BR3 - 151110

“Su composición y su inter-

cambio continuo de agua
con la hidrosfera a través del
ciclo de energía hacen de la
atmósfera una capa permea-
ble y flexible para la transfe-
rencia de energía, agua y
nutrientes para la vida en la
superficie de la Tierra, y una
barrera de protección frente
al exterior del Planeta. Visto
así, por semejanza con la
estructura celular, se habla
de La Gran Membrana.”
 Cap.
6

¿Qué función tiene la atmósfera?

“Desde el origen del

planeta, hace más
de 4.000 millones
de años, la
LLa atmósfera es la capa exterior del Planeta
Tierra, la menos densa pues está formada por
gases y cierta cantidad de partículas aerosoles
muy pequeñas que transporta. Su naturaleza
gaseosa hace que no tenga un límite netamente
definido; el 99.9% de su masa se concentra por
atmósfera de la
debajo de los 100 km sobre la superficie terres-
Tierra ha jugado el tre y su composición hace del aire que respira-
papel fundamental mos un cocktail único, exclusivo de la Tierra, con
un carácter eminentemente oxidante determi-
en la creación y el nante en las formas de vida que han evoluciona-
mantenimiento de do en el planeta.
condiciones que En sus capas más bajas, las denominadas tro-
posfera (hasta 10-11 km de altitud) y estratosfera
han hecho del (10-11 a 50 km de altitud), la atmósfera está
Planeta un lugar compuesta por un 78% de nitrógeno, un 21% de María José Polo Gómez.
oxígeno y un 0.9% de argón, con el 1% restante Profesora Titular de Ingeniería
habitable, un lugar formado por otros gases, entre los que se incluyen Hidráulica. Grupo de Dinámica
para la vida y para dióxido de carbono y pequeñas cantidades de Fluvial e Hidrología.
neón, helio, kriptón, hidrógeno y ozono. Estas pro- Universidad de Córdoba.
su evolución” porciones cambian en las capas atmosféricas más
altas.
Su espesor es insignificante comparado con el
radio total de la Tierra, semejante al de la piel de
una cebolla; sin embargo, sus características la
hacen desempeñar un papel fundamental para la
vida en el planeta: lo convierte en un lugar habita-
ble al proporcionar protección frente a las radiacio-
nes ultravioleta procedentes del Sol y al determi-
nar el balance de energía y agua en la superficie
de la Tierra, manteniendo la temperatura en un
intervalo cálido.
Al estado de la atmósfera en un lugar y
momento dados lo llamamos tiempo, y cambia en
horas, días o semanas en función de la circulación
de masas de aire en la atmósfera.

