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U5 Innovación Educativa Con TIC I
U5 Innovación Educativa Con TIC I
Tema 5
Innovación Educativa con TIC I
Introducción 3
Resumen 18
Este primer tema está organizado en una estructura que consta de tres epígrafes:
• A modo de presentación, comenzaremos profundizando en nuestra responsabilidad como
profesores y profesoras en la mejora de la educación a través de la innovación, alineándonos con
los derechos humanos y los objetivos de desarrollo sostenible.
• En el segundo epígrafe definiremos la noción de innovación en educación, profundizaremos en la
innovación como transformación que busca resolver un problema o cubrir una necesidad educativa
y terminaremos discutiendo cuál es la finalidad o las finalidades que cualquier proyecto de
innovación educativa ha de tener.
• En el tercer y último epígrafe nos adentraremos en la idea de la innovación como un cambio con
base científica. Comenzaremos detallando los tipos de cambio que una innovación educativa
puede pretender conseguir. Continuaremos identificando las diferentes formas de aplicación de la
innovación, reflexión que nos permitirá ver que los procesos de innovación pueden tener diferentes
grados de profundidad. Seguiremos detallando dos claves fundamentales para que un proceso de
innovación tenga éxito: el análisis del contexto y la base científica de la propuesta. Diferenciaremos
la innovación de las invenciones y las novedades y terminaremos especificando los distintos inputs
científicos que necesitaremos para desarrollar correctamente un proceso de innovación.
Cada vez se escuchan menos las posiciones que niegan la posibilidad de que la escuela pueda tener
un papel importante en la mejora de la sociedad, asignándole un rol meramente reproductor de la
sociedad existente. Y cada vez se escuchan más los planteamientos que defienden el potencial papel
transformador que puede tener la escuela en la mejora de la vida de las personas, contribuyendo, entre
otras muchas cosas, a la reducción de las desigualdades sociales por la vía de la reducción de la
desigualdad educativa.
Entre otros, el avance de la sociología hacia una perspectiva dual, que admite tanto la existencia de un
sistema, con sus límites y constricciones, como la existencia de la agencia, entendida como la
capacidad que tienen los individuos de transformar ese sistema (Flecha et al., 2003), nos ha permitido
comprender que las escuelas pueden, efectivamente, resignarse a tener un papel meramente
reproductor, pero también pueden aspirar a mejorar la vida del alumnado y sus familias, y conseguirlo
(Apple, 2013).
El 19 de marzo de 2017, el periódico El Mundo publicaba un reportaje que tenía como título “El colegio
milagro que revoluciona la educación en España”. Se trataba del centro de primaria Joaquim Ruyra, en
L’Hospitalet de Llobregat. Según la autora del reportaje, “todo empezó cuando se hicieron públicos
algunos de los resultados de las pruebas de competencias básicas que realiza la Generalitat. Los datos
revelaron que el nivel académico de los alumnos de primaria de este centro público está muy por
encima de la media. En algunas materias supera incluso el de los colegios privados de más prestigio
de Cataluña”.
Pero ¿por qué un milagro? La respuesta está en los datos. En ese curso, el 92% del alumnado era de
origen extranjero y más del 95% recibía una beca de comedor. Si el milagro hace referencia a que
centros educativos con este perfil no suelen tener estos resultados, ¿qué es lo que hicieron para
conseguirlo? La respuesta del jefe de estudios fue clara: “nosotros nos basamos en evidencias, no en
ocurrencias”. Detrás del milagro estaba la ciencia.
Varios años antes, se publicaba uno de los muchos artículos científicos que presentaban resultados de
la mayor investigación sobre educación que se ha hecho en Europa hasta el momento, el proyecto
INCLUD-ED, integrado en el VI Programa Marco de la Comisión Europea (INCLUD-ED Consortium,
2011). En este artículo, De Botton et al. (2009) presentaban datos sobre la evolución de un centro
escolar en un contexto de nivel socioeconómico y educativo bajo, que pasó de un 17% de aprobados
en el examen de competencias básicas en lectura de la Generalitat de Catalunya a un 85% de
aprobados en cinco años.
