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Amigos del alma Elvira Lindo ‘wstaciones 4 Emilio Urberuaga No puede haber dos amigos mejores que Lulai y Arturo, van jun- tos a la escuela, se sientan juntos, juegan juntos en el patio y alos dos les entran juntos ganas de hacer pis. Tan amigos son que un dia decidie- ron casarse. Les cas6 Adriin Carro, que dijo que sabia casar, porque su padre era concejal y ya habia casado a un montén de gente. Y si que es verdad que Adrién Carro sabia casar porque lo hizo mejor que cualquier cura y cualquier alcalde, con unas frases tan\bien dichas que parecia que se habia pasado’ la casando ala gente. | —Arturo, a Lulai por siempre y por jamds en el calor y en el frfo, en enero y en agosto y hasta que después de la Resurrecci6n? Y los invitados que eran Pedri- to Gémez, Carbajo'y Paula exclama- ron impresionados: —jOoohhhhhht Era:un jOh! de admiracién, co- mo diciendo: «Qué bien habla este curaby. Y Arturo contesté: —Si, si, pero jle puedo dar ya el beso a la novia, que tengo mucha prisa? su bendicién a los novios, antes de 2 we ilusién de besara su novia es muy dificil volver a clase simplemente con que dra- de este dia veces mas y Arturo siempre inter ba que la ceremonia oer egar al beso, que era lo que a Gi de verdad mas le importaba. A Lulai le gustaba, pero nd tanto como a Arturo, porque si fuera por Artu- ro hubieran estado todo el santo dia " ddndose besos y abrazos. Hasta la sefiorita Amparo tenia que intervenir algunas veces porque, por ejemplo, habia veces que Lulai estaba inten- tando hacer su trabajo de plastica, colorear los patos sin salirse de las i- neas, y de pronto, como si fuera un 13 huracén y sin venir a cuento, Arturo daba un abrazo y le agarraba la con las manos para darle varios 6 —Arturo, Arturo, déjala que je, no seas pesado. —Si es que nos hemos casado el recreo. —Me parece muy bien, pero la atosigues. —n rato sf y un rato no —de- Lulai mientras pintaba—, yo me un rato sfy un rato no. Arturo sufrfa un poco cuando i decla esas cosas, pero luego se le pasaba, cuando salfan de la escue- lay Lulai se despedia diciéndole: «Eres mi gran amigo». Arturo querfa ntonces darle un beso antes de que Lulai se marchara de la mano de ~_ 14 su madre, pero ella a lo mejor le de- cia ahora no, mafiana en el patio. No es que Lulai quisiera hacerle sufrir, es que, sencillamente, no le gustaban ‘tanto los besos como a su amigo del alma. Pero, desde luego, no habia en toda la clase, en toda la escuela, mejores amigos que la nia Lulai y el nifio Arturo. Arturo estaba perdida- mente enamorado de ella, escribia su nombre en todas partes, en los rin- cones de la habitacién donde no pu- dicra verlo su madre, y en su brazo y ena barriga y en la escalera de su casa. A Lulai le gustaba dejarse querer Pero un dia el nifio Arturo su- frid mas que nunca, porque Lulai se sarse siempre dijo 1s —Ahora que haga Arturo de y.yo me caso con Adrian, 0 con tro, me da igual. A Arturo le costé mucho que le llenaran los ojos de légrimas invitado. fast qu fue a Carbajo a quien casar a la nueva pareja. Car- 0. quiso hacer de cura, é! dijo que casarlos antes de que se era el barco y se murieran 6, porque segtin Carbajo es infi- nte mejor casarse antes de ~~ {Por qué? —dijeron a coro —Porque después de morirte ya no te puedes casar Aaaaahhhh —dijeron los in- vitados, asombrados por la sabidur del capitan Carbajo. Entre las muchas virtudes del capitan Carbajo no estaba el don de la palabra, asi que la ceremonia fue bastante répida. Mas o menos ast —jLa quieres a ésta? —pre- gunts el capitan Carbajo al novio mientras sefialaba con un dedo a la novia. —Esté bien —dijo el novio. —£std bien, no: tienes que decir «si © «NOY. *, Sf, —Pos ya esta, uno listo. Ahora, tu —el capitén Carbajo preguntaba ahora a Lulai—. ¢Quieres