79
 Júpiter Saturno Urano Plutón
Venus
El SOL Marte

Mercurio
La Tierra
Neptuno

Al intervalo de condiciones atmos- Tierra una masa rocosa importante aso-

(1) Mercurio, el más cercano al
Sol, presenta una atmósfera
prácticamente inexistente, muy
débil, que ocasiona temperatu-
ras en su superficie de entre
400°C a -100°C . En Venus, el
siguiente en lejanía al Sol, existe
una atmósfera muy densa que
disminuye la llegada de radia-
ción solar a la superficie y que
provoca un intenso efecto inver-
nadero que genera temperatu-
ras de alrededor de 450°C en su
superficie. Por último, en Marte
la atmósfera es tan tenue que
no puede absorber cantidades
significativas de radiación solar,
lo cual, junto con su mayor dis-
tancia del Sol, hace que su clima
sea más frío que el de la Tierra,
con una temperatura media de-
55°C.
En la gráfica de la derecha
se ilustran las diferencias entre
las atmósferas de la Tierra y la
del satélite más grande de
Saturno, Titán, que posee un
espesor 10 veces superior a la
de nuestro planeta. Titán es la
única luna conocida con una
atmósfera densa. La atmósfera
de Titán es más densa que la de
la Tierra, está compuesta en un
féricas típico de un lugar concreto lo
llamamos clima, e incluye el comporta- atmósfera es muy distinta a la terrestre
miento medio del tiempo y sus extre-
mos, con variaciones estacionales debi-
das a la traslación de la Tierra, anuales
debidas a ciclos globales de circulación
oceánica y atmosférica, y seculares y
milenarias debidas a ciclos de actividad
solar.
La influencia de ambos, clima y
tiempo, en una región es decisiva para
el tipo de ecosistema desarrollado, la
disponibilidad de agua, alimentos y
recursos, en general, y en definitiva
determina la forma de vida que lleva-
mos: cómo nos vestimos, cómo son
nuestras casas, qué medios de trans-
porte usamos... Tanto, que pronosticar
el tiempo ha sido una preocupación del
hombre desde las primeras sociedades, energía del Planeta. El Sol es una
para protegerse de sus inclemencias,
de sus efectos extremos como inunda-
ciones o nevadas; para planificar culti-
vos y las reservas de agua para perio-
dos secos; etcétera.
Hoy día, el pronóstico meteorológi-
co es quizás la infor-
LA TIERRA
mación proporcionada
Km
con mayor frecuencia
y la más consultada 50 138ºc
por la población en
general en los países 40
desarrollados.
La habitabilidad 30 115ºc
ciada –los planetas interiores– la
(1).
La atmósfera, por tanto, es la piel
del Planeta Tierra: lo protege de la
acción exterior y evita la pérdida de
agua, lo mantiene vivo. La distribución
de energía y vapor de agua se produce
de forma acoplada en procesos de cir-
culación atmosférica a escala global,
regional y local, alimentados por la
energía solar y acoplados a la circula-
ción oceánica; el resultado es la distri-
bución de zonas climáticas en la Tierra
y su variabilidad temporal con distintas
escalas, hasta llegar a la meteorológica.
El motor: la actividad solar
A escala global, el Sol es la fuente de
estrella de mediana edad, una bola
enorme de gas que concentra el 99.9%
de la masa total del Sistema Solar (2).
La actividad solar es intensa y
continua, pero está sujeta a variabili-
dad de origen diverso.
TITAN
600
71ºc
Nitrógeno
500 Metano
Argón(?)
Nitrógeno
400
Oxígeno
Argón
300
Km

94% de nitrógeno y es la única Capa fina

del Planeta Tierra es de neblina
atmósfera rica en este elemento OZONO Gruesa capa fotoquímica
en el sistema solar aparte de
la consecuencia de 20 200 71ºc
Lluvia de
nuestro propio planeta, con tra- la existencia de agua 100ºc partículas
zas de varios hidrocarburos que y de su atmósfera. 10 100 50ºc
constituyen el resto (incluyendo En el resto de plane- 35ºc
AGUA Metano
metano, etano y otros compues- tas del Sistema Solar 140ºc 40ºc
tos orgánicos). que tienen como la
80

