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re eT ei SANTIAGO CERO Desde que abri los ojos me di cuenta que mi sitio no estaba aqui, donde estoy, sino en donde no estoy ni he estado nunca. En alguna parte hay un lugar vacio Y se vacio se llenara de ase: Octavio Paz Libertad Bajo Palabra Tam not I; thou art not he or she; they are not they Evelyn Waugh Brideshead Revisited Terr PROLOGO El cielo sobre mi: e1 cielo azul. ¢ Ponde estuvo todo este cieapo > Esas nubes enormes ¥ quietas parecen eternas. ; gue solemnidad + ; Que Gistinto a los sufrimientos de hace un rato : ; Que bien estoy sin mi! Tanta lucha, ansia y desengano.. vera qué? si 4l finales lestalpas asegurada pe Scectons eacnocmiaei neo tates Re! 1a voz suave y angustiada me llega como de to alto de un poze : - Parece que lo mataste, Godo. Qué vamos a hacer ahora 2, ¢ Quién habla de muerte 2 2 No podrian Ssperar Wn/ poco) 7 Estoy tan ibien aqui en lo hondo, sin pensar en nada Fero me han abierto los ojos a la pe Penes, Inet dice: una icon, Lyfe de Ya, cabritos, a sus Puestosque se pueden apro- vechar los pacos. 2 - ¢ Se siente mejor 7 No, no se levan- te todavia - pide la nifa flaca que me atiende. Lieva una polera blanca, de hombre, que refulge al sol. - El Godo no quiso pegarle tan fuerte. Lo que pasé es que lo confundié con un sapo. ¢ Sabe donde est ? ¢ Se acuerda de lo que pasé ? - Me acuerdo de todo - digo enderezan- dome lentamente—Y sé perfectamente donde estoy. He vuelto. - Perdénenos, sefor - dice ahora en voz mas baja. Sosteniéndome e1 paho himedo sobre un huevo palpitante que siento en la frente. - Yo también estudié aqui - le comento para tranquilizarla - y sali hace menos de siete anos, asi que no me digas sefor. - Eso fue en la época de un atentado que hubo ¢ no es cierto ? - me sondea para probar si estoy despierto, llevandose el fino pelo negro detras de las orejas. Es casi igual. S6lo habria que cambiar- te el agua podrida a la fuente y quitarle a la Dama Verde los afiches que la cubren y el sostén con que ja disfrazaron los manifestantes, para que coincidie- OO 3/ ra con la réplica altiva que guardo en mi memoria. —_ Si, seria suficiente. Porque incluso el rostro de esta nifa es como el de la alumna que eras, Raquel Por supuesto, en nuestra €poca, las sillas de la cafe- teria estaban geométricamente alineadas en torno a las mesas y no formaban barricadas contra la reja, como ahora... También faltan las sombrs de los Decanos, vigilando el patio desde las alturas de su Sala. Pero edmo van a estar, si la Escuela lieva casi 30 dias Fomada, segiin me cuenta la muchacha todavia compungi da que se ha sentado a mi lado en el banco. Me explica que tuve mala suerte : es dias que no tenian pelea con los carabineros y justo ahora iba pasando yo. Lievaba una cara extrafa, @ todo esto, como mirando para adentro. Parece que de repente levanté la cabe- 2a y vi la fachada chorreada de pintura y cubierta @e.lienzos, las rejas exteriores erizadas de banderas y el tumulto de los alumnos que gritaban consignas. Y aunque no reconocia nada, me dije : ya he estado equi. Pero habria seguido a paso lento hacia el puente, con mi propio tumulto bullendo en la cabeza, si en el Gltimo instante no hubiera divisado su cara tras la reja. - ¢ La mia ? - pregunta divertida, indicandose ~. 2 Y por qué ? 4s - Porque te pareces mucho a alguien que conoci aca. Y me tomé de la reja por fuera mientras ella coreaba una proclama con sus compaferos, hasta que not6 la mirada fija de este extrano, que la obser- vaba desde la calle, como viendo a otra a través suyo ¥ Se qued6 en silencio, medio asustada. El resto pasé en segundos. Algunos alumnos salieron a tirarle piedras a un furgén y una columna de carabineros, con sus escudos transparentes, cargo desde el parque. Los alumnos me arrastraron en su retirada hacia la reja entreabierta, mientras nos. banan los carros lanzaaguala traves de nubes de gases lacri- mogenos. Al cerrarse la reja detras mio crei que me habia salvado. pero al segundo aparecié gritando el Godo ése, y casi me partié la cabeza con el asta de una bandera. - No esté acostumbrado a estas cosas, @ No es cierto ? Apuesto que en el 76 o 77 no era asi ~ dice y se tapa la boca para refrse, mirando- me de arriba abajo. Estoy empapado, con media solapa arrancada hasta la nuca y un huevo de avestruz en ja frente. Los ojos irritados por los gases me lloran, como si cada rincén de este patio, que ahora s{ reco- nozco, me conmoviera hasta las lagrimas. EES’ TTT 5/ <6 > No. no era asi - acepto un poco Picado, estrujando mi chaqueta y tratando de recuperar algo de dignidad. ~ Deben haber sido mas fomes ustedes... ~ ¥ descubro en sus ojos castafios una punta de maldad juguetona. ~ No creas. Habia mas orden y vigilan- cla, si. Pero es que también nos gustaba estudiar ~ le miento descaradamente. Y al hacerlo me doy cuenta de que, en adelante, para salvar 10 poco que amabamos tendré que defender incluso lo que odié, puesto que tedo forma ahora una historia cerrada, 1a de nuestro nico € inviolable pasado. Recuerdo algo mas. Me levanto, mareado ¥ voy hacia el ventanal de la cafeteria. La nina flaca que me ha tomado bajo su proteccién me sigue, haciendo Preguntas sobre mi época y conténdome que esta en primer afo, pero no ha ido a ninguna clase, porque no hizo mas que matricularse y 1a Escuela fue tomada. los vidrios estan sucios y el interior oscuro. Apenas se alcanzan a ver mesas patas arriba y leyendas escri- ‘as con spray hasta en el piso. Tengo que pegar la nariz al Widvioly poner 1as/manos como enteojeras... Alli estamos todavia. En la mesa del fondo, bajo el afiche de turismo de Lufthansa. Puedo contar seis cafés grandes, hirviendo, servidos frente eas a CSCCTFEE EL EEE 6 @ unos maniqufes con nuestras caras Polvorientas, que fuman enredando humos. Refriego desesperadamente el ventanal para ver mejor, pero es mi propio aliento el que empana e) vidrio. A pesar de eso, juraria que Sebastian tiene adn en 1a mano aquellas cartas que Gecidieron nuestro destino. “creo deletrear que sus labios borrosos de cartén piedra, siguen pronunciando las palabras que entonces esperébamos con ansias ~ 4 © ser el eco de hoy en 1a mafana, cuando 1a Yoli- ta aparecié repitiendo eso mismo ? - : " Vino carta de Europa ". Vino carta. carta, carta... Me doy vuelta trastabillando, a punto de caer. Los edificios ge la Escuela tomada giran vertiginosamente, conver- siendo en el centro del patio. un remolino profundo Re abre en el espeio podrido de 1a fuente, en cuyo fondo debe estar aquel otro patio, hundido como una atlantida. Hacia abajo y hacia el pasado, va succionan- dome e1 remolino y s6lo en el Gltimo segundo la mano de la muchacha me saca a flote. "4 Cuidado : ¢ Te sientes mal de nueve ? ¢ Te mareaste ? - dice por fin tuteandome—. ® Apoyate en mi si quieres. ~ No es nada. nada. Ya se me pas6 - Pero por las dudas pongo un brazo sobre sus hombros— “Tenia un grupo de amigos con los que pasamos muchas horas muertas, sentados ahi - 1e indico e} interior a s U , de la cafeteria sin atreverme a mirar~ # En la mesa * del fondo debajo del afiche de Lufthansa, ése del castillo. ¢ Te has fijado en el nombre ?... Por eso je pusimos la mesa del Neuchswanstein. ~ ¢ Del qué...? - pregunta sinceramente intrigada y a la vez contenta de verme mejor : - No . me habia fijado. Yo siempre pensé que era una propa- ganda de Disneylandia > objeta con toda seriedad, parandose frente a mi. ny La veo encogerse de hombros ante mi » boca abierta. ( Asi que el castillo, 1a larga espera, . el amor imposible, hasta la traicién, eran... Disney- landia 2 ) Y siento como emerge una risa que estuvo afos por aflorar a mis labios. Las amenazas de Blanco se estan cumpliendo : el futuro ha llegado. Perp no es como 61 queria, porque tiene tu rostro X dulce, Raquel. £1 eco de tu rostro en el de esta nina flaca, que se te parece mucho y que rie conmigo, como si dijera : bienvenido a 1a realidad: viste que no era para tanto. En la reja los alumnos gritan y resis- ten otro asalto a la Escuela tomada. ~ ¢ Quieres saber 1o que esperdébamos C eee ee ee ee ee ee ee ee ee ee re ee ee | ahi, en esa mesa? - 1a intrigo, y tomandola del brazo—~.