a éste? —Bueno —dijo la novia, con un tono que parecfa que estaba di- ciendo: «Si no hay mds remedion. La novia no estaba loca de amor, pero el caso es que dijo que «Bueno», y mientras los invitados ti- raban la tradicional tierra sobre las cabezas de los novios, Arturo se fue solo y lloroso a la clase mucho antes 19 - que sonara la campana, porque €s.otra, como la boda habia sido répida, a Adridn Carro le habia tiempo a darle un beso a Lulai io de pensar en ese beso a Ar- le entraba una melancolia tan ande que hubiera deseado estar en su habitacién, en su cama, para darse dormido y olvidarse: aquello. Lulai se dio cuenta de que su n amigo estaba medio triste, io enfadado, porque no la inte- impié en ningtin momento en para darle los abrazos de todos los dias. Tampoco quiso estar de pa- reja con ella cuando hicieron el puzzle del cuerpo humano ni quiso ‘ser su pareja en las adivinanzas. Lulai ‘se cansé de que su amigo no le hablara, y pensé algo asf como: «Bueno, no me habias? Y a mi qué me importa». No has visto nunca a un nifio deprimido? Ese era el pe- quefio Arturo cuando llegs a casa y sin decir nada ni quitarse la mochila de la espalda se quedé dormido en el sofa y luego no quiso casi ni cenar 2 23 A\ dia siguiente en ‘el patio los porque Carbajo no habia teni- 0 oa ningun éxito, Los invitados, los en los patios, a siempre, Paula, Jatima, Olivia y ocurre de pronto el més que se habfan apuntado nto del mundo y sin pronto. La novia, la de siempre, qué los nifios juegan a él lai, porque se habia pedido ser la _ hasta que un buen dia deciden jia por un mes, y el novio, Pedrito lo. ez. Arturo sabia que el juego de Lo que més le dolia a Arturo las bodas era bastante tonto, y lo que el novio fuera Pedrito Gé- peor es que se le habja ocurrido a , porque Pedrito Gémez era de él sdlo para poder casarse con Lulai. tipo de nifios que le gustan a to- En qué hora habria tenido semejan- las madres del mundo. Incluso la te ocurrencia, porque ahora se le decia a veces: encontraba sentado en el suelo —7Y por qué no invitas una haciendo dibujos absurdos con un je a Pedrito Gémez que es un ni- palo en la tierra y mirando de reojo tan simpatico? y con rencor a los otros nifios que A Pedrito Gémez lc queria to- se preparaban para la ceremonia. jo el mundo. Lo querfan las ma- Hoy volvfa a ser Adrian Carro el . lo queria la sefiorita Amparo. 24 lo querfa Lulai, y lo que era peor, in- cluso lo queria él, aunque le diera cien patadas queria a Pedrito G6- mez, porque era bueno, dejaba los lapices siempre y las bromas que hacia tenfan siempre bastante gra- cia. Tienen que ponerse en el lugar de Arturo: Pedrito Gomez el estu- pendo, se iba a casar con Lulai. Era terrible. ‘Arturo siguié sentado en el suelo haciendo como que dibujaba en la tierra pero atento a la cere- mania. El novio dijo que sf, la novia di- jo que también, se dieron el beso de rigor y entonces los invitados echa- ron la tierra sobre la espalda de los novios. Fue en ese momento cuan- do Arturo se levants y sin saber por 25 “qué, sin poder controlarse, le tind la tierra a Pedrito Gémez en la cara. Pobre Pedrito Gomez, se que- sin saber qué hacer, menos mal 1¢ llevaba anteojos y no se le me- é la tierra en los ojos. Los invitados miraron a Arturo gran amor, la que tomé cartas en asunto, y abriéndose paso entre vitados fue hasta Arturo y le .g6 un empujén tan grande que lo 3 para atras. Arturo se levanté y la gard del pelo y, asf enganchados el uno al otro, con la furia que de pronto tienen los nifios de seis afios, mpezaron a insultarse con esa ra- ja inaudita que a veces tenemos -on las personas que mds quere- mos, con nuestros mejores amigos. Los otros nifios avisaron a la _- Ahora era Lulai la que se habia sefiorita Amparo, y ella lego, los quedado muy seria. Hacfa mucho separé y los tuvo