de otras constancias procesales, lo que no se hace en el proceso común.
Por nuestra parte la cuestión deviene abstracta atento que el único habilitado para presentarse en APE es el
deudor, igual que para el concurso preventivo, es suficiente su confesión o reconocimiento judicial. Si reconoce
estar en estado de cesación de pagos nada cambia y si confiesa estar en dificultades económicas o financieras de
carácter general será cuestión probatoria de quien quiera extender dichos efectos a otros institutos concursales,

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como si estuviese en estado de cesación de pagos. Truffat (49), trata el caso del art. 31 L.C.Q., para lo cual, si el
deudor fracasado el APE realizado en dificultades económicas o financieras, pretende concursarse
preventivamente por estar en estado de cesación de pagos, resultaría imperioso —y creemos que imposible—
que durante el APE no se haya exteriorizado ningún hecho revelador de la insolvencia, pues sino la existencia de
pedidos de quiebras pendientes obstaría la nueva presentación concursal.
Lo mismo debe concluirse para el caso de la inoponibilidad y responsabilidad concursal, tema que preocupó
desde el mismo nacimiento de estos acuerdos concursales. Concretamente para el caso de la retroacción, si en el
APE se exteriorizó —aunque no sea confesado— el estado de cesación de pagos, los dos años deben contarse
desde la celebración del acuerdo.
Para la mayoría es suficiente la confesión del deudor en la presentación del APE para reconocer
judicialmente que se encuentra en estado de cesación de pagos o en dificultades económicas o financieras de
carácter general según como se manifieste en dicha demanda (50).
La situación para nosotros carece de virtualidad práctica porque sea lo que quiera confesar el deudor, lo
cierto es que las dificultades económicas o financieras de carácter general se revelan también por algunos de los
hechos reveladores del estado de cesación de pagos, y la sola existencia de uno de ellos implicaría —por lo
menos judicialmente— la insolvencia del patrimonio. Aquí volvemos al problema inicial del presupuesto
objetivo concursal y su exteriorización judicial y el verdadero presupuesto de inicio del concurso, que
lamentablemente, en la praxis, por imposibilidad de comprobación, el estado de cesación de pagos puede ser un
mero incumplimiento o el simple reconocimiento judicial de ello, por lo que difícilmente pueda diferenciarse del
presupuesto alternativo del APE. Si resulta complicada su conceptualización in abstracto mucho más
complicado será plasmarlo judicial o procesalmente.
Creemos que la importancia de la diferencia realizada por la ley, es más psicológica que jurídica, ya que la
distinción resulta harto difícil realizarla en concreto y en la práctica sino que solamente se hace en el plano
teórico. Así con la posibilidad que se le otorga al deudor de lograr un acuerdo con sus acreedores antes de caer
en el estado de cesación de pagos, hace que éste proyecte dicha solución, cuando aquel estado se exteriorice, a
priori con la generalización de las dificultades económicas o financieras de su patrimonio y anticipar la solución
antes de que la insolvencia se torne irreversible.
b. Presupuesto subjetivo
Una importante evolución histórica ha tenido el presupuesto subjetivo concursal, la cual aun no sea a
detenido, con la principal puja actual respecto a si se concursa el sujeto o la empresa.
En el tema que nos toca, la ley es muy simple, en el art. 69 L.C.Q. se refiere a "deudor", pero la cuestión en
la práctica no fue tan sencilla. Lo escueto de la norma legal ha hecho que se confundiera el presupuesto
subjetivo del acuerdo preventivo concursal.
La cuestión ha sido ampliamente discutida por Maffía (51) —con una postura con escasa adhesiones—
contra la tesis desarrollada por Heredia (52) —seguida, pareciera, por la doctrina y jurisprudencia—.
La posición de Heredia, ronda en el hecho de afirmar que el APE es un contrato único cuya causa fin es
evitar la quiebra del deudor, por lo que ab initio tiene naturaleza concursal. En consecuencia entiende que para
entender quienes pueden transitar dicho camino debe estarse al art. 2° L.C.Q. Funda su afirmación en el art. 1°
L.C.Q. que se refiere a concursos legislados por la ley 24.522, incluyendo al art. 69 L.C.Q. y por consiguiente al
acuerdo preventivo extrajudicial. También expone que siendo una institución preventiva y no liquidativa le
caben las limitaciones del art. 5° L.C.Q.