¢ Te cuento ? - Cuéntame. 8/ todavia sonriendo an PHRESHEREER EERE EERE RSE REEDS 10/ La primera carta llegé un Lunes. Fue a mediados de Mayo, ‘durante el Ultimo curso de la Carrera. Eran cinco o seis hojas grandes, delgadas y traslicidas, escritas a maquina. Venian en un sobre aéreo celeste orillado de pequefios jets; el borde corto, junto a las estampillas, briscamente desgarrado. Sebastian la leyé en voz alta en la mesa del Neuchswanstein, al fondo de la cafeteria, sentado en mi antiguo puesto, Precisamente alli donde lo encontré suplanténdome junto a Raquel y el resto de mis amigos, a comienzos del curso, dos meses antes. Desde entonces habia tratado de evitar la cafete- ria; Pero esa mafiana hizo tanto frio en el patio.. Ademés, los ventanales estaban empafiados: no podfa estar seguro de que estuvieran en la mesa del fondo. Asi que entré y ya era tarde para echarse atrés cuando los vi. Hice fila en 1a caja posando de indiferen- te y fui a sentarme con mi café en la Unica mesa vacta, @ dos de distancia de ellos. uy De inmediato noté 1a burbuja de silencio, que los aislaba del rumor de la cafeterfa. Wilson tenia la vista perdida en los ventanales. América funaba, absorta en sus volutas, Rubén apoyé el mentén en el pufo de su muleta. Raquel se habia inclinado sobre el honbro de Sebastian que les lefa esa carta. Pasaron los quince minutos de recreo y el rebaiio de estudiantes salié en estampida acatando los timbres. Nosotros no nos movimos. Ellos en 1a mesa del Neuchswans- tein escuchando la carta, yo revolviendo el café frio enmi taza. Sebastian termind de leerla y 1a plegé con impaciencia, devolviéndola al sobre. No presté atencién a nadie més. Se concentré en Raquel, que levanté 1a vista y sus miradas se confundieron. Los ojos de ella brillaban de tal modo que comprendi que habfa 1lorado. Se-froté los pémulos con el dorso de una mano y luego 1a desliz6 bajo la mesa hasta encontrar 1a de Sebastidn. Me paré buscamente y fui apartando sillas hacia la salida, metiendo ruido a propésito. No me hicieron caso. Ninguno hablaba. Sobre todo Raquel y Sebastién * estaban ausentes, habian "partido". Quedaban sus cuerpos, Pero eran maniquies representando una existencia falsa: SPRVCSCEEREER Ree ee eee lade acd. Falsa, porque ellos, en ese momento, viajaban Por otro territorio; tal vez aquel de donde habia venido la carta. Salf al patio arrancando. La cabeza se me Quebraba... Ahora estaba seguro; tenia la prueba que habia buscado durante los dos meses anteriores. Aunque no habia logrado pescar ni una sola frase de la lectura, Sabia que esa carta también trafa un mensaje para mi. Decia, en cada pagina, que Raquel y Sebastian estaban irremediablemente enamorados. Afuera la bruma se habfa levantado. Un sol blanco brillaba oblicuamente, secando los muros de granito Pulido de la Escuela. Ahora no tenia dénde ir. Quedé varado en la orilla de la fuente, como al borde de la nada, pateando para entrar en calor. En el centro de su pileta, semidesnuda, 1a Dama Verde parecia indiferente al frio. Nada la alteraba. De generacién en generacién seguiria ofreciendo, junto al cuerno de la abundancia del que manaba un chorrito, sus pechos de hierro. Al verla me estremeci sintiéndome también desnudo, f 13/ a la interperie. £1 enorme patio embaldosado estaba desierto, Todo el mundo habia entrado a clases. Sélo me acompafiaban, aqui y alld, los afosos arbolitos podados con sadismo, que alzaban sus mufones al cielo como excusdndo se: no tenemos 1a culpa. Nadie mds que yo tenia la culpa. La habia perdido para siempre. Para siempre me quedaria aquf afuera, del otro lado. En tanto que tras los ventanales empafiados de la cafeteria, junto a los que fueron mis amigos, al calor de la mesa del Neuchswans- tein, ellos sofiaban y se amaban y "partian".... En esa misma mesa donde cuatro afios antes, recién entrado a la Escuela, conoc{ a Raquel. Peeeeessehbinic hh é BESS a oidés 14/ Una nifia gordita y sonriente, que aparentaba menos de sus 17 afios. Incémoda con el reciente tamafio de sus Pechos. Avergonzada por unas espinillas que no conseguia maquillar. Querfa agradarle a todo el mundo: escuchaba con atencién a los reclutadores politicos, hablaba de ropa con sus nuevas compafieras, decia que si, que le gustaba el cine-arte y la misica folklérica y hasta el fitbol si fuera necesario. Creo que se le notaba todo ese esfuerzo por parecer "normal", como si se estuviera riendo de un chiste fome. Un esfuerzo initil porque desatinaba en las preguntas cruciales: ~ iPor qué entraste a la carrera?- por ejemplo. ~ Porque es mi vocacién - afirmaban los jévenes de anteojos sacdndose un siete. Pero ella balbuceaba, sin notar los respingos de desaprobacién y el lapiz rojo con el que se apresuraban @ ponerle un cero: - No sé. Era 1o que menos me disgustaba. También postulé a arte, pero me arrepenti porque eso en realidad no se estudia, no? 15/ Varios de los muchos que no ten{amos respuestas Claras, como ella, quedamos al garete en los primeros das y derivamos hasta encallar en la mesa del fondo Genlavcatérersa. Justo bajo el enorme afiche turfstico de Lufthansa, donde campeaba uno de los castillos de Sine, fe bedetes 11 Tdesnaviers: Welle Nercheyans tert Allf la vf por primera vez, aunque apenas me fijé en ella. Yo andaba buscando a la mujer ideal, en esos tiempos. £1 brillo cegador de sus Pestafias, entrevisto sn vsuehos, me encandilabe. La ‘juchacha “xegordeta que Br phcueebs\a\falaladovsany Wal ‘aasa 2delunencneeetereln, y me metia conversacién, no se le parecia. Tal vez por eso me hice amigo de ella tan rdpidamente. No me inspiraba temor. En cambio, el minimo atisbo de la mujer ideal We, percibiera en alguna otra coupafiera, bastaba para Cortarme la respiracién y darme ganas de huir tras una columna, donde no viera mi insignificancia. Raquel no parecia ser la “mujer ideal", Asi qe pude mostrarle unas libretas donde registraba mis poona® repentinos mezclados con aforismos, citas y pasajes tomados de las biograffas de grandes artistas y hombres célebres; indicios sobre la manera de vivir plenamente. Ella copié algunos en su diario y antes de un mes nos habiamos hecho inseparables. A mediados del primer aio tuvo tifus. Nos furnamos con América llevéndole a su casa los cuadernos , RETa gue” Selemaneuvieranallidiay mua aote coeetvacte que me focé tuve que dejarios en manos de su Padre, un viejo vidrioso y balbuciente que no me permitia Pasar, repitiendo: “contagio", como si invocara un tabi, Luego de un mes decidié que bastaba de cuarentena y me condujo hasta su piez ~ Este es el joven que le trae los cuadernos, oJalé que tenga buena letra, siquiera. Pesaparecié, dejéndome frente a una muchacha Bcostada, que se parecfa a Raquel como una hernana bonita. Habia adelgazado mucho. Los ojos castafos llenaban de reflejos su cara, El lacio pelo negro destacaba ‘na palidez que ya no la abandoné mds y que ahora destellaba en la piel tersa, donde imperceptibles lunares recordaban el acné que parec{a haber sido quemado por las fiebres. 