separados hasta jempo que su madre no la vefa tan que las clases acabaron. seria 28 legio? —le preguntaba. —Nada, que me he pegado un poco con Arturo, pero nada més. Aunque su madre, adivina co- mo casi todas las madres, sabia que habia algo que a la nifia Lulai le haba partido el corazén. No quiso preguntarle demasia- do por no atosigarla y cuando llega~ ron a casa vio cémo la nifia se metia en el cuarto de bajio y se quedaba dentro durante mas de media hora. {Qué hacia Lulai en el bafio tanto tiempo? Habja colocado un piso delan- te del espejo y se habia subido para verse bien. Pero eso no le bastaba, queria verse la cara cerca, muy cerca, y se metid ahora dentro del 2 io. Es muy raro pelearse tanto | un amigo, pero no con un ami- ualquiera, con el mejor. Pero raro todavia es que tu mejor 0 te recuerde algo que a tino ista recordar, algo que te pone una de esas cosas en las que no piensa y parece que estén lejos y que de pronto, cuando te las recuerda, te yuelven.a como si acabaran de suceder:" Entre todos los insultos que se lanzado el uno al otro, a Ar- se le habia escapado el mds de todos los insultos del mun- . Después de que Lulai le dijera ya no iba a ser su novia nunca Arturo le dijo a Lulai que por Como si se iba a China y no vol- nunca Lulai lo recuerda, se acerca un poco més al espejo y de sus ojillos | pequefios e inclinados caen algunas lagrimas. Lulai casi nunca se acuerda de China. Ni tan siquiera la mufieca que tiene en su cuarto, una mufie- €@ que mami le regalé y que va ves- tida con un kimono, le hace pensar en China. Tampoco se acuerda muy bien del dia en que llegs a esta casa, al —$ 32 a su casa. Sabe, porque se lo ha con- tado su madre, y también su padre, que no salid de la barriga de mama, como todos los nifios de su clase, sabe que no estuvo aqui desde el primer momento, pero nunca habla de eso, y los nifios nunca se lo pre- guntan porque la conocen desde que empez6 a ira la clase. Sdlo cuando viene alguno nuevo y le dice: «Yt por qué eres china si tu ma- dre no es china?», sdlo entonces Lu- lai contesta una respuesta que le en- sefid papd para estos casos: «Porque mis padres hicieron un viaje muy lar~ go hasta alli para buscarmes. Hace tiempo que los recuer- dos més antiguos de su pequefia vida no volvian a su cabeza, pero ahora, sin poder evitarlo, se acuerda del er dia en que vio a sus padres. parecieron raros, casi de otro ‘a: con las narices muy gran- , con los ojos saltones. Nunca fa visto una mujer con el pelo otro color que no fuera negro, que el pelo de color claro de 4 le parecié horrible, y tam- le parecié horrible aquel hom- que tenfa pelos en la cara. Se lerda ahora, como si todo vol- ‘a a pasar y ella no pudiera bo- irlo de la mente, de que lloré iucho, de que grits, llord todo el durante aquel viaje tan largo aquellos seres extrafios que le laban aunque ella no entendie- nada de lo que le decian, y que ‘besaban aunque ella se tapara la ra. 36 que su madre le parece la madre més linda del mundo. No es porque lo piense ella, es que es asi, es la mas linda. Lulai se mira al espejo y abre mucho los ojos. Le gustaria tenerlos grandes, le gustaria tenerlos rectos, le gustarfa parecerse a ella. Ahora es Lulai la que se siente rara en medio de todo el mundo. La madre de Lulai llama a la —jQué haces, carifio? —Nada, ahora salgo. —{Te pasa algo? —Nooo —pero le sale un «no» bastante triste. La madre de Lulai entra en el cuarto de bajo y la ve allf, tan me- nuda, tan pequefia que casi podria —{Qué le pasa a mi nifia? Y sin esperar una respuesta, la 4 toma en brazos a la nifia y la al salon. La tiene abrazada duran- in buen rato, sin decir nada, dan- besos en el pelo y a Lulai se le algunas légrimas silenciosas. Lulai Violeta le dice la ma- ntras la besa—. Qué suerte r dos nombres, no todo el mun- puede presumir de tener dos {76 cual prefieres? —Violeta —contesta la nina bajito. —Pero cuando te llamo Viole- no respondes. —Porque se me olvida. Lulai me gusta. 