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Misión:
La Aljaba, segunda época. Revista de Estudios de la Mujer, es una publicación anual editada
por las Universidades de La Pampa, Luján y Comahue, cuyo fin es contribuir al conocimiento
de los Estudios de la Mujer, mediante la publicación de trabajos de investigación, ensayos
de reflexión, artículos de divulgación y estudios aplicados. Los trabajos se distinguen por su
calidad, claridad y cientificidad, todos ellos escritos y avalados por autoras/es nacionales y ex-
tranjeros que dan a conocer el estado y las nuevas tendencias de la problemática de la mujer y
del género. Esta revista está destinada al público lector interesado por las contribuciones que
los Estudios de la Mujer y el enfoque de género aportan al desarrollo científico de las diversas
áreas del conocimiento.
Intercambios y pedidos:
Responsable de la edición:
Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer
Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de La Pampa
Coronel Gil 353. 3er. Piso, oficina 306
Tel.: 54-2954-451663
Email: institutodelamujer@humanas.unlpam.edu.ar
Presidente: Ana María T. Rodríguez Rector: Ing. Agr. Osvaldo Pedro Arizio
Director de Editorial: Rodolfo Rodríguez Vicerrector: Ing. Agr. María Cristina Serafini
Consejo Editor de EdUNLPam: Pedro Moli- Departamento de Ciencias Sociales
nero, María Ester Folco, María Silvia Di Liscia, Director Decano: Prof. Omar Horacio Gejo
Estela Torroba, Liliana Campagno, Celia Ra- Vicedirectora Decana: Lic. Amalia E. Testa
botnikof, Alicia Sáenz, Edith Alvarellos, Yamila
Magiorano, Paula Laguarda, Marisa Elizalde,
Ricardo Tosso, Mónica Boeris, Rubén Pizarro,
Jorge Olivares, Griselda Cistac, Raúl Álvarez
Índice / Summary
Nélida Bonaccorsi
Mujeres, violencia estatal y Derechos Humanos: a 40 años del golpe
cívico-militar en Argentina 15
Women, state violence and Human Rights: a 40-year civil-military coup
in Argentina
Artículos
Dora Barrancos
Feminismos entre la paz y la guerra 19
Feminisms between peace and war
Graciela Di Marco
Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la in-
clusión plena de las mujeres en las teorías y prácticas democráticas.
Un estudio comparativo de las transiciones en América Latina y el norte
de África desde una perspectiva sur - sur 35
And challenges surrounding the full inclusion of women in democratic
theories and practices. A comparative study of the transitions in Latin
America and the north of Africa from a perspective south - south
Carolina Folmer
El impacto del abolicionismo y/o reglamentarismo en la vida cotidiana
de mujeres en situación de prostitución. Santa Rosa La Pampa, año
2015 105
The impact of abolitionism and/or reglamentarism in the daily life of wom-
en in prostitution. Santa Rosa La Pampa, 2015.
Graciela Hernández
Pliegues y repliegues del género y la memoria. La poligamia en un tra-
bajo de historia oral con mujeres, en espacios de alfabetización de adul-
tos/as. Bahía Blanca (1995-2013) 145
Folds and creases of genre and memory. Polygamy in an oral history work
carried out with women in adults’ literacy courses. Bahía Blanca (1995-
2013)
Jesús Jaramillo
“Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en es-
pacios urbanos 167
“Walk all day”: constructions of gender of children and girls in urban spaces
Brisa Varela
Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios esco-
lares: entre la vigilancia y la displicencia 223
Geography gender and body discourses in school microspace: between mo-
nitoring and nonchalance
Actividades Académicas
Damian A. Cipolla
Vélez Sainz Julio, “De amor, de honor e de donas”. Mujer e ideales cor-
teses en la Castilla de Juan II (1406-1454) 265
Marta Urtasun
Anamaría Mayol, (2015). En los gestos de la noche 279
PRESENTACIÓN Y DESPEDIDA
E
n esos años nefastos mujeres y varones fueron encarcelados, torturados,
asesinados, perdiendo el derecho a la libertad de expresión y actuación.
Quienes fueron a las cárceles se les negó el “habeas corpus”, el juicio y de-
fensa. Y por el hecho de ser “mujer” ellas sufrieron vejámenes, violaciones,
violencia psicológica, secuestros de sus hijos, entre otras aberraciones. Es necesario
vincular la problemática de la violencia contra las mujeres por una cuestión de género.
Situación que se desprende acerca de la concepción moralizadora de mujer-ma-
dre-cuidadora…que las presas transgredieron. Los militares argentinos sostenían
esas ideas sexistas y violentaron los cuerpos a esas mujeres “subversivas” como me-
canismo perverso del ejercicio de poder. Si, ellas querían subvertir, transformar ese
modelo cultural y social que oprimía a los argentinos y a las mujeres en particular.
Los testimonios de las que sobrevivieron, hacinadas en cárceles, y en especial la
de Villa Devoto, narran en el libro Nosotras, presas políticas, 1974-19831 con ira,
indignación tanta humillación recibida por esos seres “inhumanos”. Pero también
exaltan la sororidad, empatía entre las presas de todas las edades, de distintas partes
del país y con miradas políticas diferentes, con la esperanza constante de la libertad
y justicia.
La militancia de las mujeres por los derechos de igualdad y equidad no se inicia
en los años 60-70. La historia registra testimonios de mujeres que lucharon por los
derechos al trabajo asalariado, las sufragistas por voto femenino y ser elegidas en
puestos políticos. Además, mujeres pioneras en vindicar los derechos humanos para
las mujeres como Juana Manso, Julieta Lanteri, Alicia Moreau, Eva Perón y tantas
otras. Algunas con la palabra, otras con reflexiones escritas, o con denuncias con-
cretas dejaron testimonios de sus voces levantadas a la injusticia de ser consideras
inferiores, subordinadas. A lo largo de la historia comprobamos que muchas fueron
perseguidas, presas, ridiculizadas en una sociedad patriarcal dictaminadora sobre
las mujeres que deben estar en el espacio doméstico, procreando y en los oficios de
mantenimiento y cuidados de los otros miembros de la familia.
Si bien los Derechos Humanos fueron vulnerados en la época dictatorial no quie-
re decir que con la redemocracia todos los derechos fueron garantizados. Las mujeres
seguimos sufriendo inequidad, discriminación, maltrato…femicidios, cada vez más
nombrados en su verdadera significación. Leyes y más leyes se proponen para defen-
der a las mujeres para vivir en una sociedad igualitaria. Pero, esas leyes quedan en
la escritura, pocas son cumplidas. Entonces los colectivos de mujeres crean políticas
públicas, estrategias para garantizar la igualdad de oportunidades y trato para poder
vivir en una sociedad más justa que respete los derechos humanos en los hechos.
En el abordaje de la violencia contra las mujeres se debe tener en cuenta el respe-
to de la dignidad, autonomía e inviolabilidad como cuestión de derechos humanos.
Las mujeres sensibilizadas con estos principios se transforman en ciudadanas activas
capaces de dirigir sus propios destinos libres de violencia. Sin embargo, es un largo
camino al que no todas pueden acceder. La falta de una justicia convencida de apli-
car las leyes, falta de políticas claras y eficientes, lugares de contención hacen que las
más vulnerables no puedan revertir su situación.
Los estereotipos que las culturas fueron tejiendo se imponen y si bien hay una
resistencia mundial con el protagonismo de muchos varones, aún perduran en men-
talidades conservadoras-sexistas esos modelos de inferiorizar al otro/a como objeto
y no sujeto pensante.
Para que “el nunca más” sea efectivo es indispensable rescatar la memoria de las
luchas de mujeres y varones contra la injusticia social, y replantearse los valores de
una sociedad defensora de la libertad, la equidad y los Derechos Humanos.
Nélida Bonaccorsi
Centro Interdisciplinario de Estudios de Género,
Universidad Nacional del Comahue
Artículos
Dora Barrancos
(UBA/UNQ/CONICET)
Resumen
El trabajo examina las posiciones tomadas por las feministas europeas
durante la Primera Guerra Mundial, circunstancia que dividió aguas en-
tre las pacifistas y las belicistas. Las mujeres a favor de la paz realizaron
en 1915 el Congreso Internacional de la Haya que solicitó el inmediato
fin de la contienda. También se reunieron en Berna, Suiza, las pacifistas
de la social democracia, en oposición a sus compañeros varones, que
votaron los créditos de guerra en donde eran representantes. La guerra
fracturó al feminismo que sólo pudo recomponerse a propósito de la
demanda de derechos después de 1918. El trabajo analiza también el
pensamiento de Virginia Woolf contra la guerra en Tres guineas, obra
en la que responsabiliza al patriarcado pero señala la connivencia que
suelen poner en evidencia las propias mujeres.
Abstract
The paper examines the positions taken by European feminists during
World War I, a fact which divided waters between the pacifists and war-
mongers. Pacifists women held the International Congress of The Ha-
gue in 1915 that requested the immediate end of the war. The pacifist
women of social democracy also met in Bern, Switzerland as opposed to
their male peers, who voted for war credits. The war broke feminism that
could only compose herself about demand rights after 1918. The paper
also analyzes the thought of Virginia Woolf against the war in her book
1 Este texto forma parte de la conferencia brindada por la autora en el XVII Congreso Colombiano de Historia,
bajo el lema “La paz en perspectiva histórica”, Bogotá, 5-7 de octubre de 2015, organizado por la Academia
Colombiana de Historia y la Asociación Colombiana de Historiadores.
“Three Guineas”. She blames the patriarchy by wars, but she says that
wars can be sustained with the cooperation of women.
E
n abril de 2015 se cumplió el centenario del Congreso Internacional por
la Paz que reunió a cientos de mujeres en La Haya para reclamar el fin de
la contienda, y también en 2015 se cumplieron cien años de la reunión
contra la guerra que hicieron las mujeres socialistas en Berna, a contrapelo
de muchos compañeros de la social democracia que no estaban de acuerdo con este
encuentro. Me propongo revisitar las dramáticas circunstancias de la guerra y sus re-
percusiones en las filas feministas, los enfrentamientos habidos entre sus adherentes,
los disensos profundos que separaron a las militantes, con el propósito principal de
disuadir cualquier construcción representacional destinada a consagrar el pacifis-
mo inmanente de la condición femenina. Aunque la crítica feminista ha sido muy
incisiva respecto a desarraigar completamente el “ideal femenino” cimentado en la
perspectiva de las conductas morigeradoras de los conflictos, se encuentran voces
que han inclinado la balanza de los valores éticos del cuidado como inherentes a
las mujeres (Gilligan, 1985), y en el campo historiográfico no faltan abordajes que
proponen la predisposición conciliatoria de los grupos femeninos (Aguado, 1999).
El feminismo, surgido a mediados del XIX, había forjado un camino tan interna-
cionalista como el de las nacientes organizaciones del proletariado, de modo que los
aprestos bélicos -que ya se insinuaban en las últimas décadas de ese siglo-, motivaron
manifestaciones pacifistas por parte de no pocas militantes. Se ha sostenido que la
primera agrupación de mujeres por la paz surgió en Ginebra en 1868 (Ubric Raba-
neda y Martínez Martínez, 2015:192) y piénsese en el difundido alegato de Bertha
von Suttner con su célebre Abajo las armas! de 1889. Los congresos feministas de
inicios del XX a veces plantearon la necesidad de hacer votos por la paz, y parecía ha-
ber existido una sensibilidad común de las diversas cuencas feministas acerca de esta
posición, en verdad una noción más atribuida que propiamente constatada en las
manifestaciones de la época. Resultaba un “dato natural”, y por lo tanto indubitable,
que las mujeres se opusieran a las guerras porque estaba en su irrenunciable “natura-
leza maternal”, y puede recorrerse la miríada de ensayos aparecidos sobre esta condi-
ción cardinal femenina, comenzando por la que subrayó el propio feminismo de la
época. Como escribía una destacada militante feminista pacifista, Crystal Eastman a
otra igualmente destacada feminista, Jane Addams – que en 1931 recibiera el Premio
Nobel de la Paz, compartido con Nicholas Murray Butler:
As mothers or potential mothers, women have a more intimate sense of the value of hu-
man life (…) therefore (…) there can be more meaning and passion in the determination
of a women’s organization to end war than in an organization of men and women with the
same aim” (Gordon, 1990:624).
De las mujeres podría decirse que viven en cierto sentido más, que deben tener una vida
más concentrada y disponible que los hombres porque han de proveer con ella también al
hijo (…) Se trata para ella (…), no de una oposición entre proceso y resultado o idea, sino
de la vida, en un sentido tan unitario que no se disgrega en proceso y resultado” (Simmel,
1999:94-95)
Nuestro autor pensaba que las mujeres “representaban el fondo de las cosas”, y
no vacilaba en sostener
Era el diferencial del “sentido materno” lo que confería a las mujeres la “unidad
de la existencia”, circunstancia que las hacía menos “históricas”, esto es, menos pro-
clives a los cambios epocales que los varones. Eran las depositarias por lo tanto del
sentido de lo absoluto, y por esa circunstancia revelaban una axiología que se sustraía
al paso del tiempo pues la sustancia valorativa era trans-temporal. Las consecuencias
acerca del deber de conservación de la paz que les competía resultan bien imagina-
bles. Y aunque hubo un notable cambio de agenda entre la “primera ola” feminista
y la iniciada a mediados del siglo pasado, ya que medió una alteración completa del
antiguo esencialismo ontológico conferido a las mujeres, tal como señaló Linda
“The connection between women and peace is ancient; peace is often symbolized as the
mother, the preserver of life, the angel in the house” (Forcey, 1991:332).
Pero cuando estalló la guerra en 1914, ambas mujeres coincidieron. Parecía in-
audito que Emmeline, que siempre había contestado al orden patriarcal inglés y
protestado contra sus formas represivas, y que había adherido al naciente Partido
Laborista, ahora se pusiera a favor de los impulsos nacionales bélicos. Millicent, que
compartía los valores liberales y decididamente maternalistas, no dudó en defender
el derecho británico a la contienda. En la vereda de enfrente se situaron las voces
de pacifistas como Mary Sheepshanks, que no vacilaba en decir que la guerra era
“una completa auto inmolación”, una “masacre devastadora” (Offen, 2000:258), y
de Mary Sargent Florence quien escribió un texto emblemático con Charles Ogden
–un amigo de la causa de la liberación femenina – Militarism versus Feminism: An
Enquiry and a Policy Demonstrating that Militarism involves the Subjection of Women,
en 1915. Para los autores, el feminismo debía ser pacifista, no cabía otra postura.
No obstante, y tal como ocurría con Panckhurst y Garret Fawcett, no faltaban las
militantes que apoyaban a sus países en la decisión de la Primera Guerra, tal lo que
ocurría con las líderes de la BDF – la Federación de Asociaciones de Mujeres Alema-
nas – que pedían que las mujeres secundaran a Alemania en la contienda. Una si-
tuación particular se vivió en Francia donde la mayoría de las feministas renunciaron
a su discurso internacionalista y adoptaron una “retórica nacionalista y patriótica
en el marco de una cultura de guerra”2. Algunas figuras fueron emblemáticas como
Marguerite Durand, Cécile Brunschvicg y Jane Misme quien el 19 de diciembre
de 1914, declaró: “Mientras dure la guerra, la mujer del enemigo será también el
enemigo” (Albistur y Armogathe, 1977:370). Las feministas francesas de la UFSF
(Unión francesa para el Sufragio de las Mujeres) y del CNFF (Comité Nacional de
Mujeres francesas) consideraban la guerra como una “causa sagrada” en contra de “la
barbarie y del militarismo prusiano”. Llamaban a sus compatriotas a ser “sembrado-
ras de valentía” y a “no debilitar el sentido del deber”3.
Como puede observarse, aunque algunas feministas parecieron converger con
sentimientos y proclamas antibélicas, fracciones importantes, o mejor dicho, las re-
presentantes destacadas de dichas fracciones, tomaron la posición nacionalista de
justificar la guerra y no cambiaron de idea aun cuando los enfrentamientos incre-
mentaron su brutalidad, ocasionando la muerte de miles y miles de jóvenes. De
modo que cuando las feministas pacifistas decidieron reunirse en La Haya, ni la ai-
rada Emmeline ni la más contenida Millicent, estuvieron presentes. Hubo notables
dificultades para cruzar el Canal de la Mancha ya que las autoridades había prohi-
bido la asistencia a la Conferencia – no se otorgaban pasaportes - y se establecieron
2 www.conesud.com/.../El_feminismo_en_Francia_durante_la_Pr0imera Guerra
3 www.conesud.com/.../El_feminismo_en_Francia_durante_la_Primera Guerra
severos controles para impedir los traslados. Esta circunstancia explica que aunque
las inscriptas inglesas llegaron a cerca de doscientas, sólo un muy escaso número
acudió a la Conferencia. No obstante, Inglaterra estuvo entre los países aliados que
menor severidad tuvo en la expedición de pasaportes. Entre las representantes de
Gran Bretaña se destacaron la matemática escocesa Crystal Macmillan – la primera
mujer a egresar de la Universidad de Edimburgo, y debe subrayarse la rara especia-
lidad para una mujer en el periodo –, y Kathleen D’Olier Courtney (Liddington,
1991: 96), ambas militantes de la NWSS. Pareciera que el número de pacifistas fue
mayor en este grupo, y que hubo mayor concentración de militantes contra la guerra
en Gales y Escocia.
Pero no sólo las inglesas tuvieron dificultades para asistir a La Haya, ya que en
todas las fronteras europeas – y en algunas con más saña que en Gran Bretaña- hubo
impedimentos, pero finalmente más de mil quinientas mujeres arribaron a los Países
Bajos para reclamar por la paz. Un párrafo aparte merecen Jane Addams – quien
había fundado el Partido de Mujeres por la Paz en EEUU y que fue electa Presidenta
del Congreso -, la holandesa Aletta Jacobs, la germana Anita Augspurg, la belga
Eugénie Hamer, la húngara Rosita Schwimmer. Las francesas pacifistas no pudieron
llegar a La Haya debido a que no pudieron obtener sus visas. Aletta Jacobs sostuvo
en la inauguración:
Se ha afirmado (…) que deberíamos haber limitado nuestro programa a una mera protesta
contra la guerra y que la reclamación del voto para las mujeres estaban fuera de lugar en el
programa de una conferencia de paz. Sin embargo, las que hemos convocado este congreso
nunca lo hemos llamado un Congreso de paz sino un Congreso Internacional de mujeres
reunidas para protestar contra la guerra y para sugerir pasos que pueden conducir a que la
guerra sea imposible.”4
4 www.seipaz.org/documentos/2014WILPF.pdf
Mujeres socialistas de todos los países, en unión inseparable con la Internacional Socialista,
combatan contra la guerra. La guerra moderna significa destrucción masiva y matanza
masiva. Pero la guerra sólo es la extensión de la matanza masiva que el capitalismo desata
cada hora de cada día contra los proletarios. Año tras año, cientos de miles de víctimas
caen en el campo de batalla laboral de las naciones capitalistas desarrolladas, muchas más
que en cualquier guerra. Entre esas víctimas, las mujeres son un número cada vez mayor.
La guerra es sólo la explotación masiva más alocada por medio del capitalismo. Son los
5 Fue notable su alegato a favor de la paz, al momento de ejercer la defensa. Fue condenado a muerte pero
luego se modificó la pena y finalmente fue liberado por la revolución de 1918. En el juicio dijo: “Ahora vemos
en esta guerra que el movimiento obrero se ha desviado de este viejo principio y que los socialdemócratas han
adoptado el modo imperialista de pensamiento, y estamos defendiendo un programa en el que no defienden
el alemán Estado -que nacional correspondería con la defensa nacional de los franceses y los belgas, pero
la integridad del Imperio alemán, incluyendo hasta sus colonias.(…)Los socialdemócratas sacrificaron el
carácter internacional de su movimiento al apoyar abiertamente una política de poder y valores estratégicos
(…)Ha habido socialdemócratas que han ido tan lejos como para entregarse a la política desvergonzada de
la conquista de una burguesía imperialista(…)La causa socialista, siempre he mantenido, es mucho mayor
que cualquier formación del estado temporal, y por lo tanto hay que negarse a transigir o comprometer a su
destino por una identidad íntima con el destino de una nación, un error que se cometió en el pasado”
hijos de los proletarios quienes deben enfrentarse, matarse entre sí. Las mujeres y las ma-
dres deploran ese crimen y no sólo porque mutila los cuerpos de sus propios familiares,
sino también porque destruye las almas. La guerra amenaza con todo los que las madres
enseñan a sus hijos sobre la solidaridad y la comunidad internacional. Las mujeres pueden
instilar en sus hijos profundos sentimientos contra la guerra, pero esto no significa que las
mujeres no quieran hacer sacrificios. Ellas saben que es necesario luchar y morir en la lucha
por la libertad. La lucha contra la guerra, y la lucha por la libertad, no pueden librarse sin
las mujeres”.6
culpa de la guerra a los gobiernos capitalistas reaccionarios y a los que los apoyaban, de-
nunciando la apostasía de los socialistas probelicistas en los países beligerantes, y termi-
nando con la demanda de una paz sin anexiones ni indemnizaciones, y con un llamado
a los trabajadores de todo el mundo a unirse “por encima de las fronteras, los campos de
batalla y las ciudades” (Cole, 1974:38)
No se enseñarán las artes de dominar el prójimo, ni las artes de mandar, de matar, de ad-
quirir capitales y tierras. Esas artes exigen demasiados gastos generales, salarios, uniformes
y ceremonias (…) Debería enseñar las artes de la humana relación; el arte de comprender
la vida y la mente del prójimo, y las artes menores del habla, el vestir, la cocina que están
aliadas con las anteriores (…) Deberá explorar las sendas mediante las cuales el cuerpo y la
mente pueden cooperar” (Woolf, 2015:67).
Si los varones gozaban de todos los usufructos sociales, las jóvenes inglesas fue-
ron educadas para casarse en condición sumisa, tal su principal destino. Hay pues
sinergia entre el dominio patriarcal, la educación que lo perpetúa, el acatamiento
por parte de las mujeres, y la guerra, que si es formulada por los varones que gobier-
nan, atrapa a las mujeres y gracias a esa influencia inconsciente - dice Woolf – se la
favorece. Porque aún la guerra – como ocurrió en 1914 – aparece como una manera
de ser considerada públicamente. ¿De qué otro modo puede explicarse que “las hijas
de los hombres educados” hayan acudido presurosas a asistir los heridos, trabajar en
tareas impensables y hasta convencer a “los hombres jóvenes de que luchar era heroi-
co”? He aquí un orden concomitante que conduce al belicismo de las congéneres,
Debe jurar usted que hará cuanto pueda para exigir que toda mujer que ingrese a una
profesión de modo alguno pondrá obstáculos para impedir que otro ser humano, hombre
o mujer, blanco o negro, siempre y cuando esté capacitado para dicha profesión, ingrese en
ella, sino que al contrario hará cuanto pueda para ayudarle” (Woolf, 2015:117).
“Al criticar la educación, contribuirán a crear una sociedad más civilizada que protegiera
de la cultura y la libertad individual. Al criticar la religión, intentarían liberar el espíritu
religioso de su servidumbre (…) (Woolf 2015:198).
“No debería ser difícil trasmutar el viejo ideal de la castidad del cuerpo en un nuevo ideal
de castidad mental: afirmar que si estaba mal vender el cuerpo a cambio de dinero, es
mucho peor vender la mente a cambio de dinero (…)( Woolf 2015:127).
La oferta de la tercera guinea – tal vez un capítulo central del libro - da por des-
contado de que impedir la guerra y asegurar la paz duradera supone “la protección
de los derechos del individuo, la oposición a los regímenes dictatoriales, la defen-
sa de los ideales democráticos, la igualdad de oportunidades para todos” (Woolf,
2015:154). Pero el foco está puesto en cómo disuadir a las congéneres de cualquier
aprestamiento en sintonía con la guerra, en llevarlas a eludir cualquier compromiso
bélico. En verdad, la población femenina, debido a la exclusión, podría constituir
una asociación que irónicamente podría llamarse “Las de afuera”. Punzaré sólo al-
gunos párrafos, e invito a pensar que Woolf escribía mientras Inglaterra enfrentaba
al nazismo y que hubiera podido justificar la contienda hasta en su condición de
casada con un judío:
Cuando él diga, como demuestra que ha dicho la historia y probablemente vuelva a decir:
“Yo lucho para proteger nuestro país”, y busque de esa manera encender en ella el senti-
miento patriótico, ella tendrá que preguntarse: “¿Qué significa “nuestro país”, que soy “de
afuera”? Para responder a esa pregunta, analizará el significado que “patriotismo” tiene para
ella. Se informará acerca de la situación de su sexo y de su clase en el pasado. Se informará
a acerca de la cantidad de tierra, riqueza y propiedad que su sexo y su clase posee en la
actualidad: ¿Cuánto “de Inglaterra” le pertenece en realidad? (…) Se informará acerca de
la protección legal que le otorgaron las leyes en el pasado y que le otorgan en la actualidad.
Y si él agrega que “lucha para proteger el cuerpo de ella”, ella reflexionará acerca del grado
de protección física del que goza actualmente cuando las palabras “PRECAUCIONES
ANTE UN ATAQUE AEREO” están escritas en las paredes. Y si él aduce que lucha para
proteger a Inglaterra del dominio extranjero, ella reflexionará que para ella no existen los
extranjeros pues la ley hace de ella una extranjera si se casa con uno” (Woolf, 2015:164).
Se dará cuenta que no tiene ningún motivo bueno para pedirle a su hermano que luche
para proteger “nuestro” país. “Nuestro país” – dirá ella – durante la mayor parte de su
historia me ha tratado como a una esclava, me ha negado la educación y cualquier forma
de participación en sus ventajas. “Nuestro país” deja de ser mío si me caso con un extran-
jero (…) Por lo tanto si ustedes insisten en sostener que luchan para protegerme, a mí o a
“nuestro país”, con seriedad y racionalidad, aclararemos que no luchan para satisfacer mis
instintos, ni para protegerme a mí, o a ”mi país”, sino para satisfacer un instinto sexual
que yo no comparto, para procurarse beneficios de los que yo nunca participé, y de los que
probablemente nunca participaré. Porque la verdad – dirá “la de afuera” – es que como
mujer yo no tengo país. Como mujer, no quiero ningún país, como mujer mi país es el
mundo entero” (Woolf, 2015:265 – 266).
Conclusiones
Me propuse desarrollar, con la evocación de los congresos pacifistas femeninos de
hace un siglo, que la expectativa sobre la ínsita no agresividad del modelo construido
patriarcalmente para las mujeres, está muy lejos de tener asidero habida cuenta que
esos congresos significaron una solicitud particular para que aquellas fueran efectiva-
mente agentes de paz. El feminismo tuvo una grave fisura con la Gran Guerra, como
ocurrió con el socialismo internacionalista. Hubo una gran cantidad de feministas
que detuvieron sus demandas y fueron arietes belicistas en sus propios países, y aun-
que entre las mujeres socialistas hubo resistencias a emular la conducta de los líderes
- ganados por el nacionalismo bélico-, tampoco pudieron constituir una corriente
expresiva, aunque es evidente que 1914 fue un parte aguas, y que la radicalidad
del socialismo ingresó a nuevas vertientes a causa de la guerra y, desde luego, del
triunfo de la Revolución Rusa en 1917. Nada más inapropiado que asegurar que la
“naturaleza” de las mujeres propende al entendimiento y la reconciliación, de ahí el
alegato de Virginia Woolf en el texto analizado, y en todo caso – como esa gran voz
enunció en uno de los peores momentos de la historia del siglo XX, – la guerra es
el resultado de las condiciones competitivas y excluyentes de determinados grupos,
proyectados como necesidades del estado-nación. Entraña lógicas patriarcales, pero
la subordinación femenina no ha cesado de ser coadyuvante. No pocas mujeres,
representando el nacionalismo encarnado por los países de la órbita occidental en
el siglo pasado, estuvieron en las antípodas del ideal cooperativo y solidario, de la
justicia social que reclamaba Woolf, y forjaron el espejo del espíritu bélico que carac-
terizaba a los patriarcas ingleses que tan agudamente describió en Tres guineas. Debe
pensarse que los feminismos quedaron divididos por la correntada mortífera de la
guerra y que pudieron restañarse las heridas a propósito de la gran retomada de las
acciones a favor de los derechos, justamente cuando las mujeres pudieron constatar
que habían valido muy poco sus esfuerzos durante la contienda pues debían desocu-
par los trabajos al regreso de los varones. Terminada la guerra volvieron a agudizarse
las voces que proclamaban la igualdad jurídica y el estado de ciudadanía, y al calor
de esas demandas pudieron opacarse las diferencias entre pacifistas y belicistas. Es
muy probable que las organizaciones feministas hayan aprendido las duras lecciones
del pasado, aunque es muy difícil pedirle lecciones a la Historia.
Bibliografía
Recibido: 15-03-2016
Aceptado: 25-03-2016
Graciela Di Marco
Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos
Universidad Nacional de San Martín
Resumen
Las revueltas y cambios políticos ocurridos en el norte de África desde
2011 ponen en primer plano las categorías de democracia y democrati-
zación y el desafío de abordarlas con sus especificidades, teniendo en
cuenta no solo los aspectos formales, sino también si se basan en la
representación popular y la profundización de las instituciones demo-
cráticas, la igualdad de género y los derechos humanos. Los objetivos
de este artículo son analizar y comparar la emergencia de identidades
políticas, la ampliación de los derechos de las mujeres y la formación
de agendas en torno a los procesos que están en desarrollo en Tú-
nez y Egipto para compararlos con las transiciones llevadas a cabo en
tres países de América Latina: Argentina, Chile y Brasil. Nos basamos
en un enfoque sur-sur y desde una visión crítica derivada de la teo-
ría de la hegemonía acerca de las conceptualizaciones vigentes de las
Abstract
Riots and political changes taking place in North Africa since 2011 highli-
ght the categories of democracy and democratization together with the
challenge of addressing them with their specificities, taking into account
not only the formal aspects but also whether they are based on popu-
lar representation and the deepening of democratic institutions, gender
equality and human rights.
The main aims of this work are to analyze and to compare the emer-
gence of political identities, the situation of women’s rights and the
agendas around the processes that are developing in Tunisia and Egypt
to compare them with the with the transition processes in three Latin
American countries: Argentina, Chile and Brazil. We base the analysis
on a south-south perspective and the critical approach derived from the
theory of hegemony on the current conceptualizations of democracy and
democratization, mostly of liberal stamp.
Our methodology includes conducting interviews with activists and
scholars from the countries concerned, performing observational work,
reviewing literature and monitoring of Internet news.
“Nosotras, las Mujeres Tunecinas en Movimiento del FSM, hacemos un llamado a las
mujeres de todo el mundo a unirse en una reunión de mujeres para el 26 de marzo a las 10
de la mañana “Derechos de las mujeres”.
La Asamblea de las Mujeres es un momento crítico para nosotras las mujeres, para que
podamos unirnos para expresar nuestra solidaridad con todas las mujeres en la lucha
y nuestro rechazo del capitalismo salvaje y de cualquier modelo de desarrollo que nos
cosifica, nos margina, comete violencia contra nosotros, nos abandona con el desempleo y
la precariedad, y nos excluye de los centros de poder y riqueza.
Queremos que nuestra presencia sea tan grande como son nuestras luchas contra la dis-
criminación, como diversas son las formas de violencia a las que estamos sometidas y tan
importantes como nuestra lucha para hacer posible otro mundo.
Hagamos de este espacio un momento de solidaridad y experiencias compartidas, un mo-
mento para recargar nuestra creatividad militante, nuestro espíritu de lucha y formas de
resistencia y de lucha: la lucha contra la violencia contra las mujeres tanto en el ámbito
público y privado, tanto en los momentos de conflictos como en la paz ; la lucha contra la
feminización de la pobreza y la precariedad; la lucha por el acceso a la tierra y la vivienda;
la lucha por nuestros derechos sexuales y reproductivos; la lucha por la preservación de
nuestro planeta y nuestra salud.
Queremos que nuestra presencia en el nuevo Túnez de la dignidad sea la voz de la revolu-
ción y no una voz de la libertad suprimida.
Vamos a reunir a las voces de las mujeres contra el patriarcado dominante y contra todas
las formas de fundamentalismo, que quiere apoderarse y controlar nuestros cuerpos.
Su presencia es una expresión de solidaridad con nosotras, las mujeres de Túnez y con
todas las mujeres en el mundo árabe que luchan para asegurar que el proceso revolucio-
nario sea permanente y para los derechos y libertades y la justa distribución de la riqueza.
Enfrentemos juntas los desafíos, exijamos juntas nuestros derechos humanos universales e
indivisibles, nuestra dignidad, nuestra ciudadanía, nuestras libertades.
Por un mundo igualitario y justo, para decisiones económicas que favorezcan al pueblo
y no un sistema de explotación impulsado por las ganancias, y los dictados de la deuda”.
Asamblea de Mujeres del Foro Social Mundial http://www.fsm2013.org/en/node/11888.
Introducción1
E
l 26 de marzo de 2013 se realizó la Asamblea de Mujeres, como acto in-
augural del Foro Social Mundial (FSM) que tuvo lugar en Túnez, en la
que participaron más de tres mil personas, de las cuales un tercio fueron
varones. Dada la ubicación del FSM, más del ochenta por ciento de las/
os participantes eran de Oriente Medio y el Norte de África (MENA). En la decla-
ración que transcribimos al comienzo de este artículo se presentaron las principales
demandas de las mujeres tunecinas en el FSM, que pueden hacerse extensivas a
todas las de la región.
En la Asamblea el énfasis estuvo puesto en la lucha por la democracia y la igual-
dad de derechos. Las activistas que tomaron la palabra enfatizaron la necesidad del
fortalecimiento de la democracia, el debate y la lucha en torno al secularismo. Las
demandas más específicas fueron desarrolladas en los talleres, en especial los convo-
cados por la Asociación de Mujeres Demócratas de Túnez, quienes aclararon que en
su país había habido un intento de retroceso en la igualdad de derechos, manifestado
en el borrador de la nueva constitución, que se pudo frenar a través de las manifes-
taciones en oposición a que figurase en la misma la complementariedad de varones
y mujeres y no la igualdad, como estaba presente en la constitución anterior, hasta
que el partido En Nahda llegara al gobierno2.
Las demandas cubren varias dimensiones:
1 Este artículo es parte de la producción academica del Proyecto « Estudio comparativo sobre la lucha por
los derechos humanos, los derechos de las mujeres y el laicismo, en los procesos de transición desde los
regímenes autoritarios a la democracia en el cono sur de América Latina (Argentina, Chile y Brasil) y el norte
de África (Túnez, Egipto y Marruecos) », Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín –
UNSAM-.Equipo: Graciela Di Marco; Ana María Mendes Diz, Patricia Schwarz, Oscar Grillo. Este proyecto
es continuación del: “Estudio comparativo sobre la Democratización de lo público y lo privado en países
de América Latina, América Central, Asia y África. UNSAM-International Research Centre -IDRC-. Canadá.
Período: 2008-2010” Producto del mismo es el libro publicado en 2011: Feminismos, democratización y
democracia radical: Estudios de caso de América del Sur, Central, Medio Oriente y Norte de África, que presenta
capítulos de académicas miembros de la Red Global de Estudios de género y feministas. Hemos realizado
observaciones participantes en el FSM, realizado en Túnez (2013) y asimismo, participamos en la Cuarta
conferencia anual del The Program on Arab Reform and Democracy, POMED, de la Universidad de Stanford,
denominada Building Bridges: Towards Viable Democracies in Tunisia, Egypt, and Libya, también realizada
en Túnez, en la misma fecha, lo que nos permitió observar el despliegue de dos enfoques contrastantes, el
del FSM, y el de los demócratas liberales. En la conferencia mencionada hicieron presentaciones los líderes
Rachid Ghanuchi, presidente de Ennahda, y de Mohamed Beji Caid Essebsi, presidente del Nidaa Tunis, con
sus diferentes perspectivas sobre las transiciones. En esta comunicación presentamos el análisis de Túnez
y Egipto.
Marruecos, Egipto, Siria y Libia. En estos cinco años los procesos de transición han
seguido diferentes trayectorias en aquellos países.
Dentro del vasto campo de estudios sobre los procesos sociales, políticos e ins-
titucionales del norte de África, existen varios grupos de investigación en Estados
Unidos y Europa, que en general abordan las transiciones mayormente desde la pers-
pectiva de la democracia liberal (entre otros, Brumberg, 2002; Linz y Stepan, 1996,
2013). Otra vertiente de estudios es la que desarrollan académicas/os y activistas
feministas, que contribuyen al acervo teórico y descriptivo sobre los feminismos en
el Norte de África y su impacto en la igualdad de género y en la democratización
(entre las más recientes, Moghadam, 2013, 2011; Arfaoui, 2011; Arfaoui y Tchai-
cha, 2013; Ennaji 2011; Sadicqi 2011, Di Marco, 2011; Kandiyoti, 2011, 2012;
Regan, 2012). Moghadam, Kandiyotti y Di Marco, hacen además comparaciones
con las transiciones en América Latina y los movimientos de derechos humanos y de
mujeres. También se han intensificado los estudios sobre las juventudes en el Norte
de África, dado el rol jugado por los jóvenes en las revueltas (Al-Momani, 2011;
Halaseh, 2012, Mendes Diz y Di Marco, 2015).
Distintas agencias de Naciones Unidas (en especial, UNESCO y PNUD) tra-
bajan activamente para favorecer los estudios comparativos y los contactos para
que muchos países de América Latina compartan sus experiencias respecto de las
transiciones democráticas con los países del Oriente Medio y el Norte de África
(UNESCO, 2012). El secretario general de la UN, Ban Ki-moon, en un discurso
ante el Consejo Permanente de la OEA, subrayó las experiencias de América Latina
en las transiciones democráticas en materia de justicia y derechos humanos y afirmó
que estos procesos han generado lecciones valiosas que pueden usarse más allá de
la región. En el informe de UNESCO (2011), se resaltan a las mujeres y a los/as
jóvenes, como motores de la revolución árabe, y a estos últimos/as como protagonistas
ineludibles, a la vez que se considera que el logro de los derechos de las mujeres son
la otra revolución necesaria.
Sostenemos que una mirada desde el sur global puede aportar a la reflexión sobre
las transiciones en el norte de África, con aportes de una visión crítica acerca de las
teorías de las democratizaciones, con estudios comparativos que aborden no solo
América Latina sino otras regiones, como se ha realizado con el estudio de las dife-
rentes olas democratizadoras en la región mencionada, Europa del Este y Sudáfrica3.
3 En el caso de América Latina los más notorios estudios congregaron a importantes cientistas políticas/
os (O’Donnell, Schmitter, Whitehead,1986; O’Donnell, Schmitter, Lowenthal, Wolfson, Oszlak,1988;
O´Donnell,1996; Nun,1989, 1991; León, 1996; Jaquette y Wolcbick ,1998; Álvarez, Sonia, 1999; Jelin,1990;
Jelin y Herhberg, 1996; Garretón y Newman, 2001; Garretón,1990,2012; Schmitter, 2011).
liberal, que en aquel entonces solo existía en unos veinte países del mundo. Por otra
parte, el estudio de las democratizaciones estuvo centrado en sus aspectos políticos,
y dejó de lado los referidos a la vida cotidiana, a lo privado, atravesados también por
varios tipos de autoritarismo. Aun hoy se observa que es frecuente encontrar que los
teóricos de las transiciones hacen escasas referencias a la ciudadanía de las mujeres
afectada negativamente por las desiguadades de genero (Schmitter, 2011; Garreton,
2012).
En nuestro estudio analizamos lo público macro-social en la búsqueda de la iden-
tificación de la emergencia de identidades políticas orientadas hacia la articulación
de las luchas populares que pueden encarnar la construcción de contra-hegemonías
sustentadas en las demandas en torno a la expansión de derechos (Laclau y Mouffe,
1985, Laclau, 2005; Mouffe, 1999). Al escribir sobre las transiciones en América
Latina, José Nun (1989:63) identificó el espacio de la democracia como uno de
indecibilidad, que requiere de la atención puesta en su condición de construcción
histórica y de la comprensión de las democracias liberales como producto de la
interacción de capitalismos en expansión, welfare states, sistemas de articulación
y representación política y aparatos estatales densos y experimentados. Aludió al
conjunto de reglas de procedimiento que preside la formación de las decisiones co-
lectivas en un régimen democrático representativo. No obstante, señaló el carácter
formal, indispensable, pero insuficiente, y a veces coyunturalista en el análisis de las
transiciones y aseveró que cuando se trata de procesos políticos, las reglas no alcan-
zan para definir las prácticas de los actores, que son prácticas sociales protagonizadas
por los sujetos productores de lo social y no apenas por individuos aislados, y se
ubican en el plano de la reproducción social y de la constitución de los sujetos como
agentes históricos (Nun, 1989:105). Justamente la perspectiva de democratización
aborda no solo el nivel de la esfera político institucional, sino simultáneamente al del
conjunto de prácticas a través de las cuales los actores interpelan y negocian las rela-
ciones políticas, en la esfera pública y político institucional antes señalada y también
en la esfera privada y en las relaciones entre los sujetos (Nun, 1989; Nun 1991; Di
Marco, 2009, 2011 a, b; de Souza Santos, 2009).