17/ ~ Te hizo bien la enfermedad. Estés.... estas muy buena moza- tartamudeé sin saber 1o que decfa, enro je— ciendo al mismo tiempo. Negé, bajando los parpados para no ver mi turba- cién. Las espesas pestafias de 1a "mujer ideal" me cegaron por un instante. Sin embargo su voz, sus gestos, eran los mismos que ya conocia, los de Raquel, mi amiga. "No puede ser. Estoy loco. Recordé que tne Ge" tos" rasyos Vindudables daa! Mwuier geal era que siempre debia reconocérsele a primera vista. Y yo habfa estado tres o cuatro meses a diario junto a Raquel, sin notar nada. Mientras le contaba las novedades de 1a Escuela, intenté tranquilizarme, comparéndola con 1a ilusién. Se parecia mucho, pero, fijéndome bien: 1os ojos, la forma de la nariz, no eran exactamente, De todas formas, recapacité, Raquel era con Seguridad mi amiga. En cambio la otra, si lo fuera, Si lo fuera....;Qué me exigiria? ;Qué cara poner? iQué decir le? {Yo mismo deberia convertirme, para merecerla, en otro? 2 18/ 3 Sebastian entré a la Escuela peleando. Liegé cuando pasdbamos a Tercero. Fue un dia de matricula que muchos no pudimos olvidar. Toda la Escuela asistfa al bautizo, reunida en las graderias que circundaban el patio y en los balcones de los pisos superiores, silbando y aplaudiendo. Algunos de los alumnos antiguos, espontdneamente reclutados por su peso y fortaleza, se dedicaban a perseguir a los recién ingresados y lanzarlos a la fuente. Fue Raquel quien me llamé la atencién hacia uno nuevo que se resistia con ferocidad al bautizo. Me: sorprendié. A ella le repugnaba ese circo romano y habia asistido s6lo por acompafarme, tratando de no mirar. Era un adolescente flaco y anguloso, con un mechén Albino que le cafa sobre la frente. Se habia parapetado tras el busto de un héroe en un rincén del patio y alli se defendia a patadas de los antiguos que querian bafiarlo con ropa. Las reglas del juego eran implacables: a mayor resistencia, mayor tiempo bajo el agua. Varios de sus compaiieros ya habian sido sumergidos, hasta ofrecerlos Y 19/ semiahogados a la Dama Verde, que asf recibia cada afio el sacrificio de otra generacién. Fl nuevo que me indicé Raquel se jugaba 1a wiee Para iup) de sarge sacri ficar. ue telennay ea ne fiereza fan clega y a la vez experta, que por eso no mis se adivina- ba que era el menor de varios hermanos hombres, como Supe después. Cada dos segundos, salfa despedido de atrés del busto un antiguo, que aullaba con tas manos entre Tas plernas o la nariz sangrando. Al rato, toda 1a Escuela estaba aplaudiendo al desconocido que ya habla aniquilado como a seis enemigos y esperaba més. Para colmo, envalentonados con su ejemplo, los recién bautizados contraatacaron aprovechando el desconcierto y terminaron con la cuadrilla de bautistas hundfdossanlalutuence,ihejovel\ipesotan cist venganzas justas. Raquel le pregunté a un par de esos nuevos, empapados, que pasaban junto a nosotros. ~ Se llama Sebastian.. jLa media bronca que armé!~ le contestarcn entusiasmados. ~ eee EKELELSG 20/ El rito del Sacrificio inicial se frustré ese aiio. "Qué pensarén de esto los decanos, allé en jas alturas de su sala?", me Preguntaba adivinando en el quinto piso unas siluetas alertas tras los ventanales espe jeantes. Ningiin alumno podia ingresar a la Sala de Decanos antes de convertirse en profesor. se Tumoreaba, incluso, me en realidad los recién nombrados “s610 entraban a una antesala, en la que debian esperar por afios metamorfo- atoree en aecanta. ““hst Yque era tcast® imposible imaginar 10 que pensarian ahora, al ver a este nuevo alumno desafiar desde la partida el orden inalterable de la carrera. Le conté mis dudas a Raquel y con su respuesta tupe que habfa estado averiguando otras cosas sobre Sebas- tian. ~ iNo sabes lo que dijo de los decanos? — repuso. Alguno de sus nuevos compafieros, que lo felicita- ban palmotedndole 1a espalda, le habia advertido: > ~ Eso sf que vas a tener que irte con cuidadito... Ya te tendrén fichado allé arriba. Sebastian habia parpadeado unos segundos, mirando hacia los deslumbrantes ventanales de la Sala de Decanos. Fn el interior se distinguian unas sombras vagamente gibadas, dentro de 1o que parecfan levitas o abrigos kilométricos, aunque era verano. ~ iPero si esa gallada esta mas quieta que una foto! Deben ser cuadros., ~ habia exclamado encogiéndo- Se de hombros y se soplé los nudillos inflamados. Raquel me conté admirada que todo el mundo Fepet{a la respuesta de Sebastidn. Corria por la Escuela la broma de que a lo mejor esas inméviles sombras, tras los.ventanales del Ultimo piso, que no nos quitaban el ele de encima cautelande el orden y 1a seguridad durante eada recreo del afio, eran sélo cuadros colgados de isa obthatmas parades (de ela Wsalar kya quire eas) aoleene galeria de retratos de los decanos muertos, que as{ observa- ban nostélgicos y envidiosos a las nuevas generaciones, asomados desde la eternidad. 22/ la mitad de 1a Escuela crefa que Raquel y yo Povelssbano’= 8 Y Vad otra mrad ae tanto vernos juntos durante los tres primeros cursos, daba por hecho que al menos " " habia. 1g Tenfamos un solo cuaderno para ambos, con los Shuntes: ‘de Vaui'pscas ‘clase aiiiag que asistfamos. Un suaderno -1o estoy hojeando- donde se alternan las lineas de su letra clara sin maydsculas, con los escombros de mi caligrafia. Los amigos me guifiaban de vez en cuando, conmindn~ dome. ~ a¥? ie declaraste? j1a atracaste por 1o menos? ~ No sean huevones! Ella es distinta- me corria, iDistinta en qué... cémo? ~ Bueno, distinta. No sé... ~ Sino sabes tG, que ce 10 pases detrés de ella, jquién podria saber? "GQuién? realmente. Porque después de estarme hasta los fines de semana y parte de las vacaciones, eeaues Seeseess eeeeersbsbidss 27 9) todas las‘ tardes metido en su casa con el pretexto de estudiar exdmenes, la conocia mejor que cualquier amigo. ¥ también la ignoraba. Completando frases truncas, interpretando silen— cios, me habfa tomado parte de esos tres primeros cursos llegar a saber algo de su historia. Tras un cuarto de hora repasando, el tiempo nos faltaba para hablar del mundo entero, de mi, de ella miema- Excepto de los cuartos oscuros donde tenia eu Pasado bajo llave. El pasado engafiosamente corto de los 19 afios, Era hija Unica de un cirujano, conocido aios atré Por sus técnicas pioneras en zonas remotas del cerebro. Costaba creer que ese médico, del que hasta yo habfa lefdo articulos, fuera el viejo vidrioso que me aria la puerta del enorme departamento frente al Serr, enfundadoWen una bats (que! parecia crecer a peaidn Aus Se Schibebasdeperosde ella No Wsalta"oiendse ae conservaba a s{ mismo, parecido a los encéfalos que un fa divisé en su escritorio, flotando en la claridad aceitosa de una botella de gin diaria. 