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El capítulo 18 del libro La Economía de CORE, escrito por un equipo

internacional de economistas, trata sobre la globalización y la desglobalización a lo largo


de la historia. En primer lugar, el texto explica cómo la globalización se puede definir
como el aumento de los flujos internacionales de bienes, servicios, capitales, personas e
ideas entre distintas regiones y países. En segundo lugar, analiza los beneficios y los
costes de la globalización para el crecimiento económico, el medio ambiente, la
desigualdad y la democracia en el mundo.

El texto presenta cuatro fases de la globalización desde el siglo XIX hasta la


actualidad, y las compara entre sí. La primera ola de globalización (1870-1914) se
caracterizó por un aumento del comercio internacional, impulsado por la revolución
industrial y el transporte, y por una gran migración de personas desde Europa hacia
América y Oceanía. Sin embargo, esta fase se interrumpió con la gran desglobalización
(1914-1945), que fue un periodo de retroceso de la globalización, marcado por las dos
guerras mundiales, la gran depresión y el auge de los regímenes totalitarios y las políticas
proteccionistas. Después de este periodo, se inició la segunda ola de globalización (1945-
2008), que se caracterizó por un aumento del comercio y la inversión extranjera directa,
facilitados por la liberalización comercial y financiera y por los avances tecnológicos en
las comunicaciones. Esta fase se consolidó con la creación de instituciones
internacionales como la ONU, el FMI o el GATT. No obstante, esta fase también terminó
con una crisis: la gran recesión y sus consecuencias (2008-), que es la fase actual, que se
inició con la crisis financiera global de 2008 y que ha supuesto un freno o una
ralentización de la globalización. Además, esta fase se ha visto afectada por factores
comola pandemia de COVID-19, el cambio climático, el auge de China y otros países
emergentes, el aumento del populismo y el nacionalismo, y el desarrollo de procesos de
integración regional como la Unión Europea.

Finalmente, el texto concluye que la globalización no es un fenómeno inevitable


ni irreversible, sino que depende de las decisiones políticas y sociales que se tomen en
cada momento histórico. Asimismo, el texto plantea algunos retos y oportunidades para
el futuro de la globalización, como la necesidad de cooperar para hacer frente a los
problemas globales, la posibilidad de aprovechar las ventajas del intercambio y la
diversidad, y el riesgo de aumentar las desigualdades y los conflictos entre países y grupos
sociales.

Un fenómeno de transformación profunda ha marcado la economía internacional


durante las últimas tres décadas, impulsado por la expansión de la globalización, el ritmo
acelerado del cambio tecnológico y la aparición de nuevos actores competitivos como
China, la India y, en general, el área de Asia-Pacífico (Rosales, 2009). Los cambios en el
comercio internacional no solo se dieron en términos de la cantidad de bienes y servicios
intercambiados, sino también en la forma en que se producían y distribuían. Muchos
países dejaron de tener el monopolio de ciertos productos y se integraron en cadenas
globales de valor (OMC, 2013; Riad et al., 2012).

La globalización de los mercados fue posible gracias al desarrollo de las


tecnologías de la información y la comunicación, especialmente de Internet, que facilitó
el acceso y la difusión de los servicios entre las distintas regiones del mundo. El comercio
internacional de servicios se expandió a un ritmo acelerado en las últimas décadas,
superando incluso al crecimiento de su producción (OMC, 2010).

El comercio internacional ha generado beneficios económicos y sociales para


muchas naciones, pero también ha provocado desafíos y desigualdades para otros actores.
Algunas personas, grupos y sectores se han visto perjudicados por la competencia global
y la distribución desigual del ingreso (Lakner & Milanovic, 2013).

La globalización es un fenómeno complejo que afecta a múltiples dimensiones de


la realidad, como la económica, la cultural, la social y la tecnológica. Implica una mayor
interacción e integración entre los países del mundo, que se traduce en la convergencia
de sus mercados, costumbres y sociedades bajo un marco de políticas globales. Este
término ha ganado popularidad y ha desplazado a otros como internacionalización o
mundialización (Romero, 2012).
Definir la globalización con precisión es un reto, ya que adopta diferentes formas
y tiene diferentes implicaciones. Por ejemplo, el comercio internacional, la inversión
extranjera directa (IED) y los flujos del mercado de capitales plantean distintos beneficios
potenciales, pero también distintos costes y riesgos. Estos requieren diferentes
evaluaciones y respuestas por parte de los actores internacionales.

La integración económica mundial ha sido una fuente de progreso y bienestar para


muchas naciones durante casi setenta años. Sin embargo, esta tendencia positiva se
enfrenta a graves amenazas, como la recesión global provocada por la COVID-19, la
inestabilidad financiera derivada de la crisis de 2008-2009 y el conflicto armado en
Ucrania (OMC, 2023). Estos desafíos ponen de manifiesto las vulnerabilidades y los
costes de un mundo interconectado. A raíz de ello, hay quienes han empezado a poner en
tela de juicio los beneficios de la globalización.

La integración internacional de los mercados de bienes, servicios y capitales afecta


a las economías y las sociedades. Como ya se ha dicho, la globalización ofrece beneficios,
pero también implica desafíos. Por un lado, se abren posibilidades de mayor crecimiento
económico y bienestar social con una mayor apertura de los mercados nacionales y
también de las propias sociedades. Por otro lado, se requiere una acción coordinada de
los responsables de las políticas, tanto a nivel internacional, nacional y local, para mitigar
los riesgos que la globalización supone para los sectores más pobres, vulnerables y
excluidos, y para promover una mayor equidad e inclusión.

Una de las consecuencias positivas del comercio ha sido la mayor integración


económica global y el descenso de los niveles de pobreza. Sin embargo, el comercio
también puede generar disparidades dentro de una nación si no se implementan políticas
internas apropiadas, al mismo tiempo que ofrece grandes beneficios para los sectores
informales, las mujeres y las micro, pequeñas y medianas empresas.

Como reflexión final, el mundo actual requiere más comercio y más colaboración,
no menos. Pero la globalización debe adaptarse a los nuevos retos, y debe estar respaldada
por políticas internas adecuadas. Los progresos tecnológicos abren nuevas posibilidades
para extender el comercio a más economías, personas y sectores, y contribuyen a
encontrar soluciones a los problemas ambientales, sociales y de seguridad a nivel global.
Bibliografía

OMC. (2010). Informe Mundial del Comercio, 2010. OMC.

OMC. (2013). Informe Mundial del Comercio, 2013. OMC.

OMC. (2023). Informe Sobre el Comercio Mundial, 2023. OMC

Riad, N., Errico, M. L., Henn, C., Saborowski, C., Saito, M. & Turunen, M. J. (2012). Changing
Patterns of Global Trade. International Monetary Fund.

Lakner, C. & Milanovic, B. (2013). Global Income Distribution: From the Fall of the Berlin
Wall to the Great Recession. In The World Bank Policy Research Working Paper, n.° 6719. The
World Bank, Development Research Group, Poverty and Inequality Team.

Romero, A. & Vera-Colina, M. A. (2012). La globalizacion posible: límites y


alternativas. Cuadernos de Economía, 31(58), 49-76.

Rosales, V (2009). La globalización y los nuevos escenarios del comercio internacional.


Revista CEPAL 97, 3-4.

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