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Santiago 5:14-20
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él,
ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el
Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración
eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las
nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres
años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.
Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace
volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte
un alma, y cubrirá multitud de pecados.” (Santiago 5:14-20).
Las oraciones de Elías nos dan uno de los ejemplos más importantes del poder de la
oración en el Antiguo Testamento. Elías oró y no llovió durante tres años y seis meses. “Y
volvió a orar, y el cielo hizo llover.”
Esto lo registra Cristo en Lucas 4:25. La lección es clara, “La oración eficaz del justo puede
mucho.” Podríamos parafrasear eso como, “La oración ferviente del justo tiene gran poder
y resultados maravillosos.” Elijah no era un hombre perfecto. Estaba “sujeto a pasiones
semejantes a las nuestras” (versículo 17). Pero él era un “hombre justo.” ¿Por qué?
¡Porque creyó y obedeció a Dios!
La Biblia China traduce “unánimes” como “con el mismo corazón y la misma mente” (la
armonía de corazones).
2. Guíe a otros en oración. Si dejan de decir “amén” no los estás guiando. Los has aburrido
dándoles una “lista de lavandería.”