24/ Mucho mas me costé saber que la madre de Raquel era una cantante de opera de cierta fama. Habfa abandonado su familia, para seguir una carrera en Europa, cuando ella era muy chica. Tanto que no la recordaba. La timica imagen que tenia era una docena de fotos de revistas y diarios, que habia recortado en Secreto, donde aparecia siempre con un caniche, cargada de joyas, junto a articulos que empezaban: “La prestigiosa Lirica chilena, que no visita el pais desde hace largos afios-.." Cuando por casualidad vi los recortes, comprend{ por qué algunas tardes 1a habia sorprendido escuchando abstrafda unas latas de éperas, casi sin voltmen, para que su padre no la pillara. Me inventé una historia roméntica: el padre de Raquel hab{a fracasado por amor. Supe mucho més tarde que 1a vida no es roméntica, al menos para los débiles. Precisamente al liberarse de su mujer, con la que estuvo casado 10 afios, el padre de Raquel pudo dejar la clinica de lujo y dedicarse a 1a investigacién, donde se consagré como una eminencia. Su prestigio engendré rumores: se lo acusaba 25/ de experimentar en el quiréfano, de dejarse evar por raptos de inspiracién con el bisturf en la mano. Siempre fuvo suerte. Las recuperaciones' eran calificadas de milagrosas por los diarios. Viajaba, Presidia congresos, dictaba catedras. Nadie me supo explicar exactamente lo que pas. Fall6 en la extirpacién de un tumor facil, con una técnica nueva y el paciente murid. Habia ocurrido antes. Pero el doctor perdié su estrella, Acabé por presentarse borracho a una conferencia. Sus competidores no dejaron escapar 1a oportunidad. Se supo que en varias operaciones sus ayudantes habfan Fenido que reemplazarlo, al no poder dominar 1a temblorina de “sti mano. Di6: explicactonas| que futon interpretadas Como soberbia © algo cientificamente peor: metaffsica. Tomaba, precisamente antes de entrar al quiréfano, porque ya no podia soportar la responsabilidad de “esas mentes abiertas' Cuando le advirtieron que la Comision de Etica podia iniciarle un sumario, renuncié de inmediato a todo y desde entonces se encerré en su casa. Se lle-’ v6 con él a su enfermera y secretaria de toda 1a vida. 4 los 15 afios amenazé con escapar si no la de jaban ¥ volvié a vivir con su papé. 27/ 4 partir de aquel bautizo frustrado que presencia- mos, Raquel me sorprendia a veces con su interés por ese desconocido del mechén albino, al que le llevébamos dos cursos de venta ja. ~ Esta dirigiendo una épera-rock que é1 mismo compuso - decfa pensando en voz alta, interrumpiendo ia siesta sl 301 que nos ddbamos en las escalinatas del Patio, para capear clases. - No agregaba nada mis. Ni esperaba un comentario mio. Estoy seguro de que si una hora después le hubiera Pedido que me explicara por qué le interesaba eso, no habria recordado siquiera su frase. Pero me dejaba picado. Intufa que en nuestra relacién herméticamente protegida del mundo -un cuarto de revelado donde en penumbra buscébamos 1a imagen de huestros rostros— la luz de Sebastian se filtraba a veces. Un mes més tarde la notificaba, también al Pasar: SEESEELL 28/ 5, TracheoWTalsopertica, apacecea" imal contaron qe fe achunehé el elenco. \" Especiaimente unas ainue que tenfan que salir con las tetas al aire. Podia pasar un semestre sin que lo menctondramos de nuevo. Hasta que alguna frase suelta que se le escapaba en la mesa del Neuchswanstein, ,por ejemplo, me revelaba que volvia a pensar en Sebastian. Finalizaba su primer afo; nosotros estdbamos Hor pasar a Cures. ‘Toda’ Ja \Fecuela’ ge) = habia enterado de que organizé una plantacién de yerba, en las solemnes 4nforas griegas que adornaban el jardincito tras la cafete- ria. - Héroe y mis encima volado el nifiito — comenté con,la taza de café a medio camino de 1a boca. ~ Gapaz que ahora si 1o echen - reflexiond Raquel, sin oirme. Fea plantacién, que murié quemada por neados anénimos, fue el pretexto de una de muestras Pocas peleas. La nica importante. bears Vit -~ - * tT SooeseS See ee ee eeeeercsbiib gia c 29/ ~ Hasta los decanos se estarén riendo a gritos Ge su plantacién - me burlé, tapindome 1a boca porque estdbamos en clases, sentados en la Ultima fila para poder conversar. Me paré en seco: ~ Al menos se arriesgé.' Tuvo el valor. ~ dArriesgarse al ridfculo? — cuchicheé. - iSobre todo al ridiculo! Hab{a alzado la voz. Algunos rostros se volvieron. El profesor la indicé con el dedo, furioso: ~ A ver Ud. sefiorita, all4 al fondo. ;,Qué doctrina estaba exponiendo yo hace un segundo? " Enrojecié, esbozando su mejor sonrisa extragaldc— tica. El profesor, un hombrecillo de humita, normalmente simpatico, la examiné desarmado: ~ eBnamorada del jovencito, supongo? - dijo apenado indicdndome a mi y agregé agarréndose 1a cabeza: = hievo 30/ahos vienda|1o/mieaosiFn Guarco!tedes) ee enamoran y adiés clases, libros, estudio. ;Nada, al amor! Todavia no me conformo. ;Por qué en mi curso precisamente, Sefior, por qué? wee owe 30/ é Raquel salié furiosa ~ jQué tiene que meterse ese viejo! Inventar que estamos enamorados delante de todo el curso....-me decia al- teradisima, como si yo tuviera la culpa. De repente me detuve, en la mitad del pasillo, golpeado por una revelacién que crecia casi al mismo paso con el que la vefa alejarse enojada, rumbo a la cafeteria. Se me ocurrié que Raquel podria estarme culpando, en realidad,-de no amarla. “Una sensacién mezclada de infini to asombro y ternura. ";Cémo crees que se siente una mujer" - y en mi imaginacién ella subrayaba la palabra mujer ~~ "después de casi cuatro afios de esperar que el hombre que todos dicen que la ama se lo diga a ella misma?" ‘Mu jer", “hombre. Estos sustantivos colosales que yo nunca habia empleado para pensar en nosotros dos, aparecieron de repente, siguiéndonos e imitandonos como sombras. Me desafiaban. Cai en la cuenta de mi egofsmo. No sélo a mi los amigos me hacian bromas pesadas empujéndome a aus declararme, sino que probablemente también a ella durante shos le habfan preguntado: “,Conseguiste que se decidiera? {Qué le contestaste "N6. Nada", habia estado murmurando Raquel a lo largo de tres cursos. Tuve que salir de la Escuela, cruzar al parque y “Seoberme de) @spaldas| ‘contra’ un KAcbol,) paral itentar Serenarme. Como en esas mAquinas de casino, cuando las ‘res figuras improbables coinciden y cae un chorro de mowedas, asf sents “caer en. m{sincertor. unalerasendal ide Preguntas, que se arrastraban las unas a las otras. “a¥ si fuéramos simplemente un hombre y una mujer? “Esa intranquilidad cuando pasan los dias sin Verla,, Jes amox? jAwor, ese vacfo en el estousgo\ cusiia entré sin avisar y encontré sus pechos apuntandome?” “Subrayar un libro, dejando marcas al margen Sélo para que al prestérselo sepa qué pensé, donde ref ves amor? Esa vez que lloraba sin motivo, a la salida de una fiesta donde bailé tanto con América, jera por mi? 33/ de ella, los de tantos. arias generaciones de amores arruinados eran nuestra herencia. Crucé