Mientras que los estudios sobre las transiciones a la democracia como tipo de
régimen político se ocupan del modo de gobierno y de la ampliación de la ciuda-
danía, los referidos a la democratización incluyen los procesos de incorporación de
la ciudadanía a la vida social y sus beneficios, a la igualación de oportunidades, y
a la participación en las diversas esferas que afectan la vida individual y colectiva.
Frecuentemente se superponen ambos conceptos, así como también existe una ten-
dencia a priorizar el tema del régimen democrático como una finalidad en sí mismo,
y como condición de la democratización. Quizás, porque los años pasados bajo los
regímenes autoritarios - sean militares o autocracias semi-liberalizadas (Brumberg,
2002)-, la concentración del poder en las elites y la cruda represión operada en aque-
llos, ponen en primer plano el tema del régimen democrático como una urgencia.
Entonces, la democratización queda pendiente. La subordinación de ésta a aquel
se desvanece cuando se hace visible que la consolidación democrática depende en
gran parte de que se resuelva el problema de la democratización (Garretón ,1990;
Jelin, 2007). En ese punto es conveniente tener en cuenta la advertencia de Nun
(1989:12): “Lo que está en juego es mucho más profundo: se trata de revindicar y poten-
ciar los contenidos políticos de la cotidianeidad de todos los sectores oprimidos… Pero ni
estos contenidos de la cotidianeidad están ahí, ya dados, listos para ser aprehendidos en
clave empiricista. Requieren ser construidos como objeto e interpretados…”.
El desafío de los procesos de democratización social consiste en la posibilidad
de construcción de sujetos democráticos populares y la transformación de relaciones
sociales, instituciones y elementos culturales y religiosos, que subsisten como encla-
ves autoritarios. La participación y la ampliación de los espacios de igualdad no se
refieren solamente a la ciudadanía política, civil y social, sino que se extienden a las
relaciones de género, de generaciones, a los diferentes modos de vivir las culturas,
los cuerpos y las sexualidades. Las democratizaciones políticas no implican en forma
automática la democratización de la esfera privada. No obstante, cuando ambas
están articuladas pueden favorecer la ampliación de derechos y de la ciudadanía,
así como contribuir a la profundización y madurez de la democracia. Estas articu-
laciones adquieren diversas especificidades y espesores en diferentes culturas. Las
categorías mencionadas nos permiten leer los cambios producidos en los diferentes
contextos, en clave de avances o retrocesos en las luchas contra hegemónicas, anti-
patriarcales y anticapitalistas (Di Marco, 2009, 2011 a y b; Grosfoguel, 2006; 2008,
de Sousa Santos, 2009). De allí que consideramos que los derechos de las mujeres
no son una nota al pie de página en los procesos de democratización, sino que están
en la médula de los mismos. En el mismo sentido Valentine Moghadam (2011:46)
afirma que “…una democracia sin participación política por parte de las mujeres no
es sino una forma inferior de democracia”.
Decidimos acotar los casos de estudio a dos países, Túnez y Egipto, donde, con
cambiantes variantes, se realizaron procesos de transición, uno, no violento y el otro
extremadamente violento. La selección de Túnez y Egipto como el primer plano
desde el cual abordar las profundas transformaciones que agitan el norte de África
obedece a varias razones: a) estos países difieren entre sí en relación a su sistema po-
lítico: Túnez es una república presidencialista, con un poder legislativo, actualmente
la Asamblea Nacional; Egipto es un sistema semi-presidencialista bicameral. Los dos
pueden ser caracterizados como autocracias semi-liberalizadas (Brumberg, 2002) o
híbrido autoritario-democrático (Linz y Stepan, 2013); b) en Túnez y Egipto los
presidentes, respectivamente, Zine el Abidine Ben Ali y Hosni Mubarak, tuvieron
que renunciar; c) en 2011 en los dos países y en Marruecos, habían ganado las elec-
ciones los partidos islámicos en alianza con otros partidos, con lo cual controlaban
los nuevos gobiernos e influenciaban los contenidos de las nuevas constituciones; d)
presencia de una sociedad civil sólida en Túnez, con una poderosa central sindical,
organismos de derechos humanos y un movimiento de mujeres conformado por
organizaciones de larga data y otras conformadas con posterioridad a las revueltas
(Arfaoui, 2007, 2011). En el caso de Egipto, la sociedad civil, salvo algunas excep-
ciones, se encontraba desarticulada y perseguida.
Frecuentemente compararemos con Marruecos, que es una monarquía consti-
tucional, con legislatura bicameral, porque compartió también el clima de la pri-
mavera árabe en 2011. En este país fue el mismo rey Mohamed VI el que encabezó
rápidamente las reformas. Al igual que en Túnez y Egipto, las fuerzas islamistas se
consagraron con la victoria del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), partido islámico
moderado en alianza con otros partidos. La nueva Constitución mantiene al rey, con
cierto recorte de su poder a favor de la Cámara de Representantes y el Gobierno.
Las principales campañas democráticas en los países mencionados, han sido la
campaña feminista de once años de duración para la reforma del derecho de familia
(Mudawana) en Marruecos, que culminó con la reforma de 2003-04, el Movimiento
Kefaya (Suficiente) en Egipto 2005 y el Movimiento Juvenil 6 de abril en el mismo
país (surgido en 2008). Como ya se mencionó, en las revueltas han jugado un papel
muy importante las juventudes. En general los jóvenes de estos países son una gene-
ración más educada, formada y mundializada que sus mayores (UNESCO, 2011),
y profundamente descontenta de las posibilidades que los sistemas políticos de sus
países les ofrecen. El Movimiento Juvenil 6 de abril (Egipto) y el nuevo Movimien-
to 20 de Febrero (Marruecos), tomaron rápidamente el ejemplo de lo que había
sucedido en Túnez, y fueron los iniciadores de las protestas, al convocarlas a través
de las redes sociales, además de poner el cuerpo en cada una de ellas. Actualmente
Las transiciones
Se hace necesario presentar una breve narración de los principales hechos sucedi-
dos en Túnez y Egipto, para contextualizar nuestras reflexiones. Del seguimiento y
análisis de los procesos seguidos en el norte de África en estos cinco años, en forma
provisoria identificamos como los principales actores de la disputa política y cultural
a los partidos islamistas, por un lado, y a un conjunto de fuerzas conformadas por
partidos laicos, movimientos sociales tales como los de trabajadores sindicalizados
y los de mujeres y de derechos humanos. Las contiendas están representadas por las
tensiones entre secularismo e islamismos, que han adquirido espesor en la confron-
tación por los contenidos de los borradores de los nuevos textos constitucionales en
esos países.
En Túnez, el presidente Zine el Abidine Ben Ali, quien gobernó desde 1987,
tuvo que renunciar en enero de 2011. Este constituyó el primer derrocamiento de
una dictadura en la región. Las reacciones populares se debieron a los efectos de las
políticas de privatización y liberalización económica (desempleo, alto costo de vida),
la corrupción generalizada; los excesos policiales y violaciones de los derechos huma-
nos. Luego del derrocamiento del presidente, y el triunfo de la coalición encabezada
por En Nahda, existía el temor de que los derechos, especialmente los de las muje-
res, fueran limitados por la influencia en el nuevo gobierno de los grupos religiosos
que retornaron después de años de exilio o encarcelamieno. Uno de los campos de
disputa en la transición, basado en la tensión entre secularismos e islamismos, fue la
redacción de la nueva Constitución. Entre otras cuestiones, el primer borrador fue
criticado por colocar demasiado énfasis en la identidad árabe-musulmán, el Islam;
y poca mención de los derechos universales. Además, en éste se proponía sustituir
la “igualdad entre sexos” por la “complementariedad entre varones y mujeres”. La
oposición a esa redacción articuló al sindicato mayoritario Unión General de los
Trabajadores Tunecinos (UGTT), la Asociación de Mujeres Demócratas (ATFD), la
Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTGH), entre otras asociaciones.
Estas tensiones y la conformación de un campo contra hegemónico son cen-
trales, con una demanda que al principio no estaba formulada y luego posibilitó la
articulación de actores: por un lado, el partido En Nahda y por el otro, la oposición
4 Para una descripción más completa de los movimientos juveniles, se puede consultar a Mendes Diz y Di
Marco, 2015.
5 Por ejemplo, entre otros, la preparación de su hijo para sucederlo y perpetuar su poder.
6 Después de la guerra del Golfo, mediante la firma de los acuerdos de paz de Camp David entre Israel y
Egipto en 1979, en los que EEUU actuó como mediador, el ejército de Egipto recibe de Estados Unidos 1300
millones de dólares e Israel, 3.000. Estados Unidos se convirtió en garante del cumplimiento de los acuerdos
y Egipto e Israel restablecieron su relación, lo cual contribuyó a que el último no se viera más amenazado por
el ejército egipcio, el décimo más numeroso del mundo. De este modo pudo impulsar la ocupación ilegal de
más territorios palestinos. La estabilidad de la península egipcia del Sinaí, que comparte frontera con Gaza e
Israel, requiere de la colaboración del Ejército egipcio.
7 La asociación Hermanos Musulmanes fue fundada en Egipto en 1928. Se destacó en la lucha contra el
dominio colonial británico. Tanto el régimen de Hosni Mubarak, como sus antecesores, la reprimieron,
persiguieron y encarcelaron a muchos de sus miembros. Desarrollo una intensa acción social y comunitaria
mediante escuelas y servicios sociales para los egipcios más pobres. Defienden la implantación en Egipto y
en todos los territorios musulmanes de la shari’a .
trazar una hoja de ruta ante la negativa del presidente Mursi a abandonar su cargo.
En la reunión, a la cual la Hermandad Musulmana se negó a acudir, se formó una
coalición entre los líderes del Frente de Salvación Nacional, Tamarod, el Partido al-
Nour, la autoridad islámica de al-Azhar, la iglesia copta. Ante la negativa de Mursi
a renunciar al poder, el día en que el ultimátum expiraba el presidente del Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas, Abdul Fatah Al-Sisi derrocó a aquely suspendió la
Constitución. En las elecciones celebradas en junio de 2014, Al-Sisi, quien dirigió
de hecho el Gobierno interino, ganó con el 96,9% de los votos. En los comicios no
pudo competir el mayor movimiento popular del país, los Hermanos Musulmanes.
El 2 de diciembre de 2013 se aprobó el proyecto de una nueva constitución. El
borrador retornó al modelo de la Constitución de 1971 y eliminó las provisiones
de corte más islamista. Los principios de la shari’a están sujetos a la interpretación
del Tribunal Constitucional, y se prohíben los partidos políticos con base religiosa.
Asimismo refuerza el papel del Ejército. Entre los artículos más controvertidos está
el que otorga derecho de veto al Consejo Superior de las Fuerzas Armadas sobre el
nombramiento del ministro de Defensa durante los próximos ocho años. Además,
establece juicios militares a civiles, lo que representa una terrible derrota para los
activistas revolucionarios.
9 En 2001 el Parlamento aprobó una nueva ley sobre el divorcio (ley Khôl) que permite a las mujeres solicitar
el divorcio unilateralmente por motivos de incompatibilidad (Regan, 2012:240). La misma es discriminatoria
puesto que mientras los varones pueden divorciarse unilateralmente sin necesidad de justificación, las
mujeres pueden lograr un divorcio “amistoso” (khol) si renuncian a sus derechos económicos. De otro modo,
deben demostrar que el daño ocasionado por sus esposos mediante presentaciones judiciales. (Amnistía
Internacional 2008.http://www.amnistia.org.ar/noticias-y-documentos/archivo-de-noticias/egipto-59)
Por su parte, Fatima Sadiqi (2011) considera que la gradual liberalización y de-
mocratización de Marruecos durante los noventa tuvo como actores centrales a las
organizaciones de mujeres, especialmente mediante las campañas llevadas adelantes
por las mencionadas organizaciones y por varones feministas por la reforma del Có-
digo de Estatus Personal. Según la misma autora, los grupos de mujeres se aliaron al
gobierno a fin de promover tanto los derechos de las mujeres como una organización
política democrática cuando fue nombrado Primer Ministro en 1998 Abdelrahman
Yousefi, un socialista y ex prisionero político que formó un gabinete progresista.
En la región, las principales demandas legales y de políticas públicas de los mo-
vimientos de mujeres se centran en la reforma de la legislación sobre las familias; la
penalización de la violencia contra las mujeres (crímenes de honor, el acoso sexual
en las calles y en los lugares de trabajo, violencia doméstica); la igualdad para las
mujeres casadas con extranjeros y sus hijos; los derechos de herencia y aumento de
la participación de las mujeres en los órganos políticos y en la fuerza de trabajo. La
democratización de las familias es un imperativo para las transformación de la cul-
tura patriarcal, que adquiere contenidos diversos, si los comparamos con las luchas
de los movimientos de mujeres en América Latina: mientras que en esta se luchaba
por el divorcio vincular y la patria potestad compartida, en los países el norte de
África se lo hacía por la reforma del código de familia musulmán, con excepción
de Túnez, que ya lo había reformado en 1957 y que, además, desde 1961 cuenta
con el aborto legalizado. Otro punto central en que se advierten las mismas luchas
tanto en esta región como en América latina, está constituido por la lucha contra los
fundamentalismos religiosos, que expresan su oposición a los valores laicos en forma
diversa en cada una: contra las leyes de familia en el Magreb; y contra el aborto legal
y el reconocimiento de los mismos derechos civiles para la población LGBTTTI, en
América Latina.
La ley de familia musulmana es el “locus de la discriminación civil y jurídica contra
la mujer”, como afirma Sadiqi (2011). En Túnez, el Código de Estatus Personal fue
instituido en 1956, a meses de la independencia. Este dio a las mujeres derechos
como la abolición de la poligamia y el repudio, el divorcio judicial, la igualdad en
cuanto a la educación y al trabajo fuera del hogar. Las mujeres también fueron alen-
tadas a deshacerse del velo. Hasta 2004 en Marruecos y 2005 en Argelia, todavía
necesitaban la autorización de sus padres o hermanos para contraer matrimonio,
aunque no había obstáculos para ejercer variadas profesiones u oficios. En Marrue-
cos, la reforma impulsada en 2004 por el rey Mohammed VI de la Ley de Estatus
Personal establece un nuevo Código de Familia, que sustituye a la antigua Mu-
dawana. Sin embargo, la Organización Marroquí de Derechos Humanos (OMDH)
demanda que se hagan efectivas las disposiciones del Código de familia, ya que su
aplicación no ha sido generalizada y además, sigue existiendo discriminación en
relación a asuntos tales como la herencia, el matrimonio y la custodia de los hijos e
hijas en caso de divorcio. Arfaoui (2011) afirma: “Eso es exactamente lo que se nece-
sita: que más personas tomen conciencia de la injusticia que hace que las hijas mujeres
hereden la mitad de lo que obtienen sus hermanos varones. Con el paso del tiempo, esto
podría derivar en el esperado cambio de las leyes. Claramente, la familia continúa siendo
el bastión del patriarcado”
La reforma de la Ley de Estatus Personal (Mudawana) parece constituir un paso
importante en el proceso de secularización de Marruecos (Ennaji, 2011). Por ello
Moha Ennaji afirma que “La sociedad civil feminista y democrática convirtió al Mu-
dawana en algo no tan sagrado”, contemplando dos aspectos: un feminismo que no es
solo portado por las mujeres, y la dislocación de lo sagrado, similar a lo que sucede
actualmente en Argentina. Arfaoui (2011) afirma que debe separarse la religión de la
política para lograr la igualdad de las mujeres y se pregunta “¿Puede existir la igual-
dad sin laicismo?”, respondiendo que no.
10 En Túnez la bloguera Lina Ben Mhenni ya en diciembre de 2010 alerto al mundo a través de su blog .(Regan,
2012: 246)
Después de la primavera
11 http://ersiliacoop.es/mujeres-en-egipto/ 2011.
12 Argentina: Consejo Nacional de la Mujeres (CNM); Chile: Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM); Brasil:
Consejo Nacional para los Derechos de la Mujer (CNDM), ahora Secretaría Especial de Políticas para las
Mujeres (SPM).
13 En Chile, la ley de amnistía de 1974 no permite que los autores de crímenes cometidos durante la dictadura
militar sean procesados. La Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Comisión Rettig) fue creada
con el retorno a la democracia por el decreto de la presidencia y comenzó su trabajo en abril de 1990. La
definición de los derechos humanos y su violación limita la capacidad de la comisión y el castigo de los
agentes culpables de la crímenes. Brasil no logró formar una Comisión de la Verdad, por la Ley de Amnistía
de 1979. Esta ley permitía a los activistas exiliados regresar, pero también estableció mecanismos para
impedir el enjuiciamiento de las violaciones de los derechos humanos cometidas por agentes del Estado. En
diciembre de 2010, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró ilegal a la ley de amnistía
debido a las disposiciones que “impiden la investigación y sanción de graves violaciónes de los derechos
humanos” y solicitó el estado hacer justicia y eliminar la Ley de Amnistía. La Comisión Nacional de la Verdad
Nacional –CNV- fue creada en 2013 por la presidenta, Dilma Rousseff. Investiga la tortura y las violaciones a
los derechos humanos que se produjeron entre 1964 y 1985. El 9 de abril de 2014, el Senado de Brasil aprobó
un proyecto de ley para la eliminación de la ley de Amnistía.
14 Las leyes de amnistía declararon exentos a los militares sobre el papel que jugaron durante la represión. La
Ley de Punto Final anuló todos los cargos penales por delitos cometidos antes de diciembre de 1983. La
Ley de Obediencia Debida proporcionó amnistía para los mandos medios y de menor rango de las Fuerzas
Armadas, la Policía, el Servicio Penitenciario y otras agencias de seguridad, en relación a los crímenes
cometidos durante la dictadura, ya que estaban obedeciendo las órdenes de sus superiores. Por lo tanto, los
comandantes en jefe, jefes de área y subárea estaban exentos de culpa.
las mujeres y de juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad, señalan que las de-
mandas van entrando al sistema político con un timing que depende de la situación
interna y externa de cada país.
En el caso de los países del norte de África estudiados, hubo ataques a mujeres en
universidades y escuelas, y en los comienzos del gobierno de En Nahda en Túnez se
las estaba obligando a usar la hijab. En Egipto, las mujeres estuvieron intensamente
movilizadas, y también fueron confrontadas y agredidas por quienes habían comba-
tido al gobierno de Mubarack en las calles, igual que ellas, un año antes (además de
los abusos policiales).
Algunas autoras alertan acerca del peligro de que los derechos de las mujeres se
conviertan en parte de negociaciones gatopardistas. En otras palabras, una de las
amenazas más inmediatas para la realización de la igualdad de género, es el grado en
que sean un elemento de “compromiso” en la agenda de reforma (Kandiyoti, 2011,
2012; Regan 2012). Moghadam (2013) menciona la paradoja entre la participación
activa de las mujeres en las protestas y el no tenerlas en cuenta para formar parte en
diversas comisiones y cargos públicos. Las críticas y prevenciones señaladas son per-
tinentes, ya que se ha observado el liderazgo de las mujeres en estos cinco años, pero
no ocupan el mismo sitio que ocuparon en la lucha, tensión que se ha observado
frecuentemente en todos los procesos revolucionarios, pacíficos o no. En Túnez muy
pocas mujeres ocuparon cargos de importancia.
Kandiyotti (2012:2) pregunta: “¿Por qué es que en las sociedades acosadas por una
miríada de problemas económicos y sociales inmanejables siguen ocupando los titulares
interminables debates sobre los derechos y la situación de las mujeres? Una forma de res-
ponderla es la consideración de la gran cantidad de mujeres y jóvenes en las protestas
en las calles que las visibilizó en la arena publica y llevo sus demandas a ser objeto de
debates, no solo en sus países, también en el mundo, al poner de relieve -para aque-
llos que lo ignoraban o estaban sumidos en cualquier tipo de prejuicios- la existencia
de organizaciones de mujeres democráticas y laicas en la región. La conformación
de nuevas organizaciones y coaliciones da cuenta de este proceso15. La otra, no es
menor el resultado del rechazo público por parte de las organizaciones de mujeres
en articulación con otros sectores democráticos y laicos de los borradores de las
reforma constitucionales de orientación islámica. En Egipto, en 2013 se aprobó la
15 La Coalición de Mujeres de Túnez fue fundada en 2012 por quince asociaciones. Al presente ya son treinta. Su
objetivo es promover los principios de derechos humanos, y la igualdad total de género, la plena ciudadanía
para todos a través del acceso a la cultura, y la lucha contra todas las formas de discriminación, especialmente
la discriminación de género. En el original: …and total gender equality, in irrevocable terms, and not liable to
interpretation. http://www3.e-joussour.net/files/COALITION%20FOR%20WOMEN%20OF%20%20TUNISIA-
Presentation%20190912.pdf
nueva constitución, donde se estableció que los principios de la sharí’a están sujetos
a la interpretación del Tribunal Constitucional, además de prohibirse los partidos
políticos con base religiosa. En Túnez en 2014, se votó una constitución laica, que
respeta la igualdad de género y los derechos humanos. Otro de los logros fue el retiro
de todas las reservas específicas a la CEDAW.
La caída del gobierno islamista y la victoria en el mismo año del candidato Mo-
hamed Beji Caid Essebi, del partido Nidaa Tunis, tiene una gran importancia, pues
el voto mayoritario que lo llevó al triunfo provino de las mujeres. El presidente
designó tres ministras (en los Ministerios de Cultura, Turismo y Mujeres, familias
y niños) y cinco secretarias de Estado. Se pasó así de una participación en el poder
ejecutivo entre el 7 y 10% a 19,5%.
El promedio regional de mujeres parlamentarias es de 10,7%, muy por debajo
del promedio mundial. En Túnez, por la ley electoral vigente, las mujeres tenían
el 25% de los puestos en las listas. Las elecciones de 2011 llevaron 49 mujeres a la
Asamblea Constituyente, esto es un 22, 56% de los escaños. Sin embargo, es ne-
cesario considerar que 42 de esas mujeres eran miembros de familias vinculadas al
partido En Nahda. Los activistas tunecinos de larga trayectoria temían que este par-
tido, que dominaba la asamblea, utilizara la presencia de las parlamentaristas para
restringir los derechos de las mujeres (Ennaji, 2013). En abril de 2013 se tomó una
iniciativa sin precedentes, no solo en el mundo musulmán: la paridad de varones
y mujeres -los 50 y 50 que demandaban las mujeres tunecinas en el FSM- en las
listas para las primeras elecciones democráticas en los 55 años de independencia del
país, en 2014. En aquellas se alternaron las y los candidatas/os de ambos sexos. Esto
llevo la representación de las mujeres a 68 escaños, o sea, al 31%16. En Marruecos,
la introducción de cuotas para las mujeres parlamentarias permitió un aumento de
6 % del número de mujeres en 2011, por lo que paso a ser de 17%. En cambio en
Egipto, se registró una caída del porcentaje de mujeres parlamentarias, pasando de
12,7% a poco menos de 2%. (Informe de la 126ªAsamblea de la Unión Interparla-
mentaria Mundial-UIP- 2012).
¿Cómo están abordando las transiciones del norte de África algunos de los teó-
ricos de las democratizaciones? Hacia mitad de los 90, Juan J. Linz y Alfred Stepan
16 No es la ocasión aquí para explicar el sistema electoral, que casi deja a las mujeres en la misma si-
tuación que antes. Para más información ver: Nihel Ben Amar, presidente de la Asociación “Tú-
nez Vota”. (2016) http://www2.warwick.ac.uk/fac/soc/pais/research/researchcentres/irs/euspring/
euspring_policy_brief_on_womens_rights_in_tunisia
17 “1-suficiente acuerdo sobre los procedimientos para producir un gobierno electo; 2- un gobierno que llega al
poder como el resultado directo de un país libre y el voto popular; 3-la posesión de facto de este gobierno
de la autoridad para generar nuevas políticas, y 4-el ejecutivo, el poder legislativo y judicial generados por la
nueva democracia no tiene que compartir el poder con otros organismos de jure “(como los militares o líderes
religiosos). Además de una constitución con protecciones contra la tiranía de la mayoría, un poder judicial
independiente, una sociedad civil fuerte y crítica, y una prensa libre” (Stepan, 2012: 90).
Con respecto a lo que varios autores denominan sociedad política, Daniel Brum-
berg (2002:62) alude a que la presencia o ausencia de la misma es una función de
la política oficial, mediante un gradualismo democrático que debe presionar para la
creación de partidos políticos efectivos, parlamentos representativos, y el Estado de
Derecho. Estas afirmaciones han sido desafiadas por los sucesos que estamos anali-
zando, que comenzaron con las revueltas de la sociedad civil enfrentada a los estados
autocráticos. También Brumberg afirma que las transiciones deben ir acompañadas
de apoyo internacional para el seguimiento efectivo de las elecciones locales y nacio-
nales. Coincide en este punto con Linz y Stepan, al afirmar: “Si las fuerzas poderosas
desde el extranjero pesan en el lado de la democracia, puede seguirle una transición
democrática razonablemente rápida”. En ninguno de estos autores se atisba una consi-
deración de la posibilidad de cambios que podrían surgir desde los mismos pueblos.
Maged Mandour (2014) ha denominado “imperialismo liberal”, a la noción que
permite vincular el orden político actual con la ideología neo-colonial internacio-
nal. Las relaciones entre las elites nacionales y de los países capitalistas centrales han
estado presentes tanto en los aspectos ideológicos como económicos de la opresión.
El autor señala dos rasgos distintivos del “imperialismo liberal”: ..”el libre mercado
como elemento esencial para el orden democrático pleno (ajuste y reformas de mercado)
y la perspectiva orientalista “ que “….no transmite la verdad de cómo las civilizaciones
y culturas se solapan, confluyen y se nutren unas a otras” (Said, 2008:25). Este enfo-
que nacido en el mundo occidental, reduce al árabe, al musulmán, al “otro”. Para
los cientistas sociales latinoamericanos es bien familiar: se trata del colonialismo
económico y cultural. La versión orientalista se reproduce al interior de las mismas
sociedades, en las cuales las elites y muchos sectores educados y urbanos se ven a sí
mismos como liberales seculares y consideran a sus conciudadanos del pueblo, de
sectores rurales o menos educados, como incivilizados. El resultado de esta visión es
la necesidad de que sean guiados y controlados, en una típica operación que repro-
duce como estas elites son guiadas y controladas por las potencias de occidente. De
esta ideología se deriva la necesidad de la intervención directa o indirecta por el bien
de un cambio de régimen, y la “democratización”, al estilo de los países del norte.
En síntesis, los estudios de las democratizaciones que provienen de centros con
grandes recursos e influencia en aquellos países, sostienen un enfoque de democra-
cia liberal y no aparece como tema relevante el importante aporte ciudadano de las
mujeres a la democracia, más allá del voto, ni la participación popular. Moghadam
(2011) sostiene la misma crítica en torno a la ceguera sobre la participación activa
de las mujeres.
Conclusiones
18 El Estado Islámico cometió en Túnez dos atentados durante 2015. En marzo, al museo del Bardo; en junio
en un hotel en la costa. Estos ataques ponen en situación de vulnerabilidad el turismo, que es la tercera
industria más importante en el país. En noviembre, hubo una explosión a bordo de un autobús de la seguridad
presidencial, del que no se conoce la autoría. Frente a este último hecho el presidente Essebi declaró el
estado de sitio.
Bibliografía
Recibido: 28-05-2016
Aceptado: 04-06-2016
Resumen
En el presente artículo se analiza la cuestión de la relación entre género
y lenguaje, en especial el concepto de generolecto, arguyendo que pue-
de servirnos para acercarnos a la comprensión de cómo se construyen
las identidades femeninas y masculinas.
¿Qué es eso que llamamos femenino, y qué lo que denominamos mas-
culino? En la vida cotidiana todos y todas en algún momento describi-
mos una acción corporal o un acto de habla de alguien como femenino
o masculino, pero ni en las ciencias sociales ni en el análisis del dis-
curso se ha llegado a caracterizar estos estilos. La exploración de los
generolectos permitirá indagar sobre ellos, es decir, sobre lo que en un
contexto sociocultural específico se considera masculino y femenino,
como estereotipos que sirven para sancionar aquellos actos (y aquellas
personas) que se aparten de lo culturalmente esperado.
El trabajo se propone revisar una serie de definiciones básicas para
delimitar el alcance del concepto de generolecto, con base en algunos
hitos importantes de la literatura feminista y/o sobre género y lenguaje,
y finalmente examinar la importancia de este concepto para los estudios
de género.
Abstract
In this article the question of the relationship between gender and lan-
guage is analyzed, specifically the concept of genderlect, arguing that it
can help us to get closer to understanding how feminine and masculine
identities are constructed.
What is it we call feminine, and what masculine? In everyday life every-
one at some point has described someone’s bodily action or speech act
as feminine or masculine, but neither in the social sciences nor in dis-
course analysis have these styles been characterized. The exploration
of genderlects will allow us to discover what in a specific cultural con-
text is considered masculine and feminine, and how these stereotypes
are used to sanction those acts (and people) who do not meet cultural
expectations.
The work aims to review a number of basic definitions to define the
scope of the concept of genderlect, based on some important mile-
stones in feminist literature and in studies about gender and language,
and finally to examine the importance of this concept for gender studies.
Introducción
L
a cuestión de la relación entre género y lenguaje se ha venido debatiendo en
la sociolingüística desde que en 1975 Robin Lakoff publicó su libro Lan-
guage and Woman’s Place1. En esa obra la autora exploró las diferencias en el
habla de hombres y mujeres, tanto las formas como el lenguaje (en su caso,
el inglés) trata a las mujeres, como las formas como las mujeres usan el lenguaje. Las
manifestaciones en el lenguaje de la subordinación sociocultural de las mujeres era
una consideración importante para esta autora. Desde entonces han corrido ríos de
tinta sobre el tema; sin embargo, la labor de presentar un estado de la cuestión de
las relaciones entre género y lenguaje está más allá de los alcances de este texto2. Lo
que me propongo hacer aquí es centrarme en el concepto de generolecto, arguyendo
1 Existe una versión en español de 1981: El lenguaje y el lugar de las mujeres (Barcelona: Hacer).
2 Dos ensayos relativamente recientes que revisaron la literatura sobre el tema fueron escritos por Deborah
Cameron (1998, 2005).
Definiciones y precisiones
Género y discurso
El punto de partida del estudio de los generolectos lo constituye la articulación
entre dos campos relativamente nuevos del trabajo académico: la teoría del discurso
y la teoría de género. Por una parte, el lenguaje ha dejado de ser visto solamente
desde la perspectiva de las estructuras de la lengua, y se estudia hoy también como
discurso, es decir, como lenguaje en acto, o lenguaje en uso, lo cual implica atender
a “la forma como los significados se producen cuando se usa el lenguaje en contextos
particulares para propósitos particulares” (Cameron y Kulick, 2007:93). Al mismo
tiempo, para los teóricos críticos, sobre todo para Michel Foucault, quien definió el
“discurso” como “las prácticas que sistemáticamente forman los objetos de los cuales
hablan” (1972:149), los “discursos” son parte de las prácticas sociales (Cameron y
Kulick, 2007:93-94). Mientras los analistas del discurso lo definen como el lenguaje
en contexto, en acto, “para los teóricos críticos, los ‘discursos’ son un conjunto de
proposiciones en circulación acerca de un fenómeno particular, que constituyen lo
que la gente toma por la realidad de ese fenómeno” (Cameron y Kulick, 2007:93).
Sin embargo, como señalan, de nuevo, Cameron y Kulick, “los dos sentidos del
Sexo y género
Por otro lado, el campo de los estudios de género se ha formado a partir de la
indagación sobre las diferencias sociales y culturales entre los sexos. Partiendo de las
primeras definiciones del “sistema sexo/género” (Rubin, 1975), que nos remitían a
las interpretaciones culturales de las diferencias biológicas, y pasando por la discu-
sión de Joan Scott sobre el género como “un elemento de las relaciones sociales que
se basa en las diferencias entre los sexos” (Scott, 1990 [1986]:14), podemos hoy
definir el género como “el sistema de saberes, discursos, prácticas sociales y relacio-
nes de poder que les da contenido específico al cuerpo sexuado, a la sexualidad y a
las diferencias físicas, socioeconómicas, culturales y políticas entre los sexos en una
época y en un contexto determinados” (Castellanos, 2006:27). A partir de esta defi-
nición, el sexo aparece ya contenido en el género; es decir, se postula la construcción
socio-cultural de la sexualidad. Esta postura proviene de dos fuentes: por una parte,
las indagaciones de Michel Foucault (1980 [1976]) sobre el carácter histórico de la
sexualidad, y por la otra, las posiciones de algunas teóricas feministas sobre las rela-
ciones entre biología y cultura.
La necesidad de las feministas de refutar el determinismo biologicista que mi-
lenariamente había condenado a las mujeres al rol reproductivo como su función
social exclusiva, llevó a muchas teóricas a buscar formas nuevas de plantear las re-
laciones entre biología y cultura. Algunas feministas radicales de los años 70, como
Shulamith Firestone (1970), apelaron a la tecnología reproductiva como un modo
de trascender la esclavitud de la mujer a la reproducción, pero no llegaron a superar
la idea de que las mujeres recibían mayor influjo de la naturaleza que los hombres. Ya
en 1983, sin embargo, Alison Jaggar, en su influyente libro Feminist Politics and Hu-
man Nature, y siguiendo planteamientos de otras autoras feministas, como Andrea
Dworkin and Dorothy Dinnerstein, iba a afirmar que “la constitución biológica
humana… es un resultado a la vez que una causa de nuestro sistema de organización
social” (Jaggar, 1983:109)3.
3 Todos los textos citados que provienen de obras en inglés, han sido traducidos por mí.
Para Jaggar, los aspectos biológicos y los sociales de la vida humana interactúan
a lo largo de su evolución en distintos medios, de tal modo que las características
físicas mismas se desarrollan dialécticamente: biología, ambiente y desarrollo tecno-
lógico como factor social entran en un juego de influencias mutuas que llega a dar
forma a nuestros cuerpos, tanto como a nuestras sociedades:
Son precisamente [los] significados particulares [de masculino o femenino, varón o hem-
bra] los que necesitan ser extraídos de los materiales que examinamos. Cuando el género
es una pregunta abierta sobre cómo se establecen estos significados, qué implican, y en qué
contextos, entonces sigue siendo una categoría útil para el análisis, por ser crítica (Scott,
2010:14).
Para que la categoría de género sea profundizada y refinada en los estudios femi-
nistas, debemos alejarnos, desde el punto de vista teórico, de sus usos globalizados
y acríticos.
4 El término “generolecto”(en inglés “genderlect”) fue acuñado por Cheris Kramer (1974) originalmente, y
discutido extensamente por la sociolingüista estadounidense Deborah Tannen (1990), así como por otros
autores, y redefinido por mí (Castellanos, 2010). En ese trabajo elaboré una crítica de la concepción de poder
y de la tendencia esencialista de algunos de los planteamientos de Tannen, y replanteé el uso del término para
al análisis del discurso.
5 Para una revisión del tema de la evolución filosófica del término “identidad” y su uso en las ciencias sociales,
véase Castellanos, Grueso y Rodríguez (2010). Véase también Castellanos (2008, 2010a y 2010b).
6 El término fue acuñado por Freud desde su obra temprana, en Tres ensayos de teoría sexual (1993 [1905]).
7 Mi definición de “estilo de género” corresponde en líneas generales a lo que la Oficina de Asuntos LGBT de la
APA llama “expresión de género”: “la expresión de género se refiere al modo en que una persona comunica
su identidad de género a otras a través de conductas, su manera de vestir, peinados, voz o características
corporales” (LGBT Concerns Office, APA, 2006). Por otra parte, se asemeja también a la definición de
“categoría sexual” por parte de West y Zimmerman (1987) a la cual ya nos referimos.
Según Deborah Cameron, en las últimas décadas ha habido, en los estudios so-
bre género y lenguaje, una tendencia a alejarse de generalizaciones globales sobre el
lenguaje de las mujeres que eran comunes en los primeros estudios sobre el tema:
“El enfoque ahora se centra en la especificidad (mirar a las mujeres y los hombres
particulares en contextos particulares) y en complejidad (mirar las interacciones de
género con otros tipos de categorías de identidad y de relaciones de poder)” (Came-
ron, 1998:946). En estas categorías y en estas especificidades, debemos incluir las
distintas identidades sexuales y de género, además de la clase, la etnia, la raza y las
generaciones o los grupos etarios, entre otros parámetros.
Por otra parte, nos recuerda Cameron, la actuación lingüística es profundamente
intersubjetiva; es decir, se basa en las relaciones entre interlocutores, de modo que
los enunciados de un/a hablante llevan la impronta de lo que se dijo antes en esa
conversación, de múltiples maneras, y se les da forma en anticipación de lo que
vendrá después: “Muchos analistas hoy enfatizan que los “selves”8 [sí mismos, “yos”
o identidades] que se producen en la interacción lingüística son ‘co-construidos’ o
‘logrados conjuntamente’” (Cameron, 1998:952).
Por todas estas razones, no podemos continuar identificando el lenguaje em-
pleado por una persona de determinado género con el lenguaje de ese género. En
el primer caso, estamos ante una categoría empírica del lenguaje, el discurso de
este hombre, o de esta mujer, mientras que en el segundo se trata de una categoría
simbólica, una construcción cultural (Gal, 1995:171). Es aquí donde entra en juego
el concepto de generolecto.
Los generolectos, entonces, son códigos que deben verse como herramientas cul-
turales simbólicas, compuestas por prototipos dotados de eficacia para producir con-
ductas culturalmente esperadas, y que fundamentalmente sirven para clasificar los
actos discursivos, así como los corporales (gestos, posturas, marcha, etc.), como más
o menos femeninos o masculinos. En suma, en una cultura determinada, los modos
en que sujetos reales, hombres y mujeres, usan el lenguaje, y los repertorios de gestos
y de actitudes, son interpretados o “indizados” como femeninos o masculinos a par-
tir de los generolectos como códigos culturales. Se hace necesario, en primer lugar,
distinguir entre las prácticas discursivas reales de los sujetos y la ideología sobre esas
prácticas, pues si bien en la vida cotidiana los individuos de uno y otro sexo tienden
a exhibir en su discurso características del generolecto de signo opuesto a su identi-
dad de género, ya sea ocasional o habitualmente, ideológicamente encontramos la
suposición generalizada de que los hombres emplean el generolecto masculino y las
mujeres el femenino.
No se trata, además, de una mera suposición, sino de una verdadera imposición,
ya que el hombre que no siga consistentemente esta norma será considerado sospe-
choso en su virilidad, y por lo tanto será estigmatizado como “afeminado” y sancio-
nado negativamente. Igualmente, la mujer que no se exprese, se vista y se mueva,
en general, de acuerdo con la norma cultural del estilo femenino, es decir, aquella
que no actúe de modo “femenino”, según la definición ideológica de la feminidad,
será tildada de “marimacha” y recibirá el peso de la censura de su medio. Estamos
entonces ante un sistema binario y hegemónico, que se supone universal y natural,
cuando en realidad tiene como uno de sus fines el encubrir y eliminar desviaciones
y diferencias, en la medida en que los individuos que se apartan de encajar en él su-
fren no sólo reprobación, sino fuertes sanciones de variados tipos. Además, estamos
refiriéndonos a estereotipos culturales que tienen un gran poder, no sólo represivo,
sino probablemente también productivo de las mismas identidades y los estilos de
género, en la medida en que los individuos se apropien performativamente de las
normas culturales.
Existen múltiples estudios sobre “cómo las identidades de género se logran me-
diante el uso del lenguaje” (Cameron, 1998:950). En un volumen titulado Gender
Articulated. Language and the Socially Constructed Self (1995), las editoras, Kira Hall
género como una postura simplista, contrasta con lo encontrado en muchos de los
estudios empíricos que la siguen:
Generolectos y postmodernismo
Tal vez por razones muy similares a las que acabo de resumir, un sociolingüista,
Heiko Motschenbacher, ha planteado “una redefinición postmodernista” del térmi-
no generolecto.
La sociolingüística podría ser una de las disciplinas que proporcione… la conexión entre
el pensamiento postmodernista de Butler y sus consecuencias para las prácticas generizadas
reales. En el corazón mismo de la lingüística postmodernista sobre género, entonces, esta-
ría la meta de mostrar cómo el binarismo de género se construye lingüísticamente y cómo
lucirían las alternativas al binarismo normativo (Motschenbacher, 2007:259).
¿Cómo son, entonces, los generolectos? ¿Cómo podemos describirlos? Las ca-
racterísticas de los generolectos femeninos y masculinos difieren, como ya hemos
dicho, entre culturas y subculturas; también varían de acuerdo con otras dimensio-
nes identitarias como la clase, la etnia, la raza, la ocupación, la generación, etc., y
cambian a lo largo del tiempo. Pero parecen existir ciertas tendencias predominantes
en lo que llamamos feminidad o masculinidad. Inclusive, podemos encontrar simili-
tudes en la descripción de lo femenino y lo masculino en dos autoras en otros puntos
muy disímiles como son Deborah Tannen (1990) y Deborah Cameron (2005).
