Está en la página 1de 29

Diario de un

Duelo
Un viaje de lecciones y esperanza

Escrito por
Angela Castaño
Hola!
Primero que todo, bienvenida a este
espacio, te agradezco el que hayas
descargado este diario, el cual he hecho
con mucho cariño y dedicación, para
acompañar a personas que estén pasando
por este dificil momento.

Esta es la dedicatoria del diario que escribí


durante mi duelo y que fue una de mis
formas de sanar, de entender y también
de perdonarme. Espero que conocer mi
viaje te haga sentir más acompañado/a en
tu propio camino.

"Este diario está dedicado a mi Bali, mi peludo,


mi alma gemela, mi hijo de 4 patas y el amor de mi
vida. Escribirte este diario, contándote desde mi
perspectiva lo que pasó y lo que sentí, recordando
nuestra vida juntos y todas tus enseñanzas, ha sido una de
las herramientas más terapéuticas que he tenido y una de las
que me ha llevado a aprender que el dolor se transforma, y que
sí es posible aprender a vivir con él y transformarlo en un
aprendizaje y en algo positivo y que el dolor y la felicidad sí
pueden convivir juntos".
Soy Angela Castaño

Te cuento un poco de mí, en lo


más formal soy Psicóloga y
Coach Integral. Sin embargo, lo
que más me define y llena mi
corazón es ser la mamá
perruna de Bali y Lupe. Y fue
justamente la partida física de
Bali la que me llevo a trabajar Si bien había pasado por algunos
en el duelo animal. duelos en mi vida, solo supe lo que
verdaderamente significaba el duelo
cuando pasé por el dolor más grande
que he vivido en mi vida: La pérdida
de Bali, mi peludo, mi alma gemela, mi
hijo y mi confidente. Cuando perdí a
Bali, me di cuenta de que me había
roto, que se me había desgarrado el
alma, y si soy sincera, pensé que
nunca más iba a poder sonreír,
porque en un instante mi vida quedó
en blanco y negro y jamás pensé
podría ser feliz de nuevo.
La idea de este diario es contarte en primera persona
el viaje que experimenté. Sé que podría no exponerme, y
en vez, hacerte una guía con los pasos y fases del
duelo, con los síntomas más comunes, la importancia del
autocuidado, entre otros, y no digo que no sean temas
importantes, pero IG e internet están repletos de esa
información, y sé no tendrás problemas para encontrarla.

En vez de eso, lo que quiero es contarte de mi viaje de


duelo. Fue mi noche oscura del alma, pero también fue
un viaje con mucha luz, algo que en un comienzo no
creía posible.

En este viaje, mi Bali fue el centro, y fue solo a través


de sus enseñanzas y a la huella de amor que el dejó en
mí, que pude empezar a sanar.
Si estás leyendo esto...
Es muy probable estés viviendo tu propio viaje de duelo y
quiero que sepas que entiendo la tristeza que estás sintiendo y
sé también debes sentirte confundida, perdida, culpable y hasta
incomprendida… pero por sobre todo es muy probable te sientas
rota.

Este es un tema que aún


está muy invisibilizado, del
que poco se habla y
justamente, mi bandera de
lucha es hacer visible este
duelo, y que ocupe el lugar
que merece.
y que en esta sociedad en que vivimos,
se convierta en algo natural y en donde no se
nos cuestione o tilde de exageradas o “muy sensibles” por sentir
y vivir el duelo por nuestros peludos.
Qué encontrarás en este diario?

UN EXTRACTO SOBRE MI PROPIO


PROCESO DE DUELO

LAS 3 ENSEÑANZAS QUE ME DEJO


BALI Y QUE FUERON MI GUÍA EN MI
CAMINO DE SANAR.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

El peor día, de mis hasta entonces 41 años de vida, fue ese 12 de octubre,
la noche anterior casi no dormí, a eso de las 11 pm me llamaron para
informarme que tu estado empeoraba, llevabas 24 horas hospitalizado y sin
entenderlo tu cuerpo comenzaba a apagarse.