Por una parte, la paulatina transfor-
mación del hidrógeno del núcleo solar
en helio ocasiona un incremento gra-
dual de la luminosidad del Sol, es decir,
de su intensidad de radiación, que se
estima entre un 20 y 30% desde que se
formó la Tierra.
Por otra, la actividad de las man-
chas solares, cuantificada por su núme-
ro y persistencia, experimenta cambios
periódicos en un ciclo de once años,
con una variación de la energía solar
del 2% desde el periodo de mínima acti-
vidad hasta el de máxima.
Estas variaciones generan a su vez
fluctuaciones del campo magnético
solar que siguen un ciclo aproximado
de veintidós años.
Además de la variabilidad intrínseca
de la actividad solar, las variaciones
periódicas de la órbita de la Tierra
alrededor del Sol modifican su exposi-
ción a la radiación solar, como descu-
brió Milankovitch en los años treinta.
La teoría de Milankovitch describe
tres cambios periódicos en la trayecto-
ria de la Tierra, que ocasionan variacio-
nes de la radiación solar incidente que
alcanzan hasta un 15% en latitudes
altas, influyendo en el crecimiento y la
fusión de los hielos polares. Vincula,
pues, estas variaciones con las fluc-
tuaciones de las glaciaciones en la
Tierra y a pesar del escepticismo con
que fue acogida en su momento, esta
teoría se ve apoyada hoy por numero-
sas pruebas científicas a partir del aná-
lisis químico de núcleos de hielo en la
Antártida y estudios del descenso de
luz solar en altas latitudes, entre otros.
Así, la órbita elíptica de la Tierra
aumenta y disminuye sus ejes cada
100.000 y 433.000 años. Además, la
inclinación del eje de la Tierra fluctúa de
forma cíclica entre 22° y 24.5° cada
41.000 años; su valor actual es de
23.5°. Por último, el eje de la Tierra sufre
un balanceo como un giróscopo, y cie-
rra un círculo completo cada 23.000
años.
En concreto, las variaciones en la
inclinación del eje y el balanceo oca-
sionan variaciones en la distribución
espacial de la radiación solar inciden-
te que afectan al clima local y regio-
nal, aunque no modifican la cantidad
de energía total que llega a la Tierra
desde el Sol.
Sin embargo, la modificación de la
órbita terrestre sí influye en el valor
de la energía solar extraterrestre a
escala global.
Estos cambios cíclicos superpues-
tos entre sí se solapan con los ciclos
Cap.
6
(2) En la formación del helio en
el núcleo interior del So lpor
fusión de átomos de hidróge-
no, aproximadamente a 15
millones de grados centígra-
dos, se libera una cantidad
enorme de energía como radia-
ción electromagnética y flujo
de gas a alta temperatura, que
viajan hacia el exterior, enfrián-
dose y circulando por convec-
ción en la capa más superior
del Sol. Cuando alcanza la
superficie del sol –la fotosfera–
la temperatura del gas no
supera 6.000°C. Las zonas más
frías de la fotosfera resplande-
cen menos y reciben el nombre
de manchas solares y las zonas
más cálidas se deforman por
emisiones de gas generando
las denominadas protuberan-
cias, erupciones en la superficie
solar mucho mayores que la
Tierra que alcanzan los
70.000°C. La fotosfera está
rodeada por una capa delgada
y fría, la cromosfera. Por último
la atmósfera exterior del Sol, la
corona –con menor concentra-
ción de gases– se encuentra a
una temperatura de 1 millón
de grados centígrados.
81
Cap.
6
descritos de la actividad solar y gene-
ran variaciones asimétricas en la
radiación solar que llega a la Tierra, res-
ponsables de los cambios climáticos a
escala global que la Tierra ha experi-
mentado a lo largo de su historia.
Ciclos geodinámicos y biodinámicos
Si nos fijamos en su naturaleza, pode-
mos identificar cinco componentes
principales en la Tierra: la atmósfera
(aire), la litosfera (masa sólida y roco-
sa), la hidrosfera (agua en forma líqui-
da) y la criosfera (agua en forma de
hielo), y la biosfera (seres vivos).
Todos ellos están en contacto e inter-
cambian entre sí energía y masa, y
cantidad de movimiento, a diferentes
escalas espaciotemporales, dando
lugar a los denominados ciclos de
energía, ciclo del agua y circulación
global.
La superficie exterior de la atmósfe-
ra terrestre recibe un flujo medio de
energía solar de 1.367 W m-2 (es decir,
2.821 cal cm-2 día-1), lo que se conoce
como radiación solar extraterrestre
o constante solar. Esta energía es
emitida por el Sol como un cuerpo
negro a 6.000°K de temperatura, con
un espectro que abarca desde la radia-
ción ultravioleta hasta el infrarrojo cer-
cano, con un máximo en el intervalo
visible. La radiación solar llega a la
Tierra como radiación de onda corta,
por tanto.
De ella, aproximadamente el 26% es
reflejada hacia el exterior por la
atmósfera (20% por las nubes); el 74%
no reflejado atraviesa la atmósfera,
parte es absorbido por las nubes (4%)
y los gases atmosféricos (16%) y el
82
r
ra po
fe a
ós ad
m flej
Re
4%
0%
At
10
la
resto finalmente incide sobre la
superficie terrestre (54%).
Esta, a su vez, refleja cierta fracción
en función de su albedo, que sufre
reflexiones y absorción múltiples, por lo
que finalmente un 50% de la radiación
solar extraterrestre es absorbido por la
superficie terrestre, y se invierte en
calentarla, evaporar agua hacia la
atmósfera y formar nubes, y fundir
nieve o hielo.
La atmósfera y la superficie
terrestre al calentarse emiten a su vez
radiación hacia el exterior. La superfi-
cie continental y los océanos emiten
hacia la atmósfera una cantidad equiva-
lente al 20% de la radiación solar extra-
terrestre (14% absorbido de forma neta
por las nubes y los gases atmosféricos,
6% emitido al exterior de la atmósfera). Figura 4.-
Dado que la temperatura global del Distribución de la radia-
sistema tierra-atmósfera –la denomi- ción solar extraterrestre que
nada temperatura planetaria– es de alcanza el límite superior de
-20°C y, en particular, la superficie la atmósfera en distintas
terrestre tiene un valor medio de tem- componentes del balance
peratura de 17°C, la radiación emitida de energía a su paso por la
se encuentra en el intervalo infrarrojo atmósfera y, a su vez, distri-
entre 4 y 50 μm, es decir, onda larga. bución de la radiación solar
finalmente incidente sobre
La secuencia de pasos que configu-
la superficie de la Tierra en
ran esta transformación de la radia-
distintas componentes en el
ción solar en radiación terrestre son balance de energía de la
determinantes críticos del clima capa superficial de la corte-
terrestre y sus manifestaciones. za terrestre
La transferencia de energía desde
los océanos y la superficie terrestre
hacia la atmósfera por evaporación (en
forma de calor latente) equivale al 24%
de la energía solar extraterrestre (apro-
ximadamente la mitad del flujo neto
que alcanza la superficie terrestre); es
por tanto la mayor componente en el
balance de energía en la atmósfera.
 30% Emitida Cap.

