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PREDICA: LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO

En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,


bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
(Gálatas 5:22-23)
Muchas personas se preguntan cuáles son los frutos de una vida llena del Espíritu
Santo. La Biblia habla, en Gálatas 5:22-23, de un solo fruto que se manifiesta de 9
formas:

CUÁL ERA EL PROBLEMA DE LOS GÁLATAS?


Aquellos que perturbaban a los santos gálatas y corrompían las enseñanzas del
Evangelio estaban sembrando dudas acerca de las enseñanzas de Pablo de que la
salvación se logra solamente por medio de Jesucristo. Esos maestros falsos eran
cristianos judíos conocidos como judaizantes.

Gálatas 1:8–9 para averiguar lo que Pablo dijo acerca de aquellos que
predicaban un evangelio diferente al que él predicaba como apóstol del
Señor.
Lee Gálatas 1:10–12

1. Amor
2. Alegría o gozo
3. Paz
4. Paciencia
5. Amabilidad o benignidad
6. Bondad
7. Fidelidad, fe
8. Humildad, mansedumbre
9. Dominio propio

Estas son las características o comportamientos que muestran que la persona es


un verdadero discípulo de Jesús y que su vida está dirigida por el Espíritu Santo.

La vida con Jesús es como un árbol que crece, madura y da fruto. Según creces en
tu andar con Jesús, el Espíritu Santo transforma tu vida y te ayuda a ser más
maduro. Ese crecimiento es evidente en la manifestación de cada una de estas
características en tu vida.
PREDICA: LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO
1. Amor

Para Dios, el amor es esencial. Todo aquel que ama a Dios también debe amar a
su prójimo. No es una sugerencia, es un mandamiento. Por lo tanto, es un amor
que incluye una decisión firme, no una emoción que viene y va.

Amar a Dios y al prójimo son los dos mandamientos que resumen la ley de Dios
(Mateo 22:36-40). ¡Así de importante es el amor para Dios! Cuando el Espíritu Santo
llena todo tu ser, tienes el amor de Dios en tu corazón y aprendes a amar cada vez
más a los que están a tu alrededor y a ti mismo. Llénate más del Espíritu de Dios
y tu amor hacia Dios, hacia ti mismo y hacia los demás, crecerá.

Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios,
y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.
(1 Juan 4:7)

2. Alegría o gozo

Nehemías 8:10 dice que el gozo del Señor es la fortaleza de los que creen en Dios
y confían en sus promesas. El gozo o la alegría que Dios nos da, no depende de las
circunstancias, sino que fluye del interior. Brota del saberse perdonado y amado
por el Rey de reyes y Señor de señores.

Como creyente, cuando llegan las dificultades sabes que la tristeza no durará para
siempre. Lo cierto es que aun en medio de ellas, puedes encontrar alegría en la
seguridad de tu salvación.

Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la
vida.
(Salmo 71:23)

3. Paz

La paz que Dios te da abarca todas las áreas de tu vida. Sientes una paz
generalizada porque sabes que tu vida está en las manos del Dios todopoderoso.
Aun en medio de circunstancias adversas, sabes que el Dios soberano cuida siempre
de ti y tiene un propósito para tu vida. Con tu confianza puesta en él, aprendes a
echar el miedo a un lado y a encontrar la verdadera tranquilidad.

La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No
se angustien ni se acobarden.
(Juan 14:27)
PREDICA: LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO
4. Paciencia

La paciencia es muy importante en la vida porque pasamos bastante tiempo


esperando a que suceda lo que deseamos. En el Señor, la paciencia implica
perseverar, seguir adelante en fe aun cuando no vemos cambios. La paciencia llega
cuando logras entender que Dios sabe cuál es el momento perfecto para que
sucedan las cosas. Él promete ayudarte y no te abandona en tus tiempos de espera.
Solo debes creer, ser paciente y confiar, porque él obrará.

Pacientemente esperé al SEÑOR, y él se inclinó a mí y oyó mi clamor.


(Salmo 40:1)
Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en
la oración.
(Romanos 12:12)

5. Amabilidad o benignidad

La amabilidad y suavidad hacia los demás deben crecer según recordamos cuán
grande ha sido la bondad de Dios a nuestro favor. Él no nos trató conforme a
nuestros errores o pecados (Salmo 103:10). Al contrario, siguió mostrándonos su
amor de forma amable, con paciencia y misericordia.

Asimismo, Dios desea transformar tu relación con los demás. Él quiere ayudarte a
ser más sensible a las necesidades y a ser más amable con ellos. Recuerda cada
día la paciencia de Dios para contigo, su amabilidad constante y permite que te
guíe en tu trato con los demás.

Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con
todos, capaz de enseñar y no propenso a irritarse.
(2 Timoteo 2:24)

6. Bondad

La bondad surge de un corazón que se inclina hacia el bien. No somos buenos por
nuestros propios méritos, sino por la obra de Cristo en nosotros. Mientras más
conscientes estamos de la presencia de Dios en nosotros y de su obra en nuestros
corazones, más crecemos en bondad hacia los demás. Es bueno hacer el bien.
Cuando entiendes todo lo bueno que Dios ha hecho por ti, tu corazón anhela hacer
cosas buenas por los demás.

Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense


mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
(Efesios 4:32)
PREDICA: LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO
7. Fidelidad, fe

Una persona fiel mantiene sus ojos puestos en el objeto de su fidelidad. Como hijo
de Dios, debes mantener tus ojos puestos en él. Así es como aumenta tu fe, al
conocer mejor a Dios y mantenerte cerca de él. Ser fiel a Dios te ayuda a ser
persona de confianza, a permanecer firme sin echarte atrás luego de dar la
palabra. Dios te ayuda a ser fiel a él y a los demás. ¡Aférrate a él y crece en tu fe!

Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho
te pondré. Entra en el gozo de tu señor”.
(Mateo 25:21)
Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo; solo estarán
a mi servicio los de conducta intachable.
(Salmo 101:6)

8. Humildad, mansedumbre

La humildad y la mansedumbre nos ayudan a aceptar la voluntad de Dios y a vivir


en paz con Dios y con los demás. En lugar de buscar imponer nuestros puntos, nos
esforzamos por ayudar y servir a los demás. Jesús era manso, él trataba a todas
las personas de forma justa y con amor. Él no buscaba vengarse ni respondía con
maldad a quienes lo trataban de mala manera.

Aprende a ser humilde y manso, sigue el ejemplo de Jesús. Encontrarás descanso


porque no estarás en una lucha constante intentando imponerte a los demás.

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón,
y encontrarán descanso para su alma.
(Mateo 11:29)
La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por
naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el
contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y
haciéndose semejante a los seres humanos.
(Filipenses 2:5-7)

9. Dominio propio

Llenándote cada día más del Espíritu Santo, podrás dominar los deseos de la carne.
Gálatas 5:16 nos llama a andar «en el Espíritu, y así jamás satisfarán los malos
deseos de la carne». El dominio propio es una señal de fortaleza en el Señor. Es
obedecer a Dios aun cuando nuestros deseos carnales intenten llevarnos por otro
camino.
PREDICA: LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO
Dios te ayuda siempre a actuar con sabiduría, aunque te encuentres en medio de
situaciones difíciles. Busca su dirección en todo momento y podrás andar conforme
al Espíritu.

El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla.


(Proverbios 29:11)

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