Corrí a la clínica a verte, para que supieras que yo estaba contigo, que no
estabas solo, corrí para que supieras que no te había abandonado en tu
peor momento, para que no creyeras que no me importabas. Eso es algo
que me siguió pesando un buen tiempo, el pensar que te puedes haber
sentido abandonado por mí, por la persona en quien se supone que
contabas, por la persona en quien más confiabas.

Creo que me reconociste, estabas ya ido, con compromiso de conciencia,


estabas tumbado en una especie de cuna, con baranda, recuerdo que el
doctor se acercó a ti a bajar la baranda y ni te moviste. Tu respiración
era tan agitada, se notaba cuanto te estaba costando respirar… en ese
momento me acerqué a ti, y al oído te dije “Bali, aquí estoy, tu mamá está
aquí”, y de manera sorprendente reaccionaste a mi voz.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Con un esfuerzo sobrenatural levantaste tu cabecita y la mantuviste así, sin


saber de dónde sacabas esa fuerza, tus ojitos se te salían, era una búsqueda
desesperada, hasta que me encontraste y nuestras miradas se encontraron y
en ese instante no había nadie más, solo tú y yo…

Recuerdo que te dije que eras


fuerte, que esa era la fuerza que
necesitabas, que por favor
lucharas, que no me dejaras. Tu
Llevabas más de 24 horas
abuelo también estaba presente, y
sin haber emitido un sonido,
también lo reconociste, y luego nos
porque desde que
quedamos unos momentos solos, tú
comenzaste a sentirte mal
y yo, frente a frente, a menos de
ese lunes 10 de Octubre,
hasta este momento, ni un cm de distancia. Podía sentir su
siquiera te habías quejado. respiración, te di un beso, tú a mi
Y en ese momento, otro y nos despedimos, yo pensando
ladraste… fuerte y 3 veces. en un hasta pronto, pero hoy,
mirando hacia atrás, veo que esa
fue tu forma de despedirte, no es
que no hayas dado la batalla, solo
que era el momento de irse.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Las noticias en la llamada de las 6am no fueron nada alentadores,


tu estado seguía empeorando. Me fui directo a la clínica a ver si
me dejaban verte. Recuerdo que camino a la clínica no paré de
llorar, dentro de mí sabía que estaba yendo a despedirte y a
verte por última vez, y sentía que eso me estaba desgarrando el
alma.

Tus abuelos también llegaron y al entrar nos dieron la noticia de que ya


no había más por hacer, literalmente las palabras de la doctora fueron
“este perrito va a fallecer”, solo quedaba esperar un milagro, pero tu
compromiso de conciencia era muy alto y querían hacerte unos exámenes
para comprobar tu muerte cerebral y así desconectarte. Pero no había
un especialista para hacerlo, y recién a eso de las 8 de la noche
estaría disponible, y recuerdo me dijeron “vamos a ver si aguanta hasta
esa hora”.

Solo sé que cuando me acerque a ti y te hable, tus palpitaciones se


aceleraron, así que sé me escuchabas, tus abuelos se despidieron de ti,
pero jamás pensando que todo el desenlace sería así de rápido, pensando
que volverían a verte. Y por un rato quedamos nuevamente solos tú y
yo…
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Esos momentos juntos no los olvidaré jamás… te hablé suave en tu oído, te


dije todo lo que te amaba y lo que significabas para mí. Te di las
gracias, porque me cambiaste la vida, porque el tiempo que vivimos juntos
fue lo mejor que me pasó en la vida. Te agradecí por tu amor, por tu
compañía, por amarme tal y como era, por enseñarme del amor
incondicional y por enseñarme a amar de una forma pura y sana. Te
agradecí por haberme elegido como tu mamá humana en este paso. Y
también te dije que, pese a que yo quería que te quedaras aquí conmigo
por siempre, estaba bien partir, que, si estabas sufriendo o si sentías
que tu momento había llegado, que entonces te fueras, que estaba bien,
que yo iba a estar bien, te prometí que como fuese yo iba a estar bien.