En cambio Maffía entiende que el APE solamente se convierte en concursal a partir de su homologación por
lo que las limitaciones de los arts. 2° y 5° L.C.Q. recién son operativas a partir de ahí, y no antes.
Barreiro y Lorente (53) se alinean en una posición opuesta y extrema, entendiendo que tanto los acuerdos
comunes o desregulados, como aquellos homologables, son asequibles a todo tipo de deudor sin las limitaciones
de los arts. 2° y 5° L.C.Q.
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Disentimos con Heredia —y ahí nos arrimamos a Maffía— respecto de considerar al APE, concursal, tanto
el homologado como el que no lo es, pues entendemos que aquel que no se homologa y surte efecto respecto de
los firmantes tiene exclusiva naturaleza contractual más allá de la causa fin que tengan, pues cualquier contrato
de refinanciamiento de deuda podría convertirse en concursal si las partes pretendieron con él evitar el
concursamiento del deudor. Además la causa-fin de dicho contrato-concurso, cuanto mucho, será superar la
insolvencia o las dificultades patrimoniales con un instituto no liquidativo. En nuestra opinión el APE es el
homologado, y sólo ese, lo otro es un contrato y sólo eso.
En definitiva, para nosotros, el APE que se va a homologar y oponer a todos los acreedores es un concurso
preventivo abreviado por lo que para él, rigen las limitaciones de los arts. 2° y 5° L.C.Q. En cuanto a aquel que
no se va a presentar a homologar podrá celebrarse por cualquier deudor, con la única limitación de su capacidad
contractual, quedando fuera del ámbito concursal, pero ese no es el acuerdo preventivo extrajudicial, nombre
que sólo puede darse al homologado regulado por la ley concursal. La sola mención que hace el art. 71 L.C.Q.
respecto del acuerdo que no se presenta a homologar no escapa a los principios generales de los contratos (arts.
1137 y 1197 C.C.). Sin embargo, si el deudor se encontrase concursado regirán las normas del desapoderamiento
que impedirán celebrar tal contrato, por lo menos con la libertad que tiene el deudor que no está concursado
(arts. 16 y ss. y 106 y ss. L.C.Q.).
En definitiva, y coincidiendo con la tesis del maestro Maffía, cualquier deudor podrá celebrar los acuerdos
que estime necesarios con sus acreedores pero si dicho sujeto pretende homologar judicialmente el mismo y
oponerlo al resto de sus acreedores, no debe estar inmerso en las limitaciones de los arts. 2° y 5° de la L.C.Q.
Ergo, entendiendo que el APE es solamente aquel homologado judicialmente, su presupuesto subjetivo coincide
con el del concurso preventivo, es decir que solamente son "apeables" aquellos deudores no excluidos por los
arts. 2° y 5° de la L.C.Q. Todo lo demás queda en el ámbito del derecho contractual común.
Tampoco creo que la doctrina y jurisprudencia se hayan inclinado por la tesis de Heredia, dejando de lado la
de Maffía. Respecto de la jurisprudencia (54) no caben dudas que ambos autores son contestes en que sólo
pueden homologar judicialmente un APE los sujetos habilitados por los arts. 2° y 5° L.C.Q., pues la divergencia
está en el contrato que no se va a homologar.
Más difícil es determinar de qué lado se encuentra la restante doctrina pues ella no hace diferencia respecto
del contrato y el acuerdo homologado, limitándose a afirmar que el ámbito subjetivo del APE queda
circunscripto por los arts. 2° y 5° L.C.Q. (55).
Con Heredia y haciendo aplicable las limitaciones concursales al acuerdo extrajudicial y a aquel
homologable, se encuentra Dasso (56).
Concretamente se definen por la tesis que exponemos, compartiendo la de Maffía, Rouillón (57), quien
afirma que el acuerdo preconcursal simple o no homologable puede ser celebrado por cualquier deudor, Rivera
(58), concluyendo que todos los que puede su concurso preventivo pueden requerir homologación de un acuerdo
preventivo extrajudicial, Molina Sandoval (59), que se refiere a la legitimación para solicitar homologación del
APE y Prono (60), quien sostiene que para el APE homologable debe recurrirse a las normas del concurso en
general y preventivo para conocer los sujetos pasibles de concursarse.