las rejas de la Escuela a paso de carga. Habia tomado una decision. "jA la mierda las dudas! Mafiana se lo digo. Mafana empezamos a pololear oficialmen- te. Mafiana Sb eee 32/ “Pero claro, idiota", me respondia. “iEra esto lo que quise decirle en nuectras Senxpatas por _€l barrio timedo, a) “pte: del. cerro® ~cudno al cruzar una esquina cualquiera - 1a azul de la frutert, Aer retuye (por (él: brazo| /sinw@ipoder mss aedser innit y la palabra incégnita y terrible se me quedé en la punta de la lengua?" Senti que me ahogaba en ese torrente de dudas, y me pesqué de la primera hipétesis que pasé flotando, oe pmannral #018 Uderiva Si Frobe la vaalvaree-iil ce1avers wna teorfa: "Por supuesto, amor; eso es evidente. Pero um amor distinto y puro como ninguno. Un amor irrealizado. Para que no pueda fracasar ni mancharse; Para que no lo pongan a prueba la infidelidad ni el cansancio, Es Perfecto: Un amor que siempre tendré prometido el futuro. Por un momento traté de arreglarme 1a cabeza SOR) 980 Pbautada Peron allgaisutenren sent Centacreaen No servia engafiarse. Lo tnico seguro es que hasta entonces habfa sido un ciego. 0 un cobarde. Tal vez una cobardia mis antigua que yo mismo. Cobardia que cargaba con el fracaso de mis padres, los esate e 34/ El dia siguiente fue Sébado. En la mafana invert{ mis ahorros en unos bluyines americanos, de esos que venian desgastados y que llevaba meses mirando en las vitrinas. En la tarde toqué el timbre de su departamen- fe, oliendo a colonia, con las mandibulas tan apretadas que los dientes me rechinaban. Tha con el proyecto de invitarla a ver una obra de teatro. Pero ella, media extrafada de mi seriedad y nerviosismo, insistié en ver una pelicula. En el Norteame ricano estaban dando Casablanca. ~ Dicen que es tan linda. Vamos...- me rogé. Aunque eso cambiaba mis meticulosos planes, fulmos a verla. Total, que la sala fuera de teatro o de cine daba lo mismo. No pensaba fijarme en lo que dieran. Estaba decidido a tomarle 1a mano y tratar de besarla, apenas apagaran las luces. El reparto aparecié en la pantalla y un mapa del norte de Africa que se nos ven{a encima. Mi codo rozaba el suyo en el apoyo que compart{dn nuestras butacas.. 2 Tana mn Soe Bese SECRET EKRETATUG 357 “As{ va a ser muy complicado. Debiera Pasarle el brazo sobre los hombros primero". Lo hice, dejandolo Sobre el respaldo a centimetros de su nuca. "No, seria muy brusco. Retiré el brazo y apoyando 1a palma de la mano sobre la rodilla, abrf las piernas lo més que pude, hasta que mis dedos quedaron rozando su falda. "Me estoy moviendo como un trompo. Se habré dado cuenta’ me asusté. Habia hecho todo esto con 1a vista clavada aly frente Perouatnl ver lnadaude 100 que mon scts en la Pelfcula. Giré levemente 1a cabeza para mirar a Raquel. Su rostro pdlido y dulce reflejaba en la Penumbra el. fulgor de 1a pantalla. No se habia dado cuenta en absoluto. Estaba absorta y emocionada por 1a historia. Tnvoluntaria- mente segui la luz que se proyectaba en sus ojos, hasta Te op eeeee entre 103) jparscna fea! edel lull pareeryaeenn et actriz, cuyo nombre no recordé de inmediato, cantaba Suavemente, envuelta en el humo de un café. Pero su rostro s{ que lo conocia: era el de la mujer ideal. Cuando el avién plateado que se llevaba a Ingrid Bergman terminé de perderse en la niebla nocturna y Humphrey Bogart se alejé por la pista y las luces se encendieron, vi que Raquel estaba llorando. La abracé torpemente. Apoyé la frente sobre mi hombro sollozando. Recordé todos mis propésites y por un segundo crei que yo era SSSR SECO eee eee eee eee USES 36/ Ja causa de sus lagrimas, que me habia estado aguardando inutilmente una hora y media en 1a oscuridad. Pero en Seguida comprendi que era una ilusién. Lloraba porque en Casablanca el amor era imposible. Gculeé su rostro con el mfo, mientras 1a sala se vaciaba. La besé en la mefilla y le hablé al ofdo. Dije cosas estipidas tratando de corregir el final para consolarla. ++4na volveria, estaba seguro. La guerra ‘ba a terminar. Ella podria divorciarse. Rick estaria esperdndola en ese mismo aeropuerto del Sahara, pero en wna manana lena de sol y le veria bajar por 1a escaleri_ aiwew Traté de convencerla de que esa separacién no ibaa durar mucho, pero que era imprescindible. Rick debia dejarla partir, ella tenia que irs ~ Ningiin amor puede sostenerse sobre la traicién - afirmé, como si supiera lo que decia. Se consol6é de a poco, mientras volviamos abrazados faminando por las calles himedas. Ful inventando para 34 FOOSE SSL LEEK KLETE 31 ellauna segunda parte de Casablanca, la del Yeencuentro, la del amor feliz. Me dejé llevar Por la imaginacién: se vendrian a Santiago, Rick pondrfa en 1a cafeteria de la Escuela un nuevo Café Americain. Sonrié. Un carabinero que era de nuestro curso y que llegaba a clase de uniforme, serfa el cinico y léal Loui... Logré hacerla reir a gritos, antes de despedirnos en la entrada de su edificio, Me ‘volvi al pensionado universitario con las enoe!ch loz bolsiitos, silbando els cena deaty pelicula. Nos Le, ta BC Aviat cho) mada Wail Sopucameee ie naa antes. — Habia Perdido una oportunidad unica. sin embargo, una extrana Paz me llenaba. bebeC ELS 38/ Sebastian cateaba las pranfticas Paredes de la Escuela, buscando algin filén de entusiasmo. 4 Principios de su segundo curso - en Abril del a qué Precedi6 al iltimo ‘que pasarfamos juntos ereyo haber dado con la veta. ee OnE cone) aa po] Cace Met eataeean eee partidos. “Alguno de esos grupitos que ~se reunian en los rincones del patio, desconflando hasta de sus sombras, debfa tener el diamante, 1a verdad, 1a causa. En dos meses de trabajo incesante los recorrié MEDISPGR Sunol AN eras (tanesaci niet uee sae bifurcaba en decenas de galerfas marcadas por siglas intransables. aCuél era la auténtica, 1a legftima, 1a que conduciria @ las profundidades mismas donde brilla 1a verdad? Raquel habia logrado contagiarle su interés al resto de nuestros amigos, en la mesa del Neuchswanstein. Wunists Sera titson, Fell que ii esata cette 1a ruptura de Sebastian con el primer Movimiento al que ingresé, 39/ Otro, América nos lefa un volante mimeografeado en el que denunciaba publicamente a una Falange y rom pia con ella. Mas tarde buscé su causa en un Partido formal, Seite Sh clandestino! comoiogiceras | viiiee con entusias- Rosy) Surant®’ mfs\ €igapo;, hasta que, /eon sus constantes Petteiones de princtpios provocé un "proceso de definicién pseolegteall elras) (eso, al @Parcicey ie fraccioné tanto que se redujo a meros individuos. Sebastian continué afirmando que é1 y su pequefia cohorte, eran los dinicos depositarios del espiritu original del Partido. Anduvo por e1 Patio adoctrinando a todo el que se le acercaba durante varias semanas, para formar eed wean noes CO, el pero sell enrusces 6 Wer saber que fede el mundo 1o consideraba, ahora, un "independiente". 