Aún no sé de dónde provino esa calma y esa fuerza, porque esas


horas juntos solo había paz, calma y esa tranquilidad tan extraña que aún
me cuesta entender.
Hasta el día de hoy estoy segura de que esa fuerza no vino de mí,
porque yo no habría sido capaz. Era solo algo más allá de mí, algo que
me decía y me aseguraba que eso era lo que había que hacer, una
certeza que me trajo mucha paz. Creo que eso era el amor que nos
teníamos, y que nos seguimos teniendo, porque solo un amor tan grande
puede dar tanta calma y libertad.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Me calma tanto haber estado esos momentos contigo, recuerdo que


poco a poco tus palpitaciones fueron bajando, empezaste a calmarte
y tus palpitaciones a bajar mucho… lo que significaba que estabas
por tener un paro. Pero en ese minuto nadie nos explicó, solo nos
dijeron que tenían que hacerte un procedimiento y que saliéramos
unos minutos.

De haber sabido lo que estaba pasando, JAMÁS habría salido y


habría pedido tu último respiro fuera en mis brazos, acompañado por
tu mamá humana y no rodeado de personas que no conocías. Eso
me atormentó mucho, la culpa las primeras semanas se sentía como
un gigante que aplasta. Culpa por no haberme dado cuenta antes
que algo pasaba, culpa por haberte dejado en una clínica, culpa por
no haber estado en tu último respiro a tu lado, culpa por no
haberte salvado, pero hoy soy capaz de aceptar que eso fue algo
que escapó a mi control.

Hice todo lo que pude con lo que sabía en ese momento, hoy sé
más y haría las cosas distintas, pero en ese momento no lo sabía, y
tengo que aceptar eso, aunque no me guste, porque no tengo ni
tuve control sobre esas circunstancias… Fue un trabajo doloroso, pero
puedo decir que hoy me he perdonado, ya que no sabía que eso
estaba pasando y lo daría todo porque ese equipo médico me lo
hubiese dicho.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

En ese momento supe que ya


te habías ido y una ola de dolor
me atravesó, sentí como una
parte mía se iba en este
instante contigo, sentí mi alma
rota en mil pedazos.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Luego de unos minutos me pude ir a despedir de ti, de tu cuerpo


físico. Recuerdo que te tomé en brazos, te saqué el antifaz que te
habían puesto y te mire a los ojos, y ya no eras tú, tu magia, tu
alma y tu esencia ya no estaban ahí, y por primera vez en la vida
entendí que esto que llamamos cuerpo es solo eso, un cuerpo y un
envoltorio y que no somos nosotros, no nos define. Lo que nos define
en nuestra alma, y nuestro cuerpo es solo un medio para que
cuidemos nuestra alma en este paso y por lo mismo debemos cuidarlo,
porque es lo que nos mantiene con vida, pero en el momento de la
despedida, vuelve a ser solo un envoltorio y nada más. Te abracé
mucho de todas formas y me despedí de ti.

Recuerdo ir en el auto como adormecida, o más bien anestesiada. Fui


donde la que siempre fue tu doctora, no sé bien a que, a mostrarle
tus exámenes me decía a mí misma, como si eso pudiera hacer
cambiar algo, volver atrás y salvarte. Con tu dogtora nos abrazamos
y lloramos, pero recuerdo que era un llanto muy controlado, yo estaba
“en control”.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Al llegar a mi casa, nuestra casa, y abrir la puerta, de golpe me di


cuenta de lo que acababa de pasar, y me derrumbé, sé que no es
lo que querías, pero no pude. Abrí esa puerta, y ahí estaba la
realidad dándome el peor puñetazo, estaban todas tus cosas tiradas
por el suelo, tal y como habían quedado ese día Lunes que salimos
a urgencia… pero ahora estaba volviendo a nuestra casa, pero sin
ti. Y no pude sostener ese dolor.

