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EDICIÓN ABRIL 2018 | N°226

PERSECUCIÓN DE LA COMUNIDAD LGBT EN CHECHENIA

Los homosexuales, “terroristas sexuales”


Por Arthur Clech*
En un contexto de luchas por la igualdad de género, la comunidad homosexual de
Chechenia es perseguida. Miles de personas son sometidas a rituales de “liberación”,
internaciones forzosas e, incluso, obligadas al exilio o encarceladas.

Control de las fuerzas de seguridad, chantaje, asesinatos, encarcelamiento en prisiones


secretas y torturas: en Chechenia, los homosexuales corren riesgos aun mayores que en el
resto de Rusia, donde la ley de 2013 contra la “propaganda sobre relaciones no
tradicionales entre menores” redujo aun más el acceso al espacio público de algunas
asociaciones de defensa de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT) que había en
el país.
La situación chechena concentra un conjunto de factores que explican el inaudito grado de
violencia que se ejerce contra los hombres que practican la homosexualidad o que están
bajo sospecha de practicarla. Para escapar a una represión que, antes de las purgas estatales,
se ejerce dentro de las mismas familias, mujeres que rompen con el mandamiento de
casarse y buscan vivir su homosexualidad son obligadas a abandonar la república.

Persecución y exilio
La represión de homosexuales no es nueva. El Código Penal de la República Chechena de
Ichkeria de 1996 reintrodujo la penalización de la sodomía (moujelojstvo): tomando este
término del derecho soviético, el artículo 148 se inspira en la sharia estipulando castigos
físicos y, en caso de reincidencia, la pena de muerte o la prisión perpetua. Para debilitar la
influencia de los islamistas, los presidentes Kadyrov padre e hijo normalizaron como modo
de gobierno la lucha antiterrorista, pregonando al mismo tiempo una rigurosidad religiosa
no menos hostil a la homosexualidad.
Mediante la reproducción de estrategias perfeccionadas en el marco de la lucha contra los
islamistas, las autoridades critican a las familias y apuntan así contra las solidaridades de
los clanes. Algunos detenidos, acusados de ser gays, son obligados a hacer confesiones
públicas en “ceremonias de liberación” a las que los hombres de su familia son también
convocados (1). El poder ha sabido instrumentar hábilmente las prácticas existentes de
control social. Ya en 2008 Ramzan Kadyrov justificó los crímenes de honor, que
recrudecen tanto en Chechenia como en el resto del Cáucaso. Al exponer a los
homosexuales al oprobio, las autoridades buscan, no sin éxito, asociar a los clanes
familiares con su política de represión, obligando a las víctimas a alejarse de sus allegados,
y a veces incluso a buscar refugio en algún país extranjero en el que no tengan que temer a
los miembros más vehementes de la diáspora. Gracias a la complicidad de miembros de su
entorno, y hasta de ciertos policías benevolentes −algo que refiere Elena Smirnova, una de
las responsables de la asociación Urgencia Homofobia, que recibe a refugiados
chechenos−, más de un centenar de personas habrían huido del país a causa de su
orientación sexual. La cantidad exacta es difícil de establecer, en la medida en que pueden
preferir esconder los motivos de su partida por motivos de seguridad.
El estado de guerra permanente obligó a los hombres a ajustarse a una norma de virilidad
marcial, que reforzó aun más los vínculos privilegiados que tradicionalmente mantienen los
hombres en las sociedades del Cáucaso, donde la homosexualidad es inconcebible. Dos
guerras y la persistencia de una resistencia clandestina en las montañas han favorecido una
proximidad entre hombres en las unidades de combate: vivida al modo romántico de la
amistad masculina, a veces puede conducir a prácticas homosexuales inconfesables.
Resultado: se profundizó el abismo entre las prácticas y las representaciones de la
sexualidad que se hicieron más rígidas en los años 1990.

Estigmatización estatal
Chechenia, como el resto de Rusia, es heredera de una larga tradición soviética de negación
de la homosexualidad. Después del paréntesis bolchevique, durante el cual fue
despenalizada (1917-1933), en 1934 Josef Stalin reintrodujo en el Código Penal un artículo
de represión de la sodomía que establecía hasta cinco años en un campo en caso de
infracción. Aunque todavía no se conocen todas las estadísticas para el período 1934-1993,
hay para los años 1970 un promedio de 1.254 condenados por año.
Los discursos de odio, como el que sostenía en 1934 el pope de la literatura soviética,
Máximo Gorki −“Exterminen a los homosexuales y desaparecerá el fascismo”−, eran más
bien raros en la URSS. El poder temía la publicidad, incluso negativa, de la
homosexualidad, prefiriendo en cambio discretas campañas profilácticas: médicos y
policías podían trabajar en conjunto para luchar contra las enfermedades de transmisión
sexual o ejercer la internación en un hospital psiquiátrico con motivos de orientación sexual
“desviada” (2). Hubo que esperar hasta 1999, es decir seis años después de la
despenalización, para que la homosexualidad ya no sea considerada una enfermedad por el
Ministerio de Salud ruso.
A gran distancia de una tradición reivindicativa, muchos chechenos acosados por las
persecuciones reproducen esta visión patologizante del deseo homosexual, que se vive,
como durante el período soviético, en la clandestinidad y el miedo a la delación, incluso por
parte de los mismos partenaires.
Invitado a expresarse en distintos medios rusos, el ministro de Información afirmó que,
“genéticamente”, era “imposible” que hubiera chechenos homosexuales, al contrario de los
europeos, culpables de indulgencia hacia esos “degenerados” (3). Alternativamente negado
y desacreditado, el homosexual pasa por traidor a la nación chechena, que se “regenera”
luego de dos guerras. Esta homofobia explícita y virulenta es reivindicada en programas
políticos que inspiran los nacionalistas tanto chechenos como rusos, sobre un fondo de
retórica antioccidental: Vitali Milonov, el diputado de la iniciativa de la primera ley
antihomosexuales en San Petersburgo, presentó a la república caucasiana como un modelo
a seguir en materia de lucha contra la homosexualidad… asimilando a esta última con el
“fascismo”, en una explícita imitación de Gorki (4).

1. Elena Milachina, “En Chechenia se llevan a cabo trabajos profilácticos” (en ruso),
Novaia Gazeta, 24-4-2017.
2. Arthur Clech, “Between the labour camp and the clinic: Tema or the shared forms of late
Soviet homosexual subjectivities”, en Richard Mole (director): “Soviet and Post-Soviet
sexualities”, Slavic Review, Urbana, Illinois, mayo de 2018; Dan Healey, Russian
Homophobia: From Stalin to Sochi, Bloomsbury Academic, Nueva York, 2017.
3. Véanse las entrevistas a Dzambulat Umarov, ministro de Información de Chechenia,
concedidas a Ecos de Moscú y RBK el 6-6-2017.
4. Entrevista a Vitali Milonov por Ksenia Sobtchak en el canal privado Dozhd el 13-4-
2017.

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