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Prólogos A Bukowski
Prólogos A Bukowski
Prólogos A Bukowski
Dicen que en estos días, por primera vez en la historia, casi todas las culturas del mundo están
representadas en un solo lugar geográfico, la ciudad de Los Ángeles. Entre los niños de sus escuelas se
hablan más de cien idiomas. No sorprende, entonces, que una de las voces más intensas y personales de la
poesía moderna haya crecido allí. Pero Charles Bukowski no nació en Los Ángeles. Como es de rigor para
todo angeleno, inmigró a California desde un país extraño. Su padre era un soldado americano en Alemania
cuando conoció a la muchacha con quien se casaría y tendría un único hijo.
Como las palmeras, los estilos arquitectónicos, las marcas de automóviles, algunos pájaros,
Bukowski fue llevado a Los Ángeles desde otro sitio, y él ni siquiera quería venir a este mundo.
Quizás esa curiosa ciudad haya determinado que el poeta no perteneciera a nada ni a nadie.
Durante su juventud viajó profusamente por los estados de la Unión, cambiando de trabajo cada vez que se
cansaba o se cansaban de él. Nunca votó, nunca militó en un partido político o movimiento literario. Tuvo
dos matrimonios, el primero de los cuales le dio una hija a la que adoró, Marina, y el segundo le deparó el
cariño de una esposa que lo acompañó hasta el final. Pero Bukowski siempre mantuvo su ajenidad intacta.
Salvo por su elección de vivir en Los Ángeles, ciudad amada, fue un vagabundo de tierras y corazones. Fue
parte vital de la paradoja de Los Ángeles, que sostiene que sólo pertenecen a la ciudad aquéllos que no le
pertenecen.
Como escritor, nunca obtuvo el juicio exacto acerca de su obra. La imagen del borracho que escribe
oscureció al escritor que bebe. Quizá sea verdad que es un escritor para adolescentes. Dostoievski también
lo es. Vale decir, son escritores para ser leídos en ese momento de la vida de un hombre en el cual todo
parece perdido. No tiene que ver con la edad. Por otro lado, Bukowski utiliza técnicas de escritura con una
destreza impecable. Su técnica favorita acaso sea la «enumeración caótica», pequeña lista de objetos y
conceptos que produce un efecto poético. Nunca utilizó la rima, pero el ritmo es la sangre de sus poemas.
Los versos cortos o largos, los espacios, las mayúsculas y minúsculas no son azarosos. Todos los signos
incluidos en un poema de Bukowski expresan algo, como e.e. cummings enseñó a los veinte años.
Sus temas, incluso sus historias, se repiten hasta el hartazgo. Mujeres, alcohol, caballos son los
principales. Algo universal deben de tener, puesto que son los mismos temas que desarrollan el tango y el
blues. Podría aventurarse que, finalmente, hablan del amor, del universo alterado, y del azar.
Bukowski es esencialmente un poeta. Su prosa se reduce a cinco o seis libros, en tanto que su
poesía cuenta con más de veinte títulos editados. Esto no significa que no sea un excelente narrador, pero el
corazón de su obra es sin duda la poesía, y para entender y disfrutar la arrolladora concepción del arte y del
mundo que nos brinda Bukowski, la mejor vía es, sin duda, su obra poética.
Charles Bukowski: El infierno es un lugar solitario, Editorial Txalaparta s.l., Navarra, 1998, pp 7-10.