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Vivir implica tomar partido

Jaime Iturri Salmón

Sube al subte. Hay asientos pero ella se queda parada. Se le ve nerviosa. Lleva el celular en la
mano, un bolso le cuelga. De pronto se pone a hablar. Primero pide perdón porque es la
primera vez que hace esto. Luego comienza a contar que nació en Suecia, que su madre
cuando tenía 16 años cuando fue secuestrada por los grupos de tarea de la dictadura militar
argentina. Estaba embarazada. Ni bien llegó al centro clandestino fue desnudada, vejada y
sometida a todo tipo de torturas. Sobrevivió y logró partir al exilio. Llegó a punto de dar a luz.
La hija retornó muchos años después a Argentina.

En otro vagón de tren rumbo a un destino diferente, con otra compañía, está él: 50 años de
médico. Ya jubilado. Y hace lo mismo que ella. Se pone a relatar su vida. Cuenta que nació en
una familia llena de carencias pero que pese a eso pudo estudiar medicina en una universidad
pública y gratiuita y ejercer esa profesión y luego ser catedrático de la primera universidad
popular que fundó el Kishnerismo: La matanza la populosa zona donde el peronismo nunca
perdió una elección.

Mientras el subterráneo avanza cuenta cómo sus alumnos estuvieron en primera línea de la
lucha contra el covid. “Pobres atendiendo a pobres”, dijo.

Las historias me las regaló Carlos Girotti.

Y la gran Fernanda Ruíz, una de la almas más linda y solidarias que he conocido, me dio una
más, cuando enterada de estas narraciones, ella misma subió a otro vagón y contó su
experiencia como víctima de la violencia familiar y cómo si es que en esos tiempo si hubiera
habido libertad para portar armas ella no estuviera contando esto.

El domingo se define si la razón o la insensatez se van a hacer cargo de la Argentina. Puede que
Massa cargue con un montón de problemas económicos pero su suerte es que al frente está
un loco. Si otro hubiera sido el candidato el oficialismo no tuviera oportunidad alguna. Pero
con Milei hasta los médicos jubilados van a hacer campaña donde está la gente.

Ha reaccionado la Argentina de la justicia social, de la solidaridad, del Estado que frena los
abusos y controla para que la “ley del mercado” no destruya a los seres humanos.

Las encuestas dan prácticamente iguales posibilidades a los dos contendientes. Ambos han
superado los 50 años pero están todavía lejos de los 60. Sin embargo, las diferencias son muy
grandes y no sólo en lo ideológico sino en los caracteres de ambos.

El escritor Martín Caparros señala que si gana Milei la cosa será mucho más interesante, lo
que no quiere decir que votará por el ultra derechista, sino que su alma de narrador ve dónde
se podría mover la cosa y qué duda cabe que con el economista en la Casa Rosada habrá
movilizaciones, enfrentamientos y todo tipo de escaramuzas. Sobre todo porque es imposible
imponer su programa sin tener un pueblo al frente.

Más allá del resultado electoral, la Argentina ha recuperado su capacidad de movilización


social. Miles de activistas (muchos por primera vez) están en las calles mañana, tarde y noche
tratando de convencer al 10 % indeciso y al 5 % que votaría en blanco aquello que diría el gran
Antonio Gramsci: “Vivir implica tomar partido”. No quisiera estar en el pellejo de Milei si gana.
Esa gente en la calle, unida por el terror, es un enemigo invencible.

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