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Silvia Braun

Claro que no es fácil. Capítulo: “Ejército de salvación”


2015

Tengo que hablar con mis granos.


Amigarme.
De lo contrario la batalla va a ser interminable y las consecuencias podrían ser marcas
definitivas en mi cara.
Voy al consultorio de la doctora Ross también por mis granos. Y por otras cosas: los
vellos por arriba y por abajo, el rotundo bulto que creció de la noche a la mañana, el
pelo regrasoso, el asma.

Hoy, sesión.
La doctora Ross dice algo así:
–Santiago, los granos son parte de un proceso de crecimiento, pero creo que vos los
estimulás. Vos responsabilizás a tus granos de algo que debe estar muy dentro tuyo,
¿entendés?
No. No entendía. Y si crecer era tener granos… ERA HORRIBLE CRECER…
HORRIBLE.
–A ver –continúa–, ellos llegan en momentos de cambios muy grandes, en los que es
probable que tengas miedos… ¿entendés?
Más o menos.
¡Sí, sí, sí, tengo algunos miedooooooooooos! Solo que, para ser sincero, desde que
conocí a Angelina mi mundo cambió. Ando como con un trastorno encima.
¿Trastorno? Y sí, es eso. Estoy trastornado. Los chicos me dicen que soy un
exagerado. Que todo lo tomo a la tremenda. Así soy.
Me gustan las chicas, todavía no besé a ninguna, quiero besarlas a todas, me rasco la
cabeza y no hay champú antigrasa que acabe con el sebo y todo lo demás que ya dije.
–Sí, doctora –reconozco en voz alta–, creo que tengo algunos miedos.
¿Y qué me dice?
–¡Bueno, Tiago, buenísimo! Ahora ponele nombre a tus granos, hablá con ellos,
miralos, y por sobre todo, amigate. Nos vemos en la próxima.

Que yo reconozca mis miedos es una cosa, pero la propuesta de la psicóloga es muy
extraña. ¿Hablar con mis granos? ¡Ni loco!

A la noche, en mi pieza y al lado de Nicolino, anoto: Juan, Pedro, Raúl, Doroteo,


Alexander, Félix, hasta que los agrupo bajo el título: “Ejército de salvación”.
¿Y qué tengo para decirles? ¿Atacarlos? Rotundamente: NO.
Lo primero que digo es: “Bienvenidos a mi cara, son lo mejor que me puede pasar,
imagínese si en lugar de ustedes tuviera un acné infeccioso que me dejara marcas
para toda la vida… ¡Los amo, granos de mi vida! ¡Jamás los reventaré! ¡Ahhh, qué
hermosa es mi cara! ¡Son tan lindos que no podría vivir sin ustedes!”.
Resultado: negativo.
Siguen iguales.
Pero ahora no me ataco, tampoco me obsesiono tanto con el espejo. Me digo: “Algún
día se irán, mejor malo conocido que bueno por conocer”. Así dice mi vieja.
Y dejan de picar. Y no me rasco.
Con solo eso voy a lograr que la infección se frene.
También dejo de contarlos.
Algo es algo, ¿o no?

Acaricio a Nicolino: vos sí que no tenés problemas, no te salen granos, tenés novia, le
hacés el amor a la vista de todos… Nicolino, ¡envidio tu perra suerte!
Y nos dormimos.

Braun, Silvia (2018). Claro que no es fácil. Buenos Aires: SM

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