Pero, de nuevo, ¿qué es lo que hicieron para conseguirlo? A lo largo de esos cinco años el centro
comenzó a funcionar como Comunidad de Aprendizaje (Elboj et al., 2005; Soler & Rodrigues de Mello,
2021), al igual que el centro Joaquim Ruyra, y puso en marcha a gran escala una serie de Actuaciones
Educativas de Éxito basadas en evidencias científicas y transferibles a diferentes contextos (Flecha,
2015).
Basta con echar un vistazo a los indicadores de la educación que publica anualmente el Instituto
Nacional de Evaluación Educativa (INEE, 2020) para constatar varias cuestiones clave:
• Que la tasa de desempleo disminuye a medida que aumenta el nivel de estudios. Por ejemplo, en
2019, la tasa de desempleo en la población entre 25 y 64 años era de un 26,0 para las personas
con estudios de Educación Primaria o inferior, un 17,3 para personas con estudios de la primera
etapa de Educación Secundaria, un 12,7 para personas con estudios de la segunda etapa de
Educación Secundaria y un 8,1 para personas con estudios de Educación Superior. Es decir, en
ese año las personas en situación de desempleo con estudios de Educación Primaria o inferior
triplicaban en número a las personas con formación universitaria. Esta diferencia se agudiza en la
franja de población entre 25 y 34 años.
• Que los ingresos laborales medios aumentan a medida que lo hace el nivel de estudios. Por
ejemplo, en 2017, siendo 100 el índice de ingresos con nivel de Educación Secundaria segunda
etapa, las personas con estudios de máster o licenciatura tenían un índice de 181 frente al 62 de
las personas con estudios inferiores a la Educación Secundaria Obligatoria.
• Que el rendimiento medio del alumnado de 15 años, tanto en comprensión lectora (INEE, 2018)
como en matemáticas y ciencias (INEE, 2020) aumenta a medida que lo hace el nivel educativo y
el nivel de ocupación laboral de los padres, el número de recursos domésticos o la presencia de
ordenadores y acceso a Internet en el hogar.
Estos datos nos permiten afirmar que las experiencias comentadas anteriormente:
• Están contribuyendo a aumentar las posibilidades de inclusión de su alumnado en la sociedad.
Obtener buenos resultados en la educación primaria aumenta las posibilidades de dar continuidad
a los estudios, con las consecuencias positivas que ello tiene en cuanto a la inserción laboral y el
nivel de ingresos.
• Están demostrando que eso se puede conseguir independientemente del nivel educativo y la
situación laboral de las familias a las que pertenece el alumnado, desmintiendo así la afirmación
que establece que el nivel educativo familiar es la causa de los resultados del alumnado. Las
escuelas son las que marcan la diferencia.
Por otra parte, es de interés resaltar que en la experiencia destacada por De Botton et al. (2009),
cuando solo aprobaba el examen de competencias básicas en lectura un 17% del alumnado, el
porcentaje de alumnado procedente de familias inmigrantes era de un 12%, mientras que cuando
aprobaba un 85% el porcentaje de ese alumnado había aumentado hasta un 46%. Lo que desmiente
de manera contundente un discurso todavía presente en el ámbito educativo que afirma que el
alumnado inmigrante baja el nivel educativo de los centros escolares. En realidad, lo que baja o sube
el nivel educativo del alumnado es la capacidad que tenga la escuela de incorporar innovaciones
basadas en evidencias que recojan el amplio cuerpo de conocimiento científico sobre qué funciona y
qué no funciona en el aprendizaje escolar.
Los docentes podemos hacer mucho por mejorar la educación, pero nunca lo conseguiremos si
pensamos de antemano que es imposible, y nos dedicamos a culpar al propio alumnado y sus familias
de un fracaso cuya principal responsabilidad es de la escuela. Trabajos como el de Valencia (2012)
nos muestran que la tendencia a culpar a las víctimas de su situación se constituye como una de las
principales barreras para conseguir la mejor educación para todo el alumnado.