Es cierto que la teoría esbozada por Tannen sobre la formación de los generolec-
tos difiere en muchos puntos de la recomendada por Cameron para el estudio de
las relaciones entre lenguaje, género y sexualidad. La primera autora postula dife-
rencias en los procesos de socialización de hombres y mujeres que supone producen
características de género en la infancia, que luego permanecen relativamente fijas,
y aunque asegura que los dos generolectos pueden ser empleados por ambos sexos,
9 Para un resumen de las principales críticas a Tannen (1990), véase Castellanos, 2010a.
A modo de conclusión
Bibliografía
Recibido: 14-04-2016
Aceptado: 24-04-2016
Resumen
Desde la vuelta de la democracia en nuestro país, muchos movimientos
sociales se gestaron con diferentes fines, entre ellos los que luchan por
la defensa de los derechos de las mujeres. La provincia de La Pampa,
no ha estado exenta de este fenómeno. En un período de más de tres
décadas aparecieron en el escenario social pampeano diversos movi-
mientos. Pero es sobre fines del siglo XX, que emergen varios otros
cuyos objetivos son claramente feministas y están ligados a la defensa
expresa de los derechos de las mujeres.
Este es el caso del Movimiento por los Derechos de las Mujeres de
General Pico, objeto de estudio en este trabajo. Ubicándome en una
perspectiva regional y de género, la presente investigación es motoriza-
da por los siguientes interrogantes: la constitución de este movimiento
¿implicó una re-significación y reconstrucción de las identidades, indivi-
duales y colectivas, de sus integrantes? ¿En qué sentido? ¿En qué con-
texto deciden agruparse? ¿Cuáles fueron o son sus objetivos? ¿Qué
planes de acción tienen? ¿Han obtenido logros? ¿Cuáles?
Abstract
Since the return to democracy in our country, many different movements,
having different aims appeared. Among them, those which would strug-
gle for the defence of women’s rights. The province of La Pampa has
not been exempt from this fenomenon. In a period of more than three
decades flourished in the pampean social scenery several movements.
Nontheless, it is about the end of the 20th century that many other
emerged, whose objectives are clearly feminist, and they are bound to
the express defence of women’s rights.
This is the case of Movement for Women’s Rights of General Pico”,
subject of study in this paper. Adopting a regional perspective, from a
gender viewpoint, this research is powered by the following question-
ings: Did the constitution of this movement implied a resignification and
reconstruction of both, individual and collective identities of its mem-
bers? In what sense? In which context do they decide to group? Which
were, a still are their aims? Which lines of action do they have? Have
they achieved any goals? Which ones?
Key words: Social movements / Gender / Feminism / Identity.
Introducción
D
esde la vuelta de la democracia en nuestro país, muchos movimientos
sociales se gestaron con diferentes fines, entre ellos los que luchan por
la defensa de los derechos de las mujeres. La provincia de La Pampa,
no ha estado exenta de este fenómeno. En un período de más de tres
décadas aparecieron en el escenario social pampeano diversos movimientos. Pero es
sobre fines del siglo XX, que emergen varios otros cuyos objetivos son claramente
feministas y están ligados a la defensa expresa de los derechos de las mujeres.
Este es el caso del Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico,
objeto de estudio en este trabajo. Ubicándome en una perspectiva regional y de
género, la presente investigación es motorizada por los siguientes interrogantes: La
constitución de este movimiento ¿implicó una re-significación y reconstrucción de
las identidades, individuales y colectivas, de sus integrantes? ¿En qué sentido? ¿En
qué contexto deciden agruparse? ¿Cuáles fueron o son sus objetivos? ¿Qué planes de
acción tienen? ¿Han obtenido logros? ¿Cuáles?
fuerza. Esta crisis ha quedado grabada en la memoria de los argentinos como una de
las más severas y cuyos latigazos se sienten aún.
¿Qué llevó a nuestro país a sufrir tan terrible caída? Es una pregunta que muchos
científicos se formulan. Lo cierto es que fue (cómo todo fenómeno histórico) el
resultado de una conjunción de factores. Hilda Sábato, en su artículo ¿Democracia
en agonía?, hace referencia a la pesada herencia que dejó el gobierno menemista. No
obstante, no puede atribuírsele toda la responsabilidad. El gobierno que asume la
presidencia en 1999, lejos de cumplir lo que había prometido en su campaña electo-
ral, defraudó las –bajas– expectativas del pueblo argentino. “Los grados de libertad
para el nuevo gobierno eran sin duda muy estrechos, pero no inexistentes. En lugar
de aprovecharlos, o buscar crear nuevos espacios, ese gobierno (…) terminó por
anularlos, yendo de traspié en traspié, equivocando casi todas las políticas y demos-
trando una incapacidad para gobernar que desembocó en la crisis actual” (2002:47).
Esta crisis se dio en todas las esferas de la sociedad argentina. Fue económica,
fue social, fue cultural, fue política, e incluso de representación partidaria. El pue-
blo argentino dejó de creer. Sábato escribía en esos años “…estamos a la deriva y en
quiebra…” (2002:48). La gente, el pueblo, la sociedad argentina ya no podía creer
más que en su propia realidad, plasmada muy claramente en la emergencia de los
movimientos piqueteros y en el club del trueque.
Con respecto a esa crisis de representación partidaria, Juan Carlos Torre, dice que
en las elecciones de ese año se da un cuestionamiento que no es hacia la democracia,
si no, hacia el desempeño de los partidos y sus dirigentes. “El clima de cuestiona-
miento que rodea a los partidos indica en verdad la distancia entre lo que la oferta
partidaria ofrece y las mayores y plurales exigencias de sectores importantes de la
ciudadanía…” (2003:647). Se crea un vacío de poder. Un vacío en donde los parti-
dos existentes parecen no ser suficientes para satisfacer las demandas del electorado,
ni mucho menos, las de toda la sociedad.
Por otra parte, Di Marco (2013:19) plantea que en esos años se produce una
disociación entre la “…sociedad y el sistema político que había debilitado la capaci-
dad del sistema de partidos para ejercer su rol de mediación”. Este espacio vacío fue
llenado por esos movimientos sociales que emergieron con el fin de satisfacer las
expectativas para las que el sistema político aparecía como totalmente incapaz. Fue
el Movimiento por los derechos humanos que surgió en la última dictadura quien
ofició de inspiración, según Torre, a “…una segunda ola de movimientos que colocaron
sus demandas en términos de derechos…” (2003:656).
La provincia de La Pampa, no ha estado exenta de este fenómeno. En un período
de más de tres décadas aparecieron en el escenario social movimientos tales como el
de los Derechos Humanos (Asquini y Pumilla 2008; Morales 2010 y 2013). Otros
que centraron sus demandas en la recuperación de puestos de trabajo. Si bien estos
movimientos estaban compuestos en su mayoría por hombres, la presencia femenina
se hizo notar. Así lo muestra Morales (2010) al hablar del proceso de constitución
del Movimiento de Derechos Humanos en La Pampa. La participación de las mujeres
tuvo un alto impacto en la primera etapa […], en tanto que, sin desaparecer, la misma
tendió a ser menos significativa en la segunda fase (Morales, 2010:163).
Si bien este movimiento es uno de los primeros en surgir en el territorio pampea-
no, sobre fines del siglo XX, emergen varios movimientos cuyos objetivos son clara-
mente feministas, y están ligados a la defensa expresa de los derechos de las mujeres
y de los sectores más vulnerados de la sociedad. Mujeres por la Solidaridad, Movi-
miento de Mujeres Agropecuarias en Lucha, Agrupación de Amas de Casa de Santa
Rosa, Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico, Tamboras del
Viento, Tamboras de Santa Rosa, Agrupación Pan y Rosas, son algunos ejemplos
que se pueden citar1. Todas ellas luchan o lucharon por la liberación de las mujeres
dentro de una sociedad machista y patriarcal, que tiende siempre a la opresión de
quienes considera más débiles.
Algunas de estas agrupaciones se diluyeron en el tiempo. Otras, como Mujeres
por la Solidaridad surgieron en la década del 90 y aún hoy tienen presencia activa.
Así mismo, el Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico, Tam-
boras o Pan y Rosas son agrupaciones cuyas integrantes son en su mayoría mujeres
jóvenes, que se aglutinaron en los últimos años, reclamando por casos de violencia
contra las mujeres.
Pilares Teóricos
historiadoras que ha teorizado sobre género, viéndolo como una categoría útil de
análisis, y sin duda, una referente a la hora de definir dicho concepto.
En tanto categoría analítica, según la autora, “género” hace referencia, a grandes
rasgos, a los estudios sobre la mujer. No obstante, es mucho más que eso. Siguiendo
a Scott, la definición de género tiene dos aspectos: “…es un elemento constitutivo
de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos y […]
es una forma primaria de relaciones significantes de poder” (Scott, 1996:23). De
esto se deduce que el género, además de ser una construcción socio – cultural, con-
diciona a los actores y actoras sociales en cuanto a las relaciones sociales que entablan
entre ellos y dentro de una sociedad, condicionando incluso su identidad. Por otro
lado, el género marca y define las relaciones de poder de la misma sociedad, que
bajo la justificación de superioridad masculina, ubica a las mujeres en condiciones
de desigualdad e inequidad.
Otra autora, la italiana Teresa de Lauretis, en su escrito La tecnología del género
(1989:7), también analiza el concepto de género. Desde el inicio, sostiene como
necesaria una nueva conceptualización de género, una que no lo defina como mera
diferencia sexual, porque “la diferencia sexual es en primera y última instancia una
diferencia de las mujeres respecto de los varones…”. Propone, siguiendo la línea
de Foucault, que el género “…en tanto representación o auto-representación, es el
producto de variadas tecnologías sociales –como el cine– y de discursos institucio-
nalizados, de epistemologías y de prácticas críticas, tanto como de la vida cotidiana”
(De Lauretis, 1989:7-8). De manera similar a Scott, De Lauretis, sostiene que el
género no es una pre-condición, si no, algo que el individuo va construyendo a lo
largo de su vida, influenciado, no sólo por su contexto socio-familiar-cultural, si no
también, por las tecnologías mismas.
El segundo pilar de este trabajo, Feminismo, presenta aún mayor complejidad
que el concepto anterior para su definición. Lejos de hablar de feminismo, el con-
cepto correcto a utilizar debe ser Feminismos. Las mismas historiadoras feministas lo
definen como un término muy complejo y de muchas aristas.
Susana Gamba, feminista y directora del Portal Agenda de las Mujeres, definió
feminismo de la siguiente manera: “El concepto se refiere a los movimientos de libe-
ración de la mujeres, que históricamente han ido adquiriendo diversas proyecciones.
[…]. El feminismo propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la
liberación de las mujeres a través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los
sexos” (Gamba, 2007:144).
Por otra parte, Pilar Sánchez Álvarez, sostiene que se puede definir de varias ma-
neras el feminismo, pero todas ellas tienen como denominador común hacer visible
individuo para expresarse cuando ya no le son suficientes los partidos políticos o las
asambleas barriales.
No es casualidad que estos movimientos hayan surgido en nuestro país en un
momento de extrema crisis social, política y de representación: 2001 – 2002. Di
Marco (2013:19) plantea que en esos años se da una disociación, tal como se dijo
anteriormente, entre la sociedad y el sistema de representación partidaria. Fue en ese
espacio vacío de poder, pero lleno de una masa poblacional a la deriva, donde emer-
gieron los movimientos sociales, con el fin de satisfacer las expectativas para las que
el sistema político aparecía como totalmente incapaz. Estos movimientos, que sur-
gen y se consolidan fuera de las estructuras políticas y organizativas preestablecidas,
son, según Revilla Blanco el resultado de un “…proceso de (re)construcción de una
identidad colectiva, fuera del ámbito de la política institucional, que dota de sentido
(certidumbre) a la acción individual y colectiva en la articulación de un proyecto de
orden social” (1994:15). Es decir, que en esos movimientos –de diversos objetivos,
de diversos orígenes, de heterogénea composición– esa masa poblacional que anda a
la deriva, encuentra un lugar, un algo que los une y los identifica.
Se hace pertinente a esta altura, hablar sobre las teorías que se ocupan de los pro-
cesos de construcción de identidades colectivas. Sin bien son varios los sociólogos,
historiadores, y demás teóricos que se ocupan de esta temática, nos centraremos en
el análisis que hace Alberto Melucci. Este sociólogo italiano, sostiene que la identi-
dad colectiva se construye a través un proceso “que se realiza a partir de la práctica
de los/as actores/as, junto con la emergencia del movimiento social” (Di Liscia,
2015:20). Es un proceso que se nutre del contexto en el cual está inmerso el movi-
miento, de su capacidad de permanecer en el tiempo, de reconocerse y ser reconoci-
do y que contiene una gran inversión emocional, es decir, que muestra “…sentido
de pertenencia a la comunidad…” (Chihu Amparan y Lopez Gallego, 2007:143).
Lejos de ser algo dado por la clase social de los individuos o creados dentro de las
márgenes institucionales establecidas,
…la acción colectiva se considera el resultado de intenciones, recursos y límites, una orien-
tación intencional construida mediante relaciones sociales desarrolladas en un sistema de
oportunidades y obligaciones. No puede, por tanto, considerarse exclusivamente como
el efecto de las precondiciones estructurales o como la expresión de valores y creencias.”
(Melucci, 1994:157)
marcadas y caracterizadas por el patriarcado, que ubica los varones en una situación
de superioridad absoluta con respecto de las mujeres. En este tipo de sociedades
(como la nuestra), la construcción de la identidad genérica del individuo está con-
dicionada por sus características biológicas, cerrando así la posibilidad a cualquier
otro tipo de identidad de género que no se ajuste al patrón binario varón – mujer.
En este contexto de cercenamiento de libertades, los movimientos feministas
enarbolan la bandera de la libertad de género, haciéndose eco de las opresiones a las
que las mujeres son sometidas. El feminismo –o los feminismos, dada la gran diver-
sidad de enfoques que se hallan en su interior– como movimiento social, no sólo
defiende la libertad de las mujeres de decidir sobre el funcionamiento de su propia
vida, como en el caso de la defensa por un aborto seguro, legal y gratuito, sino que
también protegen y defienden los derechos de aquellos grupos sociales cuya voz no
es escuchada y cuyos derechos también son vulnerados.
Estos movimientos sociales feministas, surgen, de manera clara, para satisfacer
ciertas expectativas para las que las estructuras tradicionales de la sociedad, incluido
el Estado, aparecen como incapaces. La identidad de estos movimientos es cons-
truida a partir de ese objetivo de satisfacción y en relación contestataria con las
estructuras tradicionales, mostrándose como algo que no está predeterminado, pero
sí organizado.
las mujeres en los movimientos de derechos humanos (…), por las de los sectores
populares (...) y por las mujeres del movimiento feminista (...)”.
El Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico nace a partir de
la necesidad de varias mujeres de reclamar justicia ante casos de violencia de género
que se dieron en la ciudad. Este movimiento tiene su fecha fundacional el 25 de no-
viembre de 2009. Claudia Giacobbe, en una entrevista que se le realizó, lo recuerda:
“…fue nuestra primera manifestación pública, no masiva… hace seis años”. En ese
momento sus integrantes eran: “Aixa Fayolle, Ana Ferraris, Adriana Longoni, An-
drea Talone, Claudia Giacobbe, Paula Félix, Anaclara Félix, Nilda Masci, Olga Pe-
rez, Sonia Moreira, Silvia Ramos y más tarde se agregaría Nerina Bracconi” (Masci,
2014: 48). Hoy, Nilda Masci, Adriana Longoni y Claudia Giacobbe, no pertenecen
ya al movimiento, y Silvia Ramos, que era concejal, falleció. En este último tiempo
se ha sumado Natalia Voragini Weth. Cabe destacar que este movimiento está for-
mado por mujeres de diferentes edades y formación, aunque predominan docentes.
Como todos los movimientos sociales que se enmarcan bajo el feminismo, estas
mujeres se plantearon (Masci, 2014:8).
Una de sus primeras manifestaciones públicas es recordada por Paula Félix:
…lo que se logró, yo lo veo como positivo, son folletos, […], esto se distribuyó con los
impuestos municipales, esto llegó a todas las viviendas de Pico.
Esos folletos tuvieron como objetivo concientizar a las mujeres víctimas de vio-
lencia de género sobre qué hacer en caso de ser abusada o violentada. Meses más
tarde, hicieron su aparición en el escenario político, cuando presentaron ante el
Concejo Deliberante de la ciudad una solicitud con más de ochocientas firmas, para
peticionar un refugio para las mujeres víctimas de la violencia machista.
De aquella petición al Concejo surge del poder ejecutivo la propuesta de confor-
mar una Comisión de Políticas de Género. Las mujeres del Movimiento se unieron
a esa Comisión que estuvo integrada por concejalas, abogadas, asistentes sociales,
empleadas del Municipio, psicólogas del hospital, personal de la Unidad de Género,
dos fiscales del poder judicial, mujeres de la iglesia evangélica y personas indepen-
dientes (Masci, 2014: 48). Pero ellas sabían que ese no era su lugar. Estructuras po-
líticas, partidismo, absorción y cooptación no eran cosas que fueran con sus ideales,
ni mucho menos con la identidad que estaban construyendo. Se autodefinen como
un movimiento sin tendencia política alguna, horizontal y auto-gestionado, razones
por las cuales, terminaron saliendo de esa comisión.
…no es lo mismo estar en un movimiento social que estar metida dentro de una institu-
ción municipal, con toda la puja partidaria que hay dentro de ella, dice Claudia.
2 Carla fue asesinada el 11 de diciembre de 2011 por su pareja. Este hecho se dio luego de que el juez Jensen
ignorara la “perspectiva de género” del caso y subestimara la historia de violencia a la que la joven había
estado sometida desde niña y los antecedentes del detenido de haber abusado sexualmente de Carla. El
magistrado utilizó la figura de avenimiento (reconciliación) que le otorgó la libertad al abusador para formalizar
un matrimonio con su víctima (Masci, 2014:49). El Diario Clarín así reza: “Al final, Marcelo Tomaselli, el
violador de 26 años que estaba preso, se casó con su víctima y de esa manera consiguió salir en libertad,
terminó asesinando a la mujer. En la madrugada del sábado, a la vista del hijo que la pareja tenía, le aplicó a
Carla Figueroa (19) casi una decena de puñaladas con un cuchillo de cocina: una de ellas mortal, en el cuello.
La policía llegó al lugar poco después del crimen. Tomaselli estaba ahí, con el pequeño en brazos” (Diario
Clarín, 11/12/2012).
3 Sofía desapareció en agosto de 2012. Su familia hizo la respectiva denuncia y casi de inmediato se iniciaron
los procesos de búsqueda. Los días pasaban y no había noticias de la niña de 12 años. Luego de dos meses
de búsqueda (31 de octubre de ese año), por azar hallaron su cuerpo. Por azar se dice, porque fue gracias a
otro delito que cometió quien luego fuera el acusado de su asesinato: intentó violar a una nena de 14 años. A
consecuencia de esto, su familia hizo la denuncia y pidió se allanara el lugar. Y ahí estaba, en el patio de la
casa de Janssen, a pocas cuadras de la casa de sus padres el cuerpo violado, golpeado y sin vida de Sofía
Viale. El Diario Popular del 6 de noviembre de 2012 inicia así la noticia sobre Sofía: “El cuerpo de Sofía Viale,
la niña de 12 años que había desaparecido hace más de dos meses en la ciudad de General Pico de La
Pampa, fue encontrado enterrado en la casa de Juan José Janssen, un hombre con serios antecedentes por
violación, al que le allanaron la casa tras atacar a una adolescente.
Sofía, que había desaparecido el 31 de agosto pasado, salió con un carrito a vender alimentos y nunca más
volvió…”.
recuerdan como muy graciosa, y que muestra el peso político y la fuerte identidad
que han logrado, es la siguiente:
… ¿Dos años será? Para un 8 de marzo iban a hacer una actividad y no sé por qué alguna
en el movimiento de Tamboras, que éramos como 30 en ese momento dijimos: tendría-
mos que ir a manifestarnos para impedir, que se yo. Corrió el rumor, nunca en realidad lo
dijimos, no lo pensamos en serio. ¡¡SUSPENDIERON TODO!! ¿Te acordás? (A Paula).
En la presentación del libro de la Piñeiro…” (Claudia Giacobbe, 2015).
Ellas tiene muy claro qué buscan: igualdad de género, el fin de una sociedad
patriarcal, el fin de la violencia contra la mujer y justicia en los casos de violencia de
género (en todos, no sólo en los que han llevado a la muerte a la víctima). Luchan
también por la abolición de la prostitución en La Pampa y por el derecho de las
mujeres a decidir sobre su propio cuerpo (aborto no punible). Cada vez que creen
necesario, hacen su aparición en el escenario social y político para hacer oír sus voces
en contra de una sociedad que parece cada vez más machista. Al oírlas hablar se des-
prende algo claro: ellas no se reconocen fuera del Movimiento, su identidad ha sido
(re)construida en torno a los objetivos y causas del mismo.
Palabras Finales
Es claro que las relaciones de poder dentro de una sociedad están marcadas y
pautadas por las relaciones de género que se entablan al seno de la misma. Histórica-
mente, la mujer ha estado subordinada al varón; mientras que éste ha sido ubicado
como líder y protector, por ende, como un ser superior, siguiendo los patrones de
las diferencias sexuales de las que habla De Lauretis (1989). Es en este contexto de
cercenamiento de libertad y de insatisfacción de expectativas, en el que surgen los
movimientos sociales feministas.
El vacío que se genera en la sociedad argentina con la crisis partidista de los años
2001 – 2002, hacen posible la emergencia de esos movimientos, como lugares de
participación y democratización. No es casual, como dice Di Marco, que la mayor
cantidad de miembros de esos movimientos sean o hayan sido mujeres. “Casi todas
las mujeres refieren que en los momentos límite, emergieron las capacidades para
la lucha y para ejercer liderazgo, aprendidas en la vida familiar, a través de las duras
condiciones de vida de madres trabajadoras” (Di Marco, 2003: 27).
Estos movimientos, como el caso del Movimiento por los Derechos de las Mu-
jeres de General Pico, nacen y se consolidan en espacios sociales en donde el Estado
parece ausente o insuficiente. A lo largo de su trayectoria, las/los integrantes de
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facebook.com/pages/Movimiento-por-los-derechos-de-las-mujeres-
GP/134993093206362?fref=ts
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Diario Clarín: http://www.clarin.com/crimenes/violador-caso-victi-
ma-final-asesino_0_607139398.html (visitada 18/06/2016)
Diario Popular: http://www.diariopopular.com.ar/notas/136124-so-
fia-viale-vendedora-ambulante-asesinada-un-violador-libertad (visi-
tada el 18/06/2016)
Recibido: 07/6/2016
Aceptado: 12/6/2016
Carolina Folmer
Universidad Nacional de Villa María
Resumen
El presente artículo se desprende de un trabajo final de grado para la
Licenciatura en Trabajo Social y se propone analizar y reflexionar sobre
las experiencias de mujeres en situación de prostitución en el año 2015
en la ciudad de Santa Rosa, a la luz de los paradigmas abolicionista y/o
reglamentarista. De esta manera se busca conocer los significados que
atribuyen las mujeres a la práctica de la prostitución y las relaciones que
se dan en ella.
Abstrac:
This article follows a final degree for the Bachelor of Social Work and
intends to analyze and reflect on the experiences of women in prostitution
in 2015 in the city of Santa Rosa, in light of the abolitionist paradigms and/
or regulationist. In this way it seeks to understand the meanings attributed
women to practice prostitution and relationships that occur in it.
E
n el presente proyecto, se concibe a la prostitución como la venta de ser-
vicios sexuales a cambio de dinero o cualquier otro bien (OMS 1989). El
término prostitución proviene del latín “prostituere”, que significa “exhibir
para la venta”. En este ámbito, la mayoría de las personas prostituidas son
mujeres pero también existen travestis, hombres, niños y niñas en menor propor-
ción; asimismo, los mayores consumidores de prostitución como de explotación son
hombres.
La dinámica del capitalismo configura un contexto social que estructura a los su-
jetos, las relaciones y la vida cotidiana en general. Según datos de la CEPAL (2012)
la pobreza sigue en disminución en América Latina pero aún afecta a 167 millones
de personas. Las cifras indican que el 10% más rico de la población latinoamericana
recibe el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe solo el
15%. De esta manera la salud de las mujeres se ve influida de manera definitiva por
factores sociales y económicos, como el acceso a la educación, el nivel de riqueza
familiar y el lugar de residencia. La violencia es otro riesgo importante para la salud
sexual y reproductiva de las mujeres ya que puede ocasionar trastornos mentales y
otros problemas crónicos de salud (OMS 2009).
A pesar de los grandes avances que ha logrado la mujer en la sociedad, la igualdad
de género es uno de los grandes desafíos de estos tiempos. Aún para muchas mujeres
y niñas la discriminación, la desigualdad, la violencia y la privación de derechos son
una realidad diaria.
Joan Scott (1990) ha profundizado el concepto de género desde una perspectiva
histórica. Permite pensarlo como elemento fundamental en la organización social de
las relaciones, destacando que se refiere a las relaciones construidas entre los sexos
(hombre y mujer).
La autora afirma que por un lado, el género es un elemento constitutivo de las
relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y, por otro lado
el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder.
Según estadísticas de la OMS (2009) la violencia contra la mujer está generaliza-
da en todo el mundo. Las mujeres que han sido víctimas de abusos físicos o sexuales
presentan tasas más elevadas de enfermedad mental, embarazo no deseado y aborto,
tanto espontáneo como inducido, que las que no han sufrido esos abusos. La mayo-
ría de las agresiones contra las mujeres son cometidas por varones con los que tienen
una relación íntima. Recientemente se ha comenzado a visibilizar la violencia sexual
como táctica de guerra.
Comienzos en la Prostitución
1 La muestra que se seleccionó para este trabajo de investigación fueron 4 mujeres que estuvieron o están en
situación de prostitución ya sea en la vía pública o en ámbitos privados y además residen en la ciudad de
Santa Rosa.
Tenía una amiga Tucumana (Tamara) a quien conocí porque vivía en el barrio de mi tía
con su Marido. Un día, le conté por todo lo que estaba pasando con el padre de Demian y
le dije que me quería ir lejos de mi casa; en ese momento, Tamara me habla de la oportuni-
dad de trabajar en un bar de acá de La Pampa y que podíamos hacer buena plata juntas…
Todavía no había cumplido los 2. En ese momento, venía a Santa Rosa, me hacía unos
mangos y me volvía a La Rioja. Después de un tiempo, me vine definitivo (Soledad 2015).
Mi hermana más grande había empezado la calle antes que yo…lo hacía por su familia.
Todos empezamos cuando aprieta el bolsillo, cuando no tenés para darle de comer a tu
familia, o cuando no tenés para comprar los medicamentos para tus hijos (Patricia 2015).
Las mujeres entrevistadas narran que en medio de este escenario de soledad, estar
en prostitución presentaba diferentes ventajas. Una de ellas es la facilidad en la flexi-
bilidad del tiempo y espacio, generalmente realizaban la actividad durante la noche
cuando sus hijos dormían y de esta manera no requerían contratar una niñera o acu-
dir a los favores de algún familiar. También les permitía, cumplir con las actividades
del hogar y de sus hijos. Otra de las características importantes de la prostitución es
que no se requiere una formación específica ni formal y tampoco se necesita dinero
para ingresar en el mercado de la explotación sexual, y lo más importante, es que les
permitía tener el dinero al instante.
Un Estado Proxeneta
por otro, los avances de las políticas neoliberales que se profundizaron en la década
del 90 barriendo con todas las conquistas sociales logradas en la etapa anterior.
“En la década de 1990, con la asunción del Presidente Carlos Menem, se produ-
ce la reforma del Estado. De manera similar a otros países de la región, las políticas
de ajuste estructural se basaron en una estricta aceptación de las propuestas de los
organismos internacionales de financiamiento como el FMI, Banco Mundial entre
otros, en lo referente a la desregulación de la economía y los mercados, apertura ex-
terna, privatización de las empresas públicas de servicios de uso económico masivo y
productivas estratégicas, cambios profundos en la legislación laboral tendientes a la
flexibilización, modificación de la orientación de las políticas públicas y del rol social
y económico del Estado. A partir de la desregulación del mercado, el sector privado
comienza a ocuparse de los servicios básicos como educación, salud, obras sociales,
pensiones, jubilaciones, riesgos de trabajo, entre otros. La política social del Esta-
do Neoliberal tenía como objetivo fundamental atender las situaciones de pobreza
extrema, lo cual implicaba el abandono de otros objetivos como la reducción de la
incertidumbre, la distribución progresiva de los ingresos y la movilidad social” (Lo
Vuolo et al, 2002 citado en Hintze 2007).
De esta manera, el achicamiento del Estado que propuso el neoliberalismo, im-
pactó de lleno en las historias de las mujeres entrevistadas. Patricia y Sonia, relatan
cómo llegaron las políticas de ajuste a su vida:
El plan jefes y jefas de hogar me lo dieron en el año 2001, tiempo después de que tuve
a Micaela. Este plan sale en los diarios para personas de bajos recursos y que no estaban
empleadas y fui a anotarme para que me lo den. Igualmente no era que te lo daban y listo,
sino que debías cumplir 6 horas diarias de trabajo en la Municipalidad. Nos pagaban mise-
ria, eran solo $150 por mes y nos explotaban. A mí no me alcanzaba para vivir, tenía a mi
hija que criaba sin ayuda del padre, así que me la empecé a rebuscar sola por otros lados.
Empecé en la calle… (Patricia 2015).
En ese momento no te aumentaban el sueldo cobraba $150 del plan y $50 por la Muni-
cipalidad, tenía que pagar un alquiler de $300, no tenía para comer me daban la vianda.
Me daban la bolsa de la mercadería de la Municipalidad que eran víveres secos que me
duraban 5 días (Sonia 2015).
“La familia como principal agente socializador configura el campo de las rela-
ciones afectivas más profundas y constituye uno de los pilares de la identidad de
un sujeto. De esta manera en el seno de la vida familiar es donde los sujetos tejen
los lazos afectivos primarios, los modos de expresar las emociones, la vivencia del
tiempo y, del espacio, las distancias corporales, el lenguaje, la historia de la familia
grande, extensa, que comprende a las distintas generaciones que nos precedieron; es
decir, todas las dimensiones humanas más significativas se plasman y transmiten en
la cotidianeidad de la vida en familia” (Baeza 1999:1).
Las familias de origen de las entrevistadas se caracterizan por ser familias nume-
rosas que están atravesadas por problemáticas de violencia, pobreza y, en algunos
casos, situaciones de adicción. En varias ocasiones las mujeres relatan que se des-
prendieron de sus hogares desde muy adolescentes, pero más tarde por diferentes
motivos debieron regresar.
Mi papá era empleado municipal y mi mamá nos criaba, éramos 8 hermanos…viví con el
miedo a que la matara porque él era violento. También era alcohólico…Termine la prima-
ria y no seguí más la escuela. Me puse de novia a los 15 años y a los 16 me fui de mi casa;
mis papás nunca me dijeron nada, de hecho con mi mamá no teníamos una relación fluida
y nos veíamos muy de vez en cuando. A los 20, quede embarazada y obviamente no lo bus-
que. Cuando mi pareja se enteró al principio no quería saber nada, pero después lo acepto
y estuvimos juntos todo el embarazo. Él trabajaba en una empresa de limpieza y yo me
quedaba en la casa donde alquilábamos. A los dos años de mi hija Micaela, nos separamos
y me echo de mi casa porque tenía una amante, así que no me quedo otra alternativa que ir
de nuevo a la casa de mi mamá. En ese momento me encontré sola con mi hija de 2 años,
sin mantención, sin trabajo, con un plan y sin un lugar propio donde vivir, y para colmo
mi hija se había enfermado y no tenía plata para comprar la medicación (Patricia 2015).
Tengo 5 hermanas mujeres menores que yo, mi papá tiene 56 años y es mecánico en un
taller automovilístico y mi mamá (Mabel) falleció cuando yo tenía 14 años. Así que tuve
que dejar de estudiar y ponerme a trabajar para mantener a mi familia, ya que mi viejo no
podía cuidarnos ni mantenernos porque se había tirado al alcohol (Soledad 2015).
… Y me acuerdo clarito que los patrones, por ahí ellos iban y llevaban mercadería y eran
todos víveres secos para 15 días, la carne la sacábamos de ahí porque ahí carneaban. Había
una bolsa de galletas que más de una vez estaba verde y tenías que comer lo que había...Y
en la mesa notaba la discriminación que yo no era hija de él, porque estaban todos mis
hermanos comiendo y primero le daba a los hijos de él y después a mí y yo le decía a
mamá: Mamá tengo hambre, ¿puedo repetir? y ella me decía No, porque tiene que comer
tu padre.
…Mi padrastro a mi mamá la golpeaba, con nosotros fue un ejemplar padre porque nunca
nos puso una mano encima. Yo le tenía miedo porque él nos estaba criando para él…a
mi hermana se la empezó a agarrar de chica…yo le tenía miedo…y mi mamá nunca lo
vio porque ella era limpiar, lavar, planchar todo el día y mi hermana era más grande y se
quedaba limpiando la casa…
…Mi padrastro falleció hace 8 años, él tomaba y le pegaba a mi mamá, con lo que tenía
en la mano o con un palo le pagaba en la espalda o en los brazos en cualquier lado le
pegaba…Yo me escape porque yo le tuve miedo a él, porque él me amenazo, me dijo vos
abrís la boca y vas a ver lo que te pasa. Y él se la seguía agarrando a mi hermana, y yo dor-
mía vestida con un calor que se partía la tierra y dormía envuelta con una sábana porque
tenía miedo que se sacara la ropa y me agarrara. Andaba atrás de mi mamá, siempre tuve
miedo… (Sonia 2015).
miembros pero, especialmente, decidían sobre la vida de las mujeres y sus cuer-
pos, no como sujetos con derechos sino como objetos a utilizar en función de sus
necesidades.
El hombre de la familia, reencarnaba la figura del patriarca. Su autoridad, ejer-
cía el poder a través de la división sexual del trabajo. La esposa reservada al ámbito
privado, realizaba el trabajo doméstico que contenía el cuidado de la casa, la crianza
de los hijos y la atención del marido. Mientras que para el hombre, estaba reservado
el acceso a los bienes a través del trabajo remunerado, tenía el privilegio de apelar al
ámbito público, donde se obtienen los recursos indispensables para la reproducción
de la vida familiar. A partir de allí, de ese lugar de poder, decidía y administraba el
dinero. También ejercía todo tipo de violencia, especialmente el maltrato físico y
sexual a las mujeres de la familia.
De esta manera, como se puede observar con la ausencia de intervención de las
instituciones estatales, las leyes del patriarcado se impusieron en el seno de las fami-
lias sin ningún cuestionamiento.
Facio (2005) señala que en todos los sistemas patriarcales nos vamos a encontrar
con una serie de características comunes; para comprenderlo debemos primeramen-
te saber que tiene orígenes culturales y no naturales, pero por sobre todo requiere de
la fuerza y el temor - en otras palabras la aplicación o amenaza del dolor- para man-
tener y reproducir los privilegios de aquellos que dominan. Dicha violencia se instala
en los cuerpos de las mujeres quienes quedan sujetas al control sexual y reproductivo
de los varones, en particular de aquel que se atribuye su dominio.
La cultura sexista y patriarcal, se instala como parte de la identidad de varones
y mujeres reproduciendo roles y estereotipos de género que legitiman la violencia
contra las mujeres. Las narraciones dejan ver como los vínculos de las familias de
nuestras testimoniantes se volvían a reproducir a la hora de conforman una pareja y
posteriormente tener hijos.
Era enfermo de los celos tenía que llegar a la hora que él me decía porque si llegaba dos o
tres minutos después ya se enojaba. Hasta embarazada me agarraba de los pelos me arras-
traba y me golpeaba; es hasta el día de hoy que me peino y me duele el cuero cabelludo...
Me tenía que poner con el sin tener ganas y en esas ganas que no tuve también nació mi
hijo...me tuve que poner porque él se tenía que sacar las ganas. Yo tenía miedo de que él
se fuera con otra y me dejara sola con los nenes... entonces me tenía que poner…ese dolor
no me lo voy a sacar hasta el día que me muera. Entonces, yo me tenía que aguantar eso
por la luz, por el gas, por el techo, porque me ampliaba la casa, no es que yo pensaba en la
comodidad sino que pensaba en mis hijos. Para que no estuviera en la calle y con mis hijos
rodando por ahí (Sonia 2015).
Yo estuve muy enamorada de él, pero me hizo mucho daño. El me pegaba, me maltrataba
y me vivía (Soledad 2015).
Antes había ido a la policía pero no me creían…esos moretones te lo podes haber hecho
vos me dijo el oficial de la Seccional Primera en aquellos años. Cómo sabemos si te pego él,
capaz que vos viniste y te pegaste con un martillo, y dijiste lo quiero denunciar porque hay
mujeres que andan con otros tipos y con tal de sacarlo de la casa. Y yo le decía no es así, y
bueno pero como hacemos para creerte y bueno podes conseguir testigos… (Sonia 2015).
…Me da asco y siento asco del hombre, me humillo como persona, me humillo como
mujer. Yo nunca tuve ningún sentimiento lindo con esos tipos…les tengo asco y bronca.
El hombre me humilló moralmente. Conseguí una persona mayor, era un asco porque
me sentía violada. Me tenía que acostar y ponerle la boca…abrirle las piernas y me decía
no tengas vergüenza…el tipo te va haciendo a que hagas esas cosas. No tengas vergüenza
sácate la bombacha, sácate el corpiño y me quedaba como una tabla dura…el tipo se tiraba
arriba se ponía un forro y me hacia lo que él quería…me daba asco porque ya de por si
es una violación…y bueno terminaba y hacia lo que tenía que hacer el tipo y ya está…
el me daba la plata y era la plata fácil pero a la vez no es plata fácil porque la humillación
que siente la mujer, el asco no te lo saca nadie. Cobraba $300 y yo capaz que estaba 20
minutos con la persona en la habitación. Era plata, imagínate que me bancaba el alquiler
y le agarraba gusto a la plata que era plata fácil pero vos pagabas el alquiler y te quedabas
seca ¿y que te quedaba? Te quedaba lo que te había hecho el tipo, que era asco. Y te largabas
a llorar…yo hasta el día de hoy me acuerdo y me da asco (Sonia 2015).
…A veces estaba en el momento ese y me daba tanto asco que lloraba. ...porque te da rabia
de que no querés estar con cualquiera…y lo tenés que hacer. La mayoría de los hombres
venían higienizados pero por ahí me sabía tocar algún sucio, de ultima vos podías elegir si
ya habías trabajado le decías que no. Los del campo eran por ahí los que venían más sucios
pero ellos traían más plata, venían con toda la plata y traían para gastar. Yo les sabia decir al
padre de los chicos míos que yo sabía salir llorando de ahí, me daba bronca de estar ahí, del
asco de estar acá y venirme caminando a las 4 de la mañana sola…Yo a la gente que siem-
pre le tuve miedo, le decía que no por más que me faltara la plata. Yo tuve suerte de poder
decir que no con los sucios. En esos momentos que yo a veces me largaba a llorar o estaba
mal en el momento en que estaba con el hombre ellos ni se daban cuenta (Marta 2015).
Había veces que me hacia la borracha y la que no aguantaba para que no me exigieran
hacer nada. Como así también, tengo situaciones que pase que no quisiera ni volver a
recordar, ni volver a vivir (Soledad 2015).
…Yo una vuelta estuve ahí en el mate, en la Luro y se baja un tipo de un remis y me dice
yo vivo acá a dos cuadras veni, vamos…y me dice tengo miedo que la policía nos esté
mirando o tu marido, y le digo no, mi marido no está y la policía no la veo por ningún
lado. Cuando iba caminando me dice adelantate que yo voy a orinar y para ese momento
ya habíamos hecho una cuadra, faltaba una más…ya ahí desconfiaba. Había unos depar-
tamentos que estaban sin terminar, y le digo ¿y dónde está tu casa? Me dice ¿que estas
apurada? No, pero yo tengo que seguir laburando. Es acá, ¿que estas de sereno? No, vos
subí. No págame acá en la luz porque allá dentro no hay luz. Ya te voy a pagar, si acá
tengo la billetera. Págame porque si no me vuelvo. Y saca un revolver debajo de la ropa y
me dice metete adentro, así que tuve que entrar. Subimos una escalera caracol y me dice
sacate la ropa y le digo no, la ropa no me la voy a sacar. Si querés plata yo no tengo recién
llego. No me hagas nada porque yo tengo a mis hijos que me están esperando en mi casa,
y me dice bueno, vos mira, hizo lo que tenía que hacer y terminó. Y me dice cuando vos
sientas el tropel recién ahí baja. Yo muchas veces tenía desconfianza. Venían muchas veces
consumidos o te invitaban a consumir (Marta 2015).
Del bar no me iba con cualquiera. Una sola vez… estábamos con mi amiga y dos hombres
“clientes” tomando algo en el bar. Después de un rato, mi amiga se va a la habitación con el
chico y yo me quede en el bar con el otro hombre. En un momento nos fuimos del bar. En
el camino me empezó a pedir que tengamos relaciones sin preservativo; así que le dije que
no, que yo no me manejaba así. Ahí fue donde el hombre me abrió la puerta del auto y me
tiro, dejándome abandonada por unas calles oscuras y muy lejos del bar (Soledad 2015).
El relato de Soledad, evidencia los riesgos a los que se expuso al salir del ámbito
privado donde tenía cierto resguardo de sus compañeras. Allí en la calle aumentaba
la probabilidad de que los hombres atenten contra su integridad física exponiéndose
a la violación, contagio de enfermedades de trasmisión sexual, embarazos no desea-
dos o la misma muerte.