Sentado ello, corresponde delimitar ahora concretamente la "apeabilidad" en ciertos casos dudosos. Para ser
precisos, en aplicación de las normas concursales entendemos que no podrán presentar a homologar
judicialmente un acuerdo preventivo extrajudicial, aquellos afectados por el art. 31 in fine L.C.Q., es decir
cuando se ha rechazado o desistido un concurso preventivo, durante un año, si existen pedidos de quiebra
pendiente, aquellos inhibidos por el 59 último párrafo L.C.Q., durante un año luego de declarado cumplido un
acuerdo preventivo u otro APE, los que se encuentren en quiebra (art 10 L.C.Q.) o en concurso preventivo,
atento el principio de unidad procesal-concursal y el comprobado carácter concursal del APE (61).
Y especialmente, por aplicación del art. 2° in fine L.C.Q. (y art. 5° L.C.Q.) las aseguradoras, las A.F.J.P., y
los demás sujetos excluidos por leyes especiales no podrán someterse al APE. Son "apeables" las mutuales las
cuales luego de la reforma de la ley 25.374 (Adla, LXI-A, 26), se encuentran sometidas al régimen concursal.
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No vemos que exista problema alguno en aplicar un APE en caso de agrupamiento (62). No es válido el
argumento de que no constituye una subespecie del concurso preventivo, requisito indispensable para utilizar el
sistema de los arts. 65 y ss. L.C.Q. (63), pues el APE, como ya afirmamos es un concurso. La única posibilidad
de utilizar la forma grupada es, presentando un APE para cada uno de los sujetos, simultáneamente ante el
mismo juez y haciéndose una propuesta unificada correspondiendo a todos los deudores.
Tal posibilidad no se vería tan simple en el caso de concurso del garante pero no corresponde excluirlo,
como se dijo, porque la ley se refiera a concursado (64). El deudor que se presenta a homologar un APE,
entendido como un concurso, es un concursado, pero además de ello, existe una incompatibilidad de normas lo
que hace a una imposibilidad de coordinar el procedimiento homologatorio de ambos acuerdos, sin embargo,
nada impide que puedan presentar conjuntamente (garantizado y garante) presentando a homologar un APE con
propuesta unificada. La doctrina en general admite el supuesto (65).
En realidad, la importancia del caso del grupo o conjunto económico y del garante solamente se vería
respecto del presupuesto objetivo, pues permitiría presentarse en APE a sujetos afectados por el estado de
cesación de pagos o dificultades económicas o financieras de otros sujetos, ya sean porque forman un
agrupamiento o porque les han garantizado obligaciones.
Respecto de las entidades financieras se ha desarrollado una polémica pues su aptitud concursal se encuentra
regulada por la ley especial (art. 50 ley 21.526 —Adla, XXXVII-A, 121— reformado por ley 25.780 del 2003
—Adla, LXIII-D, 3844—), donde se hace referencia al concurso preventivo y a la quiebra y no se considera al
acuerdo preventivo extrajudicial.
Se han dado variables argumentos para excluir a las entidades financieras del panel de sujetos legitimados
para recurrir al APE, todos compartibles. Por nuestra parte entendemos que la legitimación para el APE es
idéntica al concurso preventivo, por la identidad de efectos y de normas aplicables, principalmente aquellas del
concurso preventivo tanto por remisión de los artículos referidos al acuerdo preventivo extrajudicial, como por
analogía por laguna legal en el instituto del APE.
Por un lado se dijo que la similitud existente entre este instituto y el concurso preventivo (vedado para las
entidades financieras) hace que aquel estuviese en igual situación y posibilitar lo contrario importaría una
maniobra elusiva de la legislación especial (66). Además, no sólo normas concursales, sino societarias y
bancarias, que ponen en juego la fe pública y la autorización y contralor del Banco Central (67), hace excluir del
concurso voluntario en general a las entidades financieras (concurso preventivo, APE y propia quiebra). La
teología legal impone su exclusión (68) y admitir el APE de las empresas financieras aparece contradictorio con
la misma esencia de la actividad que desarrollan, resultando contrario también al sistema regulado por la ley
especial (69).