ra
er
al espacio por 6

Ti
la
la Atmósfera

de
cie
s

rfi
be

pe
Nu

su
as

a
rl
rl

po
po

a
a

jad
jad

fle
fle

Re

asocian a tiempo nuboso o lluvioso, ya

Re

erra
2%
%

que al enfriarse se condensa el vapor

20

ión
a Ti

ra
20% Absorbida por la Atmósfera de agua del aire húmedo.

orac

Tier
de l Las zonas de alta presión se

evap

de la
rficie

corresponden con corrientes de aire

por

rficie
upe

denso descendente y están relaciona-

fera
la s

14% das con el buen tiempo.

supe
tmós

Absorbida por
por

El gradiente creado entre zonas de

or la
la Atmósfera
la A
rior

alta y baja presión genera vientos

ior p
xte

desde las primeras hacia las segundas

acia
al e

er
tendente a restaurar el equilibrio; en su
ido h

l ext
tido
%

trayectoria, los vientos pueden cargarse

54

ido a
Emit
Emi

de humedad o perderla, según el área

Emit
24%
6%

que sobrepasen, y se convierten así en

6%

vehículo del agua evaporada desde el

mar hacia el continente.
La captura o liberación de calor aso-
54% INCIDE SOBRE LA SUPERFICIE TERRESTRE Y OCEÁNICA
ciada a la evaporación o condensación
del agua en la atmósfera disminuye o
Nubes y el Sistema de Energía Radiante de la Tierra (CERES) El vapor de agua se condensa pos- aumenta la temperatura del aire, y
Mayo 11-25, 2001 teriormente en gotitas o forma peque- modifica su densidad.
ños cristales de hielo (liberando en Por tanto, la dinámica de las varia-
ambos casos energía a la atmósfera) bles de estado atmosféricas, presión,
que dan lugar a la formación de nubes humedad y temperatura, y de sus gra-
y, en su caso, precipitación. dientes, está acoplada y configura la
Las condiciones atmosféricas variabilidad meteorológica a escala
locales, por tanto, varían de un lugar a local y climática a escala regional.
W/m 2 otro en función de la disponibilidad de Asimismo, a escala planetaria, ade-
agua en la superficie y en la atmósfe- más de las variaciones de estado
Radiación de onda larga emitida por la Tierra ra, y las masas de aire húmedo/seco atmosférico locales y regionales los
resultantes generan gradientes espa- movimientos de la Tierra alrededor del
Nubes y el Sistema de Energía Radiante de la Tierra (CERES) ciales de presión, temperatura y hume- Sol (traslación) y de su propio eje (rota-
Mayo 11-25, 2001
dad, que ocasionan vientos locales y ción) ocasionan variaciones estacio-
regionales, que transfieren por advec- nales y diarias, respectivamente, del
ción masa de aire y agua, energía y flujo de energía solar incidente sobre la
cantidad de movimiento de unas zonas superficie de la Tierra y, con ello, cam-
a otras. bios cíclicos en su temperatura.
La presión atmosférica en un En un momento dado, además, el
punto dado es el peso de la columna paralelo terrestre directamente ilumi-
W/m 2
de aire sobre él. Las zonas de baja nado por el Sol experimenta variacio-
presión se dan donde se generan nes latitudinales de la radiación solar
Radiación de onda corta reflejada por la Tierra corrientes de aire ascendente y se recibida debidas a las diferencias en los
83