Justificación de la innovación
No parece tener mucho sentido tratar de modificar algún aspecto del funcionamiento de un centro
educativo simplemente “porque sí”, o “porque hay que innovar”, o “porque me gusta innovar”. Es
indudable que es importante modificar nuestras prácticas educativas y organizativas en las escuelas,
Finalidad de la innovación
Una buena innovación es la que mejora los resultados que se obtenían en el pasado. Pero ¿a qué
resultados nos estamos refiriendo cuando hablamos de innovación educativa? Dice Somekh (2007) en
su excelente trabajo sobre innovación educativa con TIC, que la transformación de la educación
consiste en la realización de mejoras profundas en sus procesos y resultados de manera que haya más
estudiantes que tengan éxito en la escuela. Añade que hay otras metas como conseguir que la
educación sea más satisfactoria para el alumnado, promover la creatividad, desarrollar las habilidades
cognitivas o dotar de propósito y autonomía al alumnado de manera que se conviertan en aprendices
a lo largo de toda la vida en un mundo en constante cambio, aspecto, este último, al que la UNESCO
ha prestado especial atención (Institute for Lifelong Learning, 2022). Pero todas estas metas
específicas se orientan hacia el mismo sitio, una mejora de la calidad del aprendizaje para todo el
alumnado.
En esa línea, Rivas Navarro (2000) defiende que “se requiere que las instituciones escolares sean más
efectivas en el cumplimiento de la misión educativa para la que han sido creadas y son mantenidas
mediante fuertes inversiones y gastos directos. Se les demanda una educación cualitativamente mejor,
que lo sea para todos. Por consiguiente, las metas o meta-objetivos son calidad y equidad” (p. 16).
Algunos ejemplos
Veamos algunos ejemplos de transformaciones a partir de la innovación sobre temas que están siendo
objeto de cambio en muchos centros educativos en la actualidad:
En este caso, el problema identificado tenía relación con la presencia de importantes carencias en el
aprendizaje de competencias digitales relacionadas con la búsqueda, selección y organización de
información relevante a través del uso de las TIC. Por tanto, esta innovación se orienta a la mejora de
un tipo de aprendizaje muy específico, mejorando la calidad de la educación en ese centro en concreto.
Lo “nuevo”, fue la incorporación de un tipo de prácticas que antes no existían, que adquirieron mayor
presencia como fruto de la reducción en tiempos de otro tipo de prácticas menos efectivas.
En este caso, el problema identificado consistía en que el tipo de agrupación del alumnado no estaba
generando los resultados esperados para una parte del alumnado, precisamente el que más lo
necesitaba, al contar con más dificultades que el resto. Por tanto, se trata de una innovación orientada
a lograr la equidad en educación, garantizando una educación de calidad para todos el alumnados. Lo
“nuevo” consistió en la modificación de la forma de agrupar al alumnado, transformando las
agrupaciones homogéneas y las aulas segregadoras en agrupaciones heterogéneas y aulas inclusivas.
En este caso el problema identificado consistía en que el modelo de gestión de la convivencia del centro
no estaba funcionando y las situaciones de violencia en el centro, de mayor o menor intensidad,
resultaban ser algo cotidiano en las aulas, los pasillos y el patio. Por tanto, se trata de una innovación
orientada a la mejora de la convivencia y a la reducción de la violencia en la escuela, lo que a su vez
redundará en una mejora de los aprendizajes. Lo “nuevo” consistió en incorporar un nuevo modelo y
una nueva actuación, reduciendo así el peso que el modelo anterior tenía en la gestión de la
convivencia.
Rivas Navarro (2000) establece una tipología de innovaciones educativas en función del tipo de
transformación que pretenden conseguir:
• Innovaciones en las operaciones para el mantenimiento de los límites del sistema, es decir, la
delimitación de quiénes forman parte del centro escolar y qué tienen que compartir para ser una
parte de éste: hacen referencia a cambios en el ideario del centro y su proyecto educativo, criterios
para la selección del personal docente y la admisión de alumnado, o el tipo de participación que se
espera y se permite en el centro.
• Innovaciones concernientes al tamaño y la extensión: hacen referencia a cambios en el número de
grupos-clase o la ratio profesor-alumnos. También se incluyen en esta categoría los cambios
relacionados con las circunscripciones escolares de base territorial.
• Innovaciones en las instalaciones escolares: hacen referencia a cambios en la estructuración y
utilización de los diferentes espacios escolares.
• Innovaciones concernientes al tiempo escolar: hacen referencia a cambios en la temporalización de
la actividad escolar como la duración de la jornada escolar, las clases o las unidades didácticas.
• Innovaciones en los objetivos instructivo-formativos: hacen referencia a cambios en los objetivos de
aprendizaje que se espera que obtenga el alumnado, incluyendo la modificación de los que ya
existen o virajes en las prioridades sobre cuáles se consideran más importantes.