7 WY de qué se extrafan? - terminé por intervenir en 1a mesa del Neuchswanstein, dirigiéndome més que nada ® Raquel: -Es un mocoso ingenuo que se las cree todas. No tiene gracia. No vale.... Sélo ella me contesté, empleando casi las mismas Palabras que habfan desencadenado nuestra Pelea en clases, 4 eis eee 40/ un mes atrdés: ~ Tiene valor. Negué con la cabeza., No querfa discutir e1 Fema. Pero tomé mi decisién, tba a demostrarles —en verdad, sélo a ella- que Sebastién era un espe jismo. Estaba seguro. Mas temprano que tarde terminaria Por arrojar la picota y el casco con su farol, como alguna vez lo hablamos hecho todos después de nuestras propias bisquedas -mucho més cortas y desanimadas, eso s{ era cterto-. Entonces lo tomaria de] brazo; le ordenaria: jactdete!?; para cque) sel linpiara’ al Polvo de los filones estériles y lo presentarfa en nuestra mesa, vencido. ~ Wiste? -le dirfs a Raquel delante de los demfas, haciéndola Skachar “le \cabera:) == - Aqut tienes a tu "héro Otro desencantado. Gelos sin causa ni derecho. Pero no era su Gxistencla “sil euctosay ilo) Tquanoe fas Separando, sino el temor en que crecfan. Un tenor que destrufa incluso nuestra magia: a de los encuentros “casuales", Fl patio, los tuneles hacia las aulas, empezaron 3 41/ @ deformarse en una perspectiva cubista. Las columnas del frontis escondian a Raquel, desplegandose como biombos ete hora de selida. 7 El cubotorcide’ ie! tee escaleras me demoraba, mientras ella fumaba en 1a mesa del Neuchswans- fein. Siempre habia partido un minuto antes que yo llegara: - No te dejé recado. Ni por un momento pasé por mi cabeza que pudiera estar eviténdome. "Es mala suerte", me decia; le echaba 1a culpa al azar que habia empezado a jugar en mi contra, Justo cuando necesitaba un pleno de rulete que pudiera ofrecerme la milésima oportunidad de declararle mi amor. ‘Apostabay ni /es0. Cuandow aemidiarantestate Preparado. Esa ocasion, b juraba, no iba a desaprovecharla. Ka oportunidad nimero mil. ;Por qué no pude saber todavi su entonces= qua vaga fopeccintaed| no existia, que el azar no llega hasta ese mimero? Al“menos' no| en Ia forma en que yo apostaba: *sperando 2a “conjunction perfecta: Venus debfa estar Snmadio “del ct'elo;-labiunasg lay misieay (1a mirada tenfan que ser las precisas para tomar su mano y estrenar esas Palabras que de tanto esperar estaban cubiertas de herrum- 42/ bre, como armas viejas.... Muerto de miedo aguardaba que las cosas se “dieran"... En lugar de haber corrido tras ella por el patio, en un recreo cualquiera. Haber irrumpido en un grupo sacdndola del brazo: “tengo algo importante que decirte". Y en la mesa del Neuchswanstein habérselo soltado en dos palabras: " e amo" 43/ Amediados de su Segundo afo, Sebastién terainé de pelearse con todos los partidos de la Escuela. No Parecian quedarle mas entusiasmos. Dirsnte’ “varias “semanas tio estuvinaan) gicets Reset commas ‘revistas ‘ba jollellibraza squel-aeu the, 4 leer Sn/1os entratechos (¢l lugar mis mistericsc) de 1a Escuela. Se jdectapiqhie Sha jou loss alercasaant toerenanen gigantesco © inexplicable estanque que coronaba el silo de la bibliote- ca, algunos fumaban yerba y ciertas parejas se quedaban escondidas de noche, para hacer el amor. BorOe steapre (eral (Obras) os i aue Meunier nara allt. ‘ También se contaba que Sebastién habfa montado Nagra tnapencment ell d/eencral enti ul magi peatenie las buhardillas. Un cuartel donde ahora lefa solo, porque habia ahuyentado hasta a sus incondicionales, acusandolos Ge "etbios". ‘Aunque yo suponfa que en realidad lo habia hecho para no reconocer en ellos su propio desaliento, Ore Caneanctolamatgo- que) crefa ‘nocarle! en. 1a cara’ deste lejos. 44/ Pensé que el momento con el que habfa especulado Megaba antes de lo previsto. Ahora podria tomarlo del brazo y conducirlo derrotado a la mesa del Neuchswanstein, donde al igual que é1 no creiamos en nada. Para estar seguro, una mafiana me armé de valor y lo intercepté a su paso por el patio. Le pedf un cigarri- Mo, sabiendo que no fumaba. No se detuvo. Lo segui hablando de cualquier cosa y oyendo sus monos{labos, hasta que sGbitamente, desechando mis Pretextos, me solto. ~ Tu eris de los que siempre se sientan aparte. Era una definicién. Pero traté de reducirla Sunuero dato. Le pregunté si conocia a los dends que Se sentaban en la mesa del Neuchswanstei: + @ Wilson, América, Rubén.... 0 a Raquel. Negé con la cabeza, pero afloj6 algo el paso Para que pudiéramos conversar. No Pregunté mi nombre, Sospeché que le bastaba con saber que ni yo ni los demés Perteneciamos a alguno de los partidos en que habia milita- do. Para que me quedara claro se puso a echar mierda sobre todos ellos de inmediato. Dijo de pasada que no sélo habfa terminado } 4 ~* PS eee EESSEELEY 45/ con la politica, también habla roto con su familia. ~ Los desheredé, compadre. Sin darme cuenty, iba subiendo junto a €1 por las monumentales escaleras de marmol, enceradas diariamente hasta convetirlas en trampas Mortales para el que no suptera el secreto de ascenderlas. De Fepente nos encontra— mos en el quinto piso, frente a las herméticas puertas dela Sala de Decanos. Como dando Por terminada nuestra sharla, Sebastian empujé fécilmente una de ellas y entré, Titubeé un largo minuto. Después, con el alma en un hilo, hice lo mismo. Hallé un pequefio jol | aséptico y desnudo, a no ser por el silloncito de felpa vieja que parecia tiritar de frio y los peldaios de una escalerilla de caracol que colgaba de un boquete en e1 cielorraso. Trepé por ella hasta que una réfaga de vieritos encontrados me infl6 1a camtga- “EStaba en to més alto de la torre del reloj. La maquinaria desgranaba un pessdoe tic — tac. stands 1a cabeza 2 través de los némeros romanos, calados en la esfera de - metal _ podia dominarse la ciudad. Atras, “n, Portén corredizo de metal abollado comunicaba con los vastos entretechos. a SCCCCCSSEHE LLL 46/ Ful orientandome con 1a ayuda de los 1 pocos Fayos de luz polvorienta que se filtraban entre las planchas de zinc. La rigurosa arquitectura inferior del edificio, pe freneforasba aguf en. un' labérinco de muebles caducos y viguetas. Habfa banderas apolilladas, con emblemas incomprensibles y vie jas bambalinas. Quiz: €ra cierto que esos profesores antidiluvia- nos» que un dia faltaban por tinica vez a clases, se venian # mostx “oquts, entre Tag rumacida “sus 1ibe se obsoletos. Casi esperaba encontrarme los Sarcéfagos a cada paso. Totalmente confundide, me interné en un laberinto de vacilantes anaqueles, que ya reventaban bajo el peso de miles de legajos polvorientos, No parecian libros, sino manuseritos de obras no Publicadas, atados de a docengs con cuerda de céfiamo, Nada los identificaba, excepto nes borrosos cartelitos que cads 5 0 6 Pasos sin orden perceptible, indicaban: “ano 1916", "Aflo 1898 Encontré a Sebastian a la salida de ese laberinto, nun sector donde el techo se elevaba en diagonal formando un alt{simo alero, adosado a un muro negro de humedad. Estaba leyendo, recostado sobre un rollo amarillento = bs SEERELS, eosuss 47/ de colchonetas de gimnasio. No parecié importarle que hubiera invadido Su refugio. Al-contraria, me explicé con Precisién lo que eran esas hileras de anaqueles en que me habfa Perdido: el ancestral Fondo de Memorias. > ¥ esto, aunque no lo creai es un estanque de unos cien mil litros que construyeron los vie jos locos que fundaron la Escuela. + como para resistir un sitio. le asesté un pufetazo al muro himedo, donde quedé una desconchadura porosa. Pf una larga vuelta en torno a la mole ctibica del estanque, llena de grietas y abscesos. Dos cinturones de hierro oxidado lo rodeaban, tratando de impedir que los muros revenidos terminaran de abrirse. ~ Al préximo terremoto se viene abajo y aplasta toda la Escuela - comenté. 