Figura 7.-
Ilustración de los distintos
tipos de nubes.
(3) Denominada también “la
gran cinta transportadora oce-
ánica”, su recorrido se comple-
ta en un periodo que tiene
escala milenaria. Los cambios
recientes en la temperatura
superficial del mar parecen
haber contribuido a variaciones
climáticas como el incremento
del fenómeno del Niño en el
Pacífico tropical, o la larga
sequía en El Sahel desde fina-
les de los años sesenta.
84
ángulos de incidencia sobre la superfi-
cie terrestre.
Esta distribución desigual de la
radiación solar con la latitud genera
gradientes espaciales del balance de
energía en la atmósfera que ocasio-
nan la formación de tres grandes célu-
las de circulación global de masas de
aire en cada hemisferio, en las bandas
de latitud comprendidas entre 0-30, 30-
60 y 60 90°, lo que se denomina siste-
ma de circulación atmosférica.
Su resultado global es la localiza-
ción de zonas de aire ascendente cerca
del ecuador y de la latitud 60°, y zonas
de aire descendente rodeando la latitud
30° y los polos.
Esta circulación general genera
vientos predominantes que impulsan
la circulación de corrientes superficia-
les en los océanos, en el sentido de las
agujas del reloj en el hemisferio norte y
en el contrario en el sur.
Las zonas de alta presión producen
corrientes frías en los bordes occiden-
tales continentales y cálidas en los
orientales.
Por último, la corriente termohalina
generada por los cambios de densidad
del agua salada al cambiar de tempera-
tura, que hace que el agua fría se hunda
en el Atlántico norte y fluya hacia el sur
rodeando después Asia meridional para
calentarse en su recorrido de vuelta y
aflorar a lo largo de los océanos Índico
y Pacífico norte, genera variaciones a
largo plazo en la temperatura superfi-
cial del mar y, con ello, influye en la
variabilidad climática (3).
Todos estos cambios de estado
atmosférico en un punto dado de la
Tierra configuran su clima y, con él, la
combinación de morfología, suelo y
vegetación existente.
La acción del viento y el agua, y
los efectos de cambios bruscos de
presión y temperatura (heladas...),
rompen las rocas y erosionan la
superficie del terreno. Además, las
sustancias disueltas en el agua pueden
alterar la composición química de los
minerales de las rocas, favoreciendo su
erosión.
Los organismos vivos potencian
estos procesos tanto por acción física
(penetración de raíces o roturación del
suelo) como química (liberación de
compuestos químicos). Esta acción
continua y variable ha determinado los
suelos dominantes en cada región.
Los intervalos usuales de insola-
ción, humedad y temperatura, por otra
parte, han hecho que la vegetación se
adapte paulatinamente a dichas con-
diciones y desarrollen características
que les permitan aprovecharlas al máxi-
mo. Así, sus raíces exploran zonas pro-
fundas del suelo para absorber agua,
capturando oxígeno atmosférico para
su respiración y liberando dióxido de
carbono y vapor de agua .
Por otra parte, la vegetación sinte-
tiza nutrientes a través de la fotosín-
tesis, capturando la energía solar para
su metabolismo con intervención de la
clorofila de sus estructuras celulares,

