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ARTE SACRO

ANÁLISIS DEL TEXTO

José Ángel Balverde Nava

Pbro. Lic. Ricardo Ávalos Ábrego, MSP

24 de enero de 2024
LAS COSAS SIMBOLIZADAS

En la lectura que realice encontré diversos puntos de gran interés y que pueden ayudarme a valorar
de mejor manera los símbolos que posee la Iglesia y que han estado presentes desde sus inicios. En
los símbolos que se utilizan para referirse a Jesús aparece el Sagrado Corazón y me sorprendió
conocer la evolución del símbolo, en donde al menos ha tenido dos cambios significativos, pero
conservando el contenido fundamental hasta nuestros días. La sencillez de los diversos símbolos de
Jesús hizo que se propagaran en diversos ambientes y que incluso pasaran desapercibidos para
quienes los perseguían.

Sin embargo, hubo uno que en ese tiempo encontró ciertas dificultades para afianzarse como
símbolo de Jesús: El crucificado. Lo anterior es digno de reflexionar porque dentro del Rito Latino
actual parece que el signo del crucificado es indispensable en la significación de la fe y del discurso
sobre Jesucristo. Pero en los primeros siglos del cristianismo lo que se trató de resaltar dentro del
arte era el mensaje del Dios que había vencido a la muerte y el crucificado parecía contradictorio,
pues algunos lo malinterpretaban. Parece que con el paso de los siglos este símbolo fue introducido
he interpretado de forma adecuada.

El segundo símbolo del arte paleocristiano sin duda alguna es María Santísima, pues ella acompaña
el misterio de la Redención realizado por su Hijo y su Dios. La mayor parte de sus comparaciones y
simbolismos surgieron del libro del Cantar de los Cantares, pero uno de los más icónicos es el símil
con Eva. En toda la simbología de María se desarrollaron las virtudes y gracias que había recibido
por parte del Señor, por lo que su aceptación fue muy buena.

Otro símbolo mariano a destacar son las letras “M” y “R” de su nombre pues aún se conservan
como signos o escudos dentro de las comunidades religiosas antiguas y contemporáneas y
obviamente dentro de la Iglesia universal. No es de extrañar que en el ambiente ortodoxo la
veneración a la Virgen María sea tan arraigada, profunda y significativa para el pueblo.

La relación que guardan los símbolos con el desarrollo de la liturgia cristiana fue reforzándose
paulatinamente y se fue cargando de más contenido catequético, causando una identidad definida en
aquellos que profesaban la fe. Si esto lo comparamos con el presente, encontramos una corriente
denominada “minimalismo” y que con la debida articulación teológica podría llegar a recuperar los
símbolos que sean extraviado u olvidado.

J. FERRANDO, Simbología Cristiana, Juan Flors editor, Barcelona 1958, pp. 9 – 10. 103 -108.
114 – 116.

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