Esta actividad de sometimiento y maltrato, es considerada en muchas partes del
mundo necesaria para satisfacer la sexualidad masculina, reivindicando de esta ma-
nera el ejercicio de la violencia de género, la desigualdad y vulnerabilidad femenina
que está siendo naturalizada por hombres, mujeres y niños/as. La naturalización de
la prostitución y su uso por parte de los “consumidores”, da lugar a que la brecha
…No sé, nunca escuche este tema… que sea un trabajo. En su momento cuando te toca
hacer eso no tenés otra opción… Para mí no es un trabajo, no es un trabajo que una perso-
na te basuree que te tenga que pagar y decirte haceme esto, haceme lo otro... El trabajo es
que vos hagas lo que vos sientas como yo atender a los chicos, higiene, la limpieza de acá.
Hubiese preferido, siempre dije, de estar fregando zócalos…limpiando a hacer eso… Para
mí no tendría que estar legalizado, si quieren hacer eso…como que eso es un trabajo…No
es nada honrado, no es un trabajo…es lo más bajo que hay para mí (Sonia 2015).
Reflexiones Finales
patriarcal. Por un lado sufren por su carácter de género (ser mujer) y por otro lado,
en su carácter de clase (por su pertenencia a sectores populares).
El Estado como regulador de la vida social tiene el deber de respetar, prote-
ger, promocionar y garantizar los derechos humanos fundamentales que establece la
constitución nacional. Es allí, frente a la organización del Estado y la forma de sus
políticas públicas, es que la ciudadanía debe reclamar y exigir por la restitución de
sus derechos.
Del mismo modo, las entrevistadas coinciden que han dejado de prostituirse
cuando sus condiciones económicas han mejorado. Sonia dejo de salir con sus clien-
tes cuando llego a ser parte de la planta permanente Municipal, Marta cuando con-
siguió trabajar cuidando abuelos en un geriátrico y algunos empleos de limpieza,
Soledad cuando se clausuró el cabaret y consiguió trabajo en el Estado Provincial a
través de un monotributo; y Patricia cuando conoció a su pareja con el que formó
una familia. Además, ha colaborado la existencia de Programas del Estado Nacional
que permiten satisfacer las necesidades básicas de las familias y han brindado un
respiro a las mujeres para no depender puramente de los ingresos que provenían de
la prostitución. Las principales políticas fueron la Asignación Universal por Hijo,
Pensión por Madre de 7 Hijos y las Pensiones no contributivas.
En otras palabras para ninguna de ellas la prostitución fue un trabajo, es decir,
una alternativa laboral posible de continuar realizándola; en el momento en que
aparecieron otras alternativas decidieron abandonar la explotación sexual.
Gracias al acceso al empleo formal o informal y las políticas estatales las familias
se encuentran en mejores condiciones económicas y sociales. Las jefas de hogar, tie-
nen más libertad para proyectarse en el futuro lejos de la prostitución.
Para finalizar y haciendo referencia a la prostitución como trabajo, retomó las
palabras de las propias protagonistas para describirla:
yo creo que la prostitución existe porque hay falta de trabajo (Marta 2015).
Si bien las mujeres, que brindaron su testimonio, han salido de la prostitución las
huellas de esa experiencia en sus memorias y en sus cuerpos aún persisten.
Bibliografía
Recibido: 22/05/2016
Aceptado: 21/06/2016
Resumen
La figura de Hortensia Maggi se configura en torno a dos variables que
atravesaron tanto su participación pública como su producción escrita:
ser mujer y militante en el Partido Socialista. En 1996 publica Natalia
Mértens, una novela con rasgos autobiográficos en la que funciona un
entramado de valores y concepciones ideológicas que superponen la
trama ficcional con la militancia política de la autora. La protagonista de
la novela se delinea como un sujeto que tiene conciencia de la situación
marginal de la mujer y de las injusticias sociales. Esta caracterización
se vincula con las particularidades que adquiere la voz narradora om-
nisciente en esta novela. El análisis permite leer las filiaciones y afilia-
ciones, en términos de Edward Said (2004), que se configuran en esta
novela.
Abstract
Hortensia Maggi’s figure is set around two variables that crossed both
its public participation as their written: being female and member of the
Socialist Party. She publishes Natalia Mertens in 1996; a novel with au-
tobiographical traits in which a framework of values and ideological con-
cepts that overlap the fictional plot with political militancy of the author
works. The protagonist of the novel is outlined as a subject who is aware
1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “Política, género y escritura. Legado de la militancia
socialista” dirigido por la doctora María Herminia Beatriz Di Liscia.
L
a necesidad de un cuarto propio y quinientas libras al año que pregonara
Virginia Woolf en su ensayo publicado en 1929, aún es actual y se resignifi-
ca cada vez que accedemos a documentos en los que las mujeres empuñan el
Verbo para contar, de diferente modo, su propia historia. Un caso singular
es el de Hortensia Eugenia Maggi (Guatraché, 1912-Santa Rosa, 2006) quien desde
el inicio de su militancia en el Partido Socialista se erige en una destacada disertante;
así lo atestigua, por ejemplo, Nicolás Repetto quien la califica como “Oradora de pa-
labra precisa y a veces incisiva”, en referencia a su primera intervención pública en la
ciudad de Buenos Aires2. También fue asidua colaboradora y corresponsal del diario
La Vanguardia y luego, cuando asienta su residencia en la capital de la provincia de
La Pampa durante el último período de su vida, escribe columnas de opinión en for-
ma ininterrumpida para el diario La Arena. En la editorial de este diario publicó Los
nazis en la Argentina. Virajes en la vida política (sin fecha de publicación). El libro,
prologado por Armando Luis Zapata y Juan José Reyes, consta de capítulos muy
breves en los que fustiga al peronismo desde la interpretación que los socialistas han
hecho de este movimiento. Más allá de la producción urgente que implica el trabajo
escrito en el fulgor de la contienda política y que Maggi ha cumplido con presteza,
expresa en una entrevista que recién pudo dedicarse a escribir en la última etapa de
su vida: “Hace tres años que estoy sola, y que puedo dedicarme a lo que realmente
me interesa, a escribir, porque para eso se necesita tiempo para pensar mucho” (Di
Liscia, 1996). El ejercicio de la escritura aludido en sus palabras parece vincularse a
la producción ficcional. Es posible afirmar esto porque publicó en diarios a lo largo
de su trayecto vital y, en cambio, en la etapa que refiere en esta entrevista se vincula
con la publicación de los dos libros más cercanos a la ficción en el término de dos
años: Vivencias de ayer y de hoy, en 1994, y Natalia Mértens dos años después, ambos
2 La cita textual del diario La Vanguardia está incluida en el libro Vivencias de ayer y de hoy en la página 13.
3 María Herminia Di Liscia realiza una aproximación a Vivencia de ayer y de hoy en la ponencia “‘Dale a tu
voto el valor que tiene: votá con conciencia’. Escritura, Socialismo y Política en la obra de Hortensia Maggi”
presentada en el IV ENCUENTRO INTERNACIONAL DE INVESTIGACION DE GÉNERO que se desarrolló
en Luján entre el 12 y14 de mayo del corriente año.
4 Por otra parte, en el diario La Arena, el domingo 5 de junio de 2016 (página 19) en una nota recordatoria por
los diez años de su muerte, Juan José Reyes menciona Dos mujeres en la vida política y social Argentina,
libro que, en el proyecto que enmarca este trabajo, no hemos podido conseguir. Además, en la revisión de sus
papeles personales de la escritora encontramos varias obras de teatro inéditas.
5 La crítica ha investigado los vínculos entre dirigentes socialistas de la capital con lo que entonces era Territorio
Nacional de La Pampa. En este sentido, son notables las fluidas relaciones que mantuvo Antonio Buira con
Nicolás Repetto y Juan B. Justo así como los vínculos intelectuales a nivel nacional y latinoamericano de
Salomón Wapnir, un militante del socialismo local. Estos aspectos los desarrolla in extenso Lanzillota (2011)
y Martocci (2015). Sería interesante investigar los lazos intelectuales de Maggi con Buira y Wapnir.
6 En la entrevista que le realizó María Herminia Di Liscia (1996) se señala que “La novela recientemente
presentada en Buenos Aires de Hortensia Maggi lleva el nombre de su abuela, pero el carácter del personaje
es el de su madre. Esto lo contó cuando le pregunté por ella: ‘Mi madre era adorable. Leyó siempre, desde
joven, de todo, estaba siempre compenetrada de todo, no había tema sobre el que no se pudiera conversar
con ella, tenía un carácter fuerte y era un ser extraordinario. Era una vieja moderna, leía diarios, tenía
argumentos para todo’”.
7 Para revisar los debates estéticos y políticos a comienzos del XX en Argentina resulta fundamental tener
en cuenta no sólo la contienda ideológica entre Boedo y Florida, sino un proyecto anterior del que luego se
vinculan algunos de sus integrantes con el grupo de Boedo: la editorial Claridad. Antonio Zamora encabezó
este proyecto que incluyó a diversas posiciones políticas que iban desde la izquierda revolucionaria a una más
moderada. Para pensar los vínculos con el socialismo resulta interesante tener en cuenta que los padrinos
virtuales de este proyecto fueron sus amigos Juan B. Justo, Alfredo L. Palacios y Mario Bravo. Sobre este
tema consultar: Prieto (1959); Montaldo (1987); Altamirano y Sarlo (1997); Ferreira (2005); De Diego (2006);
Candiano y Peralta (2007), entre otros.
8 El referente artístico del socialismo fue Roberto Payró, uno de los fundadores del partido. En su obra buscó
analizar en forma exhaustiva la sociedad argentina y, para esto, apeló a la sátira y el humor. Sobre este autor
consultar: Sarlo (1984) y Dalmaroni (2006).
Los umbrales del texto (Genette 2001) aportan sentido para la interpretación y
este caso no es la excepción: la tapa, de color gris, tiene una fotografía de una flor
de jazmín y en la contratapa se incluye un fragmento de Las fuerzas morales de José
Ingenieros. Luego, en la primera hoja, el título está acompañado de un paréntesis
que funciona a modo de aclaración y advertencia para el lector, “Natalia Mértens.
(Novela)”. También los umbrales están constituidos por un prólogo de Saúl Hugo
Santesteban y una dedicatoria: “A mi madre y amiga, Mathilde Vermeulen”. Más
adelante retomaré estos elementos significativos.
Natalia Mértens es una novela de corte realista-costumbrista con un narrador
omnisciente que relata en veinticuatro capítulos el itinerario de la protagonista des-
de su vida en el campo hasta sus vivencias en la ciudad. El marco temporal de la
historia abarca desde comienzos del siglo XX hasta 1932, en el último capítulo,
cuando se menciona que Agustín P. Justo asume la Presidencia de la Nación. La pri-
mera etapa centrada en los avatares de las actividades cotidianas en el ámbito rural
ocupa la mayor parte del libro y se detiene en la narración de una serie de sucesos
que marcan el trayecto vital de la protagonista: el nacimiento de Alberto, su primer
hijo; la sospecha de la infidelidad de Andrés, su marido; el derrumbe del amor cuan-
do descubre que asiste al prostíbulo del pueblo; el nacimiento de Rosalía; la muerte
de su hijo en un accidente con un caballo y la de su marido en una riña poco clara.
Luego de este incidente, Natalia no puede afrontar los problemas económicos del
campo y se traslada con su hija a la ciudad en busca de un trabajo.
Relatada de este modo puede parecer que la historia gira en torno al amor y al
desamor. Esta línea de lectura se puede seguir ya desde el capítulo que abre la no-
vela con rasgos marcadamente románticos: la protagonista contempla extasiada la
naturaleza en estado puro, tópico del beatus ille, que se condice con la plenitud de
su cuerpo a punto de dar a luz a su primer hijo. Esta situación idílica armoniza con
las referencias al amor que siente hacia Andrés:
Ella se sentía feliz compartiendo la vida con él –aún en esa soledad—bajo ese cielo infinito,
límpido. Las noches silenciosas sin nada que perturbara el placer del amor, el deseo insa-
ciable de sus besos. Natalia sentía que en su panza tenía la sublimación de ese amor (12).
Desde esta lectura, el momento clave del conflicto estaría en el capítulo VI en el que
la pareja concurre a un baile en el pueblo y la protagonista llora mientras escucha el
vals “Loca de amor” de Ricardo Podestá. Cuando regresan al hogar, Natalia se niega
a tener relaciones sexuales pero Andrés se impone por la fuerza y el acto se configura
como una violación. Entonces, como la loca de Podestá que “en tiempos pasados/
habitara en las horas de amores,/ en la pampa que duerme en la paz”, Natalia aban-
dona el lecho conyugal para vagar, descalza, en el campo nocturno hasta que pierde
las referencias espacio-temporales. La voz narradora señala:
Contra su voluntad había asistido al derrumbe del amor. Para ella lo más sublime de la
vida. Edificador de cosas hermosas, el amor derrumba muros. El amor todo lo puede,
cuando realmente existe. Con estas reflexiones quedó dormida (80).
— Cuando duerme y eso con suerte, le contestó Julia, mientras arrojaba baldes
de agua en el patio para asentar la tierra (26)9.
Las mujeres no votamos, pensaba, se nos niega ese derecho. Sólo tenemos obligaciones.
Para ambos las mujeres somos buenas para limpiar los comités y hacerles las empanadas.
Para la cama, criarles los hijos y servirlos. En cuanto a los derechos como seres humanos
iguales a los hombres, ahí ya no (88).
—¡Qué país maravilloso es esta Argentina!, se decía Natalia mientras continuaba mirando
el campo.
Pero… ¡siempre nos joden!... la estudia para buscar la vuelta.
—El precio que se nos fija desde arriba nunca es el mismo cuando vamos a cobrar. No da
el peso específico… esta chuzo… o tiene carbón. Cuántas cosas y sólo éllos (sic) están en
el control, en eso no tenemos parte los productores.
(…)
Estaba al día con los problemas del país. Compraba el diario La Nación no sólo por la his-
torieta que publicaba en sus ediciones llamada “Sisebuta y Trifón”10
9 Aunque no es objeto de este trabajo, deseo advertir que en la novela se observan problemas en la
configuración de la voz del narrador y de los personajes. Generalmente se usa estilo directo o indirecto pero
no se utilizan signos que permitan distanciar la palabra de los personajes de la intervención del narrador. No
es, sin embargo, porque utilice discurso indirecto libre. Por ejemplo, en la cita trabajada abre pero no cierra la
raya de diálogo. También se observan problemas en la sintaxis oracional. Por ejemplo: “Esa mañana era una
de las tantas, se había hartado de mate y también realizado algunas tareas” (33). O cierra un signo y no lo
abre (49).
Esta extensa cita permite advertir dos cuestiones centrales. En primer lugar,
como ya señalé, la voz narradora configura a un sujeto femenino que se erige como
portador de la voz de las marginadas por género (la mujer no puede votar ni tampo-
co puede administra los bienes materiales) y que denuncia la explotación sexual11.
En ese fragmento se alude a la primera ley contra la Trata de Blancas, conocida como
11 A comienzos de siglo en Argentina, la prostitución es una problemática que analizan las posiciones más
diversas de la sociedad, desde la iglesia hasta las posiciones más radicales, como el anarquismo. En
un marco higienista, concluyen en argumentos similares; señala al respecto Mabel Bellucci: “bajo una
mirada paternalista hacen notar que la prostitución es una consecuencia directa de la falta de educación e
imposibilidad de conseguir trabajo y oficios respetables por parte de las mujeres” (1990: 155).
Ley Palacios (ley Nº 9.143) sancionada en 1913. Natalia se pone del lado de las
explotadas y a partir de ese momento quiere averiguar la situación de una mujer del
pueblo, Rosita, porque sospecha que un compadrito la introdujo en la prostitución;
luego se entera de que apareció muerta en un pozo y de que así fue tapado su caso.
Cuando otra mujer la pone al tanto de estas novedades, Natalia opina: “Esto es el
submundo del hampa, de la gente de la política sucia. Todo se apaña, todo se mien-
te, ¿qué valor tiene para ellos la vida de una pobre chica? vale más la libertad de los
malandras, siendo de su entorno” (67).
En segundo lugar, el fragmento sirve como ejemplo de un aspecto central
que atraviesa estructuralmente la novela: la voz narrativa omnisciente interviene en
los comentarios de los personajes, evalúa y responde aquellas preguntas sin respues-
tas. En este sentido es importante destacar que esta modalización se realiza desde
una perspectiva socialista que se exterioriza, en este caso, porque alude a leyes im-
pulsadas por miembros del partido. En otros momentos, también la voz narradora
enmarca la marginalidad de la mujer no sólo en las leyes como manifestación del
machismo de la época sino también en la anuencia de la religión.
Esta lectura permite, por lo tanto, entablar un diálogo y una identificación
entre la configuración del personaje de Natalia y la voz narradora que asume, en su
focalización, la perspectiva ideológica de la protagonista. Así, por ejemplo, al entie-
rro de Andrés asiste un miembro del partido conservador, un “caudillo” (149) dueño
de la estancia “La Lonja” y la voz narradora lo describe “negrero como tantos… ex-
plotador de nativos… peones de su estancia…hombreadores y hacheros sometidos
a una vida penosa por un salario miserable. Un pedazo de tumba y galleta dura por
comida” (149). Pero en esta valoración no se explicita una distancia entre el pensa-
miento del personaje femenino y la voz narrativa, por lo tanto, se superponen.
Luego de la muerte de su marido, Natalia debe afrontar la cosecha de trigo pero
no tiene medios económicos para hacerlo. Entonces entabla un diálogo con su padre
y su hermano en el que aflora una crítica al gobierno por la situación del campo así
como una denuncia a los bancos que favorecían sólo a un sector:
—Los agricultores ocupamos el último lugar en la consideración, no obstante ser esta ex-
plotación el motor que impulsa la grandeza del país. Funda pueblos y alimenta industrias.
Prácticamente los chacareros trabajamos para los dueños de la tierra, los banqueros y los
cerealistas exportadores, decía Natalia a lo que su padre agregó:
—No influimos en lo más mínimo en las luchas políticas y sociales. No estamos organi-
zados gremialmente. El movimiento cooperativo aún no es importante (152, la cursiva me
pertenece).
hay una alianza que sería una buena solución para el país, pero si el fraude no les fuera
suficiente se las ingeniarían para no entregar el poder. La Alianza Demócrata-Socialista.
Lisandro De la Torre-Nicolás Repetto. Dos personalidades capaces y honestas dispuestas
a darse por el país (203).
13 Sin embargo, Natalia no ingresa a una fábrica, como esperaría el lector según el contexto que enmarca
el relato, sino que se dedica a las labores de manos: modista. Este aspecto también tiene rasgos de la
biografía familiar de Maggi; en la entrevista publicada en el diario La Arena, señala que no pudo estudiar en
la Universidad porque “yo le ayudaba mucho en el trabajo a mi madre, que era modista fina”. Hacia el final de
la novela, Natalia es dueña de un modesto negocio de ropa.
¡Oh, injusticia! El sueldo o salario no era igual. A las mujeres se les pagaba menos. No era
cosa del dueño de la fábrica, en este caso de Agustín, sino de las leyes que discriminaban
a la mujer.
¿Por qué? ¿por el sólo hecho de ser mujer? ¿Igual trabajo igual salario? ¡Ni qué pensar!
La mujer cada vez en mayor número salía a trabajar fuera de su hogar, iba ocupando
puestos de trabajo pero, también adquiriendo conciencia de ese nuevo mundo que estaba
formándose a su alrededor (173).
Y cuando Natalia sale de la fábrica ve mujeres jóvenes pegando carteles en las pa-
redes en los que reclamaban “la aprobación del proyecto presentado por el legislador
socialista Mario Bravo, sobre Derechos Civiles de la Mujer, ley que las igualaba a los
hombres” (174). Por lo tanto, la representación de esta situación permite apuntar a
dos reivindicaciones centrales de la lucha socialista: la situación laboral de la mujer
y la problemática de la igualdad civil ya que llamaban la atención sobre el tutelaje
en el que vivían las mujeres en lo concerniente sobre todo a los bienes, de ahí el
consignismo explícito que implica la alusión a lo que poco tiempo después sería la
Ley 1135714.
Pero el punto cúlmine de esta explicitación del móvil de escritura que sustenta
esta novela es cuando Rosalía le pregunta a Natalia sobre su ideología y responde:
“yo no me he puesto a pensar qué soy. Pero si el socialismo es como dicen; decencia,
honestidad, justicia, luchar contra la persecución de las ideas, como en este caso en-
tonces sí, soy socialista” (183). Del mismo modo que en el registro de sus Vivencias
y en sus discursos políticos, Hortensia Maggi configura en la ficción un sujeto fe-
menino que aúna el rol de género con el rol socialista: Natalia Mertens constituiría,
entonces, otra vida ejemplar.
14 El 25 de septiembre de 1924, los senadores socialistas Mario Bravo y Juan B. Justo presentaron un proyecto
que titularon Derechos civiles de la mujer soltera, divorciada o viuda. Este proyecto fue considerado y
aprobado por el Senado el 25 de septiembre del año siguiente. Sobre la aprobación de esta ley señala
Dora Barrancos que “La opinión especializada se refirió a esto –y a menudo se refiere— como a un paso
que significó la adquisición de la ‘capacidad civil plena’ por parte de las mujeres. En realidad, cayeron las
trabas más escandalosas: ya no fue necesario pedir al marido autorización para estudiar, profesionalizarse,
comerciar, testimoniar o pleitear. Tampoco el marido administraba los bienes que la esposa había adquirido
antes del matrimonio, aunque este siguió al frente de la administración conyugal. Comprar, vender o cualquier
forma de contrato requería autorización del marido; la patria potestad siguió siendo una facultad de los
padres varones y el domicilio conyugal era fijado por el marido” (2007: 139). Sobre el tema consultar también
Giordano (2004).
[las vivencias] van dirigidas a las mujeres argentinas y en especial, a las militantes del
socialismo.
Son, al mismo tiempo, un homenaje a aquellas que lucharon para obtener un espacio en la
vida cívica y social, sin renegar de su deber de madres, ni de su integridad moral. Me gra-
tifica saber que he sido parte de ese quehacer a la par del hombre y al igual que el hombre.
Pretendo ser coherente con mis principios y mis ideas.
Mediante estas páginas, ratifico mis objetivos y deseos de lucha.
Confío en que, en la Argentina, la mujer logrará su plena inserción en todas las actividades
sociales. A pesar de todos los obstáculos que se le interpongan. Incluido el machismo (1).
estamos con un gobierno de la misma ideología que el que supuestamente defendía a los
trabajadores. Yo creo que con este gobierno no se favorece nadie, no hay derechos, los
gremios están sometidos y corruptos. También los gremios de la otra época del peronismo,
¿acaso no fueron sometidos y dirigidos?
15 Con respecto al socialismo, Dora Barrancos sostiene que “Sin duda, se trató de la primera fuerza partidaria
que insufló aliento a la participación política de las mujeres (…) y sus representates fueron defensores
destacados de los derechos femeninos” (2007, 122).
16 Sin intención de entrar en estos debates y aún consciente del riesgo de caer en generalizaciones, deseo
señalar que a fines del siglo XX cuando se publica esta novela, el uso del narrador omnisciente ha caído
en desuso. En la novela histórica contemporánea, que es tal vez donde pueda encorsetarse esta novela de
Maggi, se dejó de lado, entre otras cosas, este tipo de narrador para optar por el uso de la primera persona
que implica una apuesta por la subjetivación de la historia. Esto va acompañado del uso de la yuxtaposición
de perspectivas sobre el mismo suceso.
17 Sobre este tema consultar: Prieto (1959); Montaldo (1987); Altamirano y Sarlo (1997); Ferreira (2005); De
Diego (2006), entre otros.
18 En 1902 José Ingenieros renuncia a la afiliación del Partido Socialista. También es importante tener en cuenta
que Las fuerzas morales es una obra póstuma; allí se recopilan escritos (o “sermones laicos” como él los
llama) que había publicado en revistas universitarias entre 1918 y 1923 para generar lo que entendía como
un nuevo espíritu en América Latina. Consultar: Biagini (1985), Terán (1986) Lafforgue (2004), entre otros.
Abunda allí la mención de costumbres y cosas en un relato ameno que puede contribuir
en los jóvenes –y los que no lo son tanto—, a comprender y valorar los esfuerzos y las
dificultades que hallaron sus padres y abuelos al radicarse en la llanura recién habitada y
en los pueblos que comenzaban a modelarse bajo la influencia del caudillaje político (6).
19 En realidad este presupuesto es anterior al Positivismo. Se puede rastrea sobre todo en la Generación del
37 y particularmente en Domingo F. Sarmiento. Sin embargo, lo señalo así en el cuerpo del trabajo porque el
contexto histórico que enmarca la novela responde al período de consolidación del pensamiento Positivista.
Pero cuando Nemesio se enfrenta a su patrón (y, de este modo, al sistema “cau-
dillista” de la política nacional) tampoco es comprendido por los otros peones, por
eso la voz narradora, al igual que en la novela, interviene para proyectar el futuro de
la lucha “Si los demás hubiesen comprendido su gesto. Pero pasaría mucho, quizás”
(43). Finalmente, el cuento se cierra con una crítica al latifundio y una alusión a la
posibilidad de un cambio (drástico) en el uso y tenencia de la tierra y, del mismo
22 Entre el período que se extiende desde principios del siglo XX y el momento que se logra la ampliación de la
ciudadanía política de la mujer, hubo un gran producción de revistas (sobre todo, socialistas) como forma de
intervención pública de grupos femeninos que luchaban por la igualdad con los varones en términos
políticos y sociales. Ana Lía Rey (2011) realiza un estado de la cuestión sobre los estudios que abordan estas
publicaciones. Vida femenina integra este catálogo, circuló entre agosto de 1933 y junio de 1941.
modo que en la novela, adquiere relevancia el análisis que realiza la mirada paterna-
lista de la voz narradora:
—La patria es grande —pensó— y... algún día nos pertenecerá. Entonces si... si... Y entre
la bruma de sus ideas recordó la fortuna inmensa que tenía con el cariño de su mujer y de
su hijo. En ese amor que es tan puro en el corazón de los pobres porque él no se empaña
con frío interés material, sino que sólo sabe de ternuras (44).
Del mismo modo que en la novela escrita en 1996, en este cuento resuena la
propuesta de Juan B. Justo destinada a desarticular el poder económico y político
concentrado en el sector oligárquico-terrateniente. Este plan proponía modernizar
el campo y transformar la estructura de la propiedad de la tierra para conformar una
clase de medianos propietarios rurales que promoviera el progreso económico y la
democratización del país, condición previa a la realización del socialismo23. Resulta
sugestivo que al año de la publicación del cuento, Edelmiro Farrell decretara el Es-
tatuto del Peón Rural por propuesta del Secretario de Trabajo y Previsión, Juan Do-
mingo Perón. Comienza, poco después, el descalabro dentro del socialismo, un par-
tido que hasta ese momento había logrado incidencia social y una gran masividad24.
23 Sobre este tema, consultar Tortti (s/f y 2007), Camarero (2005), entre otros.
24 La crítica ha señalado cómo el primer peronismo implementó las históricas reivindicaciones del programa
socialista como, por ejemplo, mejoras en los salarios y en las condiciones de vida de los trabajadores,
reglamentación de la jornada de trabajo, voto femenino y la participación de los obreros en actividades
culturales, etc. Además se realizó un intento de expropiación de tierras con la Ley de Colonización Nº 5.286,
promulgada en 1948, y la creación del Instituto Autárquico de Colonización para la elaboración de planes de
expropiación, colonización, arrendamiento, administración y venta de las tierras. Sobre este tema consultar:
Altamirano (2001), Camarero (2005), Herrera (2005), Tortti (2007), entre otros.
25 El anarquismo pasó por diferentes etapas en sus reivindicaciones por los derechos de las mujeres. Sobre
este tema se puede consultar: Bellucci (1990), Barrancos (2007), Macoc (2011), entre otros.
expectativa sobre el futuro. Desde esta perspectiva resulta evidente que, en su novela,
Maggi revisa y aquilata el pasado enmarcado en el período de mayor masividad del
Partido Socialista en nuestro país porque después de los sucesos que derivan en la
presidencia de Juan Domingo Perón, este partido pasa a ser una fuerza minoritaria
frente a la masividad del peronismo. Esta afirmación también se puede constatar en
Vivencias porque allí hay fotos de diarios porteños que dan cuenta de la multitud de
gente que se reunía en los actos del Partido Socialista. Incluso, Maggi señala como
comentario de esas fotografías que “Desde esa fecha [1 de mayo de 1942], el gobier-
no de facto y los posteriores del mismo signo, destruyeron demagógicamente sus
cimientos, quitando a la clase trabajadora el poder de una fuerza política que real-
mente defendía sus derechos” (29). En la novela, la revisión de este pasado le permi-
te pensar el presente en que se hallaba inmersa y, de este modo, delinea también los
trazos de un futuro posible aunque ya no vivible desde su propia experiencia vital.
Esta lectura del pasado se puede leer también en la fotografía elegida para la
imagen de la tapa: sobre la encuadernación gris descansa una flor de jazmín. Y en
ese gesto de reposo, la flor/libro se deposita como homenaje; en otras palabras, si la
historia tiene rasgos fuertemente autobiográficos como la misma escritora ha dejado
entrever, el libro es un (auto) homenaje a su madre a quien, además, dedica la nove-
la. Y con este gesto abraza también a aquellas mujeres socialistas que lucharon desde
diferentes posiciones y con distintas herramientas por conseguir una sociedad más
justa. Esas mujeres que, como Hortensia Maggi, empuñaron la Antorcha y pronun-
ciaron el Verbo, como invoca José Ingenieros en la contratapa del libro. Por lo tanto,
la novela se puede leer como un símbolo que consiste en pasar la antorcha a la nueva
generación de mujeres (socialistas) para que continúen la lucha por la construcción
de la igualdad.
Fuentes:
MAGGI, Hortensia (1943). “En los álamos”. Vida femenina. La revista de
la mujer inteligente, 111-112, 42-44.
______. (1994). Vivencias de ayer y de hoy. Santa Rosa: La Arena.
_____. (1996). Natalia Mértens. Santa Rosa: La Arena.
Bibliografía:
ALTAMIRANO, Carlos (2001), Peronismo y cultura de izquierda. Buenos
Aires: Temas Grupo Editorial.
Recibido: 04/07/2016
Aceptado: 02/08/2016
Graciela Hernández
Investigadora Independiente CONICET
Prof. Adjunta UNS
Resumen
El objetivo general de este artículo es realizar un estudio sobre los re-
cuerdos, la memoria y el género sobre la poligamia masculina, en un
espacio no hegemónico, conformado por una diversidad cultural entre
la que encontramos particularidades consideradas propias de la “cultura
mapuche”, que a veces la observamos como algo visible en el ámbito
urbano y otras como algo no tan tangible.
Las perspectivas teóricas que guían el trabajo responden a un armado
en el que se considera que los recuerdos son individuales y sociales, y
que con ellos se construyen memorias en las cuales se quiere incluir
el género. También se pretende tener en cuenta a los lineamientos que
dan fundamental importancia a la figura de la mímesis, tanto en los pro-
cesos de evocar el pasado -que siempre es desde el presente- como en
los mecanismos que permiten pensar en el armado de las familias, so-
bre el que pesa el modelo a imitar: la pareja monogámica heterosexual.
El diseño metodológico es del tipo cualitativo etnográfico, los documen-
tos a analizar son textos surgidos de la oralidad y de la observación
participante, a partir de la realización de talleres en alfabetización de
adultos. El recorte temporal y espacial está dado por un trabajo de cam-
po realizado entre los años 1995-2013 en Bahía Blanca.
Abstract
The general aim of this article is to carry out a study about recalls, me-
mory and gender about male polygamy, in a non-hegemonic cultural
area made up of a cultural diversity which comprises the mapuche cul-
ture, sometimes visible in urban areas and sometimes not so tangible.
The theoretical perspectives which have guided our work fit a framework
in which recalls are considered to be individual and social, and are used
to generate memories in which genre is included. We also mean to bear
in mind the outlines which give fundamental importance to mimicry, in
the process of reminisce –which is always from the present- as well as
in the mecanisms which lead to consider the family assembly process,
on which the model to imitate is the heterosexual monogamic couple.
The method used is the qualitative ethnographic one, the documents
to be analised have arisen from orality and participant observation in
adults’ literacy courses. The temporal and special dimensions are given
by a field work carried out between 1995 and 2013 in Bahía Blanca.
Introducción
E
n este trabajo intentaremos sumergirnos en el armado de los recuerdos y
la memoria sobre la poligamia masculina en un espacio cultural no hege-
mónico. Con la guía de este objetivo trabajaremos con los testimonios de
mujeres que han participado directa o indirectamente de los Talleres de
Historia y Memoria que hemos realizado en distintos establecimientos educacio-
nales provinciales y municipales1. Estas mujeres vivieron en ámbitos rurales de la
Patagonia argentina y en la actualidad viven en Bahía Blanca (provincia de Buenos
Aires). Cuando registramos los testimonios sobre los que vamos a trabajar, la mayo-
ría de ellas se encontraba cursando los primeros ciclos de la educación primaria. El
1 Desde el año 1995 estamos realizando Talleres de Historia y Memoria, primero en la Escuela Provincial
de Adultos Nº 705 en como proyecto institucional, este establecimiento educativo tiene sedes de distintos
sectores de la ciudad y trabajamos en todos ellos, luego realizamos la misma actividad en los Centros
de Alfabetización Municipales. Los talleres devinieron en una actividad de las mujeres debido a que eran
ellas las que participaron voluntariamente, los varones no demostraron interés. Los varones adultos mayores
concurren a las distintas instancias de alfabetización y educación primaria para concluir el ciclo y obtener su
certificado, esta actividad no es un espacio de socialización como lo es para las mujeres; muchas concurren
a espacios de aprendizaje y producción de productos artesanales.
Perspectivas teórico-metodológicas
Memoria y género
La familia poligámica en la que un varón podía tener más de una esposa, es un
tema/problema en el que tensionan las particularidades culturales y la políticas de
derechos universales, que las luchas de las mujeres han puesto en las agendas na-
cionales e internacionales en la búsqueda de la paridad con los varones. La univer-
salidad se ha convertido en uno de los temas más controvertidos de la teoría social
reciente. Según la filósofa del género Judith Butler las lecturas constructivistas y
posestructuralistas de la universalidad no logran una delimitación sustantiva o pro-
cedimental de lo que en el plano de la representación política es común a los seres
humanos en tanto sujetos, es así que siempre se imponen enfoques que ubican a la
racionalidad en un lugar central y a las particularidades no tan visiblemente racio-
nales en el lugar de la sospecha. Por otra parte todo lo “sospechoso” legitima a las
potencias coloniales a intervenir de distintas formas.
La cuestión de la universalidad ha emergido tal vez de manera más crítica en aquellos dis-
cursos de izquierda que advirtieron el uso de la doctrina de la universalidad al servicio del
colonialismo y el imperialismo. El temor, por supuesto, es que lo que es nombrado como
universal sea la propiedad parroquial de la cultura dominante, y que la “universalidad” sea
indisociable de la expansión imperialista (Butler, Laclau y Žižek, 2011: 23).
2 Para establecer las diferencias entre historia de vida y relato de vida tomamos los aportes de la sociología a
la historia oral, en especial las conceptualizaciones sobre historia y relatos de vida de Daniel Bertaux. Este
sociólogo francés trabajó desde una perspectiva etnosociología en el estudio de fragmentos de la realidad
histórico social. Es así como relaciona a los relatos de vida con las life stories, diferentes de las historias de
vida, life histories.
Los testimonios
Mi papá estaba todo el día ocupado, siempre estaba haciendo algo, lo iban a buscar a cada
rato, si alguien se peleaba, si había algún problema...siempre lo llamaban a papá, como
era el cacique tenía que estar. Mi papá recibía a los curas también, cuando pasaban por el
Huechulafquen mi papá siempre los recibía, será por eso que yo he trabajado tanto con
los curas.
El tenía dos mujeres, es mejor así, yo siempre pienso que es mejor así, para que haya más
mapuches. El a las mujeres las tenía como unas reinas, no les faltaba nada.
Pero cuando falleció eso fue un problema
Eso pasa en todas partes, la gente siempre se pelea por la herencia. Yo pienso que mi papá
hizo las cosas bien. Yo sufrí mucho ¿sabes lo que es no saber hablar nada? ¿no decir ni agua
en castellano? Dejar el campo para estar en Buenos Aires con gente rica. A mi me hubiera
gustado seguir con mi mamá aunque sea comiendo pankutra [especie de sopa] y nada
más...pero ya no les tengo odio a mis hermanos.
Mi mamá tejía mucho, pasaba tejiendo, pasaba hilando, hilando,...Todo hacía mamá,
hacía matra, cojinillo, pelera, ponchos, un montón de cosas hacía y las venían a buscar.
También tejía medias, todo tejía; usted le vía y tenía mi mamá todo hiladito, así matra
laboreada, todo...
¿A quién le vendía?
Venía mucha gente del pueblo, muchos turcos iban; los turcos nos compraban todo,
salían en...Venía mucha gente del pueblo, muchos turcos iban; los turcos nos compraban
todo, salían en camionetas, iban a allá a buscar.
¿Qué compraban con la plata de los tejidos?
Harina...nosotros nos criamos solos con mi mamá, mi papá se fue, nunca estaba, era
muy malo...Nos criamos con mi abuelito, él nos dejó chivas, ovejas, muchos yeguarizos...
¿Quién esquilaba?
Esquilábamos todos, mi mamá, mis hermanos, todos... tenía dos hermanos, uno se fue al
servicio y ya no volvió con nosotros, quedó uno solo. Esquilábamos todos, señalábamos,
cortábamos las orejas, capábamos, todo... No ocupábamos a ninguna persona, tenía mu-
chos yeguarizos mi mamá, lo dejó mi abuelito finado.
¿Qué les vendía el turco?
Cambiábamos por vicios, cambiábamos por harina, en invierno nos dejaba 6 ó 7 bolsas de
harina, yerba, para que no falte. Ellos vendían bien...Nosotros nunca tuvimos ni zapati-
llas, siempre mal vestidos. Teníamos que salir con la nieve, teníamos que amamantar a los
chivitos para que no se mueran... Los tamangos eran de cuero de caballo, los envolvíamos
con arpillera por la nieve. Mi mamá nos hacía los tamangos. La primera vez que tuve alpar-
gatas me las compraron en Jacobacci, una tía, a mi me daba vergüenza andar vestida así...
Para dar cuenta de lo dura que era su vida y la de su madre A.Ñ. decidió contar-
nos cómo fue el nacimiento de su hermana menor:
Le voy a contar cuando mi mamá tuvo a mi hermana Rosa, la más chica. Mi mamá la
tuvo y no la dejaba ver hasta el cuarto día, la tenía tapadita. La tuvo sola, no quería que la
vieran. Después no quería que la alzáramos porque iba a ser llorona. ¿Quién la iba a cuidar
después?. No conocíamos cuna, nada, le hacíamos cuerito de oveja, de chiva, de chivita,
montoncito así, uno arriba del otro, ahí lo teníamos. Para que no caiga la poníamos con
hilo hilado, todo, no tenía donde caer la nena. Así lo crió. Mi mamá trenzaba esa lana
hilada, un poquito grueso lo hilábamos vio? Así se hacía la cunita. Mi mamá se curaba
sola, cuando enfermaba nos mandaba a buscar remedio. Tomillo tomaba mucho, acá no
hay de ese tomillo, es muy bueno.
También nos cantó la canción de su madre, esto le produjo a ella una emoción
muy grande y a nosotros también, se trató de una experiencia muy conmovedora de
la que nuestra interlocutora trató de salir diciendo: “pobrecita mi mamá, siempre
trabajando”.
Allá en Los Menucos es todo jarilla, alpataco, todo con espinas, yo tenía las piernas y los
pies todos lastimados de las espinas. ¡Como antes no nos compraban zapatillas y andába-
mos con las alpargatas rotas y chicas siempre teníamos los pies lastimados! Yo me curé los
pies recién cuando vine a Bahía, una señora que sabía de eso me dijo que me curara con
jugo de tomate, todos los días me curaba, pero me quedaron las marcas.
Ya sabíamos que ella había migrado y llegado a Bahía Blanca cuando era una
adolescente y como tenía hermanos y hermanas en la ciudad contaba con contactos
para trabajar en el servicio doméstico. Después de esta conversación supimos que su
marido había construido dos casas en el mismo lote, en una vivía ella con sus hijos
y en la otra la segunda esposa con su hijos, que los hijos de ambas tienen buenas
relaciones. C.P. está separada de su esposo, quien vive en otro lugar, y su mayor pre-
ocupación en este momento es la subdivisión de la propiedad.
en telar en una Biblioteca Popular en un barrio cercano al suyo, dado que ella se
sentía reconocida enseñando algo que sabía hacer y además cobraba por ello, ya que
esos talleres eran pagos y había un reconocimiento institucional, porque se trata de
una biblioteca que está incluida en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares
(CONABIP).