Para Dasso (70), la entidad financiera puede presentarse en APE con la conformidad del B.C.R.A., pues la
prohibición de concursarse del nuevo art. 50 L.E.F. no alcanza al APE.
La jurisprudencia las ha excluido (71). Así en el antecedente de la presentación a homologar del APE del
Banco Hipotecario, con concluyente cita de Mosso, se sostuvo que el APE es un instituto concursal, y como tal
la legitimación debe estar circunscripta por los arts. 2° y 5° L.C.Q., especialmente las entidades financieras, por
razones de credibilidad se encuentran imposibilitadas de concursarse voluntariamente. Se agrega que aunque
podría presentarse en APE sin estar en cesación de pagos, la cuestión no se modifica pues será el B.C.R.A. quien
evaluará el tema a través de los mecanismos previstos por la ley especial.
Nos abstenemos aquí, de analizar la cuestión de la necesidad de llevar contabilidad por parte del deudor que
presente un APE porque creemos que no se trata de una cuestión del presupuesto subjetivo, sino de los
requisitos que deben presentarse para homologar el APE y de la determinación del pasivo involucrado.
IV. Conclusión
En definitiva el acuerdo preventivo extrajudicial es un concurso —instituto— preventivo —no liquidativo o
rehabilitatorio— abreviado —desde el punto de vista del concurso como proceso—, que consta de una etapa

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extrajudicial y originaria y otra procesal conclusiva.
Para celebrar dicho acuerdo debe el sujeto deudor estar en estado de cesación de pagos o en dificultades
económicas o financieras de carácter general entendidas éstas como un estadio previo a la insolvencia.
Finalmente, respecto de la legitimidad y el sujeto pasivo del APE debe, en principio, igualarse el tema al del
concurso preventivo, asimilándose las soluciones propuestas para dicho caso.

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)


(1) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167.
(2) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167.
(3) MARTIN y HERRERA, Félix, "La convocatoria de acreedores y la quiebra en el Derecho Argentino"
Coni, 1924, 2ª edic., T. I, p. 14.
(4) OBARRIO, "Manuel Estudio sobre las quiebras", Ecyla, 1896, 2ª ed., 1926, t. II, p. 114.
(5) ALBERTI, Edgardo M., "Redescubrimiento del concordato extrajudicial", LA LEY, 1981-D, 1106.
(6) BENELVAZ, Héctor A., "Algunos aspectos de la falencia y su vinculación a la actividad bancaria",
RDCO, 1984-14.
(7) SEGAL, Rubén, "El régimen legal de los acuerdos preconcursales", LA LEY, 1984-D, 1188;
ROUILLON, Adolfo A. N., "Los acuerdos preconcursales antes y después de la reforma de la ley 19.551 por la
ley 22.917", JA, 1985-II-836.
(8) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10-Concursos y Quiebras-
I-257.
(9) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167, ARGERI, Saúl A., "El acuerdo
preventivo extrajudicial introducido en nuestra legislación concursal", LA LEY, 1984-A, 787.
(10) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10-Concursos y
Quiebras-I-257.
(11) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005.
(12) GRAZIABILE, Darío J., "El funcionamiento de la ley concursal y afines luego de las reformas
introducidas por la ley 25.589", Número Especial del Suplemento de Concursos y Quiebras, "Reformas a la ley
de concursos (ley 25.589)", LA LEY, junio de 2002, RIVERA, Julio C., "Instituciones de Derecho Concursal",
Rubinzal Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 544.
(13) PROVINCIALI, Renzo, "Tratado de Derecho de Quiebra", AHR, 1958, t. III, p. 597.
(14) CUZZERI, Manuel, CICU, Antonio, "De la quiebra", Vol. II, Ediar, 1954, en BOLAFFIO-ROCCO-
VIVANTE, "Derecho Comercial", t. 19, p. 606.
(15) SEGAL, Rubén, "Acuerdos preventivos extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998, p. 67, ROUILLON,
Adolfo A. N., "Reformas al régimen de los concursos. Comentarios a la ley 22.917", Astrea, 1986, p. 107.