capturando dióxido de carbono y libe-
rando oxígeno, en un proceso evolutivo
milenario responsable de la atmósfera
oxidante terrestre y del equilibrio de
sus componentes.
El ciclo del agua
El agua de los océanos y los continen-
tes se evapora por acción de la ener-
gía solar hacia la atmósfera, donde se
condensa en gotas de pequeño tamaño
y forma nubes. Cuando las condiciones
atmosféricas permiten la formación de
gotas de agua mayores o cristales de
hielo, estas caen hacia la superficie
terrestre, “se precipitan”, generando
lluvias y nevadas que son recibidas
por los océanos directamente, o por
los continentes.
En estos, el agua de lluvia y la
fusión desde las capas de nieve se infil-
tran a través de la superficie del suelo,
recargando las reservas de agua subte-
rráneas y aumentando la humedad del
suelo.
Cuando el suelo no tiene capacidad
para infiltrar toda el agua que recibe, se
Cap.
6
genera un exceso en su superficie que Figura 8.-
se acumula en hondonadas, forma La imagen muestra la dis-
tribución de vapor de agua
regueros y arroyos, y nutre los cauces
durante el verano y otoño
de los ríos y los lagos existentes, circu- de 2005. El vapor de agua a
lando a través de la red fluvial en su gran altitud aparece con
camino hacia el mar, marcado por los más brillo. La mayor altura
gradientes topográficos. (cerca de 3,2 km) se alcanza
A su vez, los acuíferos alimentan la sobre el sur de asia, donde
red superficial de agua por afloramien- las tormentas del monzón
to en las zonas de cabecera que consti- elevan el vapor de agua en
tuyen los nacimientos de los ríos, por la atmósfera
recarga de los cursos fluviales desde
las zonas subyacentes próximas a los
cauces, o descargan directamente en
la costa según su localización.
Además, los seres vivos utilizan el
agua para su desarrollo desde el suelo
(fundamentalmente las plantas) y
desde las acumulaciones superficiales
(fundamentalmente los animales y el
hombre), y la devuelven al medio por
transpiración y respiración, y en sus
residuos que, una vez depurados, vuel-
ven a la red superficial.
De vuelta en los océanos, el agua
es de nuevo evaporada hacia la atmós-
fera, así como desde las acumulaciones
85
Cap.
6
Figura 9.-
Esquema simplificado de
la circulación atmosférica
ligada a la distribución de
presión a escala planetaria,
y de la formación de ciclo-
nes y generación de precipi-
tación asociadas.
(4) Estos depósitos se pueden
definir a escala global, a escala
regional o a escala de cuenca,
variando según la definición la
magnitud e importancia relati-
va del almacenamiento dispo-
nible y de los flujos de agua
entre ellos.
(5) Así, la circulación general
produce cinturones húmedos
cerca del ecuador y de la lati-
tud 60°, y cinturones secos
alrededor de la latitud 30°,
donde encontramos la mayor
parte de los grandes desiertos
del mundo. El cinturón ecuato-
rial es especialmente húmedo
porque allí convergen desde
ambos hemisferios vientos cáli-
dos del este muy húmedos tras
su paso por los océanos tropi-
cales. Las zonas húmedas de
latitudes medias deben la lle-
gada de lluvias a frentes cicló-
nicos externos a las zonas tro-
picales que tienden a formarse
a lo largo del frente polar.
86
superficiales en los continentes y
desde la capa superficial del suelo: y el
“ciclo” comienza de nuevo.
Este proceso continuo mantiene el
equilibrio global del agua en el
Planeta, que no se pierde al exterior
gracias a la atmósfera terrestre, pero
no se produce de forma homogénea a
lo largo de la superficie terrestre; en los
océanos, se evapora más agua que la
recibida como precipitación, mientras
que en los continentes se produce
más entrada de agua por precipitación
que la perdida por evaporación, circu-
lando la red fluvial este exceso hacia el
mar.
El paso continuo del agua de un
sistema a otro, evaporación, precipita-
ción, infiltración-escorrentía, descarga
al mar da nombre al ciclo del agua y ha
hecho que se conceptualice su diná-
mica como una serie de depósitos en
cascada, conectados entre sí con posi-
bilidad de retroalimentación, donde
cada depósito queda definido de forma
general por dos tipos de parámetros: su
capacidad máxima de almacenamiento
de agua y su capacidad de transferir
agua al resto de depósitos con los que
se conecta.
El vaciado de los depósitos terres-
tres y marinos se produce por evapo-
ración, condicionada por el balance de
energía efectuado sobre cada depósito,
que a su vez llena el depósito atmosfé-
rico (4).
A escala global, los océanos domi-
nan en el ciclo del agua anual, tanto
por su capacidad como por sus flujos,
ya que reciben el 79% de la precipita-
ción global y aportan el 88% de la eva-
poración global.
En zonas terrestres, es difícil sepa-
rar en la práctica el flujo de agua que se
evapora directamente desde el suelo
del que se transpira por la vegetación, y
se habla de evapotranspiración para
cuantificar su suma. Las cifras anuales
del agua se pueden resumir así:
a) Almacenamiento medio de los
depósitos: de los 1.386 millones de
km3 de la Tierra, el 96.5% se encuentra
en los océanos, el 1.74% en forma de
hielo y nieve, el 1.70% en acuíferos sub-
terráneos y el 0.001% en la atmósfera;
el resto se distribuye en los continen-
tes entre las aguas superficiales y los
seres vivos.
b) Flujos medios anuales en los
océanos: pierden 505.000 km3 y reci-
ben 458.000 y 47.000 km3 de agua por
precipitación y escorrentía, respectiva-
mente.
c) Flujos medios anuales en los
continentes: pierden 72.000 y 47.000
km3 por evapotranspiración y escorren-
tía hacia el mar, respectivamente, y
reciben 119.000 km3 por precipitación.
d) Flujos medios anuales en la
atmósfera: pierde 577.000 km3 por pre-
cipitación y recibe 505.000 y 72.000
km3 por evaporación desde los océanos
y los continentes, respectivamente.
A escala regional, las zonas con
tendencias de aire ascendente pre-
sentan valores medios de precipita-