Tenemos una entrevista grabada en la que narra cómo fue su rápida salida
de su hogar y anotaciones sobre las situaciones que siguieron en su corta vida, ya que
L.C. falleció en 2011 de cáncer. Transcribimos parte del relato de vida de L.C. en
el cual narra su vida de niña que desde muy pequeña tuvo que ir a trabajar y criarse
fuera de su casa, luego logró salir de allí, conoció otras empleadoras, trabajó en otras
condiciones y hasta asistió a la escuela secundaria. Cuando tuvo un hijo volvió a
Aluminé y se encontraba en una situación económica que ella consideraba buena,
ya que trabajaba en un kiosco y había conseguido la adjudicación de un terrero para
hacerse su propia casa. Veamos esta historia en sus palabras:
Nací en Aluminé, Provincia del Neuquén, el 27 de julio del año 1966. Cuando yo era
chiquitita, me crié hasta los 9 años con mi familia, con mi mamá y papá, en un hogar, con
mis hermanitos, luego por la falta de alimentos y la falta de educación nos mandaban a
trabajar. Porque mi mamá no nos podía tener, entonces nos mandaba a trabajar. Trabajaba
con un matrimonio que el hombre era policía y la señora era inválida, tenía reuma, no sé
que problema tendría que no podía hacer nada, vivía sentada, estaba todo el día sentada. A
mi me hacía hacer de todo, limpiar, lavar, cocinar, yo no sabía cocinar, pero ella me decía
todo lo que yo tenía que hacer y yo iba poniendo todo. Me hacía cuidar el caballo, porque
tenían caballo, perro, chanchos, criaba chanchos, gallinas ¡Qué se yo que más tenía! Me
hacían cuidar eso, aparte teníamos que traer el agua de afuera, cerca del río y me hacía lavar
afuera, cuando llovía, nevaba, me hacía lavar afuera.
Vos me decías que tu mamá vivía cerca…
Cerquita, a una cuadra, a una cuadra de dónde yo trabajaba, pero pasaban 4 ó 5 [meses] o
hasta el año y no la íbamos a ver porque esa señora no nos permitía ir. No dejaba que no-
sotros charláramos con nadie, ni siquiera que habláramos en la escuela de lo que hacíamos
en el trabajo porque ella me amenazaba, me tenía amenazada. Después pasaron los años y
a los 12, 13 años o más, como a los 15 años me fui de esa casa. Me fui a trabajar a otra casa
porque la señora falleció, cuando la señora falleció yo me fui, pero ella ya estaba en malas
condiciones, entonces me fui a trabajar a otro lugar y después me fui de Aluminé a Plottier.
Porque trabajé con esta otra señora que era buenísima, estaba en un estado económico
bueno, bien. Ella me enseñó muchas cosas, ya no era el temor, ya no había que temerle a la
gente, sino aprendimos a ganar el dinero, en la primera parte donde trabajaba no pagaban.
Nosotros trabajábamos por la comida y la cama, decía ella.
Vemos que comenzó a contar su historia mirando el espejo del modelo de fami-
lia hegemónico, de mamá, papá y hermanitos pero eso no fue posible por “la falta
de alimentos”, por la pobreza. La otra parte de la historia la conocemos por haber
estado cerca de ella, por los diálogos que tuvimos con la trabajadora social de la sala
médica de su área y con el equipo trabajo de la guardería de su hijo más chico, y es
la parte que da cuenta de su nueva partida desde Aluminé a Bahía Blanca después de
juntarse con el que fue el padre de los cuatro hijos que nacieron en esta ciudad. El
hombre con el que armó su familia era de su mismo lugar de origen, tenía un mer-
cadito en el barrio Villa Nocito, había sido también pastor de una iglesia evangélica
y se consideraba un hombre exitoso. Cuando fuimos a su vivienda y comercio pu-
dimos ver que en la fachada aún conservaba el cartel que identificaba al lugar como
una iglesia evangélica. Esta historia nunca la grabamos, debido a la carga emotiva de
todas las situaciones que fueron realmente de mucha violencia.
Fueron varios los momentos en los que pudimos ver que su ex-esposo considera-
ba que el tenía derechos sexuales sobre ella, la obligaba ir a su casa para que poder
estar con sus hijos, había logrado sacarle la tenencia de los hijos y la llamaba para que
los cuidara, ante los ojos de su nueva esposa, una mujer con la que nunca pudimos
hablar. La última vez que ocurrió una situación de este tiempo fue cuando L.C. fue
enviada a esta casa desde el hospital porque el ranchito donde ella vivía no reunía
las condiciones para albergarla mientras estaba con un tratamiento de quimiotera-
pia, sin embargo, la historia volvió a repetirse y la atacó sexualmente. Unos meses
después falleció.
5- Mi marido decía que los mapuche tenían muchas mujeres y yo le dije: “a vos ni
se te ocurra”
Citaremos fragmentos del relato de vida de R. H. realizado el marco de uno de
los Talleres de Historia y Memoria en el barrio Vista Alegre en 2001 (Nacida en Los
Menucos, provincia de Río Negro, en 1942).
Yo se que mi mamá era familia de los Namuncurá, venía a ser sobrina del cacique Na-
muncurá, por intermedio de – no sé cómo venía el parentesco- el asunto es que mi papá
todavía lo recuerda y el dice: ‘yo soy sobrino de Namuncurá’ [el matrimonio entre primos
–cruzados- fue una característica del parentesco mapuche]. Tenían campo en San Ignacio,
por San Martín de los Andes, llegando a la Cordillera, tenían un campo muy grande, in-
cluso tenían chacras, eso fue herencia de mi abuelo Mariano, el papá de mi mamá. Ellos
quedaron en el campo ese, era un campo y una chacra muy grande, o sea que toda esa
parte de San Ignacio tenía un límite tremendo, después de la caída, que creo que fue con
Rosas, fue entonces cuando él repartió su campo, quedaron los más cercanos de la familia
de él con un límite de campo, que ya le digo, quedó mi abuelo.
¿En San Ignacio?
Por Copahue, por allá, se llama San Ignacio3 El abuelo Mariano le dejaba el campo a la
hija, es decir a la señora de mi papá, para que dividiera a todos los hijos, le iba a tocar la
parte de la chacra a todos los hijos, pero mi papá no quiso ir, estaba instalado el Paraje Los
Menucos, afuera, en Comicó, ahí tenía mi papá campo y no quiso ir, dijo que se tenía que
cruzase todo en mulas, con chatas –porque antes no había ni camiones- y no le convenía.
Dijo que los caballos no iban a resistir. Mi papá tiene 90 años y está muy bien, vive en Villa
Rosario, cerca de la terminal.
¿Cuánto hace que está en Bahía?
Yo que vivo acá en Bahía hace veintipico de años. Me vine de grande, después de casada,
con los chicos. Estuve en muchas partes, de mi casa me fui cuando tenía ocho años, nueve
años, me mandaron a criarme a una casa, a trabajar. Así que yo volví a mi casa cuando
tenía catorce años, pero no me quedé en mi casa, yo me casé a los veintitrés años y viví en
toda la zona de Chubut, conozco todo: Trelew, Rawson, Playa Unión –vivimos dos años-,
en Trelew vivimos dos años también, mi marido era contratista de obras, después nos vini-
mos a Cutral Co, de ahí nos vinimos a Bahía, después que murió mi marido.
3 En 2009, en el paraje San Ignacio –ubicado a 60 km de Junín de los Andes- se realizó un santuario a Ceferino
Namuncurá y se depositaron sus restos allí.
de sus parejas, aunque de alguna manera esto excede al tema que estamos analizan-
do, dado que no tenemos espacio para analizar cómo se puede llegar a conjugar la
violencia de género en estas situaciones de diversidad y desigualdad cultural. En
ambos casos el peso del arquetipo de la familia monogámica, ha generado muchas
contradicciones para pensar en su propia experiencia de vida. Por momentos la con-
dición de considerarse mapuches –que algunos momentos habían manifestado con
orgullo- pasaba a ser visto como un hecho que las ubicaba en el centro de muchas
tensiones, ya que aquello que les ocurría no era ajeno a su cultura de origen, a la
que defendían. Los relatos de vida de ambas están atravesados por estos conflictos.
Podríamos decir que el punto nodal de estos documentos orales es la visibilización
de la existencia de la poligamia en espacios urbanos contemporáneos en contextos
de violencia de género.
Por último, el testimonio de R.H. nos pareció significativo en cuanto da cuenta
de un relato de vida en el cual la identidad mapuche se relaciona con un ícono del
catolicismo como es la figura de Ceferino Namuncurá. En este caso hay un fuerte
rechazo a la idea de la poligamia, pero en el contexto del testimonio nos parece que
este rechazo no se debe solamente a la imposición de un ethos cristiano, sino que
veían a la poligamia como una atribución masculina que dejaba a las mujeres en un
plano de desigualdad que no estaban dispuestas a aceptar. En este “centro” de alfa-
betización concurrían solo mujeres que habían permanecido mucho tiempo juntas,
además había una maestra que lograba que se generaran espacios de diálogo, en los
cuales eran posibles intercambiar ideas y pensarse como grupo. En estos talleres
vimos que el punto nodal para las participantes era que consideraban a la poligamia
algo equivalente a la infidelidad, un “derecho” que han tenido y tienen los varones,
pero que ellas no estaban dispuestas a aceptar.
Palabras finales
Bibliografía
“Walk all day”: constructions of gender of children and girls in urban spaces
Jesús Jaramillo
Becario CONICET
Universidad Nacional del Comahue
Resumen
En este artículo analizo los sentidos del “andar” otorgados por un gru-
po de niños y niñas con los que realicé una investigación etnográfica,
con el objetivo de reconstruir las prácticas de género agenciadas en el
contexto urbano de la ciudad de Neuquén, provincia homónima, situada
al norte de la Patagonia Argentina. Específicamente, el trabajo apunta
a visibilizar la manera en que los movimientos de los niños y las niñas
por el barrio conformaban un uso y una construcción particular de la
espacialidad que funcionaba como significante clave en las relaciones
sociales y, más específicamente, en los modos de construir social y sim-
bólicamente identificaciones con la masculinidad. De este modo, focali-
zo en las construcciones de género como mecanismo de socialización
y estrategia cotidiana para la vida local.
Abstract
In this article I analyze the meanings of “walk” granted by a group of chil-
dren with conduct an ethnographic research, with the aim of reconstruc-
ting gender practices are agency found in the urban context of the city
of Neuquén province, located north of Patagonia Argentina. Specifically,
the work aims to visualize how the movements of the children in the nei-
ghborhood formed a use and a particular construction of spatiality that
functioned as a key signifier of social relations and, more specifically,
Introducción
E
ste trabajo recupera algunos resultados parciales de mi tesis de maestría so-
bre procesos de socialización de niños y niñas en contextos urbanos1, en el
marco de una investigación etnográfica colectiva desarrollada en un barrio
periférico de la ciudad de Neuquén, al norte de la Patagonia Argentina2.
Allí indagué, a través de la incorporación de un grupo de niños y niñas colabora-
dores, los sentidos y prácticas puestas en juego en las identificaciones con la mas-
culinidad desplegadas en su vida cotidiana. Las prácticas y dinámicas barriales, y el
conjunto de relaciones sociales que mis colaboradores agenciaban, jugaban un papel
fundamental en sus procesos de socialización, en los que iban produciendo y repro-
duciendo identificaciones de género como mecanismo de sobrevivencia cotidiana.
En los últimos veinte años, diversos trabajos de corte etnográficos han situado
a los niños y las niñas como actores sociales partícipes de la dinámica cultural y sus
actuales procesos educativos (Holloway y Valentine, 2000; Christensen y O’Brien,
2003; Cohn, 2005; Milstein, 2008 y 2013; Padawer, 2010; Szulc, 2011; Tammara-
zio, 2014; entre otros). Estas investigaciones describieron en diferentes contextos
principalmente urbanos y a través de distintos abordajes metodológicos, los apren-
dizajes subyacentes a las prácticas de niños y niñas para la reproducción social. Y al
hacerlo, profundizaron el debate sobre las condiciones actuales de socialización en
1 Tesis de maestría “Masculinidades al andar. Identificaciones y procesos de socialización en un grupo de niños
de la ciudad de Neuquén”, Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, julio de 2015.
Directora: Dra. Diana Milstein
2 Proyecto de Investigación “La escuela y las infancias: otras dimensiones de lo político. Un estudio etnográfico
en escuelas primarias de la ciudad de Neuquén”, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional
del Comahue, 2010-2012; y Proyecto PICT 1356-2010 “Un nuevo lugar social para la escuela estatal. Entre
la irrupción de la política y la emergencia de nuevas infancias y adolescencias”. Investigadora Responsable:
Diana Milstein. Financiado por ANPCYT/FONCYT – Préstamos BID 2437.
la medida que exaltaron otros modos de aprender la vida social y cultural, muchas
veces en contradicción con las formas legítimas de socialización que las instituciones
modernas como la familia y la escuela supieron mantener por largo tiempo.
En la profundización de esta perspectiva analítica la intención del artículo es
explorar las construcciones de género desplegadas por los niños y las niñas en sus
experiencias cotidianas, en particular en espacios urbanos de sectores populares del
interior del país3. Para ello, el trabajo plantea inicialmente una breve descripción del
escenario y el trabajo de campo de una investigación en colaboración realizada en
el barrio “Toma Norte” a partir de 2010, y se detiene luego en los modos en que
los movimientos del “andar” por el barrio conformaban un uso y una construc-
ción de la espacialidad que funcionaba como significante clave en las relaciones de
género y, más específicamente, en los modos de construir social y simbólicamente
identificaciones con la masculinidad. El conjunto de estas descripciones permitirá
comprender las relaciones sociales constitutivas de los espacios barriales, algunos de
los principios distintivos que los niños y las niñas ponían en juego en sus procesos de
identificación y diferenciación, así como los procesos a través de los cuales aprendían
a integrarse al flujo de la vida social local.
Este recorrido analítico incluye, al menos, tres encuadres teóricos fundamentales
e ineludibles que deben ser explicitados en la medida que iluminan el argumen-
to del trabajo: me refiero al género, los movimientos del “andar” y el espacio. En
cuanto al primero, retomo los análisis críticos de West y Zimmerman (1999:111)
para entender el género como un logro rutinario, metódico y recurrente, un hacer
relacional y situado realizado en presencia de otros que actúan como referentes
constantes de esa producción genérica. En consecuencia, “Más que una propiedad
individual, consideramos el género como un elemento emergente de situaciones
sociales: es tanto el resultado como la razón fundamental de varios arreglos sociales
y un medio de legitimar una de las divisiones más fundamentales de la sociedad”.
Para desarrollar las implicaciones de esta afirmación, no sólo me detengo en las cla-
sificaciones de categorías inherentes tales como niña o niño, o varón y mujer, sino
que describo un tipo de práctica social de género – el “andar” – realizada a través de
la interacción cotidiana con los otros. Esto nos lleva al segundo encuadre teórico,
los movimientos del “andar” considerados prácticas sociales que expresan modos de
pensar y de sentir, anclados esencialmente en un modo particular de vivir la niñez
en el barrio. Marcel Mauss (1979) fue quien advirtió el carácter simbólico y por lo
tanto social del caminar, destacando con ello la incorporación de un habitus a través
3 Agradezco a Carmen Reybet los comentarios y sugerencias efectuados, que permitieron mejorar
sustantivamente esta nueva versión del texto para su publicación.
de la mediación práctica de una cultura o grupo social particular. Sus planteos re-
tomados y teorizados luego por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1991) fueron
los que establecieron definitivamente para las ciencias sociales la necesidad de pensar
al cuerpo como producto social modelado por condiciones materiales y culturales
de existencia en tanto se incorporan disposiciones más o menos permanentes, que
incluyen la postura corporal, las maneras de moverse, de hablar, de oler, de mirar,
de percibir, de clasificar y jerarquizar. Ambos autores advirtieron la experiencia de
socialización al caminar en la medida que existe un aprendizaje corporificado de una
sintonía con el medio y con otros, un estilo y un ritmo particular, una manera de
mirar y vínculos muy especiales y particulares de cada lugar.
Estos planteos teóricos dialogan directamente con otros, cuyos objetos de es-
tudio han articulado género, niñez y espacialidad. En este sentido, los clásicos de
Barrie Thorne (1993), Doreen Massey (1994) y las compilaciones de Holloway y
Valentine (2000), así como de Christensen y O’Brien (2003) me ayudaron a mirar
las prácticas masculinas de acuerdo a cómo los espacios de la calle, las “bardas”4 y
canchas de fútbol eran habitados por los niños y las niñas. En este punto, las lectu-
ras más generales de Lefebvre (1974) y De Certeau (2007) resultaron sustanciales
para mirar analíticamente el espacio habitado, vivido y representado, y no solamente
geométrico, homogéneo y abstracto (Segaud en Lemay, 2009). Estas dimensiones
adquieren especial relevancia para el caso que propongo analizar, en tanto que los
discursos y las prácticas de mis colaboradores constituían un posicionamiento dife-
rente en el barrio vinculado a los espacios que recorrían y las relaciones de género
que con ello producían.
El barrio al que se refiere este artículo está situado en una geografía extensa par-
ticular: suelos más o menos irregulares que ascienden hasta las “bardas”, especie de
terrenos arcillosos y ondulados con alturas que no superan los 150 metros de altura
debido a la erosión del viento, propio de la zona de mesetas en la que se encuentra
ubicada la ciudad capital de Neuquén. Allí se concentraron los grupos más desfavo-
recidos de los recursos económicos.
Dicho proceso de movilidad poblacional, había comenzado a notarse ya en los
años 1960 en el contexto político y económico del partido que desde hace cincuenta
5 El MPN, así nombrado localmente, es un partido provincial fundado en 1961 con la figura de Felipe Sapag
en el contexto de la proscripción del peronismo. Durante los años ’90, sus gestiones respaldaron las políticas
nacionales del entonces presidente Menem que establecieron, entre otras cosas, la privatización de la
empresa nacional YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), concentrada en las localidades de Cutral Có y
Plaza Huincul, ubicadas a unos 100 km de la ciudad neuquina.
6 Alrededor de catorce fueron los barrios que comenzaron siendo “tomas” en la zona, lugar donde
aproximadamente reside un tercio de la población actual de la capital. No obstante, muchas de estas “tomas”
no figuran en los mapas municipales y tampoco son considerados barrios aunque algunas cuenten con
servicio de luz, agua y/o tenencias de terreno precarias.
En el barrio los encuentros con el grupo eran modificados sobre la marcha, ma-
yormente las veces que los niños y las niñas se demoraban en llegar al comedor
comunitario o, una vez en el lugar, sabíamos que estaban en la vereda de alguna
casa, la “canchita” o algún festejo barrial. En una oportunidad, decidimos con mi
compañera salir a buscarlos. Comenzamos a caminar cuando a lo lejos vimos un
grupo de varones que venían a nuestro encuentro. Eran Elías, Yon, Nico, Claudio
y otros tres compañeros de fútbol de los que no recuerdo sus nombres. Caminaban
en hilera, uno al lado del otro, todos masticando chicles y chupetines, uno de ellos
cargaba una caja de alfajores. Muy eufóricos se acercaron hacia nosotros:
7 En el transcurso de esos años, el trabajo de campo lo realicé de manera conjunta con la directora del proyecto,
un grupo de colegas de la facultad –María Teresa Pujó, Carmen Reybet, Silvina Fernández–, y una colega de
España –Raquel Borrero López– durante el periodo que realizó una pasantía de investigación. Por eso el uso
del plural en este apartado.
la ropa”. Estas tareas y otras como las de cuidar algún sobrino o hermano pequeño,
lavar los pisos y acompañar a sus madres para las compras, eran actividades frecuen-
tes en las niñas que las demoraban en llegar a los encuentros o les impedía participar
de las actividades en el barrio.
Estas responsabilidades asumidas por las niñas y reforzadas por las familias, ha-
cían que las posibilidades de moverse de un lugar a otro para participar de eventos
y relacionarse con diferentes actores sociales, fueran mayores para los niños. Podría-
mos decir entonces, que estas conductas funcionaban como un principio de dife-
renciación de género, adaptado y reproducido mediante disposiciones que se hacían
pasar como naturales o eternas al ser incorporadas y programadas en el juego simbó-
lico de las estructuras del espacio –ayudar hacer las tareas de la casa vs “andar” en la
calle– y las estructuras del tiempo –más o menos permiso de participar del grupo.
Según Bourdieu (1998), los esquemas mentales y corporales de apreciación, pen-
samiento y acción que estructuran el habitus de cualquier grupo social son, en su
aspecto más primario, esquemas de género resultantes de la división sexual del tra-
bajo y de la división social del trabajo sexual. Esto quiere decir que en las sociedades
modernas la división entre sexos se presenta en estado objetivado en el mundo social
y en las cosas (en la casa por ejemplo, con todas sus partes sexuadas), y en estado
incorporado, en los cuerpos y habitus de sus agentes. Esto presupone en nuestro tra-
bajo que las conductas y actitudes tanto de las niñas como de los niños, eran susten-
tadas por una práctica en apariencia normal y natural, apropiada para sus categorías
sexuales. Mientras que las niñas debían anticipar a sus madres lo que tenían ganas de
hacer en el día y las actividades de las que querían participar, los niños tenían mayor
permiso para involucrarse en una actividad después de otra y decidir los lugares en
cuáles participar. El argumento de fondo era que el “andar callejeando” implicaba
una conducta de masculinidad y no de feminidad. En las niñas, esas diferencias de
género también eran establecidas en relación a ciertas diferencias etarias. Violeta, por
ejemplo, era la menor de las niñas y la que tenía mayor permiso para “andar” por el
barrio y participar del grupo de colaboradores. Era la primera que solía esperarnos
en la puerta del comedor y la que participaba sin ningún régimen de horario, incluso
la única que estuvo en casi todos los encuentros que mantuvimos con los niños. De
manera que los recortes etarios o los distintos momentos de la vida de las niñas co-
adyuvaban a reforzar la esencialidad de su género. Las responsabilidades que las niñas
asumían en sus hogares ocurrían de acuerdo a la percepción que ellas y sus adultos
hacían respecto del ser “más chica” o “más grande”. Esta clasificación condicionaba
de alguna manera los usos del tiempo de “andar callejeando” en las niñas y por lo
tanto las maneras de habitar los espacios. En cierto modo este era un argumento
válido para habilitar ciertos permisos para Violeta.
Sin embargo, aún cuando esos permisos podían sugerir alguna contradicción
de roles al asumir Violeta comportamientos asociados con la masculinidad como
el “callejear”, su persona estaba sujeta a una evaluación en términos de conceptos
normativos de actitudes y actividades apropiadas a su categoría sexual de niña y
debía probar entonces que era un ser esencialmente femenino (West y Zimmerman,
1999). Por lo tanto, siguiendo estos mismos planteos teóricos, el ser un niño o una
niña en “Toma Norte” no era sólo asumir roles, sino fundamentalmente ser com-
petentemente femenino o masculino, es decir, aprender a producir demostraciones
de comportamiento identificados con la feminidad o masculinidad esencial. En los
apartados que siguen me ocuparé en analizar esas demostraciones realizadas por los
niños a través de la interacción como parte de la socialización del género masculino.
Espero haber dejado claro que la práctica del “andar” era un atributo masculino
antes que femenino. Los movimientos de un lugar a otro fueron permanentes en
los niños, así recorrimos los espacios de la calle, la “barda” y canchas de fútbol, y al
mismo nos relacionarnos con actividades y referentes barriales. Estos niños tenían
un conocimiento detallado sobre las formas de ocupar esos espacios y las relaciones
sociales que lo constituían. “Andamos siempre por acá” y “sabemos el camino de
memoria, somos re capos”, solían decir los niños a medida que atravesábamos los
lugares. Tanto lo recorrían que sabían, por ejemplo, hasta del lugar apropiado para
hacer un descanso, donde conseguir un kiosco o mercado y también anticiparnos en
detalle lo que podíamos encontrar al caminar: “bocha de gente”, “casas más gran-
des”, “canchas más feas”, “un montón de árboles”, así como las casas de familiares y
conocidos. En esos recorridos las niñas acompañaban el “andar” del grupo, hacían
comentarios y conversaban entre ellas, con los niños y los/as investigadores/as, sin
embargo muy pocas veces fueron las que propusieron u orientaron recorridos. Fren-
te al caminar de los niños que solía ser disperso y apurado para guiar los recorridos,
las niñas tenían un andar más pausado, un ritmo que podía seguir y que solíamos
compartir tomados del brazo. Sin embargo, aquello no era una limitación para que
también las niñas ocuparan esos espacios públicos.
Una mañana estando en una cancha cercana al barrio, mientras los varones se
ponían las camisetas y yo buscaba un lugar para sentarme, Ruth me avisó que se vol-
vía a su casa. Aquello me había preocupado porque minutos antes tanto Ruth como
intereses materiales y posiciones sociales muy diferentes. En ese sentido, evoca tam-
bién un espacio más activo, el espacio como una simultaneidad de historias y una
multiplicidad de trayectorias inacabadas y en vías de producción. “Espacio se crea
a partir de la inmensa complejidad, la increíble complejidad de la interrelación y la
no interrelación, y las redes de relaciones a cualquier escala, desde lo local hasta lo
global (…). Al ver el espacio como un momento en la intersección de las relaciones
sociales configuradas (en lugar de una dimensión absoluta) significa que no puede
ser visto como estático. Además (…) el espacio, por su propia naturaleza, está lleno
de fuerza y simbolismo, una compleja red de relaciones de dominación y subordina-
ción, de solidaridad y de cooperación” (Massey, 1994:265, mi traducción).
En esa coetaneidad de negociaciones y disputas señalada por la autora, los niños
colaboradores producían una espacialidad al “andar” no sólo en la puesta en práctica
del caminar, sino también en los relatos que dibujaron y que luego incorporaron
como “planos” al interior del libro. En todos esos dibujos, la calle principal “Rode”,
la cancha y la “barda” fueron espacios significativamente más grandes que otros. En
el caso puntual del plano dibujado por Lucas –ver Anexo– se destaca además una
parada de colectivo, un cerco, un arco, un espacio para un acilo, el “puesto de segu-
ridad” y el “tanque de agua” sobre la “barda”, y más abajo dos escuelas primarias, una
jardín y una comisaría. Lo particular de aquella actividad fue que Ruth y Fernanda
no estuvieron ese día, sin embargo éstos y otros lugares ya habían sido nombrados,
fotografiados y recorridos también por las niñas. Y aunque Violeta estuvo presente y
también sabía de esos lugares, al tomar la hoja decidió copiar en silencio el plano tal
cual lo hizo una de las investigadoras.
Escenas como éstas refuerzan esa mayor apropiación que los niños hacían de los
espacios públicos atribuyéndole una visibilidad masculina omnipresente. Apropia-
ción que también hacían con sus relatos al dibujarlo, comentarlos y describirlos: el
cerco y el arco tenían la inscripción “robados”, el asilo fue caracterizado como un
espacio que también habían “robado” para su construcción, y las líneas de color ver-
de de la cancha representaba lo opuesto a lo que realmente era en tanto afirmaban
“acá tiene que haber césped”, “lo pinto de verde”, “así tiene que ser”, “acá jugamos
nosotros”. Cuando le preguntamos a los niños sobre aquello que habían dibujado
dijeron que se repetía la “canchita”, que aparecía en todos lados porque “ahí hacen
entrenamiento y juegan a la pelota”, y porque “esa cancha es nuestra”, afirmó Elías.
Tal era la identificación del grupo con la cancha, que al poco tiempo de conocer-
nos algunos niños decidieron contarnos parte de la historia del barrio a través del
espacio de la cancha: “ahí antes había una placita”, “antes había yuyo acá”, “esto era
un descampado”, “les decimos a los políticos que arreglen la cancha pero no hacen
nada”. “Está la cancha, mi casa, la casa de Nico”, “yo vivo en frente de la cancha”
explicó Pedro.
Lejos de remitir esto a una masculinidad identificada con el deporte –en este
caso el fútbol– como estrategia de despliegue de ciertas virtudes masculinas (Ar-
chetti, 2003), lo que estos niños establecían a través de la jerga futbolística era ante
todo una virtud masculina de apropiación e interacción del espacio público. Aquella
práctica deportiva los identificaba con la cancha pero también con la calle y las “bar-
das”, espacios que solían ocupar y que al mismo tiempo los incluía en una red de
relaciones sociales con vecinos, organizaciones e instituciones barriales. A través de
la concepción de esos espacios como propios, los niños expresaban su ubicación en
las relaciones sociales. Esto era para mis colaboradores otra manera de hacer fútbol.
De hecho, saber o no jugar al fútbol no era condición para hacerse varones. Jor-
ge, por ejemplo, era considerado por sus compañeros “medio madera”, y Claudio
“lenteja” haciendo alusión a su condición física, más gordo y grandote que el resto.
El mismo Claudio que se mostraba incómodo ante las bromas de sus compañeros
sobre lo apretado de su camiseta y el modo lento de moverse en la cancha, era fes-
tejado por el grupo cuando se movía ligeramente entre los bancos y las mesas del
comedor, llegando a trepar con astucia una media estructura de cemento afuera del
comedor. El mismo Jorge que corría todo el tiempo por la cancha casi sin tocar la
pelota y acataba cada palabra de Elías sobre el juego, era el que improvisaba bromas
durante los recorridos causando risas en el grupo. Estas situaciones además de dife-
renciar las distintas imágenes y conductas contenidas en la noción de masculinidad
al interior del grupo, daban cuenta del rasgo distintivo de su masculinidad: el “an-
dar”. Los varones movían sus cuerpos por el barrio y ocupaban los espacios con el
tacto y la virtuosidad con la que jugaban al fútbol.
En la sección “Lugares” del libro elaborado por el grupo, se muestra y describe
la calle “Rode” ubicada por los varones “cerca de la canchita”; el ciber 312 “donde
van muchos chicos a jugar a la compu”; el kiosco “la familia”; la garita del colectivo
“donde pasa el 1A al frente del comedor”; una cancha de fútbol en la que suelen
entrenar los varones con la referencia “hace tres semanas estaba así ahora está muy
buena”; el club Maronese ubicada entre “La toma norte II y alto Godoy”; la barda
roja “con hermosos colores rojizos” un poco más alejada; algunos techos de casas; la
cancha Toma Norte “donde se realizan fiestas del grupo JEO8 para los niños” y una
parte verde de la plaza. Lo que quiero resaltar, entonces, es la idea de que los niños
8 Se trataba de un grupo de jóvenes del lugar coordinados por una maestra y una psicóloga dependientes
del Consejo Provincial de Educación, y Elisa, una vecina ligada al barrio y una iglesia. Sus actividades en el
barrio consistían en ofrecer ayuda social a través de clases de apoyo, la copa de leche, venta de ropa y la
organización de eventos barriales como el “día del niño” y “día de la familia”.
del grupo habitaban los espacios de la calle, la cancha y la “barda” como forma de
legitimar su masculinidad expresada en conocimiento, autonomía y jerarquía. El
uso de esos espacios y otros alejados del barrio, dependió en buena medida de una
táctica masculina explícita: los varones eran los “capos” y “genios” por conocer esos
lugares más visibles y saber habitarlos corporalmente. En efecto, estos niños habían
aprendido a “andar” y, a través de ello, a ocupar espacios y saber participar de rela-
ciones que allí construían. Esto fue lo que posibilitó que dibujaran y comentaran
los planos sin dificultad y mucho entusiasmo, así como la oportunidad de relatar
sucesos y conflictos vividos en primera persona.
He mostrado hasta aquí, que el caminar con otros –pares y adultos– era para
estos niños un hacer rutinario que le permitía transitar las historias de un lugar,
establecer contactos más allá del grupo y construir una espacialidad eminentemente
masculina. Mostraré ahora, la manera en que el conjunto de esas situaciones sociales
proporcionaban escenarios posibles para exhibirse como varones y, al mismo tiem-
po, aprender a serlo.
Una mañana, luego de haber andado por arriba de una de las “bardas”, los va-
rones decidieron descender por un camino alternativo. Así fue que caminamos por
un sendero de tierra que conectaba con muchas de esas casillas de madera a las que
Fernanda se había referido, y con perros que ladraban muy enfurecidos.
Yo: -Estamos rodeados acá, vamos todos juntos –dije en tono de broma– a ella
la deben conocer
Señora: -Sí
Elías: -¿Le tiro esto? –mostrando una madera.
Ruido de pies
Señora: -Piedra hay que agarrar. Cuando se acercan los perros les tiras las piedras
y listo. Yo hago así. Te desconocen los perros…
(Registro de campo, 4 de junio de 2011)
Esos movimientos de cabeza y formas de poner las manos no sólo hicieron pensar
que los niños estaban dispuestos a cruzarnos caminando y protegernos, además mos-
traban la manera que tenían de aprender su género. El gesto agarrar una piedra y lue-
go simular tenerla fue clave para visibilizar el manejo de los niños de los elementos
del contexto, así como para transmitir un saber que tanto para las niñas como para
los adultos investigadores significó aprender a caminar con perros. En esa invitación
de movernos en grupo, los niños demostraban conocimiento, autonomía, valentía y
coraje. Por eso los movimientos y desplazamientos eran deseados y valorados por los
niños, pues se trataba de formas de habitar espacios y al mismo tiempo de exhibir
su capital.
Según Bourdieu (1997), la noción de capital simbólico hace referencia a cualquier
propiedad de capital físico, económico, cultural o social, percibida por los agentes
sociales como distintiva al conferirle algún valor. Esta categoría analítica le permitió
mostrar al autor cómo en las economías arcaicas, cuando los capitales simbólicos no
estaban institucionalizados, emergían los instrumentos de demostración del poder
mediante la exhibición del capital que contribuía a reproducir y legitimar el mundo
social. En los niños de la “Toma Norte”, al igual que en las economías arcaicas, aquel
mecanismo de diferenciación masculina del “andar” tampoco estaba institucionali-
zado, por eso la validez del mismo se ajustaba a su exhibición.
En las etnografías sobre los boxeadores en Chicago (Wacquant, 2006), los ven-
dedores de crack en Harlem (Bourgois, 2010) y los integrantes de una hinchada
de fútbol en Buenos Aires (Garriga Zucal, 2007), pueden observarse algunos ejem-
plos en que los saberes y resistencias corporales, el manejo de la venta de drogas
y las prácticas del aguante –formas de ser muy particulares y muy distintas– con-
formaban verdaderos capitales sociales entre sus protagonistas como alternativas de
reproducción social. Así subrayo la manera en que esos capitales eran herramientas
de posicionamiento identitario, y muy particularmente de pertenencia a un univer-
so determinado de género masculino. En mi estudio, aquellos niños que querían
identificarse como masculinos debían compartir formas de ser y de hacer respecto
al ethos del “andar”. Aquello compartido por el grupo de varones y el grupo de cola-
boradores era distintivo y a su vez generaba fuertes sentimientos de pertenencia en
la medida que era exhibido y transmitido.
En ese aprender a caminar con perros, la posesión del capital remitió a expe-
riencias que iban acompañados de formas corporales, gestos, miradas respecto a
la “protección”. Este es un rasgo que, según el antropólogo David Gilmore (1994:
217), en la mayoría de las sociedades prevalece como uno de los tres requerimientos
socioculturales de los hombres: “preñar a la mujer, proteger a los que dependen de
él y mantener a los familiares”. Según sus planteos, se trata de una masculinidad
hegemónica que requiere, como contraparte, de la feminidad subrayada: por su fra-
gilidad, la mujer requiere de protección hacia un “afuera” amenazante. Este último
aspecto representaba un ideal masculino entre los niños y las niñas, incluso entre los
adultos. En el caso de Fernanda, por ejemplo, la presencia de Ernesto, su hermano
mayor, otorgaba cierta “seguridad” a sus padres para andar en la calle y con el grupo.
Desde el primer momento la mamá fue categórica con su permiso: “Bueno, [Fer-
nanda] va a ir pero después que me ayude y cuando venga su hermano el Ernesto
para que la acompañe”. Con Violeta y Ruth esa “protección” era algo distinto. Si
bien estas niñas gozaban de cierta autonomía de la presencia de su hermano Elías,
cada tanto ambas reclamaban a mí y a sus compañeros la presencia varonil al “an-
dar por ahí”. En varias oportunidades Ruth se refirió al “cuidado” que debía tener
Ernesto para con ella: “él me tiene que cuidar bien”, “no me tiene que pelear”. Los
adultos también solían hacernos bromas con respecto del peligro de las niñas. El
papá de Fernanda, por ejemplo, en cierta ocasión dijo sonriendo: “va ir, no se la van
a llevar”. Estas expresiones aún en la broma evidenciaban el peligro de las niñas en el
barrio por su condición de mujer y la virtud de los niños por su condición de varón
y su capacidad de “cuidar” y “proteger” por “andar callejeando”.
Al mismo tiempo, esta “protección” que las niñas recibían y a veces demandaban,
tenía como contrapartida el “cuidado” que las niñas ofrecían. Por ejemplo, cuando
cuidaban de sus hermanos o sobrinos más pequeños en la casa o la calle. Sin embar-
go, esos “cuidados” nunca fueron transmitidos tan visiblemente para con otros que
no fueran de su grupo familiar. De alguna manera, esos “cuidados” ejercidos por
las niñas seguían conservando su clasificación como mujer. Esos comportamientos
seguían la lógica de lo que Barrie Thorne (1993:63-68, mi traducción) llamó trabajo
de frontera para referirse a aquella “interacción que pretende superar los límites de
género, pero que permanece anclada en ellos e incluso llega a reforzarlos”. Al igual
que los juegos de persecución y toqueteo analizados por la autora en los patios de
escuela, esos juegos de “protección y cuidado” que los niños y las niñas desplegaban
en la calle conservaba la asimetría de las relaciones de género. Eran los varones los
que controlaban esa forma específica de “protección” por su permanente “andar”.
Esos movimientos colocaban a los niños en una posición más elevada que las niñas
al autodefinirse “capos” o “genios”, y al ser reconocidos así por las propias niñas
que demandaban sentirse “protegidas/cuidadas” y por los/as adultos/as al reclamar
la presencia varonil. Cuanto más hábil era la capacidad del niño para “andar” por
el barrio, mayor era su virilidad. Todos estos niños, en algún momento, debían
experimentar aquel acto distintivo y diferenciador para diferenciar las cualidades
masculinas que ponderaban el coraje, la habilidad y el prestigio.
Conclusiones
Las interacciones del “andar” fueron situaciones que me permitieron articular las
perspectivas de espacio, género e infancia. Las jornadas destinadas a caminar y reco-
rrer lugares predispusieron un marco distinto en donde poder observar construccio-
nes de género y procesos de socialización: en las interacciones del caminar las calles,
al trepar y bajar una “barda”, en el interés de participar del grupo, en las formas de
estar en las fiestas barriales y en el modo de caminar con perros. En esa cotidianidad
estos niños ponían en juego una serie de prácticas y sentidos masculinos a través de
los cuales desplegaban aprendizajes y estrategias sobre cómo usar la calle, recorrer
muchos lugares y conocer muchas historias a la vez, proteger a los “otros” al caminar,
tener pasión por el fútbol y saber relacionarse con una variedad de instituciones y
actores barriales. Por lo tanto, esos aprendizajes no estaban meramente situados en la
práctica –como si se tratara de algún proceso independiente realizable, localizado en
algún lado–, sino que eran parte integral de la práctica social por la que se integraban
al flujo de la vida local (Lave y Wanger, 1991). Lo que pretendo advertir con esto es
Anexo
Bibliografía
Resumen:
Este artículo aborda la problemática de las nodrizas en Portugal en el
siglo XVIII. Además de aquellas que eran contratadas por las adminis-
traciones municipales para trabajar en las instituciones de beneficencia,
fueron muchas las mujeres que a lo largo del siglo XVIII desempeñaron
la práctica de la lactancia asalariada en el seno de familias urbanas
pertenecientes a la clase obrera. A pesar de la escasa información que
existe sobre este último colectivo de trabajadoras -debido a la ausencia
de relaciones contractuales-, he tratado de aportar algunos apuntes de
carácter socio-económico sobre las mismas. No obstante, el grueso del
estudio se centra en dibujar la imagen social de estas mujeres construi-
da a partir de los discursos médicos, memorialistas y literarios (literatura
de cordel); una imagen nefasta que se proyectó a través de distintos
medios e instrumentos de expresión (tales como obras de teatro popu-
lar o tratados médicos).
Centrarse en los discursos sobre el ama de leche supone asumir la
importancia del proceso de objetivación de sus cuerpos, esto es, su
conversión en objeto de discusión teórica, en instrumento o vehículo
mediante el cual argumentar, justificar, defender y elaborar nuevos mo-
delos en el cuerpo social.
Abstract:
This article discusses the problem of wet nurses in Portugal in the eigh-
teenth century. In addition to those who were hired by the city to work in
charities administrations were many women throughout the eighteenth
century played the practice of salaried breastfeeding within urban fam-
ilies belonging to the working class. Despite the limited information that
exists on this last group of -due to the absence to contractual relations
workers, I have tried to provide some notes socio-economic character
on them. However, the bulk of the study focuses on drawing the so-
cial image of these women constructed from doctors, memorialists and
literary discourses (cordel); a nefarious image was projected through
different means and instruments of expression (such as work of popular
theater or medial treatises).
Focus on the speeches about wet nurses is to assume the importance
of the process of objectification of their bodies, that is, its conversion
into an object of theoretical discussion, instrument or vehicle by which to
argue, justify, defend and develop new models in the social body.
A
diferencia de las nodrizas que trabajaban en las instituciones de benefi-
cencia o al servicio de casas reales y nobles, sobre las amas de leche que
desempeñaban su actividad en el seno de familias urbanas portuguesas no
poseemos mucha documentación. Entre los motivos destaca la inexisten-
cia de huellas contractuales de dicha labor. De este modo, tan sólo podemos hablar
a través de testimonios indirectos, eso sí, bastante elocuentes, sobre esta actividad
asalariada que llegó a constituirse en una auténtica moda en el Portugal dieciochista.