(16) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2000, t. II, p. 526, también lo
consideraba un convenio MARTORELL, Ernesto E., "Tratado de Concursos y Quiebras", Depalma, 2001, t. II-
B, p. 781.
(17) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10-Concursos y
Quiebras-I-257.
(18) CSJN Fallos: 323:2327.
(19) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2005, t. V, p. 877.
(20) DI TULLIO, José A., MACAGNO, Ariel A. G., CHIAVASSA, Eduardo N., "Concursos y quiebras.

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Reformas de las leyes 25.563 y 25.589", Lexis Nexis, 2002, p. 217, MONTI, José L. su voto en CNCom., sala
D, DSyC-15/06/04, FARGOSI, Horacio, "Algunas notas sobre los acuerdos preventivos extrajudiciales", LA
LEY, Número Especial del Suplemento de Concursos y Quiebras "Reformas a la ley de concursos (Ley
25.589)", junio de 2002, p. 20, GRISPO, Jorge D., "Concursos y quiebras", Ad-Hoc, 2003, p. 496, VILLEGAS,
Marcelo, "Una visión financiera del derecho de la insolvencia", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de 2004,
p. 13, JUNYENT BAS, Francisco, MACAGNO Ariel A. G., "Acuerdo preventivo extrajudicial con especial
referencia a ciertas inconsistencias sistemáticas del nuevo paradigma", Ponencia al V Congreso Argentino de
Derecho Concursal y III Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, Mar del Plata 30, 31 de octubre y 1° de
noviembre de 2003, en "Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano", Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 63, donde se
refieren a un contrato judicial.
(21) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589", Ad-Hoc, 2ª ed., 2005,
p. 50.
(22) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589", Ad-Hoc, 2002, p. 38.
(23) ROUILLON, Adolfo A. N., "Régimen de Concursos y Quiebras", Astrea, 11ª ed., 2002, p. 161,
MACIEL, Hugo D., VISMARA, Carlos A., "El nuevo concurso preventivo extrajudicial", ED, 17/07/2002, se
refieren a un concurso preventivo prearmado, GRAZIABILE, Darío J., "Acuerdo preventivo. Judicial y
extrajudicial", DJ, 2003-I-442, VITOLO, Daniel R., "APE, naturaleza del instituto, acuerdo abusivo y facultades
judiciales", DSyC, 203-1242, quien reconoce que incluso antes del 2002 era un tipo concursal, RIVERA, Julio
C., "Instituciones de Derecho Concursal", Rubinzal Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 544, BARREIRO, Marcelo G.,
"Naturaleza jurídica del acuerdo preventivo extrajudicial", Ponencia al V Congreso Argentino de Derecho
Concursal y III Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, Mar del Plata 30, 31 de octubre y 1° de
noviembre de 2003 en "Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano", Ad-Hoc, 2003 T. I, p. 47,
GARAGUSO, Horacio P., MORIONDO, Alberto, "El acuerdo preventivo extrajudicial, es preventivo pero no
extrajudicial", Ponencia al V Congreso Argentino de Derecho Concursal y III Congreso Iberoamericano sobre la
Insolvencia, Mar del Plata 30, 31 de octubre y 1° de noviembre de 2003 en "Derecho Concursal Argentino e
Iberoamericano", Ad-Hoc, 2003, T. I, p. 205, MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo
Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 62, habla de un doble carácter contractual y procesal, de igual manera DASSO,
Ariel A., "El APE, las señales de alarma y los títulos en serie", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de 2004,
p. 63, GOMEZ ALONSO DE DIAZ CORDERO, María Lilia, "Características especiales del APE, sus lagunas y
la labor de la jurisprudencia", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de 2004, p. 36, ALEGRIA, Héctor,
"Facultades del juez e interpretación de las normas sobre acuerdo preventivo extrajudicial", LA LEY,
Suplemento APE, noviembre de 2004, p. 49, JUNYENT BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo
preventivo extrajudicial", Astrea, 2005, p. 30, TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar,
2005, p. 63.
