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11 Dimensiones
11 Dimensiones
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Descifrar los secretos del Universo son los retos muy ambiciosos (y prácticamente
inalcanzables) de la historia de la ciencia, pues estamos intentando encontrar la
naturaleza más elemental del Todo mediante un pequeño órgano de 1.500 gramos al que
llamamos cerebro dentro de un pequeño planeta que no es más que una roca que flota
por el espacio.
Y aun así, los seres humanos, tan limitados tanto por nuestra biología como por nuestra
conciencia, hemos sido capaces de descubrir innumerables fenómenos sobre el Cosmos.
Hemos llegado muy lejos en lo que a conocimiento astronómico y físico se refiere, pero
hay una meta que sigue estando ahí: dar con la Teoría del Todo.
Desarrollar una teoría que unifique, por fin, todas las leyes del Universo en una sola,
que resuelva el misterio de la naturaleza cuántica de la gravedad y que encuentre el
nexo de unión entre dos mundos, el de la relatividad general y el de la mecánica
cuántica, que, por ahora, parecen estar inconexos.
Antes de empezar, queremos dejar muy claro que todos somos seres tridimensionales (y
los físicos, pese a ser tan peculiares, también), por lo que estamos limitados por estas 3
dimensiones y no podemos percibir, ver ni interactuar con las otras (supuestas)
dimensiones.
Con esto queremos decir que las dimensiones extra, más allá de la cuarta, son
hipótesis**, marcos teóricos que necesitamos para que las teorías de supercuerdas
funcionen. Y como funcionan ya que las leyes matemáticas nos dicen “esto encaja”, los
físicos teorizan que, en efecto, pueden haber hasta 11 dimensiones en el Universo. Y no
te quejes, porque hasta hace unos años, necesitaban 26 para que la teoría de cuerdas no
se viniera abajo.
Pero, ¿qué es una dimensión? Justo la pregunta que no queríamos que hicieras. Una
dimensión se define como el número mínimo de coordenadas necesarias para indicar un
punto en ella. Si no se ha entendido, tranquilo. Digamos que una dimensión denota el
grado de libertad que un cuerpo puede tomar en el espacio-tiempo.
Empecemos por la primera dimensión. Y no creas que por ser “la primera” será la más
sencilla. No lo es. Tú no eres un ser de una dimensión ni vives en un Universo de una
dimensión, así que tu cerebro no es capaz de imaginarla realmente.
Aun así, ¿qué es la primera dimensión? La primera dimensión es el grado más pequeño
de libertad dentro del espacio (todavía no hemos añadido el tiempo así que no
hablaremos de espacio-tiempo), pues es básicamente una línea que une dos puntos de
forma únicamente longitudinal. La primera dimensión, pues, es una línea con
profundidad pero sin anchura ni altura. Las cuerdas que, de acuerdo a la Teoría de
Cuerdas, conformarían la naturaleza elemental del Cosmos serían hilos
unidimensionales. Pero no nos vayamos del tema.
Nos acercamos un poco más a la naturaleza espacial que conocemos. Cada vez que
subimos una dimensión, tenemos que imaginar que “añadimos una línea más” a nuestro
Universo. En este caso, en la segunda, sumamos una línea espacial a la primera. Por lo
tanto, ahora sumamos una nueva dimensión que es la anchura.
Un objeto de dos dimensiones tiene tanto longitud como anchura, pero sigue sin tener
altura. La segunda dimensión, pues, es un plano, una superficie bidimensional que
no tiene altura. Es totalmente plano. Esto se puede entender mejor. Sigamos.
La tercera dimensión: altura
Por lo tanto, un cuerpo tridimensional tiene longitud, anchura y altura. Como tú, tu
casa, la Tierra o cualquier cuerpo del Universo observable. En el Cosmos con el que
nosotros interactuamos, los objetos son de tres dimensiones y nos movemos en un
espacio también tridimensional. Solo tienes que mirar a tu alrededor para comprender
esta dimensión. Pero nuestro viaje no ha hecho más que empezar.
Cada cuerpo del Universo (en realidad, cada partícula de cada cuerpo) se mueve por el
tiempo a una velocidad distinta dependiendo de su velocidad relativa respecto a otros
objetos y de la intensidad del campo gravitatorio al que está expuesto. El tiempo es
relativo. Es modificable. Y “modificable” implica que hay libertad a la hora de fluir por
él.
Seguimos sin tener ni idea de qué es exactamente el tiempo, más allá de que es algo que
siempre nos impulsa hacia el futuro. Lo que sí sabemos es que es una dimensión más,
por lo que a las tres dimensiones espaciales de antes debemos añadir una nueva “línea”
que es el tiempo.
La cuarta dimensión, pues, es aquella que nos da libertad para movernos por el tiempo.
Esta cuarta dimensión es una colección de sucesos que ocurren (que han ocurrido y que
ocurrirán) en las tres dimensiones espaciales. Si ya te está explotando la cabeza, relájate
un rato y vuelve, porque ahora sí que vienen curvas.