En el Tratado da educação fysica dos meninos para uso da nação portuguesa (1790),
su autor, el médico Francisco de Mello Franco, hará referencia a este hecho de la
siguiente manera: «Una cosa que para mí es más fuerte que lo precedente es la moda
De todas las modas y costumbres absurdas (…) ninguna es tan perjudicial ni tan irracional
como la común introducción de las amas, alquiladas para criar a hijos ajenos; y se ha hecho
tan general este pésimo contagio, que hasta se ha hecho un hueco en las personas de la más
baja esfera. Pero la moda es de naturaleza tan poco apadrinada por la razón que siempre la
procuran cubrir con algún velo de honestidad, pues casi todas recurren a la debilidad de
la constitución y a la insuficiencia de fuerzas para tamaño peso (…) Cuando la verdadera
causa es no querer confundirse con la ínfima plebe y no parecer menos que las otras2.
De las palabras de Francisco de Mello Franco, así como de otros testimonios do-
cumentales de la misma naturaleza3, se deduce que la contratación de nodrizas –algo
habitual entre las familias aristocráticas y de buena posición económica-, acabó por
convertirse en un signo de distinción, provocando un fenómeno de imitación entre
distintos sectores del cuerpo social. A pesar de los discursos críticos, contar con el
servicio de un ama de leche en el hogar pasó a considerarse, por tanto, como un
testimonio público del estatus de la familia o incluso en signo de promoción social.
Por estos motivos, pero también, indiscutiblemente, por mera necesidad eco-
nómica en un momento de mayor accesibilidad de la mujer al mercado de trabajo
-debido al auge de determinados negocios e industrias en contextos urbanos- el con-
tratar a un ama de leche se convirtió en una práctica frecuente en un amplio espectro
de grupos sociales4. Para que las madres pudieran seguir trabajando y aportando un
salario sin los inconvenientes derivados de la lactancia, fueron muchas las familias,
1 DE MELLO FRANCO, Francisco (1790), Tratado da Educação Fysica dos meninos, para uso da nação
portugueza, Lisboa, Academia Real de las Ciencias de Lisboa, capítulo VI “A especie humana tem degenerado
e sensiblemente degenera na Europa e por que motivos”, pág. 28. BNP S.A. 8192 P.
2 DE MELLO FRANCO, Francisco, Tratado… op.cit., capítulo VIII “De quanto diz respeito ao modo de nutrir as
crianzas”, artículo III, “Quaes sao as mais que legítimamente estao despensadas de crear seus filhos”, pág.
48. BNP S.A. 8192 P.
3 Me refiero a otros tratados médicos dedicados al cuidado del niño durante sus primeros años de vida en los
que se incide en esta idea, la de una práctica que estaba convirtiéndose en auténtica moda incluso entre
las clases más populares. Tratados como el de DE ALMEIDA, Francisco José (1791), Tratado da educação
fysica dos meninos para uso da nação portuguesa, Lisboa, BNP, obra digitalizada que puede consultarse en
la siguiente dirección http://purl.pt/6378. En los demás tratados consultados, y que iremos citando a lo largo
del texto, aparece también esta idea expresada de forma implícita.
4 Mónica Bolufer (1992) refiere este mismo fenómeno para el caso español. Tras analizar los anuncios de
nodrizas en el Diario de Valencia entre 1790 y 1800 en los que se demandan los servicios de estas mujeres,
observa cómo la mayoría de los padres demandantes se declaran artesanos, lo que lleva a la autora a
corroborar la amplitud social del fenómeno.
incluso de un poder adquisitivo no muy alto, que contrataron los servicios de nodri-
zas haciendo de esta práctica una costumbre.
La literatura médica va a advertir de los peligros de dicha moda, especialmente,
entre las clases más pobres puesto que las madres sin recursos que optaban por con-
tratar a una nodriza lo harían sin la recomendación de ningún sujeto instruido y, por
tanto, sin los criterios necesarios para optar por una buena ama. En la obra Medicina
Domestica ou tratado completo dos meios de conservar a saúde, del doctor Guilherme
Buchan, traducida al portugués por el doctor Francisco Pujol de Padrell, se reprende
la indiferencia con la que los oficiales mecánicos, artistas y mercaderes eligen a las
amas para que alimenten a sus hijos, entregándolos «sin ni siquiera preguntar el
nombre de la receptora». Según las observaciones de Buchan:
[Estas clases populares] las más numerosas en las ciudades populosas y las más reticentes
en consentir que sus esposas alimenten a sus propios hijos, entregan a amas de leche de-
pravadas a sus tiernos retoños que serán transportados hasta las zonas rurales en las más
pésimas condiciones: en carros, sin toldos y, a veces, en tal número, que van amontonados
unos sobre otros, expuestos al frío, la lluvia y el viento, alimentados con leche seca, viciada
por la fatiga y abstinencia de las amas5.
La diferencia entre unas clases y otras a la hora de contar con los servicios de una
nodriza la encontramos, por tanto, en la calidad del ama (las que reúnen las caracte-
rísticas adecuadas según el criterio médico y las que no), pero también en la moda-
lidad de contratación y en las motivaciones que llevaban a emplear a estas mujeres.
Si bien la baja burguesía urbana se podía permitir -no sin cierto esfuerzo- contratar
un ama de leche interna para trabajar en el propio hogar de los padres, los operarios,
artesanos, tenderos etc. entregarían a sus hijos al cuidado de nodrizas residentes en
los alrededores (zonas rurales) para que sus esposas pudieran continuar ejerciendo
sus trabajos y contribuir con sus salarios a la menguada economía familiar (Lebrun,
1983:121 y ss.).
Sin embargo, como afirma Carmen Sarasúa, desde mediados del siglo XVIII
se produce en Europa un proceso de urbanización de la lactancia asalariada. La
crítica médica hacia las nefastas condiciones en las que se criaban los niños que
5 PUJOL DE PADRELL, Francisco (1788), Medicina Domestica, ou tratado completo dos meios de conservar a
saúde, e de curar e precaver as enfermedades por via do regime, e remedios firmes: obra util e acomodada á
capacidade de todas as pessoas de qualquer estado, e condiçao, pelo doctor Guilherme Buchan, trasladada
em vulgar para utilidad na nação pelo doctor Francisco Pujol de Padrell, Lisboa. En esta obra Buchan nos
habla de la existencia en la ciudad de Lyon de la figura de la mensajera o corretora, mujeres que actúan
de intermediarias entre los padres y las amas de leche. Buchan ataca duramente a estas mujeres por la
negligencia con la que tratan al recién nacido.
eran entregados a amas residentes fuera del hogar de los padres –sobre todo en
ámbito rural-, además de ese fenómeno de imitación que llevaba a las clases popu-
lares a contratar a nodrizas como parte del servicio doméstico, provocó que muchas
mujeres acabaran trasladándose a las ciudades para ejercer esta actividad (Sarasúa,
1994:141).
Además de la literatura médica, encontramos otros testimonios en los que se
critica la expansión de la lactancia asalariada entre la clase obrera. Me refiero a la
popular literatura de cordel portuguesa6. El dramaturgo Manuel Rodrigues Maia
dedicó varios entremeses a las amas de leche en los que elaboraba una crítica mor-
daz sobre estas mujeres tildándolas de mentirosas, aprovechadas y estafadoras7. Sus
escritos, realizados en estilo desenfadado, en prosa o en verso, contienen una aguda
crítica moral a las costumbres de su tiempo, por lo que no se resiste a escribir sobre
esta «abominable moda» que estaba extendiéndose en Portugal, incluso entre los sec-
tores más populares. En una de las obras dedicadas a este asunto le da voz a Brazia
Fagundes, quien se dirige a su amiga Brites Martha en estos términos:
Hace un tiempo era rarísima la persona que tenía ama en casa, ahora ya no hay perro ni
gato que no haga una moda de esto (…). Ya no hay carpintero que no se venda a la moda
de tener ama en casa8.
6 La literatura de cordel, de gran popularidad en España, Portugal y Brasil, toma su nombre de la forma en que
eran exhibidas las obras, expuestas para la venta prendidas en cordeles. Los textos que pertenecen a esta
tipología, además de tener en común géneros y temáticas (acontecimientos históricos, fenómenos naturales,
milagros, relatos de crímenes, experiencias y obras de personajes célebres, apariciones de monstruos),
también comparten características formales: obras en pequeño formato, de escaso número de páginas, baja
calidad del papel, la impresión y la edición en general, presencia de ilustraciones y elementos decorativos.
La literatura de cordel portuguesa muy activa durante cuatro siglos es hoy día una fuente documental de
gran valor. Para profundizar en diversos aspectos teóricos generales sobre la literatura de cordel en Portugal
consultar la obra de Ana Margarida Ramos (2008).
7 Según los datos que nos proporciona Inocéncio Francisco da Silva en su Diccionario Bibliographico
Portuguez, (1858-1878), Manuel Rodrigues Maia (174?-1804) ejerció de profesor de gramática latina en
Lisboa donde también dirigió un colegio particular. Fue un prolífico escritor de obras de carácter popular entre
las que destacan pequeñas piezas de teatro. Firmaba bajo el pseudónimo de Matusio Matoso Matos da Mata.
Algunos datos biográficos de este autor así como un índice de algunas de sus obras pueden consultarse en
João Madeira Martins (1982).
8 RODRIGUES MAIA, Manoel (1786), Entretenimento que em huma visita tiverão as duas amigas Brazia
Fagundes e Brites Martha, a’cerca das amas de leite, em que se monstrou pelo alto as inclemencias
desnecesarias que supportão todos aquelles que cahem na esparrella de amurallas. Obra muito util e
proveitosa áquelles que ainda não estiverem escaldados, dada a’luz por Matusio Matoso Matos da Mata,
Lisboa, pág. 6. BNP L. 41627//6P, se puede consultar también en la dirección web http://purl.pt/16413.
Yo antes quiero prefiero sufrir carros y carretas que no ser señora de mi voluntad. La gente,
en cuanto cría, es peor que esclava negra. Y si tiene ama, puede salir fuera, ir de visitas y
hacer cuanto quisiere9.
Resulta difícil seguir el rastro de estas mujeres en tanto que su trabajo no dejó
ninguna huella contractual. Los acuerdos entre empleador y empleada se realizaban
mediante recomendación de vecinas, conocidas o a partir del consejo de otras amas de
leche. Rodrigues Maia retrata también muy oportunamente este fenómeno, esta vez
mediante la voz del ama Serafina, quien se dirige a su amiga embarazada Briolanja del
siguiente modo: «Cuando usted para, hable conmigo y deje el negocio por mi cuenta.
Yo le enseñaré cómo usted se ha de comportar»10. Serafina trata de convencerla para
que busque trabajo como nodriza persuadiéndole con los múltiples beneficios que
supone desempeñar esta lucrativa actividad. De hecho, ella misma dice ingresar con
esta labor más de 30.000 reales11. Quince meses dice Serafina haber estado criando
fuera en esta ocasión -pues también se refiere a otras crianzas anteriores-, «al hijo de
un sujeto que tiene oficio allá abajo»12. Se lisonjea del buen negocio que ha hecho con
este trabajo en los siguientes términos: «que el niño quedara bien criado, eso importa
tanto como dos caracoles; a lo que me refiero es al lucro que obtuve»13. Con estas pala-
bras, Rodrigues Maia incide en los pocos escrúpulos que se les supone a estas mujeres,
más interesadas en la ganancia que en el bienestar de los niños a los que dan de lactar.
10 RODRIGUES MAIA, Manoel (1786), Alcorão das amas de leite ou marmota em que se vem mais claras que
a luz do dia as metafisicas de que usão estas sanguexugas para sacar o sangue das casas onde crião. Obra
muito util e necessaria a todos que desejarem saber por onde o barco faz agua, ou o gato vai ás filhofes.
Composta por hum escaldado; e dada a’luz por Matusio Matoso Matos da Mata, Lisboa, pág. 9. Sobre estas
dos obras de Rodrigues Maia (Entretenimento y Alcorão), una historiadora portuguesa escribió hace ya más
de dos décadas un pequeño estudio: María José Moutinho Santos (1987).
11 Ibídem, pág. 7.
12 Ibídem, pág. 5. Con este comentario incide en la idea de que operarios, mercaderes, etc., es decir, las clases
medias más populares de las ciudades también contrataban a estas mujeres.
13 Ibídem, pág. 7.
Este sería uno de los rasgos más destacados en los distintos discursos de entre los que
dibujan la imagen social de las amas de leche.
También jugaron un papel importante las propias comadronas o comadrones e in-
cluso los médicos a la hora de poner en contacto al cliente con la potencial trabajadora
(Sarasúa, 1994:168). La intermediación del médico era defendida en los tratados de
higiene y textos similares como un medio de evitar la contratación de amas inade-
cuadas. Pero sólo las familias más pudientes podían contar con esta colaboración. Lo
habitual era que funcionaran, como apunto más arriba, las recomendaciones de las
propias comadronas, vecinas, etc., sin olvidar el recurso a anunciarse en la prensa. De
hecho, los anuncios en la prensa escrita del XVIII y XIX constituyen uno de los más
importantes conjuntos documentales que arrojan algo de luz, no sólo sobre la repre-
sentatividad de este servicio en el conjunto del mercado laboral, sino también sobre
la identidad y el perfil social de las jóvenes que se ofertan (Ribeiro, 2007; Sarasúa,
1998).
A partir de testimonios indirectos podemos trazar algunos rasgos del perfil so-
cio-económico de estas nodrizas portuguesas. En este sentido, las obras de Rodrigues
Maia ya referidas, además de para esbozar la imagen colectiva o popular que la socie-
dad lusa tenía de las amas de leche a finales del siglo XVIII, coadyuvan a arrojar algo
de luz sobre las características socio-económicas de este conjunto de trabajadoras.
Maia se refiere, siempre en tono jocoso, al bajo nivel de vida de quienes desempeña-
ban esta actividad en el seno familiar de las clases obreras lisboetas. Hará alusión al es-
caso poder adquisitivo, no sólo del ama, sino también de quien contrata sus servicios:
Brazia: - (…) El pobre hombre, no teniendo ni para un capote, que andaba algunas veces
que era una vergüenza, metiendo agujas por alfileres, aún mucho antes de que ella pariera
ya estaba el ama en casa14.
Estas mujeres veían en este empleo, por tanto, un modo de mejorar su calidad
de vida, no sólo por el salario percibido sino por el trato dispensado por parte de las
familias que las empleaban:
¿Puede haber algo mejor bajo el sol que ir una de nosotras (…) para una casa, donde es
tratada a las mil maravillas (…), a cambio de unas gotitas de leche (…)? ¿Hay cosa como
comer una de nosotras lo que, cómo y cuando quiere, y encima ganar dinero? La gente, si el
niño tiene cualquier catarrillo, ya andan con ella en paños calientes15.
Él [el marido de la ama] trabajaba en una obra allí mismo, mas no gastaba un real en comer,
porque ella, todo cuanto podía aprovechar del almuerzo y de la cena, lo guardaba. (…)
Ellas en su casa se las pasan, como Dios sabe, tocando las almas con los dientes y viendo las
estrellas al medio día; pero cuando se hacen amas, cuidan de que el rey sea su porquero; se
hacen de manto de seda, queriendo picos de ruiseñores16.
16 RODRIGUES MAIA, Manoel, Entretenimento…, op. cit. pág. 10. Tanto en esta cita como en las dos anteriores,
Rodrigues usa expresiones populares para hacer referencia al hambre que sufrían las nodrizas en sus
hogares: «tocando las almas con los dientes y viendo las estrellas al medio día», así como a las exigencias de
éstas en cuanto eran contratadas en el seno de una familia: «cuidan de que el rey sea su porquero; se hacen
de manto de seda, queriendo picos de ruiseñores».
18 Estas casas deben su nombre al sistema por el cual los niños abandonados eran introducidos en el edificio:
la rueda o torno giratorio embutido en la pared del edificio en el que era depositado el niño de forma anónima
y recogido en el interior del mismo.
Serafina: - (…) Este último mío lo mandé para allá afuera y vino tan gordo que se podía
lavar con una garrafa de agua.
Briolanja: - ¿Y no es mejor que la gente críe a sus propios hijos en lugar de estar aguantan-
do los de nadie? (…)
Serafina: - (…) Por ir a ser ama se dejan barcos y redes. ¿Cuántas hay por ahí que dejan a
sus hijos en la roda, diciendo a las vecinas que se le murieron al nacer para ir a criar a los
de otros?19
¿Tiene esta [el ama] un hijo?, ¿qué destino le ha dado? ¿Cómo dispone a su respecto?
¿Ya no lo tiene? ¿Qué le ocurrió? Si murió, habría que saber de qué molestia, hereditaria,
contagiosa, si procedía del vicio de la madre, si ocurrió por descuido de ella, mal trato,
alimento impropio y extraño, o si murió por molestia accidental, en que no puede acha-
carse ni al temperamento de la madre ni a falta de desvelo. Pero si ella conserva su hijo
y determina abandonarlo por un extraño, es mucho de recelar que sea mala cuidadora,
que ni para sus hijos sabe ser madre. No faltan mujeres que por ambición y la mayoría
de las veces por miseria, emprenden dos crianzas juntas cuando mal bastarían a la que la
naturaleza les destina20.
19 RODRIGUES MAIA, Manoel, Alcorão…, op. cit. pág. 9. Aquí se hace referencia al abandono al que eran
sometidos los propios hijos de las amas de leche en las casas de roda (casas de expósitos) por parte de sus
madres con el fin de que éstas pudieran criar a los hijos de sus contratantes.
21 MONIZ BARRETO, Luis (1787), Tratado da educação fysica e moral das crianzas de ambos os sexos,
traduzido do franzes em linguagem portugueza pelo bacharel Luiz Carlos Moniz Barreto, Lisboa, capítulo II
“Dos principios da educação até a idade de três ou quatro anos”, s. I “Obrigação que tem as mais de criarem
a seus filhos e utilidades que daqui lhes resultão”, pág. 59.
europeos. Esta aseveración generalizadora sobre este último punto resulta, sin em-
bargo, excesiva para el caso portugués. En España es cierto que las más cotizadas
fueron las nodrizas cántabras del Valle del Pas, a las que era fácil identificar por su
porte y vestimenta, convirtiéndose en un signo de afirmación de la categoría social
de quien las contrataba. Pero para el caso portugués, resulta más difícil llegar a con-
clusiones similares. No parece ser que existiera ninguna zona geográfica concreta en
la que el componente femenino de la población se especializase en esta actividad (Da
Fonte, 2004).
En los escasos estudios que existen sobre la procedencia geográfica de las mujeres
que trabajan como nodrizas en territorio portugués se hace alusión tan sólo a aque-
llas que lo hacen en las instituciones de beneficencia (casas de expósitos). En este
caso, las mujeres acudían a las casas de roda más próximas a su lugar de residencia:
zonas rurales de alrededor o incluso de la misma ciudad en la que se ubicaba la insti-
tución. Isabel dos Guimarães Sá apunta que la explicación de que la mayor parte de
las amas de leche que trabajaban en estos lugares fueran oriundas del propio pueblo
o ciudad donde se ubicaba dicha institución puede encontrarse en el hecho de que
la administración prefiriera las mujeres casadas a las solteras «por ser de leche mas
pura y regularmente de mejor procedimiento». En este sentido, sería menos habitual
que las amas casadas emigrasen del campo a la ciudad porque ello hubiera implicado
también el traslado de sus cónyuges con la complicación que ello supondría (Gui-
marães Sá, 1985:179).
Llegados a este punto, propongo a continuación evidenciar el papel que juega la
figura del ama de leche en la articulación de uno de los discursos de mayor calado
social enmarcado en el contexto de la Ilustración portuguesa. Me refiero a las di-
sertaciones sobre la degeneración de la especie humana y, en concreto, al declive de
la población portuguesa. La nefasta imagen social de estas mujeres planea entre las
argumentaciones que médicos y memorialistas elaboran para alertar de los peligros
que acechan a la población, convertida en este periodo -siglo XVIII- en centro de las
preocupaciones políticas y en objeto de estudio científico.
A comienzos del siglo XVIII empiezan a trazarse las líneas de un discurso que
gozará de gran trascendencia social en la segunda mitad de dicha centuria y parte de
la siguiente: el de la degeneración de la especie. No resulta muy difícil averiguar el
recorrido de esta asociación. Haciéndonos eco de las palabras del investigador Bruno
Barreiros, el interés por la conservación y el incremento poblacional, en un contexto
Si las madres criasen por sí mismas a sus hijos seguirían de ello las mayores ventajas, así
para la sociedad como para los individuos. No se verían más a las mujeres pobres arrastra-
das por el interés a abandonar a sus propios hijos para criar a los de los ricos. Esta barbari-
dad hace perder a la sociedad un número considerable de sus miembros útiles22.
El trato negligente al que eran sometidos los niños, los malos hábitos en sus
cuidados alimenticios y de higiene, así como en el vestir (uso de fajas y alfileres), el
contagio de enfermedades al recién nacido a través de la leche y un largo etcétera,
son algunas de las causas que se alegan para argumentar la decadencia de la pobla-
ción portuguesa23.
El discurso médico penetra en los más diversos estratos de la sociedad por diver-
sos canales. Un texto que ilustra muy bien dicha influencia en las preocupaciones de
cariz poblacionista entre la clase política es el redactado por Joaquim José Marques
Torres Salgueiro, proveedor de la comarca de Évora, quien en 1793 realiza un infor-
me sobre la situación de Villaviçosa en el contexto de la reforma de las comarcas que
tuvo lugar en 179124.
22 MONIZ BARRETO, Luis, Tratado … op.cit. capítulo II “Dos principios da educação até a idade de três ou
quatro anos”, s. I “Obrigação que tem as mais de criarem a seus filhos e utilidades que daqui lhes resultão”,
pág. 59.
23 En la citada obra Medicina Domestica…, de G. Buchan, traducida al portugués por F. Pujol Padrell, se
destacan los defectos de las amas que los padres más deben vigilar: dormirlos con narcóticos, mecerles y
cantarles para que cojan el sueño, dar alimentos inadecuados, dejarles llorar durante horas –lo que provoca,
entre otras cosas, inflamaciones de garganta-, no asearlos debidamente, ocultar enfermedades y accidentes
a los padres, etc. op. cit., págs 109-116.
24 Portugal experimentó una reforma territorial a finales del siglo XVIII (1790), a raíz de la publicación de Lei
da reforma das comarcas. Dicha ley evidencia un discurso racionalista y uniformizador acorde con el ideario
político de la ilustración, en el mismo tono en el que se venía dando en países como España y Francia. Para
conocer más sobre esta reforma consúltese la obra de Ana Cristina Nogueira da Silva (1998).
Este escrito resulta interesante en tanto que recoge muchos de los planteamientos
que conforman el cuadro mental dieciochista en materia económica y social pero,
sobre todo, por la relevancia que asigna a las amas de leche en la exposición de sus
argumentos, poniendo en evidencia el papel que esta figura tenía en el imaginario
colectivo del siglo XVIII.
Torres Salgueiro al enumerar las causas del descenso de población en Portugal ha-
blará de los siguientes temas: la nefasta influencia del lujo, la desigualdad económica
de los matrimonios, el celibato, la tolerancia de los vagabundos, libertinos, concu-
binos y meretrices y, por último, el método de criar a los hijos: «desgraciadamente se
ha introducido la moda de asalariar a mujeres para la crianza de los hijos sin advertir
tal vez de las funestas consecuencias de un error tan pernicioso»25. Los argumentos
que plantea a la hora de criticar esta práctica son de distinta naturaleza. Por ejemplo,
alude a razones médicas relacionadas con la alimentación: los estómagos de los re-
cién nacidos no estarían preparados para asimilar una leche de varios meses; en este
sentido se pregunta: «¿cómo puede aprovechar el nacido de pocos días la leche que
la naturaleza formó para el sustento del que ya cuenta muchos meses?». Se interroga
además sobre la manera en la que se podría poner remedio a los daños resultantes de
«una leche infectada por el veneno sutilísimo de la cualidad venérea que fácilmente
se encuentra en las mujeres que profesan la vida y oficio abominable de amas de
leche?». No falta tampoco el argumento moral de culpabilizar a las madres que «para
horror de la naturaleza» entregan a sus hijos «al cuidado de mujeres mercenarias
que teniendo el valor y crueldad de dejar a los propios hijos, ¿cómo han de criar los
de otras?».
Este texto -bastante más amplio y sustancioso- es interesante, además, por el
hecho de que, a pesar de ser un discurso de carácter político-administrativo inscrito
en un contexto muy específico como es el de la reforma de las comarcas, recoge las
preocupaciones latentes en la sociedad portuguesa del XVIII sobre esta moda de la
lactancia asalariada y las repercusiones que tiene a nivel poblacional: decadencia y
disminución de la población.
No son muy diferentes las causas a las que se refiere el político Torres Salgueiro de
las que da Francisco de Mello Franco: la invención de la pólvora «que ha eliminado
la lucha cuerpo a cuerpo y por tanto, ya no se practica el ejercicio físico como an-
taño», la economía política de los Estados de Europa, es decir, la tranquilidad entre
la naciones vecinas que hace que los hombres ocupados en el ejército, en tiempo de
25 Arquivo Histórico Parlamentar de Lisboa, Mazo 104, caja 152, documento 29. Sobre J. J. Torres Marques
Salgueiro escribe Inocéncio Francisco da Silva en su Diccionario Bibliographico…, op., cit., tomo IV, pág. 109
que se había formado en Derecho en la Universidad de Coimbra, aunque era natural de Beja.
(…) sufriendo mal y tal vez con indignación los nueve meses de preñez, luego que dan a
luz los hijos, los apartan de sí para un ama desconocida de la que no tienen ninguna infor-
mación y algunas veces a muchas leguas de su vista (…). Este origen de la despoblación y
de la degeneración de la especie humana merece toda la atención del ministerio, porque
sin vasallos robustos, el Estado necesariamente irá a quedar paralítico, sin fuerzas, sin
energía y tendiendo cada día para su completa ruina27.
Además de esto, si hubiera una serie de mujeres nacidas de la misma línea que sean criadas
con leche de amas, yo creo que se perderá en ellas la leche y quedarán en esta parte mancas
por la propia naturaleza (…), puede suceder que se obstruyan de tal forma los canales de
los pechos y queden las mujeres exentas de leche29.
26 DE MELLO FRANCO, Francisco, Tratado…op.cit., capítulo VI: “A especie humana tem degenerado e
sensívelmente degenera na Europa e porque motivos”, pág. 28.
28 Mujeres, dice el médico, cada vez más pusilánimes e impresionables «por una noticia desagradable, una
representación triste, un sobresalto o ¡el olor de una flor!», DE ALMEIDA, Francisco José , Tratado da
educação fysica…op., cit., pág. 2.
29 CHAVES, JOSE MANOEL (1791), Memória sobre o tratamento dos meninos que pelo depravado appeite de
comer terra, carvoens, cal, gesso, ou barro contrahirão o habito cachetito de que vem a morrer hydropicos,
porque repugnão tomar remeios; queixa esta que mata hum grande numero de meninos, e para que os
autores medicos ainda não tem dado suficientes meios, Lisboa, fol. 290. Esta memoria, designada con el
número 31, se encuentra en el códice 377 Memórias de Física oferecidas á Academia Real das Ciências que
não foram julgadas poder entrar nas suas colecções, tomo 5º (1780-1813), de los Manuais Azuis ubicados en
la Biblioteca de la Real Academia de las Ciencias de Lisboa.
Conclusión
En el caso del ama de leche se concreta de una forma muy esclarecedora una de
las constantes históricas más evidentes: la desconexión entre la norma, la prescrip-
ción, la obligación, la prohibición, el control y la realidad poliédrica que discurre
en multitud de direcciones y bajo un sinfín de formas. De este modo, en el siglo
XVIII se radicaliza en Portugal un discurso, el de la criminalización de la lactancia
30 Según el estudio de Ana Margarida Ramos (2008:100), los nacimientos insólitos se revelan tan importantes que
darán lugar a clasificaciones meticulosas y pormenorizadas de todos los nacimientos monstruosos ocurridos,
llegando a conformar colecciones y a propiciar el nacimiento de los estudios modernos en teratología (ciencia
que estudia las malformaciones físicas de los seres humanos y animales).
31 AFFONSO, Manoel Jose y DE MELLO FRANCO, Francisco (1772), Novo Methodo de Partejar, recopilado dos
mais famigerados e sabios autores, Lisboa, pág. 29.
Fuentes históricas
agua, ou o gato vai ás filhofes. Composta por hum escaldado; e dada a’luz
por Matusio Matoso Matos da Mata, Lisboa.
Bibliografía
Resumen
La música norteña, entendida como aquella que caracteriza fundamen-
talmente al nororiente de la República Mexicana, es uno de los ele-
mentos integrantes de la identidad nacional. Sus canciones, ritmos,
instrumentos, espacios y prácticas forman parte de una tradición que
identifica una región geográfica. A partir de la Independencia de México
se ha tratado de construir y homogenizar una identidad “nacional”, a
la cual se le ha dotado de significaciones que tienden a “borrar” las
particularidades de las regiones. Junto con la identidad nacional o local
existe la identidad de género, también construida históricamente. En la
segunda mitad del siglo XX, el crecimiento de los medios de comunica-
ción permitió que estas identidades permearan en el imaginario social. A
partir de lo anterior preguntamos ¿Qué tipos de identidades genéricas
para hombres y mujeres propone la música popular mexicana conocida
como música norteña? Cuando ponemos en juego la categoría música
norteña con la de género, consideramos, se podrían revelar algunos de
los mecanismos a través de los cuales, culturalmente, se reproducen
los discursos que tienden a perpetuar un sistema cultural. Proponemos
que la música norteña mexicana tiende no sólo a reproducir sino inclu-
so a exacerbar los prototipos tradicionales de hombre macho y mujer
sumisa.
Abstract
The norteña music, known to be the one who characterize fundamen-
tally the Norwest of the Mexican Republic, it is one of the integral ele-
ments of the national identity. Their songs, rhythms, instruments, spaces
and practices form part of the tradition that identifies a geografic region.
From the Mexican Independence it has tried to build and homogenize
a “national” identity, at which it has been provided of significations that
tend to “erase” the particularities of the regions. With the national or
local identity exists the gender identity, also constructed historically. In
the second half of the XX century, the growth of the media allowed that
this identities permeate in the social imaginary. From above we ask,
what types of generic identities for men and women the popular Mexi-
can music known as the northern music propose? When we put in game
the category of northern music with the one of gender, we consider, it
could reveal some of the mechanism from which, culturally, are reprodu-
ce the speeches that tend to perpetuate a cultural system. We propose
that the Mexican Norteña music tends not only to reproduce but also to
exacerbate the traditional prototypes of male and submissive woman.
Introducción
E
n este trabajo nos preguntamos ¿Qué tipos de identidades de género para
hombres y mujeres propone la música norteña mexicana? Proponemos que
la música norteña mexicana tiende no sólo a reproducir sino incluso a
exacerbar los prototipos tradicionales de hombre macho y mujer sumisa.
Cuando ponemos en juego la categoría música norteña con la de género, consi-
deramos, se podrían revelar algunas de las desigualdades que reproducen los discur-
sos que tienden a perpetuar el sistema patriarcal donde impera la cultura machista.
En este trabajo, analizamos el discurso de algunas letras de las canciones más
representativas de la música norteña, entre ellas, las de grupos como Los Tigres del
Norte, Ramón Ayala, Los Huracanes del Norte y Los Cadetes de Linares, por mencionar
sólo algunos.
El trabajo está estructurado en tres partes: en la primera hacemos un esbozo de la
idea de la mujer heredada por la tradición, la cual a su vez está fundada, principal-
mente, en la religión católica. Luego abordamos el concepto de identidad nacional,
regional y de género, mostrando cómo entre estas dimensiones existen características
Mujeres ideales
La identidad nacional
A partir de la Independencia de México se ha tratado de construir y homogenizar
una identidad “nacional”, a la cual se le ha dotado de características y significaciones
que tienden a “borrar” las particularidades de las regiones. Sin embargo, como parte
de esta identidad, subsisten prácticas más o menos homogéneas entre la población,
tal es el caso de la identidad regional y la denominada identidad de género. Estas
identidades, que forman parte de la identidad social, son producto del proceso de
socialización. En México, la identidad femenina ideal, heredada de la tradición cris-
tiano-católica, se asocia con la pasividad, hermosura, honradez, pureza, dulzura,
comedimiento, cuidado, etc. La identidad femenina no deseada, pero presente de
muchas maneras, es la de la pecadora, infiel, interesada, despiadada y traidora, pero
de una belleza sin igual.
La identidad masculina, por su parte, se asocia con el machismo. El machismo,
dice Páramo, es una expresión peculiar de la masculinidad que está inserta en la
cultura, de donde resulta que no hay que hablar de “machismo” sino de “cultura
machista”. La autora señala que la característica central de la cultura machista es la
dominación y la superioridad masculina, la cual se complementa con la inferioridad
y la sumisión femenina (Páramo, s/f ).
La identidad es el resultado de un proceso de construcción social que, a decir de
Giménez, “se construye precisamente a partir de la apropiación, por parte de los ac-
tores sociales, de determinados repertorios culturales considerados simultáneamente
como diferenciadores (hacia afuera) y definidores de la propia unidad y especificidad
(hacia adentro). La identidad no es más que la cultura interiorizada por los sujetos,
considerada bajo el ángulo de su función diferenciadora y contrastiva en relación
con otros sujetos” (Giménez, s/f ). Así pues, la función principal de la identidad es
la de diferenciar a un sujeto de otro o a un grupo de otro. En términos de la identi-
dad nacional, la del mexicano ha sido el resultado de un proceso de construcción en
donde se conjugan una serie de elementos de la vida cotidiana de la mayoría de la
población, elementos que el cine, el cual jugó un papel muy importante en la cons-
trucción de la identidad masculina, potenció al adjudicárselos al ranchero protago-
nista de numerosos filmes de la época de oro del cine mexicano (Villarreal, 2006).
A. Knigt (2010) señala una serie de problemas al tratar de dar cuenta de una
identidad nacional, pues afirma que debajo de lo nacional coexisten una gran va-
riedad de identidades que están en constante movimiento. Para el autor, estudiar la
identidad nacional supone hacer cortes que distinguen identidades objetivas y sub-
jetivas que se basan más en estereotipos y falsas generalizaciones que en realidades
empíricas. Knigt (2010) argumenta que para que algo sea un marcador y moldee
las conductas como mexicano deben alcanzar un umbral de significado nacional; no
regional o sectario. Siguiendo este criterio, pocos serían los elementos que distingui-
rían a lo mexicano, por ejemplo, la Virgen de Guadalupe, la geografía, la geopolítica
y, destacadamente, la historia compartida.
Después de la Revolución, el nuevo Estado buscó con afán organizar un gobier-
no fuerte y centralizado, que girara en torno a la idea de una sola nación a costa de
negociaciones y pactos con las regiones y sus líderes. Dice A. Knight que en este
intento se puso a los medios de comunicación, al cine, el arte, las escuelas o los de-
portes, al servicio del Estado para forjar este imaginario. La idea que se proponía era
más aspiracional y normativa que objetiva y poco se pudo lograr pues, por debajo
de lo nacional, siguió persistiendo lo local. Sin embargo, pese a este “fracaso”, algo
se pudo hacer, ya que el modelo mexicano que se proyectó al exterior cumplió con
la finalidad de diferenciarnos de otros grupos, de forma que en Europa o América
Latina, ser mexicano era sinónimo de ser charro, imponiéndose en el ámbito inter-
nacional la identidad local de Jalisco como la identidad del mexicano. Este prototipo
quedó expresado también en las canciones, por ejemplo en El mexicano, cuya letra
dice:
Yo soy mexicano, mi sangre es bravía, palabra de macho que no hay otra tierra más linda
y más brava que la tierra mía. Yo soy mexicano, y a orgullo lo tengo, nací despreciando
la vida y la muerte, y si echo bravatas, también las sostengo. Mi orgullo es ser charro,
valiente y bragado, traer mi sombrero con plata bordado, que nadie me diga que soy un
rajado. Jugar a los gallos, saberme afamado, pero más que todo, ser enamorado. Yo soy
mexicano, muy atravesado. Yo soy mexicano, y por suerte mía, la vida ha querido, que por
todas partes se me reconozca por mi valentía, yo soy mexicano, de nadie me fío y como
Cuauhtémoc, cuando estoy muriendo, antes que rajarme, me aguanto y me río. Usar mi
sombrero, echado de lado, cargar mi pistola, cacha de venado, fumar mi cigarro en tabaco
picado, correr mi caballo, a pelo montado, pero más que todo, ser enamorado. Yo soy
mexicano, muy atravesado.
El macho
Si bien la cultura mexicana ha sido considerada en términos generales como ma-
chista, el norte de México ha sido caracterizado como un espacio donde esta cultura
alcanza uno de sus máximos exponentes. El “macho mexicano”, prototipo ideal mas-
culino, se forjó en torno a dos aspectos: la parte moral incluía hombres fuertes, va-
lientes, trabajadores, mujeriegos (aunque sólo amen verdaderamente a una mujer),
pendencieros, buenos en todo lo que hacen (lazar animales, jugar barajas, disparar,
amar a las mujeres) y la parte física los presentaba como fuertes, guapos, bigotudos y
hábiles en el trato con las mujeres. El prototipo del hombre “norteño” por su parte,
también fue producto de una construcción en donde el cine y la música jugaron un
papel central. “Piporro” fue el arquetipo del hombre del norte (Montoya, 2014).
La difusión de estos estereotipos, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX,
gracias al crecimiento de los medios de comunicación (cine, radio, industria disco-
gráfica) permitió que estos ideales permearan en el imaginario social y que buena
parte de la población se apropiara de ellos. Esto puede quedar evidenciado en los
discursos pronunciados en la música popular.
El discurso
Dado que en este trabajo abordaremos sólo las letras de las canciones, dejaremos
de lado los estereotipos visuales que están construyendo el género. Las letras, por su
parte, serán analizadas como un discurso. Siguiendo a Foucault, entendemos por
discurso no sólo aquello que ha sido dicho o pronunciado en su realidad material,
sino también aquello que tiene una existencia transitoria, una duración que no nos
pertenece. El discurso es pues no sólo el conjunto de palabras dichas, sino también
el conjunto de procedimientos que le rodean y las dimensiones que encarna. En
el discurso, dice Foucault, se vinculan el deseo y el poder, ya que el discurso no es
solamente lo que manifiesta o encubre el deseo, es así mismo, el propio objeto del
deseo. Es aquello por lo que y por medio del cual se lucha (1992).
Foucault ha señalado, como parte de los procedimientos de producción del dis-
curso, el papel que tienen los que pronuncian el discurso y el lugar desde donde lo
hacen, pues hay en ello un afán de exclusión y de verdad. En este sentido, el discurso
pronunciado en las canciones, es emitido, mayoritariamente, por varones, quienes
desde una posición de poder, otorgado por su popularidad y por el dominio que
muchos de ellos tienen del espacio musical y discográfico, difunden una serie de
ideas que son repetidas y, en muchos casos, apropiadas sin que ello pase por el tamiz
de la crítica.
La norteña
La música norteña es entendida como aquella que caracteriza fundamentalmente
al nororiente de la República Mexicana. Sus canciones, ritmos, instrumentos, espa-
cios y prácticas forman parte de una tradición que permite identificar a los habitan-
tes tanto de una región geográfica como de un grupo cultural. Cuando se habla de
música norteña tal región se circunscribe a tres estados: Coahuila, Nuevo León y
Tamaulipas. Culturalmente, esta zona comparte una serie de características como el
tipo de comida, la forma de vestir, las variaciones en el lenguaje, los deportes que se
practican y, por supuesto, la música.
La música norteña se define, desde lo instrumental, por el uso de un acordeón y
un bajo sexto. Partiendo de los géneros musicales que le dan cuerpo, la norteña se
El género
Cuando al análisis de la música norteña añadimos la variable género como ca-
tegoría analítica se abren nuevas posibilidades. El género, según lo han señalado las
teóricas Scott (2008), Lamas (1996), Burin y Meler (2010), es entendido como una
construcción cultural que permite explicar las formas en que hombres y mujeres se
han relacionado históricamente. El género pone el énfasis no en la división sexual
del mundo establecida por el sistema patriarcal, sino en los factores culturales que
1 Algunos de estos canales son, por ejemplo: MTV, VH+1, Ritmoson, etc., los cuales transmiten durante todo el
día vídeos, documentales, recopilaciones musicales, etc.
han permitido que el varón domine a las mujeres, tratando de desentrañar aquellos
elementos que se han utilizado para legitimar tal orden, partiendo del supuesto de
que una vez visibilizados es más factible su transformación. Como categoría ana-
lítica, el género es siempre relacional, es decir, implica no sólo a las mujeres sino
también a los hombres, de forma que hablar del papel de la mujer en las letras
de las canciones norteñas nos remite necesariamente a dar cuenta del papel de los
hombres. La comparación de ambos nos permitirá luego dar cuenta de las relacio-
nes asimétricas y desiguales desde las cuales se visualiza y se valora. Finalmente, el
género es contrario a las ideas esencialistas que suponen la existencia de una natu-
raleza dada. Por el contrario, al suponer la identidad genérica como resultado de un
proceso socio-histórico-cultural, destaca la idea de que la forma de ser hombre y ser
mujer es aprendida y que parte de esos aprendizajes pueden proceder de las ideas
estereotipadas que la música reproduce.
