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SOY UN HIJO AMADO DE DIOS

El tulo de mi discurso se llama “Soy un hijo amado de Dios” y quiero decirles que, si somos
hijos amados de Dios, sin embargo, lo más importante es saber que nosotros creamos que
esa frase es verdad.
Miren, cada uno de nosotros sabemos que esta frase “Soy un hijo amado de Dios” es cierta y
creemos en ella, por eso estamos aquí, pero con el paso de los días, los meses y los años; y por
las preocupaciones de la vida (como el trabajo, la escuela, la vida social, los problemas de
salud) y los logros de la vida (como como el trabajo, la escuela, la vida social, la buena salud),
nos hacen olvidar quienes somos.
Quiero recalcar, en nuestras vidas hay preocupaciones y logros; y cualquiera de las 2 nos
ayudan a recordar o a olvidar que somos Hijos amados de Dios.
Ahora, quiero preguntarles, ¿Qué clase de hijos de Dios somos?
¿Somos de los que las preocupaciones y/o los logros personales nos alejan de nuestro Padre
Celes al?
o´,
¿Somos de los que las preocupaciones y/o los logros personales nos acercan a nuestro Padre
Celes al?
Hermanos y hermanas, en el trascurso de nuestra vida terrenal cometemos muchos errores
que nos deprimen y nos hacen sen r indignos de ser llamados Hijos de Dios, pero nuestro
amoroso Padre celes al nos ama tanto que siempre esta con nosotros en todo momento y nos
ayuda a sobrellevar esos tragos amagos en nuestras vidas porque sabe que algún día
aprenderemos a resis r las tentaciones y podremos ser felices a su lado por la eternidad.
El Elder Brian K. Taylor dijo en un discurso:
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Las palabras del presidente Boyd K. Packer son claras y preciadas: “Ustedes… son hijos de Dios; Él es el padre
de su espíritu. Espiritualmente son de noble cuna, la estirpe del Rey de los Cielos. Grábense esta verdad en la
memoria y aférrense a ella. No importa cuántas generaciones de antepasados tengan, sea cual sea la raza o el
pueblo que representen, el linaje de su espíritu se puede escribir en una sola línea: ¡Son hijos de Dios!”.
“Cuando… vean a su Padre”, dijo Brigham Young, “verán a un ser que han conocido desde hace mucho; Él los
recibirá entre Sus brazos y ustedes estarán listos para recibir su abrazo y besarlo…
Cuando se sientan heridos, perdidos, temerosos, enojados, tristes, hambrientos o totalmente abandonados en
las circunstancias extremas de la vida, abran el Libro de Mormón y llegarán a saber que “Dios nunca nos
abandonará. Nunca lo ha hecho, y nunca lo hará. No puede hacerlo. No es parte de Su carácter [el hacerlo]”.
Relato “El niño que quería conocer a Dios”
Había una vez un pequeño niño que quería conocer a Dios. Él sabía que había que hacer un
largo viaje hacia donde vivía Dios, entonces metió en una mochila unos panecillos y varios
jugos y emprendió su partida.
Cuando había recorrido cerca de 3 largas cuadras, se encontró con una viejecita. Ella estaba
sentada en el parque, observando algunas palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió su
mochila. Él estaba a punto de tomar su jugo cuando notó que la viejecita se veía con hambre,
entonces él le ofreció un panecillo. Ella lo aceptó muy agradecida. Su sonrisa era tan bella
que el niñito quería ver esa sonrisa nuevamente, entonces le ofreció a ella un jugo.
Nuevamente ella volvió a mostrar su hermosa sonrisa. El niño estaba fascinado.
Ellos se quedaron allí toda la tarde comiendo y sonriendo, pero ninguno de ellos decía
palabra alguna.
Cuando empezó a oscurecer, el niño estaba cansado y se levantó para irse. Antes de haber
dado unos pasos más, él se dio la vuelta y corrió hacia la viejecita y le dio un abrazo. Ella le
dio la más grande y hermosa sonrisa.
Cuando el niño abrió la puerta de su casa, su madre estaba sorprendida por la felicidad que
el niño demostraba. Ella le preguntó cuál era la causa. Él le contestó:
- He comido con Dios. ¿Y sabes qué? ¡Ella tiene la sonrisa más bella que he visto!
Mientras tanto la viejecita, también con mucha felicidad, regresó a su casa. Su hijo estaba
anonadado por la paz que mostraba en su cara y preguntó:
- Madre, ¿qué hiciste el día de hoy que te ha hecho tan feliz?

Ella contestó:
- Yo comí panecillos en el parque con Dios. ¿Y sabes qué?, Él es más joven de lo que
esperaba.

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Si queremos conocer a Dios en nuestras vidas velemos por nuestros hermanos que tenemos a
un lado aquí en la Iglesia, en nuestros hogares, en nuestros círculos sociales y en cualquier
lugar al que vayamos. Todos somos hijos del Dios todo poderoso y eso nos hace tener por
herencia el poder para vencer el mal y llevar el bien a todos nuestros hermanos.
En resumen: Si se preguntan si son hijos de Dios, pues déjenme decirles que, si lo somos, si
enen problemas en la vida, déjenme decirles que nuestro Padre, su Padre esta con ustedes en
esos momentos di ciles y porque son hijos de un Dios viviente pueden superar toda dificultad,
recuerden “…llegar de donde estas (ahorita), hacia donde el Padre quiere que estes, exige un
penoso esfuerzo que generalmente va acompañado de pesar y dolor”

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