7 05814 = “of que decia’ Sebastign, en vos muy baja. 48/ Desentendténdose ‘de-tf,| volvis| a! ieee acostado Sobre las colchonetas donde cafa un rayo de luz. Vv ee bee cee cee neds 49/ 10 Ahora’ estaba’ seguro.) Sebastian © eq Sebastian que se habfa inventado Raquel ~ no existia. Pero no alcancé a lievarlo capturado a la mesa del Neuchswanstein. (Seguramente Per lo demés, nunca 1o habrfa hecho). Entremedio llegaron las vacaciones de invierno, Sebastign desaparecié tres semanas adicionales. al volver, lo primero que hizo — llevando una irénica camisa negra Para que todos lo vieran - fie ip 4 golpear la puerta del Centro de Estudiantes e inseribirse de inmediato en el Movimiento de Rehabilitacién, Era el nico grupo cuya existencia reconocia el Gran Decano. £1 extremo del extremo oficialista. Creo que revisé toda 1a Escuela buscando a Raquel, para ser el primero en contérselo, No la encontré. Atnque hacia semanas que no me invitaba a su casa, sali derecho para alld. Fue 1a Ultima vez que la visicé, ese aio. - iY sabes qué mas. Me contaron que sus 50/ fnronces esté viviendo en ek departamento del guatén Blanco. Lo ubicas no cierto? .... E£] gordo amariconado; @se al que le dicen e1 mechén eterno. Lieva como cinco afios pegado en el mismo curso. Tiene un Oldsmebile det 40 con radio de tira.... Raro jno? Fuf bajando la voz. Noté que ella no seguia el sentido de mis palabras. En cambio, sus ojos castafios estaban fijos en mis labios. Parecia contemplar dolorosamente , esa hilera de chismes e insinuaciones que escupia de mi boca y que quedaban haciendo cabriolas grotescas en el aire. Terminé avergonzado, susurrando: > Buena.... pero es un facho yno? ¥ si anda Mexcladoi\coa! eralgente, por algo" sera) en todo caso, es sélo lo que me contaron. No sé lo que hay en el fondo. No sé..., No sabia. Ni quise saber, ni pensar més en el asunto, como si Sebastién no existiera, hasta cuando al aho siguiente, el segundo o cercer dia del G1timo curso, me lo eneontré sentado a nuestra mesa, "Qué hace 51/ este facho aqui, ocupando mi puesto en la cabecera? jQuién 1o trajo?", preguntaba con mi cara de cuatro metros auscul— tando a los amigos, Nove) dernscvalKen@vastioiae ae Raquel donde EERE SES TES estan Geer Podiamos decirnos Fodavia entonces, con unas miradas! "Pero ide qué te asombras, si tu mismo querias fraerlo? Para denostrar algo, jte acuerdas?", me preguntaba, “Entonces, tt 10 sabias? Uke Hantafas a; Tew consecotican bien!", dijo con un pestafieo, sire “Ge arcepenti.. © Na’ quiero que esté acd. Prefiero que sigas pensando en é1 desde lejos. aunque continiies creyendo que es un héroe. Cualquier cosa...pero de lejos. jQue se vayai, Era tarde. Ya estaba, ahf, fn mi puesto. Yoal ver la leve descarga que 1a Yecorria al rozar su hombro, supe que ella misma 1o habfa traido. SE Ayo owecatel © sol cancer. ds alguna manera 52/ enjjet) verano. ~ Féro| qué Ste importa, nacotros! saguivemee stendo (can amigés | comollelslanolipasacolias enatteriee! En el fondo, qué tenemos entre nosotros que pudiera Sambigraosbsatidn2l © Todo ‘esdlimaging Neniel wendesiant uate oiossy desde) Va (otra lipintam delat naeasu/anguariadest sace la evidencia de mi angustia. Un chiste que conté Sebastién hizo reir a todos mis amigos. El silencio de caverna, dentro del cual hablabamos con Raquel sin mover los labios, se quebré. Como siempre, ella me intuyé antes de que yo pomno (dupteral bo) due) ibe)aJhacex/g strat ogideesretonavae Por el brazo cuando me paraba de la mesa. Fue peor. Tem{ que intentaria justificarlo, con 10 que sélo lograria justificar mis celos Me hice a un lado briscamente. Sess eeLLLE Sees esyy 53/ car Me hice a un lado ante lo inevitable, Por 10 dems, jno era eso 10 que hacfamos todos en aquella €poca: observar con ira e impotencia desde la orilla., Las clases del Gltimo curso comenzaron a mediados de Marzo. Durante los Sigutentes dos meses asist{ con uma dedicacién furiosa. Paredia que iban a responderse las plegarias que elevaba mi madre desde Calama, donde habia conseguido trabajo después de enviudar. Pero, aun sentedo en la primera fila de jas Bélidas aulas y steiendo “Presente", en todas 1as listas, me era imposible sintonizar las monétonas fransmisiones de los profesores, Un chisporroteo constante de emisoras lejanas, en idiomas inciertos, interferfa mi cabeza como si la tuviera en onda corta. Delante de mi Pontificaba un académico. sin we “pudiera entenderle una sola cita. Las interferencias Ventan®) de i alicateterta,/ densa Amaginaba que Raquel y tos demds capeaban, tomando ronda tras ronda de cafés So helms ce Ie oata seein mega eet Neuchswanstein en cuya cabecera, shora ocupada por Sebastian, me habia Sentado durante 4 afos. Saliendo a recreo, no podia resistirme a atisbar- los desde el patio, mientras Paseaba aterido, fingiendo haa estudiar en un cuaderno mi nuevo papel de alumno brillante, Traté de relacionarme con otros grupos. Conoci @ muchos companeros que habia ignorado en los cursos anteriores. Participé en el consejo editorial de una revista de temas “intelectuales”. Me unf- al club de Pin-pon. Pasé per todo con la vista extraviada y 1a mente interferida por las voces de mis amigos. Al final, me aparté’ de esos grupos y varios otros, porque siempre terminaban preguntandome lo mismo: ~ Oye, i¥ qué pasé contigo y Raquel? jEstén peleados? Como callaba, intentaban una estrategia lateral: ~ Cuéntanos la firme jquiénes son esos gallos Fan raros, amigos de ustedes? ;Por qué hacen grupo aparte? Veta ala Escuela completa como un coro griego, salmodiando: ~ dEs cierto que la rubia putona, esa que esta al lado de 1a Raquel. 55/ J - Se llama América.... - recificaba yo, helando la voz. - Pero, jes cierto que se acuesta con el profesor Lombroso. - No set - Dicen que los vieron entrando al Hotel Valdi- via... acotaban entre risitas unas alumnas, de esas con traje-sastres que no le perdonaban sus curvas. ~ iNo te daba verguenza ser amigo de ese maraco espinilludo del Wilson? ~ No, ninguna. - iQué raro! Debiera haber una regla para expulsar a estos gallos de la Universidad. Fi jate las camisitas hawaianas que sacé ltimamente. Falta que se ponga a bailar el sau-sau en el patio no mas.. Lo que més irritaba a ese "coro", mds que Wilson y su ropa florida © América con sus ojos capotudos de Sueflo, era su propia perplejidad. No podia ser "natural", bere ccuseuaasy 56/ no les cuadraba la presencia de ellos dos en la mesa del Neuchswanstein, con la mia o ja de Rubén; su cabezota Cuadrada, los “potes de botella" y la pierna invdlida sostenida por un bastén. ~ Bueno, td eres un artista. -decian, descartan- Gone =v Recobsiben 1 atesateatyapeeaeeen VOP. Le sacaron la mierda en Tres Alamos para e) golpe. Es mucho mayor, Qué cresta hace al14? ~ Juega al ajedréz —contestaba yo, indicando a Rubén y Sebastian que vociferaban movidas en la mesa del fondo, Fl cojo sudaba exprimiéndose . gambitos y Spateands ileal ‘sillas’ ‘con. au; reuleta cuando perdia una Pleza. Al pillarme espiandolos, Raquel me dirigfa