Las fuentes
Las canciones analizadas tienen diversos emisores en términos de autoría, sin
embargo, coinciden en el hecho de que han sido escritos por hombres, de donde
suponemos que lo dicho refleja la forma de pensar no sólo de los autores, sino de un
sector social más amplio: el masculino (con las excepciones que pueda haber al caso).
Los autores a su vez tienen diferencias etarias pues muchas de las agrupaciones que
aún siguen vigentes, comenzaron a crecer entre la década de los cincuenta y sesenta:
por ejemplo, los Rancheritos de Topochico, Los Gorriones de Topochico o Carlos y José,
quienes desde la década de los cincuenta y finales de los sesenta formaron sus res-
pectivas agrupaciones. A estas, se sumarían después Los Cadetes de Linares, Ramón
Ayala o Los Tigres del Norte, quienes desde finales de la década de los sesenta se han
mantenido en las preferencias de un amplio público. A estos primeros grupos de
éxito le han seguido otros muchos, destacándose en la actualidad, además de los
anteriores, Intocable, La Reunión Norteña, Sueño Norteño, Conjunto Azabache, entre
otras, incluyendo holandeses como Dwayne & Geert Verheyden. Sin embargo, pese
a estas diferencias etarias, encontramos en las letras ciertas similitudes, lo cual puede
ser indicativo de la persistencia tanto de las temáticas como de las ideas.
El método
Dado que la producción de música norteña ha sido creciente en las últimas déca-
das, es imposible analizar el total de las obras producidas, por ello, recurrimos a una
muestra. A partir de una serie de listados, elaborados tanto por radiodifusoras como
por conocedores de este género, se eligieron aleatoriamente una serie de canciones
entre las que se incluyeron “las clásicas”. El listado resultante incluyó más de sesenta
canciones. Sobre esta primera lista realicé una búsqueda, la cual fue completándose
con las recopilaciones discográficas de lo que la industria disquera considera como
los “éxitos norteños”. Estas recopilaciones aparecen tanto en formato de disco com-
pacto como en las búsquedas de internet, donde se pueden localizar tanto los éxitos
norteños como los éxitos de cada una de las agrupaciones. De éstas buscamos las
letras para, con ello, realizar el análisis. Éste se hizo en dos fases: la primera consistió
en una lectura general de las obras para comenzar a identificar posibles categorías
de análisis. Después, es una segunda etapa, a partir de las categorías analíticas, se
trabajaron las letras.
a quienes seduce” (RAE, 2012). En este caso, la muerte de María ha llenado a todos
de tristeza y nadie se resigna con su muerte pues los hombres con sus besos se per-
dían. En la canción Dices que te vas (Canelos de Durango) se señala que las mujeres
son mentirosas pues dicen que se van y no se deciden.
4. Existe una serie de ideales que proyecta el hombre sobre la mujer: debe ser
cariñosa y estar siempre disponible.
Las mujeres, pero no las de carne y hueso, sino las imaginadas, sirven de inspi-
ración no sólo para exaltar el amor, la felicidad o los buenos sentimientos, como en
Mujer Ideal (Los Mier), sino para imaginar una forma de ser distinta. Así, en Buscan-
do a mi morena, de Los Rancheritos de Topochico, el protagonista jura que una vez
que encuentre a la morena de su vida, cambiará y dejará a sus amigos, a la diversión
y a la parranda, para consagrarse a su amor. Sin embargo, también sirven las mujeres
para desviarse del recto camino pues por el amor de una fémina los hombres son
capaces de hacer locuras. En Prieta Casada, de Los Tigres del Norte, la mujer llora y
suplica al varón que se la lleve con él y él, profundamente enamorado, aunque sabe
que está casada, se propone llevársela, “aunque sea una temporada”.
5. Las canciones también distinguen tipos de mujeres. La madre ocupa un lugar
privilegiado, es idolatrada y su imagen, cercana a la de la Virgen María, es idealizada
a tal grado que sólo ella posee las virtudes femeninas en grado heroico. En la canción
de A mi madre, de Chuy Vega dice el autor, que sigue recordando su amor, su amor
con mucho cariño, pues la madre lo acompañaba, lo arropaba y lloraba con él. En
Madrecita querida, Los Cadetes de Linares exaltan la figura de la madre y la compa-
ran con el cariño de la otra, la traidora. Según el autor, sólo ella comprende y sólo
ella ama, incluso cuando el varón ha sido malo, pobre y perdido. Junto a la madre
todo se tiene, amor puro y sincero, de forma que sólo en ella se puede confiar. Los
Razos, en Anoche soñé a mi madre, aconsejan a los oyentes, pidiéndoles que quienes
todavía tienen una madre la disfruten, y recuerda lo que les decía: portarse bien,
quererse. La madre, dicen, es lo más lindo que Dios hizo. Del mismo grupo es Per-
dóname madrecita, donde se expone el arrepentimiento de un varón pues hizo sufrir
a su madre, “que es ternura, que es bondad y que es muy buena, la mujer que con
su vida dio su ser y que en pago sólo recibió más penas”. Ahí, en medio del dolor, se
consagra la madre como la gran sufridora, la que ofrenda su vida por otro, en este
caso por el hijo, un hijo que además es borracho y vago.
Contrastando con la madre está la puta, la otra, la que se encuentra en “el arro-
yo”. Ella es fácil, es infiel y traicionera. Pero es bella: “cara preciosa, boca exquisita,
cuerpo de mujer”. En Me equivoqué contigo, de Los Barón de Apodaca, el protago-
nista se equivoca al vincularse con una mujer “por su carita buena” y por haberla
encontrado en la iglesia. Sin embargo, entre la mujer ideal y la mujer real, hay una
profunda decepción. Eso queda evidenciado de nuevo en Golpes en el corazón pues
ella le dio sólo “falsas promesas de amor”. Aquí, se resume la comparación: “Yo te
regalaba todo, con mi madre discutía, me quería abrir los ojos, perdóname madre
mía”.
Dado que el uso de la categoría género es de carácter relacional es importante
que, para dimensionar a mujeres y varones, los comparemos.
6. Destaca como otro punto importante el papel en el que se posicionan los
varones: por un lado son víctimas y por otro machos. Como víctimas aparecen al
caer en las redes de vampiresas como María. La canción dice que María trabajaba en
una cantina, suponemos que como prostituta, y añade que con su hermosura y sus
besos perdía a los hombres, de forma que cuando ella murió, todos la recordaban y
le lloraban, pues la amaban. Aparecen también como víctimas cuando caen prenda-
dos de las mujeres y sienten que sin su correspondencia no podrían vivir, juran que
se morirían y por lo mismo esto aparece o como un ruego para seducir o como un
chantaje. Esto pasa, por ejemplo, en Cariño Santo, de Los Barón de Apodaca, donde
“… toda la culpa la tienes tú… Cariño santo, como me duele, que tus caricias no
tenga yo, pero te juro, que aquí en mi pecho, se está muriendo mi corazón”.
Como víctimas también los encontramos suplicantes, pidiendo perdón, pidien-
do que se queden, incluso ofrendando su libertad y solicitando la esclavitud a cam-
bio de no ser abandonados. Como machos, encontramos una serie de frases que nos
muestran que la idea de virilidad está anclada en el ejercicio del poder y la domina-
ción. Los hombres-machos se presentan como valientes en oposición a la cobardía,
la cual se manifiesta en el “rajarse”, atacar a traición, por la espalda, o traicionar al
apropiarse de la mujer de otro. El hombre-macho aguanta, recibe “lo que venga”:
golpes, balazos, “se raja el cuero”, “se rifa el destino”. El hombre-macho es “un gallo
jugado”, “un gallo fino”, “un gallo muy giro”, un gallo adulto y no un pollo que
puede ser desplumado, es una fiera que con sus rugidos controla una manada (Co-
rrido de Caro Quintero, Ramón Ayala), es decir, un animal dispuesto a la pelea para
conservar su libertad, su territorio y sus posesiones. Estos hombres-macho, “amigo
de los machos” ejercen su poder sobre otros hombres pero, sobre todo, sobre las
mujeres en varios aspectos: control del amor, disfrute de su cuerpo y, sobre todo, de
su virginidad, lo que les permite alardear de ser el primero, pero más allá de eso está
también el control de la mente. Como machos, les gustan las coleaderas, la fiesta, las
carreras de caballos (Corrido de Lucio Peña, Los Cadetes de Linares), la embriaguez
es una constante, pero no beben porque les guste, sino para olvidar. Por ejemplo, en
la misma canción de Cariño Santo dicen: “Si ando tomando, para olvidarte y hasta
“Me paro en la esquina al verla pasar. A ver si le duele de verme llorar. De verme llorar por
fin se arrendó, a hacerme preguntas: por quién lloro yo. Y yo le contesto, con grande dolor:
No lloro por nadie, sólo por tu amor” (Rosita de Olivo, Los Tigres del Norte).
manera se esperaría que las mujeres fueran así, leales hasta después de la muerte y
capaces de dar su vida por sus hombres. En Mujer Ideal, de Los Mier, esa es una
cualidad de la mujer quien dice “recuerda que siempre te esperaré”.
En otra categoría están las protagonistas que son modelo pero en sentido negati-
vo. Una de las clásicas es Camelia “la tejana”. La trama de la historia resume lo bueno
y lo malo de las mujeres. Dice la letra, asumiendo que Camelia es “una hembra de
corazón”: “Una hembra si quiere a un hombre, por él puede dar la vida, pero hay que
tener cuidado, si esa hembra se siente herida, la traición y el contrabando, son cosas
incompartidas” (Los Tigres del Norte). La estrofa distingue entre la mujer ideal que
por amor puede entregarse completamente, incluyendo la vida y la mujer “herida”
que traiciona. El corrido de Camelia tendrá luego sus secuelas. En Ya encontraron a
Camelia, Los Tigres del Norte cuentan el sufrimiento de Camelia después de haber
matado a Emilio y la búsqueda que de ella hacen los de la banda para ejecutarla.
Esta parte de la historia termina con la muerte de Camelia, quien ve en ella la opor-
tunidad de reunirse con su amor. Finalmente, El hijo de Camelia, concluye la saga.
El hijo conduce un auto muy veloz y viste mezclilla, chamarra, botas de vaquero y
sombrero tejano, y va recorriendo los caminos vengando la muerte de su madre.
La tragedia es romanticismo puro: el amor que en vida no pudo ser, idealmente se
realizará después de la muerte y la mujer en su pecado llevó la penitencia pues pese
a que se quedó con el dinero nunca pudo alcanzar la felicidad.
Reflexiones finales
En este trabajo nos preguntamos ¿Qué tipos de identidades de género para hom-
bres y mujeres propone la música popular mexicana conocida como música norteña?
Las letras de las canciones analizadas revelan algunos de los mecanismos a través
de los cuales, culturalmente, se reproducen los discursos que tienden a perpetuar
el sistema patriarcal donde impera la cultura machista. Las identidades derivadas
de este sistema, terminan siendo, como lo ha propuesto A. Knigt, subjetivas, es
decir, que se basan más en estereotipos y falsas generalizaciones que en realidades
empíricas.
Para la mujer existen una serie de cualidades que no aplican para el varón, lo
que nos permite evidenciar la desigualdad: las mujeres deben esperar, los hombres
no (“Vuela vuela chuparrosa y no dejes de volar, anda y dile a mi amorcito, que ya
no me haga esperar” (La Chuparrosa, El Halcón de la Sierra); las mujeres deben ser
fieles, los hombres pueden tener “de a dos”; la mujer debe ser sumisa, el hombre es
“un gallo”.
La mayoría de los autores son varones. Son contadas las mujeres que aparecen
como autoras, tal es el caso de Gabriela Beltrán, sin embargo, al interpretar las
canciones los varones, las letras son adecuadas para que haya consonancia en los
géneros. El hecho de que sean mayormente los hombres quienes cantan, invisibiliza
la perspectiva de las mujeres, de ahí la necesidad de ampliar esta investigación para
recuperar la voz de ellas, no sólo en la interpretación, sino fundamentalmente en la
autoría.
La identidad que propone la música norteña para los varones está en consonancia
con la que propone la identidad nacional: machos, que no se rajan, valientes, que
no le temen a la muerte. Para las mujeres, sigue siendo la misma que ha propuesto
la tradición: hermosas pero ingratas, orgullosas, mentirosas, traicioneras, y una larga
serie de calificativos despectivos. De entre todas las mujeres sin embargo se rescata
la madre, en quien se encuentran condensadas todas las virtudes: cariñosa, atenta,
incondicional y sufridora. Así, la idea de mujer que propone la música norteña
mexicana contiene una doble naturaleza femenina que se sigue moviendo entre la
puta y la santa, entre la pecadora y la virgen. A la primera se le usa, se le quiere o
se le desprecia, a la otra solo cabe amarla. La ambigüedad, como quedó señalado
claramente en A ellas, es lo que caracteriza a las mujeres: tienen pétalos y espinas.
El modelo pues se mueve más en el campo de lo ideal que de lo real y se construye
más sobre generalizaciones que tienden a difundir la idea de que todas las mujeres
son iguales.
El discurso propuesto por la música norteña mexicana es aspiracional y norma-
tivo. Intenta moralizar e imponer normas de conducta que perpetúen los roles de
género tradicionales. Las mujeres que son rescatadas y que han actuado mal, siempre
terminan mal. En este proceso de construcción identitaria, se ponen en juego el po-
der y la dominación, el poder ejercido por el varón y la dominación de las mujeres
quienes siguen pensándose como objetos que pueden ser poseídos o como sujetos
desiguales que deben ser “protegidos”.
Reflexionar sobre el discurso que proponen las canciones puede ser una vía para
reflexionar sobre la necesidad de construir relaciones más igualitarias entre varones
y mujeres.
Bibliografía
Recibido: 06/06/2016
Aceptado: 7/7/2016
Brisa Varela
Universidad Nacional de Luján
Resumen
En este artículo se reflexiona desde la perspectiva de la geografía de
género, sobre la diversidad de prácticas sociales y espaciales de los
niños y niñas en su contexto escolar considerando sus acciones en los
momentos de juegos libres. El estudio del espacio geográfico se propo-
ne aquí como dialéctico porque las situaciones que estudia son dialécti-
cas en un marco de asimetrías propias del sistema patriarcal.
Abstract
From the perspective of gender geography, in this article studies the
diversity of spatial and social practices of the children and school con-
text considering their actions in moments of free play. The study of geo-
graphical space is proposed here as dialectical because the situations
are studied dialectic within a framework of asymmetries patriarchal own
system.
Introducción
E
n este artículo se analiza la apropiación diferenciada de microespacios esco-
lares por parte de los niños y las niñas, naturalizada por los adultos como
producto de una construcción histórica y social en la que la escuela se
encuentra inserta y en la que la valorización de lo que se entiende por “lo
femenino” se encuentra subordinado a “lo masculino”.
El campo epistémico en el que nos situamos es el la geografía que incluye tanto
la revisión de la noción de espacio geográfico como la perspectiva de género y en el
que los trabajos feministas han sido sustanciales para la construcción de una teoría
crítica del espacio.
El desarrollo de las geografías feministas ha permitido explorar las diversidades
de escalas, puestas en diálogo, en nuestra vida cotidiana y resignificar aquellas zonas
invisibilizadas o subconsideradas, aquellos márgenes no tratados que quedaban fue-
ra de las categorías hegemónicas (Puente Lozano, 2011).
La revisión de la perspectiva androcéntrica ha alentado la instalación de nue-
vas problemáticas como objeto de estudio, y legitima, como objeto de estudio, por
ejemplo las interacciones de género en los microespacios y también, fomentando el
trabajo interdisciplinar.
Desde la sociología, las artes, la literatura, la historia, la antropología y la edu-
cación física se ha trabajado sobre el estudio del control de los cuerpos y desde lo
conceptual se ha introducido la conceptualización de microespacios y la noción
de “extrañamiento” o distanciamiento para estudiar un espacio que antes resultaba
“familiar”.
La geografía de género ha impulsado, tardíamente en relación con otras discipli-
nas, la indagación del el vínculo entre la espacialidad y el poder, Estévez Villarino
(2012) retoma la posición de Hannah Arendt quien politiza el espacio y lo concibe
como un “espacio de aparición” en el que la acción y el discurso crean un espacio
entre los participantes que puede encontrar su propia ubicación en todo tiempo y
lugar. Se trata del espacio de aparición en el más amplio sentido de la palabra, es
decir, el espacio donde yo aparezco ante otros como otros aparecen ante mí (…) La
comprensión de este vínculo ha sido un elemento central para avanzar en la lucha
por romper los límites que han constreñido los espacios materiales, discursivos o
conceptuales y simbólicos de las mujeres (Puente Lozano, 2011).
Epistemólogas de la geografía como Dolors García Ramón (2012), en especial
desde los años ochenta, han incorporado la categoría de género redefiniendo las
dimensiones de la espacialidad, al entender que las relaciones entre corporeidad,
género y espacialidad no son neutras, las acciones de las personas en los espacios es-
tán cargadas de intencionalidad e historicidad (Perrot, 2008). Las formas de situarse
en el presente están afirmadas en estereotipos que, aunque velados, están vigentes
y construyen subjetividades e identidades que remiten a lo material, lo imaginario
y lo simbólico. Retomando los sugerentes trabajos de Henri Lefebvre (1976, 1981)
Jaques Derrida (1997) y Michel Foucault (1976) entre otros intelectuales, puede
afirmarse que las identidades de género se construyen en y por medio de la acción
socioespacial.
Lefebvre (1976) expuso las debilidades teóricas de las definiciones de espacio
geográfico producido por la geografía moderna de los siglos XIX y XX y afirmó que
todas las nociones y los niveles del espacio son productos sociales, por lo tanto todo
espacio es un espacio social. Este “espacio” no es ni transparente ni natural y cada
época tiene modos de producción de espacio(s) que se expresan en lugares específi-
cos, jerarquías y conjuntos espaciales.
La revista de geografía que más artículos ha publicado desde sus inicios (en 2003) ha
sido Children’s Geographies. Esta publicación nació con la voluntad de cubrir un vacío
en nuestra disciplina y crear un forum de discusión para todos aquellos geógrafos inte-
resados en investigar para y con los más jóvenes (Matthews, 2003a). En ella publican los
mejores y más prolíficos especialistas sobre el tema, como Hugh Matthews (editor de la
misma), Gill Valentine, Sarah Holloway, Tracey Skelton (todas ellas procedentes de uni-
versidades británicas), Stuart Aitken y Cindy Katz (de Estados Unidos) y Lia Karsten (de
los Países Bajos). Otras revistas de geografía sensibles a este nuevo enfoque han sido las
siguientes: Area (número monográfico titulado «Geographies of Childhood» aparecido en
el año 2001, vol. 33, n. 2), Annals of the Association of American Geographers, Antipode,
Environment & Planning D: Society and Space, The Professional Geographer y Tijdschrift voor
Economische en Sociale Geografie. (…) El trabajo de Thomson (2005) es un buen ejemplo
de utilización de la observacióncomo método de análisis para estudiar como los niños y los
adultosterritorializan6 y reterritorializan los espacios de juego de la escuela, con elobjetivo
de controlar, dominar y resistir el espacio de los otros (Ortiz Guitart, 2007:199).
Para enfrentarse a un objeto de estudio relacional y múltiple que, además, emana de los
cuerpos, la etnografía parece la herramienta más apropiada, entre otras cosas, porque per-
mite enfrentarse al espacio público desde la consciencia de que la vida excede las con-
diciones normativas que representan sus categorías. Por etnografía no me refiero tanto
a la puesta en práctica de algunos métodos cualitativos, como al compromiso decidido
de registrar lo concreto y lo cotidiano, atendiendo y respetando sus lenguajes (Estévez
Villarino 2012:159).
1 Rocío presentó un texto con el título “La vinculación “espontanea” de lxs niñxs en las instancias de recreo” y
Lisandro presentó un texto con el título “Androtecto”.
juegos separaron a ambos sexos durante muchos años. Con el correr de los tiempos
y tal vez también por cuestiones de reducción espacial, los recreos se desarrollan en
el mismo patio tanto para niñas como para niños (Linares, 2010).
Desde los comienzos de la escolarización queda planteada una dicotomía entre
“el aula” y “el patio”. En el aula, generalmente, lxs niñxs no podían decidir con quién
sentarse, mientras que en el patio podía elegir con quién jugar; el aula era un espacio
cerrado, el patio era abierto; en el aula el control es casi total, en el patio es difuso.
Al considerar al patio y al recreo como escenarios, también se disponían elementos y
objetos que, de alguna manera condicionan a lxs niñxs que los usan.
El recreo significa, aún en la actualidad, el momento en el cual niñxs se sienten
en libertad de poder expresarse de manera espontánea dejándose llevar por su pro-
pio sentir, en un ambiente libre. Estos son los motivos por los cuales se consideró
al recreo como el momento propicio para observar las conductas de lxs niñxs, sus
maneras de relacionarse, los roles que asumen, los estereotipos naturalizados, así
como algunos otros aspectos.
Iniciadas las observaciones ambos estudiantes refieren que en los recreos escolares
se multiplican los estereotipos inculcados durante generaciones. El recreo es la so-
ciedad en pequeño, los varones ocupan todos los espacios y las niñas lo naturalizan.
Los estereotipos de género tipifican el ideal masculino o femenino, son el con-
junto de características que la sociedad “espera” del “ser varón” o “ser mujer” y las
conductas prescriptas (permitidas) y proscriptas (prohibidas) por la sociedad para
cada género. Ambos estereotipos encierran alto contenido valorativo y son la repro-
ducción de conductas esperadas que niños y niñas deberían llevar a cabo en su vida
adulta, encuadrados en un juego de relaciones asimétricas de poder.
Retomando la mirada de Bourdieu y Passeron (1972) hemos enmarcamos las
relaciones de género, como prácticas de reproducción, en el espacio escolar. Foucault
(1976) que dice que lo que caracteriza al poder es un juego de relaciones entre las
personas y el entramado de relaciones entre ellos y afirma que no vivimos en un
vacío sino en el interior de un conjunto de relaciones.
Rocío y Lisandro iniciaron las observaciones en campo tras fundamentar su
trabajo.
Desde una perspectiva heteronormativa, los adultos nos hemos ocupado durante gene-
raciones de inculcar a nuestros niños y niñas la identidad sexual, de acuerdo con si ha
nacido varón o niña. Según Bourdieu, el notable éxito que ha logrado mantener durante
siglos la “dominación masculina” se relaciona con la manera en que instituciones como
la familia, la escuela, la Iglesia, el Estado, los medios de comunicación y la práctica de los
deportes han otorgado un velo de “naturalidad” a la desigualdad social y cultural entre
los géneros. De todas estas instituciones, en la que haré hincapié en esta ocasión es la
escuela, ya que es el microcontexto en el que se desarrolla el escenario a describir, pensar
y analizar. Elijo abordar las manifestaciones infantiles en las instancias de recreo ya que es
en el patio y durante este momento, que se dan de manera espontánea ciertas relaciones
y ciertas distribuciones corporales en el espacio sin estar atravesadxs por la cohesión del
ámbito áulico (Rocío).
Desde la cátedra se les propuso que en sus indagaciones revisaran los mecanismos
sutiles e invisibles de los diferentes aspectos relacionados con el género en la comu-
nidad educativa, más específicamente en el recreo, teniendo en cuenta la trama de
relaciones, roles estereotipados y situaciones de discriminación que contribuyen a
reforzar la desigualdad.
Partimos de considerar que el recreo puede ser un momento de gran potenciali-
dad para intervenir, operar y generar acciones, en función de modificar actitudes y
cambios que posibiliten la igualdad de oportunidades y la equidad entre los géneros.
En sus intervenciones en el momento del análisis teórico Rocío presentó sus
interrogantes:
¿Cómo se relacionan niñas y niños durante el recreo? ¿Cómo se dan las relaciones de
género entre niñas y niños durante el recreo?¿Qué modelos guían las conductas de lxs
niñxs? ¿A qué prefieren jugar? ¿Por qué lo eligen?¿Qué roles asumen? ¿Asumen roles este-
reotipados? ¿Qué espacios ocupan en el patio? ¿Con qué elementos juegan niños y niñas?
¿Existe igualdad de oportunidades en las actividades de descanso y esparcimiento durante
el recreo? ¿Se da una relación asimétrica de poderes entre niñas y niños que juegan en el
recreo?¿Qué trama de relaciones se plantean en este ámbito?¿Las niñas o los niños ejercen
la dominación durante las actividades de descanso y esparcimiento del recreo? ¿Cómo es
la acción de unos sobre otros?
Lisandro polemizó con los enfoques sexistas que relevaba en sus observaciones
exploratorias:
Primer caso
La información relevada pertenece a una escuela privada ubicada en el centro de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las que Rocío es maestra3, acceden niñxs
de clase media. Las observaciones se realizaron en el espacio del recreo de lxs niñxs
de cuatro divisiones de 5to y 6to grado.
En esta institución no se pueden llevar herramientas ligadas a la tecnología a la
escuela, por ende están prohibidos los usos de celulares, computadoras, tablets. La
institución con esta decisión “preventiva”, se anticipa e impide que se rompan, que
se pierdan o que se extravíen los objetos. De esta manera, se distancia de la respon-
sabilidad de educar acerca del cuidado de los bienes materiales, refugiándose en la
necesidad de evitar determinados conflictos con las familias. ¿Quién se haría cargo si
algo de lo anterior sucediera? … La escuela ya tiene demasiadas obligaciones.
A principios de abril, ante la cantidad de niñxs golpeadxs, aparece una norma
nueva: “en los recreos se prohíbe correr”. Lxs niñxs quieren moverse y lxs docentes
deben controlar sus movimientos, cada vez normativamente más reducidos.
La hipótesis que Rocío formuló, a partir de observaciones preliminares en los
recreos, fue la siguiente: Durante los recreos, los niños elijen juegos activos, que
involucran desplazamiento y actividad física. Sin embargo, las niñas prefieren di-
námicas estáticas, pasivas, sin incluir el ejercicio de destrezas físicas. Esta división
3 El GCBA ha declarado la emergencia educativa motivo por el cual los estudiantes avanzados en su carrera
docente pueden ocupar puestos supletorios de maestros.
entre grupos de juegos de, niñas por un lado y, niños por el otro, cada uno con sus
características, responde a pautas culturales instaladas en el sentido común.
Rocío aclara:
Podemos advertir que en las escuelas existen “prácticas habituales que –muchas
veces sin intenciones conscientes o explicitas- reproducen cuestiones y estereotipos
sobre los “lugares de mujeres y varones” Infinidad de actitudes que conducen a una
desigualdad en el trato ejercido en relación con la diferencia de sexo se sostienen en
representaciones cristalizadas como la idea de que las niñas son ordenadas, prolijas,
tranquilas, buenas alumnas, rosas, educadas, delicadas, y respetuosas por nombrar
algunos adjetivos. En oposición los niños serían rebeldes, desordenados, acelerados,
violentos, contestatarios, distraídos, “maleducados” y desprolijos, contraponiéndose
casi antagónicamente a las caracterizaciones de las niñas. Todas las sociedades hu-
manas esperan y conducen hacia determinados tipos de comportamientos según los
sexos de que se traten. Los comportamientos “esperables” no son naturales sino que
se construyen históricamente sobre cada uno de los sexos” (Varela y Ferro, 2000).
En ocasión de nuestra investigación el “cuándo” y “dónde” suceden las acciones
son esenciales, el escenario es un patio de terraza de 10 metros por 3 metros habita-
dos por aproximadamente cincuenta niñxs. El tiempo: 15 minutos de recreo.
Basta una mirada durante los 15 minutos de recreo en el patio, para apreciar la
fragmentación de lxs estudiantes en grupos donde el rasgo observable que los dife-
rencia es el sexo. Una descripción de un recreo bastará para hacer visible esta domi-
nación, representada en el uso y distribución del espacio.
Para comenzar el recreo deben atravesar el disciplinado laberinto que los conducirá al pa-
tio. Salen del aula y deben formar en dos filas alineadas, una de nenas y otra de nenes. Me
detengo delante de ellxs y aguardo. Lxs niñxs están dispersxs en pequeños grupos. Con
pelota en mano algunos niños que se ordenan cantando. Otros pegados a la pared, tocando
el marco verde de la ventana gritan ¡pido!
Las nenas en ronda aguardan con libros bajo el brazo. Una sola tiene una soga y espera en
la fila. Me acerco a algunos y algunas recordándoles que deben formar (Rocío).
Cuando considero apropiado el momento, o me canso de insistir con algo que no me im-
porta, subimos por una escalera. En medio del trayecto debo detenerme para recordarles
que aún no comenzó el recreo y deben caminar ordenados. Se miran entre ellos y se ali-
nean. Continuamos, atravesamos un pasillo, subimos un escalón, la luz natural comienza a
hacerse notar, tres ansiosos niños se adelantan y avanzan corriendo.
Al fondo, apoyados sobre la pared un grupo mixto conversa. Abrazos van, empujones
vienen. Dos niños tomados de la mano estiran sus brazos y comienzan a dar vueltas. Ríen.
Otros dos niños se codean y comienzan a copiar la conducta.
Una docente se acerca y les señala que no es un juego adecuado para el recreo.
Que podían lastimarse y podían lastimar a otros. Pasa un niño perseguido por una
niña. Ambos se dispersan entre el montón.
En la sombra, en un pasillo pequeño en el que no llegan a entrar todas, un grupo
de siete niñas practica una coreografía con verticales contra la pared mientras dos
niñas apoyadas contra una columna observan.
Queda reflejada en esta primera observación que, lxs niñxs en cuestión no son
más que un absoluto reflejo del sistema de representaciones sobre los géneros de
esta sociedad occidental en la que están insertxs y que es performativa. Sin lugar a
dudas, las niñas también tienen destrezas físicas y motoras, acciones como saltar la
soga y crear coreografías son las que se manifiestan en el relato. Lo interesante de este
testimonio es el lugar físico que ocupan las niñas en relación con el de los niños, a
ellas les corresponden rincones y son esos recovecos suficientes para desarrollar sus
actividades elegidas.
Otro día Rocío registra:
Ingreso al aula, saludo a varios niños y niñas con un beso. Me detengo a escuchar algunas
quejas, otras anécdotas mientras recuerdo con la voz y con el cuerpo que es momento del
recreo y les pido que se alisten para subir.
Un grupo de seis niñas se acercan y me piden ir a la biblioteca acompañadas por la seño
Dani, del comedor. Asiento con la cabeza, ellas se adelantan y bajan por las escaleras.
Los niños y niñas se agrupan cerca mío, porque saben que soy quien decide cuándo es
momento para subir. Nombro a algunos niños y a otras niñas, comento ¡vamos!, me doy
vuelta y camino hacia la escalera. El grupo me sigue. Al llegar al segundo piso nos detene-
mos a esperar al grupo, varios niños corren.
¡Esperen, no corran!
Ellos continúan y los imitan otros con pelota en mano.
Ocho niños se dispersan a lo ancho del patio, ocupando una franja limitada por
las esquinas, el tacho de basura y una columna. Pelota al suelo y pie. Un grupo de
tres niñas y dos niños se enumeran y juegan al “Picapared”.
Luego de observar reiteradamente esta situación le pido a Rocío que entreviste a
cada unx de lxs integrantes del grupo. Planteamos los siguientes objetivos: conocer
los argumentos e ideas de lxs niñxs sobre sus elecciones y actitudes en los recreos;
identificar las representaciones que tiene lxs niñxs sobre ellxs mismos y hacer ex-
plícitos los motivos de sus elecciones con respecto a los juegos compartidos con las
personas del otro sexo4.
Es relevante considerar que el motivo de la elección de los juegos, en el 90% de
las respuestas, fue “porque es divertido”.
En la instancia del “pueden”, todos asumen que es posible que ambos géneros
jueguen juntos, con la excepción de algunos casos en que contestaron:
“No, porque los distintos sexos se pelean.”
“Pueden jugar juntos si los varones son menos brutos.”
Sin embargo, en el momento de asumir lo que sucede aparecieron opiniones
como:
“No juegan juntos porque cada género elige distintas cosas.”
“No porque los varones juegan bruto.”
“Los varones juegan bruto y salen lastimados.”
Una niña invitada a jugar por los niños dice “cuando juego con los varones me
parece gracioso que todos se tiren para pegarle a la pelota porque no hace falta.”
Una niña del grupo mixto, explica “Juego con los que me siento cómoda, porque
no hacen trampa y no me van a burlar.”
A Rocío le aparece una contradicción entre introducir una mirada de género en
los juegos del recreo o respetar ese espacio de libertad y actividades libres, me dice:
Tras una breve conversación sobre las respuestas de las entrevistas y lo sucedido en los
recreos, les propuse armar un torneo de “Picapared” mixto.
Caras de enojo, gritos de bronca y un coro de “nooo” rotundo fueron las respuestas
Por el momento, contando con tanta resistencia de parte de lxs niñxs, decidí no seguir
adelante con la propuesta, y restringir mi marco de acción al aula.
Segundo Caso
En el segundo caso retomamos las observaciones de campo y entrevistas reali-
zadas por Lisandro durante dos meses en los patios, techados y destechados, del
histórico Normal del Barrio de Balvanera, durante los recreos del turno tarde del
segundo ciclo del nivel primario.
4 Las preguntas de las entrevistas fueron: ¿A qué jugas en los recreos?¿Por qué elegís ese juego?¿Con quién
jugas?¿Jugas siempre con las/los mismas/mismos?¿A qué te gustaría jugar?¿Los varones pueden jugar con
mujeres?¿Las mujeres pueden jugar con varones?¿juegan juntos? ¿Por qué? Contá alguna anécdota en la
que hayas jugado con algún varón/mujer.
En quinto grado del turno tarde tengo la suerte de conocer no solo como docente sino
como persona a un maestro quien al contarle lo que estuve observando y compartiendo
en mis registros nos pusimos de acuerdo en que en una cultura futbolera y en una escuela
en donde el patio grande es una cancha de futbol hay una clara tendencia machista en
la distribución del espacio en relación al juego en los recreos. Le pedí además el favor de
realizar una encuesta en su grado, formado por 14 varones y 12 mujeres para poder definir
qué juegos son los preferidos de los niños, dónde se juegan, si juegan entre niños y niñas
(Lisandro).
La entrevista permitió cuantificar los datos: sus resultados son tajantes: Niñas:
futbol 2% Niños 50% futbol.
La encuesta fue realizada durante los recreos y era notable como el único juego organizado
y que se jugaba en la mayoría del espacio era el fútbol y era jugado por chicos, se podría ob-
servar alguna chica quizás pero la relación de cantidad por sexo era drásticamente amplia.
Las niñas en los recreos se las veía sobre todo corriendo, conversando, jugando a la mancha
pero nunca con algún juego claro con una determinada organización que lo diferencie de
los otros. En los patios internos me gustaría comentar que la disposición de las columnas
forman como una especie de arcos de fútbol que no necesitan mucha imaginación dado
que los niños de uno de los dos patios lo usan como una cancha y se ve claramente como
las niñas terminan jugando al costado de la cancha imaginaria que es un espacio reducido
en relación al que usan los chicos. Por último no había una propuesta abarcadora de nin-
guno de los dos sexos de jugar en conjunto, quizás la mancha zombi era una propuesta
pero todavía no consigue su éxito (Lisandro).
Las nenas proponen otros juegos como mancha venenosa, charlar, dibujar, es-
condidas, Angry Birds5 y muñecas barbies.
El patio de afuera es el sitio elegido por la mayoría de alumnos y alumnas. Los chicos en
su mayoría prefieren jugar al fútbol y es justo en el patio de afuera donde en la mayor
parte de su extensión se ubica una gran cancha de fútbol. Las chicas no tienen un juego
determinado como el preferido sino que son varios y no tienen un espacio que contenga
características para desarrollar un juego organizado ni que las represente. El fútbol se ve
representando no solo por el gusto y la preferencia de los chicos también por el espacio,
por la estructura de un patio grande en el cual su cancha de fútbol ocupa más de la mitad
de su espacio.
Entiendo que de los participantes de la encuesta la mitad aproximadamente de los distin-
tos sexos confirman la posibilidad de poder jugar entre ambos (Lisandro).
Quizás las modalidades de las relaciones entre chicos y chicas no permitan la conciliación
para llegar a un juego menos sexuado o desafectar lo sexual de un juego y compartir el
espacio material y lúdico para poder compartir en esencia el juego en sí, considerándose
iguales unos a los otros. La desatención quizás sobre esta realidad y la poca incidencia de
los mayores en los recreos sumados al contexto social son en conjunto con las representa-
ciones que genera la sociedad motivos que logran conservar directa e indirectamente esta
realidad. Esas modalidades están imantadas a un tipo de sociedad, por una familia cons-
tituida en una concepción androcéntrica no solo del espacio sino también de la cultura.
El cambio de la situación de falta de representatividad por parte del espacio hacia el géne-
ro femenino en el contexto de juego de recreo no va a surgir solo del espacio sino de un
cambio más profundo y de las personas, pienso que la propuesta que surge del trabajo no
como solución total sino como más bien parcial, es la participación del docente o de un
encargado que forme parte de la interacción de los niños y niñas en los recreos. Buscando
la unión y defendiendo el uso del espacio como algo compartido y no de uso machista,
sería bueno a partir de todos los cambios sociales que viene ocurriendo en Argentina en
relación a la lucha de género, aprovechar y lograr un cambio institucional que incida des-
de el juego del recreo hasta el currículo de estudio no como algo oculto sino como algo
notorio, materialmente expreso (Lisandro).
Conclusiones
7 El estudio se llevó a cabo En Una Escuela Primaria es el sur-oeste de Londres. La ciudad en la que
reside la escuela es predominantemente blanca (12% Grupos Étnicos minoritarios) y rica (341 de 354 en
los índices generales de privación). la escuela atrajo una población más diversa que la mayor parte de las
salas circundantes, incluyendo los niños de familias de Europa del Este de Asia y de inmigrantes. En el
momento del estudio era una “escuela promotora de la salud ‘, y la invitación se basó en un compromiso
expreso de desarrollar los factores relacionados con el bienestar de los niños. El personal había expresado su
preocupación por que algunos niños parecían nerviosos y aislados en el parque infantil (patio de juegos). El
Proyecto de Investigación fue percibido como la primera etapa de una evaluación y rediseño de los espacios
de juego de la escuela.
espacio físico del patio, una apropiación desigual de éste, fundamentada por los roles
y estereotipos prescriptos para cada uno, sumado a ello la estructura de los patios
que también es condicionante de las actividades a desarrollar.
Lxs niñxs generalmente no comparten las actividades de descanso y esparcimien-
to: los niños juegan al “Picapared”, Los varones son quienes ocupan la mayor parte
del espacio de los patios: más del 80% de la superficie y quienes además se quedan
jugando aún después del toque de timbre. Las niñas se distribuyen aleatoriamente
en los recovecos disponibles y aceptan finalizar el juego, o al menos acotarlo8, cuan-
do el tiempo es señalado. A la vez el movimiento de los varones es lineal del aula
al juego de pelota, en tanto que los desplazamientos de las niñas se realizaban en
movimiento de zigzag acotándose a los rincones y esquivando pelotazos.
En los márgenes aparecen algunos juegos mixtos y juegos “de mujeres” que rea-
lizan unos pocos varones.
Existe en ambos casos una contradicción entre lo que se dice y lo que se hace: si
bien la mayoría asume que niños y niñas pueden jugar juntos, no eligen hacerlo. Si
bien admiten lo “políticamente correcto” afirman que es aceptable pero continúan
prefiriendo estar acompañadxs por niñxs del mismo género en los juegos. Las niñas
se refiere al uso del cuerpo los varones son “muy “brutos”.
Un último aspecto es la naturalización y consecuente inacción de lxs docentes
tanto en las iniciativas personales como en la ausencia de algún proyecto pedagó-
gico institucional tendiente a transformar esta situación. Es a esta posición docen-
te a la que aludimos en el título de este trabajo cuando mencionamos el término
“displicencia” que se define9 como “desaliento en la ejecución de una acción, por
dudar de su bondad o desconfiar de su éxito”, mostración de apatía o indolencia
en estos casos, frente a la cuestión de género. Algunos autores utilizan para calificar
estas situaciones con el término “ceguera de género” para definir la incapacidad para
percibir la desigualdad en las prácticas de discriminación (Bascón, Rebollo, Prados,
Saavedra, Sala e Ignacio, 2010).
Por último como afirma Pierre George (1973) el estudio de la geografía ha de
ser dialéctico porque las situaciones que estudia son situaciones dialécticas. Conse-
cuentemente y observando las conductas de lxs niñxs, se encontró una pauta de la
apropiación del espacio por parte de los varones que se naturaliza tanto por niñxs
como por adultxs y es producto de una construcción histórica y social de la que for-
ma parte la escuela en la que lo femenino es disciplinado por lo masculino.