ción anual relativamente elevados,
mientras que aquellas con tendencia al
aire en descenso registran escasa pre-
cipitación (5).
A su vez, la evaporación (o evapo-
transpiración) varía drásticamente con
la latitud, con un valor máximo cerca
del ecuador y un valor mínimo práctica-
mente igual a cero en los polos (6).
Además, la distribución de tierra y
mar con la latitud genera diferencias
debidas a que la tasa de evaporación
es mayor –a igualdad de condiciones–
desde los océanos que desde el conti-
nente, ya que la disponibilidad de agua
no está limitada en los primeros (7).
A escala local, la distribución lati-
tudinal media de zonas húmedas y
secas sufre variaciones por influencia
de la topografía, y de las condiciones
de temperatura y vientos dominantes
Ciclo del Agua
en relación a las fuentes de humedad
atmosférica más cercanas.
De ellos, las zonas montañosas ejer-
cen los efectos más marcados, con
ejemplos extremos en las Montañas
Rocosas, la Cordillera Andina, los Alpes
o el Himalaya.
En cuanto a la evapotranspiración,
es la ausencia de vegetación la que
distorsiona más los patrones latitudi-
nales generales en los continentes,
con mínimos en las zonas desérticas
como el Sáhara, la Antártida, la zona
Ártica de Norteamérica o Asia Central, y
máximos en los grandes bosques tropi-
cales de Sudamérica, África y Asia
Sudoriental.
En los océanos, las grandes
corrientes superficiales modifican la
tendencia regional, como los efectos
de la cálida Corriente del Golfo desde el
Cap.
6
Figura 10
(6) Su distribución espacial
sigue de forma general los
patrones regionales de radia-
ción solar neta y temperatura,
y refleja así la importancia del
resultado del balance de ener-
gía para suministrar el calor
latente implicado en los cam-
bios de estado del agua.
(7) El mínimo oceánico que se
registra en el ecuador se debe
a la menor intensidad del vien-
to y los elevados niveles de
humedad del aire, que limitan
la evaporación desde la super-
ficie libre del mar. Por el con-
trario, en la zona ecuatorial
continental se produce un
máximo debido a la elevada
radiación solar incidente junto
con la mayor disponibilidad de
agua.
87
Cap.
6
(8) Desde los años 70, se acha-
có a las emisiones de cloro-
fluorocarbonos (CFC) –com-
puestos artificiales usados en
refrigerantes, propelentes de
aerosoles, disolventes...– el
aumento de tamaño observado
en el agujero de ozono, con
programas especiales de inves-
tigación y medidas políticas
para reducir y prohibir su emi-
sión. Otros autores, no obstan-
te, mantienen que las tasas de
emisión de estos compuestos
aportan menos cloro y flúor a
la atmósfera que las emisiones
de aerosoles desde los océanos
y otros compuestos proceden-
tes de erupciones volcánicas.
(9) Se estima que sin el efecto
invernadero la superficie de la
Tierra tendría una temperatura
media de -18°C y se encontra-
ría cubierta por hielos perpe-
tuos.
88
norte de Europa, o las corrientes frías
hacia el ecuador desde la costa occi-
dental americana.
La Gran Membrana
Su composición y su intercambio conti-
nuo de agua con la hidrosfera a través
del ciclo de energía hacen de la atmós-
fera una capa permeable y flexible
para la transferencia de energía, agua
y nutrientes para la vida en la superfi-
cie de la Tierra, y una barrera de protec-
ción frente al exterior del Planeta. Visto
así, por semejanza con la estructura
celular, se habla de La Gran Membrana.
Aunque los ciclos de energía y agua
son los procesos fundamentales para
determinar las condiciones atmosféri-
cas globales, regionales y locales, ya
que el vapor de agua es el principal res-
ponsable de las condiciones meteoroló-
gicas, otros procesos atmosféricos
potencian o debilitan la magnitud de
algunos de sus flujos, y ejercen un
papel fundamental para la vida que
conocemos.
El ozono absorbe la radiación
ultravioleta eliminando así su elevado
riesgo para los seres vivos. Se encuen-
tra en la estratosfera y su concentra-
ción disminuye sobre la Antártida,
generando lo que se conoce como “el
agujero de ozono”, que experimenta un
nivel mínimo a final de primavera y se
recupera progresivamente durante el
periodo hasta el verano.
El ozono se produce por la fotólisis
del oxígeno molecular cuando recibe
radiación solar y la posterior combina-
ción del oxígeno atómico resultante con
otras moléculas de oxígeno sobre otra
sustancia que actúa de soporte (por
ejemplo, el nitrógeno). Su concentra-
ción disminuye durante el invierno
debido a los menores niveles de radia-
ción solar.
La mayor parte del ozono se produ-
ce así sobre los trópicos y es transpor-
tado alrededor del planeta por vientos
estratosféricos.
La transformación del ozono en
oxígeno atómico y molecular es tam-
bién espontánea, así como otras trans-
formaciones que tienen como pasos
intermedios sustancias formadas por
cloro, flúor o nitrógeno. Por ello, los
niveles de ozono en la estratosfera se
mantienen en equilibrio a escala global,
con fluctuaciones comprobadas esta-
cionales y anuales, o locales y regiona-
les; cuyas causas no están aún comple-
tamente determinadas (8).
La variabilidad a diversas escalas
de la actividad solar y su recepción
en la Tierra es fuente de variabilidad
en la dinámica del ozono estratosféri-
co.

