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Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo
Es un honor estar ante ustedes hoy para compartir mi experiencia y lo que he aprendido en nuestra
clase de señas cristianas. Desde el momento en que decidí inscribirme en este curso, nunca imaginé
cuánto impacto tendría en mi vida y en mi relación con Dios.
En esta clase, he aprendido mucho más que simples gestos y movimientos de manos. He
descubierto un nuevo lenguaje, una forma de comunicación que trasciende las palabras y llega
directamente al corazón. Cada signo, cada expresión, lleva consigo un mensaje profundo y
poderoso del amor y la gracia de Dios.
Otra lección valiosa que he aprendido es la importancia del servicio y el ministerio. Las señas
cristianas no solo son un medio de comunicación, sino también una herramienta poderosa para
llevar el mensaje del evangelio a aquellos que no pueden escucharlo de otra manera. Al compartir
el amor de Dios a través de señas, estamos cumpliendo el mandato de Jesús de ir por todo el
mundo y predicar el evangelio a toda criatura. Este ministerio de señas no solo beneficia a aquellos
que tienen dificultades auditivas, sino que también enriquece nuestras propias vidas al darnos la
oportunidad de ser instrumentos de la gracia y el amor de Dios.
Por estas razones, recomendaría esta clase de señas cristianas a cualquier persona que desee
crecer en su fe y en su capacidad para comunicar el amor de Dios a otros. Aprender señas
cristianas no solo es una habilidad práctica, sino también una forma de abrir nuestros corazones y
mentes a la diversidad de la comunidad cristiana y de responder al llamado de Dios de amar y
servir a los demás.
En conclusión, doy gracias a Dios por la oportunidad de aprender y crecer en esta clase de señas
cristianas. Que podamos continuar usando este hermoso lenguaje para glorificar a Dios y
compartir Su amor con el mundo que nos rodea.
¡Gracias!