(24) Juzg. Com. N° 9 "in re" "Servicios y Calidad S.A. s/Acuerdo Preconcursal" y en "Acindar" (juez
Eduardo M. FAVIER DUBOIS (h.)), el primero publicado en LA LEY, Suplemento de Concursos y Quiebras,
19/12/04, confirmado por CNCom., sala D, DSyC-15/06/04, y el último en DSyC-203.
(25) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2005, t. V, p. 879 por la tesis
contractualista y BARREIRO, Marcelo G., LORENTE, Javier A., TRUFFAT E. Daniel, "Acuerdo preventivo
extrajudicial: un reciente pronunciamiento de segunda instancia que impacta tanto por su calidad cuanto por los
servicios que rinde al acercarse al instituto", ED, 21/12/04 por la tesis concursalista.
(26) GRAZIABILE, Darío J., "Breve teorización sobre el proceso concursal", RSyC, 33-89, GARAGUSO,
Horacio P., "Fundamentos de Derecho Concursal", Ad-Hoc, 2001, p. 125, también FARHI DE MONTALBAN,
Diana V., "Opciones alternativas para la reestructuración de pasivos empresarios", Ponencia al V Congreso
Argentino de Derecho Concursal y III Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, Mar del Plata 30, 31 de
octubre y 1° de noviembre de 2003 en "Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano", Ad-Hoc, 2003, t. I, p.
125.

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(27) GRAZIABILE, Darío J., "Breve teorización sobre el proceso concursal", RSyC, 33-89.
(28) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2005, t. V, p. 877.
(29) ROUILLON, Adolfo A. N., "Régimen de Concursos y Quiebras", Astrea, 11ª ed., 2002, p. 161.
(30) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167.
(31) ALBERTI, Edgardo M., "Redescubrimiento del concordato extrajudicial", LA LEY, 1981-D, 1106.
(32) ROUILLON, Adolfo A. N., "Reformas al régimen de los concursos. Comentarios a la ley 22.917",
Astrea, 1986, p. 111.
(33) QUINTANA FERREYRA, Francisco, "Concursos", Astrea, 1986, t. II, p. 394.
(34) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10-Concursos y
Quiebras-I-257.
(35) RIVERA, Julio C., ROITMAN, Horacio y VITOLO, Daniel R., "Ley de concursos y quiebras",
Rubinzal-Culzoni, 2000, t. I, p. 460, RIVERA, Julio C., "Instituciones de Derecho Concursal", Rubinzal
Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 546.
(36) MAFFIA, Osvaldo J., "Manual de concursos", La Rocca, 1997, t. I, 416, RIBERA, Carlos E., "El
acuerdo preventivo extrajudicial, antecedentes y la nueva legislación concursal", ED, 167-1163, FASSI,
Santiago, GEBHARDT, Marcelo, "Concursos y quiebras", Astrea, 8ª ed., 2004, p. 246.
(37) FARGOSI, Horacio, "Algunas notas sobre los acuerdo preventivos extrajudiciales", LA LEY, Número
Especial del Suplemento de Concursos y Quiebras "Reformas a la ley de concursos (Ley 25.589)", junio de
2002.
(38) PRONO, Ricardo S., "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", LA LEY, Suplemento de concursos
y quiebras, 10/10/2003.
(39) SEGAL, Rubén, "Acuerdos preventivos extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998, p. 112.
(40) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 25.
(41) Conf. MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 101.
(42) Conf. MAFFIA, Osvaldo J., "Derecho Concursal", Víctor P. DE ZAVALIA, t. I, 1985, p. 160.
(43) GRAZIABILE, Darío J., "Historia y tendencias de los presupuestos concursales. El estado de cesación
de pagos y los sujetos concursables", RDCO, 208-879.
(44) MAFFIA, Osvaldo J., "Metamorfosis de un concepto: de la cesación de pagos a la crisis empresarial",
LA LEY, 1984-C, 775.
(45) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2000, t. II, p. 541.
(46) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 100.
(47) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 33.
(48) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 35.
(49) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589", Ad-Hoc, 2002, 2ª ed.,
2005, p. 91.
(50) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589", Ad-Hoc, 2ª ed., 2005,
p. 90, MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 104, JUNYENT
BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo extrajudicial", Astrea, 2005, p. 54.