• Innovaciones concernientes a los procedimientos: hacen referencia a la forma en que se organiza
el proceso de aprendizaje para lograr los objetivos esperados. Incluyen los siguientes elementos:
• Procedimientos didácticos de carácter general o específico.
• Procedimientos para la organización y desarrollo del currículo.
• Procedimientos de utilización de materiales curriculares e instrumentos didácticos.
• Procedimientos de estructuración de las clases y agrupamiento del alumnado.
• Innovaciones en la definición de los roles del personal del centro.
• Innovaciones que afectan a los valores, concepciones y creencias que rigen la organización del
centro y de los procesos de aprendizaje.
• Innovaciones concernientes a la estructura y relaciones entre las partes: hacen referencia a
cambios en la comunicación que se establece entre los diferentes agentes de la comunidad
escolar, tanto a nivel global (comunicación entre alumnado – profesorado – personal no docente –
familias) como a un nivel más concreto, por ejemplo, la comunicación entre diferentes
departamentos.
• Innovaciones en los métodos de socialización: hacen referencia a la manera en que el centro
integra en su cultura escolar a nuevos y nuevas integrantes, ya sean docentes, estudiantes o
familias.
• Innovaciones de la conexión entre los sistemas: hacen referencia a transformaciones en la manera
en que el centro se relaciona con el exterior, tanto la comunidad más amplia en la que éste se
Como se puede apreciar, se trata de una tipología exhaustiva en la medida que integra numerosos
aspectos de la estructura y funcionamiento de los centros escolares. Si bien cualquiera de estos
elementos serían objetos susceptibles de transformación, la orientación de este máster nos lleva a
centrar la atención en aquellos elementos directamente vinculados a las prácticas pedagógicas,
entendiendo que la transformación de éstas puede llevar asociados otros cambios más estructurales u
organizativos.
En esa línea, Fullan (2007) estructura los componentes del cambio en educación alrededor de tres
categorías:
• El uso de nuevos materiales tales como recursos didácticos o tecnologías.
• La aplicación de nuevos enfoques pedagógicos que se concretan en nuevas estrategias
metodológicas o actividades.
• Nuevas creencias en relación con las teorías subyacentes a los diferentes enfoques pedagógicos.
La profundidad de la innovación
El modelo SAMR expuesto en unidades anteriores diferencia entre innovaciones tecnológicas que solo
mejoran la situación problemática a través de la sustitución (cambiar una tecnología sin cambios
funcionales) o la aumentación (cambiar una tecnología con mejoras funcionales), y aquellas que
transforman la situación a través de la modificación (la tecnología permite un rediseño de las tareas a
realizar) y la redefinición (la tecnología permite la creación de nuevas tareas que sin el uso de ésta
serían inconcebibles).
De manera complementaria al modelo SAMR, cabe incluir aquí la clasificación que Rivas Navarro
(2000) elabora, basándose en Havelock y Guskin (1973), sobre tipos de innovación en general -no solo
tecnológica- según su modo de realización:
• Adición: se añade algo nuevo sin modificar otras partes o estructuras, por ejemplo, una nueva
tecnología o un nuevo objetivo de aprendizaje.
• Reforzamiento: se intensifica o consolida algo que ya existe, por ejemplo, se aumenta el tiempo de
dedicación a determinado tema o tarea, o el profesorado profundiza en su conocimiento
pedagógico sobre alguna cuestión.
• Eliminación: se elimina algo que no estaba dando los resultados esperados como, por ejemplo, la
constante “lección magistral”.
• Alteración: se modifica la manera en que se hace algo, por ejemplo, la orientación educativa al
alumnado pasa a desarrollarla el departamento de orientación en vez de los docentes.
Fuente: elaboración propia a partir de Fullan (2007), Puentedura (2010) y Rivas Navarro (2000)
Así, la profundidad de la innovación puede entenderse como la cantidad de elementos del centro
escolar que se transforman como fruto del proceso de innovación. Por ejemplo, siguiendo la tipología
de Rivas Navarro (2000), la implantación de Grupos Interactivos (Oliver & Gatt, 2010) en las aulas, en
los que grupos heterogéneos de entre 4 y 6 estudiantes trabajan apoyándose mutuamente bajo la guía
de una persona voluntaria, es una transformación de los procedimientos de estructuración de las clases
y agrupamiento del alumnado, pero también lleva implícitas otras transformaciones relacionadas con la
reducción de la ratio, y también cambios en el rol del profesorado, en la utilización de las aulas, y en
las relaciones entre el profesorado y las familias y otros miembros de la comunidad que participan en
esta actuación.