Concentración de OZONO
100 300
Unidad Dobson
Figura 11.-
En la imagen se represen-
ta el agujero de ozono en la
estratosfera sobre el Polo
Sur del planeta. Su máximo
tamaño se alcanza cada año
entre la mitad de septiem-
bre y la mitad de octubre.
La imagen se ha creado
combinando información de
los satélites NOAA y POES y
muestra la baja concentra-
ción de ozono en el día 15
de septiembre de 2009
Además de la protec-
ción frente a la radiación
ultravioleta que la atmósfe-
ra ejerce sobre la vida, el
denominado efecto inver-
nadero es el resultado de
la dinámica acoplada de
energía e intercambio de
agua en la atmósfera más
relevante.
Especialmente, que el
22% de la energía que
recibe la atmósfera —
500 tanto por radiación solar
como por radiación terres-
tre y aportes de vapor de
agua– sea absorbido por
los gases responsables del efecto
invernadero es un factor crítico para
el clima (9).
Los gases protagonistas son, en
primer lugar, el vapor de agua (respon-
sable del 65% de la absorción total), el
dióxido de carbono (responsable de
otro 33%) y metano, óxido nitroso,
ozono y compuestos fluorocarbono-
clorados ( 2% restante).
Curiosamente, los medios han
hecho más popular un aspecto negativo
de estos gases: su potencial para con-
tribuir al calentamiento global por enci-
ma de los niveles de equilibrio si su
concentración en la atmósfera supera
ciertos umbrales, cuya dinámica y efec-
tos globales están aún por determinar.
Así, vivimos un debate sobre los efectos
reales en la fase actual de calentamien-
to global del incremento desde los años
60 de los niveles de dióxido de carbono
debido a las intensas emisiones por la
actividad humana. La incertidumbre
sobre las conclusiones alcanzadas
Cap.
6
hasta la fecha es aún elevada.Todo el
estudio de la dinámica atmosférica y
su evolución a lo largo de la historia de
la Tierra se fundamenta en diversas
fuentes en la actualidad: medidas
directas de las condiciones atmosféri-
cas durante los dos últimos siglos,
especialmente durante los últimos vein-
te años con el desarrollo de técnicas
más precisas; análisis de trazadores
indirectos de la evolución de variables
atmosféricas en sondeos de hielo en los
casquetes polares; medidas en los ani-
llos de crecimiento de especies vegeta-
les; observaciones simultáneas de
áreas locales y regionales procedentes
de radar, e información procedente de
sensores remotos desde satélites.
Todo ello permite alimentar modelos
de circulación atmosférica a diferentes
escalas y realizar pronósticos meteoro-
lógicos de elevada fiabilidad a corto y
medio plazo (horas-días, semana).
Desde que Aristóteles en el s. IV a.C.
escribiera su obra Meteorologica hasta
la meteorología moderna apoyada en la
ciencia y la tecnología, han transcurrido
2400 años de historia de la Tierra, una
amplia evolución de la sociedad y el
conocimiento a escala humana, pero
tan solo un suspiro en los ciclos climáti-
cos sufridos por el Planeta desde su ori-
gen hace más de 4.000 millones de
años, y desde la primera glaciación
hace aproximadamente 2.500 millones
de años. Desde entonces, la atmósfera
de la Tierra ha jugado el papel funda-
mental en la creación y el manteni-
miento de condiciones que han hecho
del Planeta un lugar habitable, un lugar
para la vida y para su evolución. La
Gran Membrana.
89