Recuerdo que grité, de esos gritos que salen de lo más profundo


de las entrañas, escucharme me llegó a doler a mí misma, y caí de
rodillas al suelo y no pude dejar de llorar. No podía entender lo que
estaba pasando, no podía entender que nunca más te iba a volver
a ver, que nunca más te iba a volver abrazar, que todo contigo
era un nunca más… era no entender lo que significaba el “nunca
más”. Recuerdo estar abrazada a uno de tus peluches favoritos y
pensar en ese nunca más, y mi cerebro sencillamente era incapaz
de realmente comprender, imagino estaba en ese momento de
shock, ese momento que nos da nuestro organismo para
prepararnos. Tenía momentos de lucidez que dolían como una
puñalada, y luego venía de nuevo ese no entender lo que estaba
pasando.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Me quedé por horas


El Duelo se sentada en un espacio
ínfimo del sofá, como si

sintió así para esta casa no fuese mía,


mirando a mi alrededor,
pero sin ser capaz de
mi... moverme o hacer algo,
totalmente muerta en vida,

Así me sentí muchos días mi Bali, sentí que me había muerto contigo, y
la verdad, solo tenía ganas de dormirme y no despertar más, y solo
irme a donde fuese que tú estabas. Mirando en perspectiva sé que
eso no era justo con nadie, y tampoco conmigo, pero si te voy a
contar todo, entonces eso es parte de mi verdad.
Tu cuerpo ya no pudo
más...

Todo esto es un extracto de un diario que escribí y


que espero te haga sentir acompañada y que lo
que estás sintiendo, sea lo que sea, es válido.
No hay una forma mejor ni peor, y tampoco hay
una fórmula mágica para que duela menos...

El duelo, duele... y permitirte sentirlo es lo primero


para poder sanar. Pero créeme que sanar no es
olvidar, para mí, es honrarlo y vivir cada día con la
huella de amor que nos dejan.

Y esa huella en mi caso fueron sus enseñanzas...


Aquí solo te voy a dejar las 3 principales. Espero
más adelante ir compartiéndote otras...
Las Enseñanzas

El amor es
incondicional: Y lo
trasciende todo

La culpa: es la peor
enemiga

Estoy en duelo pero


sigo viva
El amor es incondicional,
y lo trasciende todo

Una de las enseñanzas que


más me marcó fue ésta, porque
por primera vez pude entender
de verdad lo que significaba eso
del “amor incondicional”. Por
primera vez no había nada que
cambiar, y no porque yo fuera
perfecta o porque Bali lo fuera,
sino porque éramos
perfectamente imperfectos.

No había algo que hacer para que


el otro me quisiera, aprendí que el
amor incondicional se refería a de
verdad y en un 100% aceptar
TODO del otro. El me quería así,
sin necesitar cambiar nada de mí,
y yo lo amaba así, con cada una
de sus imperfecciones. Tu me
aceptaste y me amaste a mí, con
mis luces, pero también con mis
sombras, esas que a mí misma me
costó amar…
El amor es incondicional,
y lo trasciende todo

Me enseñaste también que el


amor verdadero no conoce de
razas, ni de especies, porque lo
trasciende todo. Aprendí que
nuestro vínculo es ETERNO y
lo honro cada día.

Ellos van a seguir siempre presentes, y aquí te dejo algunos


tips para ayudarte a que perpetúes el lazo que los une:
·Háblale a diario, o escríbele, pero comunícate con tu
peludo. Cuéntale lo que te hace falta, cuéntale de tu día,
háblale de esos momentos que llevas siempre contigo.
Hazlo presente en tu vida.
El amor y los recuerdos que compartiste con tu
compañero/a son valiosos, y mantenerlos vivos te ayudará
a encontrar consuelo y paz en tu corazón.
Permítete sentir y expresar tus emociones: No reprimas
tus sentimientos, especialmente durante el proceso de
duelo.
La Culpa: tu peor enemiga

Si hay algo que me costó


mucho fue superar la culpa,
porque finalmente sentía que yo
le había fallado, que él dependía
de mí y que yo no supe
salvarlo.