Desde otro punto de vista aplicado al mismo ejemplo, la profundidad de la transformación será menor
si esta actuación se implanta únicamente en una clase y en una sola asignatura contando con un grupo
de colaboradores de 5 o 6 personas, que si se implanta en todas las clases y en todas las asignaturas
contando, por ejemplo, con una base de voluntariado de 40 personas.
Todo depende de si los nuevos enfoques pedagógicos junto con las creencias que llevan aparejadas
tienen o no base científica, es decir, si se ha demostrado que su uso permite obtener mejores
aprendizajes y/o mejorar la convivencia en la escuela en el contexto en el que se pretenden
impementar. Afortunadamente, contamos con teorías y actuaciones de carácter universal, es decir,
teorías que explican cómo aprenden los seres humanos en cualquier contexto (como, por ejemplo, la
base interactiva del aprendizaje humano desarrollada por Vygotsky (2003) y vigente en la actualidad),
y actuaciones que son transferibles a cualquier contexto (como, por ejemplo, las Actuaciones
Educativas de Éxito identificadas en el proyecto INCLUD-ED (Flecha, 2015) al que hacíamos referencia
en páginas anteriores).
Cuando la idea de que lo más importante es adaptarse al contexto se une a la concepción errónea de
que todo aprendizaje ha de basarse en unos aprendizajes previos puesto que si no, no puede
producirse (Egan, 2005), se corre el riesgo de establecer una doble vía curricular: el currículo de la
felicidad frente al currículo de la competencia (Aubert et al., 2008). La lógica sería la siguiente: “me
encuentro ante un contexto con bajos conocimientos previos. Como me tengo que adaptar a ese
contexto y se trata de un contexto en el que los bajos conocimientos previos impiden que este alumnado
pueda obtener aprendizajes avanzados, renuncio a ellos, reduzco los objetivos de aprendizaje y
procuro que estos estudiantes pasen un buen rato en el centro escolar y desarrollen su sociabilidad.
Como, además, quiero desarrollar propuestas innovadoras, lo hago de una forma divertida, vistosa,
que se sale de lo tradicionalmente académico”.
Por una parte, como ya avanzábamos en el párrafo anterior, los aprendizajes previos no determinan
los futuros aprendizajes. La comprensión del mundo de ninguna persona se expande de acuerdo con
el principio de asociación gradual de contenidos. Nuestras comprensiones sobre el mundo crecen de
una forma mucho más desordenada e impredecible (Egan, 2005). Si hubiéramos tenido esto en cuenta,
no habríamos procedido a reducir las expectativas de aprendizaje.
Por otra parte, es cierto que las nuevas propuestas de trabajo han de ajustarse al contexto en el que
van a implementar, pero no de forma que renunciemos al desarrollo de competencias clave. “Mientras
Si hubiéramos tenido esto en cuenta, nos habríamos preocupado por conseguir el máximo nivel de
resultados en los aprendizajes instrumentales del alumnado con el que nos encontramos, puesto que
lo necesita especialmente. Para lograrlo, podríamos haber recurrido a una actuación educativa de éxito
como, por ejemplo, Grupos Interactivos (Valls & Kyriakydes, 2013) y, todavía más allá, haber
desarrollado procesos de alianza con la comunidad para contribuir no solo a una transformación de la
escuela sino del propio contexto en el que se ubica ésta (Brown et al., 2013; García Yeste et al., 2013).
¿Significa esto que en los procesos de innovación tenemos que renunciar a plantear actuaciones
divertidas, vistosas y que se salgan de lo tradicionalmente académico? En absoluto. Pero ni es
suficiente, ni tampoco es la principal prioridad. Podemos llevar a cabo innovaciones profundas, con
impacto, que cumplan con esas características, pero para que sean profundas han de partir de la
identificación de un problema, orientarse a la mejora de los resultados y la convivencia, tener en cuenta
las diferentes dimensiones del cambio y contar con una fundamentación científica que garantice su
éxito. Por otra parte, no toda innovación profunda tiene por qué ser lúdica o alejarse de lo
tradicionalmente académico.