Bibliografía
Recibido: 06/06/2016
Aceptado: 11/07/2016
Actividades
Académicas
IV ENCUENTRO INTERNACIONAL DE
INVESTIGACIÓN DE GÉNERO:
CULTURA, SOCIEDAD Y POLÍTICA EN
PERSPECTIVA DE GÉNERO
E
n los días 12, 13 y 14 del mes de Mayo del año 2016 tuvo lugar en la Uni-
versidad Nacional de Lujan – Argentina, el IV Encuentro Internacional de
Investigación de Genero. Este evento, estuvo convocado por el consorcio
de Universidades mexicanas-argentinas integrado por las siguientes insti-
tuciones: Universidad Autónoma de Querétaro; Universidad Autónoma de Guerre-
ro; Universidad Tecnológica de Querétaro; Universidad Autónoma del Estado de
México; Universidad Autónoma de Zacatecas; Universidad Autónoma de Tlaxcala;
Universidad Nacional de Luján; Universidad Nacional del Comahue. Su organiza-
ción, estuvo a cargo del Área de la Mujer (PEMyG) del Departamento de Ciencias
Sociales y las Carreras de Posgrado de Especialización y Maestría en Estudios de las
Mujeres y de Género de la Universidad Nacional de Luján.
Los ejes conceptuales para reflexionar y orientar la presentación de las produc-
ciones científicas fueron:
• Las mujeres y la cultura material y simbólica
• Las mujeres en la vida social.
• Las mujeres y la política.
En el IV Encuentro, participaron investigadoras/es de múltiples disciplinas, tales
como: sociología, educación, literatura, medicina, historia, psicología, derecho, en-
tre otras. Dentro de las mesas más convocantes se destacaron las referidas a las cuatro
primeras áreas mencionadas. Los temas abordados tienen que ver con la violencia
H
acia el año 2013, un grupo de investigadoras de varias disciplinas
de la UNLu, considerando el lugar del género en el mundo aca-
démico a escala internacional y local, unido a una rica experiencia
de trabajo en la Especialización en Estudios de la Mujer y género,
dirigido por la Dra. Cecilia Lagunas, decidimos desarrollar un proyecto denomina-
do: Trabajo remunerado y no remunerado: Hacia la medición del uso del tiempo en los
docentes del la UNLu.
Luego de cierto tiempo de elaboración, fue aprobado en 2014 por el Consejo
Directivo Departamental de Ciencias Sociales, el Proyecto de Investigación dirigido
por Amalia Testa, con el equipo de trabajo que incluye a Viviana Escanes, Vanesa
Repetto, la autora de esta miscelánea (Investigadoras del Depto. De Cs. Sociales) y
Susana Filippini (del Depto. De Cs. Básicas), así como estudiantes avanzados de la
carrera de Trabajo Social. El relevamiento continúa hasta el presente (2016), con
posibilidades que se extienda hacia otro período adicional para cubrir la totalidad de
la Encuesta diseñada.
Así, el Proyecto tiene como finalidad proceder al relevamiento del trabajo remu-
nerado y no remunerado del total de los docentes, investigadores y extensionistas
regulares, tanto mujeres como varones, en las distintas sedes de la Universidad Na-
cional de Luján, con el objetivo de otorgarle un enfoque de género.
Tratamos de analizar la carga horaria de las tareas remuneradas y no remuneradas
que realizan en sus especialidades académicas en los Centros Regionales (Campana,
San Miguel, Chivilcoy, San Fernando) y en la Sede Central de Luján para los 4
Departamentos existentes (Cs. Sociales, Educación, Cs. Básicas y Tecnología) y para
las diversas carreras que se dictan (de grado: 3 Ingenierías, 14 Licenciaturas y 6
Profesorados)1.
A nivel de los objetivos específicos de nuestra investigación, pretendemos el
análisis de las actividades y la distribución del tiempo de las personas según sexo,
edad, nivel de instrucción alcanzado, inserción laboral y cuidado de las personas.
También queremos comparar el uso del tiempo de la población en estudio
(Varones y mujeres) entre la población total de la casa, sosteniendo una perspectiva
de género.
Finalmente deseamos relacionar las actividades desarrolladas por la población
en estudio (Docentes varones y mujeres con distintas cargas horarias y jerarquía
académica) y el ciclo familiar en que se encuentran.
El relevamiento propuesto e iniciado es uno de los primeros que se realizan en
nuestro país dentro del mundo académico, con el objetivo de poner en evidencia
la diferencia en el Uso del Tiempo de ambos sexos dentro de nuestra Universidad,
esto es, responder a la pregunta si existe una división sexual-académica del trabajo
en nuestra Universidad para varones y mujeres.
Para ello, el equipo de trabajo se basó en varias fuentes primarias y secundarias:
en textos de varias Universidades de América Latina, en especial, sobre el Uso del
Tiempo de las mujeres y varones, así como varios Documentos de Organismos In-
ternacionales (BID, BM, CEPAL), Países miembros de OEA, ONU, CEE, Revistas
Internacionales y locales (Fundación Encuentro de España, Instituto de la Mujer
de países europeos y de América Latina, Asuntos de Género de la CEPAL, etc.),
estadísticas del Uso del Tiempo producidas por el Instituto Nacional de Estadísticas
(INEGI) de México, de Cuba, de Costa Rica, España2, Buenos Aires, Rosario y San
Juan. En cuanto a los métodos de medición se seleccionó una muestra probabilística
por conglomerado, considerando como dominio a las carreras de grado. Esto se
1 No se consideran dentro de esta Encuesta de Uso de Tiempo a los docentes, varones y mujeres que se
encuentran en los Posgrados (2 Doctorados, 6 Maestrías y 9 Especializaciones) así como a las 2 carreras de
Pregrado.
2 Queremos reconocer a la Dra. María Ángeles Durán, profesora del Centro de Investigaciones Sociales
de Madrid que afirma que “No es sensato la distribución del tiempo que hacemos ahora mismo porque se
produce una excesiva acumulación de obligaciones en un tiempo relativamente corto, el período laboral, y a
la vez la esperanza de vida es cada vez mayo y “sobra Tiempo”, en: El valor del Tiempo (2000), ESPASA; El
valor del tiempo ¿Cuántas horas te faltan al día? (2006), ESPASA Calpe; La investigación del uso del tiempo
(2009), CIS.
3 También una estudiante de Estadística de la carrera de Lic. en Biología participó en el diseño de la muestra.
4 En el caso de Argentina se han realizado, de acuerdo a las fuentes consultadas tres mediciones de Uso
del Tiempo: la primera en Buenos Aires, en 2005, la segunda en la Pcia. de San Juan entre 2008/2010
y finalmente la realizada en Rosario, Pcia. de Sta. Fe durante 2010. Hubo también antecedentes con una
encuesta de opinión realizada en 2006 por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) donde
se entrevistaron a 1.600 mujeres en Gran Rosario y Gran Córdoba, pero faltó la consulta a los varones. En
1998 en la Cd. de Bs. As., Ma. Lucía Colombo y Alejandro Rupnick, dentro del Consejo Nacional de la Mujer,
realizan un relevamiento, pero no es considerado relevante por las expertas.
remunerado- limita las opciones y libertades de las mujeres para realizar su au-
tonomía económica, el acceso a mejores puestos de trabajo de acuerdo con sus com-
petencias e intereses, su participación política y las actividades de esparcimiento y
cuidados personales.
En tal sentido, el equipo se propone al finalizar el proyecto:
1. Identificación y sede de los docentes de la UNLu,
2. Características del hogar en que vive,
3. Organización del hogar,
4. Características sociodemográficas,
5. Condición de actividad y características del trabajo académico,
6. Movilidad de acceso al trabajo,
7. Trabajo doméstico no remunerado.
En consecuencia, el Proyecto de investigación requiere responder si la/os docen-
tes de la UNLu, en el Siglo XXI tienen más ó menos trabajo que en el siglo anterior
ya que las relaciones sociales de género son dinámicas y modificables a través de las
interacciones humanas para distribuir mejor el tiempo, porque las responsabilidades
del cuidado han cambiado, de forma que tanto varones como mujeres asuman la
totalidad de sus actividades productivas y reproductivas y que el tiempo libre sea
común a ambos.
Mónica Molina
Integrante de Periodistas de Argentina en Red
por una comunicación no sexista (Red PAR).
Docente de la carrera de Comunicación Social de la UNLPam
E
n marzo pasado, en la conmemoración del Día Internacional de la Mu-
jer, la red PAR- Periodistas de Argentina en Red- la asociación Akun y la
carrera de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Humanas de
la Universidad Nacional de La Pampa conjugaron un interés común en la
charla pública “La explotación sexual, un desafío para los medios de comunicación”
en la que se problematizó desde las palabras el universo discursivo que nombra a la
prostitución y las características que asume en el imaginario social.
Desde la Red PAR, la licenciada y militante feminista Gabriela Barcaglioni intro-
dujo las razones que llevaron a la red que trabaja por una comunicación no sexista
a producir el “Decálogo para el Tratamiento Periodístico de la Trata y la Explota-
ción Sexual”. Este documento de realización colectiva que nuclea a más de ciento
cincuenta periodistas de todo el país tuvo como objetivo elaborar diez premisas
que, a manera de recomendación, se propone en las redacciones de los medios de
comunicación.
Desde su militancia popular, la co autora del libro “Ninguna Mujer Nace para
Puta”, Sonia Sánchez, que fuera prostituida le puso la voz potente y política a las
distintas formas de nombrar todo el andamiaje que de manera sistemática replica el
lenguaje “fiolo”, al decir de la feminista.
El contexto de la charla pública desde dos miradas convergentes fue una interpe-
lación y un desafío para quienes estudian la carrera de Comunicación Social y perio-
distas en ejercicio de su profesión, en estos últimos en la idea de cuestionar su propia
1 Intervención en un coloquio de Periodistas sin Fronteras, publicada en Les mensonges du Golfe (Las mentiras
del Golfo, Artlea, Paris, 1992, P.27-32).
En este sentido, un objetivo claro que se fijó PAR con esta producción es que
las personas afectadas por el delito de explotación sexual no sean convertidas nueva-
mente en víctimas –esta vez, de los medios de comunicación- en el momento de ser
contadas sus historias.
Ahora bien, el medio no es el único responsable en el sentido que otorga a sus
producciones comunicacionales, sino que convergen otros discursos, dice Barcaglio-
ni, en ellos confluyen la iglesia y la familia, entre otros. Es cierto, que los medios
construyen sentido, de allí la decisión política e intelectual de incidir para cambiar
la mirada y el abordaje que las personas tienen sobre la trata y la explotación sexual.
Los medios promocionan el uso de los cuerpos de las mujeres, siguen mostran-
do a los cuerpos de las mujeres como eróticos y pasivos, acá es posible ver como se
deslizan en la redacción de los textos y selección de imágenes los patrones culturales
que se traducen en estereotipos sexistas. Entonces, en términos generales las mujeres
son representadas como deseadas e incapaces de poder decidir sobre lo que deseamos
y queremos.
Desde PAR entendemos que los medios de comunicación socializan una sexua-
lidad masculina basada en la dominación, y es lo que queremos romper de los dis-
cursos, enfatiza Barcaglioni, quien además es docente de periodismo en la carrera de
Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata.
Entonces, el basamento desde donde se parte es ideológico, se pretende cambiar
un estado de cosas. A través de los diez puntos planteados en el Decálogo se deja en
claro que la trata por explotación sexual es un delito complejo, que nos referimos
a un sistema que vulnera los derechos de las mujeres. La ausencia de una mirada
de género y un enfoque abolicionista, en el tratamiento de este tema en particular,
restringe la producción comunicacional como si se trataran de hechos aislados y
esporádicos; eludiendo abordar las historias como parte y producto de un delito.
Un sistema prostituyente donde conviven complicidades y responsabilidades, del
poder político, económico, judicial y policial, aunque también la sociedad lo es en
tanto reproduce las prácticas prostibularias con la aceptación social.
Desde la red PAR planteamos que en las mujeres víctimas de trata, hay una serie
de factores que confluyen para afectarlas y dentro de ellos, tienen singular impor-
tancia sus propias historias.
La otra cuestión central respecto de introducir una mirada distinta en el abordaje
es discutir y plantear claramente: la trata no se puede escindir de la prostitución. Un
circuito que se retroalimenta, por ello este Decálogo apunta a desmontar a la pros-
titución como trabajo. La naturalización dificulta entender este nexo entre ambas
Puta, prostituta, dama de compañía, perra, mujer de la vida fácil, cual será la vida
de la mujer difícil, se pregunta y, enfatiza con una mirada que interpela.
Sonia Sánchez menciona las palabras, con una contundencia que no da lugar a
dudas: no son solo adjetivos, sino términos de acción directa violenta y lo repite,
por si no quedó claro, sobre niñas y niños, por lo tanto para mi la prostitución no
es un trabajo. La prostitución es una violación para los derechos civiles, económicos,
sociales en una persona.
Una definición ideológica clara que pone sobre el tapete los intentos permanen-
tes en Argentina de abandonar la tradición jurídica abolicionista y abrir la puerta al
reglamentarismo con la legalización de la prostitución como “trabajo”.
Certeramente expone: el primero en violar los derechos es el Estado luego, todos/
as por acción o por omisión somos responsables.
¿Cómo yo llegué a ser la puta de todos y todas? Cuando mi madre me parió y, soy
la cuarta de siete hermanas, no dijo Sonia vas a ser la puta de la familia. El peso de
sus palabras y su interlocución con quienes la reciben, habla del poder de la palabra
y de la posibilidad que emana de ello para deconstruir los discursos prostibularios
montados sobre una justificación de la “libre elección” premisa neoliberal si las hay.
Cada una de sus palabras, repican en el ambiente como un cachetazo por tanto
dolor recibido en su cuerpo, cobrándole a la sociedad la acallada complicidad.
Sin que le tiemble la voz dice: Ni puta Ni peronista, después dirá porque ese
título elegido para su nuevo libro, que sintetiza la rebeldía de la humillación vivida
en su Chaco profundo. La palabra viva, amasada en escritura, palabra propia que le
reclama en su texto La puta esquina a las feministas, a las que cuestiona ser portavo-
ces de la voz de las putas.
Sonia Sánchez denuncia que la prostitución es un campo de concentración a cie-
lo abierto, donde se entra y se desaparece producto de la tortura diaria con la dureza
que pueden implicar las palabras, pero no más que las acciones; sostiene: “los penes
son picanas, las palabras son latigazos que nos enmudecen”.
Alza su voz rebelde para denunciar que la prostitución es una práctica constante
de femicidio maquillado con un lenguaje que distorsiona, tapa y mantiene los lu-
gares asignados por el patriarcado. Por ello, asigna a la palabra un poder de haber
perpetuado un estado de las cosas.
Para tomar la palabra primero tuve que tener voz propia!! Se rebela y lo enfatiza.
“Porque sostengo que cuando estás siendo prostituida los varones prostituyentes y
fiolos hablan a través de una; y cuando eres persona prostituida organizada, además
de los fiolos y prostituyentes se suman las agencias internacionales y el Estado”.
los cuerpos sacrificables- pero no hay un estudio serio sobre los efectos dañinos que
sufre un cuerpo prostituido y como esto repercute en lo psicológico y en su alma y
en toda su descendencia.
Como una resignificación del deseo y la intención política de alzar la voz en estos
tiempos vale recordar a las mujeres anarquistas que a finales del siglo XIX sacaron
a la luz el periódico comunista-anarquista La voz de la mujer. Desde su primer edi-
torial se levantaba en un rechazo a la condición de opresión sufrida por las mujeres.
En aquel momento, arrancaban: compañeros y compañeras ¡salud! Y bien: hastiadas
ya de tanto y tanto llanto y miseria, hastiadas del eterno y desconsolador cuadro
que nos ofrecen nuestros desgraciados hijos, los tiernos pedazos de nuestro corazón,
hastiadas de pedir y suplicar, de ser el juguete, de ser el objeto de nuestros infames
explotadores o de viles esposos, hemos decidido levantar nuestra voz en el concierto
social y exigir, exigir decimos, nuestra parte de placeres en el banquete de la vida (La
voz de la Mujer, 1997: 19).
A la consigna Ni Dios, ni Patrón, ni Marido La voz de la mujer irrumpió como
una voz disonante en 1896 como antecedente de demandas que no parece tener
distancia entre las de aquel momento y el actual. La palabra es interpelación a un
estado de cosas, es en definitiva una herramienta para la acción.
Bibliografía
Reseñas
reflexionar sobre las tensiones entre los portadores del saber y las nuevas gene-
raciones que, incorporadas a la cooperativa, no alcanzan a proyectar un futuro
dentro de ella.
La tercera mirada de este proyecto refiere al componente más tirano: el tiempo.
La espera que han tenido las recuperadas en lograr estabilizar su situación econó-
mica, jurídica y política, las denominadas precariedades, ya sea por la imposibili-
dad de sostener una fabricación continua o por la indefinición en la expropiación
y posible propiedad de la empresa, todo es tiempo que no puede esperar de defi-
niciones políticas o legales porque en ello va la subsistencia. Ante este panorama,
la conformación en cooperativa constituye un aprendizaje más en un grupo que
pugna por la fuente laboral y la manutención de los medios de producción.
Los últimos dos proyectos de investigación que forman parte del libro, han sido
casi simultáneos y colocan el foco en los cambios que se producen en las relacio-
nes sociales cuando la empresa deja de tener la forma jurídica original, para ser
recuperada y adoptar la forma de cooperativa de trabajo. Se trata de una “Nueva
identidad y precarización laboral: mujeres y varones redefiniendo sus relaciones de
género. Estudio de casos” (2009-2012) y “Regularidades y rupturas en la construcción
de las relaciones sociales e identidades en los procesos de recuperación de empresas.
Estudio exploratorio y comparativo de las empresas recuperadas en el municipio de
Rosario” (2010-2012).
Un primer artículo relata el cambio que se evidencia en los vínculos interpersona-
les en el pasaje, conflictivo a veces, de ser asalariado a socio de una cooperativa. El
carácter horizontal de estas organizaciones, y la ausencia de la figura del patrón,
obligan a refuncionalizar la producción y la gestión y sitúa la atención en el grado
de compromiso que todos debieran de asumir de manera colectiva. Este último
aspecto es el más sensible, la solidaridad también forma parte de un aprendizaje
y de una multiplicación.
A continuación, un segundo trabajo se posiciona en la incorporación de las mu-
jeres a un mercado del trabajo que precariza e invisibiliza la doble o triple jornada
laboral femenina. En este marco las autoras se preguntan si existe un cambio en
las representaciones de género cuando una empresa se transforma en cooperativa
de trabajo. Se abordan así algunas cuestiones vinculadas a cómo juegan los este-
reotipos femeninos y masculinos en el interior de la gestión de las cooperativas,
de qué manera tensionan los espacios que cada uno ocupa en el trabajo manual
e intelectual, cuáles son los prejuicios que predominan en el clima laboral y si
existen preconceptos que perviven en el funcionamiento cotidiano de las fábricas.
Con una serie de testimonios que sustentan, de manera contundente el artículo,
se perciben además, las dificultades que atraviesan las mujeres en la toma de de-
cisiones y la distribución de tareas y cómo la lógica doméstica-privada es traída al
espacio de trabajo por las y los trabajadores.
El último aporte del libro lo constituye una indagación necesaria: cómo se incor-
poran las empresas recuperadas como actores en el mercado de trabajo. Se pro-
fundiza en las dificultades que afrontan al momento de competir y la demanda
de nueva fuerza de trabajo para cumplir con un estándar de producción. Esto
repercute en las tensiones que se generan entre los asociados y los no asociados en
el colectivo de trabajo.
Cada artículo que compone este libro, despliega una profunda descripción his-
tórica y social del contexto en el que surgen las empresas recuperadas y aporta
un marco teórico que permite comprender categorías conceptuales que definen
una realidad. La lectura es dinámica, en un lenguaje que convierte en cercana la
experiencia.
“Detrás de la mirilla” es más que una compilación de trabajos de investigación,
es una invitación a asomarse a un espacio de trabajo, de lucha, de recuperación y
formas laborales horizontales y, a su vez, complejas. Es un modo de asomarnos a
un fenómeno que modificó trayectorias laborales, impulsó otras formas de pro-
ducción no capitalista y transformó ciertas representaciones sociales. Sin dejar de
advertir que esa lucha está signada de contradicciones, tensiones, matices y fisuras
en un orden capitalista y patriarcal.
Pero la mirilla nos permite no sólo mirar al interior de estas fábricas, sino también
ver quién llama a la puerta de estas experiencias de autogestión que propician una
economía más justa y solidaria.
E sta publicación aborda un análisis que vincula los ideales corteses y las muje-
res a través de un importante abanico de textos literarios contemporáneos al
reinado de Juan II de Castilla. Muchos de los autores de estos textos participaban
en la Corte de Juan II, por lo cual esta investigación permite desentrañar estos
ideales mediante los cual se expresan diversos mecanismos de articulación que se
encuentran dentro de un sistema social.
En las Siete Partidas de Alfonso X queda de manifiesto que la Corte medieval es
un espacio de aprendizaje. La Corte se constituye en un sitio donde el comporta-
miento de la nobleza expresa su educación artística, literaria e incluso deportiva;
por lo cual estas representaciones públicas mediante la utilización de la cortesía
simbolizan un corpus de conocimientos que son aprendidos dentro del ámbito
nobiliar, e incluso entrelazados con la costumbre social. “A lo largo del bajo Me-
dievo, la cortesía si bien favorece un conjunto de valores también se convierte en un
baremo para la permanencia en la corte. Aquellos que quieran formar a pasar parte
del espacio cortesano deben no ya pertenecer a ella tras haber aprobado los rigores del
linaje sino los de las costumbres.(…) los ideales corteses pues hacen primar la nobleza
de acto sobre la de linaje, la cortesía en la Edad Media era más bien un ornato, un
comportamiento social, algo exterior y una marca de diferencia entre aquellos que la
poseen y los que no”.
Por lo tanto, los ideales corteses se deben entender como una praxis que se pue-
den aprender. Estos conocimientos son apropiados por la nobleza a través de su
desenvolvimiento en la Corte. Dentro de estas acciones se encuentra reflejado en
la literatura, el amor cortés. Esta práctica es producto de un ideal amatorio en
el cual se replica los esquemas sociales feudales en el cual el amor es presentado
como un impulso, una guía o un deseo. En este punto, el autor sostiene que “el
amor cortés encierra una especie de juego profano en el que se busca la promoción del
amante al exagerar la posición de la amada que se convierte en el medio de obtención
de algún beneficio. La amada (dona) otorgaría un don (regalo) por medio de un vo-
cabulario tomado del prebendismo y que semióticamente simbolizaría la entrega de
parte de sí misma.” En este punto, se puede observar el rol de las mujeres dentro de
este sistema social, ocupando un papel destacado en el entramado sociopolítico.
Por lo tanto, debemos entender que los grupos sociales hegemónicos – Rey y
nobles – están en conflicto por el control de recursos materiales y políticos, por
ende las alianzas o los variados pactos políticos - de naturaleza feudal – como
son el clientelismo, la amistad (amisticiae) u otros instrumentos culturales como
será a posterioridad la cortesía - se constituyen al interior de estos grupos – tanto
horizontal como verticalmente entre los actores sociales y sus familias y/o linajes
- , entablando vínculos que permiten concretar el acceso al poder. La presencia
femenina no esta ausente, su presencia en las alianzas matrimoniales se evidencia
en el corpus documental utilizado por el autor, sin embargo los roles de las mu-
jeres serán determinantes a la hora de reconocer por los papeles asignados a éstas-
reproductivos en primer lugar- y políticos cuando las situaciones demandaban, al
conducir las estrategias familiares de sus linajes.
De tal manera, esta publicación nos brinda la posibilidad de reflexionar en torno
a comprender a la Corte como un espacio político donde los nobles buscan el fa-
vor del Monarca en beneficio de su linaje, aunque con el transcurso del tiempo la
utilización de la educación se constituye en un instrumento central en el proceder
y en las formas de relacionarse entre los nobles que se convirtió en determinante.
Es por ello, que la cortesía se estableció como un medio de construir, mantener y
reproducir poder al relacionarse con mujeres de otras casas nobiliares, generando
alianzas y pactos entre familias. Por lo tanto, es una forma más de adquirir poder
al vincularse con otros linajes, de esta forma el espacio de la Corte es un lugar
no solamente para enlazarse de forma diplomática y pacifica sino también que se
constituye en un espacio de aprendizaje, es decir adquirir el conocimiento para
proceder correctamente dentro del juego del poder político. Dentro del accionar
cortés podemos decir que se conforma en un recinto (la Corte) donde se pre-
sentan tensiones, alianzas o pactos políticos donde todos los sujetos (varones y
mujeres) cumplen una función determinante dándole vida al entramado social
medieval.
Damian A. Cipolla
UNLu/ UNO/UNLaM
Los sonidos y los espíritus (fantasmas si se quiere) dejan rastros en una geografía... Por más
cerca que piensas que estas cerca de capturar las particularidades de un escritor, más par-
ticularidades piensas que has encontrado, más lejos estás de donde pensabas que ibas a ir.
Estoy finalmente aprendiendo a dejarme ir a la deriva. Pero hay diferentes ríos y corrientes
por donde se puede meter. Cada balsa o escritor está hecha de materiales diferentes. La
diferencia entre Melville y Dickinson sería (además del género) que Melville es de un lado
del Río Connecticut y ella es del otro lado. Hay una diferencia enorme entre la historia
del noroeste del estado de Nueva York y la historia de Massachusetts. Confia en el lugar
para formar la voz.
S
usan Howe. Nacida en Boston, Massachusetts, juventud en Cambridge.
Epicentro del proyecto colonial. Epicentro del proyecto WASP. Blanco. An-
glo-Sajón. Protestante. Más: Varón. Dominio de Reverendo Cotton Mather,
pastor nacido en el nuevo mundo cuya Historia Christi Americana. Una his-
toria eclesiástica de nueva Inglaterra (1702) llena siete volúmenes, ochocientas pági-
nas. Un documento, refleja Howe, cuya “combinación idiosincrática de historia, fic-
ción, sagradas escrituras, drama elizabetiana y barroca” refleja el estilo de otro tomo
enorme, meditativo, famoso, que vendrá después: Moby Dick. La ballena blanca. Un
epicentro de espada y de pluma, entonces, que es también una vorágine y un mar
que se abre para tragar barcos.
Boston Massachusetts. Hogar de los Massachusett, los Algonquinos. El desti-
nario -- “la Ciudad de la Colina” – revelado al reverendo John Winthrop, en un
barco, en el medio de un mar, para la fundación divina de un mundo en base de la
erradicación de otro.
El Pequod desaparece bajo el mar pero la balsa de Ishmael flota: el narrador llega
a la orilla. Boston Massachusetts. Un lugar desde donde una ciudad no tan lejana
en Amherst Massachusetts Emily Dickinson escribe algunos poemas que manda por
carta a sus íntimas, a un posible editor, un conocido, un Maestro, en Boston, pero
a los que la mayoría, cosidos a mano, guardados por ella misma con cariño en un
cajón de escritorio en la casa paternal que no serán conocidas hasta después de su
muerte.
Boston, Massachusetts. El epicentro de las cazas de brujas, luchadas también con
espada y pluma. Donde la poderosa voz de Anne Hutchinson, mandada al exilio
después de un largo juicio de antinomismo, sigue en los márgenes de documentos,
ventriloquiada, pero perceptible. “El Capitán Johnson excoria a Anne Hutchinson
en capítulo tras capítulo. Ella es la hidra de su Canto de América...” dice Howe. Y
cita los ventriloquias del capitán”..Ella y los de su consorcio que luchan contra la
educación, y intentaban convencer a todos que podían de no hacerle caso... segura-
mente si hubiera durado esta Secta, hubieran hecho una nueva Biblia”.
Harvard University, fundado en 1638, después de los ataques de indios, las pre-
dicaciones de Anne Hutchinson, la censura civil, las deportaciones, los masacres;
y la muerte del Señor John Harvard, quien deja el dinero suficiente para pagar la
construcción de la primera universidad en Nueva Inglaterra. “Del gran Terremoto
en Nueva Inglaterra” escribe el Capitán Johnson, “y de la lamentable fin de algunas
personas erróneas, la primera fundación de Harverd Colledge”.
Harvard University cuyo editorial publicará muchos años después los libros de
Emily Dickinson, borrando los guiones que ella ponía entre sus palabras, borrando
las marcas extráenas de la autora, poniendo números a los poemas, limpiando las
páginas, instalando un orden. Hogar también de los primeros estudios americanos,
de críticos como F.O. Matthiessen cuyo American Renaissance. Art and Expression
in the Age of Emerson and Whitman, va a contar con los Thoreau. Con los Emer-
son. Con los Whitman. Pero no va a mencionarle a Emily Dickinson. Ni a Harriet
Beecher Stowe. Ni a Margaret Fuller. Y mucho menos a Frederick Douglass. “Un
renacimiento intelectual y poético” con sustracciones.
“Es ese tipo de contradicción que me llama...O sea, es importante ir a los substratos de la
historia oficial de Harvard. ¿Qué representaría este otro lugar? No puedo con simplicidad
decir que crecí en una comunidad falsa -- una comunidad que pretendía ser liberal. No
quiero juzgarla tan fuertemente porque eran intelectuales honorables, cuidadosos, y eso
era su profesión; lo sentían como una vocación. Pero hay que decir que sí era falso si eras
una niña o una mujer que no estaba contenta con ser de segundo orden.”
Cada apartado es una marcha esforzada lejos del racionalismo occidental, cada vez
más profundo hacía lo sin límite, donde toda ilusión de la volición, toda la identidad
individual puede ser transformada--asimilada”.
¿Por qué escavar la voz de Susan Howe? ¿Por qué Susan Howe escava la voz de
Emily Dickinson? Otros mundos yacen en las grietas. Entender eso es entender la
potencia de un terremoto y aprender a leer bien la balsa que queda de nuestro nau-
fragio americano.
D esde muy temprano entre las comunidades humanas fue necesario organizar
instrumentos que condicionaran y convirtieran a los niños y niñas, aislados
del mundo adulto, paulatinamente y por medio de múltiples mecanismos, en
sujetos plausibles de “pertenecer” de forma plena a dichas sociedades.
Uno de estos dispositivos fue sin lugar a dudas el “cuento”, utilizado como una
herramienta de aprendizaje, de estructuración del pensamiento, y sobre todo
como mecanismo transmisor de valores que, al reconfigurar la realidad y dotarla
de sentido, influyen en los autoconceptos y prejuicios. En primera medida, el
cuento funcionó como limitador: el qué “no” hacer, lo prohibido: los cuentos
atemorizaban a niños y niñas para evitar determinados eventos.
Desde la hiperglobalización y el mundo de mercado el cuento es pensado como
promotor: el que “debo” ser, condicionando los modelos a los que niños y niñas
deben aspirar, pero sobre todo a consumir. En contrapartida, la colección “Anti-
princesas-antihéroes- ofrece otra mirada, permite pensar el que “puedo” ser. Esta
visión propedéutica de las “antiprincesas” y “antihéroes” son un canal de resignifi-
cación, un puente entre el mundo y lenguaje de los adultos/as y el de los niños/as.
Este proyecto busca ser disruptivo en la forma de instalar la discusión sobre
los formatos de familia de estructura monogámica en la que hijos e hijas están
1 Colección Antiprincesas
# 1: Fink Nadia y Saá Emiliano, “Frida Kahlo para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2015.
ISBN 978-987-33-9158-3.
# 2 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Violeta Parra para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2015.
ISBN 978-987-33-9159-0.
# 3 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Juana Azurduy para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote,
2015. ISBN 978-987-33-9157-6.
# 4 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Clarice Lispector para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote,
2016. ISBN 978-987-42-0190-4.
Colección Antihéroes
# 1 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Julio Cortázar para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2015.
ISBN 978-987-33-9820-9.
poética para expresarlo “tuvieron otros amores, aun estando juntos. Como otras
cosas, compartían ese sentimiento más de lo acostumbrado para la época. Así los
amigos y amantes eran muchos, y para Frida el amor se reflejaba en hombres y
mujeres (#1, pág 14). En el intento por romper con los estereotipos quedan algu-
nos elementos aún conservadores al no exponer los hechos y explicarlos.
Se trata de una experiencia que se multiplica: la fuerza de estos proyectos radica
en que impulsan transformaciones en conglomerados comunicacionales, aunque
sean marketineras, que hasta Disney necesita buscar novedosas estrategias discur-
sivas con su más reciente eslogan “soy princesa siendo yo”. Es un paso, pero faltan
muchos porque la realeza sigue siendo un modelo al cual aspirar, con estándares
de belleza marcados e impuestos desde afuera.
Las antiprincesas no sólo son mujeres. No sólo son distintas a aquellas de plástico
y fantasía. No sólo derrumban mitos y lógicas misóginas. Son reales, son de acá,
son nuestras. No sólo por ser americanas, sino por ser pueblo.
Porque contra el cuerpo femenino atacan, Frida el cuerpo usa como bandera;
porque contra los pobres arremeten, Violeta los acompaña; porque contra la ex-
presión se lanzan, Clarice entonces grita; porque por la fuerza someten, Juana nos
defiende. Para escapar y soñar, Julio nos propone fantasías pequeñas basadas en
hechos reales, contra las injusticias sociales. El chico con cuerpo de grande que
nunca quiso abandonar su inocencia nos invita a ser como él. Cortázar nos invitó
a jugar, y el próximo número, el próximo antihéroe, Eduardo Galeano, nos invita
a la utopía. Lo esperamos.
A licia Genovese es una poeta de extensa trayectoria y una ensayista que hasta
la actualidad ha publicado trece poemarios y dos libros de estudios sobre
poesía, el aquí reseñado y Leer poesía. Lo leve, lo grave, lo opaco (Fondo de cultura
económico, 2011). Desde 1977 –año en que apareció su primer poemario-, su
predilección por la poesía se ha complementado con preocupaciones de género,
que se perciben en primer plano en poemarios como Anónima (Editorial Tierra
Firme, 1992) y La hybris (Bajo La luna, 2007) y que se aglutinan en el libro La
doble voz. Poetas argentinas contemporáneas. Esta obra, publicada originalmente
en 1998 como resultado de su tesis doctoral, se ocupa de delimitar una zona del
campo literario que comienza a visualizarse con mayor claridad a partir del retor-
no a la democracia en el país en 1983. Se trata de la proliferación de escrituras de
mujeres que dejan de ser una rareza en el caudal de libros literarios que circulan
en la época. Si bien, como aclara Genovese, otras poetas las habían precedido
(como Alfonsina Storni o Alejandra Pizarnik), en el periodo de estudio recortado
que se extiende desde 1983 a 1993 se registra una abundante producción literaria
a cargo de un número creciente de poetas mujeres. Este dato, que la autora co-
rrobora mediante un relevamiento de escritoras y obras, reviste gran importancia
puesto que tradicionalmente las mujeres ocupaban el lugar de objeto en la poesía,
no de sujeto. Por esta razón la categoría de doble voz que anuncia desde el título
se instrumenta con el fin de atender a ese diálogo entre la cultura dominante y
el lugar específico que ocupa la mujer cuando asume el lugar de enunciación, es
decir, cuando toma la palabra.
La categoría de doble voz implica una primera voz, aquella que se teje en el dis-
curso social hegemónico y que responde también a las exigencias de la crítica y a
las pautas del canon literario (marcadamente androcéntrico); y una segunda voz
que se presenta como una disonancia que dialoga, burla, confronta a la primera.
más amplio, la autora centra su atención en cinco poetas que lee atendiendo a la
complejidad estética que sus obras presentan, sin ceñirlas sólo a la comprobación
de una doble voz. Genovese examina las producciones de Irene Grus, Tamara
Kamenszain, Diana Bellessi, María del Carmen Colombo y Mirta Rosenberg. La
doble voz en esas poéticas se delinea por ejemplo en los modos de resignificación
del espacio doméstico en Grus y Kamenszain; en el jardín entendido como fron-
tera entre lo público y lo privado y como lugar de creación poética en Bellessi; en
la apropiación de tradiciones marcadamente androcéntricas como el tango o el
género gauchesco en Colombo; o en el cuidado formal y el distanciamiento que
proponen un modo de hacer poesía alejado del estereotipo del sentimentalismo
en el caso de Rosenberg. Estos ejemplos, que no agotan la riqueza de los análisis
que Genovese desarrolla, muestran que esta perspectiva de género no sólo atiende
a nuevas figuraciones de la mujer (escritora) sino también a una renovación que
se opera en el lenguaje a través de resemantizaciones y de la exploración de nuevas
significaciones posibles que contribuyen a delinear subjetividades alternativas.
Si en 2015 La doble voz… vuelve a publicarse sin mayores cambios que la suma
de un breve prólogo -en el que Genovese explica los motivos de la reedición- el
gesto da cuenta de las repercusiones que tuvo su primera aparición y de la vigen-
cia de su estudio. Quince años después, esta obra continúa siendo una de las más
sistemáticas en el examen de esa zona poco explorada de la literatura argentina
y, mirada retrospectivamente, fue acertada en la selección del corpus en tanto
estas poetas constituyen hoy voces insoslayables dentro del campo de la poesía.
La doble voz… se presenta entonces como un estudio arriesgado en su contexto
de producción, como un aporte que enriquece los modos de lectura atendiendo a
una perspectiva de género y como una invitación a leer poesía.
D os son las preguntas que organizan esta lectura del libro de poemas En los
gestos de la noche, de la escritora patagónica Anamaría Mayol: ¿cuál es la
genealogía literaria que puede trazarse a partir de su poemario? y ¿qué clase de yo
es el yo del poema?
En cuanto a la primera, es una buena estrategia analizar la red de elementos pa-
ratextuales de su edición. El prólogo “Una poesía en cuarto creciente” a cargo de
Edgar Morisoli, sitúa a Mayol en una filiación posible con otros poetas pampea-
nos y, desde el punto de vista geográfico, más allá de los límites de su Victorica
natal, con San Martín de los Andes. El pueblo y el lago neuquinos atraviesan sus
poemas como escenario y habilitan también la vinculación de ciertos sentimien-
tos con elementos del entorno cotidiano.
En esta introducción, además, Morisoli alude al crecimiento de los recursos li-
terarios y de la sabiduría poética de la autora. Por otro lado, advierte que los
tres apartados que organizan el libro “Yo que soy mujer”, “Cosa de pájaros” y
“Máscaras” no constituyen poemarios diferenciados sino un libro unitario y es-
tructurado. Se trata de un texto con “un ritmo vital” cuyo eje es el amor, “el eros
poético en la plenitud del recuerdo”.
Dos epígrafes iniciales rearman la serie literaria. Uno de ellos es de la escritora
pampeana Olga Orozco (1920-1999) (“Olga ronda la casa”) con el que Mayol
establece una línea filiatoria explícita a través de una figura retórica recurrente, la
sinécdoque; en este caso, sus manos que recogen lo que otras manos tatuaron. El
segundo epígrafe es de su propia autoría y anticipa el tema del amor y la noche.
Los nombres de Alejandra Pizarnik (1936 -1972, en el poema “Nada es posible
(87), José Saramago (1922- 2010), en “Promesa” (31), Álvaro Olmedo (poeta
argentino, 1961) en Destierro” (137) y Horacio Hídrovo Peñaherrera (poeta
ecuatoriano, 1931-2012) en “Homenaje” (57) son algunos de los escritores que
completan esta genealogía que arma la autora y en la que sitúa su poética.
a mares”, “llorar hasta cansarse”, “vaciar los ojos”. Asimismo, la poeta trabaja con
paradojas inusitadas: títulos que anuncian morfologías imposibles como “Adjeti-
vando”, que a través de un gerundio propone una serie de adjetivos que arman un
campo semántico compacto (“perfecto, logrado, rotundo, inmensurable, hermé-
tico”) y un cierre con predominio de sustantivos: “ y este silencio/con sus adioses
cadáveres deambulando el hastío” (18).
El poemario, además, despliega juegos semánticos y espaciales: en “Veril” el signi-
ficado literal acerca del borde entre una zona profunda y otra no, parece repetirse
en el quiebre de la sintaxis de alguno de los versos: “Camino/ los pies desnudos
efímeros pases en la arena” (41).
Hay ciertas figuras retóricas que apuntan a relaciones especulares como el quias-
mo en “Besos”: “tus mis ojos tuyos/mis tuyos ojos mí” (53). En otros poemas, hay
versos entre paréntesis. Puede hacerse un ejercicio de lectura, que tal vez exceda
las intenciones de producción, y leer los versos encerrados en los signos de pun-
tuación armando un único poema a lo largo de los distintos apartados.
A medida que la escritura avanza, el lector atiende a juegos discursivos con la
espacialidad geográfica: el caldenal del mundo de la infancia, el lago Lacar, el
pueblo de San Martín de los Andes y el Ecuador americano. En otras ocasiones,
el sujeto imaginario coloca la emoción en un objeto – “correlato objetivo” desde
la teoría poética – sin aludir a un yo tangible. Es el caso del despliegue cromático
que se da en varios poemas de la tercera parte” Máscaras”. El amarillo para refe-
rirse al mundo de la infancia, el violeta y el ocaso con la recuperación del juego
infantil de deshojar una margarita. El gris y su relación con el olvido, el rojo
símil con la sangre y el abismo, el verde en alusión a la oxidación del poema y,
finalmente, “pensar en azul” para aludir a la distancia y al alejamiento amoroso.
Afirmar que detrás de Anamaría Mayol hay una poética implica la legitimación
de una voz que tiene algo para decir. Por eso, citamos a modo de cierre las pala-
bras de Morisoli en la contratapa del libro: “la poeta sabe– de casta le viene al
tigre – que por encima de los siete significados (…) que el diccionario da a la pa-
labra, la poesía es mucho más: una forma de asumir la existencia, un compromiso
ineludible con la palabra y la verdad del corazón”.
Marta Urtasun
Instituto de Investigaciones Literarias y Discursivas
Departamento de Letras, UNLPam
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