una mirada suplicante: "Vuelve". pero antes de que alcanzara @ turbarme, ya se habfa concentrado de nuevo en las manos hwesudas de Sebastién, como si fuera ella la que estaba en jaque. ~ We que pasa es que Rubén ya no toma Partido, esté hecho un anarco - intercalaba algtin fundamentalista ~ y Sebastidn va para las mismas, te voy a decir...., ee eUee eee LEAS S7/ Al oir el nombre de Sebastian, toda mi atencién ee concentraba. Pedia mis detalles. Pero nunca me decian 10 que yo necesitaba saber. Desde que se inscribid en e} Movimiento de Rebabilitacién, el afio anterior, todo el mundo le perdié la pista. Las voces del “coro”, on las distintas mesas de la cafeteria,se alzaban para imponer sus hipétesis. ~ Lo quieren echar del Movimiento... - No, él renuncié. ~ Pero no le aceptaron 1a renuncia.... @ Nor Rel fue asf--- picen “que of guatén Blanco 10 apadriné Al sntrex y na quiere dejavio irae...) Nada de eso me interesaba, en realidad. Afirmaban que era un facho, pero me dejaban en las mismas.... Esa Peseueete pedis Sibasturles ate li os coen me bastaba a mi, antes, Ahora ers absurda. ¥ se hizo completamente indtil una vez que tuve que admitir, que Raquel y Sebastian estaban irremediablemente enamorados. 58/ 12 Enssoradon, a ea Tove Mausleecenrar ys aquel Lunes, de mediados de Mayo, cuando 11egé 1a Primera carta, No sirvieron de nada los dos meses que pasé fratando de aturdirme bajo rumas de apuntes Seartllentos. En ase minuto ya no pode engafiarme y libracos mas. Sentado cerca de ellos en Ja cafeterfa, fui viendo cémo Sebastian dejaba las cuartillas boca abajo, sobre 1a mesa del Neuchswanstein, Al terminar de leer, su mirada encontré hiimedos de Raquel. Se tomaron la mano a Votes evi tnextiott elsao entre seguian alli, S6lo maniqufes representando una existencia Ge ach. Le ‘verdbdecs vida, ‘le de su anor, al otro territorio. De donde habla venido esa traslicidas, los ojos escondidas, Pero eran falsa: la pertenecia arta. to, donde er que su Burlandose de mis esfuerzos por no enfrentar 1a verdad, me repitié: ‘Gnamorados, muchacho, esté escrito en la carta", = 59/ No habia logrado pescar ni una frase de la lectura, pero quedé seguro de que cada pagina me trata ese mensaje entre lineas. Terming de crecer en ese instance: Parado al borde de la fuente, aterido, Ahf se acabé de un golpe la larga adolescencia. Senti cémo 1a Dama Verde se desdobla ba y entraba danzando desnuda en mi interior, para quedarse. Tomando poses: n> olpeaba las puertas, corrfa las corti- naa} abate) degpan ant perm aueventanaceeaient cegador y gritaba despierta, ya esta bueno de sonar, muchacho!"" 60/ 13 Fue en balde que en los dias siguientes Wilson © América, a los que interrogaba por separado, me explicaran que la carta decia otras cosas. jo", seguia intuyendo desde lejos, subyugado: "en realidad es una carta de amor". Y llegaron otras, cada Lunes una nueva, més larga que la precedente. ~ Sino, hombre. Si las manda un amigo de Sebastién desde Europa. No seas absurdo... Cuenta sus viajes y cosas asi. Es un gallo fantastico. Un tipo al que ninguno de nosotros conocia. Un “ex-alumno de la Escuela de esos que habia tirado 1a toalla a tiempo, en segundo o tercer afio, y que ahora vivia en Europa. Era tan comin en realidad. No tenfa por qué asombrarme. Todos teniamos algtin amigo en Europa. Estaban tos del exilio, que nos eseribian cartas llenas de pregun- tas, buscando saber lo que habrian sido sus vidas si hubleran sido las nuestras; si el 73 no hubieran saltado 61/ la tapia de una embajada. Entre lineas nos dictaban, incluso, la respuesta que esperaban: debfamos darles la calle y el mimero, la direccién exacta de la patria. Con ellos nos seguimos escribiendo hasta que el tipo se casé con una sueca o hasta que en una post-data nos cansamos de sus imprecisas nostalgias y los mandamos ala mierda: les contamos de una larga y estrecha faja anudada en nuestra garganta: “;por qué no cambiamos un rato los papeles?" ¥ estaban también los otros, los, , becados. Se retorcfan en Lovaina, en 1a Complutense de Madrid, en Oxford, acumulando diplomas y sumindoles grados a sus anteojos. Se resistian a volverse. Inventaban codas y addendas para sus tesis. Se especializaban en Arboles y luego en ramas, yéndose por ellas hasta perder completamen te de vista el bosque. Sin embargo los envididbamos. Mas que nada por los tres o cuatro afios adicionales de tiempo de gracia, carnet estudiantil y asco ante el trabajo que prostituiria las ciencias puras que estudiaban. Nada mas que por eso los envididbamos. Pero el amigo que le escribia a Sebastian desde Europa era distinto a los otros. Viajaba. permanecia en cada sitio segin la temporada de las vendimias o el ee ee eeeeeee ee SEES HSELEE BEEBE 62/ azar de los letreros: se busca mozo. Llenaba el sombrero haciendo de mimo en las bocas del Metro,con la cara blanca y una radiante sonrisa pintada. Y seguia: habia sido deshollinador de gargolas en campanarios altisimos, lavando- les los dientes con chorritos de agua a presién. Y habia cruzado las montafias a pie, en medio del verano, con un perro vago al que le puso Klingsor y un walkman stereo. Y habfa navegado por el Mediterrdneo sirviendo de cocinero exético en un yate de gringos, hasta desembarcarse en Alejandria con una tal Clea, la hija del capitan. Y habia SS SOMESBLELES BELOW: ee eee eeuweese 63/ 14 Las inteferencias que chisporroteaban en mi cabeza, arreciaron desde que aparecieron las cartas. Dos, tres, diez locuciones desde remotes paises se entrete- jian, en un clamor de babel que ni me dejaba dormir. A veces eran gritos horribles los que me despertaban; alguna emisora que transmitfa en directo sesiones de tortura. tras veces, silbidos y susurros de 4nimas en pena, llegados de mas allé del dial. A menudo crefa distinguir las voces de mis amigos, distorsionadas por la le jania. Oia a Rubén, por ejemplo, y a pesar de que 1o conocia tanto ~incluso éramos compaferos en el pensionado universitario- no lograba entender su nueva lengua. La voz de Anérica parecia un borboteo de ahogado. EL ronco timbre afeminado de Wilson, ululaba por toda la banda de onda corta. Después de un par de semanas de estos insomnios y de verlos juntos as mafanas enteras en la cafeteria, me d{ cuenta que Sebastién también se estaba "llevando" amis amigos. Todos ellos se "iban" con él, Mientras, 64/ Yopermanecerfa para siempre aqui. Nunca més hablarfanos el mismo idioma. Nunca més oirfa a Raquel... No lo pude resistir. Prefer{ cederle definitiva— Menke onili pueato ‘en\ 1a\(cabecera, (con tal) del reel bic yo también, cada Lunes,esas cartas. Estuve dispuesto 4 verlos abrazarse a mi lado, Si esa era la tnica forma de acercarme a ella. Tomé m{ decisién. Me paré bruscamente en medio de una clase y sali, casi corriendo, en direccién a la cafeterfa. Divisé a Sebastién solitario en la mesa del Neuchswanstein. 41 acercarme, estiré hacia mf los puftos Cerrados y lo of dectr nittdamente, sin ninguna interferen- - Escoge. Pome sino “de sus ‘pnos| 10 abric, ‘mosceanaone sobre la palma la figura coronada de 1a reina blanca. ~ Té partes - ratificé, parandola en mi lado del tablero. Y estoy seguro de que esa vez me dejé ganar.

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