Novedades e invenciones
Ha quedado claro en los puntos anteriores que la innovación supone la incorporación de algo nuevo
para mejorar la realidad preexistente. Pero nuevo ¿respecto a qué? La innovación se refiere a algo
nuevo respecto a la realidad que pretende modificar. Es decir, se trata de incorporar nuevas ideas,
materiales y enfoques pedagógicos que todavía no se habían puesto en marcha en el centro escolar
(o, a una escala más pequeña, en el aula) al que se dirige el proyecto de innovación.
Pero en muchas ocasiones, se entiende que “lo nuevo” es novedoso en relación con lo que otros
centros (u otros docentes) están haciendo, lo que se puede concretar de la siguiente forma: “En el
centro de al lado están poniendo en marcha ciertos cambios que les están dando buenos resultados.
Pero claro, como ya lo están haciendo allí, si lo ponemos en marcha aquí ya no será innovación porque
no estaremos siendo originales”. En la misma línea: “La profesora A ha puesto en marcha una nueva
forma de trabajo que le está funcionando bien. Me gustaría aplicar esa práctica de éxito en mi clase,
pero va a parecer que me estoy copiando y que soy poco innovador”.
Si alguien nos ofrece una nueva actuación, lo primero que tenemos que hacer es solicitar evidencias
de que, efectivamente, esa actuación permite mejorar los resultados. Esto es lo que nos permitirá
diferenciar, utilizando las mismas palabras que el profesorado del Joaquim Ruyra, las evidencias de las
ocurrencias. Una ocurrencia es una invención que no se ha probado. Si no es ético que los hospitales
“experimenten” con nuestra salud sin un consentimiento informado, tampoco es ético hacerlo en los
centros educativos.
Todas estas aportaciones no deberían llevarnos a pensar que el profesorado no ha de ser creativo.
Como veremos en las siguientes unidades temáticas, el diseño y puesta en marcha de un proyecto de
innovación requiere de capacidad creativa para el diseño de su implantación, para su puesta en marcha
y para su evaluación. Nuestra profesionalidad como docentes no se justifica por nuestra capacidad
para inventar nuevas formas de trabajo sino por aplicar con éxito las teorías y actuaciones con base en
evidencias. Como plantea Fullan (2007), apoyándose en Elmore (2004), el profesionalismo del
profesorado a menudo se confunde con la autonomía total en la toma de decisiones respecto a su
trabajo en el aula, cuando en realidad debería sustentarse en la capacidad para vincularse a un cuerpo
de conocimiento científico y a su concreción en el trabajo cotidiano, lo que requerirá el despliegue no
solo de nuestra capacidad creativa, sino de nuestra capacidad comunicativa, analítica y reflexiva, así
como nuestro compromiso por una mejora constante de la educación.
Todo ello no quita que el profesorado, si está formado en ello, pueda desarrollar procesos de
investigación sobre las prácticas de sus centros, ya sea de manera autónoma o en colaboración con
equipos de investigación externos. Programas exitosos de innovación en educación como School
Development Program1, Accelerated Schools2, Success for All3 en Estados Unidos cuentan con una
característica común: la colaboración entre el profesorado de diferentes centros educativos con equipos
de investigación de universidades como la Universidad de Yale, la Universidad Johns Hopkins o la
Universidad de Stanford (Racionero & Serradell, 2005). Lo mismo ocurre con el proyecto de
Comunidades de Aprendizaje en nuestro país, que se sustenta en la colaboración de los centros
educativos con la comunidad de investigación CREA (Community of Research on Excellence for All)4 y
redes universitarias vinculadas al proyecto en diferentes comunidades autónomas 5.
1
https://medicine.yale.edu/childstudy/communitypartnerships/comer/
2
https://acceleratedschools.org/
3
https://www.successforall.org/
4
https://crea.ub.edu/index/?lang=es
5
https://comunidadesdeaprendizaje.net/asesoria-y-formacion/sub-redes-universitarias-de-cda/
Fuente: elaboración propia a partir de Fullan (2007), Puentedura (2010) y Rivas Navarro (2000)
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