La quinta dimensión: tiempo bidimensional
Al añadir una dimensión más a la cuarta (el tiempo), lo que pasa es que dejamos de
tener un tiempo unidimensional a tener un tiempo bidimensional (como lo que
sucedía al saltar de la primera dimensión física a la segunda). Exacto. Hemos
conseguido un plano temporal. El tiempo deja de ser una línea que une dos sucesos
temporales (con todos los infinitos sucesos que hay en medio) y pasa a ser un plano con
un grado mayor de libertad.
Los seres tetradimensionales (cuatro dimensiones) podían elegir en qué punto del
tiempo de su marcada vida desplazarse (no tiene libertad de modificar su futuro). Uno
pentadimensional (cinco dimensiones), no tiene nada marcado, sino que todas las
posibilidades temporales y físicas se abren ante él. La quinta dimensión permite
moverse por el pasado, el presente y el futuro (realmente ya no tiene sentido hablar de
estos tres conceptos porque todo se mezcla) y por todas las posibilidades dentro de ese
universo temporalmente bidimensional y físicamente tridimensional. Nos estamos
volviendo locos y solo vamos por la quinta, sí.
¿Vamos a por la sexta? Venga. El mismo procedimiento. Añadimos una línea más a la
quinta dimensión. ¿Y qué tenemos? Pues algo así como un tiempo tridimensional. Lo
típico. Hemos añadido un grado de libertad más, así que ahora ya no solo nos podríamos
mover a nuestras anchas por un plano temporal, sino que podríamos estar viviendo
dos futuros (o dos pasados o dos presentes) diferentes al mismo tiempo. Una
persona hexadimensional, estaría en la guardería y casándose al mismo tiempo.
¿Sentido? Ninguno. Es lo que hay.
La séptima dimensión: unir Universos hexadimensionales
¿Vamos a por la séptima? Venga. Y ahora, ¿repetimos el proceso de añadir una línea?
No. Ojalá. Ahora debemos convertir la sexta dimensión y sus tres dimensiones
espaciales y tres dimensiones temporales en un punto. Sí, como lo oyes. Tenemos
que compactar la sexta dimensión en un punto.
¿Para hacer qué? Pues para unir este punto con otro punto y así obtener una línea
unidimensional que une ambas realidades hexadimensionales. Obtenemos así la séptima
dimensión: una línea entre dos puntos con infinitos puntos entre ellos en la que cada uno
de estos puntos es un Universo diferente, con todas sus posibles combinaciones
temporales y físicas. La realidad heptadimensional es una sucesión de todos los posibles
Universos. Imposible complicarlo más, ¿verdad? No. Créeme que es posible.
¿Vamos a por la octava? Qué remedio… Ahora sí que repetiremos el proceso de añadir
una línea más a la previa dimensión. Por ello, a nuestra séptima dimensión (que
realmente era una línea, el problema es que cada punto de esta línea era un Universo
hexadimensional) le sumaremos un grado de libertad más.
En este sentido, pasaremos de tener una línea unidimensional (que encierra una realidad
de siete dimensiones) a, como sucedía cuando pasábamos de la primera a la segunda
dimensión, a tener un plano espacio-temporal. La octava dimensión, pues, es un plano
con todas las posibles combinaciones de Universos de siete dimensiones por el que
unos hipotéticos seres octadimensionales podrían moverse a sus anchas. No sé ni qué
decir. Bueno, pues esto es la octava dimensión.
Si a un plano le sumamos una línea más, ¿qué tenemos? Exacto. Un espacio de tres
dimensiones. Por lo tanto, a la realidad octadimensional estamos añadiendo un
componente tridimensional. Un ser nonadimensional (nueve dimensiones) podría
estar viviendo simultáneamente todas las posibilidades dentro de los Universos de
ocho dimensiones. Yo ya me he perdido totalmente. Pero sigamos.
La décima dimensión: la Teoría de Cuerdas
La Teoría de Cuerdas nos dice que la naturaleza más elemental de nuestra realidad
tridimensional sería cuerda (hilos) unidimensionales que vibran en esta décima
dimensión. La existencia de estas entidades indivisibles permite explicar la naturaleza
fundamental de todas las fuerzas del Universo y comprender, por primera vez, la
existencia cuántica de la gravedad. Y es que estas cuerdas que se desplazan por un
Universo de diez dimensiones explicaría cómo se transmite la atracción gravitatoria en
el Cosmos.
¿Creías que era imposible complicarlo más? Pues no. Es posible. Vaya que si lo es. La
Teoría de Cuerdas, dentro de su complejidad, es relativamente sencilla. Es demasiado
atractiva. Tiene que tener un punto débil. Y lo tiene. Y es que dentro de ella hay cinco
marcos teóricos (cinco teorías de cuerdas) que no están unificados.
Y en este contexto, para solucionar este problema y unificar las cinco teorías de cuerdas
en una sola, se desarrolló la Teoría M. ¿Y qué hicieron para solucionarlo? Pues nada, lo
de siempre: añadir una dimensión más. Al punto compactado que era la dimensión
número diez añadimos un grado de libertad más, dando lugar así a una línea que une
todas las posibles combinaciones de Universos decadimensionales.