Después de mucho trabajo, y


hasta de hacer una canalización
con Bali me llegó un mensaje
“Tienes que soltar el último día”,
y eso significó dejar de
“la culpa las primeras semanas me recordarlo intubado y de
atormentó como un gigante que recordar cada detalle de cuando
aplasta. Culpa por no haberme dado estaba en la clínica, y ELEGIR
cuenta antes que algo pasaba, culpa sustituir esos recuerdos por
por haberte dejado en una clínica,
otros, apartar ese caos e
culpa por no haber estado en tu último
respiro a tu lado, culpa por no haberte
imaginarnos juntos en un lugar
salvado, pero hoy soy capaz de aceptar feliz.
que eso fue algo que escapó a mi
control".
La Culpa: tu peor enemiga

Sé que la culpa a veces nos


consume, solo quiero dejarte
algunos consejos que pueden
ayudarte:

Cada vez que empieces a pensar en todo lo que pudiste hacer y no


hiciste, escríbelo. Y después, al lado, escribe todo lo que sí hiciste por
él o ella mientras estuvo a tu lado. Te va a servir para no olvidar
todo lo que sí hiciste a diario.
Escribe o repitete a diario: “Hice todo lo que pude con lo que en ese
momento sabía y con las herramientas que tenía. Acepto, aunque no
me guste, que no tuve control sobre lo que pasó”
Cada vez que vengan a tu mente imágenes del caos de ese ultimo
día, cierra los ojos y esfuérzate por traer en vez una imagen feliz.
Al principio va a costarte mucho, pero de a poco vas a empezar a
sustituir ese recuerdo por uno que honre su tiempo juntos.
Estoy en Duelo,
pero sigo civo/a

Las primeras semanas y meses


mi vida estuvo en blanco y
negro y en silencio, solo había
dolor y sufrimiento. Sentí que
alguien le había quitado los
colores a todo lo que veía y
que le habían puesto MUTE a
la vida. No era capaz de
escuchar música, ni hablar de
música "alegre"

Tampoco se sentía bien salir o hacer panoramas, de


alguna forma mi cabeza me decía que lo único valido
para un dolor así, era encerrarme y llorar. Me pasó
un par de veces que algo me hizo sonreír y la
verdad, me sentí demasiado culpable, como que le
estaba siendo infiel de alguna forma.

Sentía que si estaba en duelo no podía ser feliz y que


mi forma de honrarlo era llorarlo. Y cualquier otra cosa
era no amarlo lo suficiente.
Estoy en Duelo,
pero sigo civo/a

Pero con el paso de las


semanas, Bali me hizo
entender, a través de sueños
y mensajes, lo siguiente:

“Cuando sonrías y tengas momentos


de calma no significa que te olvides
de mí, sino que te estas curando. Y
cuando haces eso yo estoy aún más
cerca de ti.
Yo también te ayudo en ese sentido, hago muchas cosas.
Ten mucho amor contigo, ten mucha comprensión contigo, no te estoy
pidiendo nada difícil, porque yo sé que es algo que sabes hacer… lo hiciste
conmigo, todo el tiempo, hazlo también contigo”

Estar en duelo no te imposibilita de estar agradecida, ni


sentir momentos de felicidad, aunque sientas que no puedes
ser feliz.
Estás en duelo, pero sigues viva y eso incluye sentirte
feliz, aunque sea por momentos.
Recuerda
Cada uno está viviendo esto a su manera, hay
mucho amor en todos, aunque se muestre de
diferente forma
Ya irá despareciendo el dolor,
pero nunca
dejarán de echarse de menos
Este fue mi regalo para ti
Esta es mi
historia...
Yo me dedico a acompañar a
personas en duelo por su
peludo, sea de la especie que
sea.

Si resuenas conmigo y te hace sentido, puedes


escribirme para agendar una sesión SOS o revisar
más info aquí: https://bit.ly/3QDb3QO

Espero este extracto de mi vida y mi experiencia en


este camino te hayan servido para aliviar en algo tu
corazón.
Un abrazo,
Ange
Si quieres contactarme
ps.acastano@outlook.com
+569 81380222
@ps.angelacastano

También podría gustarte