(51) MAFFIA, Osvaldo J., "Manual de Concursos", La Rocca, 1997, t. I, p. 425, "La ley de concursos
comentada", Lexis Nexis-Depalma, 2003, T. II, p. 463, "Aspectos del acuerdo preventivo extrajudicial. Los
sujetos habilitados ex parte debitoris", ED, 201-941 y "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 41.
(52) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2000, T. II, p. 528 y sigtes.,
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"El acuerdo preventivo extrajudicial, según las reformas introducidas por la ley 25.589", JA, 04/09/2002,
"Delimitación del ámbito subjetivo del acuerdo preventivo extrajudicial a través de la indagación de su
naturaleza y causa-fin", en Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 177, y
"Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, t. V, p. 889.
(53) BARREIRO, Marcelo G., LORENTE, Javier A., "Las entidades financieras y la posibilidad de recurrir
a la celebración de acuerdos preventivos extrajudiciales", Ponencia a las IX Jornadas de Institutos de Derecho
Comercial, Comodoro Rivadavia, 5 y 6 septiembre de 2002.
(54) Juz. Nac. N° 14 "in re" "Banco Hipotecario S.A.", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de 2004, p.
164.
(55) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10-Concursos y
Quiebras-I-257, SEGAL, Rubén, "Acuerdos preventivos extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998, p. 91,
MARTORELL, Ernesto E., "Tratado de Concursos y Quiebras", Depalma, 2001, t. II-B, p. 790, TRUFFAT, E.
Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589", Ad-Hoc, 2002, p. 39, 2ª ed., 2005, p. 71, DI
TULLIO, José A., MACAGNO, Ariel A. G., CHIAVASSA, Eduardo N., "Concursos y quiebras. Reformas de las
leyes 25.563 y 25.589", Lexis Nexis, 2002, p. 218, GRISPO, Jorge D., "Concursos y quiebras", Ad-Hoc, 2003,
p. 499, JUNYENT BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo extrajudicial", Astrea, 2005, p.
37, TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 105.
(56) DASSO, Ariel A., "El APE, su naturaleza compleja. La insoslayable categorización. Legitimados.
Entidades financieras", en Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 283.
(57) ROUILLON, Adolfo A. N., "Régimen de Concursos y Quiebras", Astrea, 11ª ed., 2002, p. 162.
(58) RIVERA, Julio C., "Instituciones de Derecho Concursal", Rubinzal Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 546.
(59) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 112.
(60) PRONO, Ricardo S., "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", LA LEY, Suplemento de concursos
y quiebras, 10/10/2003.
(61) Conf. ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10-Concursos y
Quiebras-I-257, en contra, respecto del art. 59 L.C.Q. por referirse solamente al concurso preventivo SEGAL
Rubén, "Acuerdos preventivos extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998, p. 91 y RIVERA, Julio C., "Instituciones
de Derecho Concursal", Rubinzal Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 546, respecto de los arts. 31 y 59 L.C.Q., por no
estar expresamente previsto; y cuando el deudor esté en concurso preventivo, entendiendo que puede estar en
APE por deudas posconcursales TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 106.
(62) Conf. ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10-Concursos y
Quiebras-I-257, MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 140,
DASSO, Ariel A., "El APE, su naturaleza compleja. La insoslayable categorización. Legitimados. Entidades
financieras" en Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 283, JUNYENT BAS,
Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo extrajudicial", Astrea, 2005, p. 40, HEREDIA, Pablo D.,
"Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2005, t. V, p. 894, TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo
Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 107.
(63) VITOLO, Daniel R., "Acuerdo preventivo extrajudicial, grupos económicos y garantes" en Derecho
Concursal Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 211.
(64) TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 107.
(65) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 143.
(66) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589", Ad-Hoc, 2ª ed., 2005,
p. 73.
(67) TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 113.

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(68) JUNYENT BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo extrajudicial", Astrea, 2005,
p. 43.
(69) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 122.
(70) DASSO, Ariel A., "El APE, su naturaleza compleja. La insoslayable categorización. Legitimados.
Entidades financieras", en Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 283.
(71) Juz. Nac. N° 14 "in re" "Banco Hipotecario S.A.", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de 2004 p.
164.

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