38 —A mf si. A mime gusta que tengas tu nombre antiguo y tu nom- bre nuevo. Casi todas las madres son adivinas, esta claro, porque Lulai em- pieza'a sospechar que mamd se ha dado cuenta de cual es el motivo de tanta tristeza. —jAlguien te insult en la es- cuela, alguien te ha dicho algo que no te ha gustado? —Si, pero no me importa. —1Qué te dijo? —No me acuerdo. —Bueno, si alguna vez te acuerdas, me lo dices. El padre de Lulai llega a las nue- ve, como todas las noches. Mientras ella est bafidndose sus padres ha- blan mientras preparan la cena. No Después de cenar papé la lleva ‘azos a la habitacidn, con un brazo porque Lulai pesa me- que una pluma. Allen la cama jenta el cuento de los tres cer- s, y le dice: «Hasta mafiana, razén». Todas las noches Lulai ige a su padre porque su padre ca se acuerda del cuento a la cidn, como a ella le gusta que yuenten los cuentos, sin cambiar una palabra, todas,las noches le insiste para que le cuente otros dos —Ya te he dicho muchas veces més, pero esta noche la nifia ni co- lo que mas me gusta de esta carita rrige ni pide més. tan linda, jte lo he dicho 0 no te lo El padre de Lulai le da dés be- he dicho? sos: uno en cada uno de sus ojos. Lulai dice que si'con la cabeza 42 —Nada en el mundo es mds bonito que los ojos de mi nifia. Si al- guien te dice algo alguna vez que no te guste, si alguien te insulta, promé- teme que te vas a acordar de esto que te dice papa. ;Me lo prometes? ¢ Lulai dice que si con la cabeza. Entonces su papa apaga la luz y en- ciende una pequefia ampolleta que hay en el enchufe para que ala nifia no le dé miedo tanta oscuri- dad. Ella sabe que antes de que se haya quedado dormida del todo entrara su madre a darle el ultimo beso del dia. Lulai siente ahora una extrafia felicidad. Es extrafia porque sigue un poco triste por todo lo que pasé en el patio, pero se le cierran Ids ojos oyendo a sus padres hablar en el 43 de al lado. No sabe de lo que |, ero sus voces parece que la an, que la ayudan:a entrar en el A la mafiana siguiente se en- ntra mucho mas alegre™Toma minas, bebe'el vaso de leche el fondo y da un beso de des= ida a todos sus mufiecos antes marcharse. Pero cuando empie- n a bajar las escaleras, piensa que ro. no estard esperdndola en el al. Esté bastante enfadada con pero la idea de ir todos los dias con su madre al colegio no le » Cuando ve a Arturo-y a su ma- @esperando en el banco de la‘ca- el corazén se le pone en’la gar sta. No sabe qué hacer,’si pasar “4 de largo o decir «hola». Menos mal que no le da tiempo a decidirlo por- que la madre de Arturo dice: —Creo que Arturo tiene algo muy importante que decirte, Lulai. Arturo mira al suelo muy serio. —jQué querias decirle, Artu- ro? —Que me tiene que perdonar —dice sin dejar de mirar al suelo. —No —dice su madre—, que te tiene que perdonar, no, que le pi- des que te perdone. —Eso —dice Arturo. —Bueno, pues diselo. _—Que te tengo que decir que te pida... —se ha enredado con la frase—, no, que te pido que... me perdones. iY qué mas? ciliacidn, pero por dentro son tre- 45 —Que no te volveré a insultar —Dile algo —dice la madre de . {Le perdonas? -Lulai dice que sf con la cabeza indo a cualquier sitio"Menos a ojos de su amigo. —Pero ella me empujé —dice —Pero fue sin darme cuenta ¢ Lulai, mintiendo un poco. —Ah, bueno —dice Arturo. Y los dos nifios echan a andar inte de sus madres. No se dicen andan silenciosos mirando al 0, rumiando cada uno la recon- ndamente felices. Si alguien pu- jiera leerles el pensamiento y el én en estos momentos, sabria a6 que no puede haber dos amigos mejores que Lulai y Arturo.

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